Número 68- marzo

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"EL ESTADO DE LOS DERECHOS DE LA JUSTICIA SOCIAL", JORGE CARPIZO (IN MEMORIAM) PÁG. 30

Año 5 - No. 68, marzo de 2016, Precio: $35.00 m.n.

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"MÁS ALLÁ DE DINOSAURIOS Y CAMALEONES", ADELA CORTINA PÁG. 42

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TRABAJO DOMÉSTICO NO REMUNERADO:

Explotación, desvaloración, ocultamiento...


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EN PORTADA es una publicación del

Director General y Presidente del Consejo Editorial Mario Luis Fuentes CONSEJO EDITORIAL Jesús Kumate Rodríguez

Rolando Cordera Campos Carlos Rojas Gutiérrez Enrique Del Val Blanco Fernando Cortés Cáceres Miguel Concha Malo Irasema Terrazas Enrique Provencio Durazo Marcela Rovzar de González Gustavo Gordillo De Anda Nashieli Ramírez Mónica González Contró

Director Editorial Saúl Arellano Almanza Coordinadora Editorial Laura Ilarraza Gálvez Edición Electrónica Beatriz Aréchiga México Social es una publicación inscrita en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. http://pnmi.segob.gob.mx

Foto: Cortesía Excélsior

04 Trabajo no remunerado en México Leticia Cano / Pedro De la Cruz 12 Mujeres: inequidad y adversidad laboral Roberto Vélez 16 Hora de reconocer su valor Amalia García 22 Hogar, (no tan) dulce hogar Nashieli Ramírez 26 ¿Por qué no se legislan las labores domésticas? Blanca Salcido 30 El estado de los derechos de la justicia social (Primera de dos partes) Jorge Carpizo 44 Hacia una solución estructural Alexandra Haas 42 Más allá de dinosaurios y camaleones Adela Cortina LAS ENFERMEDADES DE LA DESIGUALDAD 50 Reparto equitativo en sobriedad compartida Bernardo Kliksberg José Carlos García Fajardo 54 Madres a temprana edad: Un futuro en riesgo Manuel Campa

México Social, Año 5, No. 68, marzo de 2016, es una publicación mensual editada por el Instituto de Capacitación, Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social, S. C. (CEIDAS). Pennsylvania No.86, Col. Parque San Andrés, CP. 04040 Delegación Coyoacán, México, D.F. Tels. 5659-6120 y 5659-6209 www.ceidas.org.mx, informacion@ceidas.org.mx. Editor responsable: Saúl Arellano Almanza. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2014-052912521500-102 ISSN: 2007 - 2600, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Licitud de Contenido No. 15077, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX IM09- 0840. Impresa por Multigráfica Publicitaria S.A. DE C.V. Avena No. 15 Col. Granjas Esmeralda Del. Iztapalapa C.P. 09810 México D.F. Tels. 54451590, 55822344. Distribuida por la Comercializadora GBN S.A. de C.V., Calzada de Tlalpan No.572, Desp. C-302,Col. Moderna, Del. Benito Juárez C.P. 03510, México D.F. Tel. 0155-56188551 Mail: comercializadoragbn@yahoo.com.mx comercializadoragbn@gmail.com este número se terminó de imprimir el 25 de febrero de 2016.

PRÓXIMO NÚMERO: TRABAJO INFANTIL

Los artículos e imágenes publicados en esta edición son de responsabilidad exclusiva en su contenido y forma de las y los autores que generosamente contribuyen en nuestra publicación. Sus opiniones teóricas no necesariamente reflejan la postura del editor. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto de Capacitación, Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social, S. C. (CEIDAS).


Editorial MARIO luis fuentes

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l trabajo doméstico no remunerado puede concebirse como una institución ancestral que ha permitido la reproducción de estereotipos, mecanismos de discriminación, sometimiento y exclusión de las mujeres respecto de los hombres. La generación de los mecanismos de organización patriarcal de la sociedad nos ha conducido, en consecuencia, a un modelo de organización económica, política y social en el que a las mujeres les son asignadas, simbólica y materialmente, las tareas con menor reconocimiento y prestigio social y, por lo tanto, las de menor capacidad de generación de ingresos y capacidades para la movilidad social. De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística, el trabajo doméstico no remunerado es desarrollado fundamentalmente por las mujeres: tres de cada cuatro horas dedicadas a las actividades domésticas son desarrolladas por ellas; y otro porcentaje adicional por los niños que están obligados a contribuir, más allá de los límites y estándares aceptables, definidos por los expertos, en actividades que incluso pueden poner en riesgo su integridad física. Hay cuestiones de la mayor trascendencia vinculadas a estas agendas; las más relevantes, sin duda alguna, tienen que ver con la construcción de una sociedad plenamente garante de los derechos humanos, y asociadas a ellas cuestiones vinculadas a la macro y

la microeconomía. En ese sentido, es importante destacar que el INEGI estima que el trabajo doméstico no remunerado equivaldría al 25% del PIB nacional; por lo que ese solo dato bastaría para valorar seriamente tomar un conjunto de decisiones de macroeconomía relativas a la contabilidad formal de este trabajo. ¿Por qué no, por ejemplo, avanzar hacia una reforma fiscal progresiva que dote al Estado de los recursos para otorgar un ingreso universal mínimo que al menos compense el trabajo doméstico que permite el desarrollo del “trabajo productivo formal”? ¿Por qué no, con base en una reforma fiscal como la planteada, avanzar hacia la construcción de un sistema de seguridad social universal que incluya, no sólo la protección social en salud, sino agendas estructurales como el seguro de desempleo, las licencias de maternidad y paternidad; y en general construir una verdadera red de protección social centrada en el cumplimiento de los derechos de niñas, niños y mujeres de todas las edades? Hasta ahora se ha decidido no hacerlo por las implicaciones que tendría en términos de derechos laborales y relativos al sistema de seguridad social. Sin embargo, verlo así implica reproducir la lógica patriarcal y ortodoxa desde la cual se ha visto a la economía desde al menos hace 300 años. Construir un sistema de guarderías de calidad, y una amplia infraestructura social de lactarios y bancos de leche materna y de

Integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM; institución en la que también es Coordinador de la Especialización en Desarrollo Social del Posgrado de la Facultad de Economía; Investigador del Programa Universitario de Estudios sobre el Desarrollo; y titular de la Cátedra Extraordinaria Trata de Personas. Es Director general del CEIDAS, A.C.

acceso a la salud, independientemente del estatus laboral de las personas, serían verdaderos incentivos para la formalización laboral universal y también para reducir la evasión fiscal y avanzar hacia la construcción de una cultura socialmente compartida de responsabilidad fiscal. No es ético mantener un sistema económico que somete y explota a más de la mitad de la población nacional, y que, con base en esa estructura, continúe teniendo a millones de personas recluidas en las trampas de la desigualdad, la pobreza y la marginación. El PIB nacional es enorme; el Presupuesto de Egresos de la Federación es inmenso (4.7 billones de pesos); la infraestructura nacional, aún incipiente, permitiría la construcción de un nuevo modelo y curso del desarrollo; el asunto está en las prioridades que se asumen al momento de diseñar y decidir qué políticas públicas se implementan para cumplir con el mandato constitucional de garantizar los derechos humanos. Una sociedad para la equidad y la igualdad sustantiva es posible. Somos al menos la 15ª economía planetaria. Así que no hay argumento que permita sostener que la desigualdad, la explotación y la invisibilidad de más de la mitad de la población son el único destino posible.

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Trabajo doméstico no remunerado

Trabajo

NO REMUNERADO

en MéxicoS: por LETICIA CANO / PEDRO DE LA CRUZ

Foto: cortesía de EXCÉLSIOR

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n diversas obras fundamentales del tema, como en el libro “El trabajo no remunerado en la economía global”, de María Ángeles Durán Heras, Doctora Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid, se han planteado las dimensiones críticas que nos ofrecen una cosmovisión de este fenómeno que sustenta miles de millones de hogares o espacios productivos ininterrumpidos en servicios y las diversas respuestas y transformaciones que las sociedades, Estado y mercado están construyendo frente al mismo. Veamos algunas dimensiones diagnósticas, contextuales y prospectivas con énfasis en la realidad mexicana:

I. Dimensión conceptual La desigualdad en la distribución del trabajo y la riqueza es la fuente misma de la diversidad de concepciones que gravitan en torno al empleo, el trabajo y la vida en sociedad: ¿cómo denominar las fronteras intermedias múltiples en torno al empleo, desempleo, trabajo informal? De esta manera, el empleo no remunerado carece, por definición, de remuneración. Eso no significa que carezca de valor económico ni que quienes lo desempeñan no contribuyen a la economía de los hogares, sino que no se traduce en la contrapartida de un pago inmediato y directo a la persona que lo realiza. La contribución económica real del trabajo no remunerado puede ser en muchos casos más alta de la que lograría el trabajador incorporándose al mercado de trabajo, pero lo que nunca conlleva es

la inmediatez, la individualización y el sentido de disponibilidad y periodicidad que son característicos del salario (Durán, 2012: 80) Es importante subrayar que el trabajo no remunerado implica sustancialmente un amplio y asimétrico grado de especialización y potencial de segregación y delegación de tareas en otros trabajadores. Así, de acuerdo con el Programa de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas y el Institute of Political Studies of Paris (UNDP 2005), “las estadísticas tradicionales infraestiman el trabajo real de hombres y mujeres al no incluir el trabajo no remunerado (…) que se realiza (incluso) en días festivos, en horarios posteriores y anteriores al horario laboral, y lo realizan pensionistas, jubilados, y en muchas ocasiones, niños, ancianos y enfermos” (Durán, 2012: 29). Debe señalarse la ausencia de valoración global del trabajo no remunerado (en tanto no da lugar a transacciones monetarias inmediatas o a la existencia de un pago directo) respecto del tiempo dedicado a cuidados primarios, así como de las jornadas extenuantes de quienes realizan a la vez trabajo no remunerado y trabajo remunerado. En otra vertiente reflexiva, las organizaciones de la sociedad civil vinculadas a la promoción de derechos sociales que permitan superar las desventajas sociales y competitivas del trabajo remunerado han incluso presentado iniciativas para erradicar los nombres despectivos hacia las mujeres que se emplean en el servicio doméstico, considerándose importante que sean denominadas empleadas del hogar, en lugar de trabajadores domésticas (Chávez, 2005: 54).

Entre la población mayor de 12 años se registra un promedio de 33.4 horas semanales dedicadas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado Foto: cortesía de EXCÉLSIOR

SOBRE LOS AUTORES: Leticia Cano Directora y Profesora de Carrera de la Escuela Nacional de Trabajo Social

Pedro De la Cruz Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y Coordinador de Investigación de la ENTS.

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Trabajo doméstico no remunerado

Es importante contextualizar social y culturalmente el fenómeno del trabajo no remunerado en el marco de las desigualdades sociales, en tanto epicentro de las categorías sociales más dominadas, más excluidas y marginadas, en tanto sus rostros y vidas son fundamentalmente de niñas, jóvenes, mujeres II. Dimensión subjetiva y cultural Los procesos de cohesión social, la posibilidad de potenciar derechos sociales y prevenir vulnerabilidades sociales respecto a esta realidad tan compleja del trabajo no remunerado implica por definición repensar a la mujer, no como víctima, sino como un crisol de proyectos, capaces de construirse a sí mismo, centrado en su interior, capaz de poner en conjunto lo que no está; mujeres que se asumen a sí mismas como empresa de autonomía y libertad, que buscan responder a la vez a su vida privada y a la vida pública. Esta es la transformación cultural que se nos advierte en el texto “El mundo de las mujeres”: estamos ante un nuevo modelo de sociedad y de relaciones sociales tejidos por una progresiva dependencia cultural de los hombres hacia las mujeres, parece estar abriéndose camino en nuestra era (Touraine, 2006). Por otro lado, el recurso tiempo, por definición limitado, implica la reducción de posibilidades de

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incorporación al empleo formal, educación y a otras actividades: sacrificándose el desarrollo de la persona, su tiempo de ocio y de los propios hijos, con los correspondientes permisos no retribuidos y riesgos de enfermedad y muerte. En tanto la mayor parte del trabajo doméstico no remunerado era realizado fundamentalmente por mujeres, en las sociedades actuales se abre un nuevo horizonte para superar la división sexual del trabajo que predominaba paradigmáticamente en el mundo, modificando a su vez la ecuación entre hogares, empresa y Estado; entre hombres y mujeres: la autonomía individual se vincula a la obtención de reconocimiento y sustancialmente a la posibilidad de obtención de ingresos laborales.

III. Dimensión socioeconómica y de política pública Julia Chávez Carapia ha planteado la importancia de vincular el trabajo no remunerado con el

proceso de reproducción social y productivo: “es precisamente en la reproducción de la fuerza de trabajo, en las condiciones de vida del trabajador, donde las mujeres juegan un papel muy importante, puesto que tradicionalmente ellas son las que organizan el hogar donde se alimenta, viste, descansa y se reproduce la fuerza de trabajo” (Chávez, 2005:5). Por otro lado, se ha contrastado en diversas investigaciones el nivel de costo que significaría para el mercado laboral el que cesen las actividades que se realizan desde el trabajo doméstico, así como (el no suficientemente valorado en su magnitud) aporte transversal que significa a la vida cotidiana, socio familiar, socio médica y socio comunitaria, que conlleva en sí mismo y en servicios y cuidados primarios en hogares (con mayor impacto en mujeres y mano de obra femenina) y para con grupos socialmente vulnerables. En efecto, “el trabajo no remunerado contribuye a la cohesión social más que cualquier otro programa de políticas públicas” (Durán, 2012:30) En México, 85 de cada 100 personas mayores de 12 años dedican tiempo para hacer alguna


“La escisión entre el mundo público y el privado no sólo excluyó a las mujeres de una inmensa cantidad de actividades profesionales, económicas, culturales y sociales, sino que invisibilizó todo el sistema a través del cual el mundo público se sostenía. Porque en el mundo privado no sólo se lleva a cabo la reproducción de la especie, se lleva a cabo la reproducción de la fuerza de trabajo. Cuando los hombres tenían las condiciones para asumirse como proveedores de tiempo completo era gracias a que existían mujeres que resolvían el 100% de sus necesidades privadas: compras realizadas; comida preparada; ropa lavada y planchada; casa limpia y organizada; y un largo etcétera que les permitía a los hombres proveedores alimentarse sanamente; recrearse; descansar; y estar saludables y en condiciones de enfrentar otro día laboral. Además, eran las mujeres las que se ocupaban del cuidado y la educación de los hijos. Pocas eran las personas que se cuestionaban ¿cuánto costaría esto si se pagara cada uno de los servicios? Todo esto parecía gratis, pero no lo es. Todo esto parecía que no era trabajo, pero sí lo es. El costo ha sido muy alto en el nivel individual para cada una de las mujeres que sostenía el mundo privado, y en el nivel social, económico y cultural, el costo lo ha pagado toda la sociedad. Aun a pesar de que actualmente las mujeres no están dedicadas de tiempo completo a las labores domésticas y al cuidado y educación de los hijos por su participación en el mercado laboral, dichas tareas siguen siendo su responsabilidad” (Buquet, 2008)

Foto: cortesía de EXCÉLSIOR

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Trabajo doméstico no remunerado actividad de trabajo doméstico en los hogares: INEGI, organismo para el que el trabajo no remunerado y el remunerado son considerados como “una labor invisible, sin reconocimiento social, con jornadas largas y desvalorizado” (INEGI/INMUJERES, 2014) ha logrado hacer visible una parte sustancial para reflejar la realidad inherente al trabajo no remunerado: el promedio de horas a la semana dedicadas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en la población mayor de 12 años es de 33.4 horas, siendo el más alto para las mujeres al destinar 47.9 horas a esta labor a la semana, en tanto que los hombres sólo dedican 16.5 horas semanales: “El papel de las mujeres en el trabajo doméstico no remunerado consiste en producir servicios para mantener en buen estado la fuerza de trabajo y su reproducción. Si los hombres tuvieran que pagar todos los requerimientos mínimos para cubrir sus necesidades de manutención y reproducción, su

Más del 80% de las mujeres contribuye al trabajo doméstico (Pedrero, 2011)

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ingreso sería más insuficiente de lo que ya es” (Chávez, 2005: 105). El trabajo no remunerado rubrica el que se hace a temprana edad, particularmente por niñas y adolescentes (quienes empiezan a trabajar más temprano, reciben menos dinero por el mismo trabajo y trabajan más horas, además de asumir obligaciones domésticas a corta edad), los trabajos duros y penosos de los hogares que carecen de las infraestructuras materiales mínimas (agua potable, energía, red sanitaria y alcantarillado) hasta los trabajos de patrimonial y representación social que se realizan en los hogares de casas acomodadas. Así, en otro ejemplo, en el ámbito agropecuario abarca sectores como el de la agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca, y es considerado como uno de los más peligrosos (INEGI, 2012), pues existe una mayor probabilidad de tener accidentes relacionados con el trabajo, además de prácticas violentas y de abuso laborales y al hecho de que, como

las mujeres de todas las edades, habitualmente no reciben remuneración o contribución diferenciada.

