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I. PRESENTACIÓN

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Flora

Flora

En el año 2008 generé la primera versión electrónica de este libro. Tenía 16 años trabajando en las selvas del sureste de México y contaba con muchas experiencias que narrar. 8 años después, al cumplirse 24 años de trabajo ininterrumpido en toda la región, desde comunidades rurales, indígenas, centros suburbanos y urbanos; en todo tipo de ecosistema: en las selvas, costas y en prácticamente cualquier sitio por encima del agua, fuera de cuevas y cenotes del sureste de México, y en especial, como es el tema de este libro, del Estado de Quintana Roo, quise generar esta segunda edición. En este documento trataré de describir, a partir de nuestras experiencias a lo largo de casi un cuarto de siglo, la forma en que se utilizan muchos de los recursos naturales de los ecosistemas naturales en más de un centenar de comunidades del Estado de Quintana Roo. Este Estado es uno de los últimos frentes de biopta existemntes en njestro país, poseedor de una gigantesca riqueza natural y una larga tradición de manejo y uso de su biodiversidad desde la época de los mayas antes del año 3,000 a.C, a nuestros días. Con cada uno de los temas tratados buscaremos solventar el problema de entender los conceptos y sus límites legales y de manejo; después, buscaremos cuáles son los recursos de vida silvestre, los recursos forestales maderables y los no maderables de manera práctica en las áreas silvestres. Con esto en cuenta trataremos luego de comprender cómo se realiza el manejo, uso o protección de cada uno de ellos; para finalmente tratar de explicar y comprender las formas y diferencias entre el uso legal (de auto abasto o autoconsumo) y el uso con fines comerciales (legal o ilegal). No es un reto sencillo cuando se tiene una maraña compleja de términos técnicos, legales y culturales, en una región además compleja a nivel socioeconómico, cultural y poseedora de una enorme biodiversidad. ¿Por qué es tan complicado entender cómo funciona el manejo de los recursos naturales en ecosistemas biodiversos? Primero, tal vez sea debido al gran número de elementos involucrados. Comencemos por decir

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que cualquier recurso natural en un ecosistema tiene algún tipo de utilidad. En segundo lugar, para fines legales, todos los recursos naturales se dividen en Recursos de Vida Silvestre, Recursos Forestales Maderables y Recursos Forestales No Maderables (no vamos a incluir servicios ambientales, eso será para otro libro. Vayamos paso a paso). De acuerdo a la ley, los Recursos forestales No Maderables pueden incluir el suelo forestal, hongos y musgo, que no son plantas, pero que entran en esa clasificación. Mientras que en vida silvestre están todas las plantas en alguna categoría de riesgo (de acuerdo a la NOM 059 SEMARNAT 2010) – y por supuesto todos los animales dentro y fuera de esta norma (Oh sí, - excepto los peces de uso comercial). La única excepción son los recursos maderables que si son todas plantas (básicamente árboles). Estos recursos desempeñan un papel crucial en la vida diaria y en el bienestar de las comunidades rurales al sustentar la forma de vida de la gente, proporcionando material para alimento, forraje, energía, fibras, medicina, resina, material de construcción, artesanía y mascotas, entre muchos otros usos.

A nivel local, estos insumos favorecen oportunidades para generar economías (Como materia prima, autoempleo o como fuente de trabajo) y contribuyen a generar ingresos complementarios; como actividades de subsistencia representan una fuente gratuita para complementar su alimentación, los materiales de construcción de sus viviendas y proporcionan materiales para apoyar otras actividades productivas. En condiciones naturales, estos recursos pueden ser manejados de manera diversificada e integrada, incrementando así la productividad total de los ecosistemas y las alternativas para los productores. Estos recursos pueden ser cosechados de manera sostenida, si se realiza de manera planificada e integral, sin causar deforestación, erosión, impacto a las poblaciones o daño al medio ambiente y a la biodiversidad. En general, los Recursos Forestales No Maderables (RFNM), los Recursos Forestales Maderables (RFM) y los Recursos de Vida Silvestre (RVS), tienen fuertes nexos y se complementan con los componentes del desarrollo sostenible y las actividades ambientalmente adecuadas, especialmente en las áreas rurales. Si se analiza detalladamente este potencial, sólo para el caso de Quintana Roo, estaríamos hablando de todas las especies de fauna y de flora terrestre (no leñosa y leñosa), así como de la fauna y flora, terrestre y acuática que esté listada en la NOM-059-SEMARNAT 20101. Nos referimos a miles de opciones de conservación y manejo, de un número casi ilimitado de alternativas para generar economías, al tiempo que permitiría incentivar la valoración integral y la protección de nuestros ecosistemas naturales.

