Paradoja Fanzine 'Nocturno'

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Editorial

octurno

N

Oculta y quieta aparenta ser. Ella la oscuridad Fugaces ellas, parece llover lumbre, del cielo caen

Inamovibles, como historias perdidas, son las estrellas.

Hilos que cuentan narraciones que aluzan: Luces sembradas

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-Es difícil cansarseAnoche soñé que bailaba lejos de la niebla, entre sombras, en la arena dorada. Era tarde. Estábamos intentando hablar con palabras de mentira, gestos del agua, de adentro. En el fondo de casa tenía un montón de papeles en blanco, los llevé porque quería que me ayudaran a llenarlos. Ellas, contentas, pusieron toda su energía en los dedos para colorear cada espacio. No puedo explicarlo bien, no me atreví a abrir los ojos, sólo pude admirar cómo atravesaba mis parpados una luz anaranjada, parecida a los colores del atardecer en otoño. Sentí una especie de nostalgia, escalofriantemente adorable, que rebotaba en la niebla lejana. La melodía fue una constante transmutación. Los sonidos se entrelazaban perfectamente unos con otros. Perdí la noción del tiempo, me desprendí entre las olas, dejándome llevar a un lugar mejor. La noche acabó y un viento fuerte apagó las últimas llamas. Todo era un deseo. Estábamos cansados, las sombras y yo. Me despedí cortésmente con dos saltos, de esos suspendidos que me gusta hacer para impresionar a los demás, y una caricia en la frente, dándoles a entender que me sirvieron de consuelo. Las sombras me imitaron. Di un último salto suspendido y me retiré de aquel paraíso lentamente. {2}


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-NocturnoTal vez una balada inconclusa, podría recordarte esas notas desvencijadas, de los nenúfares que se sacuden entre un vaivén interminable de luces y sueños estáticos. Las notas informes de una pavana ya olvidada podrían mostrarte esas noches de cadencias ominosas. Un lago que no debía ser, gobernado por un cisne melancólico. Por un cisne arrogante y distraído. ¿Recuerdas, Rem, cómo su nadar pausado era el ruido del firmamento que se sacudía, de las estrellas agitadas al ritmo de una zarabanda milenaria? ¿Recuerdas cómo volaban en el cielo lunas huecas de porcelana? ¿Cómo un coro de luciérnagas dormía en los ecos de nuestras voces aladas? Piensa de nuevo en esa catedral invertida, que caía lentamente sobre nosotros, cargada de graznidos y lamentos en fuga y soles ardiendo en contrapunto. Cargada de músicas soberbias. De una medianoche barroca delineada con ojos infantiles. Era el capricho de una noche cualquiera. De dos muñecos de trapo que se atreven a mirarse en el agua salpicada de faroles y de lirios. Que retaban constelaciones sumergidas con coronas de magnolias. ¿No éramos, Rem, sólo eso? El reflejo de dos niños jugando, sin más, en el mausoleo conjunto de Ganímedes y Ofelia. {5}

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Insomnio

¿Qué carajos tiene el insomnio que le da sueño a la vida? De frente a mil noches iguales a ésta, que es tan aburrida. Llenos de colillas y cenizas están los ceniceros impíos, liberando el humo de muerte para un sujeto sin brío que discute con su ego sobre infortunios vagos, despilfarros por la borda entre sus crueles juegos... Va acercándose de a poco la oscura luz del alba enlutando ya la noche que sin gritos silba. Para dejar así las estrellas en escombros.

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noche 3. noche abierta. luna abierta, seno abierto, punto abierto, noche 3. ÂĄplop!, chela abierta, lengua abierta, sombra abierta, noche abierta.


noche 3. soy un vago y en el vacío [∞] implosiono. pa’ dentro, hombre jaguar. callo para encontrar la luciérnaga, y… bajo… bajo capas, bajo alas, Spica. luna cascabel, chicharra perdida. noche abierta. 1, 2, 3 noche 3, 1, 2, 3.


