Para la hora del té

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Para la hora del tĂŠ


CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES

Rafael Tovar y de Teresa Presidente Saúl Juárez Vega Secretario Cultural y Artístico Guillermo Núñez Herrera Secretario Ejecutivo Ricardo Cayuela Gally Director General de Publicaciones

GOBIERNO DEL ESTADO DE MICHOACÁN DE OCAMPO

Fausto Vallejo Figueroa Gobernador Constitucional Marco Antonio Aguilar Cortés Secretario de Cultura Juan García Tapia Secretario Técnico Fernando López Alanís Director de Formación y Educación Jaime Bravo Déctor Director de Producción Artística y Desarrollo Cultural Raúl Olmos Torres Director de Promoción y Fomento Cultural Paula Cristina Silva Torres Directora de Vinculación e Integración Cultural Héctor García Moreno Director de Patrimonio, Protección y Conservación de Monumentos y Sitios Históricos Miguel Salmón Del Real Director Artístico de la Orquesta Sinfónica de Michoacán María Catalina Patricia Díaz Vega Delegada Administrativa Héctor Borges Palacios Jefe del Departamento de Literatura y Fomento a la Lectura


José Antonio Alvarado

Para la hora del té

Gobierno del Estado de Michoacán Secretaría de Cultura


Para la hora del té 3era. edición, 2013 © José Antonio Alvarado © Secretaría de Cultura de Michoacán Diseño y formación editorial: Paulina Velasco Figueroa Ilustración en portada: José Miguel García Castro, Deanpi

Secretaría de Cultura de Michoacán Isidro Huarte 545, Col. Cuauhtémoc, C.P. 58020, Morelia, Michoacán Tels. (443) 322-89-00, 322-89-03, 322-89-42 www.cultura.michoacan.gob.mx ISBN: 978–607–8201–37–2 Impreso y hecho en México


PRESENTACIÓN José Antonio Alvarado (Zacapu, 1943) realizó estudios de filosofía en la Facultad de Altos Estudios “Melchor Ocampo” de la Universidad Michoacana y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha publicado en suplementos, periódicos literarios y revistas de nuestro país. Tiene varios volúmenes publicados: Habitación sin muros (1969); Para la hora del té (1973); Algo ha quedado roto desde entonces (1982); Ejercicios del sueño (1982); Interrogatorio de barandillas y otros textículos (1984); La pequeña Frankestein (1985); El cangrejo y el mar (1998); La muerte del Quijote (1999); Las palabras cansadas de volar solamente nombran (2000); El dragón en el espejo (2001); y las antologías Junio de lluvia vestido y Nosotros somos yo de Concha Urquiza y Ramón Martínez Ocaranza, respectivamente. Estos títulos constituyen –como acertadamente escribió Gaspar Aguilera Díaz– el itinerario poético que confirma un oficio sólido que en su sentido del ritmo y la capacidad de evocar con sordidez, ironía o nostalgia, encuentra su mejor expresión. En 1982, Ángel José Fernández, hoy día uno de los poetas más destacados de la poesía veracruzana, escribió que en la poesía de Alvarado se encuentra no sólo un acto por conseguir lo inalcanzable; remite a los engranajes del sueño, donde cobran figura e imagen los hechos del hombre que se preocupa por vivir y dejar huella, y deja sentir así la presencia de un poeta que marca distancia con sus primeros poemas pero perduran los temas de antes con la inclusión de nuevas imágenes capaces de incendiar el erotismo y las cosas de la naturaleza, con un coloquialismo basado en el verso libre, siempre con el ritmo de las palabras y con el ejemplo de quien se sabe ante todo poeta. Para entonces ya había publicado Habitación sin muros y hacia una década de la primera edición de los poemas que reunió bajo el título Para la hora del té, pero anunciando ese año de 1982 que se trataba de una versión revisada y definitiva de sus poemas agrupados en la antología personal Algo ha quedado roto desde entonces. Con el tiempo, aquellas fechas son una huella emblemática en su poesía. En 1973, a los 30 años ha publicado por primera vez este puñado de poemas, cuatro décadas después estamos hablando que han transcurrido 40 años y, ahora, con motivo de sus 70 años de vida se vuelve a publicar una edición para celebrar siete décadas de vida y recordar que, por lo menos medio siglo de éstos los ha dedicado a escribir poesía. Morelia, Mich., a 4 de abril de 2013. Rafael Calderón. 7



ADVERTENCIA

Con los niĂąos Y el mar Nunca se sabe Viven con los bolsillos Llenos de corales Humedeciendo La raĂ­z del mundo.

