La metástasis financiera, el boomerang chino y la rediscusión de las alianzas Por Alejandro Palombo- Lic. Ciencia Política U.B.A apalombo@sociales.uba.ar/ alepalom@hotmail.com
Conferencia de Múnich En la Conferencia de Seguridad de Múnich han quedado de manifiesto las crecientes tensiones entre la Unión Europea y Estados Unidos. Emmanuel Macron, casi arengando a sus pares continentales, declaró: “Si no tenemos libertad para actuar no tendremos credibilidad en la política internacional. No debemos ser un socio minoritario de Estados Unidos” (DW, 2020). Por su parte, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier- aun delimitándose de China- advirtió que Estados Unidos (“su aliado más cercano”) “rechaza la idea de una comunidad internacional” y que “su Great Again es a expensas de sus vecinos y aliados” (DW, 2020). La delegación norteamericana, con el Secretario de Estado Mike Pompeo a la cabeza, apeló a relativizar las críticas de sus socios y la “desoccidentalización” puesta en debate: "Tengo el placer de anunciarles que la idea según la cual la alianza transatlántica estaría muerta es ampliamente exagerada (…) Occidente está ganando la batalla" (Corradini, 2020). ¿Qué ha dislocado dicha la alianza? Podemos buscar las claves en las formas actuales del régimen de acumulación y en el ascenso de China. Para vincular esos fenómenos abordaremos históricamente la crisis capitalista. Después de todo, es el proceso que nos lleva a Lehman Brothers en donde germinan las actuales tendencias al proteccionismo y a la guerra comercial (¿y de monedas?) las cuales- según no pocos analistas- nos pueden llevar a una segunda gran recesión global para éste o el próximo año (De La Deheza, 2019) Autonomización e hipertrofia Desde los acuerdos de Bretton Woods en la posguerra comienza un ciclo largo de acumulación sin ruptura bajo el que se consolida el liderazgo de un Estado hegemón (Estados Unidos). Hay un
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descomunal desarrollo de las fuerzas productivas1 vía plusvalía relativa2 bajo el régimen de acumulación fordista3, un modelo que se agotó en los ‘70 con la sobreproducción y la imposibilidad de reinversión de las ganancias en la producción de valor4. El carácter ocioso del capital sobrante presionó para abrir paso a la liberalización financiera como método de auto-valorización y a la nueva quiebra del patrón oro, lo que preparó las condiciones para la autonomización global del capital ficticio, el cual se apropia del plusvalor5 global vía renta. “Una de las principales consecuencias de la acumulación sin ruptura es por supuesto el nivel alcanzado y los mecanismos engendrados por la acumulación de capital a préstamo a interés, que se valoriza exteriormente a la producción de valor y plusvalor, sin salir de la esfera de los mercados financieros” (Chesnais, 2008, p. 72) La “autonomización” no quiere decir que el capital productivo y financiero sean dos entes sin conexión, sino que el primero hegemoniza al segundo en el marco de una hipertrofia de la esfera financiera. Hay un descalce entre la generación de riqueza y el dinero como expresión de dicha riqueza. Esto puede observarse en compañías de diversas actividades (incluso industriales) que recompran sus propias acciones (stock buyback)
endeudándose en el mercado de préstamos
obligatorios para sostener su “valor accionarial”. Detrás del mensaje positivo sobre la seguridad de invertir en sí mismas, estas pueden esconder verdaderos problemas alterando el ratio financiero. Incluso después del recorte de impuestos de 2017 en Estados Unidos, la anemia productiva llevó a que las grandes compañías utilicen su liquidez para- lejos de invertir- recomprarse aún más acciones (Lazonick, Sakinç, Hopkins, 2020). El ascenso de China y la titulización
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Compuestas por el grado evolutivo de la forma de organización de la producción, el nivel tecnológico, la destreza media de los trabajadores y los recursos disponibles para la explotación. 2 En términos marxianos, refiere al desarrollo de la productividad del trabajo en las ramas industriales que producen bienes-salario, y no a un aumento de la productividad que se define según la correlación de fuerza entre las clases, como por ejemplo el aumento de la jornada laboral o una reducción de salarios (plusvalía absoluta) 3 Término acuñado por la Escuela Regulacionista Francesa para describir las particularidades del régimen de acumulación capitalista de posguerra hasta la década del ‘70 4 Estamos utilizando el concepto en su acepción marxiana, el tiempo de trabajo socialmente necesario en las mercancías producidas. 5 Diferencia entre tiempo de trabajo necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo y el tiempo efectivamente trabajado
