Instrucciones de uso Vía de administración: visual Dosis y modo de empleo: leer en la mañana, tarde o noche; antes o después de los alimentos; sola o acompañada. Lo pueden leer mujeres solteras, casadas, enamoradas, divorciadas, separadas, en unión libre, o durante el embarazo y la maternidad. Advertencia: este producto contiene emociones de mujeres en plena etapa de desarrollo. Nada las detiene, pues saben para qué son buenas y no se quedan en su zona de confort. Importante: déjese al alcance de las niñas, ellas son las futuras Mujerzotas. Reacciones secundarias: Puede causar risas, que desencadenan oxigenación del alma. Inhibe el mal humor y la histeria, y rejuvenece. Desencadena impulsos que elevan la autoestima. Aumenta el potencial de sueños. Se han encontrado reacciones altamente favorables cuando se administra en hombres. Se presenta maduración y, en la mayoría de los casos, entienden de mejor manera al género femenino. Son las mamás de los pollitos y las futuras suegras de muchas generaciones. Ponerse en sus zapatos es entender que harán todo por tener ese par que las ha enamorado, porque sin ellos no pueden vivir. Sueñan despiertas con su Hombrezote perfecto, no dicen “yo nunca” porque el hombre que menos esperan podría ser, irónicamente, el más esperado. Son capaces de convertir un baño en un cuartel de estrategias para iniciar una batalla contra las calorías y exterminar al agente 90-60-90 que las ha perseguido por tanto tiempo. Emprenden batallas diarias que van desde hacer las paces con su pelo, hasta escuchar el toc, toc del llamado de su cuerpo. Se reinventan y no dejan de preguntarse hace cuánto que no hago esto o aquello que me apasiona. Usan un valioso perfume, hecho a base de amor propio y mucho corazón. No se consigue fácilmente, cuesta mucho y seduce profundamente. Esto lo saben los hombres que las han conocido, tanto los ex, como los que sólo son muy buenos amigos.
¡Ellas se hacen llamar Mujerzotas! Te mando un fuerte abrazo… Rocío Ichazo
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TERAPIA DE PAREJA: TU PELO Y TÚ
¿Cómo te llevas con tu pelo? ¿Qué pasaría si ambos decidieran que es momento de ir a terapia?
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Psicólogo: bueno, ¿qué los trajo aquí?, ¿qué está sucediendo entre ustedes? Tú: desde que amanezco, me lleva la contraria, de verdad. Yo le digo: “quédate arriba”, pero él se
“Con e l pelo y con el mar ido, cu anto se hac e por ellos es per dido.” Anónim
o
baja. Y le pregunto, trato de dialogar “¿por qué te esponjas así?”, no podemos salir porque empieza a enredar mi cabeza. No es que lo quiera controlar, pero no tiene palabra. Cambia todos los días, yo creo que es bipolar. Un día se deja caer como baba y otro se levanta como león. Pelo: ella me quiere cambiar, no me acepta como soy. Así me conoció desde hace tantos años, ¿por qué se queja ahora? Tú: no, no, no, perdón, pero no eras así. Tú ya no eres el mismo de antes, tan lindo, tan lleno de vida, me respetabas y me hacías ver como la mujer más hermosa del mundo. Pelo: es que me lastimas, me presionas, me has jalado tanto que reviento. Tú: claro, eres la víctima. ¿Por qué no hablas de los masajes que te doy, de cómo te acaricio y de todo lo que he invertido en ti? Pelo: ¡eres una inestable, me has cortado mil veces! Desquitas en mí tus broncas hormonales. Tú: ¡ay, por favor!, es por el bien de los dos. Es que entiéndelo, no eres tú, soy yo la que necesitaba tiempo para adaptarse. Pelo: sí, claro. Cuéntale que siempre que ves a otro, me sales con que “¿por qué no eres así?, que debo aprender…” Tú: me has hecho pasar muchas vergüenzas, la neta. Pelo: ahora resulta que hasta pena te doy. Tú: yo sólo quería ponerle calor a nuestra relación… Pelo: pero eso no te da derecho a calentarme de tal manera y después dejarme todo quemado; ¿crees que no siento?