Ecos Este baño huele a sexo. Lleva la lengua pesada y las pupilas dilatadas. Aspira hondo esa acidez trasnochada. Se mira al espejo: el pelo enmadejado, la cara sudorosa, el maquillaje corrido. El olor se va pegando en ese limbo entre la garganta y la nariz, ahí donde la gaseosa quema cuando se traga mal. Siente vibrar sus músculos. Dónde dejé el labial. Cómo habrán hecho para entrar sin que nadie los viera. Tan rico, y uno acá… Suspira. De nuevo el pegote en la cavidad límbica, pero ahora parece menos ácido y más amargo, salado. No es el olor del sudor; es la saliva. Son las palabras dichas al oído. Son los gemidos que se quedan flotando como un manto cuyo perfume muchos comparan con el límpido. Pero cómo qué límpido, si desde siempre hemos sabido que el sexo es todo menos limpieza. Los dedos por fin encuentran el rojo. Comienza a deslizarlo sobre los labios. Será que todavía tienen el alma empapada en incienso de iglesia y por eso insisten en quitarle lo animal a la cópula. Una última pasada de labial en su boca. Mientras sale se llena los pulmones de aquel olor a sabanas revueltas después de un domingo maratónico. —A ver si esta noche me tiro al bartender —murmura. {12}


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l En la noche Mi corazón es un estallido de aullidos Donde la luna detona sombras De ausencias imperturbables como ríos Pero los sueños braman, Se niegan a entregar al cenizal Del olvido. Aúllan Allí donde mi alma siente Lo que el sol esconde. Toda mi carne es nocturna

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ll Su tez pĂĄlida Casi ilumina la noche Sus labios imaginan oraciones Destinadas a un nuevo Ser divino, Que inunda la oscuridad de su mente Y le arranca el frĂ­o a sus sentidos Ella no sabe Ella cree que estĂĄ sola, Pero lentamente entra en su cuarto Un beso naufrago para Arribar en su boca.

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FUEGO, POR FAVOR — Así es compañero, en el cielo no hay alcohol. Triste tragedia. Porque la sed a pesar de ser justa es nostálgica, es terrenal. Dos tragos más, y una caja de cerillas. Fueron esas las últimas palabras que le diría al camarero, mientras cruzaba su mirada rápidamente con los tres borrachos de turno, y recontaba los billetes doblados que le entregaba. Después, silente y despacio, a pocas revoluciones se retiró del antro, no sin antes arrebatar la paz del lugar cerrando de golpe la puerta. El frío de la noche. El estupor de las rojas nubes y la contaminación. Imágenes entremezcladas y confusas que abrían el paso para que el terror y el miedo de las calles le asediaran. Aunque tal pánico siempre le fue familiarmente extraño. Las manos dentro de las faltriqueras de su vieja chaqueta, y entre sus manos nuevamente la tragedia, aferrada al sudor y la fuerza: Era él, el revólver, su eterno amigo. Revólver... Siempre a pasos tristes. Pasos callados. Pasos que zumban con delicadeza sobre la superficie de los charcos mientras sube el puente. Aferrando la muerte en su mano derecha, mientras la izquierda (con vida propia y empapada por el sudor producto del vértigo y de la ebriedad) se desnuda para poder secarse en el pantalón de su amo. {17}


Una voz, una garganta borracha, le sorprende en las sombras. —¿Fuego? —preguntó con un gemido. Y su mano derecha, presa del pánico, en una instantánea y con vida propia, dejó que el metal saliera de su resguardo. La luz de los postes callejeros fulgió en su Ruger Blackhawk de culata caoba. Más que una herramienta de trabajo. Entonces, tragedia y noche se hicieron uno. El disparador quedo atascado. El miedo le atasco. Y el ebrio de enfrente, aún con su cigarrillo muerto en la boca, atemorizado al verse blanco de muerte, reaccionó calmando la sed de los muertos ajenos con una patada. Sin soltar el Marlboro, le empujo sobre la frágil baranda que le separaba de la muerte. Entre río y asfalto. Para que ahogase sus penas allá en el descanso eterno. Donde la sed es saciada por la sangre derramada.

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NICTOFOBIA Temores ficcionarios marcan el paso de la noche. Lenta y silenciosa me tortura con los sueños que no soñé, las palabras que negué (Tengo en mi mente luces artificiales que me recuerdan la distancia de sus besos). Basta con mirar las estrellas para saber que soñaré, de nuevo, más de lo que dormiré.

