PARADOJA Fanzine No 4
Autorretrato
Editorial
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Heme aquí Heme aquí, ante este tribunal. Tengo 24 años y he muerto dos veces, sin contar los corazones rotos y las tres narices partidas. Tengo crímenes, pero ya nadie quiere ser mi verdugo. Me veo en la penosa necesidad de estampar personas contra el pavimento cuando escribo, de quitarles la vida o hacerlos elegir. Heme aquí, porque lo que soy es lo que tengo, lo que fui es lo que entiendo, y lo que seré prefiero no serlo. Sálvenme, tribunal, porque ya no pertenezco a este tiempo, y soy un pobre diablo que nació para perder, pero no puede. Llevo las manos lastimadas a donde quiera que voy, porque me enseñaron que para trabajar hay que pelear, y viceversa. Traigo tres anillos porque me recuerdan que el amor es infinito, que te encierra, pero que sin la calidez del cuerpo, sólo es un pedazo de metal; frío, brillante, inalcanzable, pequeñito y falto de humanidad. Tengo el cuerpo flaco, el torso marcado, la barba rota y los ojos abiertos. No me gustan los espejos pero los uso de vez en cuando, porque en el fondo, sólo quiero recordarme. Quiero cantar, porque me recuerda a mi madre, y fumo porque me recuerda a papá. Ya no miento, porque nadie me cree. Me han dicho de todo, pero sólo una mujer me ha dicho la verdad, y me dolió. Cargo con cruces que son mías y, por eso, no juzgo las cruces de los demás. Por eso, tribunal, condénenme al olvido, al silencio, ahora que no he enloquecido lo suficiente. Fueron ustedes quienes me dieron las alas, pero fui yo el que voló hacia el abismo incandescente del sol. Guárdenme, bajo llave, de la poesía y de los poetas. Heme aquí, querido tribunal, pero no por mucho… No por mucho. 03 30
“ESTE ES EL RECINTO DE LAS APARICIONES”
La última obra conocida de don Nicanor Parra será una máscara de yeso, olvidada como por azar entre los libros de su estudio. La encontrará su nieto, semanas luego de que la policía preste atención a las denuncias de los familiares que finalmente se han rendido ante la evidencia de la desaparición. Con ciento y pico de años, el poeta más viejo —y el mejor, y el más actual, perdonen los incrédulos— de Latinoamérica le hace una última morisqueta al cotidiano desarrollo de las vidas anodinas y, frente al acertijo irresoluble de la muerte, elige desaparecer. Si no hay un cadáver no hay un muerto, parece decirnos la máscara de yeso en la que las facciones arrugadas del poeta insinúan una sonrisa cándida, apenas levantando las comisuras de unos labios que permanecen cerrados, callando las últimas palabras. La máscara, lijada con esmero hasta eliminar las asperezas del material, abarca el rostro desde el nacimiento del pelo —bastante alto, se estaba quedando calvo— hasta el inferior del mentón, y todo lo ancho del rostro entre las orejas. Sobre ambos párpados, marcialmente cerrados, el poeta perforó un par de agujeros con la punta de un lápiz. De ese modo, si alguien decide usar la máscara, puede ver a través, no de los ojos, sino de los párpados del ausente.
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Usar la máscara fue prohibido en primer lugar por los organismos de investigación, luego por los albaceas de la obra. Quienes pudieron burlar la vigilancia en la sala de evidencias —primero— y en el museo —después—, afirman que una vez dentro de ella escucharon la voz cavernosa de Nicanor (“Este es el recinto de las apariciones”) y al abrir los ojos, a través de los párpados, el mundo brillaba incendiado por una luz oscura, como si alguien hubiese prendido fuego al sol.