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la los días “Todos la el g e e arr gente s no el or qué pelo, ¿p n?” corazó bio chino
Prover
Tú: cálmate, yo te dije que usáramos algún tratamiento, algo que limara nuestras asperezas. Hay tantos métodos para darle otro tinte a nuestra vida. Pelo: ¿por qué no me aceptas como soy?, natural. Desde siempre me has humillado y sé que no soy lo que tú soñabas; tu ideal. Tú: no, no es eso, lo que pasa es que a veces no me
gusta que me vean así contigo. No quiero que piensen que somos tan sencillos, sin chiste. Pelo: ¿sencillos? entiende, yo sólo quiero tener libertad de expresión y ser como se me dé la gana. Tú: no, no, no, respétame. Hay momentos y lugares, a ti te encanta saberme estresada, con prisas, y no hay fuerza en este planeta para escucharme, ayudarme y para que nos entendamos. Siempre quieres ponerte tus moños. Pelo: ya te dije, si no me cuidas me vas a perder. Me estoy cayendo, me estoy secando y tú no haces nada por valorarme. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido. Psicólogo: se nos acaba la sesión, pero veo que se llevan de la greña y se agreden. Hagan las paces si quieren estar juntos, porque a este ritmo les saldrán canas verdes.
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Y cuando tu pelo y tú salen de la terapia y ven la cuenta a pagar, ¡se les ponen los pelos de punta!
Los porqués capilares
“No es por el gris del cab ello que se sabe la edad d el corazó n.” Edwar d Bulw er-Lytt Escrito on r y po lítico británic o
Si una mujer es morena, con el pelo castaño oscuro, quiere ser güera. Si quieres tener el pelo lacio, lo tienes chino; pero si lo quieres chino, lo tienes lacio. ¿Seremos de carácter bipolar capilar? Cuando vas al salón, te hacen un nuevo corte, lo peinan y te queda como el de la Sirenita; al día siguiente, cuando intentas peinarte se te ve como el de Rosita Fresita. Las otras siempre tienen el pelo padrísimo y tú jodidísimo. ¿Será falta de dinero o de suerte? Cuando necesitas que tu pelo te quede sensacional es precisamente el día que te queda peor. Cuando le dices al estilista que te corte poquitito, un dedo, ves cómo mete la tijera y te lo deja cortitito.
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A nosotras las canas nos hacen ver viejas y a los hombres interesantes, ¿será cuestión de manejo de influencias? Ellos se llevan un minuto para peinarse; y nosotras,
“¿Desp einada yo? ¡No, es sólo qu e mi cab ello tam bién tiene lib ertad de expres ión!” Anónim
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una hora. Cuando una mujer le comenta a su pareja lo que le costó su nuevo corte de pelo, a él le da un infarto. ¿Creen que nos toman el pelo o ellos regatean y sólo pagan el 10% de lo que nosotras invertimos? Después de que estuviste horas en el salón y cambiaste de look, le preguntas: “¿no me ves algo diferente, amor?”, ellos salen con que no. Justo cuando decides hacerte fleco lees en una revista que “usar fleco está out”, y quisieras pegarte el pelo de nueva cuenta. Nunca te ves como la de la foto que le llevaste al estilista para que te peinara así. ¿Será que la modelo se hizo photoshop? ¡Sí, verdad! Es más complicado resolver el problema de nuestra raíz capilar que el de la raíz cuadrada de cualquier número.
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Lo he vivido en pelo propio Cuando vas a peinarte y no conoces al estilista, o es la primera vez que vas a ese salón y empiezas a sentir como que te está peinando raro, pero no dices nada, y sigue. Tú también sigues pero con ganas de levantarte y salir corriendo, ni modo, ahora te aguantas porque te aguantas. Cuando termina te pregunta: “¿te gustó?, ¡te ves muy bien!” Y tú contestas: “sí, gracias”. Para rematar, te avisa que te va a poner más spray para que te dure el peinado. Por dentro te repites que pareces María Antonieta o Marge, la de los Simpsons, con ese chongo. En cuanto llegas a tu casa te bañas, prefieres ir salvajemente despeinada que con ese casco. Di la verdad, ¿has llorado porque pediste que sólo te despuntara o le diera forma y viste caer casi 10 centímetros de tu pelito? Es horrible, frustrante. O cuando pediste un corte padre y te dio en la ma… ¡cortó, cortó y cortó! ¡Y ni hablar de tintes y efectos especiales! Hace mucho tiempo una amiga y yo fuimos a hacernos reflejos y terminamos preguntándonos: “¿qué rayos nos hicimos?”. Me acuerdo que mi amiga me preguntó: “¿cómo ves?”, y yo le contesté: “bueno es que te falta que te lo maticen”. “No”, me contesta “éste ya es el
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color”. ¡Era casi verde!, perdón, ¡era verde! Le quise subir el ánimo y
