Parque Nacional Los Alerces.

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R O M A N

L O P E Z

UN VIAJE EN CARPA EN 1959 CON FOTOS HISTORICAS Y TEXTOS DE LA EPOCA.

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© 2013 - Libros de viaje Todos los derechos reservados Parque Nacional Los Alerces. Un viaje en carpa en 1959. Con fotos históricas y textos de época. Fotos: Román Lopez, Jorge Rico Textos: Román Lopez Diseño: Libros de viaje ISBN 9789872819873 Editado en abril de 2013 Impreso en Argentina Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Contactos ezequiel@librosdeviaje.com.ar www.librosdeviaje.com.ar



La ruta es una fuga que diluye los rastros de tensi贸n e incentiva a so帽ar con las mayores ambiciones que propone el alma, en un viaje de placer hacia lo desconocido. Libros de viaje.



Venimos de una infancia de cuentos y leyendas. Una época en donde la imaginación proliferaba en cada metáfora para concebir el lugar de nuestras aventuras. Ideábamos naves que nos transportaban a mundos de fantasía y creábamos relatos que guiaban nuestras acciones. No es casualidad entonces, que seamos una familia de aventureros, viajeros, expedicionarios, osados, valientes, intrépidos con imaginación y capacidad de soñar. ...... Viajar y leer son actividades que disfrutamos cuando tenemos tiempo libre. En Libros de viaje combinamos ambas pasiones con la satisfacción de escribir, para contar aventuras y experiencias a través de la fotografía y la palabra. Te invitamos a que conozcas nuestro trabajo, y que los disfrutes.



PA R Q U E N A C I O N A L L O S A L E R C E S

Prólogo

por Ezequiel Lopez

Salir de campamento en aquella época era toda una aventura. Se contaba con muy poca información de los lugares a visitar, los medios de transporte eran precarios, se estaba haciendo punta en este tipo de viajes de modo que toda la experiencia era novedosa y se internaban en una tierra poco explorada y con algunos pobladores diseminados dentro del bosque patagónico. Sin embargo, estos muchachos con tan sólo 18 años, algunos consejos rescatados de la folletería de esa época y mucho coraje producto del viaje que iban a realizar, se lanzaron a la aventura de recorrer en carpa y por sus propios medios, el Parque Nacional Los Alerces, para descubrir por primera vez la belleza extraordinaria que ofrece la Patagonia. Para lograrlo, debieron confeccionar su propia carpa, diseñar bolsas de dormir abrigadas, armar un itinerario con la poca información disponible, seleccionar alimentos con el menor peso y la mayor energía posible y viajar miles kilómetros en tren, a pie, a dedo, en 11


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barco y hasta en una balsa construída por ellos mismos con el material que ofrecía el bosque. La experiencia fue enriquecedora. Descubrieron lugares nunca antes visitados, hicieron nuevas amistades, abrieron sendas inexploradas, aprendieron a vivir a campo tan sólo con las pocas pertenencias disponibles y generaron un registro fotográfico de gran importancia. Este libro es la copia fiel del original escrito por mi padre, quien protagonizó este campamento junto con mi tío en el año 1959, tipeado en una vieja máquina de escribir Olivetti, con las fotos directas del revelado pegadas en cada una de las páginas, las listas de puño y letra conservadas en perfecto estado y la folletería propia de la época. Crecí con sus historias, imaginando los lugares revelados en cada una de sus fotos, poníendole color a lagos, ríos y bosques y viviendo las mismas aventuras que cuarenta años más tarde, compartiría con mi propio hijo y mi esposa. ¡Gracias papá por contármelas por anticipado!

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Lista de campamento 1 Es sorprendente la poca ropa que llevaban para 23 dĂ­as de travesĂ­a internados en la cordillera, previendo muy poco abrigo para posibles jornadas de bajas temperaturas.



Lista de campamento 2 Un meticuloso trabajo previo para determinar qu茅 elementos llevar de acuerdo a su peso y capacidad alimenticia. Nada qued贸 librado al azar. Cada cosa estuvo cuidadosamente seleccionada para internarse sin dificultades en lo profundo del Parque Nacional Los Alerces. Con carga completa, cada mochila pesaba 50 kilos.



Lista de campamento 3 Un 煤ltimo chequeo antes de partir Tanto esta lista como el resto del material, se conserva en el libro original de la expedici贸n, en excelente estado de legibilidad y calidad del papel.



Apuntes de Ăşltimo momento antes de partir.


Y un chequeo de todo el material a llevar en este viaje.


Mapa del Parque Nacional Los Alerces. 1959




Notas, recuerdos y fotos de nuestro viaje por Esquel, El Bols贸n y S. C. de Bariloche. Rom谩n Lopez / Jorge Rico



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Día 1

Lunes 5 de enero de 1959

Salimos a las 17,28 hs. de Florida con rumbo a Constitución; en Retiro tomamos el subte con las mochilas y demás cachibaches, con gran asombro de las personas que allí se encontraban. Llegamos a Constitución a las 18,15 hs. y tratamos de conseguir asientos, cosa que nos costó bastante trabajo. A las 19,40 hs. partió el tren con rumbo a Bariloche. Cenamos a las 20.30 hs., una comida bastante buena, después leímos hasta las 24 hs. momento en que otros mochileros que viajaban en el mismo vagón decidieron apagar las luces, por lo que tratamos de dormir.

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Día 2

Martes 6 de enero de 1959

Sin haber podido dormir absolutamente nada en toda la noche, a las 07.30 hs. tratamos de tomar el desayuno, cosa que no pudimos a causa de que una compañía de Boy Scouts habían ocupado totalmente el vagón comedor y solamente lo dejaron a las 10.00 hs. Seguimos sin saber que hacer hasta el mediodía, que almorzamos en el comedor del tren bastante bien y abundante. No ocurrió nada interesante hasta que llegamos, a Carmen de Patagones, estación bastante importante, donde subió bastante gente. A los cinco minutos de haber salido de la estación, cruzamos el Río Negro, límite natural entre la provincia del mismo nombre y la de Buenos Aires. Cenamos a las 22.00 hs. con muchísima tierra debido a la sequía. A las 23.30 hs. llegamos a la estación San Antonio Oeste, también importante donde subió gran cantidad de gente. Debido a que estábamos con un sueño bárbaro nos quedamos dormidos apenas salió el tren.

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Día 3

Miércoles 7 de enero de 1959

Después de haber dormido toda la noche, intentamos nuevamente desayunar inútilmente gracias a los Boy Scouts. Sin otro inconveniente llegamos a Ingeniero Jacobacci a las 12.20 hs. con 6 hs. de atraso y después de 40.20 hs. de viaje. Allí trasbordamos a un tren que parece de juguete por lo chiquito, tiene asientos como los colectivos, doble de un lado y simple del otro y en el centro del vagón tiene una estufa a leña. A las 16.00 hs. almorzamos y poco después llegamos a la estación donde desengancharon el comedor para pasarlo al otro trencito que allí esperaba. Eran las 22.00 hs. y todavía era día. Tomamos la temperatura exponiendo el termómetro al viento y marcó 2°C. A las 23.00 hs. llegamos a uno de los pueblos más importantes El Maitén, donde bajó gran cantidad de gente y en el vagón quedamos únicamente mochileros por lo que luego de trabar las puertas con unas mochilas, dormimos.

