Víctor Valera, punto y línea

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VÍCTOR VALERA

punto y línea

MARZO - MAYO 2011


A Ricardo Mari帽o le debo toda mi admiraci贸n y agradecimiento por la realizaci贸n de esta exposici贸n




P R E S E N TAC I Ó N

¿Qué se puede decir de un artista que ha honrado, a cabalidad, la correspondencia entre vida y obra? Víctor Valera se ha hecho a sí mismo a la par de una obra cuya cualidad distintiva es una chispa que va encendiendo, uno tras otro, el cuadro o la escultura que le sucede. Bien lo podemos constatar en este grupo de trabajos, realizados en su mayoría en 2010, en pintura, relieve y escultura. Sus temas de larga trayectoria dan un giro que aporta nuevas posibilidades a las formas y al color, al punto, a la línea, en definitiva a toda la composición. Mantenerse en el no saber nos permite ir por el mundo con ojos nuevos. Sorprendernos con viejas cosas que se recuperan en el trasunto de su lento movimiento en el tiempo. Conocimiento y misterio son dos caras de lo humano, de lo divino. Hay artistas que asumen valientemente transitar en el filo de estos dos polos. Esto lo percibimos, observando su hacer, como una lectura, como un ensayo, tal como entiende Montaigne este género. Como un «discurso errante», un andar en el que los vaivenes del camino moderan y guían la obra hasta que por su cuenta se afirma. Cada nueva edición de obras de Valera lo ratifica en sus fuentes de estudio e inspiración y lo proyecta a encuentros, tanto formales como materiales, de inusitada experiencia. En las salas 1, 2 y 3 se despliega un conjunto significativo de pinturas y relieves y en la sala 4, terraza, se presenta una «pequeña retrospectiva de escultura 1957-2011», cincuenta y ocho años (recordemos que en 1957 recibe el Premio Nacional de Escultura) de una vida consagrada a pensar, hacer y disfrutar la creación plástica. Galería de Arte Ascaso



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En la vida de un artista es normal el regreso hacia algunas de sus etapas pasadas o de sus inquietudes previas, en ciertos casos para compensar dudas presentes, en otros para disimular agotamientos, o también para renovar búsquedas o fortalecer hallazgos inminentes. Todas estas posibilidades se han dado en el mundo de los creadores. Pero lo que resulta absolutamente extraño es que un artista consagrado retroceda en el tiempo para re-apropiarse de las voluntades propias de un comienzo, es decir, de los empujes incipientes de una juventud. La rareza de esta alternativa se hace más desafiante si ese esfuerzo retrospectivo se realiza sin abandonar la reciedumbre de una experiencia sedimentada durante muchos años. Pues bien, este es el caso de Víctor Valera y prueba irrefutable de ello lo constituye la acelerada fecundidad de sus recientes desarrollos. Sin eufemismos, podemos decir que él está creciendo con el empuje propio de un joven y con la sabiduría inherente a un maestro. Víctor Guédez

(Víctor Valera Escultor, Armitano Editores, C.A., Caracas, 2000)


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U N N I Ñ O D E M A R AC A I B O , OT R A V E Z Milagros Socorro

Víctor Valera lo volvió a hacer. Si sigue así va a llegar el momento en que producirá la obra de un artista de doce… de ocho años. Con la cualidad, por lo demás singularísima, de generar en el espectador la sensación de que también rejuvenece en la medida en que remonta en el tiempo el trabajo de Valera. En la presente muestra, la contemplación de cada pieza despierta el deseo de compartir el alborozo que se siente en presencia de esas cintas de colores flotando en una atmósfera decantada de toda impureza. ¿Dónde está el mundo horrible que apenas esta mañana lamentábamos con los ojos apretados? Desapareció cuando los abrimos a esta obra que separa los componentes de la luz como niños a los que se les ha asignado distintos roles en el transcurso de una fiesta. Dónde quedó la ansiedad de la víspera, las miradas de reojo sospechando en cada extraño un enemigo. Todo se ha organizado en estas franjas arrojadas a la mañana luminosa como papelillo aventado desde un carrusel. La crueldad, los horrores del mundo, ese pavoroso vocerío en el que se mezclan los sufrimientos de todos los seres, se han disipado momentáneamente y sólo se alcanza a divisar lo que en el tíovivo mañanero es vertiginoso, límpido, entrecruzado y festivo. Prueba de ello es que el espectador tiene la sensación de haber sido atraído a un lugar de dulces geometrías, de haber ingresado a un salón en el momento en que las cortinas son desplegadas con gesto veloz hacia un amanecer de armonías. Lo que vemos es lo que ha quedado del exilio de las formas: las líneas son jubilosa evocación de volúmenes de otras épocas. Es como cuando se hace una mudanza, que quedan en el piso las huellas de las alfombras y sofás. En esta obra de Valera las trazas de antiguos muebles largamente instalados en la imaginación no son manchas desvaídas. Al con-


