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EDITORIAL
Haz Clic Para Ver El Video En el mundo de los negocios, cuando hablamos de productividad por lo general la mente nos transporta a los números, a las cifras de los balances de pérdidas y ganancias y, en el ámbito de internet, a las métricas. No me cabe duda de que es algo necesario, de que es el componente racional que debe tener cualquier negocio, pero la vida y la experiencia me enseñaron que el concepto tiene un significado distinto. Teóricamente, la productividad es un concepto afín a la economía. Es un indicador de la eficiencia de una empresa, el que nos permite establecer si el producto obtenido es rentable en comparación con los insumos utilizados y el tiempo empleados en su fabricación. Eso determina, por supuesto, la rentabilidad del negocio. También es un indicador de la eficiencia de los procesos de producción. En internet, solemos medir la productividad de nuestras acciones según las ventas realizadas, la cantidad de prospectos que se convierten en clientes asiduos o los visitantes que aterrizan en nuestra página web.
También, en la cantidad de suscriptores de nuestra lista o las descargas de un producto gratuito que le ofrecemos al mercado. Son cifras inobjetables, no manipulables, que nos dan una idea cierta del rumbo del negocio. Reconozco que estoy pendiente de esa información, que me aporta una visión racional del resultado de mi trabajo. Me indica qué marcha bien, qué va mejor de lo esperado, qué no camina y hasta qué es un fracaso. Son datos que me dan la posibilidad, entonces, de reforzar, de corregir, de descartar o de replicar acciones que me van a ofrecer resultados que ya, en segunda instancia, puedo controlar. Y eso, lo sabes, es muy útil. Sin embargo, con el paso de los años aprendí que existen otros indicadores que si bien se antojan gaseosos o intangibles tienen un peso específico en mi trabajo. No los puedo medir en ninguna escala, no puede darte porcentajes aproximados, pero son muy útiles y, créeme, los tengo muy en cuenta. Son los que me permiten establecer la productividad de mi negocio en términos de felicidad, de impacto, de transformación. 3
Gracias al buen funcionamiento de mi negocio, tengo una vida que me satisface, especialmente porque puedo hacer realidad los sueños y anhelos de mi familia. Si eso no fuera así, las cifras racionales, las métricas de la web, los datos del P&G me valdrían nada, porque la razón de ser de mi vida no es mi negocio, sino la calidad y el estilo de vida que puedo ofrecerle a mi familia gracias a mi trabajo. Por eso, cambié mis indicadores. Cuando planeábamos esta revista con mi equipo de trabajo, me gustó la idea de enfocarla en el tema de la productividad, que es vital para alcanzar el éxito. Sin embargo, coincidimos en que valía la pena abordarlo siempre y cuando ofreciéramos una visión distinta a la que una persona obtiene con una simple búsqueda en internet o un libro especializado. Y, la verdad, creo que lo hicimos bastante bien; me gusta el resultado y espero que a ti, también. Los indicadores tradicionales no los podemos desconocer, es cierto. Los necesitamos. Sin embargo, te invito a que hagas el ejercicio de medir el éxito de tu negocio también por esas otras ‘metricas’: cuánta felicidad experimentas cada día al irte a dormir y cuánta les brindas a tus clientes fruto de tu trabajo; qué impacto positivo alcanza tu negocio en términos de cómo los ayudas a superar sus obstáculos y a cumplir sus sueños. Otras veces me habrás escuchado decir que aquello que nos diferencia a los emprendedores de los grandes empresarios no es la cantidad de millones que cada uno tiene en su cuenta bancaria, sino las vidas que hemos ayudado a transformar para bien. Honestamente, creo que esa es una asignatura que apruebo con buena nota, aunque sé que es mucho más lo que puedo hacer, lo que puedo ayudar, lo que no he podido cristalizar. Los artículos que vas a leer a continuación, por lo tanto, combinan ambos aspectos, las dos visiones: la racional y la que podríamos llamar romántica. Incorporan consejos que espero te sean útiles para mejorar el rendimiento de tu negocio, para llegar a cifras positivas, y también pensamientos que quizás te motiven a cuestionarte, a reflexionar sobre tu misión, acerca de tu tarea. Y ojalá que el P&G en ambos casos se refleje en unos dividendos increíbles.
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Teóricamente, la productividad es un concepto afín a la economía.
MercadeoGlobal.com/revista revista@MercadeoGlobal.com
Mercadeo Global 8374 Market St Unit 161 Lakewood Ranch, FL 34202. USA
Editor General Álvaro Mendoza
alvaro@mercadeoglobal.com
Asesoría Periodística Carlos Eduardo González caredugo@mercadeoglobal.com
Diseño Giancarlo Rodríguez
gian@mercadeoglobal.com
productividad es un hábito: ¡Cultívala!
El concepto de la productividad está estrechamente relacionado con las leyes de la economía, de ahí que los emprendedores que no nos formamos en esa área académica suframos un poco para entenderlo. El problema es que tenemos que aprender sobre la marcha, lo que implica estar sometidos a cometer errores frecuentes, y no es algo agradable, por supuesto. Hasta que somos conscientes de que tenemos la clave en las manos. La productividad, en palabras comunes, es el resultado de una serie de procesos diseñados para tal fin.
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Es un indicador que nos permite medir si ese resultado fue rentable en comparación con los medios que se utilizaron (mano de obra, materiales, tiempo). Dicho de otra manera, la productividad es fruto de acciones, decisiones, ejecuciones y planes específicos que fueron establecidos conscientemente en procura de un objetivo específico. Eso me lleva directo al punto que me interesa que entiendas: la productividad es un hábito.
La productividad es un concepto teórico, pero no estático: incorpora temas como innovación, cambio, eficiencia, métodos de trabajo, tecnología. Es una construcción permanente. ¿Sabes qué es eso, cierto? Para que no tengas dudas, te digo que el Diccionario de la Real Academia Española define esta palabra como el “Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes”. Los términos clave son ‘especial’, ‘proceder’, ‘adquirido’, ‘repetición’ y ‘actos iguales’. Bañarse los dientes, cocinar un platillo, practicar un deporte, leer, escribir y conversar con los amigos son hábitos si los haces de la misma manera cada vez, sin los realizas con frecuencia, si los resultados son óptimos y consistentes. Pelear con un compañero del trabajo, discutir con la pareja, fumar, trasnochar en fiestas y ser sedentario también son hábitos, también son conductas aprendidas, también son actos conscientes que repetimos una y otra vez.
rás. Mi intención es que comprendas que la productividad es el resultado de tus acciones, de tus decisiones, pero también de tus errores, de tus omisiones. ¿Por qué? Porque con demasiada frecuencia escucho a emprendedores quejarse porque la productividad de su negocio bajó “Por el precio del dólar”, “Por los vaivenes de la economía”, “Por la inestabilidad política”, “Por la amenaza del terrorismo”. Son factores que influyen, es cierto, pero también lo es que sus efectos los siente, básicamente, la macroeconomía. Los negocios pequeños y medianos, los emprendedores, de alguna forma estamos inmunes a esa realidad. ¿Por qué? Porque en esencia nosotros tenemos el control del destino de nuestros negocios, más en el caso de los que trabajamos por internet.