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Día 4

Jueves 8 de enero de 1959

A las 05.00 hs. llegamos a Esquel o sea después de 59.30 hs. de viaje. Seguimos durmiendo hasta las 07.30 hs en el mismo trencito. Luego de asearnos lo mejor posible fuimos a un bar que hay frente a la estación a desayunar, después de lo cual fuimos al correo, compramos papas, dulce, galletitas y pate de foie y de allí fuimos al pueblo propiamente dicho. Sacamos pasajes en el ómnibus que nos llevará al lago Futalaufquen y luego buscamos un lugar para acampar provisoriamente y almorzar por lo que decidimos acampar a orillas del arroyo Esquel, al pie de la montaña. Almorzamos corned beef con arvejas calientes y café. En la ladera de la montaña habita, según vimos, la peor gente de Esquel y alrededores por lo que a las 15.00 hs. nos fuimos hasta la casa que nos vendió los pasajes para el ómnibus y dejamos las mochilas. De allí fuimos a gendarmería pues debíamos llevar una carta a un señor de allí, y luego recorrimos el pueblo pues teníamos tiempo hasta las 20.00 hs. 33


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Esquel es un pueblo chico, semejante a los que aparecen en las películas del “far west”, casas de un solo piso, debido al fuerte viento y la nieve que allí hay en invierno, viejas y casi todas de madera, pero lo que más choca son los autos último modelo que por ahí andan, pues casi todos son del año 1950 en adelante. Recorrimos casi todas las casas de comercio para ver las cosas importadas, pero apenas si había y lo peor del caso que casi al mismo precio que en Buenos Aires. Salimos de Esquel a las 20.35 hs. y llegamos a la hostería Futalaufquen a las 23.00 hs., y ya era bastante oscuro por lo que fue un lío para encontrar donde armar la carpa. Después de mucho trabajar tratando de dejar el terreno lo mejor posible y sin piedras, armamos la carpa lo mejor que pudimos debido a que ya había oscurecido. Hecho esto cenamos corned beef con arvejas frías y nos fuimos a dormir a las 24.00 hs.

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Día 5

Viernes 9 de enero de 1959

Nos levantamos a las 10.30 hs. con una hermosa vista al frente, ya que teníamos el lago Futalaufquen y las montañas se reflejaban sobre sus aguas verdeazuladas. Preparo el desayuno, mientras Jorge ordena un poco el despilfarro de platos, ollas, jarros y demás cachivaches por allí tirados. A las 11.00 hs. salimos a caminar y de paso llegamos hasta la hostería Futalaufquen para preguntar cuando salen las lanchas para el lago Verde y nos dicen que recién salen mañana a las 15.00 hs. De allí fuimos caminando hasta el puerto y luego mientras volvíamos hacia donde estaba nuestro campamento, vimos desde el puente que cruza el río Los Pumas, un lugar macanudo y casi especial para nuestra carpa, por lo que decidimos inmediatamente trasladar nuestro campamento. Después de armar la carpa, Jorge comenzó a preparar el fuego para hacer la comida, mientras hacía esto le saqué la siguiente foto:

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Jorge preparando el fuego del mediodĂ­a.


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Y mientras yo pelaba papas me sacó esta:

Román haciendo gala de buen cocinero.

Comimos tallarines con papas hervidas y café. A las 13.40 hs. el termómetro marcaba 23°C. A las 15.00 hs. decidimos remontar la corriente del río Los Pumas, junto al cual estábamos acampados, por lo que después de amontonar todos los cacharros, partimos. Llegamos al cordón Situación, después de media hora de camino, donde la senda se cortaba contra la montaña. Encontramos un trozo de madera especialmente puesta allí para grabar los nombres de los visitantes y pese a que estaba casi completamente tapado 37


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por los que anteriormente pasaron, grabamos también nuestras iniciales. Es un lugar muy selvático, donde los árboles que crecen en la ladera de la montaña son altísimos y forman una especia de bóveda por la que apenas pasan los rayos del sol. Aprovechando que un rayo de sol daba sobre la cascada Los Pumas, decidí sacarle la siguiente foto:

Cascada Los Pumas

Después de buscar una senda para poder escalar el cerro Situación y encontrarla, subimos por una empinada cuesta donde la senda estaba apenas marcada;

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una vez arriba tuvimos una vista parcial del lago Futalaufquen y la desembocadura del río Arrayanes, que une a éste con el lago Verde. Regresamos por el mismo camino, y la senda por la que habíamos subido la bajamos casi sentados patinando sobre los pies. Llegamos al campamento y como era temprano para cenar nos quedamos charlando sentados en el puente. Cenamos a las 22.00 hs. sopa de moñitos y café. La temperatura a las 22.55 hs. era de 15°C.

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Día 6

Sábado 10 de enero de 1959

Nos levantamos a las 09.00 hs., la temperatura era de 16°C. Tomamos el desayuno. Desarmamos la carpa, acondicionamos las mochilas y almorzamos a las 12.00 hs., todo esto debido a que las 15.00 hs. tomamos la lancha. Almorzamos arroz con tuco, paté de foie con galletitas, chocolate y café. Siendo las 14.00 hs. y después de haber terminado de arreglar las mochilas con bastante calor, nos dirigimos al muelle, distante 300 metros. Mientras esperábamos la lancha, llegaron tres muchachos que también viajan hacia lago Verde, nos ponemos a charlar y nos hacemos amigos enseguida. Estos son Carlos y Alejandro, hermanos y Fernando, primo de ellos. La lancha salió a las 15.50 hs. con rumbo al lago Verde. Recorrimos todo el lago Futalaufquen y la lancha tomó el brazo derecho, en el que desemboca el río Arrayanes. Antes de que la lancha doblase para remontar el brazo derecho del lago, saque la siguiente foto donde en primer plano se aprecia la lancha en la que viajábamos, y al fondo con sus picos nevados el cerro Pirámide. 41


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Lago Futalaufquen y cerro Pirámide.

Entramos al río Arrayanes, es de aguas cristalinas y su profundidad para esta época del año es de 2 a 2.50 metros, por lo tanto se podían ver con toda facilidad los peces y troncos del fondo. A ambos lados del río crecen los Arrayanes, son árboles de tronco color rojizo y permanecen verdes todo el año. A las 17.30 hs. llegamos al lago Verde. Es un lago relativamente chico comparado con el Futalaufquen, en su extremo norte se comunica con el Lago Rivadavia por medio del río Rivadavia. Debido a que hacía bastante calor nos bañamos y lavamos nuestras ropas ya que tenían bastante tierra.

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Luego armamos la carpa y cenamos a las 20.55 hs. papas fritas con corned beef, chocolate y café. Lavamos los platos y nos quedamos conversando con Carlos, Alejandro y Fernando hasta casi las 23.00 hs. Cuando nos disponíamos a entrar en la carpa, se nos aparece una vaca con su respectivo ternero a toda carrera, y lo peor del caso es que se venía sobre nuestra carpa, por lo que tuvimos que salir y empezar a correrla. Se alejó pero no obstante esto decidimos cercar las dos carpas con sogas y colgar los jarros que utilizábamos para tomar el café. Luego de esto y más serenos, nos acostamos, pero al cabo de media hora, ¡ZAS!, empiezan a sonar los jarros colgados de la soga, de modo que nos levantamos y tomamos cualquier efecto que pudiera servir como arma contundente contra una vaca. Ya estábamos afuera, listos para tirar todo nuestro armamento (zapatos, alpargatas, botas) contra el bulto, cuando oímos que Carlos gritaba “no tiren que soy yo”. Después de haber echado unas cuantas maldiciones por habernos hecho levantar nos tiramos a dormir.

