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Suridea Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, Núcleo de Loja

Nº 28 - Mayo 2016

Kelver Ax: el poeta que partió de madrugada El Jardinero de los Rolling Stones ¿Kipling sin Borges? Luis Mateo Díez Narcos, la teleserie

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Suridea / Órgano informativo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Núcleo de Loja || Nº 28 – Mayo - 2016 || Editor: Luis Salvador Jaramillo || Directorio de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Loja: Presidente, Félix Paladines Paladines; Vocales principales: Adriana María Jaramillo Vélez, Jorge Mijail Valarezo Loaiza, Alicia Piedad Ochoa Valdivieso, Antonio Bayardo Cuenca Mayorga; Vocales suplentes: Aura Elisabeth Ocampo Jaramillo, Leonardo Eudaldo Chamba Herera; Secretario (e): Julio Espinoza Bustamante || Imagen de portada: fotografía de Pablo Biteto || Comunicación Social: Jeannet Coronel || Impreso en la Editorial Gustavo A. Serrano de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Núcleo de Loja || Dirección de la Editorial - Diseño: Paúl Ramírez Guamán; Diagramación: Gonzalo Antonio Vega; Impresión offset: Luis Ayora Quito. Distribución y canje: Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Núcleo de Loja – Calle Colón 13-12 y Bernardo Valdivieso – Telefax 2571672 – Apartado Postal 11.01.141 Loja, Ecuador nucleo.loja@casadelacultura.gob.ec www.casadelaculturaloja.gob.ec

C O N T E N I D O El poeta que partió de madrugada L.S. Jaramillo Apuntes para una crítica formal de la poesía J. Aldos Bernavé Cueva, Maestro de la Brisa Compendio de anécdotas históricas Bernardita Maldonado Para los que quieren saber más Carlos Ferrer El Jardinero de los Rolling Stones L. Salvador J. Pop-up de Kelver Ax Andrés Villalba Becdach Si Robert Creeley tuviese un Bluetooth en la cabeza (Sobre Pop up de Kelver Ax) Juan José Rodinás ¿Qué sería de Kipling sin Borges? L. Salvador J. La Música Ecuatoriana durante el ziglo XX Vicente Jaramillo Fierro Fantasmas del invierno de Luis Mateo Díez Carlos Ferrer María y la magia de los cuentos celestes Galo Guerrero Jiménez Narcos: plata o plomo o el particular acento de un paradigma Wilson R. Castillo T.

La poesía como un espejo, el mundo visto a través de los ojos del poeta Ana Paulina Soto Visión retrospectiva de mujeres líderes Jeannet Coronel

Los tres niños héroes de Loja Mstra. Yolanda Ruiz Ortega 69 aniversario institucional Encuentro de Arte Mujer Matilde Hidalgo

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Nota editorial

Suridea rinde tributo en este número al gran poeta y pintor lojano Kelver Ax, cuya temprana muerte a inicios de 2016 impuso un festón de luto en el mundo artístico ecuatoriano. Graduado como el mejor estudiante de su promoción en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Loja, alumno aprovechado del taller de literatura Palabrar de la Casa de la Cultura Núcleo de Loja, Kelver Ax experimentó en poco tiempo una vertiginosa maduración como artista plástico y poeta. Dueño de una sensibilidad sorprendente, de un maravilloso don para relacionarse con los pájaros y de un gentil trato para con sus semejantes, pasó dejando la impronta de su alma generosa y no exenta de contrastes: por un lado cultivaba el arte con fino oficio, y por otro ejercía con duro esfuerzo el trabajo arduo y bizarro de la cerrajería metálica: dos extremos sin los cuales se sentía como incompleto. A escasos meses de su partida, Kelver Ax recibiría el Premio Nacional de Poesía Alejandro Carrión 2015, y con ello se confirmaba como punto referencial de la nueva poesía ecuatoriana, que trasciende las fronteras de la patria. Juan José Rodinás, Andrés Villalba Becdach, Luis Carlos Mussó, entre otros, le rinden tributo en estas páginas. Recogemos en esta edición (además) las imágenes de algunos de sus cuadros, dispersos en galerías del país, que sin duda alguna desde hoy en adelante serán justipreciados en su valor categórico, con el reconocimiento que lastimosamente suelen recibir tantos artistas tan solo después de su muerte. Suridea extiende su nota de pesar a sus familiares y amigos y hace votos por que la obra de este artista lojano sea conocida en todos los ámbitos.

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El poeta que partió de madrugada

Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo. ELEGÍA. MIGUEL HERNÁNDEZ

L. Salvador J.

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elver Ax partió de madrugada, como si tuviese prisa por marcharse, se fue sin despedirse de nadie. Sus amigos, los que nos enteramos de su muerte el mismo día, fuimos a honrar su cuerpo por la tarde, en un oscuro galpón comunitario de una zona obrera de la ciudad. La tarde caía en silencio sobre su féretro, pocas gentes estaban junto a él, hasta que por la noche empezaron a rodearle los poetas y a lloverle versos como luciérnagas que solo podían dejarse ver en la oscuridad. Pero aún así, la tragedia no aflojó un solo segundo el dolorido asombro de su muerte. Aún hoy, los artistas plásticos, al igual que los poetas, al igual que sus familiares y amigos, no terminan de asimilar el desconcierto. Kelver Ax, Klever Ajila, poeta y artista plástico, decidió partir cuando su poesía empezaba a batir las alas sin pretender jamás alcanzar las estrellas sino a través de las ciénagas donde brillan estancadas. Cortando brechas, rasgando nuevos caminos con la uñas, fue arriesgándose por senderos en los que habrán de transitar las generaciones futuras. Y al igual que la maduración de su poesía, también su pintura saltó del expresionismo hacia un simbolismo de afiligranado embrujo, que combina color y armonía en micro mundos ensamblados de tal forma que podrían exhibirse en cualquier tiempo o país, bajo una luz cálida o fría.

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Pero en la poesía, Kelver Ax estaba enfrascado en una lucha trágica, lucha a brazo partido contra sí mismo, lucha que por alguna razón no trasladó a su pintura. Quizá porque no esperaba que su poesía fuera a darle réditos, como sí sus cuadros. En sus poemas desnudó su alma de niño atormentado, de infante atrapado en un mundo al que no quería pertenecer, o de un anciano prematuro, estragado por una fiebre informática. Su poesía rezuma angustia por los poros y cautiva por su lenguaje tan simple como cautivadoramente trágico. Kelver Ax conoció de cerca los viejos fantasmas grises de la poesía lojana, que porfía en tentar la muerte, que haraganea por los corredores de las casas, que se tiende en los sofás o en los balcones para tomar el último sol de la tarde antes de irse. Kelver Ax vio asomar esa poesía a media noche, la miró desde su ventana bajo la luna, antes de plegar sus alas negras sobre los viejos tejados. Vio a la poesía comprándose un ataúd de madrugada, cuando nadie transita por las calles ni en las plazas se oye ningún canto. Conoció de cerca esa poesía del sur, que teje hilos de plata como la luna y que se calza con las botas de Rimbaud, antes de salir por las calles de lodo. Esa poesía implacable que hizo trastabillar a nuestro Héctor Manuel, hace tantos años, para terminar finalmente demoliéndolo. La vieja poesía lojana, que aprendió a madurar sus alas para emprender su vuelo solitario. Lo que hizo, sobrará para muchas páginas, por ello, Kelver Ax no tuvo razón cuando escribió1: 1 Kelver Ax, Pop-up, Cascahuesos Editores S.A.C., Pág.45, Arequipa, Perú, 2014.


El suelo está lleno de polvo colillas y basura (dígase memoria) ya no tengo qué escribir (lo peor) lo que hice no alcanza para monumentos ni homenajes ni una calle con mi nombre ni siquiera una nota de prensa o una lápida decente nada!! quise ser poeta algún día pero dije no por si acaso

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Apuntes para una crítica formal de la poesía Revisión de los clásicos I Por J. Aldás

Antes de que existiese el lenguaje propiamente dicho existió la música. Las culturas aborígenes tienen una vasta trayectoria sobre las relaciones míticas entre el sonido de la naturaleza y su representación ritual en las ceremonias de los antiguos humanos de la tierra; las primeras nociones de comunicación se registran con silbidos u onomatopeyas para cazar o reunir a los integrantes del matriarcado de la comunidad primitiva. Algunas razones adicionales confirman el hecho que los primeros registros de la humanidad se den por medio de la poesía (el conjunto de onomatopeyas que juntas conforman una canción y una historia) y por ende, la novela quede relegada en el tiempo, que la novela sea un género más contemporáneo ligado al comercio del libro a gran escala. La rima total era la que reinaba en los textos que servían como canto y rito, como invocación y petición: las primeras páginas del Cosmos de Sagan reproducen un poema que cantado por la curandera, se encargaría de aliviar el dolor de muela en alguna antigua civilización del pasado. Después el lenguaje en evolución repartirá la creencia y la historia en dos diferentes ramas (la Biblia está escrita en versículos que es la unida mínima de ritmo en la poesía hebrea) dejando de lado a la religión —a la idea metafísica de imposibilidad dialéctica—por la musicalidad que guarda la historia. Se reconoce que los cuentos son los de más antigua tradición en la narrativa debido al hecho que su transmisión oral les permitía deslizarse de generación a generación sin perder o modificar

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mucho su contenido y a la poesía por rescatar las epopeyas que nos detallan cierta etapa -importante- de la historia humana. El Homero inédito que se hace cargo de relatar las relaciones más cotidianas de los dioses con los hombres en medio de las guerras más crueles y de los viajes interminables ya da testimonio de los estadios iniciales de la estructura lírica: los textos homéricos son un entretejido de metáforas y epítetos junto con una historia bien marcada en tiempos y en espacios. Este canto-poema funge como nexo entre los humanos del futuro incierto con las leyendas de tiempos remotos a ellos. Es la evidencia de la religión (se sustentan los mitos politeístas dotando a los dioses de diversas formas. También se afirma su existencia real en el mundo tangible, son dioses que van de la mano con el humano y además son visibles y hasta biológicamente reproducibles como en el caso de Zeus, padre de algunos semidioses) y la prueba del material, la materia energética de la que estamos hechos (la filosofía junto con el ensayo se encargan del análisis de las diversas facetas de la humanidad: Anaximandro y otros de la escuela de Mileto se encargan de la materia espiritual, hasta la dicotomía producida por las ideas de Platón y Aristóteles) para que estos actos que implican inmortalidad sean transmitidos con la misma simetría que se exige en los restantes trabajos griegos. En el castellano que nos es cercano tenemos al Cantar del Cid (todos los conocimientos de los testimonios del pasado se resumen dentro de la clasificación Literatura


Greco-Latina y Oriental, pero no ahondaremos en los Vedas de tradición hindú o la Eneida de Virgilio que cronológicamente precede a La Ilíada homérica; por causas de espacio y conexión semántica: si bien es necesario conocer una línea básica del inicio de la tragicomedia del lenguaje es preciso detallar cada uno de los integrantes en el mayor grado porcentual que se pueda) que narra la historia de un hombre real —Rodrigo Díaz de Vivar— sino que se sirve de la poesía para humanizar el relato de un hombre y su tiempo. Existen anteriores jarchas para comentar los textos sobre la muerte y los dioses. En la conexión del ser humano con lo divino nace la poesía: más allá de los valores morales está el ímpetu del héroe que está destinado a asesinar para ser inmortal en la memoria de los seres humanos —igual deseo comparte el Aquiles de La Ilíada o el Odiseo de La Odisea—; y en él hay ya metáforas de gran profundidad en las que se conecta la materia con lo intangible; tal como lo propone la poesía aborigen de toda América en general, la denominada cosmovisión andina que utiliza la poesía como nexo entre las palabras y su magia externa para comunicarse con una personalidad interna que busca perfección o iluminación (una temática recurrente en la poesía es la iluminación que produce o deja el trabajo estético con la palabra —que también es música— o con cualquier manifestación artística directa, es decir con uso de estructura y técnica en un desempeño prefijado, la concepción de una obra artística). Hacia el español el castellano deja innumerables señales: lo siguiente que rescatamos del enjambre de poetas que afligieron a la humanidad con sus lamentos es la edad de oro de la Literatura Española clásica (insistimos en la conexión semántica que nos une al código que permite descifrar los símbolos en el sistema propuesto) en donde podemos tomar el ejemplo de Garcilaso de la Vega, el español. Amplia es la lista que deja la época clásica. Los autores se han volcado ya sobre figuras como Góngora o Quevedo; el pro-

pio Cervantes —incluye Ovillejos en el Quijote— y el fénix de los ingenios o Lope de Vega. Garcilaso el español —en la desambiguación del cronista de Indias— es el autor de las églogas, poemas largos que incluyen una dedicatoria y luego narran la historia de los amores perdidos de —en la primera égloga— Salicio y Nemoroso, ambos alter egos de Garcilaso, amante secreto y taciturno de Isabel Freire que ha de morir joven víctima de un embarazo de alto riesgo. Veamos lo que dice Salicio en el poema con respecto a Galatea: ˋoh más dura que el mármol a mis quejas/ y al encendido fuego en que me quemo/ más helada que la nieve Galatea/ estoy muriendo y aún la vida temo/ témola con razón pues tú me dejasˋ, con un castellano que adaptamos al español contemporáneo. La poesía clásica se fundamenta en la misma teoría griega de hace cientos de años: la

la historia que era narrada va dejando su marcado argumento (la llegada de la imprenta con la vulgata latina en las primeras prensas y la llegada del nuevo género que si bien es posterior a la poesía se nutrió en sus primeras instancias de sus componentes y sus estructuras además del teatro —casi tan antiguo como la poesía— y el ensayo; para dar forma a la novela cuya cúspide y cima empezó en Cervantes) para mantener únicamente las temáticas principales y tratarlas desde diferentes ópticas. Garcilaso conserva las formas métricas de la Literatura del siglo de oro español; perpetuando en la historia a ˋlas más severas formas estróficasˋ -contextualizando a Luisa Campuzano- con el ritmo propio de la música de la palabra. Un gran creador de sonetos siempre de temáticas lúgubres, recurrentes siempre a la melancolía.

simetría provoca la sensación de belleza en los sentidos del espectador y si el medio de expresión es la palabra, el lenguaje, la obra ganará en musicalidad lo que tiene en simetría; eso provoca que desde la poesía más antigua sujeta a análisis se tome grandemente en cuenta la métrica, las licencias poéticas y los artilugios de los que se sirve un poeta clásico para hacer de su creación una pequeña obra maestra. Esta suerte de estructura lingüística que sostiene la magia en el código de comunicación y en especial la función que de él utiliza: con el paso del tiempo

La poesía como género ha ido, con el paso de los tiempos, definiendo sus temáticas esenciales gracias a los ejercicios recurrentes en varios poetas, en varias secciones de la historia. La tragedia siempre unida al desamor, la iluminación, la perfección, los abismos de la locura; siempre la voluntad humana unida a su percepción sentimental de una situación afectará la elaboración de un texto: en la época clásica es el gótico el que impone una visión, un concepto del sufrimiento y el dolor. La poesía se vale de la percepción general del ser humano para re-producir una sensación

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ya pasada. Incluso en Cervantes se puede notar el nexo semántico entre amor, desamor, tragedia y, paradójicamente, muerte; el mismo Garcilaso en los sonetos propone una idea de sufrimiento-muerte producido por la escisión del objeto o la persona amada: “oh dulces prendas por mí mal halladas/ dulces y alegres cuando dios quería/ juntas estáis en la memoria mía/ y con ella en mi muerte conjuradas” con el fin de hacer que el lector virtual reproduzca el vértigo de la perdida o lo relacione con una situación exageradamente personal. En cierto punto la fusión que se produce entre el sentimiento del autor (su percepción simbólica al momento de crear el poema) con la inventiva propia del lector, perpetúa un valor temático en dos diferentes eras de tiempo. Este carácter reproductivo repetido en miles de ocasiones forma la marca de la poesía y la explicación de por qué por lo menos el 90% de personas escriban poemas de amor en la adolescencia. En el epílogo de la edición conmemorativa de Cien años de soledad, hecha por la RAE, insinúa que todo escritor inicia con una colección de poemas si no amorosos por lo menos de temática lúgubre, mortuoria; la edición consta con –la cita es recordada- un poema de García Márquez publicado en algún periódico en sus años estudiantiles. El desamor entra como uno de los grandes temas, tratado infinitas veces. La perfección o iluminación, la luz, el destello que deja la creación artística en la personalidad del autor;

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fue un privilegio de la poesía hasta que la novela desarrollara medios con lo cual perfeccionar sus estructuras. Vale recordar que Rimbaud tituló a uno de sus poemarios Iluminaciones y otro Una temporada en el infierno. El vínculo semántico se hace cada vez más visible. Para el poeta, el transito por zonas poco pobladas del intelecto o la sensación humana le permite ser un elegido de la miseria, le permitirá ser un cronista del desastre. La propia melancolía es un objeto de incalculable valor, la muerte y una vez más el desamor se tornan a los ojos del poeta, en sus manos, en formas no conocidas de la luz. La locura si bien es un eje temático recurrente en la poesía no es sino hasta la conformación de la teoría psiquiátrica de su estructura que puede empezar su camino de redención como una forma valida de la luz, de la iluminación que recibe el poeta al momento de re-crear un verso. Foucault afirma que el iniciador de este campo temático de la literatura es Sade, solamente desde sus trabajos y su posterior valoración se añadirá esta idea como principal en la poesía. La locura ganó un amplísimo número de seguidores que si bien por moda o interés han investigado los aportes de los grandes locos de la historia. Esta particular forma de concebir el mundo tiene su propio lenguaje y sus propias reglas: un juego macabro que termina, según la historia de la realidad a la que nos remitimos, muchas veces en el suicidio del artista recreador; abolido por la carga de nociones

imperceptibles hechas realidad: la mente no podría salvarse a un encadenamiento perpetuo ejercido a voluntad (salvo los casos en los que la psicología no ayuda mucho, sino la psiquiatría que tiene raíces epistemológicas médicas, en las que el cerebro ha sufrido un daño irreparable) en el que las visiones proféticas y terribles, las iluminadas y las satíricas, se hacen fantasmas irremediables que a modo de conciencia negativa van deformando una vida plenamente funcional. En la edad clásica la locura se revalorizaría mucho después que los griegos fomentaran las visones producidas por la ingesta de bebedizos o la aspiración de humos nocivos. Se retorna también a las tradiciones de las culturas aborígenes americanas que gracias a lo que denominan hierba de los dioses aciertan en el futuro y en el pasado, hablan con la divinidad mientras cantan (es una alucinación lo que tiene Juan mientras el ángel le dicta el Apocalipsis) lo que reitera la tradición que liga al lenguaje con lo críptico y misterioso, con lo incalculable y lo divino. La narrativa que se sirve de la ficción tanto como de la ciencia intenta abarcar al lenguaje en una apropiación idiomática del autor, con respecto a sus referentes mas inmediatos: el escritor a diferencia del poeta no elucubra —recrea— sino deforma y precipita las variables (siempre que la narración lleve un ritmo y un no apropiados, que sea una obra monumental no tanto en tamaño sino en forma y contenido) para dividir el mundo —crea— y si Maquiavelo tiene razón es un buen medio para en el intento de comprender una sola existencia, abarcar todas y cada una como era el sueño de Borges. La poesía nació con la música y no solo de lamentos y partidas habló —aunque mucho los poetas redundaron en el tema— sino de la marca que deja la creación estética en la personalidad interior del artista humano. En los libros esta el secreto que los ordenadores no adivinan: cómo ser humano sin morir demasiado en el intento. El que tenga manos, que escriba.


