Las piedras cantan

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El borrador “las piedras cantan” no tiene otro objetivo que salvaguargar los textos publicados en el blog. Actualmente vivimos en la incertidumbre y no sabemos que queda para mañana. 5-­‐11-­‐3013


Las piedras cantan

La catequista Preludio El presente relato me aleja 52 años atrás, cuando Adrián, mi compañero de clase y amigo de la niñez, me confesó asuntos que nunca debían haber sido revelados. Adrián era un niño normal, quizá un poco travieso y con la Piedad junto al foso de las pasiones. 2012 libido dislocada pero tenía una sensibilidad e inteligencia extraordinaria. Ya por entonces cultivaba la fantasía de yacer con una monja. Todo lo que estaba relacionado con el sexo lo asociaba al olor de incienso y velas encendidas. Pasados unos años tomó conciencia de ello y pienso que llevó el deseo hacia objetivos más elevados y prácticos; creo que era su manera de profanar todos los templos y de conducir el arma de la lascivia a dimensiones etéreas. Cuando me relató los hechos, la infidelidad, la traición al deber y la profanación del vientre virginal no eran nada significativo para él. Las circunstancias le llevaron a superar trances rígidos en los primeros aleteos amorosos y eso le dio correas para superar contratiempos. Hablo de pequeños fracasos que en algunas personas dejan heridas profundas, resabios y frustraciones insuperables; para el sólo eran pequeños devaneos; ¡nada grave! Aquel deseo en su mente había empezado a incubarse a la corta edad de siete años, entre el calor que irradiaba una ilustrada y bella mujer. Ella le adiestraba en los entresijos divinos y terrenales; le preparaba el camino para recibir a Dios en el ritual de la primera comunión y sin querer lo condujo a las puertas de un burdel de la más baja condición. (Eso vino años más tarde.) ¡Empecemos! La catequista en cuestión se llamaba Lucía, era una mujer piadosa, tenia veinte años, era blanca de piel, vestía de negro azabache y tenia los labios del color de las fresas. Ni que decir tiene que ella también estaba necesitada; podríamos afirmar que estaba animada por la pasión que la vida hace crecer en las mejores almas. Había sido premiada con la gracia de la fertilidad y todo su cuerpo, caderas, cintura y pechos, resplandecían con el don de la juventud. Yo la conocí a distancia y se que podía remover todos los sentimientos con sólo mover las manos. Sus ojos eran verdes como los de Santa Lucía, tenían un brillo delicado y reían igual que lo hace un manojo de cascabeles movidos por un ingenio misterioso.


Él estaba embrujado por aquel raudal de sabiduría, llegó a pensar que era la voz de Dios en la tierra. Casi estaba enajenado por aquellas manos blancas con dedos de cera. Me lo explicaba y quedaba con los ojos turbados. -­‐Con qué primor manejaba el misal… ¡era una caricia!-­‐ Cuando Lucía cruzaba las manos, del anular colgaba una cadenita de oro. Balanceante, como un badajo diminuto, pendía un crucifijo de plata. Su brillo hipnotizaba, destilaba pasión y tintineaba en el aire; ¡qué liviana aquella cruz que soportaba el peso de un hombre torturado! Hay que entenderlo y sopesarlo en el corazón de un niño. ¡Aquello estremecía! Le cautivaba aquel tono de voz, aquella cadencia misteriosa, aquellos andares firmes sobre tacones finos y brillantes. Eran andares marciales que hacían estremecer los muros de emoción. El suelo entero se zarandeaba y con él los vitrales de la vicaría. Dicen que las vueltas de cañón de la iglesia se tensaban y hasta su magnífico torreón se ponía inhiesto con sus pasos. En ocasiones pensaba que hasta las nubes dejaban caer sus lágrimas de emoción al sentir el compás de aquellos pies sobre el mármol. Todo ese despliegue sensual no era exento de cierta sabiduría libresca que le llenaba la voz con expresiones como la que citó de Marsilio Ficino (1433-­‐1499) -­‐Sin la Belleza no hay posibilidad de aproximarse al Creador-­‐ Ya podéis comprender que ante una situación así no hay ser humano que pueda quedar indiferente y él lo era; un niño demasiado humano con una estructura mental compleja. El día de Pentecostés Lucía hizo un esfuerzo extra y lo convocó a la instrucción religiosa. Era uno de esos días que el cielo se desploma; llovía a raudales y llegó mojado hasta los corvejones. Ella le dijo presurosa: -­‐Ven, voy a secarte rápidamente. Vas a enfriarte y Dios no me lo perdonará nunca-­‐ Quedó desnudo como un ángel, cubierto por un hilo de pudor y una sonrisa “inocente en los ojos”. Cuando estuvo seco y vestido le dio la merienda: pan recién horneado y dulce de membrillo. Mientras comía lo sentó en su regazo y para secarlo le soplaba los rizos del pelo. Entonces le miró a los ojos y le dijo: -­‐¡Tienen el mismo color que los míos!-­‐ Él degustó el dulce de membrillo y se recostó contra su pecho. Desmayada la


voluntad, se dejó caer entre el simétrico volumen del valle de la niñez. Su energía quedó seducida hasta límites indecibles, el universo entero tenía el ritmo y la cadencia de aquella mujer santa que encarnaba la figura de todas las hembras y cuyo aliento había secado los rizos de su frente. Por primera vez sintió como su corazón latía en compañía; era el equilibrio del mundo con el ritmo íntimo del amor y, sobre él, como en la sinfonía de los astros, se deslizaba la dulce melodía de la vida… Ella tenía razón: la belleza del mundo está entre las frutas del creador. ¿Quién puede ser juez para condenar lo que vino después...? Posdata: Lucía es un nombre adoptado; es la única libertad que me he tomado en el relato. Me ha parecido oportuno ya que puede unir diferentes historias acontecidas en tiempos y lugares muy alejados; por ejemplo: La que tiene luz en las manos, relato publicado en Generación Índigo. Por referencias oportunas he tomado el nombre de la mártir. Lucía entregó los ojos a su pretendiente en un cáliz de plata, se los sacó con un puñal para así poder dedicar la vida a su amado: Dios. La hicieron santa y ahora es la patrona de las costureras y los mendigos.

La cueva de Valls. 1974, Reflexiones entre búsquedas y encuentros.

Búsquedas y encuentros En uno de los viajes que realicé a Reus el otoño de 1974, encontré una pequeña cavidad al lado de la carretera que va del Vendrell a Valls, (Tarragona). Iba en una motocicleta y llamó mi atención de tal manera que hizo detenerme al instante. La cueva estaba hecha en una piedra tosca, como de hormigón, y el tiempo y la erosión habían hecho desaparecer los rastros de las herramientas. De aquel pequeño espacio emergieron preguntas que todavía no he contestado y se presentaron temas que he trabajado en todos estos años. Después de muchas horas en divagaciones he llegado a la conclusión de que son motivos eternos y deduzco que cada persona tiene que experimentarlos y pensarlos por si misma. La utilidad de la cueva era poco clara, debía servir para casos de urgencia, de refugio necesario, quizás, de cámara para mantener la comida y el agua a la fresca. El viento, la lluvia y el polvo habían dejado una cubierta de tierra ferruginosa y polvorienta en el suelo. En medio del espacio ovalado había una piedra de pequeñas proporciones que hacía de centro o quizá de asiento.


Estuve un buen rato mirando aquel lugar ocupado por la piedra, ella lo llenaba plenamente, lo significaba de manera indefinida; ¡era el habitante...! Aparentemente parecía no tener ningún valor especial pero establecía la idea central del discurso. En el primer momento creaba una situación mentalmente cómoda, no había nada que pensar, todo era simple y transparente. Era un agujero apacible: un hueco ocupado por una piedra callada. Después de observar la tensión estética y simple de aquella escenografía, le hice una fotografía sin muchos preámbulos. Al hacerlo, al encuadrar y eliminar el contexto, el lugar se tensó inesperadamente. La presencia de la piedra instalada en el centro tomó un relieve extraordinario. Ella sola formulaba una pregunta cargada de incertidumbre que llegó a fascinarme. El espacio se habría en la roca como una puerta misteriosa; estaba ahí, ocupado por una señal que lo llenaba todo y creaba una imagen plena de sugerencias. ¿Era el huevo primordial encobándose con la luz del sol? ¿El trono del hacedor en el centro del mundo? ¿La palabra muda que espera el fonema sagrado que la reconoce y le da nombre? Lo que fuere…, era un enigma que llenaba mi mente de misterio y su ausencia creaba una herida permanente; han pasado 38 años y todavía es presente… Quise retirar la piedra para hacer la segunda fotografía y el espacio quedó totalmente vacío. Ahora se presentaba ante los ojos con una presencia angustiosa, desamparada, sorprendente y misteriosa. ¡La ausencia la había llenado de oscuridades! La cueva estaba deshabitada ante mi, el espacio mostraba su cualidad intrínseca: la nada. La nada moraba el lugar y con ella la fuerza evocadora del enigma. El ocultamiento se presentó de pronto como una niebla inquietante que lo inunda todo… Detrás de ese velo, que es mi mente y sus registros, he querido mirar siempre y lo he hecho con la convicción de que se trataba de comunicación directa con la materia... La mirada no puede captar más allá de los fenómenos físicos pero la mente puede interrogarse sobre cuestiones metafísicas. Mi memoria quedó sin referentes y vibraba cautiva en un suceso del pasado, ¡no podía olvidar! Había quedado atrapado entre las telas del tiempo y ya nunca podría sustraerme de la experiencia de observar los hechos en su conjunto. ¡Todos los instantes están unidos en el presente! La cueva podía estar llena y vacía a la vez. Todo quedó impreso en la memoria y pienso que algún resto, alguna señal que proyectó de la piedra, era presente y excitaba mi retina. La señal se había convertido en una herida, más tarde en una llaga que no se ha cerrado nunca.


Acción de poner una A en el centro de una piedra. Museo de Reus Con Pere Salabert y Eva Gregori. 2005 Pal()bra

Pal( )bra es el lugar vacío formado por la desaparición y ocultación de la (A), la cual queda en silencio en el alma de un estuche de cobre o entre el paréntesis de dos mitades de piedra. Este espacio se sitúa más allá del lenguaje y de la comprensión de las cosas, por tanto significa también el misterio de todo aquello que la razón no es capaz de comprender ni describir. A mi entender, es el enigma de la sustancia de las cosas que escapa a la mirada, es, en definitiva, el territorio donde el lenguaje se deshace en polvo, en sutiles cristales de sal. Trás esta desaparición los razonamientos intentan resolver el problema con otros recursos expresivos, con sonajas de colores y dosis de ilusión esperanzada. La palabra se desenvuelve bien ante la presencia de un mundo espiritual muchas veces sobrecargado de fantasía. Sobre este asunto no creo que sea necesario hablar más, ni buscar razones esclarecedoras. No se ha de perder el tiempo analizando aquello que no pueda ser analizado. Nos basta con la dosis de poesía y en ella hay que depositar todo el valor. Considerando la debilidad de nuestros recursos expresivos, la fragilidad de la comunicación y la incertidumbre que genera todo intento creativo, una expresión bella nos reconcilia con el mundo y con ello estamos pagados... El relato. Determinadas imágenes quedan grabadas para siempre, hieren el espacio bruñido de la memoria y allí se quedan como un arquetipo permanente. Creo que la piedra dejó en el pensamiento una pústula que me ayuda a recordar, una señal permanente que hace de la ausencia de la letra una llamada firme para invocarla y hacerla presente. Quizás todo aquello tan sólo era una ilusión dulce, pero fue un hecho que despertó reflexiones y obras que la hicieron significativa en mis años de escultor. La señal incipiente ha crecido y se ha formulado en la obra. Es cierto que la vivencia del hecho no es transferible a los demás, el instante nos pertenece como herencia personal. Nuestras experiencias nos hacen, anidan en el


recuerdo y empujan nuestro destino, nos modelan los sentidos y no podemos desprendernos de ellas nunca. Ahora, por más que intente narrar los hechos con la máxima pulcritud, con precisión en el uso de la palabra, estoy seguro de que no despertaré en el lector más interés que el que se desprende de un relato curioso. La perplejidad está presente: en cualquier narración, siempre queda la duda de si se trata de un hecho experimentado o una invención de la mente. Seguramente estas palabras ya están lejos de los pensamientos y sentimientos que experimenté entonces, lo que si queda claro es que todavía tienen energía para hacerme pensar, emocionarme y escribir. En nuestras recreaciones, en las invenciones que tenemos que formular para entender y presentar el mundo, siempre hay una parte de ficción; es inevitable. Me dispensáis esa parte ya que no es mi intención vivir del relato, yo soy escultor… Sabéis que la mente es una productora de realidades y cada instante genera la imagen que antes no existía. Sin ser del todo conscientes, somos inventores de pasado al narrarlo y con ello, condicionamos nuestro futuro. Aquellas experiencias me hicieron y aunque no son plenamente transferibles, quizá el lector tendrá una experiencia parecida, aproximada y enriquecedora, si contempla la Capilla turkana o laVentana del asombro. Espero su complicidad y su entrega Palabra oscura. 2001-­‐2002 (Fragmento del texto sobre la obra) abierta a la naturaleza, ella, la naturaleza, es la voz más poderosa de la creación… Como sonajas muevo los dedos, hago actuar a las manos: con el dedo punzo un agujero en el barro, lo hago tan profundo como me es posible. ¡Soy constructor de formas! -­‐Después pienso.-­‐ Acerco la boca a aquel espacio pequeño y deposito una idea prolongada; como quien deja caer una semilla en la tierra, espero a que germine en primavera. Actúo y también sé pensar, ¡aunque torpemente! Cierro el agujero y allí queda oculto el mensaje como un misterio permanente, desde allí irradiará energía como una luz oscura y débil, desde allí emanará una idea estética y ética si existen ojos inquietos para mirarla y aceptarla. Para sobrevivir entre ciertas actitudes hacen falta complicidades... Sin descanso vuelvo a hacer la misma operación tres días y tres noches. El barro comienza a endurecerse, el dedo ya no puede entrar y las palabras empiezan a quedar en superficie. ¡Lo doy ya por acabado, no soy suficientemente fuerte, me falla la voluntad!


No todo está perdido, sé con certeza que en la urna sigue abierto el espacio para muchas más acciones y que todo está dispuesto para empezar de nuevo. La razón me dice que sólo es cuestión de agua y energía para volver de nuevo a la experiencia inicial y la necesidad estética me induce a continuar siempre en círculo. Dispongo del sol, es un eje central y no me siento solo, siempre rodeo el mismo problema, el pacto i la alianza con sus producciones... El fundidor de los limbos agita las semillas, Foto de Fénix o la ciudad del sol. 2010 La sonaja Al día siguiente se despertaron con los primeros rayos del sol y vieron por el tono de luz que todo estaba previsto bajo las lonas del cielo… Seguidamente los dos danzaron a un tiempo y aconteció lo que ya conocéis por la historia: El amante de arrayanes. ¡También por este lado el tema está concluido! Como veis, el círculo se está cerrando y harán falta acontecimientos extraordinarios para que los relatos puedan continuar… Cuando germinó la semilla y con ella la trama de: Ció ante la ventana del asombro, una visión espectral enmudeció su semblante y quedó convertido en el esclavo de sus palabras. Sintió también que su voluntad estaba secuestrada por las respuestas amables pero esquivas. ¡Otra vez el calvario! -­‐Pensó-­‐ Estaba atrapado entre los señuelos del corazón; ¡el suplicio permanente! Él tenía colgada del cuello la piedra del dolor, las manos eran llagas lacerantes y por los ojos destilaba el jugo del sufrimiento. Sabía lo que le venía encima, había padecido el trance y se dio cuenta que en el pecho se abrían de nuevo las herídas de la amargura. Sea cual sea el dilema dijo: -­‐¡Ahora hay que seguir!-­‐ Él ya había perdido una hija del mismo nombre (Ció), la que se hizo aurora en el momento de nacer, y ahora le tocaba transitar el mismo sendero, padecer los mismos quebrantos, quedar enterrado en el mismo surco. Entonces se acordó de la piedra, el canto de río que llevaba en la mano, lo abrió y cinceló en una de sus caras la primera letra del nombre de la mujer esperada. ( ) La volvió a cerrar y la ató con los finos tendones que sacó de sus brazos. Después


se la colgó al cuello como un talismán y empezó a caminar con el propósito de no parar nunca. El agua de la otra mano ya se había perdido; sus dedos eran porosos, piedras de un erial sin límites; ¡ya no quedaba ni una gota! En el camino transitado, en las plegarias descritas, fue lluvia que empapó la tierra. Hacían falta ríos inagotables, borrascas endémicas, pero en aquel tiempo no llovió: él la repuso cada día con los veneros de sus ojos. Entonces, ella le dijo: ⎯Tú eres fuerte ante el dolor, ¿Cómo puedes soportarlo? ⎯ Él contestó: ⎯De las llagas del corazón nadie sabe la verdad. Nadie siente como yo las tinieblas que cubren mi laberinto, nadie puede transitar los corredores de la mente. Mis plegarias no pueden ser escuchadas; ¡quizá sin pretenderlo deseo que no se atiendan! Se que nada germinará de este cuerpo tembloroso y derrotado…⎯ Hizo una pausa larga, pensó y meditó con cuidado las palabras que tenía que añadir y así terminar el agobio de los primeros tiempos. ¡Quería finiquitar las suplicas…! ⎯La verdad de mis ojos, la realidad que me emociona y estremece hasta el llanto, es que soy hijo legítimo del barro, limo y fermento de río, ¡un tallo tierno que puede morir de añoranza…!⎯ Se hizo un silencio largo, interminable, de cuarenta días, ¡de cuarenta noches!… ¡No hay nada que hacer, ahora lo comprendo! -­‐Adiós, amada!-­‐ Los oídos están tupidos de embelecos y ante el abismo de las situaciones sólo cabe precipitarse en ellas… -­‐Entonces dijo la última palabra-­‐ -­‐ Si algún día se desploman los lienzos del miedo y el surco se llena de simientes nuevas, yo lo celebraré con la sonaja del pecho y tu sentirás el amanecer Las sombras tienen razón de ser... están muy adaptadas al cuerpo. La Musara. Tarragona 2010 como aliento renacido.-­‐ Las sombras tienen razón de ser... están muy adaptadas al cuerpo. La Musara. Tarragona 2010 II Encuentro Un día de primavera, confundido entre las luces del alba, lo encontró encaramado en una piedra. Firme como un vigía, rápido y preciso, hacía girar en el aire un paraguas plegado. Con él ahuyentaba las tinieblas y con el brazo extendido y la mano entreabierta acariciaba los rayos del sol. Los dejaba pasar a capricho y en ocasiones los atrapaba para beberlos más tarde a sorbos chiquitos.


¡Era una visión insólita, quizá extraordinaria! Allí danzaba de manera compulsiva; como un poseído saltaba, subía y bajaba sin cesar y a su vez, lanzaba al aire puñados de tierra para que el viento la esparciera como calima. Encorvado pero fuerte, pesado y frágil de corazón, se movía como un danzarín inspirado. Ella lo miró con atención y vio Momento que la llevan al centro. Hoy piedra que mira por la ventana asombro. Museo de Real de Catorce, S. Luís Potosí. México. F. en él el sembrador de sueños; del José Rojas. ¿? también el que demanda permanentemente sin ser atendido. Le preguntó con un chasquido inaudible en los ojos. -­‐¿Qué sueñas tan de mañana?-­‐ -­‐A lo que él contestó-­‐ Busco a la madre tantas veces vaciada... ¿? ¡Ahora se trata del nacimiento de un ser con la mente enfocada…! Aunque madura, ella tenia todos los atributos para seducir al instante; sacó del blusón un pecho turgente y teniendo invertida la mano, apretó con el índice y el pulgar el botón del pecho izquierdo. Al instante, de él surgió un chorro de leche cálida y fresca que trazó una elipse preciosa en el aire. El hilo blanco surcó espacios inconfesables y fue a parar a los labios del fundidor de los limbos, atravesó la garganta y encendió todos los fuegos internos… No hace falta relatar nada más: él tomó el néctar de su cuerpo, lo destiló en la sangre y quedó seducido al instante. Su cuerpo se transmutó en las semillas del mirto; ya conocéis, las que quedaron ocultas en el surco... ¡memorias de un hecho ya relatado! El nombre Tenia los ojos verdes, los labios carnosos, el cuello esbelto, las proporciones del rostro ajustadas y una cabellera dorada y abundante. Trabajaba como vendedora de la suerte y siempre permanecía sentada; sonreía y cobraba. Él no era ni joven ni atractivo, peinaba canas hacía años. La primera vez que la vio quedó fuertemente impresionado. A partir de aquel día apareció por allí para encontrarla, siempre a la misma hora y con una escusa en los labios. Su fortuna era estar con ella un instante, ¡tan sólo por un instante! Entre ellos surgió una pasión misteriosa y completa que no llegó a consumarse nunca pero que estableció uniones de acero… Sus pensamientos se encontraban ajustados en sincronía perfecta y la necesidad del encuentro era ya una cuestión vital en sus vidas... ¡Así pasaron treinta años! Entre pequeños intercambios diarios se expresaron infinidad de matices y requiebros, pinceladas que definieron el ser e iluminaron los lugares más


recónditos del alma. Fue tan preciosa la aventura que pocas personas habían conseguido calar tan hondo antes que ellos. Con frases entrecortadas y miradas furtivas se comunicaban y llegaron a comprenderse como nadie antes lo hizo… ¡Lo sabían todo el uno del otro! Un día él dejó de asistir y ella quedó desamparada. No dejaba de pensar en él, no podía dormir y no tenía el consuelo de poder recordar el contacto de su piel. Eso la martirizaba y se reprochaba no haber tocado su mano aunque fuera de manera furtiva. El día siguiente tampoco apareció, entonces se levantó y empezó a preguntar al resto del personal, a los vecinos y clientes… ¡Temió lo peor! Describió el rostro del amado con multitud de detalles; sus formas de vestir, los gestos de las manos, el tono de voz, el aire luminoso y sabio… Alumbró su recuerdo con las historias que él le había regalado, uno a uno las fue relatando, pero no pudo recordar ni su aliento ni su nombre… Pensó que no podía seguir vendiendo suerte y se sentó a esperar. Lo hizo en el petril de su casa y allí se quedó dormida... Así la encontraron millones de años después; era una forma fósil en el fondo de na ebrada… Mandorlas y farallones Entre los años 1973-­‐1980 me dediqué a buscar las claves genuinas del lenguaje de la naturaleza, quería entender la fuerza que nos mantiene, nos reproduce y conserva. Como no era era un estudioso de la Cabala, hice un proceso paralelo, quería encontrar mis propias lecturas de la fuente original, la naturaleza. Queria obtener experiencias y no hacer especulaciones teóricas. Aquellas observaciones me ayudaron a entender mecanismos y procesos de las cosas más sencillas; la acción del agua, del viento, las caricias del sol y el poder de la vida. Les llamé “experiencias integradas” o también, “búsquedas de la realidad estética”. Para llegar a ver alguna cosa sorprendente, decidí que tenía que mirar y ver todo de nuevo. Me obligaba a repensar como se decantan los granitos de arena, se curvan los

La Fita, Pedrera romana de el Medol. 1989-­‐2010. Ha sido uno de los referentes de la serie.


árboles, se erosiona una piedra o como dibuja el agua sobre la arena. En aquel estado todo me era desconocido; entonces, algunas cosas se revelaban ante mí y me descubrían un mundo nuevo y misterioso. Con los ojos afilados quedaba sorprendido ante lo genuino y asombroso, me preguntaba: como y porqué se desgrana una piedra, qué atraviesa los párpados cuando miro directamente el sol… Algunas cosas eran tan simples que me hacían reír, pero estaba tan necesitado que me causaba admiración cualquier cosa por elemental que fuera. Era un espectáculo extraordinario, los dibujos en el agua, la erosión de una montaña, el rastro que deja una lombriz sobre el barro tierno, un tallo verde que nace en el hueco de una piedra y la baba plateada de un caracol sobre una hoja de acanto… ¡Fue una época apasionante! Los encuentros con el secreto eran tan frecuentes que me animé a leer autores que

La ventana del asombro. Rufino Mesa. Parque de esculturas de Real de Catorce, Estado de S. Luís Potosí, México. 2010. 4X4X4,50 m . Fotografía de José Rojas.

habían tratado el tema desde perspectivas diferentes. Teresa de Jesús, Krishnamurti, J. Oteiza, Mircea Eliade: fueron ayudas oportunas para asimilar mi “paranoia” y no malpensar de mi mismo. Hasta llegué a leer Gárgoris y Habidis de Sanches Dragó… una visión amplia, misteriosa y poética de la historia de España. En aquellas búsquedas y encuentros realicé un trabajo sobre los hitos y las cuevas, más tarde les llamé, Mandorlas y farallones. Es necesario anotar que entre esos dos campos de búsqueda se encontraba una quimera que me simplificó las cosas, para mi fue el comienzo de la dualidad y la simplicidad. Todo consistía en partir las cosas por la mitad igual que se abre una sandía. La primera acción que hice sobre este tema le llamé cantan las piedras. Con un martillo abría piedras por la mitad durante horas. Tenía dos motivos para hacerlo: · Averiguar lo que ocultaba el tiempo en su interior.


· Escuchar el timbre de su lamento. Las cuevas, grietas y agujeros formaban parte de las mandorlas o elementos femeninos. Collegats. 1992-­‐2010 Con aquel ejercicio hice tantas particiones que llegué a cubrirme de cascotes… Allí quedaron dispersos sin un a sola fotografía para recordarlos. Queriendo abrir las piedras para ver la luz de su interior llegué a la oscuridad enterrado entre ellas… ¡Fueron días memorables! ¡Qué sueños más jugosos! La dualidad fue un recurso mental simple pero eficaz. Dividí en dos el rostro del mundo y como Jano, los dos formaban la unidad. Todo tenía su reverso, la noche y el día, femenino-­‐masculino, positivo-­‐negativo, onda-­‐partícula, profano-­‐divino, blanco-­‐negro; todo era cuestión de opuestos, entre ellos el género, de ahí la búsqueda en el paisaje de mandorlas y farallones. Todo aquel enfoque del mundo se resumió en un logo que es el que hago servir para definir mi identidad. Ni que decir tiene que con el tiempo me pareció una argumentación pobre y simple, la complejidad no puede ser abarcada sólo por la expresión de los opuestos. Existen infinitos caminos intermedios y en ellos e encontrado paisajes asombrosos… Ció De aquella semilla dejada en el surco nació Ció, la hija del sol y los pistilos de las flores de arrayan. Antes de nacer pasó en un largo invierno en el vientre de la tierra, oculta en la oscuridad y acompañada por sombras agoreras. Mientras tanto, su madre lloraba la pérdida del amado, sufría el dolor en la soledad de la noche y estiraba las largas horas de insomnio hasta llegar a Ció, granito y bronce 12 bloques 310x110x110 cm. Reus 2010 coronar el tiempo preciso. Durante la espera, tomaba el cuerpo del amado y lo reanimaba ungiéndolo con ambrosía y lamiéndole la frente y las manos. También le recitaba palabras dulces, le respiraba suavemente en la boca y le calentaba con sus senos ardientes como brasas. Ella tenia el poder oscuro de las grietas de la tierra y siempre lo hizo con entrega y con la convicción de que su cuerpo ardoroso era parte del misterio del mundo.


Conozco por rumores no demostrados que esta era una prueba ritual que se hacía en los altares de algunas culturas agrarias y también sospecho que ella lo sabía. Era tal su dependencia hacia aquel cuerpo que su empeño era reanimarlo como fuere. La observación nos enseña que el padre es distribuidor de simientes, yo vi al mío en más de una ocasión esparciendo trigo en los campos. Llevaba el bolsón inclinado y colgando del pecho; mantenía el paso con ritmo cadencioso, mecánico y con el brazo derecho extendido y giros marciales dejaba ir las simientes en abanico. La madre es algo más que una metáfora asombrosa, es la matriz de la tierra y en primavera las hace germinar con el dulce calor del sol… -­‐Madre almendra hija en flor…-­‐ Dice el primer canto… Así es la tierra nutricia que depura el dolor y lo destila en un tallo florido, verde y joven. Vuelvo al relato... La amante es también madre y comprueba que en cada ciclo, en cada aurora, en su cuerpo se funde el acto vivificador que enlaza el placer con la agonía. Sabe que ella construye la vida con dolor y con los ripios de la muerte. Con esta nueva luz en los ojos recibe a su hija con ánimo reconciliado. Le mira el sexo y se reconoce en él. Se eleva, le muestra el camino y le entrega seis semillas de granado. En este relato, Ció, la hija del nuevo ciclo, es también el perfume de los claros del alba. De las semillas que le dio su madre comió cuatro y dos se las ofreció a un joven del que estaba enamorada. Al dárselas le Las cuevas, grietas y agujeros formaban parte de las mandorlas o elementos femeninos. Collegats. 1992-­‐2010 dijo: -­‐Toma, son rubíes de mis labios: ¡uno es el placer, el otro es el dolor!-­‐ Él los tomó como aliento obligado y empezó un camino inesperado y largo. En la mano derecha llevaba agua que se escapaba entre los dedos, en la izquierda una piedra, un canto de río abierto por la mitad…


El amante de arrayanes Se descubrieron por pura casualidad en los albores de las primeras luces; ¡era el día de los encuentros! Ella le dijo: -­‐He venido para cumplir mi destino-­‐ Llevaba en la mano un ramo de crisantemos y en sus ojos se encontraban los lagos profundos de la tristeza, no obstante resplandecían como lucernas asombradas. Lo miró unos instantes y todo quedó explicado, el tiempo hizo el resto… Juntos vivieron tantas pasiones que en sus cuerpos no quedó ningún rincón fuera de control; lo exploraron todo el uno del otro. ¡Fueron amores extraordinarios! En un día genital como la lluvia, perfumado de tomillo y hierba de labrantío, se reveló toda la La piedad y el amado. Foto de la generación índigo. 2012 dimensión de sus pasiones. Estaban retozando como nunca entre las quebradas del monte, entre pinares y campos abandonados; allí, en un día para el recuerdo, se confesaron cuestiones terminales… Mientras unos remolinos voraces surcaban el cielo y sus cuerpos se entregaban con envites nunca ensayados: ella le dijo por segunda vez: —¿Sabes?, ¡amo a otro hombre! — Fue entonces cuando llegó el trance inesperado. Él la miró con dulzura y le dijo: — Yo también… a través de ti...— Entonces hundió su rejón hasta el fondo y dejó la semilla en el surco… Al instante dejó de existir: se evaporó como rocío entre flores de arrayán…


Espacio estético Escribir es ordenar las ideas en un lugar concreto, si se dejan en un formato de libro es un acto comprensible para todo el mundo, si se publican en un blog también, ¡ahora es un acto cotidiano y obvio! Lo que no es tan evidente ni aceptable es el soporte que contiene las ideas, ¿dónde están las palabras escritas para un lector de Brasilia que Silvia, Aliento, Bronce y cobre, 2011 abre esta página y para otro que lo hace en Seúl al mismo tiempo…? El concepto se revela en las respectivas pantallas, pero las ideas están escritas y se difunden en el espacio como lo hace el flujo del aire. Ahora lo vemos claro, las palabras, las imágenes, son energía gobernada por el pensamiento humano y sólo se revela ante él... Esta pregunta hace años que ronda por mi mente y he de anunciar que el principio de las ocultaciones parte de este hecho misterioso. He escrito sobre el agua y el aire en múltiples ocasiones, tengo obras con el contenido esculpido en ese soporte y en otros parecidos: barro, aceite, cera fundida, plomo, etc. A esos materiales los he convertidos en el blanco del papel. En el contexto de la acción les llamo: espacio estético. Son el soporte básico de las obras que omito a la mirada, las que segrega el misterio y en él se cobija. Ese espacio me han regalado momentos de autentico encuentro con el sustrato del mundo visible y me ha hecho entender que estoy formado con materia y memoria... Una mano adiestrada simula una puerta en el espacio: al hacerlo con el arrastre sutil de una pluma, dibuja una idea y un filtro en el aire. No hace falta ningún vestigio visible, el espacio esta lleno de materia que registra el surco de la pluma i de las palabras al ser escritas. Esa es una realidad física aunque aparece como algo imposible de concebir. Otra realidad se desprende de mundo del concepto, la puerta es el registro de un acto de fe y aquellos que creen en ella no pasarán al otro lado sin el debido consentimiento. También los actos físicos insinúan un camino simbólico y lleno de poesía; el pensamiento se deviene en creación formal al permitir el traspaso de una realidad a otra, de la física a la espiritual. Las acciones en el espacio estético son de la misma naturaleza; somos muchos los que trabajamos en un escenario figuradamente absurdo, pero físicamente real y a la vez imaginario. Ahora en el mundo de software, todo ese mundo se hace cotidiano y familiar… Los juegos simbólicos son puertas que nos transportan a otras realidades, ventanas de asombro que ayudan a tomar conciencia de aspectos oscuros para el sentido común. En ocasiones se ha de hacer un gesto incomprensible para llegar a una realidad comprensible. Saludar el sol cada día y decirle: ¡buenos días amor,


buenos días! no es otra cosa que estar agradecido a la vida y expresarle reconocimiento ya que es él quién la regala y la hace posible. En la cámara ritual entra la luz, poca, es la que yo deseo que entre. Igual que en la cámara fotográfica yo preparo los instantes y los actos. Con ellos, con los actos, explico pensamientos sencillos, los que preocupan a todos los seres necesitados de consuelo. ¡historias humanas, comprensibles y naturales! Por la grieta sinuosa miro el sol de frente y le digo: !hay que luchar para estar vivo! Es un acto normal que hacen todos los seres, un saludo esperanzado de aquellos que sienten los latidos del mundo en el momento de nacer. Es el retumbar de la tierra el que agita un susurro en el pecho y hace sentirnos fuertes y asombrados. Es por este motivo que deseo hacer espacios sinuosos donde resuene el pulso inaudible de la roca; campanas mudas donde su voz se hace perceptible al común de los humanos. El Dueto Era un virtuoso con la voz, tenía un El ave lira. Australia. Es el mejor imitador del mundo... registro amplio y poderoso. Cuando giraba la cabeza hacia el cielo podías esperar los trinos más sorprendentes. El viento azotaba las ramas y él, impasible al ajetreo sometido, dejaba ir dulcemente un sonido gutural misterioso, lo hacía con tanta entrega que estremecía los sentimientos. Lo pude comprobar en muchas ocasiones, era tal su poder evocador que dejaba el pensamiento en los huesos…El ave lira No obstante su espectáculo era incompleto, le faltaba la pista para deslizar sus soplos ligeros, carecía de un bajo sonoro. En su estilo era único y pensé que yo tenía la voz apropiada para el acompañamiento. Me pasó por el magín que podía ayudarme y hacer con él la gran obra esperada. Mi instrumento también era gutural, pero más abajo, partía desde las tripas y en ocasiones subía hasta la garganta o bajaba hasta el fondo. Otras atravesaba las gruesas capas de grasa hasta convertirse en una bajo sonoro bien acompasado. De todos los escapes y fugas salían sonidos más graves que el de un contrabajo, más profundos que el de una tuba y más dinámicos que el bajo eléctrico. Ensayé tanto estos sonidos que podía emular auténticos órganos, de hecho ya lo eran… Juntos creamos el espectáculo más subterráneo que se pueda imaginar. Las noches de amores prohibidos se dejaba oír desde el piso de arriba y las de los amores regulados sonaba desde abajo. Era un concierto universal que dio la vuelta al mundo.


