MG La revista - Edicion 21

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Editor General Álvaro Mendoza

alvaro@mercadeoglobal.com

Asesoría Periodística Carlos Eduardo González caredugo@mercadeoglobal.com

Diseño Giancarlo Rodríguez

gian@mercadeoglobal.com


EDITORIAL

El mejor negocio del mundo es servir

Se acaba el verano, bajan las temperaturas y se avecina el otoño, una estación que cada vez me gusta más. Los árboles comienzan a perder sus hojas y su verdor, adquieren tonalidades rojizas y amarillas, hasta que estas se secan por completo y caen. ¿Sabes qué es lo que más me gusta? Que la energía que antes que acumulaba en las hojas pasa a las raíces para soportar los meses de frío. El otoño es una época de transición entre el verano y el invierno. Poco a poco, los días se hacen más cortos y las noches, la oscuridad, más prolongadas. También llegan los vientos, cada vez más fuertes, cada vez más fríos,

que se llevan aquello que se desprende de los árboles, lo que ya no sirve. Es un período de cambio, una invitación que nos hace la vida para aceptar los cambios. Aunque para muchos el otoño es sinónimo de melancolía, de tristeza, es una época en la que se celebran dos de las fiestas más significativas del hemisferio norte, por su contenido de alegría y esperanza: el Día de Acción de Gracias y Halloween, la fiesta de los niños. Y, además, es el período en el que millones de aves migran al sur, en busca de alimento y de temperaturas más cálidas.

Se avecina el otoño, época de cambios, el momento para prepararnos para el frío del invierno, el renacer de la primavera y la cosecha de verano. Así es en la vida, así es en los negocios.

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No me cabe duda de que los seres humanos seríamos más felices si aprendiéramos algunos de los mensajes que nos ofrece la naturaleza. Por ejemplo, que la vida tiene sus estaciones, aunque de una forma diferente a las del año. Son esos momentos en que sufrimos altibajos, que casi siempre identificamos con dificultades, cuando en realidad son nuevas oportunidades que se nos ofrecen. El más grande de los temores del ser humano, y lo digo con la autoridad de sicólogo profesional y con el conocimiento de causa de emprendedor, es el cambio. Nos aterra cambiar, en especial porque, como en el otoño, para obtener eso nuevo que se aparece en el horizonte necesitamos resignar algo que poseemos. Y, claro, como nos apegamos a todo, nos cuesta soltar. Uno de los cambios que más nos cuesta asumir es aquel de que el cliente es la razón de ser de nuestro negocio. Esta es una de las condiciones que más nos cuesta soltar, quizás porque nos agrada tanto ser los protagonistas, que hablen de nosotros, que nos halaguen. Sin embargo, hoy se impone algo distinto: utilizar nuestro conocimiento y talentos en beneficio de los clientes. Hace veinte años, cuando comencé a hacer negocios por internet, lo único que me interesaba era ganar dinero. De hecho, lo necesitaba. Con el tiempo, sin embargo, a medida que me acerco al otoño de mi vida, las prioridades y las percepciones van cambiando. Claro que me interesa el dinero, y lo necesito para brindarles a mis hijas el bienestar que se merecen, que deseo darles. Por la formación que recibí en casa por parte de mis padres, por las enseñanzas de la vida y por lo que me inculcaron mis mentores en el marketing, aprendí que el mejor negocio del mundo es servir. Qué bueno que llegue 6

dinero, que ojalá sea mucho dinero, pero con la mano en el corazón y la honestidad que me caracteriza puedo decir que no hay mayor satisfacción que un cliente feliz. Cuando eso que tú eres, eso que tú sabes, eso que tú has vivido, eso que la vida te regaló, sirve para que ayudes a otros, para que les arranques una sonrisa, para terminar con ese dolor que les arrebata la tranquilidad, la vida cobra un verdadero sentido. Todo cuanto puedas hacer por otros, por el bienestar de otros, es la mayor riqueza que puedes atesorar en la vida y en tu negocio. La vida me regaló el privilegio de ser el mentor de personas maravillosas, como tú, y de guiarlas a cumplir sus sueños. Cada día, cuando despierto, le agradezco a la vida por esa nueva oportunidad para seguir avanzando en este enriquecedor proceso. Que tiene altibajos, que como en el otoño hay momentos en que se caen las hojas, en los que el viento sopla con fuerza y nos estremece. El otoño, para mí, es una época de reflexión, una invitación a la tolerancia y a la paciencia, a respetar los procesos de la naturaleza. Sobre todo, a prepararnos para lo que viene, para el frío del invierno, pero también para el renacer de la primavera y para la cosecha del verano. Cada uno de estos períodos tiene sus más y sus menos, y debemos encontrar el beneficio en todos ellos. Lo que está claro, porque lo he experimentado, es que tenemos una misión en esta vida y que no podemos eludirla. Una responsabilidad de compartir con otros lo que somos y poseemos, para crear sinergias que redunden en beneficio colectivo. Ese es el mensaje que quiero transmitirte en esta ocasión, con los temas que hemos preparado especialmente para ti. ¡Que los aproveches!


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“Cuando tu pasión se convierte en proyecto de vida, puedes alcanzar cosas maravillosas”. Alguien podría pensar que su pasión es el baile, pero se queda corto. Otro más puede creer que su pasión es el emprendimiento, pero también se queda corto. Sin embargo, si alguien dice que la pasión de Clemencia Vargas Umaña es transformar vidas y ponerle ritmo a la vida, la define a la perfección. “Ante toda adversidad, siempre hay una oportunidad”. Cuando apenas tenía 6 años, por motivos personales salió del país con su mamá Beatriz Umaña, rumbo a Estados Unidos. Era solo una niña, pero la vida la desarraigaba de su familia, de su país, de su ciudad, de sus amigos. “Fue un momento muy difícil”, recuerda. Una dificultad que ella convirtió en oportunidad y en fortaleza. Cuando vivía en Colombia, tomaba clases de ballet, pero lejos estaba de imaginar lo que el baile representaría en su vida. Y menos imaginaba que en ese país extraño, con un idioma que no conocía, esta actividad se iba a convertir “en una herramienta de vida, de superación, de expresión de sentimientos, de creación de identidad, de reconocimiento y de empoderamiento”. 8

En el vecindario donde estaba su apartamento había una academia en la que daban clases de baile. “Todos los días pasaba por ahí, pero nunca entraba. Era un momento (1996) en el que no teníamos la capacidad para pagar la mensualidad, que era de 300 dólares por dos clases a la semana”, cuenta. Sin embargo, siempre tuvo la tentación de entrar, y un buen día entró. “Fui a una clase de prueba y la profesora, una salvadoreña que hoy es una de mis grandes mentoras, me dijo que tenía demasiado talento y que me iba a conseguir una beca”. Sin querer queriendo, comenzó una ruta maravillosa que hoy la tiene como directora ejecutiva de la Fundación Vive Bailando y, algo más importante, como agente de transformación social. Su talento, sus ganas, su convicción y su pasión por el baile le permitieron alcanzar grandes logros en corto tiempo. Formó parte de Backstreet Boys, una famosa agrupación urbana surgida en Orlando (Florida) en 1993 que cobró fama tres años más tarde con un álbum del mismo nombre. Es considerada la banda masculina de pop más importante e influyente de la historia de la música.


El 90 por ciento de los jóvenes que reciben el impacto de la Fundación Vive Bailando son menores de 18 años. Desde 2014 atendieron ya a unos 4.200 jóvenes en las intervenciones sociales.

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También abrió conciertos para Black Eyed Peas, Destiny’s Child, ‘N Sync y la mexicana Julieta Venegas, y bailó en la fiesta privada del cumpleaños de Lourdes María, hija de la famosa intérprete estadounidense Madonna. Participó en audiciones, en cástines y se convirtió en bailarina profesional. Sin embargo, siguiendo el consejo de sus padres, ingresó a la universidad. Eligió Babson College, una casi centenaria y prestigiosa institución privada localizada en Wellesley (Massachusetts), cerca de Boston, y una de las escuelas de emprendimiento mejor calificadas del mundo. Estudió Finanzas y Economía y le agregó otro ingrediente valioso a su perfil, además de sustento académico al sueño que ya, por aquel entonces, daba vueltas en su inquieta cabeza. Con el diploma en la mano, entró a Delloite & Touch, una multinacional de servicios profesionales, Top-4 de auditoría a nivel mundial, y regresó a Colombia. Esta fue una experiencia que la marcó de muchas formas: conoció las industrias del país, el contexto de los negocios, entendió la realidad nacional y cómo funcionaban los temas laborales, contables y tributarios, entre otros. Poco a poco, tras bambalinas, iba armando el rompecabezas. Fueron tres años y medio de un enriquecedor aprendizaje, de acumular experiencias, de ampliar horizontes y, sobre todo, de fortalecer las convicciones. Por eso, en 2014 renunció y se tiró al agua: creó la Fundación Vive Bailando. “Ese año, hicimos un programa piloto en Puerto Gaitán (Meta)”, dice Clemencia. Desde entonces, más que la idea, más que la metodología, lo que ha cambiado, lo que ha evolucionado y se ha diversificado es el modelo de negocio. “En Colombia, cuando se habla de una fundación se piensa en la 10

filantropía tradicional, en donaciones, en organizar eventos y recaudar dinero para causas benéficas”. Este, sin embargo, no es el enfoque que Clemencia anhelaba. La orientación que requería la encontró en 2015, cuando participó en Oxford (Inglaterra) en el The Skoll World Forum on Social Entrepeneurship, un foro mundial de emprendimiento. “Me cambió la visión del modelo de negocio que estábamos planteando: creo que el esquema tradicional filantrópico está mandado a recoger y lo que se impone es el emprendimiento social”, explica. La primera línea de trabajo de la Fundación son las intervenciones sociales. “Son programas de alto impacto a través de los cuales no solo generamos beneficios, cambios y transformaciones para los jóvenes, sus familias y la comunidad, sino que cumplimos con los objetivos específicos de empresas privadas, organizaciones de cooperación internacional y otras entidades”. La segunda línea son los talleres. Surgen de la expresa necesidad de empresas y comunidades que deseaban implementar la metodología, pero en menor escala. “Son actividades de liderazgo a través del baile, del trabajo en equipo. Somos el segundo país de Latinoamérica con más jóvenes que no estudian, ni trabajan, con problemáticas similares independientemente del estrato socioeconómico”. En un sentido parecido, a la Fundación le solicitaron llevar sus bailarines y coreografías a otras actividades empresariales que se convirtieron en una buena fuente de ingresos que contribuye a financiar los programas y en alternativa para difundir su labor.