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Día 7

Domingo 11 de enero de 1959

Salimos a las 09.30 hs. rumbo al lago Rivadavia, distante, 10 kilómetros. Comenzamos por buscar una senda para subir la ladera de la montaña, cuando la encontramos comenzamos a subirla, pero debido a que es muy empinada empleamos casi una hora haciendo aproximadamente diez paradas antes de llegar a la senda que nos llevará hasta el lago Rivadavia. Desde esa altura Jorge saca la siguiente foto

Lago Verde con la casa del guardaparque a la vista.

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donde en primer plano, pero muy chico se ve la casa del guardaparque y al fondo el lago Verde. Después de caminar casi 45 minutos llegamos al frutillar que se encuentra en la ladera de una montaña y estuvimos comiendo frutillas desde las 10.15 hs. hasta las 11.15 hs. debido a que no teníamos mucho tiempo. También juntamos para comer de postre después del almuerzo. Jorge me sacó esta foto mientras yo comía:

Un frutillar en medio de la cordillera.

Y yo le saqué la siguiente foto a él:

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Disfrutando una buena cosecha de frutillas.


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Iniciamos nuevamente el camino en procura de un rancho llamado Alarcón, que queda casi a mitad camino del lago Rivadavia. A las 11.45 hs. estábamos bastante cansados, por ser el primer día que caminábamos con las mochilas, por lo que desistimos en llegar hasta el rancho, y así se lo dijimos a Carlos, y ellos debido a que no llevaban casi peso, continuaron camino. Una vez acampados, fui en busca de agua y al cabo de 5 minutos de caminar me encuentro con el rancho, y a su lado un río y acampados en la orilla, a los muchachos que venían con nosotros. Sin pensarlo más fui en busca de Jorge y cargando las mochilas fuimos hasta el río. Mientras Jorge preparaba el almuerzo, yo me dediqué a limpiar las frutillas que habíamos traído para comer de postre. Almorzamos sopa, paté de foie con galletitas, frutillas y café. A las 14.15 hs. comenzó a amenazar lluvia por lo que decidimos levantar campamento, mientras que Carlos, Alejandro y Fernando, que tenían preparadas sus cosas antes que nosotros, partieron. Al cabo de unos minutos salimos también nosotros. Según nos dijeron unos muchachos de ingeniería que se encontraban allí acampados, debíamos seguir la senda marcada con mojones rojos, por lo que íbamos buscándolos a medida que avanzábamos. Después de caminar un buen trecho, encontrando de cuando en cuando un mojón rojo, la senda se bifurcaba en dos, una muy marcada y otra apenas sí se veía. Decidimos

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seguir por la mas marcada pese a que no vimos ningún mojón rojo. Luego de 1.05 hs. de caminata con un calor bárbaro, después de mucho discutir, llegamos al río Colihuay casi a mitad de camino desde Alarcón al lago Rivadavia, donde la senda se cortaba sorpresivamente en el río. Inmediatamente supusimos que habíamos equivocado la senda. Mientras recorrimos con la vista las márgenes del río en busca de algún indicio de que la senda continuaba del otro lado, ví que algo se movía en la orilla del frente, bastante lejos del lugar en que estábamos nosotros, entonces grité hasta que me oyó y descubrimos que era Alejandro, que al reconocernos nos indicó el lugar más conveniente para vadear el río, ya que por allí no existen los puentes, y gracias a esto, nos empapamos hasta la rodilla. Después de secarnos, tomamos un chocolate caliente acompañado por galletitas y dulce. Una vez que estuvieron casi secos nuestros calzados, decidimos continuar solos hasta el lago Rivadavia, así que encontramos una senda bastante marcada y la seguimos pero dijimos a los muchachos que si no regresábamos en 2 hs. era porque la senda era buena. Muy por el contrario, después de caminar escasamente 15 minutos la senda se cortaba en una montaña, por lo que regresamos y nos instalamos al lado del campamento con los muchachos. Conversamos con Carlos sobre el camino a seguir, ya que ellos estaban en las mismas condiciones que nosotros, y decidió buscar la senda marcada con mojones rojos, siguiendo la co-

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rriente del río. Así es que después de 1 hora llegó con la grata nueva de que la había encontrado a poco menos de 600 metros de donde estábamos acampados. A las 20.00 hs. Jorge, preparó la cena Quaker, corned beef con arvejas y café. A las 21.40 hs. después de haber deliberado un buen rato, decidimos alquilar un par de caballos mañana temprano en el rancho Alarcón, para llegar hasta Rincón de Cholila. A las 22.30 hs. conversamos nuevamente con Carlos y nos propone hacer el camino hasta el Rivadavia con ellos y después volver al lago Verde y de allí ir hasta el lago Menéndez, donde están los glaciares, así que decidimos juntar nuestras comidas y llevar solamente lo necesario hasta el lago Rivadavia. Como fue un día bastante agitado y estamos todos rotos decidimos unánimemente irnos a dormir.

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Día 8

Lunes 12 de enero de 1959

Nos levantamos a las 10.30 hs. tomamos el desayuno y a las 11.30 hs. comenzamos a juntar las comidas y al mismo tiempo separamos las comidas necesarias para comer durante dos cenas y un almuerzo, ya que hemos decidido quedarnos ese tiempo en el lago Rivadavia. Después de esto, como Carlos había visto frutillas cerca de la senda marcada con mojones rojos, Fernando y yo fuimos a juntar para comer de postre después del almuerzo. Almorzamos a las 13.00 hs. carne ahumada asada (comprada a $8 el kilo), sopa de tallarines, papas fritas, frutillas y café. Jorge sacó la siguiente foto del río Colihuay. Este río, como puede apreciarse, no es muy ancho en ésta época, pero durante el deshielo llega a su anchura máxima, tapando las piedras que se ven en primer plano. Hay mucha pesca de truchas.

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Río Colihuay y sus alrededores.

A las 14.55 hs. llegamos al lugar elegido para enterrar la comida, que eran todas cosas envasadas de modo que el olor no despertase ansias de comer a los animales que por allí hubiese, y cavamos un pozo donde depositamos la comida, cubrimos con cañas colihue de forma que la tierra no cayese sobre los envases, las cubrimos con esta y disimulamos lo mejor posible el agujero. Una vez que terminamos de hacer esto iniciamos nuestro camino al lago Rivadavia. Jorge nos sacó la siguiente foto, en la que aparecemos de izquierda a derecha y de espaldas: Fernando, Carlos, Yo y Alejandro.

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Los acampantes rumbo al lago Rivadavia.

Casi después de 35 minutos de camino con mucho calor, llegamos al lago Rivadavia, habiendo caminado una senda que está recubierta de un polvillo fino, que se levanta apenas uno pisa, de modo que estábamos cubiertos totalmente de tierra. Después de descansar un poco a orillas del lago buscamos un lugar para armar las carpas, decidiendo finalmente por armarlas en la playa. Durante todo el camino veníamos obsesionados con la idea de hacer una balsa, y luego dejarnos llevar por la corriente del río Rivadavia hasta el lago Verde. Por lo tanto después de descargarnos las mochilas, nos pusimos manos a la obra, ya que en la playa abundaban los troncos y estos parecían que flotarían. Pese a que el tronco con el que nos pusimos a trabajar estaba atrancado en grandes piedras, pudimos después 53


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de muchos intentos lanzarlo al agua. En ese momento apareció un campesino de allí y nos dijo que esos troncos no servían para hacer una balsa, como pudimos comprobar más tarde, ya que como estaba muy seco al empezar a chupar agua comenzó a hundirse. Desistimos de la idea. Armamos las carpas y lavamos toda la ropa sucia. Jorge sacó la siguiente foto que muestra la orilla de frente y muy a la derecha, casi invisible el comienzo del río Rivadavia.

