Revista Zona Fantasma Septiembre 14

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Y llega Septiembre Hola, una vez más querido lector, que nos acompañas acá. Seguro te has fijado que hemos cambiado un poco en nuestro aspecto, estas primeras paginas se han movido un poco de lugar… Pero en fin. Buscamos ir de a poco mejorando visualmente para traerles como siempre una mejor revista. En esta ocasión grandes obras nos aguardan y como siempre les entretendrán por bastante rato. Déjenme recomendarles en lo particular nuestro estreno Las Desaventuradas Aventuras de H-Squad Una historia de fantasía épica, con bastante comedia. Obra que no pueden dejar pasar si quieren dejar un poco de lado el estrés y sumergirse en un mundo lleno de magia, espadas, princesas y dragones. Recuerden que por acá no se acaban las historias, si quieren leer el capitulo completo tendrán que pasarse por nuestro blog, donde encontrarán el link de descarga para continuar la lectura de sus historias favoritas. Recuerden que este mes se cierra la convocatoria de la 3ra Light Time Cup, así que no olviden participar. Además, a partir del siguiente mes estarán viendo una reestructuración en nuestra forma de publicación de historias seriadas, estaremos trayéndole más detalles a través de nuestro blog en los siguientes días. Les agradecemos como siempre sus lecturas, el que lo compartan con sus amistades y que fomenten la lectura de estos escritos fantasmas, que lo único que buscamos es contar una historia y entretenerlos. Así que ya dejo de quitarte el tiempo. ¡Que comience la lectura! Dante Locke




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Año 1. No. 9. Septiembre de 2014. Zona Fantasma es una publicación mensual, digital, gratuita y sin fines de lucro. El contenido de la misma es propiedad de sus respectivos dueños y autores. Las imágenes de obras registradas en los artículos es con fines informativos, y su propiedad es de sus respectivos dueños y autores. El resto de imágenes son usadas únicamente con fines estéticos. Si no proporcionaste permiso para mostrar tu trabajo y deseas que se retire, puedes contactarnos a nuestro correo electrónico: revistazonafantasma@gmail.com


Dirección Editorial

Dante Locke (Fabian Ramos) Midnigthmoon (Dario Carazo)

¡Ayúdame Skade Hjarataiss

Edición

Complejo de Inferioridad Ryu Abel

Autores

Vermillion Fenrir W. Fang Yuki Mashiro (Ilustraciones)

MidnightMoon

Sueños recurrentes (II) Yonshesko Blandela Se perdió el tigre León José Joalberths de Agrela

Paisaje Memorable Marcus Seeren Con abejas en vez de flores Pauleeh Suicidio de media noche Elaine Rose Poema fantasma BNU Las desaventuradas aventuras de H-Squad Danisa «Niza» Paredes

Odio las comedias románticas escolares Kyo-kun The Highlands Jean Hathaway Eliand Xander (Ilustraciones) La niña que tocaba el guzheng Sameq Delta City (Crónicas) «Drake Epsilon»

Articulistas Dante Locke Lierbex H. Lima

Nuestra pasada edición

Zona Fantasma de Agosto 14. Portada de manos de Rey Espectro. Entrevista con Sameq, ganadora de la 2da LTC. Continuando nuestras historias de siempre, regresando por partida doble The Highlands de Jean Hathaway y Eliand Xander. Compartiendo el comic Soul Brothers de Ed García. Artículos, cuentos, ¡y muchos más! 4241 Leídas + 168 Descargas


Entrevista

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aludos, fantasmas. En este número tenemos una entrevista con Ramiro de León López, mejor conocido como Zanate Mx, autor de Sidra, la chica mágica mexicana y de Daiquiri Mix, la bruja nahuala. Dante Locke: Para empezar, cuéntanos un poco de Ramiro de León López, mejor conocido por estos rubros como Zanate Mx. ¿Cuáles son tus sueños e inspiraciones? Zanate: Hola, mucho gusto, básicamente mi meta es establecerme como autor y vivir del cómic, una tarea difícil pero no imposible, y mis inspiraciones se remontan, como naturalmente suele ser, a la niñez y las series con los que uno creció, de ahí la inspi-

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ración para crear manga.

Sidra, La chica mágica mexicana, nos cuenta las aventuras de Frida, una chica de secundaria que de noche se transforma para salvar a la ciudad de demonios de la noche. D: ¿Cómo comenzó este proyecto? Z: Sinceramente nunca me hubiese imaginado una chica mágica mexicana de no ser por el final de la serie Madoka Magica, me encantó la idea de chicas mágicas de diferentes nacionalidades que no solo representaran a Japón, supuse que los eventos y los obstáculos así como los enemigos serían demasiado diferentes.


Evidentemente este proyecto va inspirado en Madoka Magica y quizá otras chicas mágicas. Pero ver una chica mágica mexicana nos hace pensar: ¿qué novedades traerán las aventuras de Sidra a los fans de las chicas mágicas? De entrada solo puedo asegurarles que puede que sientan que es la misma típica historia cliché de chicas mágicas, pero poco a poco se desenvolverá, habrá momentos que incomodará y momentos que puede que sorprendan a los lectores, solo puedo adelantarles que Sidra en realidad es una representación de muchas cosas que sufrimos los mexicanos hoy en día. D: ¿Tienes pensado el final de la historia o calculas su duración? Z: Ya tiene un final, en si no es tan largo este proyecto, se pensó en un principio que fuese una parodia de chicas mágicas pero con toque mexicano, pero al final resultó en una historia seria y prometedora. D: ¿Cuál ha sido la recepción de la gente ante este proyecto? Z: A tenido bastante aceptación, lamentablemente no he sido consistente y la publicación paró por un buen rato, ya hasta el punto en hacer un reinicio, pero con una mejor historia y más centrada. En sí la gente lo ha visto con buenos ojos pero no he podido ver más resultados debido a que le he puesto más energía a otros proyectos. D: Siendo autor también de otro proyecto (Daiquiri Mix, la bruja nahuala). Se nota que de un tiempo a acá buscas darle más atención al proyecto Sidra. ¿Esto tiene alguna razón? Z: Siempre hay cosas que no te dejan dormir, y esta es una de ellas, quisiera darle todo el enfoque que necesita por que es un proyecto ambicioso y que tiene futuro, pero también se le debe dedicar tiempo para darle al lector un buen resultado, realmente mi enfoque con Sidra es provocar un im-

pacto cultural, que la gente se fascine, disfrute, llore y hasta se moleste con los personajes. D: ¿Qué otros personajes o algo de historia que nos puedas adelantar o medio referir para lo que viene de Sidra? Z: Como mencioné anteriormente, la historia de Sidra es una analogía de lo que vivimos y sufrimos como mexicanos a diario, por ejemplo lo que vivimos con el narcotráfico, los abusos y humillaciones hacia la población son cosas que veremos en la historia, no de manera literal pero si son interpretaciones de nuestra vida diaria, cada quien podrá sacar sus conclusiones, a Sidra no le ira fácil en la historia y tendrá enemigos que le harán pasar muy malos ratos. D: Sabemos que quieres llegar a concretar el proyecto en físico, y por parte de Daiquiri Mix ya algo de esto has hecho antes. ¿Cuál ha sido tu experiencia editorial o con imprentas? Z: No he ido aún con editoriales, solo he probado el formato físico y la distribución es simple a través de convenciones y eventos, por el momento me tendría que enfocar a sacar un mejor trabajo para estar convencido de llevarlo a una editorial. D: ¿Qué esperas hacer del proyecto Magical Sidra? Z: Un impacto cultural, que la gente se encariñe y sufra con los personajes, darle al lector cosas que no se espere y que disfrute cada momento hasta el final, y que así como sucedió con los superhéroes se llegue a notar que no todos viven en ciudades de primer mundo. D: ¿Contactos o Redes que quieras compartir? Z: El Facebook de Magical Sidra. El Facebook de Daiquiri Mix. Y mi DeviantArt.

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Acerca del universo

Acerca del universo, los harem, harem inversos y todo lo demás Una guía sobre los estereotipos pop en una novela ligera

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fectivamente, en el planeta sólo existía una especie más inteligente que los delfines, y pasaban la mayor parte del tiempo en laboratorios de investigación conductista corriendo en el interior de unas ruedas y llevando a cabo alarmantes, sutiles y elegantes experimentos sobre el hombre. El hecho de que los humanos volvieran a interpretar mal esa relación, correspondía enteramente a los planes de tales criaturas… Que además de todo esto conocían el bien guardado secreto sobre los harem y harem inverso. Es poco conocido aun en las partes más avanzadas de la galaxia que un argumento

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basado en un protagonista (por lo general un adolecente normal) rodeado de bellas mujeres con personalidades y características corporales muy marcadas es conocido como un harem. Lo mismo ocurre en un harem inverso con una pequeña variación, el protagonista es una mujer destacando que es también normal. Esta aparente normalidad de los personajes protagonistas ha sido atribuida a que ellos son una proyección del públi-


co, quien en ambos sexos sostiene una fantasía secreta de ser el punto de deseo de un grupo muy variado de atractivas posibles parejas. Este argumento ha sido exitosamente usado en comedias de animación japonesa como: Love Hina, To Love-Ru, Nisekoi, entre muchas otras. Y hace su aparición como recurso en series de animación que se han llamado shonen (señalando que esta es una categoría que engloba todas las series dirigidas para el público masculino juvenil) como ejemplos señalaremos: Unbrekable Machine Doll, donde Raishin, un joven titiritero mágico en busca de venganza, se ve rodeado gradualmente por bellas mujeres: su benefactora fría y siniestra; una doll mágica linda e impulsiva; una tsundere rubia; una profesora distante y pelirroja; una indefensa y maternal enemiga; y una larga serie de mujeres que en su mayoría lo desean como pareja, y aunque esto salga fuera de nuestra comprensión occidental, esperan una decisión del protagonista sin empezar un conflicto. Para su estudio detallado la guía del autoestopista galáctico recomienda tener presente las siguientes características de un harem y harem inverso:

El protagonista es una persona normal Como se dijo antes el protagonista es una proyección del público, característica que le resta un peso argumental y lo hace un personaje vacío, como se ha criticado en personajes de harem inverso, como Sunako de la serie Yamato Nadeshiko Shichi Henge, ella es una traumatizada adolecente, que además de amar el gore no tiene más cualidades que ser una belleza oculta sin una personalidad de ningún

tipo, opacada por el despliegue de personalidad y atractivo de su harem.

Existe un orden de aparición para los personajes Como regla no escrita se puede decir que en un harem el orden de aparición es una constante como se ve en la serie Nisekoi: protagonista masculino, amiga incondicional, niña de la promesa, y una nueva integrante del harem cada capítulo. Para el harem inverso tomaremos como ejemplo Ouran High School Host Club: protagonista femenino, y luego todo el harem ya vinculado entre sí por un club u otra organización insoluble.

El vínculo que une al harem con el protagonista El vínculo que une al personaje masculino con su harem se puede decir que solo es amor fraternal y deseo sexual. Pero para el harem inverso es un motivo de obligación como en la muy conocida serie Ouran High School Host Club, donde Haruhi rompe un jarrón muy valioso y tiene que pagar por el trabajando como anfitrión travesti en un club lleno de atractivos jóvenes. La obligación es un recurso que permite no ver como indigna la relación de una mujer con un gran número de hombres, además el travestismo nos permite desarrollar situaciones ocurrentes.

El protagonista tiene pocos amigos En el harem el protagonista apenas posee uno o dos amigos, que son personajes graciosos y patéticos en sus relaciones con el sexo opuesto y solo sirven como una burla. En el harem inverso es aún más notorio que el protagonista, en la mayoría de casos, no posee amistades, puesto que ellas recriminarían de forma severa la curiosa relación con el harem de hombres. Tomemos la serie Hana Yori Dango, donde la, protagonista

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empieza teniendo una amiga inseparable que con su torpeza provoca una relación de pelea que luego tiende a la amistad con el malvado club F4 y luego desaparece totalmente para ser remplazada por una enemiga que luego es una amiga distante.

nista; como se puede destacar en el dorama coreano You're Beautiful, donde el triángulo amoroso se forma en base a las carencias emocionales, y la elección favorece al príncipe rechazado por su madre.

La conformación del harem

Así, comprendidos estos puntos, se debe destacar que el protagonista no aprovecha los encuentro amorosos con su harem ya que es muy inocente para eso y sería muy peligroso para su vida, como en la serie School Days.

Un buen harem está formado como se puede ver en la serie Nisekoi por: la niña de la promesa; la tsundere, contradictoria y violenta pero en el fondo dulce; la amiga incondicional, perfecta como pareja; la chica masculina; la amiga pequeña dandere ser sin expresiones emocionales, calculador y sobrio; además se pueden acompañar un sin fin de personajes estereotipados. En un harem inverso la protagonista por lo general tiene un cuarteto en su harem, como se ve en la serie Ouran

High School Host Club: un príncipe muy inocente, un frio amante del dinero, un serio y distante protector, y un infantil shota.

El desenlace esperado Para el harem por lo general es una cuestión del tiempo compartido con el protagonista, y la elección será entre la niña de la promesa, luego la primera mujer que conoció y, como último, el resto del harem. En un harem inverso la elección se limitara al príncipe y a la alma gemela de la protago-

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El fanservice es otro punto importante, ya que es una herramienta que nos dará aceptación inmediata, pero también nos traerá críticas. Y como último punto un harem puede estar conformado por chicas mágicas (Kore wa Zombie Desu ka?), androides (Hand Maid May), espíritus del folklore japonés (Omamori Himari); o en caso de que no se disponga de más, utilice jóvenes normales. La guía termino de recitar el artículo. ―Dime, ¿te gusto el artículo sobre los harem y harem inverso? ―le preguntó Arthur. ―Lo odio ―respondió su amigo―. ¿Adónde vas? Arthur no podía aguantar más. ―Me parece que voy a dar otro paseo, y luego preguntare como construir un mundo fantástico en una novela ligera ―dijo. Adiós y gracias por el pescado.


