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estaciones, así como lo estaban las épocas de los festivales principales de Israel (ver más adelante).

La temporada húmeda empieza con las lluvias tempranas a fines de octubre y noviembre. Estas lluvias limpian el aire de polvo y ablandan la tierra para plantar el grano (Deut. 11:14; Sal. 84:5-7; Jer. 5:24; Joel 2:23; comp. Sal. 65:10). Si las lluvias se atrasan, los agricultores anticipan la hambruna (comp. Prov. 25:14; Amós 4:7). Las lluvias tempranas son seguidas de lluvias copiosas de invierno que caen durante diciembre, enero y febrero (Esd. 10:9-13). Durante los meses invernales, las tormentas suelen llegar a Israel desde el noroeste, descargando pesadas olas de lluvia durante tres o cuatro días. Entre las tormentas, la tierra experimenta cielos claros y soleados y temperaturas moderadas. Las tormentas disminuyen en marzo y a principios de abril, y estas lluvias tardías les dan a los granos su último crecimiento (comp. Zac. 10:1; Mar. 4:28).

La nieve cae todos los años sobre el Monte Hermón, pero solo algunos inviernos en otras partes de Israel. En general, nieva de noche (las temperaturas no suelen caer por debajo de cero durante el día) y en los lugares más elevados de la región montañosa (por encima de 500 m [1700 ft]); la nieve es húmeda y pesada, y suele derretirse al día siguiente (comp. Job 24:19). En Israel, la nieve era lo suficientemente inusual como para que los escritores bíblicos la destacaran (por ej., 1 Crón. 11:22; Job 6:15-16; 38:22-23).

«No hay ninguna otra tierra que sea tanto un santuario como un observatorio como Palestina; ninguna otra tierra que, hasta que su cargo se hubiera cumplido, fuera tan arrasada por las grandes fuerzas de la historia, y a la vez tan capaz de preservar una tribu en continuidad y crecimiento nacional; una tribu que aprendiera y sufriera y se elevara superior a los problemas sucesivos que estas fuerzas le presentaron, hasta que, gracias a la oportunidad que le dio la última de ellas, lanzó sus resultados al mundo»

(George Adam Smith, The Historical Geography of the Holy Land, Hodder & Stoughton , 1931, p. 91).

Rutas naturales

Lo que a Israel le falta en recursos naturales, lo compensa en ubicación. La importancia geopolítica de Israel yace en su función como corredor entre tres grandes masas de tierra —África, Europa y Asia—, así como entre el Mar Mediterráneo y el Mar Rojo (Océano Índico). Como Israel estaba segmentado por rutas comerciales importantes, los poderes políticos que lo controlaban durante el período bíblico se transformaron en protagonistas económicos en el antiguo Cercano Oriente, así como lo hacen hoy en el Medio Oriente moderno. Sin embargo, las rutas que llevan productos comerciales también llevan ejércitos, y a lo largo de la historia, Israel ha sido invadida numerosas veces por poderes extranjeros que han intentado quedarse con la región. Las rutas internacionales que cruzan Israel también hacen que la tierra sea un lugar de encuentro entre culturas, donde nuevas formas de vida y fe desafían a las que ya han echado raíces en su suelo. Es posible reconstruir muchas de las rutas importantes del antiguo Israel al comparar la ubicación de los puntos gravitacionales de la tierra (por ej., centros urbanos, ciudades clave, puertos, etc.) con características topográficas que actúan como canales para el tránsito o barreras para viajar. Por ejemplo, en la escarpada región montañosa del Cenomaniano, la mayor parte del tránsito quedaba limitado a la cima de las cordilleras, con las rutas principales que salían y entraban en las colinas, siguiendo las cordilleras continuas que separaban los sistemas de wadis (por ej., fácil (aunque no necesariamente la más corta) entre dos puntos, evitando siempre que fuera posible las regiones montañosas escarpadas, las zonas empantanadas y arenosas, y los desiertos. La mayoría de las rutas naturales de la antigüedad todavía se pueden seguir, aunque, gracias a la maquinaria moderna para construir carreteras, muchos caminos del Israel actual vulneran la topografía natural de la tierra.

También es posible reconstruir los caminos antiguos en Israel al mirar el movimiento de las personas por la tierra en la historia bíblica. Por ejemplo, leemos que Abraham entró a Canaán desde el norte, se detuvo en Siquem y Bet-el, y después continuó al sur hacia el Neguev (Gén. 12:4-9). [Ver La migración de Abraham, págs. 100]. Al hacerlo, siguió una ruta natural muy usada que cruzaba la región montañosa, una ruta que, en parte, usa la cresta divisoria que forma la columna de la región montañosa de Judá. El escritor de Jueces describió en detalle la porción de este «Camino patriarcal» que atraviesa la región montañosa de Efraín (Jue. 21:19).

