El proceso de comunicación
Técnicas de comunicación en el aula
El concepto de comunicación ha ido cambiando con el tiempo. Antes se concebía como un simple proceso en el que un emisor enviaba un mensaje a un receptor. Ahora se entiende como una relación interactiva que consiste, no sólo en la transmisión de información, sino en la comprensión de la misma por parte del receptor. No en vano, el significado de la palabra comunicar es el de compartir, hacer partícipe a otro de lo que uno sabe. En consecuencia, se puede definir la comunicación como el proceso mediante el cual alguien transmite información de contenido diverso a otra u otras personas para lograr su comprensión, utilizando para ello, de forma intencional, signos que tienen significado para ambas partes. El proceso de enseñanza-aprendizaje es fundamentalmente un proceso de comunicación. El formador tiene que transmitir los contenidos de aprendizaje necesarios para que los alumnos consigan los objetivos propuestos. La comunicación es, pues, una variable más del proceso de enseñanza-aprendizaje y, por tanto, condicionará su eficacia. Por ello es necesario que el formador conozca y domine cómo debe llevar a cabo la transmisión de información.
En el proceso comunicativo se pueden distinguir cuatro etapas: Elaboración del mensaje
Elaborar la idea que quiere transmitir y, una vez hecho esto, elegir un código (gestual, verbal, visual, etcétera). Codificar el mensaje en una serie de signos o señales (gestos, palabras, gráficos, etcétera). Elegir el medio adecuado para transmitir el mensaje.
Transmisión del mensaje
Una vez elaborado el mensaje, se envía a través del medio o medios seleccionados, procurando evitar en lo posible la existencia de obstáculos que puedan dificultar su comprensión.
Interpretación del mensaje
El destinatario lo recibe por medio de sus sentidos y debe interpretarlo dándole un significado en función del contexto en el que se haya producido.
Información de retorno
Se produce cuando el destinatario del mensaje facilita al transmisor información sobre su comprensión correcta.
Los elementos de la comunicación El emisor Es la persona que pone en marcha el proceso de comunicación. Tiene la actitud e intención de comunicar algo concreto (una información, sus deseos, su estado de ánimo, etcétera) a alguien. Para ello, elabora su idea, la codifica en un mensaje, elige un canal para su transmisión y emite el mensaje.
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Para que el docente tenga éxito en su labor formativa, es fundamental que elabore perfectamente su exposición, que la ordene y la transmita de forma clara. El emisor no tiene porqué estar presente en el aula: puede oírse una grabación de su voz, verse un vídeo de una conferencia suya o asistir por Internet a una "clase virtual". El receptor Es la persona que recibe el mensaje, por lo que debe prestar atención para descodificarlo correctamente, es decir, descifrar su contenido e interpretarlo. Habitualmente, en una situación comunicativa (por ejemplo, una conversación), los papeles de emisor y receptor son reversibles: el emisor se convierte en receptor y el receptor pasa a ser emisor de un nuevo mensaje. Lo mismo ocurre en una situación formativa: los papeles cambian cuando el alumno decide exponer sus conocimientos sobre el tema, preguntar una duda, hacer una sugerencia o cuando informa al formador del efecto que ha tenido en él la recepción del mensaje.
El mensaje Es el contenido informativo que se comunica. Los mensajes más comunes en la comunicación didáctica son: ((Informativos: conocimientos que deben ser asimilados por los alumnos. El conexionado de los cables que alimentan el conmutador de luces se realiza siguiendo el procedimiento siguiente; primero,... ((De organización metodológica: pautas para que el alumno organice su aprendizaje. Interpretad el esquema de la pizarra y a continuación realizad las comprobaciones de los cables. ((De interacción personal: comentarios que pretenden reforzar las conductas de los alumnos. Bien hecho, eso se llama trabajar con seguridad. El canal Es el medio a través del cual se transmite el mensaje, es decir, la vía por la que circula el mensaje y por la que llega al receptor. Existen canales visuales, auditivos, olfativos, etcétera. Puede ser el papel o la pizarra donde se escriben los conceptos clave de una exposición temática, el manual que se facilita a los alumnos o el vídeo en el que se apoya el docente para que la explicación sea más clara. Cuantos más canales se utilicen en el proceso de comunicación, mayor seguridad se tendrá de que el mensaje llegue al destinatario. El código El código es el conjunto de signos y reglas que se utilizan para codificar el mensaje. Debe ser común y comprensible tanto para el emisor como para el receptor.
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Algunos códigos comunes son: »» El lingüístico (castellano, catalán...). »» Algunas señales luminosas (por ejemplo, en los semáforos). »» Los gestos. El contexto Es la situación en la que se desarrolla y transmite el mensaje. El contexto contribuye al significado de la información enviada. Por eso, un mismo mensaje puede tener significados muy diferentes en función de la situación en la que se produce. No es lo mismo que el formador le pida a un alumno que guarde silencio si lo hace mientras un experto realiza una ponencia o si lo solicita cuando el alumno critica sus métodos de enseñanza. El primer caso se considerará una petición de respeto al ponente; lo segundo, una demostración de intransigencia. El ruido Así se llaman a los elementos no deseados de la comunicación. Está formado por todos aquellos aspectos que deterioran o, incluso, impiden que la transmisión de la información se produzca adecuadamente. Sería el caso de un grupo de alumnos que se dedicara a comentar otros temas mientras el formador habla y que molesta a los demás con su cuchicheos. Feedback o retroalimentación Se entiende retroalimentación la información que proporciona el receptor al emisor sobre la eficacia de la comunicación. Es uno de los elementos más importantes de la comunicación didáctica, ya que permite 2
detectar al emisor los errores que ha cometido y proceder a su rectificación. Por ejemplo, cuando un alumno comenta al formador que no ha quedado claro algún punto de la exposición que éste ha realizado. En el siguiente esquema podrás ver de forma gráfica todos los elementos de los que hemos hablado:
Contexto
Código Conjunto de signos
Situación en la que se produce la comunicación
Información transminitida
Mensaje
Emisor Persona que transmite el mensaje
Canal
medio de transmisión
Retroalimentación ¿Se entendió el mensaje?
Ruido Interferencias
Barreras personales Si queremos mejorar nuestra comunicación didáctica y, con ello, el aprendizaje de nuestros alumnos, tenemos que averiguar qué barreras se interponen en la comprensión de los mensajes que emitimos en clase. Las más frecuentes son las barreras personales, que son aquellos obstáculos derivados de las personas que realizan la comunicación. Son producto de: ((Las emociones de los que se comunican. ((Los malos hábitos de expresión o de escucha. ((La personalidad o el sistema de valores de los participantes. Algunos de esos obstáculos pueden atribuirse al emisor del mensaje: Barrera del emisor
Ejemplo
Falta de empatía (capacidad de ponerse en lugar del otro) con el receptor.
"No sé si ya habéis dado el tema de cordones de soldadura, pero yo es que tengo que empezar con el mío."
