Historia de cumanacoa

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LUIS PEÑALVER BERMÚDEZ

HISTORIA DE EL VALLE DE CUMANACOA

Desde los Orígenes a la Guerra Nacional de Independencia


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Venezuela, 1994


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DEDICATORIA A mis padres Luis(†) y Otilia, a mis Hermanas y Hermanos, a los habitantes del oriente venezolano

INDICE GENERAL PROLOGO INTRODUCCION. CAPITULOS I. PROCESO POLÍTICO-ADMINISTRATIVO DEL TERRITORIO SUCRENSE ll. FORMACION DEL VALLE DE CUMANACOA Ill. PROCESO DE OCUPACION TERRITORIAL. IV. INVASION Y COLONIZACIÓN IBERO-HISPANA EN EL ORIENTE VENEZOLANO. V. TRABAJO ENCOMENDADO EN EL VALLE DE CUMANACOA VI. ESCLAVOS Y MANUMISOS


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VII. FUNDACIONES Y PUEBLOS EN EL VALLE DE CUMANACOA VIII. FRACTURA DEL ORDEN COLONIAL APENDICE DOCUMENTAL BIBLIO-HEMEROGRAFIA Y DOCUMENTACION

INDICE DE CUADROS Y MAPAS DIVISION POLÍTICO-TERRIRORIAL DEL ESTADO SUCRE ORGANIZACION POLITICO-TERRITORIAL DEL ESTADO SUCRE EL MUNICIPIO MONTES CENTROS POBLADOS DEL MUNICIPIO MONTES ALTOS, CUMBRES, CERROS Y MONTAÑAS EN EL TURIMIQUIRE PRINCIPALES TERREMOTOS OCURRIDOS EN EL ESTADO SUCRE ETAPAS DE POBLAMIENTO NACIONES INDÍGENAS DEL ESTADO SUCRE. SIGLO XVI.


6 OTORGAMIENTO DE ENCOMIENDAS INDIOS ENCOMENDADOS. 1688. INDIOS TRIBUTARIOS CENSO GENERAL DE ESCLAVOS INSTALACIÓN DE LAS JUNTAS DE ABOLICIÓN DE ESCLAVITUD FUNDACIONES MISIONERAS ORIENTALES

PROLOGO Las cosas empiezan a cambiar cuando comenzamos a comprender que ellas cambian.

El texto que usted, amigo lector, tiene ante sí, debe leerse en el campo didáctico de la investigación histórica; desde la perspectiva de un estudio para la comprensión de la región histórica cumanacuense. La Historia del Valle de Cumanacoa es una incuestionable ayuda para quien se interese, seriamente, por el estudio regional y estime hacer un salto cualitativo en la interpretación histórica. A través de los seres humanos, su trabajo, su subsistencia, sus luchas y su pensamiento, Luis nos invita a tener una visión global de la sociedad cumanacuense. Sería difícil conseguir un objetivo más legítimo en el trabajo creador del historiador, aun para aquellos que se escudan en viejos modos de concebir la historia.


7 La organización de sus capítulos, las citas que sustentan cada afirmación, expresan el acucioso método de organización del discurso histórico al que nos tiene acostumbrados Luis Peñalver Bermúdez, método que tiene dos lecturas en la investigación; una, que el lector se deje llevar de la mano por el investigador para construir un paisaje donde cada párrafo es una imagen sugerente de interpretación histórica; y la otra, ver la totalidad histórica como captura de los elementos sometidos al proceso de análisis científico, dentro del contexto donde los fenómenos se han manifestado a largo de la historia de la región cumanacuense. Comparto la línea de humanidad, de espacio vivido de la región histórica, que se manifiesta en un proceso cultural históricamente producido por una práctica social. Sus observaciones en el proceso de ocupación territorial y sus afirmaciones correspondientes al Capítulo IV [Invasión íbero-hispana en el oriente], evidencian esa línea de humanidad. Su afirmación: “la población indígena fue sometida a nuevos valores de formación sociopolítica”, devela la captura de los elementos políticos, culturales y de producción, presentes a lo largo de la historia de la región cumanacuense. De igual forma, en los capítulos siguientes de su obra, Luis, acerca al lector a la comprensión del fenómeno de las reglas sociales y políticas constituidas para consensuar el sistema social imperante en el Valle de Cumanacoa, a lo largo de su existencia como pueblo. En otras palabras, el autor suministra al lector: datos, informes, ideas, para que sea el lector quien defina que la realidad social es el producto de una estructuración y desestructuración de ella, a partir de la intervención práctica e institucional del hombre, sin importar su ubicación en el tiempo y en el espacio. La virtud que posee esta investigación, no está en la depurada técnica de investigación regional asomada por el autor, sino en una oportuna, simple y sana intención: entregar a su pueblo su historia (no una historia), para que los cumanacuenses conozcan el pasado, descifren sus relaciones presentes y establezcan su identidad como pueblo en la historia nacional. Prof. Rolando J. Girón O.

INTRODUCCIÓN Los Espacios Históricos Regionales Los estudios históricos regionales y locales, de reciente data en nuestro país, están marcando la pauta de un nuevo rumbo metodológico en lo que a los procesos de investigación se refiere, pero no sólo se han hecho avances significativos en áreas vinculadas con la ubicación, limpieza, tratamiento y estudio de fuentes y sus posibilidades, también se viene construyendo/reflexionando una concepción flexible de los espacios históricos, donde región histórica y unidades históricas locales, se asientan como categorías fundamentales. Los antecedentes que nos vienen del pensamiento vidaliano refieren lo regional en identificación con aspectos geográficos y de características homogéneas; en el caso de la historia, la situación de apreciación y definición conceptual se presenta con mayores


8 dimensiones, por lo que la amplitud de la discusión está ofreciendo mayores posibilidades. Una manera de entrarle al problema de la definición, es señalando lo que no es la región histórica, pudiendo establecer -desde éste ángulo- el máximo cuidado de no confundirla con unidades geográficas, dimensiones administrativas “grandes” o “pequeñas”, territorios testigos de muy específicos hechos históricos unidimensionales o áreas naturales en estricto. En el primer caso, corremos el riesgo de las vertientes de identificación, al confundir u homogeneizar región geográfica con región histórica. Acordemos en principio que una región histórica puede extenderse en más de una región geográfica o también es posible que suceda el caso de inclusión, y que la región histórica se identifique en una región geográfica. Aparte de estas consideraciones de relación, hay un elemento inexcusable: el de la intervinculación entre lo geográfico y lo histórico, que se presenta insoslayable. La segunda aceptación, vinculada con lo político administrativo, remite al uso reiterado de identificar lo histórico regional, bien con unidades administrativas estadales o con espacios determinados en las mismas unidades administrativas. Como bien claro lo han dejado historiadores dedicados a la investigación regional (1), las fronteras políticoterritoriales no definen unidades espaciales regionales, pues lo regional puede transcender -y lo hace con mucha regularidad- las líneas establecidas para la demarcación. Valga aclarar: no es imposible llegar a construir un espacio regional en los límites de unidades administrativas, puede estar en una o en varias de éstas. El tercer aspecto, quizá el más controversial, se relaciona con posiciones donde con el estudio de un hecho histórico único, particular, se pretende identificar una región histórica, estableciendo criterios unidimensionales de identificación y construcción. En este caso, pareciera más propio hablar de espacios históricos específicos -es decir, vinculados a un problema- que de región histórica propiamente dicha. En estos neo-procederes del trabajo de investigación histórica, se discute/reflexiona no sólo desde lo regional como categoría, también hay una disposición dialogante vinculada con lo local, con mucho acercamiento hacia el pensamiento del maestro mexicano Luis González y González. En el mismo marco de crecimiento conceptual y categoría, se están elaborando atenciones hacia lo municipal, parroquial e institucional. La cuarta orientación está vinculada con elementos de orden natural y con representaciones homogeneizantes de vegetación, clima y relieve. Por otra parte, sin esperar agotar la discusión, hay buenos acercamientos conceptuales sobre la noción histórica que implican el reconocimiento de caracterizaciones puntuales (un espacio concreto, producto de la acción del hombre, intensidad de proceso) que recogen la intensión, a su vez, de totalidad histórica. Girón y Peñalver (2), basándose en aportes teóricos fundamentales de autores como Santaella Yegres, Cunill Grau y Cardozo Galue, establecieron unos aspectos constitutivos básicos acerca del espacio histórico regional, señalando: (a) es una expresión geohistórica, (b) es resultado de fuerzas internas y externas, (c) intervención crucial de lo demógrafo-económico, (d) persistencia de hechos históricos regionales, nos viene del investigador en la antropología y escritor Mario Sanoja, quien establece que: La noción de región histórica connota la delineación de un espacio de vida de sociedades en su devenir; señala la existencia de un espacio geográfico definido con relación al uso que del mismo hicieran grupos


9 territoriales históricamente diferenciados. Una región histórica contiene, en consecuencia, al movimiento definido este proceso como proceso histórico, y la delimitación geográfica, entendido como espacio históricamente vivido. Con esta noción podemos entender las sincronías y diacronías de las formaciones sociales que ocurren en una región geográfica y las raíces de los procesos contemporáneos; así mismo, posibilita la aprehensión del origen y persistencia de las prácticas sociales en una región (3). La Región Histórica Cumanacuense La especificación del proceso histórico que se atenderá, implica la identificación de un espacio vivido, cargado de humanidad, localizado en el área sur-occidental del Estado Sucre y entre los límites del Municipio Montes. En este caso, el espacio geográfico definido está -mayormente- en el Valle de Cumanacoa y, en dirección norte sur, sus mayores centros demográficos son: Quebrada Seca, San Fernando, Arenas-Río Arenas, Cumanacoa, Aricagua, San Lorenzo, San Salvador, Los Dos Ríos, Cocoyar y Las Piedras. Los dos últimos pueblos, pese a no formar parte del Valle de Cumanacoa, son parte integrante de la Región Histórica Cumanacuense. Por otra parte, las regiones históricas también se caracterizan por tener un centro poblado que funcione como centro, como eje movilizador fundamental de los procesos regionales. En este caso, es la ciudad de Cumanacoa, capital del Municipio Montes, la que asume el papel de “ciudad central”. En lo que se refiere al aspecto temporal, la formación de la Región Histórica Cumanacuense tiene orígenes remotos donde se identifican aborígenes Cuacas y Chaymas, y una persistencia hacia el crecimiento demográfico contemporáneo que se está efectuando en los centros poblados que son cabezas de municipios. Parte de ese largo y dilatado proceso es a los que queremos dedicarnos en la presente investigación.


1 Las Fuentes de Información La construcción del conocimiento histórico tiene su base en las fuentes de información, y ello es hoy una verdad indiscutible. Intentar hacer otra cosa es no hacer historia. Para el caso del presente trabajo, se acudió a una diversidad de fuentes que permitieran concebir un conocimiento histórico con soportes suficientes de credibilidad, además se hicieron varias revisiones y consultas especializadas para orientar las mejores opciones de información, siempre buscando, en lo posible, la calidad del dato. Básicamente, se utilizaron fuentes documentales de los momentos históricos tratados: ediciones facsímiles, actas, compilaciones documentales, boletines de archivos, capitulaciones, informes, cédulas reales, certificaciones, cartas, gacetas, memorias, anuarios, nomencladores, censos, decretos y memoriales. Fueron de un inestimable valor, varias revistas y artículos de revistas y periódicos que han tratado, de diferentes maneras, los procesos históricos regionales. Las fuentes cartográficas, los diccionarios generales y especializados, fueron de ayuda fundamental, al igual que una cantidad sustantiva de fuentes bibliográficas. Por la atención temporal -hasta mediados del siglo XIX- no se utilizaron fuentes orales, más propias para estudios de contemporaneidad reciente. Una limitación la encontramos en las fuentes arqueológicas, no por su inaccesibilidad sino por inexistencia. Hasta ahora no contamos con estudios arqueológicos correspondientes al Valle de Cumanacoa. Afortunadamente hay investigaciones sobre el particular en las zonas costeras del Estado Sucre y al norte del Estado Monagas, por la zona El Guácharo. Ambas ayudan a marcar -hipotéticamente- los hitos temporales de la ancestralidad aborigen regional. La utilización de las fuentes en el marco del método de investigación histórica, permitió elaborar el texto que ahora presentamos a los diversos lectores. En la estructuración de la Historia de la región cumanacuense, hemos atendido temáticas diversas que alcanzan hasta el siglo XIX, para detenernos en la Guerra de Independencia, momento crucial en el proceso histórico de la región. Cierto es que la labor de localización y tratamiento de fuentes se ha venido realizando a lo largo de gran parte de nuestra vida profesional y más particularmente desde que iniciamos nuestras primeras investigaciones locales por los años ochenta, en un equipo que contaba y cuenta con la presencia de los profesores Rolando Girón y Moisés Morón. En diversos momentos también elaboramos artículos de investigación que se incorporan ahora al texto definitivo. De igual manera, seguimos acariciando un gran proyecto sobre la formación de la propiedad territorial en el Valle de Cumanacoa durante el siglo XIX y los primeros años del siglo XX, justamente hasta el gomecismo. Esa será nuestra próxima entrega sobre la región cumanacoense.


1 REFERENCIAS DE LA INTRODUCCION (1). Medina Rubio, 1986; Ramírez Medina, 1994; Venegas Delgado, 1992. En varios números de la revista Tierra Firme se puede conseguir información valiosa sobre el particular. (2). Girón, R. y Peñalver, L. 1990, pp. 7-8. (3). Sanoja Obediente, 1995, p. 43.


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CAPÍTULO I PROCESO POLÍTICO-ADMINISTRATIVO DEL TERRITORIO SUCRENSE


1 Art. 1°.- El Territorio del estado Sucre, conforme a lo dispuesto en la Constitución del Estado, es el establecido en la Ley de División Territorial de la República de fecha de Abril de 1856, con las modificaciones contenidas en actos jurídicos validamente celebrados. Art. 2°.- El Territorio del estado Sucre está comprendido dentro de los siguientes límites generales: por el NORTE, con el Mar Caribe; por el SUR, con el Estado Anzoátegui desde el Cerro El Escarpado hasta el Cerro El Diablo, en el punto donde nace el Río Amana, y con el Estado Monagas desde éste punto hasta el nacimiento del Río San Juan, desde donde continúa en una línea variable que sigue el curso de este río aguas abajo hasta su desembocadura en la Barra de Maturín en el Golfo de Paria; por el ESTE, con el Golfo de Paria; y por el OESTE, con el Golfo de Cariaco y el Mar Caribe. Art. 3°.- El Estado Sucre, cuya capital es la ciudad de Cumaná, asiento permanente de los Organos del Poder Estatal, se divide para su organización política y Administrativa en quince (15) Municipios y cincuenta y cinco (55) Parroquias. (Gaceta Oficial del Estado Sucre ; 1992, agosto 30).

Momentos Cruciales en el Proceso de División Político Territorial La actual división político territorial del Estado Sucre está jurídicamente sustentada por publicación en Gaceta Oficial en el año de 1992 (1). Sin embargo, como proceso histórico, se inicia en el siglo XVI, con la creación de la Provincia de Nueva Andalucía. Para intentar resumir el proceso, contamos con informaciones básicas (2) que hacen posible presentar diecisiete momentos cruciales en el desarrollo de la conformación político territorial. 1. Por Real Cédula de 5 de mayo de 1568, se crea la Provincia de Nueva Andalucía, dependiendo de Santo Domingo. Las entidades provinciales, en esta primera oportunidad, fueron: Paria, Cumanagoto, Chacopata, Caura y Guayana. Mucho tiempo después, en 1639, la Provincia de Cumaná pasó a formar parte del Virreinato de Nueva Granada. 2. En 1777 se crea la Capitanía General de Venezuela, siendo Cumaná una de las provincias que la integran. 3. Por impulso del movimiento autonómico emancipador, en 1810, se crea la Provincia de Cumaná con su capital homónima. 4. Al sancionarse, por el Congreso de Angostura, una nueva Constitución Nacional, el 15-08-1819, Cumaná es mantenida como provincia que también incluía el Estado Monagas. 5. Según la Constitución de 1821, Cumaná siguió siendo Provincia, con un Gobernador bajo el mando del Intendente de Departamento que incluía, además de Cumaná, las provincias de Guayana, Barcelona y Margarita. 6. Por la Ley de División Territorial de 1824, Cumaná es convertida en Capital del Departamento Orinoco. Las provincias del Departamento eran: Cumaná, Guayana, Barcelona y Margarita. 7. Al sancionarse la Constitución de 1830, en el mes de abril, Cumaná es una de las once provincias del país, que incluía Sucre y Monagas. 8. En 1856, Cumaná es una de las 21 provincias en el nuevo ordenamiento político territorial.


1 9. En el ambiente de la avanzada federalista, 1863, el General José Eusebio Acosta proclama el Estado Cumaná, constituyendo una de las 15 entidades territoriales de la Venezuela federal. 10. Según pacto de las Asambleas Legislativas de los Estados de Cumaná y Maturín, en diciembre de 1864, se forma un estado con el nombre de Nueva Andalucía, siendo capital la Parroquia San Antonio en el Departamento Piar, antes Aragua. 11. En 1874, por otra Constitución, Cumaná es una de los veinte estados. 12. Por acuerdo del Congreso de Plenipotenciarios (30-04-1879), el país se divide en siete macroestados. Uno de ellos se denominó Oriente, que comprendía: Cumaná, Maturín y Barcelona. Al sancionarse la Constitución, en 1881, se decide por Urica como capital del Estado Oriente. 13. Diez años después, en 1891, el Estado de Oriente se llamará Estado Bermúdez. 14. En 1898, se decreta la disolución del Estado Bermúdez. La sección Barcelona formó un Estado, mientras que Cumaná y Maturín constituyeron el Estado Sucre, designándose como capital provisoria San Antonio de Maturín. 15. En 1901, según Constitución, se separan los Estados Sucre y Maturín. 16. Para 1904 se insiste en el Estado Bermúdez, integrado por Sucre, Anzoátegui y Monagas, y Cumaná como capital. 17. Por Constitución de 1904 se vuelve a la división de 20 estados y surge nuevamente el Estado Sucre. El Municipio Montes El Municipio Montes es uno de los quince que integran el Estado Sucre (2). Y para 1992, lo integran seis parroquias: Arenas, Aricagua, Cocollar, con sede en Las Piedras, Cumanacoa (capital), San Fernando, con sede en Villarroel o Quebrada Seca, y San Lorenzo (3). Según Gaceta Oficial del Estado Sucre de 1992 (4), los límites territoriales del Municipio Montes y sus Parroquias son los siguientes: Municipio Montes (Capital: Cumanacoa) Norte: limita con los Municipios Sucre, Bolívar y Mejía, por una poligonal abierta en sentido Este, cuyos puntos de enlace son: Cerro El Imposible, Cerro Negro o Las Pacas, Cerro El Chaco, Cerro La Auyama, Cerro La Oscuridad, al Nor-Oeste del Caserío Colorado, confluencia del Río San Cayetano en el Río San Pedro o Tarabacoa y desde aquí sigue aguas arriba por el Río San Cayetano hasta la desembocadura de la Quebrada Chiripa. Este: limita con el Municipio Mejía, desde la desembocadura de la Quebrada Chiripa en el Río Cayetano, por una línea de dirección Suroeste hasta el Cerro San Cayetano, situado al Suroeste del poblado del mismo nombre, desde aquí continúa en línea recta en dirección Sureste hasta un punto al Este del vecindario El Potrero, desde donde prosigue en una línea recta también en sentido Sureste hasta el Cerro Bucaral, y de aquí prosigue en una línea recta con rumbo Noreste del Cerro El Cachimbo, y de aquí sigue hasta el nacimiento de la Quebrada Santa Ana, desde donde sigue en una recta en sentido Sureste hasta un punto situado al Noreste del Cerro La Trampa, sitio denominado Monte Bonito,


1 desde donde pasa en línea recta con rumbo Sureste hasta la desembocadura de la Quebrada Monte Bonito en el Río Guarapiche, y desde aquí continúa al lindero aguas abajo por dicho Río, hasta un punto donde converge la Quebrada Barbás, sigue el curso del Río aguas abajo hasta donde se cruza con los límites generales del Estado. Sur: limita con el Estado Monagas, desde donde el Río Guarapiche se cruza con los límites generales del Estado Sucre, en una línea que coincide con dichos límites generales del Estado con el Estado Monagas, siguiéndolos en dirección Oeste y que pasa por un punto en la Fila de Agua Blanca, desde donde sigue hasta el Cerro Peonía, a partir de cuyo punto limita con el Estado Anzoátegui en una línea que coincide con los límites generales entre el Estado Sucre y dicho Estado en sentido Oeste al pasar por el Cerro La Silleta, para llegar siempre coincidiendo con los límites generales del estado en sentido Oeste, hasta el Cerro Peonía. Oeste: limita con las Parroquias San Juan y Santa Inés del Municipio Sucre, por una poligonal abierta en sentido Norte que parte desde el Cerro Peonía y tiene enlace en Cerro Grande, topo Las Tres Aguas, Cerro Las Majaguas, desembocadura de la Quebrada El Imposible en el Río Manzanares y desde aquí hasta el Cerro El Imposible, punto de partida. Parroquia Arenas Norte: limita con la Parroquia San Fernando, por una poligonal abierta, partiendo del Cerro Perro de Agua, y cuyos puntos de enlace son: Cerro Morahal, Cerro Maraca y Cerro La Horqueta. Este: limita con la Parroquia Cumanacoa por una línea recta en dirección Suroeste, desde el punto descrito anteriormente, ubicado en el Cerro La Horqueta, hasta un punto en el Cerro La Paragua. Sur: continúa limitando con la Parroquia Cumanacoa por una poligonal abierta en dirección Oeste, que parte desde el punto anterior ubicado en el Cerro La Paragua y cuyos puntos de enlace se encuentra en: la convergencia de la Quebrada Botucal o Quebrada Seca en el Río Guasdua, desde aquí sigue el cerro Los Morrocoyes para llegar hasta el Cerro El Llorón. Oeste: limita con la Parroquia San Fernando, por una recta en dirección Noreste, partiendo desde el punto antes descrito, ubicado en el Cerro El Llorón, hasta el punto en el Cerro Perro de Agua, punto de partida. Parroquia Aricagua Norte: limita con la Parroquia Cumanacoa, el Municipio Mejías, y las Parroquias Santa Cruz y Santa María del Municipio Ribero y las Parroquias Cocollar y San Lorenzo, por una poligonal cerrada que parte desde el puente en la Carretera Cumanacoa-Aricagua, sobre el Río Aricagua, tiene puntos de enlace en un topo al Norte del vecindario Valle Grande, en el Cerro Cachimbo. Este: desde el punto en el Cerro El Cachimbo, sigue una línea recta en dirección Sureste, a un punto donde nace la Quebrada Santa Ana, para seguir desde aquí en la misma dirección a un punto al Noreste del cerro La Trampa, sitio denominado Monte Bonito, en dirección Suroeste a la Fila Barbás, Cerro Papelón y Cerro Boquerón.