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INTROSPECCIÓN

Voy a mi antojo A convertirme en faro Obligándote a fecundar el mar Con proyectiles de semen luminoso Aprenderás a guardar Tu mano de mendigo Y hacer de élla un puño Y cuando pregunten Dónde la tristeza Dónde un rostro de niña Dónde la lengua Dónde un muslo para labrar una caricia Me verán fundido en otra piel Que habita en tu cintura.

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BAGATELAS DE LUZ

Porque cada quien al nacer Lleva su muerte bajo el brazo Soy distancia Soy mano Todas esas angustias Abandonadas en el mundo A nuestra propia suerte Y es necesario reír En el lugar preciso Que la etiqueta exige Administrarse a solas Bagatelas de luz O la sonrisa de un niño Cuando en la sal Se reúnen las buenas costumbres Soy distancia Todos esos muros destruidos De catedral antigua Soy el debate De nuestra vieja conciencia Soy mano Abandonada sobre tu desnudez Elemental caricia giratoria.

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CIRCUNVOLUCIÓN

I Despertar Uno dentro del otro Nuestros cuerpos Nunca llegan a vernos II Tu imagen Taladra memoria El festín de brujas Las estatuas de piedra Las serpientes de arena Pasan por mi espejo El alcantarillado Recibe los despojos De una frente desnuda Años sin tiempo Para ser recordados Llueve Hoy puede ser pensado Tu ser parida niña A hurtadillas En las habitaciones de soltero Con el adiós Colgando en las arrugas El regreso Un paisaje en los ojos Ya olvidado.

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POEMAS EN SERVILLETAS

Una vez para Alma Dos veces para Ariadna 1

Escribo Por el derecho que me da tu cuerpo Por ese brazo roto que la estrella Me cedió en tu vientre Por arrancarle al polvo la oscurecida imagen Hablo Por descubrirte en mi silencio como un eco 2 Escribo Ariadna Para tus 18 meses de sonrisas Con los incisivos clavados en los dedos de el pecas El oso Barney tamborilea en la sala Y busca complicidad para tu asombro Es tan sencillo Pasar la mano sobre el peluche Rosado y perezoso del conejo Y claro está Después de algunos años Recorrerás estas calles El mundo Llevando en vilo una pancarta Cuando te haya nacido la tristeza 3 Y por demás bien muerta Sea la ciudad Su infinita procesión de silencios

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Un ir tallando hueso contra hueso Con un mon贸tono tac-tac de limpiabrisas Ya hacen muchos hombres Ariadna Y hoy para tus 18 meses Intento rescatar de la hoguera La palabra Y tomar entre mis manos tu sonrisa Demiurgo del poema Pero dime D贸nde tu mano c贸ncava Para llevarme al mar.

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ORACIÓN POR TU INFANCIA

Tiendo de la porción adulta Del brazo de una muñeca extrañamente preferida Ocupas hoy el sitio exacto en mi tristeza Recién nacido el mundo Reconoce en tus manos la palabra Que salta del bautisterio Y se queda cintilante en las cosas Y cuando encendemos las primeras luces Ya no sabemos si era viento o deseo Y las palabras son Lo que ha cavado la noche Y las ha vuelto tan antiguas Con ese color Con el que los muertos sonríen a las estrellas Y nos asombra Ver sombras vespertinas en nuestra calavera Pero el grito y el río Se nos han ido secando Entre el mínimo recuento de nuestras culpas Y los atardeceres Nosotros Oficiamos tu ingreso En una mañana de la que no habrás de escaparte Y rodará tu infancia Con la cabeza del cabrito sacrificado Entre el descanso eterno de los dioses.