No conoce suficientemente al receptor.
El formador explica un contenido a un alumno sin saber si tiene los conocimientos previos necesarios para poder asimilarlo.
Poca elaboración de las ideas.
"Hay que tener precauciones con algunos tipos de electrodos y la humedad, pero sobre esto será mejor que le preguntéis al profesor Díaz."
Mensajes mal estructurados o ambiguos.
"El lunes después del puente que algunos, pero no todos, van a cogerse, hay que traer el trabajo sobre el tema siguiente al primero que dimos, ese de Inductores que tanto os costó entender. El trabajo me lo hacéis sobre eso incluso los que no se vayan de puente."
Falta de claridad en la expresión y uso incorrecto del código.
"Me gustaría que estrujáseis la siguiente conclusión" (por extrajéseis).
No vocaliza adecuadamente.
"Colocar el inderrupdor en la posición edre" (por colocar el interruptor en la posición erre).
Discrepancias entre los mensajes verbales y los no verbales.
El formador dice que está muy enfadado mientras mantiene una amplia sonrisa.
Utiliza un lenguaje no adecuado al receptor.
Por ejemplo, demasiado técnico para el nivel de conocimientos del receptor.
Escoge un momento o un lugar inadecuado.
Cuando el grupo está recogiendo para salir de clase, el formador se pone a comentar el objetivo del tema de la semana siguiente.
Utiliza un canal inapropiado.
El formador coloca una nota en un tablón que nadie ve, pues está detrás de la puerta.
Receptor Persona que recibe la información
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No sabe captar la atención y el interés del receptor.
El formador habla de un tema muy importante en tono muy bajo.
Presupone que el receptor entiende el mensaje y no verifica su comprensión.
"Abrir el manual por la página de ayer."(cuando puede que haya alumnos que no vinieran ayer).
Transmite más o menos información de la necesaria.
"Abrir el manual por la página de ayer."(en vez de decir el número de página).
Las barreras personales también pueden atribuirse al receptor del mensaje. Muchas veces ocurre que quien recibe la información no se esfuerza lo suficiente por comprender lo que le dicen. Otras veces, intenta entenderlo, pero no lo consigue. Los problemas más frecuentes que tienen su origen en el receptor se dan por estas causas. Barrera del receptor
Ejemplo
Está distraído (tiene una preocupación, está cansado, etcétera).
El alumno no atiende a lo que dice el formador porque está pensando en un familiar que está muy enfermo.
No confía en el emisor.
"A saber qué es lo que quiere, éste nunca dice toda la verdad."
No está interesado por el mensaje.
"Electrodos oxidantes, ¿y a mí qué me importa eso?"
Cree saber cuál va a ser el mensaje y juzga demasiado deprisa.
"Normas UNE, ya, ya, ahora hablará de la 14.003 y luego de las normas ISO, y me veo haciendo gráficos y esquemas."
Prejuzga los mensajes en función de su ideología.
"Vaya tontería, para qué tenemos que hablar de igualdad en el trabajo. Además, en este curro no hay mujeres."
Está pensando en qué puede decir "A ver si para de hablar un momento y le pregunto por los resultados de los exámenes del otro cuando el emisor termine su mensaje. día, que me tienen preocupado." No entiende el vocabulario del emisor. "¿Soldadura MIG y soldadura TIG? ¿Qué será eso?" No puede oír o ver por la existencia de barreras físicas.
"No veo nada. Otra vez me pongo delante de la columna."
Tiene impedimentos físicos que dificultan su visión o audición.
"Tengo que sentarme más cerca, de lejos veo cada vez peor."
Tiene miedo a parecer inculto o torpe por pedir aclaraciones.
"¿El software eran los equipos o los programas del ordenador? No me acuerdo, y eso que lo dimos la semana pasada. Vaya corte preguntarlo ahora."
Simula que está escuchando o que ha “Sí, sí, el lunes traer los trabajos, está claro.¿Pero que ha dicho, que lo hagamos de Inductores comprendido el mensaje cuando en o de Extensores? No tengo ni idea, luego le pregunto a alguien.” realidad no es así.
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Barreras físicas y semánticas Las barreras físicas son obstáculos que se producen en el entorno en el que tiene lugar la comunicación. Pueden ser producidas por: ((El mal estado de los canales que se utilizan para la transmisión de los mensajes: una cinta de vídeo con defectos en la grabación, una pizarra donde no se aprecie correctamente lo escrito, etc. ((Un ambiente inadecuado: puede que el entorno no reúna las condiciones necesarias para una buena comunicación (una mala iluminación, ruidos, un asiento incómodo, etcétera). Las barreras semánticas se producen por interpretar erróneamente el significado de los signos usados en el mensaje. Dicho de otro modo, en ocasiones el receptor confunde el sentido de lo que se le dice porque atribuye otro significado a las palabras. Para que el mensaje del emisor sea recibido y comprendido por el receptor es necesario que ambos utilicen un mismo código. Pero en realidad esto nunca sucede de manera estricta ya que siempre habrá diferencias en el conocimiento y manejo del idioma debido a las capacidades innatas de las personas o a los conocimientos adquiridos. Algunos términos tienen muchos significados, incluso contradictorios entre sí, por lo que si el receptor no comparte el significado que el emisor concede a la información que transmite, la comunicación se resentirá. Por ejemplo, pensemos en un alumno que conversa con un compañero al que hace la siguiente afirmación: "Cuando la discusión estaba en su punto álgido, el profesor dio por terminada la clase". ¿Qué debe entender el compañero? ¿Que la discusión se hallaba en su pun4
to culminante, el más excitante, el de mayor tensión? Esa sería la acepción más habitual del término "álgido". Por el contrario, también podía entender que estaba en su punto más gélido o frío, que es su significado más correcto, y pensar que la discusión estaba en su punto más aburrido.
Crear un buen clima en el aula Para que la situación comunicativa dentro de la clase sea verdaderamente eficaz, es preciso crear un clima abierto, de respeto mutuo entre el formador y los alumnos; un ambiente que facilite la comunicación y la participación activa de todos y en el que los alumnos se sientan a gusto, dispuestos y motivados a escuchar, leer, opinar y a no fingir que entienden al formador cuando no es cierto. Para establecer esta relación respetuosa y de confianza, el docente puede: ((Animar a los alumnos a que formulen preguntas sobre lo que no entienden. Todos deben sentir el apoyo del formador y de los compañeros para expresar su opinión sin temor a hacer el ridículo o a pasar vergüenza. ((Aceptar su responsabilidad cuando los alumnos no comprenden el mensaje. Si se producen malentendidos, el docente debe asumir, sea cual sea la razón que ha motivado la incomprensión del contenido, que el culpable es él y no los alumnos. En lugar de pensar en la falta de capacidad o de motivación del grupo, debería preguntarse en qué ha fallado y plantearse qué otras cosas podría hacer para que la comunicación fuera un éxito.
((Elogiar y reforzar a los alumnos cuando comprenden el mensaje. Es preciso motivarles para fomentar su receptividad.
