7 minute read
La simulación de construcción participativa
acceso prevalencia, 3) La duración de los impactos y 4) La visibilidad de los impactos. Mencionan haber desarrollado la metodología, de límite de cambio aceptable y capacidad de carga turística y rango de oportunidades recreativas, y haberlas realizado de manera participativa. Pero no sucedió así.
Repasaremos cuatro puntos del PROTUR que demuestran lo que “está mal” con el PROTUR y en general con la mayoría de los instrumentos creados desde la visión de la tríada, que terminan siendo fácilmente demolidos por carecer del fundamento que se consolida con un trabajo técnico-comunitario real y sólido. Los cuatro puntos que son un desastre con el PROTUR incluyen: 1. La simulación de construcción participativa, 2. El cálculo inexplicable de capacidad de carga y límite de cambio aceptable, 3. Los criterios inexplicables de zonificación y 4. Las propuestas “innovadoras” que realmente ponían en riesgo la laguna y la seguridad de los usuarios.
Advertisement
El diagnóstico, al principio, solo es un recuento de estadísticas proporcionadas por Capitanía de Puerto para junio del 2019 y concluye con datos de tres elementos: actividades, infraestructura y embarcaciones. Tomando en consideración que el diagnóstico debería basarse y referirse a la Laguna de Bacalar, al cuerpo de agua, es extraño cómo el listado de actividades realizadas en la laguna empieza con la visita a zonas arqueológicas y culturales, incluye renta de bicicletas y motonetas, descanso en spa y yoga, renta de cabañas, entre otras actividades turísticas. Lo cual ya indica de entrada una visión desenfocada del objeto del estudio. A los actores sociales que fueron invitados a conocerlo (e indirectamente a validarlo) se les presentó el discurso de que este era un instrumento voluntario, inofensivo, de acuerdo común que iba a echarse a andar con la voluntad de todos, en respuesta a una crisis gravísima que requería de una acción comunitaria solidaria, inmediata; un reglamento inofensivo para “salvar a la laguna”, muy a la usanza de la tríada con Ramsar. Pero los mismos promotores de la tríada en otros foros de ONGA y académicos,
específicamente la coordinadora de la consultoría, Silvana Ibarra, estipulaba otra cosa como objetivo del PROTUR, les dijo que iban a construir un instrumento de política pública que era posible convertir en una disposición normativa. Desde los deseos, proyectos de la sociedad, la asesoría y facilitación de personas estudiosas del sistema natural y el turismo de naturaleza. Un doble discurso y una manipulación discursiva descarada. ¿Cómo lo iban a hacer? Ibarra estipuló que entre febrero y marzo de 2019, decía en su invitación, habría 4 eventos, con diversos temas a compartir, además del trabajo de oficina, gestión y algo de campo para verificación de puntos clave. Se refería a 3 talleres y un seminario. El primero iba a ser para mapeo de elementos turísticos y análisis FODA a llevarse a cabo en las comunidades de Buenavista y Bacalar; el segunda era para delinear actividades de turismo de naturaleza y estrategias de reducción de impactos socio-ambientales, a llevarse a cabo en las mismas comunidades; el tercero era de estrategias de manejo de visitantes, y finalmente un Seminario Reducción de impactos del turismo en la laguna. Al final lo que se obtuvo fue una revisión bibliográfica escueta, un mapeo de zonificación de la Laguna, basado en el mapa por consultas puntuales, sin una verdadera justificación del criterio de selección de informantes clave, procedimiento que se repite por los promotores de ANP: sus informantes y participantes es su grupo de “cuates” o grupos afines a los intereses o el discurso de la tríada, en su mayoría. Uno de los elementos que más se repetían como justificación para querer imponer este instrumento es que había sido construido de manera participativa y consensuada, y que había sido validado por los actores locales, validado por las comunidades de la zona de la laguna de Bacalar. Pero una vez más eran las comunidades las que se opusieron a su establecimiento. Lo cual, hacía parecer que las comunidades estaban cayendo en la intransigencia. No obstante, la oposición, como ya puede irse dilucidando en este documento, vino de argumentos sólidos para no aceptar las imposiciones de la tríada, imposiciones construidas de manera simulada con objetivos muy alejados de la conservación ambiental, ahora en el PROTUR.
