EL BREXIT, RECIENTE EXPRESIÓN DE LA ONDA LARGA DEPRESIVA TERCERA PARTE: EL TRIUNFO DE TRUMP Por: Jacob Mendoza1
En notas anteriores aborde los resultados electorales del Brexit como una salida reaccionaria al descontento creciente de las clases populares al establishment impuesto por la UE. Así mismo, escribí que se trataba de un nuevo intento de clase por salir de la fase depresiva de la última onda larga expansiva del capitalismo; un intento más por restablecer la caída tendencial de la tasa de ganancia en nuestros tiempos. Pues bien, ahora mismo el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, significa una expresión más de este fenómeno económico. Al igual que el brexit, el ascenso del Partido Republicano con su figura xenófoba y multimillonaria es resultado del periodo de inestabilidad y reordenamiento que atraviesa el sistema de producción capitalista. La caída de la inversión y el empleo en ese país ha provocado el incremento de la desigualdad social, la financiarización y el sobreendeudamiento. El desempeño económico estadounidense desde la crisis de 2008 ha sido pobre, la recuperación es más débil que la de los años treinta. Ello ha generado una perdida de legitimidad neoliberal en los los ámbitos político, económico y social. Ante tal descontento, la respuesta democrática (en el estricto sentido electoral) ha sido el acenso de Donald Trump como presidente y su polémico programa económico y político. Este multimillonario ganó la presidencia porque prometió mejorar las condiciones económicas de los “grandes perdedores” de la globalización, aquellas personas que perdieron su empleo o vieron disminuido su salario por el fracaso o migración de las industrias nacionales. No fue la cuestión racial, el conservadurismo
1 Mg. en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México
religioso o el deseo por acabar con el terrorismo quien determinó el resultado, fue la cuestión económica. No obstante, al igual que el Brexit el triunfo de Trump se inscribe en una estrategia de reproducción y legitimación capitalista desde una visión nacionalista y xenófoba. Si bien, la campaña electoral de Trump se basó en la cuestión aduanera y un supuesto rechazo al libre mercado, esta se manipuló desde el rechazo a los inmigrantes y la exaltación nacionalista. Esta manipulación, además de polémica (por su carácter racial, machista y antimigrante), es peligrosa. Se inscribe en el ascenso de una peligrosa ola nacionalista de derecha en todo el mundo, la cual busca quebrantar la fuerza organizativa de la clase obrera, recortar las libertades democráticas (entendiendo por democracia, no sólo las cuestiones electorales), y expandir el mercado mundial hacia el intercambio de trabajo más barato. No estamos ante un nacionalismo de carácter progresista que algún país subdesarrollado aplica para proteger su industria. Estamos ante un escenario en el que las principales potencias económicas refuerzan el carácter xenófobo y resentimiento nacionalista para incrementar la tasa de plusvalía y salir de la crisis. El apoyo que Trump obtuvo de sectores de la clase obrera (sectores que denigró durante su campaña), no modifica la naturaleza del asunto, de hecho, nos habla de la manipulación y la falsificación del pensamiento de los trabajadores. Estos votaron a favor de un hombre que históricamente es su enemigo de clase, pero cuyas promesas alimentaron el deseo de salvaguardar o recuperar sus empleos. Ello demuestra que las crisis no generan mecánicamente conciencia anticapitalista. En este sentido, el ascenso de Donald Trump en EEUU es otra respuesta equivoca de las masas trabajadoras al estancamiento económico, el desempleo, la desigualdad y la pobreza. Como escribí en notas anteriores, una nueva derrota de la clase obrera se está gestando desde las fracciones capitalistas más radicales. El escenario es similar al de los años posteriores a la crisis de 1929, cuando la restructuración del sistema implicó regímenes fascistas y una segunda guerra mundial.
Como escribe Astarita (2016) respecto al Brexit2, el triunfo de Trump es expresión de las múltiples salidas que busca el capital para restablecer la tasa de ganancia. El que ganase Hillary Clinton o Donald Trump eran alternativas capitalistas, pero la de Trump es la más xenófoba porque se inscribe en el nacionalismo extremo. La necesidad histórica del capital fue quien posibilitó el voto de fracciones obreras y migrantes por Donald Trump. Son personas que ocho años atrás habían elegido a Barack Obama como el primer presidente afroamericano de Estados Unidos. Ante ello, nos percatamos una vez más, que la ideología no es quien determina la realidad económica, es la realidad económica la que termina por posicionar una u otra forma de pensamiento. En la teoría de las ondas largas, Mandel (1986) explica que en las fases depresivas lo que prevalece es el misticismo y la irracionalidad, así como la falsificación del pensamiento hacia el fatalismo y la desesperanza. La sociedad burguesa en su conjunto dice, se caracteriza por una combinación sui géneris de racionalidad parcial y de irracionalidad global3.
2 Cfr. Rolando Astarita. (2016). Brexit, una salida reaccionaria. Noviembre 2016, de Rolando Astarita [Blog] Sitio web: https://rolandoastarita.wordpress.com/2016/06/24/brexit-una-salida-reaccionaria/
3 Cfr. Mandel, Ernest (1980, 1986) Las ondas largas del desarrollo capitalista, La interpretación marxista. Siglo Veintiuno de España Editores, S. A., primera ed. febrero. Capitulo III y IV