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de movimiento”

Módulo IV Poder Organizativo “Construcción de movimiento”

AGRADÉCELO A UNA FEMINISTA

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Si eres mujer y…

1. Puedes votar, agradéceselo a una feminista.

2. Recibes igual salario al de un hombre por hacer el mismo trabajo, agradéceselo a una feminista.

3. Fuiste a la Universidad en lugar de dejar los estudios después del Bachillerato para que tus hermanos pudieran estudiar pues “tú de todos modos simplemente vas a casarte”, agradéceselo a una feminista.

4. Puedes solicitar cualquier empleo, no sólo un “trabajo para mujeres”, agradéceselo a una feminista.

5. Puedes recibir y brindar información sobre control de la fertilidad sin ir a la cárcel por ello, agradéceselo a una feminista.

6. Eres médica, abogada, pastora, jueza o legisladora, agradéceselo a una feminista.

7. Practicas un deporte profesional, agradéceselo a una feminista.

8. Puedes usar pantalones sin ser excomulgada de tu iglesia o sacada del pueblo, agradéceselo a una feminista.

9. A tu jefe le está prohibido presionarte a que te acuestes con él, agradéceselo a una feminista.

10.Eres violada pero el juicio no se trata sobre el largo de tu vestido o tus novios anteriores, agradéceselo a una feminista.

11.Inicias negocio y puedes obtener un préstamo usando sólo tu nombre y tus antecedentes de crédito, agradéceselo a una feminista.

12.Estás bajo juicio y se te permite testificar en tu propia defensa, agradéceselo a una feminista.

13.Posees propiedad que es únicamente tuya, agradéceselo a una feminista.

14.Tienes derecho a tu propio salario aún si estás casada o hay un hombre en tu familia, agradéceselo a una feminista.

15.Obtienes la custodia de tus hijas e hijos tras un divorcio o una separación, agradéceselo a una feminista.

16.Tienes voz en cómo criar y cuidar a tus hijas e hijos en lugar de que los controle completamente tu esposo o su padre, agradéceselo a una feminista.

17.Tu marido te golpea y esto es ilegal y la policía lo detiene en vez de sermonearte sobre cómo ser una mejor esposa, agradéceselo a una feminista.

18.Se te otorga un título después de ir a la Universidad, en lugar de un mero certificado de haber completado los estudios, agradéceselo a una feminista.

19.Puedes amamantar a tu bebé, eso sí, todavía discretamente, en un lugar público y no ser arrestada por ello, agradéceselo a una feminista.

20.casas y tus derechos humanos civiles no desaparecen dentro de los derechos de tu esposo, agradéceselo a una feminista.

21.Tienes el derecho a rehusar tener relaciones sexuales con tu esposo, agradéceselo a una feminista.

22.Tenés derecho a que tus registros médicos confidenciales no sean divulgados a los hombres de tu familia, agradéceselo a una feminista.

23.Tienes derecho a leer los libros que desees, agradéceselo a una feminista.

24.Puedes escoger ser madre o no cuando tú quieras y no según los dictados de un esposo o un violador, agradéceselo a una feminista.

25.Puedes esperar vivir hasta los 80 años en vez de morir entre los 20 y 30 a causa de embarazos ilimitados, agradéceselo a una feminista.

26.Puedes verte como una humana adulta plena, y no como una menor de edad que necesita ser controlada por un hombre, agradéceselo a una feminista.

OBJETIVOS DEL MÓDULO IV:

1. Identificar a las mujeres que nos inspiran, nos dan fuerza y nos enseñan con su ejemplo de lucha por la vida, la tierra y el territorio cuerpo. 2. Reconocer la presencia y el legado de las mujeres en las luchas sociales y territoriales. 3. Qué las participantes conozcan sobre el feminismo y sus distintas corrientes. 4. Reflexionar sobre el liderazgo feminista

PRIMERA UNIDAD: ¿QUÉ ES EL FEMINISMO?

En este módulo sobre el “Poder organizativo: Construcción de movimiento” vamos a explorar los significados del feminismo, sus diferentes corrientes y propuestas, los liderazgos de mujeres que inspiran a las participantes y los atributos que fortalecen los procesos organizativos, finalmente se propone la construcción conjunta de la definición del liderazgo feminista.

ACTIVIDAD 1: ¿QUÉ ES EL FEMINISMO?1

Paso 1. Cada participante, escribe la primera palabra que viene a su mente cuando escucha la palabra “feminismo”.

Paso 2. Escriben palabras que han escuchado a otras personas cuando cuándo hablan del feminismo.

Paso 3. En plenaria, cada una comparte las palabras que escribió y responde a la pregunta

• ¿Cómo les hacen sentir estas palabras?

Paso 4. En grupos las participantes reflexionan a partir de las siguientes preguntas generadoras:

• ¿Por qué nos sentimos así? • ¿Por qué creen que hay tantas palabras negativas asociadas con el feminismo y las feministas?

Paso 5. El grupo nombra 2-3 cosas que consideran que realmente define al feminismo

• ¿Qué les gustaría incluir en una definición del feminismo?

• ¿Qué partes de estas definiciones resuenan con ustedes? • ¿Qué más quieren incorporar en su definición? ¿Qué podrían querer dejar de lado?

Material de Apoyo: Diferentes Definiciones2

El feminismo es la creencia de que hombres y mujeres deben tener igualdad de derechos y oportunidades; actividades organizadas en apoyo a los derechos e intereses de las mujeres. – Diccionario Merriam-Webster.

El feminismo es una colección de movimientos e ideologías dirigidas a definir, establecer y defender los derechos políticos, económicos y sociales iguales para las mujeres. - Wikipedia.

El feminismo es “un movimiento político socialista anti-familiar que promueve a las mujeres a dejar a sus maridos, matar a sus hijos, practicar brujería, destruir el capitalismo y convertirse en lesbianas”. - Pat Robertson, tele evangelista cristiano conservador.

El feminismo es una propuesta política centrada en la erradicación de todas las desigualdades entre hombres y mujeres, y en la defensa de los derechos de todas las personas que han sido marginadas, mujeres, hombres, niñas y niños. – JASS Seminario de la Escuela de Alquimia Feminista de JASS, octubre de 2013, Nicaragua.

ACTIVIDAD 2: LOS FEMINISMOS

Paso 1. Las participantes ven y escuchan los videos y el podcast:

• ¿Cuándo y dónde surgió la palabra feminismo? Las Igualadas3 • Primer capítulo de podcast de la Escuela Comunitaria 2020 “Corrientes feministas”

2 Tomado textualmente de JASS. WE RISE. Feminismos. Diferentes significados. https://werise-toolkit.org/en/toolkit 3 https://www.youtube.com/watch?v=MlojugNJajA

Paso 2. Reflexionamos en plenaria a torno a las siguientes preguntas:

• ¿Qué encuentran más liberador o útil de las ideas del feminismo?

• ¿Qué sienten como retos o amenazas y por qué?

SEGUNDA UNIDAD: LIDERAZGO DE LAS MUJERES EN LAS LUCHAS SOCIALES Y TERRITORIALES

En esta unidad invitamos a las participantes a reconocer y honrar a las mujeres que han sido referentes en sus vidas y sus procesos organizativos, reflexionar sobre los aprendizajes que tenemos de sus liderazgos y a colocarse a sí misma en la historia de las luchas por la defensa del territorio y los derechos de las mujeres.

ACTIVIDAD 1: ÁRBOL DE MUJERES LUCHADORAS

Paso 1. Las participantes escuchan el audio del ejercicio.

Audio:

“Nos colocamos de pie o sentadas con los brazos cayendo al lado de nuestro cuerpo o con las manos descansando sobre el regazo y los ojos cerrados. Respiramos profundamente, despacio, sentimos nuestros pies apoyados completamente sobre la tierra, nuestro peso está bien balanceado. Sentimos como la energía de la tierra sube de nuestros pies hacia la cabeza, imaginamos que de nuestros pies salen raíces fuertes que se hunden profundamente en la tierra. Nuestras raíces se conectan con el árbol.

Nos quedamos quietas un momento sintiendo la energía que fluye en nuestro cuerpo. Respiramos suavemente, poco a poco traemos a nuestra mente los rostros de mujeres que admiramos, mujeres luchadoras que con su fuerza, sus saberes, palabras y acciones nos inspiran, mujeres que hemos conocido a lo largo de la vida, mujeres mayores o jóvenes, cercanas o de países lejanos, mujeres que aún viven o ya no, esas mujeres que influyeron en su manera de pensar y sentir las injusticias.

De todas esas mujeres en las que hemos pensado, elegimos a una, sobre ella vamos a hablar o escribir para compartir su historia y su legado. Imaginamos que esa mujer está con nosotras, ella también es árbol y es raíz.

Respiramos profundamente y damos las gracias a todas las mujeres en las que pensamos. Nos despedimos del árbol y poco a poco abrimos los ojos y buscamos un lugar cómodo en el que podamos escribir, hacer un audio o video.

Paso 2. Cada participante cuenta una breve historia de esa mujer que nos inspira. Puede escribir, grabar un audio o solo contarlo a sus compañeras en el trabajo de grupos.

PREGUNTAS GENERADORAS PARA LA REFLEXIÓN:

• ¿Quién es ella? ¿De dónde es? • ¿Es o fue parte de alguna organización? ¿Cuál es su lucha? • ¿Por qué es importante para usted?

• ¿De qué manera aportó a la defensa de los derechos de las mujeres y las comunidades?

Paso 3. En grupos las participantes comparten lo que escribieron y responden a las siguientes preguntas:

1. Qué territorios y derechos defienden estas mujeres?

2. ¿Qué aportes hacen las mujeres a esas luchas?

3. ¿Qué características, habilidades y cualidades tienen sus liderazgos?

Paso 4. En la página en blanco que encontrarán a continuación van a dibujar un árbol, colocando en las raíces los nombres de las mujeres que las inspiran, en el tronco las luchas o derechos que defienden, en las ramas los nombres de las participantes, en los frutos las conquistas, triunfos o aprendizajes.

Paso 5. Presentan el árbol en plenaria.

Ejemplo:

Ramas: escriben los nombres de las participantes del grupo. Hojas: escriben las conquistas, triunfos, aprendizajes.