BernabĂŠ Cueva Maestro de la Brisa

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Bernabé Cueva

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os músicos de pueblo, esa sorprendente y original casta que no pretendió jamás llenar las marquesinas ni brillar con luces de neón en las ciudades, ni elevar su nombre a la par de las estrellas, pero que sin embargo llenó todos los rincones sensitivos de los pueblos, otorgando vuelo a las emociones y haciendo bailar y reír y arrancando incluso algunas lágrimas. Entre esta imprescindible trova de juglares, brilló de manera especial Bernabé Cueva (Cariamanga 1911Loja 1987), fundador y director de varias bandas, ejecutor de varios instrumentos, pero de manera especial, del clarinete. Descubrió su vocación siendo muy niño; a los 11 años ya se fabricó una flauta de carrizo y después aprendió a tocar el saxofón con

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Salvador Bustamante Celi, tras lo cual todo fue coser y silbar para codearse con la flor y nata de los músicos de aquel entonces. Y como era propio de aquella espontánea élite de maestros esenciales, su itinerario abarcó todos los pueblos del sur, llevando incluso su música hasta el norte del Perú. Pero dejemos que sea el poeta Jaime Rodríguez Palacios quien nos haga el retrato de este músico. «En la hora crepuscular, cuando el amigo músico de barrio se ha marchado para siempre, de puntillas, con la sencillez de la garúa y el llanto acompasado de los suyos, es que siento algo parecido al agua en las pupilas y un deseo infinito de no regresar a mirar jamás los recuerdos. Me refu-


gio como una mariposa negra atraída de pronto por las llamas, y la ausencia de don Bernabé es menos espina, es soledad madura. »Pero la soledad no significa en su caso, ni tampoco en el de otros hombres de genio, separación radical del alma colectiva. Tanto éstos como aquél (Bernabé Cueva) jamás se han desgajado de ella.

Víctor Antonio Moreno Iñiguez - Segundo Moreno Iñiguez - Bernabé Cueva - Alberto Ortega - Miguel Cano Madrid

Sus raíces se han afirmado mejor en las entrañas del pueblo y han tomado allí la esencia de sus aspiraciones para cumplir una obra impar, aislada de lo común para elevación de su jerarquía. »Duele la huida silenciosa y en un rincón se queja el clarinete. Nadie sabe si una mano invisible ya está de nuevo limpiando su estirado cuello de ébano, su brazo de alargada noche. Don Bernabé, el músico vecino, el de las altas serenatas ya no está. ‘Las cosas que se van no vuelven nunca/ todo el mundo lo sabe/ y entre el claro gentío de los vientos/ es inútil quejarse.’ ¿Verdad, Chopo, maestro de la brisa?»

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Compendio de

nécdotas

Del conde de La Rochefoucauld (1613-1680) se conocen las Máximas, publicadas en un volumen muy reeditado en su época. Era un caballero cortesano y se cuenta que una vez, en la corte de Luis XIV, le preguntaron por qué había escrito su libro. Contestó: -Seguramente porque me he sentido escritor. -¿Y qué entendéis por sentiros escritor? -Pues, sin duda, sentir que no son suficientes para uno los libros que han escrito los otros. S e cuenta del novelista italiano Alberto Moravia (1907-1990), autor de El desprecio y de La Romana, que una vez definió la política así: Es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres para defender, en bien del país, a los unos de los otros. El crítico francés Charles-Auguste Sainte-Beuve (1804-1869) se batió una vez en duelo con un autor del que había hablado mal. Era un día de lluvia y Sainte-Beuve acudió al lugar del duelo con paraguas. No lo abandonó y empezaba a intentar batirse con la espada en una mano y el paraguas en la otra. Le advirtieron que esto, aunque no estuviera prohibido, no era costumbre. Y contestó: -Acepto morir de una estocada, pero no de una pulmonía. Se suspendió el duelo, que nunca llegó a celebrarse.

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istóricas

El pianista Rubinstein fue contratado para dar unos conciertos en el Carnegie Hall de Nueva York. No se sabe cuánto cobraba por concierto. Pero se dice que el director de allí, cuando supo la cifra de lo que pedía el pianista, le dijo: -Es mucho dinero. Usted pretende ganar en dos horas tanto como gana en dos meses el presidente de los Estados Unidos.

El

transcurso de los siglos ha generado una serie de lances casuales entre hombres relevantes, que han perdurado hasta hoy Bernardita Maldonado

Refiere Plutarco que Mario, cónsul romano (15686 a. C.), concedió el derecho de ciudadanía a unos soldados que se habían mostrado muy valientes. Le advirtieron que tal distinción era contraria a la ley. Y Mario les contestó: Durante la batalla, con el ruido de las armas, no pude oír la ley. Y lo hecho, hecho está.

-Yo no pretendo nada ni deseo ganar nada; ni tan siquiera deseo tocar aquí. Y si usted cree El coque el presidente está mediógrafo francés mal pagado, contráAlain-René Lesage (1668-1747) tele como pianista y compuso una comedia satírica titulada páguele a él lo que Turcaret, en donde criticaba y ridiculizaba a yo le pido para los banqueros franceses. La pieza era tan hirienmí. te y eficaz en su crítica que éstos ofrecieron al autor una elevada cantidad de dinero para que no se representase. Pietro Mascagni (1863-1945), autor de la música de Cavalleria rusticana, estaba una vez en un hotel, en Londres. En la calle, frente al hotel, sonaba un orgaEl músico Lehar (1870-1948) nillo. Y la música del organillo fue autor de algunas operetas era precisamente un trozo de como El conde de Luxemburgo, Cavalleria rusticana. Mascagni La viuda alegre o El país de las la estuvo escuchando un rato, sonrisas. Empezaba entonces a salió del hotel y se encaró con el ser famoso el compositor nororganillero. teamericano Gershwin, autor -Esto lo toca usted demasiado de Porgy and Bess, y acudió a aprisa. Yo le enseñaré cómo se Lehar como a un maestro. Al toca. parecer, le dijo: -¿Es usted organillero? -Gano dinero con mi música y -No; pero soy el autor de esta estoy dispuesto a pagarle bien música. las lecciones que me quiera dar. Y Mascagni se puso a tocar lle-¿Cuánto ha ganado usted el úlvando la música al ritmo convetimo año? niente. Al día siguiente, al salir -Alrededor de los trescientos del hotel, vio allí al organillero, mil dólares. que se estaba preparando para su concierto matinal. Llevaba, -En este caso creo que soy yo montado en el organillo, un gran quien ha de tomar lecciones de letrero que decía lo siguiente: usted. Yo he ganado mucho me“Discípulo de Mascagni, el autor nos. de Cavalleria rusticana”.


Para los que quieren saber más

Espasa publica un libro imprescindible para mantener actualizado y sin errores nuestro español Carlos Ferrer

D

ividido en tres apartados: Gramática, Léxico y ortografía, el libro El español más vivo (Espasa, 2015) despeja las dudas más actuales del idioma, aquellas que no se han incluido en la postrera edición del Diccionario y de la Gramática de la RAE, pero que anidan en la calle. Al no tener intención enciclopédica, solo presenta trescientas recomendaciones de fácil acceso gracias a los siempre útiles índices. El volumen también incluye seis glosarios temáticos, compuestos por recomendaciones más escuetas que las que engrosan el resto de la publicación. No es un manual de estilo, ni una ortografía que enseña dónde poner las comas y, por ello, no hallamos un uso de la jerga expresamente gramatical, por lo que su lectura es ligera sin perder rigor ni exhaustividad. Por lo tanto estamos ante una edición muy recomendable, que cuenta con el aval de la Fundación del Español Urgente y que puede leer todo aquel que tenga curiosidad por mantener actualizados sus conocimientos lingüísticos. Entre las recomendaciones para evitar anglicismos, se aconseja usar índice de audiencia o cuota de audiencia en lugar de los televisivos e incorrectos rating y share, indicadores que se diferencian en que el primero considera todos los televisores (encendidos o apagados), mientras que el segundo solo tiene en cuenta los encendidos. También cabe evitar el empleo del término pack, que debe ser reemplazado por envase, lote

o paquete según el contexto. Selfi, que no selfie La palabra selfie, tan en boga, tiene como equivalentes autorretrato, aunque también se acepta selfi (plural selfis). Otra palabra de moda es la nomofobia (y no nomophobia), término que deberemos emplear para referirnos al miedo a estar incomunicados sin teléfono móvil. La expresión inglesa making of, que se refiere al vídeo documental que muestra cómo se hizo la producción de un rodaje, tiene como alternativas cómo se hizo, así se hizo o tras las cámaras, que deben escribirse en cursiva para facilitar su comprensión. Asimismo, electrolinera es el neologismo, que define las estaciones de servicio preparadas para recargar las baterías de los automóviles eléctricos, y cibercondría es la preocupación obsesiva por la salud, que lleva a consultar internet continuamente para confirmar enfermedades o buscar síntomas y tratamientos. En el volumen se recuerda que es preferible contraseña, clave o código de acceso al anglicismo password, inapropiado en nuestra lengua; igualmente, se indica la idoneidad de sustituir la palabra inglesa crowfunding (mecanismo de financiación mediante pequeñas aportaciones voluntarias) por financiación popular, financiación colectiva o micromecenazgo. La expresión inglesa full time, que se usa a menudo para describir un tipo de jornada laboral, tiene

como equivalentes tiempo completo o dedicación exclusiva y austericidio significa matar la austeridad, no matar por exceso de austeridad. El plural de led (diodo emisor de luz) es ledes como el de píxel es píxeles y el de tóner es tóneres. Los brazaletes negros no se ponen, se lucen; las vidas se segan, no se sesgan; el papa renuncia, no dimite ni abdica; altisonante no es a gritos, sino elevado o grandilocuente; diésel lleva tilde, al igual que récord, wéstern y cómics (con tilde por ser llana acabada en grupo consonántico); los plazos vencen o expiran mejor que finalizan; un arsenal ya es un arsenal de armas; la escritura de los años (2015) no lleva ni punto ni espacio; el erario o es público o no es erario por lo que erario público es redundante; falso pretexto o autopsia de un cadáver también son redundantes; los títulos o los pactos se revalidan, no se reeditan. ¿Cuál es correcto, el wifi o la wifi? Los dos. Hay que tomar buena nota.

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L. Salvador J.

Luis Alberto Bravo, teatro de ARtes Segundo Cueva Celi

El Jardinero de los Rolling Stones

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n hecho real, que fue noticia hace 37 años y que luego quedaría sepultado bajo los escombros del sensacionalismo mediático, se rescata en esta novela con novedoso pulso narrativo y lejanas reminiscencias de periodismo Gonzo. El suicidio de Scott Cantrell, un chico de 17 años, en la casa de Keith Richards, el mítico guitarrista de los Rolling Stones, mueve a cuatro jóvenes fanáticos del famoso grupo a emprender una aventura indagatoria en torno a la misteriosa persona del chico que se ha descerrajado un tiro en la mismísima cama de Anita Pallemberg, la esposa de Keith Richards, y con la mismísima pistola de Keith, mientras éste se encontraba de gira por Europa. Como un hecho meramente circunstancial quiero anotar que, mientras yo leía esta novela, evoqué como entre nieblas unas fotos que circularon por esos días, el rostro imberbe del suicida, de quien la prensa efectista sostenía en que era muy guapo, la cara hinchada de Anita Pallemberg tras tanto llorar por el escándalo que pondría fin a su matrimonio con Keith Richards, y toda esa tramoya farandulera articulada en torno al incendio crematís-

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tico. Por un momento, al leer la novela de Luis Alberto, sufrí un resbalón evocatorio al confundir la imagen del joven suicida con otra, que también me había impresionado por esos días, la de un nieto de Jean Paul Getty, el multimillonario más tacaño de la historia, cuyo nieto había sido secuestrado y a quien los raptores se vieron obligados a cortarle la oreja derecha para obligar al amarrete del abuelo a pagar la suma del rescate. Solo al ver la oreja mutilada, el avaro sin perdón del abuelo, quien dicho sea de paso era tan ruin que tenía un teléfono monedero en su propia casa, se animó a pagar el rescate de su nieto, con inmenso dolor de su bolsillo. Pero eso había sucedido en 1973, en Inglaterra, mientras que la novela de la que hablamos esta noche se desarrolla seis años más tarde, en Los Ángeles, y los hechos no corresponden de ningún modo, por lo que digo que fue un lapsus evocatio, pero me he permitido esa nebulosa digresión impuesta más bien por la nostalgia, tan solo por evocar el universo mediático en el que me crié siendo muchacho, y que la novela de Luis Alberto Bravo retrata con maestría. Sus páginas recrean soberbiamente ese sabor de magacín dominguero, alimen-


segura, que no requiere de trabazones rebuscadas. Por otro lado, el manejo fragmentarista de la obra, a mi modo de ver, tanto en el planteamiento de la misma como en ciertos pasajes concretos, propone soluciones de avanzada para escenas que se dan al mismo tiempo, como cuando el viejo Sutcliff grita desde su ventana que está convencido de que fue el año en que los adolescentes empezaron a vestir con jeans gastados, cuando este país se jodió. En la escena se puede ver y escuchar al mismo tiempo la voz que sale por la ventana, esquivando una bandera que ondea entre los balaustres, para quedar atrapada finalmente en una vieja cerca de madera.

Anita Pallemberg y Keith Richards

tado por la recién parida horda paparazzi, atrincherada en torno al mundo del espectáculo, con sus cámaras apuntando hacia el jet set y ese glamoroso universo de groupies rubias, de musas y semidiosas que inspiraron canciones como Ruby Tuesday o Penny Lane, pero también tragedias e infiernos personales. Precisamente así, y de este modo, El jardinero de los Rolling Stones emprende un vuelo parabólico que parte de la mera especulación efectista, para sobrevolar el mundo del rock de los setenta (si se me permite, la década prodigiosa), pero sin alcanzar jamás las estrellas. Naturalmente, el encandilamiento se mantiene por varias páginas, para luego ir aterrizando de forma irremisible en la oscura vida de los cuatro chicos que han emprendido su aventura indagatoria, más como una forma de acercamiento a Keith Richards que por interés en el joven suicida. El desenlace muestra en escenas bien logradas el solitario desengaño de estos chicos, quienes evocarán desde sus butacas nostálgicas el vano intento de orinar sobre el arco iris. El desencanto se retrata con ironía al ver que todos, absolutamente todos, estrellas de cine y gente de a pie, rockeros y pueblo de la calle, no somos sino seres mortales, hierba del campo, que florece y

se renueva por la mañana y por la tarde la siegan y se seca, humo que no tiene consistencia, o como lo diría con perfección la sentencia eterna: Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Con un manejo eficazmente desprendido de costumbrismo formal que nos ha mantenido postrados por varias décadas, y del cual, por suerte, empezamos por fin a desembarazarnos, la novela de Bravo consigue enganchar con un suspense que no declina al convertir esa suerte de malogrado reportaje en el resorte emocional de la novela. Hacía dos años yo había leído otra obra de Luis Alberto, Septiembre, desarrollada asimismo en ambientes cosmopolitas y alejada del oscurantismo rural que ha novelado desde la truculencia vesánica y el acendrado odio anticlerical como lugares comunes. Pero Bravo saca la cabeza por la ventana y abre su frente al viento amplio de un eclecticismo global que no solo se alimenta de buena literatura sino que encuentra también en los basureros del lenguaje chatarra un rico arte en punta de lanza, como sucede con el mundo de los cómics o del cine clase B. Diálogos bien construidos (sobre todo los diálogos telefónicos), escenografía realista, prosa contundente, descubren una mano

Para terminar, las ilustraciones y gráficos en cada página, así como los espacios entre ciertos párrafos, quizá pretendan orientar mejor al lector, quizá respondan a una inconsciente necesidad de imágenes para pasar a tragos las palabras, o quizá obedezcan más bien a un infundado temor de no ser lo suficientemente explícitos, ampliando así el sentido de las palabras. Pero en todo caso yo pienso que el lector puede prescindir perfectamente de todo aquello que le basta y le sobra a la potencia informativa de la palabra, que por sí sola es capaz de reemplazar diez mil imágenes y, aun así, mantener la puerta abierta a la imaginación prodigiosa.