IV. Dimensión desregulatoria en la economía global El guion de especialización y flexibilidad laboral que trae consigo la globalización, conlleva procesos críticos para lograr insertarse a temprana edad a dinámicas laborales, pero sin beneficios de ingreso estable, contratación colectiva, protección y seguridad sociales (que se vuelve lastimero sobre todo en edad avanzada, en sectores depreciados en el nivel de salarios y productividad como trabajadores a domicilio; vendedoras y vendedores ambulantes; y a quienes están en condiciones críticas de salud y discapacidad, sin demérito de los hogares que destinan ingentes esfuerzos para la producción de servicios dirigidos al autoconsumo).

85 de cada 100 personas mayores de 12 años dedican tiempo para hacer alguna actividad de trabajo doméstico en los hogares

Las mujeres destinan 47.9 horas a esta labor a la semana, en tanto que los hombres sólo dedican 16.5 horas semanales


Es fundamental la existencia de estadísticas nacionales que permitan avanzar en la valoración de las escalas, intensidades y cohortes generacionales sobre la realidad social de la desigualdad estructural vinculada al trabajo no remunerado

V. Dimensiones sociales De bienestar y riqueza nacional Es clave su papel en la vida productiva, de la familia y de la naturaleza del tejido social. Esto se trasmina incluso en la dimensión (tras)nacional asociada a procesos (in)migratorios y remesas. Resulta así fundamental la articulación interregional e internacional entre trabajo remunerado y trabajo no remunerado; la posibilidad de incentivar esquemas intercomunitarios de ahorro familiar; y la búsqueda de alternativas a circunstancias de apremios: “en los hogares de trabajadores inmigrantes el trabajo no remunerado significa incluso subsistencia con recursos muy bajos, que serían insuficientes si los bienes y servicios hubiesen de adquirirse a precios de mercado” (Durán, 2012: 324).

De la economía del cuidado Cuidadoras y cuidadores no remunerados de niñas y niños, así como de enfermos, lenta pero progresivamente es un espacio y fenómeno que está dejando de ser visibilizado para

la atención social profesional multidisciplinar en las perspectivas económicas, legales y sociales, en el diseño de nuevas políticas públicas, en la esfera corresponsable entre sociedad, Estado y mercado; todo ello expone a salarios precarios en sectores de baja productividad, así como a dependencias mayores en escenarios de carestía en los hogares, desempleo y crisis económica.

Crisis económicas, redes afectivas y de apoyo que sostienen a los hogares Estas redes y decisiones sociofamiliares son fundamentales para preservar la estabilidad, en el nivel precario o no de ingreso, que coadyuva a sostener a las familias que viven y dependen del trabajo no remunerado. Sin embargo, “en los hogares de estricta división del trabajo y de dedicación plena y exclusiva por uno de los familiares al trabajo no remunerado del hogar, la ruptura de las relaciones matrimoniales, la viudez o la emancipación de los hijos puede equivaler a una pérdida de empleo. De hecho, en las épocas de expansión económica son más probables estos acontecimientos que el desempleo” (Durán, 2012:79).

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Trabajo doméstico no remunerado

Dimensión de género El estudio del trabajo doméstico tiene una estrecha relación con el género y con las clases sociales (Chávez, 2005:106), por lo que se considera necesario continuar realizando diagnósticos, investigaciones sociales y modelos de intervención desde estas perspectivas para reconfigurar las políticas públicas y profundizar, en lo que ha trabajo no remunerado se refiere, en el reconocimiento de esta actividad como parte importante de la economía, la sociedad y las expectativas futuras del país, al ser un factor fundamental de cohesión social y de ámbitos potenciales de movilidad socioeconómica, así como un elemento que contribuye a preservar esferas sociofamiliares de bienestar, armonía y felicidad.

CONSIDERACIONES FINALES Es importante recuperar la capacidad de interacción con las diversas realidades socioeconómicas por parte del Estado mexicano. El trabajo no remunerado como un fenómeno aun no integralmente medido, no valorado, desregulado en esencia, se ha consolidado en sus causas y efectos contradictorios, en diversos procesos socioculturales, socioeconómicos y sociofamiliares. Es fundamental la existencia de estadísticas nacionales que permitan avanzar en la valoración de las escalas, intensidades y cohortes generacionales sobre la realidad social de la desigualdad estructural vinculada al trabajo no remunerado: esto permitirá establecer estrategias y modelos de interven-

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ción y de política acorde a contextos, realidades comunitarias y prospectiva de productividades local-regionales, articuladas con procesos de capacitación laboral y en oficios, vocaciones profesionales y laborales identificadas desde temprana edad, y procesos de aculturación en perspectiva de equidad de género, particularmente con empresarios, mandos medios y altos del sector público, social y privado, y por supuesto, la previsión del crecimiento de la población económicamente activa, además de la importancia de contar con un sistema de incentivos para apoyar la escolarización y potencial formación profesional de mujeres de todas las edades empleadas en el hogar, y de adolescentes y hombres en condición de precariedad remunerativa. Las consecuencias directas e in-

directas de las crisis económicas, los ajustes presupuestales nacionales, los niveles de desempleo crecientes y la flexibilización de la economía laboral impactan directamente en los entornos y realidades (acceso a los servicios y apoyos en mujeres que se dedican a la provisión de cuidados sociales, por ejemplo) de quienes dependen del trabajo no remunerado. No obstante, las múltiples dificultades que eventualmente implica llegar a un consenso plausible entre expertos en la temática y tomadores de decisión en políticas públicas para dimensionar, desde la experiencia internacional, el valor del universo global de propinas y pagos en especie que discurren en el sector de educación, la construcción y los hogares –o incluso en actividades


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ligadas al comercio, la reparación de automóviles y artículos electrodomésticos, así como actividades secundarias, como comida hecha en casa y vendida, por ejemplo-, es importante reflexionar sobre la necesidad de contar con un sistema de conocimientos a los que sea posible dar seguimiento y organización permanente, con perspectiva transdisciplinaria, además de que estén contextualizados a nivel sociocomunitario e individual, para que el país pueda asirse de estimaciones estadísticas nacionales de la economía y la sociedad no observada en tanto implican al trabajo no remunerado. Con base en ello, será posible avanzar en el diseño de políticas públicas que logren tener capacidad de convocatoria e incidencia en quienes realizan trabajo no remunerado, sobre todo al nivel

de capacitación para el empleo productivo e innovación en esquemas de protección social temporales diferenciados, potencialmente, por niveles de exposición a riesgos; articular junto a organizaciones de la sociedad civil, estrategias de disuasión y de reducción drástica de episodios de violencia de género en hogares y espacios de trabajo evitando la movilidad laboral asociada al abandono por maltrato y salario insuficiente, por violencia o acoso sexual; que contribuyan además a la creación de expectativas de promoción en el empleo donde no existen actualmente, así como al ejercicio y el reconocimiento de derechos sociales a personas económicas, fiscales y legalmente desprotegidas, y la prevención de nuevas vulnerabilidades sociales.

REFERENCIAS: I. Buquet, A. (2008) “Políticas de igualdad” en Debate Feminista, Año 19, Vol. 17, 34-48pp. Consultado en http://www.debatefeminista.com/PDF/Articulos/145.pdf II. CEPAL (2010) Tiempo total de trabajo: remunerado y no remunerado. División de Asuntos de Género. III. Chávez, J. del C. (2005) Trabajo doméstico. Centro de Estudios de la Mujer. ENTS UNAM. IV. Durán Heras, M. A. (2012) El trabajo no remunerado en la economía global. BBVA. España V. INEGI/INMUJERES (2014) Encuesta nacional sobre el uso del tiempo (ENUT). Consultada el 7 de febrero de 2016 http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/ boletines/2015/especiales/especiales2015_07_2.pdf VI. Pedrero, M (2005). Trabajo doméstico no remunerado en México. Una estimación de su valor económico a través de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2002. Consultada el 29 de enerod e 2016 http://www.inegi.org.mx/ inegi/contenidos/espanol/eventos/vigenero/dia28/panel3_mesas_pdf/Trabajo/ Trabajo-ENUT-y-Trabajo-doméstico-no-remunerado.pdf VII. Reynaud, E. (2013) (Coord.) Protección social y trabajo decente. Ed La Ley/ Grupo Wolters Kluwer VIII. Touraine, A. 8 (2007) El mundo de las mujeres. Paidós, Ibérica. España IX. United Nations Development Programme (UNDP) (2005). Three case studies of time of Use Survey Aplication in lower and middle-income countries. SciencePo, París, junio. Consultado el 15 de febrero de 2016 http://www.levyinstitute.org/ undp-levy-conference/papers/paper_Vacarr.pdf

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TRABAJO DOMÉSTICO NO REMUNERADO

En México, el nivel de la participación laboral femenina y la brecha en relación con la de los hombres sugieren la existencia de un mercado de trabajo restringido y estratificado por género, en el que los espacios de incorporación no se han ampliado suficientemente por ROBERTO VÉLEZ Foto: Mariana Maldonado Fournier

El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representa el 24% del PIB, del cual tres cuartas partes son generadas por mujeres

SOBRE EL AUTOR: Director de Movilidad Social y Bienestar Socioeconómico del CEEY. Economista con estudios doctorales en Historia Moderna por la Universidad de Oxford. Sus áreas de investigación se concentran en movilidad social, desarrollo humano e historia antropométrica.

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Mujeres:

Movilidad Social

inequidad y adversidad

laboral

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n México, el nivel de la participación laboral femenina y la brecha en relación con la de los hombres sugieren la existencia de un mercado de trabajo restringido y estratificado por género, en el que los espacios de incorporación no se han ampliado suficientemente. Un reflejo de lo anterior es la importancia que representa el trabajo no remunerado doméstico y de cuidados: 24% del PIB, del cual tres cuartas partes son generadas por mujeresI. Como resultado, y en términos de movilidad social, las mexicanas se enfrentan a un entorno adversoII. Para resolver este problema se requiere diseñar mecanismos que permitan que las mujeres puedan realizar elecciones de vida bajo condiciones igualitarias en relación con los hombres; y para lograrlo, la inversión en ellas y el rol que se les asigne desde la edad temprana, así como las reglas de inserción y la retribución en el mercado laboral, tienen que equilibrarse. Resulta interesante analizar la dinámica de la participación laboral femenina desde un punto de vista

histórico. En la historia moderna de la humanidad, la Revolución Industrial es un primer punto de quiebre observado. En un estudio sobre niveles de vida de las mujeres durante finales del sigo XVIII y principios del XIX, Nicholas y Oxley contrastan empíricamente las implicaciones en términos de bienestar de dos planteamientos opuestos en cuanto al rol de la mujer en los hogares y en el mercado laboralIII. Por un lado, y siguiendo a autores como Marx y Engels o John Stuart Mill, argumentan que la industrialización podría traer consigo beneficios de emancipación y participación femenina. En oposición, y con base en otra corriente de opinión, explican que el desequilibrio existente en términos de obligaciones no remuneradas al interior del hogar evitaría una competencia igualitaria entre hombres y mujeres que reforzaría la condición de opresión de estas últimas. Sus resultados empíricos sugieren una dinámica más cercana al segundo planteamiento. En particular, al comparar los resultados de niveles de vida entre población femenina ir-

landesa e inglesa, Nicholas y Oxley observan mejores resultados para la primera. En ese sentido, argumentan que en Irlanda el modo tradicional de producción persiste y que éste, al requerir de la participación de todos los miembros de la familia, no excluye a las mujeres. En cambio, en Inglaterra la industrialización provoca que el proceso de producción se transforme y emigre al mercado laboral, en el cual las oportunidades de trabajo remunerado para las mujeres resultan limitadas y, en consecuencia, la asignación de recursos al interior de los hogares se sesga a favor de los hombres. La Segunda Guerra Mundial emerge como otro punto de quiebre histórico más reciente. Acemoglu y sus colegas explican que el incremento en la participación laboral femenina observado alrededor de ese periodo se debió a la necesidad de sustituir a los hombres que fueron a la guerraIV. Esta situación tuvo un efecto permanente en la participación laboral femenina. La explicación probada empíricamente sobre el mismo en el caso norteamericano se encuentra,

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TRABAJO DOMÉSTICO NO REMUNERADO

La instrumentación de mecanismos institucionales que equilibren el acceso y los salarios en términos de género resulta clave para lograr una igualdad efectiva entre otros, en el trabajo de Fernández y sus coautores, los cuales plantean que las preferencias de los individuos se modifican al ser transmitidas de las madres a sus hijos varones, y de ellos a sus parejas mujeres: tener una madre que participa en el mercado laboral incrementa de manera muy importante la probabilidad de tener una esposa que también participe en dicho mercadoV. Un resultado similar se observa para el caso mexicano en un estudio con base en datos actualesVI. Los mecanismos de inserción laboral y la retribución misma también inhiben la participación femenina. Por ejemplo, si se observan las diferencias

de ingreso laboral promedio por nivel educativo entre hombres y mujeres, los primeros presentan una ventaja, siendo la menor cuando la comparación se realiza para el ingreso laboral promedio en la población que trabaja menos de 40 horas a la semana y cuenta con posgrado: 13,000 pesos contra 11,000 pesos para hombres y mujeres, respectivamenteVII. Aunado a lo anterior, y como se mencionó al inicio de esta columna, el trabajo no remunerado en servicio doméstico y de cuidados tiene un valor económico importante generado principalmente por mujeres. La falta de un mercado remunerado sólido en estos rubros, y las diferencias sa-

lariales por género observadas en el mercado laboral se constituyen en un desincentivo permanente a invertir de manera igualitaria en niños y niñas. En ese sentido, el desarrollo y formalización de este tipo de mercados, así como la instrumentación de mecanismos institucionales que equilibren el acceso y los salarios en términos de género, resultan clave para lograr una igualdad efectiva. Si esto se logra, las opciones de ascenso social para las mujeres se incrementarán, su condición socioeconómica resultará menos vulnerable y, por ende, la economía mexicana se verá beneficiada.

La tasa de participación laboral femenina en México es de alrededor de 48%, mientras que el promedio de la OCDE se ubica en 66%. Estados Unidos se encuentra casi a la par de este promedio y, por otra parte, Brasil se ubica en alrededor de 61%. En cuanto a la brecha por sexo, México presenta una diferencia de 35 puntos porcentuales a favor de los hombres. En ese mismo sentido, la brecha en el promedio de la OCDE es de 13 puntos porcentuales, 11 en el caso de Estados Unidos y 22 puntos en el de Brasil. Es decir, ya sea en términos absolutos o relativos, la participación laboral femenina en México es significativamente más baja 100

Tasa de participación laboral por sexo, varios países, 2012

HOMBRES

MUJERES

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Fuente: OCDE, Online OECD Employment database

India

México

Turquía

Sudáfrica

Chile

Italia

Corea

Grecia

Hungría

Polonia

Brasil

Bélgica

República Eslovaca

Irlanda

Luxemburgo

Japón

República Checa

Francia

OCDE-Promedio

Eslovenia

Israel

Estados Unidos

Federación de Rusia

España

Austria

Portugal

Australia

Reino Unido

Estonia

Alemania

Nueva Zelanda

Finlandia

Países Bajos

Dinamarca

Canadá

Noruega

Suiza

Suecia

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Islandia

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En la composición de trabajo remunerado y no remunerado de las mexicanas, dado el nivel educativo de su padre, se puede observar que existe una correlación positiva entre trabajo remunerado y nivel educativo de origen. Basándome en el análisis del trabajo sobre México mencionado, lo anterior sugiere que la inversión en educación es un primer mecanismo intergeneracional que puede acelerar la reducción en la desigualdad de género. Sin embargo, ésta no se constituye en una condición suficiente para lograrlo

Movilidad Social

NOTAS Y REFERENCIAS: I. http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/cn/tnrh/ II. Vélez, R., Campos, R. & Huerta, J. (2013). Informe de Movilidad Social en México 2013. Imagina tu futuro. México: CEEY

MUJERES CON TRABAJO NO REMUNERADO

III. S. Nicholas y D. Oxley (1993), "The Living Standards of

MUJERES CON TRABAJO REMUNERADO

Women during the Industrial Revolution, 1795-1820", The Economic History Review, vol. 46, núm. 4, pp. 723-749.

Proporción de participación femenina por tipo de remuneración, dada la educación de su padre

78% 73%

IV. D. Acemoglu, et al.(2004), “Women, War and Wages: the Effect of Female Labor Supply and the Wage Structure at Midcentury”, Journal of Political Economy, vol. 112, núm. 3,

43%

pp. 497–551.

59%

57%

57%

43%

48%

V. R. Fernández, et al., “Mothers and Sons: Preference Forma-

52%

tion and Female Labor Force Dynamics”, Quarterly Journal of Economics, vol. 119, núm. 4, 2004, pp. 1249–1299.

41%

VI. R. M. Campos-Vázquez y R. Vélez-Grajales (2014), “Female Labour Supply and Intergenerational Preference Formation: Evidence for Mexico”, Oxford Development Studies, vol. 42,

27%

núm 4.

