10 Años de Aliados Sociales

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Lo que empezó como la sencilla idea de comprar piezas a los artesanos de las poblaciones de Quíbor y Guadalupe, del estado Lara, para obse­ quiarlas como regalos institucionales en vez de adquirir objetos manufac­ turados masivamente, se convirtió en un programa. Así nació hace diez años, Aliados Sociales. Si bien en ese momento la empresa estaba en manos privadas, había trabajadores sensibles que hoy continúan en la Empresa porque creyeron en la nacionalización, y que han seguido consecuentemente contribuyendo a consolidar el programa. Aliados Sociales existe porque existe un país colmado de hacedores de cultura; un país que de oriente a occidente está lleno de sol y de manos que le dan sentido a las representaciones simbólicas de nuestra identi­ dad, en un lenguaje estético que dialoga con lo heredado, con el entorno, con los saberes y con la propia cosmovisión de cada cultor. Este catálogo recoge, aunque no con la amplitud deseada, una muestra emblemática de los que somos como país artesanal, de los seres que nos representan y de los objetos que hablan de nuestra venezolanidad. Son diez años de encuentro con ellos, en cuyos cinco últimos hemos for­ talecido esa cercanía, con una mirada diferente que convoca a la inclu­ sión porque somos una empresa del Estado que reconoce y asume su responsabilidad ante el desarrollo social y cultural del país; una empresa comprometida a seguir apoyando y enriqueciendo esta hermosa relación con nuestros Aliados Sociales.


El paÍs de los artesanos

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

artesanos Jorge Barreto “La única forma de ser libres es a través del ensayo y la educación”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 Miguel Ángel Peraza “Soy un hacedor de objetos” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 Carmen aida Montes “De mi arte no me quejo, porque de ahí salieron mis hijos” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 María Eugenia Dávila y Eduardo Portillo Entre el rigor y el goce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 Monche Rodríguez “Me crié entre corrales de chivos, por eso es que tengo tanta fuerza”. . . . . . . . . . . . . . . 36 Edison Daza “Hay que sembrar bosques”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 Mario Calderón “Cuando jugamos somos mejores personas”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 Víctor Ferrer “Cuando un gallo canta, los malos espíritus se van”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 Higinia Hernández “Tejer es ponerse en contacto con los ancestros”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 Zoraida Aguilera “La artesanía sale del fondo de mí” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 Natividad Niño “Trabajo como me enseñaron mis ancestros” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72 Rafaela Amaya Vive tierra adentro y le gusta el azul eléctrico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78 Rafaela Baroni Vive entre flores, loros y ángeles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84 Mariano Rangel Tallando una esperanza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 María Teresa Trombetta “Quien no comparte lo que sabe, se estanca” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96 Gisela Márquez “Nunca es tarde para comenzar” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

Aliados Sociales 10 años


El país de los artesanos

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El país de los artesanos existe desde el momento

como seres humanos: somos una especie capaz de

la talla religiosa que acompaña nuestras plegarias,

en que el hombre agarró una piedra y la percutió

elaborar artefactos que, a la vez, sirven para hacer

el chinchorro en el que descansamos después de la

contra otra para sacarle filo. Cuando el hombre se

otros artefactos. Y la herramienta por excelencia es

faena, la trampa para atrapar cangrejos en el delta,

sentó a entrecruzar bejucos y elaboró cestas en

la mano. La mano conectada con la sapiencia y la

la manta que nos protege de la inclemencia del frío.

donde llevar peces y frutas hasta la aldea. Cuando

intencionalidad en el hacer. El país de los artesa­

ensartó en un hilo, conchas, huesos y semillas para

nos existe, porque existen las manos.

hacer amuletos que protegían contra los malos

El país de los artesanos es silencioso. Transcurre

los talleres y los telares desde donde salen tejidos

espíritus. Cuando dobló, en forma de cucurucho,

detrás de bastidores, sin aspavientos. Y crece por

irrepetibles. Y al artesano le resulta imposible des­

una corteza de árbol para soplarla y sacarle soni­

dentro, lentamente, enriqueciendo nuestra vida

ligarse de su geografía. Está hecho de su entorno,

dos que imitaran el canto de los pájaros. El país de

material y haciendo más humana la estancia. Ten­

respira por lo que le rodea, es endógeno. Si vive

los artesanos existe porque el instinto de perma­

dremos noticias del país de los artesanos, si nos

junto a un morichal, tejerá cestas con fibra de mori­

nencia nos hizo homo faber, hacedores de cultura

detenemos a explorar los espacios más entraña­

che. Si vive tierra adentro, sobre una loma de arcilla

por medio de las manos. Karl Marx apunta que la

bles: la taza con la que tomamos el primer café del

roja, cocerá ese mismo barro para hacer budares

capacidad de elaborar herramientas nos define

día, la olla de barro en la que se cuecen los guisos,

o tinajas. Si vive rodeado de maderas autóctonas

Aliados Sociales

10 años

El país de los artesanos es solar y solariego. En ese país, el astro rey sale más temprano para calentar


–como el miguelito o el nazareno–, recogerá esos

sequías. En ocasiones no se ve, pues el artesano

palos y los transformará en tallas que deleiten, o

suele vivir en parajes aislados, pero su aliento

en utillaje para el uso doméstico. Si vive en una

creador no deja de soplar entre nosotros. Es el

ciudad de cristal, de su taller saldrán translúcidas

impulso de la renovación constante de la vida. El

piezas de vidrio. Porque el país de los artesanos se

mismo impulso que nos impele a resistir mediante

construye a mano con la materia prima que circun­

el hacer, a remodelar lo astillado, a transformar lo

da a los artífices: tierra, madera, conchas, piedras,

informe e indómito en ingenios humanos que dis­

cuero, fibras vegetales, vidrio, metales, pigmentos

tribuyen y multiplican los dones, que resguardan y

naturales o desechos industriales.

celebran nuestro paso por la tierra.

El país de los artesanos es digno y soberano. Se levanta corajudamente después de diluvios y 8

Luis Enrique Belmonte

Artesanos


Cerámica

Textil

Madera

Jorge Barreto Taller Tierra Quemada Cabudare, estado Lara. Telfs. (0251) 717.3156 y (0414) 350.0702 Miguel Ángel Peraza Taller Loma Redonda La Costa, estado Lara. Telfs. (0253) 513.6220, (0416) 457.8760 y (0414) 429.1539 Carmen Montes Tintorero, estado Lara. Telfs. (0416) 854.8455 y (0253) 491.5402 María Eugenia Dávila y Eduardo Portillo Taller Morera, VENESEDA Mérida, estado Mérida. Telfs. (0274) 266.1545 Monche Rodríguez Guadalupe, estado Lara. Telf. (0416) 455.8697 Edison Daza Quibor, estado Lara. Telf. (0253) 491.2375 y (0416) 757.6344

Madera policromada

Cestería

Loza

Talla de madera

Vidrio San José de Cocodite

Mario Calderón Juguetes del Pilar Mérida, estado Mérida. Telf. (0274) 252.9027 Víctor Ferrer Borojó, estado Falcón. Telfs. (0279) 766.0128 y (0416) 367.6905 Higinia Hernández Zoraida Aguilera Tucupita, estado Delta Amacuro. Telf. (0426) 725.7845 Natividad Niño Ejido, estado Mérida. Telfs. (0414) 184.3002 y (0274) 221.8851 Rafaela Amaya San José de Cocodite, estado Falcón. Telfs. (0269) 220.6875 y (0269) 511.9549 Rafaela Baroni Betijoque, estado Trujillo. Telf. (0426) 766.5817 Mariano Rangel Taller Mis Principios La Mucuy Baja, estado Mérida. Telf. (0274) 283.0492 María Teresa Trombetta Playa Grande, estado Vargas. Telf. (0416) 624.8277 Gisela Márquez Caracas, Distrito Capital. Telf. (0212) 987.3681

Borojó Playa Grande Tintorero La Costa Guadalupe

Cabudare

Caracas

Quíbor Tucupita

Betijoque

Ejido

La Mucuy Baja Mérida


Jorge Barreto

“La única forma de ser libres es a través del ensayo y la educación” Taller Tierra Quemada Cabudare, estado Lara

Jorge Barreto nació en Maracaibo, en 1942. Se crió en

docente en un plantel de bachillerato y copista de

piezas. Cada uno de estos procesos tiene compar­

Más tarde, buscando la optimización del proceso,

campos petroleros. En los años sesenta fue a estu­

piezas precolombinas en el Museo Antropológico de

timentos contiguos. Así, por ejemplo, en el lugar

le adaptó un motor de nevera. El lugar donde se

diar ingeniería eléctrica en la Texas Tech University de

Quíbor, decidió fundar, en 1973, el Taller Tierra Que­

de procesamiento de la arcilla se recibe la materia

queman las piezas está formado por varios hornos

Lubboock, en Estados Unidos de América. Después

mada. En sus comienzos el taller quedaba dentro de

prima, que viene de Sanare, para molerla, cernir­

en línea que han sido diseñados o adaptados al

de haber cursado varias materias de la carrera, optó

la ciudad de Cabudare, actualmente está ubicado en

la, mezclarla, amasarla y empacarla. El lugar para

entorno. El espacio donde se preparan los esmal­

por cambiarse a la Facultad de Arquitectura y Diseño.