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trario. Son rayas jubilosas. El artista está de mudanza… En cualquier caso, se está despojando de casi todo. Y lo hace con alegría, con alivio. Con madurez. En su viaje hacia lo esencial, Víctor Valera no deja de pensar. Recuerda su vida. Lo sé porque cada vez que nos vemos me habla de su infancia, de su primera juventud. En 2007, cuando cumplió ochenta años, me contó que su madre había sido un regalo que hizo una familia de apellido Valera a las monjas del Hospital de la Chiquinquirá. «La regalaron cuando era una bebé porque había sido producto de una relación ilegítima y era negra. Nunca volvió a ver a sus padres. Mucho después pude averiguar que su madre, mi abuela, era una mujer casquivana y, al parecer, le pegó cachos a su marido con un hombre negro que sembraba caña en los alrededores de la ciudad trujillana de Valera. De esa relación, nació mi madre. Cuando quise saber más acerca de ella, me dirigí a la Chiquinquirá pero la monja que la había criado había perdido la memoria. Y no puede averiguar nada más». Han pasado cuatro años, el trabajo de Valera se ha desnudado todavía más. Regreso a su casa y vuelve a hablarme de su madre. Los cuadros que va acumulando en su taller son cada vez más ligeros como son cada vez más jóvenes e ingrávidas las gimnastas. Pero sus recuerdos se revelan más sombríos. Volvemos a hablar de su madre. «Cuando Isaías Medina Angarita estaba en campaña electoral fue a Maracaibo y visitó la casa de la familia Bustamante. Paradójicamente, nosotros vivíamos allí: era la única casa donde le permitieron a mi madre tenerme con ella. Medina se sentó en una butaca y llamó al hijo de la sirvienta y lo hizo sentarse cerca de él. Era yo. Todavía recuerdo que olía a cigarro americano y a colonia Jean Marie Farina». Ese muchachito ya era un artista. Nadie lo sabía, ni él mismo. Pero ya hacía unos apuntes, comienzo de una práctica en la que no ha cesado. Cuando estaba en sus primeros veinte se inscribió en la Escuela de Artes Julio Árraga de Maracaibo, entre cuyos maestros se encontraba Jesús Soto. A comienzos de los cincuenta se cruzaron dos acontecimientos, Soto anuncia su marcha a


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París casi al mismo tiempo que el joven aprendiz obtiene una beca para el mismo destino. Pero la ayuda no incluye el pasaje. Valera propone un negocio: Soto financia el boleto y él honra la deuda entregándole a aquel las mensualidades hasta saldar el préstamo. El arreglo lo pondrá en París, pero lo amarrará a la pobreza. Valera, que era pintor cubista cuando desembarcó en la capital francesa, frecuenta en esta ciudad el taller de arte abstracto de Dewasne y Vasarely, y comienza a experimentar con formas ópticas resueltas sobre un plano; y también trabaja como obrero en el taller de Fernand Léger. Hacia 1955 comienza su trabajo de escultor y adopta el hierro como material fundamental de su obra, con lo que se convierte en uno de los primeros escultores venezolanos en emplear el hierro como medio plástico. En esta reunión, mientras observo los nuevos cuadros, que me producen una especie de euforia que intento disimular, Valera menciona como de pasada que entre sus descubrimientos más relevantes de París estuvieron los músicos dodecafónicos, con los que se reunía con frecuencia. Era un grupito de franceses y argentinos. «Ellos me enseñaron que el silencio es parte de la música. Que es música en sí mismo. No pasó mucho tiempo para que comprendiera que el vacío en la obra es parte de ésta. Podría decirse que ellos constituyeron mi principal influencia. Con los años esto se me ha revelado con más claridad. Por eso hago este tipo de cosas, que son musicales, que tienen formas y silencios. Cada vez más silencios que formas, por cierto. Es como un poco pintar el silencio: pintar el vacío, el no-pintura…». A los tres años de estar en París recibió una de las raras cartas de su madre. No podía más. Estaba casi ciega. Necesitaba ayuda. Ya no podía emplearse para lavar y planchar. La pequeña esquela, escrita con temblorosa letra, fue un mandato irreplicable para el hijo. Se sabe que al regresar, a mediados de los cincuenta, participa en el Proyecto de Integración de las Artes de la Ciudad Universitaria de Caracas, mediante la realización de trece murales en colaboración con Carlos Raúl Villanueva.