¿Adónde quiero llegar?, te pregunta7
Es una limitación, de algún modo, pero también es algo que podemos poner a nuestro favor. Una de las características del emprendimiento que más me apasiona es que todos los días se aprende algo. Dado que abarcamos un amplio abanico de actividades, la mayoría de las cuales aprendemos sobre la marcha, nos convertimos en una esponja insaciable de conocimiento, de experiencias, de vivencias. Y es todo aquello que acumulamos lo que nos permite superar las dificultades, lo que nos fortalece para enfrentar el camino, lo que nos alimenta para alcanzar nuestras metas. Y en casi veinte años de trayectoria aprendí que todo lo que tengo, todo lo que mi negocio me brinda, todo lo que la vida me ofrece, es fruto de mis acciones, de mis hábitos. Entonces, por supuesto, desde hace tiempo me preocupo por ellos, trato de adquirir los positivos y lucho por erradicar los negativos. Es un proceso interminable, por cierto, pero ya descubrí que la clave está en mantener la balanza inclinada hacia el lado de lo bueno. Hoy, por supuesto, no soy el mismo que comenzó a hacer negocios en internet por allá en 1998. ¡Soy otro, soy muy distinto! Cuando rebobino la memoria y me acuerdo de esa versión, de ese Álvaro Mendoza de finales del siglo XX, hasta risa me da: ¡Me desconozco! Antes, vivía en Colombia, era soltero, no tenía hijos, mi negocio era un sueño, mi trabajo era inestable y no me daba felicidad, y había mucho que desconocía. 8
Si bien conservo la esencia, gracias a ese recorrido logré convertirme en lo que soy hoy, una persona de la que me siento orgulloso. Y una de las razones de esa satisfacción es que aprendí a trabajar bien, a aprovechar el tiempo y las capacidades que poseo, a que ya no me equivoco tanto como antes, ni cometo siempre el mismo error. Tengo hábitos consolidados, especialmente en el ámbito laboral, más allá de que mantengo la mente abierta, dispuesta a absorber más conocimiento. Con frecuencia, muchos emprendedores se acercan a mí y me preguntan cómo lo he hecho, como llegué a ser un referente de la industria y, sobre todo, cómo consigo sostenerme en la cima, a pesar de que cada día hay más competencia más calificada. La respuesta, que se antoja sencilla, encierra algo muy completo: “Tengo hábitos productivos”, les digo. ¿Cuáles? Te comparto algunos indispensables:
PLANEA
Soy el enemigo número uno de la improvisación. Hasta podría decirse que le tengo miedo. Me obsesiona tener el control sobre lo que hago y, por eso, diseño con cuidado los planes de acción, mis sistemas de marketing, mi agenda diaria. Como dependo del aporte de mi equipo de trabajo y de mis socios, me preocupo por los detalles, procuro que las tareas se hagan bien y se completen, prefiero siempre calidad sobre cantidad.
DELEGA
Este es uno de los hábitos más importantes, pero también de los más difíciles de adquirir. Quizás mi formación como sicólogo me ayudó a confiar en quienes me rodean, aunque debo confesar que no fue fácil. Enfócate en 3-5 tareas que requieran tu concurso, que tú y solo tú puedas realizar, y delega el resto. Rodéate de gente buena, positiva, capacitada, proactiva, profesional, y verás cómo delegar se convierte en un placer.
CONTROLA
Con esto, me refiero a saber qué ocurre en tu negocio, cómo se mueve, qué hace falta, qué funciona mal. Porque muchas veces se malinterpreta y se asume como querer dominar todo, lo cual va en contravía del hábito de delegar. Mantente informado de lo que sucede en tu negocio, fija directrices, establecer normas, verifica el cumplimiento de las tareas y aplica correctivos. La mejor estrategia: sé un buen ejemplo.
EJECUTA
Hace poco leí un artículo en que se afirmaba que el éxito tiene dos componentes: un 20 por ciento de planeación y un 80 por ciento de ejecución. La proporción puede variar, pero la premisa es cierta. La productividad, ya lo dije, es fruto directo de tus acciones. Entonces, ¡actúa! Trabajar, trabajar y trabajar, esa es la actitud. No esperes réditos grandiosos si no ejecutas, si no haces. Si al final los resultados no se dan, que te queden la satisfacción y el aprendizaje por lo que hiciste.
DISFRUTA
Hay vida más allá de tu negocio, más allá del éxito, más allá del dinero. ¡No la desperdicies, no la subestimes! Date tiempo con tu familia, con tus amigos; dales rienda suelta a tus aficiones, a tus gustos; gózate lo que haces y mantente sano, motivado. Tener una vida real y feliz por fuera del trabajo no solo es un hábito saludable, sino también una necesidad. Tu productividad depende de ello, es resultado de tu felicidad.
Nadie nace aprendido: los hábitos se adoptan, se aprenden. Si quieres ser más productivo, aprende cómo serlo, fabrica tu propio sistema de éxito y aplícalo, replícalo.
