Revista 24

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Asociación de Amigos del

Castillo de Loarre NÚMERO 24 | PRIMAVERA 2012

Jornadas del Románico en el Alto Aragón • Valor, victoria y voluntariado • El libro de Ricardo del Arco • Marcas de cantero en el Castillo de Loarre • Las escaleras del castillo y el obispo • Los fantasmas del Castillo de Loarre • La leyenda del Conde Don Julián • El boj, símbolo vivo de los pueblos pirenaicos • La torre y el homenaje


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www.elcastillodeloarre.com Para asociarse, rellene por favor esta hoja: nos la puede remitir por correo al Ayuntamiento de Loarre, o dejarla en alguno de los establecimientos abiertos del castillo o de Loarre. Gracias. Autorizo hasta nueva orden a la Asociación de Amigos del Castillo de Loarre para que carguen en mi cuenta el recibo anual de socio por importe de 10 €

Nombre ................................................................................................................. Apellidos......................................................................................................................................................................................................................................... Localidad........................................................................................................................................................................................................................................................................................................ CP ................................................................. C/ ............................................................................................................................................................................................................................................................................................................................. n.º......................... Piso......................... DNI ................................................................................. E-mail................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Tel..................................................................................................................................................................... Móvil................................................................................................................................................................................................................. N.º ENTIDAD

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Firma En.......................................................................................................................................................... a.................. de.............................................................. de 2012 La inscripción es voluntaria. Su información se incorporará a un fichero con el fin de mantener la relación como socio con usted y a través de nuestra asociación ofrecerle información que pudiera ser de su interés. Si no desea recibirla o quiere rectificar y cancelar


Introducción Anabel Lasheras Meavilla Presidenta

El castillo de Loarre, candidato a ser «Patrimonio de la Humanidad» Nos dicen que quienes pertenecemos a la Asociación de Amigos del Castillo de Loarre somos los «modernos defensores» de esta bella fortaleza románica que se yergue airosa sobre un peñasco rocoso, en Loarre provincia de Huesca. Monumento irresistible que en su estratégico emplazamiento, entre el llano y la montaña pirenaica se eleva vigilante sobre el paisaje de La Hoya cargado de historia, de arte, de alma y de leyenda… y al que ahora nosotros queremos darle un plus de protección y de reconocimiento. Nuestro empeño, y en él llevamos unos años, es que el Castillo de Loarre sea inscrito por parte de la UNESCO en la Lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad, a modo de bien excepcional de tipo cultural… y que así, de esta manera, se certifique internacionalmente que esta antigua atalaya civil y militar de la Edad Media es, además, un irrepetible y majestuoso bien que hay que conservar y proteger de todo posible deterioro. Integrado en el paisaje, el castillo y sus estancias nos traen el recuerdo de importantes reyes de Aragón y Navarra que vivieron en los siglos XI y XII. Su origen y sentido de ser hay que ir a buscarlo a épocas de la Reconquista cristiana, cuando por aquel entonces ya se dominaban al norte, política y militarmente, los condados pirenaicos de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. El lugar de Loarre estaba emplazado en la línea de castillos fronterizos limítrofes con los reinos musulmanes del sur. Hoy en día, desde lejos se le ve emplazado y confundido en un nido de rocas, pero hay que acercarse para apreciar la hermosura sencilla de sus detalles y rincones. Más de 85.000 personas traspasan cada año la puerta principal que se abre en el flanco oriental de su larga muralla exterior –con nueve torreones circulares, y uno rectangular que fue antaño torre puerta-, la que delimita un recinto de cerca de 10.000 metros cuadrados. Una vez dentro del espacio románico se halla la torre Albarrada o del Vigía, la cripta Santa Quiteria, la iglesia de San Pedro –lugar considerado como «la obra maestra» del castillo–, la torre del Homenaje –de cuatro pisos– y la Torre de la Reina, la más antigua de todas. El castillo fue declarado Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional en el año 1906. Y ahora, casi mil años después de que en 1020 el rey Sancho el Mayor de Navarra lo fundara, nuestro tesón por proteger esta fortaleza quiere ir más allá: ya hemos dado los primeros pasos para que este excepcional conjunto sea declarado patrimonio de todos. En Madrid el Ministerio de Cultura ya nos dio su apoyo expreso a la idea, en estos momentos el Gobierno de Aragón apoya que el Castillo de Loarre, siga en la Lista Indicativa, en la que ya estaba y es la única propuesta que por parte de la Comunidad Aútonoma de Aragón, tiene el Consejo de Patrimonio Historico, este largo camino de ser candidatura ante la UNESCO, de ser un lugar patrimoniable, es una aventura que nos llevará a conseguir un reconocimiento que no implica inversión económica, subvención o dinero extra… , excepto la elaboración de la candidatura, pero que supone figurar entre los mejores del mundo, en un estatus de concierto internacional, con un sello simbólico que dará mayor honor, protección y categoría a esta fortaleza de Loarre en el Alto Aragón que tanto queremos y que para muchos de nosotros es una auténtica maravilla de la humanidad.