las afueras, en La Campiña, un sector verde y fresco

el diseño y moldeado de las piezas es un espacio

tes y pigmentos es aireado y está lleno de frascos

Entonces tomó un curso de cerámica que le cambió

donde vive y trabaja rodeado de bosques de teja y

más resguardado, frente a un pequeño bosque de

con cobalto, feldespato, caolín, sílice, óxido de

la vida, pues encontró su vocación. Más tarde, en

jardines con especies de palmeras provenientes de

palos de Brasil, que permite que Jorge se concen­

hierro, cobre o titanio, mientras que el lugar donde

1969, obtuvo un título de licenciatura en Arte, men­

diversos lugares del mundo. El nombre que le puso

tre. En este compartimento se detiene a reflexionar

se pinta en frío y se exhiben las piezas es un salón

ción Cerámica, y se regresó a Venezuela. Al volver,

a su taller resume y sugiere muy bien de qué se trata

acerca de la importancia que la invención del torno

su oficio: juntar tierra y fuego para generar objetos

de alfarero ha tenido para la historia de la huma­

sintió una gran necesidad de conocer el país, y pen­

que sean testimonio de la aventura humana.

acogedor con un ventanal desde el cual se ven los penachos de las palmeras.

nidad. No duda en equiparar su invención con la

La sentencia de Simón Rodríguez, “inventamos o

El Taller Tierra Quemada es una nave alta, grande

creación de la rueda. Después de todo, el torno es

erramos”, se puede aplicar perfectamente a la vida

Venezuela tras la pista de sus artesanos. Luego de

y abierta en donde se preparan esmaltes de colo­

una rueda horizontal que gira mecánicamente para

de Jorge Barreto, maestro ceramista de Tierra Que­

haber tenido algunas experiencias laborales, como

res, se procesa la arcilla y se diseñan, tornean,

transmitir la energía centrífuga al barro que se está

mada y precursor de la cerámica utilitaria en Vene­

asistente de escenografía en un canal de televisión,

moldean, queman, pintan y exhiben variedad de

modelando. El primer torno que tuvo fue de pedal.

zuela. Él ha tenido que ensayar, diseñar, adaptar y

só que la mejor forma de hacerlo era a través de la artesanía que aquí se hacía. Entonces viajó por toda

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Jorge Barreto

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construir sus propias herramientas de trabajo para

frecuentes los motivos de hojas y senos de mujer.

mantener su autonomía como creador: “Yo no ten­

También ha elaborado piezas escultóricas y mura­

go que importar nada para producir, porque yo creo

les de gran formato. Entre las piezas que salen de

que la única forma de ser libres es a través del ensa­

su taller destacan unas casitas angostas, de techo

yo y la educación”, expresa este maestro curioso y

alto, alargadas y de una sola planta. Él no sabía

emprendedor, quien además es submarinista, tec­

por qué le salían las casas así. Hace poco, luego

nólogo popular, artista de la madera policromada y

de haberse enterado que su abuela materna era

coleccionista de artesanía y objetos raros.

wayúu, volvió sobre sus pasos a Maracaibo y se

El Taller Tierra Quemada estuvo cerrado por varios

encontró con un interesante hallazgo: las antiguas

años, que coincidieron con la enfermedad de Pilar

casas que apenas sobreviven en el centro de la

de Barreto, la gran compañera fallecida en el 2008.

ciudad, con un diseño arquitectónico proveniente

Desde esta fecha no volvió a quemar ninguna pie­

de las Antillas Holandesas, eran semejantes a las

za, hasta que, recientemente, retomó el oficio con

casas que le salían de sus manos. Entonces com­

un renovado ímpetu. Las piezas que salen de su

prendió, asombrado, que esas piezas que hace

taller son utilitarias: boles, tazas, bandejas, jarras,

son un recuerdo remoto de su infancia. Por eso es

vasos o las famosas “conchas”, con diseños de

que Jorge Barreto recomienda que en la vida “uno

trazos sencillos, limpios y minimalistas donde son

tiene que tener siempre una curiosidad”.

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10 años


El nombre que le puso a su taller resume y sugiere muy bien de quĂŠ se trata su oficio: juntar tierra y fuego para generar objetos que sean testimonio de la aventura humana.


Miguel Ángel Peraza

“Soy un hacedor de objetos” Taller Loma Roja La Costa, estado Lara

El Taller Loma Roja, de Miguel Ángel Peraza, está ubi­

años, quien además es pintor, escultor, constructor,

cementerios indígenas prehispánicos. Recolectaba

a la cerámica, a menos que fuese para recoger el barro, preparar la pira o quemar las vasijas. Así que

cado sobre un yacimiento de arcilla rojiza-anaranjada.

educador, tecnólogo popular, diseñador, metal-

vasijas mortuorias, conocidas como “huacas”, así

Desde esta colina se puede tener una vista panorá­

mecánico, forjador de hierro, inventor de herramien­

como “muñecos” y restos arqueológicos que des­

Miguel se impresionó mucho al ver a Jorge Barreto

mica del paisaje xerófito que nutre la visión pictóri­

tas y eterno aprendiz. Miguel no duda en expresar

pués vendía a curiosos y coleccionistas. Era, según

trabajando con arcilla, y más aún cuando se enteró

ca de este avezado ceramista que nació y se crió en

que gran parte de su trabajo ha consistido en saber

sus propias palabras, un “profanador de tumbas”.

La Costa, vía San Miguel, en el estado Lara. Todos

reconocer todo aquello que, de forma natural, le

Debido a este extraño oficio, a los 17 años fue a

los elementos que inspiran su creación se encuen­

rodea. Y más que nada oír. De algo tan abstracto

parar al Museo Antropológico de Quíbor, pues nece­

tran aquí: hojas, guijarros, cujíes, chamizas, grillos,

como el canto de un pájaro podría surgir una pie­

sitaban un copista de piezas precolombinas y él era

espinas, cigarras, lagartijas, crepúsculos, auroras,

za, un objeto imposible de desligar del paisaje de

pájaros, los colores de la tierra o la incandescen­

donde proviene.

te presencia del sol que es capaz de reventar los

conocedor del tema. Ahí conoció a quien sería su maestro y amigo: Jorge Barreto. En aquel momento la confección de loza o cerámica estaba circuns­

que venía de haber estudiado el asunto en una uni­ versidad y que además pretendía vivir de eso. En el Museo Antropológico de Quíbor comenzó a tamizar la arcilla para hacer las réplicas. Más tarde, en 1973, cuando se integra al Taller Tierra Quemada, inicia formalmente el aprendizaje del oficio. Estuvo en Tie­

Antes de dedicarse a la actividad artesanal, fue

crita al ámbito femenino. Era la época de la “loza

rra Quemada hasta 1982, cuando se independiza y

relojero, carpintero, zapatero y huaquero. Cuando

lunar”, que tomaba en cuenta los ciclos de la luna

vuelve a La Costa para fundar su propio taller, Loma

“La esencia de lo que yo hago se encuentra a mi

era joven recorrió los áridos parajes de esta región

al momento de recoger, quemar o modelar la arci­

Roja, en donde practica y enseña el oficio a familia­

alrededor”, dice Miguel, maestro ceramista de 58

y aprendió a identificar dónde se hallaban los

lla. No era nada usual que un hombre se dedicara

res y vecinos de la zona.

techos de zinc.

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Miguel Ángel Peraza

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En el estado Lara se encuentran los reservorios de arci­ lla más importantes del país. Existe una gran variedad de arcillas, como Carolina, Roble, Villa Rosa, Loma Roja, Villegas o Garza Blanca. Miguel motiva a sus discípu­ los a ir hasta las minas de arcilla para reconocer los distintos tipos y seleccionar la más adecuada, según el propósito que se tenga. De las arcillas de la región, se siente identificado con la variedad Villegas y la Villa Rosa Seleccionada, pues le gustan los tonos oscuros, ocres y cobrizos. Miguel piensa que la experimentación con diferentes técnicas y procedimientos es fundamental para su oficio. Él ha pasado por la loza, el vaciado en molde, el gres, la mayólica o el rakú. Esta última técnica, origi­ naria de Japón, lo ha ocupado recientemente, pues en su taller abundan piezas craqueladas y tornasoladas que destacan por su textura y originalidad. Su interés en ampliar los horizontes creativos lo ha llevado a enri­ quecer su experiencia en Ecuador, Curazao, Italia, Méxi­ co, Holanda, Puerto Rico, Cuba y Alemania. Miguel zanja cualquier estéril discusión acerca de la conveniencia o no de llamarse artista o artesano, pues él se considera a sí mismo como un “hacedor de objetos”. Un hacedor de objetos que vive sobre una loma roja. 20

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De algo tan abstracto como el canto de un pĂĄjaro podrĂ­a surgir una pieza, un objeto imposible de desligar del paisaje de donde proviene.


Carmen Aida Montes

“De mi arte no me quejo, porque de ahí salieron mis hijos” Tintorero, estado Lara

Hace muchos años, en un caserío ubicado a la orilla

elaborados con madera de cardón, cují o juajua,

fue quien lo hizo con el color, razón por la cual Tinto­

mermó el ingenio y la creatividad de destacadas

del camino que conduce de Barquisimeto a Carora,

comenzaron a teñir las hebras de lana con mate­

rero es reconocido en el mundo entero.

fa­ milias de tejedores como los Sarmiento, los

la gente hacía sus cobijas y se vestía con tejidos

rias tintóreas naturales como la bosuga, el añil, la

que provenían de la cocuiza, la sagrada planta del

uña de gato, la concha de aliso, el ojito, la raicita,

cocuy, también conocida como agave, pita, sisal

el guarapo, el dividivi o el cucharo. Entonces, como

o maguey. A la fibra que se extrae del cocuy se le

por arte de magia, aparecieron los colores. Desde

conoce como dispopo o hispopo. Estas fibras son

entonces esta zona es conocida como Tintorero.

de un solo color: beige. Así que todos los poblado­

Pero sucedió que, de repente, la lana comenzó a escasear. Unos dicen que fue el general Marcos

Mendoza, los Torrealba, los Ochoa, los Rodríguez, los Ruiz, los Martínez o los Montes.