Anita Pallemberg

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Pop-up de Kelver Ax Andrés Villalba Becdach

cita que Kelver utiliza del pensador rumano: “Mi idea de escribir un libro es despertar a alguien, azotarle”.

La poesía ecuatoriana recibe un estupendo baño de frescura y revitalización con el poemario Pop-up del joven lojano Kelver Ax, publicado en la editorial peruana Cascahuesos. Kelver con humor dadá, inventiva envidiable y un lenguaje aparentemente sencillo –lo que resulta dificilísimo de lograr–, cultiva un pensamiento paródico y anarquista que piensa contra sí mismo para aprender a vanagloriarnos de nuestras carencias: “amo lo que no soy porque en ello radica mi riqueza”, dice Kelver, que a fuerza de versos cortos, precisos, epigramas y aforismos escribió su libro. “En el aforismo, más aún que en el poema, es donde la palabra es dios”, decía Cioran; no es gratuita la

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En Pop-up los contrastes entre enfermedad y riqueza funcionan a plenitud, este juego no tiene límite, cada uno de nuestros deseos recrea el mundo y cada uno de nuestros pensamientos lo devasta. La violencia es contra quienes creen en la esperanza, por eso se cri tica el afán de los fanáticos del hombre, creyentes del optimismo. Aquí aprendemos a humillar al hombre: un animal arrogante al que hay que hacerlo entrar en razón para mostrarle con qué lodo fútil está amasado. Pero no podemos subestimar los peligros de la humillación.

Kelver también se burla de la solemnidad de cierta poesía, del oficio infructuoso de escribir poemas, sobre todo de la palabra “poeta”, del cliché, de la etiqueta barata y escribe: “nosotros los poetas/ llegamos a grandes hoteles/ de ciudades heliocéntricas/ para amanecer en recepción/ podridos de hambre/ de frío (frío humano por supuesto)/ sin dinero/ escribiendo poemas/ para tener el posterior cinismo/ de ubicar debajo/ ciudad y

fecha en que fueron escritos/ como si eso garantizara algo/ y nosotros lo sabemos/ por eso dormimos en el sofá/ de un lujoso hotel/ llamado Poesía”.

Quizá sea necesaria la transición de la palabra poeta a escritor de poemas, ya que poeta es otra palabra que llegó a la cúspide de la ignominia. Seguramente porque la poesía sirve solo para esconderse: ¿quién engaña a quién en este juego delirante? ¿A quién le interesan los traumas y complejos del prójimo si son suficientes los propios? Es un ejercicio radicalmente etéreo, mezquino y onanista. Pero en Pop-up sabemos de qué habla el poema porque es real, tiene su peso justo, gusta, viene de una necesidad, de una emergencia, de una urgencia, uno se asombra y se reconoce ahí: “la poesía me lleva en su taxi/ o mejor dicho/ la policía me lleva en su auto/ escribir es algo así como morir/ (les digo)/ escribir es algo así como ofender/ (responden)”. Además, en otro gesto irónico, hay una cita de la suicida estadounidense Anne Sexton: “Mis admiradores creen que me he curado, pero no, sólo me he hecho poeta”.


Este osado crisol de licencias lingüísticas, transgresiones verbales y experimentos con la forma tradicional de lectura, guardan estrecha relación con el otro oficio que Kelver ejerce: la pintura y el reino visual. En sus dibujos irracionales, descabellados y surrealistas la cromática se vuelca al detalle minucioso y milimétrico donde el ojo gana su azar y nos dejamos vencer por obsequios visuales como un chorreo de iluminaciones. De ahí la asociación de que cada verso sea un gatillazo fulminante, preciso como una pincelada con el dominio cabal de todas las imágenes logradas a lo largo del libro. “Sé que no voy a vivir de la literatura, pero con la pintura sí hago platita”, ha dicho y sentenciado Kelver Ax con absoluta razón. De igual importancia, aquí asistimos a una capacidad admirable de asociar el engranaje poético con soportes técnicos como celulares, bluetooth y demás formas comunicacionales que el tecnicismo ha impuesto en la modernidad.

Pop-up es un mundo alucinado, alejado de la impostura del yo plenamente empírico, goza de la recreación del mundo de la memoria, suenan zarpazos en las páginas, con escisión y mordedura, no se detiene porque no hay fronteras: hay paréntesis de realidad en sus múltiples universos simbólicos. Reflexionamos que existir es un vicio y un eco triste de algo terrible, vacuo y absurdo que ya sucedió. Como privilegio de incoherencia, el ejercicio negativo se erige como posibilidad de dignificación, lo que equivale a decir que el proyecto de los individuos es la extinción de sus posibilidades, una sensación de escarbar sin éxito en las ruinas y pavesas del pensamiento y de la historia para sobrevivir en tiempos de hecatombe: “que alguien detenga el deshielo de mi cabeza/ siento miedo a colgar la pluma/ ese cuaderno mal escrito que es

la vida/ pueda que el sol/ llegue a mi ventana convertido en colibrí/ pero muere como todos: hediondo y sin orgullo”. La palabra sale purificada desde el tuétano del lenguaje y desde los intersticios del inconsciente, pero la esencia engaña porque nada está quieto: la agilidad textual escapa y rehúye a ser aprehendida. La mente carece de valor sino constituye un acto vertiginoso y arriesgado, caemos en cuenta que somos animales bochornosos, herederos de una existencia gratuita. En Pop-up la mente sale de su laberinto trivial para encontrarse fracturada por la complejidad de otra posición: tomamos partido y perdemos porque nuestras enfermedades destruyen todo lo que tocan. No hay vuelta a la inocencia y no hay sosiego en la destrucción.

En Pop-up también hay una obsesión con el mundo bucólico, pastoral, con las sombras tutoriales y difuminadas de la madre y el abuelo de nuestro autor a lo largo del libro. Elucubrar el tema de la infancia es difícil, delicado y muchas veces doloroso, la niñez es como la patria y la patria a veces es una infamia. “Infancia, pero no quería nombrarla/ quería encontrar tan solo el arte/ en que ella misma se escudaba”, escribe el poeta argentino Arturo Carrera. Resulta admirable el ejercicio y desvelo de melancolía de Kelver para reconquistar el pasado y saldar cuentas con el pequeño Kelvercito que fue. No podemos soslayar la crudeza y tristeza de la infancia, la infancia es el territorio donde todo sucede y sucede para siempre. El mito de la infancia es global, lo cifra un mundo. Y hay que volverse niño desde la escritura para restaurar y corregir la infancia de ese mundo, acaso siempre diáfano y nuevo: “antes era un niño mezquino y acomplejado/ ahora recojo los huesos de niños huérfanos/ y cuidadosamente los

disperso en el patio/ para verlos resplandecer con el primer rayo/ proyectar sus sombras de silenciosa fe y letales/ en una silla me espero/ y nunca llego/ el niño que sonríe en mis viejas fotos/ es el mismo que me estrangula”.

Me detengo en otro poema: “Y si detrás de cada letra/ hubiese un soldado que nos apunta/ Y si detrás de estas palabras: / una bala que se aproxima”. Este breve texto es un claro ejemplo de cómo Kelver Ax soluciona de una forma particular muchos de sus poemas: toda una historia es sintetizada y desplegada de forma lacónica y contundente. El encantamiento de contar más diciendo menos, un arte en fuga para una mirada en fuga hasta respirar por piel ajena. Universalizar la propia anécdota –lo cual también es un vicio triste–, hasta que sea apoderada y quede como una aguja en el cerebro. El estupor de la primera lectura es conciso, su chirlazo es contundente y se polariza: pasa súbitamente de una carcajada a la irradiación de una lágrima. Poesía como encuentro entre el flujo barroco, impronta entre el español y la explosión del surrealismo, con hermetismo y subversión referencial: “para qué escribir si el tachón supera al poema”.

El cubano José Lezama Lima decía: “solo lo difícil es estimulante, solo la resistencia que nos reta es capaz de enarcar”. Sin duda, dedicarse a escribir o leer poesía es un acto de resistencia, pero como nos habla un poema, no nos habla nadie en el planeta. El poema es el único lugar donde la lengua no miente, existen libros de poemas mentirosos, pero cuando te sacude un poema, esa lengua no miente jamás. Pop-up no miente y comulga de forma porfiada con gustar y gustarse, el mejor principio posible. Para no herir más la fiesta de este fabuloso libro desde la pobreza de mis palabras, termino con estos lapidarios poemas:

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[%] el que vive en mí no realizará su sueño que se joda a mí me da la gana de ser poeta y no le voy a permitir ser doctor ni profesor ni astronauta amo lo que no soy porque en ello radica mi riqueza

* siempre estaremos descalzos para la nieve siempre propensos al deshielo tú cabes en una gota yo no Hawking cabe apenas en su silla y el universo cabe apenas en su cabeza *

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* es cierto que desde cualquier recodo apenas extendiendo tus brazos te es posible abrazar al mundo lo triste es querido amigo que no serás correspondido *

*Texto leído en la presentación del poemario Pop-up en el Centro Cultural Benjamín Carrión, Quito, diciembre de 2014.

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Si Robert Creeley tuviese un Bluetooth en la cabeza (Sobre Pop up de Kelver Ax) Juan José Rodinás

Kelver Ax ha inventado algo: ha tomado la tradición objetivista de la lírica occidental (Creeley, por ejemplo) y las escrituras minimalistas (el aforismo, el haiku) y las ha convertido en una experiencia acumulativa y serial. Mediante una serie de artefactos visuales que intervienen sobre todo en la secuencia lineal del ojo, Kelver diseña mundos en miniatura que, más que la levedad del mirlo, semejan la ligereza del electrón. De hecho, este libro –formulado como una especie de poema único, a la manera de muchas obras poéticas contemporáneas- parte de entender la vida como un artefacto electrónico cuya vivacidad parece proceder de un lugar atávico, indistinguible de las pantallas apagadas de los ordenadores y de los black-outs de las experiencias místicas, alcohólicas o sicotrópicas. Siento que este libro consigue ampliar el escenario de la ultimísima poesía ecuatoriana (divirtiéndose y padeciendo los límites de las experiencias maquínicas), dentro de un despliegue estilístico bastante personal y un vuelo entre manso, paradójico y demencial. Algo que me llama particularmente la atención sobre este libro es el trabajo sobre las imágenes. Cada vez creo de manera más firme que las imágenes (y, desde luego, su novedad y pertinencia) son el núcleo natural, consustancial de un buen poema. Sin ellas, estamos seguramente ante un ensayo o quizás ante un poema ensayístico, quizás. Además, debo decir que las imágenes de Ax son extremadamente precisas y variadas. Por ejemplo: “soy una foto que perdió su ropa/en la memoria de una cámara ahogada/ kelver ax/ HAY LUGARES DONDE LOS AUTOS ACUDEN/ ENCIENDEN SUS LUCES/ E INVENTAN CIUDADES/ bluetooth”. Además sospecho que Kelver trabaja sobre la invención de la memoria, única combinación que

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parece amplia y vasta para la creación poética hoy por hoy, considerando lo consignadas que están las experiencias de orden simbólico en el mundo contemporáneo. Curiosamente, estas apropiaciones, juegos de impostura o enmascaramiento ponen en tensión códigos que parecerían convenidamente poéticos (luces, lugares, ciudades) con otras que ni siquiera han sido codificadas lexicográficamente en el ámbito de la lengua española (Bluetooth). Y eso supone un riesgo semántico grande, pero como dice Kelver Ax: “a la poesía hay que matarla para evitar que muera”. Ahora decimos astrolabio, aunque ya no se usa astrolabios porque la palabra conserva una sonoridad y una semántica muy particulares, además de un trasfondo histórico muy sugestivo. ¿Por qué no podría usarse en un poema Bluetooth o, más bien, Blutud, como si se tratara del nombre de una ciudad del África Subsahariana. Me parece que Kelver es consciente que es imposible escribir, hoy por hoy, desde la pura inspiración solamente. Hoy la poesía es un género extremadamente difícil de escribir por la densidad y proliferación de universos simbólicos de toda índole. Acudir a los lenguajes contemporáneos es apostar. Recuerdo algún poema de Cristóbal Zapata donde una chica miraba un viper en una parada de trolebús. Entonces, aquello podría haber resultado anómalo, pero hoy resulta sugerentemente vintage. Frente al mascarón de metaforones, autorreferencias, chantaje sentimental y lenguaje discursivo que parece dominar hoy por hoy la poesía ecuatoriana reciente que merece atención, Kelver Ax es un guardián lúdico (no podría ser de otro modo en este punto de la historia) de los pequeños formatos. Como ese chico que, en me-


dio de un grupo de guitarristas de heavy metal con grandes amplificadores, saca su armónica y entona un blues gracioso y profundo. Cerca del llamado Al Lit, movimiento de poetas norteamericanos muy jóvenes, que toman apuntes del diario íntimo, los recortan y los hacen volar, Kelver conjetura un imaginismo posmoderno, aunque ciertamente más autocrítico que los chicos del Alt Lit, para inventar una identidad: Hay veces que sueño / soy Lautrec/ cuentan que vio arañas/ a las cuales persiguió a tiros/ todo por hacer su muerte entretenida”. O “debo ser imaginario como mi abuelo/ quien surgió trizando el hielo de un lago congelado”. Ax nos propone una fabulación del yo como cuando dice “en mi sombra / mi madre intuye la figura de un cerdo/ pero lo llama estrella”. Crítica e impugnación al yo consignado por la historia, sin romper con él, pues todo poema surge de la experiencia, pero se filtra en la imaginación, como en este poema que quiero leer completo:

breve así comprendí la vida a la edad de 5 años al ver sacrificado el pollo blanco que semanas atrás me regaló mi madre mi primer amigo dormía descuartizado en los platos servidos a mi padre y hermanos yo simulaba tener hambre y contenía el llanto con tal de tomar en mis manos al querido Mike como verlo quieto dormido entre mis piernas y no sobre un nido de arroz tendido como un monumento derribado conteniendo su historia ante un orgullo transparente corriéndose por el concreto mi estómago es un cementerio de pollos desprovistos de su esqueleto

*Texto leído en la presentación del poemario Pop-up en el Centro Cultural Benjamín Carrión, Quito, diciembre de 2014.

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¿Qué sería de Kipling sin Borges? La editorial española Cátedra publica el libro del autor inglés Límites y renovaciones, que alterna el relato corto con el poema Carlos Ferrer

Jorge Luis Borges Aunque fue corresponsal en la India anglosajona para dos medios británicos, Joseph Rudyard Kipling (1865-1936) no logró popularidad hasta la publicación de Kim (novela de 1901 en la que popularizó el término “El gran juego” en relación a la guerra entre rusos y británicos) y El libro de la selva, recordando al éxito de Dickens. Desde ese momento, Kipling mostró sin cortapisas su posición a favor del colonialismo y una actitud antiliberal, lo cual le valió el rechazo de George Orwell y una disminución de su fama en la década de 1930. Apreció a los musulmanes, pero no a los hindúes y menos a los bengalíes, a los que despreció siempre. Para W. Somerset Maugham, Kipling tenía un “ramalazo rabelesiano”. Nobel de Literatura en 1907 con 42 años de edad, escribió más de cuatrocientos relatos entre los que destacan La ciudad en una noche atroz (1885) y (1888). Trabajador compulsivo como sus amigos Henry James y Robert Louis Stevenson, fue reivindicado por T. S. Eliot. El autor

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de Capitanes valientes ha sido traducido al castellano en numerosas ocasiones por escritores como Benitez Ariza y Martínez-Lage, siendo su más ferviente defensor Jorge Luis Borges, quien tradujo La casa de los deseos y numerosos relatos y ensalzó el valor literario de Kipling siempre que tuvo ocasión. En Kipling no se explica la literatura por la vida, sino la literatura explica la vida del escritor y la vida de Kipling estuvo a la altura de su obra. Kipling ya destacaba, en el United Service College, como lector (el director le dio acceso libre a su biblioteca personal) y escritor, fabulando algunos de los relatos luego compilados en Cuentos llanos de las montañas, que Kipling publicó a los 22 años y en los que la imagen reflejada de la sociedad es desoladora. Su éxito se fundamenta en la claridad de su literatura, su viveza y eficacia, en la elección de los vocablos a utilizar por su cadencia y precisión, en la sonoridad y el ritmo, en la riqueza de léxico, en el aliento y vigor característicos en un consumado dominio del relato.