Raíces: escriben los nombre de las mujeres que nos inspiran

Tronco: escriben las luchas o derechos que estas mujeres defienden.

ACTIVIDADES PARA REALIZAR FUERA DE LA SESIÓN

Paso 1. Ver el video “Especial: territorio, cuerpo, tierra” de Lorena Cabnal4

Paso 2. Comente que fue lo que llamó su atención del video anterior y cómo define usted el feminismo comunitario.

Paso 1. Ver el Video de Melisa Cardosa, hondureña y feminista autónoma.

Paso 2. Comente que fue lo que llamó su atención del video anterior sobre el feminismo en Honduras

TERCERA UNIDAD: LIDERAZGO FEMINISTA

En esta unidad, se propone a las participantes una reflexión sobre los liderazgos de las mujeres y cómo estos aportan al fortalecimiento de las organizaciones y las luchas que estas impulsan por la defensa del territorio y los derechos de las mujeres. Así cómo reflexionar sobre el liderazgo feminista.

ACTIVIDAD 1: ¿QUÉ ES EL LIDERAZGO?

En grupos, las participantes realizan las siguientes actividades:

Paso 1. Vuelven a leer las respuestas de los grupos a las preguntas generadoras del ejercicio “Árbol de mujeres luchadoras” y tomando en consideración todas las reflexiones y las características de los liderazgos de las mujeres, el grupo discute y contesta las siguientes preguntas generadoras:

• En sus propias palabras ¿Qué es el liderazgo? • ¿Cómo aportan las características, habilidades y cualidades de las mujeres que nos inspiran para construir y fortalecer sus organizaciones y movimientos?

Paso 2. Presentan sus reflexiones en plenaria

ACTIVIDAD 2: ¿QUÉ ES EL LIDERAZGO FEMINISTA?

Paso 1. En grupos, las participantes leen las definiciones sobre liderazgo feminista que se presentan a continuación, cada grupo tienen una definición asignada.

Paso 2. Anotan o subrayan las palabras claves que definen el liderazgo feminista.

Paso 3. Reflexionan, discuten y contestan a las siguientes preguntas:

• ¿Qué tiene en común esta definición con la definición de liderazgo que construimos anteriormente? • ¿Qué tienen de diferente? • ¿Qué podemos incluir, modificar o cambiar para enriquecer nuestra definición de liderazgo? • ¿Qué significa tener un liderazgo feminista? • ¿Qué características me gustaría trabajar para fortalecer mi propio liderazgo?

ACTIVIDAD 3: PRÁCTICAS ORGANIZATIVAS QUE NOS FORTALECEN

Paso 1. Cada grupo de trabajo tomará de ejemplo la organización de los foros virtuales para reflexionar a partir de las siguientes preguntas:

1. ¿Cómo se organizaron para realizar la actividad? 2. ¿Qué dificultades encontraron? 3. ¿Cómo tomaron las decisiones? 4. Mencionen las fortalezas que tenía el grupo 5. A partir de esta pequeña experiencia, mencionen algunas prácticas organizativas que nos fortalecen y nos ayudan a lograr los objetivos colectivos.

ACTIVIDADES PARA REALIZAR DESPUÉS DE LA SESIÓN

ACTIVIDAD 2:

Lea el fragmento del libro “A nuestra amigas, sobre la amistad política entre mujeres”. – Edda Gaviola

ACTIVIDAD 3:

Vea el video “Feminismo”: la historia y sus demandas en el pasado y en la actualidad Estamos Acá5

MATERIAL DE APOYO: LIDERAZGO FEMINISTA PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL SRILATHA BATLIWALA (2008)6

DEFINICIONES DE LIDERAZGO FEMINISTA

GRUPO 1:

El patriarcado, reflejado a través de todas las estructuras e instituciones de nuestro mundo, es un sistema que glorifica la dominación, el control, la violencia, la competitividad y la codicia. Deshumaniza a los hombres tanto como niega a las mujeres su humanidad. Por lo tanto, necesitamos un liderazgo que explore y exponga estos vínculos y desafíe al patriarcado. El único liderazgo que hace esto es el liderazgo feminista. El liderazgo transformacional es un liderazgo preocupado por generar un cambio social; el liderazgo transformacional feminista se preocupa de lograr la justicia de género. Para... el liderazgo transformacional feminista los liderazgos necesitan experimentar un proceso de transformación personal, toma de conciencia e internalización del feminismo... - Peggy Antrobus

El liderazgo [feminista] es un proceso mediante el cual las mujeres afirman sus derechos evaluando continuamente las experiencias relevantes, cuestionando sus roles en la sociedad, desafiando las estructuras de poder y catalizando efectivamente el cambio social positivo... - CREA Instituto de Sexualidad y Derechos Humanos, Goa, 2000 5

GRUPO 2:

El liderazgo desde el punto de vista feminista está informado por el poder del lente feminista, que le permite a la líder feminista identificar las injusticias y las opresiones, y la inspira a facilitar el desarrollo de comunidades más inclusivas, holísticas. Las lideresas feministas están motivadas por la imparcialidad, la justicia y la equidad, y se esfuerzan por mantener en primer plano las cuestiones de género, raza, clase social, orientación sexual y capacidad. Los elementos particulares de una construcción de liderazgo feminista incluyen poner el foco sobre las preocupaciones de justicia social individuales o a nivel micro, y sociales o a nivel macro, el deseo de llevar las voces marginadas al centro de la conversación y la voluntad de asumir riesgos mientras una se esfuerza por impulsar una agenda transformadora. - Tracy Barton, “Feminist Leadership: Building Nurturing Academic Communities”, en Advancing Women’s Leadership, Periódico Online, Vol.21, Otoño de 2006.

El liderazgo [...] feminista es... las mujeres y las organizaciones de mujeres compartiendo el poder, la autoridad y la toma de decisión en nuestra búsqueda común de la igualdad social, legal, política, económica y cultural. - DAWN, Ontario

GRUPO 3:

El liderazgo feminista está orientado a un arreglo diferente del orden humano: redistribución del poder y redistribución de responsabilidades. Lucha contra las desigualdades sociales. Persigue cambiar las estructuras económicas y sociales, empezando por la transformación de las estructuras psíquicas. Unir la libertad personal con la libertad colectiva. Buscar la cooperación en lugar de la competencia... En el liderazgo feminista, la igualdad, la reciprocidad y la ausencia de comportamientos basados en el rol sexual deben ser visibles. El liderazgo feminista debe promover (o incluso rehabilitar) la emocionalidad y los valores de las relaciones. El liderazgo feminista renuncia a la parafernalia externa del poder y su influencia.

- ADMIRA, una organización de mujeres de Bosnia y Serbia. http://www.zenska-mreza.hr/ prirucnik/en/en_read_management_leadership_8.htm, consultado el 10 de octubre de 2008. Necesitamos… una nueva visión, una nueva definición de poder y liderazgo. Debemos alejarnos del viejo modelo e ir hacia uno de cooperación creativa en nuestro planeta pequeño y amenazado. El mundo necesita que las mujeres imaginen, definan y nos conduzcan hacia una cultura sana y sostenible. Una cultura del alma. Una cultura que valora más la vida que la guerra. A las personas más que a las ganancias. Y a la esperanza más que a la desesperanza. - Johnnetta Cole Académica afroamericana

GRUPO 4:

No estamos interesadas…. en el liderazgo por el liderazgo en sí mismo. Estamos interesadas en orientar los talentos de las mujeres, junto con los de los hombres, a las principales preocupaciones sociales, políticas y económicas. - Mary S. Hartmann

[ ] La pregunta no es si debemos tener líderes, sino cómo fortalecer a todas las mujeres como líderes… Es especialmente importante que el liderazgo sea considerado como una forma de administración. - Flora Crater

[ ] La sociedad ha tendido a mistificar las habilidades de liderazgo como de alguna manera pertenecientes sólo a unas pocas personas que luego son vistas como mejores que todas las demás. Pero si vemos las habilidades de liderazgo como algo que muchas personas tienen en diversos grados; habilidades que pueden ser construidas, apoyadas y mejoradas porque son necesarias en el mundo, no para hacer que una persona sea superior, entonces podríamos tener una mejor manera de lidiar con el liderazgo…. Hay una diferencia entre el liderazgo femenino y el liderazgo feminista, porque éste tiene un punto de vista político particular. - Charlotte Bunch

Manual Escuela Política Feminista Comunitaria 135

Lecturas Opcionales

FRAGMENTO DEL LIBRO “A NUESTRAS AMIGAS: SOBRE LA AMISTAD POLÍTICA ENTRE MUJERES.” - EDDA GAVIÓLA

MARGARITA LA MAESTRA Y SOCIA: DEL DES-PREJUICIO A LA AMISTAD POLÍTICA

Hablar de la Amistad Política, es hablar de un proceso que arranca en el encuentro y en la necesidad urgente de cambiar de signos la vida y la historia, pasando por la construcción respetuosa de confianzas y querencias mutuas que se van perfilando en el camino del descubrimiento de la otra, de una misma y de una genealogía de mujeres. Un elemento central en la construcción de la amistad política, es el despojo de la animadversión a la otra, de las envidias y de las rivalidades, y el mantener presente que es necesario trabajarlas, desmenuzarlas y estar atentas, para que no vuelvan a aparecer como parte del mandato histórico de la enemistad entre mujeres y la misoginia internalizada. La mitología creada, a partir de la feminidad-masculinista7 , nos convoca a las mujeres a utilizar, supuestamente a nuestro favor, una construcción plagada de falsedades sobre lo que debemos hacer y cómo debemos actuar: las “buenitas”, las “suaves y tiernas”, las que deben pasar “inadvertidas”, las que “mientras menos se oigan es mejor”; las que ojalá “no brillen con luz propia” y por supuesto, las que no tengan “una cabeza que piensa”.

Como parte de la misoginia internalizada, las mujeres medimos a la otra con el rasero que nos impone el patriarcado. En este constructo, las mujeres tendemos a rechazar, devaluar, negar u odiar a la que habla fuerte, a la que tiene ideas propias, a la que discute con pasión y sin concesiones, a la que cuestiona y vive su vida con independencia y autonomía atreviéndose a ser, pensar y actuar, fuera de los códigos de la feminidad impuesta. Hoy, casi terminada esta escritura, veo mujeres con una infinita incapacidad humana que, siguiendo estos preceptos, no logran ver y mirarse en sus propios dichos, reconocer sus propias envidias y miserias humanas, siguiendo la lógica que nos dice que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio.