Pérez Jiménez el que mandó a parar la cría de ovejas

En el libro titulado Sixto Sarmiento, tejedor del arte

–y por eso algunos las escondían en el pueblo de

de cobija y músico muy a su mandar (1986), uno de

Bobare–, mientras que otros indican que fue más

los libros más conmovedores del fotógrafo y cronis­

res iban vestidos con piezas unicolores. Más tarde

Entre los pioneros del tejido y la construcción de

bien el calentamiento planetario el que acabó con

ta Mariano Díaz, aparece, en algunas fotos, una

comenzaron a confeccionar telas a partir de lana

telares de Tintorero, es imprescindible hablar de

las ovejas de la zona. Lo cierto es que a partir de

niña tiñendo lana, preparando el telar y urdiendo

de ovejas, que en ese momento abundaban en la

Juan Evangelista Torrealba. Él fue el precursor de los

ese momento se empezó a tejer con pabilo, o hilo

el hilo. Esa niña, “la niña Cheli”, tan concentrada y

zona. Pero seguían todos vestidos del mismo color,

textiles. Y su discípulo, el célebre Sixto Sarmiento,

de algodón, y con fibras sintéticas. Asimismo, se

aplicada, es Carmen Aida Montes, heredera natural

o con algunas variantes como el gris y el marrón de

consolidó su herencia y le dio un vuelo colorido. Si

sustituyeron los pigmentos naturales con anilinas

de Sixto Sarmiento. El maestro tejedor de Tintorero,

las ovejas. Quizá buscando la diversidad, llegó el

Juan Evangelista fue el que inicialmente exploró el

industriales. Carmen Aida Montes es testigo de esta

también agricultor y fundador de los “Violines de

día en que un grupo de tejedores, cuyos telares eran

trabajo de los textiles en la zona, Sixto Sarmiento

transición de materiales y técnicas textiles que no

Tintorero”, la adoptó cuando ella tenía tres años.

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Carmen Aida Montes

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“De tanto verlo trabajar, aprendí”, nos dice plácidamen­ te Carmen Aida en el patio de su casa, ubicada en la vía que va de Tintorero a El Chacal. Al cumplir los 17 años, Carmen Aida recibió el regalo que sería la mejor herencia de su vida: su abuelo, Sixto, le construyó su primer telar y le dijo que ella sería la sucesora de su oficio. “Todo lo que yo tengo se lo debo a don Sixto”, piensa en voz alta Carmen Aida, quien desde entonces no ha parado de tejer mantas, cobijas, petates, paños de cocina y vis­ tosas hamacas que son su especialidad. Dormir en una hamaca del taller de Carmen Aida es beneficioso para la salud porque fomenta la imaginación y estimula la vida a colores. Carmen Aida tiene dos hijos, Sixto y Ángel, que son los sucesores de esta tradición. Ellos luchan por dignificar el oficio textil, en contra de la indiferencia de quienes igno­ ran la importancia que tienen los tejedores artesanales para el país. Ángel y Sixto luchan para que se reconozca el tejido hecho a mano porque su madre, tejiendo hama­ cas por más de 40 años, también luchó por ellos: “De mi arte no me quejo porque de ahí salieron mis hijos”, sentencia la maestra tejedora. 26

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Dormir en una hamaca del taller de Carmen es beneficioso para la salud porque fomenta la imaginaci贸n y estimula la vida a colores.


María Eugenia Dávila y Eduardo Portillo

Entre el rigor y el goce Taller La Morera Mérida, estado Mérida

Hace 5.000 años, aproximadamente, se domesticó

finales del siglo XX, en los inicios de la década de

de la seda al mezclarla con fibras vegetales autóc­

gráfico o la promoción del arte de la seda en su

el gusano de la seda en las zonas templadas de

los ochenta, María Eugenia Dávila y Eduardo Porti­

tonas –moriche, mamure, chiquichique, hispopo o

comunidad y en otras regiones del mundo.

Asia. La mítica ruta por la que circularon caravanas

llo, luego de haber viajado durante casi 10 años por

curagua– o con fibras metálicas de aluminio, estaño

cargadas no sólo de seda sino también de especies

España, China, India y Nepal, aprendiendo sericul­

o plata.

culinarias, piedras y metales preciosos, lana, lino,

tura y experimentando con diversas técnicas texti­

vidrio, marfil y peregrinos, se inició dos siglos antes

les, se asentaron en Mérida para iniciar el trazo de

de Cristo y fue la principal vía de comunicación entre

una nueva ruta de la seda en Venezuela.

Para María Eugenia y Eduardo, el oficio que ejercen es una combinación de rigor y goce. El rigor viene

Así es que el Taller La Morera es más que una facto­

dado por la cantidad de variables técnicas que se

ría. La Morera es un entorno armónico e integral que

deben tomar en cuenta durante la producción de

abarca diversas actividades que van desde la siem­

las hebras de seda. La escogencia y preparación

María Eugenia y Eduardo tuvieron que construir

bra del árbol de morera –cuyas hojas son el único

de los suelos para las moreras, la temperatura o la

un entorno adecuado para poder criar gusanos de

alimento del gusano de la seda– hasta el tejido en

humedad en los criaderos de gusanos, la experi­

seda. Inicialmente eran, y siguen siendo, excelentes

telares asistidos por computadoras, pasando por la

mentación genética con el fin de obtener nuevas

tejedores, pero la fascinación por la seda los llevó

cría de gusanos, el procesamiento de las hebras de

especies más adaptables al ecosistema y la estan­

a hacerse sericultores, agricultores, constructores

seda, el tratamiento de las hojas, raíces y semillas

darización de los procesos de producción, son,

La sericultura, o cultivo de la seda, tuvo episo­

de telares, teñidores, innovadores tecnológicos y

de las que se obtienen colorantes naturales –añil,

entre otros, los aspectos que exigen rigor científi­

dios aislados en Venezuela durante el siglo XIX. A

apasionados investigadores de las posibilidades

onoto, cochinilla, eucalipto o cebolla–, el diseño

co, paciencia y abnegada dedicación. Una oruga

Oriente y Occidente. A través de la ruta de la seda se propagó el budismo por Asia. Desde China hasta las puertas de Europa, pasando por Irak, Siria o Turquía, circuló la seda que aún continúa fascinándonos por la belleza de su textura.

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Aliados Sociales

10 años

María Eugenia Dávila Eduardo Portillo

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necesita, por ejemplo, alimentarse cuatro veces al

así como el acto de tejer en sí mismo, constituyen la

día, siendo su primera y última comida a las cuatro

parte más gozosa de esta aventura creadora. Porque

de la madrugada y a las once de la noche, respecti­

tejer es cantar.

vamente. Esto nos da una idea aproximada del nivel

Rigor y goce es lo que se respira en La Morera, ubi­

de entrega que la sericultura exige. También vale la

cada en el Kilómetro 3 de la carretera que conduce

pena recordar que el gusano de la seda es una de

hacia La Pedregosa Alta, en Mérida. Mientras tanto,

las especies más glotonas que se conocen en el rei­

Aureliano, que tiene siete años, y Micaela, de cinco

no animal. Por otra parte, los aspectos de la produc­

años de edad, van creciendo en este entorno don­

ción que abarcan el diseño de la estructura de las

de se aprende y se trabaja, se imagina y se teje,

piezas, la escogencia del color y la textura, la mix­

cantando con los telares, las moreras y los gusanos

tura que se obtiene al combinar diferentes fibras,

de la seda.

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Aliados Sociales

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María Eugenia Dávila y Eduardo Portillo, luego de haber viajado durante casi 10 años, se asentaron en Mérida para iniciar el trazo de una nueva ruta de la seda en Venezuela.


Monche Rodríguez

“Me crié entre corrales de chivos, por eso es que tengo tanta fuerza” Guadalupe, estado Lara

“Yo me crié entre corrales de chivos, por eso es

agarrar un pedazo de palo en el camino y sentarse a

oficio con más ahínco. Su yerno, “Kike” Aranguren,

sanía mucho tiempo después de haberse empleado

que tengo tanta fuerza”, asegura Monche, con

labrarlo con el machete mientras descansaba de la

junto con Naileth, otra de las hijas del maestro,

en la carpintería, la albañilería, la cría de chivos, la

hijos, nietos, bisnietos y tataranietos que, según

faena. Ahora las cosas han cambiado, pues la vera,

tienen el Taller La Mora, que queda en la vía Quíbor-

agricultura y el comercio. Tenía casi 50 años cuando

los cálculos más conservadores, superan los 100.

por ejemplo, ya es muy difícil de conseguir. Y suce­

Guadalupe. El Taller La Mora sirve como punto de

decidió hacer cucharas, tenedores, bolas criollas

Del chivo se saca leche, queso, carne y cuero, que

de lo mismo con otras maderas como el miguelito,

referencia para contactar a Monche. Ahí también se

y muñecos de madera. Este oficio, que para Mon­

nunca le faltaron a este patriarca que nació hace

la sierra de iguana o el cartán. Por eso es que el

pueden conseguir piezas de sus hijos.

che es el más gratificante de los que ha ejercido,

92 años y se crió en el pueblo de Guadalupe, cerca

maestro tiene un sembradío de vera en un zanjón

lo aprendió de niño, viendo y experimentando con

de Quíbor, en el estado Lara.

que le queda cerca. A ver si algo se recupera.

“¿Y cómo no iba a hacer lo que he hecho si aquí

Monche ha cedido el testigo del oficio a sus hijos,

compañero y discípulo. El maestro artesano de Gua­

había madera por todas partes?”, se pregunta

porque “todos mis hijos, familiares y amigos

dalupe pasó cuatro años “en las tinieblas”, sin ver

Monche. La región donde vive fue pródiga en diver­

aprendieron a trabajar la artesanía”. De sus hijos,

nada, hasta que le dijeron que tenía cataratas en

sidad de maderas, y cualquier agricultor podía

Adalberto y Edilberto son los que se han dedicado al

los ojos y finalmente se operó. Pero sólo se quiso

Monche Rodríguez comenzó a dedicarse a la arte­

la legra que utilizaba su abuelo para hacer, al igual que él años más tarde, mesas, sillas y puertas de vera, cardón o curarí.