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“Video Revela: Los Principales Problemas que Aquejan a los EMPRENDEDORES … y Cómo Evitarlos” MercadeoGlobal.com/problemas 10
Si tu genio de cabecera es Mr. Google, haz una prueba: pregúntale cuáles son los principales enemigos de la productividad y, te aseguro, te sorprenderás por la abrumadora cantidad de respuestas que despliega. Es un tema del que, paradójicamente, todos nos sentimos expertos, todos conocemos la solución, solo que muy pocos ponemos en práctica ese conocimiento, muy pocos salimos bien librados. De ese amplio abanico escogí cinco opciones que, en mi experiencia, son algunas de las que más inciden en los malos resultados de un negocio, de las que más afectan la productividad y, sobre todo, de las que mayor deserción laboral provocan. Te sugiero que antes de seguir la lectura tomes una píldora de autocrítica y otra de humildad, para evitar que alguno de los comentarios pueda herir tu susceptibilidad. Ahí vamos, pues:
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CREERTE SUPERMAN: a veces, el entusiasmo, el empoderamiento, la confianza y las ganas de tragarse el mundo de un emprendedor son tan grandes, que se cree un superhéroe capaz de cumplir tareas que ningún ser humano común y corriente puede lograr. Ese, sin duda, es un gran error, porque sabemos que los superhéroes no existen y que en los negocios son las redes, los equipos, los que nos permiten subir a la cima del éxito. Este problema te lleva a asumir más tareas de las que puede realizar, a trabajar de
manera desorganizada y sin planeación, a malgastar las energías. Producto de ello, impide que te enfoques en lo verdaderamente importante, provoca el aumento considerable del nivel de estrés, hace que tomes malas decisiones y que pierdas la claridad del pensamiento. Bájate de la nube, pon los pies en la tierra y, ¡dedícate a trabajar! MAÑANA NO HAY MAÑANA: procrastinación es una palabrita difícil de pronunciar, pero un vicio fácil de adquirir. ¡Qué ironía! ¿Sabes en qué consiste? Es esa terrible mañana de aplazar, de dejar para mañana lo que necesitamos hacer hoy. Siempre encontramos una disculpa para no tomar una decisión, para no empezar un proyecto (o para no terminarlo), nos imaginamos obstáculos que no existen con tal de justificar nuestros miedos, nuestra pereza. En cualquier actividad de la vida, la procrastinación es un mal que debemos erradicar, y al que le debemos cerrar las puertas de nuestro negocio. Baja productividad, mal ambiente, incumplimiento de metas, distracciones diversas y sueños derrumbados son algunos de los resultados de este indeseable hábito. Programa, establece prioridades, diseña un plan, contrólalo, evalúalo y síguelo al pie de la letra hasta que consigas lo que deseas. CULTIVAR LO NEGATIVO: la mente es la máquina perfecta, se ha dicho hasta la saciedad. Tiene un poder infinito, incontrolable: la pones a funcionar y después no la puedes parar. Eso sucede, especialmente, cuando la llenas de pensamientos negativos o de malos hábitos. Es como una pequeña piedra que dejas rodar por una cuesta y aumenta
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Cuando la productividad de tu negocio se reduzca, lo primero que debes hacer es mirarte en un espejo: vas a ver claramente las razones por las cuales las cosas no andan bien. su tamaño a medida que avanza. El más claro ejemplo es el temible “¡No puedo, no soy capaz!”. Cuando piensas negativamente, actúas negativamente. Es una ecuación perfecta, créelo. Es un vicio que te impide enfocarte, que te desvía de tus objetivos, que te convierte en un compañero indeseable, que te hace propenso a las caídas. Es lo que hoy los expertos llaman una ‘persona tóxica’, una suerte de monstruo de mil caretas que es fatal en el ámbito laboral. Para producir, y producir bien, necesitas una mente sana, una mente positiva. NO TENER UNA VIDA PROPIA: por culpa del mal uso que se hace de la tecnología, en el mundo moderno la vida propia fue invadida por el entorno laboral y dejó de existir como tal. Nos obsesionamos tanto con la idea de alcanzar el éxito y se nos olvida que tenemos una vida por vivir, la única que nos regalaron y la que estamos desperdiciando. Un exceso que, tarde o temprano, se manifiesta en inconformidad, cansancio crónico, aburrimiento, pérdida de la pasión y amargura. El arte de triunfar en los negocios implica también, y de manera necesaria, en la incorporación de actividades distintas al
trabajo en la rutina. Un poco de deporte, ratos de ocio y de lectura, el disfrute de actividades con la pareja y con los hijos o amigos, unas vacaciones ocasionales o, simplemente, desconectarse (literal y decididamente) del trabajo por un período (puede ser una o dos horas). Si no tiene una vida propia, no tienes vida y tu negocio se muere contigo. TRABAJAR SIN PRODUCIR: tengo un amigo que me dice que lo peor que le ocurrió en la vida laboral fue vincularse a una empresa, una gran empresa, en la que la gente no tenía tiempo para trabajar. Cuando le pedí que me aclarara el concepto, porque me parecía contradictorio, me respondió: “Sí, es que desde que llegábamos por la mañana hasta que se nos íbamos en la noche, estábamos en reuniones, pero no trabajábamos”. Y no hay algo más cierto: la reunionitis es el peor vicio del ámbito laboral moderno. Soy alérgico a ellas y cuando no hay más remedio que hacerlas, uso la tecnología y procuro que sean precisas, rápidas, productivas. La falta de liderazgo y la ausencia de objetivos específicos son unos de los motivos de las frecuentes reuniones, el palo que frena la rueda de la productividad en muchos negocios. En lo posible, no te reúnas; dedícate a trabajar. 13
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MercadeoGlobal.com/8reglas
Ansiedad, frecuentes estados de alteración de los nervios, dificultad para tomar decisiones, confusiones a la hora de ejecutar tareas simples, cansancio crónico, permanente incumplimiento de las metas propuestas, productividad en caída… ¿Sabes cómo se llama la enfermedad que se manifiesta a través de estos y otros cuantos más síntomas? Si respondiste mala administración del tiempo, estás en lo cierto. Perder el tiempo es, a mi juicio, el peor de los males que aquejan a las personas en el mundo moderno. No hablo solo de los emprendedores, sino de la gente común y corriente. El tiempo que perdemos en los desplazamientos al sitio de trabajo y de regreso a casa, el que perdemos consultando cada instante las redes sociales, el que perdemos por no planear ni priorizar las tareas, el que perdemos llorando por el tiempo perdido. 15
Es un círculo vicioso, de los peores que puede haber, sin duda. Es una situación tan dramática, que vivimos ocupados todo el tiempo, pero al posar la cabeza sobre la almohada en la noche nos invade la sensación de no haber hecho nada. “¡El tiempo no me rinde!”, es una queja que escucho con frecuencia. Por eso, si no quieres que la vida se te vaya lamentos, debes aprender el arte de la administración efectiva del tiempo. Debo ser honesto y reconocer que durante mucho tiempo, aún hoy, yo sufrí esa enfermedad. Me tenía estancado, como si fuera un pesado ancla que me impedía movilizarme. Hasta que lo admití, identifiqué las causas y comencé a combatirlas. El tema se volvió tan importante para mí, que lo consigné en uno de mis más recientes libros: Administración efectiva del tiempo es la sexta de las 8 Reglas de los emprendedores exitosos. (8Reglas.com)
Una de las conclusiones es que no hay reglas que apliquen igual para todo el mundo. De hecho, es necesario que cada uno establezca sus propias reglas, las que se acomoden a su forma de ser, a su formación, a sus aspiraciones, a sus capacidades. La clave está en fijar normas claras y, por supuesto, en cumplirlas. Ten en cuenta esto: la productividad de tu negocio, su éxito, dependerá en gran medida de que aprendas a manejar tu tiempo. ¿Cómo hacerlo? Este es un tema que, como solían decir las abuelas, tiene tanto de largo como de ancho. Sin embargo, no hay que hacer una maestría para asumirlo y no morir en el intento. Lo básico, lo primero, es determinar qué quieres hacer y adónde quieres llegar. Es como cuando planeas tu viaje de vacaciones: con esos datos, ya puedes fijar la ruta, los horarios, las paradas, el equipaje que debes llevar. Prioriza las tareas: no es cierto que todo es urgente, que todo es importante. Hay tareas que exigen acción inmediata, pero también las hay que pueden esperar sin que se generen traumatismos. Delega: confía en las personas, en tu equipo, y dales responsabilidades que te ayuden a alivianar la carga. Contrata los servicios de independientes competentes y supervisa su labor; verás cómo el trabajo es más fácil y agradable.
