PARADOJA Fanzine No 1
Paradoja Ediciones Diagramación y dirección: María Camila Duque Lopera
COLABORACIONES Andrea Domínguez Jonathan Carvajal Sara Olier Juan David Castillo Thomás Restrepo Miguel Isaza Miguel García Sara Serna ‘Periquita’ Jose Fernando Gómez María Alejandra Múnera Lucas Vargas
EDITORIAL Láquesis, Átropos y Cloto, las tres moiras de la mitología griega, que hilan el destino de los mortales y cortan la hebra de la madeja cuando nuestra vida en la tierra no debe ser más. Aunque no se crea en el destino es evidente que todo está conectado, hilado, tejido... Desde el día a día hasta una estrella de otra, formando así una constelación. Todo se conecta. Los lagos y los ríos van al mar, las montañas tejen cordilleras, las raíces se tejen y destejen hasta volverse una. Todo se hila hasta llegar a ser total armonía. Esta edición pretende presentar ilustraciones y producciones literarias que tengan el hilar como finalidad a proyectar.
‘En silencio la araña teje el cosmos’ Haiku por: Miguel Isaza
Cósmos Ilustración Andrea Domínguez Técnica: Rapidógrafo e intervención digital
‘Tejido estelar cubre el frío la oscura noche’
Haiku por: Miguel Isaza
Cósmos Ilustración Andrea Domínguez Técnica: Rapidógrafo e intervención digital
La prótesis La prótesis es el encuentro afectivo entre un cuerpo y una ausencia. Es el tejido de relación entre una extensión artificial y un cuerpo en desequilibrio. La prótesis distorsiona o determina los principios estructurales de un cuerpo, por tanto, la configuración de lo que esta estructura exterioriza es inusual. Sus gestualidades se convierten en expresiones sensibles. Bloques de sensación que van del gesto, a la mirada que lo percibe, al cuerpo, hasta el sistema nervioso que reacciona ante él. Da cuenta de una narrativa, entre dos elementos que se incorporan generando un nuevo contorno, encontrándose constantemente en la confluencia y la disonancia.
Texto por: Thomás Restrepo
Fotograf铆a por an贸nimo Intervenci贸n digital: Thom谩s Restrepo
‘¡Precioso disfraz! Escribimos un nudo sin desenlace’
FotografĂa y haiku por: Juan David Castillo
Meditación “No soy un hombre, soy un pueblo” J.E.G. No soy Sócrates, no soy Jesús. No crucé los turbulentos ríos de las Preguntas para traer conmigo la fe en la verdad. No diserté en el Panteón acerca de la belleza y la labor de la filosofía. No resucité en un viaje místico hacia los cielos. No morí crucificado por la ignorancia de los hombres. No corrompí la juventud a cambio de la funesta cicuta. Soy Joaquín, quien toma destinos prestados para ser hombre, quien teje su conflicto cotidiano con el pasado porque las Moiras olvidaron coserle sus sueños y le regalaron sus mágicas agujas.
Soy quien ya fue Jesús, Soy la duda que desemboca en mares. Soy la alegría del descubrimiento filosófico, Soy el que resucita en medio del río de Heráclito Y desciende a la tierra para acompañar a los hombres En medio de su juventud corrupta. Soy quien muere a cada instante Y eterniza su muerte en el momento más próximo. Soy un tejido maltrecho de caprichos y esperanzas Que controlan mi vida. Soy el que es: soy el hombre.
Texto por: Jose F. Gómez ‘Jose Joaquín Gómez’
‘Habría que bajar a romper los vientos y a atrapar los sueños, meterlos en una bolsita y lanzarnos con ellos. Habría que recordar, habría que convertirnos en hilos, habría que tejernos’ Anónimo Collage por: María Alejandra Múnera Técnica: Collage manual/digital
‘Líneas’ Ilustración por: Miguel García Técnica: Rapidógrafo
‘ Todo está conectado desde afuera hacia mí y en mí hacia afuera’ Ilustración por: Sara Serna ‘Periquita’ Técnica: Collage Manual
‘Una vida sin nombre’ Ilustración por: Jonathan Carvajal Técnica: Ilustración digital
TEJEMANEJES Sin darnos cuenta, hemos tejido una intrincada maraña entre los dos. De palabras y silencios, de lugares y ausencias, de noches y guayacanes florecidos. Se han cruzado tantas veces los mapas de las sangres, se han confundido de tantas formas los límites de las pieles, ha sido una sola voz el halago y el reproche, ha sido una sola distancia la cercanía cuando pronunciaba uno u otro la próxima partida. Hemos tejido, sin darnos cuenta, una intrincada maraña entre los dos, con hilos que tienen todos los colores de la ruleta comprendida entre la alegría y la tristeza, entre la desesperación y el gozo.