Asociación de Amigos del

Castillo de Loarre

Sumario

EDITA

Fundación Castillo de Loarre PUBLICIDAD

AnaOrtizPublicidad.com

Valor, victoria y voluntariado

Las escaleras del castillo y el obispo

PÁG. 5

PÁG. 11

El libro de Ricardo del Arco y la Cofradía

El boj, símbolo vivo de los pueblos pirenaicos

PÁG. 6

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Marcas de cantero en el Castillo de Loarre

La torre y el homenaje

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MAQUETACIÓN E IMPRESIÓN

Tipolínea FOTOGRAFÍA

Antonio García Omedes TELÉFONO

974 246 052 E-MAIL

castillodeloarre@gmail.com DEPÓSITO LEGAL

Z-3.848-2011 La responsabilidad sobre textos e ilustraciones corresponde a sus autores

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Jornadas del Románico en el Alto Aragón Las I JORNADAS DEL ROMÁNICO EN EL ALTOARAGÓN organizadas por la Asociación de Amigos del Castillo de Loarre han sido un éxito tanto por la asistencia como por los ponentes. Tanto que nos anima a continuar con jornadas similares ya en este año 2012.

investigadora que nos ayuda a leer las piedras como palabras de un gran libro abierto. La historiadora Villacampa cerró el ciclo sobre el castillo hablando de su interior. De lo poco que nos queda y de lo que pudo haber entre los muros de este castillo-fortaleza-cuartel-monasterio y quasi sede episcopal.

Tuvieron lugar a lo largo de tres sesiones. La conferencia del 24 de noviembre, «La sociedad que construyó el románico: La historia de los creadores de un reino» fue impartida por el profesor Domingo Buesa Conde. El Jueves 1 de diciembre, con el título «Novedades en torno al románico del Castillo de Sancho Ramirez», le tocó a nuestro Vicepresidente y romanista Antonio García Omedes y ya a mediados de diciembre, el día 15, «Ajuar y mobiliario de una fortaleza medieval: El Castillo de Loarre», fue el título de la conferencia de Susana Villacampa Sanvicente.

Las Jornadas tuvieron como marco apropiado el salón de actos del Palacio de Villahermosa de Huesca con la colaboración de la Obra Social de Ibercaja.

Si el profesor Buesa nos acercaba al mundo que vivieron los hombres y mujeres que hicieron posible semejante construcción, sus deseos, sus miedos y esperanzas que construyeron la historia que es el marco del castillo que hoy contemplamos, el doctor García Omedes nos descubrió muchas de las incógnitas del edificio que hoy se nos revelan poco a poco gracias a su labor

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Valor, victoria y voluntariado Javier García Antón Director del Diario del Alto Aragón

El alegato de nuestra presidenta, Anabel, en este número de este lazo de periódica comunión que es la revista resulta tan apasionado, tan racional y tan irrefutable que prácticamente habría que considerar la posibilidad de convertirlo en argumentario oficial de la ofensiva para que la Unesco proclame, solemnemente, la condición de Bien Patrimonio de la Humanidad del Castillo de Loarre. Cada frase se alza en expresión del Valor intrínseco de su historia, de su cultura y de su influencia social, que incluso a un navarro integrado en el paisaje y el paisanaje gustaría se erigiera en símbolo de la fuerza conjunta de dos territorios, de dos comunidades como las que aúna la esencia de nuestro baluarte. En esta tríada de «uves», cualquiera de los socios estamos pensando en la Victoria, que llegará en el instante mismo de la declaración del organismo internacional. Aunque pueda parecer una expresión de cierta envidia –pecadillo admisible, exonéreme de condena San Demetrio–, la comparativa con muchas maravillas que hoy forman tan prestigioso elenco ahuyenta cualquier complejo. Sí, después de mucho sembrar, ha llegado el tiempo de la cosecha.