Lago Rivadavia desde donde acampamos.

A las 22.00 hs. cenamos sopa de Quaker, arroz con sardinas y café. Después de cenar, nos quedamos fumando nuestros últimos cigarrillos y a las 24.00 hs. nos fuimos a dormir.

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Día 9

Martes 13 de enero de 1959

Nos levantamos a las 10.30 hs. y preparamos el desayuno, comprobando que Carlos se había ido a pescar. Al rato vino con una trucha, por lo que al mediodía almorzaríamos trucha. Como ya dije nos quedamos todo el día en lago Rivadavia, aprovechando esto, decidimos, ya que las mochilas no entran dentro de la carpa estando nosotros dentro, anexarle con el doble piso un nuevo compartimento. Jorge, se puso a medir, cortar y pinchar las partes necesarias, mientras nosotros recogíamos leña y preparábamos el fuego para hacer el almuerzo. A las 14.00 hs. almorzamos tallarines, papas hervidas con tuco, trucha y café. Después de almorzar, Carlos y Alejandro fueron hasta la casa del guardaparque. Fernando se quedó leyendo, y Jorge y yo comenzamos a coser la nueva parte de la carpa. Cuando me tocó coser a mí, Jorge me sacó la siguiente foto:

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Cociendo la carpa a orillas del lago Rivadavia.


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Terminamos de coser y le saqué a Jorge una foto mientras terminaba de armar la carpa.

Lago Rivadavia desde donde acampamos.

A las 20.00 hs. cenamos: papas asadas, corned beef y café. Nos quedamos fumando nuestros últimos cigarrillos tirados en la playa, debido a que era una noche magnífica y no hacía frío. Nos acostamos pasadas las 24.00 hs.

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Día 10

Miércoles 14 de enero de 1959

A las 08.00 hs. gracias al despertador, nos levantamos para poder llegar al mediodía al rancho Alarcón. El día amaneció nublado y bastante frío. Luego de haber desayunado, iniciamos el camino hacia el río Colihuay, donde estaba enterrada el resto de la comida. Al llegar al lugar, nos encontramos con la nueva de que el agujero estaba semi abierto, por lo que pensamos que nos habían robado la comida, así que apenas dejamos las mochilas corrimos hacia el agujero y comprobamos que no era así, sino que una vaca o caballo había metido la pata. Carlos y yo fuimos hasta el río por la senda marcada con mojones rojos y comprobamos que por allí nos sería imposible cruzar debido a la profundidad del río, por lo que regresamos y decidimos bajar la corriente del río hasta encontrar un lugar que nos permitiera cruzar, si era posible, sin mojarnos. Después de haber caminado un trecho encontramos un árbol caído, que cruzaba de orilla a orilla, por lo tanto, luego de haber comprobado que aguantaría nuestro peso, cruzamos. 59


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Reanudamos el camino hacia el rancho Alarcón, pero después de haber andado casi la mitad de camino, Jorge comprobó que le faltaba su cámara fotográfica, así que paramos y esperamos que hiciese todo el camino hecho hasta ahora y volviese. Llegamos a Alarcón, donde decidimos alquilar un caballo para que llevase toda la carga ya que pensamos que pese al frío que hacía, nos costaría mucho subir la gran cuesta que nos separaba del frutillar. Almorzamos sopa Quaker, corned beef y café. Cuando el Chango Alarcón vino con el caballo nos dijo que haría falta otro caballo, pero que nos cobraría por mochila. Iniciamos la marcha en procura del lago Verde, nos acompañaba el Chango Alarcón, que resultó ser un tipo macanudo. A mitad de camino del frutillar, encontramos una serpiente, pero no pudimos comprobar si era venenosa o no. Cuando llegamos a la cuesta de arena, ya estábamos bastante cansados, eso que íbamos sin ninguna carga, y nos costó bastante terminar de subir la cuesta hasta el frutillar. Cuando llegamos a éste comenzó a garuar. Allí el Chango Alarcón, nos propuso llevar las mochilas hasta el mismo lago Verde y luego cruzarnos en bote hasta la otra orilla para ganar unos días en nuestro viaje. Aceptamos. Cuando llegamos al lago, vimos que todo el parque que circunda la casa del guardaparque, estaba sembrada por carpas del campamento de química. Fuimos al muelle y Alarcón trajo un bote que estaba con bastante agua, así que tuvimos que arreglar las mo-

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chilas en los pocos lugares que no había agua. En ese preciso momento se largo a llover y así fue que Carlos y yo nos pusimos a remar para acelerar nuestro traslado, ya que se estaba levantando un viento bastante fuerte y frío y para mal de peores el bote hacia agua a raudales, por lo que Jorge, Alejandro y Fernando se dedicaron a sacar con dos latas que estaban dentro del bote el agua que entraba, pero todo era inútil ya que por cada lata de agua que echaban, entraban dos. Destrozados, Carlos y yo, y chochos por el “lindo paseo” en bote que se hicieron, Jorge, Alejandro y Fernando, arribamos a la costa para seguir inmediatamente camino al lago Menéndez. Previamente fuimos hasta un “boliche” que allí hay, para comprar cigarrillos que no conseguimos. Luego de 15 minutos de camino avistamos el lago Menéndez, luego de buscar un lugar para acampar nos dedicamos a observar el lago. El lago Menéndez es grande, consta de dos brazos, uno de los cuales se interna entre los glaciares, que son montañas cubiertas con hielo y nieve y el otro finaliza en una senda que conduce hasta el lago Cisne a unos 500 metros sobre el nivel del Menéndez. También el Menéndez se une por medio de un pequeño río con el río Arrayanes, pero debido a que durante el verano este vínculo tiene muy poco calado y además está plagado de rápidos, no se puede unir en lancha. En el lugar que acampamos existen especies de bancos hechos con troncos trabajados y un fogón.

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Después de cenar nos quedamos fumando y mirando los glaciares que con los últimos rayos de sol, ya que el cielo se estaba despejando, ofrecía un espectáculo maravilloso, tiñiéndolos de rojo y rosado a medida que el sol se escondía.

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DĂ­a 11

Jueves 15 de enero de 1959

Nos levantamos a las 10.00 hs. pero Jorge ya se habĂ­a levantado a sacar las siguientes fotos, que muestran desde distintos lugares los glaciares.

Glaciar Torrecillas sobre el lago MenĂŠndez.

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Vista del lago Menéndez y el glaciar al fondo.

Después de desayunar, probamos el frío del agua y nos decidimos lavarnos lo mejor posible debido a que hoy vamos a tropezar con mucha gente “civilizada”. Almorzamos temprano, porque la lancha con la que vamos a recorrer el lago sale a las 13.45 hs. Terminados de almorzar, recogimos los cacharros y los lavamos, mientras Jorge sacó la siguiente foto que muestra en primer plano parte de la playa, en segundo plano el puerto y la lancha, y al fondo la montaña de la orilla de enfrente salpicada por altísimos árboles. Llegamos al puerto cuando la gente ya estaba embarcándose, cosa que nosotros nos apresuramos a hacer también. A las 14.00 hs. partió la lancha. 64


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Vista del muelle y la lancha sobre el lago Menéndez.