En mi experiencia, hay mujeres que encarnan para las otras, esta mitología masculinista, en Chile y para muchas feministas, Margarita Pisano era la “encarnación del mal” y así tuve mi primer acercamiento con ella, pues como toda “encarnación del mal”, era un personaje que atraía y del cual todo el mundo quería estar cerca, aunque luego se le despellejara viva en los comentarios y descalificaciones por atrás. Así, sin que mediara ningún pretexto, una noche de parranda con un grupo, terminamos tocando el timbre de su casa. Nos abrió, con una amabilidad impresionante y nos invitó a pasar. Recuerdo que esa noche, yo, medio envalentonada, empecé a preguntarle por todo lo que decían de ella. Sin darme cuenta, instalada en el prejuicio, y siguiendo el mandato divino de la feminidad, le estaba pidiendo explicaciones de su vida. Al día siguiente, invadida por la resaca moral, con la firme idea que había transgredido algo elemental, busqué el número de teléfono de Margarita y la llamé para disculparme por mi actuación nocturna. Ese día, nos juntamos nuevamente en su casa e iniciamos un andar juntas por la vida. Todas las relaciones están significadas por el poder y el dominio. Construir respeto y horizontalidad implica un esfuerzo cotidiano de desconstrucción.

7 Utilizo el concepto de Margarita Pisano en que la feminidad sólo puede entenderse como constructo del patriarcado para el sometimiento de las mujeres.

Esto es fundamentalmente válido en la amistad y en el amor8. De esta manera, con Margarita, la complicidad entre mujeres, la fuimos construyendo en largas caminatas - conversaciones, donde lo íntimo afloraba con todas sus fuerzas. Allí comprendí que no puede haber ningún lugar sagrado, que no se toque, que no se analice desde el más simple “interés humano” y desde la sabiduría acumulada entre mujeres. Desmenuzar la relación con la madre y sus traiciones; analizar las relaciones repetitivas de románticos amorosos transformados en cariños malos; el cuerpo y la sexualidad; la espiritualidad versus la religión, la familia como mandato de la consanguinidad. Nos poníamos de acuerdo para ir al cine y terminábamos aplanando calles, parques y noches. Evoco, como recuerdo atesorado, unas largas caminatas en la playa.

En este ejercicio y en esa cotidianeidad se fueron construyendo las confianzas. Aprendimos a leer en esa relación, a comunicarnos y relacionarnos con otras lógicas, aprendimos del saber de la otra y de sus aportes, construimos complicidad con la gran posibilidad de trascender el espacio de lo íntimo, de lo privado para fluir a otras dimensiones humanas.

CONSTRUIR COMPLICIDADES POLÍTICAS

Las complicidades políticas son las más difíciles de construir. Soy una convencida que para hacerlo es necesario tener proyectos comunes, pensar juntas y un profundo reconocimiento a la otra, a sus saberes y autorías, para poder lograr el aprendizaje recíproco. Pero también partir de un entramado de ideas comunes, un análisis crítico y compartido de la realidad y de la experiencia histórica de las mujeres, capaces de fluir y trascender en el acto que va de lo personal hasta lo político. La década del 90, estuvo marcada por los procesos de tránsito entre las dictaduras militares y las democracias tuteladas, con una fuerte oleada neoconservadora que terminó por atrapar y destruir la rebeldía e insolencia del movimiento feminista, característica de los 80. En esa intersección nos juntamos a construir una propuesta política pensante de cara a las mujeres; en una actuancia radical frente a un feminismo que negociaba y perdía su capacidad crítica frente al sistema. Ahí fuimos acuerpando, diseñando y aprehendiendo nuevos discursos frente a la realidad, desde los pensamientos propios y en el libre juego de las ideas. Margarita ya diseñaba su propuesta para un cambio civilizatorio, para alcanzar la buena vida y lanzaba su planteamiento para constituir un feminismo radical que le devolviera el carácter pensante y rebelde a las mujeres, base fundamental para la conformación de las Cómplices. Yo buscaba una historia que nos permitiera contar con una genealogía de mujeres y nos sacara del absurdo, instalado en el imaginario social, como política de lo posible. Con Margarita, teníamos en común la necesidad de instalar la propuesta de las Cómplices, a nivel latinoamericano y eso nos llevó a participar activa y creativamente, en el Encuentro realizado en El Salvador, en 1993. Fue un período complejo y muy fructífero, en el ejercicio de nuestra autonomía cómplice. Frente a las modas del fin de la historia, el fin del patriarcado y el fin de las utopías, con sus consecuentes democracias de lo posible y un feminismo cada vez más light. Nosotras fuimos caminando contracorriente de los tiempos, instalábamos dentro del feminismo una idea radicalmente distinta: la necesidad de recuperar nuestros cuerpos, nuestra política, nuestra autonomía desde la capacidad de autonombrarnos y, desde la otra esquina, preámbulo de su propuesta de “mirar desde el Afuera”, para trabajar por un horizonte mayor, la necesidad de un cambio civilizatorio.

Fueron años de una actividad incesante entre ideas, escritos, encuentros, foros y seminarios. Donde un hito mayúsculo fue la organización del VII Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, en Chile, desde la más plena autonomía y, establecer la idea de los distintos feminismos con sus demarcaciones, con nombres y apellidos, sin amebas ni exaltación de una supuesta diversidad, que invisibiliza a quienes tienen un pensamiento radical, en abierta oposición a un feminismo hegemónico, cada vez más institucionalizado, cooptado por el sistema y que abandonaba la rebeldía histórica de las mujeres9. En todo este proceso, la Amistad Política creció, se volvió complicidad profunda. Construimos relaciones transparentes y honestas, pensamos juntas, aprendimos a acuerpar las ideas de la otra sin perder la capacidad del pensar propio. Aprendimos a estar expresadas, sin dejarnos subsumir en el actuar de la otra; hicimos ejercicios de actuancias políticas que influyeron fuertemente en otros entornos. Nos opusimos a las operaciones de desmontaje de nuestras radicalidades. Y nos divertimos.

Tuvimos la capacidad de sortear las envidias y las rivalidades, disfrazadas de poderes miserables que buscaron minar nuestra relación, en distintos momentos, buscando explotar una competencia inexistente entre nosotras. Recuerdo a varias que me plantearon que yo presentara ponencia en el Encuentro de Cartagena, porque mi liderazgo “era mejor” que el de Margarita, o algo así. Con planteamientos de esa naturaleza, se desvirtúan las relaciones entre mujeres, se descalifica de manera espuria a la otra y, por sobre todo, se desconocen los aportes teóricos y prácticos de las Mujeres. Una forma utilizada intencionalmente, para ir borrando el pensamiento radical de Margarita que tanto les ha molestado.

A mediados del año 1997 y a los 36 años, tomé la decisión de cambiar de país. En el centro de América... el lugar de los árboles me esperaba: un poco refugio, un poco distancia, una necesidad de respirar otros aires distintos al del Chile asfixiante. Volvía 14 años después a Centroamérica, región que estaba instalada en mi cuerpo desde hacía mucho tiempo10 .

Mientras avanzaba la seudo democracia en Chile, los espacios se cerraban y una fuerte sensación de ir cuesta arriba me quitaba esperanzas y deseos de vida. Tiempo después descubrí que salir del país me dio oxígeno para continuar. Sé que Margarita lo resintió, lo conversamos muchas veces a través de los años. Pero sé también que nuestra amistad se siguió fortaleciendo, en la crítica y en el cariño. Porque la Amistad Política hay que alimentarla y, con una propuesta como la de Margarita Pisano, hay que acuerparla y compartirla.

Cada Encuentro, fue un encuentro cercano y nuestro, como lo dijo hace poco en una entrevista conjunta11, era mirarnos los ojos y saber que seguíamos en la misma, a pesar de las distancias. En el año 98, nos encontramos en Bolivia, para participar en el famoso Encuentro del feminismo autónomo de Sorata. Nos instalamos como Autonomía Cómplice y tuvimos que soportar el acoso de Mujeres Creando quienes disfrazaron nuevas formas de institucionalidad bajo el pretexto de la autonomía, de las “buenitas”; del “corazón chorreante de amor”, en un ejercicio de poder horrible, terminaron por sepultar al feminismo autónomo, nacido en Cartagena dos años antes12 .

9 Estos hechos están ampliamente recogidos en la Biografía Política de Margarita Pisano “Una Historia Fuera de la Historia” Pisano y Franulic, 2009, para quien requiera profundizar en su análisis. 10 Aquí debo decir que a mis veintidós años, tuve una relación increíble con un guatemalteco de 80, exiliado desde 1954 en Chile. Roberto Alvarado y su esposa Aída, me introdujeron por los laberintos de Guatemala, en su pequeña casa, que en forma de Volcán, recibía a sus visitas con frijolitos volteados y crema. 11 Programa Las malas Lenguas, Concepción, Chile abril 2015. 12 El que se había gestado a partir de la propuesta del feminismo cómplice

Allí, además, el discurso de las jóvenes frente a las viejas, hacía tambalear cualquier formulación feminista con genealogía de mujeres. Debo reconocer que el trauma de la esquizofrenia vivida en Sorata, a manos de las creando y de muchas chilenas, me duró un año completo.

El año 2001, junto a Carolina Cabarrús, gestionamos la venida de Margarita a Guatemala, con la complicidad de otras mujeres. En el marco del Primer Encuentro Mesoamericano de Género, Margarita fue invitada como ponente Magistral. Allí, además, construimos una Mesa/Dialogo que se llamaba: ¿El Género una manera de despolitizar el feminismo? Recuerdo esa sala a tope de mujeres de toda la región; acostumbradas a hablar de género, les removió una postura distinta: “La propuesta civilizatoria masculinista está agotada. Ni dentro de los partidos políticos, ni en las iglesias, ni en la academia avanzaremos. Necesitamos un movimiento feminista que proporcione otra lectura, que construya otra historia desde nuestras fantasías, desde nuestra realidad y no desde la realidad de los varones. Los conocimientos que generamos las mujeres sin la referencia política de un movimiento feminista crítico, potente, actuante, terminan siendo absorbidos por el conocimiento masculinista”13. Tanto en este como en el posterior viaje, queríamos que las mujeres conocieran el pensamiento de Margarita Pisano y que ella tuviera la posibilidad de acercarse a la realidad y al conocimiento de las mujeres mayas. En Guatemala, todos los espacios formativos estaban monopolizados por el feminismo institucional de la igualdad (España y México como referentes). De este hecho, para nosotras era urgente que las mujeres conocieran otro tipo de propuestas trasgresoras, como una manera de recuperar la rebeldía.