, e t n e m l a u Act la l o r r a s e d n ó i c a d n u F á, la p i c n a c o T en s a m a r g o pr id y r d a M , n ó Fontib ); a c r a m a n i nd u C ( a r e u q , a r u Mos t n e v ena u B e d s á adem la, l i u q n a r r a Cali, B Montería y . a n e g a t r a C

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Son los eventos, actividades de marca para empresas, shows de Navidad o fiestas. El baile como herramienta de recreación. Finalmente, línea de acción más reciente es la academia. “Es la forma de llegar a personas que sí tienen la capacidad económica para pagar por sus clases. Un porcentaje de este dinero ayuda a la sostenibilidad de la Fundación, pero a largo plazo permitirá financiar programas propios en comunidades que no sean atendidas por empresas, cooperación internacional o el Gobierno”. Lo más importante es que las actividades de cada una de estas líneas se ajustan a las necesidades puntuales de cada comunidad, a su contexto cultural, y de las empresas involucradas. No es un solo programa que se replica en todas partes, sino un marco teórico y una filosofía que se adaptan al mercado específico, a los clientes. Esa, sin duda, es una de las razones los buenos resultados. Además, se trabaja con Proverty Actions en la implementación de un modelo de medición de impacto que permita

garantizarque todas y cada una de las tareas previstas se llevó a cabo con éxito. Una tercera marca de innovación es cómo abordan las comunidades: “llegamos como un reallity. No queremos ser una fundación más, sino una que deje huella, que entusiasme”, explica. Finalmente, está la construcción de tejido social. “Los cambios más significativos se dan cuando las personas de extremos, jóvenes de estratos 2 y 6 se mezclan y se dan cuenta de que pueden bailar juntos y compartir experiencias. Aprenden que viven problemáticas similares: baja autoestima, mala comunicación con los padres, no tener un plan de vida, ganas de probar las drogas”. “Cuando tu pasión se convierte en proyecto de vida, puedes alcanzar cosas maravillosas”. Más, cuando esa persona entiende que “ante toda adversidad, siempre hay una oportunidad”. Clemencia Vargas Umaña unió su pasión por el baile y por el emprendimiento y la convirtió en la más impactante herramienta para transformar vidas. ¡Eso sí que es ponerle ritmo a la vida!

¿Quieres saber más de Vive bailando? https://www.facebook.com/FundacionViveBailando https://www.instagram.com/vivebailando/ https://twitter.com/vivebailand0 https://www.youtube.com/c/FundacionViveBailando 13


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Cuando a un emprendedor le preguntan cuáles son sus herramientas preferidas para llevar a cabo sus estrategias, la mayoría responde que internet, que las redes sociales, que el dinero. Es cierto que esos recursos son necesarios, que los requerimos para sacar adelante nuestros proyectos. Sin embargo, los que mayor impacto causan, los que dejan una huella profunda, son bien distintos.

Cuando era niña, en el exilio, Clemencia Vargas descubrió el baile. Para ella se convirtió en una terapia, en una herramienta para enfrentar la vida y, lo mejor, para forjar sueños. Hoy, esta joven bogotana es la directora de la Fundación Vive Bailando, en la que jóvenes de comunidades menos favorecidas encuentran una oportunidad. El baile como agente transformador de la sociedad.

Internet, sin duda, es una herramienta muy poderosa. Desde que irrumpió en nuestras vidas, las cambió. Y, claro, cambió también la forma de hacer los negocios. Las redes sociales son un escenario ideal para desarrollar nuestras estrategias, efectivos canales para estar en contacto permanente con nuestros clientes. Y el dinero, bueno, el dinero siempre va a ayudar un poco.

“En Pakistán y Afganistán usan el baile como herramienta para superar los traumas provocados por la guerra. En Londres (Inglaterra), en 2002, hicieron un programa de investigación que comprobó que el baile es una fuente de felicidad”, dice Clemencia. “Sin metodología, si fuera solo baile, igual se lograrían cambios impresionantes como dejar la pena y subir la autoestima”.

Pero, y asumo que estarás coincidirás conmigo, internet, redes sociales y dinero no son suficientes para alcanzar el éxito. Si así fuera, cualquier persona que reúna estos tres componentes sería exitoso, y no es así. Si así fuera, ya estaría inventada la fórmula perfecta para hacer que tu negocio se convierta en el número uno del mercado, en el preferido de los clientes, y no es así.

Sin embargo, cuando “a eso le involucras un formador artístico y otro de desarrollo humano y le agregas una metodología para aprender conceptos básicos a través de la práctica, logras unas transformaciones increíbles. Esto aplica para cualquier persona, pero el impacto es mayor en los jóvenes para quienes el baile es una herramienta de socialización”, explica. Para ella lo fue.

Lo que realmente importa, lo que vale la pena, lo que marca las grandes diferencias, lo que produce los impactos transformadores, está en ti, dentro de ti. Y no es internet, no son las redes sociales, no es el dinero. ¿Sabes de qué se trata? De tu conocimiento, de tus experiencias, de tus valores, de tus pasiones, de tu vocación y, sobre todo, de tus acciones y decisiones.

La esencia, según Clemencia, es que “los humanos nos movemos todo el tiempo. Sin movimiento, no hay vida”, asegura. “El movimiento representa el 80 por ciento de nuestra comunicación, de la no verbal. El baile es algo que podemos hacer solos, en pareja o en grupo, y que a través de la historia se usó en rituales, en contextos de terapias curativas, de educación, de arte y de ocio”.

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Una de las ventajas, asegura, es que para bailar y movernos no necesitamos nada, ni siquiera la música: solo las ganas de hacerlo. “Las personas más pobres y las más ricas se pueden mover. Y no importa si bailas bien o mal, o regular. Lo que importa es que con el movimiento puedes expresar sentimientos reprimidos, rabias y combates el sedentarismo, entre otros problemas graves”. La experiencia, sin embargo, le enseñó a Clemencia que el baile ayuda a las personas a superar sus miedos, a romper barreras, a derrumbar estereotipos, a lograr transformaciones que por otros caminos son inalcanzables. “El baile es una herramienta de reconocimiento que permite que las personas suban su autoestima y se reconozcan frente al espejo, a su comunidad y a su familia”. El poder del aplauso, del elogio, de la admiración del público por el bailarín, es inconmensurable. Hace que las personas tímidas en la pista se muestren empoderadas, comprometidas, fuertes, desinhibidas, y que se sientan capaces de conseguir lo que desean. “Además, a nivel físico nos permite desarrollar diversas habilidades motrices, cognitivas, sociales y emocionales”, agrega. En el caso de la Fundación Vive Bailando, los jóvenes se sienten parte de una familia, crean identidad, generan vínculos de afecto y de ayuda mutua. “Hay niños que asisten a todos los grupos todas las semanas simplemente para pertenecer a algo. Esa es mi mayor felicidad: ver la dicha que les produce ser parte de algo que es importante en sus vidas, como Vive Bailando”, dice orgullosa. En una sociedad como la colombiana, hay una gran brecha de desatención en el seno familiar y en el día a día los jóvenes están solos. Las instituciones educativas, que son las encargas de los procesos de aprendizaje formales, solo enseñan lo convencional y los jóvenes están expuestos a los riesgos de la violencia, el vicio o la delincuencia. Les falta algo que les dé un sentido a sus vidas. 16

En la Fundación Vive Bailando, Clemencia Vargas lidera un competente y multidisciplinario equipo de trabajo conformado por 54 personas, a nivel nacio y sin contar los de la academia.


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Eso es, precisamente, lo que encuentran en Vive Bailando. “Trabajamos con jóvenes que llegaron a la Fundación en condición de discapacidad y no podían moverse. Hoy, a través del hábito del movimiento y del baile, han desarrollado sus habilidades motoras”. También hay casos de jóvenes que han aprovechado las actividades de la Fundación en sus procesos de resocialización. “Adelantamos un proceso con 25 familias que están en vías de reinserción social y que han implementado proyectos productivos a partir del baile. Les ayudamos con un módulo de emprendimiento cultural de la mano del Centro de Formación Empresarial de la Fundación Mario Santo Domingo para que puedan romper los ciclos de la pobreza y forjar un mejor futuro”, dice. No se trata solo de transformar vidas y sembrar la semilla del bienestar. También es brindar las herramientas para que, cuando la Fundación termine el proyecto y se vaya de esa comunidad, puedan tomar mejores decisiones de vida. “Creamos la capacidad instalada para que esos jóvenes sean multiplicadores del proceso a nivel local, ingresen al mercado laboral o tengan su negocio”. No es internet, no son las redes sociales, no es el dinero: es lo que llevas dentro. “Tengo una vocación social que nace porque crecí en una pasión como agente de cambio y de transformación. Tengo también una vocación artística y tengo una vocación emprendedora. Cuando mezclas esos tres componentes, definitivamente se logra algo distinto, innovador”, afirma Clemencia. “No importa cuál sea tu familia, no importa de dónde vengas, no importa cuál sea tu estrato socioeconómico. Todos tenemos la responsabilidad de crear un cambio, de ser agentes de transformación en nuestra sociedad”, asegura. Ella escogió el camino del ejemplo y emplea las herramientas más poderosas de que dispone: talento, conocimiento, pasión y vocación. 17


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En la creencia popular, un negocio es algo ligado estrictamente al dinero. De hecho, el diccionario lo define como “Ocupación, actividad o trabajo que se realiza para obtener un beneficio, en especial el que consiste en operaciones comerciales, comprando y vendiendo mercancías o servicios” y “Ganancia o beneficio conseguido en una actividad comercial o de otro tipo”. Este concepto, sin embargo, ha cambiado en los últimos tiempos, como ha cambiado casi todo lo relacionado con el nuevo escenario surgido a raíz de la revolución digital. Una manifestación del cambio es la globalización, o la visibilización de problemáticas sociales que habían estado ocultas o que han sido ignoradas por aquellos que tienen la responsabilidad de cubrir esas necesidades.

