Descubre "Lo importante no es cómo caes sino cómo te levantas"

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STANLEY BENDELAC

O CÓMO APRENDER A SUPERAR LAS CAÍDAS

LO IMPORTANTE NO ES CÓMO TE CAES SINO CÓMO TE LEVANTAS


LoQueNoExiste

© Título original: Lo importante no es cómo te caes sino cómo te levantas o cómo aprender a superar las caídas © Autor: Stanley Bendelac www.stanleybendelac.com © Diseño y maquetación: Mario Eskenazi + Dani Rubio www.m-eskenazi.com Edita © LoQueNoExiste www.loquenoexiste.es Promoción y Relaciones Públicas: Medialuna www.medialunacom.es

ISBN eBook: 978-84-938994-3-1 Depósito legal: M-35851-2010 Impreso en Madrid Julio de 2010

Reservados todos los derechos. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información ni transmitir alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado —electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, etc.—, sin el permiso previo de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual. LoQueNoExiste Isabel Colbrand 10 Edificio Alfa III 5ª 128 28050 Madrid www.loquenoexiste.es Información y contacto: Mariana Pintilie Teléfono 91 567 01 72


A MI MADRE QUE ME INCULCÓ EL TESÓN.

A MI PADRE QUE ME INCULCÓ LA GENEROSIDAD.


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CITROËN Y MERCEDES BENZ: LAS MARCAS DE MI VIDA

MI ÚLTIMA NAVIDAD EN TÁNGER

INTRODUCCIÓN

PRÓLOGO POR LUIS ROJAS MARCOS

ÍNDICE

LO IMPORTANTE NO ES COMO TE CAES, SINO COMO TE LEVANTAS 8


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AGRADECIMIENTOS

EPÍLOGO

ÍNDICE

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BÚSQUEDA TRANSVERSAL EN SUDÁFRICA

SE NOS ATRAGANTARON LOS GUISANTES

LA SOLUCIÓN HOLANDESA

¿QUÉ SON 25 AÑOS?

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Luis Rojas Marcos es profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York y autor de Superar la adversidad (Espasa, 2010).

PRÓLOGO POR LUIS ROJAS MARCOS

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PRÓLOGO POR LUIS ROJAS MARCOS

Cuando reflexionamos sobre la disposición de las personas para afrontar los retos que inevitablemente plantea la vida, nos inquietamos al hacernos conscientes de nuestra vulnerabilidad. Por otro lado nos reconfortamos, al comprobar que la mayoría de las veces superamos los obstáculos que se cruzan en nuestro camino. Este hecho no nos debería sorprender. Sencillamente, confirma la natural capacidad de adaptación y superación que poseemos. La idea de que los seres humanos nos recuperamos de terribles desdichas no es nueva. Tampoco lo es la noción de que los infortunios pueden incluso producir cambios positivos en quienes los sufren. Sin embargo, sólo en los últimos veintitantos años se ha empezado a reconocer en el campo de la medicina y la psicología el hecho de que para vivir una vida saludable y completa no basta con curar enfermedades, sino que es igualmente importante conocer y fortificar los aspectos favorables de nuestra naturaleza que nos ayudan a protegernos y a superar los golpes que nos asesta la vida. En Lo importante no es cómo te caes, sino cómo te levantas, Stanley Bendelac, ejecutivo pionero en el mundo creativo y estresante de la Publicidad, y agudo observador de las personas, describe con un estilo claro y ameno una serie de duras vicisitudes personales y profesionales que le obligaron a poner a prueba su resiliencia, esa mezcla de resistencia y flexibilidad que nos permite encajar sin rompernos y superar todo tipo de infortunios. Su objetivo es admirable: explicar a los lectores las claves que nos ayudan a no claudicar


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ante los reveses que amenazan nuestra seguridad y sentido de futuro. Stanley Bendelac presenta ejemplos personales sugestivos y respuestas útiles a muchas de las preguntas que nos hacemos ante situaciones desfavorables. Por ejemplo, considera las palancas o las fuerzas que nos impulsan a levantarnos y seguir adelante; las trampas o los sucesos y circunstancias que nos hacen caer; analiza el factor tiempo como aliado, siempre que lo sepamos utilizar a nuestro favor; y las prioridades o las cosas que son importantes para nosotros y nos motivan a luchar. En mi opinión, el autor consigue ampliamente su objetivo. Estoy seguro de que este breve ensayo no sólo aportará a los lectores un rato entretenido, sino que además será instructivo para todos aquellos que sientan curiosidad por entender la tenacidad humana ante las adversidades. En mi caso, su lectura me ha corroborado, una vez más, el hecho de que en el corazón de las desgracias a menudo se esconden provechosas oportunidades. Las experiencias que generosamente comparte con nosotros Stanley Bendelac, son ejemplos conmovedores de que todos podemos levantarnos e incluso salir reforzados de las caídas.