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Otro punto a tener en cuenta es el ingreso de China al mercado mundial. Este hecho estira el proceso de acumulación sin ruptura ayudando a superar todos los sacudones de las crisis de los ‘906 y del derrumbe del Nasdaq7 a principios de este milenio. Se produjo así un desplazamiento geo-económico del capital. Si bien la tasa de plusvalor sigue siendo mayor en EEUU y Europa, tanto uno como el otro no pueden competir con la masa de valor generado en el sudeste asiático en términos de cantidad, precio y duración (Chesnais, 2008, p. 72). Esto ha entrelazado los destinos económicos de la primera potencia Estados Unidos y la ascendente China. La tenencia de bonos del Tesoro norteamericano por parte de los asiáticos es un testimonio de este suceso: “(…)se asistió a la acumulación de excedentes comerciales y de reserva de divisas- principalmente dólares-por los países asiáticos (...) estos excedentes fueron colocados en bonos del Tesoro y acciones (…) Los Estados Unidos pudieron dejar que se acumularan sus déficits externos y financiar sus guerras al mismo tiempo que la administración Bush se permitía seguir bajando los impuestos. Pero los excedentes fueron también fuente de creación de “liquideces” y de financiamiento de operaciones especulativas de alto rendimiento” (2008, p. 74) Estos excedentes comerciales y de reservas chinas (también indias) en busca de colocación frente a las bajas tasas de rendimiento post-crisis asiática dieron lugar a un fenómeno denominado “titulización” (o securitization). Esto es, transformar en títulos negociables las acreencias de entidades comerciales, de seguros o financieras. Los famosos títulos derivados (Credit Default Swaps, Collateralized Debt Obligations, etc.) que supuestamente diversificarían la inversión y por tanto los riesgos. “(…) es un espejismo creer que existirían prestamistas “en mejores condiciones de asumir el riesgo” asegurando la perennidad de la cadena de créditos transferidos en cascada. Lo único que hay son fondos dispuestos a asumir riesgos más elevados que otros en el marco de un sistema extraordinariamente opaco (…) que, en determinado momento, ya no encuentra en quien descargarse”. (2008, p. 80)
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Nos referimos a las crisis del “efecto tequila”, del “vodka” y de los “tigres asiáticos”. Mejor conocida como “burbuja puntocom”.
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Como se mencionó: una “fuga hacia adelante”, una promesa de ganancias futuras que estimula la potencialidad de crisis venideras si esos movimientos no encuentran cauce en la economía real. El ingreso pleno de China al mercado mundial (con la admisión en la OMC bajo la administración Clinton) y su crecimiento sostenido y acelerado aún post-Lehman Brothers fue el pulmotor del capital internacional, Estados Unidos y Europa. Fue ello, y no la política de rescate a las quiebras privadas y paquetes estímulo de tasas bajas de la FED y el BCE, lo que permitió “sortear” el tembladeral. De hecho, los rescates de la FED y la Troika, ahora encuentran a varios Estados igual o más endeudados y una economía mundial estancada que nos vuelve a colocar en el punto de partida, pero en condiciones más hostiles. ¿Y ahora que la economía china se desacelera? Según datos del FMI, el crecimiento del PBI real -que en 2011 era del 9,5%- desde 2015 a la fecha no despega del 6%. Se mueven las placas tectónicas de la política Ante la posibilidad de un menor financiamiento, Estados Unidos -con una deuda pública de u$s23 billones y un déficit u$s984.000 millones (el más alto en 7 años) (Ámbito, 2019)- debe reestablecer los vínculos con sus aliados y sus potenciales enemigos bajo nuevos términos. Esa es la tarea que Trump se está dando, no sin importantes choques internos con sectores de la élite norteamericana (impeachment incluído) con quienes comparte objetivos de máxima, pero no estrategias. Cuando se destaca el crecimiento de la economía estadounidense bajo la administración Trump y el casi plenoempleo (de baja calidad), suele soslayarse sobre qué cuadro se desarrollan estos fenómenos. A las discusiones sobre el financiamiento de la OTAN que se arrastran desde 2018 (Trump llegó a definir a los Estados del viejo continente como “morosos”) se le agrega este año un nuevo capítulo de disputa por la tecnología del 5G bajo el patrocinio de Huawei. Es allí donde Estados Unidos busca subordinar a Europa detrás de sus necesidades para que esta no pueda negociar con China bajo sus propios términos (que es, en definitiva, lo que Europa está haciendo). La Unión Europea, a su vez, lucha contra sus propios problemas internos. Ya sean los efectos de la reacción en cadena post-2008 de las crisis económicas en España, Portugal o Grecia; o mismo lidiando con endeudamientos públicos colosales como el de Italia. Además, las fuerzas centrífugas dentro de la comunidad europea erupcionan crisis políticas que van más allá de simples recesiones. El flamante “Brexit” jalona a Gran Bretaña entre las presiones de Washington y Bruselas aun cuando sus partidarios no han terminado