36

Aliados Sociales

10 años

Monche Rodríguez

La esposa de Monche, María Guillermina, murió hace 16 años. Ahora vive con Edilberto, su hijo,

37


operar un ojo, no fuese a pasarle lo que le pasó a

ha hecho con su vida: “No le debo nada a nadie; ya

un compadre suyo que, cuando se fue a operar el

hice lo que tenía que hacer”, expresa sentado en un

otro ojo, “se embromó” y no lo volvieron a ver más

banco de madera, recostado en una pared de baha­

nunca. Por eso es que, como él mismo dice: “con un

reque, mientras mira, agradecido, el sembradío de

solo ojo me basta y me sobra”.

pimentones que tiene al frente de su casa. Buena

Monche nunca ha estado fuera de estos parajes, y

Vista se llama el sector en donde vive el maestro.

confiesa que nunca saldrá de aquí. Todos los días se

El nombre de este entorno no pudo haber sido más

acuesta a las seis de la tarde y se levanta a las seis

acertado, pues, como dice Monche: “Ahora mi oficio

de la mañana. El maestro está satisfecho por lo que

es mirar”.

38

Aliados Sociales

10 años


“¿Y cómo no iba a hacer lo que he hecho si aquí había madera por todas partes?”, se pregunta Monche


Edison Daza

“Hay que sembrar bosques” Quíbor, estado Lara

El valle de Quíbor, abundante en bosques xerófitos,

fotógrafo José Sigala, comenzaron a acercarse a la

país –Monche Rodríguez o José “Pajita” Silva, entre

1995 –año en que fundó, un 28 de mayo, su propio

ocupa un lugar fundamental en la historia del uso

región para establecer contacto con los artesanos y

otros– así como también a la formación de una nue­

taller–, Edison estuvo aprendiendo y enseñando el

de la madera utilitaria en Venezuela. Los ajaguas,

las maderas autóctonas. Entre esos primeros curio­

va generación de artesanos que contaron con herra­

delicado oficio de la madera artesanal en el Taller

antiguos pobladores del valle, elaboraban sillas

sos se encontraban Dennis Schmeichler y el dise­

mientas calificadas y con acceso a nuevos métodos

Curuba. Entre los artesanos con los que compartió

de madera –en ocasiones cubiertas con pieles de

ñador gráfico Nereus Bell. Ellos fueron los primeros

de manufactura.

sus experiencias podríamos mencionar a los herma­

tigre, ciervo o gatos salvajes–, conocidas como

que avistaron la posibilidad de dar a conocer al

ture, según las descripciones del florentino Galeotto

mundo la producción artesanal del valle de Quíbor.

Cey, cronista de Indias. Con el asentamiento de las

A la llegada de Rudy Stejskal, ebanista de origen

Edison Daza, quien para el momento en que se

colonias españolas se introdujo la carpintería. Utili­

austríaco, se fue conformando un grupo de promo­

integró al Taller Curuba tenía 21 años de edad.

Este joven maestro de 48 años, cuyo taller está ubi­

tores y artesanos que se reunían en torno al Taller

Edison ya poseía rudimentos en el manejo de la

cado en Quíbor, se considera carpintero-artesano,

confeccionaban el mobiliario y el utillaje necesario

Curuba. Así se inicia, a finales de los años ochen­

carpintería, pues su padre y sus hermanos eran

pues elabora excelentes muebles de caoba y roble

para preparar y servir los alimentos. Pero a finales

ta, lo que muchos estudiosos del tema denominan

carpinteros. Uno de los recuerdos más vividos que

tanto como elabora piezas con entramado de diver­

del siglo XX ocurrió un fenómeno que potenció la

“el fenómeno Curuba”, una ola expansiva que dio

aún rememora de su infancia es el momento en el

sas maderas que sobresalen por su fino acabado.

actividad artesanal en el valle de Quíbor: algu­

paso al reconocimiento nacional de los maestros

que, a los 9 años de edad, hizo su primera pieza de

Entre sus piezas artesanales destacan las cajas, los

nos investigadores, inicialmente guiados por el

precursores del arte de la madera utilitaria en el

madera: una cama en miniatura. Desde 1987 hasta

portarretratos o los tableros de ajedrez, en donde

zando madera proveniente de la zona, los colonos

42

Aliados Sociales

10 años

Uno de los fundadores de este movimiento fue

Edison Daza

nos José y Argenis Castañeda, Benito Silva y Franklin Aguilar.

43


se puede apreciar la composición de distintos tipos de madera como el miguelito, el cartán, el curarí, el puy, el zapatero o el capure, generando así coloridas figuras geométricas con efecto cinético. A Edison le apasiona hablar sobre la madera. Explica que el uso del miguelito fue popularizado por Monche Rodríguez. Que el zapatero, que es morado, viene de las zonas selváticas del sur de Venezuela. Que el cardón es suave para trabajarlo, aunque cada vez sea más raro conseguirlo. Que el cartán es de color anaranjado. Que el quebracho o ébano criollo es una madera oscura que también es conocida como granadillo. Que el curarí es bueno para construcciones. Que si la madera proviene de una zona húmeda tiende a dar tonos claros, mientras que si proviene de zonas secas van apareciendo tonos oscuros. Que no es recomendable talar árboles que estén a la orilla de cuen­ cas, quebradas o ríos porque se altera el ecosistema. Edison piensa que, debido al efecto predador que la actividad made­ rera ha ocasionado en la región, es urgente que la comunidad, incluyendo a las escuelas, se organice para reforestar y hacer bosques, pues es apremiante recuperar especies que, como el miguelito, el cují o la vera, se encuentran en vías de extinción. 44

Aliados Sociales

10 años


Entre sus piezas artesanales destacan las cajas, los portarretratos o los tableros de ajedrez, en donde se puede apreciar la composici贸n de distintos tipos de madera


Mario Calderón

“Cuando jugamos somos mejores personas” Juguetes del Pilar Mérida, estado Mérida

Mario Calderón es un hombre memorioso. Evocar

Todos los caminos de Mario parecen volver al jardín

Durante su paso por el liceo fue popular entre sus

atendida por su dueña, Elisa Ostos, una excéntrica

es un ejercicio recurrente, una manera de recupe­

de su casa materna caraqueña, en Artigas, donde se

compañeros por ser el único que llevaba a repara­

y septuagenaria mujer que los recibió apuntándo­

rar el tiempo vivido, casi una obsesión para este

crió. Allí, bajo una mata de caucho que fue su selva

ción la materia de Manualidades. Pasó el tiempo

los con una pistolita de juguete. La tienda estaba

hacedor de juguetes que ha encontrado en su ofi­

y su mundo, aprendió a jugar metra, trompo, papa­

y se hizo músico y tuvo muchos amigos hasta que

atiborrada de un sinfín de objetos, entre los cua­

cio la clave para conectarse con el paraíso perdido

gayo, gurrufío, perinola o pelotica de goma, según

decidió marcharse a Mérida para cursar la carrera de

les había una variopinta colección de juguetes. Y

de su infancia. Paraíso al que vuelve cada vez que

lo que dictara el calendario de juegos del año. En

Medicina. Alternaba los estudios universitarios con

sucedió lo inesperado: en uno de los anaqueles de

crea una pieza o descubre, en cualquier rincón del

ese mismo jardín también aprendió a tocar la guita­ rra y a enamorarse de las muchachas que pasaban

sus actividades como músico percusionista cuando

la quincalla, Mario se encontró con aquellos solda­

planeta, el juguete que anduvo buscando durante tantos años. Mario señala una ruta que conduce

por la acera de enfrente. Pero un día le tocó crecer y

a la infancia cuando nos abre las puertas de su

abandonar ese fantástico jardín que le enseñó casi

Museo Casa del Juguete, diagonal a la Plaza de

todo lo que sabe. Mario recuerda que ese día fue la

Milla de Mérida. Porque la infancia es la patria del

última vez que jugó, antes de entrar en el mundo de

Por una extraña sincronización, Pilar y Mario se

tes. Comprendió, de un solo fogonazo, que su

hombre y, como dijo José Martí: “desde los jugue­

los adultos. Se despidió de su jardín jugando con

encontraron caminando de la mano en Rubio, esta­

misión en esta vida era fabricarlos para reconectar

tes del niño se van construyendo los pueblos”.

unos soldaditos de plástico; a la mañana siguiente

do Táchira. En este pueblo existía una peculiar tien­

a las personas con su infancia y evitar, en lo posi­

comenzaría a cursar el primer año de bachillerato.

da que se llamaba Quincallería y Librería Ostos,

ble, que el pragmatismo utilitario de estos tiempos

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Aliados Sociales

10 años

conoció a Pilar Cabrera. Esta relación fue el primer eslabón que lo conduciría a lo que él mismo recono­ ce como “la gran revelación de su vida”.

Mario Calderón

ditos de su infancia, los mismos con los que había jugado la última vez. Y en ese momento ocurrió la revelación, pues a partir de ese día, e impulsado por Pilar, decidió que se dedicaría a hacer jugue­

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acabe con la fantasía de la gente. Esta revelación

plomo que eran los modelos originales de aquellos

ocurrió en 1988. Pilar murió hace muchos años.

soldaditos que, años atrás, le habían abierto de par

Mario le puso a su taller “Juguetes del Pilar” para

en par las compuertas de su jardín perdido. Se ente­

seguir recordando a la mujer que le señaló el cami­

ró que esos soldaditos fueron fabricados por la Casa

no más importante de su vida.

de Juguetes Britains en 1955, el mismo año en que él

Pero la historia de los soldaditos no termina aquí. Mario ha expuesto sus piezas por toda Venezuela. También en Brasil, Perú, Qatar, España, Alema­ nia, Colombia, México, Cuba, Costa Rica y EEUU.

había nacido. Y aún más: esos soldaditos formaban parte de una colección limitada de ejércitos de todo el mundo; casualmente, representaban a los solda­ dos de la Academia Militar de Venezuela.