¿Pero qué ocurrirá después de la recolección de los frutos en forma de BPH? Disculpad, Amigos, pero es que la moda de los acrónimos nos invade. Bien Patrimonio de la Humanidad. Suena bien, pero detrás hay algo. Miren, estamos en una época en la que, por imperativo moral, la escasez de recursos hay que solventarla con abundancia de Voluntariado. La tercera V. Y se me ocurre que difícilmente un monumento de la entidad de nuestro Castillo, con sus tangibles perfectamente definidos por la ciencia de la historia y esos intangibles de los misterios y los espíritus que alojan sus bellas piedras, pueda permanecer un solo día cerrado por los cálculos de las remuneraciones –justas, legítimas y legales– de los profesionales. Y también se adivina que, para poner en valor real nuestra fortaleza, todos habremos de convertirnos en agentes promocionales activos. Con conocimiento, con argumentos, con corazón. La tercera «V», queridos compañeros de la asociación, alberga la piedra filosofal del futuro de esta gran seña de identidad de Aragón que ha de serlo de España y del mundo. Voluntariado. El artesanal instrumento para esta pos vanguardista defensa del Castillo y para ratificar el sentido de la Victoria.

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Libro de Ricardo del Arco Seguimos con el prólogo del libro de Ricardo del Arco. Si en las primeras páginas que ya publicamos se escribía sobre la tradición de la Cofradía, en esta ocasión destacamos la declaración de Monumento nacional al Castillo.

PRÓLOGO

(continuación)

Instada, pues, por el Alcalde y el Cura párroco de dicho pueblo, la precitada declaración, el Senador por esta provincia, D. Manuel Cano, influyó eficazmente en el asunto, encauzándolo personalmente en Madrid y respondiendo cumplidamente al entusiasmo de la villa de Loarre y de la Comisión de Monumentos, Las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando evacuaron sus informes legales, de modo favorable, en el expediente: la primera con fecha 17 de Noviembre de 1905 y la segunda en 6 de Febrero de 1906. Y así, las gestiones arriba indicadas determinaron que con fecha 5 de Marzo de 1906, el Ministro de Instrucción Pública, Santamaría de Paredes, publicara en la Gaceta de Madrid una Real Orden declarando Monumento nacional el Castillo de la villa de Loarre, á cuyo texto seguían los informes académicos. En ella declaraba el Ministro que el expediente había sido instruido á instancia del Alcalde y del Párroco de Loarre. Esta fecha señala un momento culminante en la historia del Castillo, ya que la Real orden significaba la protección segura y decidida al incomparable monumento por parte del Estado. Dicha Real orden se leyó en la Comisión de Monumentos en sesión del día 17 del mismo mes de Marzo, acordándose que fuera al Castillo una Comisión compuesta de los señores Presidente de la Diputación, Arquitecto provincial, Formigales y Llabrés, para tomar posesión del monumento en nombre de la Comisión; procediendo en su consecuencia los Vocales facultativos señores Cano y Formigales, á la redacción de un proyecto y presupuesto de desescombro del Castillo, empezando desde luego las gestiones para conseguir su reparación por el Estado. En efecto: el día 10 de Abril se reunieron en el Castillo los señores D. Julio Sopeña, D. Ignacio Cano y D. Gabriel Llabrés, Presidente de la Diputación, Arquitecto provincial y Secretario de la Comisión de Monumentos, respectivamente, y los señores D. Joaquín Torres, D. Mariano Otal. D. Anselmo Malo y D. Angel Gavín, Cura párroco. Alcalde, Síndico y Secretario de la villa de Loarre, respectivamente, todos los cuales suscribieron el acta de Toma de posesión del Castillo por la citada Comisión. En sesión de 7 de Mayo se leyó un presupuesto de desescombro importante 5,213 pesetas, formulado por el Arquitecto provincial; proyecto y presupuesto que se elevó a la Superioridad, encareciendo, al propio tiempo, la necesidad de nombrar un guarda del Castillo (…) Continuará

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Marcas de cantero en el Castillo de Loarre Antonio García Omedes

«…expresan el deseo del cantero de que su obra sea recordada…» Primavera Primavera 2012 | Número 24 | Asociación de Amigos del Castillo de Loarre | 7


Marcas de cantero en el Castillo de Loarre

Una de las características del Arte Románico

La fase lombarda del castillo (Torres militares,

es la aparición de marcas de cantero en sus

iglesia de Santa María de Valverde o muralla

sillares perfectamente trabajados y escuadra-

del recinto primitivo) no posee marcas de can-

dos. La opinión más difundida acerca de las

tería. Sus elementos edificativos son sillarejos

mismas es que no eran sino el modo de conta-

labrados a golpe de maza de modo más tosco.

bilizar la labor desarrollada por un determi-

Será el Arte Románico impulsado y estandari-

nado cantero o grupo de canteros para poder

zado por Cluny y propagado por los monjes

ajustar cuentas a la hora de su retribución.

benedictinos el que establezca las caracterís-

Es posible que así sea; pero también puede ser

ticas fundamentales de este estilo en el que

que el hecho se deba al deseo del cantero de

cuenta tanto lo estructural como lo ideológico.

que su obra sea recordada a través de la firma

Ambos conceptos lo separan de modo evi-

dejada en la misma en forma de marca en su

dente del arte lombardo y del arte cisterciense.

cara vista.