Luego de una hora de viaje llegamos al final de uno de los brazos del lago donde desembarcó todo el pasaje y dispusimos de una hora y media para llegar hasta el lago Cisne, al que se llega siguiendo una senda bastante marcada. Para llegar a este lago debimos escalar constantemente la montaña. A mitad de camino nos topamos con las cataratas del río Cisne, donde después de ubicarnos para poder sacar buenas fotos, Jorge consiguió sacar la siguiente, que muestra en primer plano a mí parado sobre una roca tratando inútilmente de sacar una foto y al fondo una pequeña parte de la cascada, a ambos lados puede apreciarse la selva prácticamente impenetrable. Algo descansados, reanudamos la marcha hacia el lago Cisne y después de haber seguido escalando y 65


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Cascada sobre el río Cisne.

transpirando llegamos por fin al lago, pero no pudimos bajar a la playa como era nuestro deseo, pues no había senda alguna. El lago Cisne, es pequeño en relación a los anteriormente descriptos. Jorge sacó esta foto desde muy alto y se puede apreciar parcialmente oculto por un enorme árbol, parte del lago y al fondo los glaciares vistos desde atrás. Regresamos al lago Menéndez, donde embarcamos en la lancha que nos llevó por el otro brazo del lago para poder ver de cerca los glaciares. Pese a que en el brazo que dejamos atrás hacía mucho calor, en éste tuvimos que abrigarnos pues soplaba un viento bastante fuerte de la cordillera. Logre sacar otra foto, a pesar de que la lancha bailaba de lo lindo y tenía el sol casi de frente. En primer plano se ve la montaña totalmen66


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te tapada por arboles altísimos y al fondo muy blanco aparece parte del hielo y nieve que cubre la parte superior de la montaña. La lancha regresó a puerto donde desembarcamos, cargamos las mochilas y caminamos hacia el puerto de lago Verde, lugar en que tomamos la lancha que nos llevará al lago Futalafquen. En el viaje se decidió por unanimidad, cenar bien aunque fuera por una noche y sin tener que lavar los platos y cacerolas, por lo que después de arribar y buscar un lugar para acampar, Fernando y yo, fuimos hasta la Hostería Futalufquen mientras Jorge, Carlos y Alejandro fueron a buscar la comida que éstos últimos habían dejado en la Gendarmería.

El bosque de alerces en primer plano.

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Nosotros llegamos a la hostería y hablamos con el dueño que nos quería cobrar $50 más 23% de laudo y para rematarla debíamos ir a cenar con saco y corbata, cosa que nosotros ni remotamente teníamos. Después de un rato de tire y afloje, llegué a un acuerdo: 4 platos de $50 en un lugar apartado del comedor, que resultó ser al lado de la cocina. Una vez que terminamos de cenar nos quedamos fumando en la terraza y logramos averiguar la hora de salida del ómnibus a Esquel. Nos fuimos a dormir a la 01.00 hs. de la mañana teniéndonos que levantar a las 06.00 hs.

El bosque patagónico con el glaciar Torrecillas al fondo.

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Día 12

Viernes 16 de enero de 1959

Nos levantamos a las 06.00 hs. porque el colectivo que nos llevará a Esquel, sale a las 08.00 hs. y teníamos que terminar de arreglar las mochilas. Mientras los muchachos tomaban chocolate, y siendo las 07.00 hs. saqué esta foto en la que aparecen en primer plano Jorge y Carlos, al lado de éste, Fernando y al lado de Jorge, Alejandro.

Desayuno por la madrugada.

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Terminado esto fuimos a tomar el ómnibus y apenas arrancó me quedé dormido y recién me despertaron cuando llegamos a Esquel. Allí dejamos las mochilas en la casa que vende los pasajes de los ómnibus y salimos de compras. Luego fuimos a la casa del Dr. Torres, conocido de un conocido de Carlos. Nos invitaron a tomar el vermouth y también a tomar el té a las 17.30 hs. Luego de tomar el vermouth, el Dr. Torres y Carlos fueron hasta Gendarmería para conseguir alojamiento y comida para la noche, cosa que lograron. Salimos de la casa del doctor y fuimos a un negocio que vende artículos de regalo, donde estuvimos conversando con la hija del dueño, muy simpática por cierto, y nos invitó a almorzar y también nos dijo de una fiesta que se realizaría mañana, pero nosotros no aceptamos ninguna de las dos cosas. Decidimos almorzar en un boliche donde nos cobraron bastante barato y con un calor bárbaro llegamos hasta la cascada del río Esquel, distante de la ciudad aproximadamente 1 km, que hicimos a dedo. Cuando llegamos nos tiramos a descansar hasta las 17.00 hs. A esa hora salimos para la casa del doctor, ya que teníamos que ir a tomar el té. El viaje lo hicimos de la misma forma como lo habíamos hecho antes, o sea a dedo. A las 17.30 hs. en punto estábamos en la casa del Dr. Torres, inmediatamente nos sirvieron un delicioso té y comimos por más de 20 personas. Apenas terminamos salimos a recorrer todos los bares y hoteles

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donde acostumbraban a parar los camioneros que se dirigen a Bariloche, pero todo fue inútil ya que tuvimos que recurrir al ómnibus que hace el viaje de Esquel a Bariloche, por lo tanto fuimos a averiguar el precio del pasaje para hacer esos 300 km. Pero casi nos caemos de espaldas cuando nos lo dijeron, porque casi costaba tanto como irnos de Buenos Aires a Esquel, que son unos cuantos kilómetros más, ya que el primero nos costó $273 y el segundo nos costaba $259, cosa de locos, pese a ser una empresa del estado. Bueno, después de hacer muchos cálculos y yo haberme opuesto desde el primer momento a sacar pasajes, sacamos 5 boletos hasta el Bolsón, luego veríamos lo que se haría. Volvimos a casa del Dr. Torres, que nos llevó a la Gendarmería para cenar y pasar la noche. Nos despedimos de él, que nos ofreció para la próxima vez que fuéramos, la cabaña de la que es dueño y queda frente al lago Futalaufquen. Después de cenar, el cabo de guardia nos condujo a una habitación con cinco camas y nos preguntó a qué hora deseábamos levantarnos, así que le dijimos que debido a que el ómnibus pasaría por allí a las 05.30 hs. nos llamase a las 04.30 hs.

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Día 13

Sábado 17 de enero de 1959

A las 04.30 hs. el cabo de guardia nos despertó y con un frío bárbaro nos lavamos apenas la cara y ni nos peinamos, así que a las 05.15 hs. estábamos en la ruta esperando el colectivo. Cómo estábamos en compañía del soldado de guardia, este paró a un camión que era muy parecido al colectivo, pero comprobando que no era lo dejó seguir. Al rato un Chevrolet ´57 pasó delante nuestro y tras haber andado un trecho frenó y nos preguntó si íbamos camino a El Bolsón que él nos llevaba, ya que iba vacío. Nosotros agradecimos la atención pero nos sería imposible debido a que ya teníamos nuestros pasajes y nuestras mochilas estaban en el ómnibus. Después de esto apareció el ómnibus al que subimos, conseguimos unos banquitos para sentarnos, porque los boletos que teníamos eran para viajar parados, y así hicimos el monotonísimo viaje hasta El Bolsón. Llegamos a las 11.45 hs. y comenzamos a buscar a algún camión que nos llevara hasta Bariloche, pero todo fue en vano. Mientras hacíamos esto Jorge se 73