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Perder el tiempo es uno de los pasatiempos preferidos de muchas personas. Son, precisamente, las mismas que nunca tendrán tiempo para luchar por sus sueños.
Cuando fijes metas y establezcas los objetivos, sé realista. Entiende que tenemos límites, que muchas ganas y pasión desbordante no te harán mago. Determina un mapa de ruta, como si fuera una competencia ciclística, y supera una etapa a la vez. Enfócate en lo que realmente vale la pena, en lo que de verdad amerita tu atención, y lo demás, deséchalo. Si tropezaste, levántate; si fracasaste, inténtalo de nuevo. Toma decisiones. Una de las razones por las cuales la productividad de un negocio se viene abajo es por la incapacidad de sus líderes para tomar decisiones. Es cierto que hay temas que requieren estudio, que implican un riesgo, pero eso no justifica quedarse ahí, patinando indefinidamente. Consulta con tu gente de confianza, con tus mentores, inclusive con tus clientes, y toma decisiones; después, asume las consecuencias. No vivas por el trabajo y solo para el trabajo. Hay una vida por vivir, una familia con la cual compartir, unos amigos a los que visi-
tar, un libro por leer, un deporte que practicar, en fin. Cuando empieces a incorporar estas otras actividades en tu plan de trabajo diario, pronto te darás cuenta de que, como por arte de magia, eres más productivo, y disfrutas más tu trabajo, y eres más feliz, y mejor le va a tu negocio. Ser más productivo es la consecuencia de una acertada serie de decisiones y la administración efectiva del tiempo es una de ellas. Nunca alcanzarás el éxito si pierdes el tiempo. Por eso, te invito a que leas mi libro 8 Reglas de los emprendedores exitosos (8Reglas.com) y diseñes el plan adecuado para ti. Luego, apégate a él y trabaja duro; en algún momento verás que valió la pena, que eres un ganador y, lo mejor, que tienes una vida para disfrutarlo.
Necesitas saber en qué empleas tu tiempo, o de lo contrario nunca lo controlarás y, peor aún, nunca podrás erradicar los malos hábitos.
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Tu negocio te lo agradecerá Si el sueño de tu vida es tener un negocio que rinda al ciento por ciento, ¿sabes que necesitas? Rendir tú al 200, al 300, al 1000 por ciento. No hay otra estrategia, te lo confieso, porque yo ya lo viví, yo vivo esa realidad. Eso implica estar preparado para dar el máximo no solo en lo intrínseco al negocio, sino también, y de manera muy especial, estar en capacidad física, mental y emocional de dar un poco más cada día. Varias veces se dijo que una de las principales dificultades que enfrenta un emprendedor, especialmente en la etapa inicial de su proyecto, es aquella de trabajar solo. La carga de trabajo, la multiplicidad de tareas y la presión del tiempo
se conjugan en un ambiente complicado que, si no se corrige, puede llegar a ser dañino. De hecho, muchas veces, cuando un emprendedor tira la toalla, es porque literalmente está exhausto. No es que la idea fue mala, no es que el negocio fracasara, no es que al mercado potencial no le interesaran los productos o servicios ofrecidos, no es que el margen de rentabilidad fuera malo. Aunque es un tema del que la gente no suele hablar en voz alta, sé que la verdadera razón por la que muchos emprendedores se rinden es porque el cuerpo y la mente pidieron una tregua: dijeron ¡No más, por favor!
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Empresas como Google basan su éxito en el fomento de actividades culturales, recreativas y lúdicas que, por supuesto, incorporan la práctica deportiva, los hábitos saludables.
Es una realidad a la que nos enfrentamos todos los días quienes hacemos negocios por internet, dado que pasamos 8, 10, 12 o más horas sentados frente al computador. Ignoramos las señales que nos envía el cuerpo y hacemos caso omiso de las alertas hasta que el organismo se rebela. El siguiente paso es estar sentados en el consultorio del médico escuchando un diagnóstico que asusta: “Amigo, el sedentarismo te está matando”.
Entre las múltiples manifestaciones (léase enfermedades) del sedentarismo hay una que no solo puede acabar con tu vida, sino también con tu negocio: la falta de productividad. El cansancio crónico, la imposibilidad para descansar bien en la noche, el desorden en los horarios de la comida, la mala dieta y, sobre todo, la inactividad física, se traducen siempre en baja productividad. Es por aquello de ‘Mente sana en cuerpo sano’.
El sedentarismo es un mortal enemigo silencioso creado por el hombre moderno que, irónicamente, está acabando con el hombre moderno. No soy deportista, nunca lo he sido, pero ya sufrí las consecuencias de ello. Hace unos años, terminé de urgencias en el hospital: ¡El gran susto de mi vida! Y, por supuesto, no tuve más remedio que cambiar mis hábitos, dejar los malos y adquirir los buenos. Y ahí vamos, tratando de aprender.
La creatividad, amigo emprendedor, es tu principal aliada, la tuya y la de tu negocio. Sin creatividad, estás condenado al fracaso. Y para ser creativo necesitas estar fresco, abierto de mente, resistente físicamente. La creación es un proceso continuo que implica el aprendizaje permanente (la capacitación), pero también el entrenamiento frecuente. Un emprendedor, de alguna manera, es como un atleta de alto rendimiento.
