Tienen el mejor trabajo, un buen marido, una casa soñada, unos hijos divinos y un cuerpo espectacular. Cada vez son más las mujeres que responden a este perfil de “todopoderosas”, sin embargo la contracara de tanto esplendor es que muchas veces están demasiado ocupadas o estresadas como para disfrutar de lo que tienen. En esta nota te contamos cómo hacer para que tanto éxito no se vea empañado.
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fotos: Digital Vision Cd . Stockbyte . Comstock (chango).
¿Ser una mujerAlfa está arruinando tu vida?
¿Qué hacer entonces? Buscar y encontrar el equilibrio para no ir perdiendo cosas por el camino. Pero no te preocupes que ahora mismo te decimos por dónde empezar.
Animate a soltar
Por Lola Quai . Texto original: Nicole Blades.
La ves en el súper, haciendo las compras vestida con el último grito de la moda mientras organiza reuniones con la Black Berry y la
llaman del trabajo para hacerle consultas. También la ves manejando su auto nuevo y dejando a sus chicos hermosos en la escuela, o te la cruzás en el gimnasio y escuchás que además de hacer todo lo que hace, aún le queda tiempo para amasar pizza y comprarse ropa sexy para las noches apasionadas con su marido. Pues bien, se trata de la mujer Alfa, una mujer que hace todo y todo bien, que siempre quiere estar en la cresta de la ola. ¿Te suena conocido? ¿Te sentís identificada? Bueno, no es nada raro, porque la tendencia mundial indica que las mujeres Alfa son cada vez más. Te damos un ejemplo: una encuesta de Pew Research Center, realizada el año pasado en los Estados Unidos arrojó como resultado que, dentro de las parejas entrevistadas, en el 43% de los casos era la mujer la que decidía dónde pasar el fin de semana y la que tenía la última palabra acerca de las compras importantes (un porcentaje que se incrementaba notoriamente si ellas ganaban más que sus esposos). Por el contrario, solo en un 26% de los casos fueron los hombres los que decidían y en el 31% restante la decisión era compartida. ¿Qué es lo que está pasando? Para empezar a entender el fenómeno hay que rastrear sus orígenes, que vienen desde hace ya algunas décadas atrás, porque según Liliana Novaro, médica psicoanalista y psiquiatra, fue la invención de los anticonceptivos en la segunda mitad del siglo XX lo que marcó el hito para la mujer, porque por fin pudo separar la sexualidad de la procreación, lo que le permitió gozar libremente y tener control sobre su cuerpo. Además fue por esa misma época cuando empezó a acceder al mundo del trabajo, la ciencia, la cultura y la política. “Hoy asistimos a la transición entre la familia conservadora y la contemporánea, donde hay una mujer Alfa, que es vista como exitosa y dominante, extremadamente independiente y que toma las decisiones más importantes en la familia”, resume la especialista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y agrega: “Poco a poco irá apareciendo un modo de vinculación hombre-mujer de compañerismo y colaboración, de compartir tanto el sostén económico como el afectivo, la toma de decisiones como la crianza de los chicos. Pero para lograr el funcionamiento de a dos habrá que superar el exacerbado individualismo que vivimos en esta postmodernidad”, advierte. Éxito laboral, buen pasar económico, marido, hijos. ¿Quién no quiere todo eso? El problema es que muchas veces querer “todo” implica un alto costo a pagar. Por ejemplo, con la salud: basta escuchar las conversaciones cotidianas para saber que las mujeres están agotadas, se sienten sobrecargadas y, literalmente, no tienen tiempo de ir al baño (¡y ya los médicos han dicho hasta el hartazgo lo mal que hace aguantar las ganas!). “En la actualidad observamos que se enferman más que antes y que también padecen males que antes solo afectaban a los hombres, como el infarto de miocardio o el estrés”, explica Novaro. “Pero además de todo eso, correr tras el éxito obstaculiza el vivir los vínculos afectivos con la dedicación y la entrega necesarias, en especial con la pareja, los hijos y el entorno social”.