1 Oeste: desde el punto anterior ubicado en el Cerro Boquerón, sigue en línea recta con dirección Noreste, al cruce de la Carretera de Cumanacoa-San Salvador sobre el Río Manzanares, desde aquí en dirección Noreste al cruce de la Carretera de CumanacoaAricagua sobre el Río Aricagua, punto de partida. Parroquia Cocollar Norte: limita con la Parroquia Aricagua, por una poligonal abierta, cuyos vértices de enlace son: Cerro Boquerón, Cerro Papelón, Fila de Barbás, hasta un punto situado al Noreste del Cerro La Trampa, sitio denominado de Monte Bonito. Este: limita con la Parroquia Santa María, por una recta en dirección Suroeste partiendo desde el punto anteriormente descrito hasta ella desembocadura de la Quebrada Monte Bonito en el Río Guarapiche, continúa el lindero aguas abajo por dicho Río, hasta un punto donde convergen la Quebrada Barbás, sigue el curso del mencionado Río Guarapiche aguas abajo hasta donde se cruza con los límites generales del Estado. Sur: limita con el Estado Monagas, desde el punto antes descrito, donde el Río Guarapiche se cruza con los límites entre ambos Estados, en una línea que sigue en dirección Oeste por dichos linderos generales del estado Sucre, hasta un punto en la Fila de Agua Blanca. Oeste: limita con la Parroquia San Lorenzo, desde el punto anteriormente descrito en la Fila de Agua Blanca, por una línea recta en dirección Noreste que llega hasta el Cerro Turimiquire, y desde aquí continúa por otra recta en dirección Noroeste al Cerro Boquerón, punto de Partida. Parroquia Cumanacoa Norte: limita con las Parroquias Arenas y San Fernando, por una poligonal abierta en dirección Este que parte desde el Cerro El Llorón, con enlaces en: Cerro Los Morrocoyes, la convergencia de la Quebrada Botucal o Quebrada Seca en el Río Guasda, el Cerro La Paragua, el Cerro La Horqueta, Cerro Las Caras, punto al Este del vecindario El Potrero. Este y Sur: limita con el Municipio Mejía, las Parroquias Aricagua y San Lorenzo, por una poligonal abierta, que partiendo desde el punto descrito anteriormente, su primera recta en sentido Sureste termina en Cerro Bucaral, desde aquí continúa la poligonal en sentido Sureste, el Cerro La Noria, Cerro El Gallinero, un topo situado al Norte del vecindario valle Grande, al pico más alto en la parte Sur del cerro La Paragua, el puente sobre el Río Aricagua en la Carretera que va del poblado de Aricagua a Cumanacoa, el puente sobre el Río Manzanares en la carretera que va de Cumanacoa a San Salvador, donde sigue en dirección Oeste, hasta un punto en el Río Guasdua, final de la poligonal, para continuar aguas arriba por dicho Río hasta su nacimiento en la Loma La Pelona, y seguir por dicha loma en dirección Este, hasta encontrar en su extremo el pico donde nace el Río Yoroco, desde donde prosigue en dirección Sur hasta el cerro Peonía donde nace el Río Manzanares, en los linderos generales del Estado Sucre con el Estado Anzoátegui, punto desde el cual prosigue dichos linderos en sentido Oeste hasta el Cerro La Silleta.


1 Oeste: desde el punto descrito anteriormente, ubicado en el Cerro La Silleta, el límite sigue por una recta en sentido Norte hasta el Cerro El Llorón, punto de partida. Parroquia San Fernando Norte: limita con los Municipios Sucre, Bolívar y Mejía, por una poligonal abierta en sentido Este, cuyos puntos de enlace son: Cerro El Imposible, Cerro Negro o Las Pacas, Cerro El Chaco, Cerro La Auyama, cerro La Oscuridad, al Noroeste del Caserío Colorado, confluencia del Río San Cayetano en el Río San Pedro o Tarabacoa, y desde aquí sigue aguas arriba por el Río San Cayetano hasta la desembocadura de la Quebrada Chiripa. Este: limita con el Municipio Mejía desde la desembocadura de la Quebrada Chiripa en el Río San Cayetano, por una línea recta en dirección Suroeste hasta el Cerro San Cayetano, situado al Suroeste del poblado del mismo nombre, desde aquí continúa en línea recta en dirección Sureste hasta un punto al Este del Vecindario El Potrero. Sur: limita con las Parroquias Cumanacoa y Arenas y el Municipio Freites del Estado Anzoátegui por una poligonal abierta en dirección Suroeste que parte del punto al este del Vecindario El Potrero, antes descrito, y cuyos puntos de enlace son los siguientes: el Cerro Las Caras, el Cerro La Horqueta, el Cerro Maraca, cerro Marabal, el Cerro Perro de Agua, Cerro El Llorón, Cerro La Silleta, para llegar coincidiendo con los límites generales del Estado con el Estado Anzoátegui en sentido Oeste, hasta el Cerro Peonía. Oeste: limita con las Parroquias San Juan y Santa Inés del Municipio Sucre, por una poligonal abierta en sentido Norte que parte desde el Cerro Peonía, y tiene enlace en Cerro Grande, topo Las Tres Aguas, Cerro Las Majaguas, desembocadura de la Quebrada El Imposible en el Río Manzanares, y desde aquí hasta el Cerro El Imposible, punto de partida. Parroquia San Lorenzo Norte: limita con la Parroquia Cumanacoa por una línea recta en dirección Este, desde un punto situado en el Río Guasdua, hasta el puente sobre el Río Manzanares, de la carretera que va de Cumanacoa a San Salvador. Este: limita con las Parroquias Aricagua y Cocollar, en línea recta que parte en dirección Sureste desde el puente sobre el Río Manzanares en la carretera que va de Cumanacoa a San Salvador, hasta el Cerro Boquerón, desde donde continúa en línea recta en dirección Noreste hasta el Cerro Turimiquire, punto desde el cual parte otra línea recta en dirección Suroeste hasta la Fila de Agua Blanca, en los linderos generales del estado. Sur: limita con los linderos generales del Estado Sucre en dirección Oeste, hasta llegar al Cerro Peonía donde nace el Río Manzanares. Oeste: limita con el Estado Anzoátegui desde el Cerro Peonía donde nace el Río Manzanares en los linderos generales del estado Sucre con dicho Estado, por una línea recta en dirección Norte hasta el pico más alto al este de la Loma La Pelona, continuando por dicha Loma hasta llegar al nacimiento del Río Guasduas, para seguir aguas abajo por éste, hasta llegar a un punto situado en dicho río, punto de partida.


1 ORGANIZACIÓN POLÍTICO-TERRITORIAL DEL ESTADO SUCRE 1992 Entidad Federal Estado Sucre

Municipio Andrés Eloy

Capital Casanay

Blanco Andrés Mata

S. José de Areocuar

Arismendi

Río Caribe

Benítez

El Pilar

Bermúdez

Carúpano

Bolívar Cajigal

Mariguitar Yaguaraparo

Cruz Salmerón A.

Araya

Libertador

Tunapuy

Mariño

Irapa

Mejía Montes

Sn. Antonio del Golfo Cumanacoa

Ribero

Cariaco

Parroquias Mariño Rómulo Gallegos San José de Areocuar Tavera Acosta Antonio José de Sucre El Morro Puerto Santo Río Caribe San Juan de las Galdonas El Pilar El Rincón Gral. Francisco A. Vásquez Guaraúnos Tunapuicito Unión Bolívar Macarapana Santa Catalina Santa Rosa Santa Teresa Mariguitar Libertad El Paujil Yaguaraparo Araya Chacopata Manicuare Campo Elías Tunapuy Campo Claro Irapa Marabal San Antonio de Irapa Soro Sn. Antonio del Golfo Arenas Aricagua Cocollar Cumanacoa San Fernando San Lorenzo Muelle de Cariaco Catuaro Rendón


1 Santa María Santa Cruz Sucre

Cumaná

Altagracia Ayacucho Santa Inés Valentín Valiente Raúl Leoni San Juan Santa Fe

Valdez

Güiria

Bideau Cristobal Colón Güiria Punta de Piedras

Fuente: Gaceta Oficial del Estado Sucre . Cumaná, 30 de agosto de 1992.


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CENTROS POBLADOS DEL MUNICIPIO MONTES (Nomenclador de 1986) Parroquias Arenas Aricagua

Cocoyar

Cumanacoa

San Fernando

San Lorenzo

Centros Poblados Arenas, Río Arenas, Bejucal, Cangrejal, Carrizal, Los Cedros, La Laja, El Güetal, Montalbán, Periquito, Los Piñones, Los Pozos, Sabana Larga, El Tintero, Tres Picos. Agua Blanca, El Aguacate, Aricagua, Copeicillo, Dos Ríos, Guarapiche, El Indio, Macagua, El Maco, Mapurite, Maurati, El Merey, El Naranjal, Perfecto, El Picacho, Piedra del Diablo, Pueblo Nuevo, El Rincón, Río Bastardo, San Salvador, Santa Elena, Sotillo, Valle Grande, Las Vegas, El Yaque. Agua Fría, El Alivio, Bajo Grande, Las Barbas, Belén, El Berral, Buenos Aires, El Cacho, Las Calles, Las Carapas, Los Chorros, El Corral, Cuesta Abajo, La Cuesta, Las Flores, El Guamal, Las Lagunas, El Latal, Los Manantiales, Los Mangos, La Meseta, La Montaña, Las Peonías, Las Piedras, La Soledad, La Trampa, La Trinidad, Turimiquire, Vegote, Mayalito. El Abundante, La Aguada, El Amaguto, Bebedero, Caiguire Abajo, Caldera, La Campechana, Las Caras, El Chaco, El Chaquito, El Chirel, Contador, Las Culatas, Cumanacoa, La Florida, Higuerote, El Hormiguero, El Llorón, Las Minas, Los Muertos, El Naranjo, Neverí de las Cabeceras, Palmarito Abajo, Panecillo, La Pejua, Piedra de Moler, Pueblo Nuevo, Los Quáqueros, La Rinconada, Río Caribe, Río Chacón, San Juanillo, San Rafael, Santa Cruz, El Zamuro, La Manga, Los Chuaros. La Auyama, Besuqueo, Bichoco, Buena Vista, La Cabaña, Cabimbal, El Caño, Las Caras, El Caro, Carrizal, El Castaño, Cedeño, El Chaco, La Cocuiza, Las Coronas, El Crucero, Las Delicias, El Filudo, La Fortuna, El Godo, Guayabal, Joval, Las Majaguas, Mal Paso, Los Mangos, Machacual, Marín, Montañas Negras, Monte Oscuro, Palenque, la Pica, Pie de Cuesta, El Potrerito, Rincón de Bichoroco, Sabaneta, San Fernando, San Juan, Santa Cruz, Tamarindo, Los Teques, El Tigre, Pie de Cuesta, La Vega, Quebrada Seca, Vuelta de Culebra, El Yaque Agua Blanca, La Bomba, Boquerón, Botucal, Buena Vista, Los Callejones, Cimarrón, Cutábano, La Fragua, El Guamo, La Huelga, El Lajón, El Limón, La Loma, Macanillal, Manglar, Marcha, La Mina, Orinoco, Palmarito, El Paraiso, La Peña, Quebrada Seca, Río Guasduas, San Lorenzo, El Sindicato, La Soledad, Las Trincheras.

Fuente:Oficina Central de Estadística e Informática (1986). Nomenclador de centros poblados pp. 194-200


2 REFERENCIAS DEL CAPITULO I

1. 2. 3. 4.

Vila, 1995, pp. 15-18. Gaceta Oficial del Estado Sucre ; 1992, agosto 30; Art. 3. Ibib, Art. 4, Numeral 12. Ibib, Art. 6.


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CAPÍTULO II FORMACIÓN DE EL VALLE DE CUMANACOA


2 Cumanacoa está formado por varios valles, todos fertilísimos, todos pintorescos, como eslabonados unos con otros por diferentes gargantas, entre altísimas escarpadas serranías. Hay allí lugares que revelan los más lejanos cambios geológicos en la estructura primitiva de aquella zona. Tienen, por consiguiente, aquellos sitios tienen formaciones caprichosas, subidas y bajadas violentas, cumbres sombrías, mesetas peladas, hoyas pantanosas al lado de pequeños llanos, deliciosos por su frescura y fecundidad; y, sobre todo, se hallan allí desfiladeros intransitables, pasos inaccesibles, grutas de gigantescas rocas, de donde brotan manantiales salutíferos y en donde se abrigan millares de pájaros y cuadrúpedos comestibles. Por encima de todo eso, una vegetación opulenta, llena perpetuamente de flores y frutos, con un clima reparador, que favorece y alienta a todos los que viven en él y para los que el trabajo premia mil por uno. (Dominici, 1883, pp. 26-27).

LA SERRANÍA DE EL TURIMIQUIRE Localización y Extensión La localización de la Serranía del Turimiquire está entre los 9° 48´ 23´´ y 10° 24´ 20´´ de la latitud norte y los 63° 12´ 17´´ y 64° 38´ 00´´ de longitud occidental. Territorialmente, comprende: parte del Estado Anzoátegui, donde nacen los ríos Amana, Aragua y Querecual; parte del Estado Sucre, donde están las cabeceras de los ríos Carinicuao, Guarapiche, Manzanares y Neverí; y parte del Estado Monagas, donde están las cuencas altas de los ríos Caripe, Guarapiche, Quiriquire y Punceres. La Serranía del Turimiquire tiene altitudes distintas que van desde los 400 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.) hasta los 2.600 m.s.n.m. en el Cerro Tristeza. La extensión aproximadamente de la Serranía es de 540.000 ha. Geomorfología y Geología La Serranía del Turimiquire forma parte del Tramo Oriental de la Cordillera de la Costa y está constituida por rocas sedimentarias del Mesozóico y del Cenozóico, fundamentalmente areniscas, calizas y lutitas, sobre las que han actuado fuertes movimientos orogénicos, seguidos de otras intensas actividades tectónicas sucedidas en el Terciario y parte del Cuaternario. Unos y otros forjaron una especificidad estructural que ha condicionado contundentemente la evolución geomórfica de la región. Estas mismas actividades tectónicas son las que han hecho posible la formación de valles y depresiones intramontañas, de las que el Valle de Cumanacoa es fiel reflejo. Clima El Sistema Montañoso del Turimiquire, se presenta como una barrera que provoca el ascenso forzoso del aire, que origina un tipo de precipitación orográfica, presentándose las máximas lluvias en el lado de ascenso o barlovento (vertiente norte) y una disminución notable hacia sotavento (vertiente sur), en donde se ubican las zonas áridas y semiáridas. En general, presenta una precipitación media anual que oscila entre 800 mm. Y 2.200 mm., con un régimen modal caracterizado por una época de lluvia bien definida entre mayo y noviembre, con máximo en julio y agosto; y una época seca de diciembre hasta abril, con mínimo en febrero (1).


2 En la Serranía del Turimiquire, las temperaturas, por debajo de los 1.000 m.s.n.m., son superiores a los 24° C; y en zonas localizadas entre los 2.000 y 2.200 m.s.n.m., alcanzan hasta los 12° C. Suelos La diversidad de factores y procesos formadores de suelos, influye decididamente en su distribución. En el área de identificación montañosa (un 93% del total), han sido el relieve y el clima, componentes dominantes en el desarrollo de los suelos. En zonas con un clima tropical semiárido, los procesos formativos se caracterizan por su lentitud, lo que genera -por un lado- suelos relativamente jóvenes y -por el otro- de baja fertilidad natural. Por el contrario, en espacios de mayor humedad, comprendidos entre el tropical subhúmedo y el montano bajo húmedo.prehúmedo, los procesos son muy rápidos; esta situación provoca la formación de suelos con mayor profundidad, de alto desarrollo pedogenético y, por supuesto, más fértiles. En las zonas piedemontes y valles (un 7% de la superficie), que son áreas receptoras de sedimentos, hay preponderancia de la pedogenesis y los procesos formativos de los suelos tienen una alta intensidad. Esto hace que los suelos sean muy profundos y ricos. La conformación y desarrollo de los suelos en la Serranía del Turimiquire ha permitido definir la vocación y uso de la tierra, de acuerdo a criterios establecidos por el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (2). Para 1986 se definía como: Agrícola Diversificado de Uso Intensivo, sin prácticas de conservación: comprende las tierras de relieve plano a moderadamente inclinado y pendientes menores o iguales de 8%, con suelos profundos a moderadamente profundos, fácilmente mecanizables, material geológico estable, sin erosión actual y muy baja erosión potencial, en donde las prácticas de conservación son muy simples. Se ubica en los valles aluviales de los principales ríos como el Manzanares en el Valle de Cumanacoa [subrayado nuestro]. Estos Suelos son aptos para cultivos limpios (cereales, leguminosas, raíces, tubérculos y hortalizas), semilimpios (musáceas, frutales), y densos (caña de azúcar). (3). Hidrografía El caudal hidrogáfico es uno de los recursos más valiosos que tiene la Serranía del Turimiquire, ello se debe a que tiene múltiples fuentes de aguas superficiales que benefician las regiones Nororiental e Insular. Como principales ríos de la Serranía, están: Aragua, El Neverí, Manzanares, Guarapiche, Carinicuao, Caripe, Las Piedras, Cocollar, Querecual y otros de vital importancia. El Río Manzanares y el Valle de Cumanacoa Junto con el Aragua y el Neverí, el Manzanares constituye una subcuenca regional de la vertiente Mar Caribe. El Curso del Río Manzanares, contando desde su nacimiento en las altas vertientes del Turimiquire, es aproximadamente de unos 70 Km. La mayoría de sus afluentes se caracterizan por su corta extensión, sobre todo los de la margen derecha, que por


2 descender de las alturas menores a los 500 m. y con una lluviosidad poco abundante, se convierten en simples quebradas. Por su parte, de menor extensión son los de la margen izquierda, pero al recibir mayor lluviosidad en sus declives empinados, son riachuelos con fuerza, que van a breves cañones como el Río Brito, “o por grietas resultantes de la acción cártica en las rocas calcáreas. Humboldt describe una de estas grietas llamada Risco de Cuchivano, por la que sale el Río Juajua o Guasduas y forma cascada antes de penetrar en la llanura de Cumaná” (4). Localizada en una flexión de los estribos orientales del Turimiquire, está ubicado el nacimiento del Río Manzanares. Desde las alturas de la Cuesta de Cocollar, el Manzanares desciende, al igual que sus afluentes, por formaciones cretáceas, hasta el Valle de Cumanacoa, “rodean aquel valle altos montes, en cuyas vertientes, terrazas de origen lacustre, atestiguan la existencia de un antiguo lago. Las aguas de éste pudieron al cabo abrirse paso hacia el mar por la angostura donde se encuentra el pueblo de Arenas” (5). Ya en 1799, Alejandro de Humboldt, cuando visitó el Valle de Cumanacoa, indicó acertadamente que: la llanura de Cumanacoa, cubierta de cortijos y de plantaciones de añil y tabaco, está rodeada de montañas, más elevadas en la parte sur. Todo revela que el valle es un antiguo suelo marino, y las montañas que un día formaron su orilla, se precipitan casi verticales hacia el mar. Al excavar cimientos de casas, se encontraron cerca de Cumanacoa capas de cantos rodados con diminutas conchas de bivalbos debajo (6). Vila, retomando la exposición, hace referencias de San Fernando, e indica que dicho centro poblado se encuentra a 190 m.s.n.m., a unos 40 Km. del mar y a 30 de las nacientes del Manzanares. En esta población es donde, justamente, comienza propiamente el valle. En términos casi precisos, Vila dice: “tras las últimas estribaciones de la serranía, dominadas por el Cerro Imposible, el Manzanares tuerce hacia la entrada del Golfo de Cariaco siguiendo la llanura que el mismo ha formado” (7).


2

ALTOS, CUMBRES, CERROS Y MONTAÑAS EN EL TURIMIQUIRE Nombre

Localización

Altura (m)

Cerro Tristeza

Macizo de Bergantin, Sucre-Anzoátegui-Monagas

2.660

Cerro Turimiquire

Idem, Sucre-Monagas

2.596

Alto de Montañas Negras

Idem, Sucre-Anzoátegui

2.430

Cumbre del Yaque

Idem, Sucre-Anzoátegui

2.430

Alto de la Noria

Idem, Sucre

2.230

Cerro Negro

Macizo de Caripe, Sucre-Monagas

2.230

Cerro Peonía

Macizo Bergantín, Sucre-Anzoátegui

2.048

Cerro La Maravilla

Idem, Sucre-Anzoátegui

1.980

Cumbre de Majagual

Idem, Sucre

1.930

Alto de Pele el Ojo

Idem, Sucre

1.910

Alto de los Aguacates

Macizo de Caripe, Sucre-Monagas

1.740

Cerro El Guácharo

Idem, Monagas

1.690

Cerro El Llorón

Macizo Bergantín, Sucre

1.630

Cerro El Toro

Macizo de Caripe, Monagas

1.610

Cerro Grande

Macizo Bergantín, Sucre

1.590

Alto del Páramo

Macizo de Caripe, Monagas

1.530

Cerro de los Manatiales

Idem, Monagas

1.490

Cerro Dos Sabanas

Idem, Monagas

1.490

Cerro La Trampa

Idem, Sucre

1.490

Alto de la Pega

Macizo Bergantín, Sucre-Anzoátegui

1.470

Alto de Macanillal

Macizo de Caripe, Monagas

1.460

Cerro El Vigía

Macizo Bergantín, Sucre

1.450

Cumbre de San Francisco Macizo de Caripe, Sucre-Monagas 1.448 Fuente:Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (1979 ). Atlas de Venezuela .


2 PRINCIPALES TERREMOTOS OCURRIDOS EN EL ESTADO SUCRE 1530 - 1974 REGIÓN EPICENTRAL

FECHA

HLV

01-09-1530

10:00

Cumaná Cubagua

Numerosas

14-12-1797

19:00

Cumaná

16

15-08-1823

----

Cariaco

----

15-07-1853

14:30

Cumaná

113

17-01-1929

07:28

Cumaná

50

40-10-1957

00:57

Carúpano Río Caribe

----

20-09-1968

02:05

Paria

3

12-06-1974

12:22

Carúpano

1

Fuente:

Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas. 1993.

VÍCTIMAS


2 REFERENCIAS DEL CAPITULO II 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables, 1986, p. 12. Ibid, pp. 14-15. Idem. Vila, 1965, p. 387. Idem. Humboldt, 1975, p. 65. Vila, Op. Cit.