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de festejarlo y, de hecho, a la propia Gran Bretaña puertas adentro avivando las brasas de conflictos nacionales de vieja data. El espejo del pasado En este sentido puede ser de utilidad remontarnos a la Pax Británica, o a lo que desde la antropología económica Karl Polanyi llamó “la paz de los 100 años” (desde 1815 hasta el estallido de la 1era Guerra Mundial). Desde ya, en ese lapso de tiempo ha habido conflictos violentos y de suma importancia (desde la Guerra de Crimea, pasando por la Franco-Prusiana, hasta la apertura y sometimiento de China a las potencias occidentales) pero, o bien fueron conflictos breves, o bien no decantaron en un enfrentamiento abierto y total entre los Estados principales como vimos previo y posterior a las etapas que encierran a este recorte temporal (las Guerras napoleónicas y la 1era Guerra Mundial). Según la tesis de Polanyi, la haute finance - que hundía sus raíces únicamente en el interés privado y comercial- no reportaba a ningún Estado en particular, pero al mismo tiempo reportaba a todos. Es decir, encerraba un doble carácter, una organización internacional de banqueros y fondos de inversión que, no por ello, era independiente de las necesidades particulares de la banca, la industria y los gobiernos nacionales, de los cuales requerían colaboración (Polanyi, 1989, p. 26). Este “(…) principio abstracto del internacionalismo (…) constituía un pilar (…) donde el crédito, en una economía mundial en rápido crecimiento, se había convertido en el único lazo supranacional entre el poder político y el esfuerzo industrial” (1989, p. 36). Dicho fenómeno lubricaba la relación entre los negocios y la diplomacia, y con ello, un equilibrio entre las potencias. Las necesidades de acumulación y defensa de la tasa de beneficio operaron como efecto disuasorio para evitar un enfrentamiento general (desde ya, no por ninguna vocación pacifista). El patrón oro tejió los vasos comunicantes entre las burguesías europeas. El desarrollo de este proceso expansivo devino en una crisis de sobreproducción y en la caída de la tasa beneficio, cuyas consecuencias dieron paso no sólo a la Gran Depresión de 1873, sino fundamentalmente a la liberación de tensiones políticas contenidas, ya sea internas (entre las clases al interior de los Estados) o externas, o sea por la competencia imperial por el control de las colonias y las zonas de influencias. Esta presión va a corroer- en un largo proceso de ascensos y declives desiguales y combinados- la unidad de la haute finance y al patrón oro que limitaba los márgenes de maniobras de los Tesoros nacionales, cuyo toque de gracia fue la crisis del Menintnaz
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’29 y salida de EEUU del mismo en 1933. En el medio de este proceso el mundo asistió a la disolución de monedas (Alemania, Rusia, Austria y Hungría), revoluciones y 2 guerras mundiales. El proyecto liberal de disociar política y economía colapsó para dar lugar a repolitización de lo social y lo político, yendo desde el monstruoso Estado nazi, pasando por los planes quinquenales soviéticos, hasta el New Deal y los primeros pasos del Welfare-State. ¿A qué viene retomar brevemente esta historia? Volveremos sobre esto más adelante. De retorno al presente, la etapa post muro-está signada por el intento de Estados Unidos y el capital internacional por encontrar en el ex bloque socialista un nuevo campo de desarrollo. No obstante, este proceso en China es tutelado celosamente por el PCCH a la cabeza de un Estado que está presente en cada gran empresa y lleva el control de las finanzas (hasta el millonario Jack Ma de Alibaba es miembro del PCCH). En el caso de Rusia -que bajo la conducción de Yeltsin parecía que iba a seguir el destino de la ex Yugoslavia- encontró una reacción a la disolución nacional y un rearme Estatal y militar expresado en el ascenso de Putin. Ambos procesos ni garantizan la libertad de entrada y salida que el capital financiero global requiere, ni las pretensiones de subordinación que Estados Unidos tenía para la zona. Lejos de asistir a la democratización mundial por el carácter timótico del hombre