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Pixel World

Ficha Técnica Título: DmC: Devil May Cry Plataforma: Play Station 3 / Xbox 360 / PC Género: Acción, aventura,

hack & slash Año: 2013

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ola los saluda nuevamente su compañero Lierbex. Luego de mucho tiempo les traigo un review de un juego lleno de mucha polémica y críticas por doquier: DmC: Devil May Cry. Luego de un decepcionante juego con una trama ligera y llena de lo que más odiamos los gamers *coff* *coff* backtracking *coff* *coff* Capcom decidió lanzar un reboot de esta gran franquicia. Desarrollada por Ninja Theory una casa productora Inglesa, en Cambridge, Reino Unido. La cual hizo un juego digno de sustentar el nombre. Este jugo fue el fruto de

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personas talentosas y con ganas de demostrar lo que son capaces, y todo ello se puede ver plasmado tanto en el apartado gráfico, banda sonora e incluso la jugabilidad. Aclaro, poco o nada me importa la apariencia de Dante, si bien la picardía que solía tener, su arrogancia e incluso su carisma no volvió del todo, lo compensó con un Dante mucho más adolecente, algo más «serio», si es que se le puede decir así, y toda una historia más profunda que sus antecesores, esta review la hare de manera objetiva sin entrar en prejuicios. Desarrollado en un universo paralelo a los juegos originales. Dante es un chico con ritmo de vida descontrolado: bebe como loco, liga en bares libertinos y se acuesta con la primera mujer que ve en la calle, es hijo del legendario demonio Sparda, aliado de Mundus, y de Eva, un ángel. Él y su hermano Vergil serían conocidos como la raza Nephilim, la única capaz de derrotar a un dios, una mezcla entre un ángel y un demonio. Sin embargo Mundus, al enterarse de esto, los exilia a ambos y borra su memoria


para evitar su sufrimiento. Eva es asesinada a manos de Mundus frente a los ojos de Dante, y Sparda es sellado en el inframundo con eterno sufrimiento. Tras estos eventos Dante es llevado a un orfanato donde es abusado por demonios, hasta que descubre su verdadera fuerza y los elimina, volviéndose luego un delincuente, y empezando su vida como un rebelde. Un día normal luego de despertar de una buena resaca es contactado por Kat quien le dice que debe irse pues fue descubierto por demonios que intentan matarle. Dante es llevado al limbo y un enorme demonio, al intentar matarle, agarra su remolque y ocurre el cambio de ropa más épico en la historia de los videojuegos. Luego de unas desventuras logra escapar del inframundo y se entera de que su hermano Vergil es el líder de una organización secreta que busca la libertad y él se une a dicha organización para liberar al mundo del señor supremo Mundus.

Aspecto gráfico (7.4 / 10) El juego tiene unos gráficos increíbles, sin embargo para el año 2013 estos no resultan tan sorprendentes, aunque no hay que desmeritarlos. Si bien, en algunas escenas comunes suele correrse un poco, no suele ser la gran cosa y sólo sería buscarle la quinta pata al gato.

Historia (8.6 / 10) A diferencia de sus antecesores, este tiene historia que se toma mucho mejor, ya que a diferencia de los anteriores, donde muchas veces, principalmente en los primeros, sólo eran juegos de acción y sin explicación, en este la historia es el plato fuerte. Las animaciones son más largas que sus otras entregas y cuentan la historia de manera fluida. Es aquí donde el nuevo Dante cobra personalidad, ya que a diferencia del Dante burlón, este tiene una relación más directa

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con los personajes y se muestra como alguien un poco más sentimental y humano, desarrollando una relación más personal con su hermano Vergil y con Kat. La re-imaginación del mundo de DMC fue un aspecto positivo pues al ahora la historia se logra un mejor universo que sus anteriores entregas.

Música (7.9 / 10) La música también es uno de los platos fuertes en los combates, está muy bien adaptada a los escenarios. El presionar el botón para dar un espadazo es emocionante no solo por la jugabilidad, sino también por este gran apartado, al cual le dedicaron mucho tiempo.

Jugabilidad (8.8 / 10) Si bien la jugabilidad en esta franquicia es muy sobresaliente, a mi parecer esta entrega no obtuvo tantas maniobras mortales como las anteriores, sobre todo si hablamos de las aéreas. Aunque los combates en general son divertidos e incluso hay batallas aéreas bastante emocionantes, no logró alcanzar lo que en los últimos dos jugos se había logrado. Algunas habilidades vuelven pero con otras armas lo cual lo hace bastante variado, pues en esta entrega habrán armas para enemigos específicos o especializadas en ciertas áreas del daño (a multitudes o a uno solo), el gancho de Nero vuelve, sin embargo ahora tendremos la habilidad de atraer y de agarrar.

Innovación (7.9 / 10) Este es uno de los puntos en lo que más falla. A pesar de ser una saga muy reconocida, su innovación aquí ha sido poca, si bien su historia y combate inteligente no están nada mal, y algunos escenarios, co-

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mo la pelea contra Bob Barbas y Lilith, resultaron sumamente novedosos, la saga no trajo consigo más que evitar las tediosas pantallas de carga al abrir las puertas que tanto odiábamos. Sigue usando el mismo sistema de misiones de los primeros tres juegos… Empiezo a recordar que no escucho ese término desde el Grand Theft Auto San Andreas, por lo menos lo hubiesen reemplazado por capítulos (?).

Música (7 / 10) La saga falla un poquito en este punto, a pesar de jugarse en niveles difícil (Nephilim o Cazademonios) los raids resultan demasiado fáciles. Sin embargo hay combates bastante memorables, como el de Bob Barbas, que a mi parecer es el mejor combate de todo el juego. Aun así, hubo pocos raids a diferencia de las otras entregas, pero, como dije anteriormente, el plato fuerte ya no es este aspecto, sino la historia.

Opinión Final (7.5 / 10) Como dije anteriormente la apariencia de Dante poco o nada me importo, personalmente se me hacía muy parecido al viejo solo que algo más adolecente. Aunque me molesta el hecho de que este Dante fue hecho pensando en atraer al público joven… ¡Vamos!, como si todos los jóvenes nos fuéramos de parranda y nos ligáramos a una tía a cada momento. Si bien al ser un juego hecho para gamers casuales no resulta tan difícil el imaginar porque de esta decisión. El juego a mi parecer estuvo decente con muchas horas de diversión y con buenos personajes, dan ganas de jugarlo.


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Sueños Recurrentes (II)

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eme aquí en la cooperativa del colegio, desayunándome un amargo resultado del examen de Geometría. Mañana lo sabré, pero estoy seguro de que reprobé. No es el primero, y creo, tampoco el último. Son las diez de la mañana, hace dos horas terminó el tormento. Todos mis compañeros del salón se ven satisfechos. Nunca he sido un alumno brillante, pero tampoco he formado parte de la fila de los reprobados. ¿Por qué demonios no estudié? Las siguientes clases se me pasaron en un suspiro. No sé de qué habló el profesor de Historia. En deportes estuve en la banca durante toda la clase. La maestra de Arte se reportó enferma.

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Molesto, regreso a mi habitación. No está ninguno de los tres compañeros que comparten cuarto conmigo. ¿Estarán festejando la hora libre? Eso no lo sé. Además de burro, soy solitario, callado, tímido… me urge ser amigable, pero llegar a una habitación vacía no ayuda en nada. Decepcionado me recuesto en mi cama. ¡Qué más da! Coloco mis audífonos en mis orejas. Escucho a mi grupo favorito y cierro los ojos. Un momento de relax no me hará daño. Abro los ojos, después de un instante vacío. Estoy de nuevo frente a la desviación de la vereda oscura de mi sueño. Esta vez me reciben señalizaciones. Un poste de madera vieja clavado en la tierra. Arriba

Yonshesko


tiene dos flechas, también de madera con leyendas. La primera flecha apunta hacia el camino nebuloso, esta dice: «Después de oscuridad, luz». La segunda flecha apunta hacia el bosque, tiene algunas ramas encima. Las quito y logro leer: «Luz clara, luz oscura». ¡No entiendo nada! Esto no estaba la vez anterior, ni en las otras. Sé que quieren decirme algo, pero ¿qué? ¿Por cual camino iré? Al primero desconozco. Ni idea que me encontraré allí, es mucho más tenebroso. En el segundo tengo una visita pendiente. Ni hablar, me dirijo al segundo. Ya lo conozco, me será sencillo. Inicio mi recorrido entre crujidos, pisando ramas secas. Apuro mis pasos, el bosque es oscuro pero la luz de la luna me ayuda a ver un ligero resplandor. Escucho sonidos raros, como ranas croando, pequeños aleteos y el silbido seco del viento. Entre los arbustos veo puntos amarillos que brillan y se apagan, después vuelven a aparecer. ¿Qué es ese otro sonido? Creo que es una risa burlona. La imaginación me está jugando una broma. ¿Me estaré volviendo loco? ¡No! Ahí está de nuevo la risa. Esto me está poniendo los pelos de punta. Me apuro. Busco una rama larga que me sirva de lanza para poder cruzar al otro lado. Estoy a punto de llegar al precipicio donde termina el bosque y frente a mi veo la lanza perfecta. Es lo bastante larga y resistente para apoyarla en el suelo, brincar y alcanzar el otro extremo. ¿Pero qué estoy diciendo? si ni siquiera la ocupo. Sé perfectamente que hay un puente colgando, sólo tengo que ser cuidadoso al cruzar sobre las viejas maderas y no pase lo de la vez anterior. Agitado llego al borde. Miro a los costados buscando el puente. Sólo veo niebla. El cielo se pone negro y un relámpago estruendoso aclara mi visión. ¡Lo veo! Corro hacia el puente lo más rápido que puedo. ¡No puede ser va a llover! El cielo parece que se va a quebrar. Los relámpagos se intensifican. Llego al fin al inicio del puente. Sé que puedo cruzarlo. Si llueve, no creo que monstruos con alas me detenga. Los pájaros se refugian cuando llueve, estoy segu-

Blandela

ro. Me sostengo de la cuerda y poso mi pie derecho sobre el primer tablón. ¡Demonios, está lloviendo! Pero eso no me detendrá esta vez. Las tablas crujen y se tornan resbalosas por el agua de la lluvia. El puente empieza a moverse poco a poco. Un viento helado recorre cada poro mojado de mi piel. ¡Lo siento, esta vez no me detendrá nada! Sigo cruzando el puente movedizo procurando pisar tablas macizas. La lluvia empaña mis ojos, casi no logro ver. No es una simple lluvia, es un diluvio. Estoy un poco aturdido por los truenos o el sonido de agua cayendo. Me siento desesperado. ¿Y ese sonido extraño? ¡Ya sé! es el trinado de los pajarracos horrendos. No puede ser. Así o más desdichado. No, esta vez no. Me apuro a cruzar. Aún no veo las alas gigantescas, pero estoy alerta. Otro relámpago furioso. Estoy empapado. No veo nada. Otro trueno. ¡Demonios los pájaros! La lluvia no los detiene. Vienen hacia mí. Otro trueno. El pájaro líder grita a los demás y se detiene. Los otros aletean y gruñen desesperados. Sin dejar de verlos doy un paso lento hacia otra tabla que está un poco más separada que las demás. El gran pájaro líder clava sus ojos rojos en mí, abre su pico con dientes afilados en forma de sierra, alerta a los demás. De pronto sus gritos y aleteos me aturden. No logro escuchar la lluvia. No me doy cuenta del último trueno en el cielo del cual se desprende un relámpago grueso que ilumina todo mi campo visual. Los pájaros desaparecen de mi vista. Logro cubrirme los ojos entrecerrados con mi brazo izquierdo. En un segundo todo se vuelve blanco intenso, el silencio se apodera del ambiente. Como en cámara lenta me sostengo de una de las cuerdas del puente, pero resbalo hacia la nada. Caigo de nuevo al infinito, ahora lleno de luz. Despierto, sigo en mi habitación. Al parecer estoy solo. Miro el reloj que está en la cómoda, son las seis de la tarde. De pronto descubro que estoy empapado. Pero, ¿qué pasó?

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Se perdió el tigre León José U

n miércoles de carnaval se perdió León José, se suponía que a las seis de la mañana el tigrito, hijo de la señora Aurora Boreal y el señor Héctor Mesonero, debía montarse en el transporte para ir al colegio, aseguran algunos que lo vieron subir, otros dicen que no fue así, pero lo seguro es, que a la escuela no llegó.

Llegó la Aurora Boreal enfurecida a donde la maestra con un hacha en las manos y la sangre en la cabeza.

Sus hermanos, el pájaro Tico-Tico y la carne frita asada sancochada, sí llegaron a la fiesta escolar del carnaval. Todos jugaban con bombas llenas de agua. Al final del día muchos parecían victimas del diluvio de Noé, pero el joven León José por ningún apareció.

—¡O encuentra a mi hijo León José o a usted la muerte le doy yo!

Al llegar a casa los dos hermanos, mamá Aurora pregunto: —¿Cómo fue el día? —Divertido ―respondieron los niños. Pero la cuenta de mamá Aurora no daba buenos augurios. Tenía en casa a su carne frita y a su pajarito Tico-Tico, pero ¿dónde estaba su tigrito?, aquel que se llamaba León y no tenía melena. Como cualquier madre desesperada dejó a sus niños con una vecina de confianza. Salió por la calle a gritar el nombre de su niño. —León José, León José, ¿dónde estás León José? Y se reunieron los vecinos, y se les unió la policía y los bomberos; todos gritando por la calle la frase de la madre. —León José, León José, ¿dónde estás León José?

—¿Dónde está mi hijo? ―pregunto la madrona encrespada. —Yo pensé que estaba enfermo y que usted no lo mandó.

Madraza y maestra fueron a la casa del conductor buscando que él supiese donde estaba aquel León. Aurora explicó al señor que entre todos los niños su hijo era el único tigre, el chófer recordó un muchacho rayado que subió a su autobús, pero que él aseguraba se había bajado al llegar a la escuela. En la calle seguía la gritería y por doquier se escuchaba: —León José, León José, ¿dónde estás León José? Dos instintos femeninos le sugirieron al gorila buscar en su autobús, siguiendo órdenes lo abrió y en él nada había. La desesperanza aullaba en las mentes que pensaban que el pobre crío había sido absorbido por un agujero negro escondido en el transporte, pero antes de desistir y salir del camión fue visible un delgado brillo naranja debajo de los últimos asientos, fueron a revisar a ver de qué se trataba. Ahí estaba León José con su disfraz de tigre durmiendo como el rey de la selva bajo el último asiento del autobús escolar. La búsqueda cesó después de muchas horas, pero la golpiza al León siempre le recordó no dormirse nunca más camino al colegio.