2

CAPITULO III PROCESO DE OCUPACION TERRITORIAL


3 Orígenes de la Población Americana Los humanos aborígenes de América no habrían hecho presencia en el continente, sino viajando hasta él en momentos ancestrales. Hasta ahora tiene bastante credibilidad que el proceso de poblamiento inicial vino desde Asia cruzando por el estrecho de Bering. Hoy existen evidencias sobre dos grandes períodos de traslado hacia América, la primera se ubica entre los 40.000 y 20.000 años antes de nuestra era (a.n.e.), y la segunda entre los 13.000 y 10.000 años a.n.e. La marcha hacia el norte, desde Siberia y luego hacia el sur, desde Alaska, fue realizada por primitivos cazadores asiáticos que iban detrás de mamuts y otros animales hoy extinguidos. En uno de esos bisontes bajo cacería fue hallada, pegada a uno de sus huesos, una punta rota de flecha. Las evidencias y demostraciones posibles han sido avaladas por el método de carbono 14, por el que el Museo Americano de Historia Natural estableció en 1955 -en Tule Springs, al sur del estado norteamericano de Nevada- la existencia de cazadores humanos hace cerca de 28.000 años. Con la utilización del mismo método, en la isla Santa Rosa -en el litoral californiano- el investigador Philip C. Or, en 1960, descubrió evidencias humanas de 29.650 años, en tiempos de la glaciación unida al continente. Al culminar la última glaciación, los niveles de los océanos se incrementaron, se interrumpió el paso por el estrecho de Bering, diversas áreas litorales se transformaron en islas, se modificaron los cursos de los ríos, se vieron afectados el clima y el tipo y distribución del manto vegetal, con su efecto subsecuente sobre el equilibrio entre las especies animales: algunas se multiplicaron y evolucionaron, otras se extinguieron. Estos cambios siguieron empujando al hombre hacia el Sur. Algunos se quedaron a la orilla de los grandes ríos, en su desembocadura, otros poblaron la línea litoral, otros se perdieron en el verdor de la Amazonia, otros residieron en las altas mesetas andinas. Aparentemente, hacia el noveno milenio antes de Cristo, el Homo Sapiens había recorrido el continente hasta su extremo Sur. Durante milenios, los paleosiberianos desarrollaron diversos idiomas y culturas y se transformaron ellos mismos en diversos pueblos (1). Los recientes estudios de antropólogos y lingüistas han construido conclusiones provisionales que dan cuenta de la heterogeneidad cultural en el área suramericana, y sobre todo en el bosque tropical de la Amazonia, llegando a establecer que es importante tener presente que Sudamérica es quizás una de las regiones que presenta el panorama lingüística más complejo y abigarrado del mundo, y esto se puede afirmarse aún en 1977 después de casi cinco siglos de invasión europea y de agresión lingüística y cultural sistemática que ha provocado la desaparición de por lo menos dos o tres cientos de lenguas (2). Poblamiento del Territorio Venezolano El conocimiento histórico de los ancestros aborígenes de Venezuela, antes de la invasión ibero-hispana, tiene sus soportes en una lenta y persistente labor reconstructiva que hacen los arqueólogos, pues al decir de Mario Sanoja: “uno de los objetivos fundamentales de la arqueología es la inserción de los fenómenos culturales dentro de un marco de referencia cronológica, la definición de los espacios geográficos ocupados y


3 utilizados por el hombre”, además de esto también se ocupa de los sistemas de producción “para hacer efectiva su subsistencia” (3). Parte de ese trabajo ha permitido establecer, que los grupos iniciales migratorios del espacio venezolano corresponden a la época paleo-india, hace aproximadamente 15.000 años a.n.e. Estos aborígenes paleo-indios, en un clima frío y templado, lograron mantener su subsistencia con la cacería de grandes mamíferos y la recolección silvestre, “Muaco y Taima-Taima, en el Estado Falcón; Manzanillo, en la Península de la Guajira y Rancho Peludo en el Río Guasare, son yacimientos representativos de la época” (4). Por el año 5.000 a.n.e., cuando se transforman las condiciones climáticas, termina la época Paleo-India y se inicia la presencia de temperatura cálida, los grandes mamíferos fueron desapareciendo hasta extinguirse, comenzando a formarse otro gran momento histórico: la época Meso-India. Durante esta época, los aborígenes dependían en su ingesta de la pesca y la recolección de mariscos, evidencia de ello “son los concheros o depósitos de comida en los Estados Falcón y Sucre” (5). En el año 1.000 an.e. la situación del clima era similar a la que hoy tenemos y se inicia el trabajo agrícola intensivo junto con la fabricación de cerámica, dándose inicio a la época Neo-India. Esta terminó con la presenica e invasión iberohispana, alrededor de 1.500. Los Pueblos Indígenas en el Oriente Venezolano El persistente avance de los estudios antropológicos ha permitido a investigadores como Mario Sanoja e Iraida Vargas, construir explicaciones científicas sobre sociedades venezolanas pretéritas, siendo posible conocer tanto los tipos de comunidades aborígenes como la heterogeneidad cultural de las mismas. En esta misma orientación, están los trabajos pioneros de Miguel Acosta Saignes, quien elaboró “sobre la base de los trabajos realizados por algunos autores extranjeros, como Steward, Kirchoff, Murdock y Metraux, y de acuerdo con nuestros propios análisis de las fuentes históricas las áreas siguientes: Aérea de la Costa Caribe.- Desde Paria hasta Borburata. Es preciso considerar tres subáreas: de los Cumanagotos, de los Palenques y los Caracas” (6). Para el resto del país, Acosta Saignes identifica otras áreas utilizando gentilicios, referentes geográficos o indicadores de producción: de los Ciparicotos, de los Arawacos occidentales, de los Jirajaras, de la Guajira y del Lago de Maracaibo, de los caribes occidentales, de los Andes venezolanos, de los Recolectores, de los Otomacos y de Guayana (7). Mario Sajona e Irradia Varas, refiriéndose a los tipos de comunidades y áreas culturales en el periodo de invasión hispana, establecen que presenta “la información sobre los tipos de comunidades de manera sintética, general, aplicando, con ciertas modificaciones, la división en áreas culturales elaboradas por Acosa Asignes” (8). Una síntesis del trabajo de estos investigadores, permite apreciar la dimensión e importancia de sus planteamientos: 1. Cuenca del Orinoco (Guahibos, Chiricoas, Arawak, Yaruros, Betoyes, Guamos, Guamonteyes, Taparitas, Otomacos, Salivas, Achaguas, Caquetíos, Tamanaco, Caribe). Abarca todas las zonas ribereñas del Orinoco, particularmente desde el Orinoco Medio hasta la región del delta. También se incluye las sabanas de los llanos altos occidentales.


3 2.

La Costa Centro Oriental, que se extiende desde el litoral central hasta la región costera del Oriente de Venezuela (Chaymas, Cumanagotos, Palenques, Píritus, Guayqueries, Parias, Tomuzas, Caracas). Sobre ella, destacan los autores, que: las comunidades nomádicas de recolectores de conchas parecen haberse extinguido o transformado en los primeros siglos de la era cristiana, desarrollándose desde entonces el modelo semi permanente sedentario, en el cual habrían persistido la explotación de recursos marinos de subsistencia a través de la pesca y la recolección de conchas, mezclado con la agricultura y la caza terrestre, la caza y la pesca (9). 3. Noreste de Venezuela (Caquetíos, Arawak, Jirajaras, Gayones, Coyones, Cuibas). Está representada por la “porción nor-occidental de Venezuela, enmarcada entre los llanos al este, al sur y por el piedemonte andino; al oeste la costa oriental del Lago de Maracaibo y al norte el Mar caribe” (10). Esta zona abarca los Estados: Falcón, Lara, Yaracuy, norte de Portuguesa y este de Zulia. 4. Región Andina: Timotes, Cuicas. 5. Piedemonte Occidental de los Andes: Quiriquires, Onotos, Opones, Chinatos, Zorcas, Chaqués, Buredes, Pemenos, Bobures, Quenaguas, Sunesuas, Corbagos, Choques, Chitareros, Laches. 6. Península de la Guajira: Cocinas, Guajiros, Onotos. La identificación etnolingüística del oriente venezolano para el momento histórico referencial, permite establecer -en general- las distintas etnias, además de ofrecer con certeza la situación espacial de los Coacas (Cuacas, Cuagas, Quacas) y Chaimas, aborígenes que habitaban el Valle de Cumanacoa. Tomando como referencia informaciones del historiador Herman González Oropeza (11), es posible dar detalles sobre lo que él llama “Mosaico lingüístico y étnico de nuestro oriente”: Los Cumanagotos habitaban el área costera desde Boca de Uchire hasta Barcelona, con extensión hacia el sur en las cercanías de Aragua de Barcelona. Los Palenques hacían vida en las cuencas de los ríos: Guaribe, Unare e Ipire. Los Tagare estuvieron ubicados entre la costa de Barcelona y Cumaná, con proyección hacia el sur hasta los piedemontes de la Serranía de Bergantín y Turimiquire. Los Guaiqueríes se localizaron tanto en la isla de Margarita como en ambas márgenes del Golfo de Cariaco. Los Waraos poblaron el Delta y la costa de manglares del estado Monagas. Los Paria habitaron la península homónima del estado Sucre. Los Chaimas, por su parte se establecieron en el norte del estado Monagas, el Alto Guarapiche y Caripe y la vertiente del Río San Juan, aproximándose hasta Aragua de Maturín. Mientras que los Coacas ocuparon mayormente las zonas altas de la serranía Turimiquire, éstos últimos tuvieron “una proyección sobre la vertiente norte del macizo oriental, aún más al norte de Cumanacoa”. Marc de Civrieux, refiriéndose al aspecto espacial de los Coacas, estableció que: Los Coacas fueron los indios de Turimiquire. Vivían esparcidos sobre las vertientes del norte y sur de la serranía de Turimiquire y en un hermoso valle estratégico y fértil, que algunos llamaban también de Turimiquire y otros, valle de Cumanacoa. Los Coacas se esparcían, además, sobre las montañas que circundaban el valle y posiblemente hayan llegado hacia el norte, a la costa del Golfo de Cariaco (12). Por su parte, Ruiz y Blanco señaló que “los indios Cuacas (…) habitaban en los valles próximos a la serranía de Bergantín (13).


3 Los estudios sobre naciones indígenas apenas está comenzando. Sobre los Chaimas, existe un texto homónimo elaborado por Luis Peñalver Bermúdez (14), mientras que con relación a los Coacas, los esfuerzos se han concentrado en artículos o ensayos. Las investigaciones arqueológicas en el Valle de Cumanacoa, han estado ausentes por lo que no existe, con total certeza, un conocimiento explicativo de la situación demógrafoespacial. Ayudarían en la construcción de una hipótesis inicial, los estudios referenciales realizados en el litoral sucrense y en el área norteña del estado Monagas, ambas muy cercanas al Valle de Cumanacoa. Hacia el año 5.000 a.n.e. se encontraban en la costa del litoral oriental venezolano, “poblaciones humanas que derivaban buena parte de su sustento de la recolección de moluscos marinos, al mismo tiempo que cazaban y pescaban en el mar, los ríos y las lagunas de las áreas costeras” (15). En otro corte temporal ubicado entre los 2.000 y 1.200 años a.n.e., las evidencias arqueológicas demuestran que es probable “la existencia de grupos recolectores que habitaban en las cuevas y abrigos rocosos del Macizo Caripe” (16). Uno y otro dato permiten pensar en la probabilidad de existencia humana en el Valle de Cumanacoa, al menos en los límites de las fechas indicadas, pero las investigaciones futuras dirán si los Coacas estaban en el Valle al menos desde 5.000 a.n.e. y cuales fueron sus rutas de movimiento por el territorio oriental. Como otras tantas etnias aborígenes venezolanas, los Coacas se extinguieron y al igual que en el caso de los Chaimas, sobreviven sus tradiciones culturales, sobre todo en el aspecto etnomusical (17).


3 REFERENCIAS DEL CAPÍTULO III 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17.

Castell, 1995, p. 69. Varese, en Pottier, 1985, p. 127. Sanoja, 1979, p. 13. Fundación Polar, 1988, p.3. Ibid, p. 4 Acosta Saignes, 1961. Idem. Sanoja y Vargas, 1992, p. 153. Idem. Ibid, p. 185. González Oropeza, 1985, pp. 122-123. Civrieux, en Lezama, 1985, p. 158. Ruiz y Blanco, 1965. P. XLVIII. Peñalver Bermúdez, 1993. Sanoja, s/f, p. 23. Ibid, p. 26. Hasta los comienzos del año 1997, cuando se terminó de redactar este libro, en el Valle de Cumanacoa hay cultores musicales de tradición indígena como: Los Carrizos Precolombinos, Jorge cabello, Quinteto Montes.


3

CAPÍTULO IV INVASIÓN Y COLONIZACIÓN ÍBERO-HISPANA EN EL ORIENTE VENEZOLANO


3 El descubrimiento de América y la circunnavegación de Africa crearon un nuevo campo de actividad para la burguesía en ascenso. El mercado de las Indias Orientales y China, la colonización de América, el incremento al comercio, a la navegación y a la industria un impulso jamás conocido hasta entonces y, con ello, un rápido desarrollo al elemento revolucionario dentro de la sociedad feudal en descomposición. (.…) La gran industria ha producido el mercado mundial, preparado ya por el descubrimiento de América. El mercado mundial promovió un inmenso desarrollo del comercio, de la navegación y de las comunicaciones por tierra. Este desenvolvimiento influyó a su vez sobre la expansión de la industria y, en la misma medida en que se extendían el comercio, la navegación y los ferrocarriles, se desarrollaba la burguesía, multiplicaba sus capitales y relegaba a un segundo plano todas las clases legadas por la Edad Media. Fuente: Marx y Engels, 1974, pp. 40-41.

Comercio y Expansión Europea Después de 1290, en Turquía, la tribu de los Orgul se independizó de los Selyúcidas y utilizaron la autodenominación: osmalins (otomanos), teniendo como líder a Utmán I. El principado otomano, militarmente poderoso, extendió su territorio hasta Bizancio. Para 1326, Anatolia (Asia Menor) estaba conquistada. La creación de los jenízaros (ejército elite permanente) hizo posible la invasión inicial a Europa (Bulgaria, Serbia, Bosnia, Albania) y luego al mundo musulmán (Siria, Egipto) y el norte de África; pero fue fundamentalmente la toma de Constantinopla, en 1453, la acción que perfiló el comienzo del Imperio Otomano. Este conjunto situacional hizo que el Imperio tuviera un fructífero papel tanto inevitable como ineludible intermediario comercial entre Europa y Oriente y junto a la coyuntura histórica del crecimiento del capitalismo comercial, propició los grandes viajes extracontinetales. Hasta la reconquista de Granada, en 1492, la historia de la Península Ibérica estuvo definida por los invasores árabes que habían llegado por Gibraltar en 711, comandados por Tarik. La liberación del territorio por parte de los reyes cristianos y la formación de factores integracionistas que tuvieron momento culminante con la unión de Castilla y Aragón, hicieron posible la unidad nacional y ese mismo año de 1492, Cristóbal Colón invade América. Que paradoja: subsiguientemente, España fue invadida por fenicios, griegos, cartagineses, romanos, visigodos y árabes. Ahora, ellos serán los invasores. Los “grandes descubrimientos” fueron iniciados por los portugueses y españoles, a los que siguieron otros pueblos: franceses, ingleses, y holandeses. (….) La idea de coger de revés al Islam tampoco fue extraña a la entrada en escena de los españoles, quienes, después de la caída de Granada, último reino musulmán en España, patrocinaron la empresa de Cristóbal Colón para buscar por el Oeste una ruta hacia Asia. (….) En el impulso de los europeos hubo igualmente causas económicas, que poco a poco se convirtieron en las más importantes (1). La presencia hispánica en los territorios americanos es un efecto directo del crecimiento del capitalismo comercial europeo y la integración al capitalismo internacional en su fase inicial, posterior al quiebre del sistema feudal de explotación.


3 La Provincia de Cumaná Manuel Beroes destaca que “en rigor, el relacionamiento inicial hispano con el territorio hoy venezolano constituyó un fenómeno de múltiples expresiones en tiempo y espacio, (…). Al mismo tiempo fue un fenómeno único, en tanto que su curso siguió líneas generales comunes y a lo largo de él se crearon las bases para la creciente interacción entre las distintas zonas a las cuales afectó” (2). La que en identificación colonial llegaría a ser la Provincia de Cumaná, fue expresión muy concreta de ese proceso único de múltiples dimensiones denominado tradicionalmente de conquista y colonización. Como se apreciará posteriormente, el acto de apropiación y pertenencia jurídica al imperio español de las tierras invadidas, no era en estricto la territorialidad, eran también los bienes naturales, o no, que fueron saqueados por la vía de la rapiña, de la expropiación. La población aborigen fue sometida a nuevos valores de formación socio-política. Se repartieron sus tierras, se les otorgó en encomienda, fueron sometidos a un régimen de trabajo feudal, y arrasados cuando intentaron manifestar inconformidades. Intentaron exponer unos datos que representaban la caracterización general inicial del proceso de formación de la Nueva Andalucía, en particular, pero que también afectó al resto de los pueblos del mundo sometidos a la colonización fundamentalmente europea. América, África y Asia, sufrieron las consecuencias de la expansión del sistema capitalista mundial. El Momento inicial de la colonización de estas tierras, estaba marcado por la descriptiva mirada de Cristóbal Colón, cuando en su famosa carta a la monarquía española, en 1498, llegó a expresar que más allá de Poniente las tierras eran más llanas, y que allí sería poblado, y por esto sería poblado, y mandé levantar las anclas y corrí esta costa fasta el cabo de esta sierra, y allí a un río surgí, y luego vino mucha gente, y me dijeron como llamaron a esta Tierra Paria, y de allí más al Poniente era más poblado; (3) Varios estudios se han realizado sobre el poblamiento hispano inicial en las costas del Estado Sucre, y más propiamente sobre la ciudad de Cumaná, pasando por el problema esencial que se manifiesta por la progenitora de ciudad continental y el inicio del proceso íbero-hispano de colonización. Para los efectos de interés, trabajaremos brevemente el segundo aspecto de la unidad problemática. A la investigación y exposición del poblamiento inicial íbero-hispano, se han dedicado, entre otros: Brito Figueroa, Medina Rubio, Ojer y, últimamente, Badaracco. Brito Figueroa indica que el poblamiento hispano de “la región costero-montañosa oriental, … se desarrolló con mayor lentitud que en otras regiones del territorio venezolano” (4), característica vital, pues implica el reconocimiento de situaciones contrarias al interés imperial, como era la defensa permanente que, de su territorio y espacio, hacían aborígenes orientales; señala el referido autor que “en 1515 un grupo de franciscanos a duras penas se mantenía en la “provincia y pueblo de Cumaná” (5). El establecimiento definitivo de esta fecha inicial aún no es uniforme entre los investigadores, historiadores o no, -a manera de ejemplo- pues mientras Ojer indica que fue en 1514 (6), Badaracco establece, al igual que Brito Figueroa, el año de 1515 (7).


3 Los religiosos franciscanos, dirigidos por el Padre Fray Juan Garceto (8) fueron los encargados de este asiento misional que fue luego destruido por los aborígenes. Siguieron luego otros intentos, con afanes de consolidación. Algunos corrieron la suerte del primer intento, ello hasta 1562 con la fundación de la Nueva Córdova. Sobre el proceso transicional de colonización, que marcamos entre 1515 y 1568 cuando “se crea la Provincia de Nueva Andalucía, con Diego Fernández de Serpa como gobernador” (9), hay que destacar sus elementos puntuales. Para los años de 1520, Cumaná es reedificada por Gonzalo de Ocampo bajo la identificación de Nueva Toledo, pero los aborígenes la vuelven a destruir y se inicia otra reedificación bajo la responsabilidad de Jácome de Castellón con el título de Nueva Córdova y posterior a la llegada de Diego Fernández de Serpa “los indígenas, exasperados por el tráfico esclavista, volvieron a destruir la ciudad” (10). Del investigador Pablo Ojer, basado en un ensayo titulado ¿Cuándo se fundó la ciudad de Cumaná? (11), elaboramos un resumen que presenta parte de la situación que hemos presentado antes: − − −

Misión Franciscana, 1514-1520 y 1521-1522, poblada de indios. La fortaleza de Nueva Toledo, 1521-1522, no tuvo carácter de ciudad. La colonia de Las Casas, 1522, no se le nombra ni como asiento, ni como villa, ni como ciudad. Sólo duró unos meses y no pasó de doce pobladores. − La fortaleza de Cumaná fundada por Jácome de Castellón -1523/1530- pudo dar origen a un pueblo, pero no llegó a ser una ciudad. − La fortaleza de Cumaná, bajo el mandato de Cubagua, a partir de 1533, no favoreció ciudad alguna. − Fundación de la Nueva Córdova, ½/1562, corresponde con el significado real de ciudad, que implica: pobladores españoles y ayuntamiento. Contrario a esta posición de establecer la fundación de Cumaná con Nueva Córdova, en 1562, está Badaracco, ardiente defensor de la primogenitura, al señalar: “comienza pues la fundación de Cumaná en 1515, cuando los religiosos franciscanos, dirigidos por Fray Juan Garceto, desembarcaron en esta playa y comenzaron a poblar, fabricando una casa de vivienda, un monasterio y plantando una huerta de frutales (12). Posteriormente a estos momentos de enfrentamientos casi permanentes e insistiendo en la consolidación de la política colonial imperial, se otorgan capitulaciones para propiciar la explotación, apropiación y colonización del territorio oriental. En 1533 la monarquía española otorga capitulación a Jerónimo de Ortal para “el territorio del Golfo de Paria” (13). Los términos del documento capitular, pueden expresarse en seis aspectos básicos: 1. Construir dos fortalezas para defensa de los españoles; la primera, al términos de dos años y la otra dentro de cuatro años contados desde la fecha de la capitulación. 2. Llevar dos religiosos franciscanos que se encargarían de “la instrucción de los naturales de la dicha provincia”. 3. Nombramiento del cargo de gobernador del “Golfo de Paria y de las provincias que por los ríos a él salen”. 4. Licencia y facultad para realizar comercio y rescate con los aborígenes de tierra firme. El rescate incluía: oro, plata, perlas, joyas, otros metales, ropas de algodón, canoas, “y todas otras qualesquier cosas que ellos tubieren”. En el rescate no debían


3 utilizarse fuerza o premios. Aparte de los autorizados para rescatar, que eran de tierra firme, también podían ir los españoles de la provincia de Cubagua. 5. Obligación de pagar el quinto real sobre bienes como: oro, plata, piedras preciosas, perlas y joyas. 6. Autorización para realizar repartimientos de tierra para que los colonos hagan sus casas y tengan sus cultivos. Otro documento importante es la “Capitulación por la cual se otorga a Juan de espés el territorio y gobernación de la Nueva Andalucía” (14), dada en madrid el 11 de marzo de 1536. El territorio que está descrito en la capitulación comprendía: dozientos leguas de costa en la Tierra Firme, que comience desde el río que llaman Salado, que está cerca del Golfo de Paria, continuadas la costa adelante como se corre hacia el oriente, norueste, sueste y la tierra adentro hasta trecientas leguas contando desde la boca del dicho Río Salado por derecho meridiano hazia el otro norte. Los términos de capitulación a de Espés comprenden siete puntos fundamentales que, resumidamente, son los siguientes: 1° Se otorga licencia para conquistar y poblar doscientas leguas de costa en la Tierra Firme, y hasta trescientas leguas de tierra adentro. 2° Nombramiento como gobernador y capitán general “de las dichas tierras e provincias, a las quales avemos mandado llamar e intitular la Nueva Andalucía”. 3° Por una vida se le da merced de títulos: adelantado de las tierras y alguacil mayor. 4° Licencia para construir hasta cuatro fortalezas “en las partes y lugares que más convenga”. 5° Facultad para importar, desde el reino de Portugal, islas de Cabo Verde o Guinea, cien esclavos negros, de los que un tercio serían mujeres. 6° Durante 10 años, a los vecinos españoles no se les cobraría impuesto de alcabala, ni tributo alguno. 7° Potestad para que los colonos tengan tierras y licencia para hacer encomiendas en la gobernación. Uno y otro documento reflejan las líneas maestras de la política imperial hispana en las tierras orientales venezolanas, en particular, y en América, en general: expropiación territorial, fundación de unidades demográficas, explotación de mano de obra esclava extrañados de sus espacios, explotación de indios bajo el régimen feudal de encomienda, cambio en las estructuras mentales a través de la imposición de otro régimen de organización político-social; autorización para operaciones de rescate de productos aborígenes, que terminó en una vulgar rapiña, como en el caso de las perlas. Para el año de 1678, cuando está en consolidación el proceso colonialista, el religioso Francisco de Tauste, escribe un ligero panorama de la Provincia de Cumaná, e indica que “viene a estar en medio de la de Caracas y la de Trinidad. Consta de cuatro poblaciones de españoles: la una, que es la principal y cabeza, llamada Cumaná, tendrá hasta 300 vecinos; la otra, llamada Barcelona, cuarenta; otra, llamada Cumanacoa o San Baltazar de los Arias, treinta; y la cuarta llamada Cariaco o San Felipe de Austria, dieciocho” (15). En 1761, el gobernador José Diguja Villagómez, en sus Notas para la más pronta Compresión del Mapa General de la Provincia de Cumaná, describió los límites provinciales cumaneses, estableciendo que son los siguientes:


4 Norte la misma Punta de Paria, Cabo de Tres Puntas siguiendo la Costa de Araya y Golfo de Cariaco, hasta llegar al Pueblo de Pozuelos que es ya la Provincia de Barcelona; por el Oeste, desde dicho pueblo de Pozuelos a la Mesa de Guanipa de sonde vuelven a tirar al Este hasta tocar con el Orinoco por el Este: las Bocas del Orinoco, río Guarapiche y Punta de Paria. Por el frente de la Guayana,… (16). La Provincia de Cumaná o Nueva Andalucía estuvo formada por el territorio que en la actualidad integran “los estados Anzoátegui, Monagas y Sucre y subsistió desde 1568 hasta 1810 y subsistió desde 1568 hasta 1810”, (17). Otros autores integran también el Estado Delta Amacuro en la unidad provincial (18).