Límites y renovaciones, libro de 1932 que publica la editorial Cátedra, aglutina 14 relatos y Kipling fue un autor con grandes dotes de ob19 poemas puesto que sigue la pauta, iniciada servación, con destreza en la expresión y una por Emerson, de alternar prosa y verso. Los tefructífera inventiva. El marcado acento de sus mas de los textos de Kipling no son nuevos en personajes ha sido un constante quebradero de su trayectoria: el odio y la venganza, el amor a cabeza para sus traductores. Sus cuentos de la Francia, la francmasonería, las secuelas morales India son tanto sobre los británicos en la India y físicas de la Gran Guerra, la figura de San Pacomo sobre los nativos de la India. Rezuman blo… Entre los relatos de este libro destacan en ellos la tierra abrasada, los bazares, Aurora malograda, La iglesia que halas lluvias, el calor, los barracones bía en Antioquía y Misericordias Los militares. La muerte de sus hijos no acordadas, una fábula en cuentos de Ki(primero Josephine en 1899 y donde el amor es más fuerpling son, como quiere en 1915 John) pudo provocar te que la muerte. ciertos rasgos existentes úniRicardo Piglia, cuentos camente en sus últimos textos, Javier Marías afirmó que con lomo y vientre, cuen- “los cuentos de Kipling son, como la estratificación de los significados, la condensación como quiere Ricardo Piglia, tos de doble lectura en un puñado de páginas de lo cuentos con lomo y vientre, que pudiera haber sido una novela cuentos de doble lectura. Enla reiteración la obligatoriedad de leer cierran a veces toda una literatura entre líneas para deducir los datos ocultos y la posterior; así, leyendo determinados cuenrelevancia de los encabezamientos. tos se entiende mucho mejor de dónde viene y cómo funciona Borges”. Borges, siempre Borges.

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IV Encuentro Nacional Arte Mujer ‘Matilde Hidalgo de Procel’ 2016

C

on la presencia de estudiantes, docentes, representantes de instituciones públicas y organizaciones femeninas, el pasado 4 de marzo, la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, Núcleo de Loja abrió las puertas al pensamiento formativo en el ámbito cultural, musical dancístico y de las artes plásticas y visuales en homenaje a la pionera de los caminos de superación para la mujer ecuatoriana y latinoamericana, Matilde Hidalgo de Procel.

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La actividad se inició con las palabras de Félix Paladines, presidente de la institución haciendo un saludo alusivo al Día Internacional de la Mujer y destacando el alto grado de convocatoria que tiene este evento, cuya parte académica contó con la participación de la historiadora guayaquileña Jenny Estrada, Alicia Ochoa de Suing, Soledad Aguirre de Rengel y María Rosa Romero de Samaniego.


En el desarrollo del evento se realizó la presentación de la cartilla escolar ‘Matilde Hidalgo de Procel, la lojanita invencible’, trabajada en la parte conceptual por Alicia Ochoa y Jeannet Coronel quienes fundamentaron este trabajo en el libro ‘Una mujer total’, escrito por Jenny Estrada. Como parte de este acto cultural se contó con la participación especial del ensamble de Docentes del Conservatorio Superior Salvador Bustamante Celi, bajo la rectoría de la Secretaría de Educación Superior de la Ciencia,

Tecnología e Innovación, SENESCYT, así como de Marcelo González Tinoco, ganador de la mención Independencia de Guayaquil en el I Concurso Nacional para Jóvenes Compositores del Pasillo, organizado por el Municipio de Guayaquil y el Museo Julio. Además en las salas de exposiciones Kingman fue inaugurada la muestra colectiva ‘Mujeres en el Arte’ con la participación de: Tania Sáez, María Dolores Coronel, Claudia Bravo, Antonieta Maldonado Coronel, Rina Guamán Aldaz,

Ashly Curay, María Cristina Sánchez, Adriana Maldonado Sánchez, Bertha Orellana, Patricia Soledad Tapia, Gabriela Granda Rojas, Paulina Salinas Erreyes, Lida Riofrío y Jeannet Coronel. Mientras que en la Ángel Rubén Garrido dio apertura a las muestras de Gerardo Sáez Muñoz con la serie esculto-pictórica ‘Neohumanismo del III Milenio’ y de Pablo Ortega Salinas con la muestra escultórica ‘La edad de la belleza’.

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Solidaridad

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n espíritu de solidaridad y fraternidad nacional es el sentimiento que respalda a los damnificados por el sismo de 7,8 grados en la escala de Richter que afectó principalmente a Manabí y Esmeraldas, el 16 de abril a las 18:58. Imágenes de muerte y catástrofe rondan aún como un fantasma que no quiere despegarse de estas provincias, cuyas playas y comunidades eran antes un atractivo turístico y, hoy ese paisaje encantador y alegre se desvanece como un suspiro entre la brisa del mar, dejando una huella de sufrimiento y pesadumbre. Pero, después de esta tragedia inesperada e imprevista, la solidaridad inicia un ciclo y supera los límites de la catástrofe, las voces se unen, el apoyo se evidencia con las donaciones de vituallas, medicinas y alimentos. Las redes sociales hacen eco de propuestas y algunos países se suman a este grito solidario del pueblo ecuatoriano que arrima su hombro para miles de seres

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que perdieron todo o casi todo. En este proceso la Casa de la Cultura Ecuatoriana se hace presente y solicita a los creadores plásticos que entreguen sus trabajos para luego subastarlos y direccionar los fondos recaudados a las víctimas del sismo. Y los artistas plásticos lojanos con gran nobleza se han sumado a esta causa, plasmando en imágenes el renacer, lo infinito, lo divinamente humano, lo frágil y dando pinceladas de hidalguía que no son más que un grano de arena para esta causa infinita que refleja arte y cultura. Raúl Pérez Torres, en el caso de la autonomía de la Casa de la Cultura Ecuatoriana afirma que «Ahora necesitamos corazones antisísmicos para trabajar juntos por la reconstrucción de la Patria, y eso solamente lo podemos acometer desde la cultura. Todo lo demás es fácil»… Ahora el arte se manifiesta y se une a esta cruzada nacional.

Arte José Antonio Mora

Bayardo Cuenca

Catalina Villam Adriana Jaramillo

Jeannet Coronel

Claudia Bravo


José Antonio Mora

José Antonio Mora

José Antonio Mora

María Dolores Coronel

Tamara Jima

Adriana Jaramillo

Tamara Jima

Tania Sáez

magua

Efrén Guamán Mosquera

Tamara Jima

Paúl Ramírez

Tania Sáez

José Antonio Mora

José Antonio Mora

José Antonio Mora

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LA MÚSICA ECUATORIANA DURANTE EL SIGLO XX Vicente Jaramillo Fierro

1. Resumen histórico El contexto socio-económico de Ecuador al iniciar el siglo XX nos muestra un país que de exportador de caucho, cacao, café en los primeros cincuenta años y banano en los sesenta, se convierte en exportador de petróleo en 1972, entrando así en una etapa de mayor dependencia con el capitalismo internacional y la ficción de un país moderno. La Ley de Reforma Agraria expedida en 1964, priva a los campesinos de la tierra productiva de las haciendas que caen bajo la Ley, circunstancia que produce un fuerte fenómeno migratorio campesino a la ciudad, con la consiguiente desestructuración del sector agrario. La década de los setenta es muy importante para entender el nuevo proceso cultural que se produce en la cultura, las artes y particularmente en la música. En lo político, la dictadura de Guillermo Rodríguez Lara exhibe un proyecto con membrete revolucionario sobre la base de un país petrolero, proyecto que se materializa en la construcción de grandes obras públicas, que dan la ilusión de un país desarrollado y moderno. Esta imagen de modernidad se concentra principalmente en las ciudades de Quito y Guayaquil, donde la mano de obra atraerá a los grupos humanos desocupados, que, como veremos, su presencia incidi-

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rá en el movimiento musical de las siguientes décadas del siglo. Con relación a la música, se asiste a un doble fenómeno socio-cultural como lógica consecuencia de las tendencias musicales modernas, la situación económica de las clases medias y un nuevo grupo humano en condición de marginalidad. Los modernos medios de difusión propician el conocimiento e imitación de los grupos musicales del momento, que emulan la imagen y música de los Beatles, The Rolling Stones y los grupos del cono sur: Iracundos, Ángeles Negros, Pasteles Verdes y los cantantes de moda, Leonardo Fabio, Leo Dan,

Sandro ,etc., y los contemporáneos europeos. Tal novedad, alimentada por los medios de difusión, más la idea de lo moderno, propicia la subvaloración de las músicas tradicionales y de raíz indígena. Mientras tanto, la modernización de las estructuras económicas y políticas nacionales, como efecto de la mala aplicación de la reforma agraria, trae como consecuencia la desarticulación de la incipiente organización rural y se producen grandes flujos migratorios hacia las ciudades de Quito y Guayaquil, centros de materialización del aparente proceso de modernización. Consecuentemente, la concentración de una amplia variedad de elementos


ginado a través de la canción y muy particularmente en el pasillo, género que adquiere con él la fisonomía de una canción sencilla, pero altamente sentimental. Si durante los años treinta el pasillo contenía generalmente el sello trágico del amor no correspondido, el pasillo de los setenta se volverá ampliamente explicativo de esta nueva realidad social, aunque seguirá manteniendo con más fuerza su naturaleza sentimental. 2. La música popular

culturales, fruto de las aglomeraciones humanas heterogéneas, produce una hibridación de costumbres y tradiciones culturales diversas, cuya manifestación en la canción popular se evidenciará muy pronto. Las condiciones sociales y conflictos sentimentales surgidos de las circunstancias en que se produce el abandono de la población rural y el impacto de las exigencias urbanas, comienza a manifestarse en los ritmos populares, pasillo, bolero y vals. En esta circunstancia surgen representantes populares de la canción como Julio Jaramillo, artista que cumple un papel preponderante en la circunstancia del pueblo mar-

La música popular, considerada como la música proveniente de la gran masa del pueblo, y que contiene códigos propios, identificables por un buen sector de la sociedad, que la comprende sin que medie para ello un estudio intelectual (César Santos, ENCICLOPEDIA DE LA MÚSICA ECUATORIANA), estuvo en los primeros años del siglo asociada con la llamada música académica; pero con la creación de los conservatorios y su formación escolástica, se fue abandonando los códigos populares, por lo que esta música optó por sus propios medios de expresión. Por las décadas de los veinte y treinta, la difusión de las músicas, europea y norteamericana, modificó los patrones de la música popular, porque las empresas discográficas crearon sus propios estereotipos y formatos musicales que les permitían mayores beneficios. Hubo, por tanto, una mayor exigencia en la creación y la interpretación, aunque este procedimiento ahondó más la brecha entre la música que se proyectaba hacia el extranjero y la canción genuinamente nacional, que fue perdiendo acogida en los medios de difusión. La formación musical dada en los conservatorios de Quito (1770), Guayaquil (1928), Cuenca (1937) y Loja (1943), produjo varias generaciones de músicos tanto de formación estrictamente académica como de formación musical media. Los primeros,

influenciados por las corrientes nacionalistas europeas, crearon obras de mucha calidad, aunque por la poca formación del público, muchas de ellas no han sido conocidas; en cambio, las creaciones de músicos de formación musical media han sido conocidas por el público a través del disco, ya que fueron las preferidas por las empresas discográficas. Con todo, las creaciones musicales de autores, tanto académicos como de formación media, han contribuido a definir el carácter de la música llamada “nacional”*, generando identidad musical de un buen sector de la sociedad ecuatoriana. 3. La música rocolera La mixtificación de los géneros musicales ecuatorianos por las relaciones musicales con los países latinoamericanos, principalmente México y Centroamérica, produjo un estilo de música que constituyó una respuesta popular a la elitización de la música por los compositores académicos y la exigencia de las empresas discográficas para lograr mejores posiciones en el mercado. Es la música llamada rocolera, que tomó su nombre del aparato reproductor de discos accionado por una moneda y que estaba ubicado en cantinas y bares de mayor o menor categoría. El estilo se inicia ya por los años cuarenta y toma impulso y popularidad con la presencia de los cantantes Olimpo Cárdenas y particularmente con Julio Jaramillo. La popularidad de estos cantantes sumada a la circunstancia social que produce la migración del campo a la ciudad de grandes grupos humanos de diferentes sectores del país y su identificación con artistas y músicos identificados con su particular circunstancia y las empresas discográficas que dieron a Julio Jaramillo renombre internacional, ha significado también la valoración y reconocimiento de la música rocolera, reconocimiento que aún se mantiene vigente.

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de la II Guerra Mundial ha prendido en Ecuador el rock con una enorme diversificación, y con buenos representantes como Los Corvets, Grupo Bodega, Contravía, Tranzas y un ejército de cantautores y suscitadores.

4. Nuevas tendencias. La Nueva Canción Por los años setenta y en coincidencia con las dictaduras impulsadas por Estados Unidos para frenar el Comunismo en Latinoamérica, y los procesos políticos del cono sur (Argentina, Chile, Perú, Bolivia), surge una corriente musical que partiendo de las manifestaciones musicales tradicionales, indígenas y otros sectores sociales excluidos llevará al movimiento denominado Nueva Canción Latinoamericana. Siguiendo modelos de Chile y Cuba surgen en Ecuador los grupos Pueblo Nuevo, Jatari, Yerbales, Illiniza, que promueven una canción de corte proindigenista, con evidente influencia andina de Perú y Bolivia. Esta tendencia evolucionará más tarde hacia la llamada canción contestataria o de protesta política, con buenos cantautores como Jaime Guevara, Promesas temporales, Trosky Guerrero, Tulio Bustos, Benjamín Ortega y muchos más. La Nueva Canción evidencia un fenómeno que debe ser considerado en el análisis de las músicas populares: ser intérprete fiel de las formas sociales que a través de la historia definen musicalmente las circunstancias populares, dándoles un contenido estético.

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5. Rock, Música Pop, Jazz, Balada, Balada Rítmica, Música Urbana, etc. El siglo XX no agota la existencia de otras manifestaciones musicales que han surgido por influencia de los medios de comunicación y el comercio discográfico. Se produjeron a finales del siglo varias tendencias musicales: rock, pop, balada, balada rítmica, etc. Recordamos a Cruck en Karnak, Tercer Mundo, Darío Javier, Darwin, Ricardo Peroti, Pamela Cortés, Ricardo Willams, por señalar los más populares. Ante la competencia comercial de grupos foráneos, varios de estos grupos y personajes han desaparecido, pero son parte del movimiento musical del siglo XX. Las décadas de fines de siglo se han caracterizado por un sincretismo de tendencias que recogen elementos de la música andina, la música afroecuatoriana y el jazz, como ejemplos. Se la ha denominado música urbana, aunque hay que establecer la salvedad de que lo urbano no excluye las influencias de las tradiciones rurales, y así lo señalamos al referirnos a la música rocolera. Recordamos a cultores como Los Amauta, Promesas Temporales, Grupo Canela y cantautores como Hugo Idrovo, Juan Carlos Terán, etc. Del movimiento cultural-musical de finales

Han sido muchas las influencias musicales que se han dado en el siglo y hemos entrado en el presente a la llamada música de la posmodernidad, en donde se multiplican las propuestas, los conceptos así como las exclusiones; de tal modo que bajo la multiplicidad de propuestas el oyente ya no es un receptor del mensaje musical sino solamente un usuario, que busca la canción de moda, que la busca como se busca un bocado que se consume en el momento. Y como reflexión final. Nunca hemos estado tan rodeados de música y por eso, frente a tanta abundancia hemos ido perdiendo la capacidad de interpretar su verdadero lenguaje, y lo que es más grave, la música de finales del siglo y la primera década del nuevo va perdiendo su referente cultural porque no fortalece la identidad local y nacional sino que nos construye varias identidades, perdiéndose así el gran poder comunicativo que ha caracterizado a la música de todos los tiempos y de todas las culturas. *Nota. Pusimos entre comillas la palabra nacional como referente de la música ecuatoriana, porque actualmente el término ya no define al arte o música que procede de las tradiciones ecuatorianas, pues lo nacional se refiere a todo lo que se crea en el país, aunque no se relacione con lo genuino o tradicional. Tal es el caso del rock u otras manifestaciones musicales foráneas que, por otra parte, han tenido gran influencia en la música ecuatoriana.