El año 2002, nos encontramos en México y Costa Rica. En México en la celebración de los 20 años del Programa Universitario de Género -PUEG UNAM-, invitación que se gestó en Guatemala. Para nuestra sorpresa, en ese evento, se reconoció públicamente la importancia del Feminismo Cómplice en América Latina. Meses más tarde, nos reencontramos en el X Encuentro feminista de Latinoamérica y el Caribe en Costa Rica. Para mí, este encuentro fue el último intento de participar en este tipo de espacios cooptado por el feminismo hegemónico e institucional. Cabe mencionar que la década de los 90 además de su oleada neo conservadora, significó pérdidas profundas para la construcción movimientista y de grupalidades. El neoliberalismo se las había arreglado muy bien para asentar el individualismo a ultranza. En este contexto, sigo valorizando profundamente la amistad construida.

Cada viaje a Chile, al menos cada año o año y medio, era un nuevo motivo de encuentro, largas conversaciones, paseos, ir o acompañarnos a hacer compras, eran momentos que hacían una cotidianidad de calidad en la amistad. Comentar lo que estaba escribiendo, hablar con las mujeres jóvenes que se iban incorporando a su entorno, indudablemente, me alimentaban teóricamente y me colocaban un cable con Chile y, otro, más enraizado, me daba nuevas pistas sobre su propuesta de cambio civilizatorio.

En todos estos años, no hubo ningún trabajo, ninguna ponencia o presentación y ninguna escuela formativa organizada por mí, en la que Margarita Pisano no estuviera presente, en las lecturas y en las reflexiones. La razón es muy simple, creo que el pensamiento de Margarita Pisano, además de ser un análisis y diagnóstico descarnado y profundo sobre la crisis ética de la humanidad, no permite fragmentaciones ni negociaciones para las mujeres y, a su vez, concita las rebeldías, las rabias más profundas de nuestras negaciones históricas. Apela, profundamente a desnudarnos

y rearmarnos en la construcción de otros futuros, sacando el engaño y la autocomplacencia, de nuestras vidas.

Recuerdo un día que me dijo “...y hasta cuando vas a seguir siendo la teresita de Calcuta”- así directa y confrontativa como siempre-, preocupada por los momentos difíciles que atravesé en Guatemala. Nos reímos, ella lo decía muy serio. Pero creo que comprendió que mi compromiso por llevar a la justicia el Genocidio y la Violencia Sexual en contra del Pueblo Maya, también era muy serio y parte sustancial de mi propuesta feminista. Este compromiso con Guatemala ha tenido raíces profundas, con las personas que lo vivieron y sufrieron, con la memoria histórica y un deseo de aportar a desconstruir el racismo institucional, la opresión y violencia en contra de las mujeres que campea en el país

En estos años se formó el Movimiento de Mujeres Rebeldes del Afuera. Recuerdo una conversación en que nos definía su propuesta de un colectivo de mujeres pensantes, delimitado y en el que para entrar “se debía tocar el timbre”. Muchas de ellas participantes asiduas de los Lunes Abiertos14, en los que Margarita presentaba su propuesta para las mujeres. Hicimos chistes, durante horas, a costa de su imagen, yo le dije que hacía años que había tocado el timbre y que no volvería a hacerlo. Las Mujeres Rebeldes del Afuera, fue la materialización de su propuesta más preciada de cómo construir un movimiento pensante, expresado y con límites claros. Las mujeres Rebeldes del Afuera, tienen un potencial enorme, cada una en su afán y en su forma de expresión. Hoy puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que construyeron confianzas y querencias profundas y válidas

“El Movimiento Rebelde del Afuera es un espacio marcado ideológicamente, que no alude a la palabra feminismo ni a la de autonomía, porque no se reconoce en el feminismo ni en la autonomía vigentes. Si desde la autonomía cómplice propuse el desprendimiento del sistema patriarcal en lo íntimo, lo privado y lo público, desde el Afuera propongo, además, el desprendimiento del feminismo actual, porque es una ideología más del patriarcado y todo lo producido por la masculinidad es éticamente inaceptable. El feminismo está fracasado porque no tiene memoria; y con el olvido no es posible dialogar ni pensar... Me interesan los intercambios con las mujeres, pero compartiendo ideas en un proceso más profundo de cuestionamiento que perdure e intervenga el patriarcado masculinista/femenino, y que llegue a ser un polo generador de otra civilización, y no modificador de un sistema perverso, donde las mujeres, al sumarse, incorporan las mismas perversidades.” (2009)15

Debo reconocer que desprenderme del feminismo, como opción política, es para mí muy difícil, si bien creo que el feminismo hegemónico ha fracasado, pues la corriente de las feministas institucionales, cuales regalonas del patriarcado, ubicadas en las lógicas del poder y en la feminidad masculinista, nos han llevado al desastre total, neutralizando la propuesta rebelde de transformación del sistemamundo o civilizatoria para la humanidad. Claro que hay fracaso, cuando andamos dándole vueltas a la noria y el patriarcado se las ingenia para el recicle y la cooptación en cada oleada neo conservadora que inventa.

14 Margarita siempre tuvo clara su metodología de llegada a las mujeres, tanto en los Lunes Abiertos como en sus talleres revisando nuestros procesos, su contribución fue enseñar a pensar desde la vida personal hasta la dimensión política, desde la lógica de la radicalidad. Siempre construyó Movimiento, muy distinto de la mayoría de las feministas de su generación que abandonaron, tempranamente al movimiento, para ser parte del estatus quo internacional. 15 Feminismos cómplices 16 años después

Pero, lo que me cuesta es entregarles el nombre que a tantas mujeres les ha costado la vida y, porque aún veo, desde este lado, en este Afuera, el feminismo radical y pensante, como una propuesta vigente para las mujeres. Carolina, con su iniciativa de siempre, logró concretar el año 2009, un nuevo viaje de Margarita a Guatemala, invitación que incluyó a Andrea Franulic. Este viaje se realizó en alianza con el Sector de Mujeres y Lesbiradas, fueron dos semanas de dictar cursos y presentar su Biografía Política. De este viaje, surge la idea de reeditar el Cambio de los Deseos, pues las mujeres acá lo estaban trabajando con una fotocopia vieja que teníamos nosotras.

Hablamos esos días del fracaso del feminismo, e iniciamos conversaciones sobre la utopía, que yo había planteado en la presentación de su Biografía Política, tanto en Chile como en Guatemala. A mi juicio, Margarita siempre hizo un planteamiento utópico16) y en esa presentación expresé: “Jamás en la historia humana se han pensado las utopías desde las esferas del poder o del dominio: la utopía se hace necesaria cuando no se acepta lo que es y, por tanto, hay que trascenderlo.

La utopía es subversiva, subvierte lo real y abre un mundo de nuevas posibilidades. Sólo cuestionando lo existente que desde afuera se observa -ya sea porque te colocaron allí, o porque hiciste una opción para aventurarte en un nuevo sueño- podrás decir: aquí yo ejerzo mi derecho a ser libre, mi derecho a reinventar los caminos (...)Y aquí, debo reconocer que mirar/mirarnos en el espejo de la derrota es muy, pero muy fuerte, remueve hasta los cimientos y te confronta al vacío... y sin embargo es tan profundamente real... que frente a esa realidad sólo tienes dos rutas posibles, o te resignas (y la resignación es hija de la derrota) o ensayas nuevas posibilidades, desde la porfía más absoluta y con un profundo sentido de desprendimiento”. De alguna manera, Margarita reivindicó esta discusión en su último libro, Fantasear un Futuro, (mayo 2015).

En Chile, discutimos y elaboramos un proyecto para comenzar a armar su Biblioteca Feminista, con más de tres mil volúmenes. Margarita siempre quiso su conocimiento al servicio de las mujeres. Desgraciadamente no encontramos los apoyos financieros para esta propuesta, lo que no limitó su gran generosidad, por compartir su casa, y sus propias lecturas a quienes lo solicitaron. En mi penúltimo viaje a Chile, la encontré en la vivencia de nuevas traiciones, como las llamó, sostuvimos largas conversaciones con ella y con Elena, tratamos de revisar lo que había pasado, en este esfuerzo de construir relaciones de otra naturaleza. Ella tenía muy claro que sus relaciones y la amistad debían forjarse en la confianza más plena y que, a esas alturas, no iba a cambiar. Nuevamente conversamos sobre los poderes mezquinos, esos pequeños monstruos agazapados e internalizados, que nos cuestan tanto a las mujeres y que son tan difíciles de erradicar. Así me lo escribió: “Aquí estoy como siempre en sucesivas resucitaciones.

El cuento con la Franulic fue muy fuerte para mí, me sentí otra vez traicionada, otra vez en un círculo de mañoso silencio... Supongo que habrás leído la declaración en mi página. Espero que vengas luego. Cada vez que se me terremotea el piso, siempre vienen luego nuevas proposiciones, con nuevos grupos que se incorporan a lo que hace - mos en el Afuera... siempre hay “una Edda”, “una Cobarrus” proponiendo o incorporándose con entusiasmos, algunos pasajeros y otros profundos.

16 Básicamente como una formulación de sociedad que no está en ninguna parte, pero que se transforma en un horizonte deseable para alcanzar.

Estoy más vieja que nunca, porfiada como siempre y también como siempre, te echo de menos... No hay nada nuevo bajo el sol Edda, las mujeres siguen siendo débiles en sus políticas y en sus dignidades ¡Pero cuando la descubren, No Hay nada mejor!”. Planificamos viaje para el 2014, para que Elena conociera Guatemala, esta vez de paseo y ya no se concretó, intensificó sus actividades en Chile, porque así era ella, activista imparable, que sólo un nuevo “cuerpazo”, el definitivo, podía detenerla.