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La memoria a largo plazo, la capacidad de raciocinio, la concentración, la posibilidad de mantenerse atento durante un período prolongado, la resolución de problemas y la facilidad para hallar soluciones específicas son consecuencia de una mente activa. Y la mente activa es fruto exclusivo de un cuerpo activo. Es una cadena: si un eslabón falla, la secuencia se rompe. Por eso, los emprendedores debemos ser conscientes de la urgencia de vivir hábitos saludables. El problema se origina porque, cuando establecemos el plan de acción de nuestros negocios, nos restringimos a las tareas relacionadas con lo operativo. Olvidamos que los réditos económicos son consecuencia de otros procesos, y omitimos esos engranajes que son vitales. Hay decenas de estudios confiables que soportan estas afirmaciones, que nos enseñan que no es una tendencia; tampoco, una moda; es una necesidad, una urgencia. ¿Cómo evitar los riesgos? ¡Muévete! Tu cuerpo y tu negocio te lo agradecerán. Toma más agua (menos bebidas azucaradas), camina más (sobre todo, los desplazamientos cortos), cuida tu dieta (suprime los alimentos
dañinos, consume más vegetales y frutas, haz cuatro o cinco comidas de menor cantidad), cuida los horarios de tu alimentación y, sobre todo, ¡muévete! Haz ejercicio, especialmente aquellos que fortalecen tu capacidad aeróbica. Una buena caminata a paso firme, 15-20 minutos de bicicleta estática tres veces a la semana o media hora de trote suave tres veces por semana son rutinas que cualquier persona puede implementar. Que quede claro: no se trata de volverse un deportista profesional, tampoco hay que ir al gimnasio todos los días. Es, simplemente, adquirir hábitos saludables, generar un ambiente en el que tu cuerpo y tu mente sean más fuertes. Es necesario entender y aprender que aquello de mente sana en cuerpo sano SÍ es cierto. El cerebro, en una actividad normal, consume el 20 por ciento de la energía que produce el cuerpo. Esa cifra aumenta, por supuesto, en condiciones extremas, de ahí que a veces necesitamos estar al 125 por ciento para alcanzar lo que nos proponemos. Si somos activos, el cerebro recibe un mayor flujo sanguíneo y, por ende, funciona mejor.
El ejercicio físico debe ser una prioridad de tu agenda, igual que la atención de tus clientes, que responder los correos, que asistir a eventos. ¡La salud es un hábito! 21
No hay que convertirse en una atleta de alto rendimiento, en un Ironman. Basta con aceitar un poco esa maquinaria que se llama cuerpo humano. Una de las características que distinguen al emprendedor exitoso es la adecuada gestión de los recursos que posee. Y uno de ellos, quizás el más valioso, es su cuerpo, que es único, insustituible, que es el punto de partida de lo que hacemos. Por eso, si aún no lo haces, dale la importancia que se merece, dale el tratamiento que se merece, dale el bienestar que se merece. Atento: no te digo que te vuelvas un deportista consumado, uno de alto rendimiento; tampoco, que te entrenes como si fueras a correr un maratón o un Ironman. Se trata, nada más, de mantener aceitada la máquina, de hacerle mantenimiento frecuente para que funcione mejor, para que tenga larga vida, igual que lo haces con tu carro, con tu computador. Y, no lo olvides: para que puedas ser más productivo. 22
Piénsalo de la siguiente manera: si te parece que la exigencia es máxima en la etapa inicial de tu proyecto, prepárate, porque más adelante requerirás aún más energías, más esfuerzo, más sacrificio, más disciplina. Cuando el éxito toca a tu puerta, tu negocio y tus clientes te exigen más, sin excusas. Y necesitas estar preparado para ofrecerles el 125, el 250, el 1000 por ciento. Lo haces o, simplemente, se irán con quien sí pueda darles eso. La productividad, amigo mío, es la consecuencia de una serie de procesos, el resultado de tus acciones. Si fallas en algún punto, sin duda el resultado será distinto. Por eso, ve, levántate de tu silla, muévete, baila, corre, disfruta, cuídate, vive la vida: tú y tu negocio lo agradecerán. Me gustaría decirte muchas cosas más, hay más que podría compartir contigo, pero es el momento de ir a hacer un poco de ejercicio…
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Imagínate este escenario, en una esquina cualquiera, en una calle cualquiera de una ciudad cualquiera mientras los conductores esperan que el semáforo dé luz verde: ves una multitud de automóviles de todos los colores, unos grandes y otros chicos, unos viejos y trajinados y otros nuevos, unos bien cuidados y otros con notorio deterioro… Sin embargo, cuando cambia el semáforo y comienzan a andar, irónicamente todos son iguales. Los hay bastante básicos, es decir, con el equipamiento elemental. 24
La pasión es ese plus que te permite aceptar a tu pareja tal como es, con sus virtudes y, obvio, con sus defectos. En los negocios, la pasión evita que tires la toalla en los momentos difíciles. También, esos de última tecnología que incorporan varios computadores, que tienen los controles en el timón como un auto de F1. Hay de los familiares, amplios y cómodos, y también de los todoterreno para los aventureros que gozan explorando destinos inhóspitos. Todos, sin embargo, cumplen el mismo objetivo: llevar a los pasajeros hasta el punto de destino. Alguno me discutirá que no son iguales, aunque sí parecidos, a pesar de que cumplen idéntico propósito. No es lo mismo un vehículo modelo 90 que otro recién salido del concesionario con airbag, motor de inyección y sillas tapizadas en cuero. Es cierto, no son iguales. Pero, al fin de cuentas todos necesitan algún combustible para ponerse en marcha y la diferencia la podemos encontrar en el conductor, en sus hábitos y su comportamiento.
Igual ocurre en los negocios. Los hay grandes y chicos, los que ofrecen productos y los que venden servicios, los que brindan una cálida atención al público y los que son despersonalizados, los que consienten a los clientes y los que solo se preocupan por vender, los que buscan el beneficio de la comunidad en la que están afincados y aquellos a los que solo los mueve el interés económico, los que quiebran y los que trascienden. Los factores que distinguen a las cosas (los automóviles), a los negocios y a las personas son lo que hay en la cabeza y lo que llevan en el corazón. La diferencia está en que no todos tienen lo mismo, no todos tenemos lo mismo, más allá de que, en esencia, somos iguales.
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El combustible que corre por los conductos de los vehículos, que mueve los sistemas de los negocios y que viaja por las venas de los hombres es lo que determina su destino. La experiencia acumulada en casi veinte años de trayectoria me enseñó que lo único que no puede faltar en tu negocio es pasión. Buenas ideas, tenemos todos; recursos, tenemos todos; herramientas, tenemos todos; educación, tenemos todos, en mayor o menor medida, y algunos las aplicamos mejor que otros, es cierto. Esos son ya algunos diferenciales, pero el que dice la última palabra es la pasión. Sin ella, no hay nada. La vida y los negocios, se ha dicho otras veces, son como una montaña rusa: ascensos y descensos continuos, curvas electrizantes, pequeños tramos en los que hay que ir despacio, instantes en los que hay que dejarse llevar por la emoción de la velocidad.
