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RENACER

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La conciencia ambiental abarca cada vez más categorías en la industria de la moda y llega a los trajes de baño con propuestas muy innovadoras.

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Colección para la primavera / verano 2021 de Sézane.

Nuestro planeta está compuesto en un 71% por agua, lo que quiere decir que, cuando hablamos de contaminación global, mucho tiene que ver el estado de los océanos y cuerpos de agua menores. Para quienes vivimos en la ciudad este tema pudiera parecer lejano, sin embargo muchas actividades cotidianas, a nivel industrial y personal dejan de alguna manera una huella en los océanos: el tipo de energía que consumimos, los alimentos que preferimos, la manera en la que lavamos nuestra ropa, etc. Así que hablar de la sostenibilidad de los trajes de baño no sólo tiene esa conexión inmediata por ser la prenda que utilizamos para relacionarnos con el agua, sino también a causa del impacto que genera su producción y uso.

Aunque un traje de baño pueda parecer una pieza poco innovadora, esta categoría se ha ido perfeccionando con los años. En las fotografías antiguas distinguimos sobre todo piezas con siluetas muy holgadas y que cubrían demasiado el cuerpo femenino. Pero lo que poco notamos es que estas prendas eran confeccionadas con algodón, una fibra superabsorbente que hacía que, al contacto con el agua, los trajes de baño fueran pesados. Otros se fabricaban con lana, una fibra animal que si bien no absorbe mucha agua, no resulta ideal para un clima caluroso. Así, el desarrollo de las fibras sintéticas permitió no sólo el diseño de piezas más ceñidas al cuerpo sino que también fue un gran salto para su funcionalidad y desempeño: quizás muchos de los deportes acuáticos que hoy conocemos

EN PÁGINA OPUESTA — Colección para la primavera / verano 2021 de Stella McCartney

DERECHA ABAJO — Colección para la primavera / verano 2021 de Sézane.

no habrían evolucionado tanto y no hubieran batido tantos récords de no ser por las innovaciones textiles en trajes de baño.

Sin embargo, estos mismos materiales sintéticos, como el poliéster, spandex y nylon, que han permitido tantos avances, son polímeros derivados del petróleo, lo que presenta un problema de raíz al querer acercar los trajes de baño a la sostenibilidad. El reto no sólo está en su fase de producción, sino también en la de uso y fin del ciclo de vida. Por un lado, estas piezas llegan a liberar hasta 700 mil microfibras en la fase de lavado, y que hoy por hoy están presentes en muchos artículos de consumo humano. Y aunque es bien sabido que los trajes de baño no deben lavarse en lavadora, aún está por comprobarse si estas fibras también se liberan durante el uso de la prenda, sobre todo en algún cuerpo de agua natural, como mares o ríos. Por otro lado, para el fin de vida útil de estas piezas, el gran reto es que estos materiales sintéticos no se degradan y se quedan por cientos de años en vertederos u océanos.

¿Qué alternativas han desarrollado algunas marcas para minimizar el efecto de esta categoría de prendas? Una de las innovaciones más recientes y reconocidas es Econyl, una fibra que recicla redes de pesca abandonadas, un tipo de basura que representa el riesgo más alto para la vida marítima. También reincorpora otro tipo de desechos como los plásticos industriales o alfombras. Hoy Econyl es utilizado por marcas como Gucci, Prada o Burberry, hasta H&M, Adidas o Speedo.

Por otro lado, para Stella McCartney, una de las principales voces de la sostenibilidad en la moda, la versatilidad de una pieza es clave para minimizar su huella ambiental. Bajo la misiva «buy less, wear more», su línea Stellawear fusiona la lencería con activewear o trajes de baño, de manera que se pueden utilizar tanto para actividades deportivas como cotidianas; o incluso con el frente como la espalda. Las piezas están confeccionadas en nylon reciclado que además es de secado rápido, una cualidad que facilita su versatilidad.

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