¡Los dos creamos el dueto de los prodigios! Cuando sonábamos bien ajustados éramos magistrales, las notas arrancaban pellizcos emocionados al aire y el público se estremecía hasta el llanto. Entonces, en ese momento mágico, él bajaba el tono de voz, se contraía hasta quedar en un murmullo que se alejaba lentamente. Yo, quietito, con la punta del pié, la palma de la mano y un tono ventral inhumano, marcaba el compas. Lleno de ausencia, radiante en su presencia, los dos estremecíamos el aire en un espacio dilatado. Así permanecíamos un tiempo que se hacía manteca dulce en la boca, un mugido largo que dilataba los instantes. Entonces: entraba él como un carrillón excitado, era el momento álgido del espectáculo y todo volvía a tensarse. Un trino estremecía a otro, un gorjeo daba paso a un segundo y con todo, un collar de perlas se desprendía de manera precisa y se precipitaba por una garganta de campanas. ¡No se puede narrar, qué sonidos! Nadie es capaz de describir con palabras lo que ocurría en aquel instante, solo un color inspirado podría igualarle. Cuando su garganta se excitaba, emitía sonidos más ágiles que un trino y más livianos que el aliento de un niño. Sus sublimes tonos si comprimían y a escalas altas podían llegar a ser inaudibles. Entonces los cristales saltaban en millones de fragmentos, se rompían los espejos y los ojos se inundaban de lágrimas. En ocasiones era más placentero, los tímpanos se deleitaban hasta llegar al orgasmo. Como era natural en esos instantes emocionados, yo no me quedaba corto, con el órgano ventral dejaba ir aires entrecortados, algunos serenos, otros fuertes. En conjunto eran más sutiles que un lamento y mucho más profundos que el rumor de las olas, en realidad eran siseos del viento que refregaban las bajas membranas. Un día me dijeron que tenía la próstata mal: ¡me sentí morir! Era parte de mi garganta y estaba moribunda… ¡qué pasaría con el dueto! Ya era tarde para remendar los rotos y mi compañero del alma se fue solo a cantar entre los bosques moribundos del Brasil… ¡Allí está, cantando entre el rumor de jacintos, más solo que la una! Prolegómenos Del encuentro con el círculo en la playa de Castelldefels y del círculo que se ocultó en la arena se desprende la presente historia; la que relata los pormenores del Anell de pedra. Ver: El anillo incipiente Desde el año 2001 es Anell de pedra. La Comella. Tarragona 1975-­‐2001 Granito de la Ex-­‐U.R.S.S. 17 x 3,20 m.


una realidad firme, se han hecho obra permanente y es una de las esculturas que más me alientan. Ella sola da sentido al trabajo realizado en La Comella. Nunca he elaborado tanto una idea, a nada le he dedicado tantas horas de reflexión y esfuerzo. Ella me presenta hoy y espero que será mi aliada en el futuro! Quiero aclarar no obstante, que el trasiego que me ha causado no garantiza nada, ¡igual sólo ha sido un pasatiempo personal, una quimera unida a mi destino! Las piedras rusas Un día de julio del 1993, Jordi Llevat me dijo… —¿Rufino, vols pedra? — La oferta me dejó absorto unos instantes y al conocer el material y tener un proyecto para él me colmó de inquietud. Me impresionó sobremanera ver aquellos bloques agrupados en hileras, quietos, informes, poderosos como paquidermos dormidos. Pero… sigo con el preámbulo. Después del encuentro de Castelldefels estuve inquieto durante unos días, lo sucedido me atraía demasiado como para dejarlo sin la atención debida. En realidad no sabia el significado profundo de la acción ni la procedencia de aquellas sensaciones. Me puse a trabajar para saber que me unía al enigma de esas contingencias con la naturaleza y en ello ocupe años de observación. En aquel momento intuí que se trataba de un impulso personal dirigido hacia lo desconocido y misterioso. Todavía observo como casi siempre quedo atrapado en lo indecible. Más tarde dibujé una anatomía más precisa sobre los sentimientos y emociones experimentados en la naturaleza. De aquellas pesquisas salieron ideas, conceptos, esculturas, vídeos, fotografías y dibujos que me llevaron a trazar el camino personal en la dirección que he recorrido. Con los años realicé la tesis doctoral sobre estas observaciones y acontecimientos y los hechos que de él se derivan han quedado anotados en el link que acompaño a continuación. Anell de pedra Regreso a la oferta de las piedras: perdonad pero dejé a Jordi Llevat con el dedo en el aire, con el cuello torcido, el pie levantado y la palabra en la boca… —Són cinc-­‐centes tones de granit negre; han vingut desde la Unió Soviética i esperen al mas de les Ànimes a Reus.— Depende del precio... le digo… Ahora pienso como fue el proceso de reflexión; el concepto del anillo me ayudó a enlazarme con la naturaleza desde el principio y así se abrió la necesidad de crear acciones en el suelo firme. Como en aquella época no tenía recursos, por el momento me conformé con acciones leves, materias precarias y terminaciones efímeras. Recuerdo que hice un trayecto espiritual precioso, lo invoco como la época de mayor crecimiento interior de mi vida. Fue entonces que descubrí un lenguaje que dormía entre las cosas más comunes y estaban ahí esperando desde hacía millones de años. Me servía todo lo que encontraba a mano; piedras, hierba, desechos, ramas y hasta llegue a hacer círculos en el agua lanzando pequeñas


piedras sobre la superficie. Esas y otras acciones venían de mi niñez, cuando jugaba en la cantera o en el río Arba en Ejea de los Caballeros. La base de la idea, "el pacto", era muy sencilla, pensé que para sobrevivir en la tierra era necesario crear alianzas con la naturaleza, vivir con arreglo a sus normas y dedicarle el tiempo necesario para recibir después sus presentes. En aquel tiempo eran actos efímeros y repetidos, se trataba de aprender con las manos y afianzarme en el imaginario personal. Con las piedras rusas se presentaba la oportunidad de hacer la obra de manera permanente y así afianzar la voluntad utilizando las cualidades de la materia como aliada. Siempre he hecho lo mismo... —Baratas, — Me dice… y se queda mirándome fijamente. — Em pagues el lloguer que em deu Alonso, el marmolista del cementiri i són teves. Ja fa tres anys que las te aquí i em diu que no pot fer res amb elles…— Me las quedé sin pensarlo un momento. Cargado de ilusión e incertidumbre, cargué con ellas con la determinación de vender la obra por el precio de las piedras y los gastos del transporte. Preparé unos dibujos, redacte el proyecto y lo entregué a Aureli Ruiz, entonces era el que llevaba la sala Reus y hacía las funciones de asesor en el ayuntamiento. También se lo entregué a Antoni Pinyol, por entonces responsable de urbanismo de Salou y más tarde lo fue de L’Espluga de Francolí, donde se estaba haciendo una gran intervención en el río, frente a las cuevas de la Font major. Ahora es un museo dedicado al paleolítico entre otros objetivos. Me las quedé, cargado de ilusiones me hice cargo de un material que no podía guardar en ningún sitio. Poco a poco el tiempo me vino a decir que no había manera de construir el anillo de forma definitiva… Durante tres años estuve buscando alternativas y hubo momentos que las di por perdidas. De hecho, algunas, las más enfáticas fueron secuestradas, una la tiene el escultor Artur Aldomà, otras las colocó el ayuntamiento de Reus para soportar placas en espacios urbanos y otra se quedó muy cerca del lugar de partida. Todas ellas son hoy objetos ornamentales sin ninguna intención emocional. Si transmiten algún valor es por sus cualidades intrínsecas, no por las intenciones conceptuales que les han asignado. Sinceramente pienso que esas piedras tendrían que venir a La Comella, las compré y eran mías, ese era su destino. Pienso que no hicieron un periplo de miles de kilómetros para convertirse en objetos exóticos o para soportar placas conmemorativas. Por designación propia las veo allí donde están como piedras desnudas de contenido, no son nada, como máximo se acercan al Kitsch… El relato del viaje Todo lo que conozco sobre las piedras me lo relató el jefe de Grúas Altes, si hay algún error no será voluntario. Él me dijo que los bloques eran una partida de granito que venia desde la Unión soviética: (Bielorrusia) Unos industriales


holandeses habían comprado el material y por desavenencias comerciales el barco que las traía quedó varado en el puerto de Ámsterdam. Los marineros no cobraban, los días pasaban, el muro de Berlín se vino abajo y la Unión Soviética se fraccionó. El barco ruso quedó sin gobierno y sin dinero para pagar a la tripulación, estos decidieron confiscar la carga y venderla a buen precio. Unos industriales de Bilbao se enteraron de la situación de los marineros y las ventajas de la carga, vieron el negoció y decidieron comprar el material. Una vez en el puerto, los vizcaínos se desdijeron y otra vez los marineros quedaron estancados entre los giros de la fortuna. No querían las piedras, no podían hacer nada con ellas, el proceso de elaboración industrial era demasiado caro para los beneficios que podía reportar. Un marmolista de Reus (Alonso), se enteró de los pormenores del caso y envió un gemólogo para ver la calidad del material y decidir con criterios científicos que hacer con ellas. Lo observo como si yo estuviera en el barco, asombrado ante los inmensos bloques de granito negro perlado, petrificado ante sus resplandores y empequeñecido ante su dureza. Lo veo con una pequeña piqueta escarbando entre fragmentos de mica y cuarzo; “inspecciona” para decidir el destino de unas piedras gigantes. Conclusión: el informe es favorable y la piedras se compran sin dilación. Grúas Altes es la encargada de traerlas hasta el Mas de les ànimes en Reus. A los tres años de todo el trajín, desconocido para mi, Jordi Llevat me vino a ofrecer el material; ya conocéis la oferta. Como queda explicado anteriormente me dijo que Alonso no podía hacer nada con ellas… Después de un tiempo, por la prensa me enteré de otra partida de piedras traídas de Bolivia en las cuales también estaba implicado el marmolista citado, entonces pensé sobre las piedras de Rusia, fue una ráfaga repentina que me turbó el semblante…¿Quizá lo que tenía que hacer con ellas ya lo había hecho? El 15 de marzo de 2001, ya instalado en la Comella y con el espacio disponible, por fin pude instalar la obra definitiva. Hacía 28 años que la idea volteaba en mi mente y por fin llegó el día esperado. Llegó claro, fresco y cargado de buenos presagios. Nunca pensé que una cosa así me iba a suceder algún día; ¡fue una fortuna! Mientras los camiones acarreaban bloques de granito desde Reus, escribí estas palabras sobre el lienzo del suelo. El centro del anillo es mi centro y el de esta piedra también lo es. Todos tenemos un centro sobre el cual pivota la vida. Omega y los diáconos La piedra en cuestión fue la última en llegar, por lo tanto le llamé Omega. La coloqué como un monolito, de pié y serena, era la respuesta a los farallones que había observado en las montañas. Lo pedía sin palabras y llegó con las circunstancias medidas en años de reflexión. Hoy preside el lugar, creo que sin orden premeditado aunque todo estaba muy medido en mi memoria. El proyecto se decantó, como todo mi trabajo como escultor, hacia el juego de las


probabilidades; el anillo de piedra valora el concepto, el sentir de la alianza con la naturaleza y proporciona gravedad a la materia. El hito omega tiene siete perforaciones en una de las caras; era un símbolo a tener presente, una circunstancia que me fascinó y hice que miraran hacia el centro. Han esperado mucho tiempo y seguramente continuaran esperando. Su vacío me inquieta tanto como las casualidades que las han traído hasta mí. Todo lo sucedido entorno a la obra me asombra; su periplo no deja de segregar misterio. En cuanto a los agujeros ya tienen su destino, son el cobijo de los siete diáconos. El siete También son escenarios vacíos, orificios para susurrar versos; pienso que soportan las canciones de la tierra y las plegarias no atendidas de los escépticos. Hacía 28 años que había sucedido un hecho insólito en mi vida: fue un domingo por la mañana en la playa de Castelldefels. Con un palo dibujé un círculo en la arena; declaro que nunca una forma tan sencilla me llegó a turbar tanto. Cubierto por el azul del cielo y apoyado por ideas incipientes; me emocioné hasta verter lágrimas sin motivos aparentes. Después de un tiempo dilatado y difuso (aparece hoy desmedido en la memoria), le dibujé dos rayas en el centro. Las miré durante unos minutos más y al final puse el pié encima con cierta energía; ¿para borrarlas, pensé? Siempre me preguntaré el motivo de aquella acción; ¡aún hoy no lo entiendo…! Fue un encuentro misterioso y, por un instante, ¡tan sólo por un instante! se hizo luz clara en el pensamiento, El agua y las olas borraron el círculo y con él también las operaciones relatadas. El tiempo fue indiscreto y devoró los instantes: no obstante, sobre la arena quedó impreso un testamento sutilmente visible. Hicieron falta varias pasadas de las olas para que el dibujo perdiera toda gravedad ante los ojos, pero el círculo ya estaba impreso en la memoria; yo continuaba viendo vestigios de la acción sobre la playa y todavía hoy los veo. Observo como aquel circulo se aleja, se difumina ante los sentidos pero no se pierde nunca. En aquel momento pensé que los sucesos siempre permanecen, que la materia memoriza todo lo que acontece, lo recibe como una huella sobre el barro tierno y lo guarda para siempre. Al instante un soplo recóndito entró en mi mente y determinó la manera de enfrentarme al hecho creativo para el resto de mi vida. Como he dicho, aquel suceso dejó un rastro imperceptible en la memoria de la arena y también en mi vida. Durante años hice crecer aquella experiencia como una contingencia determinante. Formulé una manera de ver las cosas y me sirvió de mucho, ¡aún estoy en ello! Primero fue alumbrar la acción, constatar como una idea en la mente toma forma y se cuela en la materia y ahí queda para siempre el concepto. En aquel momento la intención era sencilla, casi infantil; hacer una alianza con la naturaleza, un pacto oculto en los mantos de la playa, entre los vestigios de la arena. Como ya he dicho, experimenté uno de los momentos más gozosos de mi vida. Allí nació esta crónica, el relato de una acción que me ayudó a definir el concepto de “realidad estética”. Fue un instante de reconciliación

Anillos en la playa de Castelldefels 1973


con el tiempo, un encuentro con los requiebros del mundo y a su vez, una visión clara del juego de las percepciones materiales. Medité sobre el tema y todavía lo hago hoy, aquella acción trasfiguró la playa y también transformó mi vida. Decidí crear un eje conceptual entre la naturaleza y la obra, la materia y la idea. En conclusión; enlazar el pensamiento con las permutaciones del mundo físico.

Sacrificio y celebración. 2009 Fénix o la ciudad del sol. Tarragona

El cascabel inocente 1a Parte Quiero pensar que el luchador es noble en sus actuaciones, convencido y convertido entre creencias. Observo como es empujado y jaleado, aplaudido y bendecido por los grupos de presión, por tanto es inocente de sus posibles acciones criminales; ¡su mente esta secuestrada! La han “envenenado lentamente”. Han hecho de ella el nido del rencor y sus conjeturas se parecen a una papilla de mandioca. Su psique esta perturbada en todas las direcciones, ¡vaya! retorcida y anudada como una cuerda en un saco. Su situación es confusa en todo, excepto en ver con claridad el rostro del enemigo. En realidad él es el sitiador sitiado; no lo sabe y no lo sabrá nunca... Su pensamiento se configura dentro de patologías agresivas y empujadas hacia la venganza. Sus quimeras saturan su mente hasta dejarle sin aliento. Su discurso es agrio, lleno de aversión y puede tener tendencias más o menos destructoras. Se ha de entender que el fruto de su creación, la victoria prometida, nacerá después de que la tierra quede desolada y yerma. Sus ideas no son fruto de sus convicciones y experiencias; no pueden serlo ya que él nunca disfrutó de un escenario abierto a los reflejos del mundo. Él no dispone de luz propia para analizar los espejos deformados por los pasiones; ¡simplemente se precipita en ellas! Su pensamiento se ha modelado desde fuera y no se ha enterado. Es un Golen amasado con mala baba y sus ideas han entrado como un edulcorante disuelto en el biberón. Las convicciones han sido licuadas e inyectadas directamente en la vena y eso se lo han


hecho ver y sentir desde el mismo día de la gestación. El pobrecito esta perdido..., ¡atrapado entre sentimientos contrahechos! Todo transcurre de la siguiente manera: alguien mueve el cascabel y queda hipnotizado. De niño le dieron carne de cabrito cocida con leche de su propia madre, de mayor pudieron ser más explícitos y le dieron una pistola y un cometido que cumplir. Al alba le susurraron al oído y le dijeron que era el día de la justicia. Se despidió de su madre con un beso, tomó la mochila, salió a la calle y se paró en el paso cebra con un cigarrillo entre los dedos. Al primer coche que llegó le pidió fuego. El conductor abrió la ventanilla y le dió los buenos días con una sonrisa amable. ¡Gesto que sentenció su perdición! Él sacó la 9 mm. Parabellum y le disparó tres descargas en la sien. Pensó sin pausas: -­‐¡Es lo que se merecía...!-­‐ Está claro, en el inductor, el afilador de navajas, está oculto el delito… Tenemos pués bien dibujado al culpable, bien trazado y sombreado. En la mano que excita el cascabel esta la amenaza y el origen del dolor. ¡Es la sierpe que agita el señuelo para que la cabeza pueda morder e inyectar el disparo. A su vez podemos pensar que la perversa mano también es inocente, también es victima de otra mano y esta de una anterior; así se encadena el rencor en los genes y el resentimiento se remonta hasta el origen de la creación. Somos hijos del amor pero algunos lo son del odio y del miedo... Podríamos pensar que se trata de un vector animal, quizá tribal y primitivo, un impulso protector y a su vez asesino que orienta la vida desde los primeros tiempos. Seguramente quedó expresado en la mente de Adán-­‐Lucy cuando sientieron la punzada de la repugnancia al sentirse subyugados por el sigilo de la serpiente… El odio se funde con el miedo, juntos fermentan y de sus vapores nace el valor. Es una patología grave sin pronóstico y sin cura alguna. Una enfermedad que se cultiva y se remonta hasta las enzimas que formaron al primer humano. Posiblemente es parte integral de los inicios de la vida, ¿como protegerla si no? Seguramente en su momento fue necesario e inevitable, pero ahora tenemos que pensar que los cambios evolutivos importantes ha sido justamente cuando hemos sido capaces de crear alianzas. Por otro lado, el poder que hemos generado es de tal magnitud, la capacidad destructora del hombre es tan desmesurada, que si no controlamos ese instinto estamos abocados al exterminio... Prestad oídos a las voces de la tierra, ¡sólo en ella se puede confiar...! Incorporo al movimiento del cascabel una acción de Marina Abramovich: espero que sirva como reflexión sucinta… ¡Es una dulce conversación de matrimonio...? Como piedras al sol Mi infancia transcurrió en Ejea de los Caballeros (Zaragoza). Crecí saltando caída: como piedras rodantes. 2010, La pedrera de El entre los riscos de la cantera, haciendo La Medol. Tarragona..


cuevas en aquellos cortes de arcilla y lanzando piedras por la pendiente hasta alcanzar el río. En aquella tierra quemada por el sol y azotada por el cierzo, templé el carácter y descubrí los reflejos del mundo, ¡era una atalaya extraordinaria! Las imágenes que afloran a la mente de aquel período son las vistas de las Planas del Saso desde la Corona; ¡mi barrio! Cuando me asalta la melancolía añoro aquellas casas huesudas y tambaleantes. Después de estas evocaciones aparecen las calles de tierra; auténticos barrizales cuando llovía, mezcla de todos los olores que transpiran los cuerpos; el barrio era uno de los más pobres de las Cinco Villas. Desde la Corona se podían ver los campos de trigo movidos por el viento, ¡eran soberbios! El verde del maíz tenía tonos plateados que deslumbraban, se perdían en el horizonte. El viento era permanente, traía olor de alfalfa seca y las sementeras en primavera brillaban como peces de colores. Los labrantíos sobre tierras de secano se dibujaban como un cuadro de Paul Klee; ¡todo lo recuerdo como un tiempo mítico! El color nos llegaba en ráfagas dulces mezclado con el polen de los frutales. El sol quemaba la piel ya ennegrecida y los niños jugábamos en aquellos riscos sin miedo y sin arneses; ¡era una época que nos situaba en otro mundo! El río Arba pasaba por abajo; lo veía pasar apacible así como los kilómetros de estela verde que dejaban sus riberas. En ocasiones bajaba a dormir a la sombra de los olmos y entre sueños dejaba en libertad barquitos de papel que navegaban hasta el Ebro. Siempre estaré allí, esperando y mecido en la memoria. El río, en silencio se llevará mis recuerdos hacia el mar y los dejará muy cerca de la Comella; ¡me encuentro equidistante y aquí los relato! Los percibo lejanos pero están aquí, ¡latentes! Aquellos tiempos fueron decisivos, estoy colmado de sus fragancias y endurecido por los fríos inviernos. Allí se templaron los sentidos, se formaron las llaves del pensamiento y se modelaron los sentimientos en un tiempo capital; la niñez. Puedo pensarme allí como un montículo de tierra lavada, como una grieta que se despeña hasta el río. Consigo sentirme arcilla, roca que resbala, lodo y polvo y con todo ello ser parte activa en el trabajo presente. No podría concebir el lenguaje secreto del mundo sin aquel aprendizaje; ¡fue determinante! A los doce años cogí un puntero y un martillo y les di forma a unas piedras que teníamos en el tejado del cobertizo. Estaban allí para evitar que las levantara el viento: El sistema era muy usual, una costumbre en la arquitectura popular de la zona. Todas las casas tenían este remate, piedra calentándose al sol y haciendo equilibrios para no caer encima de la gente; ¡eran una amenaza permanente…! Con ellas hice un conjunto de cabezas. Aprovechaba el relieve que proporcionaba la forma y terminaba de dibujar los ojos y la boca, el resultado fue arcaico y expresivo. Con los ojos abiertos y estrábicos miraban en todas las direcciones posibles y creaban la sensación de vigilantes permanentes. Mi padre les llamó bolindros… Aquellas piedras proporcionaron una impresión extraordinaria en mi imaginario. Hoy daría cualquier cosa por sacar una imagen impresa de mi mente y poder ilustrar este relato con ella.


Aquel ejercicio fue una diversión de adolescente, pero marcó parte importante de mi vida posterior. Con él se abrió una ventana misteriosa, a través de la cual, desde entonces he mirado las cosas asombrado, aterrado y cautivo por el misterio. Todavía oteo el horizonte y siento el aire fresco y la luz reverberante de los brazales… Pasaron años antes de conocer las causas que motivaron aquella acción. Fue en la Facultad de Bellas Artes en Barcelona: un compañero de clase, Sebastián Majadas, hizo lo mismo que había hecho yo años antes. Para él, todas las piedras redondas eran cabezas calientes encubadas por el sol. Su motivación estaba bien localizada; los "Barruecos", unas piedras de granito redondeadas por la erosion que se encuentran en Cáceres y otros lugares de Extremadura. Aquellos pedregales se habían colado por los ojos y habían modelado el pensamiento. Aquel territorio donde habíamos nacido los dos, tenia algo de paisaje lunar, de tierra primigenia y aquellos canchales era semillas vivas de grandes proporciones. Más tarde pensé que las cabezas de Ejea ya estaban en mi mente, resonaban des de antaño en la memoria biológica, eran parte de un paisaje transmitido en la retina como se transmite el color de los ojos. Soy escultor y quizá ya lo era antes de nacer. Para mí la vida se ha tejido sobre una urdimbre casi sin forma, solo el concepto ha podido transitar por una leve insinuación de la materia. Por extraño que parezca, camino y hago camino sin pensarlo, por tanteo lo hago y confío en el instinto. Exploro y sigo adelante por pura inercia, como una piedra que rueda por la vertiente. Como ella me precipito por el declive de los años y compruebo como me empujan los hechos y los recuerdos. Las ideas, los recuerdos, son trenzados en la yema de los dedos, ahí los revelo lentamente. Son bolindros que afloran de las piedras informes y se hacen pensamiento. Como bolitas de pan aparecen y ruedan como mis días de trabajo. La verdad es que la acción del niño se ha convertido en la experiencia de la vida, ¡fue un sueño que vislumbro cada día en el taller! Con aquellos recuerdos deseo descubrir certidumbres, señales permanentes y estables… ¡No lo consigo!


Grafito sobre papel. 2011. Tarragona, Transmisión de móvil y retoques en Photosop. Homo crisis de: Enric Llevat Gateu.

Aliento y derrota El presente relato trata un aspecto especial del sufrimiento: el fracaso en el traumático tránsito por la vida. Es decir: la derrota moral, económica y política en las pugnas humanas. Le comunico el tema al "buraco oracular" ya que pienso que es un tema de órdago que nos va a dejar a todos sin aliento… Como siempre es un enigma su respuesta. En esta ocasión se adelanta y me contesta antes de formular la pregunta. Sorprendido de la celeridad del día, compruebo que el agujero en cuestión es inteligente como un lince y teje las historias con una perspectiva inusual en los humanos… —No me digas ni una palabra más, ¡eres un bisoño! el tema no tiene remedio y tú dale, dale que dale, ere que erre que herre. No obstante, como soy la voz que nace entre aguas ígneas y me divierte perder el tiempo contigo, te relato una fábula ofrecida a aquellos que dedican la vida a una causa oblicua, macerada en la esperanza de un sueño: la visión de las anamorfosis permanentes…— Empezó a desgranar el tema; ¡madre de dios, qué palique! Con autoridad petulante, incansable como siempre y con entonación justiciera siguió durante horas. ¡Aquí dejo unas notas y empiezo a sudar de miedo...! Así son los dioses... ¡No sabéis como me cansan! —Mi voz es el burbujeo del agua y me dirijo a aquellos que sacrifican la juventud en batallas emocionales, quimeras que secuestran los mejores años de su vida. Les digo a los patriotas amortajados con banderas: te lo buscaste, truhán, ¡te lo buscaste! Querias ser un héroe y mira lo que has encontrado, el foso de los latentes... Te lo dije en más de una ocasión y no hiciste caso... Te fuiste a la batalla a buscar tu bala de plata, ¡ya la tienes entre las cejas incrustada! ¡Te lo dije una y mil veces; en esta dirección sólo se cultiva el dolor!


Te anunciaba lo peor en cada oído: ten cuidado, no seas temerario y menos un incendiario, el “triunfo” siempre es pagado con el sufrimiento propio y el de los demás... ¿? No hiciste caso y ahora te aguantas por terco, obcecado y engreído..., ¡te aguantas y sufres en el infierno! Quién te creías que eras para montar el pollo y salir airoso. Mira el rostro que les ha quedado al los triunfadores de ayer; os han dejado en la ruina y ahora callan como zorros, aunque todavía quedan algunos que airean fintas de confusión. Son los irreductibles, su inteligencia esta dispuesta en el filo del cuchillo, ¡no tienen otra!.— A toro pasado es facil hacer pronósticos, le digo. Hasta el más pintado se apunta cuando suenan los clarines. Todos tenemos miedo a perder e tren y quedar arrinconados por la historia... ¡Ni escucha! Él continua con su cháchara y arremete con más brío, ¡también es un pozo terco! —A los anabaptistas les digo que lo practiquen ya, que se auto determinen de una manera efectiva e irreversible. Que dediquen el tiempo a cultivar los campos, a reconstruir las masías destruidas, a arreglar caminos y reforestar los bosques. Esa es la nación real, no hay otra. El alma de la patria está fundida en la visión completa de los montes, el cantar de las cañadas, la bruma de los ríos, el color de las primaveras y el trinar de las aves, esa es, no hay otra; vívela y no quieras sangrarla. Deja que los demás miren los montes con sus propios ojos, no los consumen ni los desgastan haciéndolo. Intuyo que no tomarán ese camino, no lo harán por que cansa, esa es la verdad; ¡los montes seguirán ardiendo y no harán nada en esa dirección!— Le replico con la voz quebrada. Me intimidan estos temas, soy víctima libada con orines; en más de una ocasión ultrajada. Estamos secuestrados, conducidos por una situación social que nunca se hará responsable del dolor causado; engañados y disminuidos. Cuando nos queremos dar cuenta nos vemos agrupados en batallones de combate, dispuestos a morir por una causa que no hemos entendido ni consensuado. Cuando la refriega toma inercia ya es demasiado tarde para detenerla y recapitular. Es como si la charnela de la mente entrara en colapso. De súbito, ¡las heridas se abren y taponan la razón! Se lloran los hijos perdidos, se observan los campos quemados y en los oídos suena permanentemente el estruendo de los cristales rotos. —Iniciada la batalla no hay marcha atrás; es la hora de los incendiarios, los que cultivan el "entre peor, mejor", ¡es el momento de purgar el dolor acumulado! Los espejos deformantes han ganado y la luz de los ojos es guiada por las frustraciones personales. Tras la derrota los agitadores desaparecen. No se puede pedir cuentas ya que nadie es subsidiario del pensamiento tribal. Nadie revelará ser el responsable de los males provocados. Las felonías encubiertas bajo el velo del espíritu colectivo quedan impunes. Hay responsables, está claro; los que tienen el poder y lo ejercen de manera interesada lo son. Los que han tenido una posición privilegiada y la han ejercido de manera irresponsable y perversa lo son. Los que emiten discursos incendiarios lo son, los irresponsables que airean sus eructos envenenados lo son. Ante el teatro de la confusión y el horror afirmo que hay que erradicar las prácticas violentas para obtener el poder, también las emisiones salvíficas para curar las mentes. ¡Ya esta bien de candidez impostada y de justicia que extermina al otro! Pero al


tanto, no hablo de caridad cristiana, el otro no siempre es el débil, ni el fuerte. El otro es el no tú, ¡hijo de la gran verdad...! Pienso que la manera eficaz es aislar a los generadores del conflicto es dejarlos que se consuman en el silencio. Los que les dan voz, los que les jalean y dan aliento y crédito, son los más responsables, son los causantes del sufrimiento devenido. — Sí, seguramente si se les deja solos aguantan poco… Le digo mientras escucho el burbujeo del agua calmada i en ralentí. De todas maneras le replico que la pequeña ventana de Facebook es aliento de libertad. Es bueno que la gente airee sus opiniones. Siempre enriquecen, máxime si son de buen tono y hábiles juegos del pensamiento. —Los que generan crímenes, genocidios colectivos, tienen que ser juzgados, de lo contrario llegaréis más pronto que tarde al exterminio. Las practicas del machete han existido siempre y podéis alegar que es consustancial a la condición humana. Siempre os enfrentáis en lucha por un hueso; vuestra pequeña fuente de ambición empieza en un palmo de tierra. Ahora los machetes son tan poderosos y ligeros y el hueso tan invisible que el peligro esta cargado de fatalidad. Mira, mira bien iluminado, guardian de la soberanía: sin enterarte, ahora mismo hacen una transacción comercial y vacían los silos de trigo. En un segundo te has quedado sin pan en los próximos veinte años. Un dígito mal valorado y se derrumban todas las previsiones, te arruinan sin indulgencia alguna… Es un cuadro económico, sociológico y psicológico al cual has quedado adherido de manera inconsciente. Tus juegos y vanidades lo difundieron como “la luz de la verdad y el bienestar.” Es una realidad que se ha destilado en los medios de comunicación, en la presión política, en los órganos de poder, en el cantar de los poetas, en las homilías dominicales y las tertulias de café. Un vector de opinión que hace hueco en las mentes, en los comportamientos sociales y en los oportunismos personales.— Una explosión súbita, una burbuja gigantesca se desanuda en el fondo del pozo y me acusa de ser más incauto que una brizna de hojaldre en medio de una galaxia de vapor naciente. La burbuja —La historia de la humanidad esta escrita con el influjo de estas variables y podéis afirmar que son la causa del conflicto humano. Son las predicciones fatales las que formulan expectativas entre los jóvenes, esperanzas que desembocan en dolor personal y en la ruina colectiva. Los murmullos inducidos se hacen opiniones sociales, el rumor de justicia se hace ley y cae en el surco como semilla que germina y yerma la tierra. Es hierba que inhabilita los campos de cultivo y trae el aliento de la miseria. Derrotados, ¡así volvéis a empezar con la espalda curvada! Es una aparición inevitable la que trae el crepúsculo de los tiempos del sueño. El guía espiritual, el que veía más allá del horizonte, el que dibujaba el devenir y soñaba con espigas de oro, levanta los paternales brazos y os sumerge en los delirios hasta la extenuación. Al inicio es un deseo que os colma de gozo los instantes, pero con el tiempo hos dais cuenta que aquellas palabras vacían la mente y las despensas. Los que manejan las estadísticas, disponen, de un regimiento de asesores y poetas para escribirles las más “bellas homilías”, los que consultan el oráculo y sacrifican el cordero el día de la patria (ahora son los mostrencos políticos), os han hipnotizado y han aprovechado para saquear el país. Con el dedito curvo os enseñaron los nuevos cultivos. ¡Que desengaño! Eran hierbajos pero visteis flores de azafrán. Con gestos de magos de oriente los mostraron un día y otro,


presentaron sus ensoñaciones en forma de parques temáticos y os cautivaron la voluntad. Ahora advertís las bondades del mundo a través de sus ojos patrios, tiernos y candorosos. Cuando eso pasa, ¡ay de vosotros, ya sois presa de la ilusión! Veis que al germinar las nuevas semillas aparecen tallos bellos, jugosos, ¡inocentes! Hambrientos de justicia y de esperanza, ¡los tomáis como maná, les creéis a pies juntillas y cuando os dais cuentas estáis enfangados hasta los corvejones! Ignorantes ellos también, os llevan de la mano al precipicio y allí perecéis todos embarrancados en un cenagal putrefacto. En aquel muladar en descomposición emerge un grito; ¡Sálvese quien pueda salvarse! En el delirio final, en el estruendo de la gran estampida, es donde sois devorados sin piedad alguna. Todo ha sido un sueño, pensado, creado, fermentado y adobado para el día de la derrota... En esta hacienda desolada: ahora si, saturada de injusticias reales y con claros síntomas en descomposición, se observa que de sus légamos fermentan los héroes. Se acaba el relato, se hace silencio y en el fondo se oye una voz que se eleva sobre el burbujeo moribundo. ¡Aliento leve con síntomas de clara agonía…! —¡Hay que renacer de nuevo…!— Fénix Héroes y eructos de niño. El azogue de la realidad nos pesa a unos más que a otros, eso se hace evidente en el cuidado de los dientes, el brillo de la mirada y el pelo que nos luce. Sobretodo se observa en el reparto de bienes naturales, en las capacidades personales y en el coraje con que nos dota la vida para enfrentarnos al mundo. Queda claro que desde el mismo momento de nacer ya somos diferentes, nos trenzamos entre posiciones sociales, cuestiones de clase, grupos de referencia, tribus urbanas, estados de ánimo, etc. y eso configura una suma de referentes que grava con fuego los tejidos del pensamiento. Con ese equipo se forma el nudo de las contingencias personales, caminamos con ellas y constatamos como en el uso de los recursos y en el saber manejarnos están las claves de Alex el enigmático. 2012 Tarragona nuestra vida… Algunos ya quedamos sometidos al dolor en el momento de nacer; desde ese instante quedamos abatidos por la carga viral que nos toca. La herencia que nos es dada se revela lentamente y dibuja los misteriosos designios de la humanidad. Somos animales gregarios sometidos al grupo, almas sitiadas entre propósitos


engañosos, !no podemos descifrarlos! Algunos podemos sobrellevarlos, otros negarlos o combatirlos, pero si no hacemos nada quedamos atrapados. Permanecemos encadenados por los sentimientos, prisioneros de las palabras, esclavos de los ensueños, secuestrador por el miedo de ser cobardes o traidores. Los más quedan varados, perdidos en la tierra de nadie y sin esperar nada de la contienda, se ven envueltos en el terror que se despliegan ante ellos. Los tropiezos nos enseñan el camino, es sinuoso y largo y la desdicha aparece siempre amenazante. Parece que escogemos el camino voluntariamente pero no es cierto, él se presenta ante nosotros como algo inevitable; el horror entra en nuestras vidas como aliento envenenado. En el fondo de todo el entramado no elegimos nada; el libre albedrío no es cierto, para la mayoría de los mortales no existe. No tenemos la lucidez suficiente para escoger algo que sea fundamental en la vida, no disponemos de la libertad para decir no, ni de la fortaleza para enfrentarnos a los mandatos de la “sociedad”. Sin quererlo ni amañarlo nos secuestran el destino. Podemos afirmar que nos encontramos permanentemente sitiados por contingencias que nos hacen naufragar y constatamos en ello que nuestro fracaso es fortuna para unos pocos, que, a su vez, también se sienten fracasados. Hasta los jefes de gobierno quedan sometidos a esta sensación de deriva y de complot universal. Pero…, ¿hay un complot universal? El mayor complot se cocina entre dudas, dentro de nosotros mismos, ¡no sabemos gobernarlo! Lo mas sencillo es siempre encontrarlo fuera, (que haberlos hay los). Hay motivos para hallarlos entre masones y rosacruces, entre codiciosos sin moral y banqueros sin país; almas sin nombre deambulando en paraísos fiscales... hay de todo en las sementeras de la tierra, ¡pobrecitos! En ocasiones tomamos una opción equivocada, vemos claramente los errores, presentimos el dolor y las consecuencias que conlleva, pero no tenemos la capacidad, ni la voluntad, ni la sabiduría para voltear la ruta, no queremos ni sabemos llevar el gobierno de nuestras vidas. Le damos el gobierno a “los nuestros”, cedemos la soberanía personal a un grupo de referencia que en la mayoría de los casos es el guía virtual que ilumina la ceguera colectiva. Si tuviéramos la capacidad para gobernarnos no habría complot posible, nadie podría hablar por nuestra boca ni estirar de las cuerdas de nuestro destino. Como no es así, como somos criaturas a la deriva, ahí quedamos atrapados, sitiados, contrahechos, ensombrecidos y aprisionados en nuestra propia debilidad. En ocasiones tenemos la percepción de que somos nosotros los que gobernamos y hacemos la obra, pero es una ilusión. La mano que la ejecuta, el gobierno de nuestros gestos, está tutelado por un poder invisible que tiene su centro en la caja de la ambición y el pozo de las vanidades. Su sede es ubicua y se disuelve en el aire como el cetro del poder. Su flujo sanguíneo es el dinero, un instrumento fatal de sonido hechicero. Lo más curioso es que el determinismo no es del todo cierto, nos queda la ilusión de que somos nosotros los que establecemos el juego y en ocasiones es así en lo cotidiano, podemos dormir al sol o a la sombra, ¡escogemos las cosas sin gravedad,


eso es todo…! En los grandes temas constatamos que nuestro pensamiento queda varado y oculto, intencionadamente omitido. En el fondo de la cuestión sólo disponemos de la libertad para tomar el café más o menos frío…

L’ocult esperit del temps. Recollir en un tub de coure l’alè de la muntanya. Castellvell del Camp, 1996.

La forma, el contenido La actividad escultórica se ha liberado de muchas funciones que la han mantenido activa en el curso de los siglos: decorativas, patrimoniales, pedagógicas, económicas, espirituales, científicas, históricas… Ahora casi no le queda ningún cometido social para seguir viva. Actualmente parece que la construcción de formas no tiene ningún sentido; la matemática, la geometría, la tecnología y la pureza de las formas es un territorio propio de la ingeniería y la arquitectura. Ningún artista puede competir con estas disciplinas, artes que están sometidas al poder económico y político. Ningún escultor puede hacer una forma de las dimensiones de la Burj Califa si no es una caja vertical para contener y producir dinero en su interior… Los artífices de esas grandes obras son equipos tecnológicos complejos, estrategas que ponen la técnica y el atrevimiento de los sueños entre las relaciones de poder y su pensamiento. En estas acciones constato que todo el entramado creativo esta nublado de vanidades y de intereses económicos; ¡por lo visto no puede ser de otra manera! Personalmente no me maravillan estas obras, son operaciones de soberbia y en el fondo ejercicios de simple academia. Sus desmesuradas pretensiones son evidentes, sus contenidos se centran en el poder, y las ideas son escuetas y pueriles. En el fondo de tanta prepotencia técnica se oculta una estética vacía y una apología de la nada, una escultura gigante fuera de toda dimensión humana. Podríamos afirmar que se trata de una tiza puesta de pié que demanda ser derribada… Pienso que detrás de tanto espejismo hay poca cosa y creo que todavía no se han preguntado cómo se aguanta una caña, como flexiona accionada


por el viento, o como se crea el espacio interior de cada nudo… y si se lo han preguntado algún día, no han sabido encontrar la respuesta; ¿porqué no se rompe con los desafíos naturales? Pero, mira, mira, eso está al caer; ¡Empieza la era de los delirios!... Serpiente en el cielo Estas batallas de poder son una excusa para seguir por los caminos transitados y no equivocarse nunca. La autoridad tiene que demostrar su dominio y este está unido al espectáculo de la longitud, la altura y la proximidad con Dios... Piensan que con eso queda dicho todo lo que pueden llegar a decir para que el espectáculo les funcione… No obstante mis prevenciones, que son muchas, me parece muy bien los que practican esta vía si lo hacen con entrega y el resultado es bueno. En la mayoría de los casos no es así, pienso que son el testimonio más disparatado de nuestra era. Ellos son los responsables de los desatinos de nuestro tiempo y a todos pienso sumergir en el pozo de las vanidades... conceptualmente no dejaré ni un alma subida en la atalaya de los dioses… Creo que los baluartes se derrumbarán y del estruendo quedaremos derrotados por muchos años… Las torres caerán por su propio peso… ¡ya lo hemos comprobado!