Lo cierto es que solo puedes disfrutar el viaje si tiene ese plus que te permite aprovechar cada momento, si te enfocas en el instante, si das lo mejor de ti en cada situación. Y disfrutar el momento, enfocarte en el presente y dar lo mejor de ti siempre se llama pasión. Es un plus, como dije, lo que significa que todos poseemos pasión, pero no todos hacemos el mismo uso de ella. Peor aún, algunos la tienen, pero no sabe qué hacer con ella, la menosprecian, la dejan guardada en el cajón de los recuerdos. Y después, cuando necesitan ese algo más que marque diferencia, la extrañan. La pasión es ese ingrediente adicional que te impide tirar la toalla. El que te permite levantarte con buena actitud, así no te guste madrugar. Por el que puedes controlar el sueño, así la noche se te haga muy larga. El que te da la paciencia del santo Job cuando los clientes, los socios o los compañeros sobrepasan los límites. Por el que siempre estás dispuesto a hacer algo más, un esfuerzo más, un sacrificio más, un intento más.
¿Has visto algún vehículo a gasolina que funcione sin combustible? En los negocios ocurre igual: si la pasión no corre por tus venas, tarde o temprano te quedarás varado a mitad del camino.
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En incontables ocasiones, nos dijeron que los negocios son como una relación amorosa: la clave está conquistar a la pareja, en enamorarla cada día, en brindarle una experiencia satisfactoria cada momento. Si eso es cierto, entonces, la pasión es indispensable para alcanzar el éxito en los negocios, es el combustible que nos permite transitar ese duro camino, esa montaña rusa salpicada de obstáculos y retos que es la vida. Si lo que haces no te apasiona de verdad, si no lo amas de verdad, si no lo disfrutas de verdad, tarde o temprano estarás en una encrucijada. Y en el día a día lo comprobarás cuando pierdas la motivación, cuando empieces a delegar tareas importantes, cuando la procrastinación sea un hábito, cuando la acumulación de dinero te importe más que el servicio que puedes prestar, cuando la rutina apague la llama de la ilusión.
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Si eres padre, ¿hay algo que de provoque más felicidad que el éxito de un hijo? Yo tengo dos hijas que constantemente me dan miles de satisfacciones, de motivos para sentirme orgulloso, más allá de lo que me enseñan a diario. No puedo estar más agradecido con mi esposa Jenny y con la vida por habérmelas regalado, porque son el motor de mi existencia, la razón por la que me esfuerzo, la justificación de todo lo que hago. Lo único que puede darme una satisfacción parecida (en otro plano, ya no en el sentimental) es que mis hijos laborales cumplan sus metas. O, para ser más exactos, que las superen con creces. Te hablo específicamente de 8 Reglas de los emprendedores exitosos, el libro que compartí el 20 de diciembre de 2016 y que este 14 de abril, Viernes Santo, me dio una inmensa alegría: superó la barrera de las ¡100.000 descargas! Sí, como lo leíste, ¡cien mil descargas! Yo soy el primer sorprendido por alcanzar las anheladas seis cifras y también, por supuesto, soy el primer agradecido a esas 100K personas que generosamente aceptaron la invitación para descargarlo. Déjame decirte que no son muchos los libros digitales que superan ese listón, menos en un ámbito como el del marketing en internet, que es especializado. Pero, gracias a tu ayuda, el milagro se hizo un Viernes Santo. Si lo recuerdas, 8 Reglas de los emprendedores exitosos fue el regalo de Navidad para mis clientes, en primera medida, y para la comunidad de emprendedores latinoamericanos, en general. Desde el primer día, el nivel de des28
cargas nos indicó que había sido muy bien acogido y que íbamos a marcar un hito. Desde entonces, con mi equipo de trabajo seguimos paso a paso el proceso y, créeme, lo disfrutamos mucho. Pasaron 104 días desde entonces, y la cuenta sigue. ¿Hasta dónde llegaremos? Solo lo sabe el mercado generoso y receptivo de los emprendedores y marketeros latinoamericanos, que no cesa de sorprendernos. Lo más increíble es que lo logramos solos, tú y yo: a diferencia de otros productos que le ofrezco al mercado, esta vez no hice uso de mi siempre efectiva red de afiliados. Una razón más para estar satisfecho. El reloj marcaba las 14:59 (hora de Miami) del 14 de abril cuando el contador marcó la mágica cifra redonda: ¡100 000! Te confieso algo: me hubiera dado por bien servido con una sola descarga a sabiendas de que este hijo podía ayudar a esa persona a cambiar su vida, a transformarla en lo que él soñaba. Así, entonces, saber que hay cien mil amigos latinoamericanos a los que puedo ayudar a través de esas 235 páginas es algo que, sinceramente, no se me pasaba por la cabeza. Como decía el gran Pedro Vargas, muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido… Este fantástico éxito de 8 Reglas de los emprendedores exitosos es un increíble estímulo para mí y mi equipo de trabajo. Y más que como un compromiso, lo asumimos como el apoyo para seguir creando productos que satisfagan tus necesidades, que soluciones tus problemas y, especialmente, que te permitan ser muy muy feliz.
CASO DE ÉXITO
¿Alguna vez diste un salto al vacío? Hoy, inclusive, es un deporte extremo, que consiste en tirarse al vacío desde una gran altura (un rascacielos, un cerro) atado a una cuerda que, afortunadamente, es flexible y no se rompe. Jamás lo intenté, quizás nunca lo haga, pero lo cierto es que esta es una actividad cada vez más popular en algunos lugares, inclusive un atractivo turístico, y el motivo por cual te voy a hablar de Lisa Kay. No la conozco, te cuento, pero a la distancia la admiro. Cuando sube al quinto piso, es decir, cuando cumple los 50 años, la mayoría de las personas comienza a pen-
sar en un retiro decoroso, en asegurarse una pensión que le permita vivir una vejez digna, en disfrutar de otro tipo de actividades menos estresantes que el ámbito laboral. Ella, sin embargo, dejó su trabajo y entró al mundo del emprendimiento, para hacer historia. Con 53 años y una reconocida carrera como contadora, Lisa Kay se cansó. Se cansó de llevar las cuentas de otros, se cansó de cumplir un horario, se cansó de escuchar las quejas del jefe, se cansó de trabajar por otros y para otros.
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La marca Lisa Kay Shoes tiene actualmente más de 200 tiendas en el Reino Unido e Irlanda. La matriz, sin embargo, sigue en el norte de Londres, en el 1348 de High Road, en Whetstone.