La restauración llevada a cabo en 1915 por el arquitecto La Figuera, necesaria sin duda, hizo desaparecer muchas de estas marcas debido al intenso abujardado de los sillares al interior del templo para eliminar las pinturas modernas del mismo.

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Marcas de cantero en el Castillo de Loarre

José Antonio Martínez Prades estudió en su

Marcas coincidentes con las de Loarre apare-

tesis doctoral de modo exhaustivo el castillo

cen en el arruinado templo del castillo de

de Loarre y también sus marcas de cantería.

Ayerbe. Posiblemente sean señal de que algu-

Recoge 1.300 marcas que se resumen en 93 va-

nos de los canteros de Loarre participaron

riantes sencilas, tres marcas dobles y una ins-

también en su edificación. Merece la pena se-

cripción: «Sancius». (El Castillo de Loarre.

ñalar que en territorios cercanos las marcas de

Historia constructiva y valoración artística. J.A.

cantería pueden ser indicador para relacionar

Martínez Prades. Instituto de Estudios Altoara-

estos desplazamientos de operarios; no

goneses. 2005).

siendo útiles para relacionarlos si aparecen a grandes distancias, aunque haya coincidencias en las mismas. Son por lo general símbolos demasiado sencillos y extendidos por todo el Arte Románico como para pensar en que fueran exclusivos de un cantero o de un grupo de ellos. Algunos ejemplos de marcas de cantería aparecen en las imágenes de estas páginas así como la mencionada epigrafía «Sancius» que se halla en un sillar de los pabellones norte. La próxima vez que visites el castillo, busca estos signos que nos remiten al momento edificativo de la fase del gran rey Sancho Ramírez.

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Las escaleras del castillo y el obispo Como se decía en el anterior número, el castillo loarrés es el «paraíso de las escaleras». Es lógico. Hay diferentes estancias comunicadas entre sí a diferentes niveles. Eso lo hace todavía más atractivo al visitante que llega por primera vez a él dado que no sabe la sorpresa que le deparará la próxima dependencia a visitar. Al leer el artículo de las escaleras me vino a la memoria una anécdota que me narraron y que paso a relatar. En cierta ocasión, en el transcurso de una visita pastoral, un obispo de Huesca manifestó su sorpresa al ver más desgastados los peldaños centrales que los laterales de la escalera principal cuando accedía al interior del castillo. Un hombre de los que rodeaban al prelado le hizo saber «¡Ye que por el medio suben os animals!» Y es que el buen hombre quiso decir que cuando antaño se entraba con animales de carga en la fortaleza, éstos únicamente podían subir por las gradas de en medio y, claro, sus contínuas pisadas desgastaban la piedra. Una situación de circunstancias muy parecidas dicen que sucedió en la vecina ermita de Marcuello. Estaban de rogativas impetrando la bienhechora lluvia. Entre plegaria y plegaria cantaban la jaculatoria «Virgen de Marcuello, que alta estás, mándanos una ruxiadeta pa os de Sarsa y Linás». Entre la concurrencia aseguran que había uno de Ayerbe quien al oír el cántico exclamó en voz alta y tono enojado «Y os d’Ayerbe ¿qué? ¿comeremos mierda?» No quiero imaginarme la cara de asombro que pondrían clero y fieles al oír tales palabras en semejante recinto. Chesús Á. Giménez Arbués

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Los fantasmas del Castillo de Loarre Recreación de la leyenda de los dos fantasmas del Castillo de Loarre Mi agradecimiento a Loarre Turismo Activo, por las facilidades dadas para la realización de la sesión fotográfica. Al Servicio Provincial de Medio Ambiente de Huesca por la autorización especial en la utilización de antorchas para la escena. Así como a los Forestales de la zona. Y a todo el equipo: a Sixto Joyanes por el makin off y a Javier Sánchez por la ayuda en la iluminación; a Irma Torrijos por el atrezzo y el aparato de viento; y en especial a los actores de la escena: Patricia Hueso, como Dña. Violante de Luna, y Jesús Ortiz, como el conde D. Julián, que han dado vida a la leyenda.

