Las brechas sociales por cerrar. Valor de la igualdad de cara al futuro. Sobre la CEPAL1 Por: Luisa Fernanda Herrera2
La heterogeneidad estructural, concepto acuñado por los economistas de la CEPAL, hacia mediados del siglo XX, para explicar desde aquella perspectiva (el estructuralismo) el retraso vivido y sufrido por los países de América Latina, reaparece en el artículo aquí trabajado del año 2010 como una deuda pendiente que aún no ha saldado la región Latinoamericana y que deriva en un conjunto grande de desigualdades en áreas tan significativas y globales como la educación, el desempeño productivo, la conexión con los mercados, la incorporación del progreso técnico, la estabilidad contractual y la negociación política. El tratamiento de esa heterogeneidad estructural, según los expertos de la CEPAL, no consiste ni tampoco se cura, con la implementación de políticas públicas redistributivas que toman la forma de transferencias de dinero hacia los más pobres y marginados, sino que requieren impactar positivamente las capacidades productivas de las personas; es decir, no sólo basta con hacer uso del capital sino también con efectivizarlo en relación al fin buscado. La estructura que pone en pie la igualdad y su antítesis –la desigualdad- está enraizada precisamente en la esfera productiva y en la política social (las capacidades humanas), y es aquí donde resta un largo camino por recorrer. (CEPAL, 2010, págs. 46, 42)
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La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) es el organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas responsable de promover el desarrollo económico y social de la región. Sus labores se concentran en el campo de la investigación económica. El Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) se creó en 1947, por la resolución 106 (VI), cinco comisiones económicas regionales con el objetivo de ayudar y colaborar con los gobiernos de las respectivas zonas en la investigación y análisis de los temas económicos regionales y nacionales. Las áreas de trabajo escogidas fueron Europa, África, la región Asia-Pacífico, el Medio Oriente y América Latina. 2
Antropóloga y politóloga de la Universidad Icesi (Cali, Colombia). Actualmente, investigadora en la Consultoría Mente Inter-Nazionale (Buenos Aires, Argentina). Maestrando en Políticas Públicas para el Desarrollo con Inclusión Social-FLACSO-Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: luluberstein@gmail.com
La premisa es sencilla de nombrar, pero inherente a ella existe un nivel de complejidad inusitado: “Para abordar el desafío de la igualdad en forma cabal, Latinoamérica debe transitar desde enfoques más minimalistas de Estado y política sociales propios de los años 90’s, hacia la construcción de una red de protección y promoción social universal básica que se integre al modelo de desarrollo como pieza estructural, no residual”. (CEPAL, Las brechas sociales por cerrar, 2010, pág. 189)
Un catalizador, posibilitador de la obtención de la igualdad es la educación. Lo afirmado entonces por los expertos de la CEPAL es que la educación es un eslabón múltiple en la escalera del Desarrollo puesto que permite incorporar oportunamente el progreso técnico, y la innovación, además de aumentar la competitividad y la productividad. La educación –en la línea de esta afirmación- no solo se transmuta en el mundo de la economía, sino también en el de lo político, ya que la Democracia en conjunto con la Participación Política realmente funcionan y son efectivas si es una ciudadanía informada, con capacidad crítica y cultura cívica, la que pone a girar la rueda; lo que únicamente se consigue con el boleto educativo. (CEPAL, Las brechas sociales por cerrar, 2010, pág. 223) La realidad educativa de América Latina durante las dos últimas décadas presenta un aumento significativo en la cantidad de capital invertido en la educación pero a contramano, la gestión pública de la educación en el ámbito institucional, pareciese pobre, inacabada y por qué no, maltrecha. (CEPAL, Las brechas sociales por cerrar, 2010, pág. 228) Unos ojos optimistas miran con matices la situación Latinoamericana que pareciera presentarse en blanco y negro. Lo que se dice entonces es que las dos últimas décadas han mostrado cómo el Estado ha puesto más dinero en el gasto social: en seguridad y asistencia social en primer lugar, y en educación en segundo lugar, y cómo han ganado terreno los principios característicos del Estado de Bienestar de posguerra que poco tuvo que ver en su momento con el individualismo rampante y el lugar predominante cedido al mercado durante los años 90’s, volviendo a adquirir mayor peso estratégico, de nuevo, el Estado en la búsqueda de soluciones a la desigualdad. (CEPAL, Las brechas sociales por cerrar, 2010, pág. 192)
Algunos de los principales flagelos que cobija a América Latina y que se vuelven palpables en las sociedades de la región son la desigualdad (como ya se ha dicho antes) y el bajísimo nivel de producción, que siempre se han visto y se ven, aún, expresados en la cuantiosa población que no genera ingresos mínimos adecuados o suficientes para subsistir. Según este organismo ya citado, esta situación gris es efecto de tres circunstancias negativas: la desocupación, los bajos salarios y la inactividad que no se da por elección personal, sino por las situaciones adversas. (CEPAL, Las brechas sociales por cerrar, 2010, pág. 208) La pobreza es el pan del día a día en la región, pero a pesar de ser una línea que atraviesa las distintas poblaciones que componen la sociedad, es la infantilización de la pobreza el más despreciable de todos, ya que no solo cae en el hoyo de la violación de los derechos sociales más básicos, sino que muestra una aceptación de la desigualdad que no puede concebirse desde una óptica ética; gran parte del potencial de los recursos humanos de las generaciones futuras se desperdicia por la existencia de daños nutricionales irreversibles en los infantes (deficiencias alimenticias) y por la carencia de destrezas para una vida productiva (paupérrimos niveles educativos); la inversión social en la niñez consecuentemente no solo requiere de una dimensión práctica, como muy bien se deja expuesto aquí, sino que debe ir de la mano de una sólida dimensión ética. (CEPAL, Las brechas sociales por cerrar, 2010, pág. 215) El reto al interior de los países de América Latina no sólo es urgido para con la población infantil, sino también con su contraparte, los adultos mayores. La propuesta lógica que permite que el sistema incluya a este sector de la población admite un sistema de protección social que no reposa única y exclusivamente en los esquemas contributivos del mundo laboral, sino que debe tener entre ojos, la población rural, los mecanismos solidarios y la eliminación de la grandísima informalidad de la economía, hacia la que debe encaminarse también los seguros de desempleo. (CEPAL, Las brechas sociales por cerrar, 2010, pág. 219) El bienestar es el hijo de dos células estructurales de cualquier sociedad: una, es la existencia de un mercado laboral sustentable y sustentor, la segunda, es un Estado capaz de sustentar y proteger a todos aquellos que dependen de él; ambas, situaciones y/o estados de
cosas que aún no toman cuerpo en los Estados Latinoamericanos. (CEPAL, Las brechas sociales por cerrar, 2010, pág. 201) El rol del Estado es indispensable en todos y cada uno de los frentes mencionados a lo largo de este documento, por lo que la necesidad imperante no pide a gritos un Estado Neoliberal rampante sino un Estado con tintes de Bienestar.
Bibliografía: - CEPAL. (2010). Las brechas sociales por cerrar. En CEPAL, La hora de la Igualdad. Brechas por cerrar, caminos por abrir (págs. 185-230). Santiago de Chile: Naciones Unidas. CEPAL. - CEPAL. (2010). Valor de la igualdad de cara al futuro. En CEPAL, La hora de la Igualdad. Brechas por cerrar, caminos por abrir (págs. 41-46). Santiago de Chile: Naciones Unidas. CEPAL.