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VOLVÍAMOS

Volvíamos de la noche Con el jazmín morado entre las manos Un jadeo de peces Devorando los instantes rojizos Una tea redondeada Deslizándose en la superficie de la sábana Y la insinuada sombra Que de soslayo al espejo se sabía penetrada La espuma se miraba en el mar Desde los cerros Aromas denunciaban la presencia de los pájaros Éramos dos fuegos temerosos del incendio Nos interrogábamos A cerca de quién arrojó La chispa a la pradera Nadie recuerda Cómo nos iniciamos En la persecución de la caricia Nacida en el océano de las murmuraciones Cómo fuimos llegando a ser amamantados Por una misma estrella Y desde entonces la elegimos Depositaria de las horas En el patio de un castillo de arena Volvíamos de la noche Los astros en desbandada Daban a la montaña su última caricia Y en el follaje de los ecos Traídos por el viento

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Hasta la piel oscura del jardín del mar Donde el azul va tejiendo sus trenzas Cerrando el abanico La noche se pierde pisciforme Bella aún Moviéndose entre algas de luz Hundida pero bella en la memoria Con una voz concéntrica De ánades cercanos a la orilla O de rumor de tiempo Más allá del grito y el silencio Con devaneos huidizos que levantan Los gravísimos senos Por donde yo contemplo Dormir a las estrellas.

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UN DÍA LA LLUVIA

La noche es una dádiva Viene a bruñir su rostro en el espejo Ya no dirás que río Para dejar un hueco en mi silencio Y ahora mismo Si ocuparas tu sitio en la ventana Afirmarías conmigo Por la manera de caer la lluvia Está cierta de llegar al mar Como el viento ser luz Y sorprender a aquellos que empezaron A labrar en la piedra sus estatuas.

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CUANDO ENTRA LA CIUDAD POR LA VENTANA

I Llegas amor con esa lágrima Y no sé cómo limpiarnos de ceniza Ni dónde he ido dejando nuestros muertos (Sabes Nunca entendí del todo En qué consiste el amor a mi patria) II Llegamos a la noche Con tanta sed amor Que terminamos fundidos a los muros O a la fisura del espejo Que contemplamos todas las mañanas Cuando entra la ciudad por la ventana Y se queda en tu lágrima.

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EVASIONES POR UNA OLA Y UN CALEIDOSCOPIO

1 Cuánto tiempo y cómo decir la noche Eco que desconoce su rostro de encinos y madroños Cómo decir la imagen conocida en el espejo Pájaro que con un vuelo de peces Espera todavía Que cada nueva ola se eternice Persigo la caricia Que duerme en algún puño Gritos que se han tejido Cuelgan de los muros Donde te invento un rostro cada noche Para ser gastado bajo el sol Pico de Halcón nos va dejando ciegos Y al internarme en el camino De unas huellas Que no recuerdo mías Me duelo Como vientre que se pare a sí mismo Pues nada de lo que encierra mi apellido Me concierne Menos aún Ese puerto flotante del cual hablas 2 Sabes que la soledad posee un enorme ombligo Dime la forma de elevarme Hasta escupirle el rostro Tal vez deba volver hasta tu pelo O abandonarme al sauce migratorio

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En ese río presuroso Nutriéndose en la savia Que han puesto los giralunas en tu seno 3 Puedo caminar a distancia O dormir en un hueco de luz Y despertar Al primer canto del búho Sobre la mano izquierda Para seguir a esa luciérnaga Extraviada de la mano de Diógenes A la orilla del mar Y reconocerte En tu manera de contar estrellas De repetirte blanquísima estatua de sal En cada huella Y retener en cada parpadeo La hidrografía en que se abisma Mi existencia de oruga estacionaria 4 Cómo decir del pez Que en su escama soporta el peso de la luna Si mi memoria es río Y tu imagen sobrenada en los escombros De una ciudad desierta hace mil años Tal vez germine en mi pecho una planta marina Y cese la oración ante el montículo Donde yacen los restos de la fe 5 Dime Qué es lo que extraviamos al principio

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Hoy no guardo siquiera el vestigio de algún rostro De la caricia que se ahogó en mi sueño Abriendo grandes espirales de frío Y tu mano Con una estúpida vocación de polvo Sepulta mariposas en la almohada 6 Llevo un viento lejano a mis espaldas Que me impide el regreso Voy hacia el mar Las frutas trocadas por los labios Se quiebran en tu vientre Lograr en que la intensa luz se vierte 7 Las sombras encuentran su fragilidad de gaviota Y tu sexo es un acantilado Que registra pulsaciones marinas Alguien dijo mujer Y se ruborizaron los labios de los muertos Nos acercamos a beber el rocío de los tulipanes Y el silencio ciñó nuestras cabezas Y tú habías dicho amor En el silencio La lluvia que desciende de tus ramas Y tú habías dicho ahora Y en ese vuelco de serpiente Conocí la vocación del musgo por la roca El propósito del pez en tu cintura

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En las fauces del lobo Un astro nacido sin sus brazos Te recuerda calidoscopio Abandonado en algĂşn sitio del jardĂ­n.