1 Esta norma mexicana contiene un listado extenso de especies de animales, plantas, hongos e invertebrados consideradas en riesgo, amenazadas, endémicas o en peligro de extinción.

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Estamos convencidos de que este escenario podría ocurrir efectivamente, y de hecho se trabaja en muchos frentes para lograrlo, si se conjugaran de manera coordinada la visión panorámica de tomadores de decisiones y técnicos, las herramientas de planeación, las políticas enfocadas y los recursos económicos para impulsar proyectos integrales que retomasen las tradiciones de uso, cuidado y generasen incentivos para la conservación2 de la biodiversidad en las selvas del Estado. Adicionalmente, cuando hemos visitado comunidades, ejidos, propiedades rurales y grupos de productores, a través de la oportunidad que nos brindan las consultorías, visitas técnicas o de cortesía que continuamente realizamos, siempre nos preguntamos ¿Cuál será el alcance del impacto social, económico y ambiental del manejo de estos recursos?, ¿Cuál sería el impacto benéfico de poder aprovecharlos adecuadamente y de manera sustentable?, ¿Cuál sería el alcance del impacto negativo sobre todo el sistema si un día fuésemos privados de ellos o si fuera vedado su uso? Con la experiencia de participar en muchos procesos de generación de bases para el desarrollo de leyes y políticas, y conociendo cómo se estructuran éstas, podemos decir que es preocupante la forma en que se fundamentan muchos de estos procesos. Los estudios técnicos y consultas, por lo general son parciales, hechos por uno o varios consultores que con un cronograma y presupuesto que cumplir, sin poder o querer involucrarse a fondo con los productores, con los propietarios de los recursos y sus procesos, en el transcurso de una o dos semanas de consulta en campo (sumando las visitas a grupos de interés y autoridades), buscando sus propios objetivos, a través de cuestionarios o entrevistas o documentos estadísticos, o talleres de algunas horas, obtienen datos y números que descifran, con sus interpretaciones y propias prejuicios y tendencias (escribiremos un libro completo sobre el uso de metodologías. En la vida real) lo que es muy común cuando se involucran métodos cualitativos – obteniendo resultados que no pasan por un proceso de validación social o técnico, o siquiera de triangulación, que efectivamente pueda comprobar las observaciones que se toman como verdad absoluta y fundamento para generación de políticas y leyes. De este modo, nos propusimos retomar una fracción del gran número de experiencias vividas desde 1992 en casi un centenar de sitios en el Estado, ubicados de manera dispersa en 7 de los municipios del Estado3, excepto Isla Mujeres (más por la falta de oportunidades de visitar este municipio a lo largo de más de dos décadas de trabajo en comunidades, que por falta de interés). Dándonos a la tarea de recopilar información y datos de observaciones directas de uso, no solo de encuestas, pero de talleres participativos, informantes clave,

2 De acuerdo con la Unión Mundial de la Naturaleza (1980), la Conservación se define como…”La gestión de la utilización de la biosfera por el ser humano, de modo que se produzca el mayor y sostenido beneficio para las generaciones actuales, pero asegurando su potencialidad para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las generaciones futuras. La conservación comprende acciones destinadas a la preservaci6n, el mantenimiento, la utilización sostenida, la restauración y el mejoramiento del ambiente natural…” 3 Othón P. Blanco, Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos, Solidaridad, Lázaro Cárdenas, Cozumel y Benito Juárez.