Reseña

Fantasmas del inv ier n o de

Luis Mateo Díez Carlos Ferrer Academia de Artes Escénicas de España

Tras unos comienzos poéticos en la revista Claraboya (19631968), de la que fue cofundador y director, el leonés Luis Mateo Díez (n. 1942) ha sabido dar a su prosa un cauce natural distintivo, que es el que convierte esta novela en una “ciudad de sombras” espléndidamente trazada, con potencia expresiva y fluidez narrativa, con perfección estilística y fuerza simbólica. La obra narrativa de L M. Díez, lector asiduo de los novelistas rusos, se ha ido acumulando, ganando intensidad e iluminando más y mejor el camino por el que discurre, como lo demuestra en Fantasmas del invierno publicado por la editorial española Castalia y por Alfaguara. Y es que desde los siete años L. M. Díez escribe y escribe y escribe, porque “la experiencia de lo imaginario, que es la escritura, para mí es suficiente”. Tan suficiente que casi su vida está más en lo imaginario que en la realidad, como ha llegado a confesar en alguna ocasión. En 1992, L. M. Díez apuntó una cuestión que Fantasmas del invierno confirma. Decía que “en todo arte de narración o representación la vida es fuente, bien para emularla o para suplantarla. Y probablemente la orientación de lo que la novela moderna es o pretende ser está ahí, en esa profunda transformación que supone no copiar la vida, sino suplantarla, no depender de ella como ineludible punto de referencia sino sustituirla desde otra realidad imaginaria en que la novela se constituye”. Desde Camino de perdición

(1995) empezó a construir territorios o realidades imaginarias y a darles nombre, escribiendo desde la memoria, pero filtrándolo todo a través de la imaginación que es -y no es sólo- la memoria fermentada. Así propiciaba un encuentro placentero entre la imaginación y la vida, entre la fantasía y la memoria, y conseguía una identidad propia como escritor mediante la conquista de un mundo de ficción. Una identidad en la que la lucidez es una ayuda, la madurez un aval y la ambición un baremo de los retos literarios. Una identidad sustentada, por lo tanto, en la memoria, la imaginación y la palabra, que es el punto de madurez de un novelista, cuando lo fundamental está en lo imaginario y no en la vida. El autor de La fuente de la edad ubica esta novela en Ordial para reflejar un crudo invierno de posguerra en 1947, en el que todavía permanecen anclados los desastres de toda guerra con sus miserias y tristezas. Respecto a la creación de un mundo imaginario, con localizaciones y nombres propios, como su célebre Celama, L. M. Díez ha indicado que “siempre he sentido la necesidad de crear un territorio que fuese el espejo de mi propia imaginación y que sostuviese todo lo que yo quería contar. Pero más que un refugio de la realidad, que también lo es, la conquista de un territorio literario supone la conquista de la propia libertad”. Ordial se localiza en una indeterminada zona del noroeste es-

pañol, una geografía imaginaria que acoge su mirada del mundo y la experiencia que nutre su memoria y que es un elemento sustancial de la leyenda. Una leyenda oscura que pertenece a una memoria imposible de recordar, una historia dura dentro de una fábula terrible con ese brillo turbador de lo siniestro y la tara de la desdicha, de la desolación. Un ambiente desgraciado y hambriento que conforma un tétrico microcosmos, en el que los personajes deambulan ante la imposibilidad de olvidar sus desdichas y vagan entre el remordimiento y el silencio, el secreto y las ruinas de la guerra, mientras asisten pasivos a los embates del destino sin ser capaces de combatirlos. Una ciudad fantasmal al igual que los seres atormentados que la pueblan, “héroes del fracaso” que se mueven al son de una monocorde música del remordimiento. Una historia de fantasmas, despojos y ruinas con algunas pinceladas de humor, entendido este como una forma de distancia y de complicidad, de distancia con la realidad y de complicidad con el lector. En el hospicio El desamparo sobreviven un puñado de huérfanos de la posguerra y en él sucede el elemento central de la intriga de la fábula, el asesinato de un niño y la posterior investigación del comisario Alicio Moro en medio de esa galería de desamparados rodeados de nieve donde habita el silencio y ni siquiera el Diablo quiere vivir. Vivir entre fantasmas del invierno.

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María y la magia de los cuentos celestes Galo Guerrero-Jiménez

El escritor mexicano Juan Domingo Argüelles, especialista en temas de lectura y escritura, señala que «escribir y leer son dos privilegios del vivir. Únicamente dos de los muchos a los que podemos tener acceso. Se vale, por supuesto, que haya gente que sólo viva para escribir y leer. El pleno ejercicio de su libertad se lo permite, y podemos lamentarlo o celebrarlo, pero no tenemos derecho a impedirlo» (2014, p. 181). En efecto, estos dos grandes privilegios del vivir ha elegido, y a muy temprana edad, nuestra apreciada, admirada y respetable escritora María Celeste Torres Córdova. Pues, esta hermosa niña catamayense, al ofrecernos de su “puño y letra”, y sobre todo con su talento y encanto infantil, su primera muestra narrativa que en forma de libro recoge 19 sabrosísimos relatos, lo que ha hecho es demostrarnos el derecho que tiene, y dentro de la más plena libertad mediada por el cuidado de sus padres, de su familia y de sus maestros, para escribir lo que como producto de su más granada sensibilidad humana ha podido lograr hasta ahora: la escritura de estas bien trazadas historias literarias que al leerlas es posible disfrutarlas porque el condumio de su porte espiritual, de su amor por la vida, de su candor, y sobre todo de su vocación para escribir sin mayor dificultad que no sea la del esfuerzo, la disciplina y el conocimiento que de su lengua materna tiene para con elegancia y calidad estética poder expresar lo que el escritor italiano Luigi Pirandello decía con mucho acierto: “Todos tenemos dentro un mundo de cosas; cada uno su mundo de cosas. En las palabras

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que digo pongo el sentido y el valor de las cosas tal como están dentro de mí” (citado por Pradelli, 2013, p. 51). Y el mundo de cosas que esta hermosa niña escritora tiene las expresa con el mejor sentido humano y literario que es capaz de verter en cada cuento, en cada historia, en cada moraleja que con entusiasmo narra para deleite de los lectores que con facilidad podrán adentrarse en el sabroso mundo de las princesas, de las flores, de las rosas, de los peluches, de los ositos, de las mascotas, del león, del gallo, de la hormiga, de los pollitos, del gato, del monstruo y de otros temas que son de la predilección de María Celeste, y que con los recursos literarios de la hipérbole, de la prosopopeya, de la adjetivación y de ciertos nombres en diminutivo, le ha sido posible configurar a personajes literarios que desde el mundo de la flora y de la fauna nos encaminan a la toma de una lectura amena en cuyo propósito nace decir lo que señala la escritora argentina Ángela Pradelli cuando menciona que “todo es una lectura, y todos somos, a su vez, la lectura que los otros pueden hacer de nosotros mismos. La diversidad de los mensajes, de los códigos, de los registros nos hace tropezar con la multiplicidad de significados y nos obliga a decir nuestras interpretaciones, al mismo tiempo que un universo de posibilidades explota a nuestro alrededor. Ac ada paso que damos se abren para nosotros infinitas lecturas” (2013, p. 19). Y esto es lo importante en toda circunstancia literaria: las infinitas lecturas, las interpretaciones y los significados que un buen lector puede extraer. María y la magia de los cuentos celestes se presta

para, insisto, un buen disfrute lector, sobre todo porque la creatividad literaria de María Celeste va en consonancia con lo que sostienen los escritores españoles José Antonio Marina y Álvaro Pombo cuando aseveran que aprender a expresarse es, “en el fondo, aprender a manejar la propia inteligencia, porque la inteligencia humana es estructuralmente lingüística: pensamos con palabras, nos interpretamos mediante palabras, gracias a ellas dirigimos la acción, y por ellas nos entendemos o malentendemos. La palabra hablada es el núcleo esencial de este gran dinamismo de la inteligencia, pero la escritura es su máxima realización objetiva, la que nos permite crear grandes obras del pensamiento o del arte, la gran generadora y transmisora de la cultura” (2013, p. 16). Y como la literatura, por su plurisignificación, siempre nos ofrece una visión de la vida humana, sobre todo por la oportunidad que nos da para hacernos “un diagnóstico profundo del hombre actual que permita abrirle rutas fecundas” (López, 1997, p. 20) y desde la libertad más plena que el escritor tiene para ficcionar la realidad, para imaginarla y para inventarla, y ante todo para proyectarla como un objeto artístico, de manera que el disfrute, la reflexión y la actitud crítica del lector le permitan conocerse a sí mismo y en su ineludible relación con el mundo pueda, desde la obra literaria, encontrar la riqueza significativa que las palabras tienen no solo en su literalidad, sino fundamentalmente en su trascendencia para inferir ese mundo ilimitado de posibilidades literarias desde una “conciencia posicional de que el mundo es un valor, es decir, una tarea propuesta a la libertad humana” (Marina y Pombo, 2013, p. 48).


Por consiguiente, el mundo literario que María Celeste ha creado desde su más plena conciencia posicional tiene un valor no solo literario sino ético en cuanto que ha preferido, desde el accionar de sus personajes literarios, animalitos y plantas, en la mayoría de los casos, ofrecernos un campo de realidad axiológico y cuya identidad está direccionada a promover un determinado tipo de valor en cada cuento que ella crea; así, el interés por los desamparados, por el valor de la compañía, de la felicidad, del perdón, de la valentía, del trabajo bien realizado, la gratitud, la colaboración, la solidaridad, son evidentes en cada porción de realidad literaria que desde la técnica de la introducción tradicional al estilo de los cuentos de hadas o llamados maravillosos, empieza su historia diciendo: “Había una vez” “Érase una vez”, “Cuenta la leyenda”, o introduciendo la historia directamente señalando el lugar preciso en donde se desarrolla la trama: “En un jardín muy grande”…, “En el campo nació un capullo de rosa”…, “Daniel tenía un problema”…, “En una linda casita en

donde vivían dos niñas”…, “En una granja había muchos animales”…, “En un país tan lejano pero tan lejano”…, “En una región apartada de la China”…; o, el final de la historia que a veces concluye con la clásica sentencia de “Chapatín chapatado este cuento se ha acabado” o cerrando el cuento indicando que el problema de la trama está resuelto. Esta técnica del cuento cuya conclusión es una acción terminada, cerrada, es vital para expresar la intencionalidad ética que María Celeste tiene en el accionar narratológico que en cada relato es evidente. En conclusión, lo que María Celeste Torres Córdova ha hecho de su tierno libro de cuentos es una magia de palabras bien trazada, suficientemente bien contada, con un estilo claro, sencillo, transparente, ameno, sugerente; y, aunque haya ciertos defectos de lenguaje de carácter morfosintáctico y ortográficos, sobre todo en el uso de la coma, es lo que, justamente, da la medida de quien ha escrito este manojo de cuentos maravillosos: una niña que, para su corta edad, más bien evidencia un buen manejo de la

lengua, como si se tratase de un adulto muy culto que con soltura y conocimiento de causa camina con prosa, con donaire y con un estilo sobrio por los vericuetos de una de las disciplinas más humanas y humanísticas: la literatura, en este caso en su variante del relato corto, colorido, fabuloso, y cuya potencialidad de sentido narrativa y axiológica “pone el acento –como dice la investigadora Liliana Pazo- en el aspecto temporal y dramático del relato; la descripción se detiene sobre los objetos, por eso parece suspender el curso del tiempo e instalar el relato en el espacio” (2011, p. 70) de su mundo poético, alegre y de ensoñación que María Celeste vive con una bien calmada solvencia intelectual y emocional, sobre todo pensando y trazando nuevos ideales narratológicos y amenamente poéticos que, estoy seguro, fluyen con dinamia en esta nueva y flamante escritora que, desde ya, con sobra de méritos ha ingresado, altiva y sonriente al campo más dinámico y estético que nuestra realidad mundana tiene: la literatura.

16 Aniversario de de ARtístas PlástiPublicaciones delalaASociación CCE -Loja cos y Visuales de Loja

Escribir es destruir nuestros fantasmas Benjamín Carrión.

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NARCOS: PLATA O PLOMO O EL PARTICULAR ACENTO DE UN PARADIGMA Wilson R. Castillo T. CRÍTICO DE CINE Durante varios artículos escribí sobre la época dorada de las series de televisión que presenciamos recientemente. Es un hecho incontestable que atravesamos un tiempo en donde los productores detrás de series iconoclastas, superan de forma humillante -en especial al sector del cine comercial- a los refritos, remakes, mixturas intragables y sub productos que no hacen otra cosa que enaltecer de rodillas al fenómeno antes mencionado. Una de esas series y seguro la más importante de la cadena que la emite, Netflix, ¿les suena el nombrecito? Se apersonó del sector televidente más ávido de experiencias violentas, de series con carácter, que no se andan con dudas ni concesiones, que son imponentes. Una de ellas se sitúa en un lugar altísimo, luego de culminar su primera temporada, se trata de Narcos creada por la trilogía de Chris Brancato, Eric Newman y Carlo Bernard. El tema de los narcotraficantes está muy extendido en la historia del cine y la TV. En el primero recordar obras de culto como: Scarface de Brian de Palma, Ciudad de Dios de Fernando Meirelles, o El Infierno de Luis Estrada. En la televisión rememorar series como: The Wire o Breaking Bad, que nos remiten a antecedentes de renombre mundial. El narcotráfico, es una temática que maravilla a los cinéfilos del mundo, abordada nuevamente este año, de forma contundente por Narcos. Serie poderosa que tiene fortalezas propias y que no intenta en modo alguno copiar fórmulas de las obras antes citadas. Narcos marca su propio territorio con sangre, violencia extrema, sexo cotizado y múltiples matices, en donde los buenos no lo son tanto y los malos tienen también sus

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sentimientos. Una obra que representa el momento actual de mezcla cultural que vivimos, muestra de ello: la obra está hablada mayoritariamente en idioma español a pesar de ser presentada a nivel mundial. Narcos es una serie que avanza a convertirse en obra de culto por razones diversas. La obra presenta un protagonista, Wagner Moura, actor brasileño que representa la vida de Pablo Escobar y su acento natural, sumado al paisa que interpreta, le otorga una mixtura curiosa, hipnótica y sobre todo única. Sabemos que un paisa no hablaría así, pero es tal el grado de maestría en su actuación que sobrepasa las críticas y uno se rinde ante su trabajo. He hablado de Pablo Escobar, el líder del Cartel de Medellín, sobre quien se han filmado innumerables documentales, películas y adaptaciones. ¿Pero qué hace que Narcos se sitúe por sobre todas ellas? Pues su factura, su impecable puesta en escena, la producción abrumante que tiene y –lo digo como crítico latinoamericano- el factor histórico riguroso, tanto visual como investigativo que ostenta, a pesar de que ellos digan lo contrario. Mucho se ha criticado al casting de la serie, lo cierto es que Narcos, tiene una excelente detallismo y excentricidades propias de la serie B, que harán las delicias de los cinéfilos más extremos, bizarros y más acostumbrados al plenilunio del plomo, la sangre, las vísceras y el sexo. Yo me decanto por el guión que resume la historia, digamos que reciente de nuestros países latinoamericanos: corrupción en todas las esferas de poder y crímenes cometidos por narcos que dan la cara y por políticos que la esconden. Feliz año Frelancers!


Ana Paulina Soto

La poesía como un espejo, el mundo visto a través de los ojos del poeta

¿

Qué implica que la poesía sea un espejo? Un espejo refleja exactamente el mundo al cual vislumbra. No lo aumenta, como una lente, no lo deforma como las ondas del agua, no lo difumina como un velo. ¿Se puede hablar de una característica tan exacta, científica si se quiere, cuando hablamos de poesía?

A

ntes de ocuparnos de las superficies pulimentadas y su reflexión total, hablemos un poco del creador del espejo: el poeta, la poetisa. ¿Quién es esta persona? ¿Por qué existe? ¿Cuál es su misión?

L

a primera impresión que se le da al mundo acerca de estos personajes es que a cualquier persona le puede llegar la inspiración: “de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”, nos dice el refrán. Dicho de esta manera, nos da la idea de que cualquier ser humano puede echar versos y construir poesías lindas. Y es que las palabras son lindas y poderosas. Las mujeres sabemos cómo alimenta nuestro ego el escuchar

frases hermosas, y como hieren las groserías y los malos tratos como si fueran golpes. Sin embargo, la poesía no se trata de soltar frases hechas, ni cumple su función en enamorar a las mujeres. Este popular refrán, aunque se repita incansablemente, no es del todo cierto.

O

tra de las impresiones que da el estereotipo de poeta a la sociedad, es el de ser algún vago, bueno para nada, conflictivo, enamorado y bastante pretencioso. Recuerdo un gráfico que aparece en la “Guía para la vida” de Matt Groening titulada: “Como ser un genio poético”. En él se ve a Bart Simpson disfrazado de poeta y lo que salta a la vista además de la boina y su aspecto exótico es su expresión de estar hastiado del mundo y poco preocupado por su salud. Además, ofrece algunas frases útiles para sonar como un verdadero artista, como por ejemplo: “cuando sea famoso, te arrepentirás”, “nadie me comprende”, “el sufrimiento alimenta mi arte”, “¿habrá canapés en la inauguración?”, “sois un puñado

de vendidos”, “podría escribir así hasta dormido” y el infaltable “¿me prestas diez dólares, colega?”.

E

ste paradigma aparte de ser cómico no sirve para dar ninguna perspectiva, porque el poeta, la poetisa, no se basan en su aspecto descuidado, en usar ropa extravagante o en su vida bohemia y licenciosa. Sé que tenemos algunos suicidas entre nuestras filas; sibaritas, adictos, pendencieros, dementes, deprimidos y depresivos. Cosas que pasan. Todas esas costumbres son externas, o más bien, secundarias en cuanto a la principal característica que debe poseer y posee un verdadero poeta.