Testimonio. Glíptica. Detalle. Marmol y plomo. 2004-­‐2007. La Comella. Fot. Josep Borrell Garciapons. II Testamento En la contemplación de una obra primero valoro la emoción recibida, seguidamente el concepto, la gravedad moral y ética de la idea y por ultimo la maestría, la oportunidad del material empleado y la sinceridad del trabajo... Siento que en la gravitación de sus enlaces, en sus íntimas relaciones se encuentra el lecho de los significados. Lo que más me cautiva es que estas relaciones se den limpias, sin engaños envolventes: moda, oportunidad, complicidad, afinidad, etc. ¡Se dan o no se dan! La idea


La idea, el concepto, han sido para mí el sentido primordial de la obra, el propósito existencial del camino recorrido como escultor. Las esculturas son los vestigios de lo pensado, el resultado de la voluntad que ha trenzado mi vida. Afirmo que las obras, quizá sin pretensiones, sin valor alguno, son mis “tesoros”, mis pensamientos amasados en piedra! Ellas forman el testimonio del esfuerzo realizado y el deseo frustrado de permanencia. Confío en la complicidad del tiempo para que se soporten solas; esta es la mayor de mis contradicciones. Son obras en el límite, entre la desnudez de la idea y la presencia rotunda de la materia, por ello admito con tristeza y cierto pesar que todas pueden disolverse entre cenizas. Si nadie las abala pueden quedar perdidas en el olvido rápidamente. Parte de mi trabajo son pensamientos ocultos, realidades omitidas, palabras silenciadas. El trabajo escrito (estas reflexiones), ha servido para definir mi posición en el mundo no para revelar sus contenidos... Las ocultaciones han sido un reto impensable, me han dado perspectiva en la mirada y también la disposición moral para aceptar la derrota con cierta fortaleza. Después de lo dicho confío que en el último momento no me traicionaré y, descompuesto, me entre pánico escénico y combinado con mal de vientre desee reescribir un nuevo testamento... Los contenidos pueden ser variados: morales, éticos, históricos, evocadores, misteriosos, asombrosos y terribles, todos emiten señales que conmocionan y templan las fibras del ser. Todos forman la malla que ordena y trenza los sentimientos, los regenera y los deja dispuestos en su lugar. La experiencia estética nos anima, nos reconforta y nos hace más capaces; eso pienso. (¿?). Esta trama de contenidos es fundamental en la obra, le proporciona sentido y configura el blindaje que ampara una buena salud mental, una disposición comunicativa y un enriquecimiento personal y colectivo. Pienso que una sociedad espiritualmente motivada, abastecida de significados morales y éticos, sobrelleva mejor el desasosiego. Vuelvo a la idea central: creo que el pensamiento construido sobre la base de la experiencia se hace más sosegado y firme. También que los límites ordenados y en afinidad con la naturaleza nos ayudan a ordenar el caos. De esta manera podemos quedar acoplados en ella y comprender la dirección de la vida. Entiendo que vivir sus leyes con calma puede contribuir a que seamos un poco más felices y podamos sobrellevar mejor el dolor de la vida. Conformado así, el ser se observa más tejido con los misterios del mundo y más apto para soportar la incertidumbre, que aquel que valora el todo vale en el libre juego de las vanidades… Compromiso Personalmente me siento comprometido y complacido, en mi trabajo he sido afortunado y la vida me ha regalado mucho, ¡más de lo que esperaba! Como escultor no deseo otra cosa que lo que estoy haciendo y no anhelo otro éxito que el que me manifiestan mis seres queridos; la mayoría ex alumnos, algunos ya amigos adheridos a mis sentimientos de por vida. En cuestiones vitales, el destino se ha ensañado conmigo, ha sido tan doloroso que ha empañado los claros del pensamiento, me ha carcomido el semblante y distorsionado el perfil de la vida. Supongo que eso también se respira en la obra y la hace más cruda. En este aspecto me es igual, no tengo ninguna intención de hacer nada para bonito y tampoco estoy motivado en decorar salones graciosos…


Trabajo para los sentidos espiritualmente compartidos, me complazco en los demás y deseo que la orientación de la obra esté al servicio de la vida. Deseo que su desarrollo potencial implique la voz de la naturaleza y en lo posible, esta pueda ser descifrada por todos. Es una opción que me asigno con placer e intento ordenar lentamente; son susurros que dejo caer entre los surcos que me traza el tiempo. Así es como me percibo: me siento acoplado al devenir y, cuando toque, que espero sea más tarde que pronto, estoy dispuesto a disolverme entre la nada. Vivo las contradicciones con cierta tolerancia y me siento conforme con un sentido global de la existencia. Confio que este sea el aliento que se respira en La Comella y la palabra que describe el trasiego de mis días. Materia y esperanza Pienso que entre la vida y la muerte, la materia y sus permutaciones físicas y químicas lo son todo. Ella es la única creadora y su dinámica impone el sutil juego en la naturaleza. Su obra nos proporciona un intervalo corto, agitado y viral; es el plazo asignado para pensar y alumbrar hipótesis, para crear soportes mentales donde afianzarnos. La existencia la contemplo como la luz de un instante. Es tan corta que se convierte en un soplo irrisorio, un segundo furtivo que, en el mejor de los casos, permite dibujar las observaciones más peculiares. En el peor se hace larga, interminable, aburrida y tediosa: te vas de este mundo sin enterarte para que has venido… En realidad tenemos un minuto para grabar nuestras experiencias más sentidas, para incidir en la placa dorada de la memoria colectiva; ¡a veces es un segundo! Lo grave del caso es que casi siempre el minuto se escapa entre el perverso juego de las vanidades. En este pequeño instante me siento inspirado; escarranchado en la atalaya rocosa de La Comella oteo el horizonte y pienso… ¿Será este mi minuto? El trabajo Lanzo un susurro que perfora la tierra y espero que se aloje en su corazón llameante, allí quedará mi esperanza a la espera del feliz encuentro; brizna conceptual del ser, idea fosilizada que la acompañará hasta el final de sus días. El tiempo pasa retorcido y veloz, ¡es imparable y lo devora todo! Es tan virulento su rugido que me espanta, me llena de terror y me ordena un período de prudencia. Me digo: debo templar las manos, ¡las tengo nerviosas y dislocadas! Me demando la sabiduría que no dispongo y el oficio para el que no estoy capacitado; vencido respondo con instintos maleados. Un cuadro de ineptitud, torpeza, indolencia y fatiga me acorralan; ¡he de reponerme! Tengo que poner remedio y hago propósitos para enderezarme... Empiezo la faena y aporreo una piedra, la golpeo con furia, la acaricio con ternura. Ella ruge entre estampidos; respiro su aliento, la traspiro y en la piel se hace un barrillo genital y fértil... La trabajo durante horas hasta quedar rendido, extasiado paralizado… Me tumbo en el suelo y descanso en la fatiga, con todos los músculos distendidos duermo, ¡por fin respiro en libertad! ¡es un momento de placer extraordinario! El tiempo El sol rompe el silencio nocturno cada mañana, las tinieblas huyen y minúsculos rayos de luz golpean los ojos; son ventanas que se abren ante nosotros, lucernas para que cada uno escoja las semillas fértiles con sus propias manos y las meta en


el surco. Mudo y poderoso como la luz que nos hace renacer, dice la voz del sol: -­‐Que cada ser cultive su vida y gobierne sus recreaciones; ¡si le dejan y no muere en el intento!-­‐ Es tiempo de reflexión: el lienzo dorado del cielo es la mesa de trabajo, el espacio donde podemos ejercer nuestras figuraciones y así lo hacemos… Feliz aquel que ha conquistado la libertad del niño y juega con las nubes; baño de formas imaginarias que se funden con los deseos sin reparar en nada. Mirar de frente los sueños y esperar el devenir sin parpadeos, plantar las estacas que nos dibujan los límites del mundo y ahí, en la frontera, lanzar un eructo que transforme todo lo pensado... Comprimido El mundo se ha empequeñecido, ahora lo sostengo en la palma de la mano y lo contemplo emocionado. Observo a mis coetáneos con respeto; hay profesionales que administran muy bien su tiempo y de su mente florecen los mejores requiebros. Les doy las gracias a todos; ha sido un placer compartir una época compleja con ellos. Pero también hay desvaríos sin límites, estamos en la era de los mostrencos. Algunos han escogido el atajo para realizar la obra y queriendo estar entre los entendidos lo llenan todo de murmullos y de ruido escandaloso. ¡Sin grasa, son los que más chirrían! Ante este panorama desconfío de los argumentos sin emoción, del virtuosismo técnico sin contenidos, de la puesta en escena que cautiva la voluntad pero que es fácil constatar que detrás no hay nada. (Hay que evitar a toda costa el atuendo de los esnobs y los remiendos de los pipiolos). Sabemos que hoy todo es fruto de la estrategia, de la fortuna de un instante, de las compañías y de estar presente... (por si un caso pasan lista) El cometido aparece ante los ojos con gran estrépito, es trasparente y claro: el éxito inmediato, el glamour de los micrófonos y los regalos del mercado que, de tanto pervertirlo, ya no existe. Ante este escenario desolado se representa "la comedia del arte" ¡hoy como siempre la vida es sueño! Renuncia Así es y todo vale en esta selva de jíbaros; yo también estoy luchando por sobrevivir e impedir por todos los medios que me reduzcan la cabeza. Lo hago con todas las fuerzas en el trabajo de taller, escribiendo y haciéndome blogero a los sesenta años. También en la renuncia actuo en cuestiones importantes. La retirada ya es evidente, hace años que me escondo, he decidido atesorar mis conceptos en el seno de las piedras. Pero ojo, no oculto los ejes fundamentales; ¡trabajar en las ideas para seguir vivo! Sospecho que no lo hago por bondad y que en el fondo hay en mí una dosis considerable de hedonismo, ¡a mí también me puede la vanidad! En este sentido soy un impenitente que no se arrepiente de serlo y presume de sus defectos sin sonrojos. Me consuela decir que mis desvaríos los he pagado yo y con libertad puedo afirmar que no debo nada; sólo agradezco el apoyo incondicional de mis amigos. Las mascaradas, los simulacros, las estrategias y los navajazos mortales van aclarando el territorio, cada día quedan cadáveres en el camino y el ejercito de creadores emergentes se evapora en la tierra. Al final quedan pocos y cansados; ¡duermen agonizantes! Algunos comprueban tarde que se pierde mucho tiempo mimetizándose con el éxito y muriendo de hambre, otros se han hecho penitentes


y se alimentan de las migajas que reparten en los vernissages... Estas cuestiones son inútiles y confunden los mejores pensamientos, hacen de ellos harina de bobalicones. Bajo mi punto de vista, todo eso no sirve para nada; vamos a morir muy pronto y tras el óbito: (humm, hoomm), ¡todos vestiremos una máscara de silencio!

Siete pájaros al alba. Fénix o la ciudad del sol. Tarragona 2010 Fénix o la ciudad del sol. Comella Escultura Natura

Metáforas El mimetismo, el camuflaje, el señuelo, me parecen geniales si son instrumentos de la inteligencia, armas para sobrevivir en esta selva de realidades cambiantes. En los salones del museo, las galerías y las ferias internacionales, siento como zumba el cascabel de la serpiente, me alerta entre el barullo del mundo. Es la confusión de los predicadores de toda estirpe: los tomo, los amplifico y difundo su castañeteo desde los campanarios de todas las ciudades y villas. Poco a poco se disuelve como la brisa por los campos y llega como un elixir homeopático a los oídos de los anhelantes. En la lejanía los niños se alertan, escuchan los versos del mal y se llenan de emoción, distinguen el terror y huyen de los salones, se alejan de los torreones y los crespones negros, de lo expuesto no quieren saber nada, de los pregoneros tampoco. La serpiente y su cascabel en la cola para distraer mientras muerde... ¡es una metáfora espléndida! En los mismos salones, en los mismos santuarios del arte, contemplo la desprendida cola de la lagartija; es descomunal y golpea los muros, destroza las obras que configuran la historia y borra todos los nombres; ¡del pasado no queda nada! Me sirven sus veloces vaivenes, el zig zag nervioso y agónico que marca una era terminal, de auto-­‐contemplación proyectada con mil pantallas. Los novicios quedan alucinados ante el señuelo; el caleidoscopio crea las más bellas simetrias pero el contenido es violencia, desorden y caos. Los asistentes no ven otra cosa que el latigazo agitado de un fragmento sin sustancia y aplauden incansables ante los efectos. Mientras tanto, la inteligencia del animal se ha puesto a salvo en su guarida, se cuela por la cloacas, se adentra en el monte libre y empieza a tejer su cola nueva... ¡La lagartija y su rabo forman una secuencia inolvidable de la creación incesante de la naturaleza! Entre los laberintos del saber me maravilla el poder hipnótico del abanico de mil


ojos: la cola del pavo real. Es un espectáculo cromático sin parangón en la realidad estética. Es una muestra de la inteligencia de la naturaleza que combina en justa proporción; belleza, inteligencia, estrategia, armonía, fragilidad y potencia. Todo esto se da en un "ente" con el cerebro más diminuto que una nuez... Qué ridículo experimenta el depredador cuando al atacar se encuentra con uno de sus espejos, se estrella ante su furiosa ceguera y advierte su torpeza. La cola desplegada con sus múltiples ojos es el pozo de las vanidades, la luz que asombra y contra ella mueren los zarpazos torpes de la prepotencia y la insolencia. Aquí los fuertes son derribados por la belleza, la fragilidad y la inteligencia. Ni que decir de las virtudes del camaleón y de toda acción de camuflaje. La habilidad para confundirse con el medio y hacerse invisible es una muestra clara de la inteligencia de la vida y de la presencia activa de la realidad estética… Esta es una de las más atrayentes; la más gloriosa de las estrategias. La lechuza se ha hecho corteza del árbol, tronco para el fotógrafo que la percibe tarde, ya es imagen de papel cuando se da cuenta de su ceguera, en la ampliación, en el procesado se hace consciente de los reflejos del mundo. Demasiado tiempo perdido: ella ya está a salvo en los frondosos bosques y canta en las noches de luna llena. La naturaleza es la biblioteca sublime, donde se ocultan los tesoros del saber de la vida. En ella se encuentran implícitas las estrategias de gran eficacia y sabiduría, metáforas espléndidas que nos ayudan a entender lo complejo y a comprender la estética de la realidad. La naturaleza presenta el camino, no para mimetizarla, para copiarla, sino para emular su inteligencia en el sentido más profundo… Mentiras El juego simbiótico entre las especies vivas y sus performances nos enseña algo elevado de la agudeza y penetración de la existencia. Si estas muestras de sabiduría son presentadas como un gesto de pasarela, una acción movida por la mentira, desarman totalmente el entendimiento y sumergen la razón en las brumas de la confusión. No creo que debamos soportarlo y más aún si están motivadas por los simplismos de la moda. Contemplamos cada día una comedia sin límites y en sus espejos confundimos todos los términos. Por ello no queda más remedio que recelar de los poseídos, de los mesiánicos, de los camaleónicos, de los simplistas, de los cerebros reducidos, de los estrategas que se nutren de los negros, de los lacayos menudos y tiralevitas y, también, de los razonamientos puros si no son ejemplares y su discurso no es fruto de la experiencia. Hasta creo que hay que recelar de mí; diamante puro entre cantos de río.. Hay que malpensar de mis argumentos si no los he sudado, si no se puede observar como se destilan en la frente, si no se tocan los clavos incrustados en la piel, bien sujetos con el calibrado de cada segundo... La deuda No soy original en nada y de todo soy deudor, especialmente del color de las auroras. Mi pensamiento es el compendio de millones de acciones y palabras que se han cosido, se han zurcido en la memoria desde el inicio de los tiempos; ya son parte de mi y las presento como propias. Lo son al hablar en primera persona pero las dejo aquí para que el sol las adobe con el tiempo. Pienso no obstante que son de uso público, todo esta ahí para ser reciclado. Si pueden servir para algo o para alguien, tomadlas sin pudor alguno. Sólo pido que se recuerde la procedencia, ¡no es mucho pedir! Es una postura política ante los derechos de autor, un


compromiso que tomo ante los beneficiarios de la cultura. Si lo hacéis así, con transparencia y generosidad, estaré admirado de vuestro trabajo y profundamente agradecido por la atención a mi persona. Si no lo hacéis será una muestra más de la calidad humana y de la templanza del pensamiento, no habréis entendido nada de las metáforas comentadas. Creo que no sirve de nada “tocar” de oído, apropiarse de los pensamientos de otro si no han sido asimilados en su totalidad. El pensamiento es libre y en libertad se mueve, tomamos lo que nos da la época y nos mimetizamos con ella haciendo pequeñas aportaciones, en tal caso también es ejemplar si sabemos hacer buenas conjeturas…

Aliento y aullidos. Francecs Parramón. Diciembre 2011. Escola d'Art i disseny Diputació de Tarragona.

Migajas y pensamientos Por extraño que parezca no soy un ser “racional”, menos que muchos que se les llama "nublados". No tengo cualidades para serlo ni disfruto de una mente clara y ordenada. Por encima de otras consideraciones valoro el concepto, pero el desarrollo del mismo lo voy tejiendo con la yema de los dedos, es decir, pienso con las manos y eso me place tanto como rascarme las ingles con el murmullo de unos céntimos. Camino y hago camino por tanteo; con la punta de los pies busco los puntos firmes, así puedo vadear las situaciones y percibir como lentamente me voy hundiendo con el tiempo. Para mí entendimiento, la vida es un calvario doloroso, las contrariedades son muchas y los riesgos infinitos; eso me hace ser prudente hasta la cobardía... Como los ciegos hago visibles los contornos del mundo; de manera táctil voy aprendiendo y pongo nombre a las cosas para ordenar el caos. Naturalmente que todo lo percibo con los cinco sentidos igual que acaricio la esperanza con los cinco dedos. Me sirve de poco: intento razonar volteando la realidad en la palma de la mano y esta se cuela entre los dedos. Puedo afirmar que huye, se escapa en forma de cinco chorros de sal y desaparece. Así es siempre: es terrible no tener un soporte donde aguantarse, contemplar


como los momentos se escapan y no puedo aprehenderlos. La vida es un soplo y hay que recogerla con esmero... ¡hay que luchar para estar vivo! El miedo y la caricia de la soledad aparece con el vértigo de los días, siempre está presente, pero no me atenaza… Soy un ser libre en la medida que puedo serlo. Aquello que no puedo hacer visible por las consecuencias sociales que podría causar lo oculto, así doy curso al pensamiento sin renunciar a nada. Mi consuelo es explorar la naturaleza con los poros abiertos, lo que experimento me llena de asombro, me sumerge en el misterio y en ocasiones me causa desasosiego. Siempre acabo mohíno ante el desierto que me conmueve, es un baldío interminable; ¡ya lo he dicho y vasta!… Pienso que las doctrinas estéticas, los estilos y sus variables, son trenzadas en la práctica y el debate dialectico con el contexto. Siempre contamos como nos ha ido la vida, así es de sencillo. Esa ha sido mi escuela, la gran biblioteca del mundo, la que me ha colmado de sufrimiento y ha determinado parte importante de mi trabajo. Tengo los ojos labrados con llagas incurables, cada día que pasa se ahondan las heridas. Si pudiera evitarlas lo haría pero no puedo, no quiero, no se como escapar de mi destino; ¡aquí encuentra la libertad sus lindes! No puedo ver aquello para lo que estoy ciego y mis defectos cubren la realidad de sombras agoreras. Seguro que si intentara escapar de ellas caería en una sima todavía más honda y oscura… Creo que el pensamiento se forja entre la acción de las manos y la intención de la mirada (aquí afloran mis deformaciones de profesor). Las ideas se destilan en la mente pero cuando se formulan son migajas del pensamiento que toman forma entre los dedos. Esta es mi obra, como bolitas de pan las amaso y las presento ante vosotros. A mi entender las ideas son como esferas irregulares, semillas que han de configurar hipótesis redondas. Son simientes potenciales, redondeadas como consecuencia de la fricción física, ideas radiantes al verlas y voltearlas en el pensamiento. También son enzimas que transforman la materia. Pienso como los alquimistas; yo puedo hacer de una piedra un tesoro… Tomo un tubo de cobre y dentro de él guardo el aliento; procedo como un demiurgo y mi reflexión actúa en el misterio y allí queda. Es un catalizador que formaliza nuevas realidades y me obliga a pensarlo todo de nuevo. El aliento es aquí la obra, por tanto, es también la semilla que contiene versículos y pitanzas para la mente activa.


Omega, el hito de los siete diáconos. Anell de pedra, 1974-­‐2001. Granito de la Ex. U.R.S. 17m. x 3,20 m. La Comella

El siete Era domingo de renacimiento y me fui a caminar; ¡dicen que es bueno para el corazón y ayuda! Había dado siete vueltas al círculo de piedras cuando sucedió, ¡de repente! Caminaba pensativo y seguido por el rumor de los pasos del creador cuando apareció ante los ojos como una verdad redentora. Me asusté y me detuve justo en el centro; miré de frente el monolito de piedra y sentí un escalofrío. Corrió veloz desde la planta de los pies al cuero velludo de la cabeza. Por un instante el estremecimiento distorsionó la realidad y me sentí temeroso, empequeñecido, también soberbio y arrogante. Quise esconderme de la furia de sus ojos omnipresentes pero no fue posible. No encontré nada mejor y me acogí en su sombra. No fue un acto de cobardía, más bien lo hice por sumisión… Al salir del eje central me sentí más sosegado; sin pensar acerqué la boca a aquellos agujeros y dejé caer unos nombres desconocidos que aparecieron en los labios… Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas, Nicolás... ¡La piedra se los tragó al instante…! Todo fue mágico e ininteligible... ¡jamás llegaré a entenderlo! El siete es un número cabalístico, genésico y culturalmente misterioso. Son muchas las referencias y las citas sobre sus cualidades simbólicas y en casi todos los pueblos se asocia con los dones de la tierra y el cielo. Personalmente lo hice servir en las Sillas de Mérida y también en algunas series de cajas de bronce con funciones de urna. Los pecados capitales, Las virtudes teologales… Tragarse aquellos siete nombres me dejó aturdido y asombrado. Estuve buscando quienes eran y por fin di con ellos. Son los siete diáconos, los hombres justos que


ayudaron a Jesús y a los apóstoles... Creo que ahora tendría mucho trabajo para reunirlos, por eso huyeron despavoridos al invocarlos. Tanto en las cajas como en las urnas, siempre se trata de crear espacios para dialogar con el misterio y el secreto. Propuestas que se presentan casi imposibles ya que permanecen cerradas a la luz de los ojos. La intención es preservar la memoria en los rincones del olvido y presentar, una vez más, las resonancias de la obra más que su forma. En el caso de “L’anell de pedra” las cosas son diferentes, ¡allí todo es diáfano! La forma de la obra es evidente y la lectura sosegada. Se trata de un ruedo, una alianza con la vida y con la muerte, ¡no hay que pensar nada más! El círculo se describe con claridad entre los astros del cielo, ¿quién puede negarlo? El contenido y el compromiso también lo son, quedan presentes en la intervención directa en la naturaleza. Puedo afirmar que el trabajo es para que la vida se de con destreza; para que los árboles se hagan poderosos, los peces vuelvan a llenar los estanques, canten las alondras, corran los conejos y aniden las torcaces… ¡todo es sencillo y lo entiende todo aquel que lo quiera entender! Engullir los nombres de los diáconos no entraba en mis intenciones… ¡lo siento!

Buenas fiestas y próspero año 2012. Todo irá como marque el destino...

El rostro de las mil caras En la fiesta baila impávido: con la manos extendidas en cruz, el cuello ligeramente inclinado y los pies livianos, gira y gira sin cesar; de hecho, parece un autómata liberado que se mueve por inercia. Como Jano tiene dos caras: en la primera se refleja la fuente de la desdicha, es noche oscura, en el segundo fluye el aliento de la felicidad y es día resplandeciente. En las vueltas las dos caras se confunden; ¡surgen semblantes a millones...! La diferencia con Jano es que sus rostros no están quietos, no son de piedra de Garijo, son de carne y sutiles nervios unidos a un centro mental donde se procesa la maldad y la bondad en cuestión de segundos. Cuando gira no se sabe cuando parará, solo hay una manera de obtener su fortuna…


Glíptica. Autorretrato, camino y tránsito hacia la vuelta. Piedra de Tarragona, granito de la ex URSS, hierro, cera, barro y otros materiales. 2004-­‐2007. 20 x 20 x 8 m. La Comella.

La piedra en el centro Si tengo que definirme en alguna actividad digo que soy escultor, otras veces afirmo ser profesor y algunas presumo de campesino. Como escultor me he tejido sobre una urdimbre sin forma, la trama de la obra se ha moldeado básicamente sobre la gravedad de la idea: el oficio ha hecho muy poco, la materia ha puesto el resto. Quiero decir con ello que la construcción de objetos y artefactos con acabados virtuosos no me ha preocupado en absoluto. Solo el concepto, el repliegue de acciones y contenidos ha podido transitar y ocultarse en ella con cierta firmeza. Las ideas y la luz que puedan desprender lo son todo para mi. Pienso que la obra es lo que contiene, una caja pletórica de experiencias vivas. Entre los temas que escojo para llenarlas, tomo aquello que me viene dado por la naturaleza y también aquello que puede ser un testimonio ejemplar o denunciable de nuestra conducta. En la obra, los contenidos han de hacerse presentes de manera epidérmica, notarse sin interferencias. Su soplo ha de sentirse entre silencios; hay que notar como se cuela su aullido por los poros de la piel y nos llena de emoción. Los significados están disueltos en la materia, en la forma de tratarla, en las intervenciones y maneras de presentarla. Su aliento ha de penetrarnos sin demasiadas alegaciones, transformarnos sutilmente, si no es así es que está muerta y muda en los anaqueles de las vanidades humanas. Claro está que la forma y el acabado es importante, para algunos es la obra. Para Jeff Koons y sus globos hinchables lo es todo, pero a mi parecer, espiritualmente eso no vale nada. A mi entender, nada hay más potente que una piedra clavada en el centro, limpia de intervenciones y de efectos innecesarios. Presentarla como nació, hija de la roca madre. Llenarla con nuestras intenciones y teñirla con las llagas de la mano; caricia que la modifica sutilmente y hace que la mirada la convierta en obra… En breve: eso es lo que intento hacer, lo que me interesa del arte y lo que opino sobre la experiencia "creadora"…


Porteador, ( A mi abuelo Rufino Vázquez Mesa) 1986, Piedra arenisca de Agramunt, 3,30x1,50x060. De la serie Señales en la piel. Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura.

Arrastra santos En ocasiones, el pozo de las mutaciones gruñe solitario, en plena noche se oyen voces del pasado: su tono carga los sentimientos y pone los pelos de punta. Son murmuraciones que vienen de lejos, rebotan en el fondo y resuenan prohibidas y confusas. Algunas son reconocibles y las interpreto como llegan, estremecedoras entre el murmullo y el chapoteo del agua. Lentamente se eleva el tono y se hace algarabía atronadora. Los rumores se atropellan unos a otros, las historias se acusan mutuamente, los relatos son crueles y no cesan de sangrar las heridas. Los verdugos se disfrazan, adquieren todos los rostros, se visten de colores, enarbolan banderas y entonan los himnos de siempre. Las victimas también hacen lo propio; ¡es una mascarada interminable! Caminan en direcciones opuestas, están a punto de encontrarse, se funden, se ignoran, se pierden, unos a oriente, otros a occidente. No se ven y se ignoran… Así toman su rumbo los cadáveres de la Guerra Civil Española; algunos pertenecen a otras guerras, se han confundido de relato y animados por el guirigay caminan marciales por los atajos yermos, los cerros y las vaguadas… Hace mucho que pasó todo, yo no había nacido todavía pero lo tengo grabado en la memoria como una herida imborrable. Un rumor permanente me acusa y su voz mineral resuena entre los tubos del pozo de las mutaciones. Con violencia y soberbia se eleva y se disuelve entre la bruma de los árboles, es un polen maligno que lo invade todo y me llena de melancolía. ¡Otra vez viviremos la derrota! —…las armas cortas perforan el corazón, una vez más llenan las huesas; ¡con brío se enfundan orgullosas…!— Me habla Arrastra Santos, mi abuelo. Se llamaba Rufino Vázquez Mesa y fue padre de mi madre, Encarnación Vázquez Gallego. El apodo le vino de joven, fue una adjudicación de las revueltas anarquistas de comienzos del siglo pasado. En el pueblo hicieron desatinos para contar y no acabar nunca; mi madre afirma que era un hombre fuerte pero respetuoso. Mi abuelo murió en el frente del Guadiana, perdido su cadaver en un lugar sin referentes. Dicen que fue en el combate de


Medellín, cerca de Don Benito, lo describen como un combate de guerreros singulares… La suya no es una voz cualquiera, es un lamento en la tierra, la reconozco al instante, su voz retumba cada día en mi pensamiento. Su nombre fue un regalo de mi madre y lo llevo con orgullo como llevo también parte importante de su carácter. Hace años que me relata con siseos las envolturas de su desdicha, es una confesión que se oye cuando abro una piedra con un martillo; ahora se percibe trasparente en el pozo de las vanidades. No llegué a conocerlo pero no hay nada que pese tanto en mi vida como la carga de su figura. En 1984 hice una escultura en su nombre (El porteador), lleva una dama ibérica con todos sus ornamentos cargada a la espalda. Ahora esta instalada en Mérida, muy cerca del Museo Romano. —Cuando joven no arrastré ningún santo, me pusieron el apodo porque era fuerte y podía haberlo hecho. Me culpo de haber sido endeble de carácter y no quebrantar el desorden ni denunciar el perjurio de entonces; ¡acción que hacen con facilidad los políticos de hoy! Ahora para mí nada significa nada, las decisiones que tomáis son de vuestra responsabilidad, nosotros somos piedras dormidas que arrancáis con desprecio para hacer proyectiles con ellas… — Se hace el silencio por un instante… una cantinela sutil brota de la piedra. La tengo memorizada con el paso de los años, siempre es la misma con entonaciones diferentes. Me confundí con el suelo ardiente En roca calcina quedan mis restos Ora respiro entre las hojas verdes Paso collados, beso el aire cada día Soy viento discreto de poniente Entornado volteo las banderolas Y entre murmullos de pozos foscos Destilo dolor de heridas saturadas Mis palabras llegan a tus sentidos Las recoges como voces ausentes Con sigilo celas entre guijarros y ocultas en urnas y pozos mutantes También me relata los sucesos de su hijo; mi tío Francisco Vázquez Gallego. Lo dejaron morir de hambre en la prisión de Córdoba. En su nombre también hice una obra el mismo año (1986), le llamé “Restos de mi herencia”. Hice el molde de un libro firmado por él, una enciclopedia universal del 1936. También fundí mi maleta, signo de mi condición de emigrante, un fardo de plomo que comprimía el pecho con saña y desconsuelo. Equipaje de ensueños, envoltorio de esperanzas que me llevé de casa para encontrarme con mi destino; aquí estoy con ella.


—Lo procesaron acusado de desertor. Lo que en realidad hizo fue pasarse al bando republicano que era el que antes había escogido en las urnas. También de quebrantar la ley al dar sepultura a un conocido fusilado en el monte. Lo enterró según dictaba su conciencia en el mismo lugar de su ejecución; un majano en los límites del pueblo (montón de piedras sacadas del labrantío). Lo habían matado allí mismo con una segunda condena sobre su cadáver. — ¡Oigo un siseo amargo entre las cañas y me siento atrapado por los extremos, me estiran los miembros como en la tortura del potro… sí, ahora lo entiendo! —Los cerdos tenían que comérselo sin dejar rastro alguno. Al joven lo acusaron de enterrar vivo al presbítero del pueblo; otros lo jalearon… Las risas llenaron el cementerio y se propagaron por el valle, fue una canallada terrible de dominio público. Del susto murió a los tres días, ¡ pobre hombre, tenía ochenta años…! Te comento una vez más, no muevas el barro y deja que fermente el limo, el suelo está sembrado de clamores, es carne viva, ¡sirria de camposanto!— Sigo escuchando murmullos, susurros en un agujero, oigo las voces de los difuntos, tienen tonos y timbres diferentes. —Sucumbimos a la furia, enlazados con ideas deformadas; caímos entre intereses cruzados y soberbia sin límites. ¡Se nos fue de las manos el andamio de la razón! Como una sentina perforada por disparos se inundó la mente y se anegó de delirios. Por los orificios entraron todos los males, el orgullo, la traición, el engaño, la deserción, el deseo y el odio. Se destiló tanto rencor que se perdieron los estribos del juicio y con sus simientes se llenaron todos los surcos, las simas, los muladares, las cunetas, los fosos y cementerios… ¡Con nuestros huesos los pozos están repletos! La muerte nos dejó sin aliento, ahogados en la infección del rencor y la barbarie. Los vencedores se maceraron en la venganza, los perdedores se hundieron en el miedo y el sueño de redención… unos y otros han olvidado el delito de cohecho, ¡niegan la matanza que los une…! Ahora te dejo, otro día te relato lo que pienso sobre las hueseras de los ausentes.— Foso de los ausentes La ley de la memoria histórica ya está en el boletín, en los despachos y en la calles. Ha venido a igualar las injusticias y a recuperar la presencia de dolor; conclusión: de nuevo se ha repetir el duelo. Ha llegado con los desencuentros naturales, unos estiran de un hueso para sacar partido del silencio, otros estiran del brazo contrario para aumentar el clamor de los ausentes. En tierra, los cadáveres están quietos y silenciosos, se apilan unos sobre otros desde tiempos remotos. Sea como sea la ley ya esta en marcha y las huesas ya se han abierto, ahora la lluvia lame los huesos. Estaban en silencio y ahora gritan sin cesar, aúllan en cada rincón del país. Como sonajas entrechocan los costillares y se enlazan en cajas de cartón, los esqueletos se muestran cómicos, rotos como muñecos quebrantados. Las historias que explican los familiares son terribles, hay testimonios que estremecen y contienen el llanto de muchos años. Cada caso pondría el corazón más frío en dificultades emocionales. Aquellas crueldades se harían insoportable en situaciones de paz. Mi caso lo tengo muy presente y aclarado: en un día inspirado mi madre me relató todo de un tirón. Llevaba 60 años callada y pensó que ya era hora de pasarme el testimonio. Con una cámara de vídeo grave los


pormenores, los desatinos de la república, la crueldad de la guerra y la venganza de los vencedores. Fue un horror permanente en el pueblo donde nacimos. La tragedia destruyó todo y se llevó a la familia de por medio. Me dijo: — Nosotros lo perdimos todo, no sólo a mi padre y a mi hermano, perdimos también la tierra y el hogar de los abuelos, a cambio ganamos el exilio eterno y la melancolía de los emigrantes. ¡Tu eres la mayor prueba! — Vuelvo a las fosas de los ausentes: ¡los cadáveres los han levantado! Tambaleantes y anónimos los han levantado, ahora todos claman justicia y buscan su lugar. Con el testamento en la mano, con los agravios en la boca y las omisiones pertinentes, piden un juicio reparador a una situación irreparable. Los ausentes caminan sin descanso, no lo necesitan, ya tienen en el cuerpo el reposo eterno. Cargados con estandartes, banderas, blasones, girones de colores y crepones negros forman una hilera interminable. Una procesión de penitentes recorre los campos de España, atraviesa la península por trochas imposibles, desde Punta Umbría hasta el Bidasoa y desde Fisterra hasta Portbou; se han abierto senderos que estaban en el olvido. Van como plañideras con una canción en los labios, caminan tras la memoria histórica y no saben a que historia actual atenerse. ¡Cantan y cantan, con una mueca funesta en los labios cantan! Ni olvido ni rendición Los huesos no recitan Ensueños de perdón, dón, dón... Una columna de mugidos negros camina y ensaya el canto eterno; el tótem Ibérico en forma de toro avienta la tierra, clava las pezuñas y enviste con las astas afiladas. Hay esqueletos andantes de todas las contiendas, de todos los colores políticos, credos religiosos y otras causa peregrinas. Algunos se pierden en los caminos y se extravían en las cañadas reales. No se reconocen entre las nuevas autopistas y los trenes de gran velocidad, se ensombrecen y dudan de su contienda, su tiempo ya es lejano. ¡En los terrenos baldíos desfilan marciales! Otros enmudecen de soledad, no encuentran a los seres queridos, ya han muerto o han cambiado de bando. Los menos duermen en cajas de cartón, se apilan en almacenes forenses. Los más han decidido quedarse allá donde están, tranquilos en su tierra, adjudicada con un disparo en el pensamiento. Parcela diminuta regada con la lluvia de los años y adornada de lirios y orquídeas; perfume de la tierra, mazos de jacintos que se alimentan con los vestigios de los vencidos. Porteador, 1986, Piedra arenisca de Agramunt, 3,30x1,50x060. De la serie Señales en la piel. Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura.


