U.N. Periódico No. 67

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El mapa de las admisiones

Conclusiones sobre la procedencia geográfica de aspirantes y admitidos en la Universidad Nacional dejan ver mayor representación de la ciudad que de la región. Págs. 12 y 13

INTERNACIONAL Arafat, fin del “tercer Págs. 2 a 5 mundo”.

Bogotá, D.C. • No. 67 • Diciembre 5 de 2004 • PÁGINA WEB: http://unperiodico.unal.edu.co • CORREO ELECTRÓNICO: unperiodico_bog@unal.edu.co • ISSN 1657-0987

Museos: ocio y saber

Cartagena, la fea e invisible

Los estragos del invierno del pasado mes en La Heroica revelan la magnitud de su exclusión social y étnica. En el fondo, un irresuelto conflicto entre pobreza, turismo, desarrollo urbano y patrimonio histórico ayuda a comprender la complejidad de sus problemas y la revisión local que se impone alrededor de un reinado que convive y se alimenta de una ciudad, donde el 43% de sus habitantes está en la indigencia.

Págs. 6 y 7

UN, vanguardia en ciencia médica

Una guía de los once museos en cinco ciudades del país muestra la riqueza cultural y científica custodiada y ampliada por la Universidad Nacional de Colombia en su quehacer investigativo. Las colecciones pueden ser parte de las vacaciones en Bogotá, Medellín, Palmira, Manizales o Villa de Leyva, donde se encuentran piezas Págs. 10 y 11 únicas de nuestro patrimonio. Vea aquí la ruta de campo. 8

TECNOLOGÍA Ventanas rotas, la luz de un software libre.

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CULTURA Peinado afro: las rutas de una raza.

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CIUDAD Letras de rock, un desencanto de la urbe.

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INVESTIGACIÓN Hombres al vapor.

Un grupo de investigación en metabolismo óseo entregó aportes parciales sobre el mecanismo celular que desencadena la osteoporosis, mientras un médico reumatólogo compendió por primera vez la historia del lupus. Los investigadores, pertenecientes a la Universidad Nacional de Colombia, acapararon este año los máximos reconocimientos de la Academia Nacional de Medicina, junto a otro trabajo en cáncer gástrico que aparecerá en la próxima edición.

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Según Stephen Howe, la muerte del líder nacional palestino marca el simbólico fin de las políticas anticolonialistas que dominaron el “tercer mundo” después de 1945.

La muerte de Yasyr Arafat marca el fin de una era. Así que todo el mundo dice: la idea se volvió un monótono lugar común antes de que su muerte fuera finalmente anunciada el 11 de noviembre de 2004. Pero quienes expresan esto solo quieren decir que se trata del fin de una era de la historia palestina, de la política palestino-israelí, o del “proceso de paz” del Medio Oriente. El deceso de Arafat marca también, sin embargo, la clausura definitiva de algo mucho más amplio que eso. Es el fin simbólico del “tercer mundo” y de una cierta idea de la liberación. Entre las décadas de 1940 y 1970, una gran oleada de movimientos de liberación recorrió el mundo. El dominio colonial europeo casi desapareció del todo. Más de cien nuevos estados fueron creados. Se trata de una de las más profundas transformaciones del sistema político mundial jamás experimentada. No fueron solo las regiones bajo un gobierno colonial directo las que vivieron radicales convulsiones. Los revolucionarios también se concentraron en estados y regímenes con gobiernos locales considerados reaccionarios, racistas o bajo una excesiva influencia occidental: Vietnam del Sur, Camboya y Laos, el Irán del Shah y la Etiopía de Haile Selassie, las monarquías árabes, las oligarquías latinomericanas y, por supuesto, la Sudáfrica del Apartheid. Incluso en Europa, pequeños grupos con objetivos separatistas o ultraizquierdistas copiaron la retórica y las tácticas de los revolucionarios del tercer mundo en Italia, Alemania, España, Irlanda del Norte, Córcega y otras partes. Durante un par de décadas, las ideas de la revolución anticolonial y de la liberación nacional parecían ubicuas. A menudo, la retórica de la revolución podía ser engañosa, porque las potencias coloniales –sobre todo el Reino Unido– estaban cada vez más deseosas, e incluso aliviadas, de transferir el poder a los pueblos. La independencia negociada, algunas veces sangrienta, fue más típica de esa era que de las prolongadas guerras anticolonialis-

Cortesía Embajada de Palestina

Stephen Howe*

El futuro de los jóvenes palestinos parece tan incierto como el de los arreglos de paz, tras la muerte de Arafat.

La muerte de Arafat y el fin de las liberaciones nacionales

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tas. Los nuevos regímenes con frecuencia resultaron ser bastante conservadores, por no decir ineptos, corruptos o autoritarios. Pero tanto la realidad como la retórica de la lucha armada era muy generalizada, siendo Argelia y Vietnam los ejemplos más influyentes y exitosos. Algunos sostenían que solo se podía llegar a la verdadera libertad y a la construcción de una nueva sociedad con la guerra de guerrillas: sin ellas el resultado sería una forma “neocolonial” de seudoindependencia. Estos diversos movimientos no compartían una clara ideología fuera de los eslóganes del anticolonialismo, la liberación nacional y la lucha armada. Sus ideas sobre las tácticas militares también diferían enormemente, e iban desde la guerra total hasta la “propaganda de los hechos”, y de los escrúpulos por las bajas civiles del Congreso Nacional Africano hasta los ataques completamente indiscriminados. Aún así, la mayoría declaraba su adhesión a alguna forma de socialismo: algunos línea Moscú, otros línea Beijing, y los que seguían ideas independientes o idiosincrásicas. Existía la creencia omnipresente que entre todos había una solidaridad o camaradería natural, que unía a quienes Frantz Fanon, uno de sus visionarios más elocuentes, llamó “los

condenados de la tierra”. Se respiraban grandes esquemas para la unidad de un tercer mundo postimperialista, siendo su primer momento simbólico de aspiración la conferencia de Bandung de 1955. era posible una gran avanzada global desde el nacionalismo local anticolonial hacia la liberación universal y la justicia social. Esa época y el movimiento de liberación tercermundista produjeron una notable serie de líderes dinámicos y carismáticos. Casi todos eran nacionalistas anticolonialistas, aunque también preveían más allá de la independencia nacional, visiones más amplias de una liberación global. Muchos combinaron los papeles de teóricos y activistas. Era asombrosa la gran cantidad de escritores y poetas, aunque no siempre muy buenos. Entre las figuras emblemáticas están: Ahmed Ben Bella y Steve Biko, Amílcar Cabral y Fanon, Ho Chi Minh y Nelson Mandela, George Padmore y C.L.R. James, Mao Tse Tung y Malcom X, Gamal Abdel Nasser y Kwame Nkrumah, Fidel Castro y el Che Guevara. Yasyr Arafat y el movimiento que creó eran parte de esa gran marea. Se vio a sí mismo en compañía de los demás líderes revolucionarios, compartía su retórica y (al parecer) sus aspiraciones globales.

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Por cierto, la lucha palestina se convirtió, después de aquella contra el Apartheid, en el más conocido y apoyado de los “movimientos de liberación nacionales” del hemisferio sur. El eco de estas solidaridades se puede escuchar, tras la muerte de Arafat, en los cálidos homenajes de los líderes posrevolucionarios de Sudáfrica y de la India, Thabo Mbeki y Manmohan Singh, en marcado contraste con la frialdad de los reconocimientos de la mayor parte de gobernantes “norteños”. Pero es solo el eco. Las aspiraciones y solidaridades del tercermundismo después de la Segunda Guerra Mundial que evocan los homenajes, hace mucho se marchitaron. El momento que creó a Yasyr Arafat había muerto mucho antes que él, así que –en formas y por razones mucho más amplias que el triste fracaso de sus planes inmediatos–, él mismo en sus últimos años llegó a parecer una especie de fantasma. Incluso, el lenguaje del “tercer mundo” se presenta arcaico. El término más popular para reemplazarlo, “poscolonial”, apunta en su interior a la anomalía si no a la tragedia del destino de Arafat, ya que él y su pueblo nunca llegaron a ser “poscoloniales” en ninguno de los sentidos de esa palabra usada con tanta promiscuidad.


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Internacional polemistas pro israelitas naturalmente rechazaron esa acusación como una simple mentira o un pretexto antisemita. Incluso, críticos más serios pensaban que Arafat corría el riesgo de pasar por alto el poder de la idea del sionismo entre los judíos, incluidas aquellas tendencias que deseaban genuinamente respetar los derechos de los palestinos. Los propios esfuerzos de Arafat, sobre todo en sus últimos años, por expresar cierta comprensión de estas cosas a menudo parecían torpes y, al menos para sus enemigos, insinceros. Había en ellos muy escaso reconocimiento de la forma como el movimiento sionista difería en varios aspectos de los patronos normales coloniales: en su falta de fuertes vínculos con un centro metropolitano o “madre patria”, y en la propia historia de sufrimiento de los judíos que, como a menudo lo sugirieron en varias formas también algunos analistas pro palestinos, debía modificar las actitudes de los palestinos hacia los problemas morales del caso. La “autenticidad” del nacionalismo palestino era casi igualmente difícil de establecer. Era extraordinariamente complica-

do construir y presentar, sobre todo ante el público occidental, un relato coherente de la existencia y la historia palestina. En parte por causa de las condiciones del exilio y la dispersión, en parte por la compleja relación de la identidad palestina con aquellas más estrechamente locales o panarábicas más amplias, pero tal vez sobre todo debido al peso arrollador del relato histórico sionista-israelí y de su negación de la existencia auténtica de un relato palestino. “Parece –como insistía Edward Said–, que nada en el mundo puede sostener esta historia; si uno no persiste en contarla, simplemente decaerá y desaparecerá”. Muchas personas pensaban que Arafat y sus allegados no contaban bien la historia. El liderazgo palestino fracasó en actuar con eficacia para corregir la ignorancia de la condición y la conciencia del pueblo palestino, de los estadounidenses, los europeos y, claro está, de los mismos israelíes. El gran logro de Arafat, como lo han sugerido tantos necrólogos, fue decirle al mundo repetida y tercamente, y no menos a los mismos palestinos: “¡Existimos! ¡Somos un pueblo!”. Fue menos efectivo en expresar una historia coherente o atracti-

Cortesía Embajada de Palestina

Entre el militarismo y la política En algunos aspectos, Arafat siempre fue un miembro anómalo de esa cofradía revolucionaria, a la que llegó relativamente tarde. Nació en 1929, y aunque políticamente activo desde 1948, emergió como líder en la década del 60, después de que ya había pasado el apogeo de la marea descolonizadora. Al contrario de la mayoría de sus líderes, no era un intelectual ni aspiraba a ser lo que entendieran por tal (fuera de los pensadores genuinos como Cabral o Fanon, casi todos los “líderes de la liberación nacional”, desde Kim Il Sung de Corea del Norte hasta Ahmed Sékou Touré pensaron que era obligatorio publicar sus “obras escogidas” en muchos volúmenes, invariablemente escritos por terceros y en general de apabullante trivialidad). No escribió poesía como Mao, Cabral o Guevara, ni ensayos de teoría política. Al parecer, tampoco leía mucho. No tenía una ideología netamente definida: nunca hubo un “arafatismo” que pudieran señalar incluso sus devotos admiradores. Ni él ni su facción Fatah de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) elaboraron una política económica o social. No eran socialistas ni marxistas. Desde hace mucho, por cierto, Fatah se enfrentó con encono a los marxistas palestinos, ya fueran del viejo partido comunista o del Frente Democrático para la Liberación de Palestina (Fdlp). Tampoco era explícitamente religioso. En privado era de piedad convencional, pero no un musulmán particularmente observante. En su juventud había simpatizado con el movimiento de la Hermandad Musulmana Egipcia. Fatah buscó alianzas con líderes y grupos islámicos: en los últimos años, obviamente, su incómoda y ambigua relación con Hamas. Pero siguió siendo ante todo una organización secular, que incluía en sus filas a palestinos cristianos e incluso a algunos judíos disidentes. Y para Arafat no fue ningún obstáculo casarse, tarde en la vida, con una cristiana, aunque esto consternara a algunos de sus seguidores. Más importante, de lejos, fue la situación única y anómala, del mismo movimiento nacional palestino. Su posición como parte central de la marea de liberación global se basaba en el establecimiento de sus credenciales, incorporando un anticolonialismo “genuino” y una aspiración nacional “real”. Ambos aspectos eran altamente polémicos. El primero implicaba ver al sionismo como esencialmente, un movimiento colonialista y depredador más que como una corriente de liberación (no deja de ser asombroso que pocos comentaristas parecieron capaces de concebir la idea de que podía ser las dos cosas a la vez). Los

A pesar del fallo de la Corte de La Haya en su contra, Israel mantiene el llamado “muro de la vergüenza” en Cisjordania.

va fuera de ese mensaje básico, aunque de importancia fundamental. Por demasiado tiempo, sobre todo en sus primeros años, parecía pensar que la acción militante armada bastaría para comunicar el mensaje, cuando al contrario, lo socavaba. Incluso después, su imagen pública cuidadosamente construida –la barba crecida, el uniforme de faena militar, el keffiyeh, para no hablar del mal dominio del inglés, la falta de cualquier interés no político, o la algo repugnante costumbre de echarle té y miel al cereal del desayuno– parecía cada vez menos persuasiva a medida que se alejaba del núcleo de su base de apoyo. Fatah nunca fue un movimiento social radical de verdad: aunque sus líderes, incluso Arafat, procedían de familias más modestas que los “notables” que habían dominado la política palestina antes de la década del 60, todavía seguían siendo de clase media. Casi ninguno era de familia campesina o incluso de refugiados. Los vastos fondos que Arafat llegaría a controlar y las instituciones de asistencia social creadas por la OLP, fueron usados para comprar apoyo y ejercer un patrocinio a menudo manipulador, y no para crear una movilización social. La propia falta de intereses de Arafat se reflejaba en forma más amplia en la organización: al contrario de muchos movimientos tercermundistas de la época, nunca acometió una evaluación estratégica completa de sus propias tácticas y alternativas, ni empleó efectivamente a los pensadores y expertos a los que habría podido recurrir. Reinaron la improvisación, el oportunismo y el hermestismo. Incluso el énfasis en el militarismo pudo ser, y en cierto modo tuvo la intención de ser, mal comprendido. Como lo demuestra con documentos la monumental historia del movimiento nacional palestino, La lucha armada y la búsqueda de un estado (1997) de Yezid Sayigh, la “lucha armada” sirvió ante todo como un medio para construir instituciones del Estado al servicio de los grupos políticos dominantes, sobre todo para los que rodeaban a Arafat. A pesar de toda la retórica, hubo un notable fracaso en imitar las ideas vietnamitas de una guerra del pueblo basada en las masas; y Arafat pudo unca haber creído en su fuero interno que la guerra de guerrillas podía en realidad destruir a Israel. La única vez que se formó una verdadera resistencia civil masiva fue a finales de la década del 80, durante la primera intifada, y ésta no se debió a los escasos esfuerzos de Arafat. Sin embargo, en la década del 60 había sido todo un militar, que siempre pedía acciones inmediatas cuando los “realistas” de Fatah querían por lo menos posponer las cosas, y se hizo cargo directamente de los primeros ataques guerrilleros.


Sayigh, activo participante antiguo en la toma de decisiones palestinas, también muestra la forma como la tendencia a la autocracia y la corrupción en la política de la OLP, y por supuesto los largos años de luchas internas a menudo brutales y sin sentido, deben ser vistos como producto de las circunstancias, de juicios políticos racionales aunque con frecuencia faltos de visión. En ese sentido, para Arafat y muchos otros palestinos, la evaluación moral de los medios adoptados era superflua, lo que no quiere decir que no tengan significaba, aunque éste no sea muy claro o no penetre en el centro mismo del legado de Arafat.

Cortesía Embajada de Palestina

Entre el nacionalismo y la liberación En realidad, siempre hubo una contradicción en la carrera, la escogencia tanto de tácticas como de lenguaje político y la identidad misma de Arafat. Él reflejaba el abismo entre la era y los valores del “movimiento de liberación nacional” en el que maduró, y las reivindicaciones completamente desproporcionadas de la época poscolonial, posGuerra Fría e incluso posnacionalista de sus últimos años. Para la primera tendencia, el éxito o el fracaso en la guerra –o de la propaganda de la guerra– es del todo determinante. La nakba palestina de 1948 no fue una tragedia de derechos humanos, fue un fracaso en una prueba de fuerza. El enfrentamiento militar de marzo de 1968, cuando las guerrillas de Arafat atacaron convincentemente a las tropas israelíes por primera vez, fue a la inversa el crisol de la reemergencia palestina. El desempeño inesperadamente eficaz de los ejércitos de Egipto y otros países árabes contra Israel en 1973 se celebró en forma similar como un gran golpe contra los mitos de la incapacidad de los árabes. Esto estaba en completa contradicción con la visión que implicaba la segunda y posterior estrategia de Arafat: un compro-

miso histórico necesario con Israel, la coexistencia pacífica era tan posible como imperativa, pues en realidad las identidades árabe y judía estaban inextricablemente entrelazadas. El problema fue que Arafat (y, hay que decirlo, tampoco la mayor parte de los líderes israelíes) nunca anunció, y mucho menos abogó por un cambio trascendental de una era, de una visión del mundo, a otra. Él siguió pretendiendo –tal vez también para sí mismo– que era un mero cambio de táctica, con cierta coherencia subyacente de propósito que unía las dos eras. Incluso después de los acuerdos de 1993, y en forma más obvia después del estallido de la segunda intifada, actuó como si la negociación y la lucha violenta por la liberación fueran dos pistas paralelas que uno podía escoger como quisiera. La invasión de Irak a Kuwait fue lo que reveló en forma más cruda lo vacía que se había vuelto la retórica de la liberación. Arafat y la OLP no solo aprobaron la acción de Saddam, sino que lo hicieron con un lenguaje de delirante extravagancia que la describía como un golpe poderoso contra el imperialismo y contra las fuerzas de la reacción en el mundo árabe. Describir en esta forma el sórdido acto de apropiación de tierras de un dictador salvaje degradaba más aún el discurso de la liberación y revelaba una asombrosa incoherencia con respecto a las realidades de las grandes potencias así como a los valores morales que muchos seguidores de la causa palestina habían sostenido. Esto también mostraba una inquietante indiferencia hacia el destino de los palestinos que trabajaban en Kuwait (como lo había hecho en cierto momento el mismo Arafat) y en otros estados del Golfo, muchos de los cuales pasaron grandes necesidades y tuvieron bastantes problemas por causa de la guerra. Sin duda, aquellas delirantes exhortaciones escondían una cierta desesperación: muchos de los aliados de

La imagen del “rais” creció en una tierra castigada por la miseria y la desesperanza.