E

sta característica es su capacidad de observación. Un poeta es eminentemente un observador. Un observador claro y prolijo, un observador detallista y profundo, holístico, total, pragmático y evidente. Igual que un científico, mejor que un filósofo con un nivel elevado de análisis y comprensión del mundo.

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E

s por esto que declaro que la poesía es un espejo. Un cristal que describe la perfecta reflexión de la observación del poeta. El poeta, utilizando esta herramienta, el poema, demuestra, regala al mundo una creación única de tal forma que nos inunda de una luz reveladora. Robert Penn Warren de forma acertada explica: “En el fondo, un poema no es algo que se ve, sino la luz que nos permite ver. Y lo que vemos es la vida.”

E

ste instrumento de medida que resulta ser la poesía, que resulta tan revelador, puede que confunda a una mente no preparada. Como ya lo dije antes, puede ser que se piense que “de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”, es probable pero poco posible si no se cuenta con una preparación adecuada. Sí se necesita una mente educada para poder interpretar la poesía, así como se necesita de un marinero experto para leer las cartas de navegación, o de un físico astrónomo para leer los mapas estelares.

Y

, puesto que, la poesía es un instrumento exacto, un espejo de reflexión total, un testigo fiel del mundo, tanto exterior como interior, vamos a definir sus características, que las he resumido en tres: la poesía es verdadera, libre e intelectual.

1. La poesía es verdadera.

¿

Qué entendemos por verdadero? Según el Diccionario de la RAE, la palabra verdad tiene varias acepciones, entre ellas: 1. f. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente. 2. f. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. 3. f. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente.

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L

a mente del artista es bastante clara en expresar el concepto de las cosas en plena conformidad con su naturaleza. Por ejemplo, el actor, cuando interpreta un papel, no está fingiendo, lo vive íntegramente. Cuando se ve un mal actor, se lo distingue porque “suena aprendido”, el mal actor parece estar leyendo sus líneas y sus expresiones se ven falsas. Pasa igual en la poesía. Una visión de la expresión conceptual del poeta toma forma de un texto en el que se refleja exactamente la naturaleza de cierta escena del mundo, que ha sido capturada por el poeta. No hay que olvidar que las emociones, sentimientos, son reales y de esa forma se transmiten hacia el lector. Cuando el poema se contiene, se siente falso. Como lector se puede sentir el miedo, la inseguridad de quien se inicia en esta tarea.

J

oseph Joubert nos dice acertadamente: “Muchos van hacia la verdad por los caminos de la poesía. Yo llego a la poesía, por los caminos de la verdad.” La labor del poeta es complicada, extenuante, incomprendida, pero de ninguna manera, es mentira. Me gustaría de plano eliminar ese concepto, pues he escuchado varias veces que las personas, personas preparadas incluso, tratan a la poesía como un fingimiento, una hermosa falsedad, un ejercicio de retórica y muchas veces, un ejercicio de matemáticas, de contar sílabas, acentos, versos y figuras.

E

l hecho es que el arte para que sea arte, debe revelar una verdad, pero en el caso de la poesía, puede incluso tocar las fibras de lo inmortal. Nietzsche estaba convencido de que “el arte tiene más valor que la verdad”, y en cuanto a jerar-

quía del conocimiento, (vamos a explicar esta jerarquía más adelante) el arte está a un nivel superior a la filosofía. ¿Por qué? Principalmente porque nos transforma y nos enfrenta con nosotros mismos. Déjenme mostrarles como este grupo de palabras a continuación puede hacer que reflexionemos profundamente acerca de la paz cotidiana de cada día. Es el poema “Abraza la oscuridad” de Charles Bukowski:

La confusión es el dios la locura es el dios la paz permanente de la vida es la paz permanente de la muerte. La agonía puede matar o puede sustentar la vida pero la paz es siempre horrible la paz es la peor cosa caminando hablando sonriendo pareciendo ser. No olvides las aceras, las putas, la traición, el gusano en la manzana, los bares, las cárceles los suicidios de los amantes.


como ya lo mencioné antes y lo detallo a continuación. Observen lo que nos dice el experto chileno Carlos Viovy en su estudio acerca de cómo el ser humano adquiere el conocimiento desde sus primeros años, y continúa con la adquisición del conocimiento idealmente durante toda su vida, a través de los siguientes peldaños:

B

ukowski nos muestra una idea clara y novedosa: la paz es horrible. Esta es su visión. ¿Es verdadera? ¿Es verdadera solo para él mismo? Este autor no nos habla de las virtudes de una vida pacífica, sino de la paz que nosotros creemos que tenemos. Puede que no estemos en medio de una guerra, pero la muerte nos acecha. Parece que no pasa nada pero tenemos desengaños y violencia en las calles, y nos enfrentamos a la hipocresía de esta paz que sonríe, camina, habla y que parece que es. ¿Ha dicho Bukowski una mentira?

M

uchas veces, el público piensa en el arte como en un juego, un pasatiempo o cualquier actividad de entretenimiento. Nada hay menos acertado. El entretenimiento nos borra la memoria. Nos pierde momentáneamente en el tiempo, para que olvidemos quienes somos. El arte hace todo lo contrario. Nos encontramos a nosotros mismos en el arte, y jamás estamos tan plenamente conscientes de quienes somos, puesto que nos vemos reflejados en la obra artística. Es más, el arte forma parte de una jerarquía epistemológica que nos lleva hacia una realización integral como seres humanos

* Sensorial, cuyos únicos recursos son la intuición, los sentidos y los incipientes sentimientos.

* Empírico, que depende de los sentidos complementados con una razón primaria; se adquiere mediante experiencias.

* Científico, que busca la Verdad por medio de la razón plena pero comprobada por los sentidos.

* Filosófico, que especula con la razón pura en las interrogantes Lógicas, Éticas y de Bondad.

* Artístico, que se refiere a la Creatividad, la que armoniza Estéticamente a los conocimientos con los sentimientos, emociones e imaginación; y

¿

* Espiritual, conocimiento de lo invisible, que consolida la madurez de la conciencia, del carácter y de la personalidad mediante la integración de los sentidos y la razón con la fe.

Cómo podría entonces, de ninguna manera, ser el arte; y por lo tanto, la poesía, una mentira o un fingimiento, cuando de hecho, representa un nivel de conocimiento superior al filosófico? ¿Y no es acaso una etapa imprescindible para alcanzar un nivel espiritual, la cúspide del desarrollo de la mente de un ser humano?

V

icente Huidobro nos dice muy acertadamente en este poema titulado “Arte poética”:

Que el verso sea como una llave Que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando; Cuanto miren los ojos creado sea Y el alma del oyente quede temblando. Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; El adjetivo, cuando no da vida, mata. Estamos en el ciclo de los nervios. El músculo cuelga, Como recuerdo, en los museos; Más no por eso tenemos fuerza; El vigor verdadero Reside en la cabeza. ¡Por qué cantáis la rosa, oh Poetas! Hacedla florecer en el poema; Sólo para nosotros Viven todas las cosas bajo el Sol.

E

l poeta es un pequeño Dios. Esta hermosa poesía de Huidobro, nos habla del tipo de conocimiento artístico al cual he aludido anteriormente. La poesía como una llave. La divinidad para el poeta. Seres eternos que crean sabiduría, pero escondidos detrás de las palabras. Confunde, sí, cuando los poetas usan metáforas, símiles y demás como herramientas para expresar sus visiones. No son tan evidentes ni fáciles y bien puede confundirse estos elementos con una mentira. “El poeta es un mentiroso que siempre dice la verdad”, nos dice Robert Penn Warren, y es que no es fácil para el ciudadano común que se topa con los intríngulis y recovecos de un poema encontrar su imagen.

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Veamos, de Adalberto Ortiz, “Una ansiosa variación”:

busco una ansiosa variación de tema en el tétrico rocío que marca un decayendo implacable entre los soles y las rosas. Las heladas arruinan los fulgores y los tactos. Los helechos almizclados vigilan los caminos y rellenan el polvo sublimado hasta los cielos con una rota palidez de los cadáveres futuros en las ruedas del último accidente. Yo busco otra vez una ansiosa variación de tema y aquí me quedaré en silencio observando impertinente el corazón del precipicio hasta que me salga de pronto un brillante ojo tercero

B

ien, suponemos por obviedad que Adalberto Ortiz nunca tuvo un ojo en la frente, de otra manera, sería famoso por esta deformidad. Tampoco se lo conoce por su capacidad predictiva para saber cuándo sucederá un accidente fatal. Con calma estética, Ortiz nos habla de su búsqueda de temas en su labor de creación poética. Podemos verlo, incluso, mirando por su ventana al jardín y la carretera, y esperando que le llegue la inspiración poética. No ha dicho ninguna mentira, nos está mostrando, visualmente, emocionalmente, un momento de su vida en la que el pensamiento, de una forma exquisitamente contradictoria, no aparece.

N

o estoy diciendo que la poesía sea elitista y para unos pocos privilegiados. Lo que estoy diciendo es que im-

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plica trabajo, y un trabajo arduo, tiempo y esfuerzo, implica reflexión y un ver más allá de las apariencias, y tal vez lo que sea más difícil de tragar, aceptación. Porque a veces es muy difícil ver la verdad; incomoda. Darnos cuenta de que el mundo que nos rodea es tal y como lo describe la poesía contemporánea, puede que choque sobre todo si se está acostumbrado a mensajes fáciles, positivos sí, pero obvios y baratos como los que se publican por cientos a diario en cualquier muro de las redes sociales: “Los verdaderos amigos duran hasta el final. El resto son etapas del pasado”, “Nunca te olvides de sonreír porque el día que no sonrías será un día perdido”, “cuando tu amas y sirves a los demás, la vida te sirve y te ama a ti, pues siempre todo te vuelve multiplicado”. No son malos mensajes, y son agradables, pero son cápsulas de rápida digestión; anónimos, aunque muchas veces se los asocia fraudulentamente a nombres famosos. Si nos vamos por otro lado a un poema como este del quiteño Fernando Escobar Páez:

Como el condón nuevo que me puse cuando no se me paró bien la verga pero igual hedía o las cintas y medallas que mi madre colecciona para no recordar el desempleo crónico del que fue mejor alumno del curso doce años seguidos revistas porno ochenteras que mi padre no bota porque todavía tiene sueños. Ponerse la camiseta del equipo de fútbol justo el día que pierde el invicto con autogol del héroe de la infancia. Poemas malos que hice porque la chica de la que me enamoré

prefiere que escriba sobre el ano de Las Otras. (jamás sus ojos) Más feo que gárgola de iglesia pobre o año viejo sin camareta, el vecino de la tienda me fía la mitad de lo que necesito igual, le agradezco pudo ser peor, como Vicky, la “niña maravilla” de la tele hoy vive en un remolque. Fingir voz de robot no le sirvió de mucho cuando quiso incursionar en films tres equis. Pero no todo va tan mal: El tipo del shawarma donde me embriago lunes en la mañana es mi amigo. Me deja comer con las manos, usar el baño y no apaga la radio cuando estoy llorando.

S

í, a primera vista la atención se centra en las groserías y palabras soeces. Pero es en realidad un poema claro y hermoso; perfecta descripción de una intimidad hondamente depresiva del poeta. Escobar Páez nos muestra la soledad y la desesperanza que provoca nuestro mundo, un mundo en el que tenemos las altas expectativas creadas por los medios, expectativas que se transforman en una realidad dura y triste, en la que apenas podemos provocar compasión.

E

s hasta cierto punto comprensible el por qué la ma-


yor parte de la población no se encuentra preparada para leer o siquiera interesarse por la poesía. La instrucción poética en las escuelas se sigue enseñando con poemas del siglo XVII, y se exige la rima y el conteo de sílabas, para que el alumno “sepa algo mismo de poesía”. Las temáticas se abordan estrictamente desde su valor didáctico, y las más atrevidas no pasan de ser como la siguiente:

Pues bien, yo necesito decirte que te adoro, decirte que te quiero con todo el corazón; que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo tanto, y al grito que te imploro te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.

N

o pretendo quitarle méritos a Manuel Acuña, lo que digo es que un ser humano vive inmerso en un ambiente con el cual se identifica, y necesita que se le trate con sus propias realidades y tendencias. Y también con respecto a su edad. Si estamos hablando de infantes, lo lógico es que se aborde la poesía con juegos de palabras y rondas, puesto que están en edad de jugar; no con poesía española medieval, que puede ser culturalmente elevadísima, pero que es pesada hasta

para un adulto.

2. La poesía es libre.

S

egún el diccionario de la RAE, libertad es: Facultad de elegir su propia conducta. Estado opuesto a la esclavitud o condición del que no está preso. Poder inmanente al sujeto, en orden a su realización, que puede definirse como la capacidad de decidirse o autodeterminarse. Naturalidad, soltura, falta de cohibición en el comportamiento.

¿

Es la poesía realmente libre? ¿Tiene la facultad de elegir su propia conducta? ¿La tuvo en el pasado?

U

sualmente hacemos una distinción académica entre lo que es poesía libre y poesía clásica, siendo esta última una esclava de las normas: rima y medida.

P

ero, en términos generales, no existe tal distinción. Es decir, las herramientas con las que fue hecha la poesía, no son un motivo para deslucirla. O redefinirla. Son cuestiones de forma, no de fondo. Así se hacía antes, ya no se lo hace ahora. Pero los poetas de antes fueron tan poetas como los de ahora. Antes dijeron sus verdades con rima, ahora las verdades son más livianas, pero siguen siendo verdades.

N

o son pocos los poetas que han enfrentado la crítica (y a veces el horror) de la sociedad que los rodea. Que han sido tachados de inmorales, de promiscuos y de locos. Censurados por escandalosos, han sido luego aceptados por la siguiente generación como vanguardistas, precursores de una época. Nótese que no tiene la menor importancia si el poeta era clásico o no. Lo importante era que luchaba por sentirse

libre, y lograba la libertad a través de la palabra. Como ejemplo podemos mencionar a Sor Juana Inés de la Cruz, que era llamada por el monseñor Sega “fémina inquieta y andariega”. Ella nos trae una imagen clara de los momentos por los que pasó en su búsqueda de la libertad:

Tienes grande señorío; pero tu jurisdicción domina la inclinación, mas no pasa el albedrío. Y así librarme confío de tu loco atrevimiento, pues aunque rendida siento y presa la libertad, se rinde la voluntad pero no el consentimiento.

Esa libertad total, subversiva y reaccionaria asusta. Espanta. Nos hace sentir emociones encontradas, difíciles de reconocer o controlar. Nos asombra poderosamente porque azuza esa parte de nosotros mismos que se siente libre. Es libre incluso cuando dice que no lo es, como lo presenta el poeta Jorge Torres:

Si digo: LA POESÍA ES UNA TORRE DE BABEL, me acusarán de poco original. Si digo: LA POESÍA ES LA ORDENACIÓN DEL CAOS EN LA PALABRA, me acusarán de cursi. Si digo: LA POESÍA ES UNA CASA DE PUTAS Y LOS POETAS SUS CAMPANILLEROS, me acusarán de obsceno y procaz. Por eso cierro el pico. So pena, me acusen de complicidad.

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E

l poeta es libre de todo, menos de ser poeta. Esa vocación, ese espíritu, ese demonio si se quiere, no puede ser exorcizado del ser humano que está en su pleno ejercicio, así nos lo muestra Yanina Magrini en su poesía titulada “Noticia de último momento”:

Otra vez un poeta manifiesta en primera persona el instante fantástico de su lirismo. Quiere morir. Matarse con una rebanada de pan o una hoja de lechuga. Cree que puede irse y dejar su pequeño monstruo afuera.

L

a poesía puede llegar a ser peligrosa por su rebeldía. Políticamente incorrecta. Un poeta no está obligado a la denuncia social, pero, al ser un observador, fuertemente vinculado con el mundo que lo rodea, debe necesariamente describir su medio. Además, a veces, la única forma de protesta era la poesía. Así fue como lo hizo Abel Meerepol con su poema “Fruta extraña”. Era la única forma de denunciar los linchamientos a la gente afrodescendiente en EEUU.

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Los árboles del sur cargan un fruto extraño, Sangre en las hojas y sangre en la raíz, Los cuerpos negros se balancean en la brisa sureña Qué extraño fruto que cargan los álamos. Escena pastoral del galante Sur Los ojos inyectados y las bocas retorcidas Esencia de magnolia dulce y fresca Y el repentino olor de carne quemada

P

or último, y probablemente mis colegas poetas no están de acuerdo con esta idea, la poesía no está hecha para ser vendida. Es un bien de la humanidad, y debe darse libremente. Es verdad que lo que se da gratis no se aprecia. Se desprecia. Pero la poesía no es cuestión de precio, así como no se puede poner un precio a la libertad.

3. La poesía es intelectual

L

a emoción es un caballo desbocado. Los sentimientos no tienen freno, ni orden, ni concierto. Son señales de auxilio de las necesidades básicas que aprendemos a ponerles horario, a aguantarlas. Los bebés nacen sin tener un control sobre ellas, y poco a poco, por costumbre, por conveniencia, por buenas razones, ellos aprenden a no hacer berrinches cuando tienen hambre, a esconder el enojo o la tristeza en público, a disimular el cansancio sin llorar o gritar.

E

ntonces, los poemas, que son piezas de arte tan difíciles de lograr, tan pulidas, que deben guardar una imagen, un ritmo interno, un lenguaje culturalmente adecuado o elevado,

no son, no podrían ser por sí mismas emocionales.

