CAMILA SAIS SĂ ENZ M E M O R I A S D E T I QU I S I O , B O L I VA R
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Por la defensa de la vida y la permanencia en el territorio
CA M I L A SA I Z SĂ E NZ
Memorias de Tiquisio, BolĂvar
Memorias de Tiquisio, BolĂvar Por la defensa de la vida y la permanencia en el territorio Camila Saiz SĂĄenz
reservados todos los derechos
Facultad de Ciencias Sociales
corrección de estilo :
© Pontificia Universidad Javeriana © Camila Saiz Sáenz
Alejandro Merlano Aramburo
Primera edición: noviembre de 2016 ISBN: 978-958-716-989-8 Número de ejemplares: 300 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia
Claudia Patricia Rodríguez Ávila
Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7.ª, N°. 37-25, oficina 1301 Tel. 3208320 ext. 4752 www.javeriana.edu.co/editorial Bogotá, D. C.
diseño de colección :
diagramación :
Claudia Patricia Rodríguez Ávila infografías :
Fiorella Ferroni Polchlopek Claudia Patricia Rodríguez Ávila impresión :
Javegraf
Pontificia Universidad Javeriana | vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.
Saiz Sáenz, Camila Andrea, autora Memorias de Tiquisio, Bolívar : por la defensa de la vida y la permanencia en el territorio / Camila Saiz Sáenz. -- Primera edición. – Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2016. 146 páginas : ilustraciones, fotos a color ; 20 cm Incluye referencias bibliográficas ISBN : 978-958-716-989-8 1. MEMORIA COLECTIVA – TIQUISIO (BOLIVAR, COLOMBIA). 2. TERRITORIALIDAD HUMANA - TIQUISIO (BOLIVAR, COLOMBIA). 3. RESISTENCIA PASIVA - TIQUISIO (BOLIVAR, COLOMBIA). 4. ORGANIZACIÓN DE LA COMUNIDAD - TIQUISIO (BOLIVAR, COLOMBIA). 5. SOCIOLOGÍA RURAL - TIQUISIO (BOLIVAR, COLOMBIA). 6. VIOLENCIA - TIQUISIO (BOLIVAR, COLOMBIA). 7. POBLACIÓN - TIQUISIO (BOLIVAR, COLOMBIA) – RELATOS PERSONALES. 8. TIQUISIO (BOLIVAR, COLOMBIA) - HISTORIA. I. Pontificia Universidad Javeriana.
CDD 302.12 edición 21
Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J.
inp
24 / 11 / 2016
Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana. Las ideas expresadas en este libro son responsabilidad de su autora y no comprometen las posiciones de la Pontificia Universidad Javeriana.
contenido
9 Agradecimientos 11 Prólogo 15 Introducción: Mi llegada a Tiquisio
capítulo
1 territorio Disputas por el
Yo recuerdo con nostalgia lo que era Tiquisio Los hermanos Turizo: Entre la tradición y el despojo
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capítulo
2 la guerra dinámicas de
Lidis Camargo, la caminante
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La incansable lucha por la ventura
66
Segundo e Isabel: Entre el amor y la violencia
80
capítulo
3 pacífica resistencia
y organización comunitaria
El día que mataron a Marciana
94
Miguel Cárdenas, el intermediario 104 Rafael Gallego: Entre la parroquia y la violencia
118
1 33 Epílogo 141 Referencias 143 Bibliografía recomendada
Los relatos presentados en este libro fueron escritos a partir de hechos reales relatados por los habitantes de Tiquisio, y son producto de la elaboraciรณn colectiva entre la autora y sus protagonistas.