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Por eso, aunque es un concepto que se acuñó desde hace un siglo, en los últimos tiempos se habla mucho de responsabilidad social. Se entiende como la contribución activa y voluntaria de una empresa u organización para dar solución a los problemas puntuales que aquejan a un grupo de personas específico o a una comunidad. Está muy asociada al concepto del altruismo. La primera versión de la responsabilidad social fue el cooperativismo, en el siglo XIX. Son acciones y estrategias que redundan en posicionamiento, fortalecimiento de la marca y que reafirman los valores y los principios de la empresa u organización que las pone en práctica. Además, se asume que la responsabilidad

social está en la orilla opuesta al lucro, al interés de ganancias económicas. Sin embargo, como decía la cantante argentina Mercedes Sosa, cambia, todo cambia. Está claro que cualquier empresa o negocio que se dedique a la responsabilidad social o que sea un emprendimiento social requiere generar recursos para sostenerse. La diferencia con un negocio convencional es que su prioridad, su objetivo, no es producir dinero a través de su actividad. ¿Cuál es, entonces, el objetivo de un emprendimiento social? En pocas palabras, generar valor, de tantas formas como sea posible, en la comunidad en la que desarrolla su trabajo. Consiste en la implementación de programas y estrategias destinadas a remediar un problema específico y proveer a esas personas el conocimiento y las herramientas para ser parte de la solución. ¿Cómo funciona un emprendimiento social? Principalmente, a través de la educación y del ejemplo. Liderazgo, empoderamiento, visibilización, trabajo en equipo, incubadoras de proyectos y acompañamiento son algunas de las estrategias que se ejecutan para alcanzar los objetivos previstos. Por lo general, estas intervenciones sociales duran entre uno y tres años. La pregunta que seguramente te estarás haciendo es si tú, como individuo o como emprendedor, ¿tienes responsabilidad social?

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Todos queremos que el mundo sea mejor, pero muy pocos hacemos algo para contribuir a esa causa. Si tú empiezas, quizás otros te sigan y se genere una espectacular cadena de cambio. La respuesta es una sola, y corta: ¡SÍ, claro! La responsabilidad social no es exclusiva de las grandes empresas, de las organizaciones privadas o del Estado, y menos en el mundo actual, en el que disponemos de todas las herramientas para contribuir. ¿Alguna vez consultaste Wikipedia? Esa web, por si no lo sabías, es un emprendimiento social que funciona con donaciones voluntarias y que está destinado a brindar información actualizada y veraz sobre diversos temas de interés general. No tiene publicidad, no te redirige a otros sitios comerciales: su objetivo es claro y lo cumple a cabalidad, y produce un gran impacto. La Fundación Pies Descalzos, creada por la cantante colombiana Shakira, es otro modelo de emprendimiento social. A través de esta organización, y con donaciones voluntarias de personas o empresas, aplica un modelo de intervención integral. Promueve procesos de 20

crecimiento personal y desarrollo sostenible para reconocer habilidades y ponerlas al servicio de la comunidad. Su principal objetivo es brindar una educación pública de calidad. Lo hace a través de la construcción de espacios educativos dignos, de la implementación de pedagogías innovadoras y de acciones complementarias como apoyo en la nutrición, atención sicosocial y el desarrollo comunitario de menores que pertenecen a comunidades en situación de vulnerabilidad. Una de las realidades que cambió en el mundo de los negocios en este siglo XXI es que ya no se trata solamente de vender. Ahora, lo importante es servir. ¿Cómo? Utilizar tu conocimiento, tus talentos, tus experiencias, los dones que te regaló la naturaleza, tus recursos y herramientas para ayudar a otros a superar sus problemas, alcanzar sus sueños y transformar su vida.


Por si no te habías dado cuenta, es exactamente lo mismo que hacen las empresas a través de la responsabilidad social. La tarea fundamental de un emprendedor es detectar un problema del mercado, el dolor que aqueja a algunas personas, y brindar la solución ideal. Para ello se respalda en conocimiento, talentos, pasión, recursos, herramientas y vocación de servicio, entre otros. Como hombre de negocios, tengo la necesidad de generar recursos que permitan que mi empresa sea sostenible, entre otras razones porque hay varias personas que derivan su sustento (o parte de él) de su aporte profesional a MercadeoGlobal.com. Además, tengo un par de hijas hermosas que se merecen lo mejor que pueda brindarles, en especial una buena educación y bienestar. Por eso, cuando tengo un producto exitoso, que se vende bien, tengo que estar satisfecho. Sin embargo, no hay satisfacción más grande que aquella de comprobar que el trabajo que hacemos con mi equipo de trabajo redunda en valor para las personas que reciben su impacto. Una sonrisa, unas gracias genuino o un cálido abrazo son una retribución valiosa, inspiradora, comprometedora. No puede negarte que cuando comencé mi negocio lo que más me interesaba era producir ganancias. Además, las necesitaba con urgencia. Hoy, sin embargo, sé que eso no es

suficiente. Por lo que aprendí de mis padres y de mis mentores, entiendo que tengo que hacer un poco más, que puedo hacer un poco más con todo aquello que he aprendido y que puedo transmitir a otros. Hace unas semanas, hablaba del tema con otro emprendedor, un amigo, y me decía que el emprendimiento social es una moda, una tendencia que pasará rápido. Soy un convencido de que no es así y, más bien, creo que esa es una nueva oportunidad que está a disposición de quienes usamos nuestro conocimiento, pasión y experiencia para ayudar a otros a transformar su vida. Un emprendimiento social no es opuesto a la necesidad de generar ingresos que permitan que esa iniciativa sea sostenible en el tiempo, que tenga cómo desarrollar sus programas. Tampoco tiene que estar amarrado al concepto convencional de altruismo y obras de caridad y, más bien, debe enfocarse en la generación de estrategias que se traduzcan en significativos beneficios colectivos. Más allá de los réditos económicos que puedas recibir, si la vida te da la oportunidad de compartir aquello que te ha brindado, ¡no la desaproveches! Dejar una huella positiva en la vida de otras personas, en especial de las que no recibieron tantas bendiciones como tú, es mucho más que responsabilidad social. No olvides que servir es el mejor negocio del mundo.

Varios emprendedores multimillonarios, inspiradores casos de éxito, fomentan esta clase de iniciativas. De hecho, a veces se convierten en el eje más importante de sus vidas.

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La sicología (los secretos) del marketing Una de las razones por las cuales disfruto tanto mi trabajo, por las que me siento pleno cuando diseño una estrategia o cuando hago un webinar o cuando acudo a una conferencia, es porque me permite conjugar mis grandes pasiones. Sí, mi gusto por la tecnología, mi interés por los negocios, mi vocación de servicio y la posibilidad de ejercer mi profesión académica: la sicología. Cuando pienso en esto, veo cuán generosa ha sido la vida conmigo al permitirme armar este complejo rompecabezas, hacer que todas las piezas encajen a la perfección. Para muchos, el aprendizaje del funcionamiento de las herramientas tecnológicas es un dolor de cabeza: para mí, en cambio, es como un juego. Tengo una habilidad natural y simplemente la pongo en práctica. Para otros, el marketing es la piedra con la que tropiezan frecuentemente. Las estrategias, las campañas, el seguimiento y los embudos exigen un aprendizaje que algunos pasan por alto con la excusa de “Yo soy muy buen vendedor”. No caen en cuenta de que el marketing no es solo vender o, dicho en otras palabras, de la que la venta es una consecuencia del marketing que implementes.