Establecer una relación de empatía La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar de otra persona. Un buen uso de esa capacidad aumenta las posibilidades de que el emisor se comunique de tal manera que el receptor le entienda. Para empatizar con los alumnos es preciso que se averigüe todo lo necesario sobre ellos. Cuanto más se conozca al destinatario del mensaje, más fácil será entablar una buena relación con él. Para establecer esa relación de empatía, el formador debe: ((Identificar los conocimientos previos de los alumnos y observar la manera que tienen de expresarse. Con esta información, el formador podrá adecuar el lenguaje utilizado al nivel del alumno. ((Observar la respuesta de los alumnos mientras hablamos para detectar si comprenden o no los contenidos. ((Averiguar si los alumnos tienen preferencia por un método particular de comunicación: ¿Prefieren los mensajes por escrito o los comentarios orales? ¿O bien una mezcla de los dos? ((Averiguar las actitudes de los alumnos hacia el mensaje, hacia el formador, hacia los objetivos del curso. ((Interesarse por sus actividades fuera de clase: sus metas, sus ambiciones, sus problemas, en qué ocupan su tiempo libre...
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Preparar el mensaje Toda comunicación debe planificarse adecuadamente para que resulte eficaz. Por ello, antes de comenzar la clase, el formador debe: ((Determinar qué es lo que se tiene que comunicar. Hay que plantearse cuál es el objetivo de la comunicación y exponerlo claramente a los alumnos. Éstos necesitan saber cuáles son los objetivos que se persiguen. ((Decidir la forma que adoptará la comunicación (oral, escrita, etcétera). Para ello, el formador tendrá que tener en cuenta factores como las preferencias de los alumnos o la complejidad del mensaje. ((Estructurar los contenidos que hay que transmitir, de manera que se evite la ambigüedad y la interpretación personal de los alumnos. Es importante cuidar la velocidad a la que se van a ir facilitando las
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informaciones para que los alumnos puedan hacer uso de ellas adecuadamente y no les saturen. ((Definir cuál es el momento oportuno para comunicar cada uno de los contenidos del aprendizaje. Si el momento es malo -el alumno está cansado, distraído, no tiene tiempo- la comunicación probablemente no resultará efectiva. ((Elegir el ambiente físico adecuado para la comunicación (buena iluminación, insonorización, comodidad...). ((Prever los medios didácticos necesarios que sirvan de apoyo a las exposiciones orales de los contenidos, de manera que se aumente el número de canales por los que se transmite la información a los alumnos. ((Prever recapitulaciones parciales, repasos y resúmenes que permitan a los alumnos ir asimilando debidamente las informaciones recibidas. ((Prever cómo se va a solicitar el feedback (retroalimentación) a los alumnos (preguntas, ejercicios, observación de los mensajes no verbales, etcétera). Lo que cuenta en el proceso de comunicación es lo que entiende el receptor.
Ventajas e inconvenientes de la comunicación oral y escrita La comunicación verbal consiste en la transmisión de mensajes por medio de la palabra. Puede ser de dos tipos: ((Oral: cuando la palabra es hablada. ((Escrita: cuando la palabra es escrita. Pese a que muchas veces el formador combina ambos tipos de comunicación, en ocasiones debe optar por uno u otro. Los dos tienen sus ventajas e inconvenientes: »» La comunicación oral es más rápida. Es inmediata y directa. El formador transmite el mensaje al tiempo que el alumno lo recibe e interpreta. En cambio, en la comunicación escrita, el emisor elabora un mensaje que es recibido e interpretado por el receptor tiempo después. Es decir, es una comunicación diferida. »» Por otra parte, la comunicación oral es capaz de transmitir mucha más información, en menos tiempo, que la comunicación escrita. »» La comunicación escrita es permanente. El alumno puede disponer de ella en cualquier momento, no sólo cuando se produce la transmisión, como ocurre en la comunicación oral. Esto permite un análisis más profundo del contenido del mensaje. »» La comunicación oral es básicamente bidireccional. Implica la presencia física del emisor y del receptor, por lo que éste puede facilitar al primero una retroalimentación o feedback inmediata. Así se comprueba que el alumno recibe la información debidamente. Esto quiere decir que el formador puede optar por ella cuando desea conocer inmediatamente la opinión de los alumnos sobre el tema presentado o
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cuando se necesita discutir sobre un tema complejo. La comunicación escrita suele ser unidireccional debido al carácter diferido del feedback. »» La comunicación escrita es más precisa y rigurosa. El tiempo de elaboración del mensaje escrito permite su revisión y reelaboración, lo que hace que sea más riguroso, preciso, claro y lógico que el mensaje oral. Este último, aunque se prepare con anterioridad, se construye en el momento en que se transmite. Por ello, suele soportar más distorsiones e interpretaciones personales. Observa el siguiente esquema para visualizar estos conceptos. Ventajas Comunicación Más rápida. oral Retroalimentación inmediata. Más información en menos tiempo. Comunicación Permanente en el escrita tiempo, tangible y verificable. Contenido del mensaje más riguroso, preciso, claro y lógico.
Inconvenientes Alto riesgo de distorsión. Alto riesgo de interpretación personal. Consume más tiempo. Ausencia de retroalimentación inmediata.
Elección del tipo de comunicación La clave para decidir qué tipo de comunicación es la idónea para cada contenido formativo reside en analizar la situación en la que se producirá la transmisión del mensaje. Habrá que plantearse, al menos, las siguientes cuestiones: 6
((¿Cuál es el objetivo de la comunicación? En primer lugar, se debe determinar qué se persigue con la comunicación y tener claro qué es lo que se espera que hagan los destinatarios con la información que se les va a facilitar. Nuestra pretensión puede ser informar a los alumnos de determinados hechos, datos, ideas; o tratar de persuadirles o convencerles de una postura controvertida; o motivarles para la realización de alguna actividad. ((¿Quiénes son los destinatarios de la comunicación? Es fundamental saber: »» Cuántos son los alumnos. »» Qué nivel cultural tienen. »» Si es un grupo homogéneo o no. »» Qué experiencia y conocimientos previos poseen sobre el tema. »» Qué actitud o interés tienen en él. »» Cómo suelen expresarse. ((¿Cuáles son las limitaciones que existen? Habrá que plantearse de qué tiempo se dispone para transmitir la información, con qué medios de apoyo podemos contar, qué costes conlleva...