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Después del Apartheid, la lucha palestina se convirtió en el movimiento de liberación más conocido.

Arafat sabían bien lo absurdas que sonaban, y la clase de gobernante que Saddam era realmente. Pareció que Arafat nunca reconoció completamente las nuevas realidades. Aún más, nunca –por lo menos públicamente– reconoció lo que muchos intelectuales judíos y árabes llegaron a creer: que debían emprender una nueva clase de diálogo, basado en el reconocimiento mutuo del sufrimiento pasado, así como en la conciencia de que ninguna de las dos nacionalidades simplemente iba a desaparecer. Crear la paz con justicia en el Medio Oriente requiere actos de reconocimiento, incluso de expiación por los agravios e injusticias del pasado. Un “movimiento de liberación” de la clase que se dio en las décadas de 1960 y 1970 debe reconocer que su pasado no es tan puro, que tiene algo de qué arrepentirse, que tiene que recapacitar y hacer expiación. Arafat, formado y atrapado por esa mentalidad, nunca aprendió a decir que se arrepentía de algo. De esa omisión, de esa carencia se derivaron muchas cosas: la tolerancia (por decir lo menos) de Arafat, de la incompetencia, la corrupción y el carácter cada vez más represivo del remedo de estado de la OLP; su aparente falta de planificación efectiva para las negociaciones con Israel, hasta tal punto de no tener mapas adecuados de los territorios en disputa; el doble hecho equivalente de haber dejado (repetidamente denunciado por Edward Said y otros pensadores palestinos en Occidente) de hacer un esfuerzo por llegar a la opinión pública de los Estados Unidos o a una verdadera comprensión de la dinámica de la misma sociedad israelí; la aparente necesidad psicológica casi abyecta de recibir elogios públicos, incluso de presidentes estadounidenses o de líderes israelíes; la marginación deliberada, la denigración maliciosa, o los ataques contra los palestinos con opiniones independientes que habían sido o podían ser más eficaces voceros de la causa.

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Arafat marginó a todos cuantos trataron de mostrarle alternativas distintas, desde sus primeros amigos de la época de estudiante, camaradas suyos como Jalil Wazir (alias Abu Jihad: tal vez un estratega más sistemático y mejor informado, así como más lúcido que el mismo Arafat), hasta admirables figuras independientes como Hanan Ashrawi, Jaider Abdul-Shafi y Faisal Husseini en la década de 1990. Parecía que siempre, para gran perjuicio suyo, desconfiaba del pensamiento autónomo o de cualquier grupo que pudiera debilitar su control personal. Arafat nunca pudo eludir las visiones culturales totalizantes y exclusivistas del colonizador y el colonizado, del opresor y del oprimido. Nunca pudo superar la perspectiva intelectual de lo colonial a lo poscolonial, del “nacionalismo” a la “liberación” que se compromete con el mundo real a su alrededor. En todo caso, con el tiempo hubo en él un descenso de la visión nacionalista liberadora a una política más estrecha y sectaria de antagonismos étnicos y sociales. Fue así como la conducta de Arafat parecía ejemplificar cada vez más y en forma irónica la consabida acusación israelí de que el nacionalismo palestino era una imitación del sionismo, o incluso la idea más amplia y radical de que el nacionalismo anticolonial era en general una mera copia de la misma ideología colonialista. Esto quería decir que Arafat había fracasado por completo en lo que fue posiblemente su mayor desafío: hacer que los israelíes, o por cierto los estadounidenses, se vieran a sí mismos como otros, sobre todo como sus propias víctimas los ven. Se creía generalmente que Arafat era casi un genio en la mediación, en conectar fragmentos dispares de la vida palestina, en mantener viva la llama de la esperanza de un pueblo disperso y desposeído. Pero haciendo esto, llegó a creer en su propio mito: el de la identificación de la lucha palestina con la persona de “Abu Ammar”. Es-


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te personalismo se convirtió con el tiempo en un desastre de proporciones catastróficas para la causa palestina. Edward Said, quien al principio era uno los mayores apologistas del “genio” de Arafat, terminó viéndolo como “un simple genio de la supervivencia”. El consumo ostentoso –enormes residencias, limusinas y espléndidas recepciones en hoteles– la burda corrupción de los ministros de la Autoridad Palestina después de 1994, hizo que también la supervivencia pareciera deshonesta. No es sorprendente entonces que algunos llegaran a pensar que la única esperanza era una renovación de la consigna hace mucho abandonada de la OLP por establecer un estado democrático secular y unitario en toda la Palestina histórica. El problema es que prácticamente ningún israelí, tal vez unos pocos palestinos más y un número ínfimo de pensadores extranjeros, piensan que esa consigna realmente significa lo que dice. Entre la historia y la esperanza Muchos hijos y, ahora, nietos de los refugiados palestinos en todo el mundo han “escogido” seguir siendo o hacerse palestinos, habiendo podido optar por ser estadounidenses o ingleses, egipcios o jordanos, o simplemente árabes, musulmanes o cristianos. Este compromiso político de ser palestinos es algo, que en cierto sentido, hizo posible y luego mantuvo viva la carrera inicial de Arafat. Tuvo el mismo efecto en círculos cada vez más amplios de simpatizantes no árabes de todo el mundo, cuyas emociones de compasión y solidaridad moral con las víctimas de Israel a menudo eran parte de una solidaridad global con las múltiples luchas de liberación. Algunos llegaron a pensar que la complicidad de toda la vida de Arafat con la violencia traicionaba esa identificación moral. Otros, con un enfoque bastante opuesto, consideraron una gran traición sus compromisos y negociaciones de los últimos años con Israel.

Desde una perspectiva más amplia, ambos están equivocados, pero también ambos tienen razón. Arafat vivió, encarnó y se inspiró en un mundo en el que el nacionalismo anticolonial y la “liberación nacional” eran vistos generalmente como el camino hacia la justicia social universal. Vio y también asumió todas las formas en que también era la negación de esa justicia. La asimilación de los sindicatos y la apropiación de los fondos de pensiones de los trabajadores de la Autoridad Palestina fue un ejemplo de esto, tan nefasto y lamentable como se pueda imaginar. Él vivió y resumió todas las contradicciones y las promesas truncas de ese ambiente, esa era, ese momento global de esperanza “postimperial”. También vivió y luchó –deficientemente y, lo que es peor, deshonestamente– más allá del final y del periodo siguiente a ese momento. Nunca se adaptó, nunca reconsideró, nunca preguntó públicamente si ese culpar a los extranjeros –sobre todo a esas monstruosas abstracciones, el “sionismo” y el “imperialismo”– no era un ejercicio políticamente desastroso de autocompasión, evasión de la responsabilidad y ceguera moral. Esa fue la pequeña tragedia personal de Arafat. También es la tragedia mucho mayor y constante de la nación palestina. Sin el Arafat de las décadas de 1960, 1970 y 1980 es posible que no hubiera habido nunca un movimiento nacional palestino. Sin el Arafat de la década de 1990 hasta ahora, sin embargo, tal vez ya podría haber un estado palestino. Y, lo que es más importante aún, los palestinos bajo la ocupación y en la diáspora podrían haber tenido algo más de esperanza y un poco más de justicia de las que tienen ahora. Tutor de política en el Ruskin College de la Universidad de Oxford. Sus libros más recientes son Empire: A Very Short Introduction (Oxford University Press, 2002) y Afrocentrism: Mythical Pasts and Imagined Homes (Verso, 1998). Publicado por la Universidad Nacional de Colombia con propósitos pedagógicos y bajo licencia académica de openDemocracy. Traducción de Nicolás Suescún.

La leyenda de David y Goliat parece escribirse cada mañana, luego de la segunda intifada palestina.

Economía


Más allá de ser un hecho natural, las inundaciones en Cartagena evidenciaron el extenso mapa de la actual exclusión social y cultural, y la vulnerabilidad de la ciudad a la presión demográfica que ejerce el turismo.

Las cifras hablan por sí solas: más de 2.000 damnificados, 150 viviendas destruidas, 200 semidestruidas, 900 más impactadas y otras 400 en situación de riesgo. A simple vista, un informe rutinario de cualquier tragedia invernal de las muchas que azotan cada año al país. El de Cartagena, sin embargo, ha sido un desastre que no solo se ha ensañado contra 1.500 casas de los barrios pobres y periféricos de la ciudad. Las inundaciones del mes pasado han permeado casi todo: desde las políticas de prevención de desastres y de medio ambiente hasta los cimientos de sus fiestas novembrinas; aquellas a quienes muchos en esta ciudad miran aún como expresión natural de una apacible coexistencia social alrededor de reinas, coronas y cetros. La Cartagena real es, no obstante, otra cosa. Para empezar, y de acuerdo a la imagen idílica reservada para las postales, pocos elementos en Cartagena permiten pensar a los turistas en el drama social implícito en una ciudad donde el 70% sus habitantes vive en los estratos 1,2 y 3, entre los cuales, el 43% sobrevive en la indigencia. Sin embargo, el agua, el lodo y los deslizamientos, que en noviembre pasado cancelaron –por primera vez en sus 70 años de historia– los actos públicos del Concurso Nacional de Belleza, han dejado al descubierto la magnitud de ese contraste social, que el Anuario Social de la Arquidiócesis de Cartagena define “como el que existe entre Manhatan, Nueva York y los países más pobres de África”. Los 600 damnificados del Coliseo Antonio Cervantes, un nombre tan familiar a la cultura afrocaribe asentada desde La Colonia en Palenque de San Basilio, temen, por ejemplo, que el reciente desastre invernal les arroje definitivamente a la calle, con lo que atarían su suerte a la de las 60.000 personas que carecen de vivienda en esta ciudad, de 902.720 habitantes. En tal caso, el destino más probable sería cualquier lugar de las populosas calles del Centro Histórico, ese museo amurallado en que se ha convertido el sector colonial de la ciudad, y en el que ningún in-

Fabio Fandiño.

Fabio Fandiño, Unimedios

Pese a su condición de damnificada por el invierno, esta mujer, madre de ocho hijos, no ha sido reubicada temporalmente en ningún albergue.

Cartagena, la fea e invisible digente o vendedor informal se siente hoy seguro por cuenta del lento acoso al que ha sido sometida la zona por la gran industria hotelera, empeñada en obtener para sí algo semejante a una concesión fáctica de sus calles y plazas coloniales. En palabras de la socióloga francesa Elisabeth Cunnin, autora de un libro sobre identidades raciales en Cartagena, las murallas parecen definir hoy los linderos de “una especie de ciudad prohibida”, clausurada de vez en cuando a los propios cartageneros por cuenta de cumbres intergubernamentales sobre pobreza o integra-

ción comercial en su moderno Centro de Convenciones o por visitas presidenciales a la Casa de Huéspedes Ilustres. Apoyada en argumentos que reducen la explosiva situación social de Cartagena a una invasión del espacio público que resulta incompatible con el turismo, la ciudad prohibida de Cunnin ya ha sentado precedentes con lo que fue, por ejemplo, el desalojo del centro histórico durante la pasada visita del presidente George W. Bush a Colombia. Mantenidos a raya, y al rayo del sol, durante las tres horas y media que duró la

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visita de Bush, varios de los vendedores ambulantes evocaron lo sucedido durante las fiestas de cambio de milenio, cuando el ingreso al sector amurallado fue exclusivo para las personas que recibieron una tarjeta de invitación extendida por algunos hoteles y restaurantes a sus huéspedes. En la misma línea acusatoria, muchos dueños de hostales y pequeños hoteles ven con sospecha el nuevo papel que la especulación inmobiliaria ha desempeñado en el proceso de restauración del centro histórico, bajo mecenazgo español, según ellos para favorecer la pujante hotelería ibérica. En los extramuros, sin embargo, Cartagena es otra, muy diferente de esa pequeña ciudad atenazada –la de los barrios de estrato cinco y seis– protegida al noroeste por el mar, como en los tiempos del almirante Vernón, y hoy, por la Base Naval, garante de su acceso a la ciudad antigua, y observada si acaso, un poco más lejos, al suroriente, por el paisaje polvoriento y rojizo de sus barrios adheridos tercamente a las faldas del cerro de La Popa. En algunos de ellos, el drama de la pobreza es apenas una muestra aleatoria de cifras más generales, como las aportadas por un reciente informe socioeconómico de la Corporación Viva la Ciudadanía, según el cual un total de 379.505 cartageneros, perciben un ingreso promedio de sólo 36.720 pesos mensuales o, lo que es lo mismo, menos de la mitad de los 74.772 pesos mensuales de ingreso que la medición científica de la pobreza exige como mínimo para que una persona salga de la línea de indigencia. A sus 36 años, Elizabeth Púa Hernández, es apenas un ejemplo de lo que significa en Cartagena ser madre soltera de dos niños, empleada doméstica con un salario de 120.000 pesos mensuales, y a cargo de un sobrino y una prima. En total, cinco personas que sobreviven cada una con 24.000 pesos al mes, situación agravada por las recientes inundaciones como quiera que su casa fue una de las 200 semidestruidas por los deslizamientos del barrio Santa Rita. Obligada a refugiarse en casa de su hermana, Andrea Púa, de cuarenta años, sufre un drama semejante. Desde hace varios años su esposo, un obrero de la construcción, es uno de los más de 70.000 desempleados de la ciudad que han entronizado a Cartagena como un lugar donde la tasa de desocupación ha demostrado el divorcio entre la realidad y las cifras. Según el Dane, la reducción de este fenómeno en Cartagena –donde el 9% del empleo total es aportado por el turismo– se ha visto “favorecida” por el prolongado desempleo de los hombres, lo que los saca de esta estadística para ubicarlos en el subempleo o en la indigencia, y por la alta proporción de mujeres con niños que les impide salir al mercado de trabajo.


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Las enfermedades respiratorias afectaron, principalmente, a los menores de cuatro años, por causa de las demoras en la reubicación de las familias.

En conclusión, se ha presentado un tránsito gradual en los últimos cinco años, según la rigurosa definición de los economistas, así: del desempleo al subempleo, a la informalidad, a la pérdida de la vivienda por cuenta de los deslizamientos del invierno, y de ahí a la indigencia. Definida esta última como el estado de pobreza en la que una persona carece de los ingresos mínimos requeridos para satisfacer sus más elementales necesidades alimentarias, el drama implícito en esta cifra aparece aún más claro si se tiene en cuenta que entre 1998 y 2002, la indigencia pasó de 29% a 42%, elevando en consecuencia el número de pobres, una estadística que es hoy del 70% según promedian los diferentes estudios realizados sobre el tema. Por lo demás, las inundaciones de noviembre han confirmado la precariedad y contradicción de muchas de las políticas públicas. Tránsito Pérez, otra de las damnificadas recuerda, por ejemplo, que su humilde casa en las laderas del Cerro de la Popa ingresó hace tres años, de la noche a la mañana, en el inventario de viviendas en situación de riesgo. Abuela de tres nietos y madre de Catherine, de 19 años, doña Tránsito vive de vender frituras en Castillo Grande, donde gana en promedio 8.000 pesos diarios. A sus 56 años es la única que vela por la familia, razón de más para culpar una y otra vez a las administraciones pasadas cuando proyectaron y construyeron una vía perimetral a su barrio, restando tierra a la ladera en la que están construidas decenas de viviendas aprobadas por la propia alcaldía. La otra exclusión La pobreza, medida en clave de ingresos, no es únicamente la peor cara de la desigualdad que afecta esta ciudad, buque insignia del turismo nacional y símbolo de heroísmo libertario en los albores del siglo XIX.

En efecto, la Cartagena real no es solo exclusión social. Desde hace varios años, el Centro de Cultura Afrocaribe, es en cierto sentido una versión moderna del apostolado a favor de los negros que ejerció en esta ciudad San Pedro Claver en el siglo XVII. Regentado por el también sacerdote jesuita Efraín Aldana, el Centro funciona incluso en el mismo lugar donde vivió y murió el santo español, en el segundo piso del museo que es hoy el claustro de San Pedro Claver muy cerca de la Plaza de la Aduana, en el sector antiguo de la ciudad. El diagnóstico que proporciona esta organización no gubernamental acerca de la exclusión étnica y racial en Cartagena es contundente; para oponerse a tal discriminación brinda apoyo social a las comunidades más pobres, en su mayoría afrodescendientes; promueve actividades que incluyen cursos de prevención del sida, resolución pacífica de conflictos, capacitación microempresarial y toda suerte de proyectos ideados para hacerle frente al racismo contraponiéndose a la pobreza. Revisión real El centro cultural del padre Aldana y su parroquia del barrio Santa Rita, una de las más golpeadas por las inundaciones de noviembre pasado, han liderado las denuncias, por ejemplo, sobre la incompatibilidad de un reinado de belleza con el sentido de lo que debe ser una fiesta popular: la disposición al encuentro con la diversidad étnica y social. La cancelación por la tragedia invernal de los actos públicos de sus dos concursos de belleza, el nacional, en manos de la empresa privada, y el popular, a cargo de entusiastas comités autofinanciados con rifas y bingos en los barrios populares de la ciudad, sumado a los renovados esfuerzos locales que se hacen para que fiesta y reinado vayan cada uno por su lado, hicieron del pasado mes un noviembre atípico en la anegada Cartagena.

