Pinturas de casta: racismo, bio-poder y el giro decolonial Por Marina Reyes Franco, Lic. Historia del Arte raza. (Del lat. *radĭa, de radĭus). 1. f. Casta o calidad del origen o linaje. 2f. Cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia. 3. f. Grieta, hendidura. 4. f. Rayo de luz que penetra por una abertura. 5. f. Grieta que se forma a veces en la parte superior del casco de las caballerías. 6. f. Lista, en el paño u otra tela, en que el tejido está más claro que en el resto. 7. f. Calidad de algunas cosas, en relación a ciertas características que las definen. ~ humana. 1. f. humanidad (‖ género humano). de ~. loc. adj. Dicho de un animal: Que pertenece a una raza seleccionada. "Raza". En el Diccionario de la lengua española. Fuente electrónica [en línea]. Madrid, España: Real Academia Española.
El término raza, en creciente desuso en círculos científicos y académicos, aún es usado en la jerga común para referirse a los distintos grupos étnicos de la raza humana. El sociólogo peruano Aníbal Quijano plantea que fue en el encuentro de los españoles y portugueses con el Otro al llegar a América que surgió por primera vez la idea de raza en el sentido moderno. 1 De esta manera, las primeras identidades geoculturales del mundo moderno fueron establecidas a partir de la conquista. América y Europa, pues, se produjeron históricamente de manera mutua. El arte producido en América durante la época colonial juega un papel importante en la construcción de identidades y constituyen una de las herramientas utilizadas para representar el poder colonial en América. Las pinturas de castas son un género pictórico desarrollado en el siglo XVIII en que se representaban los distintos cruces étnicos posibles en América, o más específicamente, en la colonia de Nueva España, entre indígenas, españoles y africanos. Dichas pinturas, usualmente realizadas en series, mostraban a una pareja, cada uno de una raza distinta, acompañados de un niño/a, quien era el resultado de dicha unión, y un breve texto descriptivo de las castas que se mezclaban y se producían. Estas estrategias de clasificación y ordenamiento de la sociedad van de la mano del surgimiento del 1 Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Lander, Edgardo (comp.). Lima, Centro de Investigaciones Sociales, CIES, 2000. p. 202
racismo, el disciplinamiento y biopoder en el mundo moderno, y su legado apunta hacia la necesidad de un giro decolonial en la América Latina actual. Es aquí, como en todas las ex colonias, que debemos entender las importantes repercusiones que estas relaciones entre imagen y palabra tienen sobre nuestra historia. En los cuadros de castas se pintan familias pero nunca se trata de retratos, sino de “prototipos idealizados con el propósito de registrar la variedad étnica.” 2 Estos cuadros son los únicos en que los miembros de las castas son protagonistas de una pintura, pues éstos usualmente eran incluidos en pinturas de carácter descriptivo de la vida en la colonia, o como simple atributo de los personajes de alto rango.3 Las series de castas oscilan entre los 14 a 20 cuadros que representaban las distintas mezclas raciales de Nueva España. Entre las series que se conocen hoy en día, como a la que nos referiremos más adelante, se encuentran algunas incompletas. Esto, según Castro Morales, hace difícil tratar de determinar un número promedio, pero predominan las series formadas por dieciséis pinturas. 4 Estas obras eran realizadas al óleo, sobre tela o láminas de cobre en un formato rectangular y con dimensiones que oscilan entre treinta por veinte centímetros hasta un metro por un metro cincuenta centímetros. También hay otra variante, muchos menos común, en que en una sola pintura se representan todas las clasificaciones de manera compartimentada. Se han identificado sobre cien series de castas novohispanas y, mientras que la mayoría son de carácter anónimo, algunas han sido atribuidas a Juan Rodríguez Juárez, Ignacio de Castro en Francia, José Joaquín Magón en España; y Miguel Cabrera, en México y Estados Unidos.5 Este tipo de pinturas profanas se originó en la primera mitad del siglo XVIII en las ciudades de México y Puebla en la colonia de Nueva España. Las pinturas mostraban el tipo físico, indumentaria y oficios de las diversas mezclas raciales utilizando, según Castro Morales, clasificaciones eruditas, donde se reunieron términos de origen popular, empleados para designarlas con carácter despectivo, realizadas como un motivo de curiosidad para las mentalidades ilustradas del siglo XVIII.6 2 Braccio, Gabriela y Gustavo Tudisco. "Ser y Parecer. Identidad y representación en el mundo colonial", en Ser y Parecer. Identidad y representación en el mundo colonial. Catálogo de Exposición, Museo Isaac Fernández Blanco, 2001. p. 28 3 Idem. 4 Castro Morales, Efraín. “Los cuadros de castas de la Nueva España”, Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft, und Gesellschaft Lateinamerikas, 20 (Köln: Böehlau Verlag, 1983) 671-690. Traducción del Institute of Latin American Studies, University of London. <americas.sas.ac.uk/publications/docs/genero_segunda4_Castro.pdf> p. 1 5 Bargellini, Clara. "Reseña de New World Orders: Casta Painting and Colonial Latin America' de Ilona Katzew", Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, primavera, año/vol. XIX, número 070, México D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México, 1997. pp 140-141. 6 Castro Morales, Efraín. “Los cuadros de castas de la Nueva España”, Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft,