Joalberths 08


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Paisaje memorable A

quel paisaje sigue grabado en mi memoria, a pesar de los años que han transcurrido, no he visto nada que se le iguale. El paisaje era hermoso, sí, aquellos bosques infinitos lo eran, pero lo más memorable no fue eso, sino ella, la joven que amé. Vivíamos en un pueblo en las montañas donde llovía con frecuencia, y el frío llegaba hasta los huesos. En esa época teníamos quince… no, dieciséis años, éramos unos niños gozosos de la vida, riendo y jugando por doquier, por donde el viento nos llevara. Sus locas ideas siempre me hacían exasperar, movidas por una curiosidad infantil, que se me terminaba contagiando ―aunque lo negara―-; ese día no fue diferente. ―Dani ―llamó mi atención. Ambos caminábamos camino a casa por el lado de la desierta carretera. Yo iba delante de ella, así que me detuve y volteé, viéndola alzar la vista hacia uno de los montes que dominaban en la región. ―Quiero subir ―respondió de manera seria, casi sin sentimientos. La idea se le había metido a la cabeza. En realidad no era difícil subir, no era un lugar muy elevado, pero sí bien posicionado, por lo que se había delimitado un camino que llevaba a un pequeño mirador cerca de la cima, sin embargo nosotros nunca habíamos subido.

dejarme otra opción más que ir detrás de ella, esperando no perderla de vista. Anduvimos por un par de horas. Grandes columnas de árboles resguardaban nuestro camino. Ella iba delante y yo miraba su andar con particular molestia, pero con ignorada emoción. Paso tras paso llegamos hasta nuestro objetivo: el mirador. Era una construcción retocada con concreto que sobresalía lo suficiente como para ver el panorama que nos rodeaba. Al llegar ambos quedamos con la boca abierta, viendo aquel maravilloso paisaje que nos hacía sentir maravillados, pero, al mismo tiempo, diminutos. ―Es hermoso ―la escuché murmurar. Ella era así. Bastante curiosa e impulsiva, pero callada y tímida. Su cuerpo no transmitía la emoción que su mirada demostraba. Se acercó a la baranda y volteó a verme, llamándome a su lado con una seña de la mano. Esa escena es la que está grabada en mi mente como si fuese una fotografía. Me quedé enmudecido, dándome cuenta de la ola de sentimientos que me provocaba. Me le acerqué y le tomé la mano mientras contemplábamos el paisaje. No hubo más palabras entre ella y yo; el silencio fue nuestra única compañía. Eran momentos simples.

―¿Ahora? ―pregunté con desánimo.

Hoy me llegó esta foto, nuevamente ella está ahí, luciendo ese encanto que sólo yo era capaz de ver.

Me ignoró y salió corriendo hacia el inicio del camino, comenzando a subir y sin

Un vestido de bodas la adorna y un hombre que no soy yo está a su lado.

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Marcus Seeren


ยกReescribiendo la historia! Entra, lee y vive. ยกNo te arrepentirรกs!

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Con abejas en vez de flor

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ir Francis Vossler se apretó la corbata, se acomodó el sombrero, frunció el seño, aclaro su garganta y con la mano derecha empujó una gran puerta de madera la cual unía el resto de la casa con la biblioteca. Adentro le esperaban sus familiares y un sujeto con un maletín en las manos. Sir Francis entró calmado y con una gran sonrisa dibujada en el rostro a pesar de todas las miradas que sobre él se clavaban. Se acomodó tranquilamente frente a la chimenea. Todos estaban alertas como perros a un hueso. ―¿Y bien señor?, ¿ha tomado usted la decisión? ―dijo el hombre del maletín que se acomodó en la silla del escritorio. ―¡Claro, claro! Escriba usted debajo de esa larga y aburrida introducción de ayer ―replicó Sir Francis. El hombre tomó de su maletín una hoja transparente, con el dedo índice tocó el centro y las palabras comenzaron a aparecer. Sir Francis comenzó a hablar y el hombre escribía. ―Yo, Sir Francis Vossler ―hizo una pausa y se puso de pie―, frente a estas personas que se hacen llamar mi familia he de

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decir el nombre de quien ha de heredar todas mis tierras y fortuna. Esa persona es… ―hizo otra pausa. Los nervios carcomían las entrañas de sus familiares, se veía como el sudor caía por sus frentes y daban difíciles tragos de saliva esperando escuchar uno de sus nombres, pues, solo habría un único heredero. El silencio se volvía insoportable. ―Jacobus Van Helmont ―mencionó finalmente Sir Francis. ―¡¿Qué?! ―exclamaron todos atónitos―. El notario terminó de anotar el nombre. Ya no había marcha atrás. ―¡Así es!, Jakob es el heredero de toda mi fortuna. ―De nuevo apretó su corbata. ―Pero, ¡vamos! ―habló uno de sus sobrinos―, ¿quién es ese tipo? ―¡Oh, déjalo! ―dijo otro―. Tal vez ese sujeto ni existe, recuerda que el tío Francis, sufre demencia. ―Diciendo esto dio la vuelta y salió de la habitación. Los demás también se fueron muy enfadados, Sir Francis firmó el documento y así se selló el testamento. El notario guardó la hoja en el maletín.


res

―Con permiso. ―Se puso su sombrero y Sir Francis, asintió con el suyo. Sir Francis, quedó solo en la biblioteca sentado en su cómoda silla, frente a la chimenea con un semblante lleno de satisfacción. Hacía mucho frio, por el ventanal se veía que una tormenta de nieve acababa de comenzar. Estuvo allí por un rato hasta que cayó la tarde y uno de sus sirvientes entró. Se tenían mucha confianza así que se sintió con la libertad de hacerle una pregunta. ―Señor, discúlpeme, pero ¿quién es esa persona?, ¿en realidad existe? ―Para serte sincero. ―Lo volteó a ver con una sonrisa―. ¡Ni siquiera yo, lo sé! ―Soltó una gran carcajada. ―¿Cómo? ¿No lo sabe? ―Anoche, antes de irme a la cama. Vi en el armario unos zapatos que guardo desde hace tiempo. Los hizo un muy buen zapatero. Jacobus Van Helmont, era su nombre. ―Entonces, ¿en realidad ni siquiera conoce a esa persona? ―Pues ¡no! Pero, fue muy gracioso, ¿verdad? ―Soltó otra carcajada―. Me encanto ver la cara que todos pusieron. Son

unos interesados, ¡no se merecen nada! ―El joven sirviente, se reía con él―. Me gustaría saber cómo es ese Jacobus, ¿sabes? Creo que pronto lo conoceremos. ―¿Que quiere decir? Lo va a… ―Sir Francis, lo interrumpió. ―¡Ya lo verás!

SECTOR #9 El sector nueve es un pueblo pequeño, no hay mucha gente viviendo en él, todo mundo se conoce. El centro es la zona comercial del sector, es de donde el pueblo se mantiene. Allí hay una pequeña zapatería sin nombre. Nunca lo tuvo pero, pues la gente termino por nombrarla así: «La zapatería sin nombre». En esa zapatería viven y trabajan tres individuos. Un matrimonio y su sobrino. El matrimonio, son los dueños del lugar y el sobrino, el último solo es un empleado y ese empleado soy yo, Amadeo. Nadie parece conocer a Amadeo. Amadeo, es como cualquier otra persona. Pero Amadeo, arrastra una sombra. Una sombra sobre lo que su nombre, fue en el pasado. Más no él, sino solo su nombre. Por lo tanto

Pauleeh

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Amadeo, no tiene identidad propia… ―Amadeo ―le llamó la tía Helena, pero él no respondió―. Amadeo ―le volvió a llamar, nuevamente sin respuesta―. ¡Amadeo! ―dijo por último y esta vez elevando la voz. Se escuchó el sonido de unas cajas caer atrás en la bodega, lo que la hizo ir a ver y encontrar a Amadeo con un tiradero a su alrededor―. ¿Pero que haces aquí metido muchacho? Y con semejante… ―Ya lo levanto ―le interrumpió él―. Su rostro, su voz y su manera de andar muestran una gran calma. Pero no una calma que proviene de la tranquilidad. ―Amadeo ―dijo la tía casi en un susurro―. Tú, siempre en otro mundo ―continúo hablando en voz baja mientras él ordenaba las cajas―. ¿Acaso no te das cuenta de la realidad? --―¡Deja de sermonear al muchacho, solo le atormentas más! ―resonó la voz fuerte y ronca de un hombre. ―¡Por favor, Edward! Solo quiero despertarlo, le estoy haciendo un favor. ―replicó la tía, haciendo ademanes con las manos. La charla les fue interrumpida con la llegada de un mensajero que entró en la tienda. El tío Edward fue a recibirlo. Dicho sujeto vestía de forma extraña para ser un mensajero común, sus ropas eran muy elegantes. Entregó al tío un sobre y sin decir nada se retiró del lugar. Helena, se acercó a ver el sobre, era color mate y llevaba el sello de Sir Francis Vossler, el hombre más importante del lugar. ―Es para Jacobus Van Helmont ―dijo Edward. ―¿Para Amadeo? ―Sí, eso parece. Llamaron al joven que tardó unos minutos en llegar. ―Te ha llegado una carta ―le dijo el tío. ―¿Para mí? ―La voz de Amadeo es muy pausada y tranquila.

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―Sí, para ti muchacho. Aquí dice tu nombre. ―Jamás había recibido una carta. ―La tomó con su mano derecha y la dobló para guardarla en su bolsillo del pantalón. ―¡¿No la piensas leer?! ―Helena, tenía curiosidad por saber de que trataba. ―Tengo que ordenar unas cajas, la leeré mas tarde. ―Diciendo esto, Amadeo volvió a la bodega. ―Como me preocupa ese muchacho ―dijo Helena. ―¿De qué hablas mujer? ―¿No lo ves? No tiene interés alguno por nada. Se la pasa día a día trabajando en este lugar. Cualquier otro tendría interés en salir de este pueblo y ser alguien en la vida. Pero Amadeo se la pasa aquí, perdido en su propio mundo. ―Pero ¿qué podemos hacer?, si él no hace nada es porque no quiere. Ya en la noche al terminar con todos sus quehaceres. Amadeo, entró a su habitación y se sentó en la orilla de la cama. Abrió el cajón del buro y saco la carta que anteriormente había puesto allí. Vio algo más que llamó su atención, era un viejo cuaderno con forro color chocolate y hojas amarillentas. Recordó que se lo había regalado su tío en algún cumpleaños, al hojearlo solo unas cuantas hojas estaban usadas y no tenían nada importante más que uno o dos garabatos. Lo devolvió al cajón y tomo el sobre, de el saco una hoja transparente ―como una lámina de acetato― a la que sacudió levemente para accionarla. Las letras aparecieron en aquel dispositivo y comenzó a leer… A la mañana siguiente. Amadeo, entró en la cocina para preparar un café, los tíos estaban allí. ―Buenos días. ―Buenos días, Amadeo, y bien… ¿leíste la carta? ―Helena, no perdió oportunidad de preguntar.


―Sí. Sir Francis, quiere verme. ―¿Y qué esperas?, ¿por qué aún no te has arreglado? ―Porque lo más seguro es que esa carta no esté dirigida a mí. Lo más seguro es que sea para mi padre o mi abuelo. ―Hijo ―finalmente habló con alguna pausa el tío Edward―. Aunque sea así, tú debes ir en representación a ellos. ―¿Y debo ir ahora? ―No se escuchaba muy animado. ―¡Claro! Ve a arreglar una pequeña maleta, será un viaje corto ―le ordenó la tía. «¡Y allá voy! Con tan solo una pequeña maleta en las manos. Para qué querría verme un miembro de la nobleza ―pensaba en silencio mientras caminaba―. ¿A mí, Amadeo, a quien Jacobus, le ha prestado su identidad por años? Soy el IV y tal vez el último. Parece que este es el lugar». Se detuvo frente a una gran mansión, suspiró y presionó un timbre, el portón principal se abrió, camino hasta la puerta de la casa, ahí lo esperaba un mozo. ―Soy Jacobus Van Helmont, Sir Francis me ha mandado llamar. ―Pase por favor. Al entrar el mozo le quitó la maleta de las manos, el sacó y el sombreo también. Amadeo, estaba algo nervioso. No tenía idea de porque se encontraba en aquel lugar. De haber sido por él, ni hubiera ido. Se sentía fuera de lugar, pues nunca había salido del pueblo. El lugar era muy bonito, era un pequeño castillo rodeado de grandes jardines, adentro el amueblado era muy elegante pero a pesar de todo se sentía un lugar muy vacio. Lo llevó hasta la biblioteca y espero unos minutos. Después varios sujetos entraron y le dieron la noticia. La noticia de que Sir Francis Vossler, había fallecido. ―Señor Van Helmont, usted ha sido traído hasta aquí con el único propósito

de que le sea anunciado de que usted ha sido el único heredero de la gran fortuna de Sir Francis Vossler. ―¿Pero qué dice? ―replicó exaltado Amadeo―. Esto debe ser un error, yo… ―Tómelo con calma, estos fueron los últimos deseos de Sir Francis. ―Pero… ―No podemos contra decir lo que ya está escrito ―interrumpió al joven―. Tal vez necesite estar solo y asimilar lo ocurrido.

Me dejaron solo en aquella enorme biblioteca. Trataba de entender el porqué. Pero, por más que buscara una respuesta, seguía sin entender. ¿Cómo era esto posible? ¿Por qué yo?, Bueno, era Jacobus y no yo. En mi mente solo resonaba una pregunta. ¿Quién realmente es Amadeo? Después de un rato llame a los tíos. Al principio quedaron pasmados al igual que yo. Pero después se alegraron tanto, se notaba en sus voces. Pero yo, seguía sin entender. ―Yo a él ni lo conozco ―dijo Amadeo, en voz alta. ―Ni yo a ti, muchacho ―contestó la voz ronca de un hombre. ―¿Cómo? ―Amadeo, dio la vuelta y vio a un hombre maduro parado justo de tras de él―. ¿Quién es usted? ―Tú debes ser Jacob, ¿no es así? ―S…Sí ―respondió inseguro. ―¡Pero qué sorpresa! ―Lo abrazó―. Soy Sir Francis Vossler. ―Sir… ¡¿Sir Francis Vossler?! Pero que usted no estaba… ―Su voz se quebró y un escalofrió recorrió su columna. Sir Francis, no pudo evitar reír. ―¡Aun no he muerto! Solo fue un pequeño teatrillo, ¿acaso no te pareció divertido? ―No, ¡en lo absoluto! Usted me ha puesto en una situación muy incómoda. ―¡Vamos, solo quería divertirme y conocerte! Si no hubiera fingido mi muerte, nunca te hubiese conocido. Y heredarte en vida

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hubiese sido muy aburrido. ―Sir Francis era un hombre muy alegre y con un sentido del humor muy extraño. ―Pero, usted aún sigue con vida. ―¡Sí! Pero todos piensan que estoy muerto. ―Comenzó a reír a carcajadas. ―Parece usted una persona muy alegre ―dijo algo incómodo. ―¡Por supuesto! Hay que disfrutar la vida, aunque yo, ¡ya estoy muerto! ―De nuevo comenzó a reír. Amadeo, dejó salir una risita incomoda y añadió: ―Dígame: ¿Por qué a mí? ―Bueno, ¡No lo sé! Mi Familia no lo merecía y además tu nombre lo vi una noche anterior en unos zapatos creados por alguno de tus ancestros, que por cierto son de muy buena calidad. ¡Se han mantenido por años! ―Ya veo, debió haber sido mi abuelo. Pero, ¿cómo sabía usted que él sí lo merecía? ―Bueno, ese era un riesgo que había que correr. ―Estoy confundido. ―Se llevó la mano derecha a la frente y tomo asiento. ―Jacob, ¡alégrate!, ¿qué harás con todo ese dinero? ―Preferiría que me llamara Amadeo. Es mi segundo nombre pero, parece que nadie más que mis tíos lo saben. ―¿Te agrada más ese nombre? ―Es solo que Jacobus Van Helmont, es como una sombra. ―¿De qué hablas? ―Porque solo soy Jacobus IV, hijo de Jacobus III, nieto de Jacobus II y bisnieto de Jacobus I… ¡El famoso fabricante de zapatos que luego llego a la quiebra! Pero nadie conoce realmente a Amadeo. ―¿Así que no tienes identidad propia?

