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PERIODISMO LA DECADENCIA DEL

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JEEPGLADIATOR

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“La profesión de periodista; para algunos, desapercibida, para otros, algo sin pena ni gloria, sumida en la más alta falta de credibilidad en la historia…” juan carlos maimone

Porque esto del informar bien, se ha convertido lenta pero paulatinamente en una tarea para nada fácil en el reino de los bien nacidos.

Los cambios traídos de la mano de la tecnología no paran de fluir y permiten la aparición casi fantasmal de medios y formatos destinados irremediablemente, a la formación de la opinión pública. Por supuesto, que cada vez más lejos de la gesta que iniciaron nuestros mayores y que en definitiva, tenía como efecto colateral, el educar.

En la misma medida que se disiente de los improperios administrativos de un grupo de gobernantes nefastos para nuestro Continente, también aparecen los aduladores de siempre, basados en la normativa inocultable de los intereses personales y que tanto deleitan a las huestes del poder.

De allí que no nos resultan extrañas las actitudes fisgoneantes entre nosotros mismos, una mirada perversa sobre el otro y una dilatada embestida contra el rol de aquellos que tratamos de enaltecer la profesión a través del tratamiento veraz de la noticia. Una pasión para hurgar lo que otros no ven o no quieren ver, que le dicen.

Aún así, resulta claro que va en aumento el prejuicio por poner en duda la función social del periodismo, como así también, la honestidad de los periodistas. Le apuntan con constancia a la esencia de nuestro trabajo, asociados desde siempre a las artes del oficio y los deberes profesionales, originando una actitud hostil impulsada desde el trasfondo mismo de la mediocridad, que en una democracia puede resultar inadmisible, pero existe.

Es indudable que en ese cascoteo incesante, se busca el agotamiento de ánimo y el menoscabo de las convicciones. Sin embargo, hemos decidido desde siempre, vivir y crecer desde nuestros principios.

“No hay periodismo sin periodistas dispuestos a cumplir su rol social y no hay periodismo sin empresas que potencien nuestras voces y les den un sentido en la vida social. Sin ese marco seríamos librepensadores dispersos e inofensivos…” No obstante – y a pesar de que necesitamos de ellas – no somos empleados de los políticos de turno, ni de la industria automotriz ni de sus marcas, algo que no es muy digerible para muchos, que se han convertido en colegas, nada más que para bailar al compás de la música que les silban sus anunciantes y de paso manejar autos gratis…

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