Agradecimientos
Al Servicio Jesuita a Refugiados Colombia, especialmente al Equipo Regional Magdalena Medio, por darme la oportunidad de conocer Tiquisio, por el respaldo y la confianza depositada en la realización de este trabajo y por la innumerable cantidad de aprendizajes que me llevo del trabajo allí y de todas las personas que me acompañaron durante este proceso. A la Pontificia Universidad Javeriana, por brindarme los medios, el aval y el apoyo para hacer posible este trabajo. Al Cesycme, por ser un valioso espacio de producción de conocimiento, por ser un espacio de discusión en el que se debatieron y fortalecieron algunos de los conceptos trabajados en este libro. A Jefferson Jaramillo, por creer en este trabajo desde el comienzo, pues sus gestiones, sugerencias y correcciones fueron indispensables para hacer esta investigación una realidad. A mi madre, mi padre y mis hermanos, porque el haber llegado hasta acá es fruto de su gran esfuerzo, ejemplo y amor; por haber compartido desde siempre mis triunfos y haber sido mi mayor apoyo en los momentos difíciles, especialmente durante mi estadía en el Magdalena Medio. A Estefanía Prieto, porque gran parte de esta travesía sociológica la labramos juntas, desde las aulas de clase hasta el día que emprendimos el viaje hacia el Magdalena Medio; por ser
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una gran amiga, una gran compañera de estudios y una gran colega. A María Alejandra Rendón, por ser mi mano derecha durante todo este proceso; por su paciencia, su dedicación y porque su apoyo en la sistematización y redacción de este trabajo fue imprescindible. A los protagonistas de los relatos, a sus familias y a todas las personas que contribuyeron a la elaboración de este trabajo, por abrirme las puertas de su casa, de sus vidas y de su memoria, por toda la confianza y el cariño que me entregaron, porque los aprendizajes y recuerdos que me llevo de Tiquisio son invaluables. Infinitas gracias, este trabajo les pertenece.
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Memorias de Tiquisio, Bolívar
Prólogo
Memorias de Tiquisio, Bolívar. Por la defensa de la vida y la permanencia en el territorio constituye un aporte significativo de la Pontificia Universidad Javeriana, y especialmente de la Facultad de Ciencias Sociales, en el amplio y aún no agotado tejido comprensivo de las memorias del conflicto colombiano. Camila Saiz, su autora, es una joven egresada del programa de Sociología de la Javeriana que logra maridar de forma sutil la explicación sociológica de algunas de las lógicas y dinámicas de la guerra que han marcado a esta zona del sur de Bolívar con la construcción solidaria de ocho relatos de los pobladores de este municipio. Pobladores que, si bien han padecido los rigores del conflicto, son expresión clara de la resistencia plena y decidida a las macabras justificaciones a esta guerra otorgadas por muchos de los actores violentos que hacen presencia en la zona. El texto despliega a través de múltiples voces, que son las de ciudadanos y ciudadanas resilientes en medio de una tensión constante entre órdenes violentos y órdenes comunitarios, un amplio análisis sobre la función social que cumple la memoria en la defensa de la vida en los territorios. Además, se adentra en la comprensión de su potencial liberador para una comunidad entera que desafió a los
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actores armados apalabrando la muerte, mediante el conjuro de sus relatos vitales y a través de un proceso ciudadano robusto y fraterno, como fue el Proceso Ciudadano por Tiquisio. Con el libro, se logra además potenciar un vínculo interinstitucional importante entre los pobladores de Tiquisio, el Servicio Jesuita a Refugiados, la Facultad de Ciencias Sociales y la Universidad, en general. De hecho, uno de los retos con este tipo de propuestas editoriales es garantizar que, a mediano y largo plazo, podamos contar con muchos más ensambles colaborativos entre las comunidades, las organizaciones sociales y la academia. Una vía para lograrlo, precisamente, son textos como estos. A esto se añade que el libro de Camila es la apertura a una nueva serie de publicaciones de la Facultad de Ciencias Sociales denominada Conocimientos y Prácticas Populares, que espera en un futuro muy cercano ofrecer otros títulos y contribuir a dichos ensambles.