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PARA EL MAR

Funesto spirito Che accedi e turbi more Affine io torni senza requie all´alto UNGARETTI

Prefiero para la muerte el mar Donde los huesos puedan Bordear inútilmente Océanos como bocas Donde un centenar de pájaros Se jueguen el todo por el todo Y asistan al rescate de los ojos.

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AQUELLO QUE ESCUCHAS

Aquello que escuchas en las noches expuestas a las horas No logra trasponer los muros de obsidiana tallada por los siglos Sobre los huesos de los muertos cercanos En el parque abandonado a la permanencia callejera de Los perros del barrio Para ofrecer al viento Nuestro manojo de pasos negados a la redondez del seno De la tierra Como un haz solar donde navegan infinitas estrellas Irrumpo en tu soledad con mi silencio Perforaciones de sombras Y nos reímos inmutables de nada Como las hojas como el mar Mostramos nuestro impermeable con ira a la tormenta No sé de qué tallo pisoteado nace una caricia que recorre tu cuerpo Y el tiempo nos llega terriblemente envejecido Desnudos buscamos un lugar en el éxodo de peces a la (caída de la roca Y bajo una mancha de gaviotas Que acarician la arena desde lejos Lavamos las sombras que ha dejado la luz en nuestros cuerpos Y descubrimos que el cielo es un espejo Que es agua Y se rompe Y aprendemos a mirarnos Y nos fundimos en la incursión intemporal del beso Latir de labios de una boca que no sabemos En qué espejo En qué sueño ignorado Tal vez

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Fue posible el grito Anunciación de un vástago de luz Que retrocede pulverizado en cada esquina Y nos recorre dentro como una caricia invertebrada Como una lágrima de ojos que miran sin mirar Sólo la imagen que germina en la transparencia del rocío Pequeño diamante devorador de estrellas Sobre una hoja de palmera Sólo donde la noche se contempla Con una complicidad de adolescente Ahí amor principia el regreso Y nos reconocemos infinitos.

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PARA TRAERTE A ESTE LADO DE LA LUZ

1 Y sin embargo nadie tiene memoria De aquel aleteo de pájaro Y en tu seno De aquel camino de río Sobre una misma huella 2 Nadie recuerda cómo fuiste naciendo En un correr de pluma Y nos amamos Como aman los árboles la lúdica sombra Que los recorre por los cuatro costados Y duermes Al despertar me hablas Discutimos de Dios de ideologías Y en cada pliegue del cobertor En cada poro Y en ese balbucir de las estrellas Se dice la caricia Que encontró desde su nacimiento La caja de cristal 3 Hoy Te sorprendí bajando la escalera Suspendida en el extraño nacimiento de una frase De dimensiones que se te escapan por los poros Las mismas que escribiste una mañana Sobre las calcomanías de Walt Disney

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Después reconociste milímetro a milímetro Tu piel frente al espejo Luz que al pasar sobre el estanque Siente temor de verse Llevando la certidumbre De atravesar desnuda De desaparecer entre los muebles de la sala Y eres noche recogida en sí misma En la contemplación del infinito Frente a la chimenea Te resuelves claridad y tinieblas Los cuadros saltan de sus muros Mis labios se internan por paredes blanquísimas Tus muslos Verdes que se extienden oblicuas por mi mano No cesan Se agigantan Me oprimen contra la gradería Impidiendo Llevarme la mano hasta el ombligo 4 Sin embargo nadie tiene memoria De aquel río extraviado De la sangre de octubre Del viejo diálogo del buitre y la lechuza Las estrellas descendieron al mar Y los peces perforaron la luna Y la luz Más desnuda que siempre Nos sorprendió imaginando Una línea recta en la ventana

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5 Nadie tiene memoria De aquellas falsas puertas Que se yerguen montañas Al llamado enloquecido De nudillos de barro 6 Recuerdas las manos La nao que se sintió faisán Una tarde un fantasma La atrapó por el cuello con tenazas –Enguantado saludo que teme a la caricia Y la arrojó con vuelo de golondrina Que desciende Dando fin al extravío del viento Mano enloquecida Sin razón o con ella Te reclamo Para ascender el sauce que navega En la calle que huye de algún río Y busca desembocar Con su cargamento de peces rotos en tus senos.