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De noche Caminas torpemente con un libro deshaciéndose en tus manos, arrancando cada página leída para enterrarla siempre en un parque o plaza diferente. Ciérrale la boca al autor y a su voz de acuarela chorreante, y ahora pasa con sutileza la servilleta y vuelve a tomar los cubiertos ¡A lo tuyo! Reúnes taquitos de madera para fabricarte la cama que ahuyente al insomnio, la cama que huela a cuaderno nuevo y a árbol seco. Anochece y sigues teniendo la misma vos de lápiz torcido y mordido. La literatura se mastica y se vomita, y luego se le saca copia como si fuera el periódico de los pobres locos enfermitos que no pueden dormir, que no logran construirse una cama con taquitos de madera, que no logran escaparse de la voz de ficciones torcidas que acarician cerca del cuello. Incapacidad de hablar frente al espejo, de leer con los dos ojos abiertos. Felicidad de muñeca tuerta que llena de humor el lugar. Ahora recita los versos de algún romántico delirando por su amada, su almohada y su todo, y vete a dormir. {22}



Nocturna es la muerte que niega la primavera



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Tormenta Ahí está el cielo nocturno desabrido a las miradas reflejo de mis propios pensamientos La soledad envolvente el caminar lentísimo las estrellas que se pierden bajo la arena Y aquí estoy otra vez junto a tu marea que me atrapa y me devuelve la playa de mi soledad

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-OscuridadAtravieso la penumbra, con los astros guiando mi camino. Busco mi estrella de libertad; la sueño entre los girasoles de mis pensamientos. Los pájaros aparecen y desaparecen, al costado del sendero, entre el fuego verde de los árboles que crece con el viento. La noche me abraza y me cobija; me acompaña en mis momentos pensativos, transforma la oscuridad en un arcoíris para mis ojos nocturnos. Me siento en casa. Con mi abrigo de noche, desaparezco en el horizonte. Casi estoy llegando a mi sueño, conociendo mi reflejo, recorriendo cada centímetro. Comprendiendo las navajas afiladas que provoca el viento, el crecer flameante de los árboles que dejan escapar cenizas de hojas y de pájaros. Allí miro a la luna y me doy cuenta de que sonríe, feliz en la armonía de su conjunto.

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Noche sin luna Noche sin luna, de estrellas perdidas, plena oscuridad, de amargas heridas, deja a las nubes arrastrar tu manto, y envuelve la vida en tu triste encanto. Noche que cantas con silencio oscuro, nostalgia que calla el amor mรกs puro. Perdida en ti misma, mar en tormenta, hayas un faro que calma tu afrenta. Junto al faro descansan las estrellas, llora la noche sus lรกgrimas bellas; la calma invade su tiempo perdido, el silencio acude al sentir olvido. Noche que meces el mar en lo oscuro. Faro que observa su noche en diluvio. Duerme la tormenta y encuentra la calma, uno al otro entregan tan opuesta alma.

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EVA (O EL DESCUBRIMIENTO DE LA NOCHE) Amo el sonido de su voz cuando me enseña los nombres de las flores. Amo su forma de abrir la tierra en surcos para dejar caer semillas resplandecientes, y apretar luego puñados de arcilla fresca que elevan en su fragancia el secreto de las raíces profundas. Amo verle dormir; la respiración regular de su pecho al latir, el abandono completo al que se entrega cada vez que el sol desaparece. Él duerme y el mundo que era suyo me pertenece. He descubierto signos que él ignora. He escuchado la otra voz del río, cuando no lo obliga el sol a refrescar. Hay insectos que cargan en el cuerpo la luz que los relámpagos dejan caer al suelo en las tormentas, y extraños animales cuya timidez obliga a entonar cantos cuando sobre la tierra no hay testigos. Las sombras de los árboles son parte del árbol, y las ramas se extienden más allá de las nubes. El viento acaricia. Mis pasos son el eco de otros pasos que intuyo, desconozco, deseo y temo.

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He sido sombra de pájaros, y fieras, y peces. Como sombra de río he corrido hasta estrellarme en las olas invisibles del mar anochecido. Sombra de la lluvia que cae. Sombra del cuerpo que cargo y al que todavía, algunas veces, me cuesta aceptar. Creo que también Dios duerme en las noches. Estoy sola, y cuando vuelve a encenderse el sol corro a echarme a su lado para ocultar mi travesura. Me reprochará querer dormir mientras adelanta las labores de la mañana, luego me preguntará —preocupado por las marcas que la euforia deja sobre el rostro— si hay algo mal, si estoy bien, si me siento enferma. Le diré que no se preocupe, que no es nada. Algunas veces pienso en revelarle mi secreto. Sería en vano. Sé que él no lo entendería. No podría comprenderlo. Comprenderme.