TEXTO Y FOTOGRAFÍA:

José Mª Fuixench Naval

Todos los castillos tienen sus leyendas. Y el de Loarre, símbolo de historia recia en el Alto Aragón, nos susurra las suyas. Pues todavía hoy, mientras su muralla abraza la roca como una gigantesca diadema, su imponente presencia sigue destilando ecos del Medievo entre sus almenas; y por las que asoma, en las noches de luna llena, el embrujo de sus fantasmas. Muchas de estas fábulas parten de sucesos históricos a los que generaciones de transmisión oral añadieron ornamentos líricos, en ocasiones, hasta alejarlas de la realidad. Pero eso ya no importa. Las almas del conde don Julián y de doña Violante de Luna, cuentan, siguen vagando por el castillo y sus alrededores. Pero… ¿quiénes eran estos personajes? El conde D. Julián era gobernador de Ceuta y guardián del Estrecho en tiempos del último rey de los godos, D. Rodrigo. Tenía el conde una hija, Florinda, cuya portentosa belleza era conocida en toda la región. Su padre decidió llevarla a la Corte del rey para ser educada en los modales palatinos, tal como merecía una dama de su alcurnia. Sin embargo, allí los encantos de Florinda también serían su perdición.

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No tardó el monarca en enamorarse de la joven a la que trató de cautivar con insistencia. Nadie más que él podría aspirar los efluvios de su hermosura, pensaba, pero sus intentos de seducción se estrellaban contra la férrea virtud de Florinda… hasta el día que el monarca tomó por la fuerza lo que por su voluntad no pudo obtener. Desde ese día Florinda fue perdiendo su primor a causa de su tristeza. Por largo tiempo disimuló el drama la joven deshonrada, pero aconsejada por una doncella de palacio para contarle lo sucedido a su padre, aprovechó la partida de un mensajero hacia Ceuta para, a escondidas, entregarle una carta donde le desvelaba en detalle su desgracia. Llevaba el emisario el encargo del rey para traer halcones para sus prácticas de cetrería, en la confianza de que el conde escogería a los mejores. Pero leída la misiva, éste, furioso al descubrir el ultraje a su hija, le exhortó al mensajero: «Decidle al rey que le enviaré un halcón de tal bravura como no hubo ninguno conocido hasta ahora». Preparó con sigilo su venganza el noble, pues no era tarea menuda resarcir tanta herida. Se


conjuró con los bereberes prometiéndoles que si seguían su consejo serían dueños de España, y abrió las puertas del norte de África para que conquistaran la península bajo la fe de Mahoma. En nombre del emir Al-Walid, el ejército musulmán cruzó el Estrecho y tomaron el peñón al que llamaban Yabaltarif, hoy Gibraltar. Alertado por la invasión, don Rodrigo salió al encuentro de los islamitas en Guadalete. “Que el acero de mi espada dé buena cuenta de vuestra traición”, exclamó nombrando al conde; pero sus tropas, él, y el hijo que tuvo con Florinda fueron carne de cimitarra. La longeva paz de la que habían gozado les hizo perder destreza con las armas, y los mahometanos rompieron las filas cristianas en un imparable avance hacia el Cantábrico.

Atormentado por las armas de la ira y el desconsuelo, el fantasma del conde don Julián pasea sin rumbo recordando a Florinda, y al desenlace de su venganza, que sometió al reino bajo el yugo de la media luna. Siete siglos después de aquella cruenta invasión comenzó a fraguarse una nueva leyenda sobre el castillo. Todo ocurrió con la muerte Martín el Humano, un monarca sin descendencia que desató las ansias de sucesión en más de un frente. Con la firma del Compromiso de Caspe se puso fin al disputado trono, siendo nombrado Fernando de Antequera como el nuevo soberano de la Corona de Aragón, quien contó con el apoyo de Benedicto XIII –el Papa Luna- y reinaría como Fernando I.

Nunca imaginó el rey la naturaleza de aquel bravo halcón de don Julián, que limpiaría de esta cruel manera la mancha de su linaje, sometiendo a toda la península. Pasados los tiempos convulsos el conde y su hija fueron apresados en la fortaleza lobarresa, por tamaña traición al reino. Florinda dedicó su ser a la expiación, pues al dolor de su vergüenza se sumaba el sentimiento de culpa por la pérdida de la España cristiana. Su drama la llevó a arrojarse al vacío desde un torreón. El conde también murió en el castillo, y su tumba, dicen, se ubicó a la entrada de la Iglesia de San Pedro, para que todo fiel que entrase al templo pisara al traidor. Desde entonces su alma llora en eterna penitencia su amargura en las noches de plenilunio.