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OFICIO DE HERRERO

I Gestada de tanto olvido

Tu mano Doble carrera del suicida Es una triste evocación Su reflejo una danza Y tú también conoces esas cosas Y sabes que no es oficio de herrero El de llevar bajo la lengua una piedra ardiendo ¡Qué no son vegetarianos! Los que nos han dejado sin raíces Sabes también que reconozco La herencia residual de la caricia Por su cercanía al vértigo y al fuego II Ahora Nos ha dado por sentirnos árboles Y albergados en nuestra propia sombra Encendemos la fragua Y nos damos cuenta Que nos mantienen a distancia los metales Y tantas cadenas y una piedra ardiendo.

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PARA EL SEPTIMO DÍA Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás y a Jesús matasen

EVANGELIO según SAN MATEO 27-20

I

Hoy No es octubre Y sentimos una extraña vocación por la muerte Un deseo de ser caricia O espada a la altura de las sienes De ser mármol O amor Mano estrechada un instante O bien una sonrisa II Nos hemos vestido de domingo La ciudad deja su caricia a nuestra piel Tú esperas en mis rodillas El perfil de un edificio Donde no hay un espacio dispuesto a la tristeza III Somos una oquedad En esta sala de espectáculos Donde la propia soledad Es una orgía a nuestros cuerpos Dicen: “antes del suicidio de Dios era otra cosa el mundo” IV Pero No es octubre 31


Y espero la sonrisa destacada del polvo Labio Incapaz de transponer el río Donde los mismos sauces Encuentran su respiración imposible Y los gorriones no hallan otro sitio Que el espacio horadado de tus manos V A un costado de tu silencio Engullo la tristeza Recuerdo Los pasos de Lázaro en contra de su voluntad A Magdalena ocultándose a la redención En las esquinas Y pienso que nada cambiaría Con la llegada de otro año bisiesto VI Ya es tarde Toso los caminos encuentran su nacimiento en tu cintura Y hasta la misma muerte no habla de su ubicuidad Con ese duelo Que sobrepasa nuestro entendimiento VII En este sitio Que nada sabe de tus pasos Te aseguro que no es fácil Rumiar nuestro silencio No es octubre Es el séptimo día Y nos dolemos por los fieles difuntos.

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A PUERTA CERRADA A José Carlos Becerra 1 Te hablaré del bosque que viene a sentarse tristemente (a la orilla del pueblo a contemplar tu muerte De la ciudad y de tu afición juguetona por los toros De ese río de pájaros agolpándose para que puedas morder el infinito De la serpiente que deseaba esperar el nacimiento de la hierba Entre los senos de una doncella adolescente De la barba que le ha crecido a la tarde cubriendo todos (los tejados y que nos impide mirar por la ventana También si lo prefieres hablaré un poco (–sólo un poco para no entristecerme– ( de la mañana en que sentí lástima por el destino de los peces Cuando leí en el diario la noticia de tu pacto irrevocable con el viento De tu reciente capacidad de recorrer habitaciones a puerta cerrada Y de substraerte al paisaje que sin embargo aún te compromete

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¿Dónde están aquellos que condujeron la palabra y fueron llevados por ella al sitio de la oración y a la materia del silencio? J.C.B.

Hay que saber mirarte Prendido por el pico de un pájaro entre la realidad y el mundo Saber que tu voz es el aire que sostiene las habitaciones (dispuestas al amor después de la catástrofe Y que esta ciudad que tú inventaste te condena a ser (frase en los laberintos en la incomprensión y el tedio