No ha sido, pese a todo, el primer año en que la polémica revela las flaquezas del certamen mediático en que se ha convertido el concurso de belleza. De hecho, un largo historial de “anécdotas” en los espacios de la farándula, han subrayado el carácter racista del certamen, una acusación que se intenta desestimar con la elección, en 2001, de Vanesa Mendoza Bustos, la representante del Chocó, como Señorita Colombia, o con una recusación similar hecha al Reinado Popular y a su poca condescendencia con el papel que desempeñan en él las reinas “blancas” del certamen. A esto se suma la controversia entre ambos reinados que se produjo durante la versión 2003 del concurso nacional a raíz del azaroso cronograma que en pocos meses llevó a Yeimi Paola Vargas desde su natal barrio Olaya, en el populoso distrito Ricaurte, de la Ciudad Heroica hasta Tokio (Japón), donde a mediados de este año se convirtió en Miss Internacional. Yeimy Paola pasará así a la historia como la primera reina popular en representar al Distrito de Cartagena, una aspiración que le fue negada en cambio a Cindy Eraso, en el año 2000, lo que demostró en su momento el peso que tiene la ciudad anfitriona en la configuración de un certamen que la socióloga Cunnin concibe como “la vitrina de un país que tiende a relacionar identidad nacional con blancura”. Más allá del ejercicio antropológico que propone la investigadora Margarita Abello –para establecer si el reinado popular es un intento por emular el concurso nacional o si responde a una reafirmación cultural del pueblo cartagenero con sus fiestas– la cuestión, en términos generales, remite a una progresiva actitud de algunos cartageneros por revisar el tema de los reinados, su verdadero entronque o no con el origen más remoto de las fiestas de Cartagena –los car-

navales durante La Colonia– y su imbricación con la solemnidad de las ceremonias conmemorativas de la independencia, iniciadas en 1846, fortalecidas en 1911 como referente de identidad local, pero presas luego de un languidecimiento a costa de un evento, que como el concurso de belleza se transformó, según ella, “en el foco visible de la celebración”. En este contexto, Cartagena fue escenario de otra tensión alrededor del tema: los esfuerzos de muchos para que una posible autorización de los actos públicos del reinado se extendieran también al conjunto de las fiestas de la ciudad, lo que provocó en la práctica un divorcio, uno más, al interior de la ciudad real. Cuestión que zanjó la alcaldía con la suspensión de estos eventos; situación inédita que ni siquiera se había producido en ese trágico noviembre de 1985, cuando el único cambio en la programación del certamen consistió en una misa a la que asistieron las candidatas, en memoria de las víctimas del holocausto del Palacio de Justicia. La antropóloga Abello no es la única que hoy propende por una solución que signifique el triunfo de las fiestas populares, o en otras palabras, la recuperación de los espacios perdidos. Lo que significó para muchos cartageneros sentirse excluidos de un evento que, pese a su frivolidad, refleja con creses las contradicciones de su sociedad. En síntesis, y de acuerdo con las palabras del jesuita Efraín Aldana, “tuvo que llegar un desastre natural para conmover a las instancias del poder en la ciudad”. Quizá, después de esta tragedia, las autoridades finalmente decidan implementar políticas y desarrollen programas tendientes a superar la inequidad social que está en la base de las devastadoras inundaciones y de los conflictos de los grupos sociales.

Fabio Fandiño.

Oscar Díaz. El Universal.

Sociedad

La discusión, aunque parezca irónica ante esta gráfica, se centra ahora en definir si una casa ha sido destruida o semidestruida. De tal “concepto técnico” dependerá la ayuda oficial.


Software libre

“Cada programa protegido tiene un amo” UNP: En aquella época no existía el dominio de mercado como hoy, ¿por qué le molestó tanto esa situación? RMS: Para mí el asunto no es de concentración. Tener la elección entre muchos programas privativos es no tener nada porque cada programa protegido tiene un amo y los usuarios quedan sujetos a él; la posibilidad de elegir un amo no me agrada mucho, quiero ser libre. UNP: ¿Cuál es su noción de propiedad frente al conocimiento? RMS: No estoy de acuerdo con la expresión “propiedad intelectual” porque es un término de propaganda que confunde las nociones de derechos de autor, patentes y marcas. Tampoco estoy totalmente en contra de las patentes, pero en el campo de la informática es casi imposible desarrollar un programa empleando millares de ideas, si cada una está patentada. Por tanto, en el campo informático es tonto e injusto su aplicación porque restringen a cada usuario de un computador. En cuanto el derecho de copia, lo acepto para las obras de arte y literarias, siempre que la gente tenga el derecho de difundir

Richard Stallman, presidente de la Fundación para el Software Libre, estuvo en Colombia y ratificó que el software privativo es una manera de concentrar riqueza, por lo que refrendó la importancia de seguir consolidando la libertad en el uso de los programas informáticos. “El software libre es de conocimiento público”; así lo promueve desde los años ochenta Richard Stallman, al hablar acerca de este sistema operativo al que defiende con la convicción de que solo a través de éste se conseguirá garantizar los derechos colectivos, más allá de los individuales. La adopción del software libre se enmarca dentro de los debates sobre los efectos de las patentes, los sistemas de innovación y los procesos de integración comercial; en el caso del conocimiento y particularmente en el software, pareciera que éstas aumentan la brecha tecnológica y generan exclusión, pues impiden conocer cómo está hecho y el saber hacer software. El ingeniero norteamericano visitó la Universidad Nacional de Colombia durante la XI Edición del Festival GNUS/Linux, creado y coordinado por el profesor Abdón Sánchez en la Facultad de Ingeniería. UN Periódico habló con él. UN Periódico: Llama la atención que en 1984 el año de la propaganda de Apple en el Super Bowl norteamericano comparando a IBM con el Gran Hermano, abandone el Laboratorio de Inteligencia Artificial del Instituto Tecnológico de Massachusets e inicie el desarrollo del sistema de software libre. ¿Cómo ocurre esto? Richard M. Stallman: Es una coincidencia, estaba compartiendo y desarrollando software, incluso un sistema operativo completo. Era un ambiente libre que fue desapareciendo y el sistema se volvió obsoleto por la suspensión de la producción de los computadores que usábamos. La nueva máquina de la misma empresa venía con software privativo. Perder la posibilidad de crear abrió ante mis ojos una nueva vida privativa y dije no..., no quiero vivir así.

Guillermo Flórez P.

Carlos H. Caicedo*

Richard Stallman se ha convertido en un activista del software libre.

Tecnología 8

copias exactas de manera no comercial. En cuanto al uso comercial acepto tener un sistema de derechos de autor para las obras de uso no práctico. Pero las obras de uso práctico deben ser libres, los usuarios no deben ser prisioneros de las obras que crea o usa, necesita la libertad de cambiarlas, de establecer cooperación con sus vecinos. UNP: Habla reiteradamente sobre la solidaridad. ¿Cuál es su alcance en el trabajo informático? RMS: La solidaridad no es inherente a la construcción de programas de software, no estoy de acuerdo con esto a pesar de que otros lo afirman. Digo que prohibir la solidaridad entre los usuarios de un programa no es ético. Para mí es un asunto de derechos humanos de los usuarios de los computadores; ellos tienen el derecho fundamental de cooperar y ayudarse, esta es la solidaridad. UNP: Habla también sobre la libertad… RMS: El software privativo niega la libertad a los usuarios y así prohíbe la solidaridad; esto es completamente inmoral. No creo que se deba exigir la cooperación, tiene que ser libre y esto incluye la libertad de cooperar. Pero estas libertades no tienen analogías en otros campos, pienso que es un error intentar generalizar al máximo y no poder cambiar una obra de arte o una obra literaria, por ejemplo, no restringe cómo se vive la vida. Hay cuatro libertades para los usuarios de cualquier software: Libertad 0: es la de ejecutar el programa como quiera. Libertad 1: es la de ayudarse, de estudiar el código fuente del programa y cambiarlo. Libertad 2: es la de ayudar a su prójimo, de distribuir copias a los demás. Libertad 3: es la de ayudar a construir su comunidad, es publicar su versión modificada cuando quiera, para que sus cambios sean accesibles, entonces es el derecho de poder cooperar. UNP: La brecha digital en nuestros países también se asocia a los costos de protección de los derechos de autor y a la transferencia tecnológica. ¿Cómo ve esa problemática? RMS: Quiero decir que usar software privativo es participar de un mal social aunque sea gratuito. Podemos establecer tres tipos de costos: El costo de las licencias del permiso de usar software privativo y esto es injusto. El costo de los equipos robustos que demanda el software privativo. El costo de conexión.

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El efecto de emplear software libre está en eliminar el costo de las licencias, bajar el de los equipos requeridos, lo que no afecta el costo de conexión. No es la solución a todos los problemas, pero mejorará el número de usuarios que acceden y permitirá que los pobres lo copien y distribuyan. No digo que deba ser gratuito, no es inmoral que alguien venda o compre una copia de software libre, de hecho todo el mundo puede hacerlo, es legítimo, pero es muy bueno que los pobres no tengan que comprarlo. UNP: La información está en la base de la construcción de la esfera pública. Algunos gobiernos y grupos de interés establecen barreras técnicas y económicas a la libre circulación de la información. ¿Cómo el software libre puede ayudar a superarlo? RMS: Contribuye de manera indirecta, porque negar el software no es lo mismo que negar información sobre el funcionamiento del gobierno. El software privativo es una manera de concentrar riqueza y entonces siembra la pobreza. El sistema de distribución privativo funciona sobre una escasez artificial, incluso siendo no monopólico, porque no respeta la libertad del usuario. Cada programa usa su poder para exigir el pago del permiso para usarlo, lo cual finalmente produce escasez porque los pobres no pueden pagar. UNP: ¿El objetivo del Movimiento de Software Libre es lograr su adopción por los gobiernos o impactar las industrias más importantes? RMS: Lo segundo no era el objetivo pero me agrada verlo. La meta es que los individuos tengan libertad y los gobiernos también, pues éstos tienen la responsabilidad de no dejar caer sus computadores en manos privadas y cuando usa software privativo, quiere decir que el desarrollador tiene el control de lo que hacen los computadores del Estado. UNP: ¿Cuál piensa qué debe ser el papel de la educación? RMS: Las universidades pueden hacer mucho en programación y uso de computadores, no solamente para el aprendizaje de sus estudiantes de ingeniería sino para todos los que entren en contacto con los sistemas informáticos. El colegio tiene influencia, quienes serán los buenos programadores empiezan a aprender a la edad de quince años; si el software que usan es libre el profesor puede guiar el aprendizaje y después entregar el código fuente, con lo cual no se limita la creatividad.

* Director del Instituto de Extensión e Investigación de la Facultad de Ingeniería


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Entrevista

Según el ayatolá Amid Zanjani, la respuesta a la crisis del mundo contemporáneo se encuentra en el islam. Profesor universitario, ex jefe de la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento iraní, Zanjani estuvo en la Universidad Nacional para hablar de cultura, derecho y religión, invitado por el Centro Cultural Islámico y la Oficina de Relaciones Internacionales e Interinstitucionales del Alma máter.

Yino Castellanos, Unimedios

Sus palabras parecían provenir de un país tan lejano como el ropaje que cubría su severidad. La lengua persa del ayatolá Zanjani ofrece al oyente una extraña sonoridad, pero la calma de sus respuestas permite adivinar la sapiencia de un hombre, que es un líder espiritual y político, para los más de 100 millones de musulmanes chiíes en el mundo. Con la pregunta por la particularidad del chiísmo, y sus diferencias con el sunismo, la otra gran corriente del islam, UN Periódico inició este diálogo con el maestro Zanjani, apoyados en el trabajo del programa radial “Cultos y creencias”, que trasmite UN Radio. Amid Zanjani: Primero debo aclarar que no hay cisma alguno en el mundo musulmán. Las diferencias de pensamiento y opinión siempre son bienvenidas, y efectivamente se presentan algunas interpretaciones de la Sharia –ley musulmana– que pueden no coincidir. Sin embargo, son más las cosas que nos unen; creemos en un solo Dios, en un libro único –el Corán–, los principios fundamentales éticos y morales son los mismos. En cuanto a la divergencia con el sunismo, la cuestión se remonta a los principios del islam y se refiere al problema de quién debía ostentar la jefatura política y la autoridad suprema en la interpretación de los principios de la naciente fe islámica, después de la muer-

te del profeta Mahoma. El sunismo creía en los califas, elegidos por la comunidad de fieles, el chiísmo en cambio respeta la autoridad de los descendientes de sangre del profeta. UN Periódico: Hoy son más de 1.200 millones de musulmanes en el mundo, y es la confesión religiosa que más ha crecido en los últimos años. ¿A qué atribuiría usted este incremento de fieles? AZ: El islam es capaz de dar una respuesta integral a los problemas humanos. Los conceptos filosóficos, jurídicos y sociohistóricos que sostienen la arquitectura del islam, permiten formular un determinado orden social, en el cual el ciudadano siente que pertenece a una comunidad. Además, no hay separación entre la vida corporal y la espiritual, lo que permite al ser humano comprender un nivel distinto de trascendencia, más apropiado para su condición mortal. El islam se constituye en una cosmovisión integral de los distintos órdenes de la vida humana; el moral, el normativo, el psicológico, que dotan de sentido la vida del individuo. UNP: ¿Esta visión integral solo funciona para el creyente, o una persona no religiosa podría encontrar respuestas en el islam? AZ: El islam es una cosmovisión abierta para todas las personas. En cuanto a la autonomía del individuo, la jurisprudencia inspirada en la ética islámica respeta los demás credos religiosos y construye órdenes jurídicos para valorar esa diferencia. Todos los seres humanos tenemos algún sentido de la trascendencia y buscamos tranquilidad espiritual, ser capaces de tolerar los problemas y las frustraciones que nos presenta la vida. El no creyente puede encontrar claves en el islam para su crecimiento personal. UNP: En un amplio espectro de la sociedad occidental, se tiene la idea de un régimen iraní represivo, que desconoce el derecho de las minorías. ¿Cuál es la situación de los no musulmanes hoy en su país? AZ: La actual constitución de la República Islámica de Irán reconoce tres tipos de minorías: las raciales, las religiosas y las políticas. En Irán habitan siete pueblos diferentes, reconocidos por el artículo 13 de la Constitución con plenitud de derechos civiles. Así mismo, las minorías religiosas

Guillermo Flórez P.

Irán, la tierra prometida del Islam

El ayatolá (en árabe, Ayat Allah, signo milagroso de Dios) Amid Zanjani, presencia del islam chií en América Latina.

El sagrado Corán insiste en que la superioridad de un ser humano sobre otro está dada por su virtud.

gozan de garantías por parte del gobierno, consagradas en el mismo artículo. Tanto judíos, cristianos y zoroastrianos pueden seguir sus ritos devocionales. En cuanto a los opositores políticos, el artículo 14 reconoce esta figura y aboga por sus derechos, siempre y cuando no ejecuten acciones armadas. UNP: Otro tema que llama la atención es el de la mujer. ¿Cómo ha evolucionado su condición en el Irán de hoy? AZ: Mujeres y hombres hacemos parte de la misma esencia. La distinción de sexos es motivada para facilitar la procreación. En este sentido, no es inteligente hablar de la superioridad de algunos de los sexos. El sagrado Corán insiste en que la superioridad de un ser humano sobre otro esta dada por su virtud, por el cuidado en su relación con Dios y por su conocimiento, nunca por

su raza, color o sexo. Un versículo del libro sagrado señala que el más distinguido de vosotros es el que tiene más piedad. No es una cuestión de género. UNP: En el plano geopolítico es innegable la influencia regional que en Asia Central ha ganado su país. En este momento ante la situación del vecino Irak, ¿puede ser el chiísmo un factor de estabilización? AZ: Como profesor de ciencias políticas pienso que se le debe dar al pueblo iraquí la oportunidad de expresar su voluntad. Es bien sabido que el vecino país tiene una mayoría chií, que sin embargo no debe usarse para eclipsar la voluntad de sunitas, asirios, caldeos y kurdos. En esta medida el consenso de voluntades facilitaría la resolución de la situación, siempre y cuando los poderes que hoy subyugan al pueblo de Irak respeten la autonomía del país. Es bueno anotar que la resistencia persistirá, pues el espíritu chiíta de respuesta ante la agresión es alto. Así lo demostró, en su oportunidad, ante el imperio británico. El chiísmo siempre estuvo a la vanguardia de la resistencia y solo acepta condiciones impuestas por la vía del derecho. UNP: ¿Cómo recibió el gobierno iraní la reelección de George W. Bush?, ¿se siente amenazado el pueblo persa? AZ: En todo el mundo islámico nosotros hemos visto dos actitudes. La primera es de tensión, de no indiferencia ante la situación, ya que no importa quién detente el poder, lo decisivo es que es un poder que puede controlar a cualquier mandatario, sea Bush o sea quien sea. La segunda es la de espera. Aguardamos que el presidente de los Estados Unidos haya aprendido de sus políticas internas y externas erradas, agresivas y militaristas, para esperar una rectificación de la relación con el mundo islámico. En el futuro veremos. UNP: Finalmente señor Zanjani, ¿cómo logró hace ya 25 años el ayatolá Jomeini, prácticamente solo, llevar a cabo la revolución? AZ: Nunca estuvo solo. Más de 60 millones de iraníes esperaron con paciencia el fin de la tiranía del Sha. El ayatolá Jomeini logró identificarse con las fibras más íntimas de su pueblo. Sus valores morales y éticos, su relación con Dios. Ahí estuvo el secreto.


Museos: ocio y saber Las vacaciones no solo se disfrutan en medio de la playa, la brisa y el mar; existen otros destinos como los once museos que ofrece la UN, en los que se puede visitar el interior de una ballena de 19 metros, fósiles, piedras preciosas y obras de arte.

Diana Manrique Horta, Unimedios

Según las cifras más recientes de la Red Nacional de Museos, en Colombia existen 345 de estos sitios en servicio distribuidos en 24 de 32 departamentos, 11 de los cuales se encuentran bajo la custodia de la Universidad Nacional de Colombia. En ellos reposa buena parte de la

memoria histórica y científica de la Nación representada en su biodiversidad, arquitectura, arte y arqueología. Así mismo, en los museos del campus la investigación continúa siendo uno de los objetivos relevantes. El siguiente es un recorrido por los museos del Alma máter

Sede Medellín

Horario: Lunes a viernes de 8:00 a.m. a 12:00 m. y de 2:00 a 5:00 p.m. Fecha: Hasta el 17 de diciembre. Dirección: Calle 59A No. 64-50, bloque 11, piso 2.

Museo de Geociencias La exposición permanente posee 2.778 ejemplares de minerales, rocas, fósiles y réplicas que ilustran el material más completo del mundo mineral. El 30% de las muestras son de procedencia colombiana y el 70% restante de todas partes del planeta incluyendo el fondo del mar. Esmeraldas colombianas, cristales gigantes de cuarzo, cuerpos extraterrestres, cenizas del Volcán Vesubio, yesos traídos de Túnez, fragmentos volcánicos de la erupción del Nevado del Ruiz en 1985 son algunas de las piezas que conforman el Museo de Geociencias de la Facultad de Minas. El museo incluye una reserva de minerales y rocas que se venden como colecciones para universidades, colegios turistas, entre otros.

Universidad 10

Museo Entomológico “Francisco Luis Gallego” Avispas papeleras, mántides que giran la cabeza 360 grados, mariposas que se alimentan de tóxicos, abejas encargadas de polinizar orquídeas, constituyen el patrimonio de más de 200 mil insectos que reposan en el Museo Entomológico “Francisco Luis Gallego”, uno de los precursores de esta disciplina en Colombia. Un listado de 143 identificaciones de insectos colombianos producido en los Estados Unidos, fue el primer material con el que comenzó la creación del Museo que hoy cuenta cinco colecciones: taxonómica central, económica central, taxonómica didáctica, económica didáctica y formas inmaduras. Posee una sección de bibliografía con 3.000 publicaciones tales como monografías, índices, catálogos y listados de insectos de varias partes del mundo.