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Sin embargo, no todos acataron con resignación aquel nombramiento; otros pretendientes como D. Jaime de Aragón, conde de Urgel, trataron de recuperar sus derechos a la corona. Éste se rebeló contra el nuevo rey, siendo auspiciado por el infante D. Antón de Luna desde el castillo de Loarre, del que era Señor, y donde, además, se negociaba con el duque galo de Clarence el reclutamiento de tropas de refuerzo contra el monarca recién nombrado. Por aquel entonces gobernaba un convento de Trasobares la abadesa doña Violante de Luna, sobrina del Papa y prima de Antón, con quien llegaría a tener un hijo. Enterado el pontífice aragonés de tan escandalosa conducta, lanzó orden de excomunión contra su sobrina y ordenó quemar su convento, siendo las religiosas repartidas por las abadías de la comarca, mientras que ella se refugió en esta fortaleza. Como eran muchos los viajes que su primo y amante debía realizar a Francia para traer nuevas hordas de soldados, ella quedaba al frente

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en la defensa del bastión. Mujer de indomable carácter, se decía, no dudaba en esgrimir las armas con más arrojo que el guerrero más curtido. Sin embargo, en el último embate de las tropas reales y después de meses de asedio, doña Violante fue vencida y hecha prisionera en las mismas mazmorras del castillo. Nunca se encontró su tumba, pero desde entonces doña Violante de Luna pasó a la leyenda como “la dama de Loarre”, que en la noche de San Juan asoma su silueta por el balcón de la reina esperando noticias de su amado. Y cualquier otra noche, vestida de blanco, con el rostro inexpresivo, el cabello al viento, y a veces espada en mano en recuerdo de su bravura al defender la fortaleza, puede aparecer como un alma errante. Los fantasmas del castillo de Loarre. Durante siglos pocos se atrevían a merodear en las tinieblas esta peña parda, por temor a encontrarse con sus sombras, con sus miradas taciturnas, con sus lamentos… enrocados en la propia leyenda.


La leyenda del Conde Don Julián ciones en el castillo, buscando tesoros y no antigüedades; y según me han informado, hallaron dentro los huesos de un cadáver, una espada y un pergamino, el que destrozaron sin llegar a las manos de quien pudiera leerlo. No se si estos mismos o algunos otros, poseídos del celo de Blasco de Lanuza, quien dice debiera quitarse de allí aquella memoria, porque no la hubiera tan grande de uno de los hombres mas malos que ha tenido el mundo, lo han quitado y deshecho, de forma que no parece en parte alguna». Hasta aquí, los testimonios que dieron lugar a la leyenda del conde D. Julián y Loarre. Como siempre en mi opinión, que puede ser errónea, pero que coincide con la de la mayoría de los historiadores jamás existió el citado conde. Si lo consideramos un personaje real, fue gobernador de Ceuta y partidario de Witiza, enemigo por tanto de Don Rodrigo, rey visigodo de la península con el que lógicamente, siempre se llevo mal. Se achaca esta enemistad del conde don Julián, a que habiendo enviado a su hija mas hermosa al palacio del rey visigodo fue violada por Don Rodrigo en el transcurso de una fiesta que celebraban, atención muy extraña siendo partidario del rey Witiza. Ansioso por la ocasión de vengarse del ultraje real cruzó el estrecho de Gibraltar al frente de un ejército de bizantinos y musulmanes que fueron vencidos por Don Rodrigo. Una segunda expedición en el año 717 con las tropas de Tarik y Muza, volvió a cruzar el estrecho derrotando al ejército de Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. De Don Rodrigo, nunca más se supo; ni se encontró su cuerpo ni dejó el más mínimo rastro de su ¿huida?, ¿muerte?, otro misterio más. TEXTO:

José Luis Aramendía

Llama la atención que un erudito historiador, el jesuita Padre Juan de Maríana, que vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII, afirme que en su visita al castillo de Loarre, le mostrasen el sepulcro del «malvado» conde Don Julián, traidor a don Rodrigo que facilitó la entrada de los musulmanes que conquistaron España, pero hay otro historiador, esta vez aragonés que confirma la veracidad de la afirmación de Juan de Mariana; el Padre Ramón de Huesca que vivió en el siglo XVIII y que dice: «El mencionado sepulcro estaba en lo alto de la escalera frente a la puerta de San Pedro donde lo he visto algunas veces». El P. Mariana todavía da un detalle mas: «de piedra, fuera de la iglesia del castillo, do dicen comúnmente estuvo sepultado». Volviendo al testimonio de P. Ramón de Huesca y al año 1.796, nos enteramos de que: «años pasados lo abrieron algunos hombres que hicieron varias excava-

