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Día 2: El Dios que perdona y sana
Aplícalo
¿Aprendiste algo nuevo acerca de Dios al estudiar este pasaje? ¿Qué impacto tiene ese conocimiento en tu vida? ¿Cómo puedes alabar a Dios por lo que dice este texto del Salmo 103?
Guárdalo en tu corazón
¿Cómo vas en la memorización? En el espacio que sigue, trata de reproducir tanto como recuerdes del texto. 1 Bendice
2 Bendice, alma mía, al Señor
3 Él es el que
4 El que rescata
5 El que colma
6 El Señor hace
7 A Moisés dio a
8 Compasivo y clemente
9 No luchará con
10 No nos ha tratado
11 Porque como están
12 Como está de lejos
13 Como un padre
14 Porque Él sabe
*Figura poética: Metáfora.
Día 3 El Dios eterno
Pero la misericordia del Señor es desde la eternidad hasta la eternidad. Salmo 103:17a
Nuestros días de este lado del sol están contados. El Señor determinó cada uno de ellos, desde el primero hasta el último. Sin embargo, en nuestros corazones hay un anhelo de eternidad, un deseo de vivir para siempre. Ese deseo es una marca puesta por nuestro Dios; tal y como nos recuerda el autor de Eclesiastés, Dios ha puesto eternidad en nuestros corazones (ver Ecl. 3:11). No fuimos creados para morir. Lee Génesis 3:19. ¿Qué indica este pasaje?
La muerte, tanto física como espiritual, es un resultado de eso que llamamos la caída, el pecado que entró en Edén. Fuimos creados para vivir en comunión eterna con el Creador, por eso nuestro corazón anhela la eternidad, pero vivimos en el marco del tiempo. Esto es justa‑ mente lo que expresa el autor del Salmo 103 en los versículos 15 y 16:
El hombre, como la hierba son sus días; Como la flor del campo, así florece; Cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser, Y su lugar ya no la reconoce.
¿Qué figura literaria usa el autor en el versículo 15? (Respuesta al final de este día).
Compara ese pasaje con los siguientes. ¿Qué dicen acerca del hombre? ¿Qué implicaciones tienen para nuestro diario vivir?
Salmo 102:11 Job 14:1‑2 Santiago 4:14
No tenemos garantías de otro amanecer, ni de otra puesta de sol, ni de otras vacaciones, ni siquiera de otra semana de trabajo. El tiempo no nos pertenece. Esa es la razón por la que la Biblia nos recuerda que lo aprovechemos bien, que no vivamos afanados por el día de mañana, que entendamos la brevedad de la vida y vivamos con sabiduría (Sal. 90:12). No obstante, si la historia terminara ahí, no tendríamos esperanza. ¡Pero no es así! Gracias a Cristo, un día sí viviremos para siempre, volveremos a habitar con nuestro Dios en un mundo nuevo que Él ha preparado.
Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: «El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. (Apoc. 21:3)
Así que, aunque tú y yo nacemos y morimos, Dios no ha cambiado, Él sigue siendo eterno. Este es otro de los motivos por los que el autor
del Salmo 103 lo alaba y da gracias. En teología, se conoce como la eternidad de Dios. Un atributo que no comparte con nosotros, como ya vimos. La eternidad está dentro de una categoría mayor denominada «la infinidad de Dios». Dios no tiene límites de ningún tipo. Decir que nuestro Dios es eterno es reconocer que no está cir‑ cunscrito a ningún espacio de tiempo. Veamos la definición que el teólogo Wayne Grudem nos brinda sobre la eternidad de Dios: «Dios no tiene principio, fin, ni sucesión de momentos en Su propio ser, y ve todo el tiempo con la misma lucidez, sin embargo, Dios ve los hechos en el tiempo y actúa en el tiempo».1 Lee los pasajes siguientes y anota qué dicen sobre Dios:
Salmo 90:2 Job 36:26 Salmo 102:27
Dios no tiene principio ni final; siempre ha existido. De hecho, uno de Sus nombres, del que ya hablamos en la semana 2, es una clara declaración de Su eternidad: «Y dijo Dios a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY» (Ex. 3:14). Nosotros tenemos pasado, presente y futuro; para Dios solo existe la eternidad. Eso tiene otras implicaciones. Ya que Dios es eterno, tiene conocimiento de lo que pasó ayer y de lo que pasará mañana; de lo que sucedió hace mil años o de lo que sucederá en los próximos siglos. Él no tiene problemas de memoria como nosotras. Nuestro Dios es el Dios de la historia, no solo porque tiene control de ella sino porque la conoce con todo detalle.
Al leer los siguientes pasajes, ¿qué entiendes sobre Dios y Su eternidad?
1. Grudem, Teología sistemática, pág. 628.
Pero, amados, no ignoren esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. (2 Ped. 3:8)
Porque mil años ante Tus ojos Son como el día de ayer que ya pasó, Y como una vigilia de la noche. (Sal. 90:4)
¿Qué consuelo trae a tu corazón saber que Dios es eterno?
El versículo 17 del Salmo 103 no solo nos habla de que Dios es eterno sino de que Su misericordia y Su justicia también lo son. Algunas ver‑ siones han traducido misericordia como amor; es una palabra difícil de transmitir del hebreo antiguo a nuestro español actual. No obstante, lo hermoso del mensaje no cambia. Si observas el versículo 16, se nos habla de nuestra fragilidad, de cuán efímera es la vida, y en el 17, tenemos un contraste que comienza con una palabra muy pequeña a la que siempre debemos prestar atención: «Pero la misericordia del Señor es desde la eternidad hasta la eternidad» (cursivas de la autora).
¡Pero! Ahí está el contraste; el Dios eterno nos ama, nos muestra Su misericordia eternamente. Su amor es para siempre, no cambia. ¿Por qué? Porque Dios no solo es eterno sino también inmutable. Ese es otro atributo que lo hace único, diferente. La inmutabilidad de Dios indica que Él no cambia, es el mismo ayer, hoy y mañana. Pero no solo no cambia en Su ser —es decir, en Su esencia—, sino que no cambia Su Palabra; no cambian Sus promesas ni tampoco Sus planes. A partir de los textos siguientes, anota qué se nos dice acerca de Dios:
Salmo 102:25‑27 Hebreos 1:10‑12 Lamentaciones 3:22
Santiago 1:17 Salmo 33:11 Malaquías 3:6 Efesios 3:11 Números 23:19
¿Qué implicaciones tiene para el creyente la realidad de que Dios es inmutable?
Saber que Dios no cambia tiene mayor importancia de lo que tal vez podamos imaginar. Lo que Él ha prometido, lo cumplirá. Él afirma amar a Sus hijos, de manera que mi comportamiento no determina Su amor, ¡Él no cambia! Saber que Dios no cambia es lo que nos permite confiar en Él. Como nuestro Dios es eterno e inmutable, podemos descansar en Sus planes y propósitos. Podemos descansar en que no actúa por impulso ni es caprichoso. Su justicia no cambia, Él no es más justo ayer y menos justo mañana. Su gracia es la misma también. Como Dios no cambia, el plan redentor sigue en marcha y podemos tener la certeza de la vida eterna y del regreso de Cristo.
Aplícalo
¿Cómo impacta tu vida lo que has aprendido del Salmo 103:17? ¿Hubo algo en el texto que te dio aliento? ¿Cómo puedes alabar a Dios por lo que viste en este pasaje?