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―Sir Francis, lo escuchaba muy atento. ―Y no sé cómo conseguirla. Porque ni yo mismo se quién soy. ―No te preocupes, ¡ya verás como solucionaremos eso! Pero, ya es tarde debes estar cansado. ―Lo llevaron a una habitación en la cual se acomodó sin problema. La verdad era que no tenía interés por nada y nada le parecía bien o mal, solo se adaptaba. Así era Amadeo. Se sentó en la cama y de su maleta sacó el viejo diario.

Hace como diez años que no lo veía. Mi tío me lo obsequió en un cumpleaños y lo abandone al año siguiente. Nunca pude escribir más de una línea y nunca lo hice a diario. A veces era por semana o por mes. Nunca sabia que escribir, más bien, nunca había nada que escribir. Pero, ahora… creo que tengo mucho de qué hablar. Mi bisabuelo, era un hombre muy conocido por hacer muy buenos zapatos, ese don y el nombre lo heredó mi abuelo, y formaron una pequeña empresa que junto con el don y el nombre mi padre heredo. Hasta que la gente ya no compraba esos zapatos y el negocio quebró. Su mujer lo abandonó con un pequeño niño que también heredó el nombre pero no el don. ¡Yo! Yo, soy ese niño; después, mi padre enfermó gravemente hasta morir y el tío Edward, su hermano menor se hizo cargo de mí. Desde entonces me había dedicado solo a trabajar en la zapatería que ya no vende los mismos zapatos. Amadeo, dejo de escribir y cayó en un sueño profundo. Al amanecer. Sir Francis, entró a la habitación. Lo vio dormido sobre el diario abierto en el escritorio, Tomó el diario tratando de no molestarlo, pero Amadeo despertó. ―Disculpa por haberte despertado ―mencionó con el diario entre las manos―. ¿Qué es esto? ―Es un diario, lo retome anoche. ―¡Oh, disculpa mi intrusión! ―dijo, devolviendo el maltratado cuaderno.


―No hay problema ―respondió algo adormilado. ―Despiértate bien. ¡Hay mucho que quiero mostrarte! ―replicó, dándole unas palmadas en la espalda.

Pasaron varios meses Sir Francis, se convirtió en mi padre. ¡No! ¡En un amigo! ¡Mi primer amigo! Nunca había conocido la amistad. A los tíos les envié una buena cantidad de dinero, en agradecimiento a todo lo que hicieron por mí. Les hablo frecuentemente o los visito, no puedo evitar no extrañarlos. Pareciera que poco a poco mi vida empezara a tomar forma. Pase de ser un simple empleado a ser un millonario, todo estaba perfecto hasta que pasaron algunos años y Sir Francis, terriblemente decayó. Ya no se levantaba de la cama. Ya no lo veía. No quería que lo viera así. Ya no era el mismo. Ya no reía igual. Un día, mandó llamarme a su habitación. Donde yacía acostado e inmóvil. ―Amadeo, ven siéntate a un lado mío. ―A duras penas podía articular palabra.

Mi ser se lleno de tristeza. Era la primera vez que me sentía así. Cuando mi padre murió yo, era muy pequeño y no lo entendía. ―¡No entristezcas! No pasa nada. ¡Todo estará bien! Es el ciclo de la vida. Ya he vivido lo suficiente. ―Amadeo, no podía decir nada, sentía como un nudo en la garganta―. Dime, ¿aun tienes ese diario? ―Sí, desde el día que llegue a este lugar no he dejado de escribirlo. ―Excelente. Pero hay algo más importante que quiero preguntarte. ―¿Qué es? ―¿Ya has encontrado eso que tanto has buscado? ¿Ya te encontraste a ti mismo?

En ese momento me quede completamente mudo. Habían sucedido tantas cosas que realmente había olvidado lo más impor-

tante. Había creído saberlo. Pero cuando él me lo pregunto, me di cuenta de que no. Aun no sabía quién era. La fortuna no me hacia otra persona. Seguía siendo el mismo. ―Tu silencio me lo ha dicho todo. No te preocupes, has cambiado mucho desde que te conocí. Sé que pronto descubrirás y tomaras algún camino. Debes prometerme que nunca dejaras ese diario ―le extendió la mano. ―Sir Francis ―tomando la mano―. ¡Es una promesa! ―Ese diario será el único testigo de tu camino, por largo que este sea.

Con un último suspiro exclamó aquellas palabras las cuales solo anunciaban el fin, lágrimas en mis ojos, temblor en mis manos tratando de sentir de nuevo el calor de aquellos dedos que aunque arrugados me hacían sentir el calor de la paternidad que me fue robada a tan corta edad, el murió dejándome la tarea de encontrarme a mí mismo en la maraña interminable de los quehaceres de la vida. Allí me encontraba yo, viendo como se lo llevaban al fondo de un pozo. Solo nos encontrábamos algunos de sus empleados y yo. Todos traíamos frascos de miel en las manos. Lanzamos la miel al pozo. Sir Francis, dijo que no quería flores, que en vez de flores, le diéramos miel. ¡Así era él! Mi único amigo. Volví al comienzo, ya no sabía qué hacer. Otra vez mi vida en solitario. No descansare hasta encontrar mi razón de ser. No importa lo que la vida me depare. ¡Es una promesa! Sir Francis, era un ser solitario como yo. Nunca se casó. Me contó que su único amor se fue con otro. Me recordó a mi madre. La familia de Sir Francis, no lo apreciaba. Lo consideraban una molestia. Creían que estaba demente pero… Solo era un anciano excéntrico.

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Suicidio de media noche

V

aya vida la del desgraciado, que iba por una calle sin nombre, en aquel año después de la primera guerra mundial.

El pobre salía por primera vez del orfanatorio, teniendo diecisiete años recién cumplidos, Antoni, se encaminaba por las calles de un pueblito Italiano. No buscaba a su mamá, por si la dudas, de hecho buscaba una noche de lujuria, a lado de cualquier mujer que le quisiera ofrecer sus servicios. El pobre adolescente contaba con diez liras italianas, suficiente para comer, pero su curiosidad le quitaba el apetito. Sus amigos que habían salido del orfanatorio, eran sin duda su mayor modelo a seguir, estos le habían contado sus mil y una

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aventuras amorosas al pobre ingenuo. Además de mostrar un panorama prometedor en cuanto al dinero. La oportunidad de progresar, se les presentaba entonces aprovechándose de la necesidad de la gente, contrabandeaban productos que llegaban de los barcos mercantiles. Al subir los impuestos y el alza de productos de consumo, los desgraciados, vendían cómo se les viniera en gana. Habían olvidado a su gente, a sus raíces y empezaron a creerse superiores. Bueno eso es otra historia. El pobre Antoni, creía que cuando saliera de la ratonera donde estaba, trabajaría a lado de estos avaros. Pero esa noche le deparaba su «destino», uno que lo marcaría para siempre. Sonriente entonces se encamino por la larga calle del amor interesado,


muchos hombres con poco o mucho dinero, conseguían lo que bien podía dárseles. Extranjeros eran los que algo «decente» conseguían, así que el pobre Antoni se le disminuían las «opciones», entonces, en un momento dado y sin ningún presentimiento, se presento su oportunidad en una cara conocida. Él se acercó hipnotizado y por falta de aliento no pudo hablar. Delante de él se encontraba la exuberante belleza que lo había enamorado por primera vez en el orfanato. Había madurado bastante aquella joven de diecinueve años, pero esa belleza se había estropeado de alguna manera. Ella, ignorando por completo lo que quería ese chico atolondrado, simplemente dijo los precios que daba por cada servicio. Él entonces se dio cuenta de que no era la misma, se horrorizo de pensar que una persona tan bella podía terminar de esa manera. —¡Rayos! —¿Qué pasa? —preguntó ella. —¿Por qué demonios?… —Tomó aire para proseguir―. ¿Cómo rayos terminaste así? —Pues no me preguntes, además yo no doy explicaciones a desconocidos. —Pero… —Si quieres págame. Y hablamos. —No pagaré para hablar contigo. —¡Entonces no molestes! —Pagaré para que solo me escuches. Aquí y ahora. —La tipa sonrió sin aparente razón, nada perdía escuchando a un orate, fin y al cabo. —Son cinco libras. Solo porque me caes bien, te escucharé. —Bueno, yo… —Antoni tartamudeaba sin aparente razón. —Cobro si te extiendes. —Te conocí en el orfanato. Yo sé que no me viste nunca, sé que no te importo, pero tú a mi sí. De hecho, estuve enamorado de ti desde que tenía trece. Espera, creo que

doce, bueno, eso no interesa, lo importante es, que eres genial. Amelia, ¿por qué? Eres inteligente, bella y admirable… —Se terminó tu tiempo —dijo ella nerviosa—. Adiós. —Adiós. —Nada más podía hacer el pobre, sus esperanzas se hicieron añicos, su tristeza afligió su cuerpo, como si hubiera recibido la golpiza de su vida. —Yo —murmuró la muchacha deteniéndolo en seco—. Yo quería ser libre, el problema, fue que me engañaron y terminé aquí. Aquella respuesta forzada fue el detonante de una clase de emoción desenfrenada, se dio cuenta de la realidad, el pobre desdichado de Antoni, vio con atención el hombre que vigilaba desde un rincón. Ella no dijo mucho más, pero su triste cara le expresó el deseo de escapar. Por primera vez en su vida, se volvió valiente, le tomó de la mano y corrió como nunca lo hizo el pobre. Y en medio de la balacera, en medio de la carrera, sus sentimientos se pusieron en medio, Antoni, el pobre huérfano que había ido por una pequeña aventurilla en la noche, sabía que moriría, pero no por un arma de fuego. Aun así, la felicidad le embargaba cada paso que daba, ya no vería a Amelia, tampoco sabía si ella sería libre. Pero por lo menos lo había intentado. Entonces cayó, como héroe en mitad de la guerra, era el final. La chiquilla lloraba a su lado, pero él no sabía que emoción expresar. Tal vez no tendría un futuro prometedor, sin embargo el final honroso le trajo mucho más emoción que ser el mayor magnate del mundo. Escuchó de lejos la campana sonar, mientras se daba cuenta que moriría virgen. Riendo ante ello, sus ojos se cerraron con dolor y agonía, mientras la única explicación concreta de esta historia, es que este Antoni tenía taquicardia. Así terminó una noche para un huérfano italiano, que no se llamaba Marcos, pero que su nombre y apellido inventado jamás llegaría a un registro oficial.

Elaine Rose

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Avistamiento fantasma

E

l conflicto empezó con la violación de zas, realizar acuerdos y evitar el conflicto. la frontera espacial reptiliana. También envió una de sus naves al encuentro de la inminente batalla para que ambas Según el informe, en el planeta URBO, especies supieran que los Arcturianos estano hubo ninguna violación sino que se siguió ban observando quien se atrevía a atacar el protocolo ante una emergencia. primero. No obstante, el carácter de los Reptilianos Los Arcturianos eran por naturalezas pano les permitía entender que un acuerdo se cíficos y despreciaban la violencia con la rompiera por cualquier razón por lo que premisma fuerza con que podían ejercerla si la pararon una flota para combatir a los Urbiapaz era amenazada. Su poder era bien cononos que se atrevieran acercarse a su sistecido en el universo consistente, de tal modo ma. que el bando al que decidieran apoyar sin Los Urbianos entendieron ese comporta- duda ganaría. miento como una provocación. Era bien sabiLos Arcturianos eran tan temidos que a do que los Reptilianos deseaban apropiarse pesar de que tanto Urbianos como Reptiliade su tecnología. Las naves se prepararon nos y especies menos fuertes anhelaban los en URBO cada una liderada por hembras grandes beneficios del planeta TIERRA, no lo acostumbradas a la acción y partieron hacia atacaban pues los Arcturianos los protegían. la frontera espacial con el sistema ReptiLlamaban a sus habitantes: «Los amados teliano. rrícolas». Con quienes tenían bastante similiLa batalla podía resultar como el inicio de tud en la apariencia física. Y eran de lo más una guerra después de una larga era de paz. pacientes con ellos a pesar del caos de su Los Arcturianos no podían permitir eso. El sociedad. gran arcángel Arenuel, en su divina sabiduLas alargadas naves Reptilianas no se rería, envió un mensaje a cada embajada de tiraron cuando las ovaladas naves Urbianas los planetas implicados para limar aspere-

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llegaron a la frontera espacial. Cada bando tenía unas doscientas naves de ataque. A una distancia que permitía ver por todos su esplendor, estaba la nave Arcturiana. Blanca y brillante.

más cercanas al fenómeno fueron alcanzadas por rayos rojos. La nube creció aún más y a la distancia la nave Arcturiana pudo oír el horrible lamento que provenía de aquella cosa informe y plasmática.

Las tres fuerzas inmóviles esperaban el Energía oscura. No lo podían creer. Los resultado de las negociaciones de sus líde- sensores detectaban energía oscura. res. Lo que pudo haber sido una batalla se Si la batalla daba comienzo no era muy convirtió en una huida. Incluso los Arcturiaseguro que sobrevivieran los pequeños pla- nos dieron media vuelta. La energía oscura netas desiertos que estaban cerca. Termina- solo se podía contrarrestar con antipartícurían por ser solo asteroides o meteoritos. Lo las y su nave no poseía ese terrible armaincreíble fue que uno de esos planetas explo- mento. tara por si solo ante el asombro de los preLos sobrevivientes se dirigieron a sus ressentes. pectivos sistemas llevando una noticia que Fue una explosión roja y solo los Arcturia- llenaría de terror al universo entero. nos detectaron la extraña nave que se alejó Los monstruos que habían desaparecido rápidamente del lugar exacto de la explohacía ya tanto tiempo que apenas se les resión, demasiado rápido. Apenas tuvieron cordaba, uno de esos seres que devoraban tiempo de reaccionar cuando hubo otra exla vida en el pasado, había tomado forma plosión. Un destello rojo y luego una nube frente a ellos. creció y envolvió a la mayoría de las naves Los fantasmas intergalácticos presentes. Muy tarde se percataron de que habían regresado. la nube no era de este mundo. Las naves atrapadas se desintegraron con rapidez y las

BNU

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H-Squad


AVENTURA I EL INICIO DE UNA LEYENDA… ¿O DE UNA TORTURA?