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Para la gran mayoría, entender al cliente, su comportamiento y las razones por las cuáles actúa de cierta manera, sus gustos, sus caprichos y sus enojos, son una elevada y sólida pared contra la que se estrellan. Para mí, por fortuna, es la oportunidad de sacar provecho de la sicología que aprendí en la universidad, un conocimiento que representa un plus y que me ayuda a hacer mi trabajo. “¡Ah, no, Álvaro, así es muy fácil!”, podrás decirme. Pero, no te equivoques: el que se hayan unido mis pasiones como las fichas de un rompecabezas no significa que haya sido fácil. A veces, créelo, a mí también la tecnología me la gana, y algunas estrategias me han dado guerra para entenderlas y sacarles provecho, y ser sicólogo clínico no es suficiente para poder conocer al ser humano. Por si no lo sabes, de la misma manera que lo hice yo lo puede hacer cualquiera. ¡Sí, cualquiera! Lo puedes hacer tú. Siempre habrá algún experto que nos enseña de tecnología, que nos dé los secretos para convertir esas poderosas herramientas en nuestras aliadas. En el mercado hay varios muy buenos especialistas que te enseñarán lo que necesitas saber sobre el marketing digital. ¿Y la sicología? Podrás decirme que esta es la parte más complicada, porque no cualquiera te la puede enseñar, porque requieres ir a la universidad a cursar una carrera. Si puedes hacerlo, mejor,

pero no es estrictamente necesario. Lo que necesitas saber sobre sicología es básico y también hay quien te instruya con un enfoque relacionado con el marketing, con el quehacer del marketero. De hecho, tú puedes hacer un muy buen trabajo si te das la posibilidad de observar a tu cliente, de conocer el mercado, de llevar a cabo una juiciosa y detallada investigación de campo. Los datos que recolectes son información será muy útil y te permitirá conocer muy bien a tu cliente. Pero, claro, con una salvedad, porque siempre hay una salvedad: tienes que navegar un poco profundo. ¿Eso qué quiere decir? Que no basta con los datos comunes, los demográficos, sino que debes adentrarte un poquito en su mente y, sobre todo, en su corazón para saber cuál es el origen de sus decisiones. La razón de los caprichos, de los constantes cambios de comportamiento, están en sus experiencias del pasado y esas, amigo mío, están guardadas en un lugar al que no todos llegan. Esos secretos los podemos resumir en las cinco necesidades básicas que cualquier ser humano tiene que suplir. Cuantas más tenga, más feliz es. Si logras identificar estas necesidades de tu cliente, habrás dado más de un paso en firme para convertirte en la elección que él hará una y otra vez.

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¡Cuidado, eh¡: esto es solo el comienzo, porque después hay mucho más:

1) Necesidades fisiológicas: son las básicas, las

más comunes, las que todos requerimos para sobrevivir. Agua, alimentación, ropa, descanso y reproducción de la especie. Cada día, en mayor o menor medida, tenemos estas necesidades. Son productos que compramos automáticamente, sin pensarlo demasiado, aunque a veces, como la ropa, nos gusta darnos uno que otro gusto. Si tu negocio se enfoca en este nivel básico, debes entender que tendrás mucha competencia. Desde la tienda de la esquina hasta el supermercado proveen los productos que nos permiten saciarlas. La oferta en el mercado es claramente superior a la demanda y muchas veces al consumidor no le interesan tanto la calidad y las características del producto, como el precio.

2) Necesidades de seguridad: a diferencia de las

anteriores, con estas nos adentramos en un terreno un poco gaseoso, porque no todas las necesidades son físicas. Son aquellas que nos permiten vivir de manera confortable, sin la zozobra permanente del qué va a pasar o cómo voy a resolver este problema. Por ejemplo, llevar una vida sana, en un ambiente seguro y tranquilo. Tienen que ver también con la seguridad laboral, tener un trabajo que te brinde los recursos para vivir bien, con algo más que lo justo para que puedas ahorrar, o darte el placer de un viaje o de un capricho. Vivir en un lugar donde los problemas de seguridad y violencia no te acosen a diario y donde el estrés que experimentes no sobrepase los límites adecuados y te roben la tranquilidad.

3) Necesidades de pertenencia: los seres huma-

nos llegamos solos a este mundo, pero nuestra esencia es colectiva, comunitaria. De hecho, ser solitario o ermitaño no está bien visto, no se lo considera un comportamiento normal. Queremos estar rodeados, sentirnos apreciados, valorados, queridos; queremos saber que somos importantes y valiosos en la vida de otras personas. 26


Este, sin duda, es un nivel muy importante, quizás el más importante a nivel de marketing. ¿Por qué? Porque es el que está estrechamente conectado con las emociones, que son las que mandan en las relaciones en este siglo XXI. Son vínculos afectivos de raíces profundas, como el colegio, el barrio, la familia, los amigos, los grupos religiosos, los clubes deportivos o el país donde naciste.

4) Necesidades de reconocimiento: entrelazadas con las anteriores.

Estas necesidades están más relacionadas con el impacto de lo que hacemos, del trabajo que realizamos, de la huella que dejamos en las vidas de otras personas. Son los vínculos que estableces: vas a la universidad, consigues un trabajo, conoces a una persona a la que amas, tienes un grupo de amigos, en fin. Estas necesidades también están relacionadas con aspectos como sentirnos apreciados por la comunidad en la que estamos, despertar el respeto y la admiración de quienes nos rodean, servir de ejemplo para otros que quieren seguir el mismo camino. El extremo vicioso de estas necesidades es el ego, pero esa es una raya invisible que, lo sabemos, no debemos traspasar.

5) Necesidades de autorrealización: ¿para qué llegamos a este mundo?

¿Cuál es la misión que nos encomendaron? ¿Cómo podemos hacer para contribuir a que este mundo sea un poquito mejor? ¿Qué clase de mundo les voy a dejar a mis hijos o a las próximas generaciones? Bien, esas son las inquietudes que a todos nos movilizan, que a todos nos preocupan, y tenemos que llenarlas. La vida, amigo mío, no es solo ser exitoso, tener mucho dinero, poseer bienes materiales, viajar y ser reconocido. Sí, esas son necesidades y aspiraciones que todos tenemos, pero no son las más importantes. Lo que importa es qué hacemos por otros mientras estamos aquí, qué vamos a dejar el día que nos vayamos. Son necesidades conectadas con tus pasiones, con tus talentos y dones. 27


¿Qué es marketing? Llamar la atención de un desconocido, despertar su atención, convertirlo en un cliente (que compre), fidelizarlo (que compre más veces) y transformarlo en un evangelizador (seguidor, vocero, multiplicador) de tu marca, de tus productos. ¿Cómo se logra ese objetivo? Tienes que establecer, cultivar y enriquecer una relación, aportando valor de múltiples formas. En el pasado, en el siglo pasado, el marketing estaba centrado en el producto: sus características y el precio. Hoy, producto de la revolución digital, el nuevo centro de atención es el cliente: sus necesidades y sus emociones. Lo que prima es la experiencia: cómo lo que hacemos antes, durante y después del proceso de compra se traduce en beneficios y satisfacciones para esa persona. Hoy sabemos que nuestro producto tiene que ser 120 puntos, porque el cliente potencial da por descontado que las características superan el estándar del mercado y porque, dado que hay más oferta que demanda, el precio ya no es un factor decisivo. 28


Se imponen los beneficios que eso que ofrecemos le brinda a esa persona que posa su atención en nosotros, y también en la experiencia. Sí, de nuevo la experiencia. ¿Porque de qué te sirve que el cliente te compre una vez si luego se retira desilusionado porque la vivencia no fue positiva, ni agradable? ¿Cómo pretendes que te compre otra vez, y otra vez, si la experiencia no fue satisfactoria? ¿Cómo quieres que siga a tu lado, que no se vaya con la competencia, si después de la primera compra te olvidaste de él? Para cumplir con los objetivos previstos, para conseguir una conexión poderosa con el mercado, para enriquecer la relación y convertirla en un frecuente intercambio de beneficios, es necesario que conozcamos a nuestros clientes tan bien como sea posible. Y ese tan bien va más allá, mucho más allá de los tradicionales datos demográficos y se interna en su mente y en su corazón. ¿Por qué allí? Porque la decisión de compra está determinada por factores racionales (la mente) y factores emocionales (el corazón). Necesitamos saber qué hay allí, en cada uno de ellos, para brindarle justo lo que desea, lo que requiere. Necesitamos saber qué vivió en el pasado para entender por qué toma decisiones, la razón de sus caprichos, cuáles son sus debilidades.

Para eso, podemos servirnos de las poderosas herramientas que nos brinda la sicología. Son las llaves maestras que abren esos candados que todos ponemos para proteger nuestra intimidad, el pasado, aquellos secretos que no queremos que se conozcan, esas experiencias dolorosas que no deseamos que se repitan y que preferimos mantener en silencio, en un cofre bien protegido. Las emociones son nuestras más grandes aliadas. De ellas depende, en gran medida, la decisión que adopta el consumidor. Si bien siempre hay un componente racional, una vocecita interna que nos previene, que nos alerta, finalmente son las emociones las que inclinan la balanza. Por eso, nuestras estrategias y mensajes deben estar encaminados a provocar una reacción emocional. Alegría, dolor, esperanza, ilusión, repugnancia y rechazo son, entre muchas otras, las emociones más comunes. Las experimentamos sin darnos cuenta, pero siempre están ahí. Y tienen mucho que decir. Podemos aprovecharlas resaltando los beneficios (no las características) de lo que ofrecemos y de cómo eso es la solución ideal al problema o al dolor que atormenta al mercado. Lo racional te invita a la reflexión, a pensarlo mejor, a analizar otras opciones, a comparar. En cambio, las emociones te impulsan a entrar en acción ya, de manera irracional, a veces sin saber con certeza de si eso es lo que necesitamos. Cuanto más marcada sea la emoción que provoca nuestro producto, cuanto más claro es el beneficio más fuerte e incontrolable será el impulso.

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El condicionamiento es uno de los conceptos básicos de la sicología, uno de los primeros que se enseñan en el aula de clases. Este tipo de aprendizaje implica respuestas automáticas, de reflejo, no programadas. A través de los mensajes que transmites (en especial, de las imágenes), es posible conseguir que tu cliente adopte la conducta que tú necesitas, que a ti te interesa. Una de las estrategias más elementales, pero también más efectivas, es la comparación con la competencia. No solo resaltando sus beneficios, sino permitiendo que el prospecto tenga una primera experiencia con él, es decir, que lo pruebe, que lo tenga en sus manos, que lo sienta como suyo. Esta es una forma de derribar las tradicionales objeciones y de despertar el interés. La motivación es otra fuerza poderosa que sirve a nuestros objetivos. Es un intangible del que podemos echar mano especialmente en las situaciones más difíciles y adversas: nos permite superar obstáculos que, en condiciones normales, serían infranqueables. También nos incita a hacer un esfuerzo más, a dar un plus, a exigirnos más allá de los límites que nos hemos impuesto. Mensajes del tipo “¿Quieres disfrutar de libertad financiera y mucho tiempo para viajar y disfrutar con tu familia?”, o “Si te dijera que al volante de este auto vas a ser el preferido de las mujeres más lindas de la empresa, ¿estarías dispuesto a pagar un poco más?”, o “¿Cuánto pagarías por este curso de inglés que te garantiza poder acceder a las mejores oportunidades del mercado?”.