22%

VII. Calculado con base en datos del segundo trimestre de 2015 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

Sin estudios Primaria incompleta

Primaria

Secundaria

Preparatoria

Profesional

Fuente: Con base en datos de Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2011 (EMOVI-2011)

Tener una madre que participa en el mercado laboral incrementa de manera muy importante la probabilidad de tener una esposa que también participe en dicho mercado Foto: Mariana Maldonado Fournier

MÉXICO SOCIAL Marzo 2016

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Trabajo doméstico no remunerado

Hora de RECONOCER

su valor por AMALIA GARCÍA

Foto: cortesía de EXCÉLSIOR

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El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es una de las más grandes e importantes desigualdades de género relevantes para la formulación de políticas macroeconómicas


A

un cuando la participación de las mujeres en el mercado laboral ha aumentado en los últimos tiempos, las mujeres continúan haciendo la mayor parte del trabajo no remunerado, y la sobrecarga del trabajo doméstico no remunerado es una de las razones por las cuales tienen una baja participación en el mundo laboral remunerado, así como oportunidades limitadas de capacitación y para conseguir empleos mejor pagados y con mejores condiciones laborales La realización del trabajo doméstico y de cuidados no remuneradoI genera déficits de tiempo que afectan mayoritariamente a las mujeres, debido a que la repartición no es igualitaria; además, por la separación de roles mantiene o prolonga las desigualdades entre hombres y mujeres en los ámbitos social,

político y económico. Todas las sociedades dependen del trabajo doméstico no remunerado, el cual es fundamental, pero las labores que lo integran son casi invisibles, con escaso reconocimiento social, con jornadas largas. El trabajo del hogar es considerado una actividad sin valor económico y social, y casi una obligación de las mujeres. Dicho trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es una de las más grandes e importantes desigualdades de género relevantes para la formulación de políticas macroeconómicas. La igualdad de género y los derechos de las mujeres son un fin en sí mismos, mientras su ausencia genera pobreza, si se toman en cuenta son un motor de desarrollo. Los hombres y las mujeres participan de manera diferente en las tareas de cui-

SOBRE La autora: Secretaria del Trabajo y Fomento al Empleo de la Ciudad de México e integrante del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI)

Las mujeres subvencionan la economía al dedicarle gran cantidad de horas diarias y varias horas más que los hombres al trabajo no remunerado, el cual representa el 24.2% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y equivale a 4,158 520 millones de pesos, según datos del Instituto Nacional de Estadística y GeografíaII.

VALOR ECONÓMICO DE LAS LABORES DOMÉSTICAS Y DE CUIDADOS NO REMUNERADOS (Porcentaje y millones de pesos)

2014

Concepto Valor respecto del PIB nacional a precios de mercado Valor del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados Alimentación Limpieza y mantenimiento de la vivienda Limpieza y cuidado de la ropa y calzado Compras y administración del hogar Cuidados y apoyo Ayuda a otros hogares y trabajo voluntario

24.2% 4,158,520 19.2% 16.2% 7.1% 13% 34.4% 10.1%

INEGI, Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares de México (CSTNRHM), 2014.

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Trabajo doméstico no remunerado

dado a los miembros del hogar que lo requieren. La contribución de los hombres en estas actividades es constante durante las edades productivas, aumentando en los grupos de mayor edad; sin embargo, la participación de las mujeres en esta actividad es mayor que la de los hombres. Las tareas que las mujeres deben realizar dentro del hogar afectan su participación en el mercado laboral, lo que se da de manera precaria, puesto que las necesidades de la vida familiar dificultan el acceso a trabajos demandantes y obstaculizan la movilidad laboral. Esta condición explica que en casi todos los hogares las mujeres dispongan de una menor cantidad de horas para la recreación, en comparación con los hombres 17.3 y 20.3 horas respectivamente, lo que resulta en una doble jornada laboral,

porque cuando el acceso al mercado laboral no va acompañado de cambios en las normas que establecen que las mujeres son las responsables de las labores domésticas, las mujeres quedan ubicadas en una situación de desventaja y el acceso a una mejor calidad de vida es casi nulo. El exceso de horas de trabajo se acumula al sumar el trabajo doméstico con el trabajo en el mercado laboral, lo que no permite que las mujeres accedan al bienestar adecuado, limitándoles el tiempo para actividades primordiales, personales y de recreación, y crea una situación que compromete el bienestar de las mujeres, limitando las posibilidades de desarrollo personal. Esta falta de tiempo para la recreación puede constituir una violación a un derecho humano. De acuerdo con el artículo 24

Todas las sociedades dependen del trabajo doméstico no remunerado, pero las labores que lo integran son casi invisibles, con escaso reconocimiento social, con jornadas largas... Foto: cortesía de EXCÉLSIOR

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El exceso de horas de trabajo se acumula al sumar el trabajo doméstico con el trabajo en el mercado laboral, lo que no permite que las mujeres accedan al bienestar adecuado, limitándoles el tiempo para actividades primordiales, personales y de recreación, creando una situación que compromete su bienestar

Distribución porcentual del promedio semanal de horas dedicadas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, por sexo

47.9 16.5 Mujeres

Hombres

Fuente: INEGI. Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2014. Tabulados básicos.

Los hombres contribuyen con 22.8% del trabajo doméstico no remunerado, mientras las mujeres realizan el restante, 77.2%. El tiempo dedicado al trabajo remunerado por los hombres duplica el tiempo promedio de las mujeres; en el trabajo no remunerado de los hogares las mujeres de 12 años y más triplican el registrado por los hombres

77.2

Distribución porcentual del total de horas semanales dedicadas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado según sexo 2014

22.8 Mujeres

Hombres

Fuente: INEGI. Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2014. Tabulados básicos.

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Trabajo doméstico no remunerado 1.2 1.1

Gestión y administración del hogar

1.2 1.1

Promedio de horas semanales de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado de la población de 12 años y más, por tipo de 1.1 actividad y sexo, 2014 1.9

Pago y trámites Mantenimiento, mejoras y separaciones menores en las viviendas y otros bienes 47.9 del hogar

2.8 2.3

Compras Limpieza y cuidado de ropa y calzado

4.1

Preparación y servicios de alimentos

Hombres

5

1.7

Limpieza de la vivienda

Mujeres

9.6 13.7

4

Cuidado a miembros del hogar

20.1

10.1

Fuente: INEGI. Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2014. Tabulados básicos.

Participación de las labores domésticas y de cuidados no remuneradas y de algunos sectores económicos respecto del PIB

24.2

16.7

Labores domésticas y de cuidados

15.5

Actividades manufactureras Comercio

4.1

Servicios educativos

PORCENTAJE Fuente: INEGI, Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares de México (CSTNRHM), 2014.

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de la Declaración Universal de los Derechos HumanosIII, la recreación es una dimensión de la vida con significados múltiples. Las prácticas sociales dan un significado particular al tipo de esparcimiento al que acceden las personas de acuerdo con su sexo y con su condición social. Recordemos que en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing en 1995, en su plataforma de acción se instó a los Estados parte a desarrollar un conocimiento integral de todas las formas de trabajo y empleo a través del mejoramiento de la recolección de datos y de los métodos de medición; a mejorar la recopilación de datos acerca de la contribución de las mujeres y los hombres a la economía, incluyendo su participación en el sector informal; y a desarrollar una clasificación internacional de actividades para incluirla en las estadísticas sobre el uso del tiempo; así como generar estudios periódicos sobre uso del tiempo y trabajo remunerado y no remunerado. En las conclusiones del 53° periodo de sesiones de la Comisión Jurídica y Social de la Mujer en 2009 se instó a los Estados parte a reconocer el valor del trabajo no remunerado que se realiza dentro de los hogares y en la sociedad en general, y a adoptar las medidas necesarias para que se le incluya en las políticas, estrategias, planes, presupuestos y sectores. México está cumpliendo con el compromiso internacional de recopilar de manera regular esta in-

formación y se le incluye en la contabilidad nacional con la elaboración de la Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares en México (CSTNRHM). Los cálculos de esta cuenta muestran que el trabajo no remunerado que realizaron los hogares en 2009 representó 22.6% del Producto Interno Bruto (PIB), proporción superior a la que entonces representó la industria manufacturera y el sector comercio, con 16 y 24% respectivamente. Además, las mujeres realizan el 76.6% del conjunto del valor de este trabajo. Asimismo, la cuenta indica que los avances han sido notables, pues actualmente se tiene un mayor conocimiento sobre el valor del trabajo no remunerado y su contribución a la economía global; sobre la pobreza de tiempo de las mujeres; sobre lo que significa para ellas la carga del trabajo no remunerado; sobre las desigualdades en la vida laboral y doméstica entre mujeres y hombres; sobre la discriminación laboral y salarial; y sobre los trabajos que necesitan y demandan las mujeres. Sin embargo, reconoció que aún no se han llevado a la práctica acciones de política efectivas que permitan la conciliación de la vida laboral y familiar con corresponsabilidad social. La cultura laboral considera el trabajo como el mayor bien individual y social de las personas, como un medio de desarrollo humano integral, por lo que se hace necesario cambiar el paradigma y conciliar la vida laboral con la vida familiar de mujeres y hombres.

REFERENCIAS: I. ENUT,2014 http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/Proyectos/encuestas/hogares/especiales/enut/Default.aspx II. INEGI, Encuesta Nacional de Empleo2014. México. III. INEGI, Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2014. Tabulados básicos. IV. INEGI, Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares de México (CSTNRHM), 2014 http://www.inegi.org. mx/est/contenidos/proyectos/cn/tnrh/

NOTAS: I. De acuerdo con la ENUT 2014 se refiere “al total de horas a la semana dedicadas a preparación y servicio de alimentos para el hogar, limpieza de la vivienda, limpieza y cuidado de ropa y calzado del hogar, mantenimiento, instalación y reparaciones menores de la vivienda y otros bienes del hogar, compras para el hogar, pagos y trámites para el hogar, gestión y administración del hogar, cuidados de personas dependientes por discapacidad, enfermedad crónica o temporal, integrantes del hogar de 0 a 5 años, no dependientes, integrantes del hogar de 0 a 14 años, no dependientes, integrantes del hogar de 15 a 59 años, no dependientes e integrantes del hogar de 60 años y más, no dependientes”. II. INEGI, Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares de México (CSTNRHM), 2014 III. “Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del

El trabajo del hogar es considerado una actividad sin valor económico y social, y casi una obligación de las mujeres MÉXICO SOCIAL Marzo 2016

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TRABAJO DOMÉSTICO NO REMUNERADO

Hogar, (no tan)

dulce hogar

E

n este siglo la agenda sobre el trabajo doméstico se ha fortalecido. Actualmente es una prioridad en la agenda de la Organización Internacional del Trabajo, con un intenso cabildeo por sumar voluntades alrededor del Convenio 189 (2011), en vigor desde septiembre del 2013. Este constituye la primera norma internacional vinculante, para la protección de los casi 53 millones de personas, en su mayoría mujeres, que a nivel mundial se dedican a labores al interior de los hogares. Ratificada hasta ahora, por 22 países, la mitad de ellos de América Latina y el Caribe, aún espera la decisión de gobierno mexicano para avanzar en los derechos laborales de 2,116,403 mujeres y 198,937 hombres se dedican al trabajo doméstico remunerado (ENOE 2014). En estas cifras no se incluyen las personas menores de 18 años que se dedican al trabajo doméstico, definido como la situación en la que niñas, niños y adolescentes

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realizan tareas en el hogar de un tercero (con o sin remuneración). Se reconoce que a nivel mundial no se generan datos confiables sobre el trabajo doméstico infantil y con esa limitación se estima que alrededor de 18 millones de infantes lo realizan. A esa actividad se dedican el 4% de los varones de entre 5 y17 años que trabajan y el 10% de las mujeres en ese rango de edad (Estimaciones Mundiales Trabajo Doméstico Infantil. IPEC/OIT 2012). En México, si tomamos ese parámetro, y con los datos del Módulo de Trabajo Infantil de la ENOE (2013), estaríamos estimando a 80 mil niñas y 30 mil niños dedicados al trabajo doméstico. No todos ellos se encontrarían en situación de trabajo infantil ya que para considerarlos se requiere, según parámetros de la OIT, que sean: 1) niños(as) de 5 a 11 años que realizan trabajo doméstico; 2) niños(as) de 12 a 14 años que realizan trabajo doméstico más de 14 horas por semana; y 3) adolescentes de 15 a 17 años que realizan trabajo doméstico

peligroso, incluyendo jornadas de 43 horas y más horas a la semana. Las limitaciones metodológicas del Módulo de Trabajo Infantil de la ENOE no nos permiten contar con un escenario preciso sobre el número de niñas y niños que realizan trabajo infantil en trabajo doméstico (con o sin remuneración). Adicionalmente, tampoco tenemos precisión sobre los que están involucrados en trabajo forzoso y trata con fines de explotación laboral en este ámbito, derivados de la práctica tradicional de dejar el cuidado de los hijos a adultos de “confianza” o “parientes lejanos”; y de arreglos de pago en especie: de rutas de captación, como es el caso

Participación en quehaceres domésticos Rubro edad Hombres

Mujeres

5 a 9 años

47.47 %

50.54%

10 a 13 años

72.16%

82.78%

14 a 17 años

74.50%

92.61%

Elaboración Propia MI/ENOE 2013


Los quehaceres domésticos no remunerados están presentes en la vida de la mayoría de niñas, niños y adolescentes, y es necesario visibilizarlos e iniciar la generación de datos que permitan diferenciar entre lo que puede considerarse como trabajo formativo o labores familiares, y lo que, a pesar de generarse en el hogar y no en el mercado de trabajo tradicional, configura una explotación o una violación a su derechos por NASHIELI RAMÍREZ

de las guatemaltecas a la zona del Soconusco en Chiapas o de los Altos de Chiapas, al occidente de país, como se evidenció con el rescate de una adolescente tzotzil en la zona metropolitana de Guadalajara en febrero de 2015. Por otra parte, los quehaceres domésticos no remunerados no están incluidos en la categoría económica. La dimensión productiva del trabajo en el hogar no remunerado está presente en la agenda de equidad de las mujeres; en México se estima que el cuidado y las labores del hogar representan el 20.5% del PIB (INEGI); y el reconocimiento de la denominada economía del cuidado; sin embargo, las tareas que realizan en sus hogares niñas, niños y adolescentes no están contempladas en esa agenda, no obstante que, de los 14.9 millones de mexicanos de entre 5 y 17 años, el 54.2% combina el estudio con quehaceres domésticos; el 5% trabaja, estudia y hace quehaceres domésticos; el 2.5% trabaja y hace quehaceres; y el 1.9% se dedica exclusivamente a las labores en el hogar. En el caso de las 14.3 millones mujeres en ese mismo rubro de edad, el porcentaje de quienes combinan estudio

y quehaceres se incrementa a 63.6%; exclusivamente realizan quehaceres el 4.8%; tienen triple jornada el 3.5%; y trabajan y hacen quehaceres domésticos el 1.7 % (Módulo Trabajo Infantil, ENOE 2013). Esto se traduce en que sólo tres de cada diez niñas y cuatro de cada diez niños no realizan quehaceres domésticos no remunerados en México. Pese a que existe muy poca información con carácter nacional que nos permita conocer cuál es la dinámica de esta situación, la ENOE nos permite evidenciar que de los 9.5 millones de niños y 10.6 millones de niñas que realizan quehaceres domésticos, el 94% de los varones y el 84% de las niñas lo hacen por menos de 15 horas a la semana; que la participación se reporta desde la primera infancia y que la brecha de género se incrementa con la edad; y que no existen diferencias significativas entre las zonas más urbanizadas y las menos urbanizadas en la proporción y el número de horas. Sin embargo, dicha fuente lamentablemente no nos proporciona mayor información sobre qué significa en los niños y las niñas realizar que-

haceres domésticos. Encontramos algunos elementos en el Informe Nacional sobre Violencia de Género en Educación Básica (SEP/UNICEF 2009), que señala que siete de cada diez de las y los estudiantes de 4º y 5º de primaria y de secundaria refieren que realizan labores dentro de su hogar. La actividad que realizan tanto hombres como mujeres es el cuidado de hermanitos(as), y del total de quienes realizan esta labor el 56.5% son niñas. Sin embargo, en el lavado de trastes, el 75% son mujeres; 78.9% de los que sirven alimento son niñas; 88.2% las que hacen comida; 85.8% las que lavan y planchan; y 78% las que trapean. En contraste, hay más participación masculina en actividades como hacer mandados y sacar la basura. Hay que considerar también el imSOBRE LA AUTORA: Fundadora y coordinadora general de Ririki Intervención Social. Cuenta con una especialidad en Investigación Educativa de la UNAM. Es Consejera de la CDHDF; de la Ley de Fomento para las Organizaciones de la Sociedad Civil; de Radio Ciudadana del IMER; y del Observatorio de Políticas Públicas y Derechos Humanos.