Explica Castro Morales: En las series conocidas, cada escena, en una pintura o en un cuadrete dentro de un solo lienzo, lleva un número que corresponde al lugar que ocupa, dentro de ella, además de un texto, con la designación de los progenitores y la del producto, de acuerdo a la taxonomía empleada. En el primer cuadro de algunas series el texto se inicia con la palabra “generación de”, situando a continuación el nombre del miembro masculino o femenino de la pareja, luego la preposición “y” o “e”, para seguir con la designación del otro miembro de la pareja y después el verbo “produce” o “nace”, y el apelativo que corresponde al niño Estos textos pueden ir pintados encima de las figuras, directamente sobre el fondo, también dentro de una banda o en un espacio rectangular tratándose de cuadretes dentro de un solo lienzo, aunque por lo general se sitúan en la parte baja dentro de una cartela circular, ovalada o mixtilínea. En algunas pinturas se suelen colocar textos con los nombres populares de las frutas que se encuentran representadas. 7
Las clasificaciones utilizadas en las pinturas no son las mismas en todas las series, aunque coinciden en las designaciones de las mezclas entre los tres grupos raciales primarios: españoles, indios y africanos. Los términos más utilizados para referirse a las mezclas entre estos grupos eran mestizo (español-indio), mulato (español-negro) y zambo o zambaigo (negro – indio). Según Katzew, “para el siglo XVII aparecieron dos términos adicionales: castizo (mestizo de tez clara) y morisco (mulato de tez clara)” y en el siglo XVIII ya habían surgido términos fantásticos para referirse a las castas y su descendencia.8 Respecto a los productos de la unión de estas mezclas, hay notables diferencias en los textos de una u otra pintura. Según Castro Morales, “los nombres de los productos que corresponden a las mezclas anteriores, entre sí o con algunos de los grupos raciales primarios, difieren notablemente de una serie a otra [...] La nomenclatura empleada es muy variada y abundante.” 9 Estas mezclas son descritas como albino, chino, torna atrás o salta atrás, loco, grifo, cambujo, albarazado o albarrazado, cuarterón, barcino o bararcino, coyote, coyote mestizo, chamiso, gíbaro, zambaigo, calpamulato, tente en el aire, genízaro, no te entiendo y ahí te estás. Las pinturas de castas surgen por una preocupación de generar una mirada hacia el interior de la sociedad colonial, señalando las diferencias entre peninsulares y demás habitantes, y las resultantes mezclas. Aunque no se sabe mucho acerca de quién encargó los ciclos, no hay duda de que fueron producidos para una audiencia mayormente española y criolla. Según Braccio y Tudisco, “las series tenían como objetivo la divulgación del fenómeno, a und Gesellschaft Lateinamerikas, 20 (Köln: Böehlau Verlag, 1983) 671-690. Traducción del Institute of Latin American Studies, University of London. <americas.sas.ac.uk/publications/docs/genero_segunda4_Castro.pdf> p. 8-9 7 Idem. p. 4 8 Katzew, Ilona. "Casta Painting: Identity and Social Stratification in Colonial Mexico." New World Orders: Casta Painting and Colonial Latin America. de Ilona Katzew, et al. Catálogo de exhibición. New York: Americas Society, 1996. p. 2 9 Castro Morales, Efraín. “Los cuadros de castas de la Nueva España”, Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft, und Gesellschaft Lateinamerikas, 20 (Köln: Böehlau Verlag, 1983) 671-690. Traducción del Institute of Latin American Studies, University of London. <americas.sas.ac.uk/publications/docs/genero_segunda4_Castro.pdf> p. 4
manera de ilustración científica, fuera del ámbito colonial, ya que casi la totalidad de las series existentes fue hallada, durante los siglo XIX y XX, en Europa.” 10 Estas series persiguen el interés taxonómico de la época pues, además de presentar una tipología de las etnias y ocupaciones, también incluyen un rico sistema de clasificación en que lo objetos, comida, flora y fauna están claramente identificados,11 además de prestarle atención a la vestimenta como portadora de significados que evidencian una posición social. En el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco en Buenos Aires se encuentran dos pinturas pertenecientes a una serie incompleta de pinturas de castas. Estas obras, de autor anónimo, fueron realizadas en óleo sobre tela durante el último tercio del s. XVIII y provienen de la Ciudad de México. La inscripción en los cuadros indican los títulos que les han sido designados: “Mestizo y Española sale Castizo. 2” y “Mulato y Española sale Morisco. 