Recientemente, en uno de sus viajes, Mario recibió

Por eso es que Mario no se cansa de repetir que

un regalo de parte de un colega coleccionista de

la vida es un juego. Que cuando jugamos somos

juguetes. Lo insólito volvió a reflejarse cuando abrió

mejores personas. Que el juego tiene que ver con la

el paquete y se encontró con unos soldaditos de

pasión y que, por eso mismo, es cosa seria.

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Aliados Sociales

10 años


En ese momento, ocurrió la revelación, decidió que se dedicaría a hacer juguetes. Comprendió, de un solo fogonazo, que su misión en la vida era fabricarlos.


Víctor Ferrer

“Cuando un gallo canta, los malos espíritus se van” Borojó, estado Falcón

Víctor Ferrer hizo su primera talla cuando tenía 12

mariposas. Ellos se enamoraron entre patillas y

si se quiere llegar al taller de esta prestigiosa fami­

animal, también elabora garzas, tucanes, guacama­

años de edad. En aquella oportunidad fue una palo­

melones. Un día Víctor “raptó” a Rita en una bicicle­

lia de artesanos.

yas, gallinas o pavorreales. La madera que prefiere

ma lo que le salió de las manos. Con la venta de esa

ta, pues habían decidido vivir juntos. Ahora tienen

pieza compró sus primeros útiles escolares. Víctor

6 hijos: Lila, Víctor, Daniel, David, Juan, Abraham

Cuando Víctor se inició en el oficio, casi nadie tra­

es la barisigua, que se consigue cerca de los caños

bajaba la madera policromada para hacer gallos.

que atraviesan la zona semidesértica en donde vive.

y Aura. Todos saben trabajar la madera. Son los

Este jovial tallista de 54 años, que en este momen­

No tala ni tampoco deforesta. Utiliza sólo troncos

Ferrer de Borojó, en el estado Falcón, vía Maracai­

to encabeza la saga de los Ferrer, considera que el

caídos. Su herramienta preferida es el cuchillo de

bo, quienes viven en una zona llamada Pequeña

gallo lo representa cabalmente. Se siente identifica­

mesa, preferiblemente con sierra, de esos que se

Venecia, específicamente en el sector Piedra Blan­

do con él por su energía tanto como por la altivez de

usan para cortar un bistec. Y para pintar sus pájaros

herencia. Su madre, Consuelo de Ferrer, trabajaba la

ca, bautizado por ellos con este nombre por la pre­

sus colores. Víctor dice que “cuando un gallo canta,

emplea esmaltes de varios colores. “Lo bueno de

madera y además tejía cotizas y mantas. La esposa

sencia de una piedra que pintaron de blanco para

los malos espíritus se van”. Por eso es que le gustan

tallar es que uno busca el silencio y la tranquilidad;

de Víctor, Rita de Ferrer, talla vistosas flores y alegres

señalarle a los visitantes la ruta que hay que tomar

los gallos: por su canto liberador. Además de este

cuando estás en esto se te va todo el estrés”.

recuerda que él también quería “tener moneditas en el bolsillo”, como su padre, y desde aquel momen­ to se hizo tallista para toda la vida. Ya son 42 años en el oficio. Su padre, Abraham Ferrer, es el pionero de una saga de tallistas que aún mantienen viva su

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Aliados Sociales

10 años

Víctor Ferrer

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Víctor no puede ocultar su orgullo y satisfacción

enfermedades. Y los cristianos primitivos creían

cuando cuenta que los gallos de su taller están en

que el gallo era un símbolo de la resurrección. No

muchos lugares del mundo. Hace poco se enteró

es extraño encontrar inscripciones de gallos en las

que uno de ellos se encuentra en Egipto. Y, más

catacumbas en donde los cristianos perseguidos

recientemente, recibió la inesperada visita de una

oficiaban sus ritos. Juan Eduardo Cirlot apunta el

compradora conocida que volvió a Borojó para

hecho de que el gallo aparece frecuentemente,

pedirle que le hiciera otro gallo, pues el que tenía

sobre torres y cúpulas, en forma de veleta giratoria

fue el único objeto que se llevaron unos ladrones

de metal que sirve para indicar la dirección del vien­

que habían entrado en su residencia.

to. El gallo es un símbolo de esperanza. Despunta

En la Antigüedad, los griegos sacrificaban gallos

hacia el sol naciente. Su canto anuncia lo que está

al dios Esculapio para conjurar los males y las

por venir. Augura el nuevo día.

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Aliados Sociales

10 años


El gallo es un símbolo de esperanza. Despunta hacia el sol naciente. Su canto anuncia lo que está por venir. Augura el nuevo día.


Higinia Hernández

“Tejer es ponerse en contacto con los ancestros” Tucupita, estado Delta Amacuro

canales subsidiarios del Caño Araguao, de donde

que llega el momento en que ya lo sabes hacer y

Cuando Higinia tenía 9 años ya sabía tejer como su

Volcán, en la carretera principal que va hacia Tucu­

proviene su familia. Se pescaba con flecha, o con

sientes que desde siempre lo supiste hacer”.

madre y sus tías. A esa edad vendió sus primeras

pita, Higinia Hernández se inspira para hablar de su

barbasco, o bien usando un guaral con gusanos

El moriche es el árbol de la vida para los waraos. De

infancia: “Andar en río purifica el alma”, dice esta

de moriche como carnada. Luego de regresar a la

la palma se sacan los techos de los palafitos. Del

elocuente tejedora warao que parece sentirse en

aldea, con los cestos llenos de guaraguara, guabina,

tronco labrado y quemado se pueden hacer curiaras.

su elemento mientras la curiara navega lentamente

morocoto, cachama o laulau, tenía que pasar por el

De la fécula del moriche, o yuruma, se procesa la

Delta del Orinoco que los waraos aún no olvidan

sobre las aguas de uno de los cientos de caños que

conuco para sembrar o cosechar yuca, ocumo, maíz

harina para elaborar el pan. Del corazón de la palma

porque produjo un éxodo masivo. Se perdieron

conforman el laberinto deltaico. Después de todo, los

y plátano. Después del conuco había que ayudar a

se extrae el sabroso, tierno y cotizado palmito. De

las casas y los conucos y entonces la gente pasó

waraos son “gente de embarcaciones” desde el ori­

preparar los alimentos. Y más tarde ir a aprender

la fruta de la palma se elaboran refrescos o bebidas

hambre y penurias; así que toda la familia tuvo

fermentadas para las celebraciones rituales y tam­

que salir del Caño Araguao para ir a instalarse pri­

bién se extrae aceite de uso medicinal. El gusano

mero en Barrancas y luego a Tucupita, en donde

Paseando en curiara por el Caño Guara, cerca de El

gen de los tiempos, “cuando el mundo estaba nuevo y todas las cosas –los ríos, los árboles, el cielo, la

cestería de la única forma que se puede aprender este oficio: viendo a los mayores y tejiendo simul­

cestas en Barrancas y con el dinero que obtuvo de aquella venta le compró un motor fuera de borda a su padre. En 1976 hubo una gran inundación en el

del moriche es una fuente comestible de proteínas.

Higinia vive desde entonces, sin desconectarse de

táneamente. Nadie la obligaba a participar en las

Y del cogollo del moriche se obtiene la fibra con

su origen geográfico y cultural, porque, tal como lo

En una curiara pequeña, o “tachuela”, Higinia

faenas comunales. Pescar, sembrar o tejer eran acti­

la que se tejen cestas, nasas, sombreros, esteras,

expresa con convicción: “Nunca podremos dejar

acompañaba a su padre a pescar en los pequeños

vidades tan naturales como jugar o respirar. “Hasta

paneras, bolsos, vestidos o chinchorros.

de ser indígenas”.

noche, los animales o el fuego– nos hablaban”.

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Aliados Sociales

10 años

Higinia Hernández

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Una vez en Tucupita, comienza a desarrollar una

planta para tejer cestas, sombreros y chinchorros.

importante actividad como defensora de las cultu­

Ella fue una de las primeras que, a principios de

ras indígenas a través de la dignificación de la arte­

los años ochenta, comenzó a utilizar la fibra de

sanía. Recorrió el país entero buscando alianzas con

bora en la cestería.

artesanos de otras etnias para crear un movimiento nacional de resistencia cultural. Este esfuerzo crista­ lizó dos décadas después, en 1995, con la promul­ gación de la primera Ley de Fomento y Protección de los Artesanos, cuya reforma fue aprobada reciente­ mente por la Asamblea Nacional.

Higinia es cultora y difusora de las tradiciones ora­ les y de las danzas tradicionales de los pueblos warao. Las danzas que más le gustan son aquellas que se ejecutan en el nijarabaka, que es una cele­ bración ritual que se realiza cuando un enfermo se cura gracias a la intervención de fuerzas mágicas

La bora es una planta que crece abundantemente

canalizadas por el chamán. Tejer, al igual que dan­

sobre los caños del Delta del Orinoco. Contribuye

zar, es una expresión del alma capaz de hacernos

a eliminar los contaminantes en el agua y matiza

traspasar el mundo visible actual hacia el mundo

los efectos de la radiación solar. A Higinia se le

invisible de los orígenes: “Tejer es ponerse en

ocurrió que podía utilizar las fibras secas de esta

contacto con los ancestros”.

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Aliados Sociales

10 años


Recorri贸 el pa铆s entero buscando alianzas con artesanos de otras etnias para crear un movimiento nacional de resistencia cultural.


