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Día 2: La poesía en la Biblia

Ya que en este estudio nos vamos a enfocar en una obra poética, un salmo, creo que debemos dedicar un espacio mayor a conocer y entender mejor este género dentro de la literatura bíblica.

¿Cómo sabemos que estamos en presencia de un poema cuando abrimos nuestras Biblias? Cuando miramos nuestras Biblias, a sim‑ ple vista notamos que hay diferencia entre los párrafos narrativos y los poemas. Aunque el texto de nuestras versiones en español está en columnas, por lo general, cuando encontramos un poema, la disposición del texto es diferente, y eso nos ayuda a reconocerlo. Tenemos estrofas con separación más extensa entre una y otra, el texto tiene más espacio a su alrededor, las líneas son más cortas. La poesía como género literario es disfrutada por muchos lectores, probablemente porque tiene una fuerte carga de emociones. En los

versos, encontramos reflejados los estados del corazón, desde la alegría hasta la tristeza más profunda, el enojo o la frustración. La poesía bíblica no es diferente en este sentido. Los autores de este género también volcaron en sus poemas lo que fuera que estaba sucediendo en su interior o a su alrededor, y a eso debemos sumar que sus textos cuentan con la inspiración divina. No es de extrañar entonces la extensa belleza de la poesía en la Biblia. Este género en la Biblia comparte con otros tipos de poesía el uso frecuente del lenguaje figurado; es decir, recursos que un autor utiliza ya sea para añadir belleza, dar énfasis o claridad. Es importante que tengamos esto en cuenta cuando leemos poesía; de lo contrario, corre‑ mos el riesgo de no interpretar correctamente el mensaje que el autor nos quiere transmitir. Si el autor inspirado usó figuras del lenguaje, así debemos interpretarlas y no de manera literal. ¿Qué queremos decir con esto? Si leemos lo siguiente: «La mano del Señor no se ha acor‑ tado para salvar; ni Su oído se ha endurecido para oír» (Isaías 59:1), no debemos interpretar literalmente que Dios tiene una mano que se acorta o un oído que se endurece. Es una figura literaria que el autor está usando para ilustrar su punto: que Dios sigue salvando y escuchando. Por cuestión de espacio, no podemos incluir todas las figuras del len‑ guaje, pero veamos algunos ejemplos de las más utilizadas, ya que a muchas de ellas las encontraremos a medida que leamos poesía en la Escritura.

• Símil: una comparación que por lo general incluye la palabra como o alguna forma de esta.

Pero yo soy como olivo verde en la casa de Dios. (Sal. 52:8a, énfasis de la autora)

Porque si alguien es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo. (Sant. 1:23, énfasis de la autora)

• Metáfora: una descripción en la que se hace una comparación que no se expresa directamente, como ocurre en el caso del símil.

Yo soy el buen pastor. (Juan 10:11)

Lámpara es a mis pies Tu palabra, Y luz para mi camino. (Sal. 119:105)

• Personificación: atribuye a cosas inanimadas características huma‑ nas, ya sean cualidades o acciones. Es un recurso muy común en la poesía del Antiguo Testamento.

Lo miró el mar, y huyó; El Jordán se volvió atrás. (Sal. 114:3)

Batan palmas los ríos, A una canten jubilosos los montes. (Sal. 98:8)

• Antropomorfismo: presentar a Dios con características huma‑ nas. Los Salmos presentan ejemplos de este recurso con mucha frecuencia.

Con Tu brazo has redimido a Tu pueblo, A los hijos de Jacob y de José. (Sal. 77:15)

Los ojos del Señor están sobre los justos, Y Sus oídos atentos a su clamor. (Sal. 34:15)

Ahora bien, la poesía hebrea, tiene también características muy diferen‑ tes a nuestra poesía española o castellana. Una de ellas es que carece de rima; no hay relación en los sonidos finales de las sílabas. Otro de los

rasgos principales de esta poesía es el paralelismo; es decir, dos líneas tratan el mismo tema y por lo general la segunda ahonda en lo que dice la primera. Veamos un ejemplo:

En la senda de la justicia está la vida, Y en su camino no hay muerte. (Prov. 12:28)

Existe un tipo de paralelismo llamado antitético, donde la segunda línea contrasta con la primera, como en este caso:

Porque el Señor conoce el camino de los justos, Pero el camino de los impíos perecerá. (Sal. 1:6)

Otra peculiaridad de la poesía hebrea es el uso de las listas para hacer énfasis en dos o más elementos:

Una vez ha hablado Dios; Dos veces he oído esto: Que de Dios es el poder. (Sal. 62:11)

Para terminar, debemos mencionar también el uso de poemas acrós‑ ticos, «una composición poética constituida por versos cuyas letras iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase»1. En la Biblia, los poemas acrósticos siguen el orden de las letras en el alfabeto hebreo, y uno de los ejemplos más sobresalientes es el Salmo 119.

Para ayudarnos a reconocer la poesía como género, con sus diver‑ sas características, hagamos algunos ejercicios sencillos, usando textos poéticos de la Escritura.

1. Diccionario de la lengua española, versión en línea. Último acceso: 14 de diciembre de 2021. https://dle.rae.es/acr%C3%B3stico?m=form

¿Qué figura literaria encuentras en cada uno de los siguientes ejemplos? 1. «Gócese el campo y todo lo que en él hay.

Entonces todos los árboles del bosque cantarán con gozo» (Sal. 96:12).

2. «El Señor es mi roca, mi baluarte y mi libertador;

Mi Dios, mi roca en quien me refugio; Mi escudo y el poder de mi salvación, mi altura inexpugnable» (Sal. 18:2).

3. «Pues la tierra se llenará

del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren el mar» (Hab. 2:14).

4. «La enseñanza del sabio es fuente de vida…» (Prov. 13:14).

5. «Tú tienes un brazo fuerte;

Tu mano es poderosa, Tu diestra es exaltada» (Sal. 89:13).

6. «Como el vinagre a los dientes y el humo a los ojos,

Así es el perezoso para quienes lo envían» (Prov. 10:26). Respuestas:

1. Personificación 2. Metáfora

3. Símil 4. Metáfora 5. Antropomorfismo 6. Símil

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