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y muchos otros métodos que apoyaron la extracción de información a partir de las vivencias diarias de esta gente. Toda esa información acumulada nos obligó a hacer un primer libro electrónico en 2008 y nos obliga ahora a actualizar la información en esta versión impresa, para los 20 años de trabajo ininterrumpido. Continuamos pensando que se requiere, en este punto, un apoyo que nos permita tener un panorama amplio sobre la forma en que se hace uso de la biodiversidad en los ecosistemas de las selvas de México, aunque sea en este pequeño pedazo de selva del sureste. Si bien el uso de los recursos listados se basa en las experiencias aquí delineadas, se refieren básicamente a la geografía de Quintana Roo, creemos, por haber trabajado también en otros Estados del país y en los vecinos países de Belice y Guatemala, que puede retomarse para casi cualquier área biodiversa de estas regiones. El presente escrito es resultado de recuperar las observaciones e interacciones con productores y técnicos, con amigos, con no amigos (porque algunas ocasiones tuvimos que trabajar con personas hostiles), productores legales, ilegales, cazadores, autoridades, financiadores y colegas; utilizando métodos de investigación cualitativa, como entrevistas semiestructuradas, informantes clave y en diversas ocasiones indagando directamente con grupos, comunidades, proyectos, revisando expedientes, y la mayor parte de las veces, ante la falta de datos preexistentes, haciendo estudios y generando investigación, notas de campo y bases de datos por nuestra cuenta.

Del cúmulo de experiencias podemos adelantar que este documento está especialmente enfocado a relacionar los usos de los Recursos forestales maderables y no maderables y los Recursos de Vida silvestre (RVS), en tres líneas generales: 1. Los usos fuera de los esquemas establecidos como de aprovechamiento legal (ilegales); 2. Los usos para subsistencia y comercio (legales o ilegales); y 3. Los usos organizados (legales). Deseamos que este libro sea un testimonial, basados en observación directa de uso, por lo tanto, aclaramos que rara vez dirigiremos al lector a citas bibliográficas, aunque algunos pueden encontrar este procedimiento poco científico. Este no es un trabajo guiado por algún afán de reconocimiento académico, es un testimonial tomado de nuestras notas de campo, informes de consultorías e investigaciones particulares realizadas por nosotros desde 1992. Esta disciplina de redactar notas de campo o las increíbles anécdotas que vivimos y aquellas vividas por nuestros interlocutores, nos ayudaron a tener una bitácora más o menos extensa de observaciones de uso, que una vez organizada, nos permitió tener una imagen panorámica del uso de los recursos de vida silvestre, de

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los maderables y no maderables. En este libro se hace referencia a información de 115 sitios, que incluyen comunidades, propiedades rurales, propiedades privadas y Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) localizados en toda la geografía del Estado (Ver Tablas 1, 2 y 3, adelante). La Tabla 1 relaciona las comunidades y los ejidos donde tuvimos oportunidad de interactuar. En el Sur del Estado, básicamente el municipio de Othón P. Blanco, Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos, participamos en los trabajos de Proyecto piloto de fauna de la Sociedad de Productores Forestales ejidales de Quintana Roo.

Otros proyectos en los que tuvimos la suerte de participar fueron apoyados con fondos de Fundación MacArthur, Fundación Interamericana y Fundación Summit, el Programa de Pequeñas Donaciones y el programa COMPACT del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los fondos de PRODEFOR (luego Reglas Únicas y recientemente transformado a PROARBOL) y el PROCYMAF II de la CONAFOR, los Programas de SAGARPA, como PRODESCA, PRODERS y PROFEMOR, la Fundación Quintana Roo PRODUCE y las consultorías privadas de estudios para Manifestaciones de Impacto Ambiental, establecimiento de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre, Diagnósticos Ambientales y Evaluaciones Técnicas de predios y ejidos en toda la región. Se tuvo también la suerte de interactuar con los grupos de productores y con los técnicos aprovechando coyunturas de trabajo con el entonces Instituto Nacional Indigenista (actualmente Comisión para el Desarrollo de los pueblos Indígenas –CDI). Otros Amigos y compañeros que nos dieron la oportunidad de colaborar con ellos pertenecen a la Secretaria de Educación Pública (actualmente Secretaria de Educación del Estado de Quintana Roo –SEQ), la Universidad de Quintana Roo y grupos de amigos que trabajan en sus despachos técnicos particulares y Organizaciones No Gubernamentales como Amigos de Sian Ka´an, AC y Amigos del Manatí, AC, quienes se encontraban asesorando y ofreciendo apoyo y seguimiento a productores individuales y grupos de productores y prestadores de servicios de ecoturismo ubicados a lo largo y ancho de la geografía del Estado. La oportunidad de trabajar con propietarios rurales y particulares (Ver Tabla 2) se dio de manera casi reciente (2001) con los programas de CONAFOR. Los propietarios rurales se hacen de extensiones forestadas “sin utilizar” bajo régimen de terrenos nacionales. Estos predios se localizan por toda la geografía del Estado. Lo interesante es que son grupos de 5, 10, 20 o más predios los que se conjuntan en clústeres de miles de hectáreas.