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El Centro cuenta con una amplia red de aliados a nivel distrital, nacional e iberoamericano, entre ellos, instituciones, profesores, investigadores, estudiantes de pregrado y posgrado. Además, articula el trabajo de dos semilleros y de dos grupos de investigación de la Facultad de Ciencias Sociales, así como de un semillero adscrito al Instituto Pensar. El centro también es un aglutinador de información académica y comunitaria en términos de memoria, construcción de paz y defensa de los derechos. Para más información se puede consultar www.cesycme.co
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Este texto que hoy se entrega desde la Editorial Pontificia Universidad Javeriana también fortalece y logra darle visibilidad al trabajo realizado entre múltiples personas y entidades colaboradoras, desde hace ya más de dos años a través del Centro de Estudios Sociales y Culturales de la Memoria (Cesycme). Este Centro, adscrito a la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana, es al día de hoy una plataforma académica, política y comunitaria para los estudios de la memoria en el país, así como un epicentro articulador de vínculos y alianzas para su comprensión y despliegue a nivel nacional, regional y global.1 Además de la red de afectos y saberes que hoy conforma el Cesycme, lo más potente que este tiene son productos como los de Camila, aliada y colaboradora activa de sus actividades. Es indudable que, para la Universidad, la comunidad de Tiquisio y las organizaciones en los territorios, el texto va a resultar especialmente motivador y movilizador de diversos retos, de cara al escenario postacuerdo que se avecina en el país, y estoy seguro de que ayudará a situar
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cuatro grandes núcleos en torno a las memorias. Estos núcleos han sido nuestro resorte como plataforma Cesycme en estos años y esperamos, a propósito del libro de Camila, que puedan seguir alimentando una conversación prolongada con muchos sectores en el país. El primero de ellos es el carácter reconstructivo y esclarecedor de las memorias de cara a la construcción de escenarios de convivencia y reconciliación. El segundo está relacionado con el potencial transformador de las memorias para las comunidades e individuos que han padecido y resistido en condiciones de conflicto. El tercero tiene que ver con el horizonte ético-político de las narrativas para el fortalecimiento organizativo. Finalmente, el cuarto está asociado con la performatividad pedagógica y metodológica de diversos relatos, lo que está ayudando a pluralizar los sujetos de enunciación de las memorias, pero también a amplificar los sentidos y los públicos a los que ellas llegan. En horabuena por el libro de Camila. Jefferson Jaramillo Marín Profesor Asociado del Departamento de Sociología Coordinador Cesycme Pontificia Universidad Javeriana
Prólogo
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b/bermeja aguachica bus 3h. 30m. aguachica la gloria carro 1h. 30m.
Creado el 13 de diciembre de 1994
la gloria río viejo chalupa 30m. río viejo tiquisio moto 3h.
Recorrido a Tiquiso
Región Magdalena Medio
“En este municipio existía algo llamado Proceso Ciudadano por Tiquisio, una experiencia de resistencia pacífica y de organización comunitaria que surgió del miedo, pero también de la necesidad de resistencia a los hostigamientos que estaban sufriendo los pobladores”.
Introducción: Mi llegada a Tiquisio
Tuve la oportunidad de conocer Tiquisio en agosto de 2014, en el marco de mi pasantía con el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), equipo regional Magdalena Medio. Según el Plan municipal de desarrollo participativo 2012-2015 del municipio de Tiquisio, su nombre es un homenaje al legendario cacique Tique, quien gobernaba su asentamiento humano en la región, en tiempos inmemoriales. “El Municipio de Tiquisio fue creado el 13 de diciembre de 1994 mediante Ordenanza 030 de la Honorable Asamblea Departamental De Bolívar, desprendiéndose del Municipio de Pinillos” (Secretaría Municipal de Planeación, s. f., p. 6). Lo primero que llamó mi atención sobre este lugar, ubicado en las faldas de la serranía de San Lucas, fue la dificultad para llegar allí, lo que da cuenta de la precariedad estatal existente en la zona rural del sur de Bolívar. La forma más rápida para llegar a Tiquisio desde Barrancabermeja (ciudad en la que me encontraba viviendo, pues allí se ubica la oficina del SJR) es tomando un bus hasta Aguachica, en un recorrido de tres horas y media, para después tomar un carro hasta La Gloria; tras un viaje de hora y media, se debe embarcar una chalupa y navegar durante media hora por el río Magdalena hasta el municipio de Río Viejo;