En todos estos años, sostuvimos discusiones memorables y abiertas que no llegamos a concluir, ni a ponernos del todo de acuerdo: sobre el racismo; las utopías; la educación y los derechos humanos, o la mejor manera de deshacerse de la biblia y los libros misóginos, en cada una de ellas, peleábamos, discutíamos, alzábamos la voz, guardábamos silencio y nos influíamos mutuamente. A Margarita había que escucharla, nunca me pesó hacerlo, pues ha sido de las mentes más brillantes del Feminismo, capaz de llevarlo a una radicalidad no negociable con el sistema y pocas veces vista. Margarita tenía un método de diálogo frontal y de shock, ella siempre eligió ser la moza 24 insolente, que nos delineó Julieta Kirkwood. Estoy segura que voy a extrañar su método, porque simplemente, la voy a extrañar a ella.

APUNTES SOBRE CÓMO CONSTRUIR EN COLECTIVO LA AMISTAD POLÍTICA

“En tiempos de desertización, en que el mundo ha dejado de ser habitable buscamos refugio en los oasis...pero corremos el peligro de que, en nuestra fuga hacia el oasis, llevemos los zapatos llenos de la arena del desierto”17).

La enajenación que hemos vivido las mujeres, viene dada por una larga historia de despojo, de privaciones en un círculo permanente de perder el sentido de la vida y, por sobre todo la capacidad del pensar y actuar con voz propia. Se trata de la naturalización de las relaciones de poder y dominio, con su carga de violencia en todos los ámbitos de la vida. Hemos sido despojadas de una conciencia histórica de la colectividad, de una genealogía de mujeres que nos devuelva la posibilidad de actuar sobre la realidad y que nos sitúe en otros tiempos y espacios no intervenidos por el sistema-mundo que conocemos. En este contexto, la posibilidad de construir colectivos de mujeres pensantes, donde la autoconciencia se desarrolle en función de la propia vida; de las otras y de las que nos antecedieron como primera referencia, sigue siendo una búsqueda fundamental. La Amistad Política, como propuesta colectiva se torna más difícil y necesita mayores niveles de análisis y trabajo.

Porque nos exige, estar alertas, despiertas, expresadas y atentas a las dinámicas personales e interpersonales que se dan en las relaciones construidas entre mujeres. A mi juicio, construir Amistad entre Mujeres implica relacionarse desde la horizontalidad, en la ruptura de las jerarquías. Es decir y,- como muy bien lo expuso Margarita-, en el abandono del juego de dominio y el descubrimiento de otros contenidos del poder que hagan posible entrar en el reconocimiento a los saberes, en la reflexión inteligente y en la capacidad de respeto, desde las potencialidades y no desde las carencias humanas. En los grupos queremos construir nuevas relaciones, sin embargo pocas veces miramos nuestros zapatos para poder sacar la arena de los desiertos que nos rodean. Esa puede ser una gran aventura, si nos animamos a vivirla.

En el mundo, podemos observar dos formas de liderazgos arquetípicos entre las mujeres. El primer modelo, Margarita lo definió muy bien, es el de las regalonas del patriarcado. Esa forma de liderazgo está significada por el poder y el dominio, se materializa en la competencia con otras mujeres y necesita realizarse en solitario. En este tipo de liderazgos, se produce la desidentificación con las otras, aparentemente sus resultados son por mérito propio y no por un proceso de reflexión colectiva y de experiencia histórica de las mujeres. Laura Rodríguez, diputada humanista chilena, lo dijo muy claramente a inicios de los 90, al hablar del “virus de altura”, cuyos primeros síntomas aparecen cuando sobreviene el mareo frente al aplauso y el agasajo de la gente, se te nubla la vista y sólo es posible verte a ti misma. Hoy le llamaríamos “emponderamiento”18), derivación irreverente del “empoderamiento” acuñado por el feminismo hegemónico de la igualdad, para graficar el poder de las mujeres en su instalación en la seudo negociación con el sistema. En este tipo de liderazgos, el colectivo no es lo fundamental, muchas veces, es el trampolín para lograr los objetivos individuales. A este tipo de mujeres les llamábamos las trepadoras, en algún minuto de nuestra historia.

El otro modelo, surge de quienes tenemos la necesidad vital de construir/construirnos en colectivo. El liderazgo se basa justamente en la grupalidad, busca la colaboración con las otras, apela al respeto y al reconocimiento de la potencialidad de cada quien y en conjunto, en una lógica de horizontalidad y entre iguales, individuas y pensantes. El espacio político es de crecimiento recíproco y alimenta la posibilidad de instalar en el mundo un cuerpo de ideas sólidas, acompañadas de una gestualidad coherente y cohesionada. Reconoce a la otra en sus autorías y aportes, acuerpa las buenas ideas, coloca pasión en la actuancia. En este modelo, la propuesta política se produce en armonía con el pensar juntas y actuar en coherencia.

Entre estos dos arquetipos, hay una gama amplia de posibilidades, por lo que dependerá de las formas que asuma nuestra propuesta colectiva, cómo se van a ir consolidando liderazgos que construyan pensamiento propio y, a la vez, que tengan la capacidad de instalación social de los pensamientos construidos entre todas. Siempre desde la historia, con reconocimiento y sabiduría. La amnesia es del patriarcado. Uno de los grandes aprendizajes que extraigo de todo los intentos de formar colectividad, es que tanto en la Amistad, como en los grupos políticos, contar con ideas comunes y una actuancia, una práctica compartida, sólo es posible a partir de la individuación, es decir, de una individua consciente de sus actos, comprometida con sus ideas, expresada y respetuosa de la/las otras.

Otras arenas que es necesario ver/ vernos, son las dificultades que se derivan de los resabios del familismo en los que estamos atrapadas: las simbiosis (generalmente en la búsqueda de la madre perdida); las codependencias, (no puedo hacer nada sin las otras), los acentos en lo negativo (nos preocupamos más por las que no llegan a la reunión que por valorar y construir con las que sí llegan, peor aún, si la que no llega es a quien el grupo le ha otorgado el poder). De alguna manera son prácticas donde reina el eterno femenino, se nutren los pequeños y miserables poderes que manipulan y chantajean; se seduce con el supuesto deseo de agradar siempre a las otras.

Nos desresponsabilizamos y nos acomodamos a los liderazgos instalados. También es posible identificar, en las relaciones amorosas y de pareja que surgen en los grupos, sus rupturas y enojos

18 Emponderada es la mujer liberada, que siente que ya no necesita el colectivo y que cree que ha ganado cuotas de igualdad y que puede representar a las otras sin consultárselo a nadie.

que traspasan la delgada línea de lo íntimo a lo político en la construcción compartida, rompiendo los equilibrios y pasando una cuenta emocional a las otras que distorsiona las relaciones en la grupalidad, pues, “obligan” a una toma de partido que no le corresponde.

Otro problema que hemos vivido en las organizaciones y que no trabajamos lo suficientemente, tiene que ver con el dinero y las relaciones laborales, cuando éstos se dan en el ámbito de la organización y la grupalidad de mujeres. Nos cuesta mucho diferenciar nuestras actuancias, de nuestros compromisos laborales y ahí también, caemos en confusiones de distintas naturalezas.

En este proceso, confundimos los espacios, no tenemos claridad cuando los aportes son propios y cuando son producto de la relación económica establecida; tampoco tenemos claridad sobre compromisos de trabajo, pagados con financiamientos para la organización, y que no se realizan; o, momentos en que la colectividad que ha logrado un poco de financiamiento y contrata a una de sus integrantes, ella haga todo lo que el grupo quiere, porque para eso, está recibiendo un salario.

En este contexto, ¿Cómo saber cuándo estamos reproduciendo las formas conocidas en la relación política entre mujeres? ¿Cómo desaprender colectivamente dichas prácticas? Si tenemos miedo a expresarnos, será muy difícil hacerlo, porque nos negaremos a visualizar y a explicitar las diferencias. Cuando eso ocurre, necesariamente se acaba el crecimiento colectivo, sobrevienen las crisis y es necesario separarse, tomar distancias. Esto no es un hecho dramático en sí, lo dramático es que nos aferramos y no queremos dejar fluir la vida, cuando se termina la relación En este punto, necesariamente debemos reflexionar sobre la ética. Todas estamos afectadas por distintos grados de incoherencia entre nuestro discurso y nuestra práctica, en la medida que nadamos en las aguas turbulentas de esta sociedad que nos es profundamente inhóspita e incómoda.

Pero en nuestras propias incoherencias, debemos tener un límite ético, una línea que no es posible traspasar. Hay una plataforma que es básica sobre la cual asentar nuestro accionar, la decisión sobre nuestro propio cuerpo, la libertad en la sexualidad, la erradicación de la violencia de nuestras vidas, la lucha contra el racismo y la explotación, desconstruir los ejercicios de poder y dominio en relación a nosotras, las otras y a nuestro entorno, a los animales, a la red de la vida que constituye este planeta; confrontar todos los tipos de religiones y sus imposiciones, entre las que considero más importantes. Ese límite no es posible traspasarlo sin dañar a la otra, con la que estamos tratando de crear nuevas formas de estar juntas en la vida y, sin transgredir profundamente, las bases para un cambio civilizatorio.

Guatemala, 19 de junio 2015

FRAGMENTO DEL LIBRO EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES: CONCEPTUALIZACIÓN Y ESTRATEGIAS DE CLARA MURGUIALDAY MARTÍNEZ 2006

III.2. GANAR PODER JUNTO CON OTRAS (EL PODER “CON”)

Esta forma de poder tiene que ver con la acción colectiva: es un poder que multiplica los poderes individuales al asumir que un grupo actuando coordinadamente logra más que las personas aisladas. Se expresa en la capacidad de un colectivo para presentar una solución común a sus problemas, permitiendo que todas las potencialidades se expresen en una agenda grupal que también se asume individualmente (Deere y León 2000).

La necesidad de construir redes y alianzas entre las personas pobres es aún más imperiosa en el caso de las mujeres porque su capacidad asociativa es su principal recurso para enfrentar una subordinación que tiene connotaciones también colectivas. En este sentido, Mosedale (2003) ha recalcado la importancia de que las mujeres tengan la oportunidad de transitar del “yo” al “nosotras” en su análisis de sus condiciones de vida, para construir una identidad colectiva que, según Kabeer (1998), “sostiene la mayoría de las estrategias de empoderamiento de las mujeres”.