Sede Manizales Museo Interactivo de Ciencia, Juego y Tecnología “Samoga” Samo: asombro; ga: lugar. “Lugar de asombro” es la definición etimológica de Samoga, un término de la cultura Umbra, que habitó en el corregimiento de Bonafont, hoy municipio de Riosucio (Caldas) cuya lengua es la tercera del Departamento y única nativa. En la actualidad, cuenta con una Sala de Exposiciones dividida en 50 módulos correspondientes a energías, luz, hidráulica, manejo mecánico de un automóvil, poleas, agua, multiplicación de la imagen y formación de burbujas. El museo coordina los programas del Observatorio Astronómico de Manizales (OAM), de su Planetario Móvil. Cuenta con el Multitaller de Ciencia y los Clubes Juveniles de Ciencia, y desarrolla el Museo Samoga Virtual.

Horario: Martes a sábados de 8:00 a.m. a 12:00 m. y de 2:00 a 6:00 p.m. Fecha: Hasta el 20 de diciembre. Dirección: Sector de Palogrande (frente al estadio), sobre la avenida paralela.

Sede Palmira Museo Entomológico Este museo posee ejemplares valiosos no solo por su antigüedad (más de 65 años) sino por las especies nuevas que los científicos han descrito (aproximadamente 20 mil). La lista la encabeza la Thysania agrippina, una de las mariposas más grandes, cuyas alas llegan a medir hasta 25 centímetros; los escarabajos, atractivos por el diseño de sus alas endurecidas y grandes cachos; el cucarrón arlequín por sus colores rojo y gris, y largas antenas. El museo posee las colecciones de estudio taxonómico –muestra la clasificación por fami-

lia, género y especie–, la económica –encierra las plagas de los cultivos y los grupos benéficos que consumen depredadores–, y la de ácaros asociados a cultivos. Cada grupo reúne el aporte científico de botánicos como José Cuatrecasas y entomólogos como Belisario Lozada, fundador del museo, así como otros investigadores en esta disciplina.

Horario: Lunes a viernes de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Fecha: Hasta el 23 de diciembre. Dirección: Carrera 32 Chapinero, vía Candelaria, Edificio “Leopoldo Rother”, bloque C, piso 3.

Villa de Leyva

Horario: Martes, miércoles y jueves de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Lunes y viernes de 8:00 a.m. a 4:00 p.m. Sábados de 8:00 a.m. a 12:00 m. Fecha: Hasta el 17 de diciembre. Dirección: Carrera 80 No. 65-223, bloque M3, piso 2.

Museo Paleontológico Un Trilobite, saurio que data de por lo menos 540 millones de años, proveniente de Bolivia; aletas, cráneos y dientes de Cronosaurio; Pleciosaurio e Ictiosaurio, y el fósil de un banano, de 130 millones de años hacen parte de las atracciones del Museo Paleontológico del Departamento de Geociencias ubicado en Villa de Leyva (Boyacá). El Molino de Losada, un antiguo molino de maíz que funcionó durante la época de La Colonia sirve desde la década del 70 a las vitrinas que exhiben fósiles invertebrados como amonitas, bivalvos, gastrópodos, equinodermos y vertebrados, saurios marinos y peces, así como restos de plantas. Una de las razones por las que el Museo funciona en Villa de Leyva, es el hallazgo de yacimientos de rocas marinas del Cretácico, que por su alto contenido de fósiles, hacen que la región tenga potencial para la investigación geológica y paleontológica.

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Horario: Martes a sábados de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. Domingos y lunes festivo de 9:00 a.m. a 3:00 p.m. Fecha: Hasta febrero de 2005 Dirección: Hacia el norte, un kilómetro por la vía a Arcabuco, partiendo desde el parque principal de Villa de Leyva.


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Universidad

Sede Bogotá Museo de Arte Dentro de las colecciones que guarda el museo se encuentra la Pizano, un conjunto de obras que el maestro Roberto Pizano trajera a Colombia en 1926 con el propósito de crear un centro cultural. Esta colección está conformada por escultura y obra gráfica procedente del Museo de Louvre, el British Museum y de otros museos europeos. Igualmente, Arte Moderno y Contemporáneo integra obras representativas del arte del siglo XX en el país y algunas piezas de arte latinoamericano. Objetos intervenidos por la maestra Beatriz González, grabados, pinturas y óleos de Enrique Grau, José Antonio Roda o Luis Caballero hacen parte de la muestra que usted podrá visitar por estos días. La temporada de fin de año exhibe el XIV Salón de Diseño Gráfico “En, con y sin soporte”, cuya reflexión se centra en la presencia de los nuevos medios frente a los medios tradicionales.

Horario: Lunes a viernes de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. Fecha: Hasta el 17 de diciembre. Dirección: Edificio Facultad de Agronomía, piso 3 (entrada calle 26).

Horario: Lunes a viernes de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. Sábados de 9:00 a.m. a 3:00 p.m. Fecha: Hasta el 17 de diciembre Dirección: Carrera 30 No. 40-03, edificio 325 (entrada calle 45)

Museo Entomológico Unab Cerca de 70.000 insectos, organizados en 15 órdenes y 200 familias conforman el segundo Museo Entomológico con orientación agrícola más importante de la región cundiboyacense que acaba de ser inaugurado por la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Colombia. Entre otros insectos, reposan en este lugar diversidad de Colémbolos; moscas de la fruta; pulgones de la región; la hormiga loca y su distribución en Colombia; hormigas arrieras; ácaros y polillas en cultivos de flores. Cinco colecciones: taxonómica central, taxonómica didáctica, insectos inmaduros, económica didáctica y publicaciones taxonómicas, le permiten a cultivadores, investigadores, estudiantes y demás inquietos, profundizar en el desconocido mundo de los insectos que habitan en nuestro país.

Museo de Historia Natural El Instituto de Ciencias Naturales constituye la continuación de la labor realizada a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX por la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada de don José Celestino Mutis. Al aporte botánico se aúna el conocimiento de la fauna, ambos recogidos por 50 investigadores de la Universidad Nacional y que se condensa en nueve salas: evolución de los organismos, Arqueología y Antropología, invertebrados, ambiente acuático, reptiles, aves, mamíferos, Botánica, frutos y semillas y exposiciones temporales. En los últimos tres años, el museo entró en la onda de la interactividad con un diorama sobre los mastodontes y otro sobre arácnidos y miriápodos. Así mismo, un cetáceo de 19 metros y un tablero electrónico que ilumina las especies más exóticas de nuestra diversidad son otras novedades.

Horario: Lunes a viernes de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Fecha: Hasta el 17 de diciembre. Dirección: Edificio Instituto de Ciencias Naturales, piso 1 (entrada calle 53).

Museo de Arquitectura “Leopoldo Rother” La base documental de planos y dibujos que posee el museo se relacionan con la labor arquitectónica de pioneros de esta disciplina en el país como Leopoldo Rother, profesor alemán encargado de realizar el trazado urbanístico del campus universitario de la sede Bogotá; y José María Montoya, quien dentro de la práctica profesional dedicó su conocimiento a la parte empresarial. Junto a ellos se encuentran Bruno Violi, Vicente Nassi y Fernando Martínez Sanabria. Por estos días en el edificio diseñado en 1945 para el funcionamiento de la Imprenta, ofrece tres exposiciones: 55 proyectos arquitectónicos realizados por mujeres en los últimos 50 años; 42 planos del edificio de la Caja Agraria, en Barranquilla, considerado patrimonio nacional; y 57 proyectos reunidos en “Arquitectura en Colombia y el sentido de lugar los últimos 25 años”, donde se muestran planos de lugares como la Sala de Exposiciones Temporales del Banco de la República, la Biblioteca Pública Virgilio Barco y el Pabellón del Café del Museo Nacional.

Horario: Lunes a viernes de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Fecha: Hasta el 17 de diciembre. Dirección: Edificio Facultad de Medicina, piso 3 (entrada calle 45).

Horario: Lunes a sábados de 8:00 a.m. a 7:00 p.m. Fecha: Hasta el 17 de diciembre. Dirección: Edificio 207, carrera 30 No. 40-03 (entrada calle 45).

Museo Historia de la Medicina “Andrés Soriano Lleras” En este sitio reposan herramientas como el primer respirador artificial de principios de siglo pasado, un electrocardiógrafo portátil, los microscopios más antiguos del renacimiento y el barroco, así como morteros para hacer píldoras y una jarra sacramental traída del Parque Arqueológico de San Agustín. El museo posee la cuarta parte de la colección dermatológica del Hospital San Juan de Dios. Las mascarillas, tallas en cera y en tamaño natural, son las únicas existentes en el mundo. En ellas se representan patologías típicas de la época como lesiones de sífilis, tubercolosis y lepra, entre otras. El museo recoge el patrimonio de los albores de la medicina en Colombia. Junto a las más de 1.000 reliquias se encuentra una antiquísima colección de libros y una gran cantidad de documentos. Una exhibición sobre la viruela se preparó para la temporada de vacaciones, y comprende documentos, libros, afiches e imágenes.

Museo de la Ciencia y el Juego Los mundos por los que se puede trasegar durante una visita a la Sala Interactiva del museo se relacionan con arte y ciencia, bazar de las burbujas, corriente e imanes, el espacio, espejo-reflejo, giros y giros, juegos con aire y agua, un océano de oscilaciones y ondas. Los servicios van desde visitas guiadas a la sala interactiva, venta de material didáctico, venta de montajes interactivos, talleres sobre diferentes temas y para diversos públicos, formación de docentes y asesorías al sector educativo, alquiler temporal de montajes del museo para exposiciones y otros, hasta promoción y creación de pequeños museos interactivos. Fue el primer museo interactivo que hubo en Colombia, el segundo en Suramérica y el tercero en toda Latinoamérica y el Caribe.

Horario: Lunes a viernes de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Fecha: Hasta el 17 de diciembre. Dirección: Concha acústica UN, piso 1 (entrada transversal 38).


Geografía de las admisiones

Andrés Guhl* La Universidad Nacional de Colombia tiene como objetivos misionales la docencia, la investigación y la extensión. Con una mirada crítica se ha examinado el cumplimiento de estas metas. Existen pocos análisis de cómo la Universidad responde a las necesidades regionales, y en qué lugares del país no lo hace. La procedencia geográfica y la concentración de los estudiantes son buenos indicadores –aunque no los únicos–, de las zonas del país donde tiene una influencia significativa. Identificar el territorio sin aspirantes ni admitidos también es importante, ya que ayuda a definir cuáles son las razones para que la UN no sea una alternativa de educación superior atractiva en esas zonas y así plantear estrategias para convocar estudiantes de esos municipios e incrementar la presencia regional en Colombia. Este artículo pretende mostrar los patrones geográficos de distribución y concentración de los aspirantes y admitidos en pregrado a la Universidad Nacional en los últimos años. La Universidad cuenta con siete sedes distribuidas a lo largo y ancho del país. Las cuatro principales se encuentran en Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira, y concentran la mayoría de la población estudiantil. Adicionalmente, existen tres sedes denominadas “de presencia Nacional” en Arauca, Leticia y San Andrés. Hay muchas diferencias entre estos dos tipos de sede. La mayoría de los aspirantes y admitidos a la Nacional se ubican en las primeras y provienen de diversas regiones del país; mientras, en las segundas, un alto porcentaje proviene de una región geográfica pequeña1. Por estas razones, los resultados detallados que se presentan a continuación solo se refieren a las cuatro sedes principales.

¿Qué tan nacional es la Universidad Nacional? Un análisis de la procedencia regional de los aspirantes a un cupo en la institución de educación superior más importante del país, y la composición de los admitidos en las cuatro sedes principales de la misma, evalúa el papel educativo que está cumpliendo el Alma máter en la escala nacional. Este es el primer resultado de una serie de estudios conducentes a ese fin. de programas de pregrado, aunque de una manera menos marcada. Esta sede ofrece aproximadamente el 54% de los cupos para nuevos estudiantes, mientras que Medellín representa el 29%; Manizales el 11% y Palmira el 6%. La comparación de estas cifras con los de admitidos por sede indica que, en términos relativos, es mucho más difícil entrar a la sede Bogotá, seguida por Medellín, Manizales y Palmira, sede donde hay menos competencia. Al considerar el lugar de residencia, hay 895 municipios –cerca del 80% de los del país–, con aspirantes por lo menos a una

de las cuatro sedes en uno o más de los cinco semestres analizados. Aunque esta cantidad sugiere un proceso de aplicación de escala nacional, solo en menos de la mitad de los municipios del país hay aspirantes de forma constante o casi constante3. Es decir, el carácter nacional del proceso de solicitud sugerido no existe, varía mucho de semestre a semestre, y solo el 41% de los municipios tiene solicitudes a la UN con regularidad. Gran parte de los municipios del país no tienen admitidos a la Universidad Nacional. Solo aquellos de 149 municipios

(13% del total del país) lo hacen con regularidad4. En otras palabras, el carácter del proceso de admisión no puede clasificarse como de escala nacional debido al número limitado de municipios con admitidos de manera frecuente. Muchas de estas poblaciones se encuentran en cercanías a las sedes principales, y en general corresponden a las capitales departamentales y municipios importantes, donde la calidad de la educación media suele ser mejor. Además, existen otras regiones que siempre tienen admitidos en lugares relativamente lejanos a las sedes principales como es el caso de municipios en La Guajira, Nariño, Sucre, Córdoba y San Andrés. Sorprende encontrar que en casi el 20% de los municipios del país no hubo admitidos a ninguna de las sedes principales a pesar de tener solicitudes en dos o más semestres5. Esto sugiere que el proceso de admisión deja por fuera muchas regiones

Guillermo Flórez P.

Cartografía de aspirantes y admitidos Las solicitudes para la sede Bogotá representan más del 80% de los estudiantes que presentaron el examen de admisión2. El resto se distribuye en las otras tres sedes así: a) Medellín, 10%; b) Manizales, 4,5%; y c) Palmira, 1,6%. Estos porcentajes indican que las solicitudes a la Universidad Nacional están concentradas en Bogotá, donde se ofrece el mayor número

A la sede Bogotá vienen estudiantes en su mayoría provenientes de la misma ciudad, municipios cercanos, y jóvenes costeños.

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de municipios con aspirantes y admitidos. La sede Bogotá, por ser la más grande y con más programas de pregrado, es la que tiene aspirantes y admitidos de un mayor número de municipios (véase tabla 2) En el otro extremo está la sede más pequeña, Palmira, que tiene solicitudes y admitidos de un menor número de municipios. Esto indica que a pesar de que Bogotá tiene aspirantes de un mayor número de municipios, también tiene proporcionalmente el menor número de poblaciones representadas6; mientras que en Medellín y Palmira la representación es mayor.

La procedencia andina domina Pero, no solo es importante saber de dónde hubo solicitudes y admitidos. En los cinco semestres analizados, la Dirección Nacional de Admisiones no recibió ninguna aplicación de un total de 161 municipios (14,4% de los del país), correspondientes a zonas de muy baja densidad de población como la Orinoquia y la Amazonia, así como la Costa Pacífica. Es notoria la ausencia de aspirantes en núcleos de municipios en zonas con altas densidades de población como en cercanías a Barranquilla, Santander y Norte de Santander. La explicación de este hecho se debe en parte a que la oferta de educación superior en esas regiones hace que sea más atractivo estudiar cerca al municipio de origen que trasladarse a alguna de las sedes de la Universidad Nacional. Casi todos los municipios con admitidos se encuentran localizados en departamentos de la zona Andina (en particular en las cordilleras Central y Occidental) y en la Costa Atlántica (véase tabla 1). Algunos departamentos de la zona Andina ubicados en la cordillera Oriental como Santander y Boyacá tienen un altísimo número de municipios con aspirantes y sin admiti-

dos. Santander es el departamento con más municipios sin solicitantes, seguido de Boyacá y Atlántico. El análisis de procedencia geográfica de los admitidos también puede hacerse para cada sede. Aunque cinco semestres no son suficientes para dar conclusiones definitivas, existe una tendencia a que el número de municipios con solicitantes y admitidos aumente lentamente en las cuatro sedes principales y, por ende, para toda la Universidad. Adicionalmente, el tamaño de la sede parece ser proporcional al número

Sedes de ciudad Los resultados hasta ahora no diferencian entre municipios con pocos y con muchos admitidos. Es posible medir la concentración de este grupo en cada sede con el porcentaje de jóvenes que residen a cierta distancia (véase gráfica 1). En Bogotá y Manizales, más del 70% de los admitidos vive en estas ciudades. Medellín y Palmira tienen porcentajes menores de admitidos que residen en la ciudad (Medellín, 56%; Palmira, 49%). Cuando se considera el porcentaje que vive a menos de 20 kilómetros de la sede estas diferencias desaparecen, y aproximadamente tres cuartas partes de los admitidos en un semestre provienen del mismo municipio de la sede o su cercanía inmediata. Es claro que este hecho indica que los admitidos están muy concentrados en cercanías de la sede y que hay una proporción pequeña de estudiantes aceptados de otras regiones del país. Incluso se puede afirmar que estas sedes, más que ser de carácter nacional o regional, son sedes de ciudad, ya que

Estos resultados dejan muchas preguntas sin contestar; por ejemplo, si para tener un cubrimiento realmente nacional la Universidad debe modificar su política de admisiones, o debe mantener su política actual de admitir solo a los mejores bachilleres del país. Las respuestas requieren un análisis exhaustivo que hasta ahora está comenzando y que involucra las admisiones y el impacto regional de la investigación y la extensión. Sin embargo, los resultados presentados en este artículo son el primer paso para evaluar el papel que juega la UN en diversas regiones del país, y determinar cuáles son los motivos que causan estos patrones geográficos, para así tratar de mejorar la forma como la Universidad trata de llevar a cabo sus objetivos misionales a lo largo y ancho de Colombia. * Asesor de Rectoría y geógrafo Ph.D. 1

Infografías Leonardo Cuéllar.

del país donde la educación media no cumple con los estándares de calidad mínimos para ingresar a la Universidad Nacional, haciendo que el proceso de aplicación tenga una distribución geográfica de mayor extensión que la del proceso de admisión.

la mayoría de los admitidos provienen del municipio donde se ubica el campus. El análisis de la distribución y la concentración geográfica de los admitidos y aspirantes a la UN permite demostrar que su carácter es cada vez menos nacional, y que solo un número reducido de municipios tiene admisiones regularmente. Estos municipios se encuentran en regiones del país donde vive la mayoría de la población, en particular la zona Andina y la región Caribe. Si a esto se suma el hecho de que los admitidos están concentrados en cercanías al campus, es claro que las cuatro sedes principales tienen una baja presencia de admitidos de varias regiones del país y que privilegian las necesidades de las ciudades donde se encuentran situadas.