La preparación del mensaje Una buena comunicación, sea escrita o hablada, nunca es fruto de la improvisación, sino de una preparación exhaustiva. El formador debe huir del exceso de confianza. Por mucho que
se domine el tema que se va a desarrollar, es necesario trabajarlo cuidadosamente para que los alumnos lo comprendan con el mínimo esfuerzo posible. La preparación del mensaje abarca, al menos, los siguientes aspectos: ((Delimitar el tema. Hay que concretar cuáles serán los aspectos que deben tratarse y con qué profundidad se abordarán. Puede ser de utilidad elaborar un borrador que contenga las ideas principales que se van a recoger. ((Organizar las ideas en una secuencia lógica. Es conveniente fijar un criterio de organización que facilite a los alumnos el seguimiento de la exposición y su recuerdo. Hay varias formas de organizar las ideas: »» Cronológica: describe un proceso paso a paso. »» Causa-efecto: se explican los acontecimientos haciendo referencia a las causas que los originaron. »» Problema-solución: se plantea una situación problemática y, después, las soluciones a la misma. »» Ascendente-descendente: las ideas se presentan en función de su familiaridad, importancia o complejidad. »» Teoría-práctica: se presenta una teoría que se demuestra a continuación en la práctica. ((Documentarse. Resulta imprescindible preparar el tema tan profundamente como se pueda. Por eso, hay que revisar los contenidos en busca de objeciones y preguntas que pudieran realizar los alumnos. Se debe buscar ejemplos que sirvan para ilustrar los contenidos y ayuden a comprender mejor el tema.
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((Organizar la exposición. La exposición se estructura en tres partes: una introducción que motive al alumno hacia el tema, el desarrollo del mismo y las conclusiones que se obtienen. ((Preparar apoyos audiovisuales. La utilización de estos recursos ayuda a recordar la secuencia del mensaje, ilustrando los puntos importantes del mismo y evitando las interpretaciones equívocas. ((Practicar. Si la exposición es oral, conviene ensayarla para advertir posibles deficiencias (grabarse en vídeo, practicar frente al espejo...). Los ensayos ayudan sobre todo a: »» Familiarizarse con el tema. »» Ganar confianza. »» Controlar los nervios. »» Desarrollar la voz y sus inflexiones. »» Añadir nuevos ejemplos y anécdotas en los que no se había reparado. »» Controlar la duración de la intervención. 7
Características de la exposición oral Para realizar una buena exposición, el formador debe mostrar confianza, una actitud mental positiva y entusiasmo: ((Confianza en sí mismo. Ésta se basa normalmente en una concienzuda preparación y en la experiencia. Cuanto más se hable en público, mayor es la seguridad que se adquiere. ((Actitud mental positiva. Tanto hacia la audiencia como hacia nuestras capacidades comunicativas. Es una condición imprescindible para hilvanar un buen discurso. Antes de la exposición, es conveniente imaginar un éxito total, una audiencia entregada y satisfecha, o pensar en cosas agradables. Todo ello contribuye a que el discurso logre sus objetivos. ((Entusiasmo. Algunos expertos sostienen que el buen ánimo representa el ochenta por ciento del éxito de la comunicación. El entusiasmo procede de la convicción de lo que estamos diciendo y de que dicho contenido será válido y útil para el auditorio. Hay que hablar con ganas y provocar la impresión en los alumnos de que se está disfrutando con la exposición. Las características básicas de una buena comunicación oral son la claridad, la concisión, una buena organización, la sencillez, la naturalidad, la amenidad y la corrección. ((Claridad. Para que su exposición sea totalmente comprensible, el fomador debe emplear: »» Ideas concretas y definidas. »» Frases gramaticalmente bien construidas. »» Un vocabulario al alcance de todos sus alumnos.
»» Frases cortas, evitando giros complicados y frases subordinadas. El conocimiento de los alumnos ayudará a definir qué términos se pueden utilizar. Esto no quiere decir que se tenga que renunciar a la utilización de aquellos términos técnicos que los alumnos deban incorporar a su vocabulario. Sin embargo, las palabras que despierten dudas se tendrán que explicar para que sean comprendidas correctamente. ((Concisión. Hay que procurar no alargar demasiado las exposiciones orales. Lo conciso es más efectivo. Ser breve no implica hablar poco tiempo, sino no introducir en la exposición frases innecesarias. La mayoría de los oradores principiantes temen no llenar el tiempo con el que cuentan. El doctor Vallejo- Nágera lo deja claro: "¿Recuerda un solo caso en que algún orador haya hecho mal efecto porque habló menos tiempo del calculado? En cambio, ¿cuántos oradores que hablan bien, incluso muy bien, han provocado irritación y despego porque prolongaron excesivamente el discurso?". En consecuencia, es mejor dejar al oyente con ganas que saturado. ((Organización. Los mensajes se deben construir de forma lógica, encadenando con orden las ideas y remarcando adecuadamente lo que son hechos objetivos y lo que son opiniones del formador o de otras personas. El oyente debe captar con claridad hacia dónde se dirige el razonamiento. De la organización de las frases dependerá, en buena medida, que el mensaje sea bien comprendido por los alumnos. Al principio del discurso se deben exponer la idea central y los grandes ejes de su desarrollo. El consiguiente engarce de las ideas se consigue:
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Subrayando las relaciones entre las diversas ideas... De forma cronológica. En primer lugar... A continuación... Por último... De manera lógica. En consecuencia... Por ello... Esas razones nos inducen a... Estableciendo indicaciones reconocibles por los alumnos, que les ayuden a seguir mejor el hilo argumental y que eviten que se pierdan... Anunciando primero lo Hoy hablaremos del airbag y que vamos a decir. su instalación en un vehículo. En segundo lugar, estudiareMarcando claramente mos el chequeo de los frenos la estructura de la exposición con una ABS. señal al inicio de cada nuevo razonamiento. Señalando que vamos a En definitiva, hasta aquí es lo concluir. que hoy veremos. Realizando Por tanto, ya hemos visto que recapitulaciones la tarea más importante de un parciales periódicas de soldador es... las ideas principales. Valorando las ideas básicas del razonamiento... Repitiendo las ideas de Hay que asegurarse de haber distinta manera. comprobado los frenos, es decir, hay que chequear el chequeo. Utilizando ejemplos De la misma forma que ilustradores. nunca dejaríamos un martillo a un niño... Con indicaciones Lo esencial es... verbales.
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Introduciendo pausas estratégicas... Facilitan la expresión oral Y después de esta charla, del formador. vamos a parar un poco. Mirar ahora el cartel que tenéis en la pared. En él... Dan tiempo al alumno Bueno, yo no hablo más para descansar, asimilar y por hoy. Ahora preguntarme comprender el mensaje. vosotros las dudas que tengáis. Permiten al docente Bien, hasta aquí el tema 5. observar las reacciones ¿Qué os ha parecido? de los alumnos ante el mensaje.
((Sencillez. Hay que buscar la simplicidad tanto en la estructura gramatical del mensaje (frases cortas y corrientes) como en las palabras utilizadas (sencillas y conocidas). Para ello es conveniente que el formador: »» Use la palabra exacta y no abuse de los sinónimos, pues aunque normalmente pueden intercambiarse entre sí sin alterar el sentido de la frase, no siempre el alumno da el mismo valor a la palabra que a su sinónimo, sobre todo cuando proceden de una jerga profesional. »» Evite las estadísticas, la profusión de datos y los listados, a menos que se presenten con la intención de ilustrar algo o dotar de rigor la intervención. »» Evite los arcaísmos (palabras antiguas poco usadas ya) y los neologismos (palabras de reciente aparición) que dificultan la comprensión. »» Limite los tópicos y las frases hechas.
