PENSAR CON LAS OBRAS. ON TRANSLATION: El aplauso
Título: ON TRANSLATION: El aplauso Autor: Antoni Muntadas Año de creación: 1999 Tipo: Video instalación Técnica: Proyección de imágenes sobre tres pantallas. Video, DVD, dimensiones variables Exhibición: 1999 en Bogotá (Colombia), Bienal de Venecia 2005 Descripción: Se trata de una video-instalación conformada por tres pantallas de tamaño variable. Sobre las dos de los laterales se proyectan imágenes de detalles de manos aplaudiendo de forma autómata, dirigida, mientras que en la pantalla central se van sucediendo una secuencia de imágenes de diferentes episodios violentos de diversa naturaleza: la imagen de un cuchillo, un cadáver siendo trasladado, personas situadas en un escenario de guerra, tanto a color como en blanco y negro .
¿Qué película están poniendo? El uso de la video instalación. La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica. La primera aproximación a “On translation: El aplauso” del espectador posmoderno del siglo XXI le hace situarse frente a una materialización formal que si bien es de sobra conocida, como es el uso de la proyección de imágenes, se aleja de las formas habituales de representación histórica de las bellas artes necesitando un análisis, un tiempo para la reflexión. El primer concepto que nos ayudará a enmarcar la obra, lo aborda Walter Benjamin en su escrito “Discursos Interrumpidos en la obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica”: la reproductibilidad. La obra de arte siempre ha sido susceptible de reproducción. Haciendo un repaso histórico por las diferentes épocas el hito más evidente del marco lo supuso la fotografía. La conexión del cerebro y la mano que ejecutaba la obra dio paso a una conexión más interesante: la del cerebro con el ojo y el resto de los sentidos. Esta rapidez a la hora de establecer la conexión abrió un mundo de posibilidades. Pero también puso en suspense conceptos que tradicionalmente le habían dado vigencia a la obra como el de autenticidad ¿dónde está? ¿ha cambiado? La autenticidad es el aquí y ahora que ha sustituido el concepto de aura manejado por el autor. Pues ese aquí y ahora del que hablamos existe. Por lo que la autenticidad (la vigencia) de la obra es incuestionable. El primer escollo ha sido salvado, ya sabemos que no estamos ante una película, seguimos avanzando para averiguar qué estamos mirando.
El artefacto (término que propone el propio autor) se ha elevado, se ha desvinculado (en términos de autoría) de la pura reproductibilidad técnica gozando de una autoridad plena. Además en este caso se aprovecha dicho artefacto como denuncia, ya que el uso del mass media es intencionado, buscando una respuesta en el espectador. Al igual que el resto de obras la recepción es sensorial, y debido a las características del receptor de arte posmoderno (usaremos de forma intencionada emisor-receptor en lugar de artista- espectador), la recepción podría ser a principio distraída, disipada. Observar una oleada de imágenes en principio no muy diferente de las que nos bombardean a diario. Sin embargo en esta ocasión El aplauso usa las nuevas tecnologías en un sentido antropológico. Los medios empleados, no son el mero vehículo transmisor, sino que son el mismo objeto de las críticas. Un ataque desde dentro. Una reacción (las imágenes) ante una estetización de los fragmentos que suele presentar el mass media, que saltan ante nosotros con la interferencia de las imágenes de unas manos muy sobreactuadas al hacer zoom sobre ellas, sacándonos de una alineación de los sentidos. El mass hace un espectáculo de la violencia, se hace estético, gestionado por poderes superiores al sujeto que elige como contárnoslo, que se junta con factores biológicos que nos protegen contra el shock .El artista los vuelve traer a su estado primigenio mediante el recurso de la sobreestetización, esta vez la saturación no ha conseguido anestesiar los sentidos, si no despertarlos: son esas imágenes de los laterales de On aplauso, los aplausos nos despiertan, nos desacoplan, nos ponen en la tesitura de asimilar que no estamos en una proyección de imágenes cualquiera, ni es un informativo más, porque la diferencia está ahí mismo en la obra, gritándonos en silencio, presentándose a sí misma con ironía, incluso con humor negro, usando las mismas armas que el mass media, esas imágenes que nos entumecen los sentidos, que atrofian nuestra percepción sensorial, esta vez van a despertarlos y a despertarnos. Van a hacernos pensar. Entonces el segundo escollo al acercase al artefacto está salvado, y nos coloca como espectadores en un aquí y un ahora, nos despierta del letargo y desde el desacoplamiento que nos producen nos invita a reflexionar pues reconocemos la autenticidad del objeto que miramos y además le conferimos actualidad, ya que su autenticidad no radica tanto en cuál es la copia primera, o su primera reproducción como su fundamentación en el terreno de lo (micro)político. El arte(facto) como testimonio de la barbarie Al visionar el artefacto la primera lectura evidente es la socio-política. Los contenidos tienen una carga política intencionada, de denuncia quizás, de exposición sin ambages de la realidad, usando recursos no muy distintos de los que usan los medios de comunicación. Sin