Arrastra santos toma mi voz, soy su nieto y mensajero… —Querido: ¡anda con tiento! Ten presente que las guerras son la prueba evidente de que una parte de la humanidad está enferma, es un mal crónico y mortal. El ardor del pasado es un puñal en la mente que hiere los sentidos y ensombrece la razón. La historia es un relato que fabrican algunos para excitar la sed de poder, inventan un andamiaje ideológico para sus fines. Dicen ser los preclaros de la patria pero son personajes menudos que solo saben medrar y cazar al acecho; ¡eso es todo! La justicia es otro atropello vestido de normas que se mecen injustamente, no hay ni proporción ni simetría en su aplicación. Los ideales justicieros siempre causan dolor y se remiten a otra injusticia que a su vez viene de otra más lejana... Piensa que la furia empequeñece los sentimientos y satiriza la razón. Naciste el año 1948, ¡Llegaste a ver con tus ojos el rostro de los verdugos! Ahora verás el tapujo de los impostores, si eres perspicaz reconocerás los señuelos… Los hay de todos los colores y están vivitos y coleando, con la boca tupida de palabras bellas y políticamente correctas actúan sin pudor… Muchos han cambiado de bando y ahora son guerreros inmaculados de nuevos horizontes. Mira, mira bien el triunfo de la muerte, el levantamiento de los ausentes se ha hecho prioridad nacional. En un arrebato justiciero se han puesto todos a cavar las fosas y se ha quebrantado la serenidad oculta en los campos de batalla. Se han abandonado las sementeras de secano y regadío, los valles fértiles y las vegas arboladas; toda actividad productiva se ha pospuesto. Ahora hay que rastrear cada uno de los ejidos donde hubo combates y pelotones de ejecución, señalar con cruces rojas las cunetas y portones donde se dio el paseíllo. Se han de des-­‐ restaurar los templos quemados, las plazas de toros que fueron escenarios de exterminio, los muros y paredones donde quedaron incrustadas las balas y recoger los adoquines donde rebotaron los tiros de gracia. Ahora son pruebas del homicidio colectivo, monumentos de la locura, la intolerancia y la falta de piedad. Dicen que es un patrimonio a conservar, testimonios para evitar otra contienda. Eso dicen los que conocen el alma humana y rebuscan incansables entre los papeles de Salamanca... Puño en alto los cadáveres rojos se han levantado; ¡ya están dispuestos! Alzados los azules, cantan con resonar de huesos, suben la mano tambaleante y cantan, ¡dicen: saalvee y cantan! Todos reclaman aupar las piedras de la verdad, iluminar las simas de los agravios. Ambos bandos se han puesto a caminar. Incansables esgrimen sus argumentos y hacen sonar los clarines de la batalla. En hileras desfilan los restos de los ausentes, ante los juzgados callan, esperan y callan. Se han preparado y remitido al Papa centenares de expedientes para el nombramiento de mártires cristianos. Las asambleas se han llenado de testimonios directos de la tragedia. Los despachos se han atareado con los legajos y testamentos. El parlamento se ha despertado de su modorra sempiterna y el debate en el congreso se a avivado como en los mejores momentos de su historia. Los archivos se han colmado y en las audiencia las causas se amontonan en columnas de papel, ¡lentamente se llenan almacenes enteros…!— Le digo... ¡La faena es ingente! Hay que escarbar las fosas, localizar los cadáveres, encontrar los familiares y dejarles el testamento en la mano con un juicio ecuánime.


Arrastra-­‐santos vuelve a tomar la palabra y con voz cómica alienta otra oración… — Sí, querido, el foso de los ausentes está colmado a rebosar; ahora llamo a retirada y me duermo en la tierra. Pero algunos quieren apuntalar la historia que ya sabemos. Dicen con los gestos y el reverso de las palabras: hay que reactivar los sentimientos dormidos y fenecer otra vez en los mismos campos, rellenar las mismas fosas, enarbolar las mismas banderas, entonar los mismos salmos. Dicen que hay que decirle a los jóvenes, ahí tenéis vuestra filiación genética, ideológica, nacional, es un regalo de la historia. Con ella en la mano redactad el nuevo himno, las canciones de la paz y la guerra, los versos del perdón y la venganza… — Herido, aterrado, perplejo, asombrado, confuso, me muevo equidistante. Las voces han parado, las fosas han quedado abiertas al sol, algunos huesos son sacados del Valle de los caídos, otros son llevados por improvisados enterradores; ¡el trajín es incansable! Algunos dicen que ante la muerte se presenta la hora de la verdad; ¡no se vale hacer trampas! Hay quien se anima y reclama los muertos de épocas remotas, los muertos en Las Navas de Tolosa, Amaiur y Valcarlos, Catalañazor, Covadonga... —¿Porqué no? La justicia del olvido y la lejanía no es justicia…— Dice quebrantando el silencio de los siglos. —Mientras haya alguien que quiera recordar: el agravio siempre estará pendiente. El mundo musulmán reclama el Al-­‐Ándalus, algunos el RH negativo, cualesquiera la diferencia en lo que ya es diferente, otros el canto de las esquilas... Las causas no se pierden en el tiempo. Desde las incursiones vikingas, celtas y cartaginesas han quedado muertos diferidos bordeando los caminos. Los muertos del 11 de septiembre, el dos de mayo, el octubre negro, el 11 de marzo… Cada día es un santoral del martirio que se blande como una espada… La ley de la memoria histórica no puede acotar el tiempo. — Arrastra santos es ya la voz de la tierra y clama… —¡Qué la verdad salga a la calle en forma de osarios andantes! ¡Qué chirríen los dientes y castañeteen las mandíbulas, narren su historia! ¡Que percutan los fémures sobre las alegres calaveras y surja la danza de los últimos movimientos! ¡Que los muertos hablen, den la versión de lo que pasó sin censura! YO CLAMO DESDE LA TUMBA Y ORDENO: QUE MIS OJOS PROYECTEN SOBRE LOS CAMPOS LA IMAGEN DE LO QUE VI, TODO, A TIEMPO REAL Y SIN OMITIR NADA.


¡ESA ES LA VERDADERA HISTORIA! QUE SE VISIONEN CADA UNO DE LOS ATROPELLOS EN EL LUGAR QUE PASÓ. QUE DE ESE HORROR NAZCA LA RECONCILIACIÓN O EL EXTERMINIO. ¡ESA ES LA VERDADERA HISTORIA! QUE DE LAS FOSAS Y LAS TUMBAS DE LOS CAIDOS SE OIGAN LAS VERSIONES DE LA CONTIENDA, ¡ESA ES LA VERDADERA HISTORIA!— Con el cogote sobre la tierra escucha el rumor de entonces, es el clamor de los ausentes y me dice... —¡Querido, donde estoy puedo ver todos los tiempos! Cada palmo de tierra tendrá que ser levantado para exhumar los cadáveres… Los caminos están repletos, las sendas son hueseras, las trochas velatorios… Las cunetas empavesadas con flores silvestres empiezan a ser el jardín de la muerte. Toda la tierra ibérica es un osario que clama. Es una tumba caldeada por el sol, tierra fecundada por los ausentes… ¡El territorio nacional es una tumba! Sin gloria arqueológica, se está descubriendo un yacimiento mayor que el de los guerreros de Xian. Ya se han puesto a la faena miles de máquinas excavadoras, millones de obreros escarban con picos, palas, piquetas, escobas y bolsas de plástico. ¡El triunfo de la muerte nos va a sacar del paro! — ¡Oh milagro de los incrédulos, hoy, en esta tierra, vuelven a nacer los lirios…! Tomo un puñado de tierra y lo llevo al columbario de La Comella como hice con mi padre. Una voz mineral resuena entre los campos de cultivo… Es mi abuelo el que chista entre espigas de trigo verde… —¡Querido, con estas palabras, con este gesto en silencio honras mi nombre! No discutas con nadie estas cuestiones o estarás perdido. A mí déjame tras esta estela de bronce, ya soy materia que procesa el sol y descansa en el olvido…—


Arquitectura i oblit, 1990. Acción de guardar la urna en el columbario. La Comella. 2011

El pozo de las mutaciones El relato del pozo parlante ya es conocido, pero quiero aclarar que el tema es mucho más extenso de lo que parece. He realizado una escultura con 192 agujeros y en todos ellos he dejado relatos ocultos. Por otra parte existen los pozos oraculares, tengo tres en la Comella; El pozo del dolor, El pozo de las vanidades y El pozo de las mutaciones. Anteriormente había hecho otro en mi casa de Castellvell, le llamaba simplemente, El pozo. Fue el primero de toda la serie, lo realicé para averiguar que había bajo mis pies, empecé a cavar hasta encontrar un fósil que hacía millones de años que me esperaba; fue emocionante hasta el final. El día que venga a cuento relataré los pormenores, es una de las historias más redondas que me han pasado. También con funciones oraculares existen: el agujero de Sara que es el más sensual de todos, las siete perforaciones del hito del Anell de pedra y varias obras con orificios para dejar susurros, murmullos, cuchicheos, rezongos, bisbiseos, alientos y otras expresiones de corte variado. Ya podéis ver que el tema no ha salido de la nada, no es el rebuzno de un asno; aunque sin quitarle ningún mérito al rebuzno, ahora es una canción difícil de escuchar. Pienso que el más íntimo de todos es el de la mutaciones. Está forrado en hierro, tiene 160 metros de profundidad y responde con voz mineral y profunda; sólo tiene un problema, el óxido lo esta arruinando. Cuando me encomiendo a él ha de ser por una causa muy justificada. Por el momento lo tengo cubierto con una lona y cuando intento sacar agua no consigo otra cosa que desconsuelo. ¡Ante el pequeño pozo siempre me invade una tristeza infinita! El testamento Llevaba varios años con la idea atascada en la mente y por fin llegó el día anunciado, 13-­‐2-­‐2011;. Llegó el momento y me puse en acción una vez más. Atado con una acuerda de nailon, lentamente, bajé mi testamento a las profundidades del pozo de las mutaciones. Acompañado con mis soledades enmudecí unas cuantas horas delante de aquel agujero; fue un acto solemne. Sin parpadeo aparente, insistente en la quietud, dejé caer un manojo de murmullos y me pregunté con palabras que no salieron de mi boca…


—¿Qué haces al sol, descalzo sobre la tierra…?— Al llegar el tubo al fondo noté como las cosas habían cambiado para mí, ¡fue un instante de sosiego que emergió como una oleada de energía depuradora! Una sensación sutil me inundó plenamente, hizo sentirme aliento disuelto en el aire. Una lluvia de imágenes me atravesó en un instante. Juntas llenaron la pantalla de la mente, imágenes que no viene a cuento relatar; no es el momento para entrar en detalles. Sólo merece la pena anotar que ante el fondo oscuro interrogo los pormenores de mi vida; uno a uno los voy desgranando y allí caen como un soplo que se marcha para siempre. Ahora dejo caer deliberaciones familiares, historias del pasado que ante mí aparecen interminables. Hace muchos años que pasó todo pero todavía emergen de ellas nuevas realidades, me emocionan y pienso que son motivos de gran valor para recordarlos. No las comprendo bien pero ya he tomado partido, sin conocer los pormenores quiero ordenar mis orígenes y los circunstancias de mi vida. Sin crear ofensas a nadie; a mi manera, deseo recuperar la memoria histórica. Con voluntad designo cada detalle; uno a uno los llamo por su nombre, los ordeno y los guardo para siempre. Pienso delante de la boca del pozo de las mutaciones y compruebo que las cosas que habitan abajo me conmueven tanto como las que observo aquí arriba. Éstas las escribo con detalles, pienso que son inofensivas. Las que dejo abajo, allí quedan; ¡entre sombras las olvido! Ya nada me induce a desentrañar el laberinto del tiempo, menos aún a encontrar la daga reclusa en el pensamiento, pero el pozo me auxilia, me ayuda a entender lo paradójico del mundo, se que ahí, entre penumbras, puedo encontrar la reconciliación como la he encontrado en la ocultaciones. ¡Es el consuelo de los sometidos! A mi padre: Víctor-­‐Valentín Mesa Mi padre me enseñó sin pretenderlo el sendero de los humillados. También sin querer perdió la guerra y decía cuando venía a cuento decir algo: —La historia oficial, la que nos explican, es un relato novelado, una ciénaga con el estiércol de los ausentes. — Ahora advierto plenamente lo que quería decirme, en el momento que me toca vivir casi todo es una mentira. El origen de todo conflicto es una invención legal, está ahí oculta, acechante entre los labios ardientes de los políticos y de aquellos que más energía gastan en empujar las quimeras. —Se puede afirmar sin errar mucho, que el inicio de todo relato honorable o negocio canallesco esta basado en acontecimientos dudosos y en muchos casos en documentos apócrifos. En el pasado de un pueblo y en la historia personal hay tanto dolor e incomprensión, tantos intereses en juego que no podemos hacer otra cosa que ocultar los hechos. Para sobrevivir hay que olvidar algunos pasajes y honrar otros. Sobre este aspecto nunca se dice nada, cada cual oculta con disimulo y calla…—


Seguía diciendo, entrecortado y casi como un murmullo inaudible... —Los vencidos siempre estamos rodeados por una mordaza de silencio. Tras la muerte, no quedan alegaciones, no queda nada... pueden hacer lo que quieran.— Hace unos días estuve en el cementerio de Pamplona, fui a tomar una muestra simbólica de los restos de mi padre. Hacía mucho tiempo que lo tenia pensado, era una cuestión pendiente y decidí honrar su memoria con un gesto. Fue un acto sencillo y muy emotivo. Ante el lugar donde estuvo su tumba, ahora tierra de nadie, sentí un murmullo aclarador. —Los humanos sólo pueden sobrevivir en la confianza recíproca, pero la base de esta confianza es un légamo de mentiras fermentadas. La vida y la muerte están enlazadas en un pacto eterno; el miedo, la incertidumbre y las pasiones obliga a vivir en el sueño, a creer en lo ilusorio. Toda la energía humana se consume entre las utopías y las luchas por el poder.— Hace 40 años que murió y en aquella zona del cementerio, las sepulturas en el suelo las han retirado todas. Reconocí el lugar al instante, estaba limpio, era un espacio libre, con hierba rala y murmullos descritos entre el silencio. Todo el lugar estaba salpicado de pequeñas hondonadas alineadas, meticulosamente ordenadas como lo estuvieron las tumbas. Era un campo sigiloso junto a otro no lejano que clamaba a gritos; un espacio rectangular plegado de cruces de hormigón. Todas tenían una placa con los nombres, el regimiento y la procedencia. Eran los caídos del bando nacional en la Guerra Civil Española. De mi padre no quedaba nada, ni una pequeña falange que pudiera señalar la dirección del tiempo, ni una astilla de su caja, ni un botón de la chaqueta o la hebilla del traje nuevo; ¡nada! Digo nuevo, ¡quizá se lo había puesto tres veces! ¡Nada! no había ni los restos de la estela que se puso en su día. Los emigrantes no tenemos recuerdos, desaparecen todos en muy poco tiempo. Como decía, no quedaba nada, ni una esquirla de hueso, ni un diente y menos aún la compañía de los vivos. Allí estaba su ausencia y murmuraba con voz mineral; ¡como el hueco de una roca clamaba! Su silencio me dio las indicaciones precisas; en la nada estaba todo presente. Entre los brotes tiernos que cubrían su tumba estaba vigente su vida y su muerte, esperaba, allí presente esperaba, como lo estuvo siempre. Era memoria abandonada, sólo eso y yo había ido hasta allí para poner remedio. ¡Tarde, había ido tarde pero a tiempo…! Tomé una muestra de tierra del hoyo de su tumba; fue un encuentro con el pasado que llegó a emocionarme. Allí, delante de aquel socavón cubierto de pasto verde me puse a llorar por todos nosotros. Recogí la tierra con la intención de dejarla en su lugar; era el 31 de noviembre y pensé. ¡Lo haré mañana, día de todos los santos! Su memoria quedará en el columbario donde está mi hijo Andreu y donde tengo reservado un espacio para mi. Era una cuestión pendiente: ahora quedará resuelta sin agravios y sin revuelos. Todo estará presente: su nombre en la estela nueva, su espíritu en estas palabras y su cuerpo recobrado entre materiales reciclados; la tierra viva entre tallos tiernos.


—La vibración eterna responde, las partículas de luz cubren mi lecho, hoy y siempre me avivan. En el hueco de mi tumba respira la “realidad estética”. — El columbario El año 1990 hice una escultura que había de ser mi casa póstuma, “Arquitectura i oblit”, un columbario para depositar mis cenizas. Por desgracia tuve que hacerlo antes con las de mi hijo. Ahora deseo reunir las memorias familiares en un mismo lugar, todos cavemos allí, ¡es un pequeño consuelo! Es un acto simbólico y respetuoso; guardo las memorias de las personas que están encadenadas con mi vida y con ello doy curso natural a mi condición de sepulturero. Aclaro la acción y puedo afirmar que no es un entierro apócrifo. Trabajo como escultor un concepto de afiliación personal, una obra dispersa que deseo ordenar lo mejor posible. Pienso que la escultura que he preparado es un buen destino, tanto para contener los símbolos como para disminuir las distancias temporales y espaciales de una familia disgregada, eso es todo… La historia de mi familia es muy común, es un relato de encuentros felices, tragedias, trabajo y derrotas permanentes. Somos emigrantes y hemos quedado dispersos, unos aquí, otros allá, con rupturas y desarraigos incluidos. Todos juntos formamos ya un reguero de cadáveres por toda España; Extremadura, Andalucía, Guipúzcoa, Navarra, Aragón, Catalunya, Valencia… Somos los desplazados de todas las patrias, los expulsados del paraíso, gentes movidas por el espíritu de supervivencia y por el deseo de mejorar las condiciones de vida. Han sido años difíciles para todos y afirmo que no nos han regalado nada, en ningún lugar cayó maná del cielo y en todos hemos sido forasteros, maquetos o charnegos. Con nuestro trabajo hemos creado una realidad nueva, indiscutible e irrenunciable. La comella ha sido mi obra determinante, era un montón de escombros cuando me hice cargo de ella, ahora es mi espacio de referencia, es mi hogar y también será mi lecho póstumo. Con esfuerzo y disciplina he conseguido remontarla y convertirla en un espacio de reflexión, un debate sobre la vida y el compromiso adoptado ante la naturaleza. Es una historia documentada que me anima a compartirla con todos. Ya queda dicho en el libro: Susurros en un agujero. Mi padre está presente en mi, todavía es una realidad activa que me aprieta en el trabajo y me consuela en la fatiga. Es también un recuerdo que dejo en la tierra, una urna de barro que me une al pasado y donde dejo los encuentros y desencuentros de joven. Estas cuestiones son difíciles de tratar, siempre estamos interferidos por sentimientos contradictorios. Entre padres y hijos siempre hay culpabilidades y abandonos que laceran la vida. Los recuerdos que me quedan de mi padre me llenan de ternura. De niño calentaba mis manos con las suyas, de mayor no lo supe entender, ahora lo comprendo todo. Nos relató los pormenores de la guerra, las vivencias de su juventud y lo que pasó en el deambular por el mundo. Su memoria la conozco como la mía, es la mía aumentada en el dolor y el trasiego. Vivió el exilio, el ostracismo y la soledad; su vida no tuvo un minuto de descanso. Fue un trabajador incansable y un poeta del pueblo. Aquí dejo una de sus canciones, la recuerdo y la advierto en su entonación, ya atravesada por las heridas de los años. Vamos arriba muchachos


que viene alto el lucero y hay que quitar las hierbas Al trigo más tempranero. Nadie como él conoció el valor de la derrota ni el ardor de sobrevivir los infortunios. El destierro le condenó en todos los campos; la época hizo del él un descreído y un desarraigado, pero también un superviviente enlazado a sus hijos. Atados estuvimos a él hasta que aprendimos a caminar solos. Cuando marché a estudiar a Barcelona me dio ánimos y me deseó suerte; era el 15 de octubre de 1971. A los 24 días lo vi por última vez, había envejecido 24 años en tres semanas. Unas horas más tarde, cuando estábamos todos presentes: el 8-­‐11-­‐ 1971, a las 2 horas de la madrugada, moría en el hospital de Pamplona.

Escápula de “El dolido”. La escápula Añoro tanto tu ocaso como tus días de gloria. Mamar de tus pechos secos me recuerda los otoños del corazón, los pensamientos nebulosos y mortecinos, las tierras abandonadas, en permanente barbecho. De tus hojas sin textura ni verdor ha renunciado el poeta; él también naufraga en los limos fétidos de tus leyendas pasadas. Tus calles tristes han cambiado de nombre mil veces y otras diez mil cambiarán en el rodar de la historia. Los despojos de tu pasado se mercadean cada día,


dermis requemada que aún expande olor mortecino. De tus pozos ciegos provienen las flores del miedo; ornamentos de los guerreros que descansan en ti. Te observo hasta que mis heridas no duelen nada; espectro agonizante; ¡otra vez eres tierra derrotada! Con tus campos repletos de escombros y morralla, las avenidas colmadas de baches y cristales rotos. Tus tejados pandean, ya no queda albor en los ojos. Entre callejuelas, tres perros mastican un cadáver, rezongan por compartir una escápula y un peroné. El resto ya es materia viva en estómagos saciados. La bandera ondea flácida en el balcón; son jirones, ¡ha perdido el color! Nada está negado entre giros crepusculares, el amanecer de las estrellas. Hoy, con los escombros de vuestra rendición, se renueva un hogar esperanzado. El libro de las Carachas. 1997-­‐2005. Rufino Mesa


Escalera de los mártires. Torre del muyahidín. Arquitectura para los mártires y el olvido. Piedra de San Pedro y San Pablo, hierro, hormigón, mármol de Markina, bronce y otros materiales. 1999. 10 x 3 m. de diametro de base. La Comella.

El agujero oracular Tengo hábitos muy curiosos, algunos irritan a Assumpta hasta la paranoia... Casi siempre, mientras pienso alguna bagatela, mantengo las manos en los bolsillos y hago tintinar unas monedas. No hay nada en el mundo que me cause mayor placer que rascarme la entrepierna con el murmullo de unos céntimos. Mientras mangoneo de esta manera por ahí abajo, le comunico el tema de “EL DOLIDO” al agujero oracular. Se lo suelto de un tirón, como un asunto grave y urgente; este se niega a contestar. Pienso si será por la complejidad del tema o por que hoy es día 31 de octubre y mañana es día de todos los santos. Ya he explicado en otras ocasiones que el agujero parlante tiene momentos para todo, también para los silencios… Nada, por el momento no dice nada, ¡cuando calla no hay manera! Al rato de esperar se oyen chirriar los pernos y crujir los flejes hundidos en el óxido y las sombras. Suena la batahola entre el doblar de palmas y carraspea una garganta empapada de cazalla y orujo. En los muros del pozo, un repicar inquietante y siniestro sube y me comprime el centro del pecho. Repican piedras diminutas sobre el tambor del pozo y al instante, con el chapoteo del agua surgen


murmullos a borbotones. Por último se sosiegan los escapes de vapor y los estruendos cesan, se hace el silencio… ¡Qué algarabía de cotorras y cigarras maullando! Todo ese barullo mezclado con el tintineo de una cuantas monedas en mi bolsillo. Una voz mineral empieza su discurso limpio, arrollador y sin pausas. —Las ideas son creaciones de la mente y tienen su propia dinámica. Sean políticas, religiosas, estéticas, son las energías más poderosas del ser humano, estos, si no tiene sueños para perseguir, si no le quedan utopías en la mente se consumen en el hastío y se destruyen. Las “luchas” son escusas para liberar el fruto del pensamiento inventado entre los avatares de la historia. En realidad son las réplicas permanentes del primer aullido. Los que más aúllan son los que están más cerca del origen, es decir los que todavía forjan su sueño en las penumbras de la caverna… La realidad de los hechos pueden ser interpretados, vividos y gestionados de muchas maneras, esa es la quimera más hiriente de la vida. La resultante de estas contingencias sociales, históricas, políticas y económicas hacen que el fin perseguido pueda ser heroico o infame. Para algunas personas esa es toda la realidad existente. Fortalecidos por su descubrimiento doctrinal, convencidos del error en que viven los demás, han de trajinar con el mensaje profético y hacerlo extensible a toda la humanidad. Si no lo tragan lo han de sobrellevar, pero si pueden lo meten en la cabeza del otro con un martillo, es el rol que han decidido representar y el motivo de su vida. No son sólo los talibanes los amantes de este guisado, hay mostrencos de mente y profetas de salón en cada casa y en cada pueblo. — ¿Así pues, EL DOLIDO puede ser un héroe o un infame, (le digo mientras zarandeo un poco más las monedas). Igual que el "artista creador", su trabajo puede estar en el museo o en el almacén de trastos viejos. Su valoración será siempre según encaje y concluya su apuesta personal en el seno de la sociedad? —Queda claro: en el juego de las opciones y las contingencias de la historia, el hombre siempre es un instrumento al servicio de una mano invisible. Cada persona escoge su camino mediatizado por las creencias e ideas políticas y estéticas que se destilan en el contexto. El desastre o el triunfo no dependen de él, tampoco del talento que exponga, depende de la utilidad que algunos puedan lograr con su pensamiento. Puede suceder que el beneficio de sus ideas, de su obra, sea póstuma y que su trabajo sea despreciado en vida. Si es así, el hecho es irrelevante ya que una vez muerto, las ideas y doctrinas pueden ser volteadas como un calcetín. Las “bien interpretan” y para ello cambian los puntos de lugar y asunto concluido...— Clinn, clenn, clinn, tintinean las monedas mientras le pregunto: dónde se forja la conciencia del ser y el compromiso personal. —El ser se hace así mismo interferido por la ilusión; en la mente todo es tejido con las urdimbres del sueño. En el cuerpo incide el esfuerzo y el sufrimiento, pero su pensamiento está cosido con las fibras del corpus social, su obra está mediatizada y su consciencia también. El compromiso es una cuestión ética, pero en muchos


casos es estética, ¡es un rol a representar…! Al final de las interpelaciones, de los beneficios que aporta su vida, es el corpus social el que decide si es héroe o villano. El ser se forja lentamente entre el fracaso y la gloria y está habituado al sabor de la aceptación, la omisión o el desprecio. Vive en una tregua permanente y se indigna hasta la locura al comprobar que las flatulencias de algunos son aplaudidas y condecoradas. Observa como el héroe circunstancial se lo lleva todo, es elogiado con banderas jubilosas y licores burbujeantes. Se indigna al ver como lo visten de colores y las señoritas de relleno le recuerdan que él es el polvillo germinal que ha de sembrar la tierra. Pero entiende el juego y sabe que esas realidades son eructos de un mal almuerzo. Para entonces ya intuye que él es el tintineo de unos céntimos invisibles y alguien los mueve sin su permiso. Si su mente es lúcida (Que no suele ser el caso), rápidamente descubre que su labor es efímera, volátil como el hálito anal del culito perfumado de un niño. Si realmente es el dolido y su inteligencia está conformada como tal, entonces siente en su piel el restregón de la injusticia, la confabulación y la perversidad humana. Es el momento de la transmutación y entonces se convence que el tiempo fragua una realidad que se alía con su causa. Tras la primera reflexión se persuade de que algún día él agitará monedas de oro y sonarán con el hálito transparente de los cielos; entonces piensa que su ley será posible y justa ya que él es limpio y fuerte como un diamante. Naturalmente cuando actúa de esta manera se bastardea, su mente se retuerce sobre si misma y poco a poco pierde todo atisbo de lucidez. Llegado hasta aquí, podemos afirmar que ya tiene el grado psicológico de EL DOLIDO, pero todavía no lo sabe.— ¡Es un enigma la condición humana! En ningún momento nos pasa por la cabeza que la realidad del otro es de la misma naturaleza y que en el enfrentamiento de esas realidades contrapuestas nace el desencuentro y el dolor. Le “digo” con voz inaudible mientas volteo los céntimos; esta vez no suenan, se deslizan suaves como yo y permanecen en silencio…


Los dedos, la mano, el puño. Recordatorio del atentado de ETA en el rack de Repsol en Tarragona, 12-­‐6-­‐87. Imagen virtual. 2006. Jardín de las quimeras y esperanzas. http://www.youtube.com/watch?v=_TF0eR0izek

—Sí y lo saben todos, pero por interés se tiende a especular con la verdad suprema, eso fortalece sus propuestas. La alianza con la razón primordial fortalece los sueños y ayuda a que los objetivos florezcan con el tiempo. Es la respuesta simple del que vive en la ilusión, piensa que cada segundo, cada hora, cada día es terminal, a su vez, ¡cada movimiento del reloj es un paso gigante hacia el trinfo definitivo y la gloria! El dolido piensa que el presente es una tregua mezquina y equívoca que no hay que tenerlo en cuenta, es momento de sacrificios. El futuro es el tiempo donde vivir: hace mucho que olvidó que la quimera es fruto de su invención, él la ha alimentado hasta hacerla mórbida y monstruosa pero en su imaginación se mueve como una náyade. Posteriormente, su fábula y el conflicto que genera, se mantienen por inercia, ruedan imparables como consecuencia de sus propias acciones. Vive en el error permanente y espía el hecho de ser combatiente pero no triunfador, la derrota es consecuencia de sus ensoñaciones. Al final de sus días intuye que él no entrará en el paraíso, en el territorio liberado y, ya contrahecho, se conforma con la nueva situación. Desplazado en el tiempo ha quedado aislado y se complace con el triunfo de una batalla póstuma. Entonces el dolido se enroca entre eufemismos, medias-­‐ mentiras y documentos apócrifos, se hunde entre pergaminos testimoniales y se sacrifica para purificarse en la derrota; sabe que la muerte es la única vía que le queda para transitar hacia la victoria. En sus días de certeza calcinó las sendas de regreso, ¡ya no puede volver al origen y olvidarlo todo! En su elección decidió que no había error posible; ¡o triunfar o morir! —


Mientras refriego las monedas contra el muslo le replico.. Y el principio de la felicidad, ¿dónde queda? Esto me hace feliz: los tintineos son como los ardores del poder, ¡irracionales! —Ya no la busca, conformado en la batalla, en el agravio permanente, se hace insensible al dolor e inflexible de pensamiento; es incapaz de encontrar remedio en la negociación. Se ha hecho huraño, maltrecho y desconfiado. Carcomido por el rencor, acecha como un gran depredador y huye de la prisión de sus propias ensoñaciones, pero no puede hacerlo y pervive en la batalla. La causa se ha hecho llaga en su corazón y morirá con él. Se encuentra siempre vigilante y apunto para el último asalto, pero tiene que moverse con sigilo de felino. El dolido se creyó elegido, puro de corazón, lo puso todo en la balanza de la historia y perdió; ahora se ve incomprendido y mal pagado. Entonces emerge en él el guerrero de una causa invencible y decide que su acción le conduce al sacrificio. Esa será su mayor victoria ya que lo sitúa directamente en la tumba de los caudillos mártires, por tanto en el triunfo ante la muerte. Ya no le quedan otras opciones para afianzar su nombre sobre la piedra de la historia.— Llegado aquí le pregunto… El sacrificio es un acto generoso (Fin del conflicto), un suicidio políticamente calculado, (Principio de solución), es la renuncia a la vida (Se ha hecho insoportable), o es una opción estética (Lucir un bonito cadáver). Pienso que las preguntas dejarán el agujero oracular sin aliento y sin respuestas. Gozoso de mi astucia me dispongo a sacudir una vez más las monedas. Tocarlas sin verlas desencadena gran emoción… —El dolido es un creyente; en ningún momento cuestiona la realidad que siente en el hueco del pecho. Puede tomar muchos caminos y fracasar en todos, pero no fracasará en sus convicciones. Él se siente sujeto a su destino, encadenado a unos principios y a ellos se debe plenamente. Sus valores no los cuestiona nunca ya que si lo hiciera todo su andamiaje mental caería al instante. Fuera de esta reflexión superficial, el dolido presenta una actitud vociferante y autista, sólo puede ver lo que quiere ver y puede hacer un mundo diminuto a su alrededor para mantener sus ideas. Hay que pensar que proteger los principios es el acto más torpe de la humanidad. Mantenerlos hasta la muerte es totalmente aberrante, es defender la ceguera a ultranza, anteponer las causas (sean reales o inventadas), a los efectos que va a causar. Él piensa que avivar los agravios y a su vez crearlos es la estrategia a seguir, es darle forma a la causa. Lo hace sin valorar las repercusiones presentes y futuras y no aplica nunca una auditoría intelectual a lo que hace o dice… Él da por bueno aquello que se formula en la mente y se entrega con pasión a una realidad que confunde con sus alucinaciones. Pero lo que es realmente grave es que confunda también a su grupo de referencia, que la neurosis del dolido se haga infecciosa y contagie a parte de la sociedad.— Clinn, clenn, clinn, suenan entre los dedos como cuerdas de violín… —El dolido también puede representar, teatralizar su dolor y hacerlo con mucha más convicción que el verdaderamente herido. Él puede adoptar un rol supremo y como un iluminado gesticular una performance mil veces ensayada, ¡morir en la


cruz para seguir vivo eternamente! El dolido puede ser consciente de su farsa, conocer sus invenciones pero no reconocerlo nunca. Tiene su propio catecismo, se encuentra oculto en la raíz de su boca, está memorizado en la sangre y lo inyectará a sus hijos como las siete ordenanzas que demanda la causa... 1 Nunca admitir que el mal causado ha surgido de historias hermosas encastadas en un discurso apócrifo o casi siempre desfigurado. 2 Que los agravios fueron difundidos con la intención de avivar la guerra, aumentar la diferencia y hacer imposible la reconciliación. 3 Piensa que toda acción político-­‐militar tiende a definir los límites del enemigo y clarifica el área de los tibios y los traidores. 4 Siente que las imágenes que se han forjado en el conflicto son el reflejo sesgado de la realidad, él tiene su propia versión de la historia y nunca es negociable. 5 Constata en propia carne que la justicia del otro no es justicia, es flagelo de verdugo. 6 Que la mentira, el eufemismo, y el pretexto, son también armas de lucha, espuelas que excitan la opinión social y acercan el triunfo definitivo. Tras la victoria, toda mentira se deviene en verdad, el eufemismo en inteligencia y el pretexto en táctica de combate-­‐ Las perfidias han sido instrumentos eficaces; tras la victoria hay que pasarlas a limpio… 7 Contempla como norma que toda acción del grupo ha de ser celebrada y todos los errores ocultados. A la inversa; los errores del enemigo han de ser aumentados y las virtudes ocultadas. — Clinn, clenn, clinn, repiquetean en el bolsillo… Mis monedas saben a cultivos en tierras de secano, aromas de tomillo y hierbabuena. Las monedas son una adicción como cualquier otra, una manera universal de mantener la quimera. Claro, con unas cuantas no se hace nada, pero con muchas... —No obstante el pliego de ordenanzas invisibles y su falta de equidad, él persiste y se hace guerrero en la lucha igual que uno se hace carpintero entre tablas. Recapacita y piensa en su destino heroico, redacta los versos del alba y con ellos dibuja su propia leyenda. Con ellos cubre su dignidad y hace la travesía de la vida en solitario, lo hace para no ser descubierto y así mostrarse con la voz limpia de los elegidos. Delibera: a no ser que sea imbécil piensa, no del todo convencido rumia día y noche. Más allá de los designios heredados, ¡él cavila! Pero como está seducido de si mismo cree sentir una voz interior; señal inspirada que blinda su dignidad y describe su camino sin duda alguna. — Volteo la mano y…Clinn, clenn, clinn, suenan, esta vez con timbre de duelo; incomprensible el sonido del dinero… —El tiempo lo ha derrotado y ahora toma conciencia de que él es “el dolido”, un cruzado que le han salido duricias en el pensamiento y ya no puede seguir ocultándose así mismo; vive en los permanentes cambios de ánimo y sus contradicciones le hunden en la locura. Es cierto que él se conmovía al escribir los versos del alba, también lo es que en el momento oportuno abrió la boca y dejó caer con tono elegíaco, un canto de amor entre sus camaradas. Es cierto también que esperaba con fervor que estas estrofas germinasen en el corazón de su pueblo. Tras la derrota piensa como poner a salvo su memoria y legar su testamento a las


urnas de la historia. Quizá siente y abriga la esperanza de que sus cenizas serán rescoldos de próximas piras humanas... Ya sereno se hace cauto por un instante, ¡tan sólo un instante! Una llamarada eufórica lo levanta del suelo y siembra con palabras los campos; son canciones que han de modelar la conducta heroica de futuras generaciones. Esta suele ser la carta magna que expondrán después en el pedestal del pueblo; ¡piensa y siente al respirar cierto ardor en el pecho! En ocasiones se ve caminar al encuentro del alba, proyectado en la pantalla de su mente. Con ironía contempla como escalan los próceres de la causa; sobre sus huesos trepan los que anhelan el poder y conspiran a la sombra. En otras: observa sus restos consumidos. Es una visión insólita que no puede soportar y se conmueve; como reliquias quedan sus restos para la veneración popular. Al final construye un sueño y constata que son los poetas, los políticos e historiadores los que terminan de vestir el embeleco del tiempo y exponen su sendero repleto de abrojos como el camino de la victoria. Al final constata que ha sido un sueño y en él contempla su derrota. En su fantasía se describe un campo arrasado hasta el horizonte y en él: observa un cementerio infinito repleto de tumbas.— Le interrogo mientras suenan las monedas… ¿Es ahora que descubre su impostura y se sonroja ante el espejo de su conciencia? ¿Asume la culpabilidad y se arrepiente del dolor producido? —No, esa sería su máxima derrota. Siempre hay que mal pensar de los arrepentidos por interés. Lo hago de ti que me has hecho como el juguete de un niño. Si yo no fuera una piedra perforada tendrías que dudar de todo lo que afirmo. Desconfío de las semillas que has enterrado en mi vientre. Siempre me pregunto, ¿qué secretos manejos te llevas para gastar tu vida en hablarle a un agujero, qué beneficios sacas exponiendo tus argumentos en la cara oculta del mundo...?— Pero..., ¡porqué me acusas ahora…! Soy tu hacedor, me tienes que tener algún respeto, ¿digo yo, no…? O te comportas, o te tapo la boca ahora mismo con las monedas que remuevo en el bolsillo. —He de anunciar en tu favor que has dejado tu testamento fuera del alcance de los ojos y eso es de agradecer, nadie se contaminará con tus desvaríos. También es verdad que no pueden hacer daño a nadie, pero despiertan la curiosidad y ese es el peor de los impulsos humanos. ¿No eres consciente de que con la actitud de ocultar dejas una herida abierta en la memoria…, o es que lo haces por puro ensañamiento...? Piensa que la mayor ambición se amaga entre gestos aparentemente desprendidos, por ejemplo: yo no te cobro nada por esta retahíla de reflexiones. — Empiezo a estar cabreado... Ahora aprieto fuerte las monedas y se hace un agujero en el forro del pantalón. Como sanguijuelas frías; la calderilla empieza a deslizarse y cae muslo abajo. Volvamos al guión, el tema se está desdibujando... ¿De donde saca el dolido la fuerza para soportar su trinchera?