Muchas rutas locales cruzaban de un lado al otro el antiguo Israel. La Biblia provee el nombre de algunas. En general, un camino recibía el nombre de su destino (por ej., «el camino de Shur», Gén. 16:7; el «camino de Basán», Núm. 21:33; el «camino del desierto de Gabaón» (2 Sam. 2:24, etc.). «El camino del Rey» (Núm. 20:17, RVA2015) es la única excepción clara en la Biblia a esta regla (pero comp. Isa. 35:8). [Varias rutas importantes se muestran en Rutas comerciales del imperio, arriba en esta página].

Dos rutas internacionales importantes recorrían Israel a lo largo en la antigüedad, una al oeste del Valle del Rift y otra al este (pág. 18). A la ruta occidental se la suele llamar la Carretera Internacional de la Costa o Vía Maris («el camino del mar»). El nombre bíblico «el camino de la tierra de los filisteos» (Ex. 13:17) se refiere a la parte sur de esta ruta, ya que abraza la costa del Mediterráneo en la proximidad de Gaza.

Históricamente, la Carretera Internacional de la Costa era la vía principal de tránsito

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entre Egipto y Mesopotamia. Al norte de Damasco, esta ruta seguía el arco del Creciente Fértil, pero cuando llegaba a Israel se abría paso por las colinas y los valles de Galilea hasta la costa. En el período bíblico, las ciudades estratégicas en Israel junto a esta ruta (de norte a sur) eran Hazor, Meguido, Afec, Gezer y Gaza.

La ruta internacional oriental corría directamente hacia el sur desde Damasco a

ValledeJezreel

Llanura Costera

Sefela

Ubicación monte

Carretera Costera

Internacional (El llamado "Camino del Mar")

Camino a la Tierra de los Filisteos (el "Camino de Horus" de Egipto)

Camino a Shur

Carretera del Rey

Ruta de la Cresta Central (Ruta de la cresta de la cuenca, o carretera patriarcal)

Ruta de la cresta de Bet-horón

Ruta de la cresta de Husan

Ascenso de Adumín (carretera de Jericó o ruta al Arabá)

Otras rutas internacionales

(la Amán moderna en Jordania). Desde ahí, una rama conectaba las ciudades capitales de las naciones del Antiguo Testamento de Amón, Moab y Edom (Rabá de Amón, Kir-hareset y Bosra, respectivamente) antes de continuar al sur hasta el Mar Rojo y la gran ruta interna de especias en Arabia. La Biblia llama a esta ruta «el camino del Rey»

(Núm. 20:17; 21:22, RVA2015). Una rama oriental, «el camino del desierto de Moab» (Deut. 2:8), bordeaba Moab y Edom por la orilla del desierto. El camino internacional en Transjordania, que no era tanto una ruta de ejércitos, llevaba la riqueza de la península arábiga (por ej., oro, incienso y mirra) a los imperios del antiguo Cercano Oriente y los mundos del Mediterráneo.

La importancia de Israel en la escena mundial más amplia yace en su posición como un puente entre tierras. Sin embargo, desde una perspectiva más amplia, los escritores bíblicos usaban los caminos naturales de Israel como una ilustración tangible de los «caminos» por los que debía transitar el pueblo de Dios (por ej., ver Deut. 8:6; Isa. 30:21; Jer. 6:16).

Los caminos romanos

A finales del primer siglo y principios del segundo siglo d.C., los romanos construyeron una amplia red de carreteras en Palestina, parte de un sistema más grande que intentaba unir el vasto imperio. Estos caminos seguían principalmente las antiguas rutas naturales del período bíblico pero con mejoras tecnológicas sofisticadas (por ej., nivelación, encintado, pavimentación, etc.). Hoy en día, algunos mojones que marcaban estos caminos siguen en pie, permitiendo que los exploradores intrépidos sigan su rumbo. Jesús solía caminar entre Jericó y Jerusalén (Mat. 20:29; comp. Luc. 10:30); en Sus viajes, sin duda siguió la ruta natural, la cual fue mejorada a la condición de un camino romano unos cien años más tarde.

Con el tiempo, poderes más grandes —los asirios (2 Rey. 15:29), los babilonios, los persas, los griegos, los seléucidas, los ptolomeos y los romanos— tomaron la Cuenca del Huleh para asegurar su posición en la zona. En la época del Nuevo Testamento, el Huleh estaba en medio de las poblaciones judías y gentiles. Al ofrecer las riquezas y las oportunidades del mundo, esta región se transformó en una verdadera zona donde probar la fe.

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