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El negro es un color VĂ?CTOR VALERA


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Es dato bien divulgado que en 1958 recibe el Premio Nacional de Escultura. Entre 1963 y 1964 integra el grupo de ocho jóvenes escultores venezolanos que asisten al taller dictado por Kenneth Armitage en Caracas. En 1966 su obra forma parte de la muestra venezolana en la Bienal de Venecia. Y en los años sucesivos participará en exposiciones colectivas en Europa, Estados Unidos y América Latina. En 1972 gana el Primer Premio del Salón Arturo Michelena. En 1982 se alza con el Primer Premio de la I Bienal Nacional de Escultura Francisco Narváez en Porlamar. Y en 1984 todo el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber se llena con una retrospectiva de su obra. En el camino fue alzándose con todos los premios y reconocimientos que Venezuela puede tributar a un artista. La vuelta a la patria desató un volcán de melancolía que había estado contenido, debe ser, en la dura contienda por la supervivencia en el extranjero. «Mi vida cambió cuando llegué a Venezuela… —dice mirando sin ver estos cuadros de pulcra realización, en los que no se echa de ver el abismo de dolor que está a punto de narrar—. La mitad de mi vida ha estado sumergida en una constante depresión. Nací siendo un niño depresivo. Todo lo que he hecho ha estado orientado por mi necesidad de desahogarme, de decir, de transmitir… Siempre. Toda la vida. Y casi siempre he logrado lidiar solo con ese dolor. Pero cuando ha sido demasiado me he visto en la obligación de buscar ayuda, porque acumulaba cosas y no realizaba nada. Esto tuvo su punto culminante cuando regresé a Venezuela tras aquellos años en París». «Llegó un momento en que necesité ayuda psiquiátrica. Por suerte, caí en manos de dos grandes psiquiatras que fueron mi salvación. Ellos descubrieron… o me ayudaron a descubrir la importancia que la pobreza, la falta de medios, ha tenido en mi vida. Mi obra de escultor empieza con la chatarra, porque eso era lo que conseguía en los basureros y con eso armaba mis esculturas». «Yo había sido lo que se llama un mal estudiante. De niño era objeto de constantes castigos porque nunca me sabía la lección. Lo que me gustaba era



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fugarme de la escuela para irme al lago de Maracaibo. No había quién me mandara a estudiar. Mi madre se pasaba todo el día en las casas donde trabajaba como sirvienta. Yo comía en la mañana un pan con queso y debía esperar hasta la tarde, cuando ella llegaba, para volver a comer; esta vez un caldo en botella, que ella traía, así como las sobras de la casa, que envolvía en papel de periódico. Durante el día me la pasaba por Bellavista tumbando mangos o me iba al mercado de Maracaibo a ganarme unos centavos cargando las bolsas de los compradores. Me encantaba estarme en el mercado para escuchar a los decimistas [trovadores que cantan estrofas de diez versos octosílabos] mezclados con los ruidos que hacían los carniceros al dar hachazos a las enormes piezas, así como los que provenían de las grandes jaulas de pájaros puestos en venta. Y aspiraba el olor de los diversos productos que iban llegando de los Andes y del interior del Zulia». «Tenía que andarme con cuidado, porque los celadores de Gómez nos tenían echado el ojo y nos perseguían para que no molestáramos a los clientes o a los vendedores. Ese mundo extraordinario fue mi escuela. Aunque llevaba mucho desprecio, porque ése es el tratamiento que suele dársele a un muchacho de la calle. Y yo fui un muchacho de la calle». «Un día, abrumado por una de esas grandes depresiones que con frecuencia se abatían sobre mi ánimo, me senté en la acera de la esquina McGregor, donde se reunían los peloteros. Para entonces tenía quince años y ya había sido víctima de la policía. Allí estaba cuando pasó un camión lleno de soldados. Corrí y me encaramé. Así me alisté en la Infantería de Marina. Entre mis primeras tareas estuvo la de vigilar a los presos del Castillo de Puerto Cabello. El 18 de octubre [del 45] me encontró en la entrada de Puerto Cabello cuidando la zona con un fusil». «Tengo los mejores recuerdos del Ejército —sigue—. Incluso la vigilancia a los presos fue algo positivo, porque pude conocer gente muy notable. A pesar de que lo tenía prohibido, yo conversaba con aquellos hombres greñudos y


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barbudos, les hacía mandados. Y algunas veces me tocó acompañar a algunos a los burdeles, a donde les permitían ir, con sus grillos. En el año 48 me juramentan para ingresar a la guardia de honor del presidente Rómulo Gallegos, pero no llegué a hacerlo porque se produjo su derrocamiento. Me pasaron a la Dirección de Guerra y Marina. Un día Wolfgang Larrazábal hizo formar a toda la tropa y escogió algunos para ir a Miraflores. Entre ellos iba yo, pero fue más el tiempo que pasé entre Estados Unidos y Panamá haciendo cursos, que el que pasé en el Palacio. En Estados Unidos tuve ocasión de ver los grandes museos y eso tuvo un gran impacto para mí. Y lo que sería definitivo fue el hecho de que Wolfgang Larrazábal, enterado de que yo me la pasaba haciendo dibujos y revistas, me mandó a llamar y me dijo: “Tú aquí no haces nada. Te voy a mandar a la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas, para que estudies durante el día, y haces la guardia nocturna en la Infantería de Marina“. Salí de la Marina en el año 50, al tiempo que me expulsaron de la Escuela de Artes Plástica por revoltoso, y fui a parar a Maracaibo, donde encontré a Jesús Soto, que estaba dirigiendo la Escuela de Artes Plásticas de esa ciudad; y conocí a Lía Bermúdez, quien estaba recién casada y acababa de instalarse en Maracaibo». Ya sabemos que de Maracaibo salta a París. Allí estaba cuando llega la carta de la madre. Aquí es preciso detenerse en el hecho de que su madre le enviaba dinero. «Solían ser veinte bolívares, que en viejos francos era platica. Yo me ganaba la vida en París recogiendo cartones, periódicos viejos. Jamás nadie me ayudó, ni el Estado, ni los personajes ricachones que llegaban de Venezuela, con una sola excepción.... Pero yo seguía trabajando en un cuartito, más exactamente una buhardilla que compartía con Pascual Navarro, en la casa de Aimé Battistini, una gran mujer, una artista extraordinaria, en cuya casa viví mucho tiempo. Allí me llegó la carta. Yo no era el primero, por cierto. Otros artistas latinoamericanos en París habían recibido cartas parecidas, pero tuvieron la fuerza de resistir el llamado. Yo no. Mi madre decía:


