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Día 3: Los salmos

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a estos reyes, o aquellos salmos que ensalzan a Dios como rey. Al final, estos salmos nos llevan a pensar en Jesús como el Rey supremo, la pro‑ mesa que Dios había hecho al linaje de David en 2 Samuel 7:12‑17. Un salmo representativo de esta categoría es el número 45:

Rebosa en mi corazón un tema bueno; Al Rey dirijo mis versos; Mi lengua es como pluma de escribiente muy ligero. Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derrama en Tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre. (vv. 1‑2)

Salmos imprecatorios: Este es el tipo de salmo que pide justicia contra los enemigos. Los salmos imprecatorios son los más difíciles de leer para el cristiano porque, al mirarlos bajo el lente del perdón, la gracia y la misericordia, nos cuesta procesar peticiones como las que leemos en el Salmo 137:8‑9, por ejemplo. Sin embargo, al igual que con el resto del texto bíblico, cada pasaje debemos leerlo a la luz del men‑ saje completo de la Escritura. Estos salmos claman porque la justicia de Dios sea hecha, que el nombre de Dios no sea profanado y que el bien venza sobre el mal. Debemos recordar también el contexto teológico en que fueron escritos, que es diferente al que nosotros tenemos ahora. Salmos de confianza: Este grupo comprende un número amplio de salmos que expresan la confianza del autor en quién es Dios, en Su carácter, Su palabra. Un ejemplo clásico lo tenemos en el Salmo 46:

Dios es nuestro refugio y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios, Y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares;

Aunque bramen y se agiten sus aguas, Aunque tiemblen los montes con creciente enojo. (vv. 1‑3)

A modo de práctica, lee los siguientes salmos y clasifícalos de acuerdo con las categorías que hemos visto en esta lección:

Salmo 49 (sapiencial). Salmo 62 (confianza). Salmo 69 (lamento). Salmo 97 (alabanza). Salmo 5 (imprecatorio). Salmo 30 (acción de gracias).

Día 4 Los salmos en nuestro estudio personal

Este no es un libro de tipo académico, ni se especializa en her‑ menéutica bíblica (ciencia de la interpretación, en particular, de la Escritura). Sin embargo, puesto que sí tenemos como objetivo el estudio de un salmo en particular, considero importante que señalemos algunas pautas generales que nos pueden ayudar cuando nos disponemos a estudiar un salmo de manera personal o devocio‑ nal. Lo que hasta aquí hemos aprendido nos será de gran utilidad. Recordemos que estamos leyendo poesía; eso cambia la manera en que debemos abordar el texto.

Paso 1: Lee el salmo varias veces. Mientras más familiarizados este‑ mos con el texto, mejor. Trata de resumir el tema del salmo en una oración.

Paso 2: Determina a qué categoría o categorías pertenece el salmo.

Paso 3: Busca información del contexto. Para esto, los encabezados de cada salmo pueden resultar útiles. ¿Tenemos información acerca del autor del salmo? ¿Hay algo en el texto que me indique eventos que pudieran estar sucediendo? ¿Puedo relacionar este salmo con algún otro pasaje bíblico específico?

Paso 4: ¿Cómo se siente el autor? ¿Qué emociones podemos percibir a partir de la lectura? Esto nos ayuda a comprender el mensaje que encierran las palabras del salmo que estemos leyendo. No olvidemos, la poesía expresa estados de ánimo, emociones, sentimientos.

Paso 5: Reconoce el lenguaje poético del salmo. En este paso, aplica‑ mos todo lo que estuvimos aprendiendo sobre el género de poesía, las figuras del lenguaje, etc. Recordemos que entender lo que es lenguaje poético nos evita interpretar en sentido literal algo que no lo es.

También debemos prestar atención a la estructura del salmo, es decir, cómo está organizado el texto. Ya que es poesía, la división por estrofas nos ayuda.

Paso 6: ¿Qué dice el texto del salmo acerca de Dios? De esto hablare‑ mos más a medida que estudiamos el Salmo 103, pero la idea es que podamos encontrar en las palabras del salmista aquello que nos revela quién es Dios, Sus atributos, Su carácter.

Una pregunta que nos ayuda es: ¿cómo conectar las emociones del autor con su comprensión de quién es Dios? Como mencionamos antes, en los salmos de lamento, por ejemplo, a menudo encontra‑ mos al final una declaración de confianza que es el resultado de la

comprensión que tiene el autor de quién es Dios, a pesar de sus cir‑ cunstancias o sentimientos.

Paso 7: Aplicación. ¿Cómo puedo identificarme con el mensaje del texto? ¿Comparto emociones semejantes a las del autor? ¿El salmo leído me lleva a alabar a Dios también? ¿Cómo los atributos de Dios —lo que leo de Él en el texto— hablan a las circunstancias que puedo estar viviendo?

Paso 8: Puedo orar con el texto de los salmos. Ellos son poesía, can‑ ción y también oración. Muchas veces nuestras oraciones se vuelven repetitivas, y orar con el texto de los salmos es una manera de orar por lo que Dios quiere, como Él quiere.

Para ayudarnos a entender mejor todo lo anterior, usemos un salmo como ejemplo. Recuerda, no es una ciencia exacta, algunas cosas pue‑ den lucir diferentes a la hora de hacer este tipo de análisis. Y, por razón de espacio, el análisis será breve.

Salmo 3

Paso 1: Leemos el salmo varias veces. En este salmo, el autor expresa cómo se siente ante la persecución de sus enemigos; pero declara su certeza de que, incluso en esas circunstancias, puede confiar en la sal‑ vación y protección que encuentra en Dios.

Paso 2: Este es un salmo de lamento y confianza.

Paso 3: El encabezado del salmo nos dice que el autor es David, y que fue escrito cuando huía de su hijo Absalón. Podemos leer en 2 Samuel 15:13–17:22 sobre estos eventos.

Paso 4: El autor está angustiado, temeroso ante la persecución. El encabezado nos dice que quien lo persigue es su hijo Absalón, así que eso nos ayuda a imaginar qué tan terrible debe ser su angustia al escribir estas palabras. Al mismo tiempo, leemos que tiene confianza en Dios.

Paso 5: En el versículo 1, encontramos paralelismo. La segunda línea repite la idea de la primera con palabras diferentes.

¡Oh Señor, cómo se han multiplicado mis adversarios! Muchos se levantan contra mí.

En el versículo 3, tenemos una metáfora: se dice que Dios es un escudo. Como sabemos, Dios no es literalmente un escudo, sino que se usa esta figura literaria para hablar de Dios como nuestra protección.

En el versículo 6, encontramos una hipérbole; es decir, una exag‑ eración. David dice: «No temeré a los diez millares de enemigos», lo cual es una manera de decir que eran muchos, pero no necesariamente esa cantidad exacta. Cuando se trata de identificar las figuras del lenguaje, no es impre‑ scindible que nos enfoquemos demasiado en encontrar una figura en cada verso, sino recordar que es poesía y los recursos o figuras literarias son algo común en el texto.

Paso 6: El autor habla de Dios como protector (v. 3). Además, trae a la memoria, porque usa el tiempo pasado, que Dios lo ha escuchado (v. 4). Conoce a Dios como su cuidador (v. 5). Sabe que Dios defiende a los suyos de los enemigos (v. 7). Y, en último lugar, reconoce que la salvación viene de Dios, que es un Dios que salva (v. 8).

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