L

a emoción es un instinto puramente animal, de inmediata realización. La poesía por otro lado tiene una alta calidad de pensamiento, ya lo mencionamos, superior al filosófico. Realmente es una equivocación rebajar a la poesía al grado más primitivo del raciocinio humano.

S

in lugar a dudas la poesía es puramente intelectual. Es tanto así un producto puro de la mente humana, que tiene una marca personal única e irrepetible que solo se la puede proporcionar la persona que escribe. Si alguna vez han tomado la cátedra de poética se podrán dar cuenta de este fenómeno. Incluso la edad mental de la persona hace que la poesía se refleje en el texto. No hay mejor manera de notar como el cerebro se desarrolla de sus operaciones concretas a las operaciones formales. Por ejemplo, esto es escrito por una niña de 11 años, Kendra Ríos: EL BAILE El baile es como un Juego de pasos dulces Mientras bailo, Como agua ruidosa caminando Como la limonada insabora Mientras corro Como los gritosos niños Me hacen dormir Y el piso áspero Que hace soñar

L

os poemas de los niños revelan su mente objetiva, concreta. Lo que ellos observan es usualmente su ambiente cotidiano, su familia, sus amigos, o como en este caso su clase de baile. Kendra Ríos asocia sus pasos de danza con el agua, los gritos, la limonada y los sueños.


Solo ella podría describir de esa manera específica su amor por el baile. Aquí tenemos otra pieza poética, de Alexis Cuzme, “Recurrir a ti es un lugar común”: Entre poetas surge tu nombre violentado. No pretendo defender la realidad que me presentan, la multiplicidad de tus desformas divagando entre sus voces. Una poesía tergiversada desplazada sin razón, arremetida entre saliva y una verborrea contaminante. Recurrir a ti es un lugar común, pero ellos lo ignoran.

P

ensamiento puro, racionalismo que describe el lugar de encuentro de todo poeta que ubicamos en lo abstracto, en un más allá que existe en la realidad pero que es indefinible.

C

laro un poema no debe ser críptico para ser bueno. Observen la sencillez, claridad y absoluta razón que tiene Mario Benedetti en su poema “Desganas”: Si cuarenta mil niños sucumben diariamente en el purgatorio del hambre y de la sed si la tortura de los pobres cuerpos envilece una a una a las almas y si el poder se ufana de sus cuarentenas o si los pobres de solemnidad son cada vez menos solemnes y más pobres ya es bastante grave que un solo hombre o una sola mujer contemplen distraídos el horizonte neutro pero en cambio es atroz sencillamente atroz si es la humanidad la que se encoge de hombros.

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o escuchamos fuerte y claro. Y disfrutamos de su pensamiento indignado que se vuelve nuestro. Demuestra perfectamente la armonía del que el poeta es capaz en una creación que balancea emoción y razón en perfecto equilibrio.

C

uando se dice que el poema es pura emoción, es una falsedad, pero comprendo el porqué de la confusión. Estos pensamientos perfectos provocan un profundo placer. Un placer intelectual que va más allá incluso de las delicias del mundo y de la carne. Entonces se tiende a pensar que el poema es puro sentimiento.

P

ero es el pensamiento el que nos eleva. Fíjense lo rápido que evoluciona un símbolo tan simple como el arroz. El arroz que comemos en el almuerzo ecuatoriano promedio. Pero luego recordamos que viene de China, Japón, Tailandia, etc., luego que en Macará se da un excelente arroz lojano y es tierra de hermosas mujeres. Y luego que en 1982 se importaron 20 mil toneladas de arroz con gorgojo al Ecuador. Una sola palabra “arroz”, ha pasado en una fracción de segundo a ser símbolo de los exóticos países orientales, de la belleza femenina, y de corrupción e injusticia. No pensamos en eso cuando está en el plato, pero si podríamos elevarlo a su divinidad a través del espejo de la poesía.

Conclusión:

L

a poesía es un espejo que refleja el pensamiento del poeta de una forma diáfana y total. La poesía es verdadera, libre e intelectual. El poeta nos lleva a un mundo interior abstracto que produce placer a través del ejercicio del raciocinio,

un raciocinio superior al de la filosofía.

L

a poesía no es una esclava de las bajas pasiones, necesita de esfuerzo y estudio para ser leída y producida; y, tiene una realidad propia que la convierte en una creación única e irrepetible.

N

o quisiera desilusionar a todos aquellos poetas que dudan de la calidad de sus poemas, y que no se atreven a mostrarlos. Recuerden lo que nos dice Herman Hesse: “Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos”. Y alcanzar la maestría es una cuestión de perseverancia. No; advierto: para escribir poesía se necesita de una verdadera manía.

F

inalmente recuerden que los poetas de lo único de lo que no son libres es de ser poetas. Que no se les queden sus mejores pensamientos atrapados en alguna parte del limbo porque puede tener serias consecuencias como nos lo dice Mario Meléndez: Precauciones de última hora Debo cuidarme de los gusanos cuando me entierren lo más seguro es que hablen mal de mí que escupan sobre mis poemas y orinen las flores frescas que adornarán mi tumba llegado sea el caso que hasta devoren mis huesos me arranquen los intestinos o en el colmo de la injusticia se roben mi diente de oro y todo esto porque en vida jamás escribí sobre ellos.

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VISIÓN RETROSPECTIVA DE MUJERES LÍDERES Jeannet Coronel

“Que nada nos defina.

Que nada nos sujete, Que la libertad sea nuestra propia sustancia.”

Simone de Beauvoir

a presencia de la mujer ecuatoriana en el ámbito intelectual, político, cultural y social es innegable, este proceso se propaga día a día gracias a un espíritu trasformador en nuestra sociedad actual. Su evolución conlleva un antes, un ahora y un después.

Cañizares y Sáenz, a ellas se sumaron desde el Sur del Ecuador a las batallas del libertador Simón Bolívar las lojanas Nicolasa Jurado, Inés Jiménez y Natividad Parrales, heroínas luchadoras y precursoras de la independencia de Latinoamérica y del Ecuador.

Partiendo del antes y dando una mirada retrospectiva del pasado nos encontramos con figuras femeninas que fueron simientes de una prolongada lid para conquistar un sitial más apropiado para la mujer ecuatoriana y latinoamericana.

En la época republicana a inicios del S. XX tenemos las líderes indígenas como Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña, que batallaron en contra del régimen de Luis Arroyo del Río y en pro de la reivindicación de los derechos y de la educación para los pobladores indígenas de sus comunidades con el apoyo de las célebres Nela Martínez, Matilde Nogales, Virginia Larenas, Julia de Reyes, María Luisa Gómez de la Torre, Raquel Verdesoto de Romo Dávila luchadoras infatigables que conformaron la Asociación Femenina del Ecuador.

En esos senderos históricos, llenos de vericuetos y laberintos manifiestos por la marginación racial y social entre españoles, mestizos e indígenas y por la marcada influencia de la Iglesia y sus representantes nos encontramos en: La época independista a las ilustres Manuelas Espejo,

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Y claro entre el antes y el ahora surge la figura de Matilde Hidalgo de Procel, pionera de la educación en los niveles secundario y superior; gestora del ejercicio del derecho a elegir y ser elegidas. Matilde Hidalgo se convirtió en un paradigma a seguir en cuanto a la superación académica, social, política y solidaria dando un paso adelante para forjar un horizonte nuevo para la mujer. Luego de este paso hoy nos encontramos en una época en la que la presencia de la mujer en los sectores de la literatura, periodismo, cultura, política y economía ha trascendido, dando un vuelco en el rol de la figura femenina en la sociedad, pero aún queda un largo camino por recorrer y a lo largo de ese camino se deben cambiar estereotipos que subsisten en torno a la mujer.


LOS TRES NIÑOS HÉROES DE LOJA Mstra. Yolanda Ruiz Ortega yolanda09112010@hotmaitcom

L

a viruela, una de las enfermedades que más ha devastado a la humanidad, arribó a las colonias americanas a inicios del siglo XVI en los barcos que venían de Europa. Desde México la epidemia se extendió hacia el Sur avanzando más rápido que los conquistadores. Se dice que entre 1520 y 1530, al retornar de Popayán, Huayna Cápac, Rey del Tahuantinsuyo, murió de «muru uncoy» en Quito. Sin saber de dónde venía esta enfermedad, los Incas llamaron así a la viruela y creían que era un castigo de los dioses. La Real Audiencia de Quito soportó 26 brotes epidémicos de viruela entre 1533 y 1802, con una altísima mortalidad indígena. En 1785, 10 años antes de que se descubra la vacuna, Eugenio Espejo escribió sus «Reflexiones acerca de las viruelas» para ayudar en el control preventivo de la epidemia.

A

finales del siglo XVIII, el científico Edward Jenner descubrió la vacuna contra la viruela y comenzó a administrarse en Europa. En 1802, informado de un nuevo brote de viruela, el Rey Carlos IV de España ordenó una expedición para transportar la vacuna hasta América. El rey nombró al médico Francisco Xavier de Balmis, Director de la expedición, conformando una brigada de salud con el Dr.

Josef Salvany como subdirector, 2 ayudantes, 2 practicantes y 3 enfermeros. No habiendo otro método de conservación para transportar la vacuna, se requería inocularla en la sangre de infantes. Se dispuso que 21 niños huérfanos de la Casa de Expósitos de La Coruña, entre 3 y 9 años, transporten en su sangre la vacuna, acompañados por la Rectora de este Orfanato. La expedición zarpó de La Coruña el 30 de noviembre de 1803, primero a las Islas Canarias y de allí pasó a América el 6 de enero de 1804 con rumbo a Puerto Rico. El viaje fue muy penoso para los niños a quienes se les debía ir inoculando la vacuna de dos en dos, cada 9 días para que se conserve inalterada, formándose una molestosa pústula en el frágil brazo de los infantes.

Luego de hacerlo en territorios del Virreinato de Nueva Granada, se avanzó hacia la Real Audiencia de Quito por la costa y la sierra. El Dr. Josef Salvany llegó con su expedición a Quito el 16 de julio de 1805, con un gran recibimiento del cabildo. Los niños que traían en sus brazos la vacuna fueron recibidos como verdaderos héroes que daban su vida por los demás. La expedición llegó a Cuenca el 12 de octubre de 1805 y finalmente a Loja en los últimos días de noviembre del mismo año, donde se vacunó a más de 1500 personas. Al salir de la ciudad rumbo al Perú la expedición necesitó la ayuda de tres niños lojanos para transportar la vacuna hasta Lima. Estos tres niños héroes fueron: Juan Bayasta Cuenca de Cariamanga, Apolinario Sarango y Mateo Mora, de Sozoranga.

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L

a expedición pasó desde Puerto Rico hasta México y desde ahí se dirigió al sur, vacunando a su paso a la población. En su larga travesía por mar y tierra algunos niños transportadores de la vacuna iban muriendo por desatención o agotamiento y eran reemplazados por niños indígenas y negros de los pueblos donde se iba vacunando. Como la viruela avanzaba con rapidez en territorio tan extenso, se organizaron sub-expediciones para vacunar simultáneamente.

a expedición llegó a Lima con nuestros héroes lojanos el 23 de mayo de 1806. He aquí la increíble historia de estos tres pequeños héroes de Cariamanga y Sozoranga, inmolados por dar vida a los demás, a quienes Loja debe perennizar su memoria. Esta interesante historia, hasta hoy desconocida en nuestra provincia, la presentamos gracias a la investigación del Dr. Byron Núñez Freile, profesor de la Universidad Central del Ecuador.

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Premio Nacional de

Poesía 2016

Alejandro Carrión de abril de 2016, El28la Casa de la Cultura de Loja en un acto muy particular realizó la premiación del I Concurso Nacional de Poesía Alejandro Carrión Aguirre con la entrega de 1500 dólares a la persona ganadora y la publicación de la obra.

Al

auditorio Pablo Palacio acudieron literatos, artistas plásticos, amigos, familiares y la madre de Kleber Agila (+) –Kelver Ax- , el triunfador de este certamen literario, para con admiración y orgullo recibir al poemario Egagrópilas, un libro construido por letras, por palabras, por versos y de esos versos emergen torrentes de historia, vida, amor, decepción y muerte…

Lu

is Carlos Mussó señaló: … Él venía del futuro; era de los autores que aplicaban aquellas antenas que Pound imaginaba en cada poeta para detectar lo que ocurre en el mundo Kelver Ax propone una poesía que nos conduce a la experiencia de la desestructuración: las jerarquías quedan disueltas en pos de un mundo donde la estética toma partido por

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relacionarnos con el otro.

La

escritora Bernardita Maldonado, en cambio describe a este poeta y a su obra en los siguientes términos: ese ojo oteador de Kelver Ax, buscando un lenguaje perdido en el tiempo, en el espacio, en el fondo de la escritura y también en el espacio y tiempo actuales, por ello incorpora en su trabajo términos de la ciencia, la sociología, la antropología, con la convicción de que el lenguaje moderno, es portador de nitratos de aquellas antiguas lenguas, que nos legaron algo verdadero que habitó en nosotros y que nos abandonó para instalar en su lugar un artificio precario y sospechoso: el lenguaje olvidador de aquello que un día nombró y que nece-

sitamos volver a nombrar, el hálito hecho transparencia, a través de un ser que partió de esta porción de mundo , para volver hacia mapas milenarios donde se transmutan los sentidos, primando el de la mirada…

En

este evento acompañado de la magia de las palabras, de una armonía musical muy sensible, y de sentimientos encontrados en el entorno íntimo del poeta, pues, Egagrópilas nace sin la presencia física de su autor, pero el germen de su vida se eterniza en este poemario que sigue dando de qué hablar entre los que todavía exaltan la poesía de Kelver Ax un poeta venido del futuro.

Zoila Vacacela, madre de Kléber Ajila (+) en la premiación del Concurso de Poesía


Análisis Comparativo Virginia Woolf y Matilde Hidalgo de Procel

Quiero agradecer a la Casa de la Cultura, por la gentileza de invitarme a este

conversatorio, para mí es un honor poder hablar de dos grandes e invencibles mujeres: Virginia Woolf y Matilde Hidalgo de Procel. El adentrarme en sus vidas ha sido una experiencia que ha removido muchas emociones, me siento realmente orgullosa de ser mujer.

María Rosa Romero Jarre

Antes de realizar el análisis comparativo, quisiera brevemente exponer las vivencias de cada una, lo que me es posible gracias al libro de la argentina Irene Chikiar Bauer, titulado: “Virginia Woolf. La Vida por Escrito”1; y, al de quien admiro mucho: Jenny Estrada, “Una mujer Total. Matilde Hidalgo de Procel”2. 1 Chikiar, I. (2015). Virginia Woolf La vida por escrito. España: Editorial Taurus. Kindle Edition Sold by Penguin Random House Grupo Editorial. 2 Estrada, J. (2015). Matilde Hidalgo Una Mujer Total. Ecuador: Editorial Gustavo Serrano CCE-L.

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E

mpiezo por: Virginia Woolf, escritora inglesa, cuyos antecedentes intelectuales y culturales marcaron su amor por la Literatura. Nació en Londres, el 25 de enero de 1882. Su padre Sir Leslie Stephen, fue crítico literario y el primer editor de ‘The Dictionary of National Biography’; su madre Julia, viuda de Herbert Duckworth, fue la segunda esposa de Stephen. Virginia, a quien su familia apodó “la cabra”, fue la tercera de cuatro hijos: Vanessa, que luego se convirtió en pintora y esposa del crítico de arte Clive Bell; Toby, quien murió de fiebre tifoidea en 1906; y, el menor, Adrián, que llegó a ser médico. Además, los Stephen se conformaban por: la hija del primer matrimonio de Sir Leslie y los tres hijos de Duckworth (George, Stella y Gerald). Virginia y Vanessa fueron educadas por sus padres en casa. En la adolescencia, especialmente a Virginia, se le dio el derecho de usar la biblioteca de su padre; estas horas, en las que se fundía en lectura, constituyeron su educación, lo que de cierta manera, reemplazó a los cursos universitarios de los que fue rechazada debido a su sexo. Su carrera de escritora empezó a los nueve años cuando en un diario semanal: “The Hyde Park Gate New”, describía sucesos ocurridos en su casa de Kensington; y, también en Talland House en St. Ives, Cornwall, en donde pasaron sus veranos desde 1882 hasta 1894. En 1895, cuando Virginia tenía 13 años, su madre murió y dos años más tarde, su medio hermana Stella. Desde entonces, Virginia empezó a sufrir depresiones severas y los síntomas de la periódica enfermedad mental que la atormentó desde esa época. Logró recuperarse y comenzó a estudiar griego y latín, primero en King’s College y más tarde en su casa. Sin embargo, la muerte de su padre, en 1904, provocó otra crisis e intento de suicidio. Vanessa, Virginia y Adrian Stephen se trasladaron a su casa en Gordon Square, en Bloomsbury.