((Naturalidad. Tal vez sea la característica más difícil de lograr. Requiere que el formador: »» Se exprese de una manera viva y espontánea, sin caer en la vulgaridad o el descuido. »» Prepare concienzudamente su intervención. »» Sea uno mismo, sin adoptar posturas forzadas. »» Conozca tus capacidades. »» Si tiene gracia para contar historias, aproveche ese don; en caso contrario, mejor evitarlo. ((Amenidad. La exposición del formador debe hacer un uso eficaz de ejemplos, anécdotas y experiencias. Los conceptos abstractos se comprenden y recuerdan mejor si conseguimos transmitir a los alumnos ejemplos ilustradores. Al contar anécdotas o experiencias, hay que tratar de que sean adecuadas para los alumnos y que no ofendan a nadie. Siempre que sea posible, se deben utilizar anécdotas propias. ((Corrección. La forma del discurso también es esencial para el éxito de la comunicación del formador. Por ello se recomienda: »» Que las palabras sean correctamente pronunciadas. »» Que se evite la articulación descuidada y perezosa, la mezcla de los sonidos o la sustitución del sonido de una vocal por el de otra. »» Que se varíe la inflexión y el volumen de la voz, y que se cambie el ritmo del discurso (acelerar en algunas partes y hablar más lentamente en otras) para evitar la monotonía. »» Que se supriman las muletillas repetitivas ("este...", "¿sí?", "umm") para no distraer la atención de los alumnos.
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Características del mensaje escrito El principal problema del mensaje escrito es la ausencia de retroalimentación (feedback) inmediata, que sirve para regular la comunicación. En los mensajes orales, cara a cara, el formador conoce casi al instante, por los comentarios de los alumnos o por sus gestos (comunicación no verbal), si ha sido comprendido el mensaje. Sin embargo, en la comunicación escrita, por su carácter diferido (el formador elabora un mensaje que es recibido mucho más tarde por el alumno), no existe retroalimentación que posibilite al docente incorporar las aclaraciones que el alumno pueda necesitar. Por tanto, la comunicación escrita es más compleja en su elaboración que la comunicación oral. Una comunicación escrita será eficaz cuando sea: ((Clara. El alumno debe comprender perfectamente el texto. Con ese objetivo, el formador tiene que: »» Utilizar un vocabulario conocido por el alumno. »» Cuidar que las palabras empleadas no resulten 9
ambiguas para evitar interpretaciones diferentes. »» Si los alumnos que van a leer el texto no conocen el significado de algún término, éste debe quedar definido discretamente en su primera aparición en el escrito. »» Hay que escribir como se habla. Es conveniente pensar en cómo se explicaría de palabra la misma información. ((Completa. El texto tiene que ofrecer al alumno toda la información que necesite y quiera saber. De ahí la importancia de conocer el nivel de conocimientos previos del alumno, así como la cantidad de información que desea. El formador debería plantearse qué dudas podrían surgir tras la lectura del texto y tratar de responderlas en el mismo. Recordemos que cuando el alumno lea el mensaje no va a tener a su disposición al docente para consultarle. Para realizar esta tarea, es conveniente que el formador se ponga en la piel del alumno y se pregunte qué necesitaría y qué le gustaría saber. Otra estrategia útil es hacer leer el escrito a una persona de confianza, de similares características a las del grupo de alumnos, para detectar posibles problemas de comprensión. Además de clara y completa, una comunicación escrita también debe ser concisa, correcta, interesante, legible y organizada. ((Concisa. El documento ha de ser lo más breve posible. El alumno debería dedicar el mínimo tiempo a leer y comprender el mensaje. Un texto largo es más difícil de leer que uno corto. Por ello, es preciso utilizar palabras y frases cortas y omitir las que puedan
ser superfluas. Algunos autores recomiendan que, al finalizar un texto, se repase y se supriman todas las palabras y frases que puedan eliminarse sin afectar a la claridad del mensaje ni dejarlo incompleto. No obstante, sed precavidos: puestos a elegir, un documento escrito debe ser, antes que nada, completo, y, en segundo lugar, conciso.
((Captar el interés y mantener la atención del lector. El alumno pierde el interés por un texto cuando: »» No le interesa el mensaje. »» Es demasiado largo. »» Le resulta confuso. Por ello, es importante que el escrito señale por qué el lector debería estar interesado en el texto. Ese mismo objetivo justifica que sea lo más corto posible y que se empleen palabras fáciles de comprender. ((Legible. El aspecto formal (que el texto esté cuidado y sea atractivo) es un elemento que facilita una fácil lectura. Por lo tanto, el tamaño de la letra, los márgenes, el interlineado, los títulos,... son aspectos que deben tenerse en cuenta.
((Correcta. Tanto el contenido como la gramática tienen que ser adecuados: »» Es imprescindible cuidar la ortografía, ya que las palabras mal escritas pueden variar el sentido que se pretendía dar. »» La gramática correcta es esencial para captar el significado de las frases y garantizar una buena comprensión del mensaje. »» Además, un texto con faltas desprestigia a su autor y puede hacer que el receptor del mensaje otorgue poca confianza al mismo.
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((Organizada. Para que un texto esté bien estructurado, es conveniente: »» Dividir el documento en párrafos, de forma que cada uno de ellos contenga una idea independiente y completa. »» Tener en cuenta que los párrafos cortos son más fáciles de leer. »» Resaltar los puntos que se quieren destacar, colocándolos al principio o al final del documento o de alguna de sus partes.
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La comunicación no verbal Es aquella que utiliza signos no lingüísticos para elaborar el mensaje. Estos signos pueden ser las posturas y los movimientos que realizamos, las expresiones faciales que adoptamos, el uso que hacemos del espacio, nuestra apariencia física o el tono que empleamos al hablar. Algunos autores estiman que en toda comunicación cara a cara, entre el 65% y el 90% del mensaje tiene un carácter no verbal. Eso quiere decir que la comunicación no verbal suele ser más significativa que las palabras: en caso de discrepancia entre lo que alguien dice y su comunicación no verbal, ésta predomina sobre aquélla. Dicho de otra forma, el receptor tiende a hacer más caso a la comunicación no verbal que a la verbal. Por ello, es fundamental que la comunicación no verbal del formador sea coherente con su comunicación verbal. Refuerzo La señal no verbal complementa la comunicación verbal elaborándola de algún modo. Cuando explicamos cómo funciona un molino y realizamos los giros con los brazos.
Repetición La señal no verbal y la verbal transmiten la misma información, de forma que la primera reitera lo que dice la segunda. Cuando queremos que un alumno espere para intervenir en el debate y se lo decimos oralmente al tiempo que le hacemos el gesto de "alto" con la mano.