MÉXICO SOCIAL Marzo 2016

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TRABAJO DOMÉSTICO NO REMUNERADO

Porcentaje participación en quehaceres domésticos ACTIVIDAD

PERIODICIDAD

Mujer 13 a 15 años

Hombre 13 a 15 años

Niña 9 a 12 años

Niño 9 a 12 años

Cuidar hermanos(as)

Diario Semanalmente Nunca

45.8 12.4 34.3

43.6 17.6 32.8

52.4 12.4 28.4

46.2 15.7 31.9

Lavar y planchar

Diario Semanalmente Nunca

28.3 47.1 22.3

16.6 30.1 49.7

24.3 39.7 31.4

14.9 21.2 58

Preparar comida

Diario Semanalmente Nunca

38.7 33.3 25.3

16.5 22 56.7

33.7 29.8 32.4

14.9 17.7 61

Barrer y trapear

Diario Semanalmente Nunca

54.2 37.8 6.2

31.7 43.1 22.9

50 38.3 8.9

30.1 41.5 24.9

Elaboración Propia. Informe Nacional sobre Violencia de Género en Educación Básica (SEP/UNICEF 2009)

pacto que tiene la asignación de tareas domésticas en la naturalización de los roles tradicionales de género, en donde el mensaje es que las niñas están aprendiendo para cuando sean esposas y madres. En el referido estudio de violencia de género, menos del 1% de las y los estudiantes refieren que lavar la ropa, barrer, trapear y hacer comida sean actividades que sus papás realicen. En ese sentido, cabe cuestionarse qué papel juega esta dinámica en las decisiones de matrimonio precoz y embarazo adolescente, así como el hecho de que sean las mujeres las que abandonen los estudios derivado de su participación en quehaceres domésticos no remunerados, en especial a nivel secundaria y media su-

perior. Es así como se entiende que mientras que en la población total de 5 a 17 años de edad, el porcentaje de inasistencia escolar es de 7.31 para hombres y 7.14 para las mujeres, en el caso de los niños que hacen quehaceres domésticos la proporción es de 6.95 y en el caso de niñas se incremente al 8.87. Es importante reiterar que es necesario contar con más datos sobre este fenómeno para determinar cuáles son las formas de trabajo doméstico que tienen efectos negativos en el crecimiento y desarrollo de niñas y niños, ya que, lamentablemente, la información disponible no permite conocer con claridad qué significa trabajar en el hogar, dificultando la distinción entre trabajo infantil y tareas de

El Informe Nacional sobre Violencia de Género en Educación Básica señala que 7 de cada 10 estudiantes de 4º y 5º de primaria y de secundaria realizan labores dentro de su hogar; entre los resultados se puede observar que:

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socialización y colaboración propias de niños y niñas en el ámbito familiar y cotidiano. Finalmente, es indispensable recalcar que la sobrecarga de los quehaceres domésticos no remunerados está directamente relacionada con la generación de políticas públicas que deberían dar respuesta al cumplimiento del derecho de los padres y las madres de contar con empleos que les permitan conciliar sus responsabilidades económicas y familiares, ya que esto, sin duda, es determinante en la redistribución de las tareas en los hogares para hacer de éstos espacios de protección y sano desarrollo de derechos de niñas, niños y adolescentes.

56.5% de quienes cuidan hermanos(as) son niñas 75% de quienes lavan los trastes son niñas 78.9% de quienes sirven alimento son niñas 88.2% de quienes hacen comida son niñas 85.8% de quienes lavan y planchan son niñas 78% de quienes trapean son niñas


Hay evidencias de que la ocupación en labores domésticas constituye un elemento poderoso de educación al interior de los hogares: la distribución de responsabilidades, los valores vinculados a la corresponsabilidad y solidaridad, y el establecimiento de reglas de convivencia, entre otros; y de que la participación en quehaceres domésticos es un factor que actúa favorablemente en el rendimiento escolar y en acotar factores de riesgo hacia las violencias sociales; sin embargo, para que eso suceda, el involucramiento de los niños y las niñas tendría que cumplir con los siguientes supuestos: • Las actividades tienen que ser acordes a la edad, por ejemplo, una niña de siete años puede responsabilizarse del cuidado de sus juguetes: su resguardo y su aseo, pero no de cuidar a sus hermanos pequeños • Los quehaceres no deben representar peligro para su integridad física, como pueden ser las que involucran fuego o cargas excesivas • La responsabilidad del manejo del hogar es de los adultos, las personas menores de edad son colaboradores y finalmente los quehaceres domésticos no deben interferir en el ejercicio de los derechos de niñas, niños y adolescentes, como juego, descanso, educación y salud, entre otros Foto: cortesía de EXCÉLSIOR

Foto: cortesía dede EXCÉLSIOR Foto: cortesía EXCÉLSIOR

Sin embargo, no tenemos la información para determinar cuántos de los 20 millones de niñas y niños que realizan quehaceres domésticos no remunerados en el país los realizan en esas condiciones. Un acercamiento parcial lo constituyen las horas que les dedican: si consideramos los parámetros de la OIT, todos aquellos que destinan 15 horas o más a la semana no podrían considerar su quehacer doméstico como formativo. En este caso estamos hablando de 2,21 millones de niñas, niños y adolescentes de entre 5 y 17 años de edad (MI/ENOE 2013)

En la población de 5 a 17 años de edad, el porcentaje de inasistencia escolar es de 7.31 para hombres y 7.14 para las mujeres, pero en el caso de quienes realizan quehaceres domésticos la proporción cambia a 6.95 y 8.87, respectivamente MÉXICO SOCIAL Marzo 2016

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¿ ? Trabajo doméstico no remunerado

Por qué

no se legislan las labores domésticas por BLANCA SALCIDO

E

SOBRE LA AUTORA: Profesora Investigadora Asociada, Colegio de Posgraduados

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n México el trabajo doméstico ha sido legislado a partir de su creciente participación en la economía nacional, por lo que la Ley Federal del Trabajo I y el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo II están versados en normativizar las relaciones laborales con el afán de asegurar que los beneficios obtenidos mediante el trabajo consistan en la obtención de retribuciones económicas. En este marco, la legislación sobre el trabajo doméstico significa la actualización del contrato social por el cual se enajenan los derechos individuales a favor del bien común y el desarrollo colectivo, obligando a que

el trabajo contribuya a la reproducción de la sociedad III. Entonces, legalizar el trabajo doméstico implicó transformar las condiciones en que las mujeres se suscriben a dichos contratos reconociendo que su inserción laboral ha impulsado el planteamiento de una redistribución del poder y, por ende, la posible pérdida de privilegios de sus integrantes mayormente beneficiados(as). Así, con la actualización del contrato social se fortaleció la obligación por parte de las mujeres a supeditarse al contrato social. Este consiste en garantizar la reproducción de la sociedad a través de procesos de dominación IV que llevan a disponer la propiedad de todo lo


?

Las labores domésticas de las mujeres campesinas se han reformulado como utilidades que emanan del trabajo agrícola y que, por ello, se traducen como actividades compensatorias de las posibles pérdidas que resulten de la competitividad comercial

Foto: cortesía de EXCÉLSIOR

que se posee como condicionante, es decir, se trata de ser propietarios(as) de lo trabajado como requisito de pertenencia y de seguridad a favor de la sociedad. Pero no todo lo que se produce en la esfera doméstica se considera trabajo, éste solo atiende a figuras jurídicas contractuales, de manera que éstas se alineen a favor del desarrollo social por encima del personal o familiar. Estas referencias son el marco de las discusiones actuales en nuestro país para la legislación del trabajo doméstico, sobre todo en términos de la homologación entre los trabajos en la esfera privada-doméstica y la esfera pública, ya que hasta la fecha México no ha ratificado los con-

venios internacionales que procuran vigilar el ejercicio de derechos dentro de la esfera privada, específicamente en materia laboral V. Por otro lado, la regulación vigente del trabajo doméstico solo atiende a las actividades que generan retribuciones y, exclusivamente, aquellas que las destinan a la reproducción colectiva, en caso contrario se les han denominado labores domésticas y están excluidas de la legislación mexicana. Las labores domésticas, al no producir bienes de cambio ni priorizar la contribución material al desarrollo colectivo, se excluyen del interés público, ya que sólo contribuyen al beneficio de quien las ejecuta. Sin embargo, reciben un tratamiento político por me-

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Trabajo doméstico no remunerado

México no ha ratificado los convenios internacionales que procuran vigilar el ejercicio de derechos dentro de la esfera privada, específicamente en materia laboral Foto: cortesía de EXCÉLSIOR

Las mujeres han sido comprometidas a las labores de mera reproducción, a razón de la construcción social naturalizada de los hechos fisiológicos exclusivos de la maternidad que las lleva a realizar actividades de cuidado y de crianza que no les proporcionan bienes de cambio; por tanto, se les considera dependientes de aquellas que reciben remuneración, lo que hace que las mujeres ocupen posiciones de sumisión y que acepten jornadas interminables, multiplicidad de actividades, escasa cualificación, límite de autonomía, indefensión, soledad e invisibilidad como inherente a las labores domésticas que les corresponden a su géneroVII.

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dio de los contratos sexuales VI, a partir de los cuales se regulan los núcleos familiares-reproductivos. De esta manera, las legislaciones mexicanas actuales coadyuvan a justificar las condiciones desiguales en que las y los actores se inscriben en los contratos sociales y sexuales, específicamente, en cuanto al acceso a espacios y formas de participación social. Cabe señalar que la legislación mexicana se ha ocupado de articular de manera diferencial el trabajo y las labores domésticas en virtud de las y los actores que participen en ellas y la posición que tengan en los contratos sociales y sexuales. En este tenor, a las comunidades campesinas se les ha considerado como proveedoras de satisfactores de subsistencia, asumiéndolos como parte de la esfera doméstica, ya que no cuentan con relaciones formales de patrón(a)trabajador(a). Cabe señalar que las comunidades campesinas están organizadas en su interior bajo estos esquemas, por lo que incorporan el contrato social y sexual en la configuración de sus estrategias de reproducción. Así, la diferenciación entre el trabajo y la labor ha incidido en la diferenciación genérico-sexual de las actividades donde se consigna la remuneración o no. En este sentido, las labores domésticas han institucionalizado la posición subordinada de las mujeres al entenderlas como compensaciones de las contribuciones propor-


cionadas por el trabajo; en las comunidades campesinas las labores domésticas de las mujeres se formulan como subsidiarias de las desventajas que resultan al insertar las producciones agrícolas al mercado, ya que no solo contribuirán a la reproducción familiar y comunitaria, sino que se les exige participar en la reproducción de la sociedad mexicana. De esta manera, las labores domésticas de las mujeres campesinas se han reformulado como utilidades que emanan del trabajo agrícola y que, por ello, se traducen como actividades compensatorias de las posibles pérdidas que resulten de la competitividad comercial. Esto se recrudece con el capitalismo flexible actual que promueve la desregulación estatal como parte del desarrollo negando las particularidades del trabajo agrícola, específicamente, respecto a la esfera doméstica. Por ello que, evadir la legislación de las labores domésticas, se proyecte como una estrategia económica capitalista, ya que si las labores domésticas pudieran disponer de la plusvalía del trabajo realizado, esto se traduciría en el empoderamiento del campesinado al tratarse de trabajo doméstico, la equidad entre mujeres y hombres y, sobre todo, la reconfiguración de los sistemas de dominación a partir de los contratos sociales y sexuales VIII . Finalmente, las reformas legislativas, los ajustes estructurales y los instrumentos jurídicos que atienden la disminución de las brechas de desigualdad entre mujeres y hombres siguen reproduciendo a las mujeres en la esfera doméstica ya que éstos solo se tratan de formulaciones discursivas que acompañan dina-

mismos económicos siendo parte del neoliberalismo. Sin embargo, las experiencias de resistencia de las mujeres campesinas frente a asumirse como meras colaboradoras de utilidades económicas han abierto un debate sobre la manera en que dichos instrumentos jurídicos habilitan iniciativas de renovación, ya que al derivarse del sistema capitalista cobijan la subordinación social-genérica pero incentivan la seguridad reproductiva de las familias y comunidades campesinas al tratarlas como vulnerables; entre las que destacan, se encuentran: el comercio justo, la producción orgánica, el rescate del conocimiento tradicional, el reconocimiento del patrimonio cultural y el desarrollo sustentable, como estrategias posibles gracias a la flexibilización del capitalismo. Sin embargo, solo la legislación sobre las labores domésticas legitimaría redefinir la inclusión de las comunidades campesinas a las proyecciones de desarrollo en virtud de sus particularidades, la participación social equitativa y los poderes que mantienen en condiciones de doble desventaja a las mujeres campesinas: como mujeres y como campesinas IX.

NOTAS: I. Artículo 331. Trabajadores domésticos son los que prestan los servicios de aseo, asistencia y demás propios o inherentes al hogar de una persona o familia. Cámara de diputados del H. Congreso de la Unión. Ley Federal Del Trabajo. 1970. Capitulo III. Trabajadores domésticos. Pp. 61-62. II. Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo: la expresión trabajo doméstico designa el trabajo realizado en un hogar u hogares o para los mismos; la expresión trabajador doméstico designa a toda persona, de género femenino o género masculino, que realiza un trabajo doméstico en el marco de una relación de trabajo. Convenio sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos (Entrada en vigor: 05 septiembre 2013) Adopción: Ginebra, 100ª reunión CIT (16 junio 2011). Estatus: Instrumento actualizado (Convenios Técnicos). Organización internacional del Trabajo. Convenios técnicos. Convenio 189. Convenio sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos. Consultado en línea el 12 de febrero de 2016. En: http://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:1210 0:0::NO::P12100_INSTRUMENT_ID:2551460. III. ROUSSEAU, Jean-Jacques. El contrato social, o sea principios del derecho político. Biblioteca virtual universal. Consultado en línea el 15 de febrero de 2016. En: http:// www.biblioteca.org.ar/libros/70390.pdf IV. MARX, Karl. (Edición 1: 1946, Edición 2: 1959, Reimpresión 25: 1995). El capital: Crítica de la Economía Política. Tomo 1. México: Fondo de Cultura Económica. V. México no ha ratificado el Convenio 189 sobre las y los trabajadoras/es domésticos vigente desde 2011, el Convenio 183 sobre la protección de la maternidad vigente desde 2000, el Convenio 98 sobre el derecho de sindicación y negociación colectiva vigente desde 1949, el Convenio 156 sobre trabajadores con responsabilidades familiares vigente desde 1981. Organización Internacional del trabajo. Normas de trabajo. Convenios. Consultado en línea el 12 de febrero de 2016. En: http://www.ilo.org/dyn/ normlex/es/f?p=1000:11210:0::NO:11210:P11210_COUNTRY_ID:102764 Que estos convenios no hayan sido ratificados ha sido porque estos temas pertenecen a la reciente reforma laboral en México: regulación del outsourcing, la definición de jornadas en la esfera doméstica, los periodos de contratación a prueba, replanteo salarial a pago por horas, la conciliación laboral y el sindicalismo. Cámara de Diputados. LXII Legislatura. 2013. Reforma laboral. Consultada en línea 13 de febrero de 2016. En: file:///C:/Users/PERA/Downloads/Reforma-laboral-docto148.pdf VI. PATEMAN, Carol. 1988. El contrato sexual. Anthropos. Pp. 9-29 y 31-57. México:

Las labores domésticas, al no producir bienes de cambio ni priorizar la contribución material al desarrollo colectivo, se excluyen del interés público

Universidad Nacional Autónoma de México. VII. VEGA, Aimée. 2007. Feminización y precariedad del trabajo. Por la visibilidad de las amas de casa: rompiendo la invisibilidad del trabajo doméstico. Política y cultura. No. 28. México: Scielo. VIII. BAKKER, Isabella. Dotar de género a la reforma de la política macroeconómica en la era de la reestructuración y el ajuste global. En CARRASCO, Cristina. Ed. 2003. Mujeres y Economía. Nuevas perspectiva para viejos y nuevos problemas. Barcelona: Icaria editorial S.A. IX. COBO, Rosa. 2005. Globalización y nuevas servidumbres de las mujeres. En Amorós, Celia y DE MIGUEL, Ana. (Coord.). Teoría Feminista. De la Ilustración a la Globalización. España: Minerva Ediciones

CONSULTA LA BIBLIOGRAFÍA DE ESTE ARTÍCULO EN NUESTRA PÁGINA:

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JORGE CARPIZO IN MEMORIAM

El estado de los derechos de la

JUSTICIA SOCIAL Primera de dos partes

El 30 de marzo se conmemora el cuarto aniversario luctuoso del Doctor Jorge Carpizo McGregor, y en honor a su memoria, publicamos uno de los invaluables ensayos que hiciera llegar a nuestra redacción en noviembre de 2011

I. La justicia social en las Constituciones

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Este ensayo lo pude intitular de diversas maneras; entre otras: derechos sociales, derechos de la segunda generación, derechos de la Democracia social, Estado benefactor, Estado de bienestar, Estado de asociaciones, Estado providencia, Estado social-demócrataI, Estado de servicios sociales, Estado social, o Estado democrático y social de derecho. Dichas denominaciones no son sinónimas. Entre ellas existen matices y diferencias, lo que las relaciona es la característica

“social” del Estado. No obstante, opté por el título de “El Estado de los derechos de la justicia social”, en virtud de que cuando esos derechos se plasmaron en la Constitución mexicana no se pensaba prioritariamente en una estructura política determinada que se modificaba para dar cabida a reivindicaciones sociales, sino a la imperiosa necesidad de mejorar el nivel de existencia de los contingentes que habían hecho posible el triunfo armado, de aquellos que lucharon

JORGE CARPIZO (1944-2012) Fue Rector e Investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México; estuvo adscrito al Instituto de Investigaciones Jurídicas, donde se desempeñó como Director. Fue Presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional; Investigador nacional Nivel III del Sistema Nacional de Investigadores; Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (1990-1993) y Secretario de Gobernación. MÉXICO SOCIAL Marzo 2016

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en el movimiento social mexicano, en forma primordial los campesinos y los trabajadores, quienes vivían en la miseria o en la pobreza; es decir, la idea que guió al reconocimiento de esos derechos fue la de la justicia social. Desde luego que los constituyentes más lúcidos se percataron de que esa declaración modificaba la naturaleza del Estado para que esos derechos se pudieran realizar. A casi un siglo de distancia de la promulgación de la Constitución mexicana de 1917 las ideas han evolucionado y se han precisado tanto en el ámbito nacional como en el internacional. Sin embargo, la noción de justicia social sigue vigente, con un contenido fuerte que no se presta a interpretaciones sino que exige su realización, aunque en México ésta continúa siendo, en buena parte, un ideal, una lege ferenda. En la actualidad la expresión “los derechos de la justicia social” es equivalente a la de Estado social y democrático de derecho, como se desprenderá del desarrollo del presente ensayo. Esta última es más técnica, más acorde con la terminología jurídica, pero justicia social se corresponde más con las raíces constitucionales de nuestra actual ley fundamental, con lo que expresaron los constituyentes mexicanos de 1916-1917, con los idearios de los diversos planes, proclamas y decretos expedidos durante el movimiento social mexicano.