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ASTRONOMÍA Decidió hacer lo imposible: iba a regalarle estrellas en afán de conquistarla. Le prendió a San Judas Tadeo una vela y se dirigió hacia el campo. Allí instaló su carpa y se sentó a pensar en mil maneras posibles para lograr su hazaña. Se le ocurrió la más alta red de mariposas jamás creada; algún tipo de magneto estelar que las atrajera lentamente; o una flauta para seducirlas con hermosas melodías. Pero la red jamás sería tan alta, el magneto no sería tan poderoso y no sabía tocar la flauta. Entonces, llevó su mirada directo a la noche y les contó su historia. Pasó un largo rato hablándoles (mientras tomaba agua de su botella) de cómo la conoció, de qué es lo que le gustaba de ella y de lo increíble que era poder compartir con alguien así, tan fácilmente, sus pensamientos. Después de un tiempo, exhausto, se quedó dormido. Despertó sabiéndose derrotado, lo único que podía hacer era volver a casa. Empacó todo, y decidió tomar un último sorbo antes de seguir su camino. Pero al ver la botella su semblante cambió, ya no contenía agua, sino una variedad de estrellas de todos los colores, preparadas para ser llevadas a la dueña de sus afectos. Las había convencido de su causa. Desafortunadamente, a pesar de sus esfuerzos, su regalo embotellado no logró ganar aquel corazón. Así son los asuntos del amor, ni los astros pueden cambiar lo que sentimos. Sin embargo, él sabía que no todo fue en vano, había ganado unas grandes aliadas. Cuando la duda se sembraba en su interior, él contemplaba la noche y les contaba los problemas que le aquejaban. Y ellas se encargaban de apuntarle en la dirección correcta y de guiarlo a través de los caminos más oscuros y complejos. {36}


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Pesadilla Entonces me despertaba. Una piedra gigante arriba mío, gris toda. Sentía miedo y tenía la sensación de que iba a ser aplastada en cualquier momento. Hace tiempo que no sueño eso. En un dibujo, toda la hoja rayoniada, y ahí en el borde, pequeña, yo.

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La ciudad está vacía Los vehículos detenidos en las calles. Ausencia de personas, exceso perfecto de silencios. Me descubro invadido por el regocijo de estar solo. Voy y vengo. Siempre me encuentro. La ciudad está vacía, el aire danza fuertemente levantando las hojas que consigo trajo el invierno, la arena de la costa de Montevideo, y uno que otro recuerdo del extranjero. La ciudad está vacía. Estoy conmigo. Con el que ha estado siempre. Con el que no se ha marchado nunca. Con el que transita ahora, a la par que Selene, para regresar a casa y coincidir con Morfeo. {42}


Si no me encuentran Si no regreso a la fuente donde se humectan los lupinos, Donde la ponzoña se apodera de mi sangre Y mi alma aterida se besa con la muerte, Es porque quise escapar con los geranios De un jardín que viaja hacia el olvido, Porque hui con los extravagantes colores De un enajenado pensamiento. Si no vuelven a ver mis ojos perdidos, En las noches mojadas, en un parque sombrío, Ni mi leonada cabellera acariciada por momias y seres estigios, Es porque me sublimé con el aroma a jazmines Y el canto que nace en el monte, esos melodiosos trinos; O tal vez me esfumé con un espléndido endriago, Con lo más admirable de lo onírico. Si no me encuentran, Es porque estoy dando un paseo en lo eterno Y decidí virar mi destino. {43} {1}


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Caja No salgo. En la noche me pertenezco, encogido en el suelo, necesito del frío, convivir con mis baldosas. Azul se ve y el olor es el polvo, la piel que me dejaste, en pedacitos, tuya. No hay mucho que ver pero los ojos tan despiertos y el corazón batallando contra el álgido piso. Mi pulso está a un lado, y el de los demás, tan lejos. El mío quiere reposar en el lecho que es mi propio cuerpo; un marco para quedarme, contenerme. Una caja, para las cicatrices, los resplandores, las gotas. Me habito en un espacio, cuatro paredes. Tirado, quieto, como si pusiera huevos en cada rincón, palpando las esquinas, oliendo los zócalos con los dedos. Se está muy bien. Cuántas noches desvaneciendo mi piel en mis cobijas, mis sillas, mis puertas. Soy mis cosas, soy las voces que se filtran incomprensibles. Cuando miro la ventana; soy nada, soy un vínculo de los tiempos, un medio de sucesiones, de cambios. Me da la luz, me corta la luz, cuando miro la ventana soy nada. Soy tiempo. {47} {1}