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quedó en la puerta del hotel Pilquitrón, el mejor de El Bolsón y tuvo la suerte de encontrarse con dos matrimonios que habían hecho los mismos viajes en lancha que nosotros en el Parque Los Alerces, así fue que nos reconocieron y nos invitaron a ir hasta lago Puelo, distante unos 19 km, en sus respectivos coches. Después de haber almorzado a orillas de un arroyo volvimos a la puerta del hotel, donde estábamos citados. Dejamos toda la comida a cuidado de un muchacho que trabajaba en el hotel y partimos rumbo al lago. Cuando llegamos buscamos un lugar para acampar, pero como estábamos muy cansados por habernos levantado tan temprano nos tiramos a descansar a la sombra sobre unos bancos hechos con troncos. Preparamos la cena y comimos polenta, debido a que Carlos, Alejandro y Fernando, trajeron tanta como para alimentar a un regimiento, así que sin saber cómo se hacía, metimos unos cuantos puñados y después nos turnamos para revolverla. Cuando estuvo lista la comimos rociada con extracto triple de tomate, pero pese a que teníamos hambre sobró media cacerola que quedó para ser lavada al día siguiente por Carlos. Terminados de cenar nos quedamos fumando al lado del fuego y, viendo que se acercaba una tormenta, decidí cavar una zanja alrededor de la carpa y nos fuimos a dormir.

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Día 14

Domingo 18 de enero de 1959

Nos levantamos bastante tarde comprobando que durante la noche refrescó bastante. Tomamos el desayuno y tendimos una soga de 10 metros para tender toda la ropa que lavaríamos, así que juntada ésta fuimos al lago y allí estuvimos hasta casi las 13.00 hs. Tendímos la ropa en la soga que no alcanzó y almorzamos, decidiendo tomar un ómnibus que sale a las 18.00 hs. con rumbo a El Bolsón. Llegamos al muelle del lago Puelo de donde parte el ómnibus, con bastante anticipación y tuvimos que esperarlo. Siendo casi las 18.00 hs. vimos llegar un camión que resultó ser el colectivo que esperábamos. Subimos las mochilas y al cabo de un momento arrancó a toda velocidad. En cuanto llegamos a El Bolsón fuimos directamente al hotel donde habíamos dejado el resto de la comida, separamos la necesaria para los cinco para comer durante 12 días y regalamos el resto, que era mucha, al muchacho que nos la había cuidado. Luego de esto nos dirigimos a un hotel-bar a comer unos sándwiches 75


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y nos pusimos en campaña para encontrar un vehículo que nos llevara a Bariloche, así que nos separamos en dos grupos, uno Jorge y Alejandro, el otro Fernando y yo, quedando Carlos en la ruta a la espera del paso de algún camión. Jorge y Alejandro fueron al ACA, mientras Fernando y yo a un hotel situado en la vereda de enfrente. Apenas entramos una mujer que allí se encontraba nos dijo: -Ese camión que se va allí va hacia Bariloche-, y casi sin haberla dejado terminar salimos corriendo en procura del camión. Cuando llegamos a éste, Jorge y Alejandro que también lo habían visto llegaron detrás de nosotros, así que preguntamos al que manejaba y éste nos dijo que sí, y así locos de contentos corrimos a buscar las mochilas, las subimos y por fin, siendo las 20.00 hs. dejamos El Bolsón, con mucha alegría y bastante frío. A las 23.30 hs. comenzamos a internarnos en el Cañadón de la Mosca, que es un camino que llega hasta la punta de la montaña y luego desciende bruscamente, estando este camino plagado de unas hermosas curvas cerradas. La noche era preciosa, teniendo siempre por compañía la luna, casi llena, nos pusimos bastante melancólicos así que nos pusimos a cantar cualquier cosa que nos recordásemos.

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Día 15

Lunes 19 de enero de 1959

Después de haber finalizado ese hermoso camino, bruscamente nos internamos en una abrupta senda en la que entraba únicamente el camión, ya que bajando a la izquierda hay una altísima muralla de granito y tierra y a la derecha un profundo barranco de donde emergían altísimos árboles. A poco de andar, pudimos apreciar parcialmente el lago Steffen iluminado bellamente por la luna. Continuamos el camino sin saber hacia dónde nos dirigíamos. Al cabo de un buen rato llegamos a una especie de chacra donde paramos y pudimos bajar para poder entrar en calor un poco, porque el frío en el camión era intenso. El dueño del camión nos dijo que pararíamos allí a pasar la noche y reanudaríamos el camino a las 05.30 hs., por lo que decidimos prender un buen fuego, ya que abundaba la leña y tirarnos a dormir sin armar la carpa, es decir únicamente dentro de la bolsa de dormir, así que después de habernos abrigado con toda la ropa de lana que llevábamos nos dormimos. 77


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Me desperté con bastante calor debido a que el sol ya pegaba fuerte, así que inmediatamente pensé que me había quedado dormido y como yo los muchachos, por lo tanto medio sobresaltado me levanté ofreciendo un gracioso espectáculo, ya que estaba totalmente cubierto por toda la ropa de lana dejando únicamente libre los ojos y comprobé que el camión estaba en el mismo lugar que lo habían dejado. Más tranquilo me deshice de toda la ropa me cubría y me dí cuenta que yo era el único en despertarme. Recogimos todas las cosas y nos acomodamos en el camión en espera del conductor, que llegó pasados unos minutos diciéndonos que se había quedado dormido, llegó la señora de éste y arrancamos con destino a san carlos de Bariloche. Hicimos el mismo camino de ayer a la noche y comprobamos que era bastante peligroso. Llegamos a una curva cerca del fin de la senda desde donde pudimos apreciar los tres lagos que están unidos por pequeños hilos de agua y estos son el lago Martin, el lago Steffen y el lago Hualahue. A unos cuantos metros de allí desembocamos en la ruta N°258 que va a Bariloche. En esta ruta bordeamos los lagos Guillelmo, Mascardi y Gutierrez, y finalmente llegamos al lago Nahuel Huapi, imponente por su ancho y extensión. Una vez en Bariloche nos dirigimos al hotel Los Pinos, lugar en que se hospedaba la hermana de Fernando para poder dejar las mochilas y así con más

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libertad fuimos a almorzar a una pizzería donde a Jorge le dio una hermosa patada al hígado. Desde allí fuimos a la estación de trenes para saber con cuanta anticipación debíamos sacar los pasajes y qué días salían los trenes hacia Buenos Aires enterándonos que el día 25 y el 31 teníamos tren. Después nos dirigimos a la chacra donde está parando el hermano de Fernando donde pensamos conseguir un lugar para acampar y formar un campamento base y así poder realizar unas cuantas excursiones sin llevar todo nuestro equipaje, sino únicamente lo necesario. Esta chacra se encuentra a orilla del arroyo Ñireco y aproximadamente a 1 km. de la ruta principal. Estando casi a mitad de camino vimos a unos muchachos, que resultaron ser el hermano de Fernando y los hijos del dueño, así que después de presentarnos y saludarnos nos dirigimos a la casa. Allí los muchachos nos ofrecieron una cabaña distante del centro de la ciudad propiamente dicha a unos 600 metros. Nos dirigimos a la cabaña y allí fuimos a buscar las mochilas al hotel Los Pinos, volvimos a la cabaña donde tomamos posesión provisional de la misma quedando comprometidos para ir al día siguiente a la chacra para concretar una excursión. Cenamos y después nos dedicamos a hacer unos cuantos arreglos en el sistema de iluminación, ya que como tenía corriente eléctrica y el sistema apropiado para colocar tubos fluorescentes, nos conseguimos uno

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y lo colocamos en la habitación que ocupábamos. También como el baño contaba con instalación eléctrica, cambiamos la bombita que había en el hall y la colocamos en aquel. Nos acostamos cuando faltaban escasos minutos para las 24.00 hs.