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El término de justicia social pervive en el constitucionalismo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Diversas Constituciones, en sus preámbulos, indican que es una de las finalidades que se persiguen al construir ese orden jurídico. En tal sentido, por ejemplo, se pueden mencionar las Constituciones de La India de 1949, de Colombia de 1991, de Sudáfrica

de 1996 y de Venezuela de 1999. Varias Constituciones en su articulado resaltan la noción de justicia social. Por ejemplo, los artículos 170 y 193 de la Constitución de Brasil de 1988 señalan: “El orden económico, fundado en la valoración del trabajo humano y en la libre iniciativa, tiene por fin asegurar a todos una existencia digna, de acuerdo con los dictados de la justicia social”, y “El orden social tiene como base primero el trabajo, y como objetivo el bienestar y la justicia social”. El artículo 299 de la Constitución de Venezuela de 1999 expresa: “El régimen socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de justicia social, democratización, eficiencia”. El artículo 9º de la Constitución de Bolivia de 2009 indica los fines y funciones esenciales del Estado, y en su inciso 1 precisa: “Constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades plurinacionales”II. La noción de justicia social no se encuentra en desuso. Es de carácter jurídico, y empleada en las Constituciones con perfiles precisos, es la esencia de lo que actualmente suele denominarse Estado social y democrático de derecho, y cuyas características examino más adelante. La fuerza especial del concepto de justicia social se encuentra en que además de su significado jurídico y constitucional, se impregna de carácter sociológico y, en especial, de un sentido de equidad.

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Las características de los derechos de la justicia social o derechos sociales son las mismas que aquellas de los derechos civiles y políticos.

La base y esencia de ambos es la dignidad humanaIII, que, en palabras del Tribunal Constitucional Peruano, irradia en igual magnitud a toda la gama de los derechos humanos, cuya protección únicamente se puede conseguir a través de la defensa de ellos, en forma conjunta y coordinadaIV. Es la misma idea que se encuentra en el punto 1.5 de la Declaración y Programa de acción de Viena de 1993, proclamada por la Conferencia Mundial de Derechos Humanos: “Todos los derechos son universales, indivisibles e interdependientes y están relacionados entre sí. La comunidad internacional debe tratar los derechos humanos en forma global y de manera justa y equitativa, en pie de igualdad y dándoles a todos el mismo peso”. Los derechos de la justicia social hacen énfasis en la concepción personalista de la dignidad humana, cuyo fin último es la persona misma, la que existe y convive en una comunidad. Al referirme a derechos de la justicia social o derechos sociales por brevedad, se hace énfasis que ellos persiguen que la libertad y la igualdad de las personas sean una realidad plena, lo cual difícilmente se conseguirá para la gran mayoría de las personas, las más débiles socialmente, a menos que el Estado intervenga garantizando un mínimo digno de nivel de vida o de bienestar a la población, para lo cual aquél necesita superar los impedimentos económicos, sociales y culturales que lo estorban u obstaculizan. En una palabra, los derechos sociales, y así se reconocieron en una primera etapa, persiguen en forma primordial la protección de los sectores más vulnerables desde los aspectos social, cultural y económico, y aunque esta concepción ha evolucionado, como examino

La noción de justicia social no se encuentra en desuso; es de carácter jurídico, y empleada en las Constituciones con perfiles precisos, es la esencia de lo que actualmente suele denominarse Estado social y democrático de derecho

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La persona que no es libre ni goza de igualdad jurídica difícilmente tiene una alimentación, vivienda y protección a la salud suficientes, ni acceso a la educación

Foto: Miguel Ángel Cortés

en este mismo artículoV, no ha perdido ni disminuido esa perspectiva, sino la ha ampliado de manera fenomenal.

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A los derechos sociales se les reconoció jurídica y constitucionalmente con posterioridad a los civiles y políticos; fue después de un siglo de la expedición de las primeras declaraciones de los derechos del hombre y del ciudadano. La persona que no es libre ni goza de igualdad jurídica difícilmente tiene una alimentación, vivienda y protección a la salud suficientes, ni acceso a la educación. Las libertades de expresión o de sufragio no absuelven ni compensan la ignorancia, la insalubridad ni la miseriaVI. La carencia de libertad y de igualdad de oportunidades condena a la persona a la esclavitud, ya sea la tradicional o la moderna. Esta última representada por la trata de personas, la prostitución forzada, el trabajo forzado y la leva militar o la del crimen organizado. La esclavitud moderna es peor que la antigua. En esta última se cuidaba al “ser-objeto” para que fuera productivo.

En la moderna el ser es fácilmente sustituible. De nueva cuenta queda claro que todos los derechos humanos se imbrican para realmente proteger la dignidad de las personas. Las declaraciones de derechos sociales nacieron para asegurar los derechos de grupos sociales desprotegidos. Los derechos sociales no se interesan por las individualidades, conocen de patrones, trabajadores, obreros y empleados, y en general de toda persona o grupo que por sus condiciones materiales o reales se encuentran en situación de vulnerabilidadVII. No fueron concesiones gratuitas, fortuitas o benevolentes; al contrario, respondieron a necesidades concretas de acuerdo con cada país, las que sirvieron de ejemplo para otros. Este aspecto habrá de quedar claro en el siguiente inciso. Lo que me interesa en éste es señalar que se afirma que las declaraciones de derechos sociales se anticiparon al nacimiento del Estado social. Respondo, sí y no. Sí, en cuanto ellas nacieron y el Estado social aún no estaba estructurado, mucho menos como lo concebimos en la actualidad. El Es-

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tado social ha tenido una evolución que va del Estado social al Estado social de derecho, para convertirse en el Estado democrático y social de derecho. También las declaraciones de derechos sociales han evolucionado, de derechos de grupos, los más desprotegidos, a una cobertura casi universal y una expansión grande en cuanto al número de derechos que comprende, tanto en los documentos internacionales como en los nacionales. No, en cuanto esos derechos para hacerse realidad necesitaban y necesitan un Estado interventor en la economía, un Estado con recursos para poder hacerse cargo de esas prestaciones sociales. Desde este punto de vista, a partir de las primeras declaraciones de derechos sociales, se presupuso, en forma consciente o no, una transformación del Estado, desde luego que entonces era incipiente, pero necesaria, si no las declaraciones hubieran sido únicamente manifestaciones de buena voluntad, sin eficacia alguna.

Es decir, desde el principio las declaraciones de derechos sociales van de la mano del Estado social, ambos se imbrican, uno no puede existir sin el otro. La mejor prueba de esta afirmación se encuentra en la original Constitución mexicana de 1917. Claro está que ambos han evolucionado. El mundo y los países se han transformado profundamente en el último siglo, que en acontecimientos importantes equivale a varios, y en este punto específico se dio una transformación de fondo, ya sea que se exprese que el Estado político evolucionó a uno político-social o que el constitucionalismo político se convirtió en político-social, aunque nunca existen realidades puras. Como ya expresé, y a ello volveré, debe quedar claro que cuando se habla de Estado social, éste presupone como su fundamento la dignidad humana. En consecuencia, no puede existir Estado social si no es democrático, defensor de los derechos humanos y del Estado de derecho.

Las declaraciones de derechos sociales nacieron para asegurar los derechos de grupos sociales desprotegidos. Los derechos sociales no se interesan por las individualidades; conocen de patrones, trabajadores, obreros y empleados, y en general de toda persona o grupo que por sus condiciones materiales o reales se encuentran en situación de vulnerabilidad

Foto: Cortesía de Excélsior

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II. Los antecedentes del Estado social

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Se pueden encontrar antecedentes a la idea del Estado social, algunos tan remotos como en la época romana, tanto en la monarquía, la república como en el imperio. Muy conocida es la frase de pan y circo, así como el reparto de dinero a la plebe por parte de gobernantes y políticos como una forma de control político y social, concepción muy diversa a la de la dignidad humana. Reparto de bienes con la finalidad de hacer efectivos esos controles se han manifestado intermitentemente en la historia.

a) Sin embargo, en Roma sí se pueden encontrar algunos antecedentes. Quien busca, encuentra. Cito algunos: acontecieron varias secessio plebis, como las de 494, 449 y 287, todas a.C., que fueron una especie de huelga al abandonar los plebeyos esa ciudad y paralizarla. Los diferendos entre los plebeyos y los patricios se superaron a través de negociaciones y pactos. Tiberio Graco, tribuno de la plebe en 134 a.C., expidió leyes para resolver el problema agrario, como el reparto de tierras para los ciudadanos más pobres, esfuerzo que continuó su hermano Cayo. Ambos fueron asesinados. En diversas ocasiones se regularon algunos precios máximos y mínimos, como en un decreto del emperador Marco Aurelio. En la Roma imperial, bienes de interés primordial para la economía pública constituían monopolios del Estado, tales como las salinas, la explotación de los minerales, especialmente el oro, aunque se podían concesionar. El Estado era propietario de grandes terrenos de explotación agropecuaria, y se preocupaba de que el cereal no fuera a faltar aunque lo tuviera que importar. b) Los documentos constitucionales provenientes de la Revolución francesa no desconocieron algunos aspectos sociales. Durante la Convención, Robespierre presentó su proyecto de Declaración de Derechos, cuyo punto once señalaba: “La sociedad está obligada a subvenir a la asistencia de todos, procurando trabajo, o medios de subsistencia cuando no puedan trabajar”. La confrontación entre los jacobinos y los mon-

tañeses exigió una negociación, de la cual resultó el art. 21VIII de la Declaración de la Constitución francesa de 1793: “La asistencia pública es un deber sagrado. La sociedad debe dar asistencia a los ciudadanos infortunados, ya sea al procurarles un trabajo o al asegurarles los medios de existencia a quienes son incapaces de trabajar” El artículo siguiente, el 22, estableció la educación como un derecho social. Su redacción es válida en buena parte aun en nuestros días: “La educación es una necesidad para todos. La sociedad debe favorecer con todo su poder el progreso de la razón pública, y poner la educación al alcance de todos los ciudadanos”. Sólo le faltó que la educación pública debe ser gratuita. Esa Constitución, aunque no entró en vigor, muestra que en la cima del individualismo existían fuertes sentimientos sociales, tal y como también aconteció en México.

c) Movimientos e inquietudes obreros, que perseguían reivindicaciones laborales, acontecieron en varios países europeos -Francia, Bélgica, Alemania y España- durante las primeras décadas del siglo XIX. Destaco que por la presión de los obreros ingleses, el parlamento reconoció tanto la libertad legal de asociación y, en consecuencia, la de sindicación en 1824, como el cartismoIX, movimiento político-social inglés de finales de la década de los años treinta, cuya ala moderada demandaba prestaciones económicas y laborales, y la de izquierda incluso la huelga general. Es probable que a este movimiento se deban normas de contenido social como la “Ley de las diez horas”. Dicho movimiento envió una primera carta al parlamento con seis peticiones políticas, las que fueron rechazadas. En 1842 remitió una segunda carta con reflexiones sociales sobre la excesiva jornada de trabajo, el deterioro de la salud de los trabajadores, los misérrimos salarios y contra todos los monopolios y privilegios. Con la finalidad de presionar al parlamento se convocó a una huelga general, la cual fracasó por la división entre las dos mencionadas alas. En 1848, al intentar organizar un mitin enorme,

No puede existir Estado social si no es democrático, defensor de los derechos humanos y del Estado de derecho

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En Alemania, el canciller Bismark estableció en 1869 una legislación laboral que incluyó protecciones a la salud y a la vida de los trabajadores, reglas para las labores de mujeres y niños y la licitud de la huelga, aunque el patrón podía despedir al trabajador huelguista; fue una legislación intervencionista del Estado para proteger tanto a la industria de ese país como a los trabajadores la fuerza pública reprimió al movimiento obrero inglésX.

d) Los levantamientos revolucionarios de 1848 en varios países europeos, además de los fines políticos persiguieron los sociales, tales como el derecho al trabajo, la libre sindicación y la asistencia a los infortunados en la concepción francesa de 1793. En Francia, el ministro del trabajo Louis Blanc organizó los Talleres Nacionales para ocupar a los desempleados y estableció el derecho al trabajo como un derecho fundamental. Esos Talleres fueron centros de producción de carácter cooperativo asociados con capital privado. En las publicaciones de Blanc apareció la fórmula “Estado de derecho democrático y social”, lo cual respondió a que en ese país el movimiento revolucionario de 1848 fue la respuesta a una grave crisis económica y a un desempleo masivoXI. En febrero y marzo de 1848 se expidieron importantes decretos sociales: un vestigio lejano de juntas de conciliación y arbitraje (les Conseils de Prud’ hommes), la supresión de los intermediarios, la contratación directa, agencias gratuitas de contratación, jornada de trabajo de diez horas en París y de once en el interior del país, libertad de asociación e indirectamente de huelga y el establecimiento del sufragio universalXII. Dicha expresión duró pocos meses. La Constitución francesa de 1848 dispuso en el art. 9º. que la enseñanza se impartiría bajo la vigilancia del Estado sin excepción alguna y estableció en el art. 11 la expropiación por causa de utilidad pública mediante justa y previa indemnización; en su artículo 13 señaló, en forma muy importante, que:

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“La Constitución garantiza a los ciudadanos la libertad de trabajo y de industria. La sociedad favorece y fomenta el desarrollo del trabajo por medio de la enseñanza primaria gratuita, la educación profesional, la igualdad de relaciones entre el patrono y el obrero, las instituciones de previsión y de crédito, las instituciones agrícolas, las asociaciones voluntarias y el establecimiento, por el Estado, los departamentos y las comunas, de obras públicas adecuadas para emplear a los desempleados; la sociedad proporciona la asistencia a los niños abandonados, a los enfermos y a los ancianos sin recursos y que no pueden ser socorridos por sus familias”

Luis Napoleón gobernó como presidente al margen de esa Constitución, y durante el segundo imperio que presidió se dictaron y establecieron leyes e instituciones sociales como el derecho de huelga y la organización de los asalariados, así como comedores de beneficencia para los pobres, planes de jubilaciones y seguros para los trabajadores y un fuerte impulso a la educación pública.

e) No es una casualidad que la gran obra

precursora del Estado social, “Historia de los movimientos sociales franceses desde 1789 hasta nuestros días” se publicara dos años después de las convulsiones de 1848, en 1850, por Lorenz von Stein, quien señaló que la fortaleza de un Estado radica en el nivel moral y material de sus habitantes, y tal fortaleza no se presenta en los Estados donde la mayoría de la población

vive en miseria económica y biológica. Entonces, la estabilidad del Estado se encuentra amenazada por la revolución social, en cuanto la clase oprimida toma conciencia de su situación al tener acceso a la educación. En consecuencia, la alternativa resulta entre la revolución social o la reforma social. Esta última posibilidad permitiría al Estado corregir los impactos disfuncionales de la sociedad industrial competitiva. Así -afirmó el distinguido pensador alemán-, el futuro del Estado se encuentra en la democracia social o en la monarquía social, que se caracterizarán por su finalidad de neutralizar las desigualdades sociales con el apoyo de la población, incluso el de las clases privilegiadas, debido a que entenderán que la reforma social es de su propio, supremo y bien entendido interés. La solución de la cuestión social -afirmó- se encuentra en posibilitar a los trabajadores la adquisición de capital, o sea, en facilitarles las condiciones y medios para el despliegue de su personalidad y para su liberación de la dependencia de los capitalistas. La reforma social no implica la supresión de la existencia y la prosperidad de la clase poseedora, sino en el abatimiento de la miseria de la no-poseedora, al permitir el despliegue de sus diversas capacidades en cuanto a fuerza, inteligencia y aplicaciónXIII. En estas líneas de pensamiento se encuentra Ferdinand LasalleXIV, quien junto con Eduard BernsteinXV son dos de los primeros teóricos -y de los más importantes- de la socialdemocracia clásica.

f) Las pésimas condiciones sociales de grandes sectores de la población, en especial de los obreros, cuya fuerza crecía a través de sus organizaciones, obligó a los


JORGE CARPIZO IN MEMORIAM Estados más poderosos de Europa -los más industrializados- a tomar medidas de carácter social en las últimas tres décadas del siglo XIX; no existió la intención de alterar la estructura social, sino la de remediar algunas de las peores condiciones de vida de las clases más desprotegidas. El objetivo último consistía en conseguir la paz política y social que asegurara la continuidad del proceso de industrialización. En Alemania, el canciller Bismark estableció en 1869 una legislación laboral que incluyó protecciones a la salud y a la vida de los trabajadores, reglas para las labores de mujeres y niños y la licitud de la huelga, aunque el patrón podía despedir al trabajador huelguista; fue una legislación intervencionista del Estado para proteger tanto a la industria de ese país como a los trabajadores. En 1883 se creó un sistema de seguros sociales ante el éxito de la izquierda y particularmente de la social-democraciaXVI. Bismarck sostuvo que era “necesario un poco de socialismo para evitar tener socialistas”. Agregó que el Estado debía reconocer su misión de promover positivamente el bienestar de todos los miembros de la sociedad y particularmente de los más débiles y necesitados, utilizando los medios de los que disponía la colectividad. A partir de su célebre discurso en el Reichstag, del 17 de noviembre de 1881, entre 1883 y 1889 se adoptaron leyes sobre los seguros contra enfermedades, accidentes de trabajo, invalidez y vejez. En Inglaterra, de 1870 a 1914, se consolidó una evolución de la política social con la denominada birth pangs of Welfarism y la intensa discusión de hasta dónde dicha política debía abarcar y cómo se iba a financiar. En 1862 se firmó el primer contrato colectivo de

trabajo en el sector de la lana, y en la década de los años setenta, tres leyes impulsaron la creación de sindicatosXVII. En Francia, en 1884, se abrogó la Ley Chapelier de 1791, que prohibía la libre asociación en cualquier forma. El ministro Waldeck Rousseau fue el responsable de la Ley que llevó su nombre y que legalizó la existencia de los sindicatos. El ministro también impulsó la jornada máxima de trabajo, la regulación del trabajo de las mujeres y los menores, y en forma sobresaliente el contrato colectivo de trabajo. La industrialización de esos países planteó el problema social en toda su crudeza, y cuando menos a partir de la segunda mitad del siglo XIX los gobiernos se preocuparon por expedir algunas medidas sociales que les permitieran conservar la estabilidad política y social. Las declaraciones de derechos sociales y su mancuerna el Estado social no nacieron de la noche a la mañana, fueron fruto de reivindicaciones y luchas políticas y sociales para ir logrando mejoras sociales. Los instrumentos más importantes en dicha lucha fueron: la pelea por el sufragio universal para influir en las elecciones, y los derechos a formar sindicatos y de huelga. El pensamiento de von Stein se validó en la realidad. El Estado y las clases privilegiadas tenían dos caminos a escoger: la revolución o la reforma sociales. En el marco y el contexto de las inquietudes de quienes vivían en la miseria, y de los movimientos político-sociales a partir de 1848, era imposible sostener simultáneamente el esquema de industrialización, la explotación despiadada de amplios sectores de la población y la paz política y social.