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“Hijo, vente, estoy perdiendo la vista de planchar hasta las cuatro de la mañana“. No necesité más impulso. Vine. Y conseguí la miseria más atroz. En cualquier caso, ya había tenido suficiente de París. Pensé que lo que hacía allá podría hacerlo aquí. Y lo que hice fue trabajar la materia. Ahí comenzó a salir el escultor. En París había sido pintor. Pero en Venezuela di tiempo a que se diera lo que estaba por darse: la escultura hay que sobarla, hay que manejarla literalmente con las manos. La escultura es menos equívoca que la pintura. En realidad, la pintura es una farsa: una ventana a algo que no existe. Mientras que la escultura es real». «En París había descubierto un gran país —sigue Valera—, donde se podía ver lo más maravilloso del arte. Y regresé a un país desolado, sin proposiciones, enrumbado a la dictadura. Vi lo que había en escultura, me pareció desolador. Estaba desolado y todo me reforzaba ese sentimiento. Me dispuse a trabajar dentro del arte moderno. Y escogí el hierro». Víctor Valera sería el primero en incorporar el hierro a la obra de arte. Hace sesenta años. Pero entonces comenzó a experimentar extrañas sensaciones. Angustia, falta de concentración, pensamientos inconexos. Lo ingresaron en una sala especial en el Hospital Vargas. «Un día empecé a caminar. Al principio sin sentido. Después mis pasos me llevaron a los basureros donde se amontonaban pedazos de hierro. Los recogí y los convertí en piezas de arte. Mis obras de esa época recibieron un repudio unánime. Fueron a parar al fondo del mar como anclas de barcos. Yo trabajaba y regalaba. Era la única forma que tenía de salir de las obras. No tenía dónde almacenarlas. Pasó el tiempo, tuve aquella crisis. Y un día, el doctor Aristiguieta, el psiquiatra, vio en una exposición una pieza de esa época y me sugirió que siguiera trabajando con eso». Transcurrieron varias décadas y un día regresó a la pintura. «¡Hasta aquí llegué con la escultura!, me dije. Necesito el color, las brochas, las cosas escritas como las partituras de los dodecafónicos. Necesito retomar la continuidad de aquel niño que se inició en Maracaibo y que hace tiempo no volvía».


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«El artista nace con una preocupación», dice Víctor Valera. «Con una necesidad de algo, que no sabe lo que es. Se sobrepone a eso. Hace como que nada está pasando. Y, a medida que trabaja va cumpliendo etapas que lo llevan a otras más, pero son etapas que desde el principio estuvieron trazadas. La trayectoria de un artista es como destino del que no puede zafarse. O no debe… Una obra lo lleva a la siguiente. Hay algo, como un misterio que lo va conduciendo a un puerto desconocido pero seguro. Es algo, por cierto, que ustedes los escritores no tienen: ustedes no pueden terminar un relato sin sellarlo con un final… El final de los artistas está más allá de cada etapa. No sabemos siquiera cuál es. Sólo sabemos que está allí, aguardándonos; y que basta ser coherentes, auténticos, valientes, para arribar a él». «Así somos los pintores —dice mirando un punto detrás de mi espalda—. Los pintores somos emoción. No sabemos qué va a suceder con la proposición. Esto puede resultar angustioso, pero uno termina acostumbrándose a ese azar, a ese misterio. Por eso muy pronto uno se escurre de etiquetas, tonterías, limitaciones. Que si soy cinético, si soy esto o lo de más allá. Eso está fuera de sentido. Más aún, en esta época. O a estas alturas, que para mí es lo mismo. Estoy convencido de que cuanto más ignorante, mejor resultado tiene un artista. Me refiero a la ignorancia con respecto a su propio destino, a su devenir como creador. Prefiero avanzar en las sombras hasta allegarme a un lugar de luz. Siempre es así. Qué debe tener un artista. Te lo voy a decir: entereza. Hace falta entereza, coraje, para entregarse sin demasiada resistencia a ese imperativo mágico, misterioso, milagroso, que se va produciendo y que lo lleva a uno como acunado en una canoa. Digan lo que quieran: digan que es ciencia, digan todo lo que tú sabes que dicen, pero para mí es una actitud, una selección de antemano pautada, algo que no aparece de golpe, pero que, a medida que se va trabajando, va apareciendo». «Si algún artista te dice lo contrario, está mintiendo. La verdad es que nosotros empezamos sin saber lo que hacemos ni hacia dónde vamos. Hay un