—El pensamiento del dolido es un generador de energías sorprendentes, sobrepasa los peldaños de la bondad y la maldad humana y se recluye recóndito en su mente. De ese laberinto abisal extrae un filón interminable de machetes y, a su vez, saca el valor y la fuerza para usarlos. El dolor es energía candente en la punta del puñal y los caídos por la causa siempre son daños marginales que no merecen ser tenidos en cuenta. Con el tiempo, entre el polvo de la historia y los medios empleados se olvidan todos. Las contradicciones se funden en su mente y estas quedan bruñidas y empotradas en sus ojos como rubíes, son diamantes que centellean la luz del mundo y con ellos mira el devenir como un profeta. Noche y día aguarda el instante para emerger como salvador, se imagina que le esperan los cánticos de gloria y se prepara para ser ungido. — ¿Mientras tanto qué hace, se complace en la queja permanente, se deleita en la confabulación y la venganza, se abate por sentirse contrahecho y mal pagado por su obra y sacrificio? Una de las monedas entra en el zapato y se sitúa justo debajo de talón… ¡Este final empieza a tener mala pinta! —Sueña, siempre sueña, se siente guardián de la verdad eterna. Es un miliciano invisible de causas invictas y se sitúa en el trono de la justicia universal. Levita por encima de los demás y no reconoce otra moralidad que aquella que él ha forjado en la lucha clandestina. Siente que su sacrificio le otorga unos privilegios que puede aplicar con impunidad. Cree que él es el latido de la tierra, el hálito que conmueve el pecho; es el enviado que todo pueblo espera, el caudillo libertador y piensa con ello que así proporciona sentido y justicia a la vida colectiva. — Cómo, después de las derrotas y el dolor causado, ¿aún no se han enterado? Las otras monedas ruedan por el suelo y se pierden entre las hojas. —Este ser ya tiene la intriga fermentada en la mente y fluye por la boca como el aliento de las flores del dolor. Sin darse cuenta, poco a poco se deviene en el constructor de artificios, se ha habituado al zumbido de la metralla y le llama la adicción a la refriega; ¡no sabe hacer otra cosa! El que cultiva con pasiones las sementeras del amor sublime siembra también las semillas del fracaso; de ahí nace el mal gobierno, la convivencia imposible y el odio eterno, ¡es el retrato hiperreal del alma humana!— Pero, con el tiempo, ya consumada su derrota, debe rendirse ante sus propios ensueños y quedar ensimismado mirando el frontón de los cielos. Él no es tonto, sabe que la luz divina no puede ser la única esperanza y la realidad del otro puede hacerse omnipresente, inevitable y obligada. —El no duda jamás.—


Me cabreo, ¡ya estoy más que arto de “el dolido” y sus paranoias! Me pongo de pié sin pensarlo y al apoyarme en el suelo, la moneda presiona contra el zapato, entra en la carne y me hace un corte profundo en el talón de Aquiles… ¡Ay, ay, ay, Necesito una enfermera, un médico con urgencia…! Sin enterarse de la gravedad de mi herida mortal, el agujero me contesta… —Del origen del conflicto ya no queda nada en él, ahora es el escultor del deseo que modela el pensamiento con lacras, pústulas, llagas, rencores, agravios, corazas y mentiras. Una lista interminable de traiciones, deslealtades, felonías y engaños lo han derrotado. Con todo ello deja un rastro imborrable en el alma de los que ya nacen vencidos, sus hijos y los hijos de sus hijos... Espejo de la condición humana que se mira en el pozo del dolor para sentirse limpios ante la inmundicia de su propia pequeñez…— Gregorio Bermejo 4-­‐12-­‐011 Tarragona

Estanque con peces de colores (ahora duermen). La piedra es el Ben Ben de Fénix. La Comella. 2009

Héroes y peces de colores. Ayer vino un grupo de niños a la Comella y les enseñé los nueve peces de colores que un día liberé en el estanque. Fue una ofrenda emocionada, decidí libertar uno por cada niño que había nacido en el periodo de Fénix o la ciudad del sol. Nueve madres conocidas habían quedado en cinta y era un deber conceptualmente contraído: de esta manera quedó resuelto el tema. Lo interesante del relato es que se han reproducido y ahora son grises y de varios tamaños. Es muy curioso, lo comenté con los niños y acordamos que eran astutos y evolucionan deprisa sin conflictos morales ni éticos. ¡Así es la vida...! en aguas turbias el gris es el color que mejor les ayudaba a sobrevivir y lo han adoptado rápidamente. Estábamos enzarzados en estas monsergas cuando uno de los peces saltó del agua y fue a parar a las manos de Jonás, un niño inteligente y cariñoso con los pelos erizados y un dedo apuntando la comisura de los labios. Se hicieron amigos al


instante y empezaron una conversación nada apropiada para un niño y menos aún para un pez. —¿Cómo te van las cosas bajo el agua? — Dijo Jonás primero mientras mantenía el dedo índice en la comisura de los labios. El pececito le contestó con toda naturalidad … —Ahí abajo el aleteo de la realidad nos pesa a unos más que a otros, eso se hace evidente en el cuidado de los dientes, el brillo de la mirada y las escamas que nos luce. Sobretodo se observa en el reparto de bienes naturales, en las capacidades personales y en el coraje con que nos dota la vida para enfrentarnos al mundo. Queda claro que desde el mismo momento de nacer ya somos diferentes, nos trenzamos entre posiciones especiales, grupos de referencia, tribus de pecera, de balsa o balsete, estados de ánimo, etc. y eso configura una suma de referentes que grava con fuego los tejidos del pensamiento a cualquiera. Con ese equipo personal caminamos-­‐nadamos y constatamos como en el uso de los recursos y en el saber manejarnos están las claves de nuestra vida…— — Dice Jonás, el del dedo en la comisura de los labios— Que casualidad, tu vida y la mía parecen gemelas, son cerezas ante un espejo. —Algunos ya quedamos sometidos al dolor en el momento de nacer; desde ese instante quedamos abatidos por la carga viral que nos toca o por designios misteriosos que se despliegan lentamente ante nosotros. Algunos tropiezos nos enseñan a nadar y a esquivar con rapidez, vemos que el lago es sinuoso y largo y se presenta siempre amenazante. Parece que escogemos el trazado voluntariamente pero no es cierto, él se presenta ante nosotros como algo inevitable, El horror entra en nuestras vidas; penetra como aliento envenenado que reseca las agallas y así no hay manera de respirar... En el fondo de la cuestión y de las aguas no elegimos nada; el libre albedrío no existe para la mayoría de los mortales no existe. En el agua no tenemos la lucidez suficiente para escoger algo que sea fundamental en la vida, no disponemos de la libertad para decir no, ni de la fortaleza para enfrentarnos a los mandatos de la “sociedad”. Sin quererlo ni amañarlo nos secuestran el destino. Algunos mostrencos creen llevar la razón de la historia y vociferan sin cesar, pero hasta los jefes de grupo, el gobierno piscícola, quedan sometidos a esta sensación de deriva y de complot universal. — Pero…, ¿hay un complot universal? Le dice Jonás sin mover el dedo… —El mayor complot se cocina dentro de nosotros mismos y no sabemos gobernarlo. Lo más sencillo es siempre encontrarlo fuera, hay motivos para hallarlos entre masones y rosacruces y más aún en los banqueros que se refugian en paraísos fiscales... En ocasiones tomamos una senda equivocada, vemos claramente los errores, presentimos el dolor y las consecuencias que conlleva, pero no tenemos la capacidad, ni la voluntad, ni la sabiduría para voltear la ruta, no queremos ni sabemos llevar el gobierno de nuestras vidas. Le damos el gobierno a


“los nuestros”, cedemos la soberanía personal a un grupo de referencia que en la mayoría de los casos se orientan con la misma ceguera y resultan ser unos tragones que saquean las arcas y los arcones. Si tuviéramos la capacidad para gobernarnos no habría complot posible, nadie podría hablar por nuestra boca ni estirar de las cuerdas de nuestro destino. Como no es así, como somos pececitos a la deriva, ahí quedamos atrapados, contrahechos, ensombrecidos y aprisionados en nuestra propia debilidad. Nos gobiernan , nos utilizan, nos joden y sacrifican y encima quedamos convencidos de que es por una causa noble y de mayor calado. En ocasiones tenemos la percepción de que somos nosotros los que gobernamos y hacemos la travesía, pero es una ilusión, nos tienen secuestrada la voluntad. Aquellos que más jalean son los más atrapados. La mano que mueve las olas está tutelada por un poder invisible, es un anzuelo gigante que tiene su centro disuelto en el agua. ¡Vete a saber quien tira del hilo y agita la caña…!— ¿Es el dinero su instrumento fatal? Le interroga Jonás con tono enigmático y todavía con el índice en la comisura de los labios. —Bajo el agua sirve de muy poco, sólo para malvivir entre el lodo. Es el poder el que mueve la información, redacta las homilías, difunde los preceptos, crea y deroga las leyes, mece la cuna y remueve las aguas. En las escuelas, él nos llena la mente con engaños y cantos de sirenas; entonces gestamos los sueños de un tiempo feliz y cuando nos enseña un poco de dinero, hacemos remolinos de júbilo y nos mordemos las agallas los unos a los otros. Lo más curioso es que el determinismo no es del todo cierto, nos queda la ilusión de que somos nosotros los que establecemos el juego en la libre elección. En ocasiones es así, hay algo cotidiano que podemos hacer, dormir en el agua o sobre el légamo. ¡Escogemos, escogemos las cosas sin gravedad, eso nos es dado y es todo lo que podemos hacer…! En los grandes temas constatamos que nuestro pensamiento queda varado, panza arriba y oculto, intencionadamente omitido. En el fondo de la cuestión sólo disponemos de la libertad para comer la lombriz, la mosca o un trocito de cebo… ¡vaya, como os pasa a vosotros! — Jonás lo miraba asombrado y seguía con el dedo en la comisura de los labios… Gregorio Bermejo 20-­‐11 011 La Comella Tarragona La grieta y el pozo de l as vanidades. Collegats. 2011 La grieta Tras el terremoto de Japón, una grieta infinita se abre bajo mis pies, en ella dejo caer mis temores y quimeras cada día. Observo como la grieta no se cierra nunca y en ocasiones puedo ver la luz del otro lado; es como si la tierra se estuviera partiendo en dos. Por las mañanas me interroga con tono acusante y lanza un


bramido por una rendija parlante; ¡me temo lo peor y pienso que lo ha visto todo! Ante su terrible poder le relato aspectos personales que aquí no puedo detallar para proteger mi dignidad. De todas amaneras pienso que no soy culpable de lo que está ocurriendo. Repetidamente me pregunta cuestiones que me sonrojan la cara, me acusa de perversidades innombrables que me comprometen y parece ser que tiene pruebas evidentes para decir lo que dice. Antes de la grieta y de sentir sus acusaciones, yo no era consciente de lo que hacía, estaba obnubilado y ciego, pero ahora empiezo a pensar que quizá estoy inculpado en cuestiones graves. Por acción u omisión me siento implicado en infracciones muy sucias. Naturalmente no soy cándido y rechazo todas las imputaciones, niego cada palabra acusatoria y peleo como un gallo sin plumas para defender la ilusión de mi inocencia. No obstante ya empiezo a sentirme cansado y hasta le amenazo con querellarme si no baja su dedo acusador y su tono delator. Ni que decir tiene que las acusaciones no me quitan el sueño, una a una las niego y allí las olvido al instante; pero se que están ahí, las oigo claramente en el fondo, se debaten entre los muros y ascienden en espirales de fuego. Siempre amenazan con salir de su reclusión y delatarme. No es un tema muy relevante pero prestad atención, si lo hace estaremos todos perdidos ya que la grieta ha tomado buena cuenta de cada una de las vanidades humanas…! Esta es la raíz profunda de la crisis, la moral, la familia, la religión, la política, la economía, el amor y el arte se ven aquí acusados y ensombrecidos. La citada grieta amenaza con derribarlo todo, con un dedo giboso apunta en los cimientos de nuestra sociedad, ¡ya de por si tambaleantes! El corte en la tela También en las cuestiones estéticas y éticas aparece esa hendidura; como el barro se resquebraja el valor moral y la sensibilidad humana. Ya la anunció Lucio Fontana con un navajazo en la tela, tajada que la dejó herida como el costado de Cristo. El corte también tiene sus réplicas en la piel superficial del mundo del arte, en sus tejemanejes, ilusionismos y cambalaches. La grieta es el pudridero del alma humana en todas sus variables. Sus efectos perversos han sido tan grandes en su composición moral como en la banca o en la política. Sabemos que el complot ha repercutido en todos los ámbitos de la vida pública y los negocios han sido cuantiosos; el arte y sus escusas mediáticas han limpiado dinero a capazos. Toda valoración estética ha sido mediatizada por el mercado y este ha hecho servir sus leyes como en la venta de crudo; así de rotundo ha sido… Por otro lado nos hemos quedado sin estribos y caemos en la grieta en gravedad libre. Ahora el arte puede ser todo, incluido el traquetear de una ametralladora sobre una guardería: Mezclamos en un coctelera todas las actividades, todos los géneros, todos los disparates y esperamos que de ahí emerja un pensamiento nuevo. La herida me duele Para mi el tema es mucho más grave y su lanzada me duele especialmente ya que mi pensamiento se ha ocultado al otro lado de la realidad, mejor dicho, al otro lado de la grieta y aunque he trabajado sin descanso no he hecho los deberes como


pedía la ocasión. ¡He sido un irresponsable al montármelo a mi aire y no ser más incisivo en los temas colectivos...! Es previsible que un sistema social y espiritual soportado con estos cimientos se derrumbe, máxime cuando el dinero se hace con todo el poder y la perversión es moneda de cambio invisible. El arte de la comedia, del despilfarro y la locura, ha sido cómplice de todas las perversiones y ahora la lanzada, el estoque de la grieta lo ha herido gravemente. Podemos ver claramente como su cuello se desangra lentamente; el teatro se acabó, los impostores han sido descubiertos y gruñen como cochinos en el arcón de la matanza. El corte en lo real El corte también toca en la membrana sutil que nos protege de lo real y eso es mucho más grave, más de lo que parece. Pienso que si quedamos al descubierto y perdemos los espejos ilusorios, si se quema la Icaria esperada, estaremos todos perdidos. Concluyendo, la tajadura es la metáfora de un estruendo que no se ha manifestado todavía, no lo ha hecho en todo su esplendor; por el momento sólo ha sido un pequeño escalofrío, ¡estamos en aviso! La grieta se encuentra vehemente en ese espacio insaciable que lo absorbe todo; he dicho todo, incluidas las creaciones de la mente y su ambición sin límite. Tras la grieta un corte, y tras este han venido otros y muchos más, cuchilladas, lanzadas, pullas, rasguños, heridas, agresiones y sajaduras; la tela de lo real se ha convertido en un espacio de combate físico y ha dejado de ser un refugio para que la vida se deslice con espiritual sencillez. Ya no queda espacio para el sosiego estético; ¡es el fin de la ilusión!

La grieta. 2011

¡Qué podemos hacer ahora! Sabemos, los que no sabemos nada, que en las buenas obras toda la razón se pierde y en su lugar aparece un escalofrío que nos llena de emociones y entusiasmo. Es una verdad revelada que vislumbra lo incuestionable; creo que eso es todo y algo más... El arte habla con la voz del tiempo ya que todo lo acontecido tiene su gravedad en la expresión sublime, la que hace servir el timbre de la naturaleza y


respira las preocupaciones humanas de todas las épocas. Ella también es testimonio de la voz del creador que, como pienso, no es otra cosa que la resonancia física de la materia. Por todo ello, algo hay en lo oculto, en el lecho misterioso de la grieta, que nos deja desamparados y a la vez acogidos. Nos delata con su vaho turbador, nos acusa, nos acoge y su enigma es de prioridad ante cualquier otra circunstancia. Tenemos que pensar que al final de la vida en ella vamos a caer y seremos devorados lentamente y sin piedad. Ahora estamos asustados, el terremoto ha sido grave y quizá no podemos escapar de su poder seductor. Su aliento nos llama y al asomarnos, al abismarnos, nos precipitamos en un mundo creado en el origen del ser humano. Quizá toda obra respetable ha de respirar su aliento y si no lo hace es que está muerta o aburre hasta la saciedad como pasa ahora en la mayoría de las exposiciones. Me pregunto si el poder de la hendidura no es otro que el de revelarnos ese origen, el de dejar al descubierto nuestras alucinaciones originales y con ello mantenernos en el sueño. Seguidamente me respondo…; quizá el arte actual pretende sacarnos de la ilusión y colocarnos ante la nada, ante el espejo de nuestra soledad. ¡Ay, ay, ay! que otra vez se mueve el suelo, se resquebraja la grieta y caigo en ella... ¡Es una pesadilla que no termina nunca! Vuelve al discurso con más brío, de nuevo empieza con su letanía vibrante; su voz oracular nos puede dejar sordos. ¡Cuidado camaradas! si esa voz consigue sobrepasar el nivel del suelo se extenderá por los campos como niebla iridiscente, dejará al descubierto todas las ocultaciones humanas y su destello será tan poderoso que nos dejará aún más ciegos.

El agujero parlante. Jardín de la quimeras y esperanzas. 2006

El pozo de las vanidades Para los incansables en el poder, junto a la grieta he realizado la obra: El pozo de las vanidades. En él se atiende toda la gravedad de la acción política; en ella han de caer los votos de los inocentes y los indecisos. Pensé que el tema necesitaba un espacio especial y se lo he hecho con devoción de monge; ¡es una urna gigante! Tiene veinte metros de profundidad y un metro de ancho. La boca del pozo es de forma pentagonal, la he pensado así ya que cinco son los dedos de cada mano, las


mías y las de los usureros. Son cinco garfios que algunos hacen servir para exterminar todo atisbo de esperanza. Igual que en la mencionada grieta, en este lugar se entregan las voluntades y también los escándalos humanos; todos caben con desahogo y allí se olvidan. Se dejan caer con elegancia y con cierto arrumaco inocente, como el que excreta pétalos de rosas o siembra trigo en los campos. Observo como los confeti de sus vanidades, la brisa de sus tejemanejes, llueven a boleo como sus escándalos y a buen paso se olvidan, caen suavemente y se esfuman en la tierra, así de sencillo... El pozo, la grieta, en realidad son espacios de confesión que no inculpan a nadie, no hace falta hacerlo, todos sabemos quienes son, ellos también lo saben. Aquí vienen las almas públicas a entregar su arrepentimiento con devoción. Son ellas las que se miran al espejo de su pasado y se acusan solas, ¡los pobres, son buena gente! Es candoroso ver como los poderosos de la tierra vienen a arrepentirse; aparecen en hileras interminables para limpiar su dignidad y así poder respirar con sosiego el resto de sus días. Con aire ígneo se limpian la cara, la dejan inmaculada en un instante, sus rostros quedan relucientes como niños recién comulgados. Estos lugares: la grieta, el pozo, tienen un poder indecible. Son escenarios de resonancias intangibles que describen sin palabras todo aquello que puede ser explicado. También tienen la virtud de absorber el sufrimiento y las infamias humanas, para eso los pienso y los hago; ¡queridos!, son de servicio público. Me sorprende el poder que desprenden, en realidad son los que me mantienen activo el pensamiento. Los utilizo para consolarme de la presión que ejerce las primas de riesgo, la bajadas inestables de la bolsa y la desconfianza general que se ha creado. ¡Menudas historias nos están contando! Confianza en los que se llevan el dinero público, ¿cómo has de confiar en nadie con una moral como la que lucimos por bandera? De hecho, la falta de confianza y los motivos que la han creado son la expresión solemne de la crisis. La moral es una caja de murmullos inaudibles que amenazan con hacerse oír, con delatarnos a todos, solo eso, ¡amenazan, nos asustan y nos dejan desamparados….! El final de la ilusión En esta grieta abisal, en este pozo sin fondo, todo se fosiliza al instante, por grave que sea el caso queda atrapado en un líquido ambarino que puede soportar la eternidad sin contaminar nada. En el futuro, ya fosilizado y lejano, el ámbar con el aliento de los arrepentidos servirá para hacer colgantes, abalorios para las damas de clase media y gustos amañados. Ese será el final de nuestra ilusión… Esta grieta es la puerta sin retorno, es la rendija del asombro permanente. Como he dicho en ella entran todas las vanidades. Pienso, por pensar algo práctico: podríamos hacerlas en serie e instalarlas en los centros urbanos, en las audiencias y casas de juntas. Habría que colocar una en cada ciudad de mil habitantes, instalarlas en la plaza mayor, junto a los acampados. Serían el vertedero de las pasiones, estaciones terminales sin paliativos, ¡abismos ocupados con las canciones del dolor, la perversidad y la indignación humana...! En la Plaça de Catalunya habría que instalar una de buenas proporciones, también un pozo sin fondo. Las cargas policiales se han ensañado con los que reclaman que


el parlamento no sea la caja de las invenciones sin fin y la política una canción de plañideras. En la raja, en la grieta murmuran los del 15 M y porqué no, también “los de la ceja”: —Que los políticos y banqueros terminen en la cárcel: ¡vasta ya. — (Apuntan una y otra vez hasta quedar sin voz) —¡No hay pan para tanto chorizo…! — Ellos cantan noche y día y en la grieta resuena su indignación como tañen mis susurros de derrotado. Lanzan un canto de guerra apasionada, están sedientos de justicia, quizá de algo más. Por mi parte dejo caer dulcemente mi voto junto a una plegaria no atendida y espero acontecimientos. Por el momento todo es una comedia controlada, una pelea simbólica. Es un murmullo insatisfecho que se hace eco permanente en el fondo de esta sima. ¡Queridos! el rumor social ya se ha hecho corte con sangre. La herida se ha secado al instante y se ha formado una llaga que no cierra nunca, sus cicatrices serán difíciles de cerrar, todos estamos heridos y enfrentados. ¡Ay gemido de mi desconsuelo! si no ponemos remedio terminará siendo una tumba colectiva; otra fosa de los ausentes. Dados los sucesos, sin duda una de estas grietas, quizá también abismal, tendría que abrirse justo delante de La puerta del sol, otra en las Cortes Generales en Madrid y para mayor justicia, muchas más en el resto de los pueblos de España… Joan Casals: 1945-­‐2011. Fofo 1989, Catálogo: Biennal de la Diputació de Tarragona


Escribía un correo cuando llegó la noticia... -­‐ Joan Casals ha tenido un infarto: ha muerto -­‐ Una sombra veloz traspasó la memoria y de ella derivaron poco a poco los recuerdos. Palabra a palabra, lentamente aparecieron las voces, se iluminaron las imágenes, recordé las tertulias en l'Escola d'Art, aparecieron las sonrisas placenteras, los encuentros festivos... Han sido años felices, de retos y trabajo ilusionado, pero han sido breves. De repente, la noticia ha Joan y un amigo en Roma. Foto de Pere Salabert 1962 mostrado todos los surcos de mi rostro y el tiempo ha dibujado en la piel el mapa de la agonía. No queremos aceptarlo pero el tiempo nos ha derrotado, rápidamente nos ha puesto en el final del trayecto... Què puc dir-­‐te? Ara ho saps tot! Has traucat passos francs, ets la llei d'or El teu cor és roca anyil entre pedres càlides Al sol et cobreixes de bèrbols diminuts A l'ombra, avui verdegen les tiges tendres El teu pensament es desplaça en el temps mineral Voles lleuger, com raigs del sol navegues lluny però avui ja no pots replicar-­‐me amb paraules de sobte, has après a entonar el silenci i calles Calles per sempre i esbosses la distància...!

Obras de la exposición: Dipòsits de la memòria. La Torre Vella, Salou. 2007


Sumario del tiempo La noticia ha activado los recuerdos, estaban ahí y ahora se han hecho presentes; con fuerza y melancolía han nublado el pensamiento. El tiempo ha pasado por nosotros y ha acumulado la prueba evidente del transito por la vida. Pasé la experiencia del infarto hace diez años, salí de ella y me encuentro fuerte. Decía que el tiempo es el flujo permanente, se dibuja en el rostro y sojuzga todo el cuerpo. Cada arruga o manchita en la piel es una señal, una caricia que nos acerca al final, ¡lo sabemos todos! El tiempo modela el pensamiento y formula la actividad de las manos, así aprendemos a ser, a vivir en aquello que hacemos. ¡Sólo en el tiempo nos damos! En el plazo que nos toca tenemos que modelarlo y hacer con él la obra, cada cual la suya. Hay que cincelar los recuerdos para avalar el testimonio de lo que hemos vivido. Es un mandato incrustado en la mente. El alegato de nuestra vida es una fístula permanente hendida en la condición humana… Hace menos de dos semanas que estuvimos hablando de manera atropellada de estas cosas. Como siempre, Joan Casals tenía una sonrisa floreciente en los labios y con gesticulaciones y palabras entrecortadas pasamos un buen rato. Hablamos de todo, desenfadados, ¡ligeros! Era tratar los temas de calado como cosas sin importancia. Divertidos dialogamos un buen rato; un repaso superficial a los temas de la vida, entre ellos el de la muerte. Entonces parecía muy lejana y la presentamos sin sombras, como lo hacemos normalmente; un concepto filosófico tratado desde la barrera de la eternidad. El tema apareció un momento y lo unimos al trabajo creativo, a la particular visión que tenemos aquellos que dedican unas horas a pensar en algo que no es “práctico.” Él se había jubilado y estaba retomando los deseos de pintar; me vino a decir que tomó los temas del mismo lugar donde los había dejado. Valoramos la importancia de legar a los demás el testimonio de las manos y el fruto de lo pensado. Todavía tengo el tono de su voz resonando en la mente. Fue en la galería Antony Pinyol con motivo de la inauguración de la exposición de Alvar Calvet. Una conversación distendida, entusiasmada y caótica, un hablar sin rumbo como suele ser en estas ocasiones. No llegamos a ninguna conclusión; envueltos en el murmullo de la multitud nunca se llega a nada en estos "combates verbales". En la vida nos ocupamos poco de la gravedad del ser y menos aún del misterio de dejar de serlo, por ello me dispongo a escribir unas palabras para retener el recuerdo del Joan, pero lo hago sin la esperanza de proporcionar con ello una brizna de consuelo. Personalmente estoy herido y procuro que no se noten las llagas. Todavía no he superado el duelo por la pérdida de mi hijo Andreu; es una cuestión que no puede ser gobernada con razonamientos. Se mueve por canales autónomos y anegados con sentimientos sin consuelo. No obstante el dolor que causa mover ciertos recuerdos, el fondo de la cuestión me ha dado mucho que pensar y me ha ayudado a tener cierto sosiego ante la tragedia. Como no soy creyente y no necesito la figura divina para proporcionar esperanzas, en el texto huiré de la simulación clemente para consolar y consolarme. Hablaré de la muerte con el respeto que merece tener ante nosotros a una persona que nos acompañó en vida, que lo supo hacer con alegría, respondió con la amistad, dedicó su tiempo en vivir y en dejar el humilde testimonio de un pintor de vestigios.


Obras de la exposición: Dipòsits de la memòria. La Torre Vella, Salou. 2007

Tomo la palabra Ahora el tono de la cuestión ha cambiado, he quedado solo en el debate y me veo avocado a tratar el tema en solitario. Me siento afectado por la pérdida y he de hacerlo en el trance de la situación. Tengo que ordenar las ideas con la dificultad añadida de competir contra las emociones. El Joan no podrá replicarme y empujado por el deseo de acomodar orden en los sucesos de la vida, tengo que hacerlo en breve y con la gravedad de su ausencia. Justamente en su memoria hoy tomo la palabra, retomo su espíritu por un instante, ¡tan sólo por un instante! Evoco su recuerdo y tomo la palabra; es lo único que puedo hacer para honrar la memoria de los que se han ido. Ofrezco esta reflexión y me la escribo a mi mismo. ¡Es un lenitivo para consolarme! Soy consciente de que son conceptos difíciles de manejar, complejos de tratar y más aún de consensuar; cada persona tiene su propia construcción del ocaso, su visión particular del final de la vida. No seré yo el que intente hacer cambiar de opinión a aquellos que esperan un mundo mejor al otro lado del pensamiento, presiento que tienen más fortuna que yo, ¡a mi no me espera nada! Tomo la palabra y afirmo que no hay otro tema que aparezca ante mi con mayor dureza y relieve. Para los que quedamos vivos, nada hay más terrible y doloroso que la pérdida y el desánimo, el duro sillar que la muerte nos deja para quedar postrados. Entre todas las cosas temibles, no hay nada más denso para los sentidos que el silencio que desprende la presencia de un cuerpo inanimado, el secreto oculto en su mente, el susurro velado en los labios. Es más, resulta aún más fuerte si el final de la vida es así, inesperada, sin anunciarlo; ¡de repente! Ante ese silencio hueco, ante lo inapelable de su presencia me quedo desamparado. Creo que todos quedamos deshabitados, empequeñecidos y tambaleantes. La diferencia estriba en que algunos lo saben llevar mejor que otros. En ocasiones, el dolor no manifestado es doblemente dañino, crea una herida invisible que no se cura nunca. El duelo es un período más o menos prolongado que se ha de pasar con fortaleza; sin olvidar,


hay que salir a ver el sol cada día y decirle a la cara: ¡buenos días amor, buenos días! El instante del adiós queda gravado en la memoria para siempre. Es de tal densidad emotiva que se embotan los sentidos y pierdes los referentes; todo queda interferido por sensaciones contradictorias. Todos los errores del pasado quedan cancelados y los motivos pendientes suspendidos. Hasta nos ponemos a escribir alguna cosa y así llorar y honrar el trayecto recorrido, como si al hacerlo prolongáramos un poco más la memoria y evitáramos con ello la caída en el olvido. Así son las cosas: ante la solemne presencia de la muerte no podemos eludir los mandatos y demandas de los sentimientos. El pensamiento queda bloqueado y no es posible evitar las preguntas, las esperas, las visiones, los recuerdos. También, y especialmente, para los no creyentes hay dolor e interpelaciones: ¿dónde han ido los misterios de su vida? ¿cómo descanso su ausencia? ¡qué pasará con sus proyectos¡ ¡qué hago ahora, acosado en la soledad y el desconsuelo!

Obras de la exposición : Dipòsits de la memòria. La Torre Vella, Salou. 2007

El espíritu No conozco la frágil materia del espíritu y no quiero entrar en territorios de ensueño; en este tema han dedicado millones de horas los que han estudiado teología y no han llegado a ninguna conclusión palmaria, todo se asienta en creencias, en ensueños, en palabras trabadas en el pensamiento antiguo. Por mi parte siento que mi hijo Andreu, como el Joan, están aquí cuando los recuerdo. Puedo rebobinar el tiempo y encontrarme con ellos cuando nuestros hijos eran niños; eso es lo que habita en mi mente y dispongo de imágenes claras para evocarlos. Puedo leer los versos de Andreu, ver las pinturas de Joan y conectar con


lo que fue su pensamiento, están ahí y por ellos ya no pasan los años, siempre van conmigo y mantienen el mismo semblante en la memoria. -­‐¿Siempre estarán ahí? -­‐ No, ¡sólo yo puedo invocarlos de esa manera! Estarán ahí mientras haya alguien que quiera y pueda recordarlos… Solo las obras perduran un poco. Aquello singular que hacemos en vida permanece por un tiempo, sólo en ellas podemos prolongar lo que hemos pensado. Pero no todas las obras perduran, el tiempo y las fogatas devoran los mejores pensamientos y estas siempre están en llamas. El tiempo es inexorable y devora sin piedad, él se lleva a los valles de la amnesia todo lo pensado. Por otro lado está la conducta humana con sus llamas depuradoras, las avivan los que se hacen llamar sabedores de verdades eternas, los que exhalan rencores y anhelan el poder, estos siempre son incendiarios. Los humanos tenemos una proyección en la memoria colectiva, las obras son el testimonio de lo que hemos sido, el tesoro intelectual legado, ellas son el testamento que nos representa. Apoderarse de ese legado, manipularlo y conformarlo a conveniencia es apoderarse del poder. Con esmero de orfebre, en cajitas de plata dejamos el fruto del pensamiento. Podemos afirmar que en las obras queda el espíritu de lo que hemos sentido. Pero constatamos que si las obras no encajan o no son asimilables por el perfil ideológico de los que circunstancialmente mandan, rápidamente desaparecen. Aunque sean auténticos logros del saber y maravillas de la creación, desaparecen. Por el contrario, puede pasar que la reflexión y el eructo de un niño sobre un papel de paja, el delirio de un instante, perduren si se unen a la corriente de la sociedad triunfante. Esta semilla incipiente puede crecer, hacerse historia y consolidarse en el tiempo… Así se manifiesta el espíritu personal y encaja en el pensamiento colectivo; por azar permanece o desaparece, se consume y muere o se eleva a la representación del momento histórico.

Obras de la exposición: Dipòsits de la memòria. La Torre Vella, Salou. 2007


El aliento Me conformo con anotar de manera sucinta que el aliento es la sublime vibración material de la vida. De forma permanente, es la que mantiene el “espíritu" estremecido y “animado” dentro de la misteriosa membrana que nos hace de piel. El cuerpo es la caja de los secretos alentados y animados… Tras la muerte ya no hay turbación ante el dolor, ni asombro en los ojos ante el color de las auroras… Podemos afirmar que el cuerpo queda “exánime” y el “espíritu”, la acción del pensamiento, ya no puede manifestarse… El ser, esa situación efímera en la vida, esa cuestión compleja entre las quimeras del pensamiento, deja de serlo para quedar disuelto en un puñado de cenizas… Es la mayor performance que ejecutamos jamás, la expresión clara del último acto. L'alè és un flux d'energia Un buf que aviva la trèmula flama del ser Un murmuri material i permanent que enllaça el plaer amb l'agonia Aquí está comprimido todo el secreto de vivir: enlazar el placer con la agonía. Si lo pensamos bien es una situación dolorosa, pero también es placentera, universal y sencilla. Pienso que es la regla de oro que se expresa directa y sin señuelos. Quizá esa regla se escriba con el aliento que entra en el pecho y todo lo que conocemos sobre el espíritu sea eso y sólo eso. Cada instante es un soplo definitivo… Hay que cantarle a los días, ellos nos van a derrotar. Mientras tanto, hay que permanecer en lucha para estar vivos y sentir el perfume de las sucesivas primaveras! El aliento nos trae tonadillas silenciosas que se consumen disueltas entre canciones de cuna, ¡permanecer siempre es el motivo! En el vientre ya escuchamos la resonancia del mundo, notamos su ritmo acompasado, sentimos como palpita en la bóveda de la mente y aprendemos a resistir. Al nacer también nace el dolor, la risa y el llanto. En la primera espiración que sale del pecho ya expulsamos un aullido animal que estremece el aire. Ese bramido espantado permanecerá para siempre en nuestra memoria oculta, ahí seguirá amenazante, como una piedra descomunal e ingrávida sobre nosotros, siempre al acecho hasta el final de los días. Es un grito y a su vez un canto espiritual a la vida, una melodía que se replica en la ley de oro y nos recuerda que tenemos que morir. Es un enigma que pende sobre nosotros y nos ayuda a ¡enlazar el placer con la agonía! El gemido de un niño que acaba de nacer anuncia el inicio de un camino secreto, venturoso, trágico y desconocido. Inicio de una senda que tiene su final en el regreso; la disolución del ser y el nuevo advenimiento en un bostezo de cenizas permanentes. Vivir en la incertidumbre y la dependencia Al conectar con la luz del mundo, ver el asombroso espectáculo que se ilumina ante nosotros, recibir los dones de la tierra y vivir sumergidos en su misterio, quedamos inmersos en la incertidumbre y no vemos claro el sentido de la vida y de la muerte. Comprovamos que sobre la piel de la tierra se explica con gran sencillez y sin embozos morales pero no queremos verlos. En el bosque, en el aire, en el río o en el mar, el dolor se acopla con el placer, la vida tiene que devorar energía viva


que al instante deja de estarlo, es una ley radical que en el proceso nos hace víctimas y verdugos, es el canto que enlaza el placer con la agonía. El árbol que muere abatido en la sombra se une al que recibe sorbos de sol y rebosa de fortaleza, el corzo que arranca hierba cargada de semillas es abatido por el león y este a su vez es devorado por seres diminutos. Los humanos no quedamos satisfechos con un trato semejante, esa ley nos sitúa en un plano de igualdad con las demás formas vivas y nosotros queremos ser advertidos en el mundo como algo singular. Queremos ser los hijos predilectos de la creación; lo necesitamos por una supuesta reflexión iluminada; ¡somos los presuntuosos hijos de DIOS! No obstante esta pretensión humana, seguramente es la característica que más nos une con el resto de la naturaleza. Esta razón es para pensarla detenidamente y asimilarla plenamente, lo tenemos que hacer para admitir que tras la muerte no somos otra cosa que un montoncito de tierra. Nosotros no queremos entenderlo así, nos cuesta aceptarlo y ponemos de relieve pequeñas singularidades que nos separan del resto de las formas vivas. Pienso que tenemos que abrir las compuertas del pensamiento y aceptar que vivimos de manera dependiente y en estrecha colaboración con la naturaleza. Estamos unidos en una simbiosis permanente y no podríamos sobrevivir separados del mundo que nos sustenta. Toda la vida es una y su variedad de formas es la que permite el triunfo de la misma. Ella impone el juego sin ningún valor moral ni prebendas ante la muerte. Observamos en su despliegue cierta jerarquía, un orden grandioso pero equilibrado, una dependencia mutua nos une. Vemos como se impone la ley de oro, se hace obligado su acatamiento; la violencia de devorar y ser devorados enlaza el placer con la agonía. Comprobamos como el amor y la seducción son mecanismos para reproducirse y cumplir el mandato superior de la especie. Vemos también el deseo de permanecer y evolucionar así como evoluciona y varía el contexto. Por todo esto no hay otra regla para todas las especies que no sea producida por la necesidad, la posibilidad, la contingencia, la inteligencia y la fuerza para sobrevivir en las condiciones dadas. La vida es una danza en la marmita del mundo y lo hace sobre las escrituras materiales de los difuntos. No contradiciendo ni destruyendo estos principios y contemplando la singularidad de cada ser, podemos observar que todas las formas vivas son auto referenciales y únicas. Es asombroso el poder catalizador de una enzima, la virulencia y el nivel propagador de los virus, la abundancia y poder regenerador de las bacterias, o, pongamos por caso, la carga de saber acumulada que encierra una célula germinal del ser humano. Cada especie, por diminuta que esta sea, es una muestra de la creación, una pieza clave en la urdimbre de la vida. Quizá la vida no es otra cosa que la expresión de un mandato superior trabado en las leyes de oro, un mensaje cifrado en los mecanismos internos de la materia. Si queremos pensarlo, podemos ver la vida como consecuencia lejana del spin paradójico, una valencia singular en las partículas que configuran el átomo. Se trata de una danza diminuta que vibra en todo el universo y hace aparecer la vida allí donde es posible darse. Un ritmo ligeramente escindido que hace un guiño burlón para orientarse y fijarse en el hecho singular de ser dispar. Quizá, posteriormente, sea un enganche entre moléculas egoístas que desean perpetuarse como lo hacen las partículas al


alrededor del átomo y en su girar eterno encuentran la manera de hacer la mueca creadora que enlaza el placer con la agonía. Como pienso, toda la naturaleza tiene la capacidad de auto recrearse y evolucionar unida a su contexto. Posiblemente de ahí nace el hecho de que todas las especies son diferentes y precisamente buscan la diferencia para sobrevivir en la diversidad y colaboran por puro interés. ¡Un juego entre maravillas! cada uno a lo suyo conducidos por un destino común, enlazar el placer con la agonía…

Joan Casals 2007, junto a una de las obras de la exposición de La Torre Vella, Salou.