Por ejemplo, para 2003, los admitidos en las tres sedes de presencia nacional representaron menos del 2% del total de admitidos a la UN, según información suministrada por estas sedes y la Dirección Nacional de Admisiones. 2 Información suministrada por la Dirección Nacional de Admisiones de la UN para el primer semestre de 2000 y los dos semestres académicos de los años 2003 y 2004. 3 En 462 municipios hay solicitudes en por lo menos cuatro de los cinco semestres considerados. 4 Hay 546 municipios con admitidos a una o más de las cuatro sedes en uno o más semestres. 5 En 220 municipios hay solicitudes en por lo menos dos semestres, pero no hay admitidos. 6 El 33% de los municipios con aspirantes tuvieron admitidos a la sede Bogotá (véase tabla 2).


Desde la concepción de la Universidad como centro de producción de conocimiento, distintas reformas académicas han trazado parámetros hacia la construcción de la excelencia. Expuestas y proyectadas en momentos históricos específicos, se han inscrito en la necesidad de modernizar la institución de acuerdo con las demandas del país. Con el ánimo de ofrecer un antecedente bibliográfico de obligatoria consulta, este documento esboza cada una de las propuestas más relevantes que se han aproximado al mejoramiento de la vida universitaria y sus implicaciones. El recorrido inicia con el discurso promulgado ante el Senado de la República por quien fuera en 1937 ministro de Educación, Jorge Zalamea. Aquí, la actualización de programas, aspectos urbanísticos, el compromiso de la población académica con el país, entre otros, fueron sus argumentos para justificar aquello que se consideraba imperativo: la Ciudad Universitaria. Hecho que puso fin a la insularidad que habían adquirido las tres facultades predominantes: Derecho, Ingeniería y Medicina. A partir de estos derroteros, Gabriel Durana Camacho (rector, 1936-1937), en su informe, resalta la exigencia de programas de posgrado y especialización; lo cual indujo a la creación de la escuela de enfermería –adscrita a la Facultad de Medicina–; y las especializaciones en áreas del Derecho y de la Ingeniería Militar. Veinte años después, Mario Laserna Pinzón (1957-1959) enfatizó en la inversión tanto económica como de tiempo para el trabajo mancomunado entre docentes, directivas y estudiantes. Además se concentró en la inclusión de cátedras en Humanidades e Inglés, acordes con la sociedad moderna y la literatura científica producida en el mundo. Ya, entre 1960 y 1962, durante la rectoría de Arturo Ramírez Montúfar, se consolidó la Facultad de Sociología y las carreras de ingenierías Eléctrica y Mecánica. Se destacó la aparición de la Oficina de Planeación, cuya tarea consistía en la

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elaboración de planes de desarrollo, en coherencia con las necesidades de las distintas dependencias de la Universidad. Varios de los planteamientos de la propuesta anterior se desarrollaron en la administración del médico José Félix Patiño (1964-1966), históricamente la reforma más ambiciosa, la cual revaluaba la cátedra magistral y la memorización como elementos de modelos pedagógicos reducidos. En consecuencia, se ampliaron las horas de prácticas y el uso de recursos como bibliotecas y equipos. En este intento, se reorientarían las pedagogías y se disminuiría la deserción. El “profesional culto” como objetivo integral de los propósitos de Patiño, no se consolidó ni transformó la Universidad en su totalidad, debido a las diversas y erróneas interpretaciones que las facultades le dieron. Para el periodo 1984-1988, Marco Palacios enfocó sus propuestas en los planes curriculares, la organización de la investigación y el desarrollo indiscutible de programas de posgrado. Palacios, después de un riguroso análisis al terreno de sus antecesores, definía a la Nacional como “una entidad crítica, popular, de excelencia académica, democrática y autónoma”. Características dadas, también, por la conexión entre docencia e investigación, lo que retroalimentaría el sistema educativo y conllevaría a altas exigencias de calidad y productividad científica. Finalmente, Las reformas acdémicas de la Universidad Nacional. Proyectos y realizaciones, 1935-1995 presenta la plataforma Antanas Mockus, la cual propende por una universidad competente y a la vez responsable del reconocimiento de nuestras riquezas naturales y culturales, anclado en el proceso de investigación. Sus “pedagogías intensivas” involucraban la cooperación eficaz en las relaciones profesor-estudiante y estudiante-estudiante; idea que después de ampliada dio lugar a diversas interpretaciones y a consecuencias poco fructíferas en las aulas, según esta investigación de Rectoría publicada recientemente por la Universidad Nacional de Colombia.

Mapa de fuga y otros secretos afro En los peinados y las motiladas de los afrodescendientes hay significados históricos y contemporáneos que sobreviven a la modernidad. Trenzas y moños recrearon resistencias de los ancestros africanos y hoy, en otro contexto, mantienen en alto la bandera de la identidad. Nelly Mendivelso, Unimedios

Contrario a lo que muchos creen, las tropas, esas trenzas delgadas pegadas al cuero cabelludo que lucen chicos afro, y también los que no lo son, no las inventaron Shaquille O’ Neill, Snoop Doggs o Rodman como registran en sus afiches o discos compactos. Bastaría con viajar a Baudó, San Juan o Atrato, y ver los peinados de las abuelas y las niñas, para sorprenderse al encontrar los mismos diseños en sus cabezas como símbolo de una tradición, desarrollada hace 500 años en el contexto de la esclavización. Dentro de su cultura, ellas también son grandes artistas. Con cierto sigilo, testifican en sus cabellos la resistencia que plegaron todos los ancestros africanos y que hoy en otro contexto se practica. “La cabeza y el pelo son un tablero en donde se escribe la identidad”. Lo hicieron las abuelas para planear la fuga de las haciendas y casas de sus amos. Las mujeres se reunían en el patio para peinar a las más pequeñas, y gracias a la observación del monte, diseñaban en su cabeza un mapa lleno de caminitos y salidas de escape, en el que ubicaban los montes, ríos y árboles más altos. Los hombres al verlas sabían cuáles rutas tomar. Su código desconocido para los amos le permitía a los esclavizados huir. “Si el terreno era muy pantanoso las tropas se tejían como surcos”, dice Leocadia Mosquera, una maestra chocoana de 51 años a quien su abuela le enseñó el secreto de los peinados por considerarla la ananse de la familia, es decir, ese ser mítico representado en una araña, que con su astucia y poder, huye de la dominación. Sentido simbólico que supo conquistar para conocimiento de todos, Lina Vargas, una joven socióloga de la Universidad Nacional de Colombia, inquieta por descifrar huellas de africanía en el ejercicio de peinar en las peluquerías afrocolombianas de Bogotá.

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Resistencias contemporáneas En su búsqueda, Lina observó varias culturas afrocolombianas convergentes en un mismo lugar: las peluquerías. En estos sitios de encuentros y desencuentros, la manera como hombres y mujeres eligen lucir el cabello lleva mensajes y códigos implícitos. En un contexto contemporáneo, trenzas tejidas como las tropas, el curly, las drelas o los sucedidos, significan otra resistencia; esta vez a las estéticas hegemónicas de los blancos. Llevar el cabello de cierto modo es una manera de expresar la identidad. Así, en los peinados y las motiladas hay dos grandes tendencias. De acuerdo con la socióloga, una agrupa lo afroamericano-afronortemaericano y afrocaribe, enmarcado dentro de una globalización generalizada pero disidente. Aparecen entonces looks que exigen alisar permanentemente las cabelleras femeninas; cortes cercanos al cuero cabelludo con diseños sobre la piel; trenzas y moños para jóvenes raperos; y dreadlocks, congos y bongos en las cabezas de los rastafaris o los simpatizantes de su estética. La otra tendencia agrupa lo tradicional; la elaboración de trenzas de diferente tamaño y diseño, que, lejos de responder a una estética rapera, reproducen las hechas en los lugares que cuentan con una población afrocolombiana considerable como, Palenque de San Basilio y el litoral Pacífico; también el uso de productos naturales en el cabello y la cara, en donde resulta imprescindible el conocimiento botánico de quien lo prepara.

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Las reformas académicas en la Universidad Nacional

La costumbre de llevar trenzas sugiere que la habilidad de hacerlas no se truncó ni con la travesía por el Atlántico, ni con la trata esclavista.


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Cultura

El arte de “peluquiá” La peluquería ha sido un arte heredado por los afrocolombianos de generación en generación. Por eso, no son pocos los que se dedican a este oficio. La mayoría coincide en que aprendió a “peluquiá” desde muy pequeño en su lugar de origen, allá en Quibdó, Condoto, Tumaco o Buenaventura; como “África” un bonaverense de Galaxcentro 18, el complejo de peluquerías afro más reconocido en Bogotá Robinson, como es su nombre de pila, practica el rastafarismo, religión e ideología basada en el regreso a la tierra madre, África, y a la hermandad de los hijos elegidos por Dios, quienes se reconocen por sus largas cabelleras. Su inserción en el arte, como le llama al arreglo capilar, comenzó cuando tenía ocho años: “cuando me motivé a peluquiá cogí a unos pelaitos y pram, pram, pram, los dejé calvos. Luego les traté de hacer el miki con una cuchilla y me queó torcío. Después me tocó un señó y con las tijeras trin, trin, trin, ¡uy! Ese poco’e huecos que le dejé, casi lloro, pero bueno, se fue conforme y no pasó ná”. Años después y con más experiencia, “África”, al igual que otros coterráneos, pudo establecerse en Bogotá gracias a la red de conocidos que, a lo largo de seis migraciones de afrodescendientes, se ha tejido en la ciudad. Su peluquería es el reflejo de otras, en las que no faltan unos cuantos afiches de Bob Marley, o algún deportista o cantante afroamericano, con lo cual sustentan la identidad global como afrodescendientes. La especialidad de los cortes ratifica tal posición, por eso sus clientes, con convicción o sin ella, van para hacerse las drelas resultado de la unión natural de hebras

Guillermo Flórez P.

Pero no solo la oferta y la demanda de lo estético le da sentido a las peluquerías afro en la ciudad. Estos “sitios de negros”, llamados así por los blancos, quienes, aún con prejuicios raciales no han podido resistirse a lucir “las trencitas exóticas”, son una gran escena: sus olores y colores recrean para habitantes y visitantes la experiencia de estar de nuevo en su tierra. Los sentidos se transforman al son de la chirimía, la puya o el reggae. Es allí donde el chisme y las noticias del pueblo mantienen al día a las comadres. Las empleadas domésticas olvidan sus faenas. Los universitarios proyectan su profesión. Las promesas del fútbol sueñan con formar parte del balón pie profesional. Se forjan cantantes. Se acicalan los que trabajan en la “rusa”, vendiendo frutas, cucas o cocadas. Y hasta van los políticos para hablar de su representación gubernamental. Es justo en esa cotidianidad en la que Lina Vargas pone al descubierto las huellas de la africanía presentes en Bogotá.

Algunas peluquerías están posicionadas en el lugar público de la ciudad, no como sitios bogotanos, sino como “lugares de negros”, en una suerte de valor agregado.

de cabellos sin desenredar por un tiempo considerable, estilo rasta. Otros prefieren la raya Tyson, o el miki que consiste en enmarcar la frente, las patillas, la nuca y las orejas en una maniobra artística valiéndose de una hoja de afeitar. Los menos complicados optan por el prieto o rapada total; las ya señaladas tropas; el jersey, un sombreado degradado en dos o tres capas desde la parte superior de la cabeza; o íconos como la inicial del nombre, entre otros peinados. Las peluquerías afro se especializan de acuerdo con el género, la edad y la temática. La más antigua es la de don Juan Mosquera, situada actualmente en el barrio Quirigua. Él fue el primer afrodescendiente que montó un establecimiento de este tipo en la ciudad, hacia 1957. Desde entonces atiende principalmente a hombres adultos. Los salones de belleza, solo para

mujeres, tuvieron como líder a doña Zoila aproximadamente hace 15 años. Entre chisme y añoranzas El arte de saber manejar el cabello es uno de los roles culturales de la mujer, que se perfecciona con la experiencia. Por eso las niñas aprenden a trenzar y a manejar el cabello de sus amigas poco a poco: primero miran, después ayudan a sostener hebras para evitar que se enreden, y luego empiezan las trenzas desde el cuero cabelludo. Las que mejor lo hacen adquieren un estatus importante dentro su grupo de pares, más aun si tienen “buena mano” y favorecen el crecimiento del cabello rápido, negro y fuerte. Cuando motilan a los hombres no lo hacen en público, y comparten

su exclusividad de arreglar el cabello de las mujeres solo con homosexuales. Mientras trenzan, ellas tejen historias, tanto en los salones de belleza como en las casas, en donde son frecuentes las reuniones los fines de semana, pues peinarse es un ejercicio colectivo. “Allí se crea un espacio de resistencia e integración de distintas esferas de la vida, como el trabajo y el aspecto personal”, comenta Lina. En el campo chocoano las mujeres hacen sucedidos, mientras cuentan los gajes de la labor. Al igual que los mapas de fuga, dicho tejido en forma de pequeños moños, tiene su origen en la esclavización. Se llaman así porque en ellos se relata lo acontecido en la mina o en el colino: si debió nadar o meterse en un hoyo profundo o socavón lleno de barro, al hacer el sucedido la mujer embute la punta en el mismo moño. Si solo debió trabajar con batea, lo deja suelto. En Bogotá, los sucedidos confrontan a las mujeres con su realidad, muchas veces caracterizada por la ruptura obligatoria que genera la guerra. En torno al cabello se puede recordar a los hijos o al marido dejados en Quibdó, u olvidar las faenas domésticas. “En estos espacios es donde reinventan su vida”. La cabeza como escenario implica el reconocimiento de la llegada a edades significativas: el primer año para los bebés o los quince para las niñas sugieren cambios estéticos que llaman la atención de la comunidad y la hacen partícipe de estas transiciones. Los adolescentes varones pueden transformar su look solo cuando han salido de la influencia de sus padres; durante la época escolar deben llevar jersey o prieto, pues sus padres los consideran estilos apropiados. Los precios del servicio en las peluquerías oscilan entre $2.000 y $6.000. Las mujeres deben pagar por un servicio más dispendioso: al valor de la mano de obra para hacer trencitas o extensiones –trabajo que puede durar hasta ocho horas– se le suma el costo de éstas. Así ellas pagan desde $30.000 hasta $300.000, costo de la postura de extensiones de cabello liso. Después de siglos de esclavización y marginalidad se reencuentran aquí estilos de los tejidos en la cabeza de algunos afrodescendientes. El pelo y lo que éste puede significar, gracias a la destreza de peluqueros, estilistas y peinadoras guarda aún muchos secretos respecto a las memorias ancestrales y las luchas por conquistar la libertad. Enigmas que Lina María Vargas intenta poner al descubierto en su travesía por la poética del peinado afrocolombiano, un trabajo de investigación compendiado en un libro que, bajo el mismo nombre, publicó el Instituto Distrital de Cultura y Turismo.


Células “comehueso” protagonizan la osteoporosis De alguna manera, la historia de cientos de células que terminaron fusionándose espontáneamente en una sola membrana con varios núcleos al estar apeñuscadas en un frasco en el laboratorio de la doctora Agnes Vignery, de la Universidad de Yale, ha sido una de las mejores evidencias a la pregunta: ¿cómo se originan los osteoclastos? Estas células especializadas en la destrucción o resorción del hueso cumplen una función natural, complementaria a la que desempeñan sus análogas formando tejido óseo (osteoblasto), en un proceso de construcción-destrucción que mantiene la arquitectura propia del esqueleto humano. ¿Qué lleva a la formación de osteoclastos?, es el interrogante que ha concentrado la atención, en los últimos tres años, de un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Colombia, conformado por una odontóloga, Carmen Alicia Cardozo, del Grupo de Reactivos Biológicos del Instituto de Biotecnología; un médico genetista, Carlos Arturo Guerrero, del Laboratorio de Biología Celular y de Virus de la Facultad de Medicina; y una bióloga, Andrea Murillo, estudiante de la maestría en Bioquímica. Los aportes a la repuesta acaban de dar lugar al Premio Academia Nacional de Medicina-Aventis 2004, en el Área de Ciencias Básicas y Experimentales. Otra inquietud más vieja, en torno a por qué los niños sometidos a tratamientos rápidos de ortodoncia, en buen porcentaje perdían la raíz sin previa infección o inflamación, los había llevado al tema de la muerte celular programada y finalmente a los osteoclastos. Aunque el comportamiento de éstos estaba claro, era necesario conocer su origen y mecanismos de funcionamiento o alteración, si se esperaba tener mayores elementos para entender la enfermedad periodontal, la osteoporosis, la artritis rematoidea, la enfermedad de Payet y otras patologías óseas. Cuatro docenas de legajadores archivados en el Laboratorio de Biomiméticos, “producto de una búsqueda minuciosa de información”, hicieron recordar a la profesora Carmen Alicia lo difícil que fue enfocar la investigación sobre un tema aún in-

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Avances en biología celular que conducen al entendimiento de las enfermedades óseas recibieron el Premio de la Academia Nacional de Medicina-Aventis 2004. Distinción a los hallazgos científicos de la Universidad Nacional y al trabajo en equipo, modelo para el futuro de las ciencias biomédicas en el país.

Guillermo Flórez P.