5”. Ambos cuadros miden 63 x 70cm y son una representación de un grupo familiar integrado por tres figuras, con el hombre de casta a la extrema izquierda del cuadro, una mujer española en el centro y un niño a la derecha, que van acompañados, en el borde superior, de una filacteria blanca con leyenda en negro con las clasificaciones raciales representadas que le dan título a las obras, y cinta de tela roja que cae serpenteando por los laterales, enmarcando las figuras. Las similitudes cesan ahí. En la pintura “Mestizo y Española sale Castizo. 2”, las figuras marchan sobre un fondo neutro que, en su cuarto superior derecho, presenta un recorte a manera de ventana con alféizar, iluminado por una luz solar. En el centro de la pintura hay una mujer de tez blanca, parada de tres cuarto perfil izquierdo, con la cabeza inclinada y vuelta hacia atrás con el rostro de tres cuartos perfil derecho. Su cabello castaño está peinado hacia atrás y está cubierto con un pañuelo rojo a modo de tocado y viste una camisa traslúcida, plisada, de mangas tres cuartos ajustadas al codo y con los puños acampanados. La falda de la mujer es blanca con floreado rojo, y detalles siena en la volanda del ruedo. También lleva rebozo en bandas multicolores con flecos, dispuesto en V sobre el pecho y cayendo hacia atrás desde los hombros. El brazo de la izquierda se halla flexionado a la altura de la cadera, mientras que el otro brazo está extendido, tocando al niño a la derecha. A su izquierda se encuentra un hombre de tez oscura, también de tres cuartos perfil, con largo cabello negro lacio, patillas anchas, rostro lampíneo 10 Braccio, Gabriela y Gustavo Tudisco. "Ser y Parecer. Identidad y representación en el mundo colonial", en Ser y Parecer. Identidad y representación en el mundo colonial. Catálogo de Exposición, Museo Isaac Fernández Blanco, 2001. p. 29 11 Katzew, Ilona. "Casta Painting: Identity and Social Stratification in Colonial Mexico." New World Orders: Casta Painting and Colonial Latin America. de Ilona Katzew, et al. Catálogo de exhibición. New York: Americas Society, 1996. p. 1
y ojos saltones. Su vestimenta consiste de un sombrero de ala ancha de color claro, puesto de lado y adornado con cintas, camisa blanca y celeste, traje compuesto por una casaca y un calzón siena claro con ribetes blancos, medias rojas y zapatos siena. También lleva una quilma color tierra sobre sus hombros, abullonada en el torso y que cae por la espalda. Tiene el brazo de la izquierda flexionado sobre el pecho. A la derecha de la mujer se encuentra un niño de tez clara, de tres cuartos perfil izquierdo, con la cabeza gacha, cabello rubio y mejillas sonrosadas. Viste casaca oscura y calzón blanco aparentemente estampado, medias blancas, zapatos negros y lleva tricornio negro. Sobre los hombros lleva una capa azulada, de solapas cuadradas y bordes dorados. Abraza un pequeño perro blanco. La ventana de fondo presenta un paisaje urbano integrado por un edificio prismático con ventanas, en primer término, y una fachada de iglesia con su torre con un cielo celeste con nubes blancas.12 Este paisaje es completamente distinto al de “Mulato y Española sale Morisco. 5”, donde las figuras están pintadas sobre un fondo neutro color siena oscuro. Sobre el eje vertical está pintada una mujer de tez blanca, parada de tres cuarto perfil izquierdo, con la cabeza inclinada y la mirada dirigida al frente. Es de tez blanca y rasgos regulares, con la frente amplia y despejada debido al peinado tirante hacia atrás. Sus cabellos son oscuros y están cubiertos en parte por un pañuelo rojo que oculta el rodete y del que pende un rebozo negro sostenido por una peineta invisible, cayendo por la espalda y cubriendo el hombro y brazo derecho. Viste blusa blanca de mangas tres cuartos con pechera de guardainfante también blanco, con cintas rojas y amplia falda con verdugado azul oscuro. De su cintura pende cuelga un reloj de oro. En el cuello anuda una gargantilla de tela negra con un broche de oro y piedras. El antebrazo izquierdo apoya sobre su cadera y sostiene, un abanico cerrado, mientras que el brazo derecho, flexionado hacia adelante en escorzo, tiene el puño fuertemente cerrado. A su izquierda, también de tres cuartos perfil, está el hombre de tez oscura, cabello crespo, y rasgos pequeños, quien dirige su mirada hacia la mujer, tiene la boca entreabierta y un poco de barba. Viste una destartalada camisa blanca de mangas largas, desabotonada, deshilachada y rasgada. Lleva calzón hasta las rodillas, de color siena claro y botas negras, también tiene casaca de mangas desmontables, color celeste con botones y ribetes dorados y el puño de la manga suelta en rojo. A la derecha de la mujer se encuentra un niño de tez oscura y pelo abundante y ensortijado, de tres cuartos perfil izquierdo, montando un palo en donde está inserto un caballito blanco con arneses en rojo y amarillo. El niño lleva tricornio rojo, camisa blanca de mangas tres cuartos de puños deshilachados y, sobre ella, una quilma corta de escote ribeteado en rojo. Lleva puesto un calzón verde deshilachado por sobre la rodilla, con un cordel atado a la cintura del que penden seis cascabeles y tiene las rodillas, mediapiernas y pies descubiertos. Su 12 "MESTIZO Y ESPAÑOLA SALE CASTIZO." Catálogo Acceder. Web. 21 Ago. 2010. <http://www.acceder.gov.ar/es/2082174>.
