¿POR QUÉ LOS COLOMBIANOS SOMOS COMO SOMOS?
Colombia es un país del que muchos pueden decir que es el “mejor vividero del mundo” por su riqueza y diversidad cultural, o por lo contrario, decir que es “como vivir en el mismo infierno”, debido a ciertas condiciones deplorables como la pobreza, el desempleo, la corrupción, la violencia y el bajo nivel del sistema educativo. Generalmente, el Colombiano es bien conocido por ser una persona solidaria, hospitalaria, amable, alegre, trabajadora y pujante; sin embargo, hay otros aspectos menos positivos que describen la otra cara de la moneda, y por ello en varias ocasiones me he preguntado: ¿Por qué somos tan intolerantes, deshonestos, oportunistas y agresivos?; ¿Por qué la frase de que “Colombia es Colombia y acá cualquier cosa es posible”?; ¿ Por qué el Colombiano es especialista en romper las normas sociales y no sentir el más mínimo atisbo de culpa?;¿Por qué a pesar de intuir o saber cómo somos, no hacemos nada por cambiarlo?; ¿Por qué en vez de ayudar al más débil nos aprovechamos de él?; ¿Por qué siempre preferimos optar por el camino del facilismo y la ilegalidad?; ¿Por qué? ¿Por qué somos así?. Las razones que podrían explicar el por qué somos como somos están asociadas a un gran número de factores que actúan conjuntamente o de forma separada sobre el individuo y sobre la colectividad. En primer lugar, como muy bien sabemos, Colombia ha llevado a cuestas por muchos años una historia de terrorismo, violencia, y narcotráfico que ha marcado y ha influido en ese “ser como somos”. Desde pequeños hemos observado y hemos aprendido que la ley favorece al más fuerte y que está primero el bienestar y el beneficio propio que el de los demás. Todos los días vemos cosas como que alguien se cuela en una fila, evade los impuestos, se pasa el semáforo en rojo, apoya el contrabando y la piratería, roba los servicios públicos, estafa, y comete lo que en general llamamos “hacer torcidos”; lo anterior es una pequeña muestra de cómo adoptamos comportamientos insanos que no construyen ciudad ni mucho menos cultura ciudadana; hemos olvidado las normas básicas de comportamiento, y lo que es más importante, no tenemos claro el concepto de sociedad y de cómo vivir en ella. Ahora bien, una forma de explicar el cómo actuamos en sociedad es retrocediendo un poco hacia la infancia; de niños observamos, imitamos y aprendemos el comportamiento de los adultos pero particularmente el de nuestros padres, y observamos la forma como ellos cumplen o evaden las normas; de esta manera, nosotros entendemos las reglas sociales y desarrollamos una conciencia ética y moral; sin embargo, muchos de los adultos se quedan en las etapas incipientes de dicha conciencia, en la cual prima solamente el egoísmo y el favorecimiento de los propios intereses, en vez del cumplimiento de las normas socialmente establecidas que proporciona un bien común, y en el que se tiene plena conciencia de los intereses generales de la sociedad. Igualmente, tener unos padres permisivos que no son capaces de imponer normas de comportamiento a sus hijos ni hacerlas cumplir sistemáticamente, construye a futuro (muchas veces sin saberlo) a un
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ser humano que más adelante concebirá el orden social como un juego absurdo entre el Estado y sus ciudadanos, y no como una responsabilidad social que enriquece y beneficia a toda una sociedad. En los adultos muchas veces el comportamiento ciudadano y la percepción que se tiene del otro, puede ser afectada por la sensación de que su meta u objetivo se está viendo frustrada por una conducta personal de rectitud y de orden que no ha sido útil para obtener lo que desea. El individuo también puede ser contagiado por el comportamiento indeseable de otras personas que pelean por lo mismo; un ejemplo de ello es lo que día a día muchos Bogotanos presenciamos con el servicio de transporte Transmilenio, en el que las actitudes de agresividad con el otro al no hacer la fila, el no pedir permiso para poder bajar o subir del vehículo, el empujar indiscriminadamente a los demás, el hacerse el dormido o el distraído para no ceder la silla a mujeres embarazadas o personas de la tercera edad, los territorialismos injustificados