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predicamento de niño cuando nos enfrentamos a una tela. Vamos haciendo trazos, vamos diciendo lo que a continuación queremos decir, pero hay mucho de inconsciencia en eso. Estoy hablando por mí. En la mañana, cuando me levanto de la cama, aparecen unas cosas que debo hacer. Comienzo a hacerlas, pero eso que me propuse a veces no se concreta, porque me conduce a otras cosas más…». En mala hora se me ocurre preguntar si Víctor Valera ha vuelto al cinetismo. Me gano una respuesta en la que detecto una pizca de desprecio. «Yo no hago cinetismo», dice arrastrando las sílabas, como si dijera algo así como jamás to-le-ré el pe-rez-ji-me-nis-mo. «Yo hago arte óptico, que deforma y forma quien lo ve. Aquí hay la equivocación muy extendida según la cual todo el que haga una raya y un punto es cinético. No, señor, es arte óptico. Es la retina la que se cansa, la que se irrita. Y bueno sí, es un arte sin anécdotas». «Y no —remata—. No echo de menos el hierro. ¿Sabes por qué? Es más simple de lo que crees. Porque lo que antes costaba veinte bolívares, hoy vale un millón. Bueno, se ha visto el drama que ha supuesto, para la construcción de viviendas en Venezuela, el costo de las cabillas y lo que cuesta conseguirlas. Por otra parte, la escultura no tiene espacio en las casas de los venezolanos: todo tiene que estar pegado en la pared, que nada interrumpa… Es la era de los peroles arrinconados. Y, desde luego, la época de los falsos escultores enchufados en el poder». Vuelvo a hacerle la pregunta de hace unos años: al hacer un balance, ¿hay algo de lo que se arrepienta? Y la respuesta es idéntica. «No. He servido a mi país de muchas maneras y, siempre, lo mejor que he podido. Y en medio de los dolores que mi país me produce, no hay un hombre más feliz que yo, con mis amores, con mi fuerza, con mis equivocaciones. También con mis temores».


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L I S TA D E O B R A S

1. Suavizado, 2010 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 70 cm 2. Texturizado, 2010 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 70 cm 3. Tricot, 2010 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 70 cm 4. Adagio, 2010 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 140 cm 5. Sueño, 2011 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 70 cm 6. Bibliotecaria, 2010 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 70 cm 7. Patente, 2010 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 70 cm 8. Tejido, 2010 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 70 cm

9. Modulada, 2010 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 70 cm 10. Modulado terminado, 2010 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 70 cm 11. Amorosa, 2011 Tinta sobre papel encapsulado 100 x 70 cm 12. Comuna, 2011 Tinta sobre papel encapsulado 70 x 100 cm 13. Plutón, 2011 Tinta sobre papel encapsulado 70 x 100 cm 14. Risa oscura, 2011 Tinta sobre papel encapsulado 70 x 100 cm 15. Nicolás juega con una estrella, 2011 Acrílico sobre mdf 98 x 297 x 12 cm 16. Acércate, 2010 Acrílico sobre mdf 140 x 110 cm 17. Así sueñas, 2010 Acrílico sobre mdf 140 x 110 cm 18. Continuo dos, 2010 Acrílico sobre mdf 140 x 110 cm

19. Piel amorosa, 2010 Acrílico sobre mdf 140 x 110 cm

31. Intérprete, 2010 Acrílico sobre mdf 80 x 110 cm

20. V de Vargas, 2010 Acrílico sobre mdf 140 x 110 cm

32. Forma venidera, 2010 Acrílico sobre mdf 80 x 110 cm

21. Avalado, 2010 Acrílico sobre mdf 140 x 110 cm 22. Frisado, 2010 Acrílico sobre mdf 110 x 140 cm 23. Sensorio, 2010 Acrílico sobre mdf 110 x 140 cm 24. Test, 2010 Acrílico sobre mdf 110 x 140 cm 25. Zulia Wayúu, 2011 Acrílico sobre mdf 152 x 188 x 10 cm 26. Cuadrante calificada, 2010 Acrílico sobre mdf 122 x 122 cm 27. Corso, 2010 Acrílico sobre mdf 140 x 110 cm 28. Vegetal, 2010 Acrílico sobre mdf 80 x 110 cm 29. Final, 2010 Acrílico sobre mdf 80 x 110 cm 30. Continuo, 2010 Acrílico sobre mdf 80 x 110 cm