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Estas estrategias usan la comparación con figuras reconocidas, exitosas e inspiradoras, mensajes que nos permiten pensar que también podemos hacerlo, que también nos merecemos. Siempre hay un señuelo y una recompensa irresistible, el componente que hace que el cliente asuma el riesgo y elija lo que le ofrecemos porque entiende que los beneficios son grandes, irrechazables. Convencer al cliente de que somos su mejor opción, de que aquello que le ofrecemos es superior a lo que le brinda la competencia, no es una tarea fácil.


Sicología y marketing son primas hermanas. La sicología estudia el comportamiento humano y el marketing, el comportamiento del ser humano en el mercado, como consumidor. Son complementarios. Menos, en estos tiempos de revolución digital en la que todos estamos sometidos a un incesante e inclemente bombardeo de mensajes que en ocasiones no son más que mentiras bien disfrazadas. Por eso, el cliente siempre desconfía. ¿Cómo ganarnos su beneplácito? Necesitamos ser persuasivos. La persuasión utiliza mensajes que combinan los elementos mencionados en las estrategias anteriores y que inducen al consumidor a tomar una decisión que, en otras condiciones, no adoptaría. Incluso, pueden estar en contravía de su prédica, aunque vale aclarar que no es una manipulación, porque su fin es un beneficio. Reciprocidad (“Te doy un ebook descargable a cambio de tu dirección de email”), comparación (“Tu vecino ya disfruta de este beneficio”), demostración social (“Todos en la oficina adquirieron este programa de fitness”), el efecto señuelo (“El curso vale 999 dólares, pero si lo compras ya solo pagarás 499”) y escasez (“En 3 horas se acaba la promoción”) son estrategias persuasivas. Como vez, conocer a tu cliente es algo que mucho más allá de conseguir que te dé sus datos básicos, que sepas en qué país (o ciudad) vive, que tengas una relación de las compras que te hizo. Necesitas ser parte de su historia, conseguir que te abra su mente y, en especial, su corazón. Allí encontrarás todo lo que requieres para convertirte en la solución definitiva a su dolor. 31


La sicología del paraíso de la fantasía ¿Alguna vez estuviste en un parque temático, en especial en Walt Disney World? Quizás eras muy pequeño la primera vez que fuiste con la familia, en vacaciones, pero hay cosas que recuerdas. O fuiste con tus compañeros del colegio, en la excursión del último año. O fue parte del periplo que realizaste con tu esposa durante la luna de miel. No importa: siempre fue realmente inolvidable. Algo que me sorprende cada vez que entro a un lugar de estos, especialmente a Disney, es que todo, absolutamente todo, tiene un objetivo específico. Allá, esa famosa frase de no dejar nada al azar se cumple al ciento por ciento. ¡Nada fue dejado al azar! Lo mejor es que cada detalle está pensado no solo para

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brindarle al visitante una grata experiencia, sino también para que compre. Si eres marketero, si te gusta el marketing, si tienes un negocio y quieres aprender estrategias de marketing efectivas, ve a Disney World y date un paseo. Aprenderás lo que ninguna escuela, ni siquiera la mejor del mundo, puede enseñarte. Y lo aprenderás in situ, en vivo y en directo, no en la teoría: verás cómo funcionan sus estrategias, cómo la gente vive una experiencia increíble. Una de las primeras estrategias implementadas es que solo hay una puerta de entrada. Una grande, pero solo una. ¿Por qué? Para evitar que alguien se desvíe y no


puedan ayudarlo. Tú compras la boleta, ingresas y… ¡estás en un universo infinito! Es lugar es inmenso, hay decenas de atracciones, mucho camino por recorrer y el tiempo el limitado. ¿Por dónde comenzar, entonces? Entonces, oportunamente aparece un guía, muy comedido y dispuesto a ayudarte. Te entrega un mapa, te sugiere unos recorridos, te dice cuáles atracciones no te puedes perder y, de paso, se ofrece a tomarte la foto familiar, el recuerdo que nunca puede faltar. ¡Woowww!, piensas, esto es mejor de lo que pensaba. Sí, claro, es mucho mejor porque es un negocio muy bien aceitado. El recorrido sugerido, el que está trazado en el mapa, te lleva por los juegos y diversiones más conocidos, por aquellos que nadie se quiere perder, y también por algunas nuevas atracciones, esas que provocan un impacto mediático inolvidable. Aunque haga calor, aunque el cansancio comience a hacer mella, aunque sea necesario hacer fila para comprar comido o entrar al baño. Nada importa. O, sí, lo único que importa es que el reloj no corra tan rápido. Deseas, tú y tu familia desean que el reloj sea de arena, que avance lentamente, que las horas tengan más de 60 minutos. Cuando te acabas de bajar de la montaña rusa, con la adrenalina al 200 por ciento, y necesitas un respiro, encuentras un almacén de ropa deportiva. “Hora de los souvenirs”, dices.

La verdad, no te lo encontraste: está puesto ahí estratégicamente. Saben que la montaña rusa deja exhaustos a los visitantes, que necesitan un respiro. ¿Y qué mejor, entonces, que unas compras? No lejos de allí esta una zona de comidas, y los baños. Porque en los parques temáticos todo está planeado estratégicamente para que el turista consuma más y más, sin cesar. No es que los almacenes están todos ubicados en el mismo lugar, sino puestos estratégicamente en aquellos sitios donde, lo saben, las personas requieren un descanso, una actividad distinta. La excusa es “tengo sed”, pero ahí no más está la tienda de camisetas estampadas, de gorras, de vestidos de baño. O las carteras para mamá, o los accesorios para los dispositivos móviles. Los parques temáticos, los parques de Disney World, están tan bien pensados y tan bien diseñados, que prácticamente nadie se da cuenta de que es premeditado. El diseño urbano, los jardines, los recorridos, las atracciones y los almacenes corresponden a un plan perfecto. La gente cree que es fantasía, pero la verdad es que se trata de marketing, de marketing del bueno. Más adelante, cuando ya los niños están cansados, llega la hora de los personajes. En tu camino se cruzan Mickey, Minnie, Pluto, el pato Donald y otros íconos más de la fantasía de Disney, pero en carne y hueso.

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Y no tienes que correr hacia ellos: son ellos los que se acercan, los que te piden una foto, los que te dan un regalo. ¡La experiencia es perfecta, la experiencia es inolvidable! Cuando cae el sol, cuando ya tu cuerpo pide un receso, cuando tus fuerzas se agotaron, estás otra vez en el punto donde comenzaste: la entrada es también la única salida. Afuera, antes de subirte al autobús o entres al parqueadero, hay una última oportunidad para adquirir un recuerdo. Y te vas, encantado, agradecido con la vida y, sobre todo, seguro de algo: “quiero volver, tengo que volver”. Llegas al hotel y, mientras comes con la familia, les cuentas a los amigos que viviste un día que jamás olvidarás, uno de los días más felices de tu vida. Y revives las vivencias, el pánico en la montaña rusa, la fantasía de los estudios, la maravilla de los toboganes, la ilusión futurista de Epcot. Fue una experiencia que marcó la vida de tu familia y que te gustaría repetir una y otra vez. Desde que llegas a Disney World o cualquiera otro de estos parques temáticos, te sientes como en casa, te hacen sentir como en casa. Prácticamente todo lo que ves, aunque no hayas estado allí antes, te resulta familiar: lo viste en el cine, en la televisión, lo conoces de toda la vida. Y desde la entrada te atien-

den como a un rey, te hacen creer que ya estuviste ahí cientos de veces. Otro acierto de la experiencia es que desde que cruza la puerta de entrada, al usuario lo colman con atenciones. No solo le dicen “aquí tu eres el rey”, sino que se esmeran en que lo vivas a cada momento. Experiencia entrada en el usuario, el sueño dorado del marketero. Aunque hay cientos de parques similares, quieren que siempre escojas este, que vuelvas una y otra vez, y otra vez. Finalmente, hacen que consumas sin necesidad de venderte. La comida aparece en tu camino justo a tiempo; los almacenes están estratégicamente ubicado, casi escondidos, pero visibles para quien no puede regresar sin un recuerdo. Te conducen premeditadamente por un recorrido diseñado para que compres, pero tú nunca te eres consciente de ello: solo compras y compras. A través del testimonio de cientos de visitantes, de estudiar detalladamente el comportamiento de los turistas, estos parques temáticos conocen muy bien a sus clientes. ¡Muy bien! Saben qué es lo que quieren, y se los ofrecen. Fantasía, entretenimiento, diversión, alegría, compartir en familia, sorpresas y muy buen marketing. La sicología del paraíso en su máxima expresión… Seducción: esa es la regla. Seducción en mil y una formas encantadoras, para chicos y grandes, para propios y extraños. Esa es la verdadera magia de los partes temáticos como Disney World.