―U

no, dos… Uno, dos ―se escuchaba la ronca y monótona voz del instructor, desde el patio de prácticas.

«¡Swoch!, ¡swoch!», era el sonido que acompañaba a la voz del hombre y que parecía que le estuviese haciendo de coro, provocando que el aire se llenara de la rítmica cadencia de la práctica de los escudos humanos… digo, de los valerosos guerreros que la Academia Instructora de Salvadores Mundiales ―mejor conocida como la A.I.S.M.―, que entrenaban continuamente para beneficio de los perezosos monarcas que no deseaban entrenar a sus propios ejércitos para defender sus tierras. ―Por qué justo cuando deseo leer sobre hechizos de viento, se apodera de mí el sueño ―se preguntó una chica en voz alta, que se encontraba sentada a los pies del único árbol de las cercanías y que estiraba sus extremidades en un vano intento de liberarse de la modorra. ―Puede ser que se deba a que, en vez de estar aquí afuera, deberías estar en clases ―respondió otra voz que venía detrás del árbol, en donde la joven se encontraba. ―Profesor Xavier ―exclamó la chica sorprendida e incorporándose al instante, al ver acercarse a un anciano y canoso mago que llevaba un largo manto plateado―, es cierto, debería estar en clase ―respondió recuperándose rápidamente del susto al ver aparecer repentinamente al anciano―, pero usted entenderá que con tanta gente en el salón, es mejor tratar de aprender la teoría de manera individual ―arguyó la joven, mientras se mecía en sus talones, haciendo que su pelirrojo cabello trenzado se moviera al compás de su vaivén.

―Eso sería cierto, si en realidad LEYERAS la lección Halima, cosa que he visto que no haces ―le recriminó el profesor, jugando con su larga barba plateada y posando la punta inferior de su báculo de Archimago en el suelo, dando a entender que no se tragaba ni por un momento la excusa. Halima se quedó callada, sabía que si quería librarse del castigo solo tenía que mantener ese silencio hasta que se hiciera incómodo, mientras mantenía su cabeza agacha y con sus ojos verdes apuntando hacia los zapatos reglamentarios de la sección de hechiceros de la academia, esto lograría que el anciano profesor sintiera la suficiente culpa como para no proseguir con el sermón. ―Ejem… ―carraspeó el anciano luego de unos minutos en esta situación, dándole la victoria en esa batalla a la jovencita―. En fin, dejando ese tema de lado, me he enterado por la secretaria del instituto para hechiceros, que eres la única de tu clase que no tiene práctica este año… nuevamente. ―La verdad es que yo… ―comenzó a explicarse la hechicera, pensando rápidamente la manera de sacarse esas estúpidas prácticas anuales de encima―. No he conseguido donde hacerlas, además en mi casa están necesitando ayuda. ―¿Ayuda en qué? ―preguntó interesado el viejo profesor. ―En… en… ―titubeó la muchacha―, en cuidar a mi abuela, que se encuentra muy enferma. ―¿Pero tu abuela no estaba muerta? ―preguntó inocentemente el anciano. ―No esa abuela… la otra ―trató de excusarse Halima. ―¡Ah!, claro!… la otra ―dijo el mago, observándola perspicaz―, pero yo hable con tus padres hace algunos momentos y dijeron que no era necesario que fueras a casa estas vacaciones de verano. Halima soltó un suave quejido de derrota, parece que ese año debería hacer las

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benditas prácticas, a no ser que… ―Pero profesor, no tengo donde hacerla, y no creo que encuentre un lugar antes de que se acabe el periodo de inscripción en la secretaría. ―Fue la excusa final y la mejor defensa que tenía, ante la insistencia del anciano mago. ―Nada más fácil de arreglar ―dijo el profesor con sonrisa radiante que a Halima le pareció que encerraban la sentencia final de su condena―. Muchacha, eres una de las hechiceras más aventajadas de tu generación y este año es el último de tu instrucción… «Cierto», se dijo la joven, pero nadie sabía que esto era debido a que había ocupado todas las horas de práctica de las que se había librado, estudiando todo lo que pudo. ―…pero necesitas experiencia real, así que la academia te ofrece el puesto de maga en el grupo que fue creado para solventar la gran demanda de héroes solicitados a la academia ―explicó el profesor haciendo grandes aspavientos con las manos―, y yo me di el lujo de aceptarlo por ti. ―¡¿Qué?! ―exclamó Halima descolocada y aguantando todas las ganas de insultar a su viejo profesor, que la observaba con una sonrisa de victoria pintada en su cara. ―Dijiste que no tenías donde hacer tu práctica ―le habló el mago condescendientemente―, con esto ya no hay problemas, le informare a la secretaría que tu situación está en orden. Esto fue lo último que dijo el anciano antes de marcharse con la misma sonrisa satisfecha con la que le había dado la noticia a la muchacha y dejando a Halima, dándose de cabezazos de pura frustración contra el árbol en la que anteriormente se había apoyado. «Ahora sé lo que quieren decir con ganar la “batalla, pero no la guerra”», se dijo la chica resignada y desanimada, dirigiéndose a su cuarto que poseía en el internado de la academia.

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―Y ahora ustedes mis jóvenes héroes, entrenados desde la más tierna edad para ser los mejores, irán en la sagrada búsqueda de un animal casi mitológico… ―disertaba el director Iroh, mientras se movía de un lado para el otro dentro del despacho, en el cuál también se encontraba otras cinco personas más―…lo buscarán en los lugares más recónditos y en los calabozos más peligrosos. En ese momento Halima dejo de escuchar y observo a sus acompañantes y nuevos camaradas de grupo. Dirigió su mirada hacia la izquierda donde se encontraba… ¿o no se encontraba?, una figura humana… o eso parecía, que de vez en cuando se volvía nítida, la joven hechicera tuvo que usar toda su concentración y hasta su tercer ojo para determinar que efectivamente era un humano; un joven de hecho, que vestía con ropas oscuras y tapaba su rostro con una máscara, solo dejando visibles los ojos y su cabello caoba oscuro; que obviamente no podía ser más que un ninja, y uno de los buenos por cierto. A su derecha, se encontraban el tercer y cuarto miembro del grupo, y quienes le daban a entender a la muchacha que el haber aceptado esa situación era la peor de todas sus decisiones, debido principalmente al que eran de los tipos de persona que había rehuido toda su vida. Primero observó al guerrero, el que se encontraba más alejado de ella, este se encontraba en una postura militar escuchando atentamente la perorata del director, pero al ver su mirada perdida en el horizonte, la hechicera dudaba que las palabras del hombre frente a ellos, se quedarán más de tres segundos en su cabeza antes de huir de ese espacio que ella suponía vacío y que solo servía para sostener sus cortos cabellos negros y sus ojos color chocolate.



¡Ayúdame!


CAPÍTULO 3 UNA CASA DE LIBROS

A

cada día que pasaba, el joven Joshua se acoplaba un poco más, conociendo poco a poco a sus compañeras ―a algunas más que otras―. La comodidad de la casa y la amabilidad de sus habitantes lo envolvía y se le contagiaba, mostrándose tranquilo y amable. Se le veía poco estresado, a pesar de la gran carga tanto académica como laboral que tenía. Desde que había llegado a la ciudad había conseguido entablar buenas relaciones, varios de sus compañeros le apoyaban un poco al ver la situación difícil en la que se encontraba, sin embargo la relación todavía no llegaba a ser de amistad. Teniendo eso en mente, las chicas de esa casa ya se habían vuelto mucho más cercanas que otras personas que llevaba casi seis meses conociendo. El periodo de exámenes llegó, e imitando un poco a Aidé, él también se la pasó enclaustrado en su habitación la mayor parte de la noche; estudiando. Esa similitud en la que pensó varias veces esa semana despertó la idea de que aunque ellos dos llevaban carreras algo relacionadas y podrían hablar por largas horas sobre temas en común, nunca había entablado una conversación más allá de las comunes para ese hogar. Quizá aún no era el momento; quizá, como dio a entender Marina, llegaría el día en que ella también desnudaría su alma frente a él. Afortunadamente, logró salir bien avante de su semana de evaluaciones, teniendo buenas notas en la mayoría de los cursos. Su esfuerzo rindió frutos, y llegando el fin de semana posterior a las evaluaciones se decidió premiar. Aunque no siendo ocioso por dos largos días, sino saciando su curiosidad. La curiosidad que tuvo ―sin darse cuenta― desde el primer día que llegó a esa casa, y la cual reavivó Marina: ¿qué ha-

bía en el primer piso de la casa? Ese domingo pidió permiso a Marina de revisar ese lugar para ver si encontraba algo interesante. Ella sólo respondió con un ligero manotazo de manera de regaño, expresando que no debía pedir permiso para algo así, que ahora era un inquilino de esa casa. Por un momento se le ocurrió decirle a Aidé que si lo acompañaba en su búsqueda, pero al ver la gran cantidad de labores que tenía, se retractó. Bajó al primer piso del edificio de la izquierda llevando consigo una lámpara por si necesitaba alumbrarse. El lugar estaba en penumbras ya que los focos de esa sección no habían sido cambiados y la ventana que apuntaba al pasillo exterior estaba obstruida por unas gruesas cortinas. Lo primero que hizo fue recorrerlas para así dejar entrar un poco de luz, viendo una pequeña sala donde había amontonadas una serie de cajas cerradas, además de ver la entrada a dos habitaciones más. Abrió la puerta de la primera, encontrándose con una habitación en penumbras, se alumbró con la lámpara y vio lo que parecía una pequeña biblioteca, con los estantes casi vacíos, pero una gran cantidad de cajas en el suelo. También vio la ventana que apuntaba al jardín, así que fue a abrirla para dejar entrar la luz, viendo con más sorpresa el pequeño, pero imponente lugar. Ese se supone que sería la habitación donde todos los libros que Marina mencionó estarían, así que al no verlos en los estantes, se imaginó que estarían en las cajas. Se acercó a una de ellas, la abrió y encontró los libros ahí, confirmando sus suposiciones. Comenzó a sacarlos, la mayoría se veía que tenían al menos veinte años de antigüedad, aunque otros más se veían recientes. Los ojeó, dándose cuenta que estaban en excelente estado y que sólo estaban polvosos debido a su estancia ahí. ―¿Desde cuándo los tienen encerrados? ―preguntó al aire, sólo bromeando. ―Un poco más de cinco años ―escuchó la respuesta viniendo desde la puerta de la

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habitación. Giró sorprendido, al ver a Sam entrando por ahí, mostrando una gran sonrisa en tu rosto. ―Veo que estás husmeando por aquí ―dijo mientras se acercaba. ―Lo siento, Marina me aconsejó venir aquí a revisar qué había ―afirmó mientras se levantaba, notándose levemente nervioso. ―Así que ella te dio la idea… ―expuso de manera pensativa. ―Lo lamento, no sabía que no podía estar aquí, ahora acomodo todo y me voy. ―¿Quién dijo que no podías? ―preguntó, mostrando una sonrisa bromista―. No te pongas nervioso, Joshua, ahora eres habitante de esta casa, puedes revisar este lugar sin problemas. ―Por tu actitud… ―Sólo quería molestar un poco ―dijo para en seguida acuclillarse enfrente de la caja y comenzar a husmear los libros―. ¿Has encontrado algo interesante? ―En realidad apenas estaba comenzando cuando llegaste. ―¿Y qué planeas hacer?, ¿sólo revisar? ―No lo sé… este lugar es pequeño, pero es muy bonito. Por todo el material que parece que hay aquí, siento que es un desperdicio dejarlo como está. ―¿Estabas pensando en reordenar este lugar? ―Algo así… ―Será un trabajo bastante duro y si empiezas, debes de acabar. ¿Estás seguro? ―Creo que sí ―dijo, algo nervioso. ―No suenas muy convencido. Hacer algo así lo llenaba de emoción, quién sabe qué hermosa joya podía encontrar en ese lugar. Además, en su casa nunca tuvo más que un librero, que a pesar de ser pequeño, nunca pudo llenar debido a

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que no podía comprar muchos libros. Le gustaría sentir esa magia de llenar una biblioteca así, aunque no fuese suya. No obstante, algo le molestaba: ¿cuál era la historia de ese lugar?, por más que pensaba, no podía concebir el motivo de que todo estuviera así: arrumbado. ¿Quién era el dueño de todo eso?, ¿alguna de las inquilinas o quizá era Ella? ―Eres alguien curioso, aunque no lo sueles demostrar, es algo de lo que me que me di desde un poco después de conocerte, y que se ha ido reafirmando a lo largo de estas semanas. Quieres saber todo lo que hay aquí, pero más importante, quieres saber qué es lo que sucedió aquí, ¿no es así? te.

―No te equivocas ―respondió al instan-

―Te propongo un trato: ordena este lugar y te contaré todo lo que quieras saber. Por un momento él se quedó pensativo, aunque no por mucho tiempo, eso era algo que quería hacer y sólo necesitaba un breve empujón para animarse a hacerlo. ―Acepto ―respondió. ―¡Excelente! Hay que comenzar por limpiar para poder comenzar a poner las cosas en su lugar. Iré por las franelas y todo eso, tú mientras orilla las cajas a donde menos nos puedan estorbar. ―¿Qué? ―preguntó sorprendido el joven. ―Sólo hazlo ―le ordenó―. Te ayudaré, aunque sólo será hoy, así que no te acostumbres ―le dijo, mostrándole un gesto pícaro, para de inmediato salir de la habitación. Decidió obedecer, aunque él ya quería revisar los libros, supo que lo mejor era limpiar, tal y como ella lo había dicho.



Complejo de Inferioridad


CAPÍTULO 4

dejaba guiar por el joven, esbozando una pequeña sonrisa, que ni el mismo sabia porque la tenía.

l moreno pensó en dejar ir al rubio, pero por una parte sentía curiosidad. Tenía curiosidad de saber cómo vivía ese rubio, quizá su vida no era tan perfecta, quizá era una mierda jugando vóleibol y sus amigos se burlaban de él o algo por el estilo. Alzó una ceja, intrigado y decidió hablar

―Sé que me arrepentiré por esto. ―El moreno hablaba entre dientes mientras conducía al chico hacia donde se supone irían, pero en el camino, decidió llevarle a otra parte, aprovechando que aun sobraba un poco de tiempo: un árbol bastante grande y frondoso al final de la calle, dentro del parque. Un lugar poco transitado pues todos se centraban en el lago y los juegos.