4 REFERENCIAS DEL CAPÍTULO IV 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18.

Mousnier, 1974, p. 413. Beroes, 1993, p. 23. Colón, 1498, p. 7. Brito Figueroa, 1993, p. 127. Idem. Ojer, 1965, pp. 425-430. Badaracco, 1995, p. 16 Idem. Medina Rubio, s, pp. 107-108. Brito Figueroa, ibid. Ojer, ibid. Badaraco, ibid. Ver: Otte, 1965. Idem. Tauste, 1678; en carrocera, 1964, p. 164. Diguja Villagómez, 1761; en Arellano Moreno, 1970, p. 236. Troconis, 1981, p. 609. Prato-Perelli, 1990.


4

CAPITULO V TRABAJO ENCOMENDADO EN EL VALLE DE CUMANACOA


4 La clase terrateniente venezolana, en proceso de formación, fue de las más enérgicas en combatir la supresión del servicio personal de los indios, violando la letra y el espíritu de las leyes promulgadas por la Metrópoli, que imponía normas feudales o limitadas por el poder real y el Estado. Porque si bien es cierto que el encomendero carecía de jurisdicción civil y criminal sobre los indios, tenía el vínculo engendrado por la sujeción económico-social, que primero fue por una vida, pero que posteriormente se transmitió por dos, tres y hasta cuatro vidas en algunos casos. Fuente: Brito Figueroa, 1993 tomo I, p.

Las Encomiendas La implantación y desarrollo del trabajo encomendado en Venezuela, es reflejo del fuerte componente feudal que marcó, en gran parte, el proceso de colonización. El privilegio de recibir encomiendas, sistema iniciado en los comienzos del siglo XVI, implicó el expreso sometimiento de indígenas a la condición servil bajo el tutelaje del encomendero. Este sistema de vil explotación “convertía” al indio en súbdito del reino metropolitano y tenía que pagar tributo en servicios. Pueblos indígenas enteros eran sometidos por los encomenderos hasta por cuatro vidas, constituyendo una serie de generaciones sometidas. Juan de Solórzano y Pereira las define como el “derecho concedido por merced real a los beneméritos de las Indias para percibir y cobrar para sí los tributos de los indios, que se le encomendaren por su vida, y la de un heredero, conforme a la ley de sucesión, con cargo de cuidar del bien de los indios en lo espiritual, y temporal… (1). De cuerdo con Brito Figueroa, “las encomiendas, antes y después de las Leyes Nuevas de 1542, consistían en mercedes concedidas por el Estado Metropolitano que autorizaba a los encomenderos a exigir compulsivamente de los indios de su encomienda un tributo en fuerza trabajo (prestación de servicios personales) y en especie, frutos de la tierra, ganado menor, aves, mantas y tejidos de algodón, etc. (2). En Venezuela, diversas etnias indígenas estuvieron bajo el régimen de encomiendas. En documentación que cubre desde 1603 hasta 1672, fue posible localizar, entre otros, a: Jijaras, Quiriquires, Ajaguas, Onotos, Ayamanes, Coyones, Camagos, Camacaros, Caquetíos, Cuicas, Cumanagotos, Chacopatas y Zaparas (3), y esto es una breve muestra que cubría las áreas central y occidental del país. En el oriente venezolano, es bastante probable que la primera intención con carácter de encomienda, se encuentre en la Capitulación otorgada a Juan de Espés, el 11/03/1536, para “el territorio y gobernación de la Nueva Andalucía”. Uno de los mandatos reales de la Capitulación, expresa que Concedemos a los dichos vezinos y pobladores que les sean dados por vos los solares e tierras convenientes a sus personas, conforme a lo que se ha echo e hazce en la dicha isla Española, e ansimismo os daremos licencia para que en nuestro nombre durante el tiempo de vuestra gobernación hagaís la encomienda de los indios de la dicha tierra , guardando en ella las instrucciones e provisiones que vos serán dadas (4). Encomiendas en el Valle de Cumanacoa


4 El avance del proceso invasor-colonialista implicó, también, el sometimiento de los indígenas sobrevivientes. En el caso del Valle de Cumanacoa y sus alrededores, este proceso comenzó bien temprano. En el Título de Encomienda otorgado a Diego de Betancurt, por el gobernador Juan de Haro, en mayo de 1617, se indica lo siguiente: Por cuanto por Gregorio de Umpierres vecino de esta ciudad de Cumaná, en ella en 18 días de este presente mes y año por el escribano de suso escrito hizo y otorgó, de su libre y espontánea voluntad y fitura (sic) dejación del indio principal llamado Pumetan que vivía en la provincia de Cumanacoa y del principal que le sucedió y de todo lo que a ellos anejos y pertenecientes, en manos y cabeza de Su Mjd. Por las causas y razones en ella contenidas y por constar mejor vista de ojos ser vistos y verdaderos y haber visto este título de encomienda que del dicho principal trae el dicho Gregorio Umpierres que le fue dado por el gobernador don García Fernández de Serpa en 10 días del mes de mayo de 1576 por ante Juan Gago, escribano público que a la sazón era,… (5). Siguiendo los aportes de este dato, no es descabellado pensar en la posibilidad de establecer la presencia hispana en el Valle de Cumanacoa, en momentos bien tempranos del siglo XVI. Los actos precedentes a la otorgación del título de encomienda, apoyan en gran parte la orientación de la conjetura, valga decir: explotación territorial, guerra contra los aborígenes, registros y censos demográficos y beneficios que ofreciera el valle, fundamentalmente. Hay, entonces todo un proceso previo que hay que tomar en cuenta y no el sólo dato cronológico. Según los registros efectuados por Fernando de la Riva Agüero, oidor de la Audiencia de Santo Domingo, en el año de 1688, perteneciente al Valle de Cumanacoa y zonas de influencia, estaban otorgadas siete (7) encomiendas localizadas en: Valle de Guarintar, Valle de Cocoyar, tierras junto al Río Aricagua, valle de Cumanacoa, Valle de Tunantar, Valle de Canapan y tierras en el Neverí. Siendo encomenderos titulares: Fernando del Bastardo y Loaysa, Diego Rengel, Melchor Martínez de Gordón, Antonio Martín Jiménez, Pedro Rendón Sarmiento, Jacinto de Peñalver y Francisco Mejía Boza de Zerpa. Los caciques encomendados eran 28, de las etnias Cuaca y Chaima. Para el momento de la visita, la población indígena sometida al régimen de encomienda llagaba a los 927, de los que 446 eran mujeres y 481 eran hombres. Veamos algunos procesos vinculados a encomiendas. Encomienda otorgada a Fernando del Bastardo y Loaysa, Valle de Guarintar y Valle de Cumanacoa En el “Título de la encomienda y valle de Guarintar al capitán don Luis Bastardo de Loaysa en consideración por sus servicios” (6), de 1645, queda establecido el proceso por el que Bastardo de Loaysa se hizo encomendero: a) la encomienda del Valle de Guarintar había quedado vacante por las muertes de Francisco López Uquillas, quien la poseyó en primera vida, y de Sebastián López Uquillas, poseedor en segunda vida, ambos de la ciudad de Cumaná; b) de acuerdo a disposiciones reales, la situación de encomienda “vaca” se notificaba por “edictos y pregones y corrieron en ella término de treinta días”; c) el capitán Luis Bastardo de Loaysa “presentó los papeles de sus servicios” al rey, donde constaba: que había estado en la Armada Real del Mar Océano y participó en la Restauración del Brasil, en el año de 1630 se mudó y contrajo matrimonio


4 en Cumaná, actuó con el gobernador Benito Arias Montano, en 1633, en el sitio de Unare, luego fue enviado a la ciudad de San Cristóbal de los Cumanagotos para que “remitiese como lo hizo para la provisión de la fuerza de Araya, dos mil fanegas de maíz”; d) de acuerdo a los antecedentes señalados y otras previsiones jurídicas, se hizo “merced de la dicha encomienda en nombre de S. Mjd. Al dicho capitán don Luis Bastardo Loaysa” La encomienda otorgada a Luis Bastardo de Loaysa, estaba compuesta de la forma siguiente: Caciques

Sitio

Anteriores Encomenderos

Guacaguanel (+)

Poranocotar

Juan Páez Freira (+)

Guaraicapa (+)

idem.

Francisco López (+)

Apracaymas (+)

Idem

− Puertos de pesca en el mar.

Guaymure

Anaporoquare

Taureima

Papacuchinare

− Mitad del Guarintar.

Yripita (+)

Cumanacoa

Andrés Díaz (+)

Cariamana

idem.

Francisco López (+)

Otorgamientos − Las Tierras y todo lo que “les diese anejo” Valle

de

− Tierras.

(+) Difuntos a la fecha de nuevo otorgamiento. De fecha 2 de mayo de 1646 se expide la “real Cédula de Confirmación de los indios que el gobernador de la provincia de la Nueva Andalucía encomendó por dos vidas a don Luis Bastardo de Loaysa en consideración sus servicios” (7). En el documento de posesión registrado por el escribano Juan de Ortega Martínez (8), se describe el ceremonial de propiedad de encomienda, realizado en Cumaná el 27 de abril de 1676; presentes en el acto estaban: el capitán Tomás de Cotillo, alcalde ordinario; el escribano; los testigos Fernando del Campo, Juan Alvarez Pereira y Francisco Placea; el beneficiario de encomienda, alférez real Fernando del Bastardo y Loaysa y el indio Lázaro, alguacil de la encomienda situada en el Valle de Cumanacoa. Parte del acto de posesión de encomienda se iniciaba con un interrogatorio al indio Lázaro y “examinado constó ser ladino y cristiano”; traía una “vara de justicia” como indicador de su alguacilazgo de la encomienda de indios de Bastardo y Loaisa, situada en el Valle de Cumanacoa bajo el mando del cacique Taureima. Seguidamente, el capitán Tomás de Cotillo tomó por la mano al indios Lázaro y lo entregó a Bastardo de Loaysa “como a su legítimo encomendero”, luego “le mandó arrimar la vara que trae de tal alguacil a una pared y que mudase como mudó una silla de una parte a otra”. Fernando de la Riva Agüero, en 1688, en su visita a la ciudad de Cumaná (9), hace cargos contra Bastardo y Loaysa, una vez que “ha visto la sumaria información y demás diligencias”. Los cargos fueron: 1. El cura doctrinero desconocía la lengua de los indios y la ermita carecía de campana, manteles para el altar y ornamento apropiado.


4 2. 3. 4.

5.

6.

“No haber tenido los indios poblados en forma”, tampoco haberles dado bula Santa Cruzada, ni asistirlos cuando han enfermado, y deberle al cura doctrinero treinta y tres pesos. “Haber poseído y disfrutado diferentes indios sin pertenecer a su encomienda”: Andrés, Luis, Martín, Gabriel, Manuel, Alonso, Juan y Pedro. tener en el territorio de encomienda, estancia y casa, viviendo temporadas con su mujer, hijos y criados; utilizando las aborígenes para que molieran maíz y los niños indios como pajes; también tuvo hasta su muerte, a una india en “servicio de puertas adentro”, llamada Lucía. No fue cancelado el medio real diario que corresponde por servicio personal los tres días a la semana, y utilizar “todos los indios sin exceptuar los menores de catorce años ni los mayores de sesenta”. En una ocasión llevó indios a Cumaná para que trabajaran en la fabricación de una casa. En el último de los cargos es acusado de ofrecer regalos a los indios si no decían nada en su contra y que sólo declararan “que era buen amo”.

Diego Rengel de Loaysa, Valle de Cocoyar Otra encomienda dada en la Provincia de Cumaná, estuvo en el Valle de Cocoyar. El título de otorgamiento calzado con la firma del gobernador y capitán general Juan Martínez (10), es claro en los detalles que llevaron al reconocimiento de la merced. La encomienda de indios en el valle de Cocoyar era usufructuada por el capitán Juan Rengel en segunda vida, y había quedado vacante “por dejación”. Esta encomienda fue admitida por Real Cédula del 15 de septiembre de 1618 (11). Luego de un proceder similar, como en el caso de Bastardo y Loaysa, Diego Rengel de Loaysa presenta credenciales que puedan hacerle merecedor de la encomienda vacante: a) alférez de infantería de la fuerza de Araya; b) defensor de Cumaná cuando fue invadida “el sábado veinte de abril del año pasado de mil seiscientos y sesenta y nueve cuando el enemigo inglés intentó el saco de esta ciudad”; c) está al servicio del gobernador desde el 26 de julio de 1669, “habiéndose hallado en todas las ocasiones que han ofrecido de levantamiento de indios, castigo y sosiego de ellos”; de Loaysa fue cuatro veces alcalde ordinario y procurador general de la ciudad de San Baltasar de los Arias. La encomienda dada al alférez Juan Rengel de Loaysa, incluía lo siguiente: Caciques

Sitio

Encomendero Anterior

Otorgamientos

Catachire (+)

Valle de Cocollar

Juan Rengel Durán

− Poblados

Hernando (+)

− Tierras

Francisco

− Aguas − Cazaderos − Pescadores − Indios


4

El acto de posesión se realizó en la ciudad de Cumaná el 31 de julio de 1671 ante el maestre de campo Luis Bastardo de Loaysa; el protocolo incluyó, también el simbolismo de entrega que, en este caso, se hizo con el indio Baltasar (12). La encomienda fue confirmada por la reina en enero de 1675 (13). La Real Cédula concedía la encomienda “por una vida y la de un heredero”. El 17 de diciembre de 1685 fue realizado un segundo acto de posesión, ello debido a la muerte del capitán Juan Rengel de Loaysa. El reclamo y petición de segunda vida fue solicitado por Josefa Centeno, viuda del capitán Juan Rengel, en beneficio del hijo de ambos llamado Diego de Loaysa, quien para la fecha tenía siete años de edad (14). El oidor y juez de visita al hacer los cargos una vez que vio “la sumaria información y demás diligencias” (15) determinaron los cargos siguientes: 1. No haber tenido doctrinero que hablara la lengua de los aborígenes, ni la iglesia “con la decencia necesaria”, pues carecía de campana, manteles y ornamentos para el rito de misa. 2. No pagar con puntualidad los servicios del doctrinero y aún le deben cuarenta pesos; así mismo “no haber tenido los indios poblados en forma ni haberles dado de Santa Cruzada” y tampoco atender los aborígenes enfermos. 3. Haberse servido de indios que no pertenecían a su encomienda: Jacinto Magulla, Bartolomé, Pedro Amaraste, Nicolás de Amaraste, Gabriel Centeno, Juan Duran, Fabián, Juan Paraguas, Juan Vellido y su hijo, Jacinto Arrían, Domingo, Gaspar, Gregorio, Diego y Cristóbal. 4. “En contravención de lo en esta materia por su Majestad está ordenado” ha tenido casas en el asiento de la encomienda; murieron en Cumaná tres indias llamadas Juana, Inés y María y dos muchachos llamados Juan y Baltasar. “Y la dicha doña Josefa Centeno se sirvió mucho tiempo de un indiezuelo llamado Luis”. 5. No haber pagado, por cada día de trabajo. Además, ha utilizado indios con edad menor a los catorce años. 6. Cuando vivía Juan Rengel, este “trajo a esta ciudad doce indios de su encomienda para que trabajasen en aliñar sus casas, hechar la torta y cercar el corral”; en otra ocasión fueron llevados cuatro indios a cortar madera para el convento de Santo Domingo. Melchor Martínez de Gordón, junto al Río Aricagua Francisco de Vicero Galindo y Torralva, gobernador y capitán general de las provincias de Nueva Andalucía, Nueva Barcelona y San Cristóbal de los Cumanagotos, otorgó título de encomienda a Melchor Martínez Gordón, en 8 de mayo de 1685, “junto al río llamado Aricagua” (16). El referido título indica que era una encomienda que había “vacado” y que en primera vida la poseyó el maestre de campo José Merchán, y no habiendo sucesor para la segunda vida y “por su mucha edad hizo dejación de ella”. Luego del aviso y notificación de estilo, se presentó con petición, Melchor Martínez Gordón. Los recaudos probatorios de servicio al rey, dan cuenta -siguiendo al documento referido- de los siguientes aspectos: a) servicio a la corona desde 1668 como soldado arcabucero de la Real Fuerza de Araya, alférez de infantería, alférez real y capitán de infantería de la misma Fuerza; b) casado con Leonor María de Arze y Lugo, “legítima


4 nieta y bisnieta por ambas líneas, paterna y materna, de los primeros descubridores, conquistadores, pacificadores y pobladores de esta provincia”. Luego de una extensa y pormenorizada presentación de los servicios de los antecesores a la monarquía, se decide conceder encomienda al capitán Martínez de Gordón (17) “por su vida y la de un heredero”. Los datos de la encomienda otorgada, son los siguientes: Caciques

Sitio

Encomendero Anterior

Otorgamientos

Amaynama

Junto al Río

José Merchán

− Capitanes y capitanejos

Chacapraca

Aricagua

− Indios e indias − Tierras − Cazaderos − Pescaderos

De los títulos de encomienda revisados, este es el primero donde se declara expresamente la ocupación de la mano de obra indígena, pues les correspondería “trabajo de los tres días de la semana para la siembra de maíz y cazabe y otros frutos semejantes en que por no tener otra forma de satisfacerlas” (18). El acto de posesión de encomienda se realizó en la ciudad de Cumaná en junio de 1685 ante el capitán Juan Francisco Calvo Matajudios, alcalde ordinario de dicha ciudad (19). En esta oportunidad, un indio de nombre Diego de Brito actuó “en nombre” de los encomendados, utilizándose el ritual de silla mudada. En el registro de cargos contra Martínez Gordón (20), aparecen -entre otros- los siguientes cargos: 1. No tenía cura doctrinero versado en la lengua autóctona y la iglesia “no con las calidades a que los encomenderos están obligados”. 2. No había pueblo formado, ni les había dado a los aborígenes bula de Santa Cruzada. “Y así mismo de haber tenido en la demarcación y territorio de su encomienda labranza de yuca, maíz y caña, trapiche y casa en que ha vivido en diferentes ocasiones…”. 3. Utilización de indios menores de 14 años y mayores de sesenta y llevarlos, por dos o tres meses, para una pesquería en Araya. No les pagaba el medio real correspondiente. 4. Aceptó un acuerdo de alquiler de indios que había hecho José Merchán, anterior encomendero, y “después los alquiló de nuevo a Andrés Blanco, teniente de Cumanacoa, para que le trabajasen en la misma ocupación de moler en trapiche”. Antonio Martín Jiménez, Valle de Cumanacoa La encomienda dada a Antonio Martín Jiménez es una de las más antiguas entregada, por primera vez, en el Valle de Cumanacoa.


4 En el título de encomienda otorgado por Benito Arias Montano, gobernador de Nueva Andalucía, a Lázaro Jiménez, están los detalles y causas de la merced. Siguiendo el esquema del contenido del documento, primero se ofrecen los aspectos por los que Lázaro Jiménez fue considerado merecedor de la encomienda. El primer aspecto que destaca, es que estaba “casado con doña María de Lizazo, hija y nieta legítima de los primeros pobladores de esta ciudad y bisnieta de Juan Rengel el Viejo”; de seguidas se señala que Lázaro Jiménez había “acudido como buen soldado en las ocasiones que hubo y tuve en esta gobernación, así en Unare como en la isla Tortuga contra los enemigos holandeses”. Estos dos elementos fueron considerados como suficientes para el otorgamiento de indios encomendados. Los términos de la encomienda fueron los siguientes: Encomendero Anterior

Caciques

Sitio

Otorgamientos

Villacorta

Cumanacoa

− Capitanes y capitanejos

Chequetemane

Paracurinare

− Indias e indios

Imanecane

Manicuare

− Tierras − Aguas − Cazaderos − Pescadores − Indios

Esta encomienda pudo otorgarse “por estar vaca… por muerte de Francisco Alejos de Valencia que la poseía en segunda vida” (21). Como información altamente significativa para el estudio de la penetración hispana en el valle de Cumanacoa, hay que destacar que el título original de esta encomienda, valga decir: el primer título otorgado, estaba firmado por el gobernador y capitán general García Fernández de Serpa, el 21 de octubre de 1575 (22). En el acto de posesión de encomienda en favor de Lázaro Jiménez (23), realizado en Cumaná el 5 de febrero de 1637, fueron presentados tres indios de las encomiendas: Pablo, Yconorico y su hijo Francisco. Luego siguió el acto de toma de manos y muda de sillas. Dos días antes de cumplir un año el acto de posesión, fue elaborada en Madrid, el 3/2/1638, la Real Cédula de confirmación de encomienda dada a Lázaro Martín Jiménez (24). Para 1675, Antonio Martín Jiménez, hijo de Lázaro Martín, pide la encomienda que tenía su difunto padre alegando derecho de sucesión (25). Los cargos que el oidor y juez de la causa, Fernando de la Riva Agüero, imputa al encomendero Antonio Martín Jiménez, son de tal magnitud, que se inician con una notificación de “quedar preso en su casa”. La especificidad de los cargos (26) indica lo siguiente:


5 1.

