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Día 5: Cristo en los salmos
Aunque la Biblia está compuesta de 66 libros, libros que como hemos visto ya se agrupan dentro de géneros muy diferentes y que tuvieron autores inspirados, cada uno con su propio estilo de redacción, sí hay un tema común. Este tema común se ha expresado de diferentes maneras; pero si alguien me preguntara: «¿De qué trata la Biblia?», esto es lo que yo respondería: La Biblia es la historia de Dios, quien creó todo bueno y que, por causa del pecado, trajo redención a Su pueblo a través de Jesucristo y, al final, hará nuevas todas las cosas. Por esa razón, todos los libros de la Escritura de una manera u otra nos hablan de Jesús. De hecho, Él mismo así lo afirmó:
Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, [Jesús] les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras. (Lucas 24:27)
Toda la Escritura habla de Él, ¿no te resulta fascinante? Nuestra mente suele compartimentar la Biblia y colocamos a Jesús solo en las profecías y en el Nuevo Testamento, pero no es así, ¡Cristo está en toda la Biblia! Mira lo que encontramos en ese mismo capítulo de Lucas, más adelante. Jesús está conversando con Sus discípulos y afirma: «Esto es lo que Yo les decía cuando todavía estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre Mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos» (v. 44). «Los Salmos» era un término que abarcaba todo lo que en el canon hebreo se conoce como los Escritos, así que de Cristo también se habla en el libro de Salmos.
Como esta es solo una lección breve, no podemos hacer un estudio profundo del tema, sin embargo, vamos a dar un vistazo a diferentes pasajes de Salmos y del Nuevo Testamento que ilustran lo anterior. Los autores inspirados del Nuevo Testamento usaron referencias de los salmos como una manera de establecer la identidad de Jesús como el Mesías. Veamos algunos ejemplos que nos ayudarán a ver a Jesús en los Salmos. Lee Hechos 4:5‑11. ¿Cuál es el mensaje que Pedro da en respuesta al cuestionamiento de los miembros del concilio? ¿Cómo se refiere a Jesús en el versículo 11? Lee ahora el Salmo 118:22. Sin duda, quienes escuchaban a Pedro conocían la Escritura, y al escuchar esas palabras en referencia a Jesús, podían recordar lo que el salmista había escrito. Jesús era la piedra desechada que ahora se había convertido en la principal: una metáfora que el salmista usó para referirse a Cristo, despreciado por los suyos, pero quien es el fundamento, el eje principal del reino que Dios va a establecer. El mismo Jesús usó estas palabras del salmista para referirse a sí mismo. Lee Mateo 21:42.
Otro ejemplo lo encontramos en Hebreos 1, donde el autor comienza a hablar de la superioridad de Cristo con respecto a los ángeles, y en ese contexto cita también uno de los salmos. Lee Hebreos 1:8‑9. ¿Qué se dice acerca de Jesús? Ahora lee el Salmo 45:6‑7. Este es un salmo que exalta el reino davídico; sin embargo, solo un rey podía cumplir todo lo que allí se describe, y cumplirlo a la perfección; de ahí la referencia a Cristo. Solo Cristo tiene un reino eterno, a la diestra de Dios (Hebreos 1:13).
¿Recuerdas la promesa que Dios le hizo a David? Lee 2 Samuel 7. Esta promesa es lo que conocemos como el pacto davídico. Dios esta‑ blece un pacto con David en el que promete que de su descendencia llegaría un reino eterno: «Tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de Mí; tu trono será establecido para siempre» (2 Samuel 7:16). Más adelante, leemos esto también.
Yo he hecho un pacto con Mi escogido, He jurado a David Mi siervo: Estableceré tu descendencia para siempre, Y edificaré tu trono por todas las generaciones. (Sal. 89:3‑4)
Como sabemos, muchos reyes siguieron a David, todos fallaron. Nin‑ guno tuvo un reino eterno, porque sus reinados acabaron; este descen‑ diente con un trono eterno, el Rey perfecto, sería Jesús. Y así se nos confirma en el Nuevo Testamento. Leamos Lucas 1:30‑33:
Y el ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de Su padre David; y
reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y Su reino no tendrá fin». (énfasis de la autora)
Como vemos, el anuncio del ángel a María hace referencia al Salmo 89, que es una confirmación del pacto hecho por Dios.