33. Gaitero (tríptico), 2009 Acrílico sobre tela 140 x 420 cm 34. Serie: Astral Urano, 2010 Mixta 110 x 80 x 11 cm 35. Serie: Astral Venus, 2010 Mixta 110 x 80 x 11 cm 36. Serie: Astral Mercurio, 2010 Mixta 110 x 80 x 11 cm 37. Serie: Astral Júpiter, 2010 Mixta 110 x 80 x 11 cm 38. Serie: Astral Aurora, 2010 Mixta 110 x 80 x 11 cm 39. Serie: Astral Dulcinea, 2010 Mixta 110 x 80 x 11 cm 40. Serie: Astral Espejo, 2010 Mixta 110 x 80 x 11 cm


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41. Serie: Astral Lluvia, 2010 Mixta 110 x 80 x 11 cm 42. Serie: Astral Marabú, 2010 Mixta 110 X 80 X 11 cm 43. Serie: Astral Potente, 2010 Mixta 110 x 80 x 11cm 44. Serie: Astral Amada, 2010 Mixta 71 x 121 x 11 cm 45. Serie: Astral Carisma, 2010 Mixta 71 x 121 x 11 cm 46. Serie: Astral Referido, 2010 Mixta 71 x 121 x 11 cm 47. Camelia, 2010 Mixta 80 x 190 x 10 cm 48. Astromelia, 2010 Mixta 82 x 151 x 10 cm

51. Zuliana, 2009 Mixta 120 x 78 cm

60. Abecedario, 2006 Acrílico sobre tela 100 x 100 cm

52. Llegadero, 1975 Mixta 122 x 58 cm

61. María Antonieta Pons, 2010 Hierro policromado 112 x 80 x 25 cm

53. Carta a Gardel, 1974 Mixta 61 x 157 x 9 cm 54. Serie: Móviles estables Pentagrama, 2009 Mixta 119 x 43 x 5 cm 55. Serie: Móviles estables Eva, 1977 Mixta 164 x 40 cm 56. Serie: Móviles estables ¿De dó vienen?, 1977 Mixta 80 x 106 cm 57. Serie: Móviles estables Centro repetido, 2009 Mixta 127 x 127 x 8 cm

49. Clarisa, 2010 Mixta 80,5 x 109 x 10 cm

58. Teatrito cabalgante ó girasol, 2006 Acrílico sobre tela 91,5 x 91,5 cm

50. Cañadera, 2008 Mixta 103,5 x 49,2 cm

59. Coloratura, 2004 Acrílico sobre tela 100 x 100 cm

62. Robin Hood, 2010 Hierro pintado 99 x 40 x 25,5 cm 63. Crisante, 2010 Hierro pintado 39 x 41 x 40 cm 64. Margarita, 2006 Hierro policromado 40 x 40 x 17cm 65. Centro, 2010 Hierro pintado 40 x 40 x 44 cm 66. Tembleque, 2010 Hierro pintado 85,5 x 22,5 x 22,5 cm 67. Autoritaria, 2010 Hierro pintado 80 x 22,5 x 22,5 cm 68. Nube que toma agua, 1999 Hierro pintado 180,5 x 30,5 x 32,5 cm 69. Noche y Día, 2010 Hierro policromado 40 x 40 x 40 cm 70. Templo para sabios, 1987 Hierro policromado 314 x 59 x 111 cm

71. Cuadrado perforado, 1984 Hierro policromado 36 x 35 x 34 cm 72. Esqueje al cuadrado I, 1984 Hierro policromado 37 x 35 x 12 cm 73. Propuesta vertical naranja y blanco, 1984 Hierro policromado 37 x 35 x 12 cm 74. Marilyn mata a un gallo (Homenaje a Marilyn Monroe), 1962 Hierro oxidado 183 x 86,5 x 57,5 cm 75. Lanzador de dardos, 1962 Hierro oxidado 121 x 39,5 x 45,5 cm 76. Cleopatra, 1962 Hierro oxidado 135 x 51 x 42 cm


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VÍCTOR VALERA 1927 1941 1945 1952

Nace en Maracaibo, Venezuela. Inicia en Maracaibo sus estudios en la Escuela de Artes Plásticas. Se traslada a Caracas y se inscribe en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas. Se traslada a París, donde se incorpora al Taller de Jean Dewasne y Víctor Vasarely. También trabaja en el Taller de Fernand Léger. 1955 Participa en el Proyecto de Integración de las Artes del arquitecto Carlos Raúl Villanueva en la Ciudad Universitaria de Caracas. 1984-1985 Integra la Comisión para la elaboración del proyecto de creación del Instituto Armando Reverón. Reside y trabaja en Caracas.