El primer cargo está identificado con el reclamo de no tener “doctrinero inteligente en la lengua de los indios”, “ni iglesia con los requisitos a que los encomenderos están obligados”. 2. El segundo cargo apunta a la fórmula tradicional “de no haber dado a sus indios Bula de la Santa Cruzada”, no se han atendido los enfermos y “en contravención de lo dispuesto” ha tenido trapiches y casa en el territorio de la encomienda y vivido junto con sus criados y esclavos. 3. El tercer cargo contra Antonio Martín es por haber tenido “de puertas adentro”, en su casa, una india soltera llamada Petrona, hasta que murió. Luego “intentó llevarse a su casa otra india”, de la misma encomienda de Cumanacoa llamada Teresa Andrea; en este caso, Teresa Andrea era mujer del indio Juan Grande, y cuando su abuelo Marcos, “capitanejo de la encomienda” le hizo el reclamo por el rapto, “le quebró en el cuerpo a palos un bordón que tenía y de un golpe lo descalabró y después de apaleado lo metió en un cepo y el mismo día llevó a su casa la dicha india Teresa Andrea”, “y vivió con ella trato ilícito hasta que murió como la antecedente”. En el cargo se explica que el encomendero justificaba esta acción por que el abuelo Marcos “estaba amancebado con su nieta Teresa Andrea y que para quitarlo se la sacaba de su casa y llevaba a la suya”. 4. En el cuarto cargo, Antonio Martín es acusado de poner a trabajar, en labores de trapiche, a todos los indios sin excepción de edades, “a los capaces de trabajar” los ponía en labores de lunes a sábado; de día haciendo corte de caña, y de noche moliendo. 5. El quinto cargo refiere que por el trabajo en los trapiches, un muchacho aborigen, de nombre Celestino, perdió un brazo por la acción de las mazas. 6. En los cargos del numeral seis se indica: no haber pagado el medio real por jornada de trabajo, ni en dinero ni en especie; a dos indios que reclamaron su pago los puso a “trabajar desde la mañana hasta la noche sin descansar más que un rato breve mientras comiesen”. 7. En el numeral siete, es acusado el encomendero de alquilar “algunos años doce familias de indios de la encomienda” para labores de trapiche y por cada año recibía en pago “cien panes de azúcar que con mucha diferencia hacen cien arrobas”. 8. En el último de los cargos, es indiciado de no haber pagado el impuesto de media anata “privando a Su Majestad de lo que justamente se le debía de este derecho”. Luego de las respuestas que hizo Antonio Jiménez a los cargos impuestos por el oidor Riva Agüero, y escuchadas las versiones de los tres testigos, “se le alza la carcelería” y se obliga al pago de 200 pesos “para la cámara de Su Majestad, gastos de justicia y estrados del Real Consejo de estas Indias” (27).


5

OTORGAMIENTO DE ENCOMIENDAS Valle de Cumanacoa Encomendero

Fecha del Título

Fernando del Bastardo Diego Rengel Melchor Martínez Antonio Martín Pedro Rendón Jacinto de Peñalver Francisco Mejías

1645 1673 1685 1637 1659 1676 1659

Fuente: Prato-Perelli, 1990, Tomo I. p. 112.

Real Cédula de Confirmación 1646 1675

Principales Encomendados 04 01

1638 1662 1680 1662

03 06 10 04


5

INDIOS ENCOMENDADOS Nueva Andalucía 1688

ENCOMENDERO Fernando del Bastardo Diego Rengel Melchor Martínez Antonio Martín Pedro Rendón Jacinto de Peñalver Francisco Mejía TOTAL

VIVIENDAS

HOMBRES

MUJERES

23 45 23 47 70 25 23

37 82 40 65 110 51 43

28 67 37 58 123 40 37

298

481

446

Fuente: Prato-Perelli. 1990. Tomo I. p. 204.


5 REFERENCIAS DEL CAPÍTULO V 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23.

Citado por Brito Figueroa, 1993, tomo I. p. 76. Brito Figueroa, 1985, p. 31. Dávila, 1930. Otte, 1965. Negritas añadidas. Título de encomienda de Diego Betancourt; 1617, mayo 24; en Prato-Perelli, 1990, Tomo III. 288-289. En Prato-Perelli,, 1990, tomo III, pp. 15-18. Ibid, pp. 19-20. Ibid, pp. 27-28. Ibid, pp. 29-30. Ibid, pp. 44-47. Ibid, pp. 44. Ibid, pp. 47-48. Ibid, pp. 48-50. Ibid, pp. 50. Ibid, pp. 54-56. Ibid, pp. 66-71. Ibid, pp. 70. Idem. Ibid, pp. 71-72. Ibid, pp. 74-75. Ibid, pp. 92. Ibid, pp. 92-93. Ibid, pp. 94.


5

CAPÍTULO VI ESCLAVOS Y MANUMISOS


5 El tema relativo a los esclavos africanos y sus descendientes en Venezuela está relacionado con muchos otros: el del régimen esclavista en América, el de la economía impuesta por las potencias colonialistas y sus variantes regionales; el de las estructuras sociales sostenidas por el trabajo de los esclavos; el de los cuerpos jurídicos creados por las metrópolis para mantener el sojuzgamiento de sus dependencias americanas; el de los esfuerzos permanentes de los esclavos por su libertad; el de su participación en las luchas independentistas de las diversas regiones continentales, el de las relaciones entre indios, negros, blancos y otros sectores, etc. En el caso específico de Venezuela, se añaden las características del régimen colonial español y las particularidades propias de las regiones del país en cuanto a su producción económica, al desenvolvimiento demográfico, al intercambio comercial y a la condición tan variada de la geografía, expresada en comunicaciones, poblamiento predominantemente de la costa, ríos navegables, zonas selváticas, llanuras y cordilleras. (Acosta Saignes, 1988, Procedencia de los africanos , p. 123).

Los imperios colonialistas europeos del siglo XVI impulsaron y desarrollaron el comercio de la mano de obra esclava de origen africana; portugueses, españoles, ingleses, atiborraban sus barcos al máximo posible de mujeres, hombres y niños que eran colocados como producto para la venta en los mercados negreros. Los altos beneficios que producía este lucrativo negocio y la acción de eludir impuestos, hicieron que surgiera el tráfico “ilegal”. Si, el contrabando marcó gran parte de la mano de obra negra esclava que era trasladada forzosamente a las costas americanas. La cultura del desarraigo se produjo en “africanos llegados a Venezuela para servir funciones de esclavos, provenían de Guinea, Angola, el Congo y otras regiones occidentales; pertenecían a los que los antropólogos han denominado cultura bantú” (1). El Mercado de Esclavos Ya en la segunda década del siglo XVII, la ciudad de Cumaná era testigo del comercio público de mano de obra esclava. En esta actividad, por la importancia que tenía, participaban: el gobernador, los oficiales reales, el tesorero, el contador y un pregonero indígena. Se impuso, buscando el máximo beneficio, el sistema de almoneda, que consiste en la venta pública de bienes con licitación y puja. En aquella oportunidad, le tocó al indio Gonzalo recorrer el centro de Cumaná pregonando “en altas voces”: por el lote de veinte cabezas de negros y negras, chicos y grandes, que hacen quince piezas, dan mil trescientos cincuenta pesos y por el lote de veintiuna cabezas, que hacen dieciséis piezas, dan mil trescientos pesos y por el lote de las veinticuatro cabezas, que hacen las diecisiete piezas y media dan mil cuatrocientos pesos, ¿Hay quién puje? ¿Hay quién diga más?, que se han de rematar en la persona que más diere por ellos (2).


5 Así comenzaba el proceso de venta de seres humanos que en esta oportunidad fueron traídos en el buque “Nuestra Señora de la Rocha” hasta las costas de Cumaná. Aquí, en la plaza de la ciudad provinciana, se daban cita los compradores esclavistas, apreciar su mercancía, hacer la puja, comprar, oficializar el padrón de esclavos, y llevarse “sus esclavos” hasta las plantaciones de tierras fértiles. Aéreas de influencia de Cariaco, Cumaná, Carúpano y Cumanacoa, sintieron con fuerza la presencia africana en todos sus órdenes. Al igual que hubo un sistema de trabajo con base en mano de obra esclavizada, con todos los elementos que ello significa, también sucedieron rebeliones por la búsqueda de la libertad, libertad para estar lejos de la mano opresora del esclavista y de los capataces de látigo en mano. En la mal llamada historia de Venezuela o historia nacional, sabemos de insurrecciones -por no tener ahora un término más objetivo y representativo- “clásicas” tipo Andresote, en 1732, o José Leonardo Chirinos y José de la caridad González, en 1795. Siguen pendientes otros movimientos no estudiados o insuficientemente investigados. En las tres primeras décadas del siglo XVII, Alvaro Merchán participó varias veces en acciones contra esclavos negros que se habían rebelado en zonas del valle de Cariaco, y lo hizo por diferentes veces y a su costa yendo por cabo de tropas de soldados al valle y montañas de Cariaco a ofender y apresar los negros alzados que huyen del servicio de sus amos y de las rancherías de las perlas se habían allí congregado y juntado y hecho pueblo, matándolos y desbaratándolos, y que prendió y trajo una vez a esta ciudad (de Cumaná) 16 de ellos con su capitán llamado El Tonto de quien se hicieron cuartos y que esto sucedió gobernando el dicho don Diego Suárez de Amaya y que después, gobernando el capitán Alonso Fernández de la Rosa el año de 1632 volvió a ir por cabo de otra tropa de soldados a seguir y castigar los dichos negros alzados Tabién vale destacar, que para el momento histórico en cuestión, “Isidro Maya de Castro, Tomás Calleja, Francisco Alcalá y Pedro Esquivel, hacendados de Cumaná, importan negros y pagar su valor en ganado mular, pescado seco y cueros de vaca al pelo” (6). Rayando el siglo XIX, Humboldt hace estadía en Cumaná. En medio de sus observaciones estelares y fenómenos meteorológicos, también presenció hechos que lo “sublevaban”: Una gran parte de la gran plaza está rodeada de soportales, por encima de los cuales corre una larga galería de madera, muy corriente en todos los países cálidos. Allí eran vendidos los negros que traían de las costas africanas… Los esclavos puestos a la venta eran jóvenes de 12 a 20 años. Cada mañana se les daba aceite de coco para que se frotaran el cuerpo, con lo cual su piel quedaba negra y brillante. A cada momento se presentaban compradores que, examinado las dentaduras de los mozos, calculaban su edad y su estado de salud; les habrían la boca, exactamente como se hace en el mercado de caballos… Cuanto más profunda fue la impresión que nos produjo la primera ventas de negros que asistimos en Cumaná, tanto más nos felicitamos de encontrarnos en el seno de un pueblo y un continente donde este espectáculo es muy raro, y el número de esclavos en


5 general, es casi insignificante. En 1800 no pasó de 600 en la provincia de Cumaná y Barcelona… (7). Aquí están los rasgos generales de un mercado que se mantuvo en parte del tiempo histórico venezolano colonial y republicano. Entrando ya el siglo XIX, tenemos un testimonio documental: el testamento de Vicente Sucre, padre del Gran Mariscal de Ayacucho, publicado en el periódico Renacimiento , el 3 de febrero de 1936. En la cláusula once, dicta Vicente Sucre lo siguiente: Declaro que cuando hemigré tenía noventa y siete esclavos de varios tamaños, de los quales el gobierno español le permitió a mi muger sacar nueve para la Ysla de Trinidad, dejando en la hacienda ochenta y siete, de los quales sólo he podido recoger cincuenta y uno, y los treinta y seis que faltan, unos han muerto defendiendo la Causa, otros de muerte natural, y quatro que se llevaron los españoles, …, y los esclavos que fueron a Trinidad los vendimos para mantenernos… (8). Trabajo Esclavo Aparte del proceso enteramente productivo, que en Cumanacoa estaba ligado fundamentalmente al cultivo de la caña y a labores de trapiche, los esclavos también fueron utilizados para “someter indios cimarrones de Cumaná”. Esta acción -solicitada por el Fray Lorenzo de Zaragoza- fue realizada en San Fernando en el año de 1694. Los aspectos centrales del Memorial dirigido al gobernador y capitán general Gaspar del Hoyo (9), son los siguientes: − Solicitante del permiso: Fray Lorenzo de Zaragoza, misionero capuchino y presidente de la misión de San Fernando. − Términos del pedimento: desde los inicios de la misión de San Fernando, muchas familias de indios se han marchado y no han podido ser reintegrados; pide que de cada pueblo de indios reducidos se le permita escoger “aquel o aquellos indios que yo juzgare ser a propósito para poder ir a traer los tales cimarrones”; solicita también permiso para que en esta búsqueda sean incorporados blancos, mulatos o negros y especialmente el alférez Diego de Escobar y Pedro Montero, ambos pardos de Cumanacoa. Según Leandro Miranda, en el siglo XIX, “los actores de Cumaná son gente de color, los que recitan sus papeles con una monotonía fastidiosa” (10). La población de origen africano también realizó actividades, insuficientemente investigadas, vinculadas con el desarrollo de la guerra de independencia; desde Cumaná, la señora Josefa González solicita que se le pague el valor de un esclavo de su propiedad, llamado José Hipólito, que tomó servicios en las armas de la república desde 1816 hasta 1821 (11). Recordemos que la incorporación de esclavos al servicio militar de la república en guerra, fue motivada en parte por el decreto que, sobre la libertad de los esclavos, había promulgado Simón Bolívar el 2 de junio de 1816. El desarrollo de las fuerzas productivas y la generación d contradicciones en el seno del sistema esclavista de trabajo, fueron agotando el modelo de explotación, y bien cercano a la fecha de abolición, se puede apreciar como para 1852 de un total nacional de 11340 esclavos registrados, la provincia de Cumaná tenía sólo 528, igual iba sucediendo con


5 Carabobo, Aragua, Caracas y Barquisimeto, que llegaron a concentrar el mayor número de población en condiciones de esclavitud (12). La manumisión, un subterfugio tan vil e inhumano como la esclavitud, también se dio en la provincia de Cumaná, donde para 1842-1843 llegaron a registrarse 40 personas bajo régimen de manumisión, de las que 16 eran hombres y 24 mujeres (13). En el mismo año de 1843 se publica la Memoria de Interior y Justicia , que recoge un documento titulado “Noticia de los manumisos de ambos sexos que por haber cumplido los 18 años de edad, han sido destinados a oficios o profesiones útiles, según lo dispuesto en el art. 6° de la Ley de Manumisión del 2 de octubre de 1830 y decreto del Poder Ejecutivo del 27 de abril de 1840, conforme a las noticias que se han recibido de las respectivas provincias correspondientes a los trimestres corridos de octubre de 1841 a septiembre de 1842” (14), según el informe de cada provincia, Venezuela tuvo en esa época 424 manumisos, de los que sólo 21 correspondían a la de Cumaná. Para el año de 1844, los registros de manumisos de la provincia de Cumaná, dan cuenta de la existencia de 22 en la ciudad capital, 15 en Cariaco, 7 en Maturín y 2 en Cumanacoa. Particular mente en el valle de Cumanacoa, el trabajo esclavo tuvo existencia temprana, apreciábamos como los encomenderos traían sus esclavos y criados hasta el sitio de encomienda. Además, la existencia de haciendas de caña, labores de trapiche y elaboración de papelón, son indicadores de la existencia de una población esclava en el valle que, junto a los aborígenes, hacían el “trabajo”. A mediados del siglo XVIII, Diguja y Villagómez establece que en la ciudad de Cumanacoa tenía un “número de 795 almas, en que se incluyen 600 esclavos, cuyas familias se alojan en 88 casas muy endebles y reducidas cubiertas de paja… (15). El resto de la población esclava en la provincia de Cumaná, para la fecha de 1761, era la siguiente: Cumaná

937

Cumanacoa

600

Cariaco

107

Carúpano

19

Río Caribe

25

Araya

71

En la estadía de Humboldt en Cumanacoa, éste hizo referencia a esclavos en varias oportunidades; en una oportunidad indica que desde el Conuco de Bermúdez salían esclavos “armados de lanzas y machetes” a caza un tigre que había devorado un caballo (16). También en una de sus viajes exploratorios por áreas del valle de Cumanacoa, Humboldt iba al río Juajua (sic) y “los hacendados, ayudados por sus esclavos abrieron un camino al través de los bosques hasta el primer salto del río” (17).


5

”Censo general de esclavos que han quedado libres en virtud de la Ley de 24 de marzo de 1854” Provincia de Cumaná

Cantones

Esclavos

Valores $

Cantón Capital

20

5125

Cumaná

82

20904

Carúpano

85

17860

Cariaco

17

4540

Río Caribe

55

14490

Aragua

15

4070

Caños

6

1600

Cumanacoa

3

885

283

69474

Fuente: Memoria de Interior y Justicia 1856. pp. 48-51


6

“Instalación de las Juntas Superiores y Subalternas de Abolición de las Provincias de la República” Provincia de Cumaná 1854

CANTONES

JUNTAS

MESES

DIAS

Cumaná

Superior

Mayo

23

Cumanacoa

idem

Junio

Aragua

idem

Agosto

16

Maturín

idem

Junio

11

Caños

Subalterna

Junio

24

Güiria

idem

Río Caribe

idem

Junio

13

Carúpano

idem

Junio

19

Cariaco

idem

Junio

12

Fuente: Memoria de Interior y Justicia . 1856. Pp. 48-51.


6

CAPÍTULO VII FUNDACIONES Y PUEBLOS EN EL VALLE DE CUMANACOA


6 Y los españoles que lo han descubierto útilmente, sólo han encontrado una gran laguna a cuya parte oriental está el cerro que llaman del Dorado por las muchas arenas y piedras que relumbran como el oro, queriendo inferir que en las montañas de este cerro hay minerales de dicho metal, lo que hasta ahora es pura conjetura, pues en la ciudad de Cumanacoa y otras partes de tierra firme hay cerros cubiertos de arenas doradas, sin que hasta ahora se haya sacado oro alguno (Fray Iñigo Abbad (1773). Viaje a la América ).

Ocupación y Apropiación del Territorio Tras la invasión europea a las tierras americanas, vino un proceso de ocupación y apropiación del territorio utilizando diversas vías como: mercedes reales, encomiendas, repartimientos de tierra y misiones, entre otras. Los propósitos de cada una pudieran cambiar en la definición, pero en la realidad la condición de propiedad, encubierta o no, fue similar. En el caso de las misiones -que incluimos junto a doctrinas y curatos- el objetivo fundamental apuntaba a una labor de tipo religiosa, lo que a la larga hizo posible el control territorial bajo tales actividades, a las que se deben -en gran parte- la mayoría de las fundaciones de pueblos en nuestro país. El trabajo misionario en el Valle de Cumanacoa se inició en a mediados del siglo XVII, pero la penetración y ocupación territorial inicial datan del siglo XVI, fundamentalmente con el otorgamiento de encomiendas y la fundación de un pueblo para españoles, tal como fue San Baltasar de los Arias del valle de Cumanacoa. Así, fueron escribiéndose en la mal llamada historia del nuevo mundo, centros demográficos que mostraban otro momento del tiempo histórico iniciado bajo el manto del colonialismo europeo, haciendo posible la existencia de voces aborígenes con voces españolas: Arcángel San Miguel de Acecinar o Dos Ríos, Nuestra Señora de la Candelaria de Arenas, Nuestra Señora de la Soledad de Aricagua, San Lorenzo de Caranapuey, San Baltasar de los Arias de Cumanacoa, Salvador Transfigurado de Aricagua o San Salvador y San Fernando Rey de Cuturuntar. San Baltasar de los Arias de Cumanacoa Las Fundaciones en el Valle de Cumanacoa no fueron una empresa sin dificultades. El acecho permanente y la defensa del territorio marcaron durante mucho tiempo la acción indígena contra los usurpadores. La presencia extraña, las imposiciones socio-culturales diversas y otras situaciones de permanente irregularidad, provocaron los naturales enfrentamientos que, en su gran mayoría, trajeron muerte y destrucción en ambas sociedades: San Baltasar de los Arias de Cumanacoa. La diversidad de coces indígenas que son de uso corriente en nuestra comunicación contemporánea, hablan un poco de un proceso signado por la ancestralidad. Palabras como: chaco, pata (patilla), hullama (auyama), acuri (curí), cachicamo, mapuey, cunaguaro, chigüire, catara, muco (mamón, maco), mapurichi (mapurite), araguato, aravenei (araguaney), seleccionadas por Krickeberg como vocablos cumanagotos (1), ofrecen la posibilidad de conocer como las voces indígenas pueden modificarse en el tiempo. Junto a esto, recordemos que las palabras aborígenes conocidas provienen de versiones fonográficas, lo que no deja de suscitar dificultades en el momento de la