Visto de perfil, el tejido semeja un ruiseñor que canta sobre la rama de un rosal donde brilla el blanco de la rosa y el verde de la espina. Visto con los ojos entrecerrados, el tejido es un puerto donde descansan los cascos de naves viejas que han perdido su vocación de barco bajo un cielo plagado por chillidos de gaviotas. Visto luego de parpadear repetidas veces rápidamente, el tejido es un bosque de pinos imponentes que interrumpen la luz del sol y hacen teatros de sombras en el suelo. El tejido visto desde arriba, lejos de tú y yo, tiene la inconfundible forma de un laberinto. *
‘Capricornio’ Ilustración por: María Camila Duque Técnica: Lapicero/Rapidógrafo.
Del ovillo que sostienen las manos de Ariadna, el hilo de plata brota puro, prístino, limpio, y va a perderse en la oscuridad silenciosa que anuncia la entrada a la mansión del Minotauro. Allí, tras pasillos idénticos e idénticas galerías, atravesando curvas, saltos y escaleras, el otro extremo da dos vueltas a la mano izquierda de Teseo, quien lo aprieta con todas las fuerzas del miedo y las ansias sin reparar en que al hacerlo se corta levemente con él. Diminutas gotas de sangre se deslizan por el hilo tiñéndolo de rojo en su descenso.
En un pabellón oscuro, el héroe se agazapa y aguza el oído mientras aprieta aún más el hilo y la espada, atento a la aparición del monstruo, deseando poner fin de una vez a la espera incierta de esa oscuridad plagada de rincones. Un resoplar de bestia tensa sus músculos y la pupila dilatada cree reconocer una cabeza de toro en la figura que se aproxima. La orgía de la sangre dura poco: agotado, Teseo se deja caer contra un muro y permite, con los ojos cerrados, que ocupe su lugar el silencio. Entonces, siente el palpitar. Cree que es el corazón de la bestia y se prepara, pero el Minotauro sigue muerto e inmóvil a sus pies. Cree que es su propio corazón, pero diferencia ambos ritmos y descubre su propio latir más lento y calmado. Se concentra, calla, cierra los ojos. El palpitar viene de su mano izquierda. Es el hilo. En el hilo de plata late el corazón de Ariadna. *
Un tejido de saliva une sus bocas. Deja la comisura de los labios de ella y acaricia sus pómulos antes de palpitar sobre el temblor de la carótida y encontrar el camino que baja acompañando el aire que fluye en la garganta. De ahí es un caos de giros y lagos que se detiene siglos —ahora bajo el lugar donde galopa desbocado el corazón, ahora sobre el estremecimiento orgullosamente erguido de los pezones— para luego dejarse caer en picada por el valle de las tetas y descifrar el desierto del vientre hasta el pozo del ombligo que es prólogo y presagio. Desde allí se precipita, y se detiene en la punta de la lengua que, ansiosa, vibra antes de penetrar el laberinto. *
‘Corazón’ Ilustración por: María Camila Duque Técnica: Rapidógrafo/Acrílico
Los dedos de Penélope rasguñan la tela a medio terminar, arrancando mínimas notas susurrantes al entramado de los hilos. En el silencio de la noche, esa música sutil se ha convertido en un mantra capaz de acallar por un instante el gemido del mar lejano, que es sólo una forma del lenguaje de su angustia. ¿Vive? ¿Volverá? ¿Aguantaré hasta entonces? Cada sombra en la alcoba, iluminada por la vacilante luz de las antorchas, representa a sus ojos escenas de naufragios y muertes. Sabe del rey Atrida, muerto según los planes de Clitemnestra; ha oído de la muerte de Aquiles, en la lejana Troya...
Con los detalles más sórdidos de cada tragedia la tortura su imaginación, sometiendo a vejámenes terribles la imagen del hombre por quien vela: el rey ausente de su lecho, el hombre ausente de su patria. Furiosa, al sentir la tristeza humedecer sus mejillas, clava las uñas en la tela y empieza a deshacer el entramado de hilos, como si en ello se cifrara la posibilidad de desafiar al destino, como si al hacerlo estuviese echando atrás el tejido mismo de la vida. No, ya verán los dioses inmisericordes, ya verán de qué está hecho el corazón de la mujer.
Mañana, cuando el sol asome sobre las aguas por las que ningún navío se aproxima, empezará de nuevo su tejer inacabable, alternando hilos blancos y negros, verdes y azules, violetas. Un sólo hilo rojo pasa desapercibido en el eterno tejido de Penélope. Un hilo rojo que se pierde en algún punto para alcanzar y enseñarle el camino de regreso al corazón de Ulises.
‘Tejemanejes’ Texto por: Lucas Vargas
‘Art giving life’ Ilustración por: Sara Olier Técnica: Rapidógrafo/Marcador
‘El cielo y la montaña nos tejen’ Ilustración Andrea Domínguez Técnica: Rapidógrafo e intervención digital
PARADOJA Fanzine