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RADIOGRAFÍAS Tenía 16 años la primera vez que vi una radiografía de mi cráneo. Me había reventado los ligamentos del cuello y —luego del paseo en ambulancia y la morfina— lo primero que hicieron en el hospital fue meterme en la sala de rayos X. Un auxiliar me sostuvo en posición antes de abandonar la sala. Luego el médico nos alivió al afirmar que no había mayor daño, que bastaba un cuello ortopédico por un mes y algo para el dolor. Nos entregó las radiografías que había estado leyendo hasta entonces. Ya había visto cráneos antes, en fotografías, en las ilustraciones de los libros de biología. Esta vez era mi cráneo el que sostenía entre las manos, ese conjunto de huesos, era el rostro tras mi rostro, mi cara original sin el añadido de los músculos, la grasa y la piel. No se diferenciaba mucho de las imágenes conocidas pero, pese a esto, sentía una sosegada fascinación mientras examinaba el blanco brillante con cuidado. Ese era yo. Ese no era un cráneo cualquiera, era el mío, el único que habría de ser mío toda mi vida. Toqué el contorno de los huesos como quien pronuncia su nombre por primera vez. 10 01
Ha habido otras radiografías. He visto mi mandíbula, mi mano. También volví a ver mi cráneo, luego de una tomografía que la psiquiatra ordenó para buscar en ella las explicaciones posibles de un trastorno disociativo de la personalidad. Ella no encontró nada particular, yo volví a embeberme en el descubrimiento. Allí estaban la caja fuerte del alma y el andamio que sostiene los gestos. Lo único íntimamente real son esas cuencas y esos dientes. No soy más que eso: unos ojos abiertos —mitad horror, mitad asombro— y una sonrisa apretada —mitad placer, mitad cinismo—. El resto es añadido, bisutería, camuflaje.
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Negaciones identitarias. No soy como Alicia. No una curiosa existencia. No un gato que puede husmear por doquier, acercarse y delimitar un universo entero, moverse furtivamente, volátilmente, fácilmente. No. No una mensajera de los dioses: no sé volar con facilidad y, de hacerlo, no podría detenerme jamás a tiempo, me perdería y, sin encontrar camino alguno, terminaría por desaparecer y esfumarme en mis constantes fantasías. No podría tampoco transportar mensaje alguno, se me escaparía por entre los dedos, desaparecería con el más mínimo movimiento, se extraviaría en pensamientos, mezclándose entre mis deseos, perdido y olvidado en mis incertidumbres. En todo caso, dicho mensaje no podría sobrevivir, todo sentido sucumbiría en mis manos, saldría corriendo ante los remolinos que afuera suelen presentarse, este caos hecho masa, fuego y cenizas. Silencio. Voces. Multitudes. Todo me es indiferente. Todo me es consustancialmente diferente. El conejo de aceptación pasó corriendo por mis manos. Este mundo hostil me encerró en su jaula de concreto. Las palabras realizan un ritual sangriento de burla. Corren para que no las vea, huyen para que las vea pasar despavoridas. Temen a mí porque yo temo a ellas. Ese yo que es otro, teme a este yo atolondrado y desvanecido. No puedo hablar, no puedo actuar. Puedo reír sin reír, puedo reír para no llorar y puedo llorar para reír. Risa cosquilluda. Risa temerosa. Risa desvergonzada. Risa que es mundo. Mundo desvergonzado. Hablo mal, con la vacuidad de las palabras. Porque no las entiendo ni las escucho, porque ellas no me escuchan ni me entienden. Hablo de más, como todos los seres humanos vagabundos e intemperantes. No
tenemos medida, no tenemos balanza. No comprendemos, no tenemos razón. Nuestra razón es innecesaria, el miedo es innecesario. La risa es necesaria. Pero no hay risa. Hay mundo. Palabra vana. Individuos. Tal vez no haya más que individuos. Como yo. 14 41
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-AutorretratoPaso mirando el cielo, la calle, sintiendo el pánico, escuchando los tacones. Me da miedo el trabajo. Me da miedo el ser esclavizado. Busco dejar flores en las calles de la ciudad. Girasoles que alumbren y oscurezcan cada rincón. Encontrar alguno que unir al mío. Transformarnos en uno. Con las mismas convicciones y revoluciones. Juntarnos y meter todos nuestros sentimientos en una carta. Lanzársela a la esclavitud, y verla explotar en un caluroso sentimiento intenso, lleno de colores, de ideas y enojos. Gritos desesperados y fundamentalizados. Los momentos felices nos dan esperanza para continuar buscando girasoles que sientan el mismo pánico, que me ayuden y yo ayudarlos. Me alegro al sellar mis dedos en un pacto clandestino, sentirme bien al besar el silencio causando una pequeña visión de un girasol en tu corazón. Dedicándote un haiku y compartiéndote un sueño.
