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CASA DE DISEÑADOR

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REVELACION

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El jardín de inspiración marroquí era donde todas las tardes, a las cinco en punto, se sentaba en los sillones de bambú a jugar al dominó con los empleados.

Oscar de la Renta triunfó en Estados Unidos, pero nunca dejó de regresar a su país. Un recorrido por los lugares de República Dominicana que inspiraron sus creaciones.

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Por LUCIA DE REINA

Pensar en Oscar de la Renta remite al paraíso donde vivía. Referente internacional de la moda en la década del 60, vistió a Jacqueline Kennedy y desde entonces su carrera siguió vinculada con celebridades y primeras damas. Nació en 1932 en Santo Domingo, capital de República Dominicana, y tuvo

seis hermanas. Ya desde chico, “Gardelito”, como le decía su mamá, mostraba una increíble sensibilidad artística. A los 15 años lo anotaron en la Escuela de Bellas Artes; sus compañeros ya tenían 18. De esa época le quedó el perfume de los árboles de ylang-ylang que bordeaban el camino desde su casa y que convirtió en la esencia principal de muchas fragancias de su marca.

“Hay pocos dominicanos que amaron tanto su lugar y que hicieron tanto por él”,

Luis Alvarez Renta, su sobrino.

Era un auténtico fanático de los platos dominicanos y siempre había sobremesas con gente del lugar, que duraban hasta la madrugada.

Si bien en 1960 fijó residencia en Nueva York para obtener la ciudadanía estadounidense, en Dominicana tenía su casa, donde pasaba gran parte del año. La decoró con sus piezas favoritas, porcelanas chinas en azul y blanco y su colección de abanicos, homenaje a sus años en Madrid como aprendiz de Balenciaga. El jardín de inspiración marroquí era donde todas las tardes, a las cinco en punto, se sentaba en los sillones de bambú a jugar al dominó con los empleados: el chofer y el jardinero. Su gran amiga Rosanna Rivera, hoy directora de Revistas y Comunicación en Listín Diario, el medio más importante de la isla, recuerda: “A Oscar le apasionaba recibir en esa casa; casi que lo puedo ver bailando bachatas en la cocina con María, la cocinera que lo acompañó toda la vida”. Era un auténtico fanático de los platos dominicanos y siempre había sobremesas con gente del lugar, que duraban hasta la madrugada. Actualmente es posible hospedarse en la que se conoce como la “Casa del Diseñador”, que se mantiene prácticamente como él la tenía. Cuando De la Renta llevaba a sus ilustres invitados a la isla, les presentaba a los joyeros artesanos del ámbar, piedra autóctona que allí se encuentra en colores rojo, azul y negro. Henry Kissinger, exsecretario de Estado de los Estados Unidos y uno de sus mejores amigos, decía que pasear con él era darse un baño de humildad. “A cada paso que dábamos, todos salían a saludar afectuosamente a Don Oscar. ¡A mí ni me reconocían!”. También les hacía conocer la zona colonial con edificios del siglo XV, un pasaje al tiempo de los conquistadores, el primer asentamiento europeo en América.

Otra huella de De la Renta está en Casa de Campo, uno de los resorts más exclusivos, con canchas de golf talladas al borde de la costa. A finales de los 80, diseñó personalmente los tejidos: colchas, almohadones y cortinas, hasta el uniforme del personal. Fue un gran ejercicio para lo que después se convirtió en su línea de lifestyle y decoración. Al conocer el complejo no dudó en cons

Actualmente es posible hospedarse en la que se conoce como la “Casa del Diseñador”, que se mantiene prácticamente como él la tenía.

truirse una casa allí, su refugio al mar durante muchos años. De estilo balinés, totalmente en madera, fue el lugar donde empezó su idilio con los jardines. “Todo lo que Oscar plantaba se daba, era como si tuviese magia”, cuenta Eliza Reed Bolen, hija de Anette, segunda esposa de De la Renta. Ideó un espacio con plantas autóctonas, pero también con especímenes de todas partes del mundo que se complementaban en un bellísimo jardín tropical. Allí recibía a jefes de Estado, cantantes, modelos y realeza. Hasta que decidió buscar un lugar más tranquilo. Su esposa decía que Casa de Campo se había convertido en una sala VIP de aeropuerto, por el número de invitados ilustres que recibían. Así que eligieron un complejo en unas “tierras al este”. Hoy Punta Cana es el principal punto turístico del país, donde hay desde grandes barrios residenciales muy exclusivos hasta lugares encantadores como el Resort Tortuga Bay, también decorado en su totalidad por “Don Oscar”. Luis Alvarez Renta, su sobrino, dice que le gustaba caminar por el agua hasta la playa del Cortecito y comer un pescado con arroz de picadillo en el bar Capitán Cook. “Disfrutaba inmensamente de los placeres sencillos de su país. Hay pocos dominicanos que amaron tanto su lugar y que hicieron tanto por él”, describe. La gente de la isla habla también de todo lo que hizo para ponerlos en el mapa. En el pueblo de Santiago de Caballeros, por ejemplo, el Centro Cultural Eduardo León Jimenes creó la mayor exposición del diseñador, con más de 50 vestidos donados por coleccionistas privados y celebridades como Sarah Jessica Parker y Gwyneth Paltrow. También hay un taller de esencias para acercarse al proceso de creación de sus icónicos perfumes y un restaurante que reinterpreta sus recetas favoritas, donadas por su querida cocinera. El proyecto es convertir la exposición en una muestra itinerante que recorra el mundo compartiendo la raíz dominicana tan presente en el espíritu del diseñador. n

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