6 transcripción. Esta explicación inicial viene a propósito de la voz Cumanacoa y su probable raíz indígena. La versión de Tavera-Acosta, indica que Kumana es un “vocablo indio que quiere decir frijol; Kumana-coa, sitio o lugar abundante en frijoles” (2). Aclara Tavera-Acosta que uno y otro término pertenecen “a lenguajes Uanimanenses y de ninguna manera a los dialectos parianos o caribes que se hablaron en las regiones orientales de Venezuela” (3). Aun pareciendo una hipótesis probable, queda por investigar sobre los Uanimanenses, y es posible que sea una voz con otras representaciones, lo que dificulta su ubicación. En la misma orientación sobre el origen del topónimo Cumanacoa, Ernst, indica lo siguiente: …y quiero agregar todavía que asimismo el nombre de la caraota en esta lengua (cumandá o cumaná) se ha expandido hasta la costa norte de Venezuela, ya que en Cumaná… se denomina a una clase de caraota, cumata. Esta palabra tiene en Arawaco (kúmmata) y K. Von den Steiner menciona asimismo, formas concordasteis de las lenguas de los Nahuquá, Kamayurá, Paressi y aun la kutáma o kutána de los Bakairi es probablemente la misma palabra, sólo algo metastásicamente cambiada (4). Barral, por su parte, nos indica que en el idioma warao la voz komata identifica: alubia, judía, frijol, etc. (5). De acuerdo con estas evidencias, pareciera innegable el hecho de que la voz Cumanacoa es de raíz aborigen, quedando por determinar su exacta ubicación en la variedad de lenguas indígenas. Desde mediados del siglo XVII se inicia en el valle de Cumanacoa otro proceso de sometimiento, posterior a las encomiendas, denominado conversión de indios, lo que en términos concretos fue una colonización por la vía de la religión y el cambio forzado de creencias, valores y dioses. En un resumen sobre las actividades misionales iniciales elaborado por José de Carabantes, fechado el 6 de mayo de 1660, está explicado que las autoridades de la ciudad habían autorizado a los misioneros capuchinos a entrar a la de Cumanacoa, catorce leguas de aquella ciudad y otras tantas de allí a los indios de nación Chaima,…, para que desde Cumanacoa solicitasen la conversión de los Chaimas, como lo hicieron, fabricando en cuatro días una casilla junto a Cumanacoa y solicitando de allí los capitanes y caciques de los indios para decirles a lo que iban, agasajándoles con algunas dádivas y regalillos y llevarlos a sus estancias (6). Abbad, en 1773, recoge exactamente la versión de Caulín y agrega que los fundadores “padecieron en los primeros años indecibles trabajos por las inundaciones del río y frecuentes asaltos de los indios de la comarca, que los molestaban por algunos años (10). El final es lo pudiera aceptarse como verdad en la exposición de Abbad. El investigador Pablo Ojer, uno de los que más ha estudiado el problema de la fundación de Cumanacoa, señala que a pesar de que Caulín “había señalado para su fundación el año de 1717 por el capitán Arias (11) es Guillermo Morón, quien Basado en unos borradores de la Biblioteca Nacional de Madrid, señaló el 20 de agosto de 1623 como la fecha de fundación por el gobernador… Benito Arias, quien le puso el nombre de San Baltazar de los Arias, la que,


6 destruida, vino a ser fundada de Nuevo por Urpín el siete de septiembre de 1643, con el título de Santa María (12). Otras investigaciones del mismo autor (13) señalan que por documento de capitulación: el 6 de diciembre de 1636 compareció el Capitán Juan Rengel de Serpa ante el Gobernador de Cumaná, Benito Arias Montano, para representarle como los indios,…, llegaban al valle de Cumanacoa, arruinaban las labranzas y despoblaban los hatos. Por esta causa los vecinos de Cumaná no podían desde hacía cuatro años proveerse de los mantenimientos que antes le proporcionaba el mencionado valle, y tenían que sustentarse exclusivamente de pescado. De esta precaria situación -decía Juan Rengel de Serpa- saldría Cumaná si se fundará, como se proponía, una ciudad con 30 vecinos bajo el título de San Baltasar de los Arias (14). En parte reproducida por el mismo Ojer, la Capitulación contiene los objetivos que se perseguían con la fundación de la ciudad de Cumanacoa: …están todos de parecer y aplauso de que esto se haga por ser bien común para poder redimir tantos trabajos como an padecido por la povreza de la tierra, pues en el dicho valle se criará como antes y con mucho más acresentamiento, el ganado bacuno, y abrá muy abundante lo necesario para la dicha Fuerza de Araya y Reales Armadas y otros muchos mantenimientos que allí [se] produsen por la fertilidad de la tierra; sembrarán y arán haziendas de cacao, trigo, yngenios de azúcar con que vendrán a tener aprovechamiento en la saca y navegación de los dichos frutos, y sobre todo el servicios de Dios nuestro Señor se realsará en aquella parte en la conservación de los naturales que ay en aquella comarca y distrito, rredusiéndolos a la fee y obligación que tienen que es lo que la Magestad más encarga… (15). Como bien puede apreciarse, los objetivos son estratégicos y vitales para los mismos habitantes de Cumaná. Los límites de jurisdicción de Cumanacoa llegaban por el sur hasta el Río Guarapiche, y por el norte con el Valle de Tunantar, para ese entonces puerto libre de la ciudad fundada. No es sino hasta finales del mes de febrero de 1637 cuando se encontraban los colonos en el valle de Cumanacoa, asentados en el sitio de El Palenque, punto inicial de reconocimiento y exploración para la fundación “definitiva”. Bien pronto, el 11 de mayo del mismo año, con apenas tres meses en el asentamiento, y el mismo día en que se celebra la fiesta religiosa de San Mamerto, los aborígenes atacan a los íberos en lo que hoy es el Río Arenas. Este bien puede ser el emplazamiento inicial de la itinerante ciudad de Cumanacoa. La hipótesis de Yegres Mago, en su importante obra Poblamiento hispánico del valle de Cumanacoa , afirma que viejas crónicas y algunas tradiciones populares hablan de la horqueta formada por los ríos Cubana y Aricagua como el punto donde se asentaron los primeros vecinos después de retirarse del Palenque. Más tarde se vieron obligados a buscar otro sitio; porque este último le resultó bajo y muy anegadizo… Hasta ahora se desconocen el día y el mes de la fundación de San Baltasar de los Arias; pero debió realizarse a mediados de 1637 (16).


6 Aún cuando esta pudiera ser la hipótesis explicativa más aceptable hasta los actuales momentos, una cosa es clara: con relación a esta problemática histórica, en Cumanacoa no puede hablarse de una y única fundación; en todo caso, la realizada por el capitán fundador Juan Rengel de Serpa en el año de 1637, es una más a ser considerada en lo que, razonablemente, debe llamarse proceso fundacional de la ciudad de Cumanacoa. Veamos otros datos que apuntalan esta afirmación. Los intentos iniciales de penetración y asentamiento en el valle de Cumanacoa, datan del año 1530, “cuando Diego de Ordaz adquirió de la corona española la vasta región que se extiende desde el río Marañón hasta Macarapana” (17). Las evidencias más fuertes comienzan a establecerse desde 1576, cuando ya la palabra Cumanacoa aparece asociada a las encomiendas. En un Título de Encomienda otorgada por el Gobernador Juan de Aro, el 24 de mayo de 1671, está la siguiente información: Por cuanto por Gregorio de Umpierres vecino de esta ciudad de Cumaná, en ella en 18 días de este presente mes y año por el escribano de suso escrito hizo y otorgó, de su libre y espontánea voluntad y futura dejación del indio principal llamado Pumetan que vivía en la provincia de Cumanacoa y del principal que le sucedió y de todo lo a ellos ajenos y pertenecientes, en manos y cabeza de su majestad por las causas y razones en ella contenidas y por constar mejor vista de ojos ser vistos y verdaderos y haber visto este título de encomienda que del dicho principal trae el dicho Gregorio de Umpierres que le fue dado por el gobernador don García Fernández de Serpa en 10 días del mes de mayo de 1576” (17.1). Para 1585, el capitán Pedro García Camacho estuvo en el valle e hizo una fundación con muy poca durabilidad, aquel había sido enviado por el gobernador de Cumaná Pedro Pérez de Almazán. Luego de la fundación realizada con muy poca durabilidad, aquel había sido enviado por el gobernador de Cumaná Pedro Pérez de Almazán. Luego de la fundación realizada por Juan Rengel de Serpa, se desata una pugna de intereses por la posesión de la ciudad, que en esta oportunidad es lideralizada por Juan Urpín, y en 1639 incorpora a la gobernación de Nueva Barcelona la zona del valle de Cumanacoa. Cuatro años más tarde, en 18 de febrero de 1643, funda la ciudad con el nombre de Santa María de Cumanacoa después de desalojar a los colonos cumaneses. En una síntesis cronológica elaborada con datos proporcionados por Ojer (18), puede apreciarse las incidencias de gran parte del proceso fundacional: 1636, diciembre 6. El capitán poblador Juan Rengel de Serpa, capituló con el Gobernador de Cumaná, Benito Arias Montano, la fundación de Cumanacoa. 1637, febrero. Los colonos del valle de Cumanacoa son atacados en El Palenque, que pasará a ser recordado en las crónicas como el agravio de San Mamerto 1639 El conquistador Juan de Urpín logró la incorporación jurídica del valle de Cumanacoa a su provincia de Nueva Barcelona. 1642, enero 13. Urpín logra la autorización para fundar en el valle de Cumanacoa, ello según auto de la Audiencia de Santo Domingo. 1643, septiembre 7.


6 Desalojando los cumaneses de San Baltasar de los Arias, Urpín fundó allí la ciudad de Santa María de Cumanacoa. 1645, octubre 13. El licenciado Jacinto Venegas, obedeciendo una provisión de la Audiencia, volvió a recuperar para la jurisdicción de Cumaná la disputada ciudad y le restauró su nombre original: San Baltasar de los Arias. San Salvador San Salvador se inició como pueblo misional “en el año de 1681, en primero de junio, en el valle de Cumanacoa” (19). Fue un poblado de indios Cuacas y sus caciques, capitanejos para los españoles, “eran de muy mala especie”. Con el tiempo, el sitio de San Salvador sirvió como asiento para construir el primer hospicio para los misioneros del valle. El primer Fray misionario de este pueblo fue Miguel de Albalate, quien luego murió en el asalto indígena realizado en el pueblo de Dos Ríos de Aceicuar. Según información de Fray Lorenzo de Tagüenca “la población de San Salvador de Aricagua, fue poblada dos veces de indios Cuacas” (20). Esto indica y confirma las dificultades más o menos permanentes que tuvieron que sortear tanto los colonos españoles como religiosos misioneros. Viene a ser el padre Francisco de Tauste quien explica la razón fundamental del despoblamiento del poblado. Indica este sacerdote que “las dos veces que se pobló se huyeron los indios, dejando sus casas y al religioso sólo, y la causa fue que, como estaba el tal pueblo cerca de los españoles, cada uno los quería para su servicio” (21). Parece ser que la negativa de ser sometidos al régimen de encomienda los ahuyentó a otras zonas. San Miguel Arcángel de Aceicuar (Los Dos Ríos) San Miguel Arcángel de Aceicuar es uno de esos pueblos con sabor a ancestralidad aborigen y colonial; la primera, porque constituye la raíz, la primogénitura demográfica la que permitió la existencia social; la segunda, debido a que su pasado inmediato está signado por el proceso colonial americano iniciado en el siglo XV. Al igual que en el resto del valle de Cumanacoa, en las riberas del río Aceicuar -¿cuál de los dos ríos será?- existían los indios Cuacas y Chaimas y allí llegó, en 1681, fray Miguel de Albalate a fundar una misión llamada San Miguel. Juan de Padilla, gobernador de Cumaná en los inicios del gobierno colonial, en parte del Informe que envía al Rey de España, certificado por el padre Lorenzo de Tagüenca, expone lo siguiente: La población de Arcángel San Miguel, que se fundó este año de mil seiscientos ochentaiuno, en 27 de mayo el tercer día de pascua del espíritu Santo a las riberas del río Aceicuar, donde va haciendo el fruto que se suele en las demás poblaciones y especialmente en esta con muchas esperanzas de que ha de ser copioso, ya por el mucho número de indios que concurren en él y ya por ser muy doméstico 822). Precisemos algunas cosas antes de continuar. En primer lugar la fundación se realizó bajo el patrocinio del Arcángel San Miguel; en segundo lugar, la fecha fundacional


6 -ahora sin lugar a dudas- fue el 27 de mayo de 1681; en tercer lugar, el espacio misional primario estaba en las riberas del río Aceicuar. Poco más tarde, en 1780, Simón de Torrelosnegros, en informe sobre las misiones capuchinas de la provincia de Cumaná, indica lo siguiente: La primera de San Miguel. Destruida. Esta conversión tuvo principio el año de 1681, en 27 de mayo, en el valle de Aceicuar, y en él permaneció con mucho fomento hasta que en una embriaguez que tuvieron los indios, después de haber perpetrado muchas muertes, se fugitivaron en los montes; pero después se volvió a reedificar en el mismo lugar bajo la adoración de San Juan Evangelista; tuvo por primer fundador en el primer sitio al padre Fray Miguel de Albalate; y por segundo al padre Fray Carlos Ariño (23). En esta oportunidad apreciamos que en los Dos Ríos se hicieron dos fundaciones. La primera coincide totalmente con los datos de Juan de Padilla, con relación a la fecha fundacional. La segunda se llamó San Juan Evangelista, pero Torrelosnegros no indica la fecha, lo que dificulta la búsqueda precisa de información sobre el particular. No obstante esto, hay un importante dato que considerar referido al segundo fundador, Fray Carlos Ariño, que de acuerdo al registro de Manuel de La Mata, Ariño vino a las misiones el año de 1702 y se regresó a su santa provincia, … el de 1713” (24). En todo caso, la segunda fundación en el sitio de Dos Ríos debe partir de la investigación de las fechas referenciales: 1702-1713. Otro dato significativo es la identificación de Fray Miguel de Albalate como el misionario fundador, y Fray Carlos Ariño en la segunda oportunidad. Sobre Albalate, Manuel de La Mata dice lo siguiente: “el venerable padre Fray Miguel de Albalate, de la Santa Provincia de Aragón, vino a las misiones en el año de 1681 y, dando principios a la misión de San Miguel, fue martirizado por los indios en 1683” (25). Apenas tres años pudo hacer trabajo misional el aragonés que vino, fundó Dos Ríos y murió, como lo dejó anotado Fray Sebastián de Puerto Mahón, “la misión de… San Miguel [se perdió] porque mataron al religioso” (26). La tercera información, ahora de índole espacial, es que tanto el río relacionado como el valle de Dos Ríos, eran identificados con el topónimo aborigen de Aceicuar, voz CuacaChaima. Torrelosnegros también anota en la cita como causal de la pérdida misional “una embriaguez que tuvieron los indios”. Este tipo de explicación no está en consonancia con los registros realizados en Cumanacoa el año de 1683, y que indican otro móvil de acción. Ya veremos los detalles. ¿Cómo fue el proceso por el que feneció el proyecto misional de San Miguel Arcángel de Aceicuar? En junio de 1683 se realizaron en Cumanacoa las certificaciones y testimonios sobre las circunstancias que rodearon las muertes del padre Albalate y la de su ayudante, hijo de españoles. Fueron cinco los testimonios que se tomaron con relación al caso y cada uno tiene informaciones fundamentales que deben ser parte de la base que sustente la explicación y compresión de lo sucedido (27). El primer testimonio fue de Gaspar Cabello de los Reyes, quien era notario público de la ciudad de Cumanacoa, y


6 dijo y declaró lo siguiente: a la primera pregunta dijo que vio traer muerto al padre Fray Miguel de Albalate, religioso capuchino, quien había fundado una misión en el sitio que llaman de los Dos Ríos, el cual religioso supo que lo habían muerto unos indios llamados Caracuayma, Albarico y Caraimara, y supo esto porque se halló presente a las declaraciones de los indios que se ahorcaron, que éstos fueron compañeros de los matadores de dicho religioso,… dijo que los primeros indios declararon que dicho religioso, luego que le dieron el primer flechazo, que estaba de espaldas y que ellos habían ido a la misión con título de paz, y desde que se sintió flechado volvió la cara y les exhortó y dijo muchas cosas de Dios con mucho amor y voluntad, dando a entender el amor con que recibió la muerte y que cruzó los brazos para recibir las flechas, y que, después de haberle dado otros cinco o seis flechazos quemaron la casa y se fueron… El segundo testimonio fue del alférez Pedro García del Aguila, quien dijo que es verdad que mataron a dicho padre fray Miguel los indios Chaimas y Cuacas, porque así se lo dijo un indio llamado Juan Tuerto, de los que ahorcaron por dicho delito, y que lo había venido a matar un indio Cuaca, en compañía de otros de las dos naciones, llamado Caracuyma, por mandado de los Chaimas, y que así como mataron al dicho padre, vinieron dos muchachos a avisar a la encomienda del capitán Juan Rengel… El testimonio de Cristóbal Masías es significativo, pues estuvo en Dos Ríos luego del hecho, y declaró qué habiendo ido a la misión, halló la casa quemada y volvió a dar cuenta a esta dicha ciudad y volvió con algunos hombres y hallaron al dicho padre Fray Miguel muerto y quemado debajo de las paredes de la dicha casa de la misión, volviendo otra vez a esta ciudad, oyó decir a los indios Chaimas y Cuacas… Preguntándole a uno de los reos que justiciaron por qué haberles inducido a que se poblasen en la misión y dándoles unos cuchillos para que viniesen con mejor voluntad, y porque les había cristianado unos muchachos, que se le había motivado a venir a matarlo… El cuarto testimonio es también muy significativo porque es el de “Juan de la Iglesia, indio lenguaraz e interpreta que fue de los indios delincuentes que ahorcaron”. Juan de la Iglesia dijo que declararon los dichos reos que es verdad que vinieron a matar al dicho padre Fray Miguel por indios Cuacas y Chaimas, nombrados Mora Anmetuan, Caraymara, Caracueima y Cauyar, por mandado de otros indios los cuales los mataron y después quemaron la casa con que se quemó mucha parte del cuerpo del dicho padre… dijo que de la misma suerte se declararon a este testigo los dichos reos que lo mataron, porque se había puesto a fundar misión en el paso por donde ellos iban y venían y porque los llamó a que se poblasen en dicha misión. Francisco del Peral, alguacil mayor y regidor de Cumanacoa para el momento de los hechos, dijo que sabe que Manuel Lorenzo Vera estaba en compañía del padre Fray Miguel de Albalate y que era quien le asistía a ayudarle a misa…, dijo que lo vio


6 traer muerto y todo quemado, que los indios Cuacas y Chaimas lo habían muerto. A manera de síntesis, pudiera decirse que los indígenas de Aceicuar esgrimieron en su defensa dos cuestiones fundamentales, a saber: oponerse a ser integrados al proceso misional y defender su territorialidad, su espacio vital; desdichadamente hubo muerte de ambos lados. De los Cuacas y Chaimas ahorcados, no tenemos -hasta ahora- información alguna. Sobre Manuel de Vera y Fray Miguel, asumimos la información de Carabantes, donde indica que “sus cuerpos fueron llevados a la iglesia parroquial de la ciudad de San Baltasar de los Arias… Después, año de 1690, trasladados sus huesos a la población de Santa María de los Angeles…, donde se depositaron en la capilla de San Francisco” (28). San Fernando Rey de Cuturuntar Según la información de Carabantes (29), la población de San Fernando se inició en el año 1688 “en las riberas del río Cumaná, de indios Cuacas”. Por su parte, Visiedo (30) estableció que fue a los “diez días del mes de febrero de mil seiscientos ochenta y nueve” por el padre Fray Lorenzo de Zaragoza, mientras que Blesa (31) indica que “tuvo principio el año de mil seiscientos noventa, en cinco días del mes de febrero en el valle de Cuturuntar”. Al menos estos tres cronistas coinciden en dos aspectos: que el pueblo tuvo una primera fundación a orillas del río Cumaná “en el sitio llamado Cumanacoitia” (32), y que febrero fue el mes de tal evento histórico. Una información que compartimos y que merece ser reconocida como síntesis, es la de Manuel de La Mata, quien dejó registrado que: esta doctrina tuvo principio el año de 1960, en 5 de febrero, en las riberas del río que baja a Cumaná y valle de Cuturuntar, y después de 8 años, habiéndose experimentado ser estériles sus tierras para las labores de los indios, se mudó al valle del río San Juan, en el año de 1698, en 4 días del mes de agosto (33). Como en otros pueblos del valle de Cumanacoa, san Fernando tiene, también, el problema de la determinación de sus orígenes coloniales, pero afortunadamente los datos apuntan en la dirección que indicásemos con Manuel de La Mata. Los inicios de la doctrina de San Fernando están ligados al régimen de encomienda, y los Cuacas y Chaimas que a lo largo del régimen colonial tuvo el pueblo, fueron marcando la diferencia en el tiempo. Veamos algunos datos demográficos que ilustran esta afirmación. SAN FERNANDO Población: 1730-1783 Año

Población

Fuente

1698

416

Carabantes (34)


7 1730 1736 1745 1763 1773 1773 1780 1783

300 234 240 248 319 272 329 337

Pizarro (35) Marqués de San Felipe (36) Espinoza de los Monteros (37) La Mata 838) Urrutia (39) Abbad (40) Torrelosnegros (41) Chávez y Mendoza (42)

Las enfermedades y las condiciones generales de vida impuestas por el régimen colonialista de encomienda, influyeron notablemente en el proceso demográfico, y que propiamente podemos hablar de un decremento poblacional: en 53 años, la variante intercensal final que resulta de comparar el primer y el último dato, termina en un salto negativo de 79 habitantes. Por el 1736, en el mes de enero el “marqués de San Felipe y Santiago, fundador, justicia mayor, adelantado y señor de vasallos de la nueva ciudad de su título, vizconde del valle de San Jerónimo, gobernador y capitán general interino de estas provincias de la Nueva Andalucía, Nueva Barcelona, san Cristóbal de los Píritus y Cumanagotos (43) se reunió con los aborígenes Cuacas y Chaimas de San Fernando y, aparte de establecer la matrícula poblacional que ya se indicó arriba, señalada que tenía el pueblo 43 casas, contando la del corregidor de indios y la del cura doctrinero, y una cárcel; además había una “iglesia de tres naves y pórtico cubierto de teja, [y] campanario con dos campanas”. Las casas de San Fernando, en los siglos coloniales, eran como las que tenían la mayoría de los habitantes del resto de las provincias venezolanas: “fabricadas sus paredes de caña brava, barro con paja y horcones de madera, y sus techos se componen del cogollo de dicha caña” (44). En sus comienzos, atar los aborígenes al régimen colonial, lo hemos dejado claro, fray Lorenzo de Zaragoza, se lamentaba que desde que estaba el pueblo y hasta 1694, cuando escribe su Memorial, en todo este tiempo se me han ido otra vez retirando a los montes, huyendo del yugo evangélico, muchas familias de indios e indias ya cristianos y aunque varias veces, así por mi como por otros, he solicitado reducirlos otra vez a esta misión, nunca he podido conseguir se redujesen los más principales y siendo éstos los que hoy paran en el Neverí, sitios de sus cimarroneras antiguas (45). Cincuenta y un años después, en 1745, cuando la doctrina de San Fernando está más firme, Espinoza de los Monteros visita el pueblo y le explica al indio gobernador Juan Luis Barreto, en presencia de los habitantes, las “recomendaciones con que los favorece [el rey] por sus reales leyes” (46). Entre otras, las “recomendaciones” son las siguientes: 1. Acudir al rezo de la doctrina cristiana y preceptos de oír misa y confesión anual. 2. Reparar sus casas, labranzas particulares y labranza de la comunidad. 3. Da cuenta a su corregidor de los pecados públicos, y de las mujeres escandalosas. 4. Obedecer al corregidor y al cura doctrinero.