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finalmente, se aborda una moto que, por vías sin pavimentar, durante tres horas más, conduce a Tiquisio. Al llegar, me encontré con un municipio con una enorme riqueza natural: está bañado en sus márgenes por el río Magdalena y el río Cauca, y en el interior por innumerables caños y quebradas que atraviesan sus corregimientos y veredas, inmensas extensiones de cultivos y tierras en las que resalta el verde de una vegetación espesa a pesar del calor sofocante que caracteriza esta región del país. En Tiquisio sobresale una variedad de especies animales que saltan a la vista incluso durante los recorridos en moto; entre ellos, pájaros de todos los tamaños y colores, serpientes, iguanas, micos y distintos animales de monte. Lo más impactante para mí fue la calidez de sus habitantes, quienes, a pesar de la desconfianza y discreción que los ha obligado a tener la guerra, siempre nos recibieron con los brazos abiertos y una gran sonrisa. Lo anterior contrasta fuertemente con la situación de pobreza en la que habita la mayor parte de sus 20 874 pobladores (Secretaría Municipal de Planeación, s. f.): casas de madera, con piso de tierra y en la mayoría de los casos sin acceso a servicios básicos como electricidad, alcantarillado, agua potable o señal de celular. Es cierto que es un municipio en el que cerca del 90 % del territorio se clasifica como rural; sin embargo, la ruralidad se enfrenta tensionantemente con la idea de bienestar, puesto que es evidente que la precariedad de las condiciones en las que viven los habitantes de Tiquisio no responde a las características del territorio, sino a un evidente descuido de una gobernación que tiene los recursos suficientes para cubrir las necesidades básicas de estas comunidades, pero que, al haberse visto permeada históricamente por la corrupción, ha desviado el dinero que le corresponde a este municipio por concepto de regalías, al ser un municipio dedicado en gran medida a la extracción aurífera. El panorama ante mis ojos como investigadora es que
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los ciudadanos que habitan el territorio de Tiquisio han sido vulnerados en muchos de sus derechos esenciales. Por otra parte, aunque el presupuesto total destinado a Tiquisio para 2015-2016 fue de $3 645 064 869, problemáticas como la precariedad en educación, que se vive en todo el sur de Bolívar y que se asocia a corrupción por subcontratación, evidencian que estos recursos han sido desviados, si bien en muchos casos aparezcan como ejecutados. Otra particularidad que resalta es que, a lo largo de las aproximadas 76 200 hectáreas que abarca su jurisdicción, se encuentran individuos que han llegado al municipio desde diversas regiones del país, la mayoría de ellos víctimas de desplazamiento a causa del conflicto armado. En este sentido, una importante característica de Tiquisio es la variedad cultural y étnica de sus pobladores. Tiquisio es testigo de los múltiples caminos que han labrado quienes se han asentado en este territorio, cuya característica común es haber sido víctimas del conflicto armado, político y social, en la mayoría de los casos de forma directa, tras haber sufrido desplazamientos forzados, atestiguado masacres, bombardeos, combates, secuestros y otros hechos característicos de las dinámicas de nuestra guerra. Tiquisio es, como gran parte de las zonas del país, objeto de interés para los actores armados, no solo por la riqueza en recursos naturales, al estar situado en la mayor reserva aurífera del país, sino por ser un punto estratégico de movilidad de economías ilícitas hacia el interior del país y hacia la costa. A pesar del panorama tan desolador que encontré en Tiquisio a primera vista, durante las distintas visitas que realicé a este municipio, durante el año 2014, tuve también la oportunidad de conocer a un grupo de líderes sociales que se encargaron —quizá sin darse cuenta— de cambiar mi percepción sobre este lugar. Ellos despertaron en mí un interés particular por el territorio y por la comprensión del porqué de sus características sociales y estructurales; fueron ellos
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mismos, a través de sus relatos, quienes brindaron las claves sociohistóricas y la forma más adecuada de plasmarlo en el texto. El interés por indagar alrededor de esta zona surgió gracias a las conversaciones informales que mantuve con varios de estos personajes, en los intermedios entre las actividades que desde el SJR llevábamos programadas para trabajar con la comunidad. Fue en esos espacios donde me contaron diversas anécdotas de su vida personal y de su rol en la comunidad; estos espacios a su vez me condujeron a enterarme de que en este municipio existía algo llamado Proceso Ciudadano por Tiquisio, una experiencia de resistencia pacífica y de organización comunitaria que surgió del miedo, pero también de la necesidad de resistencia a los hostigamientos que estaban sufriendo los pobladores de Tiquisio a causa de la presencia simultánea de las FARC, el ELN, el ERP, las AUC y el Ejército Nacional en el municipio. En medio de estas conversaciones, pude vislumbrar que la llegada de cada uno de estos actores, con sus lógicas propias, había transformado no solo la cotidianidad de los pobladores civiles del territorio, sino también sus actividades económicas, estrechamente ligadas a las históricas disputas por el