brazo izquierdo está flexionado hacia arriba sosteniendo una espuela en miniatura, mientras que con el derecho agarra el extremo superior del palo. 13 Una descripción formal tan minuciosa de las figuras y su ropa es necesaria porque la relación entre la identidad racial construida a través de estas pinturas y el texto que las acompañan está intrínsecamente ligado a la vestimenta, oficios y escenarios en que se representaba cada casta. Las castas eran una construcción social no solamente vinculada a la raza, sino a un conjunto de signos que permitían identificar al otro en el espectro social. Las indagaciones históricas y filosóficas de Michel Foucault sobre el poder son operativas al analizar estas pinturas de castas. Foucault clarifica que, para él, su objetivo siempre fue el de crear una historia de las distintas maneras en que los seres humanos son hechos sujetos a través de unos mecanismos de poder.14 Los españoles trasladaron su esquema social jerárquico, incluyendo la división entre nobles y plebeyos, a la colonia en el siglo XVI. Sin embargo, ya para el siglo XVIII, cuando estas pinturas fueron realizadas, había una creciente difuminación de las fronteras sociales como consecuencia de las mezclas de castas. Foucault habló de la objetivación, la clasificación científica y la subjetivación como prácticas divisorias. Las prácticas divisorias son modos de manipulación que combinan la mediación de la ciencia y la práctica de la exclusión – usualmente en un sentido espacial, pero siempre socialmente. 15 Según Foucault, “el sujeto es objetivado por un proceso de división, ya sea dentro de él mismo, o de los otros. En este proceso de objetivación, se les da una identidad social y personal a los seres humanos.” 16 Estas pinturas proveían una visión de la realidad destinada a ser analizada en el extranjero, principalmente por las autoridades imperiales. Por esto, las primeras series fueron orientadas a plasmar la riqueza de la colonia, pero en la segunda mitad del siglo XVIII los miembros de las castas inferiores eran plasmados con ropa hecha jirones, y en su mayoría dedicados a los oficios. Katzew añade que esto parece responder a “la creciente preocupación de la élite sobre la imposibilidad de discernir los diferentes grupos sociales de la colonia, debido a que la ropa se utilizaba a menudo para borrar la identidad.” 17 La Corona y la Iglesia se hacían presentes en el Nuevo Mundo a través de múltiples 13 "MULATO Y ESPAÑOLA SALE MORISCO." Catálogo Acceder. Web. 21 Ago. 2010. <http://www.acceder.gov.ar/es/2085331>. 14 Michel Foucault, “The Subject and Power,” Michel Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics, de Hubert Dreyfus y Paul Rabinow (Chicago: University of Chicago Press, 1982), p. 208. Traducción de la autora. 15 Rabinow, Paul. “Introduction”, The Foucault Reader (Nueva York: Pantheon Books, 1984), p. 8. Traducción de la autora. 16 Foucault, Michel. “The Subject and Power,” Michel Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics, de Hubert Dreyfus y Paul Rabinow (Chicago: University of Chicago Press, 1982), p. 208. Traducción de la autora. 17 Idem.
representaciones, “en tanto quienes residían en él reconocían esas representaciones para legitimar su propio derecho e identidad.”18 Entre los valores que se promulgaban estaba la subordinación del Estado a la Iglesia y la limpieza de sangre, que implicaba que se era un Cristiano honrado si no se tenía sangre judía o musulmana. Después de la conquista, esto se traduce a la pureza respecto a la sangre indígena y africana. Cuando los españoles comenzaron su empresa conquistadora y convirtieron a los indios al cristianismo, en sí un imperativo para justificar sus acciones, estos se convirtieron automáticamente en la aristocracia mexicana, sin importar su origen u ocupación. Los indígenas, ahora convertidos en plebeyos, contaban con una jerarquía interna propia reconocida por los españoles, pero los africanos estaba situados en la escala más baja de la sociedad. Es posible que la idea de raza se haya originado como referencia a las diferencias fenotípicas entre conquistadores y conquistados. Luego se construyen referencias a unas supuestas estructuras biológicas que diferenciales entre los diversos grupos “raciales”. Estas ideas de “raza” aún perduran, no sólo en las expresiones comunes, sino a tal grado que tan recientemente como 1998, la Asociación Americana de Antropología emitió una opinión oficial al respecto, declarando, aunque no unánimemente, que sólo hay una raza humana. 19 Las relaciones sociales fundadas a partir de esta idea dieron paso a nuevas identidades tales como indios, negros, mestizos, y redefinió español y portugués por europeo. Ahora, no sólo se refería a un continente, sino que también implicaba una raza. Según Quijano, aunque ya los futuros “europeos” conocían a los futuros “africanos”, pero no es hasta la conquista de América que estos términos se establecen y, de hecho, primero surge el “indio”, que el “negro” y la raza es un concepto anterior al “color”. 