Zoraida Aguilera

“La artesanía sale del fondo de mí” Tucupita, estado Delta Amacuro

para observarlas en silencio. Y de tanto verlas apren­

Poder Popular para los Pueblos Indígenas, decidió

dió a tejer como si hubiese aprendido a jugar. Así,

retomar la herencia que le dejaron sus abuelos.

a los 8 años ya tejía casi todo lo que sus maestras

Ahora no sólo elabora sombreros, paneras, chin­

tejían, sólo que ella elaboraba las piezas en minia­

chorros o sandalias –que son sus preferidas– sino

tura, adaptadas a la visión y a las dimensiones de un

que también promueve la artesanía local y sirve de

niño. También le gustaba escuchar los cuentos de

enlace con los tejedores que viven en comunidades

su abuelo materno, José Rosario Hernández, y más

apartadas para ayudarlos a difundir y comercializar

“Me apasiona la artesanía porque sale del fondo de

diga qué es lo que tengo que hacer, porque esto lo

mí misma”, dice Zoraida Aguilera, la mayor de los

aprendí de niña”.

11 hijos de Higinia Hernández. Y continúa hablando,

Nació en el Caño Araguaimujo del Delta del Orinoco.

mientras la tarde finaliza en Tucupita y un gran árbol

A los 5 años de edad emigró con su familia a Tucu­

Zoraida tiene tres años dedicándose exclusivamen­

nos artesanos”, ubicada en el sector San Salvador,

de moriche vigila lo que sucede en el patio: “Gracias

pita, huyendo de la devastación ocasionada por la

te a la artesanía. Antes había criado a sus tres hijos

comunidad El Cajón, a pocos minutos de Tucupita.

a la artesanía, puedo crear con mis manos lo que yo

gran inundación de 1976. Cuando su abuela y su

y había sido auxiliar de enfermería. Y luego de cum­

En su tienda se pueden conseguir muestras de la

quiero, en el tiempo que quiero y sin que nadie me

madre se ponían a tejer, Zoraida se les acercaba

plir funciones administrativas en el Ministerio del

actividad artesanal del estado Delta Amacuro.

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que nada le divertía oírlo decir: “Cuando La Pelona llegue a buscarme que me consiga en el morichal”.

Aliados Sociales

10 años

Zoraida Aguilera

sus piezas. Colabora en el suministro de insumos para la Red Nacional de Arte y acaba de montar una tienda llamada Yakera Anonatu, que significa “Bue­

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Sus hijos conocen el oficio. La mayor está culminan­

“Me preocupa mucho la pérdida de identidad entre

do una licenciatura en Informática, el del medio es

los jóvenes; muchos ven la artesanía con desprecio

Técnico Superior en Deporte y la menor va a estudiar

y ni siquiera se imaginan que uno puede vivir de

Medicina. Zoraida no duda en asegurar que, si les

esto si lo hace con amor y responsabilidad”, expre­

llegase el momento, bien sea por necesidad econó­

sa Zoraida, digna heredera de una tradición que,

mica o por cualquier otra causa, ellos sabrían cómo

en las manos de personas como ella, se reinventa

subsistir a través de la cestería.

cada día.

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Aliados Sociales

10 años


Cuando su abuela y su madre se pon铆an a tejer, Zoraida se les acercaba para observarlas en silencio. Y de tanto verlas aprendi贸 a tejer como si hubiese aprendido a jugar.


Natividad Niño

“Trabajo como me enseñaron mis ancestros” Ejido, estado Mérida

Natividad nació en la Mesa del Tanque, vía Aguas

haber hecho los aborígenes que habitaron estos

cigarro a hurtadillas. Su oficio está estrechamente

tiempo la han modelado y, a su vez, ella ha ido

Calientes, en el estado Mérida. Se crió entre barria­

semidesérticos parajes hace 3.500 años. A mano,

ligado a la tierra, al fuego y al pasado. Natividad

modelando, con sus manos, ese mismo paisaje

les, zanjones y cañaverales. Sus recuerdos de

sin torno, quema sus piezas sobre una pira de

es patrimonio viviente de la nación: en ella con­

y ese mismo tiempo. Antes buscaba la arcilla ella

infancia están asociados al trabajo, bregando en

palos, al aire libre y sin horno. “Yo trabajo como

fluyen la memoria del pasado y la resistencia del

misma, ahora lo hacen sus hijos o sus nietos. Tra­

el trapiche o recogiendo leña, arcilla, café y paja.

me enseñaron mis ancestros”, dice esta afable

presente. Su sola existencia nos habla de la per­

baja con una arcilla que le traen de una loma que

Natividad nos recibe en su taller, amasando barro,

mujer de 69 años que ha parido 10 hijos y que

sistencia de un legado que no debería desapare­

le queda cerca. “Cuando la arcilla se amelcocha es

mientras dice que el oficio de la loza es heredita­

tiene 20 nietos.

cer. Esa herencia ancestral nos conecta con lo que

que está buena porque no se va a quebrar”.

rio, que lo aprendió de su madre, quien a su vez lo

Las manos de Natividad se confunden con la arci­

aprendió de su madre y así sucesivamente hasta

lla. Ella parece haber sido hecha de barro, pues

fuimos, con lo que somos y con lo que seremos como pueblo.

Natividad no ha dejado nunca de trabajar. Es una mujer con un espíritu independiente. No admite

el color de su piel se parece mucho al color de la

Natividad quema sus piezas todas las semanas.

que nadie la mantenga. Cuando se casó, lo pri­

mas o guáimaros. En efecto, Natividad trabaja la

arcilla húmeda que va modelando con la misma

Prefiere los viernes en la noche. La zona en don­

mero que le dijo a su esposo fue que no le quitara

loza con técnicas milenarias, tal como lo pudieron

naturalidad con la que cuenta su vida o se fuma un

de vive es rica en minas de arcilla. El paisaje y el

la oportunidad de seguir trabajando. Hace poco

llegar a sus ancestros indígenas que eran guai­

72

Aliados Sociales

10 años

Natividad Niño

73


estuvo tapando unas goteras en el techo de su casa. En el taller de la maestra locera de la Mesa del Tanque, ubicado en el solar de su casa, encontramos piezas para cocinar y servir comida. Los alimentos cocinados y servidos con utillaje de barro tienen un sabor que los conecta con la tierra. No hay duda de que saben más sabrosos si se cocinan en barro. Lo dicen tanto las abuelas como los sibaritas. En el taller de Natividad también podemos encontrar figuras religiosas –cris­ tos, santos o nacimientos–, animales figu­ rados –monos, pájaros, tigres o ballenas– y sus famosos Florentino y el Diablo. Como un secreto a voz baja, Natividad confiesa que guarda, en un rincón de su casa, algunas figuras eróticas que modeló sin que nadie la viera. “Yo nunca copio; todo lo saco de mi propia mente”, asegura Natividad, entre pícara y risueña. 74

Aliados Sociales

10 años


Su oficio est谩 estrechamente ligado a la tierra, al fuego y al pasado. Natividad es patrimonio viviente de la naci贸n.


Rafaela Amaya

Vive tierra adentro y le gusta el azul eléctrico San José de Cocodite, estado Falcón

La invención de artefactos culinarios está estre­

antes que llegaran los conquistadores. La arcilla se

a Faustina, su madre, quien fue la que le enseñó el

pinta sobre la superficie de la loza son, sin que ella

chamente relacionada con la domesticación del

mezclaba con arena o con “guarataros”, que son

oficio. Rafaela está tan arraigada a la tierra en donde

lo sepa, muy parecidos a los que describe Josep

fuego que hizo posible la cocción de alimentos.

conchas fósiles de caracol que aún se encuentran

vive, que confiesa no haberse bañado nunca en el

María Cruxent en el libro Loza Popular Falconiana

Los caquetíos que habitaron la Península de Para­

en esta zona semidesértica.

mar y que apenas lo conoció recientemente cuando

(1988), al hacer el inventario de la alfarería prehis­

una de sus hijas la llevó a la costa.

pánica de la región coriana.

zón de la Península de Paraguaná, tierra adentro,

Como sus antepasados caquetíos, jiraharas o aya­

Rafaela conoce muy bien los pájaros de la zona. Es

cerca de San José de Cocodite, en un sector llamado

manes, trabaja la arcilla a mano, sin torno ni horno.

capaz de identificar paraulatas, tortolitas, gonza­

y la cacería–, el secado al sol, el horneado bajo

El Pizarral –por la abundancia de pizarra que hay

Utiliza cucharas de totuma, guijarros o conchas mari­

litos, turpiales, cardenales, carpinteros, colibríes,

tierra o el hervido en agua. Casi todo el utillaje que

en el suelo–, está la casa de Rafaela, una mujer de

nas para alisar la superficie de la loza. La maestra

zurruzurrus, copetones, torcazas, guachas o tegute­

elaboraban nuestros antepasados para cocinar y

87 años, menuda y risueña, que nos recibe, entre

locera de El Pizarral, una de las últimas que quedan

gues. Toda su vida ha dormido en hamaca. De los

servir los alimentos provenía del barro. Así, ollas,

cujíes y cardones, con un vistoso vestido azul eléc­

en Paraguaná, adorna sus piezas con figuras ondu­

cujíes que rodean su casa, saca leña para hacer las

vasijas, vasos, tinajas, botellas, budares, ponche­

trico. Ella nació y se crió en estos parajes. La casa

ladas de gobe blanco que aplica utilizando plumas

piras en donde cocina la loza. Y de los cardones

ras, tazas o platones estuvieron presentes en la

de su infancia era de barro. A los 8 años comenzó

de gallina. Su conexión con los antepasados es tan

obtiene una de sus frutas preferidas, el dato, que es

vida doméstica de los habitantes de Paraguaná

a amasar ese mismo barro para hacer loza y ayudar

cierta, que muchos de los motivos o “ramitas”que

rojo, jugoso y dulce.

guaná conocieron varios métodos de cocción: el ahumado sobre parillas hechas con palos verdes –barbacoa–, el asado directo o indirecto –envol­ viendo en hojas las piezas obtenidas de la pesca

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A Rafaela Amaya le gusta el azul eléctrico. En el cora­

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Rafaela Amaya

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Hubo un tiempo en el que la Península de Paragua­

interés de los científicos aracnólogos. Otra espe­

ná estuvo aislada de Tierra Firme. Este momento

cie que habita la zona es la Lagartija Azul, pues

geológico permitió la evolución de especies raras

con sus seis centímetros de largo es la lagartija

y únicas en el reino animal. Cerca de El Pizarral se

más pequeña que existe sobre el planeta tierra.

encuentra la reserva biológica de Montecano, en

Ambas especies son de color azul eléctrico. Rafae­

donde se protegen numerosas especies sui géne­

la, a la que tanto le gusta ese color, también es

ris y se realiza una encomiable labor de difusión

una especie única en el mundo. Con su vestido

de la conciencia ecológica. Una de estas especies

azul eléctrico, sonríe frente a su casa desde tiem­

es la Tarántula Azul, que cada día aviva más el

pos inmemoriales.