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Y a esta hora en que el sol parte con los barcos que regresan Hay una muchacha que asegura haberte visto al pie del (almendro en brazos de tu retrato O caminando por las cornisas distraídamente Cuando la ciudad entera expía sus culpas y en las alacenas duerme el hombre Y ahora sé Todas estas calles estos pasadizos secretos antes de que (bebieran en tu mano ya estaban destinados al desierto Y las cabezas negras que de tan antiguas han aprendido a ocultar el tiempo Ungen tu calavera como a un padre muerto De quien han sido rescatados los sueños entre las hendiduras de tu cráneo Cuando el día se alza en el poniente Y un pájaro se hunde en las arenas movedizas de los alerces El mar no arranca a los atardeceres su viejo rostro de enfermo Y las serpientes se anidan en las rocas donde la voz no (llega a reengendrar a los antiguos dioses Sólo la selva No hay lugar para el ruido de los helicópteros que vigilan la ciudad Que una vez recibido el beso en la mejilla después de cenar en familia Ya nadie se salve de morir en casa No hay lugar para el hombre Has llegado hasta aquí alimentándote de tus verdades bebiendo de tu sed Igual que si existieras Mostrando a los habitantes la ciudad como un guía proscrito 3 Cuando escribo hay un tren pasando por la cabecera de la cama Está próximo el amanecer Soy un náufrago saliendo del océano de las resurrecciones Sobre la almohada el esqueleto de las palabras.

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VERSOS DE UN DÍA DE SERPIENTE A Xavier I Me duele tardíamente la soledad de los espejos Como niño muestro miedo Y he vuelto hermano por el esqueleto de las luciérnagas Como quien resalta a sus muertos El sol tendido en nuestra piel Mira aparecer su lecho antiguo En estas calles con ojos de madrastra Acallando viejos cuentos de hadas Estos muros Mudándose los años como una mascarilla nocturna Y quién si no mi mano recobrando su condición de hastío Te reconocería aunque se ausente el mar II Zacapu 1972 Desde lo más serpiente del día Danzan los loros –marsupiales del tedio –Crisóstomo Ceballos –Junan te llamas –La empresa se dejará explotar 99 años –Junan te llamas –Crisóstomo Ceballos III Ritual de la espiga nuestro pan Se me quedó la tarde donde lo más raíz de la infancia Nos extirparon sin dolor aparente

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IV Perezosamente Y con la pata izquierda Rasca el grillo su abdomen Alma Dame tus brazos calamar Para pinchar el mundo Por el robo Arroja tu arpa al fuego chapulín –Así podrás votar y ser votado V Tengo la tranquilidad que a este tiempo le sobra Para saber de las columnas que no soportan tus alas mariposa Llego al espacio cedido por el cáncer A donde no alcanza cuchillo de ternura Y alguien dirá: “A esos pinches versos les anduvo Cambidio por el rostro” Dirás mis versos Mis caricias El amoniaco de su axila.

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ÍNDICE GENERAL

PRESENTACIÓN, RAFAEL CALDERÓN

PARA LA HORA DEL TÉ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Advertencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introspección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Bagatelas de luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Circunvolución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I Despertar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . II Tu imagen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Poemas en servilletas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Escribo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 Escribo Ariadna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Y por demás . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Oración por tu infancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Volvíamos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un día la lluvia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuando entra la ciudad por la ventana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I Llegas amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . II Llegamos a la noche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Evasiones para una ola y un caleidoscopio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Cuánto tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 Sabes que la soledad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Puedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 Cómo decir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Dime . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 Llevo un viento lejano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Las sombras encuentran . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Para el mar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Aquello que escuchas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

9 10 11 12 12 12 13 13 13 13 15 16 18 19 19 19 20 20 20 21 21 21 23 23 24 25


Para traerte a este lado de la luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Y sin embargo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 Nadie recuerda cómo fuiste . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Hoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 Sin embargo nadie tiene . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Nadie tiene memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 Recuerdas la mano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Oficio de herrero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Para el séptimo día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I Hoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . II Nos hemos vestido de domingo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III Somos una oquedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IV Pero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . V A un costado de tu silencio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VI Ya es tarde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VII En este sitio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A puerta cerrada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I Te hablaré del bosque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . II Hay que saber mirarte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Versos de un día serpiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I Me duele tardíamente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . II Zacapu 1972 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III Ritual de la espiga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IV Dame tus brazos calamar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . V Tengo la tranquilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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PARA LA HORA DEL TÉ de José Antonio Alvarado se terminó de imprimir en abril de 2013 en en los talleres gráficos de Impresora Gospa ubicados en Jesús Romero Flores no. 1063, Colonia Oviedo Mota, C.P.58060 en Morelia, Michoacán, México. Para su formación se utilizó la familia tipográfica Caslon. La impresión de páginas se realizó en papel cultural. La edición consta de 1, 000 ejemplares y estuvo al cuidado del Departamento de Literatura y Fomento a la Lectura y Rafael Calderón.




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