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―Espera ―suspiró, mirándole―. Está bien, voy. ―Se golpeó mentalmente, pues tenía el presentimiento de que se iba a arrepentir, por desgracia, era un muchacho muy curioso. ―¿De verdad? ―Lo miró con sorpresa―. ¿Te refieres a hoy? ―Sí ―desvió la mirada, y se llevó las manos a los bolsillos. El chico no pudo disimular una enorme sonrisa, tremendamente feliz de que el moreno aceptara su invitación. ―Vale, entonces te buscaré cuando salgas de la escuela. ―Ya te dije que yo salgo cuando quiero. ―Sin previo aviso, tomó de la muñeca al joven, aplicando algo de fuerza―. Vamos antes de que me arrepienta, bicho. ―E-está bien. ―Sonrió, soltando un suave quejido debido al apretón, dejándose guiar por el moreno―. Pero, pero mis amigos aún no salen, creo que se quedaron en unas clases extra ―comentó sin dejar de seguir al chico. ―No me importa, yo no voy con ellos. ―Por un momento pensó en agregar algo como «yo sólo vengo contigo» pero le pareció que era innecesario y estúpido. ―Vale, vale. A Christ realmente le parecía curiosa la actitud del chico, nunca había conocido a alguien que hablara y se comportara de esa manera, era único. Pensaba en eso mientras salía del edificio con el moreno. En lugar de observar a su alrededor, Christ se

―¿A dónde vamos? ―preguntó confundido el rubio, al notar a su alrededor. No recordaba haber visto esa parte del parque. ―A esperar un rato ―respondió a secas el azabache, conduciendo al joven hacia ese árbol―. En este lugar nunca pasa nadie, y se puede esperar tranquilamente. ―Soltó al joven rubio, y después se sentó bajo el árbol. El rubio, algo nervioso, volteó hacia todos lados, murmurando antes de recargarse en aquel árbol. ―Se siente solitario. ―Se sentía un poco extraño, pero intentaba disimularlo. ―Me gusta así, tranquilo ―respondió, observando fijamente al chico―. Supongo que estás acostumbrado a estar rodeado de personas. ―Al mencionar esto, siente una especie de repulsión que lo hace esbozar una mueca de disgusto. ―Yo… ―Le sostuvo la mirada un par de segundos, y luego hizo un movimiento de cabeza, afirmando la suposición del moreno―… me siento incómodo estando solo. ―Se sentó a su lado, algo inseguro. ―¿Por qué? No es tan malo ―respondió aunque de forma distraída, alzando una ceja pues le pareció algo raro en el rubio. A pesar de que no tenía mucho de conocerlo, no parecía del tipo de persona que fuera insegura. Por un momento se preguntó por qué rayos había hecho esa pregunta, y porque estaba ahí, compartiendo su árbol favorito con el chico que aborrecía y que ape-

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nas y sabía su nombre. ―Pues ―sus pies se movieron con incomodidad― cuando estoy solo tengo la sensación de ser rechazado o ignorado ―admitió, apenado― no me gusta eso, casi siempre busco estar rodeado de personas debido a esa razón. Butch se quedó mirándole por unos minutos ¿Por qué alguien como él, hablaba de esa forma? ―¿Por qué te importa lo que los demás piensen? ―respondió a secas, de verdad quería saber la respuesta―. A mí me pasa al revés. ―¿Al revés? ―preguntó el rubio, ladeando un poco la cabeza, tratando de entender. ―Cuando estoy rodeado de gente me siento excluido, por eso prefiero estar solo. Christ se quedó callado un momento, le pareció algo rara su actitud. ¿Cómo era posible que un chico que lucía tan fuerte como él, se sintiera así? ―Eres extraño, ¿por qué alguien querría excluirte? Si eres muy agradable ―respondió, con una enorme sonrisa. ―¿Y porque no lo harían? ―dijo de inmediato, mirando un punto inexistente al frente suyo―. No soy la clase de persona que todos buscan, me excluyen fácilmente; podemos ser tres o cuatro en un grupo y termino solo, no sé cómo explicarme. ―Pues… ―Se puso a pensar unos momentos, antes de darle su sincera respuesta―. Pues yo no siento como si me dieran ganas de excluirte ―terminó su frase, rascándose un poco el mentón. ―¿Por qué no? ―No lo sé, me agrada estar contigo. El moreno no se había dado cuenta, pero estaba empezando a suavizarse y abrir un poco su corazón respecto a sus pensamientos. Ni su propia madre sabía porque el siempre solía estar solo, o porque parecía estar molesto todo el tiempo.

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―Eres raro, entonces ―respondió el azabache, con el ceño fruncido―. Normalmente no se me acerca nadie. ―Tal vez soy un poco raro, pero no logro entender porque nadie se te acerca. ―No lo sé yo tampoco, quizá piensan que soy un idiota. Y ese sentimiento de estar abriendo su corazón se presentó de nuevo, haciéndole decir cosas que a nadie le hubiera dicho. ―¿Sabes? Hace poco estaba empezando a salir con una chica, la muy puta estaba con otro ayer ―comentó repentinamente, sin siquiera darse cuenta porque lo hizo. ―Oh, lo lamento mucho. ―No entendió porque el muchacho le había dicho eso, pero colocó su mano encima del hombro del pelinegro, tratando de darle un poco de apoyo―. Parece como si las relaciones cada vez fueran más superficiales ―por un momento pensó en cómo algunos de sus compañeros de clase engañaban tan fácilmente a sus parejas. ―Yo la quería, supongo ―dijo eso sin más, se notó su frustración en el tono de su voz―. Pensé que era real, pero como te digo, me terminan excluyendo. ―Se dio cuenta del tono frustrado y triste que había usado, así que trató de sonar como si no le hubiera dolido lo sucedido. ―Yo… ―El rubio continuó a su lado, sin quitar su mano de encima, sentía un nudo en el estómago por el hecho de pensar que alguien había engañado y lastimado al chico―… lo lamento mucho. ―No es para tanto, ya es costumbre para personas como yo ―hizo una mueca que intentaba parecer una sonrisa, y después le miró a los ojos, dejando escapar de sus labios una frase que salió sola―. Además esa tipa ni estaba tan buena, si tú fueras mujer estarías mejor que ella.



Vermillion


CAPÍTULO 5 LAS CONSECUENCIAS

N

ada salió mal aquella tarde. De hecho, todo fue de maravilla. Primero, una ida al restaurante de hamburguesas del centro comercial. Después de eso, un concierto privado en el interior de un karaoke ―donde Alan procuró cantar canciones con letras fáciles―, y para terminar, una competencia de habilidades en juegos de pelea en el centro de arcadias. Pero, sumergido por completo en su afán de hacer nuevos amigos, Alan jamás se esperó que el profesor Yamaguchi tuviera una noticia turbadora que comunicar a toda la clase. Por otra parte, Alan se fijaría en otra cosa, más importante para él. Chitose iba retrasada, pues cuando el profesor ingresó en el salón, ella todavía no había llegado. Intrigado, sintió algo en su interior le comunicó que eso no podía indicar nada bueno. El profesor, entonces, acomodó su maletín en el escritorio, se aclaró la garganta ruidosamente y soltó lo que tenía que soltar. ―Estudiantes… ―Lo decía en japonés, pero Alan lo comprendía muy bien―…hoy tengo que darles una mala noticia. ―Tragó saliva antes de continuar―. Ayer, nuestra compañera Haruka y su madre fueron ingresadas en el hospital debido a un accidente automovilístico. Tras escuchar aquello, Alan sintió como si alguien vertiera sobre él un cubo de agua helada y con hielos. Las palabras de su profesor lo paralizaron a tal grado que sus músculos se agarrotaron y su garganta parecía cerrarse. Angustiado, el muchacho tuvo que sostenerse la cabeza con sus manos debido al impacto del aviso. En un frenesí de pensa-

mientos, recordó las palabras de Chitose después de que le mostrase la nota que encontró en su pupitre. Aquel diabólico mensaje que lo señalaba como un mal para los demás. «Es sólo una ridícula leyenda urbana del salón…». ―Imposible ―susurró Alan, al borde de la historia y apretando con fuerza sus sienes. Levantó la vista. Vio al profesor hablando, posiblemente dando unos pocos detalles sobre Chitose y su madre, pero su comprensión del idioma se había esfumado. No entendía nada otra vez. «Es sólo una ridícula leyenda urbana del salón…». ―…así que recuerden apoyarla en todo lo que necesite en cuanto despierte. Como compañeros, no deben dejar que ella… ―Disculpe, profesor ―interrumpió Alan, recobrando el leve dominio del japonés que lo había abandonado y levantándose de su asiento. Como era de esperar, las miradas de sus supuestos compañeros se centraron en él, provocando que vacilara por un instante, inseguro. ―¿Qué sucede, Perrish? ―preguntó el profesor. Las mismas miradas tan carentes de compasión esperaban impacientes. Varias de ellas le decían en silencio que se olvidara de aquello que quisiera saber y se sentara de una maldita vez. ―Perdone, ¿qué tan grave se encuentra ella? Alan creyó que el docente no le respondería, o le diría que eso ya lo había mencionado. No obstante, lo que le dijo fue completamente distinto. ―Esa información no me la dio el director ―dijo―. Pero todo parece indicar que es grave. Y como si echara leña para avivar la lla-

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ma de una fogata, casi todos los presentes chillaron y comenzaron a cuchichear entre ellos. Otros más, observaron a Alan con cierto desprecio. Por otra parte, y alguien en quien nadie se fijó, Izumi Yoshino sonreía complacida. Alan permaneció de pie, petrificado por la noticia. No tomó asiento nuevamente sino hasta que alguien le dijo que lo hiciera, alguien que no era el profesor. Intentó calmarse, pero en lugar de ello continuó agitándose hasta sentir que se asfixiaba. Se desabrochó el cuello de la chaqueta y los dos primeros botones de la camisa, pero el calor parecía intensificarse. «Entonces es cierto», pensó Alan desesperado. «¿Lo que decía el papel es verdad?». Se llevó la mano al bolsillo derecho del pantalón y extrajo el infame papel. Lo desplegó sobre el pupitre y contempló los caracteres, como queriendo encontrar la gracia o el chiste detrás del mensaje. No lo tenía, por supuesto. Inesperadamente, en su interior, la voz que sólo él podía escuchar comenzó a reírse. En la hora de descanso, intentó ponerse de acuerdo con los tres con quienes se fue de juerga el día anterior para pasarse por el hospital a ver a Chitose, pero obtuvo una respuesta poco positiva. ―No puedo ir hoy ―dijo uno de ellos, quien tenía la chaqueta completamente desabrochada y con la camisa fuera del pantalón. Su cara daba el aire de ser un rufián, y su nombre bien podría figurar en la lista negra del instituto: Junichi Ryouga―. Tengo actividades en el club. Otro de ellos, que estaba a su derecha, le dio un codazo en las costillas. ―No digas mentiras ―le reprimió en voz baja―. Tú no estás en ningún club. ―Pues ahora me han entrado las ganas de unirme a uno ―respondió Junichi.

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El nombre de este estudiante era Kazuto Hibiya, y a pesar de ser muy amigo de Junichi, él era muy distinto y su uniforme no lucía desaliñado. Su cabello negro azabache y corto, siempre muy bien peinado y lustroso, denotaba el aspecto de un apasionado de la ducha diaria. Su estatura, además, recordaba a la de Kotori, pues era tan bajo como ella. El tercero de ellos, un chico de la misma estatura que Alan, de cabello castaño, fue mucho más sincero que sus acompañantes, pero a su vez escondiendo parte de la verdad. ―Yo no puedo ―dijo él, sin miramientos―. Tengo algunas cosas que hacer por la tarde. ―Pero… Sorata… ―El nombre del último era Sorata Hasegawa, un estudiante promedio nada más. ―No nos insistas, Alan ―pidió Sorata, inclinando la cabeza un segundo―. Aunque esto nos haya tomado por sorpresa, podemos ir a visitarla otro día. Alan no contestó a eso. Sus compañeros, sencillamente, dieron media vuelta y echaron a andar sin agregar nada más a la conversación. Alan tampoco dijo nada más. No había otra cosa que decir. Sin embargo, Junichi, quizá levemente arrepentido de la forma en que trataron a Alan, le dedicó una mirada repleta de pena por encima del hombro y musitó algo. «Lo siento», pensó Alan, leyendo los labios del que creía como su amigo. Miró al trío alejarse por el pasillo hasta perderse entre los demás estudiantes que iban de un lado a otro. Justo cuando creía que había hecho más amigos. Y la voz continuaba riéndose, ahora más fuerte.


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OCRE


CAPÍTULO 8.5 AMIGOS

«M

aldición, no la veo por ningún lado», después de recuperar el aliento, corrí lo más rápido que pude para alcanzar a Erika. Sin embargo, mis esfuerzos han sido en vano. ―Disculpe, ¿ha visto pasar a una chica de mi edad? Cabello corto… ―Al no tener otra opción, pregunto a las personas que caminan por la calle. Sin resultados positivos. Estoy completamente exhausto, mis piernas comienzan a ceder. «Piensa, Leonardo. ¿Dónde podría estar? Quizá pudo rodear el edificio y regresar al departamento. No, es un lugar demasiado evidente». ―¿Tal vez, regresó a la escuela? Después de todo, fue ahí la última vez. «¿Pero realmente era ella? Recuerdo que el salón estaba vacío cuando entré, luego me desmayé y… ¿Qué ocurrió? Desperté al día siguiente, sin más». ―Demonios, y pensar que hace unos meses creí que podía ignorarla de igual forma. Odio cuando la ironía se vuelve contra mí. De pronto, entre las calles, veo a Erika caminando lentamente, por su expresión asumo que está fatigada, igual que yo. Intento acercarme sin que se percate, pero doy únicamente algunos pasos antes que ella empiece a girar su cabeza y observar en todas direcciones, no pasa mucho antes de que me vea. Casi al instante empieza a correr una vez más, no tengo otra opción que seguirla. Al doblar la esquina, ella entra a un edificio similar al nuestro, supongo que también se trata de un conjunto de apartamentos. Comienza a subir las escaleras ―espaciosas, en forma de caracol, pero un

poco más cuadradas. Como las que tienen las salidas de emergencia―. Hago lo propio, doy grandes saltos para pasar más de un escalón a la vez, no obstante, esto también genera que resbale en más de una ocasión. «¡¿Cuántos pisos son?!». Puedo sentir un pulso frenético al compás de los latidos de mi corazón. La subida no tiene fin, o eso me parece. Debo seguir corriendo, sólo por esta vez. «¡¿Qué objetivo tiene acorralarte a ti misma en el último piso?!». De pronto, mis piernas no responden en lo absoluto y se entumen, al caer, cubro mi cabeza para evitar un golpe peligroso. Grito con la poca energía que me queda: ―¡Erika, tú ganas! ―Mis jadeos no permiten que continúe, sin embargo, me reconforta el hecho de no escuchar que la chica avance. Una vez tomo el aire necesario, continúo―: Antes de la preparatoria, estaba seguro que tu existencia era una simple invención de mi mente, y como resultado, me olvidé de ti; cuando nos vimos, simplemente no supe qué pensar. Intenté resolver el misterio de forma rápida al ser amigable contigo para obtener la información que desconozco, pero con cada intento te alejabas más. Varias veces pensé en dejarte en paz; asumir que estaba equivocado y siempre has existido, pero por algún motivo siempre recuerdo cosas que dicen lo contrario. Quizá, sea mi propio subconsciente el que me juega una broma pesada, tal vez sea sólo sugestión. Aun así, el hecho que te alejes me preocupa… No, me molesta. Porque real o no; fuiste la persona más importante para mí. Imaginaria o no, estás una vez más frente a mí, por eso quiero llevarme bien contigo, al igual que cuando teníamos cinco años. ―Hago una breve pausa―. Sin embargo, me alejaré de ti si es lo que en verdad deseas, no volveré siquiera a dirigirte la palabra. Tan sólo responde con sinceridad, por favor: ¿Eres realmente una persona real? Ignoro los segundos que tarda en res-

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ponder, estoy completamente a la expectativa de su respuesta. Al cabo de un rato, mis piernas reaccionan y logro levantarme, mis jadeos cesan completamente.

manas, y de pronto “Erika Guerrero” desapareciera; haría todo por encontrarla, sufriría, sería víctima de la depresión al no volver a verla».