La importancia de esta dimensión identitaria proviene del hecho de que la habilidad de las mujeres para lograr que sus intereses estratégicos sean tomados en cuenta será mayor cuanto más sólida sea la organización que ellas han construido alrededor de sus necesidades prácticas. Ahora bien, la conciencia del “nosotras” no surge espontáneamente sino que requiere la existencia de relaciones entre las mujeres y la reflexión conjunta en torno a sus vivencias de la feminidad.

La conciencia de formar parte de un sujeto colectivo se construye con la subjetividad individual y con la empatía hacia las experiencias ajenas, y su expresión más clara es que deja de tener sentido el ente abstracto “la mujer” para que cobren sentido “las mujeres” en tanto sujetos concretos y diversos. Pero, dado que no hay una única manera de ser mujer -son 35 muchos los factores que tiñen la experiencia personal: edad, opción sexual, lugar de residencia, condición laboral, nivel de ingresos, pertenencia étnica, discapacidades visibles, experiencia política, creencias religiosas-, la forma en que se integra la diversidad femenina tiene un papel relevante.

La construcción de identidad colectiva no puede anular la pluralidad, subordinar unas experiencias a otras, poner la opresión de género por encima de todo o buscar una esencia intangible que iguale a todas las mujeres. Por el contrario, requiere capacidad para reconocer e integrar las experiencias particulares, así como voluntad política para diseñar actuaciones alrededor de las necesidades e intereses de los distintos colectivos femeninos. Para afianzar la identidad colectiva es necesario crear estructuras organizativas que puedan sostener la energía y entusiasmo femeninos.

El surgimiento de numerosas organizaciones de mujeres ha sido el fenómeno sociopolítico más pujante en las últimas tres décadas en todo el mundo. Estas adoptan la forma de “grupos de base” (integrados por mujeres de una misma comunidad generalmente reunidas en torno a sus necesidades prácticas), asociaciones de afiliación masiva en ámbitos rurales y urbanos, grupos

feministas centrados en la reflexión, difusión o intervención política, organizaciones dedicadas a la promoción y el desarrollo de las mujeres, entidades “paraguas” de ámbito local, regional o nacional, redes continentales e incluso plataformas de alcance mundial.

La capacidad para crear, sostener y ampliar sus propias organizaciones es uno de los indicadores centrales del empoderamiento de las mujeres. Lo que Evans (1979) ha denominado “condiciones para el desarrollo de una identidad colectiva insurgente” resume los entornos necesarios para que las mujeres se empoderen colectivamente:

a. espacios sociales donde ellas puedan sentirse valoradas y seguras; b. modelos alternativos proporcionados por mujeres que rompen pautas de sumisión o pasividad; c. ideas que expliquen las causas de la opresión, justifiquen la rebeldía e imaginen un futuro radicalmente distinto; d. respuestas sociales a su nueva identidad que fuercen a cada mujer a confrontar las creencias heredadas, y e. una red que permita expandir las nuevas visiones y activar un movimiento social.

Todo esto es, precisamente, lo que encuentran las mujeres en las organizaciones del movimiento social de mujeres y, en particular, en los grupos feministas. En el campo del desarrollo, Nussbaum ha analizado las posibilidades de cambio que pueden crearse mediante la construcción de code colectividades femeninas locales y ha alertado sobre los negativos efectos que puede tener para el desarrollo económico ignorar las tradiciones de solidaridad femenina y de pertenencia grupal que existen en muchas sociedades.

Describiendo las estrategias adoptadas por algunas organizaciones sociales y programas gubernamentales de Bangladesh e India, Nussbaum (2002) ha sostenido que: “Si los que trabajan por el desarrollo proceden asumiendo (en forma típicamente occidental) que las familias nucleares son las unidades primarias de la solidaridad personal y que las mujeres se relacionan con otras mujeres primariamente como integrantes de parejas heterosexuales, resultan ignoradas las tradiciones de solidaridad femenina y de pertenencia grupal, a menudo muy productivas para el desarrollo económico”.

Los estudios sobre el potencial empoderador de la alfabetización han llevado a Stromquist (1997) a plantear que, para las mujeres, la principal puerta de entrada a los procesos de empoderamiento es su organización colectiva. Salir de casa y participar en algún tipo de iniciativa grupal o empresa colectiva que sea exitosa es útil para que las mujeres desarrollen un sentido de capacidad que incrementa su autoestima y autonomía, siendo el factor clave la existencia de un grupo pequeño y cohesionado donde se dé una identificación estrecha entre sus integrantes.

Stromquist ha sistematizado el proceso de empoderamiento como una cadena de eventos que comienza con la participación de las mujeres en un grupo pequeño que realiza actividades de generación de ingresos, de apoyo mutuo en necesidades básicas o de mejora de servicios comunitarios, y a través de las cuales las mujeres obtienen experiencias valiosas que potencian su autoconfianza y sus habilidades de liderazgo.

La reflexión colectiva sobre sus condiciones de vida les permite una mejor comprensión de las estructuras que afectan sus existencias cotidianas y les motiva a actuar en el ámbito público-local, lo que fortalece su sentido de competencia personal y mejora sus capacidades de negociación de las relaciones familiares.

El diagrama siguiente presenta la secuencia teórica de eventos en el proceso de empoderamiento:

Participación en pequeños grupos con una agenda colectiva Comprensión de los mecanismos de dominación. Organización y movilización. Constitución de una agenda política más amplia.

Nivel micro

Mayor libertad y sentido de competencia personal. Redefinición de los valores femeninos. Renegociación de las relaciones domésticas.

Fuente: Stromquist 1997

Nivel macro

Agenda política amplia. Nuevos acuerdos colectivos. Ciudadanía transformada.

III. 3. GANAR PODER PARA CAMBIAR LA REALIDAD (EL PODER “PARA”)

En su sentido más general, el poder es la capacidad de producir un efecto, “la energía que causa un cambio o impide que este ocurra” (Eyben 2004). El poder “para” se refiere al potencial que toda persona tiene de definir su propia vida. Se trata de un poder creativo que estimula la capacidad de actuar en pos de los propios intereses y ampliar los límites de lo que es alcanzable para una persona; se expresa en la habilidad de las personas para reconocer sus necesidades y darse cuenta de que tienen capacidad de incidir en sus circunstancias para lograr una situación más favorable para ellas.

Este tipo de poder tiene que ver con la agencia y está en la base del enfoque de capacidades de Sen, quien afirma que la gente no es libre cuando no tiene el poder de hacer elecciones sobre sus vidas. El poder “para” de un colectivo se refleja en su capacidad para llevar adelante estrategias de movilización en torno a sus prioridades autodefinidas, así como en el ejercicio de un tipo de liderazgo que galvaniza el entusiasmo y la acción colectivos.

Para acceder a esta dimensión política del empoderamiento las mujeres han de actuar colectivamente en la arena pública, tomando parte en todos los ámbitos donde se toman decisiones relevantes para ellas y sus colectivos de pertenencia, con el objetivo de transformar las estructuras que sostienen la desigualdad de género.

Se trata de una participación social y política que no se reduce a “estar oyendo a otros” sino que busca dar a conocer sus intereses y promover su propias agendas reivindicativas, poner en marcha estrategias para modificar leyes y 38 políticas, aportar y defender sus visiones y alternativas a los problemas generales, construir liderazgos feministas fuertes y diversos… en definitiva, incidir políticamente para que las instituciones públicas orienten sus actuaciones hacia el logro de la equidad de género. Algunas experiencias de organizaciones de mujeres muestran que “una vez que se reconocen las dimensiones políticas más amplias de la subordinación de género y se actúa sobre ellas, el empoderamiento de las mujeres se puede convertir en algo tan desestabilizador para el orden social como formas más convencionales de políticas de oposición” (Kabeer 1998).

En este sentido, no debe perderse de vista el papel contradictorio del estado en el proceso de empoderamiento de las mujeres pues al tiempo que brinda ciertas condiciones que habilitan a las mujeres a movilizarse en torno a sus propias necesidades, deja de ser un aliado confiable cuando estas movilizaciones entran en conflicto con otros intereses institucionales.

También debe tenerse en cuenta que el incremento del número de mujeres que ocupan cargos en las instituciones políticas no se traduce, automáticamente, en mayor empoderamiento de las mujeres. Como plantean Oxaal y Baden (1997), “las medidas para aumentar la cantidad de mujeres representantes necesitan ser acompañadas de medidas para mejorar la calidad de la participación… Las mediciones cuantitativas de la participación de las mujeres en la política son inadecuadas como indicadores del empoderamiento de las mujeres y se necesita prestar más atención a cómo evaluar cualitativamente el empoderamiento de las mujeres a través de los sistemas políticos”.

La capacidad de incidencia política es la prueba de fuego del empoderamiento político de los

colectivos sociales. La incidencia política ha sido definida como “los esfuerzos planificados de la ciudadanía organizada para influir en las políticas y programas públicos por medio de la persuasión y la presión ante organismos gubernamentales, organismos financieros internacionales u otras instituciones. Es un proceso fluido, dinámico y multifacético… dirigido a generar influencia sobre las personas que tienen el poder de decisión en asuntos de importancia para un grupo en particular o para la sociedad en general” (Miller 2000).

Actuaciones denominadas incidencia política, defensa o cabildeo (términos usados para traducir el término advocacy), forman parte ya del repertorio de trabajo habitual de las organizaciones de mujeres y movimientos feministas del Sur que, desde las Conferencias de El Cairo y Beijing, han demostrado una enorme 39 capacidad para poner en marcha diversas estrategias dirigidas a influir en procesos de toma de decisiones a nivel local, nacional e internacional, expresando así su empoderamiento colectivo en el terreno de lo público-político.

La sistematización del trabajo de numerosas organizaciones de mujeres en África, Asia y América Latina, sugiere que el trabajo de incidencia política se organiza alrededor de la resolución de un problema por medio de un cambio en las políticas públicas y requiere un análisis profundo del ambiente político, una comprensión del problema concreto y una propuesta coherente para su solución.

Las estrategias utilizadas incluyen, entre otras, el uso de los medios para formar opinión pública, el cabildeo con los que toman decisiones y los líderes de opinión, la organización de una base de apoyo, la investigación, la formación de coaliciones, la promoción de liderazgos fuertes y diversos, etc.