La mente y el espíritu Posiblemente la creación de la conciencia y la existencia del espíritu son atributos del pensamiento humano, una cualidad que sólo ha tomado forma gracias al tiempo sobrante para actuar sobre si misma. La mente humana está formada con materia que tiene la posibilidad de pensarse, se observa así misma y tiene la percepción de que está sola ante lo que está pensando. Observa también como ella es creadora de figuras inmateriales que se devienen realidad. La mente elabora hipótesis que posteriormente construye, imagina realidades que poco a poco hace presentes, toma ideas del pasado y las proyecta hacia el futuro. Con su deambular imparable llega a examinarse y nace entre sus creaciones el cuerpo trasparente del espíritu, Con hipótesis inspiradas alcanza a pensar que este puede sobrevivir al colapso del cuerpo, que el deambular mental es la actividad de un ente inmaterial que lo habita y este puede ser liberado como se liberan los pensamientos en una piedra hueca. Es mucho más complejo pensar y tener conciencia de ello, comprender que el último suspiro es el que enlaza el placer con la agonía. Los recuerdos tienen su propia energía y aparentemente aparecen como algo que está fuera de la materia que la genera y que él, el espíritu, sobrevive para siempre, esta fuera de la ley de oro… El error esta en no entender que los pensamientos también son acciones materiales, reacciones químicas y descargas de energía que son en definitiva las que evocan los recuerdos y recrean las emociones. Los recuerdos fenecen y si se perpetúan, de alguna manera quedan inmersos en la memoria singular de la vida.


No hace falta especificar que la idea del espíritu es de nuestra invención y atribuirle al aliento la ubicación del alma es también una feliz ocurrencia. Es una figura retórica que auxilia nuestra falta de luz, calma el desvelo y mengua la incertidumbre. Todo se balancea entre las creaciones de la mente, el espíritu nos acompaña cuando estamos vivos. Podemos afirmar que estamos soportados por la materia que nos contiene, activados y conscientes por un instante, ¡tan sólo por un instante!. No somos nada más que eso; materia animada que danza en la marmita del mundo y, en la danza, no se puede eludir la necesidad el pensar sobre si mismo igual que no podemos evitar ver nuestras manos. Ellas nos presentan el sigilo potencial que se oculta entre los pliegues del barro, el latido inaudible de las piedras; con ellas, el misterio del pensamiento se revela perplejo ante los encajes del mundo… Opino que pensar no es una virtud exclusivamente humana, es un imponderable sobrevenido de las funciones propias de estar vivo. Todos los seres se piensan así mismos, se organizan, evolucionan y se replican. Pienso que si el espíritu es el dibujo sinuoso, el rastro que deposita la vida, no es pués otra cosa que la memoria activa que deja el ser en su camino. Así podemos deliberar sobre el hecho de que todas las formas vivas y minerales dejan su testamento… El tiempo siempre se repliega en la materia como un papel de barro, allí se inscribe y deja la memoria de todo lo que ha ocurrido. Así podemos constatar que la tierra también tiene su propio espíritu, igual que el sol y las estrellas del firmamento. Transcender el hecho de morir La vida y la muerte se rigen por leyes naturales, es la regla de oro. Entre las sales de la tierra nace y muere, se expresa allí donde es posible y se da en la medida que pueden darse… Para nosotros no es sencillo asimilarlo, la tragedia bloquea el pensamiento y nos espanta la simplicidad con que expresa su ley. No podemos entenderlo porque estamos habitados por sueños, llenos de promesas animadas con grandes esperanzas y ante la muerte todas se desmoronan. Nos encontramos saturados de propósitos incumplidos y ahora, ante ella, se confirma que no se cumplirán nunca. Teníamos sueños desmedidos de libertad, éxito y felicidad y casi todos se ha revelado con dolor, fracaso y frustración. Pero al instante advertimos que la muerte lo resuelve todo; en el fondo, la vida la hace servir como remedio, ¡es una acción depuradora que enlaza el placer con la agonía! Detrás de la muerte hay una vida, detrás de una perdida hay un encuentro… Así como sentimos constatamos la escisión entre lo que sucede fuera de nosotros y lo que deseamos que suceda. Al final del camino quizá llegamos a ver que somos habitantes en los sueños, y ahí, en el duermevela, es muy difícil entender la sencillez de la regla de oro. Al final la entendemos, nos habla sin contemplaciones y la entendemos, ¡vaya si la entendemos! Siempre se impone y en ocasiones lo hace de manera inesperada, entonces, como niños, quedamos asombrados y abatidos. Antes la autoridad de su voz silenciosa quedamos perplejos y atemorizados. Nos llena de melancolía el secreto que desprende un cuerpo presente, frío, inmóvil.


Premio Tapiró de pintura 1987. Acrílico cobre madera. Museu d'Art Modern de Tarragona.

Metáforas ante el hecho de mirarte Sin conocer los sutiles recorridos de la muerte, sin tener conocimiento de como debemos tratar el tema, pero con el bagaje de haber sobrevivido a un trance parecido al que has sufrido, diré lo que pienso ante el hecho de mirarte. Te siento estático y secreto, silencioso y distante. No dices nada tendido en tu último lecho, eso me llena de inquietud y me anima a tomar la palabra. La muerte es una consecuencia inevitable, es necesaria y aplica la regla de oro para hacer posible la vida, lo sabemos siempre pero no la aceptamos nunca. En la vida somos materia animada por un instante, ¡tan sólo por un instante! y la muerte nos devuelve al lugar de origen para que todo continúe en la rueda infinita de los cambios. Es la rueda que enlaza el placer con la agonía y no se para nunca. Mientras estamos vivos hacemos el gran viaje, o recorremos el pequeño sendero que nos toca; cada ser tiene sus distancias y su propia bitácora. Trazamos el camino sumergidos en un sueño, en el mejor de los casos disfrutamos del paso de las estaciones, respiramos el gozo de muchas primaveras. Es un viaje misterioso para llegar sin aliento a este final frío y oscuro. Iluminamos el trayecto con los ojos vendados, la luz nos viene dada, nos lo explican todo pero quedamos desasistidos. Lo alumbramos con los sentidos y con pequeños destellos de luz mental, son leves y sinuosos. Caminamos a tientas en la oscuridad del mundo. No tenemos otros recursos y con ellos quedamos asistidos. En la marcha tomamos las experiencias como aliento que desprenden las semillas; entonces sentimos que todo florece en nuestro interior. ¡Es la gran cosecha del ser que se mece en los trigales verdes, en el gran sueño! En la selección del grano, las palabras, los conceptos, podemos respirar, sentir, pensar, recordar, amar y muchas cosas más, entre ellas experimentamos el sabor de la derrota, el tedio, el abandono y el dolor... Tras la muerte todo el ser se paraliza, las pequeñas descargas neuronales que activaban los recuerdos desaparecen y la caja de los remembranzas se cierra; es el fin de la ilusión. Ya no se puede respirar ni aullar, ni tener deseos, ni maquinar nada, el ser ha perdido el gobierno de si mismo. Ya no existe la tenue luz del yo, el espíritu ha cesado de imaginar. Todo en él se ha parado pero el cuerpo continúa el proceso biológico sin tomar en cuenta la gravedad del sistema ni el dolor espiritual que ha causado su partida…


Ante ella, los vivos quedamos desamparados, ¡entre los hombros hundidos! Cabizbajos, como mantas de plomo llevamos el peso de la melancolía; es una pústula existencial enganchada en la mente que no se cura nunca. En la memoria queda el vacío de la voz ausente, la melodía de su incomprensible distancia, el murmullo de su silencio. En un momento, todo se ha abismado en la sima de los secretos y el misterio de la regla de oro se revela ante la muerte. Entonces experimentamos su presencia de otra manera, más dolorosa y terrible, ¡no podemos evitarlo! El paso del aire se hace angosto en la garganta, una mano la aprieta y deja pasar el aliento como un viento leve, aceitoso, perfumado de jazmín y camposanto… No obstante tenemos motivos para pensar que todo continua; ¡la muerte no cambia nada substancial! El proceso continúa en otros seres de manera imparable. En vida hay tres veces más bacterias en el cuerpo que células, ellas siguen su curso, la vida perdura en un reciclado total de los componentes. Cuando la actividad del ser termina, el cuerpo sigue activo, se encadena en otras fases materiales, aparecen otras formas de vida y otros seres toman posición ante la luz que desprende el final de un camino. En el caso de la incineración, acontece un hecho extraordinario, nadie puede pararlo. Todo el cuerpo se deviene en energía liberada, la cual se configura de manera directa en el pilar de los procesos vivos; la base sustancial de la regla de oro. Es asombroso, nada se pierde, todo cambia a escala cósmica, ¡se enlaza el placer con la agonía! Cantar para estar vivo Cal lluitar amb esperons de somnis Entre les dents colpir les armes del pa Amb l’esquena corbada sobre el terra A l’alba, cantar-­‐li al sol per a seguir viu El tema de la muerte ha sido y es un recurso primordial en la creación artística. Lo hemos representado en la pintura, la escultura, el teatro, la poesía, el canto, etc. Ahora, en la televisión, el cine y la prensa escrita tiene una presencia insoslayable y en ocasiones familiar e intranscendente. En la mayoría de los casos es una cita sin gravedad, en otros es tratada con irreverencia infantil y en muchas más una imagen gratuita. Nunca se pasa de la noticia afectada y jamás se proporciona una dimensión razonada al transcendente hecho de dejar de ser. Socialmente la muerte esta marginada, temida y mirada de soslayo. Nadie quiere su trato y ante su estampa caemos aterrados. Ya no nos quedan recursos morales ni argumentos filosóficos para enfrentarnos dignamente a su inevitable presencia… Desde una perspectiva artística pienso que es crucial recrear y celebrar la vida como el gran motivo; no hay otro de mayor relieve. La trascendente realidad de haber estado aquí, de haber sentido en la piel la caricia del sol, de respirar el aliento que nos anima cada instante, se escapa a toda argumentación ideológica, a toda experiencia estética. El goce que experimentan los sentidos en contacto con el mundo es el fruto de vivir. Así recibimos su ofrenda, eso es todo y es mucho más de lo que podemos soñar. Esa realidad es la que en otros momentos definí como “la realidad estética”, es decir, experimentar la propia vida en el encaje armónico con


la naturaleza, religarse con ella como la única manera de ser feliz. Se trata de entender y aceptar la ley de oro para vincularnos de manera reconciliada con el hálito de la vida, aceptar con confianza la inercia que enlaza el placer con la agonía.

Obra de Joan Casals. Pintura acrílica sobre cartón. 110x90 cm. 1988. Colección: Rufino Mesa Assumpta Rosés.

El consuelo del amor

Pienso que todos los seres aspiran tener el consuelo de ser amados por sus padres y por sus semejantes. Todos los ojos quieren tener el privilegio de ser el centro del mundo; los humanos especialmente nos sentimos el centro de la creación. Nos adentramos en la complejidad de las cosas porque nos llama el misterio de lo indecible. Buscamos ser amados por el “hacedor” porque mentalmente supone poseer la verdad y eso deriva en protección, justicia y fortaleza… Deseamos sentirnos balanceados, acunados por la mano del Todopoderoso y para ello nos dejamos caer en el abismo de lo no pensado. Nos conmueven los mundos presentidos y nos sumergirnos en el enigma de lo que no tiene nombre, en ocasiones lo hacemos por pura aventura intelectual; ¡actuamos como enamorados del mundo!. Pero ahí anida el misterio del espíritu humano; el amor también es un impulso material que enlaza el placer con la agonía, El amor es la acción y creación benefactora de nuestra mente y sólo puede habitar en ella mientras transcurre la aventura de la vida. La conciencia de ese hecho es el espejo que vislumbra el juego complejo de las permutaciones materiales en acciones mentales. Es la comprensión de una fase primaria, física, que también enlazaba el placer con la agonía… o lo que es lo mismo: enlazaba el placer de ser con de dolor de dejar de serlo…


Somos criaturas desamparadas que estamos aquí por pura contingencia. Tenemos existencias terminales ya que somos materia en proceso permanente. Necesitamos saber si nuestras quimeras son verdad y útiles y descubrimos que todo está en un proceso de verificación. Con la práxis descubrimos que no hay verdades permanentes excepto la luz del sol y ya hemos comprendido que también es terminal. Nos preguntamos si la vida tiene un cometido superior, una etapa inmaterial donde observar las manos del creador. La exégesis del pensamiento consciente es así y se pregunta, se demanda una y otra vez… ¿todo esto tiene algún sentido? No ha de preocuparnos el hecho de no encontrar sentido a la vida, ella se ha hecho para vivir igual que el pensamiento para pensar sobre lo pensado. Esta es la raíz del nuevo humanismo, estamos aquí para disfrutar de la compañía de los jilgueros, la sombra de los abedules y la luz de las auroras. Mientras estamos aquí gozamos los sentidos, tras la muerte desaparecen y con ellos marcha la ilusión, se apagan los espejos del mundo…

Acción de Nuria Fernández. Reus. 27-­‐9-­‐2011

Un ritual de despedida Ahora suspiran vientos de soledad, quizá soplaron siempre, la verdad es que ante la muerte quedamos abandonados. Una nube umbría acaricia la cima de los sentidos y ya no sabemos que hacer, nos encontramos ante una realidad que no podemos experimentar y menos aún regresar para contar la experiencia. La flecha del tiempo marca una dirección en la consciencia y va del ser al no ser... Ante la muerte se experimenta el dolor, la duda, la pérdida, el abandono, la liberación, el miedo, la soledad y el desconsuelo. ¡ Ya no sabemos que hacer! ¿Hay que decir las palabras de pésame, dejar fluir los sentimientos, llorar, reír, poner caras tristes, distantes, suntuosas…? No sabemos administrar el final y no tenemos el consuelo de la palabra; no sabemos conducir el dolor y eso nos llena de aflicción. De hecho, ¡no sabemos nada! Cuando jóvenes no nos han enseñado o no hemos querido aprender. La verdad es que no hemos formulado una reflexión sobre la vida y la muerte conforme a la regla de oro. La naturaleza nos dice que morimos porque estamos


vivos y esta, la vida, no puede darse de otra manera... es muy sencillo, es el periodo vital que enlaza el placer con la agonía. Pienso que hemos abandonado los ritos del pasado muy alegremente, nos fuimos de las promesas del edén porque resultaban increíbles. La verdad es que hemos perdido la inocencia y no nos consuela que en un trance así nos traten como a niños. Nos marchamos pues con cierto desaire, sin tener una reflexión construida, una malla espiritual tejida a la nueva visión del mundo. No disponemos de una moral ajustada al hecho transcendente de morir; en esto no hemos evolucionado absolutamente nada. Ahora nos sentimos espiritualmente desasistidos y físicamente derrotados. ¿Qué nos consuela? ¡nada, el tiempo disuelve lentamente la angustia en el período de duelo! Parece que nos hemos quedado sin palabras, no hay nada para el consuelo. Debemos superar la pérdida en solitario, quizá con la complicidad y ayuda de los familiares y amigos, pero no disponemos de un soporte moral para quedar conformes con el fin de la existencia o su disolución en el misterio del mundo. Así es en una realidad que cambia a gran velocidad en el paradigma tecnológico, pero constatamos que no cambia la moral, la ética, la falta de comprensión de los enigmas, la superación del terrible dolor de la pérdida. Estamos en un período de tránsito hacia nuevas realidades y todavía no nos sentimos acogidos en un marco ideológico sosegado, no disponemos de un instrumental psicológico conforme con la leyes de la vida. Evolucionar moral y psicológicamente nos podría ayudar a ser más fuertes ante el final. Aceptar sus tiempos: su inicio, el desarrollo de sus fases. Tomar la partida como una manera de no prolongar el dolor y entrar en un tiempo mineral donde acaba toda agonía. Tradicionalmente este hecho nos sorprendía y nos presentaba las puertas del paraíso como el advenimiento de una etapa indescriptible, en ocasiones oscura e hipotecada por la herencia de lo que habíamos hecho en vida. En la época actual nada de esto empieza atener sentido, hemos perdido la inocencia. El Hades aparece como un relato para niños y empezamos a tratar la muerte como la fase final del ser. Intuimos que si se paraliza el pensamiento lo abandonamos todo. Es la señal clara de que se ha llegado al final del trayecto… mientras tanto… Lluitar, pugnar per estar actius Cantar de l’alba al crepuscle Fatigats ballar, caminar, amar Il·limitats fins al dia del silenci! Personalmente pienso que hay que buscar la luz eterna entre los mecanismos y desvelos del mundo físico. Mientras tanto seguimos renqueantes entre dudas y viejas ensoñaciones. Caminamos sin soportes morales, sin esperanzas presentidas, sin razones experimentadas. Avanzamos entre sueños sin saber poner los pies en el suelo, sin aceptar las dependencias y las pertenencias… ¡Seguimos, eso es todo! Hundidos en la incertidumbre seguimos, continuamos la senda sin el cobijo de las formas, sin el alivio de las palabras que reconfortan. Seguimos adelante sin otear el sutil humo simbólico, sin ver la frontera que nos separa del hecho trascendente de dejar de existir. Ahora no ponemos el óbolo bajo la lengua para que el difunto


pague el importe del barquero, sabemos que no hay barquero y el óbolo lo gastamos en un crucero por los mares del sur. Para más gravedad herimos la efímera membrana que sustenta el pensamiento humano, el soporte blanco cuya finalidad es dejar la señal de lo pensado. Así es, en muchos casos se tiran los restos al viento o al mar y nos quedamos sin la palabra escrita, sin la estela de piedra que recuerda por un tiempo el paso por la vida… Para este hecho propongo una solución ética y estética. http://cenizaytierra.blogspot.com/2011/06/alba-­‐v.html Misterio ante el fin En ocasiones nos sentimos envueltos en el misterio, asombrados ante el espectáculo del mundo y, de repente, sometidos al terrible zarpazo de la muerte. No obstante la escasez de momentos placenteros, afirmo merece la pena seguir. A pesar de que presentimos que todo es un sueño coronado por la tragedia, ¡merece la pena vivir! Yo he recibido una aventura emocionada y dolorosa; en ocasiones he quedado vencido pero he remontado cargado de anhelos. Todo mi empeño lo he puesto en la tarea impuesta como escultor. He constatado que el entusiasmo se deviene en placer si puedes depositarlo en la obra y esta la haces con libertad, convicción y compromiso. Que el placer es mayor si puedes compartirla y olvidar con ello los momentos de fatiga. Confieso que mi trabajo ha sido y es una aventura amable y misteriosa, un paseo florecido que he transitado en soledad. Ha sido un regalo de los sentidos que espero apurar hasta el ultimo momento. Sabemos que marchar a un lugar incomprensible para la mente es doloroso; la extinción de si misma no es admisible ni aceptable para ella, ¡tenemos que entenderlo! La mente es parte importante en el gobierno del cuerpo y la ordenanza de todo sistema es prolongarse hasta allá donde es posible permanecer. La vida debe reproducirse hasta encontrar los límites, evolucionar en armonía con el contexto hasta fusionarse sin traba alguna con las sales de la tierra. Presentado así parece que la materia que nos forma añora la eternidad, pero también busca el hermoso juego de las probabilidades. La vida la rapta y pasa a traves de ella por un tiempo, la cautiva para permitir que nazca en los sentidos la experiencia estética. También podemos pensar que el ser es creado por la materia para que ella pueda contemplarse y ensimismarse con la sublime belleza del mundo. Nosotros, quizá somos testimonios por un instante, ¡tan sólo por un instante! Personalmente he conocido el duelo y la tristeza; la muerte es un tema que tengo meditado, quizá no asumido. Llevo años trabajando en la cara oculta de la realidad y me he dibujado en el alma secreta de las piedras. Soy el escultor de la renuncia, de la pérdida y la melancolía, ciudadano permanente del vacío y para colmo, he aliviado a mis semejantes de cavar mi tumba. “Mi testimonio afectivo dormita en la nada, estoy bastante concienciado para aceptar la muerte, pero no conformado para admitir el dolor”.


Acción de Nuria Fernández en Reus, Joan y yo en un momento distendido. 27-­‐9-­‐2011

Trágico y absurdo En ocasiones sentimos que la vida no tiene sentido, que estamos interferidos y atrapados en circunstancias incontrolables. Secuestrados por un contexto que nos confisca la libertad y nos vemos abocados a hacer cosas que no deseamos. A su vez, ansiamos cosas a sabiendas de que nos perjudican; no sabemos vivir y lo hacemos entre los soportes de lo ilusorio, desterrados de la comprensión de las leyes naturales. Las contradicciones nos sitúan entre paradojas increíbles y absurdas. La muerte nos ayuda a escapar de todas estas quimeras, en ocasiones es la solución. La muerte se presenta como una tempestad providencial. Es la parte buena de todo el proceso, el rostro luminoso de la ley de oro nos trae la calma y con ella llega la paz. El juego de la vida y de la muerte tiene la capacidad de disolver todos los problemas en un instante. ¡tan sólo en un instante! Comprobamos como al tocar, degustar, ver y verbalizar lo desconocido, las sombras temerosas desaparecen. El conocimiento sobre el hecho de morir ahuyenta el miedo. Con la “comprensión de lo misterioso” vemos con otros ojos lo que nos es vedado ver, de esta manera absorbemos la seguridad del suelo, con los pies firmes tomamos el consuelo de la tierra. Al formular en palabras la realidad que presentimos la descubrimos, al pensarla la iluminamos, la hacemos presente con luz fortalecida. La existencia mental es una formulación amañada, la revelamos y le damos sentido y forma en nuestra mente. La verdad es que trazamos la realidad a nuestra medida y con ella creamos las figuras del consuelo, formulamos metáforas que suelen ser los versos del alma. De ahí emerge la voz que anima espiritualmente nuestro mundo, y de ahí brota la creencia y la constatación del poder del espíritu en la palabra. Lo que no ha sido nombrado reclama serlo y aúlla en la oscuridad de la mente. Si necesitamos otros mundos, otros estados para el sosiego de la mente, los creamos y con ello encontramos el reposo, por un instante, ¡tan sólo por un instante! Así es el camino de acercamiento al final presentido, una invención, un relato consolador que se acopla al paradigma del pensamiento...


La primera creación se hace en nuestra mente al percibir los matices de las cosas. La luz y el aleteo de la naturaleza nos revela como es el mundo. Nombrar es ordenar el caos; reconocer y designar proporciona aliento y anima todo lo que es inerte, lo hace parte integrada del pensamiento y con ello define quienes somos. Comprender es reconocer, iluminar el hogar donde vivimos y tener cierta seguridad al caminar por un suelo cambiante, movedizo y siempre dispuesto a ser tramposo. Tenemos que admitir que nos subyuga lo asombroso ya que nuestros ojos son demasiado pequeños para que por ellos entren los picos del Himalaya, los pastizales del Serengeti, la gran reserva del Ngorongoro, las salinas de Uyuni o el desierto de Atacama. De esos escenarios prodigiosos y del rincón más humilde de la tierra emerge la vida en forma de hierva, de mirlo y de zorzal. En ella germina todo, también los sentimientos cruzados de los humanos. Así nace la conciencia del hecho transcendente, el aleteo de sentirse vivo y ser mortal. El anillo de piedra esta hecho para mitigar el dolor de la soledad y unirnos a los ciclos naturales con ánimo reconciliado, enlazarnos entre el placer y la agonía… El dolor y la muerte La presencia de la muerte es inevitable, en setenta u ochenta años todos los seres humanos de la tierra tendremos que morir. Esa circunstancia nos llena de temor ya que en muchos casos va acompañada de dolor, de sufrimiento y pérdida. Es una realidad que no se puede esquivar, no podemos eludir un echo que nos viene dado por la pura circunstancia de estar vivos. El dolor y el temor destroza la vida, nos llena de dudas y nos aproxima a la muerte. Empequeñecidos y envilecidos, esta se hace cada vez más terrible porque la tenemos cada día más distante. Es desconocida y eso nos aterra, no hablamos sobre ella, no se hace pedagogía para valorar la vida ni para aceptar lo irremediable de la muerte. No hacemos nada para prepararnos a un hecho que nos transciende y nos presenta de súbito el instante decisivo. Así quedamos mudos, paralizados y asombrados ante nuestra diminuta pequeñez. En las catástrofes, la muerte es una realidad sobrecogedora, un rayo devastador que nos deja sentados en lo irremediable, el padecimiento es tan grande que la mente se evade y se refugia en el delirio. Este estado también se da en los conflictos personales, en ocasiones se puede experimentar una realidad trágica que nos desvía del camino sosegado, nos lleva a destinos inciertos y nos llena de temor. Ante esa situación tenemos que ir a ver el sol cada día y renacer con él… Mortales entre materia inmortal La funesta presencia del silencio, la quietud añil ceniza del rostro, la falta de respuesta, la oscuridad luminosa que destilan los ojos, es la imagen de un estado nuevo, un proceso irreversible y a la vez transitorio que nos deja enajenados. No obstante tenemos que pensar que no ha pasado nada que no estuviera pasando ya. La muerte se destila en nosotros como un estado de melancolía permanente. La manera que tenemos para consolarnos en el período de duelo es el ritual y la creación estética, el himno heroico que nos permite luchar contra la incertidumbre


y el desamparo... Ella presenta una efigie potente, sobrecogedora; estamos ante la imagen de una verdad liberadora que nos invita a cantar. L’alè és un diàfan flux d’energia Un buf que aviva la trèmula flama del ser Un murmuri material i permanent Que enllaça el plaer amb l’agonia

Joan Casals. A la seva memòria... 2011

Como llamitas quedamos prendidos en aquello que somos, aliento que anima y enciende una masa de ceniza conformada. Estamos confundidos entre el contexto que vivimos y al final del razonamiento nos vemos como materia animada, sumergidos en un proceso de reciclado permanente. Somos llama que se agita y fenece pero estamos construidos con materiales perpetuos. Tras la muerte


quedamos apagados, como latido del ser inertes, pero como materia que ha estado siempre activa permanecemos eternamente encendidos… Es fabuloso escribir los versos del alma con los trazos que dejan las partículas de luz. Esa son mis ocultaciones, el grueso conceptual de mi trabajo como escultor. Si hacemos una proyección visionaria, alucinada, “revelada”, estéticamente podemos ver ese espacio, sentirlo y pensarlo como el edén soñado. Es el alba eterna que se expresa en el concepto de la obra y no necesita representaciones. Mentalmente podemos dibujar en el espacio vacío del átomo, cabalgar las partículas de luz para hacer el viaje más asombroso. Al fin podemos dormir apacibles en el lecho de la materia, en ella quedamos disueltos tras una ráfaga de luz, quizá bajo una mancha oscura. Por fin volvemos a ser lo que fuimos, materia que resplandece en la marmita del mundo. Deslumbrados entre partículas luminosas regresamos al origen, ¡somos cuantos de luz que se estremecen! Ya hemos llegado: como piedras pulidas en el fondo de la cueva contemplamos la eternidad, sin decir nada, sin sentir nada. Antes de morir somos sueños con trémulos destellos de consciencia... Tras la muerte todo se ha devenido en materia resplandeciente, ahí culminamos una obra fundamental en el proceso leve de la vida. Ella nos ha ofrecido unos instantes para pensarnos, para vernos, reproducirnos y experimentarnos. ¡Pienso que podemos sentirnos satisfechos! No obstante lo que acabo de anotar, no me canso de susurrar, ¡hay que luchar para estar vivo, hay que cantarle al alba hasta quedar dormidos! Pienso que no hay más cielo que este que veo, él que me envuelve cada día con un paño de luz. El sol ilumina mi hogar y bajo él quiero aguantar como un resistente. Sólo el pensarlo me estremece y emociona. Me llena de consuelo tomar el aliento reparador y agradecer a la tierra su generosidad para conmigo. Cada día, al abrir los ojos y ver la luz del sol pienso en la fortuna que tengo; me digo susurrando… he de administrar unas cuantas horas del espectáculo más asombroso. Después llega el crepúsculo, anochece y agoniza detrás de la Musara. El sol también esta sometido a cambios fatales; algún día morirá, ¡no estaré aquí para contarlo…! Espera pacient forat lluminós Urna que atresores memòries germinals Capseta amb sals que varen estar vives Ets l’espai metafòric que commou Lloc on el pensament es comprimeix Excites els ossos, els cobreixes de llums Els avives fins que volen com neutrins Espera pacient, no tinguis pressa ...! Em queden hores de sol per mirar-­‐te


Joan ya hace horas que no me escucha, está entre alientos confundido al otro lado de la vida. Ahora todos los requiebros están demás, todas las preguntas han sido contestadas, sólo su memoria permanece en nosotros y en ella dejo estas palabras para afianzarlo al recuerdo, ¡por un instante, tan sólo por un instante! Tarragona-­‐Reus 18-­‐10-­‐011

La obra, 359º sin luz Los bloques en el taller con las perforaciones en marcha. Piedra de Vinaixa, 350x 080 x 080 cm


Cápsulas con pensamientos furtivos... Textos escritos sobre el barro y protegidos con cera. 2011

359º sinluz 359º sin luz es el título de una obra que hace tiempo rondaba entre mis proyectos, se trata de un precedente de los columbarios Alba . (para más información ver: ceniza y tierra. ) y una de las obras que dan por concluido el trabajo de las ocultaciones. Han hecho falta años de maduración, de acumulación de recursos y un lugar en condiciones para instalarla. El lugar no es el más apropiado, de tal manera que si algún día es posible encontrar un emplazamiento donde el silencio sea su aliado, la obra cambiará de lugar. Por el momento la he situado en la Comella, en un emplazamiento preparado el año 2010 con las tierras aportadas desde la prisión de Tarragona; seguramente esta circunstancia también la llena de significados y de designios… Las ocultaciones. A mediados de los ochenta inicié un trabajo sobre las ocultaciones, ha sido una aventura en silencio que dejaré en su lugar sin revelar ni una sola palabra. Solo diré que las circunstancias personales me llevaron a la decisión de renunciar a presentar la parte conceptual del trabajo, era la única manera de crecer intelectualmente, hacer uso de la libertad y realizar la obra y no morir en el empeño. La decisión fue meditada por muchos motivos, pero el ultimo empujón para tomarla lo provocó Fernando Bijande, un galerista de Madrid que por entonces tenía notoriedad. Vino al taller, ya era de noche y con un gesto distendido sacó su vitola y como un niño meó una de las esculturas que más estimaba: un pequeño templo vaciado en un bloque de mármol de Marquina. Sé que es una pequeñez pero el hecho me desmontó todas las armaduras para seguir por aquel camino; ¿qué podía decir a los ojos del mundo? Aunque ya estaba en la vía conceptual, fue parte significativa en mi época de formación, decidí llevar algunos aspectos importantes de la obra a la cara oculta del mundo. ¿Que se podía decir en aquellas circunstancias? Empecé a admitir que aquello que segrega misterio hay que dejarlo en el espacio luminoso del universo


material, en el interrogante que segregan las probabilidades. Más tarde pude comprobar como aquellas acciones no eran un capricho estético, si no una de las estrategias más comunes del ser humano; siempre hay sombras en nuestras acciones, siempre ponemos a resguardo de la mirada de los demás cuestiones que modifican sustancialmente el color del discurso. Fue un trabajo dividido en cinco series, ocultaciones, omisiones, escamoteos, amnesias y olvidos. La mayoría de las obras son de formato pequeño y mediano; algunas han tomado un rumbo nuevo y han permitido entrar en la obra para seguir comprobando que en el fondo siempre hay algo que huye y se oculta. Capilla turkana, Glíptica, Nsasi, No parlaré mai mes… Son testimonios guardados entre las acciones sutiles de la materia, preocupaciones humanas en el rostro indeleble de la eternidad. Con el tiempo este pensamiento se ha hecho constante y, sobretodo, se ha despreocupado de crear semejanzas con las formas y los paisajes internos que nos presenta la ciencia. Mis obras no están pensadas para comprender los mecanismos de lo oculto, sino para preservar su misterio allí donde reside, para salvaguardar el rostro poético del secreto. Mis inquietudes sobre nuestros pesares son las que han configurado una preocupación estética, una manera de hacer asumiendo la renuncia a presentar. Para mí, ahora todo es comprensible en la medida que puede serlo, las obras aparecen ocultas y misteriosas para los demás, pero yo pienso que todo es sencillo y transparente. La obra 359º sin luz está formada por doce unidades ordenadas en círculo. Cada una de las piezas contiene 16 intervenciones sellados con hormigón y una placa de bronce. En las placas se aporta un grado de luz y se hace visible relatos fragmentados de difícil comprensión, de hecho, la obra se contempla en las salas omitidas, los huecos del misterio, el espacio que dormita en el interior de la materia…

sin luz. Piedra arenisca, bronce, barro y cera. 11 x 3,50 m. La Comella. Tarragona. 2011