Los principales clusters donde hemos trabajado están en Costa Maya, el poniente de la región de Bacalar, el sur y centro del municipio de Felipe Carrillo puerto y algunas zonas del poniente del municipio de José María Morelos. Estos propietarios rurales poseen predios dispersos en toda la geografía del Estado, con superficies

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que van desde un mecate (20 metros por 20 metros) hasta a 700 hectáreas de manera individual. Muchos de estos propietarios o poseedores son grupos de amigos o familiares que se hicieron de sus terrenos mediante usufructo de terrenos nacionales solicitado y autorizado por Reforma Agraria, como cesión de derechos de otros posesionarios o por la compra de terrenos colindantes.

Tabla 1. Listado de comunidades y ejidos donde se obtuvo información de uso de recursos de vida silvestre y no maderables Municipio Comunidad o Ejido Comunidad o Ejido Comunidad o Ejido Othón P. Blanco Tres Garantías Esteban B. Calderón Chetumal Nicolás Bravo (Laguna Om) Xcalak Luis Echeverría Álvarez Caoba Mahahual Raudales San Francisco Botes Palmar Laguna Guerrero Nuevo Guadalajara (La Unión) Carlos A. Madrazo Allende Francisco Villa Ramonal Sabidos Bacalar Kuchumatan Pedro A. Santos Bacalar Manuel Ávila Camacho Buenavista Chacchoben Ejido Gregorio Méndez Blanca Flor Lázaro Cárdenas Divorciados Maya Balam

Felipe Carrillo Puerto Margarita Maza Noh Bec Limones Petcacab

Polinkin

X-Hazil Felipe Carrillo Puerto Tres Reyes Dzulá Señor

Tuzik San Antonio Naranjal Poniente Chancah de repente Xpichil Chunya Chunyanxé

San Diego Sacab chen José María Pino Suárez Kopchen

José Ma. Morelos

El Triunfo Lázaro Cárdenas Javier Rojo Gómez Solidaridad Playa del Carmen Tulum Tulum San Antonio Tuk

Naranjal José María Morelos San Isidro Poniente Cobá Chanchen Macario Gómez Rancho Viejo Punta Laguna

Cozumel Cozumel Benito Juárez Cancún Lázaro Cárdenas Nuevo Xcan Holbox Alfredo V. Bonfil Pacchen Nuevo Valladolid Puerto Morelos Chiquilá Kantunilkin

Los terrenos donde se realizan los desarrollos turísticos y urbanos ubicados en los municipios costeros del Estado son un caso interesante desde el