20 De una parte, la codificación de las diferencias entre conquistadores y conquistados en la idea de raza, es decir, una supuesta diferente estructura biológica que ubicaba a los unos en situación natural de inferioridad respecto de los otros. Esa idea fue asumida por los conquistadores como el principal elemento constitutivo, fundante, de las relaciones de dominación que la conquista imponía. 21 En cuanto a los rasgos fenotípicos, éstos se hallan obviamente en el código genético de los individuos y grupos y en ese sentido específico son biológicos. Quijano 18 Braccio, Gabriela y Gustavo Tudisco. "Ser y Parecer. Identidad y representación en el mundo colonial", en Ser y Parecer. Identidad y representación en el mundo colonial. Catálogo de Exposición, Museo Isaac Fernández Blanco, 2001. p. 9 19 “Statement on 'Race'” American Anthropological Association, May 17, 1998. Web. <http://www.aaanet.org/stmts/racepp.htm> 20 Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Lander, Edgardo(comp.). Lima, Centro de Investigaciones Sociales, CIES, 2000. p. 202 21 Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Lander, Edgardo(comp.). Lima, Centro de Investigaciones Sociales, CIES, 2000. p. 202
cita su propio trabajo anterior, “¡Qué tal raza!” y el libro Human Biodiversity, Genes, Race and History como sustento para derrotar la idea de la diferencia de razas entre los humanos. Estos, dice Quijano, no tienen ninguna relación con ninguno de los subsistemas y procesos biológicos del organismo humano, incluyendo por cierto aquellos implicados en los subsistemas neurológicos y mentales y sus funciones.22 El mito de la pureza racial, tiene por función normalizar las múltiples creencias que constituyen el discurso colonial. Lo que hace es discurso de la fijación es convertirlo en fetiche. Utilizo fijación en referencia a Foucault en el concepto de dispositivo o aparato pero a su vez también lo que hace es tener una lectura del estereotipo en términos de fetichismo. El significado raza encuentra su fijeza como racismo. Como ya fue señalado, el mito fundacional de la versión eurocéntrica de la modernidad es la idea del estado de naturaleza como punto de partida del curso civilizatorio cuya culminación es la civilización europea u occidental. De ese mito se origina la específicamente eurocéntrica perspectiva evolucionista, de movimiento y de cambio unilineal y unidireccional de la historia humana. Dicho mito fue asociado con la clasificación racial de la población del mundo. Esa visión sólo adquiere sentido como expresión del exacerbado etnocentrismo de la recién constituida Europa, por su lugar central y dominante en el capitalismo mundial colonial/moderno, de la vigencia nueva de las ideas mitificadas de humanidad y de progreso, entrañables productos de la Ilustración, y de la vigencia de la idea de raza como criterio básico de clasificación social universal de la población del mundo. 23 Uno de los aspectos del bio-poder sobre el cuerpo humano tiene una dimensión biológica, además de ver el cuerpo como un objeto a ser manipulado. En el caso de “Mestizo y Española, sale Castizo. 2” y “Mulato y Española, sale Morisco. 5”, es interesante notar que ambas muestran uniones de castas con españolas, pero el niño que resulta de ambas uniones representa momentos muy distintos en la evolución racial, según concebida en ese momento. En la pintura “Mestizo y Española sale Castizo. 2” demuestra como la sangre española es redimible, blanquea al mestizo y lo lleva hacia un mejor estado de civilización. Esto es evidenciado en su vestimenta elegante y limpia, la ternura con el animal que sostiene en sus brazos, la mano extendida de la madre y el paisaje de una ciudad que está ausente en la representación del conjunto familiar de sangre negra. Este niño castizo, si luego reproduce con una española, eliminaría por completo el elemento indígena de su descendencia. Según indica Alonso O' Crouley, “si el mestizo es hijo de un español y un indio, el estigma desaparece en el 22 Véase Marks,Jonathan. Human Biodiversity, Genes, Race and History. (Nueva York: Aldine Transaction, 1994) y Aníbal Quijano, “¡Qué tal raza!”, en Familia y cambio social, (Lima: CECOSAM, 1999) 23 Quijano, Aníbal. Op cit. p. 220
tercer paso de descendencia, porque se entiende como sistemático que un español y una india producen un mestizo, un mestizo y un español, un castizo, y un castizo y un español, un español” 24 Por otro lado, sobre la pintura “Mulato y Española sale Morisco. 5” podemos comenzar señalando que la misma palabra “mulato” es peyorativa, pues se refiere a “mula”, un híbrido. 25 Nuevamente, Alonso O'Crouley señala: se ha acordado que a partir de un español y un negro nace un mulato, de un mulato y un español, un morisco, de un morisco y un español un torna atrás y de un torna atrás y un español, un tente en el aire, que es lo mismo que un mulato, se dice, y con razón, que un mulato nunca podrá salir de su condición de mestizos, sino que es el elemento español que se pierde y se absorbe en la condición del negro 26