que previó Fukuyama8, asistimos más bien a la “chinización” de Estados Unidos, cuya tendencia al proteccionismo y los métodos de excepción se aceleran. Europa no es ajena a esta realidad: el ascenso de expresiones nacional-xenófobas en el Este, Salvini o el “british Trump” Boris Johnson, son prueba de ello. Conclusiones Hemos tratado de abordar la crisis desde la unidad entre política y economía (y no la primacía de una sobre la otra), desde capital como relación social, en sus límites y sus contradicciones. La idea de retomar la caída del liberalismo desde el prisma de Polanyi apuntaba a hacer una analogía con la actualidad: la globalización bien podría ser una haute finance complejizada y expandida, es decir el “equilibrio entre las potencias” que sostiene el “orden” internacional para salvaguardar la salud de los asuntos del capital financiero. No obstante, esta expansión esconde un carácter contradictorio: este capital absolutamente liberalizado por todo el globo (cuya imposibilidad de valorizarse en la
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Estamos haciendo referencia a la famosa obra “El fin de la historia y el último hombre” de Francis Fukuyama
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producción de valor lo llevan a “fugarse hacia adelante”) es la manifestación de la languidez de la economía real de las grandes potencias. Esto las conduce (como en el pasado) a adoptar políticas proteccionistas para revertir sus situaciones, lo que necesariamente despierta las tendencias de las metrópolis a un enfrentamiento entre ellas mismas y también a enturbiar la relación de estas con la periferia. Como contrapartida no menor (y 2019 fue record en este aspecto) esto despierta importantes choques sociales por la imposibilidad de dar respuesta a las necesidades de las poblaciones, sea tanto en el centro (las huelgas generales en Francia), como en la periferia (el estallido social chileno). Como último subterfugio de la creación de valor, China ha sido la válvula de escape de este cuadro. Pero las consecuencias de su paulatina desaceleración, su desarrollo tecnológico y el hecho que el PCCH nunca haya cedido el control político del Estado, puede transformarla en un salvavidas de plomo para Occidente. De momento, la guerra comercial y la expansión del Yuan (vía swaps) son hechos que están cambiando no sólo su relación con los Estados Unidos y Europa, sino la de Estados Unidos y Europa entre sí mismos. El retorno del proteccionismo se asume como incompatible frente a una economía hiperglobalizada. Pero esto no es otra cosa que una nueva versión de la vieja e irresuelta contradicción del carácter nacional de los Estados y el carácter internacional del capital y de la división social del trabajo. Hace 20 años era muy normal pensar que el proceso globalizatorio (bajo el liderazgo incuestionable de Norteamérica) era el sepulturero de los grandes conflictos internacionales. Tal y como parecía serlo la haute finance a fines del siglo XIX. Sin embargo, vemos como han reaparecido viejos síntomas que nos invitan a leer el pasado. ¿Estamos entonces frente a un principio de desplome del orden neoliberal del capital que se asemeja al fin del orden liberal en el siglo XX? De momento es claro que el primero no termina de morir, y lo que eventualmente pueda reemplazarlo, no termina de nacer.
Bibliografía -Concluye la Conferencia de Seguridad de Múnich. (17/02/2020). DW. Recuperado de
https://www.dw.com/es/concluye-la-conferencia-de-seguridad-de-m%C3%BAnich/av-52399070
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-Corradini, Luisa (17/02/2020). La Conferencia de Múnich profundizó la grieta transatlántica. La Nación. Recuperado de https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/la-conferencia-de-munich-
profundizo-la-grieta-transatlantica-nid2334415 -Chesnais, François. El fin de un ciclo: alcance y rumbo de la crisis financiera. Filosofía, política y economía en el Laberinto, 2008, no 26, p. 69-86. -De La Deheza, Guillermo (1/9/2019).La próxima recesión mundial. El País. Recuperado de
https://elpais.com/economia/2019/08/29/actualidad/1567073322_375175.html -Lazonick, W., Sakinç, M. E. y Hopkins, M. Why Stock Buybacks Are Dangerous for the Economy. Harvard Bussines Review, 2020. Recuperado de https://hbr.org/2020/01/why-stock-buybacks-are-
dangerous-for-the-economy -La deuda pública de EEUU llegó a un nuevo récord histórico. (02/11/2019). Ámbito. Recuperado de
https://www.ambito.com/mundo/donald-trump/la-deuda-publica-eeuu-llego-un-nuevo-recordhistorico-n5063398 -Polanyi, K. (1944). La gran transformación Madrid, La Piqueta, 1989. El sustento del hombre.
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