―Sígueme ―declara Erika. Acto seguido, continúa avanzando por las escaleras. Cuando llego al último piso, ella se encuentra a mitad del pasillo, de cara contra la pared del fondo―. No lo sé.

―Tienen que detestarme, o por lo menos deben sentir indiferencia a lo que me ocurra, incluyéndote. Así no tengo que preocuparme por eso y simplemente me enfoco en llevar una vida normal hasta que mi existencia se pierda.

―¿Eh? ―No puedo acordarme de otra cosa que no sean los momentos que pasé contigo. Inclusive, no recuerdo haber cursado por todos los niveles educativos hasta la preparatoria, pero poseo los conocimientos. Mis hermanas, hacía no más de seis meses las había visto en mi vida, pero somos tan similares y ellas actúan tan cercanas como si lleváramos conviviendo desde siempre. Mi rutina del día a día la practico como si nada ocurriera, aunque desconozco el momento cuando la inicié. Es como si estuviera programada para ello, como si otra persona hubiera vivido todos esos años hasta que vuelvo a tener uso de razón. ―Aun así, eso no explica por qué evitas a todos los que quieren acercarse a ti ―respondo, confundido―. ¡¿Tienes rencor hacia los demás? No comprendo tu habitual hostilidad! ―¡No es porque quiera hacerlo! ―exclama con furia, puedo notar la tensión en sus hombros. Nuevamente, he dicho algo que no debía―. ¿Cuál es mi origen?, ¿qué es lo que me hace real? Es irrelevante estar físicamente aquí al no recordar siquiera mi pasado. ¡Si en realidad no existo, ¿algún día voy a desaparecer?, ¿sabré cuándo ocurrirá o sólo lo haré sin previo aviso?! Lo mejor sería que se olvidaran de mí, no obstante, una parte de mí desea lo contrario, no quiere ser borrada de su memoria. «Ahora lo comprendo, a pesar de las contradicciones en su mente, ella intenta ver la situación desde otra perspectiva: Si estuviera en el lugar de alguna de sus her-

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No encuentro una respuesta apropiada para lo que acabo de oír. Incluso, ella está mucho más alterada que yo, sus preocupaciones sobrepasan las mías. ―Leonardo, ahora que conoces la respuesta, aléjate de mí, por favor. ―Por primera vez, su perfecta tonalidad de rechazo, se rompe. Erika quiere evitar a toda costa gimotear, pero no lo consigue. ―Pero, yo... ―No quiero hacerlo, porque no deseas esto «Sin embargo, lo prometiste» ¿Qué se supone que haga? Me asusta inclusive pensar en ello, sería mucho más sencillo si alguien más eligiera por mí. Dentro de mi incertidumbre, un viejo recuerdo atraviesa mi cabeza. La única solución por el momento que, siendo realista, es imposible de cumplir. No obstante, decido ignorarlo.

«Tampoco tenía amigos», por supuesto, ella. La joven de cabello oscuro y ojos violeta. ―Erika, necesito tu ayuda. ―digo, mi voz por poco llega a quebrarse, pero hago un esfuerzo por mantener la calma. ―Lo prometiste, ¿no es así? ―Lo sé, pero escúchame primero. Conozco la forma de solucionar el problema.



The Highlands


ACTO TERCERO DESVANECIMIENTO

CAPÍTULO 9

D

ejadme que os presente al Luca infantil, aquel que con siete u ocho años asistió al funeral de su hermano mayor, Frank, a quien apenas conocía. La sala estaba iluminada solo por la tenue llama de un par de velas perfumadas con canela. A su lado estaba parado Adolf, su otro hermano, que por aquel entonces contaba con once o doce y estaba a punto de independizarse de la familia. Muchas personas lloraron la pérdida; algunas más genuinamente que otras, pero todas con la intensidad suficiente para poder decir que, incluso en la ocasión de un funeral, la familia estuvo a la altura. Eran todos Patricios. Cuando la ceremonia terminó y el féretro fue llevado para su sepultura, el ambiente de la estancia fue invadido por el inusual tono macabro del canto del periquito de Frank, un pájaro grisáceo enjaulado desde su nacimiento, según algunos, en la mismísima Highlands, y que había aprendido a entonar únicamente acordes sostenidos para que todo pareciera tenso y sombrío allí donde se ponía su jaula. Algunos días después, mientras el pequeño Luca todavía conservaba el Requiem Avícola en su memoria como el recuerdo más tétrico de su hermano Frank, su padre los mandó a llamar a él y a su otro hermano, Adolf, a su sala de reuniones, a la que solo acudían con cita previa las personalidades más influyentes del mundo Patricio. —Vuestro hermano está muerto —les dijo fríamente—. Y ahora… necesito un nuevo heredero para mi fortuna. No confiaba en Adolf. De todos era bien

conocida su intención de hacer vida independiente tan pronto como le fuera posible, y entre los Patricios no era necesariamente costumbre dejar las herencias a los hijos mayores, sino más bien a aquellos en quienes se hallara el compromiso de perpetuar la tradición de enriquecerse y afinarse en los suburbios. —Yo soy el mayor —protesto Adolf, no obstante, sin mucho empeño. El pequeño Luca se mostraba inocente y ajeno a la trifurca que estaba a punto de estallar. —Si mi fortuna cae en tus manos —dijo el padre—, te las arreglarás para hacer que desaparezca. Te la fumarás en puros caros. O la gastarás en mujeres de compañía. —Solo tengo once o doce años. —En la memoria de este humilde narrador no aparece con exactitud la edad de los muchachos—. ¿Cómo iba a estar con mujeres? —Soy tu padre —el viejo frunció el ceño y dio un golpe con el puño sobre la mesa—. A mí no puedes engañarme. Yo tengo ojos donde tú solo tienes dedos. —Sabrás, pues, que tengo los dedos más largos de los suburbios. —¡¡¡Ya es suficiente!!! —El pequeño Luca retrocedió, espantado de la exclamación de su padre. Aún no había pronunciado una sola palabra, pero ya tenía miedo de salir herido—. Lo decidiremos mediante una prueba de ingenio y habilidad. —¿Compararás mi intelecto con el de un mocoso de siete u ocho años? —protestó de inmediato Adolf, mientras Luca lo miraba todo con ojitos abiertos, llenos de curiosidad. La expectativa de un juego de ingenio empezaba a divertirle. —El periquito de vuestro hermano Frank se encuentra en la habitación de uno de los sirvientes de la casa. Aquel que averigüe cuál es, y me lo traiga, será mi heredero.

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Incluso el pequeño Luca frunció el ceño. —Qué ridículo —objetó Adolf—. Preguntaré a todos en el comedor. Y cuando ya se estaba dando la vuelta para retirarse de la estancia, su padre aclaró las normas: —No podéis preguntar a nadie. No podéis entrar en un cuarto al azar. Tenéis que acertar a la primera el cuarto en que se encuentra el pájaro, entrar sin que el sirviente del cuarto lo sepa y traerme la jaula con el animal aquí. Ni siquiera los sirvientes saben que están involucrados en el juego. Si se enteran, aquel por quien se enteren perderá y la herencia pasará automáticamente al otro. Si alguno entra en el cuarto equivocado, yo lo sabré, y será descalificado. ¿Queda claro? Se hizo un silencio de tres o cuatro segundos hasta que el inquisitivo Adolf se pronunció al respecto: —Paso. Es una estupidez. —Entonces la herencia será para Luca. El pequeño miraba a uno y otro según sus turnos de palabra. —Si le das la herencia a él, lo mataré cuando tú te mueras —dijo Adolf muy sereno.

alturas, no era más que una fábula para engañar a Los Patricios y robarles su dinero. Patricios que engañaban a Patricios. Adolf estuvo en el jardín de la mansión, observando atentamente cada uno de los balcones de las habitaciones de los sirvientes. Y Luca espiaba con disimulo, desde detrás de alguna columna o desde su propia ventana. «Tenemos veinticinco sirvientes y yo los conozco bien a todos», reflexionó el pequeño Luca. «Pero Adolf no tiene ni idea de cuáles son sus cuartos». Para el hermano intermedio, los sirvientes eran poco más que animales. Nunca se había tomado la molestia de recordar sus nombres, sus lugares de descanso o siquiera cuántos había en la casa. En esto Luca tenía ventaja. Y sin embargo, esta se convertía en desventaja al considerar las consecuencias de su apego a ellos, a saber, que ellos también sentían un gran afecto hacia Luca. «Si uno de ellos me ve merodeando por los cuartos o husmeando en los balcones», pensó para sí, «enseguida me preguntarán qué necesito… y eso podría ponerme en peligro».

—No lo permitiré. Si dices que tienes esa intención, entonces yo mismo…

Si alguno de los sirvientes se daba cuenta de que Luca estaba buscando un pájaro, Luca sería descalificado.

—Tú mismo, ¿qué, padre? —padre e hijo intercambiaron una mirada furibunda. En mitad de esto, el pequeño Luca se sintió abrumado y trató de huir, sin mucho éxito, pues las piernas no le respondían—. ¡Está bien! Jugaré a tu estúpido juego… y mantendré vivo al mequetrefe cuando tú te mueras.

Tras comprobar que Adolf no tenía ni idea de por dónde empezar, el pequeño Luca decidió invertir más tiempo, quizás unos días, en observar la actividad de cada uno de los sirvientes. Esto le permitió descartar, nada más y nada menos, que a dieciocho de los veinticinco como posibles custodios del periquito de Frank.

El pequeño Luca invirtió las primeras horas de aquella tarde en tratar de entender qué se estaba jugando. Cuál era el premio de esa extraña provocación. Le habían inculcado en la ideología de que ser rico era bueno y ser pobre era malo. Le habían enseñado que The Highlands, la ciudad de las

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Eliand Xander



Guzheng


CAPÍTULO 14 REGRESO A LA FORTALEZA

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asar por segunda vez las murallas de la fortaleza y reincorporarme al grupo de las Astas Negras fue diferente a cómo lo imaginé. Mi experiencia previa había sido una lucha constante por superar mis limitaciones físicas, mis compañeros se divertían tratando de atormentarme y hacer que renunciara. Hasta que no conté con la camaradería de Yaikha, ninguno de ellos me tomó realmente en serio. Esta vez, en cambio, podía notar en sus miradas y palabras casuales el rastro de un cálculo mental. Ellos ya habían sufrido el agotamiento más extremo a manos de los maestros, ya habían explotado sus capacidades hasta el desvarío, ya habían sido superados innumerables veces por fuerzas aplastantes. Y habían aprendido a asociarse de un modo inteligente. Eran mucho más estrategas que la última vez que los vi. Tenían una organización, de la que no hablaban, pero que podía percibirse en el aire. ¿Quién estaba al mando? ¿Cómo funcionaba? No podía saberlo a simple vista. ¿Qué función tenían destinada para mí? En el momento en que puse mis pies en el campamento, me pareció que la decisión aún estaba por resolverse. Antes de descubrir algo más, fui jalado por el Maestro Jijikhu, quien me sacó fuera de la carpa apenas me vio. Parecía que con solo respirar ya lo había ofendido terriblemente. Jijikhu había sido el maestro que más llegué a respetar, pero no podía entender su actitud y eso me molestaba, no quería que nadie me tratara como si nuevamente tuviera diez años. Nos alejamos del resto de demonios y entonces Jijikhu se volteó hacia mí. ―¿Por qué no has tomado el regalo que el Rey te dio? ―inquirió. Mi mente quedó en blanco.

―¡Responde! No supe cómo reaccionar. Era cierto que no había devorado los ojos de Mahkaria, pero hasta entonces no lo había visto como una obligación inmediata. Me estremecía solo tener que pensar en ello. ―Yo… no lo sé. ―¿No lo sabes? ¿Qué tienes en la cabeza? Sus palabras me hicieron sentir avergonzado, aunque en mi interior sabía que no había hecho nada incorrecto. ―Pensé que debía esperar a que muriera ―mascullé. Jijikhu no dijo nada, solo me quedó mirando hasta que la chispa en sus ojos desapareció. Entonces chasqueó la lengua y se alejó de regreso al campamento. ―¡Maestro! ―Haz como te parezca, no es asunto mío. En ese momento perdí el poco apoyo que pudo haberme brindado. Yo no lo entendí y tampoco hubiese podido solucionarlo, los ojos de Mahkaria estaban lejos, escondidos en mi habitación de la Casa. Pero incluso si los hubiese tenido conmigo, no habría sido capaz de engullirlos, no sin una razón. Supongo que parte de ese temor residía en que hasta entonces no sabía de qué forma afectaría mis habilidades actuales, ni qué parte de mí cambiaría al llevar la esencia de alguien más. Era una gran inquietud, pero Jijikhu también había tenido motivos válidos para reclamarme. Si yo no hubiese dejado tanto tiempo la fortaleza me habría dado cuenta y quizás hubiese cambiado mi decisión. En ese momento solo me sentí incómodo con su reacción, pensando qué sucedería si llegaba a encontrarme frente al Rey Demonio y este también asumía que no había aceptado su regalo. ¿También me arrancaría los ojos? ¿Me mataría? Di un rodeo por la fortaleza tratando de calmar mis pensamientos, para no volver tan inestable antes mis compañeros.

