ELECCIONES EN ECUADOR: CONTINUISMO O TRANSICIÓN Por: Melanie Camila Patelli Roberto Viesca Dorantes Es evidente que hay un antes y un después en Ecuador desde que Rafael Correa asumiera la presidencia en 2006, imponiendo un modelo estabilizador y ciudadano diferente del proyecto neoliberal desgastado por las crisis políticas con Abdalá Bucaram (1997), Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005) y las crisis económicas que condicionaron las finanzas ecuatorianas a la dolarización. Correa pertenece a la izquierda progresista que ha dominado Sudamérica durante los últimos diez años, junto con otros líderes que han llevado a nuestro continente a otra esfera de concebir la política, la sociedad, la economía y la cultura. Ha sido parte esencial del antiimperialismo norteamericano, funcionando como embalaje para un nuevo destino latinoamericano. Durante su mandato se ha reducido la pobreza en casi ocho puntos porcentuales (tanto urbana como rural) de 36.7% a 23.3% según el Instituto Nacional de Estadística y Censos. Asimismo, Ecuador fue uno de los países de América Latina donde más se redujo la desigualdad, bajando su coeficiente Gini a 6 puntos. Sin embargo, como es una conducta normal en la burguesía semi-industrializada latinoamericana, el deseo por la recuperación del poder se basa en definir una política falsa, tergiversada y maniatada coadyuvada por los medios de comunicación que son dueños de ésta élite atrasada en nuevos proyectos y diseños nacionales; sólo tienen como mira de desarrollo (su propio desarrollo) al neoliberalismo. Rafael Correa ha mostrado e incentivado un Ecuador distinto. Materializar los Derechos Humanos y de la Naturaleza constitucionalmente es un logro universal (comparado con el Boliviano) donde se busca una sociedad justa, equitativa y que no dependa del mercado como sistema gurú e desarrollo, Ecuador ha enseñado al mundo que
el ser humano no es una mercancía final objetivizada por los medios de producción. La Revolución Ciudadana es una muestra de ello. Ante este panorama, Ecuador vivió unas elecciones ofensivas y dirigidas por cambiar el voto duro del electorado que roza en el 30% y transformar la circunstancia política a favor del regreso de la derecha. Existen dos principales contendientes para la presidencia del país: Lenin Moreno de “Alianza País” y favorito de Correa y; Guillermo Lasso de “CREO-SUMA”. Las elecciones ecuatorianas son un examen que califica los diez años de gobierno de Correa, que como se mencionó anteriormente, el manejo de la política económica ha llevado al país a un crecimiento cercano al 4%. Sin embargo, el gobierno de Correa no ha estado exento de salir libre de líos y críticas a su sistema. Casos de corrupción como Petrocaribe o la disyuntiva moral del Yasuní dilatan la posibilidad del mantenimiento en el continuismo político. A su vez, luego del terremoto ocurrido en 2016 y bajo el marco de la baja del precio internacional del petróleo y las materias primas, la economía ecuatoriana se ha visto fuertemente devastada por estas condiciones debido a su gran dependencia respecto del dólar. Lenin Moreno estuvo a décimas de alcanzar el umbral porcentual electoral con 39.3%, mientras que su rival apenas se acercó al 30%. Sin embargo, el límite de 40% del voto popular no se efectuó para ninguno de los dos candidatos, por lo tanto, se hará la segunda vuelta el próximo 2 de abril. Vale aclarar que una gran demanda insatisfecha en Ecuador es la “situación indígena” o la situación de los pueblos originarios que son quienes menos disponen de participación política. Si bien, Rafael Correa ha implementado dentro de sus grandes logros la cláusula de “consulta previa” a los pueblos originarios en su constitución, esta cláusula no ha sido 100% respetada, sobre todo por la gran diversidad de pueblos originarios que se encuentran en el país. Sin embargo, ninguno de los dos candidatos a la segunda vuelta tiene en cuenta esta perspectiva.
En el inicio de las elecciones, ninguno de los dos candidatos presentaron una visión objetiva y decidida respecto a los dos grandes problemas de Ecuador actualmente: Condición indígena y violencia/desigualdad de género. Lenin Moreno no ha realizado grandes referencias en su plan de gobierno “Ecuador Unido” respecto al primero de estos temas, sin embargo, hace referencia a una sociedad abierta, pero especifica que esto se refiere únicamente a la economía, abierta a mercados globales y capitales multinacionales, cuya afirmación también es contraria al modelo económico que viene aplicando Ecuador hasta el momento. No obstante, si ha señalado temas tales como la violencia de género y la salud reproductiva. De manera contraria, Lasso, es el candidato que más firme y abiertamente rechaza temas como el matrimonio igualitario, derechos sexuales y de salud reproductiva, incluyendo la criminalización de todo tipo de aborto sobre todo debido a su condición ideológica. Lasso pertenece al Opus Dei, rama ultraconservadora de la Iglesia Católica. Si bien ha declarado varias veces que su religión no tiene nada que ver con su gestión política, los actos respecto al aborto y a la desigualdad/ violencia de genero han sido contrarios. Parece ser un duro revés a la expectativa de Alianza País y de Correa por definir una ruta de seguimiento necesaria para el Ecuador y olvidar la senda de crisis política y económica. Aunque los resultados parlamentarios siguen favoreciendo al partido de Correa, se observa una tendencia más compleja en las correlaciones de fuerzas, con 67 escaños de los 100 posibles. Será muy difícil para los candidatos como futuros presidentes, seguir una línea de coherencia respecto a la visión económica. Si bien, el favorito de correa seguiría su política social, no ha realizado grandes contribuciones respecto a la condición de los indígenas y no parece ser muy flexible con sus aspectos ideológicos. Por otro lado también será difícil para Moreno, debido a que si bien trata uno de estos aspectos, sus propuestas son poco claras y concisas respecto a cómo espera lograr una mayor inclusión social sin politizar los derechos humanos. De la misma manera, será
difícil que ambos lleguen a un apoyo popular mayor al 60% de los votos como lo ha logrado Correa, luego de un gran desastre natural como el terremoto del 2016, y la consecuente crisis económica. Ambos deberán especificar y determinar su plan de gobierno, sobre todo delimitando las acciones económicas para salvaguardar la economía dentro de la crisis económica en la que se encuentra.