A lo largo de los 20 años que Ignacio de
Loyola fue escribiendo este pequeño libro
de los Ejercicios Espirituales, nunca tuvo la
intención de hacer una obra maestra de la
literatura universal, ni una obra cumbre de
la teología o la espiritualidad, ni una gran
disertación filosófica. Su única intención
era compartir con otros algo que les fuera
útil para su vida interior y los pudiera conducir
a alcanzar Amor.