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punto de vista de su involucramiento en el manejo de recursos naturales prácticamente como un efecto “colateral” a sus iniciativas de proyecto. Básicamente, se ven obligados a realizar acciones de conservación o protección como resultado o exigencia de alguna autoridad desde los estudios Técnico Justificativos para obtener la autorización de Cambio de Uso de Suelos diferentes a los Forestales a otros usos, los compromisos adquiridos en la Manifestación de Impacto Ambiental o los Programas Ambientales requeridos por los oficios resolutivos, la mayor parte del tiempo obligados por los esquemas de cumplimiento para autorización de sus obras, rara vez como iniciativa propia. Un factor determinante que orilla a un desarrollador, inmobiliaria u hotelero a realizar acciones de manejo, es el propio compromiso que adquieren para poseer un reconocimiento o certificación ambiental, como empresa “sustentable” que les brinde un valor agregado para su imagen corporativa, lo cual pueda ser mercadeable con ciertos sectores de la sociedad o de sus propios clientes, lo que se traduce en teoría en mayores ganancias. En este grupo también conocimos particulares que poseen viveros, áreas de exhibición, criaderos y desarrollos ecoturisticos, regulares ante la ley y otros tantos no. Estos particulares, grupos o familias de comunidades, realizan aprovechamiento y manejo de una gran diversidad de especies, ya sea de manera legal o fuera de la ley, como actividad complementaria a su economía o como actividad principal. Adicionalmente, algunos de estos predios y proyectos están incorporados al esquema de UMA4 que trataremos al final de este libro, como parte de los ejemplos de uso Organizado (legal) con fines económicos, de los recursos de vida silvestre y no maderables en el Estado. Es importante aclarar que muchas de las actividades descritas en este trabajo

Tabla 2. Listado de propiedades rurales donde se obtuvo información de uso de recursos de vida silvestre y no maderables Municipio Propiedades rurales Propiedades rurales Othón P. Blanco El triángulo El travieso San Jerónimo El inspector La Fortuna El Palmar Punta Tam El Cidral El Sinaí San Fernando El Coyote Santa Cecilia El Socoyote Felipe Carrillo Puerto La Guadalupana Rancho El Tasistal San Felipe Rancho San Antonio San Felipe2 Rancho Santa Clara Nicte Ha Rancho El vergel Rancho Santa Cruz José María Morelos Rancho Grande San Antonio

4 Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre. LGVS. DOF 03/Jul/2000.

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se consideran fuera del marco de la ley (especialmente aquellas consideradas en el rubro de uso para autoconsumo y para comercialización fuera de esquemas organizados –legales-). Por lo tanto, existe un compromiso estricto, por nuestra parte, de confidencialidad para con los productores que confiaron en nosotros, nos brindaron sus experiencias y datos, con quienes nos comprometimos a utilizar esta información con fines ilustrativos y no como denuncia.

Estamos conscientes que los usos cambian muchísimo con el ir y venir de los años, de las necesidades de los usuarios y de un sin fin de factores que pueden influir. No obstante, el fin de este trabajo es ilustrar la diversidad de alternativas de uso de los recursos naturales en las comunidades, no como procesos estáticos e inalterables, sino como parte de la cultura de uso diversificado, a nivel individual, familiar o comunitario, de uso continuado, intermitente, de oportunidad, por una sola ocasión o como actividad permanente o generacional. La riqueza de recursos naturales existente en los diversos ecosistemas de selva ha permitido a lo largo de miles de años que los asentamientos humanos establecidos en la región de la Península de Yucatán tuvieran a su Tabla 3. Listado de Proyectos, Propiedades privadas, Organizaciones o disposición material de construcción, combustible, Empresas s donde se obtuvo información de uso de recursos silvestre y no maderables de vida fuentes de alimento, medicinas e insumos para cipio Proyectos, Propiedades privadas, rituales y para enriquecer su cultura. Organizaciones o Empresas Solidaridad Xel Ha Si bien el aprovechamiento de especies maderables, Xcaret Crococum no maderables y animales ha acompañado al Xamanha desarrollo histórico y cultural de los pueblos Maya Coba Playa Maroma establecidos en la región, y existían en tiempos Fracionamiento Arrecifes precolombinos códigos de derecho de uso de los Othón P. Blanco Grupo DMS del Sureste Predio Nicte Ha recursos, y durante la colonia española de propiedad Felipe Carrillo Puerto Leonor Vega Che de los mismos, no fue sino hasta mediados del siglo Predio Tasistal fracción 2 Predio San Esteban XX cuando se dieron los primeros pasos para Predio El Vergel desarrollar esquemas de uso, con estructuras y Predio Santa Cruz Predio Santa Cruz II procedimientos bajo regulación y apegados a Predio San Antonio normatividad. Santa Clara