Entonces, en la segunda mitad del siglo XIX sí existieron medidas de política social, generalmente dispersas, las mínimas y necesarias para calmar el malestar social, sin que se persiguiera un cambio de ruta o de la estructura del Estado liberal-burgués, ya que se consideraba, como actualmente lo hacen grandes intereses y sus intelectuales, que las fuerzas del mercado resolverían los desequilibrios y que mientras menos interviniera el Estado en los aspectos económicos y sociales era mejor. Se aceptaba con resignación que el Estado se viera obligado a adoptar algunas medidas sociales para preservar la paz política y social, pero sólo las indispensables.

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III. Algunas expresiones del pensamiento social mexicano en el siglo XIX

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La primera declaración constitucional de derechos de la justicia social o derechos sociales se plasmó en la Constitución mexicana de 1917, la cual no nació de unos días para los otros, sino que es producto de todo un largo proceso que expuse en las causas, los antecedentes y los primeros años del Movimiento Social Mexicano, así como de los principales debates del Constituyente de Querétaro de 1916-1917. No obstante, la idea social tiene presencia en México desde Morelos con los Sentimientos de la Nación. Otro antecedente importante se encuentra en el pensamiento de Francisco Severo Maldonado, quien en la segunda década del siglo XIX señaló los graves problemas de México, entre ellos el social, sobresaliendo el de la tierra, y la miseria de los campesinos e indígenas; propuso el cooperativismo en el agro y la educación elemental laica, a pesar de que era sacerdote. Ahora sólo quiero puntualizar que la cuestión social tuvo un momento grandioso en nuestro país en los debates y las propuestas del Congreso Constituyente de 1856-1857 por parte de la corriente a la que se ha denominado liberalismo social, que implicaba e implica, dentro del contexto mexicano, la conjunción de la libertad y la justicia socialXVII. Ponciano Arriaga, a nombre de la Comisión de Constitución de ese Congreso Constituyente, leyó un dictamen que él escribió y constituyó una especie de exposición de motivos del proyecto de Constitución, en la sesión del 16 de junio de 1856. Dicha Asamblea escuchó: •

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¿Debía [la Comisión] proponer una constitución puramente política, sin considerar en el fondo los males profundos de nuestro estado social, sin acometer ninguna de las radicales reformas que la triste situación del Visita www.mexicosocial.org

pueblo mexicano reclama como necesarias y aun urgentes? ¿La constitución, en una palabra, debía ser puramente política, o encargarse también de conocer y reformar el estado social? Problema difícil y terrible que más de una vez nos ha puesto en la dolorosa alternativa, o de reducirnos a escribir un pliego de papel más con el nombre de constitución, pero sin vida, sin raíz ni cimiento, o de acometer y herir de frente intereses o abusos envejecidos, consolidados por el transcurso del tiempo, fortificados por la rutina y en posesión, a título de derechos legales, de todo el poder y toda la fuerza que da una larga costumbre, por mala que ella sea Es justicia decir que algunas de las [propuestas] que tenían por objeto introducir importantes reformas en el orden social fueron aceptadas por la mayoría [de la Comisión] y figuran como partes del proyecto [de Constitución] que se somete a la deliberación del Congreso; pero en general fueron desechadas todas las conducentes a definir y fijar el derecho de propiedad, a procurar de un modo indirecto la división de los inmensos terrenos que se encuentran hoy acumulados en poder de muy pocos poseedores, a corregir los infinitos abusos que se han introducido y se practican todos los días invocando aquel sagrado e inviolable derecho y a poner en actividad y movimiento la riqueza territorial y agrícola del país, estancada y reducida a monopolios insoportables, mientras que tantos pueblos y ciudadanos laboriosos están condenados a ser meros instrumentos pasivos de producción en provecho exclusivo del capitalista sin que ellos gocen ni

disfruten más que una parte muy ínfima del fruto de su trabajo, o a vivir en la ociosidad o en la impotencia porque carecen de capital y medios para ejercer su industria. Nuestras leyes, en efecto, muy poco o nada han hecho en favor de los ciudadanos pobres y trabajadores… son tristes máquinas de producción para el provecho y ganancia de los gruesos capitalistas. Merecen que nuestras leyes recuerden alguna vez que son hombres libres, ciudadanos de la República, miembros de una misma familiaXIX

El propio Arriaga, el 23 de junio de ese año, presentó un voto particular sobre el derecho de propiedad, del cual fue un decidido partidario; el problema agrario era el más grave del país, en virtud de que unas cuantas personas acaparaban casi todas las tierras. Asentó: •

• •

Mientras que pocos individuos están en posesión de inmensos e incultos terrenos, que podrían dar subsistencia para muchos millones de hombres, un pueblo numeroso, crecida mayoría de ciudadanos, gime en la más horrenda pobreza, sin propiedad, sin hogar, sin industria, ni trabajo Ese pueblo no puede ser libre ni republicano, y mucho menos venturoso, por más que cien constituciones y millares de leyes proclamen derechos abstractos, teorías bellísimas, pero impracticables, en consecuencia del absurdo sistema económico de la sociedad La Constitución debiera ser la ley de la tierra; pero no se constituye ni se examina el estado de la tierra ¿Hemos de practicar un gobierno popular y hemos de tener un pueblo hambriento, desnudo y miserable?


JORGE CARPIZO IN MEMORIAM "Mientras que pocos individuos están en posesión de inmensos e incultos terrenos, que podrían dar subsistencia para muchos millones de hombres, un pueblo numeroso, crecida mayoría de ciudadanos, gime en la más horrenda pobreza, sin propiedad, sin hogar, sin industria, ni trabajo"

Foto: Cortesía de Excélsior MÉXICO SOCIAL Marzo 2016

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¿Hemos de proclamar la igualdad y los derechos del hombre, y dejamos a la clase más numerosa, a la mayoría de los que forman la nación, en peores condiciones que los ilotas y los parias? La sociedad, pues, no está basada sobre la propiedad bien entendida. La sociedad está basada sobre el privilegio de la minoría y la explotación de la mayoría. ¿Esta máxima es justa? ¿La sociedad debe continuar establecida sobre la misma base que limita el derecho de la propiedad del suelo a una minoría?

Arriaga, al terminar su exposición escrita, realizó propuestas concretas que respetaban la propiedad privada, pero en el campo ésta debía tener una extensión máxima, aunque señalaba excepciones. La tierra se declara, confirma y perfecciona por medio del trabajo y la producción, sentencióXX. Ignacio Ramírez, en la sesión del 7 de junio de 1856, al discutirse el proyecto en lo general, coincidió plenamente con la exposición de Arriaga: la Constitución debía ocuparse de las graves cuestiones sociales, que afligían a grandes sectores de los mexicanos. Expuso: •

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El proyecto de constitución que hoy se encuentra sometido a las luces de vuestra soberanía revela en sus autores un estudio, no despreciable, de los sistemas políticos de nuestro siglo; pero al mismo tiempo, un olvido inconcebible de las necesidades positivas de nuestra patria El más grave de los cargos que hago a la comisión es de haber conservado la servidumbre de los jornaleros. El jornalero es un hombre que a fuerza de continuos y penosos trabajos arranca de la tierra, ya la espiga que alimenta, ya la seda y el oro que engalana a los pueblos. En su mano creadora el rudo instrumento se convierte en máquina y la informe piedra en magníficos palacios. Las invenciones

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prodigiosas de la industria se deben a un reducido número de sabios y a millones de jornaleros: donde quiera que existe un valor, allí se encuentra la efigie soberana del trabajo Sabios economistas de la comisión, en vano proclamaréis la soberanía del pueblo mientras privéis a cada jornalero de todo el fruto de su trabajo… Formemos una constitución que se funde en el privilegio de los menesterosos, de los ignorantes, de los débiles, para que de este modo mejoremos nuestra raza y para que el poder público no sea otra cosa más que la beneficencia organizadaXXI

José María del Castillo Velasco, asimismo, en un voto particular sobre el municipio se había referido al problema social de los indígenas del país, que en aquel entonces constituían la mayoría de los habitantes de México: •

• •

La constitución que remedie estos males, el código fundamental que haga sentir sus benéficos efectos allí, en esas poblaciones desgraciadas en que el hombre no es dueño ni de su propio hogar y en que, para usar del camino que conduce de un punto a otro, necesita obtener el permiso de un señor dueño del suelo, esa constitución vivirá, señores diputados, no lo dudéis Hay en nuestra República, señor, una raza desgraciada de hombres que llamamos indígenas, descendientes de los antiguos dueños de estas ricas comarcas y humillados ahora con su pobreza infinita y sus recuerdos de otros tiempos Hombres más infelices que los esclavos, más infelices aún que las bestias, porque sienten y conocen su degradación y su miseria ¿Cómo ha de existir una República cuyo mayor número de habitantes ni produce ni consume? Si se estudian sus costumbres, se ha-

llarán entre los indios instintos de severa justicia y de abnegación para cumplir con los preceptos que imponen las leyes. Y, siendo esto así, ¿por qué ha de perder la patria el trabajo y la inteligencia y la producción de tantos de sus hijos? ¿Por qué ha de sufrir la humanidad que haya pueblos numerosos hundidos en la degradación y en la infelicidad? Para cortar tantos males no hay, en mi humilde juicio, más que un medio, y es el de dar propiedad a los indígenas, ennoblecerlos con el trabajo y alentarlos con el fruto de él Pero no sólo para los indios será provechoso este repartimiento de la propiedad, sino para nuestra llamada clase media, porque es notable que el pauperismo entre nosotros corroe y aniquila a los indígenas y a esa clase XX

Los discursos y las propuestas que he recordado son suficientes para confirmar que la corriente social fue muy importante en nuestro Congreso Constituyente de 1856-1857, pero no alcanzó el éxito, al no haber podido superar el molde liberal-individualista de las constituciones de esa época. Esa corriente liberal-social constituyó una minoría visionaria. Varios de sus discursos se adelantaron en más de sesenta años y, en varias ocasiones, incluso más de cien, como el último que he citado. Del Castillo Velasco contempló que esas protecciones habrían de extenderse a la clase media, porque las necesitaba. Si esos debates se hubieran producido en alguno de los países importantes de Europa en esa época, hoy serían famosos y muy citados en todos los textos de la materia. No obstante, no deben desdeñarse los avances en materia de reconocimiento de los derechos sociales de los trabajadores mexicanos. Con la incorporación, por ejemplo, del artículo noveno se allanó el camino para el desarrollo de los sindicatos en los años siguientes. De hecho, se ha señalado que:


JORGE CARPIZO IN MEMORIAM •

Debe hacerse notar al respecto que tal primer paso no es producto de la presión o de la lucha del proletariado, que en la época está apenas formándose y no tiene conciencia alguna. Es, por el contrario, un derecho obtenido por algunos intelectuales, sobre todo Ignacio Ramírez, que conocen las ideas y la acción obrera europea y que hacen oír su voz en el Congreso Constituyente, mismo fenómeno que se repite en diversas ocasiones en el transcurso de la historia sindical en MéxicoXXIII

Los constituyentes de 1856-1857, en palabras de Mario de la Cueva: “no pudieron crear un derecho constitucional del trabajo, porque no lo permitía el pensamiento de la época, pero hablaron de que la legislación ordinaria debería abordar el problema; de todas maneras,

procuraron defender la libertad del hombre en cuanto trabajador…” (24). El establecimiento de principios y no de una reglamentación de éstos en la Constitución, se debió, a la necesaria posición moderada de los constituyentes progresistas, ante el posible fracaso del Constituyente. Así fue importante la tesis prevaleciente y dominante de Ignacio Vallarta, quien no desconocía la desigualdad existente en el país: •

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Yo, lo mismo que la comisión me he indignado una vez y otra vez de ver cómo nuestros propietarios tratan a sus dependientes. Yo, lo mismo que la comisión reconozco que nuestra Constitución democrática será una mentira, más todavía un sarcasmo, si los pobres no tienen sus derechos más que detallados en la ConstituciónXXV

Foto: Miguel Ángel Cortés MÉXICO SOCIAL Marzo 2016

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por ADELA CORTINA

Más allá de

dinosaurios y

La ciudadanía madura toma lo mejor del liberalismo y del socialismo. Se compromete con las exigencias del Estado social de derecho en que vivimos, creando cohesión social y amistad cívica

SOBRE LA AUTORA: Catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia

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A

pesar de que Ortega y Gasset dijera que no sabemos lo que nos pasa, y eso es lo que nos pasa, los españoles hemos transitado en cuatro décadas de tener al dinosaurio como animal emblemático a tener al camaleón. Como si no hubiera otras figuras más apropiadas para una sociedad democrática, como sería el caso de una ciudadanía madura y responsable, integrada en instituciones justas. Antes, la persona de convicciones profundas, dispuesta a defenderlas y a no cambiarlas ni matizarlas por ningún concepto era el modelo a imitar, al menos en la educación oficial. Como los dinosaurios de cuerpo acartonado que se hicieron famosos más tarde gracias a las películas de Spielberg. Sin embargo, los dinosaurios no pueden resistir los cambios; parecen invencibles, pero perecen en cuanto es necesario adaptarse a un nuevo entorno. Sobrevivir bien requiere flexibilidad, no digamos ya en el caso de las personas y de las sociedades. Esta lección es la que fuimos aprendiendo en esa escuela que fue la Transición ética y política, que hubiera sido imposible sin incorporar el hábito democrático de intentar buscar acuerdos dentro de los límites de lo justo y razonable. Pero a lo largo de estos 40 años ha ido ganando terreno el camaleón como modelo

a imitar, acompañado de la leyenda que le corresponde: “yo me adapto”; pero eso sería razonable para poder sobrevivir, si: “yo me adapto a lo que haga falta con tal de prosperar grupalmente y sobre todo individualmente”, aunque para lograrlo sea necesario abandonar las convicciones racionales y borrar de un plumazo las señas de identidad que impidan pactar con cualquier cosa. Recordando a Nietzsche se dice que las convicciones son prisiones, y se añade que no interesa forjarse convicciones, sin solo construir convenciones. La frase de Groucho Marx “estos son mis principios, y, si no les gustan, tengo otros” se convierte en imperativo de actuación para la vida política y para la vida social. Los consejos de Maquiavelo al príncipe para que intente engrandecer la patria se manipulan hasta convertirse en recetas caseras para triunfar en política en provecho propio. La falta de flexibilidad es letal para quien la practica y sobre todo para quienes dependen de él, pero el vacío de convicciones es igualmente letal para quien carece de ellas y sobre todo para los que de algún modo están en sus manos. Y eso es lo que nos pasa, con malas consecuencias para la sociedad y para los más vulnerables. Lo importante es idear qué queremos que nos pase y poner los medios para encar-


COLABORACIÓN ESPECIAL

camaleones narlo en la realidad, es urgente optar por un nuevo emblema, el de una ciudadanía madura, capaz de labrar un buen futuro. Hay ciudadanos que optan por ingresar en partidos políticos y asumir una especial responsabilidad por la cosa pública y esa gran mayoría que conforma la sociedad civil y que es sin duda corresponsable. Aunque siempre conviene recordar que a mayor poder, mayor responsabilidad. En lo que hace a los primeros, no es de recibo corromper la actividad política concediendo contratos de favor a cambio de un impuesto partidario, generando esa gangrena que recorre nuestra sociedad. La corrupción es un cuerpo extraño en una vida pública sana, y debe ser eliminada sin paliativos. Pero tampoco es lícito eludir las leyes proponiendo referendos inconstitucionales, una actuación que deslegitima cualquier pretensión de que la ciudadanía cumpla las leyes. Los partidos deben exhibir sus señas de identidad, aclarar con quiénes están dispuestos a pactar y cuáles son los contenidos de los pactos, que deben estar en coherencia con el propio programa. Actuar de otro modo es practicar un fraude que provoca desafección porque convierte al voto en blanco y a la abstención en las opciones más razonables. Votar sin saber qué se está eligiendo es entregar un cheque en blanco. La ciudadanía madura en la sociedad civil

no es la ciudadanía pasiva, que deja en manos ajenas el curso de la vida pública, pero tampoco es esa ciudadanía febrilmente participativa, que no se está quieta jamás, sin lograr cosa de alguna utilidad común. También en los regímenes totalitarios la ciudadanía es activa y participativa. Por eso lo que importa es que sea lúcida y responsable, que no se deje manipular con argumentos sofísticos, que le importe el bien común, y no solo el particular. Que sea, desde esa madurez, participativa. La ciudadanía madura toma lo mejor del liberalismo y del socialismo. Se compromete con las exigencias del Estado social de derecho en que vivimos, creando cohesión social y amistad cívica; abre las puertas a los refugiados políticos y a los inmigrantes pobres, actuando a la vez en los lugares de origen; apuesta por reforzar la Unión Europea, consciente de que no hay que abandonarla porque esté en crisis, sino trabajar activamente por construirla mejor; practica el cosmopolitismo arraigado de quien se compromete con lo local y sabe cuál es su lugar en el mundo.