“¡Yo ten go un cabello bipolar …camb ia tant de est o ado!” Anónim
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le dije: “se te ve un color como dorado antiguo”. Como los indios verdes, pensé. Y es que de que se nos mete una idea de cambiar totalmente… si somos castañas, ahora queremos ser pelirrojas o rubias y entonces ¡a decolorar! Son procesos muy agresivos, pero a tercas no hay quien nos gane. Y entonces muy güera, muy güera, pero el pobre pelo como cheeto (sí, de esos que te comes). Pobrecito, le diste en la torre. Entonces nos hacemos tratamientos. Uno casero como el de los tres aceites: de ricino, almendras y oliva. Te pusiste tal cantidad que cuando llega el momento de quitártelo, tienes que lavarte el pelo 15 veces, y además te queda peor que antes. O, desesperada, te aplicas lo que te digan. Que ponte cerveza para que se te enchine padre; que ponte vinagre para que te brille; que échale pastillas anticonceptivas al shampoo para que te salga más; que ponte chile, o mayonesa para hidratarlo; jitomate con todo y semillitas, aguacate…
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Hair-tracks de tu vida
Trata de recordar, desde que naciste, toda la secuencia de cortes y peinados por los que ha pasado tu pelo. Es fuerte, pero no tengas miedo, todas, de alguna manera u otra, hemos tenido momentos bochornosos al respecto. Te daré pautas para que no te sientas sola al recodar o pensar que has sido la única ridícula del planeta: Tu primer rizo, ah, ternurita. ¿Lo conservas? ¿Te raparon de bebé para que supuestamente te creciera el pelo decentemente?, ¿la gente no sabía si eras niña o niño? Que chistositos tus papás, ¿no? ¿Te hacían colitas o te restiraban tanto, tanto, tanto que parecías Oyuki y hasta tu papá comenzó a dudar que fueras su hija? Ah, cuando fuiste reina de las flores, la primavera o whatever, tus cairelitos de french poodle nadie los olvida. ¿Por qué no ponerle a la nena limoncito para peinarla y que no se le mueva ni un pelito, aunque le quede como casco de motociclista? ¿Qué onda con tu corte de príncipe valiente? ¿Alguna vez tu Santa Madre te cortó el fleco y se fue tan chueca que quedó en zigzag? ¿O tú fuiste la que se dio en la torre? Cuando ya estabas grandecita, ¿cómo pudiste pedir que te cor-
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taran el pelo así? Por Dios. ¿Estabas ebria o qué? Lo sé, cargarás con esa vergüenza el resto de vida, mujer, ¡qué oso! Ay, qué risa contigo que siempre quisiste el pelo largo, aunque tuvieras tres pelos, y cuando te peinabas de cola de caballo te salía de cochinito… ja, ja, ja. ¿Alguna vez fuiste de esas güeras con las raíces negras? ¿Quién te dijo que se te veía bien el pelo naranja, quién? Seguro tu enemiga número uno. Parecías batería duracel. No quería recordártelo, pero ¿te acuerdas cuando en un momento de valentía decidiste renovarte y te cortaste cañón el pelo? Te veías más cachetona y cero sexy. Tu mejor amiga consolándote: “pero te crece rápido”, ajáaa. Y el día que te viste y te creíste Doña Florinda y decidiste ponerte tubos. ¡Tú, con tubos!, chistosísimo. ¿Querías luz en tu carita, no? Ahí vas de necia y te haces rayos, luces, reflejos, ¡te incendiaste! De hecho, a partir de esto nació tu amor por los gorros y sombreros, lo que sea para tapar la zona de desastre. ¿Te gustó como te peinaste el día de tu boda? Verdaderamente estabas ape… rplejada, ¿qué era ese peinado?, ya qué. Y tanto que pagaste para que él te despeinara en segundos.
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Algunas que han dejado huella con su pelo Cleopatra: es casi imposible no reconocer su peinado, hasta la fecha está en tendencia. Lady Di: inolvidable, cuántas mujeres no le copiaron el peinado para sentirse princesas. Farrah Fawcett: que pelazo, su volumen es legendario, hasta tenía su propio shampoo. Brigitte Bardot: a mi me encanta el look que tenía, se me hace súper sexy y nunca pasará de moda. Las Flans: ¿qué tal el fleco?, ¡cómo olvidar los peinados de los 80! Bo Dereck: ah, sus trencitas. Victoria Beckham: cambia mucho, pero su estilo siempre impone. Amy Winehouse: el chongo altísimo, es único. Y no pueden faltar los estilistas, cuando te encuentras con uno bueno lo amas, en serio. Yo adoro a los míos: Raúl y César. Ellos realmente son grandes personajes en nuestra vida, Mujerzotas. Se convierten en nuestros amigos, nos entienden, nos escuchan, nos levantan la autoestima y nos ayudan a cuidar nuestro pelo para que se vea bonito y sano; parecen nuestras almas gemelas. Platica con tu pelo, aplica lo de la terapia de pareja con él; ¡ya reconcíliate! La actitud se refleja desde el brillo de tu pelo. Cuídalo.
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