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En lo que respecta a la “Vida silvestre” ha tratado de ser definido como un elemento tangible, sujeto a manejo o aprovechamiento, a través de un prolongado sumario de aprendizaje, proyectos pilotos, discusiones y lecciones aprendidas. En este sentido, la idea de la vida silvestre como un elemento de los ecosistemas, con potencial de aprovechamiento, pasó por un proceso de desarrollo en el Sureste de México y en el Estado de Quintana Roo, paralelo al escenario nacional, y en algunas ocasiones, contribuyó a forjar algunas experiencias piloto que apoyaron la generación de mecanismos y herramientas para una política estatal y nacional para la vida silvestre y los ecosistemas de los que depende. En este sentido, a nivel país, y a lo largo de más de cuatro décadas, la visión de vida silvestre se limitó exclusivamente a las especies de interés cinegético, previstas en la Ley General de Caza de 1952, vigente hasta finales de los 90s, apoyada por los calendarios cinegéticos que se emitían periódicamente (a partir de 1952, y su reforma de 1982, y hasta 1997), mientras que para los recursos No Maderables el interés estaba enfocado a la resina de Chicozapote (Manilkara sapota) para obtención de chicle natural y la pimienta (Pimenta dioica). La gran mayoría de los recursos bióticos que se encontraban en los ecosistemas de las selvas no se contemplaban, dentro del marco jurídico, económico o político, como una alternativa productiva que debía ser regulada, conservada o incentivada.

A nivel estatal, a mediados de la década de los ochenta, con la creación del modelo de Plan Piloto Forestal (PPF) en el Estado, se dio un primer paso hacia la incorporación integral del manejo de las selvas a través de una tesis que estableció que las selva sólo podían conservarse en la medida que fueran rentables para sus dueños y poseedores (PPF, 1984), ya que sólo de ese modo podrían ser cuidadas y fomentadas, una iniciativa que se enfocó a fortalecer las capacidades y la visión de los productores a fin de hacerlos partícipes y responsables del aprovechamiento de sus selvas. No obstante, esta tesis se originó de una lucha de las comunidades por recuperar el control de la extracción y uso de la madera comercial en sus territorios, antes concesionados, por lo que la referencia se hacía en una conceptualización puramente maderable, dirigiendo los esfuerzos de manejo de los recursos de la selva, única y exclusivamente, a las especies de árboles maderables de mayor valor comercial: Caoba (Swietenia macrophylla) y Cedro (Cedrela odorata), algunas maderas “corrientes” como la Amapola ( Pseudobombax