María Claudia Rojas, Unimedios

En el Instituto de Biotecnología se empezarán a probar la eficiencia de distintos medicamentos utilizados contra la osteoporosis.

cierto para la ciencia. En la pila de A-Z con literatura científica sobre el asunto reposa el famoso artículo de la investigadora estadounidense, que les diera pistas, al hallarse con que en la fusión celular espontánea en un medio ácido (pH 3) podía estar la clave del enigma de la fisiopatología de los osteoclastos. Experimento modelo Por fin, luego de cinco días, una lámina de hueso sano parecía una piedra pómez: huecos en su estructura “nos probaron que las células, macrófagos en nuestro caso, fusionadas artificialmente con polietilenglicol (PEG), después de tres años de trabajo en nuestro laboratorio, efectivamente hacían resorción”, dice Andrea Murillo. Los 300 experimentos practicados por ella para superar la inestabilidad de las células sanguíneas llamadas macrófagos –elegidas para las pruebas–, e inducir su fusión,

estimulándolas con una sustancia química utilizada para tal fin (PEG), le exigió diseñar distintas concentraciones y extender su horario a jornadas impensables. Disciplina que la llevó a validar un modelo in vitro de experimentación y a determinar si era la fusión por sí sola, a causa de que las células estén “apeñuscadas” o por el requerimiento de hormonas, la que producía la unión de las células y su capacidad para resorber hueso. “Los resultados mostraron que la fusión dispara la actividad genética que conlleva a degradar el hueso, contrario al efecto de las hormonas en ese proceso”, explica el doctor Carlos Arturo Guerrero. “Eso quiere decir que si existen fuerzas que inducen la fusión, por ejemplo, en caso de una tensión excesiva en los tratamientos de ortodoncia, se podría estar generando células con varios núcleos y capacidad de ‘comer’ hueso”. Evitar este proceso, sin embargo es una etapa todavía larga por recorrer. Con seguridad, estandarizar una herramienta por medio de la cual se examine la

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actividad de los osteoclastos y los problemas en la reparación del hueso, contribuirá a entender y manejar la osteoporosis que, según datos citados por el volumen 2-3 de la revista Colombia Médica, hoy tiene discapacitadas a 200 millones de personas en el mundo. De la teoría a la práctica Buena parte del conocimiento alrededor de enfermedades degenerativas óseas se ha originado empíricamente, sobre la base de su desarrollo en pacientes. Por ejemplo, el boom del flúor en la década del 80, se suprimió luego de que las radiografías mostraran que, si bien había una recuperación de la densidad ósea, la estructura del hueso era mucho más frágil y vulnerable. Una discusión similar a la que hoy enfrenta posiciones respecto del suministro de vitamina D, pues “así como aumenta la formación de hueso incrementa su degradación; entonces lo que compensa en la actividad de los osteoblastos, también lo hace en la de los osteoclastos”, aclara el doctor Guerrero. No obstante, un experimento le permitió ver al grupo de la UN que la vitamina D deprime la formación de células con varios núcleos, oponiéndose a la actividad “comehueso”, lo que los hace terciar por este tratamiento, pues “si bien es cierto que no mejora la osteoporosis, tampoco permite que continúe”. Probar la precisión de distintos medicamentos antirresortivos, es una aplicación inmediata del modelo. Después de agregar alendronato y raloxifen sobre células similares a los osteoclastos, Andrea comprobó mejor resultado en el primero, porque “cambió la morfología de las células, que empezaron a morir. Cuando las retiré del hueso, pude verificar reducción de su actividad resortiva”, cuenta la estudiante: “o sea que las células fusionadas con PEG están respondiendo al fármaco”. A partir de estos ensayos, médicos residentes se han interesado en los resultados del grupo de investigación en metabolismo óseo. “Estamos generando una plataforma de trabajo de mucho futuro para la investigación biomédica en la Universidad Nacional, ya que el conocimiento básico puede conducir de manera acertada a la modificación de procedimientos clínicos”, concluye la profesora Carmen Alicia, al contar que la siguiente fase será revisar los mecanismos genéticos implicados en la producción de células con múltiples núcleos, de lo cual ya tiene avances.


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Salud

Memoria del “horror autotóxico” Equipo periodistico Unimedios

Guillermo Flórez P.

tímetros de estatura, “con duelo de la crisis, recién huellas de alopecia, periabierta, del Hospital San carditis, restos de glóbuJuan de Dios. los rojos en pelvis renal, piel gruesa”, entre otras “Para una enfermeevidencias probadas, lledad tan compleja como varon a investigadores importante, tratable y de la Universidad de Vircentral en nuestro enginia (Estados Unidos) y tendimiento de la ‘gran al Museo de Ica (Perú), a medicina’, una perspectireportar que era casi seva histórica tiene un lugar guro que se trataba del muy especial”, prologa el conspicuo trastorno audoctor Graham R. Hughes toinmune. de The Rayne Institute adscrito al Hospital de Saint El hallazgo data del año Antonio Iglesias Gamarra. Thomas de Londres. Un 890 d.C., miles de años juicio en el que seguramente coincidieantes de que la ciencia médica describiera esta enfermedad de múltiples manifesta- ron los jurados de la Academia Nacional ciones clínicas, y cuyo itinerario de iden- de Medicina al otorgarle el premio Aventidad debió pasar desde quienes la catalo- tis-2004 en el Área Clínica en noviembre garon como: alteraciones destructivas de la pasado. piel, sífilis cutánea, úlcera facial –por cierto Sistémica y autoinmune denominada hacia 1230 con la frase “no me toque”–, hasta quienes la clasificaron como Los 15 capítulos de la obra hacen galepra o cáncer de piel. la de la meticulosa búsqueda de fuentes y Lupus significa lobo en latín, un térmi- dan fe de cuánto costó a la medicina asono adoptado del lenguaje popular que lo ciar cuáles casos de disturbios vasculares, describe “... como lobo hambriento que nefritis, neumonía o artritis y muchas mase come la carne próxima a él”, utilizado nifestaciones más, pertenecían a una misen sentido figurado para referirse a las le- ma enfermedad. Luego de creer, por siglos, siones que corroen la cara alrededor de la que el lupus era una alteración de la piel, nariz. Así se vio en la época de Hipócrates su iconografía comenzó a mostrar un comy hasta antes de la mitad del siglo XIX, en promiso amplio de los órganos internos, que se circunscribió a las manifestaciones donde podía o no estar presente la erupcutáneas. De ahí que, por mucho tiempo, ción facial. Lo cual sugería, a principios del la dermatología se hiciera cargo del conoci- siglo XX, distintas variedades de lupus: el miento del lupus, que solo hasta la tercera que destruye en superficie (discoide o de la década del siglo XX se explicó como una piel) y el que evoluciona hacia el problema enfermedad sistémica; es decir que puede visceral diseminado (sistémico). afectar el conjunto de los órganos: desde el Los avances en esta etapa denominada corazón hasta el riñón, desde la piel has- “precientífica”, establecida por Iglesias cota los ganglios, desde el sistema linfático mo la segunda en el entendimiento de la hasta el articular. enfermedad, se desarrollaron entre 1845 y Más de siete mil documentos entre ar- 1971, cuando 52 reumatólogos que trabatículos y textos antiguos, grupos de inves- jaban en clínicas y hospitales de Estados tigación, hospitales especializados en el Unidos y Canadá, seleccionaron 14 manimundo y la labor de muchos lupólogos, festaciones mayores y 21 menores del lu“los médicos más extraordinarios de la pus, configurándolos así como criterios medicina, especialmente de la dermatolo- clínicos. gía”, dieron origen a los relatos que comDos hitos aparecen ineludibles en esponen la Historia del lupus. Una obra escrita ta extensa crónica: el descubrimiento de por el médico reumatólogo Antonio Igle- la célula L.E., que dio lugar al diagnóstico sias, profesor titular de la Facultad de Me- serológico del lupus y la cortisona, que perdicina de la Universidad Nacional, quien mitió su uso terapéutico. El primero, docuse refugió en la redacción de este monu- menta la causalidad que acompañó al hemental ejemplar en 1997 para moderar el matólogo Malcolm Hargraves de la Clínica

Mayo en Rochester, quien probando una técnica para mejorar la obtención de médula ósea se encontró con el fenómeno de la fagocitosis; “hay células rotas y el material se presenta diseminado, con forma de glóbulos, entre otras células”, anotó en un informe inicial. La muestra correspondía a un paciente con lupus, que Hargraves puso en el bolsillo de la camisa mientras llegaba al laboratorio, lo que dio tiempo y temperatura para la incubación; “un polimorfo había penetrado el núcleo de una célula y se estaba comiendo su DNA”, explica el profesor Antonio Iglesias. Tras la confirmación del fenómeno con nuevos pacientes, la evidencia de destrucción celular “abrió la caja de pandora de la autoinmunidad”, y rescató la desconfiada teoría del “horror autotóxico” planteada en 1899, cuando no se creía que ningún organismo fuera capaz de producir una reacción inmunitaria frente a sí mismo. El segundo hito lo constituye el éxito de la cortisona en el tratamiento del lupus. En pleno medio siglo pasado, durante el VII Congreso Internacional de Reumatología en Nueva York, se reportaron las bondades del compuesto E y la efectividad de los corticoides para abordar este padecimiento, que ya para ese momento era clasificado dentro del grupo de patologías del colágeno. En 1951, la cortisona fue traída a Chile y en 1959 a Colombia, por un grupo de médicos de la Universidad de Antioquia. Historia para el futuro En otro de los seis prólogos que recoge Historia de lupus, todos escritos por reconocidos médicos investigadores alrededor del mundo, Bernardo Antonio Pons-Estel, coordinador del Grupo Latinoamericano de Estudio del Lupus (Gladel) con sede en Rosario (Argentina) dice que, como en el teatro griego, quien recitaba el prólogo debía pedir indulgencia por el poeta que por ventura le fueran dirigidas, ahora él va “a invertir esta intención solicitando indulgencia para aquellos que pretendiendo pensar en el lupus cometan el pecado temporal de no leer este libro”. Las 800 páginas, más que una recopilación de datos médicos o un homenaje a prohombres, es una propuesta pedagógica concebida desde la historia. “Este libro rompe el paradigma de que la investigación

debe ser básica y con pacientes. Nuestra idea es que a través de la historia se aprendan conceptos clínicos y esenciales de la medicina”, manifiesta Iglesias Gamarra. El último capítulo, dedicado a los aportes latinoamericanos al estudio del lupus, es, por ejemplo, una referencia sin antecedentes en la literatura médica mundial. En la parte dedicada a Colombia, se reseña cómo el patólogo Egon Lichtenberg del Hospital San Juan de Dios de Bogotá referenció en 1955 el primer caso de lupus, en una paciente de Gachetá (Cundinamarca), mientras los doctores Javier Molina de la Universidad de Antioquia y Manuel Elkin Patarroyo, de la Nacional, fueron los primeros en traer al país los anticuerpos antinucleares para el diagnóstico de la enfermedad. Aunque aún hay muchas preguntas por resolver, esta mirada retrospectiva confiable de una de las enfermedades sistemáticas más complejas del ser humano, facilita el camino para quienes hoy investigan por qué se ha extendido la enfermedad en los últimos 50 años, ¿está relacionado ese aumento con una menor exposición de las personas a infecciones?, ¿puede estar relacionado el perfil genético del lupus con cierta protección contra plagas y endemias en el pasado?, ¿qué tan raro es un resfriado común en pacientes de lupus? “El origen enriquece el presente, el presente alimenta el futuro, y cada una de las publicaciones antiguas tienen su expresión moderna”, sentencia el profesor Iglesias. Cortesía Antonio Iglesias.

Una historiografía del lupus eritematoso narrada por el reumatólogo Una momia de la cultura Huari del Perú colombiano, Antonio Iglesias Gamarra, que recoge cerca de 3.000 sería el primer caso de lupus en el mun- referencias bibliográficas en el mundo, también recibió el Premio de la do. Los restos de una niña de aproximadaAcademia Nacional de Medicina 2004. mente 14 años y 130 cen-

El lupus se presenta de manera más grave y frecuente en las mujeres.

El libro contiene más de 3.000 referencias bibliográficas y pronto será traducido al inglés.


Bitaco, una fuente que se agota Educación y autogestión son los pilares del plan de acción ambiental en Bitaco. Equipo periodístico Unimedios

Una sequía inexplicable, que dio al traste con los cultivos agrícolas y con la armonía de los habitantes, fue la primera alerta del río Bitaco para los moradores de La Cumbre, cuando comenzaba la década del 90. “Los que viven en la parte baja de la cuenca nos acusaron a los de arriba de intervenir la fuente e impedir que el líquido les llegara”, recuerda don Eduardo Uribe, un habitante de la vereda Chicoral, a quien no le fue difícil argumentar: “el agua se acabó porque no se racionalizó”. Lo decía con conocimiento de causa. Años atrás, el mismo mal había amenazado su territorio, solo que los chicoraleños supieron organizarse para conservar lo único que garantizaría su supervivencia: el agua. “Y no es que abunde −reitera con jactancia este líder comunitario−, pero la microcuenca de la quebrada de Chicoral y sus afluentes alcanzan a suministrar agua potable a dos acueductos regionales más”. El problema comienza a medida que el río Bitaco avanza. Simultáneamente, aumenta el grado de contaminación y en la superficie solo se ve flotar basuras, heces, residuos domésticos o provenientes de porquerizas y beneficiaderos de café. La situación se torna más grave cuando el río atraviesa el corregimiento de Bitaco; allí los pobladores vierten residuos altamente contaminantes, como desechos del matadero, acumulando valores alarmantes de coliformes fecales hasta 240.000 nmp (número más probable), cifra que supera la norma permitida por el Ministerio de Salud para agua potable. Así lo evidenció el ingeniero agrícola y magíster en suelos y aguas de la Universidad Nacional, sede Palmira, Carlos Alberto Escobar, luego de un diagnóstico integral

Medio ambiente 18

de la subcuenca del río Bitaco, que determinó su deterioro y la carencia de agua a la cual se veía abocado un alto porcentaje de los once mil habitantes de La Cumbre. Con 17.140 hectáreas, esta cuenca hidrográfica drena sus aguas al Océano Pacífico, razones más que suficientes para que la comunidad considerara su recuperación. Erosión en La Cumbre Los análisis adelantados por Escobar con el apoyo de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) y la Fundación Los Bitacoes, entidades interesadas en identificar las cuencas hidrográficas más vulnerables de la región, tuvieron en cuenta las características biofísicas, socioeconómicas y ambientales de la zona. “El fin era evidenciar la complejidad del problema y las potencialidades de la región”. El balance hídrico estableció por ejemplo, que la demanda de agua supera la oferta, pues el río genera un caudal de 2 a 2,5 metros cúbicos por segundo, cuando la necesidad es de aproximadamente 3 a 3,5, dependiendo de la época del año (verano o invierno) y de la zona (parcelada o no). A esta carencia se suma el deterioro de las propiedades físicas, químicas y bacteriológicas del líquido, restringiéndose más las posibilidades para el consumo humano. De acuerdo con el estudio, el 80% de los pobladores de La Cumbre, municipio netamente agrícola, se concentra en zonas rurales. Las personas afectadas por la calidad del río son aproximadamente 10% ó 15% de ese porcentaje. Más del 50% del suelo está erosionado debido a que se sitúa en pendientes irregulares, con un relieve de formas montañosas y colinadas y una variabilidad climática con predominio de clima seco, entre otros factores. Según Escobar, “la mayoría de suelos son ácidos con bajo contenido de fósforo que limitan la fertilidad”. A la degradación se añaden prácticas de ganadería extensiva en el 63% de los terrenos, tala y quemas indiscriminadas, así como la rutina de una agricultura basada en químicos y la proliferación de parcelaciones que ha acentuado el conflicto social.

En consecuencia, en La Cumbre, paulatinamente se extinguen especies vegetales y animales valiosas, típicas del bosque tropical andino: el arrayán, el otobo y el araño. Lo mismo ha sucedido con aves y mamíferos que hace más de una década eran comunes como el armadillo, el tigrillo, el oso de anteojos y la pava silvestre, conforme al inventario del Instituto Alexander von Humboldt. Escasez de voluntad Este diagnóstico se compendió a partir de los Sistemas de Información Geográfica (SIG), una herramienta tecnológica que le permitió a los investigadores georreferenciar la distribución de recursos, tanto naturales como humanos, y estimar el impacto de la actividad sobre los ecosistemas. El siguiente paso fue establecer un plan de acción ambiental concertado con la comunidad, cuyas premisas son la educación y la autogestión. Por medio de talleres participativos y recorridos ecológicos, guiados por líderes comunitarios y profesionales de la Universidad Nacional, agricultores, amas de casa y estudiantes de primaria y secundaria han tenido la oportunidad de reencontrarse con su territorio. “El fin es que la comunidad se sensibilice frente a su entorno, reconozca los de-

Bogotá, D.C. • Diciembre 5 de 2004

Hernán Reyes.

Hernán Reyes.

El río Bitaco, principal afluente del municipio La Cumbre en el Valle del Cauca, está en dificultades. La calidad y cantidad de sus aguas continúan amenazadas, llevando al deterioro social y económico del lugar. Un estudio de ingeniería agrícola alertó sobre la situación.

fectos y virtudes del suelo y, mediante una alianza con la agroecología, mejore su seguridad alimentaria”, argumenta el investigador de la UN. Los primeros pasos ya se dieron retomando el ejemplo de la vereda Chicoral, para multiplicarlo en otras. Allí, con la alianza de los pobladores, encabezados por don Eduardo Uribe, se está construyendo una granja experimental para que profesores y estudiantes se entrenen en el manejo de huertas caseras. Por su parte, el ingeniero ambiental Hernán Reyes Bolívar busca una planificación predial participativa. “De acuerdo con las condiciones biofísicas, socioeconómicas, políticas y culturales, se propende por mejorar la calidad de vida en la vereda, dentro del desarrollo sostenible, en el que se reconozca la vocación del territorio, ya sea ésta agrícola o ecoturística”, dice Reyes. Las propuestas están creadas. Lamentablemente el deterioro del río Bitaco continúa, aun después del diagnóstico realizado por Carlos Alberto Escobar en 1997 y las acciones adelantadas por algunos lugareños. Trabajo que en su momento obtuvo el Premio Nacional de Ecología Planeta Azul, que otorga el Banco de Occidente, y el Premio Nacional de Ingeniería Agrícola, en la categoría de posgrado. Alertó a los pobladores, pero “la falta de voluntad política” ha sido la talanquera. “Los logros se deben a la sociedad civil”, dice Eduardo Uribe, a lo que añade Carlos Escobar: “los únicos que no se han sensibilizado son los actores que tiene el poder de decisión”. Mientras tanto, el río Bitaco, una de las 720.000 microcuencas hidrográficas que constituyen la riqueza hídrica del país, continúa en dificultades, a la espera de que la conciencia ambiental no llegue demasiado tarde.

Caudal del río Dagua después de haber tributado el río Bitaco donde descarga gran cantidad de sedimentos.


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Bicicleta plegable.

Diseño

Ideas que ruedan

Dos propuestas innovadoras involucran el diseño de una bicicleta en contextos distintos: el campo y la ciudad. Alternativas que más allá de la locomoción mueven el desarrollo sostenible en el país.

Ivonne Pedraza.

Roberto Yoshida.

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Para la obtención de tablillas se puede adaptar la maquinaria de un taller de carpintería.