La corrupción es un cuerpo extraño en una vida pública sana, y debe ser eliminada sin paliativos

Este artículo se reproduce con autorización del Centro de Colaboraciones Solidarias Imagen: Vecteezy.com/zhaolifang

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TRABAJO DOMÉSTICO NO REMUNERADO

Hacia

una solución

estructural En todo el mundo las niñas y las mujeres invierten hasta 10 veces más tiempo en realizar tareas del hogar que los hombres, como son el limpiar, cocinar, cuidar niños, niñas y familiares. México no es la excepción. De acuerdo con el INEGI, el 77.5% de las labores del hogar son realizadas por mujeres por ALEXANDRA HAAS

A

demás, de acuerdo con la última Encuesta Nacional sobre Discriminación que elabora el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), 95 de cada 100 personas trabajadoras del hogar son también mujeres. Las labores del hogar, remuneradas o no, son una actividad primordialmente realizada por las mujeres.

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Es bien sabido que la desigualdad en las tareas del hogar entre mujeres y hombres, así como entre niñas y niños, está vinculada con el fenómeno de la discriminación de género; es decir, con la existencia de estereotipos que asignan ciertos roles a las niñas sobre los niños, con base en lo que se considera femenino y masculino. Esta discriminación resulta en un trato diferenciado injustificado.

Aparentemente inofensiva en la cotidianidad, la discriminación que enfrentan mujeres y niñas hace que éstas carguen prácticamente solas con las responsabilidades del hogar, lo que resulta en profundas desventajas en el ámbito laboral formal. Se trata, sin lugar a dudas, de uno de los problemas de discriminación estructural más persistente, con consecuencias para toda la población.


En el CONAPRED la problemática del trabajo no remunerado en los hogares es prioritaria, en la medida en que revela un fenómeno discriminatorio tan generalizado y estructural como invisibilizado: el trabajo “masculino” se paga, el “femenino” no. Ello tiene consecuencias que obstaculizan el ingreso, permanencia y ascenso de las mujeres al mercado laboral. Este artículo aborda el tema del trabajo doméstico no remunerado desde la óptica de la discriminación. Busca, en primer lugar, ilustrar cómo las tareas de cuidado se asignan de manera automática a las mujeres, perjudicando en el camino a ambos sexos. En segundo término, plantea cómo esta asignación inmediata de las tareas del hogar a las mujeres tiene un impacto sobre el mundo del trabajo y argumenta que cualquier esfuerzo por integrar a las mujeres al mercado laboral debe forzosamente pasar por un significativo cambio cultural y de política pública. En tercer lugar, se presenta un panorama del trabajo del hogar remunerado como un efecto directo de la discriminación estructural que se describe antes.

1. El imperativo del cuidado El preámbulo de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) afirma que “para lograr la plena igualdad entre el hombre y la mujer es necesario modificar el papel tradicional tanto del hombre como de la mujer en la sociedad y en la familia”. Hubo consenso entre los firmantes de la CEDAW desde 1979 respecto de que sólo se alcanzan a realizar los derechos humanos de las mujeres sin discriminación si se combaten los patrones culturales que mantienen a las mujeres sujetas a las obligaciones domésticas. México es uno de 188 países que han ratificado la Convención. Sin embargo, todavía en 2015, y de acuerdo

con la Encuesta Intercensal realizada por el INEGI, la carga de los cuidados y actividades no remuneradas recayó principalmente en las mujeres. De cada 100 personas que dedicaron tiempo a estas tareas, 63 son mujeres. Específicamente en relación con la preparación de alimentos para sus familias, 7 de cada 10 personas que se ocupan de ello son mujeres. La contribución de los hombres en estas tareas, en consecuencia, sigue siendo escasa: solamente 29.1% limpian su casa, lavan o planchan la ropa de su familia; 26.1% prepara alimentos y 32.4% atiende a personas menores de 15 años. Las cifras demuestran lo que fácilmente se observa en todo el país: las mujeres dedican mucho más tiempo que los hombres al trabajo doméstico; incluso aquellas que trabajan mantienen muchas de sus responsabilidades en el seno de la familia. La sociedad asume que serán las familias, y particularmente las mujeres –hijas, madres y abuelas–, las que sostendrán esa carga. Este estado de cosas tiene, desde luego, un impacto importante en la inserción laboral de las mujeres que analizaremos en el siguiente apartado. Sin embargo, aun antes de ello hay que destacar un aspecto que profundiza la discriminación: la invisibilidad de la contribución económica de las mujeres por esta vía. Históricamente, el cuidado de la familia y las tareas dentro del hogar han sido consideradas como obligaciones “naturales” de las mujeres, cuya realización no ha requerido siquiera de ser valuada. Apenas en 2014, el INEGI realizó un primer esfuerzo de valorizar económicamente el trabajo doméstico no remunerado. Los resultados son sorprendentes: de acuerdo con este estudio, su valor ascendió a 4.2 billones de pesos, cifra equivalente al 24.2% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, siendo las mujeres las que registran la mayor aportación.

La contribución de los hombres en estas tareas, en consecuencia, sigue siendo escasa: solamente 29.1% limpian su casa, lavan o planchan la ropa de su familia; 26.1% prepara alimentos; y 32.4% atiende a personas menores de 15 años

SOBRE LA AUTORA: Presidenta del CONAPRED

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TRABAJO DOMÉSTICO NO REMUNERADO Sin embargo, estas cifras, fundamentales para entender la contribución de las mujeres a la economía a través de estas tareas, son solo el primer paso. Su difusión debería servir para visibilizar y diseñar políticas públicas que respondan a la nueva demografía, donde se considere el envejecimiento poblacional y las consecuencias en materia de salud y bienestar que este fenómeno implica, así como para alinear las condiciones laborales con las necesidades de cuidado para el beneficio tanto de hombres como mujeres, niñas y niños. Hoy, se subvalúa -o simplemente no se valúa- el costo real de las tareas del hogar, y esa subvaluación subsidia un mercado laboral compuesto en su mayoría por trabajadores hombres.

2. El mundo del hogar y el mundo del trabajo: dos realidades en colisión El mundo del trabajo ha sido construido desde la idea de que sólo los hombres –libres de responsabilidades familiares de cuidado- participarían en él. En tal sentido, el ámbito laboral no se ha adaptado realmente para lograr ser un espacio libre de discriminación. Así, se mantiene firme la idea de que sólo las mujeres son responsables por el cuidado de los hijos. Solo así se explica que aún en la actualidad, únicamente las mujeres puedan inscribir a sus hijos en las guarderías del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)I y que sólo ellas gocen de la licencia de maternidad, un derecho del cual los varones son privados. Además, en México el número de guarderías públicas es insuficiente para atender el número de niños y niñas con derecho a tener acceso a dicho beneficio, mientras que la ubicación de las guarderías en la mayoría de los casos está lejos del domicilio familiar o laboral. Así, en un contexto en que se espera que las mujeres cuiden de las hijas

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e hijos, de facto la falta de guarderías las condena a tener que renunciar a trabajar en la economía formal, en la que además no se contemplan horarios flexibles. Lo anterior tiene consecuencias serias para las mujeres. De acuerdo con la CEPAL, en su informe El aporte de las mujeres a la igualdad en América Latina y el Caribe: “El aporte femenino es fundamental para mitigar la pobreza, tanto si las mujeres perciben ingresos monetarios como si hacen un aporte no remunerado al hogar, aporte que se transforma en un impuesto "reproductivo", que permite un ahorro en gastos de salud, cuidado de los niños y de sus integrantes de la tercera edad, por citar solo los ejemplos más claros”. En síntesis, las mujeres enfrentan mayores obstáculos para insertarse y permanecer con éxito en el mercado laboral. Las barreras de entrada son mucho más altas para las mujeres que para los hombres. Las mujeres se ven forzadas a buscar empleos subóptimos, informales e inseguros, para poder cumplir con la doble jornada de actividades. Por otra parte, los hombres tampoco sienten socialmente la obligación, ni tienen las condiciones estructurales para asumir mayores responsabilidades en el cuidado familiar. Así como el estereotipo asigna las labores del hogar a la mujer, el estereotipo masculino circunscribe a hombres a cumplir con obligaciones patrimoniales. Lo anterior tiene diversos impactos negativos. A continuación se enumeran algunos de ellos:

• En primer lugar, perjudica a niñas, niños y adolescentes que, de acuerdo con el principio del interés superior de la niñez, deberían poder disfrutar de la presencia en el hogar tanto de su padre como de su madre. • En segundo lugar, impide que los hombres desarrollen vínculos a más largo plazo con sus hijas o hijos. Hay


evidencia científica que demuestra que los hombres que pasan más tiempo con sus hijas o hijos en edades tempranas tienden a dedicarles más tiempo cuando son más grandes. • En tercer lugar, para las familias homoparentales, el modelo de distribución a priori de roles de género tiene un impacto mayúsculo. La ausencia de licencias de paternidad, por ejemplo, afecta particularmente a las parejas de hombres con hijas e hijos.

3. Las condiciones precarias: un destilado de la discriminación estructural El trabajo doméstico remunerado constituye un ejemplo concreto de discriminación múltiple enfrentado por un grupo social al cual se discrimina por el tipo de actividad económica que desempeña; por el hecho de que la mayoría de quienes lo ejercen son mujeres, simultáneamente discriminadas por su sexo y edad (muchas de ellas son menores de edad); así como por su clase social. Muchas veces las trabajadoras domésticas también son discriminadas por su pertenencia étnica y por su color de piel. Para el Conapred la exclusión y negación de derechos que sufren las trabajadoras del hogar –alrededor de 2 millones de personas–, es además un claro ejemplo de discriminación estructural en la medida en que no constituye un caso aislado o fortuito, sino un patrón discriminatorio generalizado

que se produce de manera recurrente, generalizada y masiva. En Conapred planteamos que la discriminación estructural se da de forma voluntaria o involuntaria y puede ejercerse con intención o sin ella. El caso de las trabajadoras del hogar también es un buen ejemplo de ello. Muestra hasta qué punto la discriminación estructural suele ser un fenómeno deliberado y consciente en tanto, como se explica en este artículo, la propia legislación laboral discrimina abiertamente a este grupo social. En tanto fenómeno de discriminación estructural, además, la exclusión que sufren las trabajadoras del hogar posee hondas raíces culturales e históricas. Es histórica porque se reproduce de forma intergeneracional, prolongándose a través de la tradición y la costumbre y está firmemente implantada en nuestra sociedad. Al ser una herencia histórica y cultural, por tanto, la discriminación a las trabajadoras del hogar es vista como algo “normal”, a pesar de que este tipo de creencias constituyen la base para negarles derechos fundamentales. El análisis de la discriminación desde la estructuralidad nos permite detectar casos paradigmáticos de discriminación múltiple, en los que se hacen evidentes las consecuencias de los estereotipos de género que aún persisten en nuestras sociedades y que crean los grandes engranes del sistema discriminatorio. Este es el caso del trabajo doméstico remunerado, que en México

NOTA: I. Los requisitos para tener derecho de acceso a los servicios de guardería del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) son ser madre trabajadora u hombre trabajador que es viudo, divorciado o ejerce la patria potestad y custodia de un menor afiliado al IMSS. Es decir, que sólo cuando un hombre prueba que tiene bajo su cuidado a sus hijos e hijas por circunstancias excepcionales, puede acceder a este beneficio.

El trabajo doméstico remunerado tiene un régimen especial y discriminatorio en el marco jurídico mexicano. La Ley Federal del Trabajo y la Ley del Seguro Social consideran a este trabajo como perteneciente a una categoría inferior al resto de los trabajos. La legislación permite que las trabajadoras del hogar laboren más horas que los demás y no les reconoce las mismas prestaciones MÉXICO SOCIAL Marzo 2016

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TRABAJO DOMÉSTICO NO REMUNERADO reúne una fuerza laboral de alrededor de dos millones de personas, en donde la inmensa mayoría son mujeres (95 de 100), muchas de ellas personas indígenas y en situación de pobreza. El trabajo doméstico remunerado tiene un régimen especial y discriminatorio en el marco jurídico mexicano. La Ley Federal del Trabajo y la Ley del Seguro Social consideran a este trabajo como perteneciente a una categoría inferior al resto de los trabajos. La legislación permite que las trabajadoras del hogar laboren más horas que los demás y no les reconoce las mismas prestaciones. La normalización de este régimen legal de excepción, totalmente injustificado y violatorio

de los tratados internacionales de derechos humanos y de la Constitución, se debe a una visión discriminatoria de las mujeres que minimiza el esfuerzo que implica realizar dichas tareas (solo así se puede explicar que la jornada laboral sea más larga que todas las demás), y su enorme contribución a la economía nacional en términos de horas-mujer. Por todo ello es de gran relevancia que el Estado mexicano ratifique el Convenio 189 de la OIT, pues éste sería el primer paso para garantizar los derechos humanos y laborales de las trabajadoras del hogar, equiparando sus jornadas, horarios, protección social y remuneración al resto de las condiciones que viven las y los trabajadores del país.

ACCIONES PARA RECONOCER, APOYAR, COMPARTIR Y VALORIZAR EL TRABAJO DOMÉSTICO NO REMUNERADO i. ii.

Promover que las labores del hogar se distribuyan de manera equitativa entre niños y niñas, mujeres y hombres Cuantificar el valor del trabajo doméstico de limpieza y cuidado y difundir la contribución económica de las mujeres por esa vía

iii. iv.

Identificar y transformar las condiciones que impiden el acceso paritario a los servicios de cuidado

v.

Sancionar sistemáticamente prácticas discriminatorias comunes como el despido y la no contratación por embarazo

vi. vii.

Promover que las y los empleadores del sector público y privado a establezcan condiciones de trabajo que sean congruentes con la distribución equitativa de las responsabilidades familiares

Diseñar políticas públicas para institucionalizar el cuidado de personas con discapacidad o adultas mayores Diseñar medidas de igualación que permitan una inserción real y rápida de las mujeres al mercado laboral

viii. Eliminar la discriminación hacia las trabajadoras del hogar a través de reformas legislativas y políticas públicas

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CONCLUSIÓN "La mujer es cuidadora; el hombre es proveedor". Estos fuertes estereotipos de género resultan en considerar a las tareas del hogar como actividades primordialmente femeninas, “normales” e invisibles para el resto de los miembros de la familia y desvalorizadas en un contexto económico mayor de inversión de tiempo, ideas que trascienden al ámbito laboral formal, y que son cimientos que obstaculizan que las mujeres disfruten de todos sus derechos plenamente y en igualdad de circunstancias que los hombres. Es importante reconocer que la división desigual del trabajo en el hogar por género tiene consecuencias negativas y costosas para toda la sociedad, no solo para los grupos discriminados. Continuar discriminando a la mayoría de la población no solo es inaceptable, sino incongruente con las aspiraciones económicas y el desarrollo de México.