territorio entre los distintos actores que hacen presencia en Tiquisio. Históricamente, esta diputa ha generado desplazamientos de personas que buscan más seguridad en un territorio que no es el suyo; muchos de los actuales habitantes de Tiquisio han llegado desde otros municipios del sur de Bolívar; también encontré que una buena parte de los habitantes había migrado a Tiquisio desde el departamento de Sucre y desde el Catatumbo, principalmente. A partir del análisis de este contexto, encontré que en Tiquisio existía una estrecha relación entre tres categorías principales típicas de los estudios del conflicto y la memoria en Colombia: disputas por el territorio, dinámicas de la guerra y procesos de resistencia. La razón para priorizar y problematizar estas categorías surgió en un diálogo constante entre la reflexión teórica, los datos encontrados
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en terreno, los intereses y expectativas de los protagonistas y mis intereses investigativos. Estas categorías enmarcan la relación entre distintos procesos estructurales asociados al conflicto armado, histórico y social nuestro, pero también al abandono estatal en el que se encuentra Tiquisio. Un abandono que también se traduce en impotencia y desesperanza para muchos, pero que no termina anulando del todo la capacidad de agencia, tanto individual como colectiva, de los actores en el territorio. Es decir, aunque las disputas por la tierra y el conflicto armado se fueron revelando casi como procesos estructurales, siguiendo la tradición sociológica, que constriñen e influyen en la capacidad de agencia de los individuos, logré percibir que estas acciones —en especial aquellas de resistencia pacífica— repercuten de forma directa en el rumbo que han tomado tanto el conflicto armado como las disputas por la tierra en el contexto regional. Así, al analizar estas relaciones en doble vía de estructuración, pude armar un mapa de las diversas tensiones en el territorio, pero también de la relevancia que estas han tenido en la determinación del desarrollo político, económico y social de Tiquisio. En este orden de ideas, la realización de este trabajo surgió de la evidente —y en algunos casos expresa— necesidad de estos personajes de contar su historia, de explicar cómo la guerra había transformado el tejido social y afectivo de su comunidad y sus trayectorias de vida, para poder así reivindicar su pasado y su presente ante una realidad que los mantiene olvidados y segregados. Esta necesidad se presentó ante mí casi como un compromiso personal: lo académico se tornó en un desafío ético. En sus relatos encontré no solo una especie de “nostalgia” comunitaria por lo perdido o incluso desazón por lo no logrado nunca, sino también una experiencia ejemplar de resistencia y liderazgo que merecía ser contada, no solamente por lo interesante que resulta, sino comprendiendo “la memoria como fuente de justicia y reivindicación de esas vidas frustradas” (Guerrero, 2009, p. 36).
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En este sentido, la reconstrucción de los relatos de estos personajes se me presentó como una forma de reconocer el esfuerzo que han hecho, no solo por ellos mismos, sino por su comunidad, como una herramienta para reconocer —y ayudar a que se reconozca— en ellos la humanidad y el valor que poseen, de hacer un esfuerzo por volver las miradas hacia Tiquisio, un municipio que el propio Estado se ha encargado de mantener en el abandono. A partir de este reconocimiento, posicioné la idea de que el relato puede ser útil académicamente y potente ética y políticamente. La historia de vida, además, resulta clave tanto para el análisis sociológico como para la reconstrucción de la memoria histórica. Fue esto lo que me condujo a enfocarme en comprender la forma en la que se tejen los relatos comunitarios sobre los impactos del conflicto armado en una comunidad y los procesos de resistencia que surgen como respuesta a este. Para efectos de este trabajo es clave mencionar que no me interesó ver la memoria histórica como una taxonomía de hechos victimizantes, puesto que ya se han hecho varios trabajos al respecto tanto desde la academia como desde las organizaciones defensoras de los derechos humanos. Comprendo la memoria histórica como una forma de dignificar a las víctimas, reconociendo los hechos violentos, pero enfocándome en la manera en la que estas personas han tejido su proyecto de vida tanto individual como comunitario a pesar de estar inmersos en la guerra. En este sentido, fue de gran utilidad encontrarme con la idea de “memorias transformadoras”, desarrollada por Jefferson Jaramillo en varios de sus trabajos, a partir de la cual propone “analizar si [a las víctimas les] conviene seguir anclados en las memorias de la victimización o abocarse a unas memorias transformadoras; además, considerar la fuerza performativa de los símbolos culturales en una etapa de posconflicto” (abril, 2015). La “memoria transformadora” cuestiona la memoria histórica como remembranza de la violencia,