He narrado este breve resumen de la historia de la España visigoda, para situar al conde Don Julián en los inicios del siglo VIII. Si consideramos que el castillo de Loarre se construyó a principios del siglo XI, resulta dudoso que enterrasen su cadáver después de trescientos años de muerto, siendo además, enemigo de la Iglesia. Pero aun resulta mas extraño que según Jerónimo de Blancas, «fue encerrado por los moros en el castillo loarres, donde pasó el resto de sus días fuertemente sujeto por cadenas». ¿Pudo vivir en estas condiciones trescientos años antes de edificarse el castillo?. Ciertamente conocemos milagros manifiestos, como regalar algún objeto mil trescientos años antes de que se fabricase, pero para eso tienes que ser católico ferviente y el conde Don Julián, aliado con los musulmanes, no creo que lo fuera mucho. Yo cuando tengo estas dudas, le cuento a mi nieto Rafa de seis años los datos conocidos y en quince minutos con su fantástica imaginación, me ha montado una historia.

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El boj, símbolo vivo de los pueblos pirenaicos

TEXTO Y FOTO:

Eduardo Viñuales Cobos Escritor y naturalista de campo.

Paseando por la sierra o por los alrededores del castillo, todos habremos visto esos arbustos que no pierden la hoja, siempre verdes, que son los bojes o «buchos» (Buxus sempervirens). Es más, muchos de ustedes conocerán las artesanías que con su madera hace algún artesano de Loarre. La amarillenta madera del boj no se emplea comercialmente debido al tamaño de este árbol pequeño que no supera por lo general los 5 metros de altura. Pero el boj tiene más usos populares en Aragón que lo que es la propia madera. Los niños cogían sus frutos –apodados infantilmente «carneros», por esa especie de cuernos– para jugar. Las hojas se masticaban o llevaban en la boca de los caminantes para, según decían los montañeses, calmar la sed y el cansancio. Las ramas cortadas se usaban de mullida cama o colchón vegetal en las majadas y caba-

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ñas de los pastores durante sus largas estancias en los puertos con el ganado. Una vez secas, ramas y hojas eran idóneas para encender fuego y dar luz en el hogar. Y en el Domingo de Ramos estas ramas son bendecidas y luego puestas en las puertas como símbolo protector de la casa y de sus moradores, al igual que sucede con el abeto, el olivo o la planta del rusco. Así mismo, se dice que griegos y romanos ya usaron este arbusto para delimitar sus jardines, y aún hoy el boj sigue siendo un seto apreciado en muchos parques urbanos. El boj es por tanto un arbusto o arbolillo de copa densa y compacta, y que nos muestra un cierto aspecto piramidal. De carácter perenne, cuando llega el frío estas hojas brillantes se tornan anaranjadas, en diferente intensidad de color, pero no se caen hasta la salida en primavera de un nuevo follaje. Para el mes de marzo


el boj ya produce unas pequeñas flores amarillentas, carentes de pétalos pero muy fragantes y de gran potencial melífero, pues gracias a su temprana aparición en ellas suelen libar las abejas para fabricar luego rica miel. Los estudios botánicos han desvelado que el boj fue el principal árbol de la cuenca mediterránea durante el Plioceno, y que por tanto esta especie tiene su origen hace unos cinco millones de años. Hoy sabemos que, presente en todo el contorno de la región mediterránea, la especie alcanza el centro de Europa y el occidente del Himalaya. Estamos hablando de un arbusto de amplia ecología que en Aragón vive entre los 400 y los 2.150 metros, y que prefiere los suelos carbonatados. Lo podemos hallar en lugares muy secos, pero también en hayedos muy húmedos. Le gustan los quejigales y el límite inferior de los pastizales de montaña. Presente en casi toda la provincia de Huesca, este arbusto también se halla en zonas de Aragón como la Alta Zaragoza, la cara oculta del Moncayo –Calcena y Oseja–, los Montes de Zuera, los Puertos de Beceite, el Maestrazgo – Cantavieja y Villarluengo–, la Sierra de Albarracín, Montalbán, o algunos barrancos de los Monegros como la Serreta Negra de Fraga y el barranco del Bujal en Monegrillo. Pero sin duda, y pese a su carácter submediterráneo, para muchas personas el boj bien podría ser uno de los símbolos vivos de las comarcas pireniacas.

Llamado popularmente «bucho», «boixo» o «buxo», en la toponimía de montaña encontramos numerosos lugares que hacen referencia a la presencia o abundancia de este arbusto: Bujal, Buchicar o, el más conocido, el valle de Bujaruelo. Esta planta se reproduce por semilla, pero también fácilmente por esqueje. Se le han dado usos medicinales, pero hay que tener cuidado por que contiene un tóxico alcaloide llamado «buxina».