Algunos salmos también se conocen como mesiánicos, porque su men‑ saje apunta directamente al Mesías. Este es el caso del Salmo 2 (toma un par de minutos para leerlo). Este salmo, considerado también un salmo de la realeza, ya que exalta al rey terrenal, nos habla de un rey que reinará sobre todas las naciones (vv. 7‑9), y solo un Rey podría lograr todo lo que allí se menciona: Cristo. Lee Apocalipsis 12:5 y 19:15. ¿De quién se está hablando? «El Nuevo Testamento, que revela al Hijo unigénito de Dios como coeterno con el Padre, se refiere al “hoy” del Salmo 2:7, a la resurrec‑ ción del Hijo encarnado, cuando, como un rey en su coronación, “fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder” (Rom. 1:4)»1 . Otro ejemplo de un salmo que va más allá de referirse a un rey davídico es el Salmo 110 (búscalo en tu Biblia y léelo). Este salmo se enfoca en el futuro, en un rey que reinará y cuyo pueblo le servirá dispuesto. Es uno de los salmos más citados a lo largo del Nuevo Testamento.
Lee ahora Mateo 22:41‑45 y el Salmo 110:1. ¿Ves la conexión? Jesús les está mostrando que David llama al rey «mi Señor», reconociendo la superioridad de este rey que ya ellos habían reconocido que era el Cristo. Y luego, tenemos también en ese mismo versículo 1 del Salmo 110 otra referencia; se presenta a este Señor sentado a la diestra de Dios.
1. Kidner, Derek. Psalms 1-72, (Westmont, IL: InterVarsity Press, 2014). Consultado en ProQuest Ebook Central.
El Nuevo Testamento habla de Jesús sentado a la diestra del Padre en muchos pasajes diferentes; Efesios 1:20 y Hechos 2:32‑35 son dos ejemplos. Leamos otra vez el versículo 4 de este salmo: El Señor ha jurado y no se retractará:
«Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melquisedec».
De ningún otro rey davídico se dice algo así, porque este Melquisedec, personaje misterioso, no tiene relación con el rey David. De modo que, cuando estas palabras se escribieron, y cuando se cantaban, la referencia era al Rey prometido. Y, una vez más, el Nuevo Testamento lo reafirma.
Lee Hebreos 7:21‑22. ¿Qué se nos dice de Jesús? Ningún rey del linaje de David ejerció también la función de sacerdote, lo que nos permite ver que la referencia en verdad es a Cristo. En el Salmo 110, leamos nuevamente los versículos 5 al 7: El Señor está a Tu diestra;
Quebrantará reyes en el día de Su ira. Juzgará entre las naciones, Las llenará de cadáveres, Quebrantará cabezas sobre la ancha tierra. Él beberá del arroyo en el camino; Por tanto levantará la cabeza.
Este pasaje encierra un tema común en el Antiguo Testamento: la vic‑ toria sobre los enemigos en un día postrero. Sabemos que esa victoria y juicio final le pertenecen a Cristo, y es lo que reafirma el Nuevo Testamento en pasajes como Apocalipsis 19:11‑21.
Mi querida lectora, Cristo es, si se nos permite usar la frase, el héroe protagónico de la Escritura y como hemos visto, el libro de Salmos, con toda su belleza poética, también nos habla de Él. Entonces, ahora que hemos puesto este cimiento necesario para poder entender mejor el libro de Salmos, avancemos hasta el objeto de nues‑ tro estudio, el Salmo 103.
RESPUESTAS A PREGUNTAS
Día 1
Ejercicio 1 Éxodo 1:1‑22: Narrativa Daniel 12: Apocalíptica Proverbios 25:8‑10: Sabiduría o sapiencial Miqueas 5:2‑4: Profecía Cantares 8:6‑7: Poesía Tito 1:1‑4: Cartas Lucas 14:15‑24: Parábolas