Según Katzew, “los negros eran considerados un grupo homogéneo sin derechos y sólo eran redimibles individualmente, una vez habían probado su lealtad a la Iglesia y a sus amos.” 27 La población negra era considerada “salvaje, animal, obscena, desvergonzada y lujuriosa.” 28 La sangre negra era portadora del estigma de la esclavitud, con connotaciones de atavismo y degeneración, y las pinturas de casta servían como ilustración de este racismo científico. La objetivación de los individuos, según la plantea Foucault, parte de una masa indiferenciada y luego de otras poblaciones seleccionadas, ya sea la clase trabajadora, y aquellos grupos definidos como marginales. En este modo de objetivación, el sujeto puedo ser visto como víctima, “atrapado entre los procesos de objetivación y encierro”. 29 En sus análisis, Foucault se refería al aislamiento de los leprosos, encarcelamiento de los pobres, locos y vagabundos. En el caso de las pinturas, las castas son objetivadas, asumiendo diversas identidades que les han sido dadas, a través de procedimientos de poder y saber a grupos dominados o formados a partir de las prácticas divisorias. Se tiende a estigmatizar e inmobilizar, literal y metafóricamente, a todo aquel que no se ajuste a las rígidas estructuras sociales. Para Foucault, “...si no eres como todos los demás, entonces eres anormal, y si 24 Alonso O'Crouley, Pedro. A Description of the Kingdom of New Spain (1774), trans. and ed. Seán Galvin (Dublin: Allen Figgs, 1972). 25 Braccio, Gabriela y Gustavo Tudisco. "Ser y Parecer. Identidad y representación en el mundo colonial", en Ser y Parecer. Identidad y representación en el mundo colonial. Catálogo de Exposición, Museo Isaac Fernández Blanco, 2001. p. 28 26 Alonso O'Crouley, Pedro. A Description of the Kingdom of New Spain (1774), trans. and ed. Seán Galvin (Dublin: Allen Figgs, 1972). p. 20 27 Katzew, Ilona. "Casta Painting: Identity and Social Stratification in Colonial Mexico." New World Orders: Casta Painting and Colonial Latin America. de Ilona Katzew, et al. Catálogo de exhibición. New York: Americas Society, 1996. p. 1 28 Braccio, Gabriela y Gustavo Tudisco. Op cit. p. 26 29 Rabinow, Paul. “Introduction”, The Foucault Reader (Nueva York: Pantheon Books, 1984), p. 10. Traducción de la autora.
eres anormal, entonces estás enfermo. Estas tres categorías, no ser como todos los demás, no ser normal y estar enfermo no son lo mismo pero han sido reducidas a la misma cosa.” 30 A pesar de que Foucault se refiere a la psiquiatría, no sólo recalca la manera en que percibimos dicha práctica, sino como vemos a todos los que son distintos: se encierran, se paralizan y se posicionan fuera de la sociedad. En Nueva España hubo intentos de segregación a los indios de los españoles a finales del siglo XVII, mientras que los negros vivían como esclavos con los españoles. Los negros eran considerados infames por derecho dada su condición u origen de esclavo y sus opciones legales eran limitadas, siendo excluidos de los puestos civiles ante la prohibición de casarse con indios o blancos y se les prohibió llevar armas. Los indios, por otro lado, eran considerados “gente sin razón” e incluso tratados institucionalmente como menores de edad bajo la tutela del estado. 31 El sistema de castas, basado en la institucionalización de los derechos legales a lo largo de las líneas de unas características raciales, sirvió al propósito de la organización de los tres sectores de la población con el fin de asignar roles específicos política, económica y social. También se recomendaba que los indios se casaran con indios puros, españoles, y castizos solamente,32 a fin de mantener una sociedad jerárquica con énfasis en la superioridad de los españoles y con miras a que toda la población se fuera de alguna raza pura, ya fuera europea o indígena, pero jamás africana. En resumen, las diferencias raciales eran utilizadas como estrategia de control social y al enfatizar la diferencia, se ejercía poder sobre la población. Las pinturas de castas, como los retratos de la realeza, eran pinturas que proveían una visión de la realidad para ser analizada en el extranjero. Roger Chartier cita la edición de 1727 del Diccionario de Furetiere para referirse a la definición de representación como imagen de un objeto ausente, ya sea un concepto, cosa o persona, y también a la mostración de una presencia. Hay, por lo tanto, una representación transitiva y otra reflexiva, sobre cuya condición Marin desarrolla su concepto de representación. Chartier señala el aporte de Louis Marin al afirmar que la representación, según su definición del concepto, sirve de apoyo para comprender las relaciones que los individuos tienen con el mundo social, incluyendo: las operaciones de recorte y clasificación que producen las configuraciones y múltiples mediante las cuales se percibe, construye y representa la realidad; a continuación, las prácticas y signos que apuntan a hacer reconocer una identidad social, 30 Foucault, Michel. “Je suis un artificier”, en Michel Foucault, entretiens, de Roger-Pol Droit (ed.) (París: Odile Jacob, 2004) p. 95 (Entrevista de 1975) 31 MacLachlan, Colin M. y Rodríguez O., Jaime E., The Forging of the Cosmic Race: A Reinterpretation of Colonial Mexico. Berkeley/Los Angeles/Londres, University of California Press, 1980. p. 200 32 Lorenzana, Francisco Antonio. "Avisos para la acertada conducta de un párraco en América," en Concilios Provinciales primero y segundo celebrados en la muy noble y muy leal ciudad de México (1555 y 1565) (Mexico City: Imprenta de Hogal, 1769), p. 394.