Retomando el ejemplo de lo que sucedió en el ANP de Xcalak (Tello, 2009), el concepto de comunidad del PROTUR estuvo personificada en la representación simplista de un grupo de personas que, la mayoría, estaban ahí porque compartían intereses comunes de grupos ambientalistas,
académicos o gobierno; el grupo era parte de la comunidad, pero NO era representativo de la comunidad. Peor aún, eran parte de una porción minúscula de las comunidades de la zona de la Laguna, seleccionados por afinidad de ideas.
Si hablamos de procesos participativos, donde se diseñan instrumentos de planeación como este, hay dos cosas que no aparecen en el PROTUR: el cómo se seleccionó a los participantes (en base a las necesidades de información muy específicas) y el cómo se enlazó la información del diagnóstico/análisis de base para construir el resto del instrumento. Ya que se estaba tratando de construir un instrumento de política ambiental para el cuerpo de agua, basado en el conocimiento local, un tema esencial en este tipo de investigación obligadamente tiene que ver con los medios por los cuales los expertos locales son identificados y convocados. Y por expertos me refiero a las personas con experiencia, no a los académicos de la tríada.
De entrada, el supuesto de construcción participativa del PROTUR pierde toda validez porque no se construyó con la consideración de todos los actores posibles que tenían que participar y en cambio se hizo un ejercicio rápido tratando de aparentar y justificar el aspecto participativo con grupo cercanos, sin criterios claros de selección.
No se trataba de una reunión social, ni se trataba de un ejercicio de deseos y sueños, se trataba de un ejercicio de planificación de actividades turísticas, principalmente turismo náutico, dado el objetivo del instrumento, establecidas desde la base de la comprensión del sistema ambiental, pero también de la dinámica de uso de la laguna, para establecer las bases de un instrumento regulatorio (un reglamento). Se requería experiencia vivencial y no solo conocimiento académico-científico de gabinete; pero además, se requería de un conocimiento amplio del sistema con experiencia in situ, para caracterizarlo desde esa perspectiva, conocer parámetros como profundidades, variabilidad estacional, áreas críticas, estrategias de navegación, tipo de acceso a las zonas, riesgos potenciales, interacción humanas en las diversas actividades, hot spots, estrategias de navegación de acuerdo a los tipos de embarcación, para entender cómo estaba concebido el sistema que se pretendía regular. En Bacalar, si se sabe trabajar con las metodologías de identificación de informantes clave es fácil dilucidar que esa información la tienen los capitanes de embarcaciones y los usuarios históricos de la laguna, tal y
como se hizo con la propuesta de la Regla 23 del reglamento de operaciones de APIQROO que propuso el Consejo Comunitario de la Cuenca de la Laguna de Bacalar (CONCCLAB), descrito en el capítulo de APIQROO.
En el PROTUR, muchos de los procedimientos que utilizaron para validar el producto fueron, sin otra forma de definirlo, “simulados”. Esta perspectiva de la simulación la obtuvimos desde el inicio del análisis del instrumento, con las respuestas, producto de entrevistas directas con alguno de los actores que fueron convocados a participar en estos talleres y de la opinión sobre el comportamiento y procedimiento en especial de Silvana Ibarra, coordinadora de la consultoría, durante las supuestas consultas, con lo cual nos dimos una idea de cómo se dio la supuesta “construcción participativa”.
“…nos invitaron para oír una propuesta y cuando dimos opiniones a Silvana no le gustó si no estábamos de acuerdo y a fuerza quería que aceptáramos lo que ella decía, yo mejor terminé nomás escuchando, porque al final ella hizo lo que quiso…”
Joaquín Calderón. Miembro de la cooperativa de Prestadores de Servicios Náuticos
Es importante en este punto hacer la observación de que algunos de los involucrados aparecen en el documento de PROTUR como parte del equipo núcleo de logística convocatoria, gestión y facilitación de talleres, pero cuando se les entrevistó para obtener información sobre la forma de integración y gobernanza de dicho equipo, su agenda y su estrategia de trabajo participativo, estos actores sociales que fueron señalados por Silvana Ibarra como parte de su equipo núcleo de trabajo… no sabían de qué estábamos hablando. Aclararon que, como el resto de los actores, asistieron como invitados, pero no se les había informado que eran parte de un equipo de trabajo, logística o promoción de algún instrumento, y nunca actuaron como tales.
Obviamente el documento carece de las bases de diseño participativo, y había sido presentado en este punto de manera descaradamente tramposa. Era lógico que cuando llegó a la oportunidad de presentarlo ante los miembros de las comunidades hubieran surgido molestias e intentos de discutir lo que estaba planteado, pero no se les dio oportunidad.