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MATE CON CASCARITA DE NARANJA

Por Claudia

Crecimos en el mismo barrio, eramos vecinas por diferencia de un par de cuadras, y fuimos compañeras de trabajo en dos oportunidades. Inevitablemente nos hicimos amigas. Roxana siempre había sido chica de ciudad. Y le encantaba vivir en Córdoba capital. Pasear por los shoppings, mirar vidrieras y sentarse a tomar algo en alguna cafetería de su agrado. Gustos que vieron afectados cuando se puso de novia con un chico recién graduado de Ingeniero Agrónomo. La familia de este, a penas terminó la carrera le ofreció trabajar en el campo familiar. Que quedaba en San Luis. El recién egresado aceptó y partió al campo. Y ella con él.

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Al llegar Roxana nota que el mencionado campo era puro monte. Tuvieron que empezar de cero, por limpiar y desmalezar el terreno. "Sólo por un par de meses", fue la propuesta, pero el trabajo requirió más. Emplazado, específicamente, a kilómetro y medio de Quines, pequeño pueblito en la provincia de San Luis, no era precisamente el lugar preferido de Roxy. Un día, luego de cinco meses, Roxana regresa a Córdoba y pasa a visitarme. Me cuenta afligida que no quiere saber más nada con estar en aquel lugar. El novio se lo llevaba campo adentro trabajando y ella estaba sola la mayor parte del tiempo.

Habían construido una casita muy acogedora en medio de los sembradíos. Pero sola. "Mirás por una ventana y ves: Alfalfa" _ me comentaba. "Mirás por la ventana opuesta y ves: Avena. Me voy a volver loca, estoy sola todo el tiempo". Hizo una pausa y se quedó pensando, como a quien se le ocurre una idea:

"Este fin de semana es finde largo. ¿No querés venir conmigo y te quedas unos días?", me ofreció.

La ví tan afligida que accedí a acompañarla por el fin de semana.

El campo era precioso. Pero claro, muy distinto era ir por tres días de visita, a estar allí meses y sola. Entendía a Roxana, era un gran esfuerzo que hacía por acompañar a su pareja. Durante ese fin de semana, por las tardes nos sentábamos en la galería a tomar mate y he aquí el detalle, "mate con cascarita de naranja". Ese toque dulzón y frutal le daba al mate un aura particular. El sabor de ese fin de semana, fue mate con cáscara de naranja.

Pasado el fin de semana, regresé a mi ciudad un poco triste por mi amiga. Meses más tarde, llega a mi casa Roxana a visitarme nuevamente. Y entre charla va y mate viene. Nos pusimos a ojear un libro viejo de recetas de cocina de mi mamá. El libro era grande de muchas páginas y muy entretenido de mirar, puesto que tenía muchas fotos de una gran variedad de comidas. Cada capítulo tenia un ingrediente principal y antes de comenzar de lleno en las recetas comentaba algo del ingrediente en cuestión. Pasando hojas encontramos un apartado sobre la yerba mate. Los tipos de yerba que hay, como retirarle el exceso de polvo, etc. En eso que vamos mirando el capítulo, en un rinconcito encontramos un cuadro, que hablaba de los significados de tomar mate con distintos agregados. Por ejemplo, que significa si te doy un mate con miel, o un mate frío, o mate amargo..

Y así, leyendo las distintas interpretaciones, encontramos en el listado. "Mate con naranja", significado: "vení a buscarme". Nos quedamos heladas. Roxana sin apartar la vista del libro comenta: "cuando vos fuiste al campo te di siempre ¡¡mate con naranja!!!" ��

Creer o reventar, casualidades de la vida que se dan y te dejan regulando. No sé si será cierto o no. Lo que es cierto, es esta anécdota personal que acabo de contarte. Quedó, para la historia, y siempre la recordamos cuando aparece por ahí algún matesito con cáscara de naranja. �� foto extraída del Libro de recetas de Chichita de Ertiaga ediitorial Albar.

He aquí, la evidencia de lo que cuento. Esta es un foto del libro.

Si tenes una linda anécdota con el mate y la querés compartir, enviala y la publicamos en la próxima edición.

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