Angie tiene 36 años y está casada desde hace cuatro con Juan Pablo. Ella es intérprete y además de trabajar full time, tener la casa bien ordenadita y cocinar, porque a Juan Pablo “le gusta la comida casera”, resulta que ahora está embarazada. “Siempre fui de tomar las decisiones”, cuenta “En la secundaria era la encargada de organizar el día de la primavera y las salidas en grupo. Juan Pablo ni sabe dónde están las tazas, porque yo me encargo de todo –incluso de pagar los servicios– y nunca falta nada en la casa”. Pero ahora las cosas se han complicado un poco porque con panza a veces los tiempos no se manejan tan fácilmente. “Esto del embarazo nos trajo muchos cambios y también sacó a relucir cosas que no estaban bien pero sobre las que no hablábamos, supongo que por rutina”, continúa Angie. “Por ejemplo, a la noche llego agotada y no tengo energía ni ganas de cocinar, y ya vamos por la cuarta cena con delivery porque JP es incapaz de preparar algo mínimo y entonces me vuelve esa sensación de que si yo no hago las cosas, nadie las hace… y me desespera”. Alejandra Trinidad, counselor en Psicología, dice que lo que ocurre es que a todas las presiones que tiene la mujer Alfa, se le agrega el mandato ancestral de que la mujer antropológicamente ha sido la principal responsable del hogar y, por lo tanto, es algo que le resulta ineludible y muy difícil de delegar.
¿Qué buscan ellos? ¿Y ellas? Los hombres quieren que su esposa sea:
1 Prudente 2 Independiente 3 Inteligente 4 F iel 5 Audaz en lo sexual
Las mujeres quieren que su marido sea
1 Fiel 2 Proveedor 3 Atractivo 4 Fuerte (que soporte
situaciones de presión)
5 Comprensivo
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Quizás de allí provenga esa sensación de que si una no hace las cosas nadie lo hará. “Lo auténtico sería que una mujer se sintiera exitosa para sí misma, más allá de los mandatos sociales, porque cuando alguien logra conectarse con su propio valor y con la plenitud que proviene del hecho de sentirse realizada, no hay motivación más grande”, reflexiona. La mujer Alfa apunta, a la perfección y al “todo” y en eso mismo radica su debilidad y el riesgo de echar a perder ese todo. Por eso, es fundamental animarse a cambiar “ciertas cositas” y no creerse tan indispensable. ¿Un ejemplo? Acá van varios: si tenés la sensación de que si no sos vos la que vas a la verdulería, tu marido/la empleada/ tus hijos van a traer “cualquier porquería”, simplemente hacé la prueba y tomate el trabajo por única vez de explicarles y anotarles lo que tienen que comprar. Ya vas a ver que van aprendiendo. Otro ejemplo: si pensás que vos tenés que estar detrás del pintor/albañil/ plomero, delegalo en tu pareja apelando a que él se va a entender mejor con ellos porque “son hombres” (¡a lo mejor hasta es cierto y todo!). Y uno más: si te creíste el elogio de que tus milanesas son las mejores del mundo, desafiá a los otros integrantes de la familia a que superen tu arte culinario. Hacé la prueba y fijate: vas a ver que, aunque le duela un poco a tu ego, no sos tan imprescindible.
El lugar del hombre ¿Hay algún perfil específico de hombre que elija a las mujeres Alfa? La variedad es amplia y los especialistas coinciden en que no hay una sola respuesta: están los inseguros y temerosos que buscan mujeres más seguras que ellos y también está el factor “comodidad”, donde un hombre elige a una mujer de estas características para que no lo abrume con exigencias y él pueda hacer su vida con menos complicaciones. Gerardo Herreros, psicoanalista, lo resume así: “Puede haber distintos perfiles, desde aquel que busca un par, para ver quién de los dos es más Alfa, hasta el hombre que se posiciona como hijo de esa madre fálica y poderosa; en estos casos la mujer se quejará constantemente de la inutilidad de su marido, pero al mismo tiempo no deja de sostenerlo”.