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ellipticum), Katalox (Swarzia cubensis), Siricote ( Cordia dodecandra), Chaca (Bursera simaruba) y el Sac Chaká (Dendropanax arboreus), al manejo de la resina del Chicozapote (Manikara sapota) y a la extracción los frutos de la Pimienta (Pimenta dioica). El sistema general del manejo de la selva dentro del PPF se fundamentó en el establecimiento de Áreas Forestales Permanentes (AFP) dentro de las zonas de selva de los ejidos; estas áreas fueron apartadas y destinadas exclusivamente a un proceso rotativo de tala selectiva por bloques o rodales en un ciclo de 25 años. Este sistema aseguró la conservación de grandes áreas de selva mediante un mecanismo de Toma de Acuerdos internos de la Asamblea ejidal para no permitir ningún tipo de aprovechamiento o actividad económica que implicara la remoción de la cubierta forestal o la destrucción de sus ecosistemas. Aunado a lo anterior, con raras excepciones como el caso del ejido Noh Bec, estas grandes zonas quedaban aisladas a lo largo de los meses de lluvia (junio a noviembre) debido a una deficiente infraestructura de caminos que hacía incosteable la operación y reparación de los accesos, de los equipos y maquinaria pesada de extracción esa parte del año. Los fuertes intereses económicos en la madera y su protección, la reglamentación y el aislamiento temporal de las AFP las volvieron reservas parcialmente seguras para la mayoría de las especies no maderables y de fauna Silvestre; pero, si bien la ausencia de actividades destructivas la mayor parte de año aseguró la permanencia de los ecosistemas y hábitat para plantas y animales, estas zonas se convirtieron en cotos de caza y recolección para el autoabasto de los pobladores locales sin ningún tipo de regulación ni control. Por lo anterior, y retomando la tesis original de incentivar a las comunidades a conservar sus recursos en la medida que estos fueran rentables para los poseedores de los predios se procedió a integrar la fauna silvestre. La fauna silvestre de interés cinegético, dentro de las AFP, se contempló como el primer componente de Vida silvestre puesto a prueba dentro de la propuesta del PPF; de este modo, el criterio utilizado para desarrollar una propuesta de conservación y manejo de las poblaciones de fauna existentes en las AFP, fue el beneficio económico directo, o de uso de autoconsumo de la fauna, para los pobladores locales. A la par de esta situación y en un contexto global, la creciente preocupación por la acelerada pérdida de biodiversidad generó una serie de foros de análisis, discusión y compromisos que derivaron en la Cumbre Mundial de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992 la cual brindó el espacio político para impulsar compromisos en un escenario global capaz de movilizar, regular y promover una visión de aprovechamiento sostenible. Este tipo de eventos permitió abrir espacios para diseñar esquemas de manejo de recursos naturales que incentivasen la conservación y el desarrollo. La comunidad mundial dirigió sus esfuerzos para desarrollar discusiones y foros en torno al Tema de uso integrado y sostenible de los Recursos Naturales, culminando con

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la Agenda XXI, la cumbre de Río en 1992 donde se estructuraron los principios básicos para el Desarrollo Sostenible a nivel global con los compromisos y enmiendas que cada país de la orbe, incluido México, debía poner en marcha para ordenar el manejo de sus recursos naturales con respeto a sus pueblos indígenas y al medio ambiente. Como parte de los compromisos adquiridos. México inició un proceso de reestructuración y fortalecimiento de la normatividad fundamental para el desarrollo de políticas de manejo integrado y desarrollo sostenible, de las cuales derivó, entre otros instrumentos, la Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA). En este punto no existía en la práctica una definición clara de lo que era la vida silvestre, tomándose la mayoría de las veces como sinónimo de Fauna Silvestre, pues todo lo referente a flora estaba circunscrito en un sector difuso de lo forestal – si estaba incorporado en las estadísticas económicas, o lo antropológico - si era sujeto de uso tradicional o ritual; de una u otra manera la mayoría de los recursos no incorporados a economías formales parecían no ameritar inclusión en los programas de desarrollo o de la normatividad. No obstante, el cúmulo de experiencias locales durante la década de los 90 originó un movimiento de intercambio de información a través de múltiples talleres, reuniones y puntos de encuentro de productores, técnicos, científicos y tomadores de decisiones que pugnaban por integrar, primero la fauna silvestre como elemento del paisaje bajo manejo. Posteriormente se pugnó para integrar bejucos, plantas ornamentales, medicinales y orquídeas, y a finales de la misma década, pugnaron por integrar los “servicios ambientales” que los ecosistemas generaban, como parte de una creciente lista de recursos bajo el esquema de uso diversificado y desarrollo sostenible, que ha resultado muy complejo, bien intencionado, pero que la mayor de las veces carece de esquemas claros de manejo, regulación y de instrumentos de incentivo de conservación. En este proceso los intentos de normar y ordenar las actividades productivas que involucraban el manejo de materiales no maderables y de vida silvestre provenientes de la selvas se toparon con dos problemas de importancia: Primero, la indefinición del sector oficial a cargo del manejo y regulación operativa del recurso y Segundo el consecuente traslape de competencias entre las leyes (Ley Forestal y su reglamento, la todavía vigente Ley Federal de Caza de 1952, sus calendarios cinegéticos y las diversas Normas Oficiales Mexicanas derivadas de cada una de ellas, CITES5 y la misma LEGEEPA) y sus políticas de desarrollo, de conservación y de tipo “desmonte”.