Y un día dijo ¡No más! Lo conversó con su esposo, un pequeño empresario, y coincidieron en que había que buscar una salida. El siguiente paso fue pasar la carta de renuncia y luego, ¡dar el salto al vacío! No era feliz, así de simple, y no estaba dispuesta a seguir regalando su vida. Necesitaba un cambio y era consciente de que en aquella que llevaba era imposible conseguirlo. Es una situación a la que cada día se enfrentan muchas personas en todo el mundo, pero no se atreven a dar el primer paso, mucho menos un salto al vacío. Entonces, se quedan ahí, en su zona de confort, quejándose, lamentándose, culpando a otros. Lisa Kay, en cambio, gracias al apoyo de su esposo, tomó una decisión radical. No una cualquiera, no una decisión que cualquiera sea capaz de tomar. Renunció y, a 30
diferencia de otras personas, salió de la empresa por la puerta del frente, con una amplia sonrisa. Y, lo mejor, llena de sueños, de ilusiones, y con un proyecto en mente. Porque no se iba a retirar, solo iba a cambiar de trabajo para transformar su vida. Y las de otras mujeres también. Comenzaron con una tienda especializada en accesorios, que era un mercado en el que su marido trabajaba de tiempo atrás. Pronto, sin embargo, el mercado le indicó a Lisa que había un problema para el cual nadie había encontrado una solución: en Inglaterra, su país de origen, hay diez millones de mujeres que sufren por los juanetes. ¡Una epidemia social!, sin duda, y un doloroso mal para el que, lamentablemente, no hay cura.
Los juanetes, por si no lo sabes, son una malformación del dedo gordo del pie que se manifiesta como un callo grande. Cuando hay roce con la superficie del zapato, esa callosidad, que es muy sensible, y duele, duele mucho. Tengo una amiga de Armenia, una linda ciudad colombiana, que los sufrió mucho, al punto que se atrevió a someterse a una cirugía para quitárselos. “¡Si hubiera sabido cómo dolía, me quedo con mis juanetes!”, recuerdo que me dijo. En el caso de los hombres, el problema es relativamente sencillo de solucionar: hay que usar zapatos planos y de horma ancha, inclusive de una talla más grande para evitar la afectación de la zona sensible. Unos tenis o unos mocasines son suficientes para que el dolor desaparezca casi por completo. Sin embargo, en el caso de las mujeres no es tan fácil, mucho menos para aquellas que usan tacones. ¡Tacones + juanetes, ay, qué dolor! Considerando que la población de Inglaterra está por encima de los 50 millones de habitantes (poco más de 53), que 10 millones de mujeres sufran por los juanetes es una oportunidad de negocio increíble. ¡El éxito está prácticamente garantizado! De eso era consciente Lisa Kay, pero no fue tan fácil, dado que no se trata de un pro-
ducto común y corriente, de que necesitaba ofrecer una solución real y definitiva para evitar un fracaso. Por eso, entonces, se tomó dos años antes de lanzar el primer producto de la línea especializada para mujeres aquejadas por los juanetes. Fue, precisamente, el tiempo que se demoró en investigar, en probar, en testear el mercado, hasta que perfeccionó su propuesta. “Quería desarrollar una colección de zapatos que al mismo tiempo fueran profundos y lo suficientemente cómodos para este tipo de piel”, afirmó. A diferencia de un zapato común para mujer, los que diseñó Lisa Kay poseen una capa especial que absorbe los golpes de la suela, con lo que consigue inhibirse el dolor. Además, sin que haya una presión inadecuada sobre la superficie sensible, son ajustados al pie, de modo que no hay desplazamientos laterales, una de las razones por las cuales se originan los dolorosos juanetes. El ajuste de las maderas, el diseño preciso de la horma y las almohadillas para amortiguar el roce fueron las tareas que más tiempo y trabajo demandaron antes de lanzar el producto al mercado.
Zapatos de tacón, mocasines, zapatos casuales (informales), sandalias y botas conforman el portafolio que Lisa Kay Shoes les ofrece a las mujeres. Se pueden adquirir por internet. 31
Cuando salieron a la venta, los zapatos de Lisa Kay fueron muy bien aceptados no solo porque efectivamente evitaban el dolor, sino también porque los materiales suaves, pero resistentes, dan una sensación muy cómoda a la usuaria. “Siempre, fui consciente de la enorme cantidad de mujeres que sufren por culpa de los juanetes y que no pueden usar zapatos de tacón. Por eso, una de las tareas que emprendimos fue tratar de acomodar esas prominencias en el diseño de los zapatos, para garantizar la comodidad. Sin embargo, también sé que para la mujer, más allá del dolor, importa el diseño, y mucho, y nos esforzamos en ofrecer un producto que combinara ambas características”, explicó. Bajo el eslogan “Estilo, calidad, experiencia”, desde hace 35 años Lisa Kay Shoes es el aliado ideal de las mujeres que desean usar zapatos de tacón, inclusive de aquellas que tienen juanetes. Lo mejor es que durante este tiempo ha diseñado una amplia línea de productos, tanto para lucir elegantes como los casuales para la como-
didad del hogar (mocasines y sandalias), y también accesorios como carteras y cinturones. “Trabajamos en estrecha colaboración con nuestras fábricas de Italia y España a lo largo del proceso de producción, y empleamos solo cueros seleccionados de las mejores curtiembres para garantizar que productos de la mejor calidad que, además, tengan el estilo que nos caracteriza”, dijo Lisa Kay. Hoy, su marca factura dos millones de dólares al año y, lo más importante, a las mujeres con juanetes les solucionó un problema para el que la medicina no tenía cura. Había superado la barrera de los 50 años, que para muchas personas es el comienzo de la cuesta descendente de su vida productiva. Parecía un salto al vacío, pero Lisa Kay aún tenía un sueño por cristalizar. Pasión, entrega, convicción y una visión de negocio la llevaron a construir una marca que es referencia en el mercado, pero por encima de todo a ganarse el aprecio de aquellas mujeres que, gracias a ella y a invento, ya no sufren por los juanetes.