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y propone un nuevo enfoque en el que se reconozcan los hechos victimizantes, pero en los cuales se emplee la memoria bien como un potenciador de las capacidades comunitarias o bien como afianzador de tejidos sociales a partir de la reconstrucción de los procesos de resistencia y las experiencias en las que las comunidades han logrado anteponerse al conflicto y continuar con su trayecto. De este modo, la intención de esta investigación es contribuir a la reconstrucción de memorias transformadoras. Fue a partir de estas consideraciones que decidí que la construcción de historias de vida sería la ruta idónea para comprender la relación que han tenido conflicto armado, tierra y resistencia en el municipio de Tiquisio, bajo el supuesto de que no basta solo con hacer una lectura estructural o cuantitativa de los procesos históricos regionales, sino atender también a las voces locales para poder aproximarse a la comprensión del contexto tiquisiano. Además, las historias de vida permiten a estos personajes contar sus anécdotas, logros y derrotas en medio del conflicto armado, como una forma de dignificar y reconocer el esfuerzo y valentía de aquellos campesinos que sin ayuda de nadie han luchado por lograr construir una vida digna en medio de una guerra que los ha marcado, pero que, como dicen ellos, “no les pertenece”. En esta concepción de la historia de vida como medio para hacer reconstrucción histórica de los procesos y dar cuenta de regularidades, encuentro propicio mencionar la visión de Alfredo Molano (1985) con respecto a su trabajo sobre el conflicto en los Llanos Orientales colombianos: La repetición del relato por diversos integrantes del grupo que había practicado el éxodo nos permitió identificar las líneas comunes de las vivencias. Al escuchar una y otra vez las mismas experiencias contadas por diversos protagonistas aparecían bien visibles las que Merton llama “regularidades”. De otro lado, cada relato era una vivencia individual alumbrada por creencias propias y medida según valores íntimos que permitían esta-
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blecer diferencias y comparaciones. Pero establecer y aislar aquellas por medio de una carnicería estadística convertía la Violencia en un fenómeno de redistribución de tierras o en un tejido de hipótesis acerca del juego político, sin que a la mayoría de los 200 000 muertos les hubiera tocado mucho de lo primero ni hubieran entendido nada de lo segundo. Ya que las víctimas fueron, en la casi totalidad, humildes cultivadores que después de jugarse la vida sólo conquistaron, temporalmente, la tierra que cubrió sus huesos. (pp. 30-31)
Traigo a colación la postura de Molano aquí, no solamente porque da cuenta de la utilidad de la historia de vida y los relatos orales como herramientas de investigación social al permitir establecer regularidades y comparaciones entre los diversos relatos, sino también como formas éticas de realizar la investigación y presentar los resultados a los protagonistas. Tanto para el caso de Los años del tropel como para el presente trabajo, los protagonistas son población campesina que estuvo igualmente interesada en la elaboración del proyecto como en la posterior lectura del trabajo. Aquí, el uso de una metodología cuantitativa o de un análisis teórico denso distanciaría a la comunidad de su propia experiencia y de un trabajo que fue construido con ellos y para ellos, y además, caería una vez más en la sistematización de los hechos victimizantes ocurridos en Tiquisio. Es por eso que la historia de vida se presentó como la opción metodológica adecuada, al permitir a la comunidad tener participación activa en la construcción de este trabajo, pero también garantizando el acceso a información en un territorio cuya historia no se ha escrito hasta el momento. La historia de vida además permite el uso de un lenguaje sencillo que ayuda a los habitantes de Tiquisio a apropiarse de este trabajo y comprenderlo sin dificultad. La narración oral como fuente de información se constituyó como una herramienta clave en este proceso de indagación, ya que el nivel de lectoescritura de los habitantes de Tiquisio es precario, y además, el acceso a fuentes secundarias o documentos históricos previos es casi inexistente, por lo que el conocimiento de los hechos que han ocurrido en Tiquisio reside en la memoria colectiva,