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Mientras pasaba por los establos, divisé a las bestias que los cazadores habían traído del Abismo. Estaban mucho más crecidas y tenían algunos mechones de pelo teñidos de colores, seguramente como un distintivo de la jerarquía entre ellas. Me pregunté si me dejarían montar alguna vez un animal de esos y correr veloz por largas distancias, sin sentir nada más que el viento. ―¡Arangi! ―escuché a mi derecha. Al girarme, vi a lo lejos un par de demonios que me resultaron familiares. El primero tenía un aspecto desprolijo, llevaba una túnica vieja y botas desgastadas, pero la intensidad del color de sus alas azules lo hacía inconfundible. Había sido él quien gritó mi nombre, mientras sacudía su brazo llamando la atención. Lo seguía al trote una bestia de blanco crin, sobre la cual se equilibraba un jinete de aspecto robusto y actitud altanera, a pesar de su torpe cabalgar. Aunque la comparación física entre ambos llegaba a ser irrisoria, yo sabía que un cazador era más valiente y temerario de lo que aparentaba. ―¿Se conocen? ―preguntó el jinete Yaikha. ―Es mi amigo ―dije acercándome. Yaikha iba a exclamar algo, pero la bestia estaba tan absorta en perseguir al Alado, que entre sus brincos estuvo a punto de hacerle caer. ―¡¿Puedes decirle a esta cosa que pare?! ―reclamó el demonio. Sathri pasó su mano por la nariz del animal y este se detuvo y comenzó a lamerlo. ―Acabo de alimentarla ―dijo el cazador―, aún debo oler a sangre. ―Bestias ―gruñó Yaikha, bajando de la montura. Me saludó con naturalidad, porque no era alguien que necesitara entrar en ese juego de poder que habían sembrado el resto de nuestros compañeros. La razón era simple, desde el principio Yaikha había

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demostrado ser el mejor guerrero del grupo de las Astas Negras. Ningún otro recluta podía competir con su fuerza y destreza, habría sido un excelente líder si no tuviera la tendencia natural de mantenerse aparte y trabajar únicamente para sí mismo. ―¿Qué haces aquí? ―me dijo―. Tienes que ir al campamento. ―Lo sé, pero, de alguna forma, hice que el maestro Jijikhu me odiara. La última vez que estuve en el ejército, aprendí que independiente de lo mal que podía encontrarme, Yaikha no tomaba ventaja de esas cosas. No necesitaba hacerlo. En ese momento, solo me observó un instante antes de asentir. ―Si fuera él también te odiaría, Arangi. ―¿Por qué? ―Porque eres demasiado arrogante. No era la respuesta que esperaba, menos de él. Sathri Callën, que se había mantenido todo el tiempo escuchándonos, se largó a reír. ―De todas formas deberías volver ―dijo Yaikha aparentando desinterés, mientras volvía a ocuparse de su bestia. ―¿Tú no vienes? ―No ―respondió, pero luego pareció recordar algo y se volteó― Supongo que no lo sabes. Están formando un grupo de elite. Por ahora solo somos tres: Syrak, Nubal y yo. ―Entiendo ―dije, sin embargo, estaba pasmado. Eso significaba que llevaba un retraso mayor del que imaginaba. Y también, que ya no seríamos camaradas. No quería admitirlo, pero eso también llegó a afectarme―. Así que, ¿ahora viven dentro de la fortaleza? ―Sí.


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Delta City (Crónicas) «La única verdad es la realidad».

Isaac Asimov


CRÓNICA 1 ATAQUES

CAPÍTULO 13 EL FINAL

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las afueras del cuartel, la lucha se ha vuelto un infierno, literalmente. Heatwave sigue quemando todo a su alrededor conforme avanza y dispara sus rayos de calor, además de lo que quema a sus pies con su aura roja y ardiente conforme camina. Mientras, no muy lejos, su compañero prosigue atacando con su cuerpo dividido en piezas al joven apodado Oni. Tanto Powermind como Genki siguen en el interior del cuartel el cual está siendo golpeado por columnas de calor de su oponente. ―Debo ayudar a nuestro amigo ―comenta Powermind mientras extrae un par de pistolas desde dentro de su largo abrigo―. Cúbreme de Heatwave y trata de mantenerlo ocupado unos minutos más, por favor, Genki. ―Dime que tienes un plan―comenta el aludido mientras guarda su espada en la funda en su espalda y salta al descampado donde esquiva ágilmente los rayos de calor para acercarse a su oponente. ―Soy Powermind―responde el joven gobernador mientras con calma sale de detrás de los muros en el que se cubría para luego acelerar el paso hacia donde está Oni―. Si no tengo un plan, puedo crear uno sobre la marcha. Aunque Heatwave se había concentrado en atacar al joven samurái apenas salió, al ver que Powermind se dirige donde BioDoom decide cambiar de objetivo. Concentrando un único rayo con ambas manos, apunta hacia el joven gobernador. Genki se percata de esto y de un ágil, y casi sobrenatural, salto se interpone justo en el momento en que la onda de calor brota desde

las manos de su oponente dejando todo ardiendo a su paso. ―¿Y cuál es el plan ahora? ―grita Genki mientras bloquea el rayo con su cuerpo y empieza a absorber la energía adquiriendo una ligera aura de brillo rojo conforme más tiempo pasa en ello. ―Sigue distrayéndolo por unos minutos ―le dice Powermind con alta, pero calmada mientras continúa su camino hacia donde Oni sigue en trabado en lucha con los pedazos de BioDoom―. Que no deje de arder. Oni aún está debatiéndose con ambos brazos y una sección del torso que alguna vez integraron a BioDoom en su intento por llegar donde Yue. El torso dispara algunas púas, pero el joven logra evadirlas a pesar de tener los brazos encima. Los brazos intentan llegar a su cuello y estómago, pero él los tiene cogidos de las muñecas y se debate con fuerza. Su compañera, por su lado, tiene atada alrededor de su cuello al menos una decena de tentáculos similares a los de un pulpo que la cabeza ha generado desde la base del cráneo. Luce paralizada, con una expresión de horror, debido a la toxina que su captor le inyectó con el aguijón en su boca. El joven logra liberarse de un brazo y empieza a golpear al otro con furia mientras la cabeza parece disfrutar el espectáculo. A poca distancia de esa pelea, las piernas de BioDoom, mutadas en lo que parecen bizarros ciempiés, se deslizan por el suelo para a atacar a Oni por la espalda. Están a pocos metros y listos para saltar cuando Powermind les dispara en diferentes puntos específicos de cada uno, dejándolos bastante inhabilitados como para moverse con facilidad. Apenas llega a donde han caído, ejecuta unos disparos más en las secciones inmóviles. Luego, dispara al brazo que iba a volver a atacar a su compa-

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ñero dejándolo también inmóvil. Finalmente saca el cuchillo del comandante para atacar la sección de torso que dispara púas. Se limita en eludir cada una, disparadas desde la zona donde se hubiera conectado con el pecho, parecía un raro lanzador de misiles y, si bien dispara con gran velocidad sus espinas de hueso, el joven gobernador las esquiva y le asesta un rápida cuchillada en donde sería el estómago. Luego extrae la hoja y de inmediato la clava en la espalda para luego hace un corte ascendente con gran rapidez dejándola inmóvil por fin. ―Gracias ―dice Oni mientras intenta una ligera inclinación. ―No hay tiempo para cordialidades ―le interrumpe Powermind mientras limpia el cuchillo―. Debemos acabar con estas cosas antes que se regeneren. ―¿Cómo? ―Debido a su nivel de control actual son únicamente extensiones sin mente, ésta debe estar en una de las que quedan. Dicho esto, gira de costado para mirar hacia donde está la cabeza sujetando a Yue. El torso superior tiene algo similar a patas de araña en la parte inferior y largos tentáculos espinosos en donde se uniría al cuello y los brazos. Pero lo que nota mientras guarda el cuchillo de vuelta es que tiene placas de hueso creciendo alrededor del pecho Entonces empieza a recargar sus pistolas.

tamaño. Un par de cuernos brotan de la frente de Oni al mismo momento que su piel se vuelve roja y similar a cuero. Su pelo se empieza a volver blanco y a alargarse al menos un metro. En cuestión de segundos sus ropas parecen arder y son reemplazadas por una armadura ligera de un metal oscuro. El Oni-demonio se abalanza sobre la sección de torso y logra sujetarla contra el suelo con sus manos que ahora tienen garras afiladas. De un zarpazo logra abrir las placas protectoras alrededor de la caja torácica. La cabeza de BioDoom entonces aprieta algo más el cuello de Yue con sus tentáculos. Al ver esto, el demonio parece vacilar y detiene su ataque. La cabeza empieza a dibujar una sonrisa cuando un balazo, dado por Powermind, quien aprovechó la distracción le da en medio de la frente. Tras un momento de sorpresa en el rostro varios disparos más impactan en muchos puntos cercanos al primero. Su agarre con sus tentáculos se debilita y finalmente queda flojo. La cabeza cae al piso, completamente inmóvil.

―Oni, creo que sería un buen momento para sacar tu demonio interior ―comenta mientras alista las armas.

El Oni-demonio no espera más e intenta destrozar el torso, pero este logra esquivarlo y lo golpea en la cara para escapar. Se desplaza rápidamente llegando a donde están sus extremidades, inhabilitadas por las heridas que Powermind les infligió, integrando a todas consigo y creciendo paulatinamente. El joven tirador intenta dispararle, pero él logra esquivar o detener las balas usando los pedazos de su carne como escudos.

―¿Acabamos con la cabeza? ―comenta Oni mientras sus ojos adquieren un tono ámbar y luego un brillo amarillo.

―Ve por ella, yo me encargo de esto ―le ordena el líder al demonio mientras mantiene su tono y aspecto sereno.

―No está en la cabeza. Y tiene sentido, sabía que iríamos por ella por ser lo más lógico ―explica Powermind―. Está en el torso. ―Bien ―comenta Oni con su voz sonando algo más grave y ganando algo más de

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Colaboraciones Autómata Independiente (DeviantArt)

Ilustrador de gran habilidad con un estilo un poco más realista. Ilustrador de ¡No soy yo, son ustedes!. Colaborador en este número de la imagen doble del índice (páginas 4-5) y la imagen horizontal en la sección de Editorial (página 2). Un viejo conocido de la revista. En este número continúa la historia que nos ha ido compartiendo ahora con «Avistamiento fantasma» (páginas 34-35). En general una interesante saga, ya que nos ha compartido relatos de una gran variedad que forman una pequeña gran historia.

H. Lima

Un autor un poco conocido para nosotros, ya que hemos mantenido contacto un par de veces por correo. En este número colaboró con otro artículo de su serie de su serie de estereotipos pop en una novela ligera (páginas 10-12).

Agrela

Autor nacido el 25 de octubre de 1994. Estudiante de Lengua y Literatura. Un escritor venezolano que incursionó en el mundo de las letras como productor de textos narrativos, ensayísticos y poéticos en la revista literaria FACTUM y la magacín colombiana Carta Blanca. También ha pertenecido a talleres literarios y ha colaborado en distintas actividades destacando como actor y cuenta cuentos. En este número colaboró con su relato «Se perdió el tigre León José» (página 20).

Marcus Seeren

Ilustradora oficial de la revista. Creadora de promocionales y portadas. En este número vemos la ilustración vertical en la sección de Editorial (página 3) y la publicidad de Escritores Fantasma (página 51).

Pauleeh (Twitter)

BNU

Joalberths De (Facebook | Gmail | Twitter)

Marta «Lunática» Navarro (DeviantArt)

Escritor reservado que no nos dijo mucho sobre él y que en este número nos aporta una relato llamado «Paisaje Memorable» (página 22).

Escritora interesante que en este número colaboró con el relato «Con abejas en vez de flores» (páginas 24-29).

Rey Espectro (Deviantart)

Ilustrador talentoso que hace poco se unió al staff luego de colaborar repetidas veces con nosotros. En este número la portada corre de su parte, además de la colaboración con imagen promocional de la 3° Light Time Cup (página 31), además de la publicidad de I Want You! (página 43).

Vito A. Corleone (Deviantart)

Ilustradora que hace poco se unió al staff de la revista y que ya nos ha ayudado con portadas de la misma. Autora del webcomic Tlazohtlaliztli, además de ser la editora de la revista Superhero Mangazine, una revista dedicada a historietas originales.

Yonshesko Blandela (Página personal)

Autor mexicano que también es ilustrador, siendo el autor del webcomic Epifanio, el más gacho. Y que ha autopublicado el libro De tus labios de fuego. Colaborando con su relato «Sueños Recurrentes (II)» (página 18 -19).

Yuki Mashiro (Facebook)

Ilustradora que hace poco se unió a nuestro equipo. Ayudando con las ilustraciones de Vermillion. En este número colaboró con la portada del mes, así como la ilustración de la página final.

Zanate Mx (DeviantArt)

Ilustrador creador autor de Sidra, la chica mágica mexicana y de Daiquiri Mix, la bruja nahuala, que en este número nos concedió una liviana entrevista (páginas 8-9).


Créditos «always know where your towel is» por Benjamin Balázs Licenciada bajo CC BY 2.0 Recortada de la original (Página 10) «Free to use Backgrounds : Blue And White» por HanpanTheAwesome Licenciada bajo CC BY 2.0 Redimensionada de la original (Página 13) «A Strange Dream» por Wesley Eller Licenciada bajo CC BY 2.0 Redimensionada de la original (Página 18) «Maastricht» por Bert Kaufmann Licenciada bajo CC BY 2.0 Recortada y con ajustes de color de la original (Página 21) «San Juan Mountains with Rain (Explored 6-252014)» por Scrubhiker (USCdyer) Licenciada bajo CC BY 2.0 Redimensionada de la original (Página 22) «Greystone Mansion» por Graham Licenciada bajo CC BY 2.0 Redimensionada de la original (Página 24-25) «Calm depths of the meditation garden, a koi pond with white lotus lily, lily pads, stones, flower pot, pine trees, elephant ear » por Wonderlane Licenciada bajo CC BY 2.0 (Página 30) «Fiscal Pyrenees Street Scene» por Les Haines Licenciada bajo CC BY 2.0 Redimensionada de la original (Página 32) «Normandy Pasture - HDR» por Nicolas Raymond Licenciada bajo CC BY 2.0 Recortada de la original (Página 36)

«Good Bye Blue Sky...» por Thomas Leuthard Licenciada bajo CC BY 2.0 Recortada de la original (Página 40) «A Walk With Your Sweetheart :)» por Natesh Ramasamy Licenciada bajo CC BY 2.0 Con ajustes de color de la original (Página 52) «What a Pleasure It Is to Fall in Love With the City of Minneapolis» por JFXie Licenciada bajo CC BY 2.0 Recortada de la original (Página 64)


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