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s e r o d e d n e r p m e s Lo n a r o l l n é i b m ta En los años 80, cuando todavía no había internet y para ver cine había que ir al teatro, la radio y la televisión eran la mejor compañía en casa. Además, en Colombia se vivían tiempos difíciles en los que la mejor alternativa era esa, precisamente: quedarse en casa. Entonces, tras regresar del colegio o de la universidad no había un plan más atractivo que prender la TV y mirar programas. Era una época en la que no había canales privados, ni televisión por cable. La programación se iniciaba a las 5 de la tarde y terminaba a la medianoche. Una de las novelas que mayor impacto causó fue la mexicana Los ricos también lloran, original desde su nombre. Protagonizada por la joven Verónica Castro, relataba la historia de Mariana Villarreal, una campesina de Guanajuato. Para no alargar el cuento, la novela relata las peripecias de la joven Mariana después de que su padre murió y su madrastra la echó de la casa. Llegó a la capital y por intermedio del padre Adrián, un sacerdote, entró en la historia de la acaudalada familia Salvatierra. Vivió entre odios y amores y las experiencias que enfrentó le dejaron una gran y sorpresiva lección: los ricos también lloran. ¿Por qué te hablo de esto? Porque en las últimas semanas, con mucha insistencia, veo y escucho por doquier las quejas de emprendedores por “lo difícil que está conseguir clientes”, “lo difícil que es vender por internet”, “lo difícil que es la vida de un emprendedor”, en fin... Una actitud de víctimas, como si el planeta conspirara en su contra, como si estuvieran pagando un castigo. 36


Lo primero que hay que decir es que nadie se hace emprendedor por que le toca o por obligación: es una elección de vida. Con una ventaja: si te equivocaste, siempre hay opción de dar marcha atrás, de regresar a la vida que tenías antes, al trabajo que tenías antes. Segundo, debes saber que en la vida y en los negocios todas tus acciones y decisiones tienen consecuencias, buenas y malas. Esa es una de las razones de las quejas: muchas personas se dejan llenar la cabeza de ideas faltas, de posibilidades de riqueza exprés, de fórmulas perfectas, de magia, y nada de eso existe. Puedes estar muy motivado, muy ilusionado, pero lo único que te conducirá al éxito será la mezcla de disciplina, paciencia, sacrificio, paciencia, tolerancia al error, paciencia y aprendizaje continuo. Es un proceso que implica tiempo, un proceso y un tiempo que implican algunas alegrías y muchos fracasos y tristezas. A veces te sentirás solo (de hecho, muchas veces realmente lo estarás), te darán ganas de tirar la toalla, te verás superado por la cantidad de tareas que debes realizar y por las inversiones que debes realizar y es probable que te demores en hallar una señal positiva. ¡Una!

Esto no me lo contaron, no lo leí en un libro, no lo escuché: esto lo viví, en carne propia, desde que hace 20 años tomé la decisión más feliz de mi vida, ser un emprendedor. Desde entonces, he vivido (vivo) días muy felices y otros que prefiero olvidar rápido; momentos inolvidables y otros que no le deseo a un enemigo; y he tenido tanto éxito como jamás imaginé y fracasos dolorosos. Sin embargo, es justamente en esos momentos difíciles, cuando tengo que aceptar mis errores y asumir las consecuencias, que le doy gracias a la vida. Sí, esas dificultades me enseñan que es mucho lo que me falta por aprender, pero también me dicen que la vida ha sido generosa conmigo y que las bendiciones abundan en mi vida de múltiples maneras. Y trato de disfrutarlas al máximo. Te comparto cinco reflexiones que te ayudarán a poner los pies en la tierra y como guía para saber qué hacer en esos momentos en que descubres que los emprendedores también lloran: 1) Nada bueno en la vida es fácil: si te dijeron que era rápido, que era fácil, que todo era felicidad y que el dinero brotaba a borbotones, te mintieron, amigo mío. Ser emprendedor es un trabajo como cualquiera otro, con grandes responsabilidades y grandes retos, dificultades y logros, solo que en ocasiones (no siempre) se desarrolla en condiciones diferentes a las convencionales. En consecuencia, ser emprendedor = ser feliz no es una premisa que de causa = efecto. Si lo que haces es lo que amas, lo que te apasiona, lo que está vinculado a tu conocimiento y experiencia, es probable que te resulte más cómodo y te haga feliz, a pesar de los obstáculos que haya en el camino. 37


Claro, siempre y cuando seas disciplinado, paciente, perseverante y aprendas cada día. 2) ¿Más libre y más feliz? ¡Hum!: esa es una de las promesas que siempre hacen para atraer a los que quieren una salida fácil y rápida. Y es también uno de los graves riesgos que asumes cuando inicias un emprendimiento: pasar de ser empleado de otro para convertirte en autoempleado. O, como dice un amigo que ya vivió esta situación, “cambia el amo, pero el esclavo es el mismo”. Nos dicen es poner tu negocio en piloto automático y dedicarte a disfrutar la vida: playa, sol, viajes y lujos. Es cierto que hay jóvenes que tuvieron la suerte de dar en el clavo de la necesidad apremiante del mercado y pronto se hicieron ricos. Pero, debes saberlo, son la excepción que confirma la regla. Los demás tenemos que dedicarnos a trabajar, y disfrutar lo que hacemos. 3) Altas y bajas: la vida de un emprendedor es la vida de un ser humano. Un emprendedor se ríe, sufre, siente frío, tiene hambre, se baña, sale al supermercado, ayuda a sus hijos con las tareas y duerme en las noches, como cualquier ser humano. La diferencia consiste en que trabaja en lo que le gusta y que, en las condiciones ideales, es autónomo y dueño de su tiempo, de su destino. Por lo tanto, la vida de un emprendedor está llena de altas y bajas. Lo que ocurre es que algunos venden la idea de que el emprendedor es algo así como un extraterrestre con La imagen del acaudalado emprendedor cómodamente sentado en la playa, a la sombra de una palmera, mientras trabaja, es un estereotipo que no corresponde a la realidad de la mayoría. 38

una vida ideal. Y no es así, por supuesto. Si te conviertes en emprendedor pensando que vas a ser feliz y rico y que se van a acabar las vicisitudes de la vida, te equivocarás y el precio que vas a pagar puede ser alto. 4) Te vas a equivocar: sí, te vas a equivocar más veces de lo que te gustaría. Pero, la buena noticia es que puedes aprender de esos errores para enderezar el camino. Tendrás que ser tolerante y paciente, y también astuto y humilde. Habrá días en los que te deprimirás y te aburrirás: esa es una opción, sin duda. Pero habrá días felices, productivos, con logros y éxitos inolvidables. Extrañarás reuniones sociales, paseos del fin de semana y los días en que duermes hasta tarde. Te sentirás solo a veces y la falta de dinero o el lento avance del proceso te provocarán dolor de cabeza. Sin embargo, si ser emprendedor fue una buena decisión, llegarán esos días de felicidad, prosperidad y abundancia, después de que aprendas que los emprendedores también lloran…


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Nada es la y , l i c á f s e vida . s i t a r g s e tampoco e r e i u q e r r do e d n e r p m e Ser , d a d i l i b a h o, t n e i m i c o n co n ó i c a c o v y n ó i s a p , o t n n tale é i b m a t o per , o i c i v r e s de ia c n e i l i s e r , disciplina . a i c n e i c a p y mucha

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“Hijo, ¿y ahora cómo te vas a sostener?, ¿quién va a pagar las cuentas?”. Auch. “Por qué no más bien te dedicas a algo serio. Eso de ser emprendedor es para desempleados”. Auch, auch. “Si cuando eras adolescente tenías grandes sueños, ¿por qué ahora te dio por ser emprendedor?”. Auch, auch. “Si está aburrido de la buena vida, la rumba y las mujeres, hágale, emprenda”. Estoy seguro de que estas frases se clavaron en tu corazón como un puñal, y dolieron. De hecho, a mí también me dolieron. Estas frases, y otras más, las escuché repetidamente de boca de quienes en ese momento no creyeron en mi pasión, en mi vocación, en mi elección de vida. Y todavía las recuerdo, pero solo como una anécdota de un momento que marcó profunda huella en mi vida. Tomar la decisión de ser emprendedor no es fácil. No lo es, al punto que muchas personas no logran superar ese obstáculo, el dilema: ¿lo hago?, ¿no lo hago? Y así se les pasa la vida, se les va la vida, a veces sin que se den cuenta de que desaprovechan las oportunidades que les permitirían ser felices y alcanzar el nivel de prosperidad deseado. Tomar esa decisión, repito, no es fácil. Una de las razones, una de las más poderosas, es el caduco modelo educativo en el que nos formamos. Nos dicen que tenemos que estudiar, conseguir un trabajo, estar allí 3540 años y luego retirarnos a disfrutar la vida. Es problema es que a veces ni nos queda vida para disfrutar. Y es la etapa en la que aparecen los re-

mordimientos: “Debí haberlo hecho, era mi oportunidad”. ¿Por qué es difícil? Porque no es solo despertarse una mañana y decir “Voy a hacerlo: me voy a convertir en emprendedor”. Es como cuando una persona lleva muchos años fumando y un día, por recomendación médica o voluntad propia, decide dejarlo. Cambiar un hábito es uno de los retos más grandes para el ser humano, en especial cuando cultiva esa conducta durante años. Algunos usan la goma de mascar, otros acuden al gimnasio y unos más, con valentía, dan la batalla de frente. Unos lo consiguen, mientras que otros recaen en el vicio. Y lo vuelven a intentar, una y otra vez. Lo mismo les ocurre a los que quieren adoptar una rutina de ejercicios, o a los que quieren comer más sano y bajar de peso, o a los que quieren aprender un segundo idioma. ¿Cómo conseguirlo?, te preguntarás. Lo primero, lo fundamental, es cambiar tu mentalidad. Ser consciente de que eso que anhelas en verdad lo anhelas. Es decir, que estás dispuesto a hacer lo que sea justo y necesario para cumplir ese sueño. Saber también que se presentarán dificultades, muchas, y estar listo para enfrentarlas sin que eso te desanime o te haga pensar en tirar la toalla. También es importante entender que no basta con el gusto, con pensar eso es lo que quiero. Se requiere preparación, adquirir conocimientos especializados y habilidades que te permitan sacar provecho de esa actividad con un alto grado de eficacia y productividad, al menor costo posible. Y, claro, tener disciplina, disposición, perseverancia, tolerancia, paciencia y entrar en acción.

