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La destrucción de las casas Ana Manuela Elias 1° edición Todas las ilustraciones pertenecen a Luciana Orozco. Mendoza, Agosto de 2017
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A mi mamรก, mis amigxs y a aquellxs que no sienten que estas estructuras los sostienen.
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“(…) los caracteres fundamentales (…) serán la caducidad y la transitoriedad. Las casas durarán menos que nosotros. Cada generación deberá fabricarse su ciudad. Esta constante renovación del entorno contribuirá a la victoria (…) por la que luchamos sin tregua contra la cobarde prolongación del pasado.” Antonio Sant’Elia
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Mi generaciĂłn toma vino pero no se desangra.
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Llora la luna por los que no saben dormir por los que no se saben vivos y buscan un poco de muerte por los buenos chicos que no saben de la destrucción de las casas que han olvidado la de sus corazones no así la de sus tabiques llora la oscuridad que los envuelve en risas y falsas sensaciones besados por la música acariciados por la danza de cuerpos que se saben perdidos de cuerpos que se saben desertores de algún régimen que los hizo lo que son son tan frágiles los cuerpos que danzan hermosos son tan hermosos los cuerpos que danzan frágiles y son tan corruptibles tan perdidos, buscan el amor donde todo ha sido arrasado por ríosnde hostilidad es que en este mundo de plástico es tan frágil vivir
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Cemento
Hay hombres en el techo de mi casa Siento su pisar en las membranas Dicen que me van a arreglar el teléfono La verdad no me importa qué hagan en el techo En el techo dejé a mi jardín pereciendo No tiene sentido ir al techo ni ir a ningún lado En mi casa los niños de al lado entran a jugar a mi patio Nadie los invita pero ellos entran igual. Mi patio descuidado y recién podado Si salgo y me voy. Salir e irse Los pasos de los señores en el techo. Si salgo y me voy, veo mi calle barrial semi-pavimentada. Un trozo inerte sin vida. Cemento grietado. A la mitad. Los señores dicen que van a romper la calle para hacerla de nuevo. Y rompen la mitad pero no la arreglan nunca. En mi barrio las cosas suelen estar a la mitad. Los pibes me invitan a fumar una tuca a la esquina, que no es ni la mitad de un faso, pero ellos invitan igual. Yo les digo no, gracias chicos. A mí no me gusta fumar. Ellos están en la esquina. Siempre que pases los podés mirar. A veces fumando un faso a la mitad. A veces con una recortada (que también es media botella) de vaya a saber qué líquido. Para mí, los pibes en la esquina son poesía. Para la poesía los pibes en la esquina son un cliché. Para mí la poesía es un cliché y también es los pibes en la esquina. La esquina es otro trozo de cemento. Las esquinas en mi barrio son calles extendidas. Y a veces me voy y a veces vuelvo. La verdad es que los pibes en la esquina son lo único que le da vida al mar de cemento gris que es mi barrio. Los pibes en la esquina y los hijos de esos pibes que no entienden de permisos y se meten a mi jardín igual de muerto que el cemento del pavimento son la vida. Porque ni el boulevard, igual de seco que mi jardín ni las flores de la vecina son tan alegres como ver a un par de pibes riéndose. Y tal vez, me gusta mirarlos y los disfruto tanto porque los pibes de la esquina son mucho más simples que todo lo demás, que un océano de cemento recalentado por el sol, que las flores de una vecina sin vida, que solo mira por la ventana y llora, que yo misma recostada al lado del jardín inerte de mi terraza mirando al cielo. Los pibes de la esquina son. Y son ajenos al resto. Son como flores salvajes crecidas en el desierto.
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Trincheras
“Como Leif Ericson cuando hace diez siglos Clavaba a una mujer contra la tierra Y la tierra adquiría el color de sus cuerpos Y tu cuerpo era el único país donde me derrotaban” J. Gelman La cama es el refugio de nuestro egoísmo y por cama léase la mesada, la mesa, la pared la cama de los otros, el asiento de copiloto, la bañera y el baño de las fiestas, que nos aburren hasta la muerte como si fuéramos soldados desertores nos alejamos del campo de batalla del mundo para batirnos a duelo en el nuestro son las trincheras donde juntamos nuestro egoísmo en la metamorfosis de los cuerpos que se vuelven animales Las pupilas se dilatan, y, como si fuéramos bestias al acecho fijamos los ojos, el uno en el otro nos apresamos con las garras, las hundimos en la piel que ya no distinguimos si es la propia, tampoco importa progresivamente salen de nuestras gargantas, gemidos incomprensibles el lenguaje de los cuerpos no imita al lenguaje racional como si nos desvaneciéramos a cada instante, gritamos el éxtasis como si fuéramos soldados en la vanguardia, gritamos dispuestos a morir primeros ante todo lo que nos rodea.