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Día 16

Martes 20 de enero de 1959

Nos levantamos a las 11.00 hs. pese a que debajo del piso que ocupamos se halla instalado un aserradero, y según nos comentaron empezó a jorobar a las 08.00 hs. Mientras desayunaba, llegaron Germán, hijo del dueño de la cabaña y Carlos Alberto, hermano de Fernando con uno bríos bárbaros por realizar una excursión al Paso de las Nubes y el cerro Tronador. Así quedó parcialmente planeado este paseo que iniciaremos mañana a primera hora. Luego que se hubieron retirado los muchachos, almorzamos y partimos inmediatamente a la chacra para ultimar los últimos detalles y tratar de conseguir el jeep de ésta para transportar las mochilas. Cuando llegamos decidimos llevar dos caballos para transportar las mochilas en nuestro viaje, así que nos dedicamos a arrearlos al corral, ya que estaban diseminados en el campo. Después de haber corrido y gritado conseguimos dos, que era lo que nosotros buscábamos. Nuevamente nos dirigimos a la casa para “pechar” el jeep, cosa que conseguimos. Fuimos a la cabaña y 81


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cargamos las cinco mochilas y partimos nuevamente rumbo a la chacra. Apenas llegamos desempacamos todo lo que contenían las mochilas de Jorge y Carlos, ya que éstas eran las más grandes, hecho esto, separamos las provisiones indispensables para el viaje. Decidimos partir mañana a las 05.00 hs., por lo que como ya estaba entrando a anochecer partimos hacia la cabaña, donde después de cenar arroz con gusto a kerosene, ya que desgraciadamente habíamos envuelto el paquete de arroz con la bolsa de polietileno que había contenido kerosene. Nos acostamos cuando eran las 24.00 hs., después de haber recurrido nuevamente al despertador para así levantarnos a las 05.00 hs.

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Día 17

Miércoles 21 de enero de 1959

A las 05.00 hs. sonó el despertador indicando que había que levantarse, así lo hicimos y pese a que estaba bastante oscuro aún pudimos notar que se avecinaba una hermosa tormenta. Recogimos el resto de cosas que quedaron el día anterior en la pieza y partimos hacia la chacra esperando que allí nos obsequiasen con un poderoso café con leche, y así fue, por lo que después de llegados nos invitaron, “si es que no lo habíamos tomado”. Habiendo desayunado muy bien, fuimos en busca de los caballos para acomodar la carga que pensábamos llevar y casi muertos de frío, comenzamos a cargarlos. En cuanto terminamos de cargar uno y teníamos casi listo el otro, el segundo que estábamos cargando empezó a corcovear y tiró toda la carga. Cuando teníamos todo listo éste, entró a corcovear el primero y así sucesivamente, hasta que eran aproximadamente las 09.00 hs. que iniciamos nuestra ya accidentada excursión. Tras caminar un trecho remontando la corriente del 83


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arroyo Ñireco, llegamos al límite de la chacra, desde ese momento comenzó realmente nuestra excursión. Llegados a este punto nos internamos en una estepa en la que únicamente crecían pequeños arbustos que no se elevaban del suelo más de medio metro, pero por suerte no había sol. Frente a nosotros se levantaba majestuosamente el cerro Catedral, pese a que estaba muy lejos parecía estar a pocos metros de nosotros, ya que se podía apreciar sin esforzar mucho la vista el alambre carril. A poco nos encontramos en el camino principal, que desemboca casi en la mitad del lago Gutierrez, así que tras haber descansado un momento, reanudamos el camino. El paisaje se mantuvo con la misma monotonía anterior, pero con la variante de que se levantó un viento bastante fuerte y frío. A mitad de camino, uno de los caballos comenzó a corcovear tratando de tirar la carga, pero todo fue en vano por parte del caballo ya que pudo ser dominado. Después de tres horas y media de hermosa caminata, llegamos al lago Gutierrez, habiendo recorrido aproximadamente 14 km. Buscamos un lugar para acampar y preparar el almuerzo, pero más que un campamento resultó ser un hospital de campaña, ya que en los pies lucíamos hermosas ampollas, y yo para mal de peores tenía clavada una pequeña púa de abrojo, que jorobaba de lo lindo. Hechas todas las curaciones, nos dispusimos a almorzar. Luego de descansar reanudamos el camino a las 16.00 hs. habiendo dispuesto llegar esa tarde al final del lago distante 10 km.

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El paisaje cambió de una estepa a una selva que bordea el camino y contrariamente a Esquel estos árboles son es su gran mayoría hermosos y gigantescos pinos. Al cabo de tres horas de camino llegamos al final del lago Gutierrez, donde acampamos para pasar la noche. El tiempo había empeorado y también aumentó el frío. Después de cenar había mejorado algo. Nos acostamos decidiendo levantarnos a las 07.00 hs.

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Día 18

Jueves 22 de enero de 1958

A las 07.00 hs. sonó el despertador, pero debido al intenso frío nos quedamos un rato más. Ya todos levantados, tomamos el desayuno y comprobamos que el cielo se mantenía totalmente cubierto, hacía mucho frío y también soplaba un poderoso viento. Viendo esto entablamos una discusión sobre sí debíamos seguir o volver a Bariloche, decidiendo continuar camino hacia el Paso de las Nubes. Después de casi una hora de camino llegamos al lago Mascardi, allí nos desviamos de la ruta para internarnos en la playa para tomar una senda por la que se acorta considerablemente el camino al cerro Tronador. Ya habíamos llegado a un arroyo y lo cruzamos, en ese preciso momento uno de los caballos se encabritó, corcoveando y pataleando de lo lindo mientras el dueño, Germán trataba de aquietarlo, pero no logró, así que después de revolearlo un rato, tuvo que soltarlo, saliendo el caballo a todo galope y tirando parte de la carga justo al borde de la orilla del arroyo, cruzó este y siguió en su enloquecido galope un buen trecho, bastante lejos de donde estábamos. 87


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Carlos y German partieron inmediatamente a buscarlo y cuando volvieron, se decidió por unanimidad finalizar en ese punto nuestro viaje al Paso de las Nubes, nos propusimos volver a la chacra al día siguiente y de allí tratar de llegar al cerro Lopez. Luego de buscar un lugar reparado del viento, ya que seguía soplando con mucha fuerza, preparamos el almuerzo y después de esto dormimos una reparadora siesta dejándonos acariciar por los templados rayos del sol. Más tarde, como no teníamos nada que hacer nos dedicamos a tirar al blanco, que resulto ser una lata, ya que teníamos un revolver calibre 22 perteneciente a Carlos y un rifle Halcon del que era dueño German, y disponíamos de gran cantidad de balas. Comenzamos a cenar cuando eran las 20.00 hs. y nos acostamos después de contar unos cuantos cuentos tétricos y demás, a las 23.00 hs. habiendo decidido salir en la tarde de mañana con rumbo a la chacra.