5 Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres. Entró en vigor el 1 de Julio de 1975. México se adhirió el 30 de Septiembre de 1991.

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Lo anterior ocasionó un verdadero caos, en el que los interesados por desarrollar experiencias de manejo deambulaban entre una serie de nudos burocráticos casi infranqueables, entre incentivos para actividades que destruían las selvas y programas y grupos ciudadanos (ONG, fundaciones, proteccionistas o conservacionistas) que los presionaban para generar reservas intocables, por considerar que los técnicos, autoridades, propietarios – ni siquiera ellos mismos - poseían la suficiente capacidad o ética personal para manejo y uso adecuadamente. En este verdadero nudo gordiano convergían de manera descoordinada tres o más Secretarias, como era SEMARNAT (Secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca), la PROFEPA (Procuraduría Federal del Medio Ambiente) y la SAGARPA (Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación junto con las oficinas estatales como la SEDUMA – Secretaria de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Antes SIMAP -Secretaria de Infraestructura, Medio Ambiente y Pesca) y la SEPEDER (Secretaria de Planeación y Desarrollo Económico), lo cual derivó a su vez en la inconformidad y posterior desencanto de los ejidos, los propietarios de predios y productores individuales, que alguna vez tuvieron la intención de conservar sus recursos a través del manejo sostenible. Este libro es un esfuerzo de recopilación de datos sobre especies y formas de uso, a lo largo de 16 años de trabajo ininterrumpido con comunidades rurales y grupos diversos de la sociedad, involucrados en el uso, conservación o protección de nuestras selvas y costas, de nuevo no es una consultoría puntual y no responde a intereses de un financiador o grupo específico. Este libro integra lo observado y lo experimentado de manera técnica y de forma vivencial. Durante el siglo pasado, más específicamente durante la década de los sesentas y setentas, las políticas sectoriales del Gobierno Federal promovieron intensamente la colonización de las grandes extensiones terreno en los trópicos húmedos, que en ese entonces eran terrenos nacionales, impulsando iniciativas de expansión de la agricultura y la ganadería extensivas. Los colonos que arribaron masivamente a la región, con su propio concepto de producción y de manejo del sistema natural, ocasionaron un proceso de degradación de las áreas arboladas en selva a un ritmo de deforestación de 560,000 ha/ año para el sureste mexicano (Toledo, 1990). Con la estructuración y puesta en marcha del Plan Piloto Forestal a mediados de los 80s se prepararon las bases para constituir la organización productiva para que los ejidos – el sistema agrario de posesión de tierra realizaran el aprovechamiento sostenible de sus recursos naturales. Sin embargo, a excepción de la madera y un par de recursos como el chicle y la pimienta, los recursos no maderables y de vida silvestre se consideraron siempre en un plano diferente, como elementos sin potencial y aislados de los ecosistemas forestales bajo manejo (aun cuando se encontraran geográficamente en el mismo espacio).

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Tomando en cuenta el precepto del Plan Piloto Forestal en el que se han fundamentado las políticas de conservación y aprovechamiento comunitario de las selvas en Quintana Roo, nos aventuramos a catalogar los esquemas de “manejo” de este libro. Todas las actividades que involucran el Manejo y conservación de recursos de vida silvestre y no maderables se pueden agrupar, de acuerdo a un criterio propio muy particular, en tres grandes subdivisiones, de acuerdo a los incentivos, la finalidad de su uso, el nivel de organización de los individuos o grupos que los utilizan y el tipo de recurso involucrado:

• Aprovechamiento para autoconsumo (autoabasto)

• Aprovechamiento no organizado con fines económicos, que incluye el aprovechamiento de subsistencia como complemento económico

• Aprovechamiento y Manejo Organizado Legal Cada una de estas líneas posee diferencias marcadas y representa distintos niveles de visiones y de problemáticas. En las siguientes secciones intentaremos delinear brevemente cada uno de estos tipos y los recursos involucrados desde mi punto de vista, las estrategias de uso, como marco de referencia de la situación global del uso de los recursos en las comunidades del Estado.

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