Madera de boj Dicen que la pesada madera del boj es dura como el marfil, que se hunde en el agua. Por eso, por su resistencia y grano fino, ha sido muy apreciada desde hace siglos por las gentes del campo para tallar figuras, o elaborar cucharas, vasos y otros útiles de madera para una larga vida. Los grupos folclóricos del Altoaragón emplean sus ramas –y las de la «senera» o guillomo (Amelanchier ovalis)– para elaborar los palos de esas tradicionales danzas festivas de origen pastoril que son conocidas con el nombre de «palotiaus».

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La torre y el homenaje Eduardo Sánchez Salcedo Periodista

Un cuadro del Castillo de Loarre preside el salón de la casa de mis padres, en Sabiñánigo. Lo pintó mi primo Miguel Ángel, de Ayerbe, cuando estudiaba en Barcelona. Precisamente desde Barcelona subió mi madre al cielo, hace ahora 14 años. Y desde allí arriba, contempla esa tierra de mallos y almendros que me enseñó a querer tanto. Vuela libre y se posa en la Torre del Homenaje, como esas damiselas que yo imaginaba cuando ella me contaba historias antiguas. ¿Habéis visto la película Big Fish? A su protagonista, tras morir su padre, le entran dudas razonables sobre qué parte de realidad y qué dosis de ficción componían las aventuras que le narraban de niño. Yo no tengo esas dudas, porque mi madre, Leti, siempre hablaba con el corazón, y el corazón siempre dice la verdad. Por eso sé que en Ayerbe hay pasadizos por donde escapaban desde Os Muros, aljibes que dan nombre al pueblo, esforzados vecinos que pretendían entrar por la puerta del Castillo de Loarre de cruzao, y también quién tocaba as pulgaretas en esa jota faltona que nació en Quinzano. Los emocionantes viajes a Ayerbe en el Canfranero o las mareantes curvas del puerto de Santa Bárbara siempre se acompañaban de historias. De la guerra, de barrenos mortales, de recuperaciones milagrosas de accidentes, de mozos, soldados y ancianos que se creían herederos del mundo. Cierro los ojos y me imagino cruzando el puente de hierro de La Peña. Brilla el sol. Leticia significa alegría. Mi madre reía por todo y lloraba por nada, como la canción de Víctor Manuel. Rió a carcajadas con toda la familia en aquella comida campestre junto al Castillo. En esas

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mesas y sillas plegables, con ese bufet libre que se abría en las neveras y fiambreras que salían del maletero del Seat 1500 de mi padre. Volví al Castillo con la escuela. Mi madre se apuntaba a todas las excursiones. Y yo era feliz cuando nos encargaban una redacción, porque me ponían siempre un 10. Debí de describir el eco de sus salones, donde repican las campanas robadas de San Miguel, aventadas por el cierzo para Todos Santos, y reverberan los himnos de la Virgen de Casbas, de Santa Leticia y del equipo de fútbol. Debí de otear el olor del horizonte, impregnado de uvas, hongos húmedos, higos verdes y borrachos de toro de fuego, y que sabe a tortas de fiesta y de huevo, refollau, turrón, almendras garrapiñadas y tomates del huerto de mí tío Manolo, donde se cría de todo a tamaño gigante. Ayudé un verano, dos o tres días, a acercar baldosas a mis tíos y primos en un chalé que construían en Loarre. En esa familia de albañiles fuertes como mulos, por unos días creí que realmente había contribuido a hacer algo grande. Mis tíos me lo hicieron creer con su generosa propina. Mi mapa de Ayerbe es de presencias y ausencias. Como el hueco que dejó el derribo de la Casa d’o Rinconé. O la falta de una teoría clara sobre por qué les decían de Casa O Griso. ¿Algún antepasado canoso? ¿Tuvieron un caballo llamado así? Algún día se lo tengo que preguntar a la Fontaneta. Su chorro, que ha estado siempre allí, lo sabrá todo. Así podré seguir contándole nuevas historias de yaya Leti a Leti, su nieta. Y ella extenderá el homenaje de su nombre, ahora nombre de princesa, cuando se las cuente a su tato Javi y a su primo Darío. En sus nietos reconocemos su alegría.


Esta es la imagen entera de la contraportada de un folleto turístico de la Junta de Castilla y León con el Castillo de Loarre «retocado y trasplantado» y visible nada más subirse a un tejado. Esta foto ha estado expuesta durante mucho tiempo en el exterior de la oficina de turismo de la Junta en Soria. Nos la ha enviado un socio de Soria de «Amigos del Castillo de Loarre». Sin palabras.


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