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DERECHO A ENVEJECER
La plenitud de la vida, que antes se concentraba en un par de años, hoy puede durar décadas. Dejar los prejuicios y lograr un cambio social y cultural es la cuestión.
Por CECILIA CONDE Ilustración EVELYNA CALLEGARI
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Una reconocida actriz aparece en la tapa de una revista semanal retocada con Photoshop. Las redes sociales y las críticas explotan. La hipocresía también. La discriminación por edad es la única que nos atraviesa a todos. Esa tapa y las arrugas borradas son un reflejo de lo que pasa en una sociedad que aún hace oda a la juventud. Pero sopla una leve brisa de esperanza. Desde que lanzó su libro Revolución Senior, el auge de la generación +45 (Sudamericana), el periodista y economista Sebastián Campanario puso el tema de la edad en agenda. Es que, para el autor, esa será la próxima gran batalla inclusiva. “Hay un tema de peso específico y es que la demografía está cambiando de manera radical y es algo que vamos a ver en el corto plazo, no en cien años”. Lo que la mayoría de los estudios indica es que para el 2050 la población de mayores de 65 va a duplicarse y, por primera vez, superar a la de menores de 15. Pero, ¿cuándo somos viejos? “El prejuicio etáreo es tan difundido que no hay un imaginario social promedio –explica Campanario–. A los 9, alguien de 24 nos parece viejo; a los 25, alguien de 40. Y esto se da tanto en centennials como en las mismas personas adultas. Porque la discriminación por edad es la única que uno hace contra sí mismo. Somos muy poco empáticos con nuestro yo del futuro”. La connotación negativa del paso del tiempo está directamente relacionada con el imaginario de valores negativos que rodean a la vejez, como la decadencia, la enfermedad, la declinación física y cognitiva, y la tristeza. “Todos absolutamente falsos”, indica el periodista. “Los estudios de felicidad, por ejemplo, demuestran que en la curva del ciclo de vida la felicidad llega a un punto muy alto en la juventud, baja alrededor de los 40 y luego vuelve a subir –incluso
superando el máximo alcanzado–. Esa estadística confronta con los prejuicios vinculados a realidades de otra época”. Que los 70 de hoy no son los de 70 de antes no es solo un decir. Los avances en medicina y en ciencia de la salud están extendiendo por varias décadas nuestra plenitud física y cognitiva. Sin embargo, a los cambios biológicos aún no los acompañan los sociales. Y, comparadas con los hombres, las mujeres se llevan la peor parte. “De por sí ya enfrentan un montón de estigmatizaciones –explica Campanario–. En el mundo publicitario y de la actuación hay ejemplos de varones de 60 o 70 que en el imaginario social son considerados personas muy atractivas: George Clooney es un clásico. Sin embargo, es difícil pensar a una mujer de sus años en ese mismo rol”. Dentro de este escenario, las industrias de la moda y la belleza están entre las más tiranas. Los avances en la lucha por la equidad de género, la diversidad y la inclusión de los últimos años fueron fundamentales para marcar un camino de deconstrucción. Los ejemplos no sobran, pero alcanzan para vislumbrar un futuro más optimista. Desde las campañas de Joan Didion para Céline y Joni Mitchell para Yves Saint Laurent o –más reciente– la tapa de la octogenaria actriz inglesa Judi Dench
en Vogue hasta la revalorización de las canas o el fenómeno de las influenciadoras de moda de más de cinco décadas, que compiten mano a mano con referentes de 25. Todo es parte de un camino que muy lentamente se va allanando. Las marcas no solo van detrás de los cambios sociales, también reconocen que hay un mercado interesante para explotar. Hoy en día las mujeres de 50 años tienen más dinero y poder que nunca. “Los cambios positivos están a la vista: vamos a vivir mucho más que nuestros padres y abuelos, y eso cambia toda la perspectiva, personal y laboral. La gente ya no se casa ‘para toda la vida’, porque la vida no termina a los 60. Muchas personas mayores estudian nuevas carreras, entrenan, compiten, se enamoran, emprenden proyectos. Se corrió el límite. Por eso ahora se habla de perennials, en contraposición a los millennials”, explica la abogada Alicia Moszkowski. Ella misma es un ejemplo de profesional reinventada después de los 60: hoy es representante local de Aging2.0, una organización internacional focalizada en la mejora de la calidad de vida de las personas mayores. Además, es cofundadora de Ahora Nosotras, una comunidad de Facebook que reúne a 35 mil mujeres de más de 50 unidas por un común denominador: los procesos vitales que atraviesan en lo personal, lo social y lo profesional. “Es preciso que todos los comunicadores y especialmente las agencias de publicidad tengan en cuenta a este segmento como consumidor. Hoy solo están representados para promocionar pegamento para dentaduras o suplementos vitamínicos, para no referirnos a productos menos glamorosos aún. Los adultos mayores también pueden
representar a su franja en campañas de moda, viajes, gastronomía, consumo y bienes y servicios en general. Es preciso posicionar el concepto de belleza acorde con cada instancia de la vida: así como hay belleza joven también hay una madura”, dice Moszkowski. Ni los medios, ni el marketing, ni la publicidad se percataron aún del potencial de esta generación. “La nuestra es una industria que históricamente se construyó sobre la base de que la creatividad está asociada a la rebeldía de la juventud –explican Rocío Restaino y Agustina Militerno, que forman parte de Mujeres en Publicidad–. Es muy evidente cómo al llegar a determinada etapa de la vida hay un comportamiento centrífugo, que expulsa de forma directa o indirecta a quienes ya no encajan con el perfil”. Sin embargo, las publicitarias tienen una mirada alentadora respecto al futuro. “El ritmo de cambio es lento, pero vemos avances en la forma en que las marcas representan a las mujeres. Estamos en una etapa de mucho movimiento, que no siempre se manifiesta de manera tangible o permite que las piezas evidencien esas transformaciones”. Aunque la publicidad lo ignore, hay todo un nicho deseante de contenido. Hace poco más de un año que la periodista Cecilia Absatz lanzó su newsletter “Viejo smoking”, cuyo tema central es el envejecer. Comenzó, cuenta, con una modesta lista de 80 personas y hoy tiene más de 4.000 suscriptores. “Durante mucho tiempo escribí columnas para publicaciones como Para ti y la revista de La Nación; rara vez recibí algún comentario más allá de mis editores, que entre otras cosas me seguían contratando. La respuesta ahora, desde el primer número, fue aluvional y agradecida. Algo nuevo para mí”. La propuesta para escribirlo llegó de la mano de su hija y aunque lo primero que sintió fue que la estaba llamando “vieja”, también se dio cuenta de todo lo positivo que su hija había puesto en una palabra que siempre se asocia a lo negativo: “Me veía como alguien que evidentemente la pasaba bien y por lo tanto estaba en condiciones de elaborar sobre el tema. Mientras el mundo se compadece de los viejos porque los ve vulnerables, un poco babeantes y feos, yo me veía bien y me sentía aún mejor. Mejor que nunca, me atrevería a decir”, explica Absatz. Sabe que el trabajo de escritora le juega a favor. En este mundo, el mandato de la juventud eterna no es tan tirano como en el de las actrices, reconoce. También aclara que la edad se lleva mejor sobre una base sólida: “Una modesta pero aceptable entrada de dinero, una prepaga médica y una familia que te quiera”. Pero si esas condiciones están dadas, asegura que no solo se lleva mejor: “Es un gran momento de tu vida”. n