PRÓLOGO POR LUIS ROJAS MARCOS

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INTRODUCCIÓN

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INTRODUCCIÓN

Un día por la tarde estaba en los salones del Hotel Palace de Madrid con un ex-cliente y amigo. Solíamos reunirnos periódicamente e intercambiar opiniones sobre campañas de Publicidad, sobre la situación económica, sobre agencias y empresas de nuestro sector, y sobre lo que, en cada momento, podían ser los temas de actualidad. El Hotel Palace era nuestro habitual lugar de encuentro. Bajo su espectacular bóveda acristalada solíamos tomar un té, o una copa, según la hora de la tarde. Aunque estaba semiretirado, Emilio, mi amigo, seguía teniendo muchos contactos con personas importantes del mundo de la Publicidad y siempre tenía alguna noticia divertida o impactante que contarme. Hacía algunos meses que yo había vivido una crisis importante en Delvico Bates, nuestro Grupo de Comunicación en España. Se habían marchado varios directivos, y tres clientes decidieron irse con ellos. Emilio y yo llevábamos bastante tiempo sin vernos. Aquella era, por tanto, una estupenda ocasión para contarnos novedades. Acababa de hablarle de mi último viaje a Nueva York, cuando, de pronto, con una gran sonrisa, me pregunta: —¿Sabes cómo te llaman en el sector? —Ni idea. Entonces Emilio, siempre sonriendo, me dijo: —Stanley, te llaman el Ave Fénix—. Y acabó su confidencia con una gran carcajada. En ese momento, alcé la mirada hacia la bóveda acristalada del Hotel Palace. Apareció ante mis ojos


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esa especie de águila buena con plumas rojas; ese ave tan especial que cuando muere vuelve a revivir, ese gran símbolo de la esperanza del hombre. Miraba esa espléndida bóveda imaginando el vuelo sereno de un Ave Fénix, mientras yo sacaba la cabeza del agua, saliendo del mar de mi última crisis donde sentía estar ahogándome. Después sonreí y miré al sol, reviviendo de nuevo. Emilio me observaba: —¿Qué te pasa? —Nada. Creo que todo hombre debería ser un Ave Fénix y ser capaz de renacer siempre de sus cenizas. ________________________ Este pequeño libro podría haber sido un tratado sobre resiliencia, la capacidad de resistir a las crisis y de renacer de nuevo, o como explica Luis Rojas Marcos «la capacidad humana de asimilar y superar adversidades graves. Deriva del latín resilire:rebotar». Pero no lo es. No sé escribir tratados, y lo que me gusta es contar historias. Historias reales que puedan ayudar a las personas. Hace sólo tres años, descubrí el concepto de resiliencia leyendo Anatomía del Miedo, el libro de José Antonio Marina. Más tarde, este mismo concepto volvió a aparecer leyendo a Boris Cyrulnik y a Anna Forés, y cuando estaba corrigiendo este libro se publicó Superar la Adversidad. El poder de la resiliencia, de Luis Rojas Marcos, que leí con avidez. Como el bueno del Sr. Jourdain, personaje de Molière que hacía prosa sin saberlo, yo había sido resiliente sin saberlo.