Foto: Cortesía de Excélsior

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Reparto equitativo en sobriedad

COMPARTIDA Admiramos a las personas capaces de comprometerse con ideales generosos y de superar ideologías que hacen del ser humano un objeto de mercado, de fascinación o de intercambio

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por JOSÉ CARLOS GARCÍA FAJARDO

La situación de millones de seres humanos se hace insoportable y, con la complicidad de los medios de comunicación, nos sabemos vagabundos de Internet capaces de hacer realidad lo que soñamos. Por eso queremos una sociedad de sobriedad compartida. No queremos compartir la pobreza, la miseria, la enfermedad, la riqueza ni la injusticia en cualquiera de sus formas. No es admisible que unos tengan tanto como para poder comprar el trabajo de millones de seres humanos ni que estos tengan tan poco como para tener que venderse a otros para alcanzar ese mínimo de sobriedad que haga efectivos el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. Todos vivimos por encima o por debajo de las necesidades para llevar una vida en sobriedad, equidad y sosiego como

fruto de la justicia. Junto a las amenazas de grupos terroristas, se alza la esperanza de una sociedad más justa y solidaria, más consciente de que forma parte del medio ambiente y que constituye una fraternidad en la que nos sabemos “bandada de hermanos”. Admiramos a las personas capaces de comprometerse con ideales generosos y de superar ideologías que hacen del ser humano un objeto de mercado, de fascinación o de intercambio. No queremos ser considerados como “recursos” pues no somos objetos para fin alguno porque todo ser humano es un fin en sí mismo, y por lo tanto, de valor inconmensurable. Los jóvenes rechazan la guerra, los paraísos fiscales, los grupos de poder que controlan un modelo de desarrollo inhumano e in-


COLABORACIÓN ESPECIAL justo en el que se confunde valor con precio. Se alzan cada día más numerosos contra la explotación del hombre por el hombre, y de los nuevos imperialismos sin imperios sobre el resto de la humanidad que habita tierras ricas en lo que ellos denominan “recursos”, buenos para ser explotados. Se alzan y protestan ante esta gestión financiera y mercantilista de una globalización para que los condenados del mundo hagan escuchar su grito contra la injusticia y construir unas formas de convivencia más cordiales y más humanas. Desean participar en la cosa pública, sabiéndose cada uno igual a los demás y que, todos juntos, pueden más que los mandatarios que los gobiernan. En la sociedad de la comunicación ya no se puede engañar a muchos durante demasiado tiempo; los jóvenes lo saben y cada vez convocan a más personas mayores que corrían

el riesgo de resignarse. Ni unos ni otros desean que sus descendientes sientan vergüenza de ellos porque, habiendo podido tanto, se hayan atrevido a tan poco; ya es común la conciencia de que no nos juzgarán tanto por nuestros fallos como por silencios que nos hacen cómplices de crímenes contra la humanidad. Uno se siente interpelado y movido a la acción. Es la intuición de que se está cooperando con la justicia más radical. Se entiende por solidaridad el sentimiento del que se considera unido a la causa de otro. Somos seres naturalmente sociables que podemos mejorar el bienestar de la comunidad y el propio. Por eso, la mutua solidaridad incrementa lo mejor de cada uno para el servicio de los demás. Al profundizar en la dimensión antropológica de la solidaridad, esta se expresa como una nece-

SOBRE EL AUTOR:

Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) @GarciaFajardoJC

Este artículo se reproduce con autorización del Centro de Colaboraciones Solidarias Foto: Cortesía Excélsior

La situación de millones de seres humanos se hace insoportable y, con la complicidad de los medios de comunicación, nos sabemos vagabundos de Internet capaces de hacer realidad lo que soñamos

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La acción social de los ciudadanos siempre será necesaria porque aporta un plus de humanidad. La compasión no basta: es imprescindible el compromiso para que hagamos posible una sociedad de sobriedad compartida sidad de restaurar la unidad de derechos originaria. No es de extrañar que el trabajo social en la comunidad se plantee como plataforma de reivindicación de justicia para que la solidaridad sea algo real. La compasión no basta, aunque sea esencial para el compromiso. Como ser joven es mantener la capacidad de asombrarse y de comprometerse en una actividad que supere nuestra contingencia, el auge de los servicios sociales comunitarios ha encontrado entre los jóvenes un apoyo solidario y generoso. Se saben en el umbral de la Utopía, no más allá, porque todavía no se conocen las leyes del caos. Pero son capaces Foto: Cortesía Excélsior

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de imaginar escenarios que ellos harán posibles, porque son necesarios. Toda Utopía comenzó siendo una verdad prematura. Saben que es posible la esperanza porque es posible decir no y ponernos en camino junto a millones de personas que no quieren resignarse. No se alzan contra la autoridad sino contra la prepotencia de oligarcas, de fanáticos y de demagogos. Un sentimiento les invade de que hoy es siempre, todavía. Nadie nos había prometido que fuera fácil y, si nadie tiene que mandarnos, ¿a qué esperamos? Vivimos tiempos hermosos en los que somos conscientes de que el ejercicio exclusivo del desarrollo integral de la persona y de la sociedad

no compete ni al Estado ni a los partidos políticos ni a las diversas confesiones religiosas. Es el ser humano y sus opciones libres quienes deben ser los protagonistas de su desarrollo integral y el derecho a buscar la felicidad, pues el ser humano ha nacido para ser feliz. La acción social de los ciudadanos siempre será necesaria porque aporta un plus de humanidad. La compasión no basta: es imprescindible el compromiso para que hagamos posible una sociedad de sobriedad compartida. Nos movemos acuciados por la pasión por la justicia y, en nuestra tarea aportamos la delicadeza en el modo y la firmeza en los fines.


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Salud Pública

Madres a temprada edad:

UN FUTURO

EN RIESGO por MANUEL CAMPA

A nivel mundial, 14 millones de adolescentes (mujeres de entre 15 y 19 años de edad) dan a luz cada año, lo cual representa poco más del 10% del total de nacimientos en el mundo. En América Latina, los nacimientos entre las adolescentes representan entre el 15% y el 20% del total de nacimientos en esta región, y el 70% no son planeados 54

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La probabilidad de que una madre adolescente fallezca durante el parto, o como consecuencia del parto, es el doble que la de una mujer que se embaraza después de los 20 años; pero son aún más preocupantes los embarazos en niñas y adolescentes menores de 15 años, quienes enfrentan cinco veces más riesgo de mortalidad, asociada frecuentemente a condiciones de violencia y uniones matrimoniales forzadas

Foto: Cortesía Excélsior

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Salud Pública

LAS CIFRAS SON ALARMANTES: De 2009 a 2014 los nacimientos por cada mil adolescentes pasaron de 71 a 77 (ENADID) La Ciudad de México es la entidad con la menor fecundidad adolescente, con 49.2 nacimientos por cada mil adolescentes, mientras que Coahuila posee el rango más alto en esta materia, con 86.3 nacimientos por cada mil adolescentes En el año 2000 los nacimientos correspondientes a mujeres de entre 15 y 19 años representaban el 15.7%, y en 2013 esta proporción ascendió a 16.3%

H

ay una gran variación en las tasas de fecundidad de las adolescentes entre los diferentes países dependiendo de su grado de desarrollo y del promedio de edad al matrimonio; por ejemplo, en Brasil la tasa de fecundidad en mujeres entre los 15 y 19 años es de 85/1,000, mientras que en Nicaragua es de 113/1,000. En cuanto a la fecundidad adolescente en México, la Enadid reporta que hay un incremento de 2009 a 2014, al pasar de 71 a 77 nacimientos por cada mil adolescentes (México Social, Diciembre 2015). La persistencia de estos niveles de fecundidad ocasionará que las adolescentes contribuyan con alrededor de 16% de los nacimientos que se

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registran en el país. Actualmente el Distrito Federal es la entidad con la menor fecundidad adolescente, con 49.2 nacimientos por cada mil adolescentes, mientras que Coahuila posee el rango más alto en esta materia, con 86.3 nacimientos por cada mil adolescentes; le siguen Chiapas, con 84.9 y Sonora, con 83. Desde 1974 hasta 2009 la población mexicana aumentó un 40%; en el primer año la población femenina era de 28.5 millones y llegó a 54.6 millones en 2009 y, de acuerdo con la Enadid, en 2009 había 5,264,133 niñas de entre 15 y 19 años de edad, de ese total, 671 mil adolescentes habían estado alguna vez embarazadas y siete de cada diez mujeres de 15 años o más tuvieron al menos un hijo nacido vivo.

En 2013 la población adolescente representó el 9.4% de la población total de México, de ésta, el 49.7% son mujeres y el 50.3% son hombres. La población femenina en edad reproductiva (15 a 49 años) asciende a 32.7 millones y las adolescentes tienen un peso relativo de 16.9%. En julio de 2015 éramos 121,783,280 habitantes, de acuerdo con el CONAPO, de los cuales 43 millones son adolescentes o jóvenes de entre 10 y 29 años de edad. La salud reproductiva de las y los adolescentes se destaca hoy en día como un tema de atención prioritario ya que, a pesar de que a nivel nacional hubo un descenso de fecundidad de 2.6 a 2.2 hijos por mujer de 2000 a 2013, lo que representa una disminución del 16.2%; en el grupo de las adolescentes la fecundidad disminu-


yó solamente 7.6% en el mismo periodo. En consecuencia, los alumbramientos de madres adolescentes representan una proporción creciente si se considera que en el año 2000 los nacimientos correspondientes a mujeres de entre 15 y 19 años representaban el 15.7%, y en 2013 esta proporción ascendió a 16.3%. Las cifras en adolescentes seguramente son mas altas, si consideramos que no todos los embarazos llegan a término, sea porque terminan en pérdida gestacional temprana o en aborto inducido. El 25% de las adolescentes ejercen su sexualidad sin la protección de algún método anticonceptivo, a pesar de que 97% dijo conocer al menos un método anticonceptivo y 61.5% no se protegió en su primera relación sexual. La probabilidad de que una madre adolescente fallezca es el doble de la de una mujer que se embaraza después de los 20 años, pero son aún más preocupantes los embarazos en niñas y adolescentes menores de 15 años, quienes enfrentan cinco veces más riesgo de

mortalidad asociada frecuentemente a condiciones de violencia y uniones matrimoniales forzadas. Aunque una importante proporción de madres adolescentes afirma que su embarazo no fue planeado, más de la mitad dice que el nacimiento sí fue deseado; esto significa que la mayor parte de las adolescentes que se embarazan aceptan la maternidad sin importar que el embarazo haya sido resultado de un “accidente” o “descuido” por no emplear o usar los métodos anticonceptivos. De los matrimonios de madres adolescentes contraídos tras el nacimiento del niño, sólo perdura el 30%; el índice de fracasos entre los matrimonios adolescentes es el doble que entre las parejas en las que la esposa es mayor de 25 años. El riesgo de tener un hijo antes de los 19 años no se debe sólo a razones biológicas, sino también a las condiciones sociales en las que se desarrolla el embarazo, como desintegración familiar, poca comunicación con los padres, la falta de enseñanza sobre la capacidad de medir

SOBRE EL AUTOR

Especialista certificado "In tempore" por el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia. Es profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana desde 1966. Fue Comisiado de arbitraje médico del estado de Veracruz de 1999 a 2008.

El 25% de las adolescentes ejercen su sexualidad sin la protección de algún método anticonceptivo, a pesar de que 97% dijo conocer al menos uno de ellos Foto: Cortesía Excélsior

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Salud Pública El matrimonio y la maternidad precoz disminuyen las oportunidades de educación y trabajo futuros de las mujeres jóvenes: el 94.5% de las mujeres embarazadas de entre 15 y 24 años dejan de estudiar, lo cual profundiza la pobreza riesgos y crisis de valores. Las causas del embarazo en adolescentes están determinadas básicamente por factores socioculturales y también se encuentran elementos psicológicos. En sectores amplios de la sociedad mexicana –por ejemplo, la población rural y marginal urbana donde el embarazo temprano es más frecuente-, la maternidad forma parte indisoluble de la vida de las mujeres, y en muchas ocasiones, es la única forma de valoración social de que disponen. A diferencia de estos grupos, en las zonas urbanas la mayor parte de las adolescentes tienen expectativas de educación o empleo, que se contradicen con un embarazo a esa edad. En estos casos, el embarazo precoz es más bien producto de la falta de información, la falla en los métodos anticonceptivos y el difícil acceso a servicios de anticoncepción. El embarazo en adolescentes representa un problema social debido a que no sólo afecta a las personas y familias involucradas, sino también a la sociedad en su conjunto, frente al cual los adultos tienen que asumir una responsabilidad, pues aquí “se juega no sólo la ancestral carencia de poder de los jóvenes sobre sus vidas, sino pautas culturales que heredan de los adultos, como el machismo y la irresponsabilidad reproductiva”. Asimismo, está asociado con una mayor fecundidad: a lo largo de la vida el índice de fecundidad es más alto en quienes tuvieron su primer hijo antes de los 18 años que el de quienes tu-

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vieron su primer hijo a partir de los 23 años. Por otra parte, los hijos de las madres adolescentes “hacen frente a un riesgo elevado de enfermedad y de muerte, de abandono y de convertirse en niños callejeros y de verse atrapados en un ciclo de pobreza que pasa de una generación a otra”. En este punto el DIF opera de manera efectiva en todo el país, pero su labor es insuficiente. La sociedad se ve afectada si las jóvenes que se embarazan no concluyen su educación, pues su contribución económica al país y a la familia es probablemente menor y la sociedad no se beneficia tanto de la inversión hecha en su educación. Los análisis sobre el embarazo en adolescentes apuntan a que este fenómeno disminuiría si existieran los tres siguientes elementos: educación sexual; servicios de salud sexual y reproductiva; y oportunidades vitales para las y los adolescentes. Por lo general las y los adolescentes carecen de información objetiva acerca de los medios que existen para protegerse de los embarazos no deseados, las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y el VIH/SIDA, debido a que en la escuela y en los servicios de salud no siempre se les da información respecto a la sexualidad. No basta con darles a las y los adolescentes información sobre sexualidad y métodos anticonceptivos, sino que también es necesario ofrecer más oportunidades a las adolescentes “para que su autoestima y su interés

por la vida rebasen el mistificado papel de madres”. Esto significa lograr que todas las adolescentes tengan razones valiosas para postergar el nacimiento de un hijo. CONAPO consideró que empoderar a las adolescentes y mujeres jóvenes implica avanzar en una educación integral sobre su salud reproductiva, de manera que puedan postergar los nacimientos más allá de la adolescencia, y que accedan a métodos anticonceptivos. Es necesario seguir trabajando en el tema, pues los valores obtenidos en la tasa global de fecundidad y en la de fecundidad adolescente, junto con la desigualdad regional, los usos y costumbres y presiones sociales, limitan el derecho a decidir el uso de medios anticonceptivos. Con el objetivo de crear conciencia entre las y los adolescentes sobre las repercusiones en la salud y los retos a los que se enfrentan al convertirse en padres a temprana edad, así como para informar sobre las diferentes alternativas de planificación familiar existentes que les ayuden a tomar decisiones informadas en el ejercicio de su sexualidad, el 26 de septiembre de 2003 se instauró el Día de la Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes (DPEA) en Uruguay, y en 2007 se impulsó la iniciativa a nivel global con la celebración del World Contraception Day (WCD). En México la iniciativa para la instauración de este día como fecha nacional se aprobó por la Cámara de Diputados el 8 de diciembre de 2011,


sumándose a la iniciativa de la ONU que propone hacer conciencia sobre las consecuencias del embarazo en las adolescentes, ya que la tercera parte de las mexicanas en edad fértil tienen entre 15 y 24 años (2013). A partir de esa fecha, con un presupuesto de 10 millones de pesos y el lema “un condón es más confiable que el destino” el CONAPO dio inicio a una campaña para prevenir embarazos no planificados e ITS en las adolescentes, pues 94.5% de las mujeres embarazadas en ese grupo de población dejan de estudiar, lo cual profundiza la pobreza. Para la población indígena se hicieron mensajes en doce lenguas, los cuales son transmitidos en las estaciones de radio: “no son traducciones del español a estas lenguas, sino adaptaciones a sus respectivas culturas, pues en algunos casos no existe el concepto de infección sexual. Se aseguró que es ‘una campaña inusual’, porque están vinculados dos temas de política pública: la prevención del embarazo no deseado y la de Foto: Cortesía Excélsior

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ITS como el VIH/Sida; el condón permite alcanzar ambos objetivos, lo cual no se logra con otros medios de prevención”. La salud de la población adolescente es un factor clave para el progreso social, económico y político de nuestro país, aunque con frecuencia sus necesidades no figuran entre las prioritarias o urgentes pues se trata de un segmento relativamente sano cuyos problemas de salud están asociados con la búsqueda de nuevas experiencias que a veces involucran conductas de riesgo, es por ello que sus problemas de salud están vinculados frecuentemente con accidentes o lesiones, uso de estupefacientes, ITS y VIH/SIDA, entre otros. La educación sexual en México es insuficiente, y apenas empieza a reconocerse en nuestro país la necesidad de contar con servicios de educación sexual en salud reproductiva dirigidos especialmen-

te a la población joven adolescente. Estos servicios deben tener un bajo costo o gratuitos, ser confidenciales, respetar el consentimiento informado, ser asequibles y estar disponibles. Es conveniente puntualizar los pendientes de nuestro país ante la problemática de embarazos en adolescentes: normar el derecho a la salud sexual y reproductiva, sin distinción ni discriminación; asegurar el suministro de materiales en esta materia; considerar la difusión y el uso de los métodos anticonceptivos como estratégicos; garantizar que los programas de planificación familiar, anticoncepción y salud reproductiva para adolescentes sean obligatorios, eficientes y no discrecionales; dar en la educación este enfoque, y generar indicadores para medir el desarrollo del fenómeno. El Colegio de México ha manifestado que mientras no haya cambios culturales (reducción de influencia de grupos conservadores) podría esperarse que continúe un incremento en las tasas de embarazo entre adolescentes, como ha ocurrido en los años recientes. El embarazo no deseado en adolescentes es sinónimo de crisis.

de las adolescentes no se protegió en su primera relación sexual

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