Morderse los labios

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Morder se los labios

Pensamientos íntimos por Ana Santos Payán

(Imaginario de estrellas). Arde en tu mano enamorada la fruta del adiós.

*

Desgraciado el que no sonríe, el que no consigue una mueca de la boca amada, el que no llora cuando todo parece una broma.

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(Museo imaginario de palabras). Cierra las puertas y las ventanas cuando llegue el poniente a tu corazón.

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Extraña tu mirada limpia, tu escucha inquietante, extraño tu corazón blanco, tu labio levantado, extraño y cercano, tu latido pausado y frágil. (Imaginario museo de mentiras).

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(Museo imaginario de la escritura). Volver a escribir, volver al papel y a la tinta, a la mentira y al desorden. Volver cuando ya no quedan recuerdos. No sueño.

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Morderse los labios, para encerrar el dolor y la palabra.

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(Me di a la fuga, aparté tus garras de mis entrañas, y aunque herida de gravedad sigo en solitario el camino, aprovechando el agua de la lluvia para lavar mi negro corazón). Libertad interior, el único bien seguro1. Pero, ¿qué sucede cuando alguien no se hace dueño en absoluto de esa libertad? ¿Cuando dejas que te violenten, cuando el miedo es el único regalo?

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¿Terrible la belleza? Terrible la verdad de mis dedos, en silencio, recorriendo el papel en silencio, recorriendo el papel terrible, la mentira de tu mirada leyendo estas mentiras silenciosas. Admirando la belleza terrible del adiós.

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Mira el futuro; trae libros desasosegados, otros nombres, otras voces, y el mar cambiante. Sólo Lisboa2 permanece.

1 Aquí Ana Santos Payán escribió inspirada por una cita de Stefan Zweig que decía así: «el único bien que tengo asegurado: el sentimiento de libertad interior».

2 Palabras escritas junto a una foto de Fernando Pessoa a los veinte años.

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Y la sangre derrama su rojo atardecer por la piel transparente de mi amado. Una espada traspasa el corazón y la sangre derrama su dolor por mis mejillas de metal. Una espada rompe y afila el tiempo invisible.

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Imagina mis manos tendidas hacia ti. Imagina la mirada de admiración. Imagina que nunca acabó.

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Cambia mi cuerpo atormentado por líneas paralelas de un cuadernos de imágenes que tú elegiste en la ciudad.

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Cúbreme con la sombra de tus mentiras.

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Muerde aquí, muerde mi boca de hielo, y no olvides escupir el veneno.

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No hay una sola mirada para definir nuestra tierra.

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Líquido negro del ayer, adivina el centro del miedo.

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Adelantar la hora para retrasar la llegada de la noche, el miedo a la oscuridad nos une.

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No entiendo, a veces, las palabras, se cierran las puertas y detrás nada, nada, nada.

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El tiempo de tu presencia me agita en esta casa de papel imaginaria.

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Casa, máscara de piedra para mi extraño corazón de lectora tuerta.

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Nunca supe camuflarme, ni en el dolor, ni en la alegría. Nunca supe camuflarme, ni en el dolor, ni en la alegría, ni en las horas lentas de la espera.

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Demorada la llegada del dolor, me aferro a este papel atravesado, me aferro al cansancio y al sueño.

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(Imaginario del sueño). Desde entonces nunca más me sentí enteramente enamorada. La vida no tiene retorno. El regreso es imposible.

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Sombra es tu dibujo, sombra de un frío almanaque3.

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Libros que nacen entre las flores de un jardín de papel. Libros regalados por la tinta de tu pluma o cúmulo. El peso de la lectura no es mayor que el peso de la ausencia.

3 Se trata de una especie de nota a pie a un retrato de Antonin Artaud.

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Las polillas anuncian la muerte de la ilusión.

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Un grito seco y cortante4, suicidio inútil en la madrugada, un grito seco y cortante, sangran las venas del lector.

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Me recuerdas otras canciones que debo conocer, psicodélicas, soñadoras, «no saben decir no» al amor. Guardan secretos y sueñan como yo sueño esta noche, construyendo casas de aire y de espuma. Mágicas alas que la música nos da.

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Mírame, no tengo respuestas.

4 Recupera este grito de una cita de El proceso, de Franz Kafka.

Nota a esta breve selección de pensamientos

Lo más probable es que estos pensamientos fueran escritos entre febrero y marzo de 2006, cuando la autora tenía treinta y tres años. Los he recuperado de páginas de una libreta mutilada. Se trata de una selección de folios sueltos de una suerte de agenda o almanaque literario que Ana Santos Payán tenía desperdigados entre sus decenas de cuadernos y de carpetas. En algunos había citas de Pessoa y Kafka principalmente. En otros cuadros o fotos de escritores. También referencias mínimas a viajes que realizó durante esos meses, como la visita a Munich para conocer a su sobrina Aitana, o como un viaje de trabajo a Nueva York. Sólo en 2006 la producción de cuadernos de Ana Santos Payán asciende a una decena. Con motivo de la llegada del 24 de noviembre de 2022, fecha en la que ella hubiera cumplido cincuenta años, me pareció oportuno recuperar estos papeles perdidos. Suerte, la nuestra, de que no se mordiera los labios. De que ante la lectura, las dudas del amor y el trabajo, ella siempre tuviera punzantes respuestas.

Luna Miguel Barcelona, noviembre, 2022.

Sobre la autora

Ana Santos Payán (Guadalajara, 1972 Almería, 2014). Hija menor de una familia de ferroviarios, Ana creció entre Miranda de Ebro y Alcalá de Henares. Estudió Geografía e Historia en la Universidad de Alcalá de Henares, siendo madre adolescente desde los diecisiete años. En 1996 se mudó con su marido, el profesor Pedro J. Miguel, y con su hija pequeña, la también escritora Luna Miguel, a la ciudad de Almería. Fundó en 1998 la revista literaria Salamandria y, más adelante, en 2003 la editorial independiente El Gaviero Ediciones. En su carrera como editora, prestó atención a los escritores noveles y privilegió los textos que no habían encontrado su lugar en otros catálogos. Escribió muuuuuuchos haikus, fue arqueóloga, promovió iniciativas culturales en Almería... En marzo de 2014, con 41 años, Ana Santos Payán murió de cáncer. En 2020 la escritora Aurora Luque publicó el poemario Gavieras , donde rinde homenaje a su lucha feminista. La editorial de poesía La Bella Varsovia ha puesto su nombre a un premio para la edición de primeros libros de poesía.

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