Sandra Gómez Galindo, Unimedios

Solución portátil “Un día esperaba transporte y un ciclista herido esperaba infructuosamente, junto a su bicicleta pinchada, que alguien lo

recogiera; entonces tuve la imagen de una estructura plegable que cupiera en una maleta”, recuerda Roberto. Después de rayar papel y ensayar varios sistemas de plegado, el resultado fue un marco diseñado a partir de estructuras dinámicas, como ángulos a manera de tijeras, que pueden ser dobladas en tres pasos. Un solo seguro convierte el marco en un triángulo compacto y estable. Los pedales y el sillín pueden reducirse, todo esto teniendo en cuenta las recomendaciones y estándares ergonómicos. Aunque el prototipo funcional de “Megatón” usa ruedas rígidas estándar, el diseño conceptual de otros dos modelos plantea un tipo de rueda plegable en dos tamaños, de acuerdo al gusto del usuario. Guadua en pedales En cambio, las ideas de Ivonne Pedraza y Gina Paola Vanegas, otras dos diseñadoras industriales, se desarrollaron a lo largo de todo el Eje Cafetero gracias a los cultivos de guadua o Yaripa en la Amazonia, “caña

Ivonne Pedraza.

La bicicleta se ha convertido en un medio alternativo de transporte urbano; sin embargo, pese a que la mayoría de la gente está de acuerdo en que es eficiente, ecológico, saludable e incluyente, su uso está lejos de ser masivo. Entre la población trabajadora solo el 0,61% usa la bicicleta diariamente, mientras que la estudiantil alcanza un 4,2% según una encuesta realizada en el año 2002 por la Fundación Ciudad Humana. Son muchas las razones por las que este porcentaje es tan bajo: el clima cambiante de Bogotá, las distancias largas entre la casa y el sitio de trabajo o estudio, la inseguridad y los accidentes. Los 303 kilómetros –que convierten la red de ciclorrutas de Bogotá en la mayor de Latinoamérica–, y el reto de superar las limitaciones propias de la bicicleta llevaron a los diseñadores industriales de la Universidad Nacional, Eddy Lorena Torres y Roberto Yoshida, a desarrollar su proyecto de grado “Megatón”. ¿Qué es? Un día cualquiera usted sale en bus para su trabajo, pero en la mitad del recorrido un “trancón” le tiene represado en una avenida de la ciudad. Imagínese que de su maletín puede sacar una bicicleta y desdoblarla, tomar la ciclorruta y seguir como si nada, evadiendo el tráfico. Suena bien, ¿no? “Megatón” es una bicicleta portátil, cuyo diseño “ha tomado aspectos principales de la forma del gato en movimiento cuando está asechando”, argumentan sus creadores, al asociar su propuesta con el felino.

Bicicleta de guadua.

mansa” en Ecuador, Puru puro en Venezuela y Pacca en el Perú; en esta gramínea de tallo leñoso, a medio camino entre la madera y las fibras, descubrieron un nuevo recurso. Después de recoger toda la bibliografía y experiencias de la utilización de la guadua en su estado natural, y de conocer toda la normatividad en cuanto a la explotación de los recursos naturales, en su trabajo de campo hallaron la materia prima con la que harían realidad la bicicleta de guadua. “El viaje a la zona cafetera nos mostró algo diferente y fue la verdadera experimentación con el material. En el contacto con el producto, el artesano, el que transforma el material y el pequeño industrial, descubrimos la guadua laminada”, dice Ivonne. Un proceso parecido al de la madera permite transformar los cilindros propios de la guadua recién cortada en tablillas, facilitando su uso industrial, pues pierde las limitaciones de la forma quitándole su carácter artesanal. Para ese momento, las dos jóvenes, reconocían en la guadua un recurso nativo,

renovable, abundante en Colombia, con más de 51.000 hectáreas. Una dato que les indicaba la posibilidad de una inversión rentable, ya que su cosecha de corto tiempo permite tener una oferta sostenible y ecológica del material, porque reduce el impacto sobre los bosques nativos al sustituir la madera. Y la mejor manera de confirmar el potencial de la gramínea en láminas fue la “turismera”. El marco de una bicicleta con su contenedor y guardabarros en guadua laminada demostró, en un elemento muy común a la gente, las excelentes propiedades fisicoquímicas y estéticas de este subestimado vegetal. Para los cálculos estructurales como esfuerzos estáticos y dinámicos, las estudiantes contaron con la asesoría del profesor Ricardo Martínez de la Facultad de Ingeniería, con quien hicieron todos los análisis técnicos. El mayor reto fue establecer aplicaciones no convencionales a partir de la guadua. “La aplicación desarrollada es solo un ejemplo de las posibilidades que ofrece el material y abre escenarios de desarrollo para pequeñas y medianas industrias en el país”, reconoce el director del proyecto Paulo Andrés Romero. Además, permite avanzar en el desarrollo de protocolos y normas técnicas para su aprovechamiento, con miras a las tendencias del mercado verde, que exige cada vez más productos naturales. Dos miradas distintas desde el diseño que vinculan escenarios nacionales con la academia y el desarrollo sostenible. Mientras Roberto sigue trabajando en mejorar su prototipo antes de llevarlo a la fase industrial, Ivonne y Gina estudian la propuesta de un hotel en la costa, dispuesto a adquirir “caballitos de guadua” para que armonicen con la playa.


Paula Andrea Grisales Naranjo, Unimedios

Buscando un oído receptor Para explicar cómo el grupo y el público (emisor y receptor) interactúan en “la cultura del rock”, Harvey se vale del modelo comunicativo propuesto por el sociólogo Jean Cazeneuve. Aquí se privilegia al receptor, porque da existencia al proceso. Para Harvey un hecho que demuestra la importancia del receptor es el fracaso inicial del movimiento rockero bogotano a finales de los años ochenta, cuando la falta de público le impidió a los grupos salir del garaje. Los jóvenes estaban en sintonía con el rock, pero no con el local sino con el suramericano. En la Capital “no se había consolidado de forma clara una cultura del rock, pues los receptores estaban atomizados, no compartían los códigos de los grupos nacientes y no había comunicación”. Gracias a algunos bares, los grupos tuvieron un espacio de encuentro directo con los jóvenes. En ellos se incubaron los códigos que pusieron en marcha la comunicación, donde empezó el intercambio semiótico a partir de la música, los movimientos y atuendos. Allí nacieron signos como las “pintas” (vestuario) o un vocabulario particular, que lejos de ser impuestos se validaron en la identidad. Por ejemplo, “Las Almas” propusieron códigos de reconocimiento como el puño arriba, las palabra “alegría” y el gesto de un pescadito con las manos. Después de la constante trasmutación del diálogo artistas-seguidores, estos códigos terminaron por convertirse en “cédulas subculturales”, donde se definieron las estéticas de una juventud rockera y underground.

La ciudad

¿Filosofía apocalíptica? Los bares fueron también el punto de encuentro con la industria cultural. Los grupos tenían los códigos y los imaginarios para convocar la juventud; al descubrirlo, las casas disqueras encontraron el secreto para llegar a ese mercado esquivo,

Ciudad 20

Descubrir las características comunicativas del rock y su mediación en la cultura juvenil capitalina fueron algunos de los propósitos de un estudio lingüístico sobre este género musical. con el cual no había contacto. Esta industria permitió la expansión de los sonidos urbanos del rock y los hizo un producto mediático. Aunque “Las Almas” han grabado cinco álbumes, se mantuvieron a raya frente a lo masivo. “Para ellos los medios de comunicación son una manera de enajenar al público”, explica Harvey, quien ubica al grupo en la categoría de “apocalíptico”; es decir, son desconfiados y pesimistas frente a la tecnología y los medios masivos, según el semiólogo Umberto Eco. Fue ese apocalipsis el que sedujo a los seguidores de este grupo: su reticencia frente a la fama, la estandarización y la liviandad de las que se acusa a la industria cultural. Además, las letras expresaron percepciones compartidas por un sector de jóvenes capitalinos, pues según Harvey, “el rock reproduce los sueños, las frustraciones, las maneras de vibrar con el entorno y las presenta como alternativa social; crea formas de ver y mantener la ciudad”. Canciones como Soledad criminal, Oh María, La Invasión (del primer trabajo discográfico) y Zona de candela (del último) conservan la misma percepción de la ciudad desde la

Guillermo Flórez P.

Desde el ámbito underground (subterráneo) en la década del 90 se empezaron a gestar y a reproducir los códigos y las estéticas que consolidaron el rock como esfera comunicativa. Una aproximación semiótica-comunicativa a este género musical a través del grupo 1280 Almas le permitió al lingüista Harvey Murcia Quiñónez, de la Universidad Nacional, averiguar las características comunicativas del rock en Bogotá: cómo se construye el receptor, la manera en que los textos recrean una ciudad imaginada y, en síntesis, los códigos con los que se edifica su semiósfera o universo donde se generan e interactúan significados.

en clave de

rock

década del 90. Es un lugar lúgubre, de muerte, destrucción y aniquilamiento. Esta fue la conclusión a la que llegó Harvey tras analizar la evolución semántica del concepto de ciudad en esas cuatro composiciones. En Soledad criminal, considerada himno juvenil, la urbe es un espacio de agresión, donde los sujetos son extraños entre sí, “creando el imaginario de desolación. Se entrevé una ciudad con falsedad, mentira y secretos”. Una de las figuras que aparece, junto a la enajenación y el olvido, es la violencia, como se expresa en las últimas frases de esta canción: Alguien grita y llora y nadie entiende... Alguien corre en la calle peligro mortal..., y termina apaleado por la policía. “Este tema manifiesta una ruptura con los esquemas sociales, todo sucede en la oscuridad, donde nadie escucha ni ve. Nadie puede entender”, comenta Harvey. Concierto para transgredir Después de dos años de indagar en el tema de su trabajo de grado “Construcción semio-lingüística del receptor en la música rock en la ciudad de Bogotá”, dirigido por Rubén Darío Florez, Harvey descubrió que el lugar donde confluyen las diversas formas de comunicación de este

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género es el concierto. “En él se crea la intertextualidad, allí pueden cohabitar tanto la publicidad de la cerveza, de las revistas, de tiendas de discos, como toda la trasgresión de la cultura del rock”. Desde la perspectiva semiótica, Harvey encontró que en los conciertos, como Rock al Parque, la concentración de receptores tiene que ver con su grado de participación: entre más cerca del escenario, más activa es. Por eso el “pogo” ocurre ahí. En este baile los cuerpos se rozan y se golpean para generar trasgresiones espaciales y estados de euforia. Las pintas de los asistentes, paradójicamente, no siempre están destinadas a la interacción, sino a la construcción de un “ambiente”. “La muchedumbre constituye por sí misma el espectáculo”. “Las Almas”, sin embargo, están en contra de toda indumentaria. “Nosotros no somos modelos de la industria, por ello no nos pintamos el cabello o nos vestimos extravagantemente”, afirma Hernando Sierra, guitarrista de la agrupación bogotana. Su expresión estética es muy urbana, no está relacionada con extremismos ni con estereotipos mediáticos. Música, baile, gestos, palabras y estéticas permiten la comunicación entre sujetos anónimos y desconocidos; así, el rock se erige como un lenguaje de lenguajes por medio del cual se modela una manera de ser joven y, sobre todo, de construir su paisaje citadino, “un instrumento de ciudad para construir ciudad”. Con los cambios que ha sufrido la Capital a raíz del incentivo de la cultura ciudadana y más y mejores espacios públicos, habría que averiguar cómo es la ciudad que imaginan las nuevas generaciones.


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Investigación

Entre los lugares tradicionales para la comunidad gay se encuentran los baños para hombres. Una mirada a las ofertas estilísticas de estos espacios en Bogotá permite un acercamiento a la sociología de la sexualidad, un área poco explorada desde esta disciplina. Darío García* Con la prevención de que alguien no transite por la calle, un hombre entra con rapidez a un lugar donde después de desnudarse se cubre con una toalla o “taparrabos”. Observa si a su alrededor hay algún varón que despierte su interés; sin embargo, conserva la toalla en su cintura. Ese hombre ha cruzado el límite donde comienza un mundo rodeado de sigilo, un ambiente que fue el tema de la tesis de maestría en Sociología, “Aproximación a un estudio de las ofertas estilísticas en las casas de baño para hombres en Bogotá”, cuyos resultados se condensan en el libro Cruzando los umbrales del secreto. Las casas de baño son lugares confidenciales destinados a los encuentros sexuales, de seducción y donde se propician relaciones de amistad o de noviazgo entre hombres –jóvenes y adultos–. Los criterios para crear estos negocios son, entre otros, el fácil acceso del cliente a través del transporte, cercanía a sectores comerciales y de producción laboral, como en el norte y el centro, donde ejecutivos y oficinistas de clase media son los principales consumidores de estos servicios. Una aproximación al estudio sociológico de la sexualidad a través de estos lugares no se reduce a la simple categoría del espacio físico, es necesario comprenderlo desde las relaciones sociales, y para ello es útil la teoría del sociólogo Pierre Bourdieu, a partir de la cual se pueden definir como un “campo” pues son espacios sociales donde se constituyen estilos de vida enmarcados en una lógica de producción y consumo. Además, las ofertas estilísticas se fundamentan en el gusto y las preferencias que permiten a un hombre hacer diferentes elecciones. La investigación, que se cimentó en técnicas cualitativas como observación etnográfica y diarios de campo articulados con algunas encuestas y entrevistas a los propietarios o administradores de los establecimientos, encontró que la mayoría se hacen identificar con el rótulo de “sauna masculino” y no con el de “casa de baño”, tomado del concepto del sociólogo Anthony Giddens en su libro La transformación de la intimidad: sexualidad y erotismo en las sociedades modernas. Los nombres o razones sociales aluden al erotismo, la dirección o el barrio donde están ubicados, un sitio acuá-

Bañista, pintura de Pablo Picasso, tomada para ilustrar la portada del libro Cruzando los umbrales del secreto.

sauna hace parte de la institucionalización del universo homosexual y es uno de los rasgos característicos importado del mundo gay anglosajón, aunque se piense erradamente que su origen está en los baños romanos (las antiguas termas). Esta es una presunción excesiva que ignora los fines básicamente sociales que cumplían las termas romanas, porque en ellas se pactaban tanto negocios como cambios en la jefatura del imperio. De esta forma, constituyen un espacio para vivir experiencias sexuales y afectivas disimuladas, o simplemente para disfrutar del descanso, como lo expresa un entrevistado: “Es para satisfacer a los clientes, un sitio de relajamiento para que la gente deje el estrés”. La oferta de servicios básicos está compuesta por cámaras de vapor húmeda o turcos (con paredes y pisos recubiertos de baldosas, algunos incluyen en su interior una pequeña piscina, una ducha o cualquier otro mecanismo para refrescar con agua fría); y las cámaras de vapor secas o saunas (con paredes y pisos de madera; algunos incluyen el video). La mayoría están provistas de habitaciones acondicionadas para ofrecer servicios complementarios como salas de televisión y de video donde se proyectan películas eróticas gay y, a veces, heterosexuales. Tienen una o más habitaciones sin luz y con muros que dan la apariencia de laberintos llamados “cuartos oscuros”, donde ocurren relaciones sexuales anónimas y, a veces, múltiples. También hay bar, salas colectivas de descanso y, en casos excepcionales, un solario y un pequeño lugar con máquinas de gimnasio. Algunas ofrecen “masajes eróticos”, cuyo masajista puede ser empleado del establecimiento o independiente quien, según el costo, hace realidad las fantasías de los clientes. En estos espacios los clientes además de tomar o fumar, conversan y establecen “contactos”. Se puede concluir que estos establecimientos compran y venden una cierta forma de identidad masculina hegemónica en el mercado gay globalizado, constituida por un contenido mítico y ficticio, porque a través de la fabricación de este producto identitario emerge una oferta estilística referenciada en el mito de la belleza, de la juventud y de la hipergenitalidad. Éstos constituyen el capital simbólico que circula en el campo de las casas de baño para hombres, quienes luchan por sus relaciones sexuales o afectivas en el ámbito de la opacidad de los vapores, sus secretos se develan al cruzar estos umbrales.

Baño para hombres tico de interés turístico, un relato histórico o mitológico. Otros aluden al descanso, esparcimiento y acto de bañarse. Tales eufemismos ocultan la unión sexual entre hombres en la opacidad cotidiana de las cámaras de vapor. Quienes manejan los umbrales y los servicios de las ofertas estilísticas de dichos campos dejan entrever eufemismos como: el esparcimiento y el descanso ante el concepto que tienen los mismos hombres que las frecuentan, lo cual es paradójico frente al acuerdo y la legitimidad respecto a la idea de que estas casas constituyen espacios propicios para establecer relaciones sexuales entre hombres. En consecuencia, se puede inferir que estas estrategias cir-

culan alrededor del acto de bañarse y disimulan las relaciones sexuales o afectivas entre los agentes, pero al mismo tiempo, dejan entrever una lógica de producción y consumo de las ofertas estilísticas entre los productores y consumidores constitutivas de un mercado gay globalizado, donde la principal oferta estilística está centrada en la producción y el consumo de un modelo de masculinidad entre los hombres que se apasionan por otros hombres. El concepto de casa de baño para hombres a partir de la idea tradicional de “sauna” se refiere tanto a un baño de calor que produce un rápido y abundante sudor con fines higiénicos y terapéuticos, como al local donde se pueden tomar esos baños. El

* Licenciado en Filosofía y Teología, magíster en Sociología, candidato a la maestría en Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia.