embargo lejos de quedarnos en la superficie, seguimos pensando con el artefacto. Nos serviremos de conceptos enunciados por Jacques Rancière. El género de las imágenes mostradas es de terror, de un terror actual identificable, que notamos cercano y que Rancière describe como aquel “choque que los acontecimientos produjeron en los espíritus, el temor a que tales acontecimientos se reproduzcan, el temor de violencias aún más impensables” imágenes que vemos constantemente en redes sociales, en los medios, pero que aquí se contraponen con imágenes apersonales, de manos impersonales aplaudiendo, autómatas, carentes de intencionalidad, sin reacción evidente a las imágenes. En un primer acercamiento distraído la obra no sería diferente de otros medios que se limitan a documentar, bañados envueltos en la bandera de lo social, y es aquí donde la obra da un giro: usa la técnica del collage de imagen, tan cercana y conocida, pero esta vez las imágenes fragmentadas y de origen heterogéneo chocan. La destrucción, la violencia, la guerra ya no se nos presenta como un mero espectáculo estético (esa sobreestetización que en otro tiempo habría entumecido la experiencia de la contemplación). Es en el choque entre estos dos modos donde se sitúa el espectador invitándole a mostrar una respuesta. Entre esta brecha es donde
se sitúa el escenario para la reflexión, para el análisis. Aunque el shock empleado como recurso es esencialmente moderno, y aquí en la posmodernidad desentumece los sentidos y nos hace generar una respuesta política. Hemos recuperado la mirada reflexiva. ¿Qué ocurre tras el choque? ¿Es posible estructurar un argumento? Es ahí donde la obra (el artefacto) se despliega, diferentes modos han colisionado, se han acoplado y son capaces de estructurar la obra y entregarse tras recepción a la interpretación. La actualidad que han tomado en este punto las imágenes es evidente que nos muestren un cadáver pasando ante nuestros ojos o fotos de un exterminio coloca nuestra existencia en el terreno de lo ordinario de nuestra existencia, produce un desacoplamiento entre nuestras circunstancias reales y nos coloca en otra a priori lejos de nuestra cotidianeidad. Unas imágenes que parecen estar destinadas al cumplimiento de un destino ya marcado, donde solo un hecho improbable y extraordinario podría salvarlos, pasa ante nuestros ojos y nos coloca allí con ellos y no en nuestra realidad habitual. Esa ética que se destila es la única manera que tiene de hacerse tangible mediante la instalación, La realidad se ha servido de estos medios para desplegarse y rebelar y revelarse. Parece que la situación actual se caracteriza por la supresión de cualquier limitación en los medios de representación. Las posibilidades se multiplican. Ya lo adelantaron las Vanguardias según Rancière, que se propusieron testimoniar lo que era irrepresentable. El mirar se va a acabar. “On translation: El aplauso” nos invita a adoptar una posición A partir de la observación el autor Walter Benjamin nos trae una idea interesante y que se refleja en la obra analizada. Es el hecho de que la distancia y distinción que hacemos entre autores y público está perdiendo su concepción clásica. Los límites se están borrando, el que antes miraba cada vez está más dispuesto a pasar al otro lado, a completar el significado de lo que se le presenta delante, lo observa, lo analiza y emite una reacción, completándose. De ahí que el autor hable de artefactos en vez de obra de arte terminada. Cabría preguntarnos entonces si estas obras se piensan con dicha finalidad. Como no podemos permitir generalizar ni establecer tipos, hablamos del caso que nos ocupa: donde la ejecución de la instalación (el uso de una técnica como es la del video) el uso de imágenes muy alejadas del concepto clásico de belleza, nos ponen en la vista de un tipo de arte que no se entiende sin el espectador que la contempla, si un cuadro busca la imitación de una realidad (del origen que sea, no entraremos en ese tema ahora) ésta busca la reacción en la que tiene delante, no es un fin en sí mismo, es el vehículo hacia un fin. Reclamamos y hacemos nuestra la idea de Walter Benjamin que proclama el recogimiento ante una obra de arte pero para el hombre del siglo XXI, que si bien su acercamiento es disipado y distraído, es la obra el que lo invita al terreno de la reflexión y la interiorización. En definitiva, situados en la recepción en la dispersión, de la que surge un choque, llegamos al recogimiento. La mirada distraída del hombre posmoderno se ha convertido en reflexiva, surgida a partir del disenso que provoca la brecha que surge en la contemplación de la video instalación On translation: El Aplauso, que se enmarca en un aquí y un ahora, siendo esencialmente y genuinamente político precisamente por el tiempo y el espacio que establece y que le da vigencia y autenticidad a pesar de vivir inmersos en la era de la reproductibilidad técnica. FERNÁNDEZ, Aurora; AZNAR, Yayo;LÓPEZ , Jesús.Prácticas Artísticas Contemporáneas. Editorial Universitaria Ramón Aceres. Madrid, 2014 RANCIÈRE, Jacques. Viraje ético de la estética y la política. Santiago de Chile, 2005 BENJAMIN, Walter. “Discursos interrumpidos” en la obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. París 1935