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COLABORADORES ‘Teatro Municipal’ Fotografía - Camila Mott (BRA) 0 ‘Es difícil cansarse’ Texto- Mateo Outon (ARG) 2 ‘Arena y cielo’ Fotografía- Pablo López Garnica (COL) 3 ‘Sagrada Familia’ Fotografía- Camila Mott (BRA) 4 ‘Nocturno’ Texto- Juan Daniel Galeano (COL) 5 ‘Sin título’ Ilustración- Danylexi Hernández (VEN) 6 Frase de William H. Rankin Collage-María Alejandra Múnera (COL) 7 ‘Insomnio’ Texto- William Agudelo (COL) 8 ‘Sin título’ Fotografía- Nicol Caro (CHI) 8 ‘Sin titulo’ Ilustración- Mateo Outon (ARG) 9 ‘Nocturno’ Ilustración- Sebastián Aristizábal (COL) 10-11 ‘Noche 3’ Texto- Sebastián Aristizábal (COL) 10-11 ‘Ecos’ Texto- Maria Paula Rubiano (COL) 12 ‘Inferno sublime’ Fotografía- Camila Mott (BRA) 13 ‘Nocturna’ Texto- Jessica Martínez (COL) 14-15 ‘La noche que, aunque fría y oscura, desnuda’ Ilustración- Juliana Castelblanco (COL) 14-15 ‘Sin título’ Ilustración- Juan David Castillo (COL) 16 ‘Fuego, por favor’ Texto- Jaime Garzón (COL) 17-18 ‘El nocturno’ Ilustración- Francisco Toledo (ARG) 19 ‘Nictofobia’ Texto- Valentina Herrera (COL) 20 ‘Luminiscencia 3’ Fotografía- Julián Esteban Londoño (COL) 20-21 ‘De noche’ Texto- Tamar Flores (VEN) 22 ‘Etérea’ Ilustración- Paola Betancur (COL) 23 ‘Suicidio de Silva tras tres Nocturnos’ Fotografía y epígrafe- Sara Galvis y Ezequiel Quintero (COL) 24-25 ‘Nocturno’ Ilustración- Dina Compadre (ESP) 26 ‘Vía Láctea’ Fotografía- Neiliane Araujo (BRA) 27 {47} ‘Tormenta’ Texto- Roberto Parra (CHI) 27


‘Nocturno’ Collage- Luisa Lara (COL) 28 ‘Eclipse’ Collage- Pamela Kasman (ARG) 29 ‘Respira la noche’ Pattern- Marianela Grande (ESP) 30 ‘Oscuridad’ Texto- Zednanreh (CHI) 31 ‘Noche sin luna’ Texto e ilustración- Diana Velásquez (COL) 32-33 ‘Eva (o el descubrimiento de la noche)’ Texto- Lucas Vargas Sierra (COL) 34-35 ‘Astros’ Ilustración- María Camila Duque Lopera (COL) 34-35 ‘Astronomía’ Texto- Juan Felipe Puentes (COL) 36 ‘Noctívago’ Ilustración-Maria Victoria Rodríguez (ARG) 37 ‘Pesadilla’ Texto- Florencia Hernández (ARG)38 ‘Tristeza nocturna’ Ilustración- Agostina Vietto (ARG) 39 ‘Cae la noche’ Ilustración- Alejandro Echavarría (COL) 40 ‘La noche sugiere, nos encuentra y nos sorprende’ Collage- Susana Márquez (COL) 41 ‘La ciudad está vacía’ Texto- Daniel Becerra (COL) 42 ‘Si no me encuentran’ Texto- Paty David (COL) 43 ‘Lunas’ Ilustración- Manuela Vélez (COL) 42-43 ‘Río’ Ilustración- Andrea Domínguez (COL) 44 ‘Constelación’ Tipografía - Florencia Caligaris (Fragmento de Albas y ocasos de Cándido López de Neira) (ARG) 45 ‘Caja’ Texto e ilustración- Miguel García (COL) 46-47 ‘Infancia nocturna’ Ilustración/montaje- Anabell Ruiz (VEN) 48 ‘Sin título’ Ilustración- Malu Duque (COL) 49 ‘Sin título’ Ilustración- Viviana Torrijos (COL) 50 ‘Nocturno’ Collage- Ana Karen San Emeterio (MEX) 51 Edición: Lucas Vargas Sierra y María Camila Duque Lopera Dirección: María Camila Duque Lopera

* * * Este fanzine ‘Nocturno’ se terminó de imprimir una noche soleada de abril y 2015 en {47} los talleres de Rocco Gráficas



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