a exhibir una manera propia de ser en el mundo, a significar simbólicamente una condicón, un rango, una potencial por último, las formas institucionalizadas por las cuales “representantes” (individuos singulares o instancia colectivas) encarnan de manera visible, “presentifican”, la coherencia de una comunidad, la fuerza de una identidad o la permanencia de un poder33
Como bien indica Chartier, el “ejercicio de la dominación política […] se respaldó en la ostentación de las formas simbólicas”.34 El mundo ordenado y clasificado tal y como se mostraba en las pinturas era para consumo europeo, pues cumplía con sus exigencias e intereses taxonómicos y etnográficos. Pintar estos cuadros o, mejor dichos, encargarlos, era un intento de representar lo irrepresentable, de controlar y cuantificar una sociedad cada vez más fluida. En Nueva España había una necesidad ideológica de establecer clasificaciones raciales que a su vez dieron pie a estereotipos. Según Katzew, los primeros ejemplos de pinturas de castas del primer cuarto de siglo del siglo XVIII podrían haber sido concebidos como “recordatorios a la Corona española que México seguía siendo una sociedad rígidamente estructurada”35 La realidad, sin embargo, era otra, ya que había una permeabilidad cada vez mayor en las fronteras sociales, con miembros de las castas más bajas que se dedicaban a oficios considerados viles, haciéndose de dinero y retando así la idea previamente aceptada de que ser español equivalía a ser noble. La mezcla de razas y el cambio en distribución de las riquezas, propició que más gente pasara de una categoría racial/social a otra. Como indica Bourdieu, “una clase se define tanto por su ser percibido como por su ser, tanto por su consumo, como por su posición en las relaciones de producción,”36 y las relaciones económicas en la colonia a fines del siglo XVIII ya no favorecían exclusivamente a los españoles. Según Katzew, “mientras que la raza era utilizada como un indicador de status, ya para el siglo XVIII ser español no garantizaba la exclusividad de superioridad social.” 37 El racismo en base a la ciencia era sintomático de la crisis social en la colonia. La emergencia de la pintura de casta como género se debió al clima de ansiedad respecto a la pérdida de control sobre la población, y contribuyó a la formación identitaria en México durante el siglo XVIII. El término "raza" se utilizó de varias e inestables maneras durante el período colonial y la 33 Chartier Roger. “Poderes y límites de la representación; Marin, el discurso y la imagen”, Escribir las prácticas; Foucault, de Certaur, Marin. Buenos Aires, Editorial Manantial, 2001. pp. 83-84. (Originalmente publicado en la revista Annales. Historie, Sciences Sociales, año 49, N 2, marzo-abril de 1994, pp. 407 – 418) 34 Idem. p. 87. 35 Katzew, Ilona. "Casta Painting: Identity and Social Stratification in Colonial Mexico." New World Orders: Casta Painting and Colonial Latin America. de Ilona Katzew, et al. Catálogo de exhibición. New York: Americas Society, 1996. p. 3 36 Bourdieu, Pierre. La distinción. Análisis social del criterio selectivo, Madrid, Taurus, 1991. 37 Katzew, Ilona. "Casta Painting: Identity and Social Stratification in Colonial Mexico." New World Orders: Casta Painting and Colonial Latin America. de Ilona Katzew, et al. Catálogo de exhibición. New York: Americas Society,
retórica de la raza durante todo el siglo XVIII se utilizó para inventar las distinciones entre lo que hoy llamamos clases. Según MacLachlan y Rodríguez, el status socioeconómico de una persona comenzó a jugar un rol mayor a finales del siglo XVIII y se dependía más de ese criterio al determinar el status social es un individuo. Paralelamente a las castas representadas en las pinturas, la clasificación pasó a depender de varios factores que constituían la calidad de una persona, tales como distinciones sociales, culturales y económicas, que eran tan importantes como la etnia al determinar su identidad. 38 La retórica de la raza en las pinturas de castas durante el siglo XVIII fue utilizada para inventar distinciones entre lo que hoy llamamos clases y hay una asignación de oficios de acuerdo a las razas. Retomando el argumento de Quijano, la identidad de Europa y, por ende, el capitalismo y la modernidad, fueron posibles gracias al trabajo gratuito de indios, mestizos y negros en América. Estos sujetos quedan atrapados en una red social fundada en la división del trabajo a partir de las razas que, aún luego de las independencias latinoamericanas no cambió grandemente. Europa se convierte en el siglo XIX en la sede central del proceso de mercantilización de la fuerza de trabajo (desarrollo de la relación capital-salario) como forma de control del trabajo, de recursos y sus productos. El resto de las regiones al nuevo mercado mundial, colonizados, estaban bajo condiciones no salariales de trabajo. Desde principios del periodo colonial, la nueva clasificación racial de la población y la asociación de dichas identidades con el trabajo no remunerado, hizo que los europeos se atribuyeran la exclusividad del derecho al trabajo con paga como un privilegio de blancos. La dominación económica de Europa sobre el resto del mundo desarrolló un rasgo común entre estos dominadores, llamado etnocentrismo. Como bien explica Quijano, “la asociación entre ambos