La Palabra y el espejo

359º


He abierto 192 agujeros en doce bloques de piedra, ha sido una quimera apasionada entre las vacaciones de julio y agosto y parte se setiembre. Ha supuesto un chapuzón en un río circular y oscuro; una biblioteca con los anaqueles ocultos. Disponía de un grado de luz para discernir lo que esconde el mundo, dar forma a las intuiciones y ocultarlas ante los ojos. Se trata de 12 bloques de piedra de Vinaixa colocados en círculo, cada uno de ellos contiene 16 intervenciones hundidas en la piedra. La forma circular y el numero de elementos se han hecho por motivos conceptuales meditados, el círculo y el12 tienen contenido solar (ya lo hice servir en Ció, la obra del hospital de Reus). La elección del nº 16 fue motivada por la perfección del cuadrado, 4x4 =16, aunque para los antiguos, como el 13, era un número que traía mala suerte. Cada agujero está protegido con una placa de bronce y en ellas he dibujado de forma gráfica o por escrito contenidos generales de lo que nos sucede actualmente. Se trata de la crónica del momento expresado con mano libre y pensamiento desbocado. Lo que contiene la obra propiamente dicha, los paquetes de información, el alma conceptual del trabajo, omito decir nada, sería un error grave alumbrarlo. El agujero parlante Entre los agujeros hay uno que me habla con sensatez los días impares y otro lo hace sin censura los días pares; los demás lo hacen de manera casual una vez al año y cuando les viene en gana. Sus conversaciones son instructivas, serenas y divertidas y en ocasiones enmudecen y su voz se hace inaudible pero presente. Hablar con ellos a través de la boquilla, de la placa fría y cargada de argumentos, supone el momento más gozoso del día. La verdad es que espero el encuentro con júbilo, es un momento misterioso que en ocasiones me deja desconcertado. Con ansiedad cuento los instantes para reunirme con esa voz oracular que parece saberlo todo, ese susurro mineral que habla con los silencios y me deja a la deriva. Hoy es día 9 de octubre y me ha relatado de un tirón los abalorios de las palabras y las virtudes del espejo, una lección magistral o una matraca que me ha dejado saturado por unas cuantas horas. La verdad es que me costará reponerme... Tragedia —El hombre es un mono parlante que funciona por la pura inercia de las reiteraciones; bla, bla, bla. No hace otra cosa que ensayos ante un modelo imaginado, gesticulaciones simiescas ante el reflejo del mundo. Pone tanto interés en su representación que llega a respirar vahos divinos, compromisos heroicos y placas de oro donde dibuja sus inquietantes revelaciones. Son arquetipos simples que reproduce sin elaborarlos mentalmente y que suelen conducirle a las catástrofes más dolorosas. El que sabe manejar los patrones de la conducta humana controla las voluntades como controla su imagen delante del espejo; él es un actor en el teatro de las contingencias humanas. Entiéndase por espejo toda imagen virtual que presenta un homólogo de lo real y lo hace al otro lado del mundo tangible, o también en la soledad del cuarto de baño… Para este ser dotado de ojos estrábicos, ojos que ven ondas de luz deformantes, realidades invisibles e inexistentes, todo el entramado de la realidad está afianzado en estos dos soportes; la palabra y el espejo… La palabra —La palabra le reproduce y le determina la realidad del pensamiento, destila los sentimientos y siempre tiende a perderse entre los juegos de la razón. Los humanos son conscientes de que la palabra cincela lentamente algunos conceptos,


les da forma y los engarza en los sentimientos; ¡bueno!, los hace relieve sutil en las opiniones y en ocasiones actúan de manera vírica e infecta causando grandes tragedias. Sea como sea, con las repeticiones y la matraca socializadora de los poderosos, los conceptos se afianzan persistentemente en las mentes como lo hace la grama en la tierra, así se forman las fuentes anhelantes y los designios de un individuo, o de un pueblo. — El espejo —El espejo deslumbrante es parte del misterio que segrega la mente, refleja los sentimientos en el pozo de la vida y está oculto en la simas oscuras del pensamiento. Unas veces se presenta de manera febril, revelada y fiel a la palabra intuida, en otras es una imagen ensayada y esperada. El espejo es aquí el fruto del deseo, el reflejo de una quimera, un espectro que nace de la mente alucinada. Para el ser afectado por el reflejo todo lo que hay en el mundo se ha impregnado con su frustración y su anhelo. Piensa que sus visiones son las señales esperadas y que se acerca el momento de renacer con la luz del alba. Le ha llegado el reflejo de un nuevo día y con él el soplo de la venganza. Esa enfurecida cosecha la recoge y la oculta en lo más profundo de sus entrañas; son armas secretas que deposita en los arcones del olvido para que no le delaten nunca. Con el tiempo, de allí toma un puñado de semillas agraviadas y tóxicas y las siembra en la tierra con la intención de reproducir su dolor; es la imagen del espejo, ya deformada, que en su mente se dibuja cada día. Ese pozo existencial es abisal y lo engulle todo incluida la luz del reflejo. También se puede afirmar que es el hueco que se traga la luz de la razón y con ella se recrea y se consume el espacio interior del individuo. El espejo se mira así mismo y se replica al infinito. En ocasiones puede entenderse como el final de toda estrategia, la multiplicación de la perversidad como el combate postrero, la muerte como redención para afirmar las ideas obsesivas. Aquí el espejo es una trastienda oculta en el tiempo, negada a los ojos y a la razón, pero que determina su devenir y el de generaciones futuras. Una idea inapelable que ha crecido de manera tumoral y se desprende envuelta en el misterio de las revelaciones. — La voz del hueco, otra vez… —La voz inspirada tiende trampas en la mente y las retuerce en un bucle de infinitas reiteraciones; el reflejo es siempre su aliado pero lo lleva a la disolución. Algunos saben que el tránsito por la vida es un juego de espejos que se auto observan y se anulan en un encadenamiento infinito. Ellos, los espejos, también se advierten en la soledad y se narcisean en la pura contemplación. Deducen que los demás son duplicados de si mismos y se llegan a ver como replicantes secuestrados en las sutiles tramas de la luz. Son imágenes que toman conciencia de si mismas y buscan liberarse del azogue como la única manera de dejar de ser un espectro más del mundo. Atrapados en esa espiral de aislamiento, clonación y deseo, ya sólo pueden pensar en aquello que ha sido pensado y se consumen en la pura reproducción. Espectrales en su alma devastadora, son ya el conflicto sangrante y descarnado de una idea que ha tomado forma, que ha calado en el imaginario de las mentes y explota en los mercados con aullidos terminales. Este es el principio del fin de un sistema sin principios… Ahora se mece en tono bufón, no hay quien lo entienda. El político


—El político, el visionario, cae fácilmente en los engaños de la palabra y el espejo. De hecho él es producto de un ensayo permanente y el rol que juega es mucho mayor que lo que él había llegado a soñar nunca. A pesar del tono elevado que han de lucir sus señorías, todos sabemos que son inocentes como niños y que son los reflejos del poder los que hechizan su mente y los hacen sucumbir ante el esplendor de los arcones… ¡Pobrecitos! corren graves peligros: la seducción de la gloria les devoran las neuronas lentamente. La llamada del héroe es la tentación que nace del propio discurso, sentencia que destilan las palabras; una sola frase en un contexto dado puede llevarles al panteón de los inolvidables y entonces, al ser padres de la patria, todo el peso de la historia les destroza las articulaciones. Hay otros peligros a tener en cuenta: caminar con sigilo entre la causa justa y las demandas familiares, la presión de los amigos que intentan beneficiarse como lo hace él con honores, les causa úlceras de estómago y se retuercen como anguilas entre polvos de bicarbonato. Generar condiciones para glorificarse en la naturaleza honorable del cargo los martiriza cada día y fomentar la muerte del precedente verdugo les hace aumentar el tamaño de la próstata. Por último, impedir el gobierno del opositor altera el ritmo cardiaco y le abre la úlcera duodenal… Como veis un riesgo altísimo que no hay oro en los baúles para pagarlo. Pero ellos son sacrificados y como algunos alcaldes y presidentes de comunidades autónomas, en momentos de crisis se conforman con una subida pírrica del sueldo. Al fin y al cabo se trata de pequeñeces que conlleva el poder, restregones que esquivan en el partido sin problemas. Pueden tener sus primas, bufandas, comisiones de obras y dejes inesperados, nada del otro mundo, pequeñeces que suelen resolver sin malicia en paraísos fiscales, segundas patrias, almas diminutas, ocultas y oscuras como no puede ser de otra manera. Aquí, en este hoyo negro, los pobres sucumben y se observan curiosos en los espejos deformantes del deseo, no pueden pasar de ahí. Nada importante pueden soñar, pifias inocentes tomadas en serio por los bochincheros de la ceja y del15M. El resto de los mortales se cubren con la cándida piel del engaño; trasparentes a la luz, sus huesos se confunden con la tierra hasta formar resplandores boreales. Estos efectos se unen a los matices de la aurora, pero la realidad es que su vida también se precipita aquí, en mi alma, un pozo doloroso oculto a los ojos del mundo. Venid a La Comella y dejad vuestro aliento, ¡ eternamente lo espero ! — Réplica en voz alta… No exageres y óyeme bien, (le digo un poco irritado, ya estoy arto de tanto sabelotodo). Los humanos tenemos un pensamiento complejo y nada es sencillo entre nosotros. Las cosas pueden ser de muchas maneras, cada persona tiene su propia definición de la realidad, de la justicia y la libertad y en ocasiones el acto ilícito no es lo que parece… Ya veis que no soy blando con el agujero parlante, yo también le suelto cuerda libremente y le espoleo los ijares con conceptos justicieros. Lo hago sin interés alguno, por voluntad propia, los políticos, los iluminados de la patria, jamás agradecerán mi defensa… ¡bien lo sé…!


"Juego", La muerte llega sin razón. Agua y sal. De la serie: Arquitecturas del alma, Bronce 70 x 32 x 18 cm. Castellvell 1988. Para recordar la acción de ETA en Tarragona.

La mano invisible Habían llegado de Francia y se instalaron en Valladolid para tener el lazo largo y maniobrar con cierta libertad. En aquella ocasión se tuvo que desplazar para indicar los objetivos, era la madrugada del 5 de mayo de 2001. Fue directo a su encuentro y con una nota en el buzón les marcó las acciones en la capital de España. En su día salió de casa de manera apresurada, al parecer tenía un asunto urgente que resolver. Cuando llegó dejó otra nota para los inquilinos de una habitación en la calle Piamonte, en el barrio de Chueca; él se hospedó en la calle Fuencarral, en el hostal de siempre. Se aseó un poco, cogió un portafolios y se dirigió directamente a su destino. Se identificó y pidió hablar con el secretario. A los pocos minutos un hujier lo acompañó fuera del edificio. Sin decir ni una palabra lo dejó en un despacho suntuoso. Al instante tenía ante él una mano tendida y una sonrisa amable. Le entregó los documentos y se quedó con la cubierta entre los dedos. Mientras el secretario escaneaba los documentos y daba la orden de cotejar los datos, él examinó el lugar y empezó a susurrar... Ezagutzen al dezu /Pedro Latze-­‐kua? /Ez gizon altua, /motza ta sendua; /aren semea nazu/ onlako trapua / aitak etxian nai ez ta / bialitakua. ¿Sabes tú quién es / Pedro el de Latze? / No es un hombre alto, / sino pequeño y fortachón; / yo soy su hijo, / semejante guiñapo. / Mi padre me echó / porque no me quería en casa. —Todo es perfecto—


—Tienes que salir del país ahora mismo… mañana caerán tus compañeros, nada puede detener el proceso. Tu no has estado aquí, yo no paso las ordenes, en este departamento no constamos, en ningún lugar consta nuestra existencia. En la primera fase nadie es visible, una mano oculta es la que gobierna, nadie tiene responsabilidad sobre ningún caso; se ha copiado la manera de proceder del destino. El proceso es automático con búsquedas aleatorias y decisiones arbitrarias, se opera en un protocolo informático y el programa dispone las coordenadas a seguir. Cuando se hace visible la policía actúa al instante, entonces se convierte en causa social y se cumplen las ordenes diseñadas en varios departamentos. Como ves nadie sabe lo que hace hasta que el resultado se hace evidente— Sin hacer caso regresó a su casa como siempre, mientras tanto pensó en la forma de operar en el otro lado del conflicto, era una copia exacta de como él actuaba . Por la prensa se enteró de las consecuencias de su labor; en una redada había desmantelado el comando Txirrita y habían caído algunos de los señalados. Él era una unión sin conexiones, viejo en la contienda y conocía el recorrido de otras células, sus precauciones y contraseñas, él diseñaba los movimientos en un tablero de ajedrez donde la figura capital estaba siempre fuera del fuego. Nunca fue el jefe de la organización, nunca disparó directamente ni colocó ningún artefacto explosivo. La información que pasaba y las retribuciones que recibía eran de dos fuentes: una de los fondos reservados y otra del dinero que aparecía en unos agujeros repartidos entre la sierra de Urbasa, Aralar, Aitxuri, Andia, Aratz, Gorbea y el Anboto que era el más frecuentado. El recorrido le obligaba a ser uno de los montañeros más preparados del euskal mendiak, aunque últimamente enviaba a uno de sus hijos, él ya no estaba para esfuerzos. Sobre su identidad oculta era un misterio y a su vez era un ciudadano bien conocido por todos. Había podido tratar siempre con personas diferentes y no estar localizable nunca. Pertenecía al cuerpo sin nómina y era confidente sin rostro; pertenecía a ETA pero estaba liberado desde el inicio del conflicto, nadie sabia su nombre aunque todos conocían su existencia. Él se presentaba en el lugar apropiado, detrás de los que lo hacían con una gorra voluminosa, y una capucha blanca. Cuando tenía algo entre las manos que ayudaba a avanzar en el proyecto común él era presente y siempre se encontró equidistante con las ideas claras; él tenía un propósito diseñado que nadie conoce su rostro final. —La actividad es agotadora, interminable, el 11 de enero 2011 me pongo a trabajar con más brío que nunca, hay que conectar con los jóvenes, reactivar los comandos durmientes, crear el nuevo rostro de una espada, (la del vizcaíno), que ha de estar permanentemente en el aire. La nueva operación garantiza la continuidad, se agruparan todas las fuerzas, es un compromiso de nuevo corte. La rueda trágica gira una vez más y no se para nunca…— Agitado y solícito transitó el laberinto de su vida, cada día más hundido en el misterio. De pronto se paró ante un espejo y no se reconoció, luego pensó en el seminario y en los comienzos, fueron momentos de gloria, esperanza y traiciones; cincuenta años en el mismo juego. Pensó que ninguno de los activos había nacido cuando él pasó la primera orden y el primer informe. Por un momento acudió a su mente una luz reveladora; tengo que calmar el faisan... —¡Soy el hoyo asombroso que lo absorbe todo, el acero que escarnece el aire, el enigma terrible de un teatro interminable…!—


El Árbol del dolor. La Comella era una piedra enjuta que verdeaba con la lluvia y el aliento del sol. En verano la roca se calentaba y la hierba sucumbía en pocos días, era un pastizal seco y en ocasiones se devenía en un hachón en llamas. Su rostro era una úlcera en la tierra, un saliente en la senda que yo transité al descubrirla. Fue un encuentro afortunado para ambos y así lo hemos pactado. Sin saberlo encontramos el destino y ya nada puede separarnos, los dos estamos dispuestos a quedar fundidos para siempre. Como digo, la encontré por azar y sin querer ha modificado mi vida. Le hice caminos para transitarla, le traje tierra nueva y recogí las aguas de lluvia. Le acaricié la cara para amarla, hacerle un rostro nuevo y ahuyentar la pústula de la miseria. Aquí, en este paraíso reconstruido lo dejaré todo y me sentiré bien pagado si alguien decide ser su jardinero. En ella he invertido años de trabajo y muchas horas de entrecejo. En su suelo he consumado una alianza y son misteriosos los momentos que dedico a conversar con los árboles y piedras que la habitan. Los paseos por el bosque me ayudan a entender el lenguaje de la naturaleza y de ella extraigo lo que conozco sobre mí mismo; podría decir que ella me ha terminado de hacer mientras la hacía.


Agujero y susurros. Sara, el árbol del dolor. La Comella 2004

Uno de los ejemplares vivos más singulares de La Comella es el Árbol del dolor, una encina cargada de siglos que ha visto sucesos indescriptibles. Por su edad avanzada y por la cantidad de hijuelos que nacen en su sombra le he puesto de nombre Sara. En la base de Sara, donde se bifurcan las raíces, se oculta una roca que recuerda un cráneo petrificado. Cuando lo vi por primera vez pensé que se trataba de la cabeza de Adán. Como el tronco estaba tan descarnado y la sequía había sido permanente le puse varios camiones de tierra, la traje de Reus, de un lugar llamado el Mas de les Ànimes. Con la tierra aportada el cráneo ha quedado escondido, pero está ahí, oculto, como tantas cosas de mi trabajo. La procedencia de la tierra fue una coincidencia afortunada y ha proporcionado un nuevo color a las historias que acompañan la encina.


cazador de ángeles. La Comella 2011

El

En la base del tronco, justo detrás de la vista principal del árbol, tiene un hueco que es el que hago servir para susurrar y buscar un bálsamo a mi desconsuelo. Ahora lo habita un gato atigrado de perfiles terribles. Su madre era huraña de trato y lo tuvo en un estante del taller; allí nació como una camada de conejos, oculto entre trastos viejos. De pequeñito cayó desde arriba y se dio un golpe tremendo en la cabeza, se torció el cuello, las puntas de las orejas le quedaron aplanadas al hueso, se le dobló el cráneo y la columna quedó dañada. Fue tal el golpe que hasta la cola la tiene quebrada, zigzagueante como un rayo. No puede mover el cuello por lo que tampoco puede limpiarse como hacen todos los gatos y para caminar se mueve lentamente, casi no mueve las articulaciones lo que produce una sensación sobrecogedora. Su aspecto es deslustrado y los ojos entornados desprenden el furor del maligno… A pesar de su aspecto lisiado es un gran cazador. Como vive salvaje en el bosque no se acerca al pienso de gatos que les damos, él sobrevive por sus medios. Come conejos y palomas torcaces, ayer devoró una grande y hermosa que vivía con su pareja en un acebuche junto al estanque. Su pareja quedó perdida y probablemente morirá de dolor. Él dejó una alfombra de plumas extendida en el suelo… Sara lo acoge con gentileza en el hueco de los susurros, ella tiene todas las caras de la tragedia inscritas en su piel, algún día las relataré, sin duda es un árbol misterioso que nos mira con asombro. Relaciono este árbol con alguna cuestión transcendente en la vida, algo hay en ella que humaniza y llena de sentido nuestra presencia. A pesar de los años la veo reanimada cada primavera, la siento despertar al alba, sus ramas huesudas conquistan el aire con fuerza, las hojas secas hacen una alfombra sonora bajo los pies y en ocasiones me sorprende y digo para mi... ¡ah, ahora duerme…! A Sara, ya no la oigo como antes y el gato atigrado todavía no tiene nombre… creo que está cercano su fin…


Ocarina. 2011 Tarragona

La ocarina. Ayer, tres de abril de 2011, mi hijo Víctor y yo fuimos al encuentro de un recuerdo que amenazaba con perderse en el olvido, eran canciones disueltas en los estribos del aire. ¡Conseguimos evitarlo! Intencionadamente hicimos un trayecto recorrido hace ya ocho años y evocamos aquel momento para tomar distancia y recuperar la memoria. También como aquel día, el cielo era soleado con sombras ligeras, con claros luminosos y nubes rápidas. Pensé que seguramente también las calles de la ciudad estarían agitadas. Era domingo y probablemente los paseantes rondarían festivos. Víctor me dijo con un gesto que sólo yo puedo entender... A la ciutat, entre les persones, el temps llisca sigil·losament, no desentranya cap misteri però deixa les seves petjades invariables en cada un de vosaltres, en mi no signifiquen res.— Pensé en voz alta para que él compartiera una reflexión de nivel como la que me acababa de hacer... El tiempo fluye sin cesar, pasa sin adjetivos y deja huellas en el rostro que describen nuestra vida, también las deposita en ti. — Papa, jo encara tinc nou mesos.— Lo miro sorprendido y sigo empujando la silla. Llegamos hasta la piedra que antaño me sirvió de asiento; la misma con el mismo semblante nos estaba esperando. Los recuerdos se agolparon en mi mente y una sombra inquietante me llenó de pesar… !Han pasado tantas cosas dolorosas! Para tomar aliento y seguir adelante rescato el eco de aquel día; presto atención y pienso que las piedras son urnas con recuerdos permanentes. Mientras siento el cuerpo dolorido y en el cielo las nubes dibujan estelas a los ausentes, yo hago


acopio de recuerdos. Pienso que allí mismo escribí unas notas que ahora leo para reconstruir los hechos… Es trece de febrero del 2003 cumplo 55 años, Víctor tiene 12, cada día pesa más, cada día tengo menos fuerza. Camino cansado después de más de tres kilómetros de empujar su silla. El dolor me quiebra la espalda y el ánimo… ¡No se que vamos a hacer ahora! Él habla solo, yo le contesto de manera mecánica. Con los años se ha creado una fórmula acordada entre los dos, después de mil repeticiones sabemos todo el uno del otro…Estoy sentado en una roca que linda el camino, todo aparece bello en este instante, es un momento reconciliado, el que añoro cada día. ¡Un momento feliz; estado leve que pasa y saluda el pecho con la brisa que viene del mar! Tomo asiento en la misma piedra; ella estuvo esperando silenciosa, sin decir nada. Se ha detenido en una época equidistante y no palidece nunca, solo el agua, el viento y la gravedad de los días tintan su rostro. Preside el lugar como entonces, tiene la misma forma, el mismo color, la misma textura. ¡Su tiempo no es el nuestro! Es una roca calcárea, tiene pequeños orificios, eso la hace esponjosa y singular, parece un hormiguero abandonado, una maraña de corredores sin destino. La observo atentamente y deletreo sus pensamientos, quiero gravar su rostro en mi mente, formar un recuerdo mineral que exhale preguntas permanentes. Víctor le dice con los sentidos oblicuos… —He vingut a veure´t, ¡t’enyorava després dels anys!— La mira con aquellos ojos huecos que solo él sabe hacerlo. De su boca sale un poco de baba y un suspiro, al instante se pierde entre los corredores perpetuos. Acerco el oído a uno de ellos y presto atención; mis sentidos también tienen el timbre pétreo y en aquellas galerías se extravían… Sigo atento a los rumores cautivos; ahora se revelan ante mi en una historia interminable. Oigo canciones de entonces y rescato un fragmento de: El flautista de Amelin. ¡Están ahí, tan serenas, tan presentes! En la silla, mi hijo Víctor se ha dormido. Tumbado en el suelo miro el cielo y oigo un siseo indescriptible. Es el aliento del mundo que respira en su pecho y allí, en la piedra, queda inscrito al instante. Me acerco a uno de los orificios pequeños, pongo el dedo en su boca y el silencio lo invade todo, de su vibración natural no queda nada. Con los dedos abro y cierro las espitas, los huecos se activan en pequeños intervalos. Suena un ritmo que altera el ánimo, nunca antes se oyó algo así, es una combinación misteriosa y perfecta. La piedra le canta al tiempo acumulado, al rumor de los vencidos. Su espíritu percute con el siseo del viento y entona acordes indecibles. La sinfonía se extiende por los campos, los ojos se inundan de perlas diminutas, el pecho se hechiza de inquietud y los valles se llenan de notas armoniosas. El cántico hace temblar los colores del cielo y al instante el techo del mundo se cubre de nubarrones negros. ¡La tierra se abre de emoción! En un estremecimiento se agrieta el suelo, bajo mis pies se cuartea y en sus entrañas dejo caer estos murmullos… —¡Canta ocarina misteriosa!


¡rumbea el suplicio de los años! Entre regurgitos de roca y barro Se oyen gemidos de un niño y en su pecho no corre la brisa que antes llegaba del mar…— Víctor masculla una voz incomprensible, se eleva entre los árboles, se alza y se pierde … —!Ara s’escolten les veus dels vençuts … ...són mormols de pedra! — Regresamos con los recuerdos envejecidos. Caminamos hacia atrás para repetir los mismos pasos, para invertir las mismas palabras, los mismos gestos. En casa sigue la misma lucha contra el olvido, hace veinte años que suenan y giran las mismas canciones, una y otra vez suenan en un carrusel interminable…


Susurros en un agujero: Acción de Laia Manonelles. Mont-­‐fred, Lleida 2006

El agujero parlante Hola, buenos días, le digo al agujero… ¿cómo quieres que te llame? Y él contesta a su aire, sin atenderme, realmente es un interlocutor lúcido que administra los conceptos de manera limpia pero pasa olímpicamente de mis preguntas, ¡no se por qué las escribo!… —La política es por naturaleza el arte de hacer posible una idea motivada por el beneficio y contrapuesta a otra que busca el mismo fin. El principio se mantiene invariable desde el origen de los tiempos, los primeros paramecios ya lo practicaban y tenían a su favor que las estrategias eran más sencillas. Los procedimientos pueden variar pero todos son perversos, eliminar al contrario con cualquier instrumento al alcance. Sobre este principio se basa el concepto de evolución. El engaño es ineludible y solo se justifica cuando el resultado es favorable y viene acompañado de una época de bienestar social. No obstante su efectos perversos, no podéis administraros sin los políticos, su acción es obligada aunque consista en el triunfo de una idea sobre la destrucción de las demás. — Agujerito, agujerito, ahora ya no se habla de evolución, es más apropiado el término simbiosis y colaboración mutua. ¿ Oye, cómo quieres que te llame? —Teorías, vosotros la aplicáis según la conveniencia. Las ideas no tienen entidad física, pero si se agitan, si se repiten una y otra vez se devienen letanía en la mente y trazan un surco imborrable que llega a estremecer de emoción. Como puedes ver amigo mío, la idea es una semilla que puede crecer y someterse a mutaciones sorprendentes. Un concepto se encadena con otro y generan un sentimiento que puede ser colectivo y este modifica la comprensión de la realidad y por consecuencia el sentido del deber. A eso le llamáis fe, conciencia política, sentido de pertenencia, defensa del honor, la equidad, la libertad y la justicia, amor a la patria, a los colores, la lengua, al RH y a las canicas verdes… —


Tengo que llamar las cosas por su nombre, de lo contrario me pierdo. —Para defender esas realidades fermentadas con vuestros intereses tenéis que destruir las acciones de los otros, los diferentes sobran, los contrarios a vuestros ensueños son los muros a derribar; entonces se entra en el juego político y consiste en difamar, mancillar, humillar, calumniar y aniquilar al otro. Es el método que se utiliza con la convicción de que reduces su poder y destruyes su presencia. El vencido lo pierde todo y el botín es repartido entre los tuyos como se hizo siempre. Queda claro, el político y el aparato inductor de sueños se lleva la mejor parte. Si no se consigue nada llueven tiempos oscuros con la desgracia de los vencidos. Todo el sueño queda oculto en el pozo del dolor para ser reciclado por la historia o recuperado en generaciones futuras. — Me parece que eres simplón en tus conjeturas, hay personas de buena fe que actúan movidos por un sentimiento noble y generoso. En realidad sólo eres un agujero parlante, ¡no se como te escucho! —Transgredir estos sentimientos gregarios lo tenéis moralmente penalizado, lo entendéis como traición y es deber de todo militante emocional correr un velo disuasorio sobre las voces que maculan el “proyecto común…” Por grave que parezca el conflicto de ETA, para algunos es el deber indiscutible de cada “vasco”… se hace obligado ser cómplice de sus actos por acción u omisión. — Mira que llegas a ser hueco, las luchas las mueve el amor, el sacrificio, los principios y la entrega personal en beneficio colectivo. —Los enemigos ya se han percatado de las intenciones, te han visto crecer peligrosamente y están alineados en combate. No son la visión inicial del sueño, no aparecen como un espectro en la senda, son un contratiempo arriesgado, una lanza en el camino que puede borrarte de la historia... — Es verdad, en el mejor de los casos estamos en tregua permanente. —Con los años alguien ha sacado provecho del conflicto y poco a poco todo se olvida. Las placas anuncian las nuevas calles, los monumentos recuerdan a los héroes, y los verdugos se visten de nobles caballeros y realmente aparentan serlo. En esa nueva realidad se fecunda otra idea que hará estremecer de espanto.— A mi parecer la gravedad está en el menudear de los días… —Claro, en otro plano se encuentra el delito menor. Por embarazoso que resulte el caso Palau, el escandalo Prenafeta, el caso Gürtel, las prejubilaciones de Andalucía, etc. Pensáis que siempre fue más grave el exterminio cometido en Dachau, Treblinka o el caso Watergate. Aquí no existen “The Smoking Gun” para tirar de la manta, no se puede tirar de ella, el mantón está cogido por los cuatro extremos. Toda la tramoya del gran espectáculo es visible y no hay reparo en mentir ante las cámaras a plena luz del día y eso os deja al amparo de las ocultaciones inocentes. Ahora sois conscientes de vuestros ensueños y tenéis adicción al poder en sí mismo sin ningún reparo. Podéis seguir aumentando el conflicto entre pactos, tapujos y triquiñuelas y hasta podéis sedimentar la idea y difundirla para vivir en la certidumbre de que el triunfo de la justicia está al caer… Ya nadie lo cree, sólo los que sacan provecho del asunto se disputan el botín con una sonrisa franca... — ¡Puafh!... la mala baba cae al suelo. Menos mal que hoy la bolsa ha subido unos puntos…


Mar Sánchez, Los Monegros, 2005

Eructos y héroes. El aleteo del mundo nos pesa a unos más que a otros y en el reparto, algunos quedan sometidos, abatidos por la carga viral que les toca. El presente relato trata un aspecto especial del sufrimiento humano: el fracaso. Tras la derrota de sus ideas, el superviviente queda permanentemente dolido y pervive en la esperanza de un futuro reparador. Le comunico el asunto al ya anunciado agujero y este se niega a contestar; pienso si será por la complejidad del tema… Al final empieza su discurso arrollador y sin pausas. —Las ideas políticas, religiosas, estéticas, son el fruto del pensamiento forjado en los avatares de la historia y la realidad de los hechos pueden ser interpretados, vividos y gestionados de muchas maneras. La resultante de estas contingencias sociales hacen que el fin perseguido pueda ser heroico o infame para algunas personas y según el caso para toda una nación. — ¿Así pues el dolido puede ser un héroe o un infame. Igual que el creador, su trabajo puede estar en el museo o en el almacén de trastos viejos. Su valoración será siempre según concluya su apuesta personal en el seno de la sociedad? — Queda aclarado en el juego de las opciones; cada persona escoge su camino mediatizado por el contexto y la fortuna, el desastre o el triunfo no siempre dependen de él. El ser se hace así mismo interferido por la ilusión y el sufrimiento y sus ideas están tejidas con las fibras del héroe y el villano. El ser se forja lentamente entre el fracaso y la gloria y está habituado al sabor de la aceptación y la derrota. Vive en una tregua permanente y se indigna hasta la locura al comprobar que las flatulencias, los eructos del opositor, son motivo de bendición. Entonces piensa en la injusticia, la confabulación y la perversidad humana y se


convence voluntariamente que el tiempo fragua una realidad alineada con su causa. — ¡Es un enigma la conducta humana¡ En ningún momento nos pasa por la cabeza que la realidad del otro es de la misma naturaleza y que en el enfrentamiento de esas miradas contrapuestas nace el desencuentro y el dolor. —Se tiende a especular que la verdad suprema siempre florece con el tiempo, es la respuesta simple del que vive en el sueño… Piensa que es una tregua mezquina y equívoca ya que el dolido olvida que la quimera es fruto de su invención, vive en el error permanente y espía el hecho de ser combatiente pero no triunfador. Al final de sus días intuye que él no entrará en el paraíso, en el territorio liberado y se conforma con el triunfo de una batalla póstuma. El dolido se ha enrocado entre palabras y se sacrifica para purificarse en la derrota; la muerte es la única vía que le queda para transitar hacia la gloria. En sus días de certeza quemó las naves, ¡ya no puede regresar! Decidió que no había error posible en su elección; ¡o triunfar o morir! — Y el principio de la felicidad, ¿donde queda? —Ya no la busca, formado en la batalla, en el agravio permanente, se hace inflexible de pensamiento e incapaz en la negociación. Huraño, acecha como un gran depredador, siempre vigilante y apunto para el último asalto. El dolido se cree elegido. Él es el guerrero de una causa invencible y si su acción le conduce al sacrificio, esa será su mayor victoria ya que lo sitúa directamente en la tumba del héroe, por tanto en el triunfo ante la muerte. Ya no tiene otras opciones para afianzar su nombre sobre una piedra.— ¿Oye, dime... el sacrificio es un acto generoso, es una condena autoimpuesta, es la renuncia a la vida o es una opción estética? —El dolido es un creyente, no cuestiona en ningún momento la realidad que siente en el corazón. Puede tomar muchos caminos y fracasar en todos, pero no fracasar en sus convicciones, el se siente sujeto por unos principios y a ellos se debe. No los cuestiona nunca ya que si lo hiciera todo su andamiaje mental caería al instante. Proteger los principios es el acto más torpe de la humanidad, es defender la ceguera a ultranza, anteponer las causas sin valorar los efectos y no aplicar nunca una auditoría intelectual a lo que se hace. El dolido también puede representar su dolor y hacerlo con mucha más convicción que el verdaderamente herido, puede adoptar un rol supremo y como un iluminado gesticular una performance mil veces ensayada. Puede cubrirse se dignidad y hacer la travesía de la vida en solitario para no ser descubierto, mostrarse con la voz que sustenta el pedestal de un pueblo, escribir los versos del alba en el momento oportuno y esperar a que estos germinen como malvas en el corazón humano... Siempre hay que malpensar. Si yo no fuera una piedra tendrías que dudar de todo lo que afirmo. Piensa que la mayor ambición se oculta entre gestos desprendidos y yo no te cobro nada por esta retahíla de pensamientos. — ¿De donde saca el dolido la fuerza para sostener su carga? —El pensamiento del dolido es un generador de energías sorprendentes, sobrepasa los peldaños de la bondad y la maldad humana y se recluye recóndito en su mente, filón interminable de donde saca el valor y la fuerza. El dolor es energía pura en la punta del puñal y los caídos siempre son daños marginales que no


merecen ser tenidos en cuenta. Con el tiempo lo olvida todo, los medios empleados y las contradicciones se funden en su mente y esta queda pulida y encastada en sus ojos como un diamante. Noche y día aguarda el instante para emerger como salvador, se imagina que le esperan los cánticos de gloria y se prepara para el eterno amanecer. — ¿Mientras tanto qué hace, se complace en la queja permanente, se deleita en la confabulación y la venganza, se abate por sentirse contrahecho y mal pagado por su obra y sacrificio? —Sueña, siempre sueña, se siente guardián de la verdad eterna. Es un miliciano invisible de causas invictas y se sitúa en el trono de la justicia universal, levita por encima de los demás y no reconoce otra moralidad que aquella que el ha forjado en la lucha clandestina. Su sacrificio le otorga ante si mismo unos privilegios que puede aplicar con impunidad. Cree que es el latido de la tierra que conmueve el pecho y piensa con ello que así proporciona sentido a la vida colectiva. — ¿Cómo, después de las derrotas aún no se han enterado? —Sin darse cuenta, poco a poco se deviene en el constructor de artificios, se ha habituado al silbar de la metralla y le llama la adicción al fracaso. El que siembra en la derrota, cultiva las sementeras del amor sublime, el gobierno imposible y el odio eterno; tiene la intriga fermentada en la boca. — ¿Con el tiempo, ya consumada su vida, debe caer de hinojos ante sus propios ensueños y quedar ensimismado mirando el frontón de los cielos. Él no es tonto, sabe que la luz divina no es la única esperanza y la realidad del otro puede hacerse inevitable y obligada? —Del origen del conflicto no queda nada en él, ahora es el escultor del deseo que modela el pensamiento con lacras, pústulas, llagas, rencores, agravios, corazas y duricias. Una lista interminable de traiciones, deslealtades, felonías y engaños lo han derrotado. Con todo ello deja un rastro imborrable en el alma de los que ya nacen vencidos, sus hijos y los hijos de sus hijos... Espejo de la condición humana que se mira en el pozo del dolor para sentirse limpio ante la inmundicia de su propia pequeñez…—


El agujero parlante. Acción de: Isis Zoe Albarenga. 2004

Con la presión atmosférica y el tínnitus crónico hoy me siento espeso, me gustaría escuchar alguna cosa ligera para entretenerme… Le pido al agujero: por favor, una bagatela verbal… —¿Te cuento el motín del boquerón...?— Vale, cuenta... —Queréis ver la verdad en un granito de arena y sentir en la palabra el timbre solemne que blande la bandera. Estáis dispuestos a todo por un día de esperanza… ¿Sigo por aquí...?, sigo... Cualquier relato para niños puede ser el texto de una alianza sagrada, el fermento burbujeante que produce alucinaciones. Sois los seguidores del ensueño y podéis arrojaros al martirio si sois llamados a ello. Lleváis el voto a la urna con la fidelidad de un pensamiento esclavizado y congregáis multitudes por un juego de pelota o por el libro de la indignación. El día señalado, un brillo hipnótico entra en vuestros ojos y la llama de una pasión trágica ensombrece vuestra conciencia. Estáis dispuestos a ser raptados en procesos larvados, a ser devorados con rebozos de


harina, tenéis el síndrome del boquerón. Piensa que el militante secuestrado no sabe que lo está y justifica con ardor la entrega de la confianza. Sois tan estrechos de mollera que si es necesario depositáis la vida con orgullo por una causa que puede ser primitiva y ridícula. Para algunos la realidad es una semilla manipulada genéticamente que han hecho crecer en su mente y no son capaces de exterminarla. Para muchos otros son ya la semilla misma. — Le he pedido una bagatela y el sigue soltando lastre para elevarse sobre mis confusiones… —Es tan débil el alma humana, tan endeble el soporte personal, que la palabra se hace tangible y representa el único rostro de la realidad. Por medio de la reiteración, del arrullo permanente, la mentira se deviene existencia mental y en esa caja de fulleros duerme el virus cultivado, la trama mortífera que hace de la carne estiércol para el jardinero invisible. Para consuelo de la humanidad, es tan raquítico el mensaje, tan chapucera la palabra utilizada, tan poco convincente el objetivo, que más de la mitad de la población ya no escucha el discurso y ha abandonado el juego. El movimiento de los sin voz han llenado las plazas por inanición más que por indignación y con buen tono han dibujado con brocha las expresiones más brillantes sobre papel de paja. Los alevines se han amotinado, se han puesto en marcha con un grito unánime. — ¡Qué no, qué no nos representan qué no! Es verdad, recuerdo el canto y una paradoja que me dejó estupefacto. Es una gran pregunta sin respuesta posible… ¿Como podemos apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones a la vez? —Un clamor sin gobierno puede derrocar los ejércitos más poderosos, pero es un ciempiés sin ojos que se desliza sin objetivos claros y ordenados.— Quizá no hay un jardinero en el 15 M, (le digo). Es posible que el pensamiento individual sea la flor excitada de todos los pensamientos y el sentir colectivo se exprese por la boca de algunos y esa circunstancia nos haga ver en ocasiones realidades diferentes; esperanzadas, rebeldes, utópicas, creativas, deformadas, malnacidas y actitudes disolventes… — Tonterías, el poder condiciona la trama de la vida y sin apenas daros cuenta os dejará sentados en el infortunio y la derrota. El deseo frustrado, la ilusión que se evapora con los años, los caminos que se abisman en la nada son sus castigos. El fracaso es el viento que trae la venganza y renace en cada omisión, en cada olvido. La derrota es una daga sigilosa que deja anilina añil en los ojos… — (Le digo). Si la vida es lucha permanente, si hemos de admitir la derrota, si no hay triunfo que no pase por la muerte, entonces no nos queda otro consuelo que vivir el camino con esperanza. El 15 M es el sueño de un instante… ¿Una bagatela? Me mira con franqueza y parpadea con una palpitación para contestarme. —Es el motín del boquerón, al final de todo la mente queda vacía, rueda por la pendiente como una roca blanquecina, es un guijo rodante que ríe sin cesar.— Mirar video: http://www.youtube.com/watch?v=Vr9BTyug4FA&feature=youtu.be


Hueco del tirano livio. Foto de Nicolás Echeverría. México. D.F.