P R I N C I PA L E S E X P O S I C I O N E S I N D I V I D UA L E S 1953 1961 1965 1969 1974 1982 1984 1985 1987 1988 1992 1994 1997 1998 1999

Galería Arnaud, París Esculturas, Colegio de Ingenieros, Maracaibo Retrospectiva de su obra pictórica, Ateneo de Caracas Esculturas en Estudio Actual, Galería Estudio Actual, Caracas Víctor Valera, Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Bogotá, Colombia Papeles perforados y Esculturas en hierro, Galería Estudio Actual, Caracas Homenaje a los Cantantes Populares, Galería de Arte Nacional, Caracas Víctor Valera, Esculturas 1954 -1984, exposición retrospectiva, Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber Voces para leer, (exposición especial para invidentes realizada en sistema Braille), Sala Ipostel, extensión Oeste del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber Columnas excéntricas para demarcar un espacio americano, Galería Durban, Caracas Víctor Valera, steel sculpture, Opus Art Studios, Miami, Florida Formas para tocar, Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber Textos del Chilam-Balam, Galería Durban, Caracas Papeles perforados, Museo de Arte Contemporáneo Mario Abreu, Maracay, Venezuela Esqueje al cuadrado, Galería Alternativa, Caracas Sala de Exposiciones PDV, Caracas El Infinito grito de un persistente, Esculturas, Sociedad Dramática de Maracaibo Dos Maestros Latinoamericanos de la forma y el color, Víctor Valera y Edgar Negret, Centro Venezolano de Cultura, Bogotá El muro como soporte, Museo Alejandro Otero, Caracas


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2000 2001

El muro como soporte, Museo de Arte Contemporáneo del Zulia, Maracaibo Saurios negros: sin alusiones, Galería D´Museo, Caracas Víctor Valera - Papeles Perforados, Galería de Arte Nacional, Caracas 2002 Papeles Perforados y Cartonajes (obras íntimas) 1984 - 1998, Galería Art Nouveau, Maracaibo 2003 Concreciones, Durban-Segnini Gallery, Miami, Florida 2005 Recorrido inverso al instinto, Galería de Arte Ascaso, Caracas 2006 Víctor Valera - Módulos y Cuadrantes, Galería de Arte Ascaso, Valencia 2007-2008 Víctor Valera - Entre líneas, módulos y cuadrados, Galería de Arte Ascaso, Caracas 2011 Víctor Valera - Punto y línea, Galería de Arte Ascaso, Caracas

P R I N C I PA L E S E X P O S I C I O N E S C O L E C T I VA S 1955 1956 1957 1958 1959 1961 1963 1965 1966 1967 1972 1983 1985 1986

1991 1992 1993 1994

Salón des Realités Nouvelles, París, Galeríe Saint Agustín, París Salón Planchart, Caracas I Salón de Arte Abstracto, Caracas. Salón Nacional de Escultura, Museo de Bellas Artes, Caracas. Salón D´Empaire, Maracaibo. Exposición Internacional de Bruselas, Bélgica Facultad de Arquitectura UCV, Universidad Central de Venezuela, Caracas De Rodín a nuestros días, Sala Mendoza, Caracas Salón Arturo Michelena, Ateneo de Valencia, Venezuela Armitage y ocho jóvenes escultores, Museo de Bellas Artes, Caracas Unión Panamericana, Washington, USA. Exposición Latinoamericana, Galería IBM, New York La Escultura y sus posibilidades, I Muestra del INCIBA, Caracas. XXXIII Bienal Internacional de Venecia, Italia Bienal Reverón, Museo de Bellas Artes, Caracas Salón Arturo Michelena, Ateneo de Valencia I Bienal de Escultura Francisco Narváez, Museo Francisco Narváez, Porlamar, Venezuela América y lo Real Maravilloso, Museo de Arte La Rinconada, Caracas Salón Arturo Michelena, Ateneo de Valencia. Contrastes de Forma, Abstracción Geométrica 1910 -1980, Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber. Galería Durban, Caracas. Bienal de Grabado, Museo de Arte La Tertulia, Cali, Colombia Lenguajes esenciales de la época, Galería Durban, Caracas Hierro, Galería Durban, Caracas Feria Iberoamericana de Arte, Caracas. Art Asia, Hong Kong. Art Miami, Florida Art New York, New York. Siete Escultores Contemporáneos, Galería Durban, Caracas. Feria Iberoamericana de Arte, Caracas. 2 + 2, esculturas, Galería Durban, Caracas. Taipei Art Fair 1996 International, Taipei World Trade Center, Taiwan. Mirarte, Feria Latinoamericana de Arte Internacional, Bogotá. I Bienal de Artes Visuales del Mercosur, Porto Alegre, Brasil


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2000-2001 Versiones del Sur, cinco propuestas en torno al Arte en América - Heterotopías, medio siglo sin lugar (1916 -1968), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España 2006 Los Cinéticos, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España 2011 Valera, Cruz Diez, Soto. Geométricos de colección, Ascaso Gallery, Miami América Fría. La abstracción geométrica en Latinoamérica (1934-1973), Fundación Juan March, Madrid, España