Acentuación El signo no verbal enfatiza y subraya el mensaje verbal. Elevar el volumen de la voz en los puntos clave del discurso.
Sustitución El signo no verbal sustituye al mensaje verbal. Asentir con la cabeza ante una respuesta correcta del alumno puede sustituir a la expresión verbal "muy bien".
Mostrar actitudes Las señales no verbales pueden desvelar las actitudes que tenemos ante lo que decimos u oímos. Hablar de un tema mientras se hojea un periódico muestra nuestro desinterés por el tema.
Regulación de la comunicación El signo no verbal controla el flujo de la comunicación. Miramos y señalamos con la mano a la persona que queremos que intervenga en el debate.
Hay que tener en cuenta, sobre todo en el ámbito formativo, que la comunicación no verbal tiene una gran influencia en la aceptación del contenido por parte del receptor (el alumno), influye en el clima social del aula y determina el tipo de relación que se establece entre formador y alumno.
La postura del cuerpo La postura corporal puede reflejar el estado emocional de la persona y revelar actitudes y sentimientos hacia sí mismo y hacia los otros. Hay posturas más abiertas (en las que brazos y piernas no separan a un interlocutor de otro) o más cerradas (en las que se usan las piernas, brazos o manos en forma de barrera o protección). Las posturas cerradas (por ejemplo, cruzarse de brazos) se consideran más negativas y defensivas.
cutor). Podemos estar frente a frente, en ángulo recto o de espaldas. Cuanto más de frente se sitúa una persona hacia los demás, mayor será el nivel de implicación, es decir, mayor interés mostrará. El formador debe adoptar una postura que se ajuste a las circunstancias, al contexto del aula y a las características de sus alumnos. Dependerá, sobre todo, del clima de aprendizaje que se haya generado o se quiera generar. En general, la postura de un formador debe ser natural, variable y respetuosa con el grupo: Natural
Debe encontrarse cómodo, evitando posturas que causen tensión. Variable Mantener una misma postura durante mucho tiempo resulta monótono y puede llevar a los alumnos al aburrimiento y a la distracción. Además, indica falta de flexibilidad y de apertura hacia el grupo. Respetuosa con el Aunque se pueda haber generado grupo un clima de cordialidad y complicidad con los alumnos, hay que tener siempre presente que uno es el formador y, por tanto, hay que comportarse con corrección.
El docente debe transmitir a sus alumnos confianza y seguridad. Eso lo conseguirá adoptando, generalmente, una postura de acercamiento, de pie, erguido, apoyándose sobre los dos pies y manteniendo alta la cabeza. A medida que avanza el curso, podemos adoptar otras posturas que nos faciliten el descanso (apoyarnos) o que nos resten protagonismo (sentarnos).
Otro aspecto importante puede ser la orientación del cuerpo (ángulo que nuestro cuerpo forma con el interlo-
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Los gestos con las manos
Las expresiones faciales
Es uno de los elementos más importantes de la comunicación no verbal. Los gestos con las manos sirven para:
La cara es la parte más expresiva de la persona. Junto con la mirada, es el medio más importante para expresar emociones y estados de ánimo. Pero además, el formador puede usar su expresión facial para:
((Enfatizar los mensajes verbales; el formador dice "atención" y levanta la mano con la palma extendida, indicando que va a decir algo importante. ((A veces, pueden sustituir a los mensajes verbales en situaciones en las que resulta difícil la utilización de palabras. El lenguaje de sordos es un ejemplo extremo de esta posibilidad. ((Pueden indicar estados de ánimo determinados, por ejemplo, si el alumno está nervioso o si se siente culpable por algo, además de evitar mirar de frente al formador o de ponerse colorado, se retorcerá las manos.
((Regular la comunicación: ponerle límites, variar el tono y el carácter de la misma, etcétera. ((Reforzar al receptor: animarle a que siga la charla con gestos de aprobación. ((Proporcionar información sobre si el interlocutor comprende lo que se dice, si está de acuerdo o no, si le sorprende. Otro aspecto esencial de las expresiones faciales es la sonrisa, que se usa para mostrar simpatía, alegría o felicidad, y que puede sernos de utilidad en el aula para suavizar las situaciones de tensión que inevitablemente surgen en algunos momentos.
((Visibles, que se vean por todos los alumnos, ya que los gestos "a escondidas" o para una parte de la clase pueden molestar a los demás.
El contacto ocular, la mirada, es, junto con la postura, uno de los aspectos más importantes para transmitir confianza a nuestros alumnos (cuando estamos nerviosos tendemos a apartar la vista) y para captar su atención.
((Abiertos, todos tienen que poder captar su significado, hay que evitar gestos equívocos. Extender el brazo hacia abajo y cerrar la mano dejando dos dedos en uve hacia señalando el suelo no tiene un significado claro; por tanto, no hay que realizar este gesto.
El formador debe mantener el contacto ocular con los alumnos durante casi toda la clase, mirándolos el tiempo suficiente como para que se sientan atendidos pero no incómodos. Además, hay que procurar repartir la mirada por todos los alumnos sin centrarse en ninguno en concreto.
((Selectivos, hay que usar sólo los necesarios, ya que tanto el defecto como el exceso (la gesticulación) pueden perturbar el mensaje.
El formador puede usar la mirada para: ((Regular las intervenciones en el aula, marcando el inicio y el final de la comunicación y regulando los turnos para hablar y escuchar.
Los gestos que realice el formador deben ser:
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((Obtener información. Si actúa como emisor, para obtener retroalimentación (ver el Tema 1 de esta Unidad Didáctica), y si hace de receptor, para obtener información visual que complemente la información auditiva. ((Expresar emociones: una mirada "apagada" indica desinterés por el tema del que se está hablando. Una mirada "brillante" muestra que la persona está pendiente de lo que se dice. ((Complementar la comunicación verbal, enfatizándola, o "enfocándola" hacia algún alumno en particular. ((Establecer una determinada relación con el otro: mostrar interés o desinterés por la persona.