La concientización sobre la desigualdad de género forma parte inseparable del trabajo de incidencia pues, para que las mujeres puedan participar en procesos políticos reclamando sus derechos, primero tienen que reconocerse como actoras sociales titulares de derechos, lo que no es fácil de lograr si no han cuestionado la naturalidad de su subordinación o no han aprendido a identificar sus deseos y necesidades.

Como objetivo final, el trabajo de incidencia persigue poner en la agenda política las reivindicaciones de las mujeres, pero las estrategias usadas para lograrlo –organización, participación, movilización, etc.- contribuyen además a fortalecer las organizaciones de mujeres y a promover una cultura política más democrática e inclusiva.

En el trabajo del desarrollo, incorporar esta dimensión política a las estrategias para el empoderamiento de las mujeres es requisito para que este sea sostenible a largo plazo. Sólo aquellas estrategias capaces de imaginar a las mujeres actuando en el ámbito de las prioridades políticas, y dispuestas a proveerlas de los recursos necesarios para cuestionar esas prioridades e invertirlas a su favor, pueden lograr que las mujeres participen más allá del nivel del proyecto e incidan en el programa más amplio de elaboración de políticas, de modo que sus intereses estratégicos se conviertan en una influencia duradera sobre la orientación del desarrollo.

Confrontar las múltiples formas en que opera el poder “sobre” es el reto último de todo proceso de empoderamiento colectivo. VeneKlasen y Miller han sistematizado las diversas estrategias de participación e incidencia políticas usadas para influenciar y retar las diferentes expresiones

del poder, tomando en cuenta que 40 este opera tanto de maneras obvias y visibles como tras los telones del escenario.

Las tres caras del poder como dominio señaladas por Lukes constituyen los parámetros de referencia a la hora de construir los poderes en positivo que reclama el enfoque del empoderamiento, como se muestra en el siguiente esquema:

El poder que se enfrenta y el poder que se construye en los procesos de empoderamiento

Expresiones, mecanismos y formas del poder

Estrategias para enfrentar el desempoderamiento y la exclusión Poder visible Poder oculto Poder invisible

Reglas de juego formales de la sociedad:

- Instituciones y funcionariado

– Instrumentos: políticas, leyes, constituciones, regulaciones, convenciones, etc. Exclusión de ciertos grupos de la toma de decisiones

Deslegitimación de líderes y temas

Reglas y procedimientos se vuelven invisibles (intimidación, coerción, desinformación, cooptación) Prácticas y normas culturales disuaden a la gente de actuar para el cambio

Grupos excluidos interiorizan sentimientos de apatía, sumisión, culpabilidad

La información crucial está oculta o es inaccesible

Incidencia, cabildeo, monitoreo de políticas públicas

Negociación y acción legal

Difusión y sensibilización

Investigación de políticas, reportes sombra

Movilizaciones, campañas, participación electoral Fortalecer capacidades de organizaciones y movimientos sociales

Construir estructuras y liderazgos que rindan cuentas

Movilización y demostración de fuerza a través de la acción directa

Difusión de datos que legitimen los temas de los grupos excluidos Concientización y educación popular para la autoestima, ciudadanía, trabajo asociativo

Fortalecer la identidad colectiva, solidaridad y resistencia

Vincular temas cotidianos con derechos

Investigar y difundir la información oculta

Promoción del PODER PARA Promoción del PODER CON Promoción del PODER INTERIOR

Fuente: VeneKlasen y Miller (2002).

DESCOLONIZANDO EL FEMINISMO: UNA PERSPECTIVA DESDE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE19

– Ochy Curiel20

Hemos leído y escuchado desde hace tiempos que el feminismo ha sido una propuesta que nace de la Ilustración. Desde una historia contada de forma lineal y euronorcéntrica se asume que el feminismo nace con la Revolución Francesa, como si antes de ese hecho en otros lugares que no son Europa, las mujeres no se hubiesen opuesto al patriarcado.

Esta visión evidencia una relación saber-poder y tiene que ver con el nacimiento del sistema mundo moderno en el momento que Europa se constituye como dominio sobre el resto del mundo. Aunque como concepto el feminismo nace en la primera ola en este contexto como una propuesta que sintetiza las luchas de las mujeres en un lugar y en un tiempo determinado, si entendemos el feminismo como toda lucha de mujeres que se oponen al patriarcado, tendríamos que construir su genealogía considerando la historia de muchas mujeres en muchos lugarestiempos.

Este es para mí uno de los principales gestos éticos y políticos de descolonización en el feminismo: retomar distintas historias, poco o casi nunca contadas. Me propongo en esta presentación contar una “otra” historia, la de una parte del feminismo de América Latina y El Caribe, un historia que ha sido invisibilizada a través de los tiempos, invisibilización que ha estado ligada a procesos de colonización y colonialidad histórica, que ha traspasado tanto las teorías como las prácticas políticas.

Para ello he utilizado el concepto de descolonización, tanto como propuesta epistemológica, como política para explicitar y compartir ciertas posiciones críticas y también las propuestas de varias feministas de la región que venimos de la autonomía y la radicalidad, que articulamos en nuestra propuesta una perspectiva que articula la raza, la etnia, la clase y la sexualidad como pilares centrales de nuestra política ubicada en una región particular. Descolonización como concepto amplio se refiere a procesos de independencia de pueblos y territorios que habían sido sometidos a la dominación colonial en lo político, económico, social y cultural como aquellos procesos que sucedieron en América entre 1783 y 1900 de los cuales surgen los Estados Unidos y las repúblicas latinoamericanas, los que sucedieron entre 1920 y 1945 en relación con las dependencias del Imperio Otomano y desde donde surgen las independencias de buena parte de los Estados del Oriente Medio y el Maghreb y los que acontecen entre 1945 y 1970, a raíz de los cuales el conjunto del continente africano e importantes áreas de Asia, el Pacífico y el Caribe se estructuran en unidades políticas independientes.

19 Parte de esta ponencia fue presentada en el Primer Coloquio Latinoamericano sobre Praxis y Pensamiento Feminista realizado en Buenos Aires en junio de 2009, organizado por el grupo Latinoamericano de Estudios, Formación y Acción Feminista (GLEFAS) y el Instituto de Género de la Universidad de Buenos Aires. 20 Candidata a magister en antropología social. Especialista en Ciencias Sociales y licenciada en Trabajo Social. Integrante del Grupo Latinoamericano de Estudios, Acción y Formación Feminista (GLEFAS). Coordinadora de la Maestría de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia. Integrante del Grupo latinoamericano de Estudios, Acción y Formación feminista (GLEFAS). Activista lésbico-feminista y antiracista. Contacto: ochycuriel@yahoo.com.

Cuando me refiero a procesos de descolonización hacemos énfasis en el último período por el impacto que tuvo en la conciencia crítica no solo en intelectuales y activistas de estos continentes sino en muchos otros de otras latitudes como ha sido el caso en Latinoamérica y el Caribe, procesos además que en el ámbito académico dan lugar a los estudios postcoloniales, culturales y subalternos que colocan en el centro la construcción de los sujetos y las sujetas en contextos postcoloniales.

Estas posturas han cuestionado la relación saber-poder, y colocan como premisa que el surgimiento de América es un producto de la modernidad en la construcción del sistema – mundo cuando Europa se constituye en torno a su referencia periférica: América. (Dussel, 1999), una relación que ha implicado una estructura de dominación y explotación a travesada por la raza, la clase, el régimen de la heterosexualidad que se inicia en el colonialismo pero que se extiende hasta hoy como su secuela. Anibal Quijano denomina a este patrón mundial la colonialidad del poder (Quijano, 2000) y la misma ha evidenciado la actitud parroquial de Europa de pensarse como el centro de la modernidad y la matriz civilizatoria que las otras sociedades debían alcanzar y ello se ha construido desde un occidentalismo que define un Yo-Occidental constituido por su diferencia, en este caso, la diferencia colonial, que diluye ese otro, esa otra, que incorpora ese yo en el otro/otra y desdestabiliza el yo por el otro/otra (Coronil, 2005).

Esta colonialidad ha atravesado también al feminismo, incluso feminismo hegemónico de América Latina y otros países del Tercer Mundo. Lo que ha generado que las mujeres del tercer mundo sean representadas como objeto y no como sujetos de su propia historia y experiencias particulares (Mohanty, 1985), lo que ha dado lugar a una autorepresentación discursiva de las feministas del primer mundo que sitúa a las feministas no europeas en el “afuera” y no “a través” de las estructuras sociales, vistas siempre como víctimas y no como agentes de su propia historia con experiencias importantes de resistencias y luchas y teorizaciones.

Un proceso de descolonización desde las experiencias situadas de las latinoamericanas y caribeñas supone entonces rescatar diversas propuestas epistemológicas y políticas relocalizando el pensamiento y la acción para anular la universalización, característica fundamental de la modernidad occidental.

La descolonización para nosotras se trata de una posición política que atraviesa el pensamiento y la acción individual y colectiva, nuestros imaginarios, nuestros cuerpos, nuestras sexualidades, nuestras formas de actuar y de ser en el mundo y que crea una especie de “cimarronaje” intelectual, de prácticas sociales y de la construcción de pensamiento propio de acuerdo a experiencias concretas.

Se trata del cuestionamiento del sujeto único, al eurocentrismo, al occidentalismo, a la colonialidad del poder, al tiempo que reconoce propuestas como la hibridación, la polisemia, el pensamiento otro, subalterno y fronterizo. Estas propuestas críticas del feminismo latinoamericano y caribeño son posiciones de oposición al feminismo ilustrado, blanco, heterosexual, institucional y estatal, pero sobre todo un feminismo que se piensa y repiensa a sí mismo en la necesidad de construir una práctica política que considere la imbricación de los sistemas de dominación como el sexismo, racismo, heterosexismo y el capitalismo, porque considerar esta “matriz de dominación” como bien la denominó la afroamericna Hill Collins (Collins, 1999) es lo que da al feminismo un sentido radical. Esta propuesta retoma parte de

los postulados de los años setenta y ochenta de las afrofeministas, chicanas y de las lesbianas radicales. Reconoce que es allí donde se ubica una propuesta descolonizadora, vista en el contexto latinoamericano y caribeño de hoy.