fenómenos, el etnocentrismo colonial y la clasificación racial universal, ayuda a explicar por qué los europeos fueron llevados a sentirse no sólo superiores a todos los demás pueblos del mundo, sino, en particular, naturalmente superiores.”39 Luego de los guerras de independencia en América Latina, “la mayoría de los países sufre un retroceso del capital y se fortalece el carácter colonial de la dominación social y política bajo Estados formalmente independientes.”40 El desarrollo del capitalismo colonial/moderno en Europa fue un momento clave para el desarrollo de la modernidad de maneras tan distintas en Europa y el resto del mundo. Sin embargo, desde muy temprano en la conquista, señala Walter Mignolo, hay un deseo y reclamo de de1996. p. 2 38 MacLachlan, Colin M. y Rodríguez O., Jaime E., The Forging of the Cosmic Race: A Reinterpretation of Colonial Mexico. Berkeley/Los Angeles/Londres, University of California Press, 1980. p. 200 39 Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Lander, Edgardo(comp.). Lima, Centro de Investigaciones Sociales, CIES, 2000. p. 210 40 Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Lander, Edgardo(comp.). Lima, Centro de Investigaciones Sociales, CIES, 2000. p. 218
colonizar América de las actitudes racistas que la dominaban, si bien no lo expresaban en esos términos.41 Los primeros decolonialistas serían Waman Poma de Ayala con su libro Nueva Crónica y Buen Gobierno (1616) y Otabbah Cugoano con Thoughts ans Sentiments on the Evils of Slavery, de 1787, y que constituye una contestación a Adam Smith, quien 10 años ante había publicado Wealth of the Nations, un libro fundamental del capitalismo emergente. Los discursos sobre la raza en la Nueva España oscilaron entre una representación ideal de la sociedad colonial, ordenado y estabilizado a través de rígidos sistemas de clasificación, y una población real mezclada que exigía un entendimiento más fluido del valor del sujeto colonial para la sociedad, más allá de las limitaciones del determinismo racial. 42 La articulación de los registros visuales y textuales en las pinturas de castas reflejan un complejo sistema colonial de clasificación que, más que una realidad rigurosa, pone en evidencia la permeabilidad entre las castas. Sin embargo, lo que la imagen nos dice más allá de la palabra y viceversa, aún resulta doloroso en América y otros continentes colonizados. Si bien se afirma que las clasificaciones utilizadas en las pinturas de casta eran eruditas, no podemos negar el legado que dejaron, o el origen popular de dichas palabras; cuarterón, chino, jabao, o trigueño, son palabras comunes en varios países latinoamericanos para referirse a varios niveles de mestizaje y negritud. Las modalidades de presentación de sí mismo están gobernadas por las características sociales del grupo o los recursos propios de un poder, pero no son una expresión inmediata, automática, objetiva del status quo de uno o la potencia del otro. Su eficacia depende de “la percepción y el juicio de sus destinatarios, de la adhesión o la distancia con respecto a los mecanismos de presentación y persuación puestos en acción.” 43 Según Mignolo, lo que hace falta es un giro decolonial. Lo que este giro implica es la apertura y la libertad del pensamiento y de forma de vida-otras, ya sea en términos económicos o de teorías políticas; la limpieza del ser del saber. El desprendimiento de la retórica de la modernidad y de su imaginario imperial articulado en la retórica de la democracia. La realidad de América posterior a las guerras de independencia y el establecimiento de los Estados modernos no eliminó las categorías raciales ni la división de trabajo. La burguesía criolla que se instaló en todos los países, salvo Haití, no veló por llevar a cabo un cambio radical de las actitudes hegemónicas hacia las “razas” inferiores, cuyas repercusiones aún se aprecian en América Latina. El 41 Mignolo, Walter “El pensamiento decolonial: desprendimiento y apertura” en El giro decolonial: Reflexiones para una diversidad oistémica más allá del capitalismo global, Bogotá: Instituto Pensar/IESCO, 2007. 42 Jiménez Del Valle, Nasheli. “Pinturas de Casta: Mexican Caste Paintings, a Foucauldian Reading” New Readings Vol 10, Tilmann Altenberg and Rachael Langford (eds.). Cardiff, Cardiff University. 2009. pp. 1-17 43 Chartier Roger. “Poderes y límites de la representación; Marin, el discurso y la imagen”, Escribir las prácticas; Foucault, de Certaur, Marin. Buenos Aires, Editorial Manantial, 2001. pp. 83-84. (Originalmente publicado en la revista Annales. Historie, Sciences Sociales, año 49, N 2, marzo-abril de 1994, pp. 407 – 418) p. 95
poder no es un ensamblaje de mecanismos de negación, rechazo, exclusión, sino que produce efectivamente y es probable que produzca a los mismos individuos. 44 Hay varias maneras de combatir el poder y que, donde exista una relación de poder, siempre habrá la posibilidad de resistencia, no importa cuan opresivo sea el sistema.
Imágenes
44 Foucault, Michel. “Je suis un artificier”, en Michel Foucault, entretiens, de Roger-Pol Droit (ed.) (París: Odile Jacob, 2004) p. 95 (Entrevista de 1975)
Anónimo. Mestizo y Española, sale Castizo. 2 Oleo sobre tela, último tercio s. XVIII – México
Anónimo. Mulato y Española, sale Morisco. 5 Oleo sobre tela, último tercio s. XVIII - México