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Como sus antepasados caquetĂ­os, jiraharas o ayamanes, trabaja la arcilla a mano, sin torno ni horno.


Rafaela Baroni

Vive entre flores, loros y ángeles Betijoque, estado Trujillo

La personalidad artística de Rafaela Baroni se le

que pueda igualarla “en cuentos, chistes, espantos,

Su primera experiencia con la “muerte” ocurrió

experiencia imaginó, tal como es hoy día, el Paraí­

reveló cuando tenía 4 años de edad. En el jardín de

desgracias, aparecidos, canciones, poemas, penu­

cuando tenía 11 años. Duró 24 horas sin moverse.

so de Aleafar, el entorno mágico que ha construido

la casa materna, un buen día se puso a cantar, sin

rias, muertos y amores”.

Después de salir de su primer estado cataléptico,

desde hace 14 años en Betijoque, estado Trujillo. En

Rafaela se dedicó a vestir y preparar muertos. Por lo

su segunda “muerte”, compuso poemas y descu­

general muertos que nadie quería. La primera muer­

brió que poseía el don de la videncia y el poder para

ta que vistió, a los 13 años, era leprosa y tenía ya

sanar a otras personas. Aún la buscan para vestir

seis días sin que nadie se atreviera a acercársele.

muertos, aliviar con sus manos a los que padecen,

A los 13 años también se hizo partera y enfermera.

o predecir el futuro utilizando la cédula de identidad

que nadie le hubiese enseñado antes, la canción del viento: “Me gusta cantarle al viento/ porque vue­ lan mis cantares/ y digo lo que yo siento/ por todos

La catalepsia es un estado de suspensión temporal de las funciones motoras y de la sensibilidad cor­ poral. El cataléptico parece que estuviese muerto,

estos lugares…”. Entonces los familiares y vecinos

pero no lo está. Más de una vez han enterrado a

salieron al jardín, asombrados por la enjundia con

personas con catalepsia. Rafaela ha “muerto” dos

la que aquella niña cantaba. Ahora, en el Paraíso de

veces en su vida, como consecuencia de haber sufri­

El segundo episodio de catalepsia le ocurrió a los 33

Aleafar, rodeada de árboles, flores, pájaros y ánge­

do estados de catalepsia. Estas experiencias con la

años. Estuvo 19 días “muerta” y llegaron a velarla.

les, Rafaela vuelve a cantar la canción del viento.

muerte la prepararon para la vida y le otorgaron una

Cuando llevaban su urna por un desfiladero, Rafae­

Una banda de loros y una pandilla de perros cacho­

visión privilegiada: “La vivencia de la muerte me ha

la, levitando, observando todo lo que sucedía desde

rros la acompañan, a manera de coro. Con sus 77

enseñado a desprenderme de las cosas terrenales

el cénit, vio que los que cargaban su urna estaban

Rafaela estuvo ciega durante dos años. Fue a princi­

años, elocuente y enérgica, asegura que no existe

y a comprender que la vida es tan sólo un sueño,

jumaos y entonces decidió volver nuevamente a su

pios de la década de los ochenta. Sufrió mucho por­

persona que guarde más historias que ella, ni nadie

una ilusión”.

cuerpo para detener el cortejo fúnebre. Durante esta

que no podía seguir adorando el color de las flores,

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Rafaela Baroni

del consultante. Así como la llaman para tranquilizar a los moribundos y facilitarles un pacífico tránsito, también la llaman para resolver conflictos entre parejas, entre cuñados o entre compadres.

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los loros y los ángeles. Una noche, en un jardín,

necesario estar preparado y recibir a la muerte como

lloró amargamente hasta que de repente se le apa­

si fuese un pariente al que se le quiere y se le espe­

reció una niña que comenzó a consolarla: era la Vir­

ra. En el Paraíso de Aleafar hay una capilla de piedra

gen del Espejo. Al día siguiente, volvió a presenciar

en donde se encuentra su urna. Todos los Viernes

nuevamente la misma aparición, pero antes tuvo

Santos realiza un ritual-performance en el que se

que ver cómo se ahogaba un hombre en un pozo.

introduce dentro de su propia urna. Así celebra su

Al otro día, la Virgen del Espejo le dijo que ya esta­

muerte, para celebrar su vida.

ba sanada, que ya podía ver. Por eso, y como agra­ decimiento, le hizo una talla de 25 centímetros. Su primera talla. Desde entonces se dedica, con gran naturalidad, a transformar las raíces de los árboles en imágenes coloridas donde nunca faltan flores, loros y ángeles.

Rafaela intuye que, después que muera “definiti­ vamente”, muchas personas irán a su capilla para pedirle favores. Y si Dios le da licencia, ella seguirá comunicándose, haciendo favores y conquistan­ do amores desde el más allá: “soltando cadenas, abriendo jaulas, creando mundos, levantando alta­

Rafaela se hizo un vestido azul y construyó su pro­

res, haciendo brotar el agua, oyendo la música que

pia urna para cuando le llegue la gran hora, pues es

producen los pájaros”.

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Rafaela asegura que no existe persona que guarde más historias que ella, ni nadie que pueda igualarla “en cuentos, chistes, espantos, desgracias, aparecidos, canciones, poemas, penurias, muertos y amores”.


Mariano Rangel

Tallando una esperanza Taller Mis Principios La Mucuy Baja, estado Mérida

Entrar al taller de la familia Rangel Parra y encontrar­

navajita, Mariano remata las imágenes que emer­

es una madera obediente y maleable; es común por

pesebres o santos –San Benito, San Miguel Arcán­

se virutas de madera por doquier, provoca una grata

gen “cuando la mente remolinea”.

estos parajes y se reproduce con facilidad”.

gel, San Gabriel Arcángel, San Antonio o San Isidro

Pero antes hay que ir al monte a buscar la madera.

Después de cortar la madera con hacha –o con moto

sensación de alegría y esperanza.

Labrador.

“Yo tengo habilidad con la navajita”, dice Mariano

Y es necesario obedecer las leyes de la naturaleza:

sierra–, viene la fase contemplativa, pues hay que

Después que la imagen se revela en el tronco,

Rangel mientras remata, con su navaja, una imagen

el mejor momento para cortar la madera es duran­

concentrarse en escudriñar el palo para imaginar,

comienza el proceso de devastación, que de algu­

religiosa de metro y medio de altura. Cuando era

te el período que va desde los tres días antes del

según su estructura, qué figura podría salir de él.

na manera es “sacarle lo que le sobra” al palo. Se

pequeño se divertía tallando figuras para los pese­

plenilunio, hasta los tres primeros días de luna en

Durante esta fase se intenta revelar la forma que se

devasta con hachuela –o machete– y un mazo hasta

bres decembrinos, aunque no fue si no después

menguante, preferiblemente un viernes, porque “el

oculta en el palo. Y esa forma, en la medida en que

que la pieza comienza a aparecer. Entonces le llega

de haber cumplido los 40 años que se dedicó for­

viernes guarda un misterio con la madera”, un mis­

la vas trabajando, te va sugiriendo qué es lo que te

el turno a la famosa navajita, que es la herramienta

malmente al oficio de tallista: “Una forma de vivir

terio que, como todo misterio, “nunca se sabe por

va a salir. Así, más allá de lo informe, Mariano puede

con la que se termina de rematar la imagen. La nava­

entre familia”. La navaja con la que trabaja tiene 15

qué”. Cuando se trata de escoger madera para la

llegar a ver e imaginar vírgenes –su preferida es la

años con él. Es una herramienta intransferible. Este

talla, Mariano prefiere el sauce, el fresno o el cedro.

Inmaculada, que fue la primera que le salió de las

Todas las mañanas, antes del desayuno, Mariano se

artefacto, tan parecido a un cuchillo de cocina, le

“Yo soy un estudioso de la madera”, dice luego de

manos–, próceres de la independencia –Bolívar,

empeña por hacer algo, cualquier cosa, pues sólo

conoce el pulso a su dueño bastante bien. Con su

explicar por qué le gusta tanto el sauce: “El sauce

sobre todo–, parejas de casados y enamorados,

así es que siente que se ha ganado honestamente la

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Mariano Rangel

jita da el toque final, el último trazo.