dentro del vehículo, y el miedo al contacto con el otro, muestran nuestro grado de intolerancia, el bajo nivel de cooperación y altruismo, pero sobre todo la materialización de la idea de que solo gana el más fuerte, el que sea más ‘avispado’, el que no se ‘deja’ y no es ‘bobo’. Por eso considero importante no solo explicar y generar discusión alrededor de las cosas que como colombianos nos identifican negativamente, sino también ayudar a que se tome conciencia de la inconsciencia y la incultura. Cabe subrayar la necesidad de investigar las razones y las motivaciones que tienen las personas para ejercer este tipo de conductas, con el fin de dar soluciones mucho más reales y eficaces. ¿Cuáles podrían ser los pasos a seguir para modificar nuestra forma de comportarnos en sociedad y cómo ayudar a crear una nueva cultura ciudadana? En las siguientes lineas expongo algunas sugerencias. Teniendo en cuenta que la educación y el ejemplo provenientes de la familia son vitales en el desarrollo del comportamiento y de la conciencia moral en los niños, es importante que los padres de familia empiecen desde muy temprano a enseñarles el cómo tener conductas positivas de ayuda y de compartir con el otro, a ver nuevas formas de canalización de la ira, el estrés y la agresividad no solo en los niños, sino también, en los adultos que los rodean; esto ayudará a modificar las reacciones ante situaciones de conflicto y enseñará que no se necesita de la hostilidad para darle solución a un problema u obtener lo que se quiere. Igualmente es necesario que los padres de familia revisen y cambien (si se da el caso) la forma en que están criando a sus hijos, si los están educando bajo un régimen autoritario o extremadamente permisivo, bajo qué normas y bajo qué límites (deben hallar un equilibrio entre las dos formas de educación); qué ejemplos de conducta les están inculcando, (recuerden que ustedes son el modelo más próximo de sus hijos y el punto de referencia sobre cómo comportarse y convivir con los demás); por último, piensen si esas bases les ayudarán a educarlos en pro de la sociedad y a favor de la legalidad.
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Adicionalmente a lo anterior, hay otros dos aspectos que son importantes para que nuestra sociedad funcione adecuadamente y no pierda de vista lo que significa el lema de nuestro país (se encuentra inscrito en el escudo de Colombia): “Libertad y orden”; en ese sentido, se declara de suma importancia el apoyo institucional de todas las entidades del Estado que tienen como principal objetivo regular y hacer cumplir la ley, así como también el derecho y el deber que tiene todo ciudadano de supervisar y denunciar todas aquellas conductas que se sabe que van en contra del bienestar de la sociedad. Ese control social es una responsabilidad que tenemos todos los colombianos y que consiste en mostrarle al otro con actos y frases de respeto y asertividad cómo podrían hacerse las cosas de otro modo, no del que estamos acostumbrados a hacerlas. De esta manera se podrá pensar a futuro en un nuevo ciudadano, que valore y respete los derechos y los compromisos que son inaplazables, que sea un ser con autonomía ética y moral, que entienda el concepto de sociedad como una forma de vivir en armonía con la comunidad y de haber logrado modificar con éxito todas aquellas acciones que en cierto momento fueron el común denominador de los demás individuos. Así pues, deseo invitar a cada una de las personas que haya leído este artículo a que sea partícipe de un cambio cívico y cultural basado en la cooperación, en el cumplimiento de las normas sociales, en el ejercicio de comportamientos sanos que construyan país y modifiquen la imagen que tenemos de nosotros mismos y que tienen de nosotros en el exterior, que de ahora en adelante se piense más en “hacer el bien y no el daño” , en ayudar al más débil en vez de aprovecharse de él, en ser menos deshonestos, en rechazar la ilegalidad y el oportunismo, en ser más tolerantes y educados, en seguir siendo alegres, hospitalarios, amables y trabajadores, todo lo cual constituiría el ideal de ser del nuevo ciudadano.
Adriana Marcela Correa Muñoz Psicóloga.
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