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en la anécdota, el recuerdo y en la percepción de sus protagonistas. Adicionalmente, la historia de vida, a diferencia de la autobiografía, no se centra en la trayectoria vital del protagonista en sí misma, sino en las representaciones y experiencias en torno a esta. En este sentido, la historia de vida no busca reconstruir la totalidad de los hechos ocurridos en la vida del entrevistado, sino aquellos que han sido emblemáticos o que dan cuenta de coyunturas críticas o momentos de inflexión vital, permitiendo explicar fenómenos y momentos sociales a partir de las experiencias vividas del entrevistado. Tras estas determinaciones y reflexiones, regresé al Magdalena Medio en febrero de 2015 con el objetivo de lograr recopilar la información necesaria para reconstruir los relatos. La estrategia para esto se basó en la metodología de observación participante, en la que encontré la mejor alternativa para adentrarme en la cotidianidad de los protagonistas de este trabajo, comprendiendo que la formalidad de las entrevistas estructuradas muchas veces produce sesgos en la información al imponer una especie de barrera entre el investigador y el entrevistado. Además, esta estrategia me pareció significativa porque me permitiría interactuar no solo con el protagonista, sino también con su núcleo familiar, conocer sus opiniones y complementar la información dada por los entrevistados con la información que me brindaron las personas que los rodean. Bajo este supuesto, realicé varios viajes a Tiquisio durante los meses de febrero, marzo, abril, mayo y junio de 2015. Cada viaje tuvo una duración aproximada de quince días, durante los cuales visité a cada uno de los protagonistas del trabajo; cada visita duró entre cuatro o cinco días, en los que los protagonistas y su familia me abrieron las puertas de su casa, de su cotidianidad y su memoria. Me dediqué entonces a acompañarlos en sus labores diarias; aprendí a hacer queso, ordeñar vacas, sembrar arroz, vender pescado, ayudé a hacer oficios domésticos, a cocinar, a alimentar los animales. Y en medio de todas estas actividades comencé a recopilar
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anécdotas y recuerdos, a escuchar historias cargadas de palabras y silencios, a adentrarme en la vida de cada una de las personas que participaron en esta investigación y a comprender poco a poco el porqué de muchas de sus actitudes y comentarios, por qué la situación de Tiquisio tenía estas características y por qué existían liderazgos y experiencias de resistencia llenas de esperanza en medio de un panorama tan desolador. También buscamos los espacios para hacer entrevistas a profundidad, momentos en medio de la rutina diaria de los personajes para sentarnos a charlar; siempre llegué con un guion preestablecido para orientar el diálogo. Este guion consistió en una batería de cuarenta preguntas guía en las que se indagó por temas generales respecto a la vida de los personajes, la transformación de las dinámicas de guerra y su percepción respecto a las disputas por la tierra. Adicionalmente se agregaron preguntas particulares para cada caso, con la intención de indagar a mayor profundidad en la historia de vida de cada uno de los personales, en especial en aquellas particularidades que llevaron a la selección de cada personaje por su relevancia para exponer el contexto general de Tiquisio. 1
“Se suele aludir a la dificultad que supone la influencia del investigador sobre el investigado. […] en la narrativa autobiográfica se da un diálogo simultáneo entre distintas fuerzas. En el diálogo están presentes no solo quienes conversan, sino el conjunto amplio de condiciones sociales, culturales, individuales, que se moldean en el intercambio de las dos personas, pero que no se agotan en él. De allí que la narración trascienda a entrevistado y entrevistador […]. Las palabras, la expresión, son un territorio compartido por quien habla y su interlocutor, en un sentido mucho más amplio que un simple esquema narrativo común” (Jimeno, 2006, p. 46).
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Sin embargo, en este tipo de experiencias, en especial cuando se habla de temas tan delicados como la guerra, lo mejor que se puede hacer es dejar el espacio abierto para que el entrevistado hable y sea él o ella quien determine sobre qué se habla o se calla. Es importante aclarar que a todos los entrevistados los conocí desde 2014 y que tuve varios meses para establecer una relación basada en la confianza y en la camaradería, lo que permitió que ellos se sintieran tranquilos tanto con el uso que le daría a la información como con el relato en sí mismo.1 A pesar de haber recolectado casi cuarenta horas de grabación de voz durante el desarrollo de este trabajo, mucha de la información más valiosa no se me presentó en medio de una entrevista, sino en medio de una caminata, un paseo a la quebrada o durante la hora
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del almuerzo. Por eso fue menester hacer un diario de campo muy juicioso en el que consigné tantos detalles que se escaparon a la grabadora de voz y que quizá fueron los más valiosos, porque no fueron efecto de la indagación, sino de la confianza que cada una de las personas que colaboró en la realización de este trabajo depositó en mí. Después de haber pasado aproximadamente setenta y cinco días en Tiquisio durante el primer semestre de 2015, regresé a Bogotá con la certeza de haber escogido la estrategia adecuada para indagar respecto a la relación entre estas tres categorías, puesto que solo en el momento de adentrarme en sus prácticas habituales, de pasar por las incomodidades que ellos pasan a diario a causa de la ausencia de servicios públicos básicos, de las dificultades que representa no tener