El arte del periodismo mediocre ¿Quién lee los libros que reseñan los periódicos o las revistas? No suele hacerlo ni quien hace la reseña, comenta a contrapelo uno de los personajes de Número Cero, la nueva novela de Umberto Eco. A contracorriente de lo que se estila en la prensa de la Italia de los 90 (donde se ambienta la historia) aquí sí leemos, pero, sin asumir la crítica, estaríamos en riego de caer en el peor de los escenarios posibles para el ejercicio del periodismo. Eco da vida a un mundo sórdido donde los perdedores sueñan que “algún día escribirán el libro que les dé gloria y riqueza”. Milan Kundera señala en El arte de la novela que novelar no está agotado en nuestro tiempo y que como género es una meditación sobre la existencia vista a través de personajes imaginarios. Casi a pies juntillas Umberto Eco retrata en Número Cero (Lumen-Kindle edición digital) la historia de un periódico que nunca saldrá pero que servirá de experimento para contar qué sucede en el periodismo. Vivimos en la era de la mentira -dice Eco-, y si sabes que te mienten debes vivir instalado en la sospecha. Los periódicos mienten, los historiadores mienten, la televisión miente. ¿Cómo hacer para encontrar la verdad? En Número Cero el arte de novelar medita acerca del periodismo que se ejerce hoy en día y atisba lo que vendrá en la era del internet.
Número Cero, en español; Numero Zero, en italiano; That The Press, baby (Es la prensa, querido), en inglés, es un título sugestivo que plantea cómo la sospecha nos ayuda a sobrevivir las mentiras de los medios. A la manera de La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón, no se trata de una obra moralizante ni de un manual de periodismo como establecen algunos. Umberto Eco teje la crítica a la mentira en los medios como una intención dominante pero, tal como el genio de Alarcón, nunca es moralizante ni prescriptiva. Se atañe, sí, al canon del arte de novelar, es decir, cuenta una historia. El número cero es el ensayo de un medio impreso que no saldrá a circulación, de ahí el título, sin embargo, la versión inglesa That The Press, baby alude de manera directa el contenido de la novela. Un misterioso personaje proporciona los recursos para instalar un periódico que se editará todo un año pero no se imprimirá ni distribuirá. El director se encarga de contratar un equipo de periodistas entre mediocres y sin oportunidad en otros medios. Él mismo aprovecha para contratar a un “negro” o ghost writer para que le escriba un libro de memorias de un periodista mientras trabajan esos números cero que nunca saldrán. ¿Qué periodismo retrata la novela? Los periódicos enseñan a la gente cómo debe pensar, dice el director del periódico en ciernes: “La gente al principio no sabe qué tendencia tiene, luego nosotros se lo decimos y entonces la gente se da cuenta de que la tiene”. Así de jocoso, o cuando dice, si un ministro de Defensa no sabe cómo lanzar una granada, ¿por qué un periodista tendría que saber escribir si hay correctores de estilo para enderezar sus textos? Además, ahora los periódicos tienen demasiadas páginas, nadie relee todo antes de imprimir, y también los grandes diarios se equivocan, “la figura del corrector está volviéndose tan obsoleta como la imprenta de Gutenberg”. A estas alturas, el destino de un diario es parecerse a un semanario, dice Umberto Eco. Sin mencionarlo, alude al futuro con internet donde una publicación hablará de lo que podría suceder mañana, con las tribunas de reflexión o los reportajes de investigación. ¿Ficción o realidad? (@MauricioCG2014)