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Día 19

Viernes 23 de enero de 1959

Me desperté cuando el reloj marcaba las 12.40 hs. por lo que después de juntar un poco de leña para hacer fuego, desperté a los muchachos. Decidimos almorzar directamente, en lugar de desayunar y luego almorzar, debido a que era bastante tarde ya. Mientras almorzábamos saqué una foto en la que se aprecia en primer plano a Alejandro, sirviéndose un suculento plato de papas fritas, mientras que Carlos, en segundo plano, monta guardia junto a la cacerola con el rifle. Como el tiempo había empeorado y amenazaba una lluvia inmediata, decidimos que Carlos y German, fueran a caballo a la chacra para tratar de conseguir el jeep de la misma a fin de transportar todo el equipaje, ya que los caballos no se dignaban a ello. Mientras Jorge y Fernando tratarían de llegar a dedo a Bariloche, pero como esto es bastante difícil, llevaron dos mochilas con comida y la carpa nuestra, quedando a cuidar las cosas con la carpa grande Alejandro y yo. 89


Almuerzo junto al lago Mascardi.


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A las 17.15 hs. comenzó a garuar, por lo que después de armar la carpa nos introdujimos en ella y allí nos quedamos esperando al regreso de los muchachos. Como a las 20.00 hs. aún no habían venido a buscarnos y continuaba lloviendo, decidimos dormir ya que supusimos que ese día no vendrían a buscarnos.

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Día 20

Sábado 24 de enero de 1959

Cuando me desperté, comprobé que el despertador se había parado y como mi reloj tampoco andaba no pude verificar la hora, así que como Alejandro seguía durmiendo, me puse a leer unas revistas Selecciones que encontré en una de las mochilas. Así pasó bastante rato hasta que ví aparecer la cabeza de Carlos por un hueco de la lona y al poco, la de German. Cargamos todos los chirimbolos que aún estaban tirados dentro de la carpa, en las mochilas y salimos corriendo, ya que la lluvia arreciaba todavía y el jeep estaba bastante lejos. Una vez cargadas todas las cosas en el jeep partimos con rumbo a la chacra, no sabiendo si llovía más adentro que fuera del jeep, ya que como éste tenía capota de lona con gran cantidad de agujeros, el agua entraba que daba gusto. Como pasamos frente a una especie de almacén, decidimos comprar, pan, dulce y tortitas porque no comíamos nada desde ayer al mediodía, así que paramos. Entramos Carlos y yo y pedimos 2 kilos de pan, 3 docenas de tortitas y Carlos compro para sí, dulce. 93


Telegrama que anuncia el dĂ­a de llegada.


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Lo gracioso del caso fue que la buena mujer no tenía balanza para pesar las cosas que vende, así que agarro dos panes, uno en cada mano y así fue como los pesó, diciendo que eran 4 kilos, que nosotros llevamos pese a haber pedido 2 kilos y lo mismo pasó con el dulce, agarró un tarro con la mano, lo miró y nos dijo: -Aquí entra 1 kilo-, y así se lo vendió a Carlos. Terminadas las compras reanudamos el camino a la chacra. Cuando llegamos a Bariloche, fuimos primero a la cabaña, dejamos nuestra carga y continuamos camino a la chacra, donde almorzamos. A las 17.00 hs. tomamos el té y partimos hacia la cabaña para recoger a Jorge y a Fernando para ir a sacar entradas para ir a la noche la cine, ya que continuaba lloviendo. De paso fuimos al correo para mandar telegramas indicando la fecha en que arribaríamos a Buenos Aires. A la noche fuimos los 6 al cine, decidiendo comer algo en una pizzería, ya que como es el último día que estaremos en Bariloche, nadie tiene ganas de oficiar de cocinero.

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Día 21

Domingo 25 de enero de 1959

Nos acostamos a la 01.00 hs. después de haber visto unas películas súper viejas. Cuando nos levantamos, el reloj marcaba las 10.00 hs. por lo que ultimamos los detalles para nuestra partida casi inmediata porque como los pasajes se venden el mismo día que sale el tren, suponemos que habrá bastante gente. Decidimos almorzar en un bar distante de la cabaña algunas cuadras y de paso proveernos de lo necesario para que 5 personas no pasen hambre durante el viaje a Buenos Aires, ya que habiendo hecho un balance con nuestros haberes, llegamos a la conclusión de que no nos sería posible almorzar y cenar en el tren como teníamos pensado. Después de almorzados, pasamos por la cabaña a recoger nuestro equipaje y partimos para la estación. El día se presentó radiante de sol, debe ser porque nosotros nos vamos, pero como todos los días anteriores estuvo lloviendo, las montañas presentan un aspecto hermoso, totalmente cubiertas de nieve. En cuanto 97


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llegamos a la estación comenzó a nublarse y al cabo de un momento se largó a llover. En cuanto llegó el tren lo “asaltamos” para conseguir asientos, ya que era bastante la gente que estaba en la estación. A las 17.40 hs. partimos rumbo a Buenos Aires, con un poco de nostalgia y habiéndonos propuesto, si es posible regresar el año próximo. Mientras se alejaba el tren de la estación, como las vías corren paralelas al lago Nahuel Huapi, pudimos apreciar por última vez su majestuosidad y belleza. Así dejamos Bariloche. Sin otra novedad transcurrió el resto del día, hasta que llegamos a Ingeniero Jacobacci. Tras haber cenado nos acomodamos para dormir de la siguiente forma: Jorge y yo sobre los asientos y a lo largo de éstos dentro de las bolsas de dormir, mientras que perpendicularmente a nosotros y debajo de los asientos se tiraron Carlos, Alejandro y Fernando.

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Día 22

Lunes 26 de enero de 1959

De esta forma llegó la mañana y tras habernos lavado un poco la cara, fuimos al comedor a desayunar. No hubo ningún incidente digno de ser citado, almorzamos a las 12.00 hs., pasamos el día leyendo y recordando nuestro viaje. Comenzó a llover a las 17.00 hs. A las 21.00 hs. cenamos y nos acostamos con la variante que Fernando cambió de lugar con Jorge.

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Día 23

Martes 27 de enero de 1959

Nos despertamos a las 09.00 hs. y nuevamente desayunamos en el comedor. Entre una cosa y otra llegamos a la estación Temperley con 20 minutos de adelanto, por lo que tuvimos que esperar hasta estar a horario. Guardamos las bolsas de dormir en las mochilas y mientras hacíamos esto, llegamos a Constitucion a las 11.35 hs., o sea, a horario. Nos dirigimos a tomar el subte, con gran asombro de los soldados y civiles que allí se encontraban y nos miraban con cara rara debido a nuestra pinta. Llegamos a Retiro y nos despedimos de Carlos, Alejandro y Fernando, quedando en encontrarnos por lo menos una vez en el transcurso del año. Llegamos a Florida a las 12.25 hs. y continuamos causando asombro entre la gente que circulaba por la Av. San Martín. De esta forma finalizó nuestro viaje Buenos Aires – Esquel - El Bolsón - San Carlos de Bariloche - Buenos Aires.

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Fin





Indice Prólogo....................... 11 Listas..........................15 Mapa..........................23 Día 1...........................27 Día 2...........................29 Día 3...........................31 Día 4...........................33 Día 5...........................35 Día 6...........................41 Día 7...........................45 Día 8...........................51 Día 9...........................55 Día 10.........................59 Día 11.........................63 Día 12.........................69 Día 13.........................73 Día 14.........................75 Día 15.........................77 Día 16.........................81 Día 17.........................83 Día 18.........................87 Día 19.........................89 Día 20.........................93 Día 21.........................97 Día 22.........................99 Día 23.......................101 Folleto......................105



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