Con ello crea una genealogía feminista, porque este feminismo sabe, piensa y propone la continuidad de una historia construida por muchas en diferentes momentos históricos. Si bien las afrolatinas y caribeñas, las mujeres populares, muchas lesbianas latinoamericanas cuestionaron el sujeto del feminismo en las décadas de los setenta y ochenta, visto como “la Mujer” de clase media, mestiza, heterosexual, aún sus análisis eran limitados al basar sus teorías y sus prácticas políticas en “la diferencia” y la identidad como fundamento de sus reivindicaciones y motivo de sus acciones, momento que fue necesario, pero no suficiente para el feminismo que hoy se necesita en este nuevo contexto.

Esta política de identidad fue necesaria por la crítica a la universalidad, a lo general, a lo monolítico, a lo etnocéntrico y heterocéntrico como legado fundamental de la modernidad y la colonización para evocar la necesidad de comprender las y los sujetos sociales desde una diversidad de experiencias particulares y diversas formas de vida específicas y concretas, tentativas y cambiantes. Y esto había que hacerlo en el feminismo.

Las críticas del feminismo estructuralista y la Teoría Queer, con su crítica a las identidades nos colocaron a muchas en grandes dilemas frente la pregunta: ¿Son todas las identidades esencialistas o es que en contextos determinados, las identidades vistas estas como estrategias, son imprescindibles para la política feminista, hechas por mujeres racializadas, por lesbianas, por indígenas, es decir aquellas que no corresponden al paradigma moderno?

Haber respondido, reflexionado y debatido largamente sobre pregunta ha permitido relativizar la política de identidad, poniéndole límites, asumiéndolas como estrategias y posicionamientos, más que como fines en sí mismos. Paralelamente en los años noventa parte las feministas críticas y radicales nos asumíamos como autónomas frente al fenómeno de la institucionalización expresada en la oegenización, en las preparación y seguimientos a las conferencias mundiales organizadas por la ONU que definía las prioridades del movimiento, frente a la intromisión del Banco Mundial y AID al accionar del movimiento feminista, frente a la cooptación de muchas feministas por parte de los Estados, gobiernos, partidos, frente a la dependencia ideológica y económica de la cooperación internacional, todo lo cual ha tenido altos costos para el feminismo al perderse buena parte de sus postulados políticos más éticos y revolucionarios.

Experiencias como la de las Cómplices, Las Próximas, las Chinchetas, Mujeres Creando, Mujeres Rebeldes, Lesbianas feministas en Colectiva, el Movimiento del Afuera con sus obvias diferencias, desde República Dominicana hasta la Argentina han propuesto un feminismo excéntrico, del afuera, desde la frontera, comunitario, desde los márgenes como espacios posibles de construcción política desde la acción colectiva autogestionada y autónoma que produce teoría propia y un pensamiento descolonizador frente al eurocentrismo y a la teoría y perspectiva de género más conservadora y que cuestiona de fondo la relación saber-poder y la dependencia a las instituciones. Todas ellas en diferentes momentos han sido parte de la construcción autónoma y hoy, después de casi veinte años, algunas feministas de estos colectivos nos proponemos revisar nuestra política colocando y respondiendo preguntas que a la vez son grandes desafíos: ¿Cómo comprender el contexto específico donde nos ubicamos que permita construir pactos políticos entre feministas de varios contextos sin que ello convierta en impunidades las desigualdades

y diferencias que nos atraviesan por raza, clase, sexualidad, situación migratoria en los contextos y las mismas experiencias situadas?. ¿Cómo actuar como feministas en los contextos latinoamericanos y caribeños atravesados por conflictos armados internos, desplazamiento forzado, pobreza extrema, racismo, violencia contra las mujeres y un “socialismo de siglo XXI” con tintes dictatoriales?

Otro de los temas urgentes, como propuesta descolonizadora y transformadora que tenemos es en relación a la producción del conocimiento. Podríamos afirmar, si consideramos la producción teórica y con ello la producción editorial, que en Latinoamérica y el Caribe se he producido poco, comparado con el feminismo europeo y norteamericano como igual sucede en muchos países de los llamados del Tercer Mundo y esto tiene que ver con las condiciones materiales y sociales de estas regiones del mundo, no obstante hay producciones importantes y sobre todo muchas prácticas políticas poco teorizadas y conceptualizadas.

Estas producciones tanto desde el ámbito académico como desde el movimiento mismo, son consideradas como puro activismo, como sistematizaciones de prácticas feministas no aptas para el “consumo” académico y teórico, por tanto no son las referencias de la mayoría de las feministas latinoamericanas, al contrario, nuestras referencias son las teorías y conceptos hechos fundamentalmente por europeas y norteamericanas.

Este hecho pone en el centro la relación poder-conocimiento y el binarismo teoría -activismo vistos como la distinción entre el conocimiento puro y conocimiento político en donde se reconoce una forma de escritura y se establece la división entre política y teoría, lo que evidencia la negación de que ambas son formas de discurso, que producen cambios y transformaciones sociales. ¿Realmente se ha descolonizado el pensamiento y la teoría feminista latinoamericana? Me atrevo a decir casi un rotundo no, con algunas excepciones.

Por más que conozcamos el proceso de colonización histórica y que siempre reaccionemos ante él desde la perspectiva de la economía política seguimos pensando que estamos “privadas” de algo, aquello que nos falta para convertirnos en europeas o en norteamericanas. Y si las producciones de las latinoamericanas no son reconocidas en la misma región, mucho menos son conocidas en Europa y Estados Unidos. No existe una especie de Latinoamericanismo una genealogía intelectual que exprese siquiera modos de producción de un discurso de dominación sobre el feminismo latinoamericano hecho por las feministas europeas y norteamericanas.

A lo sumo encontramos “algunas” feministas que extraen materia prima intelectual para la producción académica europea que no impacta más allá de objetivos personales, sean estos definidos desde la solidaridad internacional. Las feministas tercermundistas de otras latitudes que han logrado impactar de alguna manera en el feminismo europeo y norteamericano, lo han hecho porque se encuentran en lugares privilegiados de la academia, fundamentalmente norteamericana, a través de los estudios de área o de equipos de investigación específicos. El internacionalismo o el transnacionalismo del feminismo es solo si se produce considerando a Europa y Estados Unidos como LAS referencias. Que el feminismo, como propuesta de emancipación haya colocado, junto con otras propuestas la crisis del sujeto, la crisis de los metarrelatos masculinos y eurocéntricos, que haya revisado epistemológicamente los presupuestos de la Razón Universal, marcando sexualmente la noción del sujeto, no lo ha librado totalmente de sus mismas lógicas masculinas y euronorcéntricas.

En el caso del feminismo latinoamericano, ello no solo se evidencia en la separación entre teoría y práctica, en el reconocimiento abrumador de las teorías europeas y norteamericanas en detrimento de las latinoamericanas y otros países del Tercer Mundo, sino también en su propia dinámica interna frente a la multiplicidad de sujetas que lo componen. La historia latinoamericana es subalterna frente a Europa y Estados Unidos, el pensamiento teórico y político también es subalterno, pero también las producciones de las afrodescendientes, de las lesbianas, de las pocas indígenas feministas son las más subalternas de todas las historias (Curiel, 2007).

El descentramiento del sujeto universal del feminismo aún contiene la centralidad euronorcéntrica, universalista y no logra zafarse de esa colonización histórica por más que la critique. Las mismas latinoamericanas y caribeñas feministas hemos tenido una responsabilidad histórica en mantener estas relaciones de poder en torno al status del feminismo latinoamericano y su situación interna.

Lo que daría fuerza al feminismo latinoamericano como propuesta teórica crítica y epistemológica particular es zafarse de esa dependencia intelectual euronorcéntrica, lo cual no niega que sean referentes teóricos importantes, pues el feminismo es a fin de cuentas internacionalista. Descolonizar para las feministas latinoamericanas y caribeñas supondrá superar el binarismo entre teoría y práctica pues le potenciaría para poder generar teorizaciones distintas, particulares, significativas que se han hecho en la región, que mucho puede aportar a realmente descentrar el sujeto euronorcéntrico y la subalternidad que el mismo feminismo latinoamericano reproduce en su interior, sino seguiremos analizando nuestras experiencias con los ojos imperiales, con la conciencia planetaria de Europea y Norteamericana que definen al resto del mundo como lo OTRO incivilizado y natural, irracional y no verdadero.

Paralelamente el reto ético y político de las feministas europeas y norteamericanas implicará reconocer estas experiencias teóricas y políticas como parte del acervo y la genealogía feminista, pues solo así será posible un feminismo transnacional basado en la complicidad y solidaridad de muchas de las feministas que compartimos los mismos proyectos políticos de emancipación.

BIBLIOGRAFÍA:

- Coronil, Fernando. 2005. “Más allá del Occidentalismo: Hacia categorías Geohistóricas Noimperialistas”, en: Teorías sin disciplina. Latinoamericanismo, Poscolonialiad y Globalización en Debate. Santiago Castro Gómez y Eduardo Mendieta . Coords.Bogotá.

- Curiel, Ochy. 2007. “La Crítica Poscolonial desde las Prácticas Políticas del Feminismo Antirracista”, en: Colonialidad y Biopolítica en América Latina. Revista NOMADAS. No. 26. Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos-Universidad Central. Bogotá.

- Dussel, Enrique. 1999. “Más allá del Eurocentrismo: El Sistema –mundo y los límites de la modernidad”, en: Pensar (en) los intersticios. Teoría y Práctica de la Crítica Postcolonial. S. Castro, Guadiola –Rivera y C. Millán. eds. Instituto de Estudios Pensar. Universidad Javeriana. Bogotá.

- Collins, Patricia, 1998, “La política del pensamiento feminista negro”, en: Marysa Navarro, Catherine R. Stimpson (comps), ¿Qué son los estudios de mujeres. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.

- Mohanty, Chandra Talpade, 1985. Under Western Eyes Revised. Feminist Solidarity Through Anticapitalist Struggle in Feminism Withouth Borders. New York. - Quijano, Anibal. 2000. “Colonialidad del Poder, Eurocentrsismo y América latina”, en: La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. E. Lander Comp. CLACSO. UNESCO

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