Saramago: “Hay que volver a la razón” Juan Manuel Mogollón, Unimedios

Después de la visita del escritor José Saramago, queda por decir que hay que prestar atención y, sobre todo, demandar que el sentido de sus palabras no se vuelva a olvidar. Pero, por desgracia, la cuestión no es tan fácil. Si así lo fuera, si todos estuviéramos contentos con lo que ocurre, entonces su Ensayo sobre la lucidez “no tendría ninguna importancia. Pero si al menos hay un hito de inquietud en la conciencia de cada uno, y seguramente lo hay, este libro, que no es para políticos porque a los políticos no les puede gustar, podrá y deberá tener algún efecto”. La literatura no puede cambiar al mundo, pero no se puede separar la literatura del cambio. Ante esta situación de perplejidad, en donde nos preguntamos alocada y precipitadamente unos a otros por dónde empezar, es finalmente al escritor, al intelectual, a quien inquisitoriamente le exigimos respuestas. Pero él no tiene, como es apenas natural, una solución en el bolsillo. De ahí que solo sea como el viajero que va por el camino levantando piedras para mostrarnos el complejo mecanismo de relojería que se oculta detrás de esa realidad cotidiana; y así Saramago se ha pasado los últimos 25 años de su vida. Al hacerlo, no solo ha descubierto los crímenes y torpezas que han acompañado al hombre, sino que también, y con mayor insistencia, la belleza que hay en todo acto de heroísmo y de grandeza, en todo acto de solidaridad acometido por el hombre. En Ensayo sobre la lucidez se repite la vieja historia del rey que creía que iba por la calle con mantos suntuosos, cuando en realidad iba desnudo. Enaltecido por todos, su júbilo termina cuando un niño declara, ante la mirada atónita de los demás, que el rey va desnudo. De ahí que Saramago en su última novela, “además de levantar piedras, sea el

niño que dice que la reina democracia va no solo desnuda, sino cubierta de llagas”. “Vivimos en lo que se puede llamar una democracia formal; pero no sustancial. El problema es que por encima del poder político hay otro poder no democrático que es el económico. Y no podemos decir que vivimos en democracia cuando ésta no dispone de ningún medio para impedir los abusos del poder económico. Para reinventar la democracia sería necesario darle la capacidad interventiva para que sea, y la verdad es que no lo es”. No es difícil imaginar a los medios de comunicación como aquel baluarte de la sociedad democrática destinado a acometer tan encomiable ocupación. Sin embargo, en la actualidad, su función parece ser otra. En la mayoría de los casos son los diligentes emisarios de las buenas nuevas del poder. Aun a riesgo de parecer románticos, habrá siempre que alegar que los medios tienen el deber de actuar en donde el poder político y económico acalla y la magistratura no ve. En una democracia es de esperarse que las instancias tradicionales del poder sean objeto permanente de inspección por parte de los medios, y que, con mayor insistencia, sean aquellos mismos objeto de una crítica hábil y renovadora. De este impasse resulta que sea la literatura, y sirva ahora la novela de Saramago como ejemplo, la única capaz no solo de descubrir lo que hay de ramplón y de intrascendente en el lenguaje de la política y de los medios de comunicación, sino de ser el espacio en el que coincida libremente el pensamiento con la sensibilidad humana. Y es que la manipulación se ocupa cada vez más del ámbito subjetivo y la autonomía del sujeto, esferas que en la cultura habían constituido el único espacio de la contradicción con lo existente. Por eso el arte y la literatura son los llamados a apelar a la

Fernando Carretero.

Varios fueron los temas que tocó el Nobel de literatura José Saramago en su venida a Colombia: el precario estado de la democracia, el lenguaje cínicamente ambiguo y encubridor de los medios de comunicación y la necesidad de volver sobre lo ético.

En Ensayo sobre la lucidez, José Saramago hace una reivindicación de la ética laica.

conciencia de los seres humanos como especie en el pleno desarrollo de sus facultades tanto sensibles como racionales. Queda claro tras la lectura de la novela de Saramago, que cuando ya no queda credibilidad en el lenguaje de la política y de los medios, éstos utilizan otra técnica de manipulación, aún más atroz y diabólica: el miedo. Al contrario, lo que podría ocurrir, y es lo que plantea Saramago, es que renazca en los individuos “la presencia de un sentido de responsabilidad cívica, de dignidad personal y de respeto colectivo, aunque no esté presente más que una minoría. Esto puede ser una simple semilla para que algo cambie”. Lo que yace de fondo en Ensayo sobre la lucidez es la reivindicación de una ética laica. Umberto Eco, a quien Saramago cita frecuentemente, la definía como la conciencia que adquiere el individuo no solo ante la presencia del otro, sino ante su corporalidad. De ahí que se tengan “concepciones universales sobre la constricción: no se desea que alguien nos impida hablar, ver, escuchar, dormir, ingerir o ex-

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Literatura peler, ir a donde se nos antoje; sufrimos si alguien nos ataca o nos obliga a la segregación, nos golpea, hiere o mata, nos somete a torturas físicas o psíquicas que disminuyen o anulan nuestra capacidad de pensar”. La pregunta que se hace José Saramago es: “¿Por qué desestimamos estas mínimas condiciones de convivencia?”. La respuesta lo empuja, ciertamente, a un problema de índole filosófico. Se trata del ya planteado con anterioridad por Horkheimer y Adorno, de “ilustrar a la ilustración sobre sí misma”. En Kant, la razón suponía no solo la capacidad del hombre de conservarse a sí mismo, sino también la única instancia capaz de asegurar la libre convivencia entre los hombres mediante la sujeción a fines objetivos. Ya desde la ética laica de la posición kantiana, la utopía, atesorada en el concepto de razón y lamentablemente arrebatada de las manos de los hombres, solo deja un sabor amargo ante la imposibilidad de encontrar para ésta un fundamento objetivo. En cambio, es la razón maniatada y calculadora de los poderosos la que encuentra su lugar en la no cuestionada lógica democrática actual. En conclusión, todo aquello que atente contra dicha lógica, a pesar de estar contemplada en ella misma, como es el caso del voto en blanco, será, forzosamente, obstruida por la cínica ideología del fin que justifica los medios. Saramago, consciente de esto, en lo que podríamos denominar un pesimismo bien informado, más allá de proponer el voto en blanco como un arma democrática “capaz de poner a temblar el sistema”, lo que persigue es el regreso a la filosofía. “Cuando digo regreso a la filosofía no quiero decir vamos a transformarnos en filósofos. No, dejemos eso para aquellos que tengan una mente capaz de enfrentarse al universo. Se trata simplemente de regresar a esa cosa tan sencilla y deslumbrante que es el pensamiento”. Las posibilidades de triunfo pueden ser no muy esperanzadoras. Sin embargo, “creo en la conciencia de la gente”. Como todas las paradojas, también ésta contiene un germen de verdad que se resume en la siguiente frase: “Cuando nacemos es como si firmáramos un pacto para toda la vida, pero puede llegar un día en que nos preguntemos ¿quién ha firmado esto por mí? Y esa es la consigna, si es que puede haber alguna consigna”.

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Opinión

¿Cuál es el problema de la Universidad Nacional de Colombia? El siguiente es un documento firmado por un grupo de estudiantes del Departamento de Filisofía de la Facultad de Ciencias Humanas. Nos hemos planteado esta pregunta conscientes de que la respuesta es difícil de alcanzar (y puede que no consiga ahora una respuesta verdaderamente satisfactoria), pero con la férrea convicción de que planteársela es absolutamente necesario. Una serie de acontecimientos recientes ha servido como síntoma de la evidencia de la necesidad de plantear la pregunta. Nos referimos en particular a los recientes disturbios y bloqueos, cada vez más frecuentes en nuestro campus universitario. Si uno piensa en lo que puede decirle a un desprevenido visitante de la Universidad cuando ve una pila de pupitres obstaculizando la entrada a uno de los edificios, lo primero que tiene que decirle (“la respuesta de rigor”) es que existe un descontento, de un grupo significativo de miembros de la comunidad académica de la Universidad, con el actual Rector. Lo que se espera que comprenda nuestro desprevenido visitante es que quienes cometen estos actos aman profundamente a la institución y consideran que es su deber hacerlo. No obstante, si somos más cuidadosos, veremos que esta respuesta no puede satisfacer la pregunta por el hecho en cuestión. ¿Por qué? Pues porque es difícil comprender cómo alguien que comprende la necesidad de una Universidad como la Universidad Nacional de Colombia se preste para que ella sea bloqueada. Bloquear la Universidad es promover su estancamiento y su desaparición. Evidentemente, los bloqueos y disturbios dan cuenta de una insatisfacción de unas personas con las decisiones de otras personas, pero en ningún caso garantizan que provocarlos solucione los problemas de la Universidad. No encontramos forma de explicar que la universidad pública más grande del país, que debe su existencia a los impuestos pagados por los colombianos, que gasta aproximadamente mil quinientos millones de pesos diarios, decida parar actividades porque se está en desacuerdo con las decisiones del actual Rector. Esto es como decir que dejamos de existir porque queremos existir. El perjuicio más evidente e inmediato es causado a los bienes públicos (y sagrados) que le han sido dados a la Universidad. Se rompen puertas, se rompen cha-

pas, se tiran pupitres a la calle, se rayan las paredes (que seguramente luego serán pintadas). Pero esto, aunque evidentemente es catastrófico, no constituye el mayor problema de la Universidad puesto que la Universidad no es ese conglomerado de bellos edificios construidos allí con los esfuerzos de un país pobre como el nuestro. La Universidad vive en ellos pero la Universidad no es ellos. La Universidad se constituye en la interacción de múltiples y diversas miradas del mundo, y es gracias a esa interacción que surge la Universidad. Ésta es una idea básica con la que difícilmente alguien estará en desacuerdo. La Universidad existe entonces por la fe en que la interacción de múltiples perspectivas tiene sentido. La Universidad existe entonces por una fe en la comunicación. En este sentido, el principal compromiso de la Universidad es preservar la comunicación ya que solo a ésta se debe. Una institución que carezca de una comunicación franca, racional (argumentada) y libre de coerciones no puede pretender llamarse “universidad”. Seguramente la Universidad no es sólo esto, pero lo que sí es cierto es que sin estos criterios de comunicación no es posible que exista universidad. Por esta razón instituciones como la Universidad Nacional de Colombia mantiene un acuerdo (simbólico si se quiere) con instituciones como la policía y el ejército, acuerdo según el cual no se ha de ingresar a sus instalaciones con armas [1]. El manifiesto de la Universidad, en este sentido, es: “aquí no vale la fuerza, sólo cabrá la discusión clara y ordenada de argumentos”. Los bloqueos, las pedreas y la andanada de graffitis que se hacen en las privatizadas paredes de la Universidad insultando a ciertas personas, no sólo van en contra de la lógica misma de la Universidad, sino que atentan directamente con su compromiso comunicativo; atentan contra su naturaleza. La creencia de que la Universidad Nacional es “la universidad de la discusión” es ya una pura ficción: existen unos discursos más autorizados que otros, se descalifican personas con una facilidad demencial, se dicen cosas, pero no se discute; ¿Acaso los bloqueos no son una medida de coerción y de utilización de la fuerza? Tenemos ya una primera respuesta a la pregunta sobre el problema de la Universidad. El problema de la Universidad es ella misma. El problema de la Universidad es que ha venido renunciando a su naturaleza. El problema de la Universidad

es apropiarse de la responsabilidad de su autodeterminación. Ella misma (y en particular esta Universidad) tiene la posibilidad de decidir su existencia y su prosperidad. A diferencia de lo que se cree, nadie vive maquinando EL PLAN siniestro de acabar con la Universidad. Es peor, a nadie le importa; nos referimos a que si la Universidad Nacional de Colombia se acaba, sólo le dolerá a ella misma, no hay dolientes de su proyecto fuera de ella. Así que no existe ningún cónclave de “malos” [2] fuera de la Universidad maquinando su desaparición, pero tampoco hay “buenos” fuera de ella que se preocupen realmente por su existencia. Por esta razón a nadie le importa que nuestra institución se haya convertido en el principal expendio de drogas de Bogotá. Por esta razón a nadie le preocupa que después las siete de la noche existan sitios de la Universidad Nacional por los que no pueden pasar los estudiantes. Nadie de afuera dirá nada por la cantidad de personas que se han afectado por explosiones de papas que quedan regadas luego de las pedreas (teniendo en cuenta que entre los afectados se encuentran niños del colegio IPARM). Nadie de afuera dirá nada si cerramos las aulas. Pero lo peor de todo es que nadie nos avisará nunca de los peligros que representa para la Universidad la ausencia absoluta del rigor y del respeto por la discusión racional. Discutir no es “decir cosas”. Discutir no es gritar consignas esperando que me aplaudan. Discutir es estar abierto a transformar nuestras ideas. Y Mucho mejor si no atacamos personas sino problemas; mucho mejor si respetamos a los demás; mucho mejor si tomamos cierta distancia de nuestras pasiones y nos preocupamos por organizar coherentemente nuestras ideas. Discusión es lo que no se ve hace mucho en la Universidad Nacional Es absolutamente ridículo que se presenten hechos como los del viernes 5 de noviembre en la Facultad de Ciencias Humanas. El decano Germán Meléndez fue insultado y amedrentado porque cometió, lo que para muchos, es hoy un crimen imperdonable: dar clase. Estudiantes que “aman profundamente” la Universidad arrancaron unos extintores y agarraron a golpes la puerta de la Decanatura, mientras otros le pegaban patadas y puños a la puerta, gritando “hijueputa, borrego de Palacios…”; otros, paradójicamente, escribían graffitis

que decían (citamos textualmente) “fuera las medidas autoritarias”, “los estudiantes proponemos dialogo”. No entendemos… ¿acaso no es autoritario cerrar un edificio para que los estudiantes (en contra de su voluntad) no puedan entrar a clase? Hoy, aparentemente habían sido más decentes: cerraron la puerta del edificio colocando una pancarta en la entrada que decía “si no está de acuerdo rompa aquí en la línea punteada”. Los estudiantes de filosofía que tenían clase a las 8:00 a.m. hicieron caso a la pancarta y cortaron por la línea punteada para poder entrar. Luego de entrar a clase, llegó un grupo de aproximadamente 50 personas y agarró la puerta a patadas. ¿Acaso no nos damos cuenta de que están haciendo lo que tanto le critican a otros? ¿Acaso no es el miedo lo que hace que la gran mayoría de personas (que no están de acuerdo con estas maneras de actuar) no se pronuncie sobre lo que pasa en la Universidad? Cada vez que le preguntamos a alguien que se molesta por no poder entrar a clase (pues otros han cerrado el salón) por qué no dice nada, generalmente contesta que es por miedo. Pero no es el miedo al “aparato de estado” o el miedo al Rector; es el miedo a que le pase lo que les pasó a los estudiantes de filosofía que cometieron el “crimen” de querer recibir clase. “Ovejas de Uribe”, “filósofos fachos” les gritaban a los estudiantes. ¡Por favor! ¡¿Qué estamos haciendo de nuestra Universidad?! Nada, absolutamente nada justifica el uso de la violencia por parte de la comunidad académica de la Universidad Nacional de Colombia. Queremos finalizar citando uno de los graffitis que hicieron el 5 de noviembre en frente de la Decanatura de Ciencias Humanas: “Para que se garantice el derecho a la oposición y a la discusión”.

[1] Acuerdos a los que se deberían adherir organizaciones como las Farc, Eln y Auc, entre otras cosas porque la posibilidad de una reconciliación en Colombia se hace más probable si existe la Universidad. Pero organizaciones como éstas deberían ser conscientes que la Universidad es uno de esos pocos lugares en los que realmente se piensa la razón de su existencia. [2] Hablamos de “malos” puesto que las narrativas que se han popularizado en nuestra Universidad presentan los acontecimientos como salidos de una novela de televisión; en el mundo solo hay “buenos” y “malos”. Y los malos dicen: “vamos a ser malos y vamos a hacerles daño a estos estudiantes”.


Años veinte bajo la mirada de Mundo al día Las secuelas de la vertiginosa automatización, de la producción en serie y de lo que Walter Benjamin llamaría “la era de la reproductibilidad técnica” trastocan la esencia de la percepción del mundo en todas sus proyecciones. Huella de esto, en el campo del periodismo, es lo que pretende abordarse en la exposición “Reflejos, espejos e imaginarios”, que presenta la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia en la Biblioteca Virgilio Barco hasta el 7 de diciembre. El advenimiento de la modernidad acrecentó el abismo entre la construcción del objeto elaborado manualmente o la obra de arte con su halo de lo sacro, y la producción industrial que se concreta mediante su multiplicación instantánea, y así amplía el campo de lo visible en el tiempo y el espacio. Este nuevo fenómeno abarca lo común y lo cotidiano, y también lo que, sin haber existido antes, se convierte en una necesidad de ese tránsito de la vida rural a la urbana y de la privada a la pública. Todo aquello coincide con transformaciones tecnológicas de suma importancia para el periodismo: se reduce drásticamente el costo de producción de papel y se incrementa su elaboración a unas velocidades jamás sospechadas. Ni hablar de la necesidad de invertir cuantiosas sumas en la publicidad para crear hábitos de consumo. Por supuesto, lo anterior le aportó al periodismo el espectacular ascenso en el número de lectores y en la difusión de las noticias. En el caso colombiano, específicamente en el diario gráfico Mundo al día (1924-1938), la transmisión de la noticia por cable implicó la adhesión a poderosas redes internacionales de información, un aspecto que afectó nuestra mirada particular, abriéndola a un mundo más amplio y complejo, y a otras estructuras mentales, formas y expectativas de la calidad de vida.

“Reflejos, espejos e imaginarios” presenta una selección del acopio de material gráfico del periódico cuya circulación fue de 50.000 ejemplares en una ciudad de unos 150.000 habitantes, con temas centrados en los adelantos tecnológicos en materia de transporte, comunicaciones, equipamiento urbano y también en la socialización de sus pobladores, sin pasar por alto el incrementado posicionamiento de la mujer como lectora de peso. Así como en cierto momento las tarjetas de presentación con foto eran un mecanismo para hacerse conocer en el medio

* Profesora del Instituto de Investigaciones Estéticas, Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia. 1 Revivamos nuestra música, Editora Susana Friedmann, disco compacto publicado por la División de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia con el auspicio de la convocatoria Prometeo 2001, Bogotá: Talea Estudio con Editorial Unibiblos, 2002, 1.

Guillermo Flórez P.

Susana Friedmann*

periodístico, Mundo al día se perfila como una cartilla de presentación de la sociedad dentro y fuera de las fronteras nacionales. Allí aparecía significativamente el tema de la seducción del consumo a través de la publicidad. En cierta forma, esto puede articularse con la insólita idea de publicar semanalmente una partitura de música nacional como una manera impactante de representar una nación con identidad propia y singular.1 En materia de ilustración, fotografía, grabado, en las secciones de cuentos y poesía, en los cabezotes, en las caricaturas, en los diseños de moda y en la primera tira cómica del país, se invitaba al lector a consumir un producto de gusto impecable e indiscutible distinción. Se pretendía persuadir al público y atarlo al consumo de la indumentaria como signo de actualización. La ingerencia de la industria en proporciones globales (sea la automotriz, la disquera, la de los electrodomésticos) se ve estratégicamente posicionada desde el primer día que circula el periódico, cuando se vislumbra en cada página el interés por temas de fuertes implicaciones económicas. Por último, a excepción de una serie de fotos impactantes o breves titulares de corte político, se destacaban de vez en cuando algunos artículos, escasos, pero nutridos y altamente críticos, sobre la mendicidad y las condiciones de hacinamiento del proyecto urbano, así como un considerable número de carátulas y caricaturas que ponían de presente las perpetuas paradojas de nuestra idiosincracia nacional.

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La seducción del consumo fue la propuesta permanente del diario gráfico Mundo al día.

Bogotá, D.C. • No. 67 • Diciembre 5 de 2004 • PÁGINA WEB: http://unperiodico.unal.edu.co • CORREO ELECTRÓNICO: unperiodico_bog@unal.edu.co • ISSN 1657-0987


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