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Esta actitud de “dejá que lo hago yo” puede resultar muy nociva para la relación con maridos y novios, porque de alguna forma es como decirles que no son capaces de hacer pequeñas-grandes cosas como preparar la cena, llevar la ropa al lavadero u ocuparse de pagar los impuestos. Y si se parte de esa base, ¿para qué se van a esforzar en demostrar lo contrario si además no se mueren de ganas de hacerlo? Lo que pasa es que aceptar que otro haga las cosas implica, también, que esas cosas se hagan de otra manera y muchas veces creemos ser personas flexibles y abiertas al cambio, cuando en realidad nos pasa todo lo contrario y cualquier cosa fuera de lugar (del lugar que nosotras determinamos como “el” lugar) nos saca de quicio, nos rompe los esquemas. “En el interior de una mujer que se ve exitosa, hay una persona que, como todas, siente angustia y debe afrontar los conflictos inherentes a vivir, lo que implica sortear dificultades y desarrollar nuevas capacidades”, dice Liliana Novaro. Y dentro de esas nuevas capacidades se encuentra la de negociar con el otro la división de tareas y los modos en que se llevarán a cabo (después de todo hay más de una manera de lavar los platos y si él al principio no economiza agua como lo ordenan las reglas del cuidado del medioambiente, se lo harás notar de una manera amorosa y no a los gritos pelados). Lo mejor de todo es que en esa forma nueva de hacer las cosas (es decir, la del otro), vas a poder encontrar
MUJERES ALFA
detalles que no te imaginabas que se podían poner en práctica y que a lo mejor hasta dan óptimos resultados. A Marina, el hecho de ser una mujer Alfa no le está estropeando tanto la salud como su relación de pareja. ¿Por qué? Esta consultora de 39 años viaja por lo menos tres días a la semana y su marido le reclama que nunca está y que cuando está, nunca tiene el tiempo suficiente para él. Y algo de razón tiene, porque cuando se va de viaje muchas veces no se comunica con él (en parte porque suele ir a zonas sin señal y en parte porque no se hace el tiempo) y menos aún de mandarle un correo electrónico, y cuando está en la casa su celular no deja de vibrar, encenderse y aullar con diferentes timbrazos. “Es paradójico”, dice Marina, “porque lo que más deseaba era casarme, tener una familia y, en último lugar, tener un trabajo exitoso, y ahora que tengo todo, no solo me está pesando, sino que también siento que estoy a punto de perder lo que más quiero”. ¿Qué hacer en esta situación? Los especialistas consultados coinciden en sugerir la sinceridad: sentarse a charlar cara a cara para saber qué quiere cada uno de verdad y qué está dispuesto a ceder y a cambiar.
Permiso para el placer Te va bárbaro en el trabajo (cosechás elogios y logros) y tu casa, familia incluida, es una pinturita. Pero a ver, ¿disfrutás de todo lo que tenés? ¿Cuánto hace que no te entregás al placer? Y nos referimos a todo tipo de placer, pero sobre todo, lo sencillo: irte a un bar a leer una revista, hacerte una limpieza facial sin horarios o sentarte en el jardín a ver lo lindas que están tus plantas. “El placer es la recompensa merecida para quienes poseen el permiso de recibirlo”, dice Alejandra Trinidad. Y la contundencia de la frase deja un silencio de grillos porque ese “permiso” tiene que ver con tener tiempo para disfrutarlo, estar libre de culpas y reclamos para poder tomarlo (si mientras te va bien en el trabajo y tu