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Desde siempre, Virginia se había preparado para convertirse en escritora profesional. Empezó a hacer artículos y críticas regularmente en “The Guardian”, gracias a la presentación de su amiga Violet Dickinson. En 1905, su hermano Thoby llevó de visita a sus amigos de Cambridge, así surgió el “Grupo de Bloomsbury”, y en sus primeras asambleas, incluyeron, entre otros, a Clive Bell y a Leonard Woolf. Los miembros de este círculo, crearon intensas relaciones intelectuales, pero también una fuerte amistad. Ese mismo año, escribió críticas para ‘The Times Literary Supplement’ y lo siguió haciendo el resto de su vida. Fue invitada a dar clases en un instituto para mujeres y hombres de la clase trabajadora, en el que hasta 1907, enseñó Literatura e Historia Inglesa. En 1906, su cielo nuevamente se ensombreció, su hermano mayor Thoby, murió. A los pocos días, Vanessa anunció su compromiso matrimonial con Clive Bell.

Haciendo frente a todo esto, Virginia y Adrian se acomodaron en una casa en Fitzroy Square. En 1912, Leonard Woolf se enamoró de ella y pidió su mano. Por mayo, y pese a sus dudas respecto a la figura del matrimonio, aceptó. Años más tarde, ambos aprendieron a usar una imprenta y, con el tiempo, dirigieron el crecimiento de una pequeña pero distinguida empresa de publicación, siendo Leonard Woolf su director hasta su muerte. En la mayoría de sus obras, la realidad interior transciende a través de acontecimientos externos, ellas están marcadas por el simbolismo y la poesía: Fin de viaje, Noche y día, El cuarto de Jacob, The Common Reader, La Señora Dalloway, Al Faro, Orlando (Biografía), Una habitación propia, Las Olas, Flush (Biografía), Los años, Tres guineas, Roger Fry; y, Entre actos. El 28 de marzo de 1941 en una de sus fuertes depresiones, Virginia se ahogó en el Río Ouse, dejando una carta llena de amor a su marido.


Por otro lado, Matilde Hidalgo, nació en Loja, el 29 de septiembre de 1889. Sus padres fueron: Juan Manuel Hidalgo, un lojano dedicado a la construcción, y Carmen Navarro, de ascendencia venezolana. Matilde fue la séptima después de seis hermanos: el mayor era Antonio. Su padre murió meses antes de que ella naciera. Así, doña Carmen debía trabajar para mantener a su familia en alguna de las tareas que la sociedad de ese entonces

maestro español José Guarro.

permitía a las mujeres, por ello, decidió dedicarse a la costura ayudada por su hija pequeña. Antonio tenía vocación para la música, se dedicaba seriamente al estudio del arte bajo la tutela del

La orfandad absoluta de su padre, hizo que Antonio concentrara su ternura y recursos en su hermana menor. Apenas Matilde empezó a caminar, Antonio la llevaba a escondidas a La Catedral, en donde pasaba largas horas estudiando y practicando en el órgano. Ella creció escuchando esos sonidos y aprendió también a amar la música. Su hermano le enseñó a leer antes de que cumpliera cuatro años.

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En 1895, mueren sus hermanos Arsenio e Higinio por causa de un extraño virus. Con su valentía característica, doña Carmen se levantó de este duro golpe, redoblando su amor y cuidados hacia Matilde, a quien llamó “mi compañerita”. Matilde había entrado en la escuela primaria “La Inmaculada” regentada por las Hermanas de la Caridad. Dominaba la lectura y la escritura, tocaba delicadamente el piano, recitaba a los clásicos, cuya poesía era la predilección de su madre. Las niñas eran preparadas con énfasis en la formación cristiana y en los oficios que la sociedad les tenía adjudicados para ser buenas esposas. Por su brillante desempeño y comportamiento, Matilde fue escogida como auxiliar de enfermería para ayudar a las monjas en la asistencia a los enfermos del Hospital de la Caridad que funcionaba en el mismo colegio. El contacto directo con el dolor, las limitaciones del medio y su sensibilidad, despertaron su ferviente deseo de estudiar Medicina. Concluyó su primera etapa estudiantil, y en 1907, Matilde expresa a doña Carmen y a su hermano Antonio, su voluntad de continuar estudiando, pero en Loja no existen colegios para mujeres, apenas se habían abierto los Normales de Quito y Guayaquil. En el afán de no desilusionarla, Antonio propone que ella estudie en el Bernardo Valdivieso, idea a la que lógicamente su madre se opone, pues ese era un centro de estudios exclusivamente para hombres. Matilde resuelve conversar directamente con el Dr. Án-

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gel Rubén Ojeda, Rector del Colegio, y acompañada de su madre le solicita la concesión de una matrícula. Para el doctor Ojeda no es sencillo aprobar tal petición, conocedor del conservador medio lojano, anticipó las reacciones que se producirían en caso de una decisión favorable. Sin embargo, su visión acerca de la injusta discriminación a la mujer determinaron su resolución de no negarle su apoyo a la futura estudiante bernardina. Así, el 22 de octubre de 1907, sucedieron dos hechos marcados: el Bernardo Valdivieso abrió sus puertas a la mujer; y, el camino de Matilde se vio de pronto labrado por obstáculos y castigos sociales implacables. En 1910, ingresa al Colegio un nuevo compañero: Fernando Procel, un joven zarumeño aficionado a la fotografía, quien con el tiempo se enamora de Matilde. El 8 de octubre de 1913, se gradúa con sobresaliente, siendo la primera mujer que culmina la educación secundaria en Loja. Buscó trabajo. Inició como profesora en la escuela “El Protectorado”, fundada durante el gobierno de Eloy Alfaro.

rrera de Medicina. En 1914, Antonio obtiene un trabajo en Cuenca como Director de la Banda “Batallón Guayas”, Matilde se va con él, dispuesta a ingresar en la Universidad del Azuay; para ello, se entrevista con el Rector, Dr. Honorato Vásquez, quien le concede la matrícula para la Facultad de Medicina. El 29 de junio de 1919, se gradúa de Licenciada en Medicina con la máxima nota otorgada de acuerdo a la ley. En octubre de ese año entra a la Universidad Central para realizar su práctica y obtener el título de Doctor. Se le asigna, tras un concurso, a la Sala de Hombres del Hospital San Juan de Dios. Su Director se niega a recibirla. Con la ayuda del Dr. Isidro Ayora, finalmente es asignada a otra sala del hospital. El 21 de noviembre de 1921 se gradúa de Doctora en Medicina, siendo la primera mujer ecuatoriana que consigue ese título. En 1923 se casa con Fernando Procel. En 1924 conquista el voto femenino. En el mismo año nace su hijo Fernando y en 1926, Gonzalo. En 1936 gana las elecciones como Concejala de Machala. En 1941, es la primera Diputada ecuatoriana.

Fernando Procel le propone matrimonio. Pide su mano a doña Carmen, quien no acepta mientras Matilde y él no hayan obtenido su título universitario.

El 24 de febrero de 1974, tras un mes de la muerte de su compañero, fallece por un ataque de apoplejía en la ciudad de Guayaquil.

Más tarde, intenta ingresar a la Universidad Central. El rector le negó la matrícula, resaltando que su institución no recibía mujeres para la ca-

Después de dar una mirada rápida a la vida de estas dos extraordinarias mujeres, encuentro profunda sensibilidad, amor al estudio y al arte, valentía inquebrantable para luchar por


sus ideales, profundo deseo de superación, de ser más, de dar más. Virginia perdió a su madre cuando tenía 13 años y a su padre cuando tenía 22, Matilde no pudo conocer a su padre. Pienso que el vacío de esas ausencias, fortalece, y aunque nunca se llena, nos enseña a valorar a quienes están a nuestro lado, a valorar a quienes nos dan amor y protección. Entiendo así la nostalgia de Virginia por su casa de verano, por su realidad perdida, porque ahí se guardaban los recuerdos más felices de su niñez, era su tesoro dorado, su fuente de inspiración; decía al referirse a ese lugar: “…Si la vida tiene un fundamento sobre el que se apoya, si es un tazón que llenamos, llenamos y llenamos, entonces mi tazón, sin la menor duda se apoya en ese recuerdo…Aún me hace sentir la calidez, como si todo fuera maduro, zumbante, soleado…”1; y, de igual manera, la añoranza de Matilde por su tierra lojana cuando llegó a Cuenca y recibió insultos por su condición de mujer y por el marcado regionalismo; así lo de horrible, de infinito…, …porque ay! aunque no vivo en extranjero suelo, ni en ajena Patria; no, no es mío el cielo del Azuay, ni el plañidero murmurar de las olas de su río…2” Virginia Woolf, no tuvo la posibilidad de acceder a la educación secundaria, la sociedad de la época se lo impidió. Comprendo la frustra1 Chikiar, I. Op. cit., posición 1356 y 1399. 2 Estrada, J. Op. cit., p. 193.

ción que esto debe haberle producido, se refugió en la lectura, en la biblioteca de su padre; Matilde sí pudo hacerlo, tras duras batallas, como la humillación pública. Siento la tristeza de las dos, ante la injusta posición a la que se había relegado a la mujer, la reflejan en sus escritos, en sus poesías. Virginia, a través de su libro Una Habitación Propia, cuenta la historia de una mujer que ha sido expulsada de las bibliotecas universitarias; describe los obstáculos que tienen que superar las escritoras, dice que para alcanzar su libertad intelectual las mujeres deben tener una fuente económica y “una habitación propia”3. Matilde vivió su adolescencia en soledad, más tarde sintió la desolación del rechazo en la Universidad Central, en su poema El Deber de la Mujer, dice: “…Es preciso abrirse paso, entre envidia y mezquindades, y burlando tempestades dedicarse a estudiar. El estudio sublimiza, enaltece y dignifica; es la ciencia la que indica, los medios de progresar…”4 Ambas necesitan que las comprendan y que las ayuden…. Matilde se reencuentra con el amor de su vida en Quito. Él la ha seguido en la distancia, conoce de su lucha, la apoya y la alienta. Mientras atravesó por una forzosa separación de Fernando Procel, ella le escribió: “¡Olvídame!...yo creo que es mentira lo que en el mundo llaman realidad, yo quiero al son de mi doliente 3 Ver: Woolf, V. (1999). Una Habitación Propia. España: Betselia S.A . 4 Estrada, J. Op. cit., p. 185.

lira sola llorar mi negra soledad… cuando dejarte quiera mi memoria y el corazón te diga que partí, baja a mi tumba, escríbeme tu historia, y al cielo vuela, que te espero allí.”5. Leonard Woolf, se consagró con amor, paciencia y devoción a Virginia. Ella también sintió su apoyo en su desarrollo como escritora y sus cuidados en su permanente enfermedad; antes de morir, le escribió: “…Tú me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en cada aspecto todo lo que se podría ser… Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida a ti. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno… En mí no queda nada más que la certidumbre de tu bondad… No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.”6 Creo que la lucha de estas dos maravillosas mujeres debe motivarnos a seguir adelante en busca de nuestras aspiraciones, que su lucha no sea en vano, que su lucha nos llene de la valentía que necesitamos para seguir venciendo barreras, no de la misma magnitud, pero finalmente barreras, producto de los rezagos de un machismo injusto y discriminador, que su lucha y nuestro respeto y admiración hacia ellas nos den las alas que necesitamos para volar hacia nuestro desarrollo profesional y personal, para buscar nuestro tiempo y nuestro espacio. 5 Estrada, J. Op. cit., p. 189. 6 20984

Chikiar, I. Op. cit., posición

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L O J A

69 Aniversario Institucional E

l pasado 18 de febrero, la Casa de la Cultura Ecuatoriana ‘Benjamín Carrión’, Núcleo de Loja celebró el 69 aniversario de creación institucional con eventos culturales de calidad. Félix Paladines su presidente rememoró el accionar conjunto de 8 personajes que iniciaron este espacio el 20 de febrero de 1947, entre ellos: Clodoveo Jaramillo Alvarado, Carlos Manuel Espinosa, Eduardo Mora Moreno, Clodoveo Carrión, los hermanos José Miguel y Alfredo Mora Reyes, Reinaldo Espinosa Aguilar y José Emilio Muñoz con las gestiones de Benjamín Carrión Mora y Alejandro Carrión Aguirre. Luego se realizó la premiación del III Concurso Nacional de Literatura Miguel Riofrío

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con la imposición de la presea Miguel Riofrío al escritor Luis Alberto Bravo, autor de la novela El jardinero de los Rolling Stones, quien expresó “Estoy feliz. La novela es eso y mucho más de lo que imaginé. La utopía ha sido realizada”. Se procedió a dar lectura al veredicto del Concurso Nacional de Poesía Alejandro Carrión, los miembros del jurado: Marco Antonio Rodríguez, Carlos Luis Mussó y Bernardita Maldonado que acreditaron el triunfo a la obra Egagrópilas del seudónimo Teófilo Vac que corresponde a Kleber Ajila Vacacela y también el jurado decidió dar una mención de honor al trabajo La luz del mundo que corresponde al mismo

seudónimo y su identidad es Augusto Rodríguez Ramos.

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a Casa rindió homenaje a los lojanos destacados en los realitys nacionales e internacionales del 2015: Cristhofer Vélez, Cristian Loaiza, Omid Forotan, Santiago Erráez, Anderson Milan, Jhonatan Granda y Santiago Tinizaray, con las preseas Segundo Cueva Celi.

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a sección de oratoria de la CCE-Loja fue reconocida por sus logros en la formación de líderes a través del galardón Benjamín Carrión y los galardonados fueron: Diego Naranjo Hidalgo, campeón latinoamericano de oratoria 2008; Marcelo Aguilera Delgado, campeón latinoamericano de


oratoria 2011; y, César Palacios Odóñez, campeón latinoamericano 2012 e internacional 2014. El programa concluyó con el concierto del grupo instrumental y vocal Generaciones, adscrito a la Casa de la Cultura de Loja. Loja Esencia Musical se estrenó en el Teatro de Artes Segundo Cueva Celi en el contexto de la celebración del 69 aniversario de vida institucional de la Casa de la Cultura de Loja.

Altaira Rojas, Directora de AURORA FILMS PRODUCCIONES

Estreno del largometraje

El largometraje con una duración de 90 minutos narra la historia de los albores de la música lojana, su consolidación histórica con una innegable vocación musical donde personajes, escenarios, lugares, nos hablan sobre la música que corre por las venas de varias generaciones que habitan en un pequeño rincón del país, Loja.

Emperatriz Bailón, Vicente Jaramillo, Mario Godoy, Dagoberto Vilela, Matilde Cueva, Edgar Palacios, entre otros, dando fe de la historia musical de Loja con una visión panorámica que une pasado y presente para formar una idea clara que permite enfrentar el futuro con decisión y conocimiento.

El documental recoge el testimonio de varios músicos, investigadores y destacados artistas de esta región como:

Félix Paladines, presidente de la Casa de la Cultura de Loja, entidad impulsora de este documental, mencionó que el

Loja esencia musical documental es una forma de rendir un tributo a los personajes que forjaron a Loja como la capital musical del Ecuador y a quienes con su aporte siguen consolidando esta manifestación artística. Manuel Agustín Godoy, gerente de ILE (Industria Lojana de Especerías), empresa que contribuyó para la realización del documental, expresó su satisfacción al ser parte de este

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Concierto del Grupo Generaciones


proyecto que es parte de la identidad cultural de nuestra ciudad y provincia.

Socialización rendición de cuentas. Año 2015 Félix Paladines presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, Núcleo Provincial de Loja presentó el Informe de Rendición de Cuentas 2015 el jueves 10 de marzo en el Auditorio Pablo Palacio, con la proyección de un vídeo que daba fiel testimonio de la gran actividad que se genera desde la entidad rectora de la cultura provincial. Paladines manifestó que el Núcleo de Loja de la CCE cada año intensifica y fortalece la cultura, destacando que el 2015 fue un año de emprendimiento, puesto que se construyeron proyectos que están dando sus frutos, prueba de ello es la Campaña de lectura Alejandro Carrión Aguirre con tres publicaciones hasta noviembre de 2015; además de la puesta en marcha de la película Loja esencia musical que concluyó su rodaje en diciembre del mismo año; y, la inauguración de la Sala de Exposiciones Ángel Rubén Garrido. El máximo representante de la cultura provincial hizo referencia a la integración de nuevos actores culturales y a la apertura de la institución hacia varios aspectos que abarcan la democratización de las diversas manifesta-

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ciones artísticas, puntualizando la creación de la extensión cultural de Vilcabamba, parroquia con la que compartimos eventos de categoría en artes plásticas y musicales, a pesar de las limitaciones de orden económico que se ha tenido que afrontar.

Paladines mencionó que la Casa de la Cultura de Loja es una institución que ofrece una variedad de eventos, talleres, lo que ha permitido que los lojanos sepan valorarla y darle un sitial en su corazón, pues, su mística la ha llevado a respaldar un sinnúme-


ro de iniciativas como la Fiesta de la Música, Loja sobre tablas, cineclub Lumière, Simposio Nacional de Literatura, Encuentro Arte Mujer. Así como concursos, entre los que destacan: de Novela Miguel Riofrío, Salón de Noviembre Guillermo Herrera Sánchez, de Poe-

sía Alejandro Carrión Aguirre, sin dejar de sembrar la semilla cultural en la niñez a través de certámenes de Pintura Infantil Sueños y Colores, de interpretación musical Edgar Palacios, el festival de Villancicos La niñez y la Magia Musical de la Navidad, etc.

Vale destacar que todo este accionar cimienta una actitud positiva frente al arte y la literatura manifestaciones que sensibilizan al ser humano, por ello entre los asistentes se proclamaron comentarios constructivos sobre nuestra Casa.

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