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REFLEXIÓN
Con un abundante ramillete de razones, a diario solemos decir que las redes sociales se convirtieron en cloacas. Lo que abunda por allí, generalmente, es resentimiento y odio, sentimientos opuestos a ese espíritu ‘social’ con el que se crearon. Sin embargo, como toda regla tiene su excepción, Facebook nos ofrece un maravilloso ejemplo de cómo, de manera altruista y desinteresada, el poder de internet puede, y debe, ser usado con fines bondadosos. No es un empresario, no es un multimillonario, no es ni siquiera una persona letrada con estudios universitarios o especializaciones. Es, simplemente, un campesino de Kenia que, por iniciativa propia y sin recibir algo a cambio, dedica parte de su vida a tratar de salvar lo mejor de su entorno: los animales salvajes. Su nombre es Patrick Kilonzo Mwalua, un agricultor que en su país es conocido como ‘el ángel del agua’. ¿Qué lo hace tan especial? El Parque Nacional Tsavo es una gigantesca reserva natural de 21 000 kilómetros cuadrados, ubicado en el suroriente de Kenia, y tiene una particularidad muy especial: allí intenta sobrevivir la mayoría de animales salvajes que habita en África. Sin embargo, las especies se están extinguiendo 34
La experiencia de este campesino africano nos demuestra el poder de internet: es posible impactar positivamente y cambiar el mundo, inclusive a través de las redes sociales. por los efectos del cambio climático, que acabaron con las fuentes de agua pura y modificaron el curso de la naturaleza. “Yo nací y crecí en medio de la vida silvestre y tengo mucha pasión por ella”, dijo en una entrevista. Desde el año pasado, Mwalua dejó sus labores habituales y se montó en un viejo camión cisterna alqui-
Además de los secos campos del Parque Natural Tsavo, Mwalua recorre colegios y escuelas de Kenia: anhela que los niños sean los guardianes de la naturaleza en el futuro. lado, con una sola misión: llevarles 3000 galones de agua a los animales del parque. Elefantes, búfalos, antílopes, cebras, burros y hasta temibles felinos hoy dependen exclusivamente de esta silenciosa labor, que ya trascendió fronteras. La región fue declarada parque nacional en 1948, pero nunca dejó de estar amenazada. De hecho, aún persiste la caza furtiva de elefantes y rinocerontes, víctimas inocentes del tráfico de marfil. Es un lugar muy visitado por los turistas a lo largo del año, a excepción del período entre marzo y mayo, meses habitualmente lluviosos. Sin embargo, desde 2015 las precipitaciones son cada vez más escasas y los animales, literalmente, están muriendo de sed. “No hay agua, por lo que los animales dependen de los seres humanos; si no los ayudamos, morirán”, respondió a los periodistas cuando lo interrogaron por qué
había emprendido esta cruzada. Su preocupación inicial fueron los elefantes, que en busca del agua migraban a territorios en los que podían cazarlos fácilmente. Cuando comenzó a llevar el agua, sin embargo, descubrió que había otras especies amenazadas, y ya no pudo parar. La primera vez que fue, lo que vio lo conmovió: los animales habían escapado a un lugar muy lejano del pozo de agua más cercano simplemente para resguardarse de los cazadores. Pero, igual los perseguía un desenlace fatal. Aquella vez, solo unos pocos animales bebieron el agua, mientras que otros, temerosos, se mantuvieron lejos, a la expectativa. Fue, entonces, cuando entendió que debía dedicar sus fuerzas y sus esfuerzos en ayudarlos a todos.
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otros sin hacerse daño.
Lo más curioso es que, después de realizar varias visitas al mismo lugar, Patrick se dio cuenta de que el número de animales y la variedad de las especies aumentaba. Y pronto comprobó que se había convertido en su tabla de salvación: por las noches, los animales se apostaban cerca del lugar donde vertía en agua, a la espera de su llegada a la mañana siguiente. Hoy, ya no lo ven como un extraño y, más bien, lo esperan con ansiedad y hasta le brindan manifestaciones de afecto. Ya no viaja solo. Es una pequeña caravana de camiones cisterna que buscan saciar la sed de esos animales salvajes. Cuando escuchan el ruido de los desvencijados vehículos, corren al lugar donde se deposita el líquido o, en su defecto, reciben a los visitantes y con alegría los acompañan en el último tramo hasta su destino. Él les salvó la vida, lo saben, y hacen lo que pueden para agradecérselo. Lo increíble es que lo esperan pacientemente, mezclados unos con 36
Mejor aún, relató que hay fieras que ya no beben en los pozos, sino que prefieren acercarse al camión y tomar el agua que sale de la manguera. Es, claro, una forma de demostrarle su agradecimiento, la confianza que le tienen. Por eso, cada día que pasa el compromiso de Mwalua es mayor. Ya no concibe su vida sin esos viajes para ayudar a estos animales, a los que el gobierno y los demás pobladores de la región habían condenado al olvido. “Me gustaría tener la posibilidad de llegar a más lugares, pero para eso necesito más camiones y, también, gente que me ayude. Desde Estados Unidos, hay tres mujeres que me brindan su colaboración y gracias a ellas pude continuar con mi tarea, que no es fácil porque cada viaje me cuesta 326 dólares”, explicó. Gracias a las publicaciones que Mwalua hace diariamente en su perfil de Facebook, pudo darse a conocer y ya recibe una ayuda que, espera, evite la muerte de más animales. Angie Brown, que vive en Connecticut, visitó Kenia en 2015 y quedó prendada del país y de sus animales. Al poco tiempo, por las redes sociales, se enteró de la problemática que había convertido a este keniano en un héroe anónimo, y decidió ayudarlo. Se unió con Cher Callaway (de Utah) y Tami Calliope (de Vermont), dos amigas, y luego se contactó con Patrick, al que decidieron ayudar:
crearon GoFoundMe, un portal web que ya recaudó casi 20 000 dólares para financiar su labor. Con esta ayuda, literalmente caída del cielo, ahora se realizan cuatro viajes a la semana. “La distancia es de 45 kilómetros y distribuimos el agua en dos lugares diferentes para aliviar la congestión. Recuerde que no solo son los elefantes a los que queremos salvar. Cada recorrido del tanque cuesta $ 250USD y cada donación, no importa la cuantía, es muy apreciada. Gracias por su apoyo”, dice en la página web. Con la idea de ampliar sus servicios, creó Tsavo Volunteers (Voluntarios de Tsavo), una organización destinada a trabajar en el ecosistema de la región con la intención de
conservar la fauna y la flora. Lo hace a través de la sensibilización de los pobladores de las localidades vecinas, especialmente los niños de las escuelas, a los que da charlas para enseñarles el respeto por los animales y la gestión de los recursos de la naturaleza. No es un empresario, no es un multimillonario, no es ni siquiera una persona letrada con estudios universitarios o especializaciones. Es, simplemente, un campesino de Kenia, un cultivador de alverjas que tiene un corazón sensible al medio en el que nació. Sus compatriotas lo llaman ‘El ángel del agua’, pero gracias a la magia de las redes sociales utilizadas para bien de la humanidad nos demuestra que el mejor negocio no es vender, es servir.
¿Quieres saber más de Patrick Kilonzo Mwalua? Perfil oficial de Patrick Kilonzo Mwalua Tsavokenia.org (Tsavo Volunteers) GoFundMe.com Perfil oficial de Cher Callaway Perfil oficial de Patrick 37
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