¿Hay algún perfil específico de hombre que elija a las mujeres Alfa? La variedad es amplia: están los inseguros y temerosos que buscan mujeres más seguras que ellos y también está el factor “comodidad”. casa queda cada vez más linda tenés el estómago estrujado porque nunca estás con tu familia y no tenés tiempo ni para limarte las uñas, vamos mal). Algo que ayuda a andar más liviana es no estar tan pendiente de las opiniones y las miradas de los demás. Sí, claro, la primera reacción es decir que uno está más allá de los otros, pero no suele ser tan cierto. Porque es posible que no te importe mucho lo que diga la tía Aurelia de vos, pero sí te importa lo que dicen tus compañeros de trabajo, alguna colega con quien fuiste a la facultad y, por qué no, hasta esas primas jóvenes y “con onda” que ves en las reuniones familiares. A todos nos importa el otro, por eso hay que ser conciente de eso y empezar a recortar las miradas que nos inquietan. “El logro entendido como un bien adquirido necesita de un estado de plenitud que habita en el interior de cada persona”, reflexiona Trinidad. “Muchas mujeres que mantienen un alto rendimiento laboral, intelectual, y también como madres y esposas comprenden que el estado de bienestar surge de la validación de la propia experiencia”. Y hablando de miradas, si sos vos la que mantiene la economía de la familia y oscilás entre el orgullo de que así sea y cierta rabia de que tu marido no sea el proveedor, es muy bueno buscar formas para equilibrar los tantos (porque también a los hombres les molesta, poco o mucho, estar en esa situación). Una de las formas es juntar el dinero de ambos y que haya un lugar “común” de donde salga y, quizás, también, tener una tarjeta de crédito para los dos, a fin de disminuir la sensación de que sos vos la que paga todo, algo que finalmente a toda mujer le pesa porque de algún modo la saca de su rol tradicional “femenino” que implicaba tener un proveedor. “Creo que la femineidad hoy es una búsqueda de la identidad, el lugar que ocupa una mujer en su propia historia, siendo protagonista conciente de su proceso de cambio. Vivida así, la femineidad es un proceso que vuelve a regenerarse en cada crisis vital, es una realidad en constante elaboración”, resume Trinidad. Y lo que pasa es que hoy no existe, como antes, una sola forma de ser mujer. Por el contrario, el cambio es tan grande que aún seguimos buscando nuestro lugar. Por lo pronto, vale la pena probar una vez que llegamos a casa, sacudirnos hasta el día siguiente el trajecito de mujer ocupadísima, preparar (o delegar) la cena con alegría y entregarnos ese rato al enorme placer de no hacer nada.
Ayuda, ¡bienvenida! Acordate: no sos la Mujer Maravilla, así que es una muy buena idea que otra persona se encargue de algunas cosas de tu casa. Acá te damos algunas ideas para que utilices bien las 24 horas que tiene el día y vos querés estirar.
Hacé las compras on line
Hay varios supermercados que ofrecen esta posibilidad, así que aprovechala. No temas que se rompa la cadena de frío y tolerá que el pedido no llegue tal cual vos lo hiciste. ¡No podés controlar todo! Y vas a ver qué gran alivio es que las cosas vayan a vos en vez de tener que ir por ellas.
Planificando la comida
Si cocinar no te relaja ni te da placer, dejalo para grandes ocasiones como algún aniversario o un cumpleaños. Para lo cotidiano resulta muy práctico pedirle a una persona que te haga comidas caseras en forma semanal. Por ejemplo, quizás en tu trabajo haya una señora que se dedique a cocinar “para afuera”. Seguro va a ser más barato y sano que la rotisería.
Buscá en quien delegar
Todos para uno
Los asistentes ya no son patrimonio exclusivo de los ejecutivos. Podés contratar a una persona por día para que haga varias cosas, desde ir a buscar los chicos al colegio hasta pagar los servicios y mantener la casa en orden. La clave es el buen trato y pagar su sueldo en blanco, a través de la AFIP ww.afip.gov.ar, para que todo vaya en un marco de legalidad que los hará sentir bien a ambos.
Involucrá a tu marido e hijos en la organización de la casa para que no se dé por sentado que todo recae en vos. Distribuí tareas concretas y específicas para cada uno y no aflojes: si ellos no las hacen, vos tampoco… Si no, después es peor porque seguro que les vas a pasar la factura.
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