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primera comida del día. Esta costumbre se la enseñó su padre y, a su vez, él se la ha enseñado a sus 10 hijos y a sus 16 nietos, quienes también han heredado el oficio. La talla no es un oficio aislado en la vida de Mariano. El tallista de la Mucuy Baja también es albañil, construc­ tor, plomero, electricista, carpintero y, por sobre toda las cosas, agricultor. Nunca ha abandonado la agricul­ tura, que ha sido su gran escuela, la que le ha enseña­ do casi todo acerca de la vida desde que tenía 9 años. Ahora mismo está pendiente de un café que sembró en La Loma. Y también está atento sobre los asuntos del agua en su comunidad. En su trayectoria como tallista existen tres personas que lo ayudaron: su esposa, Ana Rosa Parra, también talla­ dora, quien compartió con él sus inicios; su hermano, Laureano, quien después de haber visto su primera talla le sugirió que continuara tallando porque pensó que se podía vivir de eso; y Mariano Díaz, quien a mediados de la década de los ochenta apareció de repente en su taller y reconoció su talento. Mariano siente que lo que él hace con la madera es “tallar una esperanza”. Y cuando siembra una mata, también siente que está sembrando una esperanza. 92

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“Yo tengo habilidad con la navajita�, dice Mariano Rangel mientras remata, con su navajita, una imagen religiosa de metro y medio de altura.


María Teresa Trombetta

“Quien no comparte lo que sabe, se estanca” Playa Grande, estado Vargas

Su padre la llamaba “la hormiguita” porque era una

La Virgen Niña, en Caracas. Cuando egresó del liceo

el arte del vidrio. Entonces se inscribió, a comien­

mantiene firme, siendo casi una ética personal,

niña afanosa y aplicada. No podía quedarse quieta.

Andrés Bello, cursó la carrera de Técnico Superior en

zos de los años noventa, en un curso básico de

aunque conoce y enseña muy bien las técnicas o

Elaborar muñecas de trapo, hacer papagayos o tejer

Construcción Civil. También realizó cursos libres en

vidrio que ofrecía Laura Palazzi en el Taller Escuela

fórmulas necesarias para darle color al vidrio.

eran sus juegos habituales. Por eso es que a los 11

la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas, pasan­

Arte Fuego de Cándido Millán. Allí comenzó a estu­

años de edad, su madre le montó un taller de pintu­

do por distintas materias como esmalte aplicado a

diar los rudimentos del oficio. Pero básicamente

ra. Ahí pasó buena parte de sus vacaciones, copian­

metal, orfebrería, dibujo, vitrales, textiles y modela­

aprendió a investigar. Y mientras aprendía enseñaba,

con muchos discípulos que hoy día la reconocen

do a Manuel Cabré y a Héctor Poleo. María Teresa

do cerámico.

dos actividades que para María Teresa son vitales y

como una maestra del arte del vidrio. Sus obras han

complementarias, pues “quien no comparte lo que

sido expuestas en salones de Venezuela, Argentina

sabe se estanca”.

y Puerto Rico. En dos ocasiones –1999 y 2010– fue

Trombetta recuerda que estas experiencias tempra­

Ha compartido generosamente sus conocimientos

nas con el arte fueron configurando su pasión por

La efervescencia contracultural y la impronta psico­

hacer cosas. También evoca los agradables momen­

délica de los años sesenta nutrieron su quehacer

tos que pasaba junto a su padre cuando la llevaba a

artístico. Ya para aquel momento había tenido un

Lo que le gusta de la materia con la que trabaja

los talleres de la Imprenta Nacional en donde traba­

primer acercamiento al vidrio y sus aplicaciones,

es su transparencia. De hecho, una de las marcas

Fuego. En 1997 fundó, junto a Cándido Millán, Rosal­

jaba. El olor a tinta y el ambiente de la fragua fueron

pues los esmaltes se fabricaban con vidrio molido.

que distinguen su trabajo es la ausencia de colo­

ba Gudiño, Beatriz Márquez, Gisela Márquez, Laura

experiencias que nunca olvidaría. Estudió la prima­

Después de haber visto en una galería algunas pie­

res en sus piezas: “El vidrio ya refleja los colores

Palazzi, Susy Sandor, Nubia Luque y Yamilet Ligori,

ria en el colegio San José de Tarbes y en la escuela

zas de los hermanos Kelman, decidió incursionar en

del ambiente en donde está”. Y en esto aún se

entre otros, el grupo Vitrum, que llegó a marcar un

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María Teresa Trombetta

galardonada con el Premio Nacional de las Artes del

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hito en la historia de la difusión e investigación del arte del vidrio en Venezuela. María Teresa tiene una gran conexión con el mundo marino: es submarinista profesional, tuvo abuelos que vinieron de Martinica y de las Islas Canarias y, actualmente, se está mudando para la costa central. Su experiencia como submarinista le ha brindado elementos figurativos y sensaciones que se ven refle­ jados en muchas de sus piezas. La serie que reúne esqueletos de peces, por ejemplo, entre las cuales destaca la premiada Cayo Sombrero, expresa una denuncia a la degradación del ambiente marino que la actividad humana ha ocasionado en los últimos años. Porque, para ella, el arte debe comunicar una inten­ cionalidad en el decir y no quedarse sólo con el mero placer o regodeo estético. El arte, según sus propias palabras: “debe ir más allá del objeto”. 98

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Lo que le gusta de la materia con la que trabaja es su transparencia. De hecho, una de las marcas que distinguen su trabajo es la ausencia de colores en sus piezas.


Gisela Márquez

“Nunca es tarde para comenzar” Caracas, Distrito Capital

de toda la vida, médico anestesiólogo y ganadero

Pero los hijos comenzaron a crecer e independi­

el arte del vidrio le llamó la atención por el carácter

ro de Maracaibo. Su padre fue educador, melómano

con quien tuvo cuatro hijos. Después de casarse,

zarse. Cada uno realizó estudios universitarios y al

novedoso y por la limpidez y transparencia de la

y buen lector. Su madre era llanera, le gustaba echar

dejó la Facultad de Derecho para dedicarse al hogar

culminarlos fueron buscando sus respectivos cami­

materia prima. Entró al taller sólo para explorar, sin

cuentos y hacía unas cachapas muy sabrosas. De

y a la crianza de sus hijos. Entonces se muda a Playa

nos. Así que un día se encontró sola en su casa,

otra pretensión que no fuese la de averiguar si era

su infancia guarda tres recuerdos: estar encarama­

Grande, en donde vivió por 10 años: “Yo era la rei­

tranquila y satisfecha luego de haber criado y lleva­

capaz de hacer vajillas para el uso doméstico y per­

da en una mata de mango, comer merey y montar

na de la autopista Caracas-La Guaira”, dice Gisela

do un hogar armónico por muchos años. Entonces

sonal. Aprendió el oficio del vidrio con María Teresa

bicicleta. Cuando cumplió los 9 años se mudó con

cuando se refiere a los constantes desplazamientos

comenzaron a surgirle deseos de desarrollar “algo”

Trombetta, su maestra y amiga. Más tarde partici­

su familia para Caracas. La caída del general Mar­

que tenía que hacer en su carro para llevar a los

que ella reconocía en su interior, como una necesi­

Gisela Márquez nació y se crió en un campo petrole­

cos Pérez Jiménez la encuentra desprevenida, en la terraza de su casa, observando los aviones insur­ gentes que surcaban el cielo caraqueño y sin saber

hijos a las diferentes actividades que practicaban en Caracas o en La Guaira.

dad de estudiar o de formarse en algún oficio que le ofreciese la oportunidad de comenzar de nuevo. De esta forma, y acompañada por una de sus hijas, se

pó en la fundación del grupo Vitrum y comenzó su andadura por los caminos del vidrio como expresión artística.

exactamente qué estaba sucediendo. Más tarde, al

Su vida transcurrió plácidamente y sin contratiem­

acercó al Taller Escuela Arte de Fuego, de Cándido

En los 15 años que ya tiene trabajando el vidrio,

cumplir los 18 años, se inscribe en la Facultad de

pos durante varias décadas, dedicada al hogar, los

Millán, para indagar qué se estaba haciendo ahí.

ha participado en varios salones nacionales de

Derecho de la Universidad Central de Venezuela. En

hijos, el esposo y los frecuentes viajes que la familia

Eso ocurrió a mediados de la década de los noven­

artes del fuego, obteniendo reconocimientos ofi­

esa época conoce a Carlos Rodríguez, su compañero

hacía a la hacienda ganadera que tenían en Apure.

ta, cuando Gisela tenía 52 años. En aquel momento

ciales como el Premio Owens Illinois, el cual le

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Gisela Márquez

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ha sido otorgado en dos oportunidades. Gisela

búsqueda de texturas irregulares, rústicas y capri­

se pasea por diversas técnicas como el casting,

chosas que evoquen el mundo orgánico. Sus pie­

vitrofusión, vidrio laminado, termo-fusión, mix­

zas llevan títulos sugerentes, que tienen que ver

tura o ensamblajes a partir de diversos materia­

con la intención de comunicar una idea sensible:

les. Un elemento que caracteriza sus piezas es

Corazones atrapados en un solo pensamiento; El

el uso de limaduras de plata, con las que logra

camino andado; Oro perece; Inti o Lo perdido …y

tonalidades cambiantes que van desde los ocres

lo ganado son algunas de las obras de esta artista

hasta los azulados, dependiendo de la técnica

que está convencida de que “nunca es tarde para

empleada. Otro elemento que le caracteriza es la

comenzar de nuevo”.

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Un elemento que le caracteriza es la búsqueda de texturas irregulares, rústicas y caprichosas que acercan su producción al mundo de lo orgánico.


Presidente

Manuel Fernández Gerente General de Comunicaciones y Asuntos Públicos

Aylema Rondón Gerente de Relaciones Institucionales

Ilva Calderón Coordinación de Relaciones con la Comunidad

Teresa Briceño Nubia Vega Gloria Jiménez

Aliados Sociales 10 años Coordinación editorial Thady Carabaño Textos e investigación Luis Enrique Belmonte Fotografías John Márquez y Javier Arturo Márquez Investigación de campo Teresa Briceño Asistente de producción Pedro Luis Velásquez Corrección de textos Talía Ruiz Yordy Diseño gráfico Eleonora Silva Impresión Editorial Arte Cantidad 4.000 ejemplares Año 2012



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