Mirando pajaritos

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AVISTAJE DE AVES Chuña real.

Surcando el cielo

Lechuza vizcachera.

En el país, hay mil especies de aves silvestres y casi trescientas áreas para su conservación. Esto lo convierte en un centro de atracción para las personas interesadas en el “birdwatching”, es decir, la observación de aves. Todo un mundo para descubrir. POR LORENA LÓPEZ > FOTOS GENTILEZA AVES ARGENTINAS/ASOCIACIÓN ORNITOLÓGICA DEL PLATA

S AVES ARGENTINAS Es una organización no gubernamental nacida en 1916, que trabaja para la conservación de las aves silvestres y sus ambientes naturales. Para más información: www.avesargentinas.org.ar

abido y repetido por muchos, el refrán no es cierto para todos. Gran cantidad de turistas extranjeros y aficionados locales al avistaje de aves estarían de acuerdo en afirmar que, más que pájaro en mano, prefieren cien volando. Y si son más, mejor. La afluencia de visitantes que llegan a la Argentina interesados por sus mil especies de aves silvestres no ha dejado de incrementarse en los últimos años. “Un número creciente de estancias turísticas está incorporando la actividad, y cada vez más gente del sector turístico viene a nuestros cursos de observación de aves para poder responder la inquietud de los visitantes”, explica Eduardo Haene, de la ONG Aves Argentinas. Y el fenómeno no sólo se extiende en los casi tres centenares de áreas de las que dispone el país para la observación de aves. Hasta en la Reserva Ecológica Costanera Sur, a metros del centro de Buenos Aires, se detecta una mayor afluencia de turistas extranjeros, de los cuales un gran porcentaje son birdwatchers. “Esta gente queda habitualmente fascinada con la observación del hornero, los picaflores o las cotorras, especialmente si es su primer contacto con América latina”, cuenta Haene. En la Argentina existen 273 Áreas de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA), que cubren el 12 por ciento del territorio nacional. Allí

viven importantes poblaciones, algunas en riesgo de extinción. Los extranjeros realizan tres tipos de excursiones. Hay clubes de observadores que organizan viajes y vienen con los grupos armados desde su país de origen: en estos casos, el desafío del operador contratado es asegurar el avistaje de un 80 por ciento de lo pautado, todo un logro si se incluyen aves “raras”. Otros grupos se conectan con guías especializados o empresas locales y hacen la excursión con ellos. Y después están los “gasoleros”, que no contratan guía y hacen la producción del viaje por su cuenta. En cuanto al origen, la mayoría de los visitantes son estadounidenses y europeos y, en menor medida, canadienses y japoneses. Los más apasionados son los ingleses, que tienen gran tradición en la observación de pájaros. Pero todos comparten el mismo placer de ver qué hacen y cómo se comportan las aves. Los principiantes deben tener en cuenta que la primera salida suele generar desconcierto, dado que “todo es nuevo” y muchas veces el ojo no está entrenado para registrar todo lo que sucede. Hay que avanzar con paciencia. Es bueno comenzar reconociendo las aves de alguna plaza o jardín, donde se pueden identificar las especies más comunes: zorzales, calandrias, horneros. Lentamente, se van incorporan-

Un aguilucho colorado en la reserva de El Bagual, Formosa.

do nuevas especies, lo que permitie comparar lo “conocido” con lo “desconocido”. “A no desesperar si no logramos identificar de inmediato una especie”, advierte Haene. “Debemos tener en cuenta que la observación de aves es una suma de vi-

Sitios conservados El programa de las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves es una iniciativa global enfo22 RUMBOS

cada en la identificación y conservación de una red de sitios críticos para las aves del mundo. Se inició en

América en 1995, y apunta a contribuir a la conservación de sitios, incluyendo programas de educación am-

biental, instrumentos legales, investigación, monitoreo y protección de las especies amenazadas.

Las 273 áreas argentinas están distribuidas en todo el país. Sólo en Salta, por ejemplo, hay 30 de ellas.

Observación de aves en Corrientes. Y sobrevolando estas páginas, gaviotas cocineras de Península Valdés.

vencias y experiencias, y lograr la identificación de un ave desconocida siempre constituye un desafío. La recompensa será íntima, pero vale la pena.” EL ABECÉ DE LA OBSERVACIÓN

Es importante registrar y anotar los detalles de cada salida: lugar, fecha, horarios, breve descripción del ambiente y estado del tiempo. Una vez que se está en contacto con un ave, se la describe minuciosamente con sus características corporales (tamaño, aspecto, coloración) y de comportamiento (actividad que realiza, movimientos tí-

ambientes naturales la diversidad será mayor, así como la posibilidad de encontrar especies interesantes. Hay dos formas de observar aves: al acecho o en caminatas. El primer método implica esconderse en un refugio cercano al sitio donde se concentran: una laguna o un árbol con frutos, y esperar a que se acerquen. Si se elige caminar, hay que hacerlo de espaldas al sol, lo que permitirá observar mejor al ave, mientras que para ella será más difícil ver al observador. Lo aconsejable es organizar salidas en grupos de hasUn yabirú, en El Bagual.

picos, cantos y sonidos). Si es posible, adjuntar bocetos y referencias sobre su manera de cantar. En caso de hallar nidos, detallar ubicación, soporte, materiales empleados, dimensiones, comportamiento de los adultos y presencia de huevos o pichones. Hay que evitar acercamientos desmedidos que afecten la supervivencia de las crías. Respecto del horario, los mejores momentos son el amanecer, el atardecer y después de un día de lluvia, ya que entonces se genera la mayor actividad de las aves. Cualquier lugar es bueno para observar aves. Sin duda, en

LO ESENCIAL Y LO NECESARIO Los elementos indispensables para observar aves son cuestiones humanas que están en nosotros y, a lo sumo, es posible potenciar: la curiosidad, la paciencia, la capacidad de asombro y la sensibilidad. Y los elementos necesarios son pocos: oído y vista (la ayuda de un binocular resulta clave), anotador y lápiz. Con eso basta para salir al campo. Y, al regreso, una guía de aves para corroborar la identificación de los avistajes. El resto son equipos y técnicas para facilitar esta actividad.

ta tres o cuatro personas. Finalmente, hay que cotejar las anotaciones, para comprender de qué especie se trataba. Las guías de campo (libros con detalles, descripción técnica y dibujos de pájaros) permitirán encontrar el ave observada. Con frecuencia, las observaciones no alcanzan para determinar la identidad del ejemplar descripto. Conviene entonces dejar en suspenso el reconocimiento y analizar cuáles son los detalles en duda para identificar al ave en el próximo encuentro. La clave es mirar con atención, tener paciencia y disfrutar. << RUMBOS 23


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