7 Estos elementos dan una buena y certera idea de como transcurría la vida individual y comunitaria de San Fernando, que tenía “sus calles bien formadas, sus casas pequeñas y bajas; tiene buena plaza, su iglesia pobre, hecha de bajareque” (47). Desde el punto de vista de la producción económica, las informaciones coloniales indican pocos rubros: maíz, yuca, plátanos, tabaco, caña de azúcar, arroz y cacao, parecen ser los principales, que junto con la caza los soportes fundamentales de la ingesta diaria (48). San Lorenzo de Caranapuey Otro pueblo de estirpe Cuaca se estableció en el valle de Carapuey, al que los colonialistas identificaron con un patrono religioso occidental: San Lorenzo Mártir. El origen colonial de San Lorenzo, está ligado a una narración ligada, sin exageraciones, a la llamada leyenda dorada. Fray Pablo de Godojos, en la Certificación que realizó sobre San Lorenzo, señaló que: esta misión …, sita en el valle de Caranapuey junto a Cumanacoa, tuvo principio a cuatro de septiembre de mil seiscientos noventa y seis, en cuyo día, mes y año, salió a dicho sitio cierto capitán llamado don Juan Guaripiaca, de nación coaca, con doce indios, … y pidieron … les señalase sitio y diese padre para que los adoctrinase (49). Tanto la permanencia de esta fecha como los apoyos documentales son índices para destacar que San Lorenzo no tiene mayores problemas con sus orígenes coloniales, tanto que en el 1996 celebró sus trescientos años de fundación. La población de San Lorenzo, al igual que otros pueblos del valle de Cumanacoa, era de origen Cuaca y, en comparación con otros tuvo unos índices significativos. Un cuadro de datos permitirá tener una idea del proceso demográfico. SAN LORENZO Población: 1718-1783 Año

Población

Fuente

1730 1761 1773 1773 1780 1783

430 336 321 360 391 392

Pizarro (50) Diguja y Villagómez (51) Urrutia (52) Abbad (53) Torrelosnegros (54) Chaves y Mendoza (55)

Antes de la primera fecha registrada en el cuadro, hay un dato de Rincón que corresponde a 1718, pero identifica las unidades demográficas con familias, indicando que “se matricularon ciento treinta y cuatro familias, las ciento y dos de varones; de viudas y maridos ausentes, veintiuna y once de huérfanos” (56). Haciendo promedios, pudiera asumirse un número poblacional inicial que oscilara entre 400 y 450 habitantes, lo que se relaciona con el dato de 1730.


7 Diguja y Villagómez, indica además que entre los 336 habitantes de San Lorenzo había 51 indios tributarios, 58 de armas, todo lo que se integraba en 98 familias viviendo en 64 casas. Haciendo una simple relación matemática, la familia promedio en San Lorenzo tenía cuatro integrantes. Para 1783, y de acuerdo con los datos de Chaves y Mendoza, San Lorenzo llegó a tener 69 familias, lo que indica una diferencia significativa con Diguja, pues en razón del crecimiento demográfico natural, con el tiempo debía incrementarse y no disminuir; pero también decrecieron las casas pues pasaron de 64 a 52. Fuera del rígido régimen colonial, no tenemos disponibles, por ahora, otras explicaciones. La población aborigen de San Lorenzo, “tenía sus conucos de dos o más almudes de tierra, donde plantaban yuca, plátano y tabaco” (57) que eran productos generalizados en el valle de Cumanacoa. Aparte de esta vocación de trabajo netamente agrícola en el que también estaban el cacao y la caña de azúcar, había cacería de “báquiras, venado, araguatos, cachicamos, morrocoyes y muchas castas de monos” (58), que provenían de energía complementaria a la ingesta de aborígenes y extranjeros. En la administración religiosa colonial, San Lorenzo tuvo una importancia fundamental, pues a mediados del siglo XVIII fue eregido cuarta cabecera de pueblos de doctrina y sus agregados fueron “San Antonio de Padua, en el valle de Capayacuar; Nuestra Señora de la Soledad, en el valle de Arenas; San Fernando, en el valle del río San Juan” (59). Nuestra Señora de Aricagua Aricagua fue otro pueblo de indios sometidos y explotados por el régimen de la encomienda, cuyos orígenes coloniales no están claros, pues hasta ahora no hemos dado con fuentes apropiadas que nos indiquen cual fue el proceso. Apenas una pequeña mención que hace Yegres Mago donde anota que “el historiador cumanés, don Pedro Elías Marcano da como inicio de la población el año de 1692” (60), pero desafortunadamente esta información no tiene, a la vista, respaldo histórico. Los excesos de los encomenderos y del mismo corregidor de indios debieron ser tan significativos en aquel momento, que el gobierno metropolitano tuvo que expedir una Real Cédula para dar cuenta de lo que venía sucediendo en Aricagua y en los pueblos de Santa Ana y San José. Dice el documento real que los corregidores hacen tributarias a las indias así viudas como doncellas, obligándolas a pagar las tasas y demoras, y, para que lo que puedan hacer, las sacan de sus pueblos y llevan a los de los españoles para que allí trabajasen en sus estancias, y de su trabajo paguen el tributo, siguiéndose gravísimo y escandalosos pecados; que a los indios los obligan a servicios personales, llevándolos a lugares muy distantes, como de 14 y 20 leguas, para el cultivo de sus haciendas y de otros españoles y a las pesquerías, a los puertos de mar, exponiéndolos al rigor e invasión de los piratas, aplicándolos así mismo al trabajo de aserrar maderas, que es el más horroroso e intolerable para los indios, sin darles lugar para el cultivo de sus haciendas y reedificar sus casas, y asimismo se les quitan los hijos e hijas violentamente para servirse de ellos en beneficio de sus haciendas (61). Por la data cronológica de la real Cédula -1702- es fácil presumir que esta deplorable situación que atentaba contra la dignidad de los aborígenes de Aricagua, entre otros,


7 venía desarrollándose desde mucho tiempo atrás, Ya en el Capítulo referido a encomiendas, se veía los desmanes que cometían encomenderos y corregidores contra los indios del partido correspondiente con Cumanacoa. Para 1718, la población de Nuestra Señora de la Soledad de Aricagua, tenía “cien familias, las sesenta y tres de varón, veinte y tres de viudas y catorce de huérfanos” (62). Una rápida relación de promedios, puede colocar el número de indígenas entre 340 y 360, lo que -en comparación con otros pueblos del valle- era muy significativo. Por otro lado, un índice de 20% de familias lideradas por viudas y catorce huérfanos, puede indicar hasta donde podía llegar el régimen de encomienda a influir en esta situación. La Real Cédula que ya incluimos, es parte de lo que se establece. 55 años después, en 1773, la población de Aricagua estaba en el orden de las “310 almas” de los cuales 48 eran tributarios. La población no crecía. Quizás. Los factores que hemos señalado para otros centros demográficos, también puedan aplicarse a Nuestra Señora de la Soledad. Nuestra Señora de la Candelaria de Arenas Del pueblo de Arenas no contamos con referencias documentales de precisión que nos acerquen a su origen colonial. Apenas una referencia de Pedro Elías Marcano, un reciente cronista de la ciudad de Cumaná, quien en un trabajo de cronología sobre el Estado Sucre, afirma que “Los misioneros fundan el pueblo de Arenas, bajo el patrono de Nuestra Señora de la Candelaria” (63) en 1678. Arenas fue un pueblo de indios encomenderos que estuvieron en situaciones similares a las que analizábamos para Aricagua o San Fernando. Cercanos a la segunda década del siglo XVIII, Arenas contaba con 58 familias “las cuarenta y una de varón, doce entre viudas de maridos ausentes y cinco huérfanos” (64). Con más precisión, en 1759, el pueblo tenía “299” almas, de los que 36 eran indios demorados (65); y en una clara tendencia al decremento demográfico, en 1761, tiene 277 “almas”, agregadas en 65 familias que vivían en 34 casas (66); sin embargo, para 1773, asciende la población hasta un número de 369 “almas” (66), lo que indica una relativa recuperación demográfica, que vuelve a bajar cuando el régimen colonial está en vías de extinción, hasta un número de 340 “almas” con la visita de Chaves y Mendoza en el año de 1784 (67). Vale la pena destacar que entre las más famosas visitas que recibió el pueblo de Arenas, estuvo la del obispo de Puerto Rico, Manuel Jiménez Pérez, en 1773. El obispo Jiménez inicia su visita por la provincia de Cubana, y luego de pasar por la ciudad homónima, toma una embarcación para “Tunantar, y desde allí caminó por tierra visitando los treinta y nueve pueblos, de que se compone la provincia de Cumaná; … de los cuales veintinueve son misiones o curatos doctrineros de indios” … y entre los diez restantes estaba Arenas, que era atendido por un clérigo secular (68). Cocoyar De Cocoyar sabemos que durante el siglo XVI fue asiento de indios encomendados, pero del tiempo histórico que corre a partir de allí, la información es bastante escasa, por decir lo menos. Fue y es tránsito obligado para ir a los territorios misionales que estaban en el hoy Estado Monagas. Por allí pasó Humbolt en su viaje a San Antonio, San


7 Francisco, Guanaguana y Caripe, y en época anterior pasó el gobernador Carreño para someter los indios alzados del sitio de Maturín e incorporarlos, compulsivamente, al régimen colonial. Para finales del siglo XVIII, vivían en el Valle de Cocoyar unos hacendados españoles y unos mulatos. Abbad dice que: En el fondo de este valle hay una casa de un mulato que habita con su familia, y es dueño de más de seis leguas de tierra, en la que, después de una corta sementera de maíz, tabaco y legumbres, tiene un hato de cuatrocientas vacas con algunas mulas y yeguas, viéndose precisado a mantener algunos perros y vivir con las armas en las manos y otros animales carnívoros. (70).


7 REFERENCIAS DEL CAPITULO 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44.

Krickeberg, 1974. Tavera-Acosta, 1992, p. 32. Idem. Ernst, 1987, Tomo VI. Barral, 1969, p. 269. Carabantes, 1660; en Carrocera, 1968, Tomo II, pp. 72-73. Frías, 1660; en Armellada, 1960, p. 65. Caulín, 1987, pp. 172-173. Idem. Ojer, 1967, p. 69. Idem. Ibib, pp. 69-70. Yegres Mago, 1989, p. 48. Idem. Ibib, pp. 69-70. Ibid. P.48. Ibib, p. 35. En Prato-Perelli, 1990, Tomo III, p. 288. Ojer, 1987, pp. CXL-CXLI. Torrelosnegros, 1780; en Carrocera, 1968, Tomo III. Taguenca, 1681; en Carrocera, 1968, Tomo II; pp. 153-157. Tauste; en Carrocera, 1968, Tomo II; pp. 218-219. Padilla, 1681; en carrocera, 1968, Tomo III. Torrelosnegros, 1780; en Carrocera, 1968, Tomo II. La Mata, 1650; en Carrocera, 1968, Tomo II. Idem. Puerto Mahón, 1696; en Carrocera, 1968, Tomo II. Albalate, 1683; en Carrocera, 1968, Tomo II. Carabantes, 1683; en Carrocera, 1968, Tomo II. Carabantes, 1698; en Carrocera, 1968, Tomo II. Visiedo, 1711; en Carrocera, 1968, Tomo II; p. 339. Blesa, 1745; en Carrocera, 1968, Tomo III; p. 156. Espinoza de los Monteros, 1745; en Carrocera, 1968, Tomo II; 126-127. La Mata, 1763; en carrocera, 1968, Tomo III; p. 248. Carabantes, 1698; en Carrocera, 1968, Tomo II, p. 267. Pizarro, 1730; en Carrocera, 1968, Tomo II, p. 418. Marqués de San Felipe y Santiago, 1736; en Carrocera, 1968, Tomo II; pp. 28-29. Espinoza de los Monteros, Ibib, p. 359. La Mata, ibid, p. 248. Urrutia, 1773; en carrocera, 1968, Tomo III; p. 359. Abbad, 1773; en Carrocera, 1968, Tomo III; p. 362. Torrelosnegros, ibid, p. 424. Chaves y Mendoza, 1783; en Carrocera, 1968, Tomo III; p. 477. Marqués de Santiago, idem.


7 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70.

Espinoza de los Monteros, idem. Zaragoza, 1694; en Troconis, 1969. Espinoza de los Monteros, idem. Abbad, idem. Espinoza de los Monteros, idem. Abbad, idem. Chaves y Mendoza, idem. Godojos, 1711; en Carrocera, 1968, Tomo II, pp. 333-334. Pizarro, ibid, p. 410. Diguja y Villagómez, ibid, p. 255. Urrutia, ibid, p. 359. Abbad, ibid, p. 362. Torrelosnegros, ibid, p. 427. Chaves y Mendoza, ibid, p. 427. Rincón, 1718, en Carrocera, 1968, Tomo III, p. 318. Diguja y Villagómez, idem. Abbad, idem. En Carrocera, 1968, Tomo III, p. 238. Yegres Mago, 1989, p. 99. Real Cédula, 1702; en Bentivenga, 1977, p. 238. Rincón, Idem. Marcano, 1964, p. 194. Rincón, idem. Martínez de Gordon, 1759, en Carrocera, 1968, Tomo III, p. 248. Urrutia, idem. Chaves y Mendoza, ibid, p. 511. Jiménez Pérez, 1774; en Carrocera, 1968, Tomo III, p. 358. Abbad, 1773; en Carrocera, 1968, Tomo III.


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CAPITULO VIII FRACTURA DEL ORDEN COLONIAL ⊕

Llega la guerra de independencia y la Provincia de Cumaná es la primera en declararle la guerra a España, y Cumanacoa se convierte en teatro de lucha, se pelea en todo el distrito y sus caminos 

Gracias al Sr. Tranquilino Saud, Cronista Sentimental de Cumanacoa, por revisar este Capítulo.


7 quedaron trillados con el paso de los ejércitos de ambos bandos. Por aquí pasó Boves en el año de 1814, Morillo en el año 1817 pasó por aquí quemando las iglesias y los poblados. Con los horrores de la guerra quedan destruidas las misiones y extinguidas las comunidades indígenas y los terrenos que se le adjudicaron pasan a la nación y a manos de particulares por decreto del 8 de abril de 1904. (Saud Vitar, Tranquilino; 1987?, p. 6).

La Lucha por la Libertad La tradición historiográfica venezolana coincide con la idea de establecer la mayúscula significación que hubo en determinados movimientos de grupos étnico-sociales diversos, en una especie de lucha por la libertad. Preindependentista ha sido la categoría que identifica un conjunto de acciones, marcadas temporalmente antes del 1810. En el pueblo de Curimagua, por el 1795, en la serranía de Coro, se inicia la insurrerrección del zambo José Leonardo Chirinos. José Leonardo, fracasada la acción, fue apresado por Juan Manuel de Agüero y trasladado a Coro. Llevado luego a Caracas, la Real Audiencia, institución cancerbera del orden colonial, hízole juicio, siendo sentenciado el 10 de diciembre de 1796. La condena fue a muerte de horca que se ejecutará en la plaza en la plaza principal de esta capital a donde será arrastrado desde la Cárcel Real y verificada su muerte, se le cortará la cabeza y las manos y se pondrá aquella en una jaula de fierro sobre un palo de veinte pies de largo en el camino que sale de esta misma ciudad para Coro y para los valles de Aragua, y las manos serán remitidas a esa misma ciudad de Coro para que una de ellas se clave en un palo de la propia altura, y se fije en la inmediación de la Aduana llamada Caujarao, y la otra con los propios términos en la altura de la sierra donde fue muerto don José Tellería. (1). Hay aquí una demostración de lo que pudiera venir para todos aquellos que, desde ópticas distintas, abrazaran algún tipo de lucha que pusiera en peligro la reproducción y permanencia del orden colonial. Otro movimiento, con mayor definición política y con una clara noción de poder y del Estado autónomo, fue el que liderizaron Gual, España y Picornel en 1797. Sin embargo, la indefinición de estrategias, la ausencia de un apoyo militar efectivo y la eterna delación, hicieron que este gran proyecto libertario fuera abortado. El procedimiento era el mismo: apresamientos, juicios, destierros para unos, cárcel para otros y muerte a los cabecillas. González Guinán, señala que Manuel Gual y José María España, escaparon de la persecución yéndose a la isla de Curazao, “pero algunos otros comprometidos en el plan revolucionario fueron capturados, como lo fue también más tarde España, y juzgado 90 de ellos, fueron sentenciados en los meses de mayo y junio de 1799, unos a la muerte en la horca; otros, a presidio con cadena o grillete, y otros, a deportación”. (2). Durante el siglo XVIII, ya en nuestras tierras orientales, se desarrolló el alzamiento de Cariaco en 1798. Este movimiento liderizado por esclavos, estaba preparado para estallar en la madrugada del domingo 1º de enero de 1798. De antemano se venían realizando reuniones secretas en diferentes haciendas de la región y se habían enviado emisarios a Carúpano, Río Caribe y Cumaná. Debelada la conspiración, ¡otra vez!, desde Caracas es enviado el capitán Luis Mejías, quien se trasladó a Carúpano para abrir las investigaciones correspondientes. Todos


7 aquellos esclavos negros que resultaron implicados, sin fórmula de juicio, fueron pasados por las armas. El brigadier Manuel Guevara y Vasconcelos echaba la culpa de este movimiento a los agentes británicos, especialmente al coronel Thomas Picton, gobernador de la cercana isla de Trinidad. En plan de estar alerta, llega a señalar: no creo que tengan los ingleses partido alguno de consideración en Tierra Firme, ni los adquirirán aunque desembarquen los un mil negros en cualquiera punto de nuestra costa, como pueden hacerlo con la mayor facilidad, porque tienen sobradas fuerzas de mar y a nosotros nos faltan todas”. (3). Así las cosas, en el país venía gestándose otra conciencia: la anticolonialista. Estos movimientos eran muestra de ello. La lucha por la libertad tenía varios rumbos, dependiendo del grupo étnico-social que tocara. Las libertades individuales, políticas y económicas, pesaban en unos proyectos más que en otros. Otro ambicioso plan de libertades fue el que mantuvo Francisco de Miranda con sus invasiones a las costas venezolanas, apoyadas claramente por potencias extranjeras como los Estados Unidos de Norteamérica y el gobierno inglés. En marzo de 1806, la primera expedición de Miranda arriba a los puertos de Ocumare y Cata. Un día después de la invasión, luego de un combate con bergantines españoles, tienen que fugarse las naves expedicionarias. En el mes de agosto, reponiéndose de la derrota, Miranda se presenta en las costas de Coro, pero la excitación independentista no había surtido los efectos esperados y él, su proclama, su plan de gobierno, y su bandera, tuvieron que seguir esperando nuevos y más promisorios tiempos de libertades, de autonomía. Cuatro años después de las invasiones de Francisco de Miranda, héroe de la Revolución Francesa, las invasiones de las tropas francesas a la España imperial, desatan el desarrollo de una acción política donde está en efervescencia el germen político identificado con las más amplias y comprometedoras aspiraciones republicanas. En medio de temores e indecisiones, los protorrepublicanos de las provincias venezolanas precipitan la formación, emulada, de la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII que, el 19 de abril de 1810, se convierte en la Junta Suprema de Caracas. La oligarquía inicia ahora un camino de muchos años para zafarse del yugo colonial. La toma, control y usufructo del poder político-social, es la nueva preocupación. La creación de una organización de fomento agrícola e industrial, llamada Sociedad Patriótica, las medidas y decisiones sobre hacienda pública y administración, gobierno y organización militar, fueron las acciones inaugurales de la otra realidad que empezaba a forjarse. Los mantuanos son, ahora, los que tienen la posibilidad de tener su país. La fractura del cordón umbilical tendido por España y el propiciamiento autonómico, fueron factores in crescendo en la formación de las mentalidades protorrepublicanas. En pleno desarrollo de confusiones, marchas y contramarchas, indefiniciones que pugnan entre la república y la monarquía, la Junta Suprema convoca a elecciones de los representantes de las provincias con fecha 11 de junio de 1810, con el fin de unificar el gobierno, que en la práctica conservaban las provincias con entera libertad. De la decisión electoral surgieron los siguientes representantes: 24 de Caracas, 9 de Barinas, 4 de Cumaná, 3 de Barcelona, 2 de Mérida, 1 de Trujillo y 1 de Margarita. Estas provincias votarán por la


8 independencia; mientras que Maracaibo, Coro y Guayana, se mantienen fieles a la Regencia. El grupo de diputados es heterogéneo ideológicamente, hay partidarios de la Independencia y de la Monarquía. (4). El proceso político iniciado en 1810, junto a los debates permanentes de los diputados en el Congreso, llevan -necesariamente- a la declaración definitiva de independencia el 5 de julio de 1811. Estaba hecho: la quiebra del orden colonial se perfilaba como una realidad que ahora tocaría defender. Por la Provincia de Cumaná, el Acta de Declaración de Independencia fue rubricada por Francisco Javier de Mayz y José Gabriel Alcalá, diputados por Cumaná; Mariano de la Cova, diputado por el norte, y Juan Bermúdez, diputado del sur. La nueva entidad política nacional nació bajo el nombre de “Estados Unidos de Venezuela”, hasta que en 1830, vinculado con los anhelos republicanos del año 10, se convirtió en la “República de Venezuela”· El frágil equilibrio republicano no logra marchar hacia procesos más fuertes de consolidación; los enfrentamientos y sucesos militares abrieron otra fase en el tiempo histórico republicano en formación. Refiriendo los primigenios momentos del proyecto de país, Josefina Bernal señala acertadamente, que: Es efímera la euforia del triunfo de la independencia. La represalia de quienes han conservado varios siglos de dominación no se hace esperar. A escasos meses de aprobar la Constitución (21 de diciembre de 1811), se produce la reacción realista. Se pierde la Primera República. Se ponen en evidencia los conflictos de la sociedad venezolana. (5). Republicanos y monárquicos pugnan por el poder; los primeros para conquistarlo, los segundos para retenerlo aprovechando el control que mantenían sobre las provincias realistas de Coro, Guayana y Maracaibo. De aquí en adelante, dos sistemas, dos concepciones, se enfrentarían bélicamente. En la ciudad de Cumaná, el 5 de marzo de 1811, un movimiento de españoles adversos a la independencia de Venezuela, tomaron el castillo de San Antonio de la Eminencia para atrincherarse y provocar la ganancia de adeptos a la reacción, pero fracasaron en su intentona. Sus bienes fueron confiscados y los monárquicos sufrieron el destierro como pena por ir contra los sueños republicanos. (6). Poco después, el 15 de mayo, la Junta Provincial de Cumaná designó los integrantes del cuerpo legislativo de la provincia; el representante por Cumanacoa fue Diego de Vallenilla. La dimensión que adquirió la guerra nacional de independencia se identificó con una doble lucha: social y étnica. Brito Figueroa, agudo en análisis de historia colonial y republicana, señala que el enfrentamiento bélico por la autonomía, fue una “lucha social de amos contra esclavos, terratenientes contra población rural enfeudada, y de lucha étnica definida por las pugnas igualmente violentas de negros, mulatos y zambos contra blancos”. (7). La Guerra por la Independencia en el Oriente. La lucha por la independencia en el oriente se desarrolló en un gran espacio (incluyendo Trinidad): Paria, Güiria, Cumaná, Irapa, Yaguaraparo, Maturín, Caño Colorado,


