Épica - El poder de Dios y el juicio divino (muestra 2)

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1 Reyes 18; 2 Reyes 2-10, 13

S O I D E D R E EL POD O N I V I D O I C Y EL JUI

Yo soy el único profeta del Señor que queda, pero Baal tiene cuatrocientos cincuenta profetas. Ahora traigan dos toros. Los profetas de Baal prepararán un toro para sacrificarlo. Yo prepararé el otro. Ninguno de los dos les prenderá fuego. En cambio, ustedes invoquen el nombre de su dios, y yo invocaré el nombre del Señor. El que responda con fuego es el verdadero Dios. 138


H

acía mucho tiempo que el pueblo había dejado de adorar a Dios. Israel y sus reyes habían elegido a los dioses de las demás naciones. Sin embargo, Dios siguió enviando profetas para advertirle al pueblo y rogarle que se alejara de sus pecados, antes de que fuera demasiado tarde. Entre los más grandes, se encontraba Elías. Era un profeta poderoso en palabra y en obra, advertía al pueblo, hablaba la Palabra de Dios y hacía muchas señales y milagros… ¡hasta llegó a levantar a un muchacho de entre los muertos! Mientras Elías miraba cómo los falsos profetas clamaban

a su dios, pidiendo que Baal enviara fuego del cielo para que consumiera su ofrenda, él ya sabía lo que iba a suceder: nada. Su dios no podía escucharlos. No podía hablar. No tenía poder, porque no existía. Pero su Dios, el Dios verdadero, era poderoso y demostraría Su poder frente a Su pueblo rebelde. Cayó fuego del cielo y consumió todo el sacrificio, la leña y hasta las rocas que conformaban el altar. El pueblo quedó maravillado y cayó de rodillas, declarando que el Señor, el Dios de sus ancestros, era el Dios verdadero.

Oh Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, demuestra hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo; demuestra que yo he hecho todo esto por orden tuya. ¡Oh Señor, respóndeme! Respóndeme para que este pueblo sepa que tú, oh Señor, eres Dios y que tú los has hecho volver a ti.

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Sin embargo, la adoración de los israelitas no duró. Antes de que terminara el día siguiente, Elías estaba huyendo de los que querían matarlo.

Aun así, no estaba solo. Dios estaba con él. El Señor había protegido a un grupo de israelitas que todavía eran fieles a Él. Y proporcionó otro profeta para que siguiera adelante con la misión de Elías y llamara a Israel a apartarse de sus pecados, cuando el profeta ya no estuviera. 140


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Cuando llegó el momento de que Elías partiera a estar con el Señor, Eliseo, su asistente, lo siguió, primero hasta Betel y luego al río Jordán. Cuando llegaron al Jordán, Eliseo le pidió algo a Elías. Siguieron caminando y hablando un rato. Entonces, apareció un torbellino y un carro de fuego bajó del cielo. Elías fue llevado en el carro hacia el Señor. Y aunque partió para estar con el Señor, no murió.

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Te pido que me permitas heredar una doble porción de tu espíritu.


Has pedido algo difícil. Si me ves en el momento en que sea llevado de tu lado, recibirás lo que pediste; pero si no me ves, no lo recibirás.

Eliseo vio todo. Cuando Elías había partido, Eliseo vio el manto de su maestro en el suelo. Lo levantó y se fue a seguir con la obra de Elías. 143


¡Estoy sano!

Eliseo haría obras aún más grandes que las de su maestro. Les advirtió a los descendientes del malvado rey Acab que el juicio de Dios venía. Derramó aceite sobre un hombre llamado Jehú, nombrándolo rey de Israel, y el que destruiría a la familia de Acab. Eliseo sanó a leprosos. Alimentó a más de 100 personas con 20 panes pequeños. Levantó a un muchacho de los muertos. E incluso después de que murió, el poder de Dios siguió mostrándose a través de Eliseo, cuando unos israelitas arrojaron 144

a un hombre muerto a su tumba. Cuando el cuerpo del hombre tocó los huesos de Eliseo, ¡revivió y el hombre se levantó! Ambos profetas revelaron el poder de Dios a Su pueblo, y señalaron a otro Profeta, el cual haría maravillas más poderosas que Elías y Eliseo. Alimentaría a miles, sanaría enfermos, limpiaría leprosos, proclamaría las buenas nuevas a los cautivos, ¡y resucitaría a los muertos! Tanto Elías como Eliseo señalaban a Jesús.


Él mostraría el poder de Dios llevando sobre sí mismo el juicio por el pecado, para rescatar a Su pueblo de sus pecados.

e los t n ia d e m r e d o up D io s m o s t r ó s muchas e d o e is l E y s p r o f e t a s E l ía oder p u s a r t s e u m o maneras. ¿cóm v id a ? u t e d s é v a r t a

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