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Destrucción total de mis emociones
Soy un auto colisionando con la realidad si existiera un instrumento que midiera la velocidad de los latidos de mi corazón cuando nos separamos cuando volví a buscarte si algo midiera la velocidad de mi estupidez, de mis impulsos, no existiría mi amor, que te decía que llegaba al fin del universo en constante expansión tal vez está mal usar magnitudes que no conozco, pero tampoco creo que importe Una señora decora la calle de mi casa, mientras yo camino ¡BIEN SEÑORA! adorne esta calle del infierno ¿Cuál es la velocidad del desamor? ¿Cuál es la velocidad del tiempo? Si no tuviéramos los relojes para contar las horas, los minutos, los segundos, las milésimas de los segundos. ¿Cuál es la velocidad de la velocidad? La velocidad es la división de la distancia por el tiempo Y la aceleración, la velocidad final menos la inicial dividida por el tiempo Lo saqué de internet Estoy como un auto que va muy rápido, aunque en dimensiones universales mis valores sean insignificantes soy una reacción Destruiría un monoblock con solo tocarlo O te iría a buscar, y ya no habría fórmula que calcule la velocidad y la aceleración de nosotros dos juntos, en una intersección que destruye cualquier magnitud física Sería como una fisión nuclear En Chernóbil
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La destrucción de las casas
Emprendí una expedición fui con la fantasía de agarrar los escombros quise rendirle ofrendas al tirano pero cuando llegué solo había una ciudad de luces led fundada sobre la arena que todavía está en mis zapatos Llenó los ríos y las fuentes de las plazas con lágrimas y el sudor de la vanidad y la lujuria los flujos tiñen mi cuerpo y me hostiga el resplandor Ahora barro mis huellas y siento como cuando después de las fiestas barríamos los dos y limpiábamos la casa la ciudad es el lugar donde hicieron la fiesta después de la merca después de la careteada después de la fiesta es una casa mugrienta pisoteada y sucia La prendería fuego hasta los cimientos; no tienen sentido de ser. Todo arderá y yo me sumergiré en la profundidad de un océano no miraré atrás, no seré una estatua de sal derramaré la sangre que me brota del pecho en las acequias, y regaré la tierra árida aunque no crezcan los frutos, y a mí sólo me pueble lo infértil, y el dios en el que creían mis padres me castigue derramaré la sangre, aunque me desangre, aunque de mi sólo quede un pueblo habitado por nadie derramaré la sangre, hasta la última gota, hasta que ya no haya sufrimiento por sufrir derramaré la sangre Todos los imperios caen hasta el nuestro
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El mejor peor día del año Ayer me explicaron la diferencia entre ser y estar lo primero implica una proyección de algo anterior a algo posterior que se establece en un presente que a la vez es un futuro constante y lo segundo establece un reposo infinito donde lo concreto se estanca en un pasado que no está sujeto al cambio Pienso que aceptar es un acto nefasto porque supone la catástrofe de saber que somos víctimas incondicionales del tiempo y que es natural y hermoso pero que no hay armas con las que alzarse contra la tiranía de las agujas Y en esta abismal angustia dialéctica me pongo el cuchillo en los dientes y le sonrío al hombre que me dice Que amar es un acto obsceno, prescinde de los principios y de los finales.
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Estamos como niños descubriéndose en el espejo jugamos a movernos rápido a tomar iniciativa estamos como imanes de la misma cara nos rechazamos al contacto Entiendo la sinergia el movimiento centrifugo el movimiento regular uniforme entiendo la separación del átomo una fisión nuclear la radiación las generaciones deformes la disposición espiralada de la galaxia en la que está el sistema solar donde vivo yo El amor es un arma nuclear
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Esta es una propuesta optimista Prendemos fuego esta ciudad Menos a los árboles con sus pájaros A las plazas con sus historias A las calles con sus caminos Perdámonos en la noche Dejémonos encontrar por el alba Quiero ver el esqueleto de esta ciudad que ya no me atormenta Mientras miro a las generaciones siguientes riéndose de cómo bailamos
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Creo pertinente agradecer a Lucy por sus dibujos y su apoyo, a mi mamá por explicarme las cosas que no entiendo del mundo, a Lucía por sus charlas, puchos y por publicar su libro, a mis hermanxs, a mis amigxs y a todxs los que forman y formaron parte de mis días y me ayudan a vivir.
Este libro se editó y publico de manera independiente en el mes de agosto de 2017.
Todas las ilustraciones son propiedad de Luciana Orozco. www.instagram.com/lucianaorozco/ Cemento y Trincheras cuentan con la corrección de Diego Bustamante.
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“(…) los caracteres fundamentales (…) serán la caducidad y la transitoriedad. Las casas durarán menos que nosotros. Cada generación deberá fabricarse su ciudad. Esta constante renovación del entorno contribuirá a la victoria (…) por la que luchamos sin tregua contra la cobarde prolongación del pasado.” Antonio Sant’Elia
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