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El paralenguaje La paralingüística estudia todo aquello que acompaña al lenguaje, cómo se dice lo que se dice; el tono de voz, la vocalización, la entonación en el discurso y el hablar pausado. El formador no es un orador y, por tanto, no debe obsesionarse con estos aspectos. Pero debe prestarles atención cuando nota que tiene algún problema que dificulta su comunicación con los alumnos. Los principales aspectos paralingüísticos son el volumen, la entonación, la pronunciación, la velocidad, el ritmo y los silencios. ((Volumen. El formador debe hablar lo suficientemente alto para que todos le oigan. Por ello, puede ser útil tener como referencia el alumno que esté más alejado. El volumen alto indica seguridad y dominio, y transmite al alumno confianza. Sin embargo, si es demasiado alto puede sugerir agresividad o enfado. Los cambios en el volumen de la voz pueden utilizarse para enfatizar los puntos fundamentales del discurso. Recomendación: no uses siempre el mismo volumen de voz, ya que el volumen de voz que debas usar dependerá de múltiples factores (distancia a la que estén los alumnos, maquinaria que haya funcionando, necesidad de gritar para alertar de un peligro inminente,...). ((Entonación. El tono (agudo o grave) sirve fundamentalmente para comunicar sentimientos y emociones. Cuando el formador no varía su tono, el alumno suele aburrirse y pierde el interés por el discurso. Para evitarlo, debemos jugar con la entonación de una forma adecuada. Por ejemplo, usar uno más agudo cuando queremos enfatizar o dar
fuerza al contenido y uno más grave para captar el interés o hacer una confidencia. Recomendación: practica diferentes entonaciones, de forma que cuando tengas que usarlas en clase lo hagas de forma fluida, sin que parezca forzado en exceso o te falle la voz. ((Pronunciación. La claridad es muy importante. El formador debe procurar articular las palabras de forma clara y limpia, abriendo la boca lo suficiente para pronunciar correctamente sílabas y vocales. Así, evitaremos que el nerviosismo nos haga hablar demasiado rápido y arrastremos las palabras. Recomendación: antes de empezar la clase, practica diciendo en voz baja listados de palabras que te permitan empezarla fluidamente. Por ejemplo, repite cada vez más deprisa esta secuencia: Málaga, mélege, míligi, mólogo, múlugu. ((Velocidad. Como regla general, debemos hablar a la velocidad que empleamos normalmente; si acaso, algo superior para mantener la atención de los alumnos. La velocidad correcta puede contribuir a evitar los problemas de pronunciación y de entonación. Recomendación: la rapidez excesiva denota nerviosismo en el que habla y crea ansiedad en el oyente, al que le falta tiempo para comprender el mensaje. Por el contrario, la lentitud impacienta y aburre al auditorio. Conviene que el formador combine momentos en los que hable más deprisa, con momentos en los que el ritmo sea más pausado. Así, puede aumentar la velocidad cuando comunique algo intrascendente y reducirla al tratar aspectos complejos. ((El ritmo. Lo marca fundamentalmente la fluidez al hablar. Existe una serie de perturbaciones del habla (vacilaciones, falsos comienzos y repeticiones) que
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perjudican la fluidez verbal. Estas perturbaciones son normales en las conversaciones diarias, por lo que no hay que obsesionarse con ellas. Sin embargo, cuando se dan con excesiva frecuencia en el aula pueden causar entre los alumnos una impresión de inseguridad, incompetencia, poco interés o ansiedad. Recomendación: vigila especialmente estas tres clases de perturbaciones: »» Períodos de silencio prolongados. »» Uso excesivo de palabras de relleno ("bueno", "umm", "eh", "ya sabes", "¿no?"). »» Repeticiones, pronunciaciones erróneas, omisiones, tartamudeos y palabras sin sentido. ((Los silencios. Son tan expresivos como las palabras. Pueden tener, entre otras, las siguientes funciones: »» Captar la atención del alumno. »» Crear expectación. »» Ganar tiempo ante una pregunta comprometedora. »» Promover la reflexión de los alumnos sobre algo importante que se ha dicho. »» Indicar un cambio de tema. Recomendación: cuando los silencios son prolongados y no son utilizados por el formador como recurso sino que surgen involuntariamente, causan entre sus alumnos ansiedad y dan una sensación de incompetencia.
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La escucha activa El proceso de comunicación debe tener dos direcciones: tan importante como saber transmitir (hablar) correctamente es saber recibir (escuchar). Ésta es una habilidad que el formador debe dominar, ya que le permitirá ser consciente de las dudas e impresiones de los alumnos, con lo que podrá regular y mejorar su comunicación. Si un formador no sabe escuchar, no será capaz de entender a los alumnos cuando traten de comunicarle algo. Por el contrario, si sabe hacerlo ayudará al alumno a transmitir mejor su mensaje, ya que le proporcionará más información sobre lo que está comprendiendo. La práctica de la escucha activa nos reportará una gran cantidad de ventajas: ((Facilita la interacción. La escucha actúa como una llave que abre o cierra las puertas de la relación. Cuando el emisor ve que nos interesamos por lo que dice, se siente más dispuesto a colaborar y a presentar mejor sus ideas. ((Da más tiempo para pensar. La práctica de la escucha activa, debido a la diferencia entre el tiempo de pensamiento y la capacidad de articulación de las palabras, nos permite tener espacio para pensar y evaluar las posibles respuestas. ((Nos permite conocer al otro. Gracias a la escucha activa podremos llegar al fondo de la cuestión y conocer las intenciones y preocupaciones del emisor, que actuará de manera más sincera en tanto en cuanto se sienta escuchado. ((Neutraliza los conflictos y mejora la relación con el interlocutor. La escucha suaviza la tensión. Cuando las personas tienen la oportunidad de expresar sus discrepancias y éstas son respetadas, se reduce la hostilidad.
((Facilita los acuerdos. Al saber escuchar, evitamos que el otro tenga que repetirse para asegurarse de que le hemos comprendido, con lo que podemos llegar a acuerdos más rápidamente. ((Da seguridad en la toma de decisiones. La escucha activa permite detectar con rapidez los errores en los argumentos del otro y, por lo tanto, actuar en consecuencia a la hora de tomar decisiones. Actitudes correctas para una escucha activa Escuchar no es cuestión de inteligencia, sino de voluntad (deseo de hacerlo) y de tener ciertas dosis de habilidad (dominio técnico). Para desarrollar la capacidad de escucha activa, hay que adoptar estas actitudes: ((Tomarse el tiempo necesario para escuchar. Conviene crear un clima agradable en el aula, en el que los alumnos se sientan a gusto para conversar sin prisas con nosotros y con los compañeros. ((Centrarse en el que habla. Hay que mantener el contacto ocular con el interlocutor y mirarle siempre al triángulo ojos-boca. Así le demostramos que estamos escuchando y, al mismo tiempo, podremos identificar por sus gestos cuándo ha finalizado. Además, hay que demostrar que se le escucha diciendo "sí" y afirmando con la cabeza. Recomendación: no se debe desplazar el centro de la conversación del que habla a nosotros mismos, que es lo que ocurre cuando mostramos acuerdo o desacuerdo antes de que termine o cuando interrumpimos para hablar de nuestras opiniones o experiencias al respecto. Sólo hay que mostrar que se ha comprendido el mensaje. ((Concentrarse y evitar la distracción, ya sea interna (pensar en otras cosas) o externa (ruidos, interrup-
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ciones...). Dado que nuestra mente va más deprisa que las palabras, nos sobra tiempo para dedicarlo a: »» Tratar de descubrir la intención del mensaje. »» Identificar y ordenar mentalmente los puntos esenciales del discurso. »» Concentrar nuestra atención en las palabras clave, lo que ayudará a recordar los detalles importantes. »» Clasificar las afirmaciones por categorías (similitudes y diferencias, pros y contras). »» Comprobar que hemos escuchado bien, repitiendo en voz alta lo que hemos oído. ((Escuchar con empatía. Eso quiere decir que hay que ponerse en el lugar de la otra persona y tratar de comprender su punto de vista. No presupone estar de acuerdo con él ni que compartamos sus sentimientos, pero sí nos permitirá valorar de forma más correcta el significado del mensaje. ((No tener miedo al silencio. No hay que hablar en la primera pausa que surja. Se debe demostrar que se está dispuesto a seguir escuchando. Recomendación: si el silencio se prolonga demasiado, se pueden hacer preguntas abiertas para animar 14
al otro a que siga hablando. Por ejemplo: "¿Quieres añadir algo?". ((No adelantar conclusiones. Es importante dejar terminar de hablar antes de sacar conclusiones. Eso quiere decir, entre otras cosas, que no debemos acabar las frases del interlocutor, ya que perdemos la oportunidad de saber lo que realmente nos quiere comunicar. Recomendación: primero hay que comprender y luego contestar.
