¿Regreso a Ítaca? Poemas, haikus e ideas x Ana Santos Payán
cinco poemas
Dije a mis censores: no me critiquéis. Mis párpados fueron creados para el llanto. Noche 807, ‘Las mil y una noches’
Autorretrato Nada soy, poco puedo ofrecer. Sin misterio en el cabello, sin dulzura en los susurros, sin vanidad en el nombre. Poca cosa mรกs allรก de las sombras que habitan mis zapatos y de las caricias suaves que regalas cada tarde en la hora sexta.
Sobre el dolor de la luz Pinceladas fósiles que germináis bajo el verde invernadero, sacad del inconsciente la deformación del feto, las pesadillas de un estratega, la sonrisa etrusca de cualquier niño. A cambio, yo, pagaré vuestro precio.
Es tu mano, demonio, tu semen, latido latiĂŠndome. Es convulsiĂłn que convierte en sexo mi nombre. Ana dices. Ana siento. Ana semen.
Oráculo No habrá Teseos en el nuevo siglo, ni espadas legendarias que quiebren la voluntad del monstruo. Permanecerá oculto el secreto de su mirada ciega. Dos mil años no serán suficientes para levantar los cimientos de este oscuro laberinto.
Escamas Levantan los arqueĂłlogos las calles de la ciudad y descubren que sobre los muros guĂa del infiel se construyeron los hogares cristianos.
diez haikus
—¿Eres verdaderamente cartaginesa? Se oye la sonoridad tirante del océano; las aguas me rodean. Como una inmensa puerta que se desgajase en medio del horizonte, se abre el resplandor de mi tristeza. Yo no estoy solo. No puedo desasirme de las negras substancias que me integran. Toda la tétrica antigüedad, todo el metálico procedimiento del devenir racial, rugen en el subterráneo de mis entrañas solemnes. Las aguas me circundan. Quiero apartar de mí los pesados cortinajes interiores. Quiero olvidar la contextura de los cercados corroídos por el ácido temporal. Quiero cegar los ojos de las puertas y desclavar mi corazón de las patrias exterminadas. Quiero sumergir el navío pálido de tantos siglos humildes y prolongados. Quiero cubrir mi mano derecha con la tela de un cielo unívoco. Juan Eduardo Cirlot, ‘El libro de Cartago’
No evitará la brevedad del Haiku tanta tristeza.
Mis pensamientos por diecisiete sílabas son oprimidos.
Realista y cínico habitas el porqué. Yo el por qué no.
En la tragedia de tu mirada glauca está mi exilio.
Para los hombres, sudarios de sollozos tejen las Moiras.
Loado Wang-Fo que indigente caminas muéstrame el color. (a Marguerite Yourcenar)
Dibuja el mapa de la bella Ispahán sobre mi piel.
Qué verde el campo reflejado en tus ojos. Isla en el mar. (a Luna que impresionada mira por la ventanilla del tren)
Desaparecen en el azul quebrado las ilusiones.
Buscando ingenios el humilde haijí pierde su luz.
y algunos pensamientos
... ahora el vacío se abre ante mí como al escultor el granito hacia la forma de un exacto volumen Juan Carlos Mestre, ‘La tumba de Keats’
Algunas veces creo que no existes, que sólo eres producto de mi desmesurada imaginación. Incapaz de recordar tu rostro o tu olor. No serás sólo un desdoble de mis más oscuros pensamientos? * Lo único que deseo de ti es sentirte tan cerca, tan cerca que cuando un mechón de cabello caiga sobre mi frente y los dedos se apresuren a recogerlo puedan intuir bajo la piel el trazo exacto de esa cicatriz que surca tu rostro. * Camino, con una maleta llena de crímenes, hacia el infierno central. El sol se está poniendo, desciende lentamente y arde en la retina. Opositores, un conductor de ambulancia que diseña grafittis en su cuaderno y un padre joven tatuado con un pequeño rubio y poco alborotador. Las torres de las industrias, las ruinas de los apeaderos, las luces que brillan en el horizonte. Finaliza el viaje, el tiempo se
paró hace horas. En Madrid volverá a empezar la vida. El tren es una burbuja. Luna lee y sonríe, la mueca de su boca bien vale un par de meses en el infierno. * La agonía del moribundo es despertar cada mañana con una misma pregunta en la cabeza ¿será hoy?, con una misma frase... otro día más. * Despierto a media tarde, la casa está vacía, no entiendo dónde pudo huir todo el mundo.Tengo la sensación de que las cosas están cambiando, estoy alegre y no necesito que las voces se apaguen porque hace días que deje de dar importancia a lo que decían. He deseado su muerte pero hoy me da igual. No, la vida no es bella, la vida es una mierda, pero siempre te reserva sorpresas. Siempre te hace encontrar a alguien que te saca del camino y te dibuja una sonrisa en el corazón, ese corazón maltrecho.
* No puedo escribir, las páginas en blanco se me ofrecen y yo no sé qué decir en ellas, aunque las ideas rondan mis ojos y las yemas de mis dedos. * Lo belleza de la naturaleza está encerrada en la imperfección de sus formas. * El único mar de Madrid está, y no siempre, en las grandes vallas publicitarias. * Pedro lee en la playa y cada página es una ola rompiendo en sus manosacantilado. *
En la vida no puedes dejar siempre la luz encendida. Hasta los sentimientos se fundirían. * Maldito tiempo, si no tuviese tanto pensaría menos... veo pasar las horas y me agobia creer que se me escapan los minutos sin hacer algo de provecho. * La tristeza invade cada rincón de la casa, me repugno. Soy infantil y mezquina. Sólo pienso en mí, pienso, pienso... La muerte está cerca, como la tristeza y el desastre. Me paso la vida intentando demostrar algo que no soy. No soy nada y los demás lo saben, por qué entonces este inútil empeño? * Cuando me encuentro mal, suelo decirle a Pedro con carita de ángel: Me estoy muriendo. Él siempre responde: Todos.
Ana Santos Payán (Guadalajara, 1972-Almería, 2014). También conocida como Ana Gaviera, fue historiadora, arqueóloga y editora de la revista Salamandria, así como de la editorial de poesía El Gaviero. Le fascinaba la literatura de Homero, Natsume Soseki, Juan Eduardo Cirlot, Virginia Woolf y Marcel Schwob. Siempre escribió poesía, pero casi toda permanece inédita. Con cariño, admiración y una profunda nostalgia, su hija, Luna Miguel Santos, ha hecho esta selección de sus palabras para el sexto aniversario de su transformación en hermosa sirena.
Para Ulises e Ă?taca. En Barcelona, 31 de marzo de 2020.