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Solo eso Yo soy yo, es lo que tengo, podrían buscar mucho más, deseando encontrar más, pero es lo que llevo dentro. Soy corazón, y soy alma, soy también razonamiento, que a veces se deslumbra con un extraño destello. Pero eso es todo, no hay más, no es difícil entenderlo. Y así, la persona que soy es lo único que ofrezco. ¿Que si encajo o pertenezco?, Lo que soy es lo que entrego tampoco podría dar más, pero nunca he dado menos.
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Funeral Funeral Era lunes en la mañana, acababa de salir para el trabajo, cuando recibí la llamada de mi hermana que, entre sollozos, me informó: “Mamá acaba de morir”. No puedo decir que me sorprendí, desde hacía tiempo sufría de los pulmones debido a los cigarrillos. No podía juzgarla ya que fumar fue uno de los hábitos que aprendí de ella. Esa noche tomé el bus hacía Bogotá. En la sala de velación se encontraban ella y mi hermana. Siempre fuimos las tres, al menos desde que mi padre decidió abandonarnos. Mi madre siempre fue dura, supongo que para enseñarnos que la vida es difícil y que debemos defendernos nosotras solas, sin esperar nada de nadie. Ella tenía 17 cuando mi padre se la llevó del campo prometiéndole el cielo y la tierra. Se encontró con una situación difícil, poco trabajo y nadie conocido. Lo sé por las escasas historias que nos contó, decía que su padre era abusivo, y que por esto aceptó huir de su casa para buscar un nuevo horizonte. Siempre hablaba de los hombres de manera despectiva, tratando de evitar que confiáramos en alguno y nos enamoráramos. Hace mucho nos separamos. Debido a nuestras constantes peleas me mudé a otra ciudad para comenzar de cero. Ana se quedó cuidándola. Con ella hablaba más seguido, le enviaba dinero de vez en cuando para ayudarla en lo poco que podía. Mientras miraba el ataúd y aquel rostro sin expresión, pensé en todo lo que vivió para convertirse en quién fue. El sufrimiento y rencor que guardaba de alguna forma fue pasado a nosotras. Salí a fumar y calmar la impaciencia, pero la idea no dejaba mi mente. Entonces apagué el cigarrillo. Me dije en vos baja "Tú no eres ella, tú no eres ella... desde hoy todo será diferente". 26 62
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‘Una mujer que mira por una metáfora es una ventana’
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Una pintura, luces en el espejo: olvido eterno.
Memoria eterna: paraĂsos escritos en un retrato.
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Heme aquí 9328 días.
A cada paso que damos creamos retratos, nuestras experiencias corpóreas nos secuestran la memoria, nos incitan a dibujar individuos y nos seducen a fotografiar objetos. Somos formas. Somos finitos. Somos felicidad contenida. Eres eso que has mirado desde vidas pasadas a través de un espejo. Eres esa imagen pretendiendo ser real. Eres ese nombre y apellido impregnado de recuerdos, ahogado en vivencias y con cientos de sueños. Eres. ¿A qué sabes? ¿Cómo me miras? ¿De qué color eres? Dímelo, enséñame tu autorretrato.
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RE-TRATO Pienso en el autorretrato que hora comparto y es difícil verme retratado en él. Sabemos que el tiempo tiene el sucio vicio de cambiarnos en ese proceso que eufemísticamente la gente llama envejecer o, cínicamente (en el peor sentido de la palabra) madurar, pero que en realidad es putrefacción en acción, clara y sin ambages: como la manzana mordida que se deja sobre la mesa. Puede que nuestro proceso sea más lento pero es, sin lugar dudas, equivalente. Quizás lo más justo ahora sea pintar un retrato de aquel del autorretrato en una técnica de claro oscuro respecto al Mario que ahora garrapatea teclas. El que pintó el autorretrato tenía 19 años, el de ahora se aproxima a los 28. Estaba en la casa del Hemo —amigo que conservo aunque él no se conserve, ahora se llama Alejandro— cuando se sacó la foto que le sirvió de muestra. Aquel Mario, estaba en proceso de dejarse crecer el pelo antes que la calvicie congénita por lado materno (mi mamá no es calva, el calvo es su papá) le ganara la oportunidad; el de ahora tiene el cabello corto propio de los profesionales que asumen que a los mechudos no les dan trabajo y porta unas pequeñas entradas en los vértices de la frente. El de otrora tenía el hábito de la pintura al óleo y la escultura, y su autorretrato consiste en el primer y único intento de fusionar las dos artes. El del otrora cercano, difícilmente coge un pincel y hace poco rememoró lo mucho que disfruta esculpir haciéndole una señora cara de papa y un Finn a su fermosa. 34 43
El de los 19 había tenido su primera decepción al no ser llevado al campeonato departamental para el que se había preparado durante medio año, adoptando con posterioridad el hábito de un lucky strike y un tinto antes de entrar a clase de 6:00. El que se encamina a los 28 dejo a un lado cerveza y cigarrillo y suda desmedidamente por las mañanas y las tardes desde que hizo su tercer retorno a los cuadriláteros, más por un esteticismo poético emparentado con la perdida y recuperación de un cabello de Cortázar, que por cualquier otra cosa. Por lo demás, ambos mantienen el rojo bermellón de la mejilla derecha y el verde manzana de la frente.