PREMIOS 1957 1958 1962

1964 1965 1967

1969 1972 1973 1983 1984 1985 1986 1996 2006

Primer premio de pintura, Salón D´Empaire, Maracaibo. Primer premio de escultura, I Salón de Arte Abstracto, Caracas Premio nacional de escultura, Museo de Bellas Artes, Caracas. Segundo premio de pintura, Salón D´Empaire, Maracaibo Primer premio de escultura, Segundo Salón de Artes Plásticas y Aplicadas del Estado Aragua, Casa de la Cultura, Maracay, Venezuela. Primer y Segundo premio de escultura, Salón Arturo Michelena, Valencia. Premio Universidad de Carabobo, Salón Arturo Michelena, Valencia Primer premio de escultura, Salón de Jóvenes Artistas, Museo de Bellas Artes, Caracas Segundo premio, Salón Pegaso, Ateneo de Caracas Primer premio, Bienal Armando Reverón, Museo de Bellas Artes, Caracas. Premio crítica, Grupo Teatral Lara. Mejor Escenografía del año por Los Ángeles Terribles, Barquisimeto, Venezuela. Arlequin de oro, Premio a la mejor escenografía en el III Festival de Teatro Venezolano por Los Ángeles Terribles, Caracas Primer premio de escultura, Salón D´Empaire, Maracaibo Primer premio, Salón Arturo Michelena, Ateneo de Valencia Placa de reconocimiento del Ministerio de la Defensa por la colaboración prestada con motivo de la Conmemoración del Sesquicentenario de la Batalla Naval de Maracaibo Primer premio, I Bienal de Escultura Francisco Narváez, Museo Francisco Narváez, Porlamar, Venezuela Premio AICA al mejor artista del año, Caracas Premio AICA al mejor artista del año, Caracas Premio Juan Lovera, Salón Arturo Michelena, Valencia Premio Pedro Ángel González, otorgado por la Secretaría de Cultura de la Gobernación del Distrito Federal, Caracas Premio AICA al mejor artista del año, Caracas


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DISTINCIONES 1980 1982 1987 1991 1992 1994 1996 1998 1999 2000 2001 2002 2009

Orden Andrés Bello en su Primera Clase, Caracas Orden del Mérito al Trabajo en su Primera Clase, Caracas. Orden Sol de Carabobo, Valencia Orden Francisco de Miranda en su Primera Clase, Caracas Orden Ciudad de Maracaibo en su Primera Clase, Concejo Municipal de Maracaibo Medalla de Honor del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), Caracas Orden Sol de Maracaibo Botón de La Universidad del Zulia Orden UCV, Universidad Central de Venezuela, Caracas Orden San Sebastián en su Primera Clase, Maracaibo Botón MACZUL, Museo de Arte Contemporáneo del Zulia Orden Relámpago del Catatumbo, Maracaibo Doctor Honoris Causa, Universidad Católica Cecilio Acosta, Maracaibo Doctor Honoris Causa, Universidad Central de Venezuela


CARACAS • VALENCIA

GALERÍA DE ARTE ASCASO Año 21 Catálogo Nº 77 VÍCTOR VALERA punto y línea Marzo - Mayo 2011 Salas 1, 2, 3 y sala 4 terraza

Antonio J. Ascaso R.

Sede Caracas

Director

Avenida Orinoco, entre calles Mucuchíes y Monterrey, Urbanización Las Mercedes Caracas, 1060, Venezuela Teléfonos: (58-212) 993.6862 Telefax: (58-212) 993.5301 e-mail: galeriascaso@cantv.net

Limari Ramírez de Ascaso Subdirectora

Antonio Ascaso Fondón Asesor

Milagros Socorro Texto de catálogo

Jorge E. Harb M. Asistente

Rayza Herrera Coordinación museográfica

Asesoría de Comunicación

Calle Uslar, casa Nº 92-36, Urbanización Trigal Centro Valencia, Venezuela Telefax: (58-241) 843.6144 / 0414.413.3791 e-mail: galeria.ascaso@ascasogallery.com

Juana del Rosario Cabrera

Sede Miami

Asistente Administrativo

2441 NW 2nd AVE. MIAMI, FL. 33127, USA Phone: (305) 571.9410 / 571.9411 Cell phone: (305) 788.5333 e-mail: ascasogallery@gmail.com

Aurea R. Sánchez C. Contador Público

Zilah Rojas Diseño gráfico

Sede Valencia

Carmen Adelina Pinto

Ricardo Mariño Fotografía del artista

Ricardo Mariño Anaxímenes Vera pp 48, 50 Fotografía de la obra

Rosangel Murillo Joanny Díaz Caro Documentación y Registro

Editorial Arte Preprensa e impresión

Mariele Araujo Asistente de Mercadeo

www.galeriadearteascaso.com www.ascasogallery.com

©Galería de Arte Ascaso HECHO EL DEPÓSITO DE LEY Depósito legal: lf2562011700377 ISBN: 978-980-6773-20-2 Tiraje: 1000 ejemplares

Impreso en Caracas, Venezuela, 2011

Dante Ziliani Roldán Lugo José Cadiz Adriana Solipa Eugenio Bossio Servicios generales

Horario

Lunes a viernes 8:00 am. a 1:00 pm. 2:00 pm. a 6:00 pm. Sábados y domingos 11:00 am. a 3:00 pm.


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