»» Los silencios. Con ellos esperamos a que el interlocutor continúe hablando. Hay que usarlos con prudencia ya que pueden llegar a provocar tensión. »» Las preguntas exploratorias. Sirven para solicitar información al interlocutor sobre puntos que no han sido tratados. Son del tipo "cuándo", "dónde", "cómo", "qué" y "quién". Se han establecido normas.
Teniendo como base estas actitudes ante el interlocutor, se podría definir la siguiente secuencia de pasos para realizar una escucha activa: ((Mientras el interlocutor hable, hay que mirarle a la cara y ofrecerle mensajes verbales y no verbales que indiquen atención (intercalar comentarios como "ya veo" o "sí", asentir con la cabeza, sonreír...). ((Cuando termine de hablar, no formular primero nuestro punto de vista, sino verificar si hemos comprendido lo que quería decirnos ("Entonces, me has dicho que...", "Si entiendo bien, lo que te preocupa es...").
Centrarse en el que habla
Querer hacerlo
Empatizar
No temer los silencios
No querer anticiparse
El esfuerzo de escuchar
Escuchar implica
((No dar nada por supuesto. Pedir aclaraciones ante cualquier duda que tengamos antes de seguir adelante. El tomar anotaciones (si procede) sobre las ideas principales puede ayudarnos a fijar nuestra atención en la escucha y es una ayuda inestimable a la hora de resumir o concluir el diálogo. ((Estimular al interlocutor a que continúe hablando mediante: »» La paráfrasis. Consiste en reformular lo dicho por el interlocutor, en expresar su idea de forma diferente.
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Enseñar a escuchar Para animar a los alumnos a mejorar sus hábitos de escucha, el formador puede: »» Disponer los asientos de modo que los alumnos puedan verse y escucharse mutuamente. Las colocaciones más adecuadas son en círculo o en forma de U. »» Cuando alguien formula una pregunta, no contestarla, sino remitirla al grupo para que la contesten los propios alumnos. »» Si observa claramente que alguien no escucha, no permitirle que luego intervenga. »» Reforzar a los alumnos cuyas aportaciones demuestran que han escuchado los argumentos de la persona que intervino antes que ellos. »» Ser un ejemplo de la conducta que se desea en los alumnos. Es decir, debe practicar las técnicas de escucha activa cuando los alumnos estén hablando.
Mirarle a la cara mostrando atención
Saber hacerlo
Reformulando sus argumentos con nuestras palabras Pedir aclaraciones ante las dudas Estimularle para que continúe hablando
Saber escuchar requiere habilidad y esfuerzo por dos razones fundamentales: ((Hay una gran diferencia entre la capacidad de pensamiento y la capacidad de articulación de las palabras. Mientras, por término medio, podemos pensar a razón de quinientas palabras por minuto, hablamos a una velocidad de ciento cincuenta palabras por minuto. Por lo tanto, podemos escuchar al que habla y todavía nos sobra mucho tiempo para pensar. El uso que hacemos del tiempo sobrante determina nuestra capacidad para escuchar. Durante esos 15
instantes, muchas personas, se distraen y dejan vagar sus pensamientos. Otros, en cambio, analizan el mensaje y extraen los puntos clave del mismo. ((La memoria es muy limitada. La mayor parte de la información que procesamos sólo es retenida por nuestra memoria durante unos pocos segundos. Además, sólo podemos retener a la vez unos pocos datos.
Obstáculos para la escucha La limitada memoria y la diferente capacidad para procesar palabras y pensamientos hacen que escuchar sea complicado. Pero es que, además, hay que añadir una serie de obstáculos habituales que, como formadores, debemos intentar evitar: Oír sólo lo que nos interesa. Muchas veces prestamos atención sólo a lo que coincide con nuestros puntos de vista, nuestras aficiones o intereses. Es una muestra de egocentrismo. Prejuzgar. Es difícil escuchar cuando estamos juzgando. Las ideas preconcebidas, el poner etiquetas o el catalogar al interlocutor por su apariencia física o por su forma de expresarse harán que nos distanciemos del contenido del mensaje y que, por lo tanto, no lo captemos bien. Leer los pensamientos. Un error muy común consiste en intentar adivinar el pensamiento del interlocutor antes de que lo manifieste. Así, el receptor completa las frases por su cuenta, lo que le puede llevar a conclusiones incorrectas. Simular una actitud de escucha. Como hemos visto, se piensa más deprisa de lo que se habla o se escucha. Se genera así un “tiempo libre” que algunos alumnos pueden usar para desconectar y pensar en otra cosa. Para escuchar no basta con entender las palabras, ya que hay otros muchos aspectos no verbales que transmiten mucha información. Barreras a la comunicación. Puede que existan barreras físicas (por ejemplo, un entorno ruidoso) o personales (fatiga, problemas íntimos) que nos distraigan y nos impidan prestar la debida atención. Interrumpir al que habla. A veces el receptor interrumpe constantemente al emisor o bien desvía la conversación del tema central ofreciéndole consejos, ayudas o soluciones inoportunas. Planificar mentalmente la réplica. Escuchar no es esperar impacientemente a que el otro finalice su intervención para hablar nosotros. Esta actitud lleva al receptor a estar pensando en los argumentos propios sin llegar a escuchar el argumento del interlocutor.
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Recomendación: el objetivo cuando nos comunicamos
debe ser ponerse en el lugar del otro. Recomendación: cuanto más te concentres en el mensaje y menos en las características del alumno que lo emite, mejor.
Recomendación: conviene escuchar primero y responder
después.
Recomendación: no engañes a tus alumnos. Aunque seas capaz de anticiparte a sus palabras, sigue escuchando atentamente.
Recomendación: al igual que te gustaría ser escuchado fácilmente por tus alumnos, cuando ellos hablen procura que no haya obstáculos que te impidan entenderles. Recomendación: ten calma, deja que tus alumnos se
expresen y acaben sus intervenciones. Tan valioso es el hecho de participar como el contenido de la participación. Recomendación: por tu formación y experiencia, tienes capacidad de sobra para escuchar y responder a continuación.
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