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Esto último, entrar en acción, es lo más importante y, a veces, lo más difícil. Conozco a muchas personas que asisten juiciosamente a cuanto evento presencial les ofrecen, que además han tomado varios cursos virtuales y que tienen grandes ideas. Pero, como se dice en Colombia, les faltan cinco centavitos para el peso: nunca pasan a la acción porque se quedan en intenciones. Luchar por tus sueños siempre es difícil porque implica hacer cambios, asumir retos y, sobre todo, derribar tabúes y superar miedos. ¿Sabes quién deja el cigarrillo, quién comienza a comer sano, quién aprende inglés? Aquel que deja de temerles a los cambios y se dedica a gestionarlos. Es decir, el que toma acción, el que diseña un plan y lo sigue hasta que consigue el objetivo. Cuando alguien quiere convertirse en emprendedor y no lo consigue, o fracasa, generalmente es porque está mal enfocado. Sí, porque está más atento de los problemas, de las disculpas o de las opiniones de otros que de las soluciones, de las responsabilidades y de lo que dice su corazón. En otras palabras, lo que necesitas hacer, sí o sí, es empezar a pensar como un verdadero empresario. Tienes que ponerte en modo proactivo y dejar atrás el modo reactivo. Tienes que hacer que las cosas pasen, antes que sentarte a esperar que las cosas sucedan. Si posees el conocimiento, el talento, las ha42

bilidades, las ganas, la vocación de servicio y la pasión, no requieres que alguien, que un jefe te diga qué debes hacer: simplemente, de manera natural, lo ejecutas, lo haces. Obvio, habrá días o etapas en las que no será fácil. Tendrás cansancio acumulado (mental y físico), tendrás problemas personales, tendrás que lidiar con los errores del pasado y con voces (internas y externas) que te dicen que no puedes, que mejor tires la toalla. Esos son los días en que tienes que recordar por qué te hiciste emprendedor y aceptar que rendirte no es una opción. No para ti. ¿Qué hacer? Lo primero, date un respiro. Sal de la casa, toma el sol, camina un rato, escucha música, juega con tu mascota, invita a tus hijos a comer helado, acompaña a tu esposa al supermercado, tómate un café con un amigo, practica tu deporte favorito, duerme, date un gusto. Haz eso que casi nunca haces y que te produce placer, te brinda tranquilidad, te regocija. Revisa tus actividades y, si te das cuenta de que tienes demasiadas responsabilidades y tareas, delega.


Contrata personas que te brinden confianza y puedan cumplir con los compromisos sin que se requiera tu intervención directa. Empodera a tu equipo de trabajo, hazle entender que es muy importante para ti y, en especial, para tus clientes. ¡Sé un líder que guía e inspira! La clave del éxito de un negocio está en la gente y en lo que hace la gente. Lo ideal es que los procesos fluyan natural y eficientemente sin que tengas que estar encima de todo y de todos, que cada uno cumpla con sus responsabilidades y, así, tú te puedas dedicar a lo verdaderamente importante: las estrategias, el marketing, las relaciones y las alianzas que se traducen en ventas. Debes entender, sin embargo,

que estrategias, marketing, relaciones y alianzas se convierten en ventas cuando tu prioridad es tu cliente y, en especial, por la experiencia que le brindas a lo largo del proceso y después de la compra. Apórtale valor de cuantas formas te sea posible, edúcalo, cultívalo, entretenlo y conviértete en una propuesta de valor única, irresistible, irrechazable. Ser emprendedor es una de las decisiones más difíciles que puedes tomar, pero también una de las más impactantes. Saber que tienes conocimiento, talento, experiencias y vocación de servicio y que puedes aprovecharlos para ayudar a otros es la oportunidad más maravillosa que te brinda la vida. Si estás dispuesto a pagar el precio que vale, podrás esperar las recompensas que ofrece.

También es importante entender que no basta con el gusto, con pensar eso es lo que quiero. Se requiere preparación, adquirir conocimientos especializados y habilidades que te permitan sacar provecho de esa actividad con un alto grado de eficacia y productividad, al menor costo posible. 43


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Lo más destacado de nuestro (tu) blog

Con educación, esta mujer quiere cambiar el mundo En su casa paterna, cuando era una niña, estaba prohibido hablar de política. Salvo que fuera época electoral, ese era un tema vedado. Irónicamente, hoy Najat Vallaud-Belkacem es una de las figuras jóvenes más promisorias de la política francesa. De hecho, muchos los ven a ella y a su esposo Boris Vallaud como el nuevo poder de la izquierda gala. Más irónico, sin embargo, es que Najat haya conseguido surgir y ganarse un lugar de privilegio, y el respeto de sus compatriotas, a pesar de personificar los tres estereotipos más discriminados de Francia: es mujer, es joven y es extranjera. Es la increíble historia de una mujer forjada por sí misma con esfuerzo, sacrificio, disciplina y convicción en su origen. Najat nació en Beni Chiker, una pequeña aldea rural ubicada en el norte de Marruecos, con menos de 30.000 habitantes. Allí, la naturaleza no fue particularmente generosa con los pobladores, que desde 1940 comenzaron a emigrar a Europa (Alemania, Bélgica, Países Bajos, Noruega y Francia, principalmente, y más recientemente a España). La economía de la región es muy débil, el Estado brilla por su ausencia y las oportunidades para quienes nacen allí son, francamente, limitadas. Por eso, son muchos los 46

trabajadores que optan por la desesperada: emigrar a trabajar ilegalmente en Europa. Uno de ellos fue el padre de Najat, que llegó a Francia antes de que ella naciera, en 1977. Ella se quedó en su pueblo natal con su madre y su hermana mayor Fatiha, que no solo fue su apoyo y su amiga incondicional, sino especialmente el modelo que la inspiró a superarse. En 1982, cuando Najat tenía 4 años, desde Francia llegaron buenas noticias: su padre había conseguido un trabajo en la fábrica de Renault y la familia podía reunirse. Lo hizo en Amiens, en el norte, donde vivieron experiencias agridulces. Por un lado, disfrutar la posibilidad de acceder a una educación pública de calidad, pero, por el otro, saber que se la miraba con recelo por haber nacido en Marruecos y ser musulmana. Además, Francia es para las jóvenes campesinas un mundo completamente distinto. El modelo de crianza recibido marcó a Najat y le enseñó, justamente, lo que no quería ser cuando fuera mayor. Dado que tenía terminantemente prohibido ligar con niños, tomó un camino sabio: se refugió en los libros. Por fortuna, su padre, muy estricto, les inculcó las leyes de la religión musulmana, el valor del trabajo, la iniciativa y la capacidad de adaptación.


Que su madre se haya dedicado exclusivamente a la crianza de los siete hijos marcó a Najat. “Eso no es lo que quiero para mí , ” s re je u m s a tr o ra a p y dijo. La educación fue su motor.

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Cuando concluyó la secundaria, ingresó a la universidad a estudiar Derecho. Ejerció durante tres años, en un bufete en París. Su vida, sin embargo, cambió cuando ingresó al prestigioso Instituto de Estudios Políticos, en la capital, reconocido como tierra de cultivo de la élite del país. Allí, entre los libros de la biblioteca, conoció a Boris Vallaud, su esposo. Involucrado en el mundo de la política, a la sombra de Arnaud Montebourg, ministro de Economía del gobierno de François Hollande, Boris la llevó a trabajar en el sector oficial. Comenzó en la municipalidad de Lyon, de la mano de Caroline Collomb, esposa del alcalde de esa ciudad del oriente francés. Fue el comienzo de su carrera política. Luego, a finales de 2006, en un vuelo con destino a Oporto (Portugal), conoció a Segolene Royal, por entonces esposa de Hollande. “Estoy para servirla en lo que usted disponga”, le dijo Najat a Royal, con quien comparte el origen: esta nació en Dakar (Senegal), hija de un militar francés. De inmediato, se unió al equipo de trabajo de Royal. Fue una de sus tres portavoces oficiales y brindó un apoyo decisivo en la campaña presidencial en la que, en 1997, fue elegido Nicolas Sarkozy. Si bien fue una derrota dolorosa, el aprendizaje fue gratificante. Además, se puso en el radar del ámbito nacional y, por eso, asumió como secreta48

ria nacional del Partido Socialista francés. Allí estuvo hasta que Hollande la reclutó para su campaña. Cuando este fue elegido presidente, en 2012, la nombró en el nuevo ministerio de Derechos de la Mujer. Su labor fue destacada y, por eso, le encomendaron una tarea más importante: las carteras de Urbanismo, Juventud y Deporte, en las que mostró su talante y su valor político. Pronto, la prensa comenzó a hablar de ella y la llamó la superministra de temas sociales y transversales. Desde esa trinchera legisló por la penalización de los clientes de la prostitución y, sobre todo, impulsó la Ley de Igualdad. Fue uno de los grandes proyectos de ese gobierno, destinado a cerrar la brecha que históricamente limita a las mujeres en Francia. En 2014, el presidente Hollande la escogió para hacer realidad uno de los proyectos estrella de su campaña: la nombró ministra de Educación. Regir los destinos de 12 millones de estudiantes, administrar el mayor presupuesto estatal y, sobre todo, llevar a cabo la revolución educativa del nivel secundario, fueron las tareas que le encomendaron. Considerado el eslabón débil de la cadena educativa en Francia, desde hace 20 años se esperaba la reforma del nivel secundario. Sin embargo, uno tras otro, cada gobierno eludió la responsabilidad.