El

El verdugo El tirano de este relato empezó con el porte y el mensaje del arcángel S. Gabriel y ahora tiene el rostro de los gestores del exterminio. Entre otras torturas y perversidades de la guerra sucia, ha llegado a dar Viagra a sus tropas para que tuvieran más fuerza viril y así humillar al enemigo al violar a sus mujeres. En su juventud fue vencedor en una guerra justa y sus seguidores lo aclamaron como a un héroe iluminado; fulgor que el socialismo revolucionario no ha sabido mantener en ninguna circunstancia. Todas los triunfos del pueblo han sido siempre secuestrados por tiranos que tomaron como suya la victoria, la patria y la bandera. Su primer encuentro con el poder fue una bendición para el país, parecía que por fin llegaba luz a la tierra quemada por el sol y la desidia de los hombres. Tomó posesión de los poderes, su palabra era ley y gobernó un territorio diverso como un beduino gobierna su jaima. Al igual que Mao Zedong escribió El libro rojo, Saloth Sar, (Pol Pot) Monarquía o democracia y Fidel Castro daba mítines de seis horas, él escribió El libro verde en una tierra seca y lo llevó a las escuelas como si se tratara de la palabra revelada. También como aquellos se creyó en público que era profeta, el guía esperado y su posición en la historia era de condición imprescindible. Se vio así mismo como el iniciador de una dinastía faraónica que cambiaría el norte de África y dedicó esfuerzos ingentes en ensanchar el territorio en todas las direcciones. Sus ideas de grandeza no llegaron más allá del territorio que él había encadenado con palabras y puñales cortos. El verde, el color de la esperanza, era su color en una patria de negro y arena. Con el petróleo secuestró el pensamiento y la voluntad general del país y se hizo indispensable para la codicia de occidente que mantuvo con él una complicidad permanente. Se le toleró todo tipo de excentricidades, podía pasearse por el mundo como un sátrapa con su corte de “vírgenes” entrenadas en artes marciales,


—la guardia amazónica — y mearse en medio de su jaima en una reunión de jefes de estado. La hilaridad y la risa era la solución a una situación cruel vestida de payaso estrafalario o de beduino iluminado. Con su máscara impostada, supo pilotar el poder sin compasión, repartía prebendas y recogía con ello mayores cotas de poder, así hasta convertirse en el verdugo de Libia. De la codicia de los demás nació el tirano, de la debilidad humana el verdugo, de la complacencia y la ignorancia, el esperpento camuflado con los movimientos revolucionarios de una época. El engaño se extendió por el mundo entre los jóvenes más idealistas. Se le llegó a nombrar el Che Guevara norteafricano; fue una más de las visiones que compartimos. En el 1977 creó la Jamahiriya, el estado de las masas, termino que llegó a emocionarnos a los que habíamos sido resistentes al régimen de Franco. Todo fue una alucinación, la semilla de los sueños que crece en manos sigilosas y se transformó en muro de dolor. Si darse cuenta se creyó su propio relato y con el mayor de los cinismos creó una de las farsas más sangrientas de la historia política. Con la inteligencia de un felino tomó posesión del territorio y lo sembró de huesos enemigos. En los últimos estertores del régimen proclamaba el amor que le tenía el pueblo, mientras un ejercito de mercenarios bombardeaba las ciudades y destruía los opositores con fuego indiscriminado. Los relatos sobre el verdugo son interminables, su capacidad de exterminio fue pequeña porque su población lo era y nunca tubo ningún poder fuera de las dictaduras que el mismo ayudó en África. Son remarcables sus compañeros de viaje, Idi Amin y Bokassa. Ayudó a alimentar los delirios revolucionarios, se implicó en la Masacre de Múnich, en el caso de Lockerbie y los grupos terroristas las FARC, el IRA y ETA. Lo que más me duele de esta historia es que yo celebré su victoria cuando la figura del Che decoraba mi mochila. Hoy me miro las manos y me horroriza ver en ellas las señales del verdugo. Con vergüenza las miro y me hastía totalmente el cinismo de la propaganda política; ¡cuanta mentira se vierte todavía sobre los jóvenes! ¡cuántas maneras hay de vender el engaño! Cuantos tiranos están creciendo sigilosamente entre nosotros… Aquellas asambleas de ilusos son ahora el deshonor en mi memoria y me pongo a pensar si mis quimeras no serán el eco del pasado más remoto, la balada del verdugo que vive oculta entre los sueños. Me pregunto si el carnicero no permanece siempre, por los siglos agazapado, oculto en la mente de cada generación que ansia dar sentido a la palabra justicia. O bien que, entre las ilusiones de juventud, la palabra justicia, libertad, igualdad… son fruto de la emoción noble que nos mantiene en la esperanza: una iluminación estética y delirada que nos precipita en la historia. Quizá es la respuesta deseada que embellece por un instante la cara obscena del mundo. ¡Nada más que eso! Me sigo preguntando si el movimiento del 15 M no tiene ya sus carniceros larvados, ocultos entre tallos tiernos, camuflados a sabiendas o sin saberlo. Si los movimientos nacionalistas, independentistas y el trasfondo pacifista y ecologista no será una maniobra sutil que nos reserva el destino. Sospecho de todo y de todos; aparte de las palabras, del airear de los signos y las banderas no veo nada realmente constructor en la acción de estos movimientos y si veo algo se parece a una fosa común repleta de cadáveres. Los montes están abandonados y arden como luminarias, los ríos infectados y sucios, los pueblos desertados se hunden, los caminos se pierden y todos hablan de respetar el medio ambiente, de la patria, de la democracia y el bienestar del pueblo. Es una algarabía de charlatanes que


cuando tienen el poder se estiran en los sillones de mando como cisnes en un estanque. De todas maneras hay que seguir adelante, la política es necesaria y el mejor sistema es el que renueva las urnas; por lo menos tenemos la posibilidad enviarlos a casa antes de que terminen el cadalso. No obstante hay que vigilar los movimientos de los que toman el mando, el poder crea dinámicas perversas y saben secuestrar el pensamiento; en ellos está encubada al semilla de los próximos verdugos. ¡Estad atentos queridos , estad atentos!; sean de derechas, de izquierdas, verdes o amarillos, hay que estar siempre vigilando sus armas cortas. Los verdugos matan con tu complacencia, primero llenan los oídos con los gozos de la victoria, después dejan el pecho sin aliento y los campos teñidos del color de adormideras… Mojiganga Llevaba el apellido del gran emperador de China, se creía destinado a gobernar uno de los países más poderosos de Europa, estaba bien considerado y tenia detrás las consignas más nobles de la revolución de los desheredados. Todo era ordenado en su mente y en su vida; era tal su fortaleza, su equilibrio intelectual y científico, que parte de la economía mundial dependía de las decisiones de su mente. Baste esta breve introducción para sopesar las consecuencias históricas del presente relato. Probablemente lo sucedido fue un instante fatal señalado en su destino, así lo evidencian los hechos. Queda claro que Metamorfosis en un segundo. Strauss-­‐Kahn el día siguiente... todos los signos se confabularon para que los pequeños errores aparezcan como la evidencia de la perversidad, la acción de un monstruo desbocado que hay que erradicar de raíz. Estaba en New York, la jornada había sido agotadora y estresante; había asistido a varias reuniones al más alto nivel y cada una de ellas lo habían excitado y marchitado varias veces consecutivas sin tener la oportunidad de descargar el peso de las simientes. Un ritmo así no es fácil de sobrellevar y menos controlar aunque él era un hombre bregado en las grandes batallas y aquel no era su último día, pensó con la intención de serenarse. —Un impulso genital azota mi mente y yo se como calmarlo.— Antes de regresar a casa tomó una baño caliente y frío, quería reactivar la sangre y sentirse limpio y entero. Tenía el hábito de hacerlo con los choques térmicos del agua a la que añadía sales estimulantes. Aquel día le puso un poquito de “ola de marfil”, pensó que se lo había ganado. Por lo sucedido se deduce que no midió bien


los porcentajes y cuando salió del baño tuvo una erección súbita que le llenó de asombro y del poder de un caballo. La tomó en la mano y no supo que hacer con ella, era un arma amenazante que no tenia acomodo en aquel instante. Fuera del baño, en el dormitorio, se oyó el redoble caminar de unos zapatos de aguja. En su desconcierto pasaron unos segundos, tiempo suficiente para que los astros se alinearan y cambiaran el rumbo de las cosas. Como un pitbull de presa, la fatalidad se precipitó sobre su cuello y ya no le soltó. Una doncella de habitación había entrado para ordenar las sábanas, abrir la ventana y quitar el polvo. Ella pensó que la habitación estaba vacía y se relajó en los gestos. Tenía mucho trabajo con la limpieza y lo hacía con destreza y alegría, eso le ayudaba a pasar los días y sentirse feliz y realizada. En cierta manera era el alma purificadora del lugar, la que daba alegría a las gregarias alcobas de los hoteles. Al levantar el brazo para abrir la ventana su vestido se elevó tres centímetros y medio, apoyó el muslo sobre las orejeras de un sofá de cuero, dejó ir un movimiento sensual de la danza taraxinha y para completar las coincidencias fatídicas, enseñó un poquito las corvas… Fue la desgracia devenida por la suma de pequeñas contingencias en el día a día. Los placeres naturales destilados en los ojos fermentaron y los espontáneos y diminutos requiebros del tiempo se ofuscaron al instante; todo se confundió en aquella sala de fatalidades. Un brillo involuntario entró por la retina de ambos, quizá un neutrino sediento de notoriedad que desencadenó un tsunami en las respectivas mentes. De esa circunstancia equívoca nació el error que destruyó la vida del rey de las cumbres y dibujó el rostro pulido de la humillación femenina. Así pasó: justo cuando ella estaba en aquel soplo reconciliado con el trabajo, él salió del baño y contempló la escena con asombro, recordó con gran emoción el relato de Robert Coover, y la serie de TV. los Tudor; esto fue su perdición. El era un poderoso y tenia que ordenar el mundo; la quiso disciplinar y enseñarle como correr la cortina sin hacer una danza Zouk. Fue su segundo error; se olvidó que llevaba el vergajo en la mano. Ella lo vio aumentado por la aparición súbita y lo sintió en sus carnes como un puñal penetrante. Como no podía ser de otra manera se asustó y en la carrera perdió el caballo y los estribos. Entonces empezó a saltar por encima de la cama, a corretear por el baño y escabullirse por la mesita de noche, etc. etc. En el zigzaguear seguía la danza iniciada en la cortina con ciertas variaciones Zouk machine. Fue otro error; podía haberse plantado serena, mirarle a la cara con franqueza y decirle… —Perdón…, pensé que ya se había marchado…— Pero no lo hizo; su instinto atávico la dominó y gestionó mal unos instantes, empezó a correr y con ello contribuyó a despertar el acecho del depredador que tenía delante. Los errores se fueron sumando, seguramente porque estaba escrito sobre las cimbras del cielo que así tenía que pasar. Por ejemplo, él podía haber dicho… —Perdón, pensé que estaba solo y…— Otro instinto ancestral se despertó en él: intuyó que si alguien corre es que es culpable y reclama un felino perseguidor. Fue pues un arranque involuntario,


guiado por un impulso gravado con el tiempo en el paraninfo de su mente. Él era el rey de las cumbres y estaba destinado a poner orden, lo que hizo fue perseguirla con entusiasmo pedagógico y se olvidó que estaba desnudo. Con el vergajo en las manos, corriendo de puntillas y un poco encorvado la perseguía con pasitos rápidos y cortos. No se sabe si para tapar las vergüenzas o para apuntar mejor, el caso es que la perseguía con los empujes bien cogidos con ambas manos. No me canso de repetir la palabra y dibujar la imagen para ahuyentar las posibles lanzas que me van a arrojar por tibio y cómplice del suceso. La perseguía con sus atributos bien cazados y la increpaba con voz macerada… ¿queda clara su culpabilidad y mi posición sobre el caso? —No ves esta arruga mal planchada, ¿aún no has quitado el polvo de la bombilla? ¿qué hace este pelo en el espejo? ¡ la cortina... no ves que la luz del sol es demasiado fuerte...!— Fue creciendo la suma de confusiones y macerándose rápidamente el gran error que lo llevaría a los tribunales como a un pervertido sin control alguno. Aquel hombre acostumbrado al mando no podía tolerar que su correctivo no llegara a su destino y aquel corretear por la sala y los efectos de la ducha con sales especiales le despertó de súbito el gran masturbador que llevaba larvado. Se subió a la cama se acordó de los consejos de Marcial y con ánimo de terminar en paz todo el asunto, tiró la cabeza hacia atrás, movió la cintura hacia adelante y le dio unos meneos… (manus turbare, que apostilló el hispano). Para colmo de la fatalidad el semen cayó sobre la alfombra y se mezcló con la saliva que ella arrojó encima con ánimo de despreciarlo y limpiarse la dignidad. Quizá fue un exceso de agua fría, quizá se pasó con los gránulos de ola de cristal, posiblemente ella no hizo bien el gesto para abrir las cortinas y no conocía el relato de la doncella de Coover y menos aún compartía el desparpajo de Anna Bolena, el caso es que se asustó y salió de la habitación gritando y pidiendo auxilio. Otro error en la ya larga suma de fracturas del tiempo y en la aceleración imparable en la caída. —¡Socorro que me violan!— Gritó aterrorizada... Fue la palabra fatídica y él también se asustó, se hizo cargo de la situación al instante y quiso poner un océano azul de por medio. Cogió la maleta y se marchó del hotel precipitadamente, fue su último error. Sentado ya en la zona business lo detuvo la policía, lo esposó y lo pasearon por todas las pantallas del mundo. Fue un escándalo universal provocado por una ducha fría y una retahíla interminable de errores, de destellos mentales y juicios atávicos. Uno de ellos, quizá todos, se inició tiempo atrás; el jefe del cuerpo de seguridad había tenido un contratiempo en su viaje a París, le habían hecho sentirse un insignificante granjero de pollos y patatas de Idaho y tomó el caso con especial interés justiciero. Pensó para sus adentros mientras ponía las esposas y clamaba con cierta ironía a todas los medios de difusión. —¡Mirad amigos, mirad que pececito de colores he atrapado hoy…¡ — Los informadores se restregaron las manos, la noticia era un filón de oro en tinta impresa y tenia tanta salsa como el caso Lewinsky… alguien de la segunda fila dijo a la pantalla… —¡Este es el instante en que los dioses se derrumban!—


Él se vio perdido, su instinto se abismó en la derrota, sus ojos se hicieron diminutos y su cuerpo quedó flácido y sin control. No pudo hacer nada y en un solo día su rostro de triunfador, de estrella en la cúpula del mundo, se convirtió en el de un delincuente de fechorías menores. Derrotado se encogió, se hundió hacia dentro succionado por su propia gravedad, los ojos se apagaron, la piel se hizo mortecina, la barba creció repentinamente y, en muy pocas horas, sus ropas perdieron el lustre y el porte. ¡Fue el fin; nunca por él esperado! ¡Alto... alto! En política nada se sabe y todo puede empezar de nuevo...


Aliento de piedra. De la serie: Susurros en un agujero. Acción: Montse... 2011

Incesto Se encontraba totalmente abatido: sentado sobre una piedra angular y mesándose las sienes con los puños, ya enloquecido, se hundía en la angustia y la desesperación. Pensó en su familia con ternura: todos juntos fueron felices en aquella casa que centraba el paraíso.Su pensamiento se fortaleció por un instante; ¡fue sólo un instante! Ahora era una realidad mítica que le ahogaba en la melancolía. Recordó a sus amigos y añoró las fiestas jubilosas. Eran cantos en la noche que él animaba con las armonías que salían de sus dedos; ¡era un virtuoso! Se miró las manos, se cubrió el rostro con ellas y murmuró entre lagrimas... —¡Estoy perdido!— Reflexionó, meditó, escarbó entre los pormenores de lo sucedido y todos le llevaron al mismo lugar, a la misma conclusión; su destino estaba gravado en un código invisible, incrustado en su mente como un garfio, allí oculto, a la espera, probablemente vigilante desde tiempos remotos. Lo sucedido había crecido lentamente como un tumor maligno, pero se reveló dentro de él en un instante. Su vecina fue el catalizador, la enzima fatídica y la llave reveladora del secreto. Fue la onda que activó el nervio intangible, el que esperaba una cita trazada en el oculto mapa del tiempo.


Desde su dormitorio podía espiar cada día como su desventura le envolvía con el perfume genital de ella. Desde un pequeño seto podía sentir la textura, la luz y el color del deseo con la fuerza de un contacto apasionado. Con unos prismáticos la observaba y tenía referencia directa de cada detalle de su cuerpo. Sus ropas eran translúcidas, doradas como las luces del alba y su piel resplandecía mucho más con la distancia. Estaba casada, tenía hijos, era mayor que él pero su cuerpo le seducía hasta la obsesión. ¡No podía dormir y vivía en el insomnio permanente...! Ella no era ajena al hecho de ser observada, pero entre sus miradas furtivas y el reflejo engañoso del mundo se tejían realidades diferentes. Sus ojos eran curiosos y jugaban con el ovillo de las vanidades, con la piedra que respira, el caso es que no supo ver el devenir. Él no quiso prevenirla del furor de sus instintos y menos aún esquivarla. En la mirada de él, en su mente enloquecida, se forjaban los sueños de pasados remotos y en ellos aparecía una realidad turgente, sensual y llena del poder procreador, era el mismo mensaje que en su día cubrió la manada. Su imagen le dibujaba el mapa de los placeres intuidos, el impulso creador del inicio de los tiempos, el pálpito viral que dio paso al origen de las especies y el final de las soledades. Una llamada milenaria comprimía su instinto y le causaba pesares insoportables. Tenía que romper la membrana y unir las dos partes del ser primigenio, aquellas que se debatían en silencio y forcejeaban sin cesar. Era una quimera que se libraba en su interior y crecía lentamente oscureciéndolo todo. Un día el incesto le golpeó justo en la puerta genital del cielo y enloqueció con la furia de un animal en celo y herido. —¿Porqué no, si este veneno trastorna mi mente ?— Todos los caminos eran terminales menos aquel que, como el de Ariadna, tenía en las manos el ovillo de la puerta oscura, el aleteo vírico de una idea y presentaba una salida jubilosa, un final acoplado en su destino. Era un mandato diseñado en la memoria genética, una dominante depositada allí por un antepasado remoto, la bestia eterna que hizo lo mismo que se venía haciendo durante millones de años. Aquel monstruo hibernado en su mente despertó de súbito, se avivó en sus manos y le desbordó la razón. Quizá fue la semilla de los primeros homínidos que se excitó repentina y él no pudo hacer nada… La tomó como un raptor, sin pedir permiso y al instante, los campos y sus manos se llenaron de color púrpura y sus ojos se hundieron en los manglares oscuros de la mente. —¡Fue un instante!— Su instinto despertó en forma de monstruo y su cuerpo enfureció sin control. No pudo, no quiso, no supo parar y se abismó en sus ardores hasta perder los últimos estribos de la razón. Lo apostó todo en una danza mortal y allí feneció para siempre el joven de gestos amables, el pianista desdichado que amaba a Schubert y como él llegó a decir… — A veces el destino suele cumplirse en pocos segundos — Cuando despertó ya era el señor de las tinieblas y su trono era el mismo que ahora le ayudaba a recordar la puerta de salida, la que él tomó para entrar en los corredores originales de la vida, el abismo que se precipita en el tiempo y nos une al aliento de las piedras…


Desconsolado he vivido la edad de oro, con esperanza empiezo el ocaso de nuestro tiempo...

Desvelos entre penumbras. Colabora: Isis Zoe. La Comella 2010

Capilla de vanidades Se quitó la ropa lentamente, abrió el grifo del agua caliente y tomó vapores de azahar. Al instante se empañó el espejo de perlas diminutas. Fue un momento misterioso que definió el perfil de su identidad en un segundo; todo el devenir empezó a rodar a su suerte y se hizo imparable... ¡Siempre sorprendente! Como digo, fue un momento misterioso y revelador que se desvaneció al instante. De lo ocurrido no me acuerdo bien, no encuentro los hilos tejidos en su pensamiento, es un embrollo indescriptible. Tampoco es importante para el relato, lo que es determinante es que en aquel segundo se acordó de la palabra sagrada que el rabino de Praga había escrito bajo la lengua de un muñeco de barro y pensó que ella también podía animar la materia inerte... Con el dedo sobre el lienzo cristalino rotuló: —Emet — (Verdad)


Ella vivía poseída por el concepto y la palabra se acoplaba a la razón de todo lo que existía, la palabra era la que presentaba el mundo por el hecho de nombrarlo... En el espacio liberado por el dedo se reflejó su cuerpo agraciado y ardoroso. Un deseo incontrolado se apoderó de ella y en un instante se sintió viva y palpitante en el corazón del mundo. Era tal la emoción que sus ojos lloraron de felicidad y de su boca empezó a emerger la primavera con abundante floración de rosas. Cada día al clarear la aurora se dirigía al baño sin dilación y hacía el mismo ritual. Se sentaba ante el modelo borroso de si misma para adornare y gozarse sin ningún pudor. Su mayor revelación tenía lugar al transformar su cuerpo y mimarse con gestos galantes. Se complacía con caricias interminables que espiaba con picardía entre los resquicios del velo de Isis. Se tocaba suavemente saboreando cada milímetro de piel, alargando cada segundo y llegando a cotas de éxtasis para otros inalcanzables. Sin darse cuenta construyó la personificación de la vanidad y para ella su cuerpo se constituyó en el templo sagrado de su virtud. Era un ritual íntimo que hacía siempre en silencio y en las primeras luces del día. Su voz se perdía en un monólogo interior y nunca dejó de pronunciar la palabra Emet, lo hacía varias veces hasta llenarse la boca de las ambrosías del alba. Pensaba que igual que el sol nace de su propia voluntad, ella era artífice de si misma. Pintaba los ojos, los labios y el tono de las mejillas con el tinte que ella misma segregaba, pigmentos que sacaba de su propia sangre, del flujo vaginal, la orina y los excrementos. Los guardaba con cuidado en frasquitos de bálsamos en desuso; cajas misteriosas que cuidaba con devoción y celo. Vigilaba sus reservas sin párpados en los ojos y desconfiaba de todo aquel que se acercaba a su vida. Maldecía el interés de los curiosos y se alejaba de aquellos que descubrían sus secretos. Tenía el dormitorio repleto de sus propias excrecencias: era el tabernáculo de sus presunciones. Relicarios con granos, uñas, pelo, postillas, dientes de cuando era niña, la primera sangre menstrual y una lista interminable de productos indescriptibles. Cierta vez relajó la disciplina y garabateó mal la palabra sobre el vaho del cristal; en su mente se reveló otra verdad y el desasosiego llenó su corazón. Descubrió que aquello que sentía cada día no eran los plácidos murmullos del paraíso y pensó que todo fue un sueño expresado en el plano deformado del reflejo. Fue un descuido y súbitamente se abrió en su mente la puerta de la incertidumbre, el dolor y el desconsuelo… — ¡Ha sido un instante, tan sólo por un instante!— Un destello de luz le traspasó el cuerpo y al soplo leve de su aliento descubrió la realidad que ella misma había creado… Se había dibujado así misma con la precisión de un orfebre y el error en la palabra sagrada había derrumbado en su mente el templo de fantasía. Pensó varias horas sobre el asunto; su identidad la golpeaba con una idea fija en la mente... —¡Ser, o aparentar ser...! Mi cuerpo es la caja de los secretos, la armadura de mi existencia, ¡es el envoltorio de mi obra! —


Decidió seguir con la farsa: no conocía otra realidad que aquella que había creado en el espejo y cuidó la rotulación con mayor esmero. Aprendió a describirse correctamente ante la misteriosa máscara de la realidad y disfrutó de coherencia y dignidad toda su vida. Siguió imparable el curso del tiempo y a pesar de gozarse como Hermafrodita, de lucir el resplandor de las ninfas y sentirse espléndida como Narciso, un día se sintió cansada. Pausadamente contempló la llegada del fin; un hormigueo subió por el brazo izquierdo, el frío adornó su frente, las manos le temblaron y el pecho se alteró… ¡Todo fue muy breve! En un instante resolvió el enigma de su vida, cogió un tubo de cobre y allí dejó caer el único fonema que salió de su boca… —Met— ( Muerte) Fue el cierre de su identidad, su última obra, ¡uno más de sus tesoros!


Escucha atentamente, De la serie: La caída. Tarragona, 2011

La Minotaura Era hija de familia sencilla y respetable, gozó de una educación cuidada y nunca tuvo motivos para revelarse contra nada. Afortunada en la distribución de vienes que proporciona el destino, disfrutó del amor de los padres y de la alegre compañía de muchos amigos. Un día estaba en una fiesta, ya entrada la madrugada, entre bromas y algarabías alguien leyó su mano y quedó pálida al instante. Fue escueta en palabras: le dijo que vislumbraba en su vida un territorio inmenso, solitario y cercano. Era la noche de Santa Lucía, no conocía su reino y no prestó atención a los significados de aquellas palabras imprecisas. Por el contrario rió jubilosa, incrédula ante el giro del devenir, se retorció festiva hasta caer al suelo. Los amigos le acompañaron en la zarabanda y le pasaron el resto de un canuto que apuró al instante; después gritó con la fuerza de la juventud… —Mi futuro lo gobierno a mi antojo, será un viaje interminable, ¡apacible en el gran pacto!— Un día vislumbró ante los ojos una mancha diminuta y en el pecho sintió una llamarada inquietante. Era la señal de una bifurcación de la vida y se hacía presente de manera imperiosa. Aparecía en el momento justo, en el lugar exacto donde se esbozan los misterios del devenir. Una puerta terrible se abrió ante ella y no supo, no quiso o no pudo evitarla. La traspasó con el corazón limpio de una


joven que se abre a la llama apasionada del amanecer; eso quiso pensar mientras lo hacía… Ya poseída por su destino comprobó que sus sentidos eran la réplica exacta y directa del laberinto del mundo. Toda su complejidad se presentó de súbito enlazada en los recuerdos de aquella noche y ya no pudo salir de sus corredores interminables. Se vislumbró activada por los efectos de una realidad estimulada, su identidad estaba disuelta en un tiempo oscuro y remoto. Sentía la mente fragmentada en pedazos diminutos y dedujo que era la sombra indefinida del minotauro. Ella, la voz de la inocencia, se encontraba cautiva en la malla contrahecha y perversa de su imaginación. Con la luz enloquecida de sus diminutos ojos pudo contemplar su nuevo rostro. Era un retrato en negro temeroso de la luz; ofrenda involuntaria y macabra del reflejo de la niñez. Su imagen le produjo un temor increíble y se recluyó en los corredores profundos, insondable y baldíos de aquel Dédalo virtual. Aterrorizada ante las tinieblas que proyectaba su mente exclamó: —¡Abrigo el aliento frío!— Por un instante consideró la angustia de la soledad, comprobó que en su interior estaban todos los abismos y en ellos se precipitaba de forma inexorable. El destino había volteado su carta de navegación en un instante. Ahora su mente era el escenario de su reino y sus manos no servían para asirse a nada. Vio como sus ojos desprendían sufrimiento y melancolía, suplicaban compasión ante el secuestro de si misma y se encendían como ascuas en la noche. Fue un instante de transición, de revelación clarividente y comprobó con amargura que el tiempo no tiene retorno; es una piedra que toma inercia en la pendiente. Con furor giró el rostro hacia el futuro y todo su cuerpo se encendió de cólera: aulló de dolor por no haber sido advertida, por no haber atendido, por no haber comprendido el significado de una palabra, de un gesto. Nadie le habló nunca de los secretos del alma, jamás le advirtieron de la dirección de los sucesos. Ahora ya estaba herida, atravesada en la batalla y recluida entre sus manos. Sólo podía transitar corredores ilusorios y aceptar su aislamiento. —…mi camino es un trecho de tinieblas; mi padre no puede hacerme alas… ¡La luz me espanta la luz! — Desde aquel instante allí se halla, encadenada a un mal que se ha hecho herida, fístula que ha olvidado el origen y perturbado la mente. La oscuridad es un muro de acero, es su blindaje y su hogar. En aquel fárrago trenzado de borrosos recuerdos se levantan las murallas de su reino. Allí se ha habituado a vivir en el tormento de los días y desde allí se oye su voz inclemente. —No sé, no puedo, no quiero escapar de mi laberinto. No hay regreso ni reconciliación posible... ¡Ya no puedo, no se, no quiero volar a Icaria…!— A Mar, Ana, Georgina, Silvia, Sonia, Glenda… Gregorio Bermejo 17/5/011/


Murmullos entre destellos de luz. La Comella, 12/5/011

María la Náyade María se sentía extraña y complacida dentro de su menudito cuerpo; en él era el flujo de un sueño húmedo y placentero. Se acariciaba con suavidad y se amaba con devoción permanente. Cada día dedicaba varias horas en maquillarse, cuidarse y disfrutar con sensualidad sus propios sentidos. Ante el espejo miraba sus ojos y veía en ellos la profundidad del cielo. Pensaba que su saliva le alimentaba y que era un elixir que le ayudaba a mantenerse bella como una Náyade. Descubría cada día que no podía vivir fuera de aquellas sensaciones acuosas; lo que sentía era la voz del mundo y en su contemplación empezaba y terminaba todo lo que había en su mente. Salir de ellos era la consumación del destino, por este motivo no dejaba ni un instante el pensamiento en libertad. No se permitía ninguna reflexión que no fuera fruto destilado de manos, ojos, boca y oídos. Tenía presente que esos eran los sensores de su existencia y dentro de ellos fluía como un manantial eterno... Un día contempló emocionada un río carmesí: la alfombra de las estrellas. Le llamó la atención aquello de disolverse entre aplausos, hacerse inmortal en el luminoso suceder de las miradas ajenas. ¡Fue el final de todo! Miró de frente el sol radiante de los flashes; durante varias horas contempló sin parpadear su imagen glamorosa. Se sintió el centro del deseo, la luz de la esperanza, el perfume destilado de universos misteriosos. ¡Por un instante fue la espuma dorada del mundo! Una luz intensa entró por sus ojos y quedó sumergida en la oscuridad permanente. Sin rendirse pensó que tenía otros sentidos, que entre los más etéreos le quedaba el olfato y empezó a esnifar mandinga, papuza, gilada. perico, grasa, merca,


camerusa, pala, pichi, sniper, tecla, fernancha, catimba, milanga, bolita, farla, malanga, sablazo, quipito, triqui, ¡en fin…!, se destrozó la nariz y la mente… Así continuó y en muy poco tiempo agotó cada uno de los sentidos, uno a uno los fue borrando hasta quedar disuelta en una mancha oscura. Sólo quedó el rocío del aire… ¡El leve rumor del río.

Susurros en un agujero 2004. Acción: María Cavallé, Tarragona.

Aliento Con mirada penetrante y aflicción en el pecho, Lucía contempló por la ventana los colores del alba. Al otro lado de la calle llegó el frío con la caída de las sombras. Recostado en un pórtico, Jacinto José la observaba con ojos suplicantes, tembloroso e inmóvil. El aliento de Lucía tejió un velo húmedo sobre el cristal, sobre su niebla escribió con el dedo lo que extensamente ya se habían dicho: −¡ante la tierra… estamos solos! −


Jacinto José dejó ir entre las manos un susurro terminal y resignado. Libremente sopló en su hueco un quejido inaudible, aliento que dejó vacía su mente e inactiva su médula espinal; lamento informe que Lucía guardó hasta el final de sus días. Con desvelo conservo la piedra donde se encuentra; ¡es mi dolor, es mi tesoro! …sonaja que espero entre suspiros… ¡En ocasiones pienso que por la luz de los ojos pudo haberse liberado!

de la obra. bronce, 240 x 58 x 40. 1987

Detalle

A cavall amb cinc idees que grimpen. Se trata de una escultura en bronce de 1987, tiene una envergadura de 240 x 58 x 40 cm. La ejecución completa se hizo en Castellvell del Camp. Comunico con cierta preocupación que la obra ha sido robada del parque de esculturas en La Comella. Seguramente los autores desconocen lo que han hecho y no saben el riesgo que corren. Por la responsabilidad que me atañe les escribo estas palabras; las consecuencias del hecho pueden ocasionarles secuelas dolorosas e irreversibles, posiblemente puede arruinarles la vida... Para prevenirles relataré cuestiones relevantes en el proceso creativo y también los extraños sucesos que después se han devenido. -­‐ Tras la advertencia manifiesto que sobre lo que pueda pasar no soy responsable, solo ellos lo son por su codicia…-­‐ Contexto de la idea Después de la serie Señales en la piel, 1986 realicé un trabajo extenso con el título, Ángeles o destilación de animales invisibles”. En esta serie quise indagar aspectos misteriosos que nunca debí iniciar: de todo ellos estoy profundamente arrepentido. Desde aquel momento decidí dejar aquellas indagaciones y volver a los caminos del concepto y al compromiso estable con la naturaleza. Por aquellos años hice diversas obras en bronce derivadas de Ángeles o destilación de animales invisibles y de Señales en la piel, a remarcar: La piel del pop, Dona amb peus petits,[1] y A cavall amb cinc idees que grimpen.


[1] (Alusión a la diosa Deméter, madre de Perséfone o Proserpina. En 1990 hice un trabajo alusivo en la presa romana que lleva su nombre en Mérida, esta acción dio paso a la extensa serie de las ocultaciones) Motivaciones Las motivaciones para hacer la obra fueron devenidas de un sueño, mejor dicho, de una pesadilla que me dejó inquieto por unos días y mojado el lecho por varias noches. En el sueño, un ser infrecuente de género femenino cabalgaba la cabeza de un animal imaginario. La posición de la cabeza estaba directamente relacionada con los genitales, tenia las orejas estiradas hacia atrás, la boca entreabierta y por ella se veían activados los dientes. Tenía los ojos abiertos y enloquecidos y proporcionaba la sensación de que el viento le azotaba la cara produciendo una sensación frenética. No obstante la expresión de su rostro, producía una excitación jubilosa y a su vez destilaba regustos alarmantes. El cuerpo de la mujer era joven y sereno, no tenia cabeza ni movimiento alguno excepto el que se generaba en el silencio de sus pensamientos. El rostro del caballo era el que ponía la voz y el vibrante tintineo al alma de la obra. Ella, la joven, era la circunstancia ciega que cabalga, el junco mecido por el viento. De su cuello salían cinco nodos, como vértebras que se disparan hacia arriba y se curvan con la velocidad que activa la montura. Realización Es una obra de construcción sencilla, el modelado final lo hice sobre una forma diseñada, un ejercicio directo sobre un núcleo preparado con material para fundición. Con las manos y cera plástica dejaba el estriado de los dedos. De manera resuelta quedaba el dibujo encima de la superficie y modelaba el volumen como el que escribe una caricia violenta sobre la piel del amante. La escultura representa una figura femenina, joven y raptada que cabalga una montura desbocada y turbulenta. El movimiento de las manos arrastró el material y la hacían táctil y expresiva. El modelado dibujaba una señal en la piel, un mapa extraño y misterioso, el perfil de un sueño inquietante; como un tatuaje, describía el trayecto inefable del dolor. I Relato A cavall amb cinc idees que grimpen se la presté a mi hermano Valentín para que los niños tuvieran una imagen en la memoria de su periodo de niñez. En el jardín de mi hermano estuvo más de quince años, la instalamos mirando la salida del sol y para mi, su aspecto fue siempre de un tótem familiar y benéfico. Pasaron los años, los niños crecieron y un día me la devolvieron alegando que era una imagen diabólica, su presencia tenía repercusiones que había que alejar de la vida de los seres humanos… Me pareció una extravagancia, el fruto de las creencias religiosas que habían adoptado. De todo lo dicho no podía hacer caso, yo conocía bien los pormenores de su existencia, la había hecho íntegramente, incluida la fundición. Todas las historias que asociaban a la figura me parecieron una sarta de disparates y la recogí con agrado, la recibí con la alegría que se manifiesta en el retorno a casa de un ser querido. II Relato La misma noche del regreso, 23 de mayo de 2007, volví a tener la pesadilla antes narrada. Entre sueños se apareció aquella figura caballuna, espantada y serena que recuerda el cuadro de John Henry Fussely. Con ojos hipnóticos se posó sobre mi y suavemente movió el manojo de juncos. Después de unos instantes, en un arrebato


me poseyó a la fuerza… ¡no pude hacer nada por evitarlo! He de confesar que el sueño fue placentero pero me dejó extenuado e inútil para siempre. Fue entonces cuando caí en cuenta, cuando al fin me hice consciente de su perverso poder. En la aparición era un súcubo vengador; el principio del mal se había presentado ante mí y me había robado el ardor, me había vaciado el saquito de las simientes. Confesar este hecho me llena de rubor; al revelar el secreto de mi desgracia me deja ante los demás desnudo y desamparado, por ello pido respeto, comprensión y ayuda. ¡Para mi manera de sentir la sexualidad y configurar las claves del ser, ha sido una pérdida muy dolorosa, ¡nunca más he podido tener relaciones fructuosas con una mujer! III Relato Repasando los procesos de realización de la obra, recordé que en aquella época utilizaba chatarra de bronce para la fundición. Recordé que una partida la compré a Casanovas un chatarrero de Reus. Según me dijo él mismo, provenía de crucetas de cajas de cambio y hélices de un barco siniestrado. Casanovas padre, me contó que el barco en cuestión había castrado y después destrozado al pescador que lo hacía servir. En una operación de arrastre, la red se había atascado entre las hélices y en el intento de liberarla, con las piernas abiertas sobre las aspas, escarranchado, apoyó los pies sobre la quilla e intentó tirar con fuerza con ambas manos. Al desatascarse, las palas se pusieron a girar enloquecidas, le cogieron el pantalón por la bragueta, le destrozó los genitales y absorbió todo el cuerpo lentamente. Me dijo Casanovas. -­‐En un instant va quedar triturat.-­‐ Comentó jocosamente y con cierto humor negro; -­‐en un segon va esdevenir-­‐se en un àpat preparat per als peixos-­‐. La policía judicial que investigó el caso dijo que no encontraron otra cosa que unos jirones de ropa. Estos hechos se agolparon en mi mente; la escultura es una invocación que puede traer desgracias a aquel que la posea o la transforme. Por ello le pido por su bien que la devuelva a su lugar inmediatamente. Después de lo descrito no me atrevo ni a explicar las historias que se han desprendido de esta obra, ¡es demasiado doloroso! En mi fuero interno pienso que el mal se esconde en su base material…¡no puede ser de otra manera! La imagen es inocente como un campo de trigo, ¡fruto de un sueño inquietante! [1] (Alusión a la diosa Deméter, madre de Perséfone o Proserpina. En 1990 hice un trabajo alusivo en la presa romana que lleva su nombre en Mérida, esta acción dio paso a la extensa serie de las ocultaciones)


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