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COLABORADORES COLABORADORES
‘Tejidos’ Fotografía fragmentada- Alejandra Duque (COL) 00 ‘A través’ Fotografía, doble exposición- Katherine Espinosa (COL) 02 ‘Heme aquí’ Texto- Martín Torres (ECU) 03 ‘Este es el recinto de las apariciones’ Texto- Lucas Vargas Sierra (COL) 04-05 ‘Ara-Boy’ Acrílico sobre lienzo- Camilo Arbeláez (COL) 06 ‘Burdo monocromático’Acuarela y marcador- Simón Gómez (COL) 07 ‘Autorretrato’ Ilsutración- Miguel García (COL) 08 ‘Ser’ Fotografía digital- Salomé Patiño (COL) 09 ‘Radiografías’ Texto- Lucas Vargas Sierra (COL) 10-11 ‘Autorretrato’ Ilustración- Juliana Castelblanco (COL) 10-11 ‘Autorretrato’ Collage- María Alejandra Múnera (COL)12 ‘Autorretrato’ Tinta y pincel- m. a. Noreña (COL)13 ‘Negaciónes identitarias’ Texto- Violeta Perpetuum Mobile (COL) 14 ‘Cara de pez’ Ilustración a lápiz- Tatiana Gómez Zapata (COL) 15 ‘Autorretrato’ Ilustración- Andrés Echeverry (COL) 16 ‘Mordidas de Mara’ Acuarela sobre papel- Brian Salve (COL) 17 ‘Autorretrato’ Libro intervenido,Video stop motion-Liliana Ramirez (COL)18-19 ‘Fragilidad’ Fotografía- Katherine Espinosa (COL) 20 ‘Autorretrato’ Texto- Zednanreh (CHI) 21 ‘Autorretrato’ Mixta- Ana Karen San Emeterio (MEX) 22 ‘Beso’ Rapidógrafo sobre papel- María A. Martínez-Wandurraga (COL) 23 36 63
‘Solo eso’ Texto- Diana Milena Velásquez (COL) 24 ‘Yo soy yo’ Ilustración Digital- Diana Milena Velásquez (COL) 25 ‘Funeral’ Texto-Juan Felipe Puentes (COL) 26 ‘Alter ego’ Fotografía (Doble exposición manual)-Julian Esteban londoño (COL) 27 ‘Autorretrato’ Mixta- Anabell Ruíz (VEN) 28 ‘En(frente)’ Lápiz-edición- Viviana Sabando (ECU) 29 De la serie ‘Transfiguraciones’ Ilustración- Paola Betancur (COL) 30 ‘Autorretrato’ Haiku- Juan Daniel Galeano (COL) 31 ‘ Dinamita veneno -dijeron-’ Collage- Sandra Méndez (COL) 32 ‘9328 días’ Texto (Brainstorm) - Wal Hernández Martínez (MEX)33 ‘Re-trato’ Texto e ilustración- Mario Lopera (COL) 34-35
Este fanzine vio su rostro por primera vez en los talleres de Rocco Gráficas, con un tiraje de 300 ejemplares, una madrugada de septiembre de 2015. Luego rompió el espejo, con los trozos se hizo un collar 37 73
Autorretrato
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