Cuando ingresó a la universidad, un profesor le dijo a Najat que el Instituto de Estudios Políticos no era para ella. Sin embargo, hizo caso omiso, envió la solicitud y fue admitida. ¡Nunca te rindas! Por eso, cuando Najat comenzó a ejecutar, levantó ronchas, se ganó enemigos y sintió en carne propia la discriminación por ser joven, mujer y extranjera. Era la primera mujer nombrada en este cargo en la historia de Francia, también la primera musulmana, y con tan solo 37 años eran pocos (quizás a excepción de Hollande) los que creían que pudiera cumplir con la tarea asignada. “Soy consciente de mi responsabilidad. Mi desafío es contribuir al logro de la escuela para preparar el futuro de mi país”, dijo. “En cada misión que me fue confiada, busqué ser lo más útil y pragmática posible, y siempre fiel a mis valores de izquierda. Me rehúso a ver la educación nacional como una cartera difícil de manejar. Prefiero verla como un desafío permanente para nuestro país”, aseguró a la prensa. Y, sin más, se puso manos a la obra y logró coronar la meta. Ícono de la diversidad y modelo de superación para cientos de mujeres inmigrantes en

Francia, Najat es hoy una de las figuras políticas más promisorias de Francia, al punto que el diario Libération, en un escenario futurista fechado en 2053, afirmó que no tendría nada de raro que esta joven alcanzara el más alto escalón de la política: la presidencia. Nacida en un ambiente hostil, lleno de limitaciones y con escasas posibilidades para surgir, Najat Vallaud-Belkacem hizo de la educación la más poderosa herramienta para derribar esas barreras y construir una vida de éxito al servicio de los demás. Joven, preparada, atrevida y apasionada, esta mujer dará mucho de qué hablar en el futuro próximo. Muchas veces, nos quejamos del ambiente en que vivimos, del lugar en que nos puso la vida. Y en eso se nos va la vida, sin que demos un primer paso para cambiar aquello que no nos conforma. Najat Vallaud-Belkacem es un inspirador ejemplo de cómo, gracias a la educación, cualquiera puede transformar su mundo, cumplir sueños y ayudar otros. 49


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el éxito le llegó con un pan debajo del brazo Si eres de los que creen en aquello de que “Cada hijo llega con el pan debajo del brazo”, la historia de Kendra Scott te resultará inspiradora, sin duda. A ella, como a muchas otras mujeres, la dicha de tener un hijo se le convirtió en la mayor encrucijada de su vida. Sin embargo, motivada por esa nueva vida que merecía lo mejor que pudiera brindarle, comenzó su transformación. A los seres humanos muchas veces nos cuesta entender los caprichos de la vida, que se nos antojan como castigos cuando en realidad son oportunidades. Es una actitud que obedece al modelo de educación que nos dieron nuestros padres, según el cual lo bueno que recibimos es un premio y lo malo que surge en nuestro camino, un castigo. Por fortuna, así no funciona la vida.

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Son dificultades, nada más, pruebas, etapas, circunstancias que se nos salen de las manos, que no podemos controlar. Solo que nos faltan sabiduría y astucia para aprovecharlas, para aprender eso que la vida nos quiere ofrecer. Y las asumimos como designios del destino, como situaciones que no podemos cambiar, que todo lo que encierran en negativo. Por fortuna, así no funciona la vida.

Si bien no fue una experiencia exitosa, pues quebró al poco tiempo, sí fue muy aleccionadora. Vio que el mercado de los accesorios para la mujer iba de un extremo a otro: de lo fino, elegante y costoso hasta la baratija ordinaria y económica. ¡No había punto intermedio, no había tonalidades grises! Era todo blanco o negro, cuando en realidad la masa del mercado está en ese segmento.

Kendra nació y se crio en Kenosha, en el estado de Wisconsin. Sin embargo, se trasladó a Texas para estudiar en la Universidad de Texas. No duró mucho en las aulas, porque un cáncer que aquejaba a su padrastro la obligó a regresar a casa. Inspirada en la lucha que él libraba contra la mortal enfermedad, abrió su primer negocio: sombreros para mujeres sometidas a quimioterapia.

Pero, llegaron los tiempos difíciles. En 2002, mientras estaba embarazada de su primogénito, su esposo perdió el empleo y la situación económica de la familia se vino abajo. ¡Había que hacer algo ya, rápido y efectivo! Recordó lo que había aprendido en aquella frustrada experiencia y se dedicó a diseñar joyas bajo la premisa de que fueran de calidad, pero de un precio asequible.

Bien es sabido que uno de los efectos más comunes, y más difíciles de aceptar, del tratamiento contra el cáncer es la pérdida de pelo, en especial en el caso de las mujeres. En aquel momento, Kendra se dio cuenta de que el mercado no ofrecía algo que les ayudara a verse bien y, sobre todo, a sentirse mejor. Entonces, diseñó unos sombreros y se lanzó al mercado, con ganas de ayudar.

“Sin importar qué edad tenga o a qué se dedique, toda mujer quiere lucir bien, bonita, atractiva”. Entonces, creó su primera producción y, tan pronto alumbró a su hijo, se puso manos a la obra. Solo tenía 500 dólares como capital, todos sus ahorros, pero los invirtió sin reparos: algo le decía que esta era su oportunidad. No tenía mucho que perder y, en cambio, sí mucho que ganar. “Cuando tuve mi primera colección, envolví a mi bebé en un cargador de tela y puse mis joyas en una caja de té”, cuenta. Y salió a recorrer las boutiques de Austin a ver a quién le podían interesar sus creaciones.

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Para su sorpresa, los productos tuvieron una excelente acogida y los vendió todos en un solo día. “No lo podía creer. A partir de ese momento supe que tenía un negocio”, afirma. Reinvirtió lo que ganó en nueva materia prima y se puso a diseñar otra vez. No pasó mucho tiempo antes de que el negocio creciera tanto que se le saliera de las manos. Entonces, contrató a otras mujeres que le pudieran ayudar. “La premisa era que fueran personas talentosas, gente competente. Hoy siete de esas mujeres maravillosas todavía trabajan conmigo”, confiesa Kendra. El siguiente paso fue darle un toque personal el negocio. Desde que comenzó, Kendra se concentró en las ventas al por mayor, pero un buen día entendió que ya estaba bien de eso, que era hora de pensar en una marca propia. Así, en 2010, abrió su primera tienda, allí mismo en Austin. Un gran paso que, como para no perder la costumbre, se dio en medio de dificultades.

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ar y o p a e d s á Adem es n o i c a z i n a g r a varias o tt o c S a r d n e K benéficas, o d a s a p o ñ a estableció el ndra Cares, Ke a m a r g o r p l e n ó i c a e r c a l e que promuev pacientes de joyería en os. pediátric


El ascenso del negocio de Kendra coincidió con el nacimiento de otros dos hijos y el posterior divorcio de su esposo. Sin embargo, ya había aprendido la lección más importante y sabía que esas criaturas que llegaban al mundo le traían nuevas bendiciones. Así fue: la marca creció y se consolidó y, lo mejor, poco a poco se convirtió en una de las preferidas del mercado. Actualmente, Kendra Scott tiene 80 tiendas a lo largo y ancho de los Estados Unidos y les ofrece sus productos a mujeres de otras latitudes a través de internet. Cuenta con más de 2.000 empleadas y continúa guiada por los principios y valores que la llevaron a emprender: “Yo quería darles a los clientes una experiencia cálida, interactiva y, especialmente, divertida”, asegura. “Las joyerías comunes y corrientes son identificadas por el público como lugares intimidantes, excesivamente formales, en los que las cuerdas de terciopelo marcan límites y los estantes están llenos de cajas cerradas”. En sus tiendas, no obstante, la experiencia es distinta: es posible probarse las piezas, pedir diseños personalizados y combinar las piedras a su antojo. Kendra es la accionista mayoritaria de un emprendimiento en el que participan varios fondos de inversión que se fijaron en su talento y decidieron apoyarla. Además, la marca ingresó a un terreno que le permitió diferenciarse

claramente de la competencia y, a la vez, meterse en el corazón de sus clientes: la beneficencia, algo que Kendra aprendió en su primer negocio. En 2017, donó 5 millones de dólares y joyas a diversas organizaciones sin ánimo de lucro, en especial a las que trabajan por la protección de los derechos de las mujeres y los niños y les dan oportunidades de educación y desarrollo. Sus empleadas se unieron aportando el valor de 2.000 horas de trabajo voluntario y colaborando en la organización de eventos para recaudar fondos. Kendra Scott Design está valorada en 1.000 millones de dólares y Forbes estima su fortuna en 500 millones. En 2017, la prestigiosa revista la ubicó en el puesto 36 entre las mujeres más ricas del mundo, por delante de Beyoncé, Taylor Swift, Celine Dion y Barbra Streisand. No es el final del camino, sin embargo, porque Kendra sabe que su responsabilidad con el mercado no termina. “Aunque la joyería y la moda puedan parecer una industria superficial para la mayoría de las personas, yo lo veo como algo muy importante, algo que es parte vital de la vida del ser humano. Lo veo como una oportunidad para hacer el bien en nuestras comunidades”, concluye. Y pensar que todo nació en medio de dificultades, hasta que un niño llegó con el pan debajo del brazo…

¿Quieres saber más de Kendra Scott? https://www.kendrascott.com/ https://www.facebook.com/KendraScott/ https://www.instagram.com/kendrascott/?hl=es-la https://twitter.com/KendraScott https://www.youtube.com/c/KendraScott

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Aprendizaje: a veces, nos conforma-

mos con un “todos los días se aprende algo”. Sin embargo, suele ser nada más una frase de cajón, un lugar común que utilizamos para no ver la realidad. El aprendizaje que te lleva a la cima, el que te permite cumplir tus sueños, el que te da la posibilidad de ser útil para otros, no se adquiere por ósmosis: es un acto c

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