8 Márgenes del Orinoco, Golfo Triste, Areo, Urica, Margarita, Barcelona, Río Caribe, Carúpano, Cariaco, Valle de Cumanacoa, entre otros. Por un lado, patriotas como Santiago Mariño, los hermanos Bermúdez, Manuel Piar, Manuel Valdés, Antonio José de Sucre, José Francisco Azcúe, Arismendi, Domingo Montes, se enfrentaron a los monárquicos y colonialistas: Juan Gabasso, Zérveriz, Echeverría, Zuazola, La Hoz, Monteverde, José Tomás Boves, Antonio Bosch, Antoñanzas, Juan Manuel Cajigal, entre otros. Mientras Simón Bolívar dirigía la Campaña Admirable que lo llevaría triunfante hasta Caracas, los patriotas orientales, bajo el mando de Santiago Mariño, habían reiniciado la lucha por la libertad y la autonomía. Desde la pérdida de la Primera República, los patriotas se habían refugiado en la isla de Trinidad, desde donde viajaron al islote de Chacachacare en espera de la gran oportunidad para avanzar hasta tierra firme, hecho que sucedió el 13 de enero de 1813 cuando ocuparon el puerto de Güiria, para desplegarse con rumbos hacia: Cumaná, Irapa, Maturín, Caño Colorado; los continuos y múltiples enfrentamientos terminaron con la liberación del dominio realista de las provincias orientales: en agosto, Cumaná cayó en poder de los patriotas; luego Mariño ocupó Barcelona. Por su parte, José Francisco Bermúdez, con una poderosa ofensiva organizada desde Irapa, se apoderó de Río Caribe, Carúpano y Cariaco. En el desarrollo de la guerra en las provincias orientales, el valle de Cumanacoa tuvo un papel estratégico fundamental, pues igual era punto de tránsito entre Maturín y Cumaná o un centro de resguardo de tropas realistas o patriotas, según el caso, o un lugar para enfrentamientos. Las más de las veces era un gran cuartel general del que Simón Bolívar estuvo pendiente cuando se tejieron las salidas cuestionadoras del poder central. Luego de la invasión por Paria, Santiago Mariño se dirige hasta Maturín para encontrarse con su ejército y tomar camino hacia Cumaná, pero antes tuvo que luchar y derrotar a los españoles. En palabras del mismo Santiago Mariño: reuní considerable número de tropas, escogiendo los mejores soldados, resolví atacar los demás pueblos de la provincia, y vencidos los puntos de Magueyes, Corocillos y Cumanacoa, marché contra esta capital (de Cumaná). (8). Antes de esa última fecha, pero en el mismo proceso, el monárquico Esusebio Antoñanzas, en tono amenazante, envía mensaje de guerra en respuesta a rendición solicitada por Santiago Mariño y Ramón Machado: No extraño tanto que Vms. me soliciten la rendición, cuando que mereciendo tantos favores de mí, se determinen a invadirme. Yo, toda mi tropa y oficiales han jurado esta noche morir primero que sucumbir: tengo balas, pólvora, brazos y voluntad, y en Cumanacoa, quinientos hombres que siguen la retaguardia sin contar de Barcelona dos divisiones,... (9). El asturiano José Tomás Boves, jefe de tropas realistas, estuvo también en Cumanacoa en el año de 1814, donde dejó el recuerdo de las muertes del Capitán Gregorio Tamarrones y del Comisario General Domingo Márquez (10). Luego de ganar en La Puerta, Boves infringió gran derrota al ejército patriota en el sitio de El Salado, al extremo tal que tuvieron que dispersarse: una parte tomó rumbo a Carúpano, acompañados por Piar, Azcúe, Rivero, Peñaloza y Carlos Núñez; los otros, bajo el mando de Villarroel, se situaron en Cumanacoa.


8 El desarrollo de la guerra se hizo presente también en La Rinconada, donde el coronel Manuel Inocencio Villarroel y la columna a su mando triunfaron en el enfrentamiento que se hizo al jefe español Francisco de Sales Echeverría, el 23 de agosto de 1815. (11) Dos años después, en proceso de reconquista realista, Morillo ordena incendios en Cumanacoa, Arenas, San Fernando, Aricagua, San Lorenzo y San Antonio de Maturín, en respuesta al apoyo que estos pueblos mantenían a las tropas libertadoras. (12). A partir del año 1817, la figura militar de Domingo Montes, cuyo apellido identifica el municipio que tiene la ciudad de Cumanacoa como capital, toma significación, tanto en el valle de Cumanacoa como en otras zonas del oriente venezolano. Según información del cronista cumanés Pedro Elías Marcano, el general Domingo Montes, hijo de Domingo Montes y de la señora Rita Malaret, nació en Cumaná el 1º de noviembre de 1784 (13). Parte de la vida política de Domingo Montes estuvo ligada, durante algún tiempo, a las aspiraciones que se fraguaron en el Congreso de Cariaco, ilegítimamente llamado Congresillo. Veamos parte de ese proceso. Efectivamente, Santiago Mariño y Cortés de Madariaga promovieron el restablecimiento del orden constitucional de 1811 y llamaron a un Congreso, en 1817, que se reuniría en Cariaco, lográndose congregar lo más granado del procerato civil y militar afecto para la causa que se estaba gestando. Allí se reunieron: el almirante Luis Brión, el intendente Francisco Antonio Zea, el canónigo Cortés de Madariaga, Diego Bautista Urbaneja, Francisco Javier Mayz, Francisco de Paula Navas, Manuel Isava, Francisco Javier Alcalá, Diego Antonio de Alcalá, Diego Vallenilla y Manuel Maneiro. Las decisiones iniciales del Congreso de Cariaco (14) fueron las siguientes: − Sancionó la forma federal de gobierno. − Como integrantes del Triunvirato Ejecutivo, nombró a Fernando Toro, Francisco Javier Mayz y Simón Bolívar, quienes ejercerían el poder por turno. − Para el Poder Judicial fueron designados: Gaspar Marcano, Juan Martínez Ramón Cadiz y José España. − La Comandancia General del ejército nacional quedaba en manos de Santiago Mariño, mientras que Brión quedaba responsable de la Marina. − La capital de la República y el Poder Federal tendrían sede en La Asunción. − Se decretó el cambio del nombre de Margarita por el de Nueva Esparta. − Se declaró el comercio libre con Inglaterra y los Estados Unidos de Norteamérica Todo este proyecto, que terminó en un gran fracaso, fue notificado a Simón Bolívar, quien no dio respuesta alguna. Se había puesto en juego la centralización del poder. El propio Manuel Piar había apoyado el Congreso de Cariaco; en buena parte, esa decisión contribuyó con su muerte. Aun cuando Mariño había adquirido un compromiso mayúsculo con el proyecto del Congreso de Cariaco, su espíritu por la defensa de los sueños republicanos de un país libre del poderío imperial español, en carta fechada el 30 de abril de 1817 en el Cuartel General de Cumanacoa, dirigida a José Cortés de Madariaga, llegó a expresar lo siguiente: De acuerdo con mis sentimientos estoy resuelto a disputar este terreno palmo a palmo; y protesto por mi honor que no pisará una pulgada sin


8 cubrirla primero con su sangre. Desde mi llegada aquí se ha aumentado este ejército prodigiosamente,.. (15). Desde Cumanacoa, Mariño hacía defensa de la causa nacional de independencia, pero desde la perspectiva de lo que llamamos el proyecto político alterno de Cariaco. En septiembre, desde Angostura, aun persisten -quizás con demasiada fuerza- los temores de Bolívar sobre la levantisca e incontrolable situación que venía sucediéndose en el valle de Cumanacoa. Para el día 24, Bolívar envía una misiva a su incondicional Manuel Cedeño: He sabido también que Piar se dirigió a Cumanacoa. Persígalo US. por todas partes hasta aprehenderlo, junto con los demás caudillos y secuaces de su facción. Mientras aquel y sus partidarios subsistan en ese territorio, no habrá tranquilidad en él; las circunstancias son tan preciosas para aprehenderlo, que parece infalible su captura. (16) Así es, Piar también andaba por Cumanacoa en busca de Mariño y sus compañeros de armas para incorporárseles efectivamente. Cinco días más tarde, el 29 de septiembre, Bolívar envía otra carta a Manuel Cedeño, acariciando el cercano final de Manuel Piar: Las últimas comunicaciones del señor general Rojas, de 18 del presente, me imponen de la impotencia y debilidad a que se halla reducido Piar en Cumanacoa, sin municiones, ni de donde tomarlas y seguido sólo de un corto número de inocentes, a quienes alucina con invenciones ridículas y despreciables. (17). Casi un mes después, a finales del mes de octubre, “Bermúdez, después de haber logrado en Cumanacoa, ..., la completa adhesión de las fuerzas republicanas que operaban en esa región, hizo saber a Mariño que había tomado la decisión de marchar contra él.”(18). Como emisario para convencer a Mariño de desistir de sus proyectos, fue enviado Antonio José de Sucre, Jefe de Estado Mayor. Mariño terminó cediendo. Antes de esa fecha, para el 17 de octubre de 1817, Simón Bolívar, quien venía siguiendo muy de cerca el proceso que se había iniciado en el Congreso de Cariaco y ahora tenía como epicentro a Cumanacoa, le escribía a Pedro Zaraza para ponerlo al tanto de la situación problemática que venía suscitándose: Las comunicaciones oficiales del señor general Cedeño desde Maturín, que acabo de recibir en este instante, nos aseguran la absoluta y perfecta tranquilidad de la provincia de Cumaná. Las fuerzas de Aragua, las acantonadas en Cumanacoa y las que obraban en partidas de guerrillas,..., se han reunido: han abjurado los funestos principios de los disidentes. (19). Simón Bolívar había reiniciado con éxito el control del poder, aunque tuvo que costar la muerte de Piar, quien mantenía los anhelos acordados en Cariaco. En efecto, el día anterior, el 16 de octubre de 1817 Manuel Piar, puesto de rodillas y al lado de la bandera de Venezuela, fue pasado por las armas. En una especie de muerte anunciada, desde el 14 del mismo mes se instaló un Consejo de Guerra integrado por Brión, quien había asistido al Congreso de Cariaco, José Antonio Anzoátegui, Pedro León Torres, Carreño, Ucrós, Piñango y Conde como vocales. Piar, por su parte, designó como defensor de su causa a Fernando Galindo. Bolívar había nombrado a Soublette como fiscal. El día 15, Bolívar confirmó la sentencia y el día siguiente fue efectuada la ejecución. La acusación de propiciar una “guerra de los colores” había triunfado y los esfuerzos del defensor


8 Galindo habían sido inefectivos. Perú de la Croix, recogió, en el Diario de Bucaramanga, la opinión de Bolívar sobre la ejecución de Piar: La ejecución del general Piar, ..., fue suficiente para destruir la sedición: fue un golpe maestro en política, que desconcertó y aterró todos los rebeldes, desopinó a Mariño y a su Congreso de Cariaco, puso a todos bajo mi obediencia, aseguró mi autoridad, evitó la guerra civil y la esclavitud del país, me permitió pensar y efectuar la expedición de Nueva Granada y crear después la República de Colombia: nunca ha habido una muerte más útil, más política y por otra parte más merecida. (20). Para el mismo día 17 de octubre, en otra carta enviada al leal José Francisco Bermúdez, Simón Bolívar le notifica que “ el coronel Carmona ha marchado a tomar el mando de las fuerzas de Cumanacoa”. (21). Pero la “disidencia” que se había concentrado en Cumanacoa no había fenecido. Aun quedaban rastros del proyecto del Congreso de Cariaco. Las preocupaciones de Bolívar persisten, pero ahora están focalizadas en el coronel Domingo Montes. En carta que le envía a José Francisco Bermúdez el 21 de enero de 1818, le notifica: “Así es, que la conducta de US. ha templado la indignación que debió causarme el escandaloso procedimiento del coronel Montes, del teniente coronel Carrera y de las tropas seducidas por ellos”, y más adelante señala que: La conducta del coronel Montes en los últimos acontecimientos me hace concebir temores demasiado fundados de que se renueve la disidencia porque no quiera él reconocer autoridad alguna legítima, cuando retirado el Grande Ejército llegue a tener una División fuerte. Yo creo que US. habrá tomado antes de separarse de Cumanacoa todas las medidas y seguridades posibles para evitar un suceso semejante. (22). Antes, el 7 de enero de 1818, “el comandante Domingo Montes, del partido de Mariño, fue derrotado por Eugenio Arana en la confluencia de los dos caminos que van de Cumaná a Cumanacoa, media legua antes de llegar a San Fernando, y escapó con muy pocos soldados a los bosques”. (23). También combate y pierde en Cumanacoa, el 28 de diciembre del mismo año. (24). Unos días antes, el 16 de diciembre, Simón Bolívar dirige carta a José Francisco Bermúdez dándole parte de la situación en el oriente, con los siguientes detalles: Ayer ha llegado a esta plaza (de Angostura) el teniente coronel Villegas que salió de Maturín el 11 del presente, y dejó en ella al general Mariño con cerca de 200 hombres de los dispersos de Cariaco, y al coronel Montes en Cumanacoa con más de 500 de los mismos. (25). Esta es una gran señal de como estaban las cosas después de la secuela iniciada en Cariaco y hasta donde había sido capaz de llegar el coronel Domingo Montes y el general Santiago Mariño. Otro extenso y significativo dato sobre Domingo Montes, es ofrecido por los ya referidos Yanes y Gómez, correspondiente al mes de octubre de 1818: El general Mariño emprendió también sobre los realistas con fuerzas más respetables, aunque con menos éxito, por ocurrencias bien diferentes. Los realistas interceptaron una correspondencia de este general por la que se conoció que marchaba sobre Cariaco con un ejército de 1500 hombres, en compañía de Sedeño y Montes, que después pasaría a Carúpano, y de aquí a Cumaná para todo lo que


8 contaba con ciertos auxilios que de estos puntos se le habían ofrecido. Con este reconocimiento dispusieron los españoles los españoles todas las cosas para esperar al enemigo, que efectivamente se presentó al frente de Cariaco el día asignado, y aquellos bien prevenidos, y mejor dispuestos para representar el papel de que salían a combatir a sus enemigos con valor, serenidad y sin ningún conocimiento de las fuerzas que las invadían, salieron al campo con fuerzas triples, vocearon mil veces el nombre del Rey, cargaron una y muchas veces en que siempre fueron rechazados, hasta que al fin se difundió una voz vaga y funesta en la vanguardia que mandaba el coronel Domingo Montes, es a saber, retirada, derrota, con la que entró en confusión el ejército republicano, y a la confusión fue consecuente la retirada y dispersión, tomando la mayor parte hacia Cumanacoa, donde se fijó Montes para hacer contra los españoles una guerra más ventajosa que la que hasta entonces había hecho. (26). Domingo Montes, acérrimo defensor de la causa republicana, mantuvo un espíritu de lucha constante contra los enemigos de la autonomía política, fue muerto de un balazo cuando pasaba por Cascajal rumbo a Cumaná donde tenía su cuartel general, el 28 de septiembre de 1827. Antes había dejado su columna con determinadas instrucciones, en el pueblo de San Juan de Maracapana. (27). En 1833 el gobernador de la provincia de Cumaná, Eduardo Stophord, elabora un importante y minucioso informe, que da cuenta de la situación de la referida provincia y de cada uno de sus cantones (28). En el caso del cantón Cumanacoa, ofrece datos que permiten tener una visión acertada de como estaba la región luego de vivir las continuas guerras y los enfrentamientos políticos que, por cierto, aun no habían culminado. Referencias sobre población, educación y economía, serán las que ahora presentaremos. Para el año 1810, la población de la provincia alcanzaba los 80.000 habitantes; para la fecha del informe, 1833, esta había descendido hasta los 41.257 habitantes; una diferencia intercensal notable, daba cuenta de lo que había hecho, en parte, la guerra de independencia, provocando muertes y población desplazada sobre todo a las islas del Caribe. El cantón Cumanacoa estaba integrado por las parroquias de: San Baltasar de Cumanacoa, San Fernando, Arenas, San Lorenzo, Aricagua y San Antonio, que tenían una población de 2393 habitantes mayoritariamente indígenas. Sobre el aspecto educativo, había en Cumanacoa una escuela de primeras letras para varones, dependiente de la Diputación Provincial. La escuela tenía una matrícula de 25 alumnos que tenían como preceptor a Jacinto Martínez Mayobre. El maestro tenía un sueldo anual de 300 pesos y enseñaba a “leer, escribir, aritmética, catecismo religioso y político y reglas de urbanidad”. Para la fecha referencial estaba proyectada una escuela para niñas. En la parte económica, bien vale la pena introducir una pertinente información. Según Stophord: Este cantón es agricultor y todo su tráfico se hace por tierra. En la guerra de independencia sufrió mucho y sus poblaciones fueron quemadas. Puede decirse que era el cuartel general de las tropas de la


8 República para sus incursiones contra la capital y puntos de la costa ocupados por los españoles. Con este motivo y por los destrozos hechos en las convulsiones políticas desde el año 21 al 31, sus tierras no están cultivadas como debieran y carecen de bestias para extracción de frutos, haciéndolo en hombros Para la fecha del informe sólo había: veinticinco mulas, treinta caballos y yeguas, sesenta burros y como trescientas cabezas de ganado mayor y menor. Se producían en el cantón: doscientas arrobas de azúcar, dos mil ochocientos pesos de papelón y cien bocoyes de ron; además se cultivaba: café, plátanos, tabaco, yuca, arroz, hortalizas y maíz, los tres últimos cultivados mayoritariamente por indígenas. El tejido de sombreros, canastos, cestones, esteras, sudaderos y cabestros, era muy generalizado y se utilizaban fibras de palma, caña brava, enea y majagua.


8 REFERENCIAS DEL CAPITULO VIII 1. En Magallanes, 1990, p. 131. 2. González Guinán, 1954, p 12. 3. En Troconis, 1969, p. 330. 4. Bernal, 1993, p. 18. 5. Ibid, p. 25. 6. Mena Moreno, 1969, p. 122. 7. Brito Figueroa, 1993, Tomo I, pp. 269-270. 8. Mariño, 1813, p. 270. 9. Yanes y Gómez, 1983, p. 240. 10. Ibid, pp. 354, 355. 11. Marcano, 1987. 12. Ibid, p. 209. 13. Ibid, p. 198. 14. Ver: Fuentes-Figueroa Rodríguez, 1962, pp. 225-226. 15. Mariño, 1817, p. 232. 16. Bolívar, 1817, Septiembre, 24; en, O’Leary, Tomo XV. p. 307. 17. Bolívar, 1817, Septiembre 29; ibid, p. 311. 18. Fuentes-Figueroa Rodríguez, 1962, p. 260. 19. Bolívar, 1817a, p. 425. 20. Citado en Fuentes-Figueroa Rodríguez, 1962, pp. 263-264. 21. Bolívar, 1817b, p. 426. 22. Bolívar, 1818a. pp. 125,126. 23. Mena Moreno, 1969, p. 27. 24. Marcano, 1987, p. 210. 25. Bolívar, 1918b, p. 141. 26. Yanes y Gómez, 1983, pp. 249-250. 27. Marcano, 1987. 28. Stophord, 1833; en Arellano Moreno, !977 .


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APENDICE DOCUMENTAL TITULO DE LA ENCOMIENDA DE LOS INDIOS QUE ERAN DE FRANCISCO ALEJOS DE VALENCIA EN PERSONA DE LÁZARO JIMÉNEZ,

VECINO DE LA CIUDAD DE CUMANA Cumaná 25 de enero de 1637. El capitán Benito Arias Montano, gobernador y capitán general de las provincias de la Nueva Andalucía y alcaide de la Fuerza de Santiago de Arroyo en Araya por el Rey Nuestro Señor, ..., teniendo consideración a que vos Lázaro Jiménez, vecino de esta ciudad de Cumaná y que en ella estáis casado con doña María de Lizazo, hija y nieta legítima de los primeros pobladores de esta ciudad y bisnieta de Juan Rengel el Viejo, persona que con su mujer y hijos vino a la conquista y población de esta provincia, con la armada que por orden de Su Majestad vino a ella a cargo de Diego Fernández de Serpa, gobernador propietario que fue de esta gobernación y que en ella el dicho Juan Rengel falleció en su real servicio habiéndolo muerto los indios de guerra en la ocasión que hubo estando esta ciudad fundada de la otra parte del río más ha de sesenta años según ha sido informado. Y porque demás de lo susodicho habéis acudido como buen soldado en las ocasiones que hubo y tuve en esta gobernación así en Unare como en la isla Tortuga contra los enemigos holandeses y porque espero para lo de adelante acudiréis a lo que se ofreciere del servicio de Su Majestad, por todo lo cual he tenido por bien y por la presente e n su real nombre y usando y usando de la facultad real que para lo que será declarado tengo que por su notoriedad no va aquí inserta, encomiendo en vos el dicho Lázaro Jiménez a los principales VILLACORTA en CUMANACOA y al principal CHEQUETENAME en el asiento de PARACURINARE y al principal IMANECANE en MANICURE, con todos sus capitanes y capitanejos, indios e indias a cada uno de ellos sujetos, dondequiera que estuvieren y se hallaren poblados y por muerte de ellos o alguno de ellos a quien tocare mandar la gente con todas sus tierras, aguas, cazaderos y pescaderos según que de su antigüedad lo han tenido y gozado para que de los dichos indios vos como tal su encomendero y no otra persona alguna os podáis servir llevar y llevéis por demora,..., los frutos y aprovechamientos que buenamente os pudieren dar sin ser para ello apremiados en lo cual y en su buen tratamiento y conversión a las cosas de Nuestra Santa Fe católica os encargo la conciencia y descargo la de Su Majestad y mía en su real nombre. La cual dicha encomienda os doy por estar vaca y en cabeza de Su Majestad por muerte de Francisco Alejos de Valencia que la poseía en segunda vida como hijo legítimo y el mayor en días del capitán Francisco de Valencia cuyo título original ahora os entrego, firmado de don García Fernández de Serpa, gobernador y capitán general que fue en esta gobernación y autorizado de Juan Gago escribano, su fecha a veinte y uno de octubre de quinientos y setenta y cinco años con cuya antigüedad os doy esta encomienda y mando a los dichos indios os tengan y reconozcan por tal su encomendero y a las justicias de esta gobernación os metan amparen y defiendan en la posesión de ellos y no consientan seáis despojado sin ser primero oído y por fuero y derecho vencido pena de doscientos pesos aplicados para la Cámara de Su Majestad. Dada en la ciudad de Cumaná, provincia de la Nueva Andalucía, en veinte y cinco de enero de mil y seiscientos treinta y siete años, la cual encomienda os


8 doy con cargo que paguéis la media anata antes que gocéis de ella - Benito Arias Montano - Por mandado del señor gobernador y capitán general - Pedro López Brito, escribano de la gobernación. Fuente: Prato-Perelli, A. (1990). Las encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XV . Caracas: A.N.H.


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