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INTRODUCCIÓN

Capaz de levantarme muchas veces en mi vida, después de sonadas caídas. Entonces pensé: por qué no, con la enseñanza de mis lecturas, analizando qué es lo que me había ayudado y, en definitiva, había contribuido a que pudiera levantarme, podría ayudar a muchos otros a encontrar las claves para superar esos momentos en los que parece que todo está hundido en lo más profundo de una mina sudafricana. No voy a detenerme en los aspectos dramáticos de la resiliencia, ni tampoco me referiré a aquéllos que tras haber sufrido traumas terribles en su infancia o en su vida adulta, como violaciones, torturas, vejaciones o graves enfermedades, logran sobreponerse. Las historias que voy a contar son mucho menos graves, pero mucho más comunes. Constituyen las caídas en la vida profesional o personal, «las adversidades comunes», como las denomina Luis Rojas Marcos, que sufrimos cantidad de personas, la mayoría de nosotros, y de las cuales no siempre salimos ilesos. Somos seres imperfectos que tropezamos prácticamente desde el primer día, desde que nacemos hasta el día de la caída final y definitiva. La diferencia en cuanto a los niveles de felicidad que alcanzamos en la vida reside en cómo nos levantamos de las múltiples caídas que sufrimos en el ámbito personal, emocional, profesional, social e intelectual a lo largo de los años. Después de 35 años de vida profesional en el mundo de la Publicidad, con innumerables caídas, tanto profesionales como de otra índole más privada, quiero compartir mi experiencia. La intención:


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ayudar a que otros reconozcan las situaciones de crisis, aprendan a recuperarse mejor y lo hagan más rápidamente. En Psicología, resiliencia es el término que define la capacidad de las personas para resistir y sobreponerse a los traumas que les sobrevienen. Cuando un sujeto es capaz de hacerlo, «se dice que tiene la resiliencia adecuada y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por los mismos». Es un concepto reciente, no tiene más de treinta y pocos años, lo introdujo el psiquiatra Michael Rutter y se ha estudiado observando a los supervivientes de los campos de concentración, a los niños de los exiliados rumanos y a los niños de la calle bolivianos. Algunos elementos que caracterizan el mundo de hoy –la velocidad del entorno en que nos movemos, el alto nivel de competitividad en prácticamente casi todos los puestos de trabajo, y nuestra mayor longevidad– multiplican las probabilidades de caernos tanto en el ámbito personal como en el profesional. ¿Qué hay que hacer para ser más «pro-resiliente»? ¿Cómo tener más capacidad de resistir y de recuperarse? Lo veremos en los siguientes capítulos. Antes quiero resaltar algunas claves importantes que se dan en las caídas y que conviene conocer: las palancas, las trampas, el factor tiempo y el factor prioridad. Las palancas son aquellos elementos de nuestro entorno próximo que pueden ayudar a levantarnos; pertenecen a nuestro ámbito emocional, intelectual y social. Nuestra autoestima (si tiene un nivel razo-


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INTRODUCCIÓN

nablemente alto), nuestra capacidad y voluntad de lucha, nuestra capacidad intelectual para el análisis de la situación, nuestra reputación y el conjunto de individuos o entidades que pueden estar dispuestas a ayudarnos. Todas ellas constituyen las palancas. Pueden ser más o menos potentes, numerosas y capaces. Lo determinante será la elección de aquellas que son más efectivas. Porque más que el número de palancas que tengamos a nuestra disposición, importa la efectividad de aquellas que seleccionamos en cada momento. Las trampas son los errores que cometemos. Los que nos hacen caer. También aquellos que cometemos al intentar levantarnos, que nos precipitan aún más en la pendiente de una caída mayor, algunas veces. Generalmente, las trampas se materializan cuando hemos analizado el problema sin toda la profundidad necesaria. Cuando nos dejamos llevar por un análisis brillante pero superficial. Las prisas en la toma de una decisión son frecuentemente la causa de caer en la trampa. El factor tiempo es clave. El tiempo, si lo utilizas bien, es un valioso aliado. Si lo utilizas mal, se convierte en un peligroso enemigo. Más pronto nos centremos en levantarnos, antes lo lograremos. Dejemos para más tarde los lamentos y las posibles razones de la caída. Pongamos toda nuestra energía en pensar en futuro, en cómo resolver el problema. Cuanto más activos, constructivos y competitivos, mejor nos sentiremos. Y sentirse bien es básico para acometer la remontada.


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Al contrario, permanecer inerte nos conducirá al pesimismo, a no sentirnos capaces de levantarnos; en definitiva, a tirar la toalla. Lo que nunca hay que hacer. ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Mi vida familiar frente a mi vida profesional? ¿El corto plazo frente al largo plazo? ¿Mi reputación? ¿Mi equipo humano? ¿El dinero? ¿La gloria? En función de cómo se definen las prioridades, se dibuja el camino para superar la crisis.


INTRODUCCIÓN

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