alumbrado público o alcantarillado debido a la negligencia estatal, de haber sentido el miedo que los habitantes de Tiquisio sienten con la presencia de un actor armado, solo de esta forma me fue posible comprender cómo los afecta el conflicto armado, por qué la tierra es tan importante para ellos y cómo surgen los liderazgos individuales y la resistencia pacífica como una respuesta a las condiciones de un contexto que los mantiene presionados, pues como afirma Diego Escobar (2007): Un territorio no se puede entender si no se comprende la actitud y el pensamiento de la gente que lo habita. En Tiquisio, desde el inicio del conflicto, la organización comunitaria fue un aliciente para seguir resistiendo frente a todas las adversidades: las de la delincuencia, las de los actores armados, las del desconocimiento, las que producían desesperanza, etc. Los campesinos siempre supieron que por nada del mundo abandonarían su espacio vital, y eso los motivó para que en los malos momentos tuvieran la fuerza y la convicción de que sobrevivirían como comunidad. (p. 144)
La elaboración del texto y su estructura Reconocidos estos elementos, es importante anotar que este trabajo busca hacer una radiografía sociohistórica de Tiquisio a través de ocho
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relatos, que al juntarse componen un rompecabezas que permite comprender, bajo una perspectiva histórica, la realidad de este municipio desde sus distintas dimensiones. Cada uno de los relatos da cuenta de estas tres categorías problemáticas, que atraviesan transversalmente la experiencia vital de sus protagonistas. Sin embargo, para facilitar el análisis y la aproximación a cada una de las categorías, agrupo las historias de vida de modo que resalten uno de los tres aspectos por encima de los otros. Es importante aclarar que, a pesar de que cada uno de los relatos habla en sí mismo, para lograr tener una comprensión real del contexto tiquisiano, es menester leer la totalidad del trabajo, puesto que todas estas historias se encuentran articuladas entre sí. Sin embargo, la ruta o el orden de lectura residen en el criterio del lector, sin afectar la intención última del texto. Así, el primer capítulo, “Disputas por el territorio”, contendrá la historia de Ever Pérez, enfocada a la transformación del uso de los recursos naturales a causa del conflicto armado, y la historia de los hermanos Turizo, basada en las disputas por la propiedad de la tierra. En el segundo capítulo, “Dinámicas de la guerra”, aparecerán los relatos de Lidis Camargo, Emiro Sánchez e Isabel Arrieta, quienes permitirán comprender la transformación de las dinámicas de guerra a causa de la entrada de los diversos actores armados y las implicaciones que estas han tenido en la trayectoria de la población civil de Tiquisio. Finalmente, en el capítulo “Resistencia pacífica y organización comunitaria” se explicará el surgimiento de los procesos organizativos en Tiquisio, desde la reconstrucción de la muerte de Marciana Araujo, hecho que impulsó la creación del Proceso Ciudadano por Tiquisio; a este relato se suman el del padre Rafael Gallego, principal impulsor del Proceso, y el de Miguel Cárdenas, uno de los líderes más antiguos de esta organización comunitaria. Esta clasificación de las historias de vida se basa en la idea de que cada uno de estos relatos pueda dar cuenta de otros relatos, tanto de los mismos personajes del libro como de muchas otras personas
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Memorias de Tiquisio, Bolívar
que habitan Tiquisio y han vivido también las consecuencias del conflicto armado regional. En esta medida, es menester recordar que la intención de la investigación no es establecer generalidades o verdades absolutas, sino aproximar al lector a las particularidades de un proceso sociohistórico donde han tenido impronta fuerte muchas de las dinámicas de guerra, las disputas por el territorio y los procesos de resistencia que ocurren cotidianamente en el país. Este municipio, de alguna forma es condensador de estos procesos, a través de las percepciones de quienes lo habitan. Quizá a modo de invitación para el lector, es importante tener en cuenta que, así como me ocurrió a mí, las historias o memorias que se presentarán a continuación deben hablar por sí solas, y que en la perspicacia del lector habita la posibilidad de encarnar estos personajes, de hacerse uno con sus historias y, además, de leer estos capítulos con un lente analítico, que le permita dilucidar las categorías definidas como objeto de interés para esta investigación entre las líneas de cada una de las narrativas vitales.
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Memorias de Tiquisio, BolĂvar fue compuesto en caracteres Aleo y se imprimiĂł en los talleres de Javegraf en papel Earth Pack de 90 gr. durante el mes de noviembre de 2016.
CAMILA SAIS SĂ ENZ M E M O R I A S D E T I QU I S I O , B O L I VA R
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Por la defensa de la vida y la permanencia en el territorio
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