El rio

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EL RIO, EL MAR, EL LIRIO... DESPUES DE AQUEL TIEMPO A Angito, a Consuelo, a Papa: Por cambiar todo... en todos.


EL RIO, EL MAR, EL LIRIO... DESPUES DE AQUEL TIEMPO A Angito, a Consuelo, a Papa: Por cambiar todo... en todos.

Yo escribí esta historia real hace años ya. Lo hice entre el llanto y el alma apretada y rota por la partida inesperada del hermano menor. Hoy esta historia la recreo enriquecida por el encuentro de ese hermano y su papa, de este hermano y su tía. EL RIO, EL MAR Y EL LIRIO. Esta es la historia viva de un hermano que nunca murió. El hermano menor que quedó en nosotros como un sacramento a la fidelidad del día a día, para no esconder la sonrisa ente la adversidad. Hace tanto tiempo, y hace tampoco, pues ¿quién dijo que el se marchó? Se vistió de rio y siempre nos inunda. Si, aquí anda, escuchen como palpita. Y anda con el viejo, con Che Alejandro que una mañana de un abril que empezaba a retoñar partió también a regar una siembra de dátiles y nísperos en el cielo por encargo del Jesús de todos, el Cristo. Riega temprano y la tierra buena agradece por el agua clarita y otorga la flor a través de un retoño que nos recuerda que todavía se crece y nunca se deja de ser niño, y que además se nos prohíbe el odiar.

“Esta es la historia viva de un hermano que nunca murió. El hermano menor que quedó en nosotros como un sacramento a la fidelidad del día a día, para no esconder la sonrisa ente la adversidad”.


“Cuando sentimos esto, entonces ya sabemos que están ustedes allí dando arruruces a la morocha”.

Porqué odiar a aquel río que hace mil tardes lo embarcó en un largo viaje por caminos de agua y aceras de putícas y trinitarias. Y es que con el vamos nosotros, navegando serenos sin que perdure la pena. Y ya se acabó el sollozo porque lo pensamos adentró, empapado en amor y haciendo olas de alegría que baten en las orillas de nuestra alma. Allí va él, corazón adentro, abriendo pasadizos secretos llenos de tesoros: amistad, amor, comprensión y sobre todo fortaleza, en momentos que se nos anega la esperanza. Y adentro, pero bien adentro una ave cruza el cielo de nuestros pechos y hace nido en la ternura con hojitas secas de bella las once allí muy cerca de la putica morada que hizo residencia cerca del corazón de todos. Cuando sentimos esto, entonces ya sabemos que están ustedes allí dando arruruces a la morocha.


Anjo va andando, no desanda. Anda en nave serena, tranquila travesía y vamos con él, en la acción buena, en el amor al prójimo ¡cueste lo que cueste!. Quizás se fue “a remolque de un exilio”, pero para que detenernos en la sospecha si más bien nacieron mil hermanos gigantes de amor. Debe hoy haber en aquel río, helechos de amor, algas de cariño. Nos dejó mucha serenidad. La única serenidad que agita con prisa a la calma...para no apartarse nunca del necesitado y más bien ir construyendo mil caminos de miel que terminan en cuevas de golosinas. Nos dejó, una amorosa pasión por la terquedad del cariño bravío, para que siempre crezca la vida… pero en abundancia, para darla siempre aunque tengamos que llenarnos con los dolores de otros, y ¡eso que importa! Si nos hiciste padecer de la BIOFILIA NECESARIA. Y que importa, si ya aprendimos todas las rotaciones de la vida. Sus buenas, y también sus malas. Sus enredos, y desenredos.

“…pero para que detenernos en la sospecha si más bien nacieron mil hermanos gigantes de amor.”


Sin embargo, como queremos en este año que se extingue se haga voluntad la palabra de Whitman para que se alcance la dimensión de hacedor de milagros y los hombres y las mujeres se reconozcan como tales, que el amor se multiplique y la valeriana sólo sirva para cuidar la tierra. Que allá en otros parajes, mientras dure su viaje, logren encontrar a Don Julio Garmendia y a Pio Tamayo y puedan escribir con lápices de nubes que encontraron nuevos oficios y que con ellos – secuestrando las palabras de Mery Sananes- puedan decir que viven desgranando las letras de los cuentos de Don Julio para que se conviertan en pájaros y saltamontes, mientras destilan el azúcar de los cañamelares para fabricarles golosinas a los niños del mundo. Allá va su barca, oleaje de luces, faros de cariños alumbrándonos cada paso y llenándose de bendiciones que guardan con celo en alforjas de seda viva, tejidas con cielo y luz. Allá vas tú, erguida la frente que cubres con la vieja gorra de Palino. Allá vas tú...siempre con nosotros, siempre.


Esta es la historia viva de un hermano que nunca murió. El hermano menor que quedó en nosotros como un sacramento a la fidelidad del día a día, para no esconder la sonrisa ente la adversidad. Hace tanto tiempo, y hace tampoco, pues ¿quién dijo que alguien se marchó de nosotros? Esta es la historia viva del papa de todos, el papa de siempre que sigue vivo en los latidos del alma. Hace tiempo ya y el sigue aquí con nosotros. ¿quien dijo que el se marcho? Siempre y más que siempre reciben esta nueva remesa de bendiciones mil encomiendas de amor para los que, como ustedes, buscaron oficios de hacedores de estrellas y hoy, hoy alumbran nuestros caminos…para bien de los pasos que se abren entre cocuyos y una operación comando con el reto de vencer oscuranas y recordar a Consuelo con su vestido de plenilunios llena de bendiciones. Esta es la historia viva de la tía CONSUELO y su llegada vespertina con el consabido reparto de bendiciones para que no le faltara a nadie el cariño en almíbar y la palabra buena con su traje nuevo de consejo y lección, lecciones hechas con piñonate para que el alma se haga almíbar del más tierno cariño.


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