“Celebración poética de Francisco de Asís Fernández Arellano.” Gilberto Lacayo Bermúdez Granada Diciembre 8/2013
"Y abiertamente consagre mi corazón a la tierra grave y doliente, y a menudo, en la noche sagrada, le prometí amarla con fidelidad hasta la muerte, sin miedo, y con su pesada carga de fatalidad, y no despreciar ninguno de sus enigmas. Así me ate a ella con un lazo mortal." F. Hölderlin, "La muerte de Empédocles"
Con timbres de voz seguros, sin denotar los quebrantos que subyacen en su salud. Francisco de Asís Fernández Arellano, Chichi a como hipocorísticamente le llamamos sus amigos, compareció ante un público selecto que colmó la capacidad del salón del Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, la noche del jueves 28 de noviembre, en la última lectura de este año en las convocatorias “Del Autor y su obra” promovidas por El Festival Internacional de Poesía de Granada. Francisco de Asís nos brindó la lectura de algunos de los poemas de su obra “La Traición de los sueños” cuya edición príncipe se realizó en febrero del año en curso, en el contexto del IX Festival Internacional de Poesía de Granada”
Asís Fernández es de las voces más altas de la poesía nicaragüense contemporánea. Su poesía con timbres de inocente celebración fantástica, está poblada de paraísos pretéritos y estrellas que desde lontananza le procuran luz y soledad; ángeles oníricos que le revelan misterios inasibles; remembranzas de sus antepasados, recreados como espectros luminosos que habitan en él; creaturas de un zoológico paradisiaco, habitado por una fauna de fantasía o por una garza blanca enamorada; fantasmas que consuelan y horrorizan sus pensamientos, el gran lago y el Mombacho, circunscribiendo la geografía de su amada Granada, escenario de paroxismos y sinsabores; el amor y la muerte protagonizando las profundas reflexiones del poeta. La obra poética de Francisco, de tonos ascendentes y variados giros lingüísticos, canta persistentemente a sus grandes pasiones temáticas siempre presentes en sus motivaciones creadoras: su irrenunciable identidad de nicaragüense; el amor erótico; sus amorosas y leales evocaciones familiares, enfatizadas en la permanente gratitud a su padre, y en el constante amor manifiesto a su esposa Gloria Gabuardi, su ángel de la guarda; su impecable devoción por la Granada de ayer y hoy; su práctica de la amistad como un don supremo; el apasionado amor a la poesía como expresión de los más alto que puede escalar el espíritu creador de obras de arte: “Los poetas queremos transformar el mundo y cambiar la vida, y solo dormimos en nidos de papel y en ellos separamos y mezclamos la virtud y la perversión del ser humano, lo racional y lo irracional, lo intuitivo y lo intelectual, lo espiritual y lo corporal, lo Apolíneo y lo Dionisiaco,”…
Hemos visto actuar a Chichi en los diferentes escenarios que la vida le ha deparado: asumiendo compromisos de ensueños por la liberación de Nicaragua, peregrinando sobre el filo de las adversidades, debatiéndose contra la sordidez en tiempos grises, defendiendo el poder y defendiéndose de él, enfrentando el horror elemental de conocer los rostros envejecidos de las Moiras, divinidades del Destino, a quienes también acoge como sus musas. Su persistente oficio de poeta lo ha reafirmado aun en los escenarios más adversos, siempre ha enarbolando los estandartes de la poesía, de la que es abanderado de tiempo completo, promotor y gestor. Supo desde temprana edad, que lo más elevado del pensamiento y de la vida, lo decimos en versos: “La fecundidad del amor y la poesía desarrollan la inmensidad de la tierra, y de los cielos.” (Fragmento del poema “Ars poética/ profesión d fe. Parte II) Fue necesario para Francisco vivir las catarsis que le permitiera por sobre todas las cosas, saber que su destino es ser poeta. Rehacer el mundo por su cuenta, rechazarlo por lo que le falta y por lo que realmente es, apropiarse de la rebeldía, el amor, lo trascendental del ser, para recrearlo y dejarlo observar en su estado puro, en su complicación primitiva, porque toda realidad es inacabada para los poetas. “Porque hay que reconocer, también, que los poetas dormimos en un nido de papel porque somos los seres más desamparados, más desprotegidos del orbe cristiano, musulmán, ateo y chiita. Somos los eternos damnificados de los terremotos y tempestades que provocan las pasiones de la realidad y las ficciones.” Desde sus obras primaverales “En el cambio de estaciones (1962) y “A principio de cuentas (1968), comparece el poeta irrumpiendo con juicios lúcidos y tonalidades de adolescente, al
gran escenario de la poética nicaragüense. Es un periodo de búsqueda, en el que acude al magisterio de voces mayores en el cenáculo de su padre, en búsqueda de la suya propia. Era necesario afinar las tonalidades con las que luego recrearía su mundo. En “La sangre constante.” (1974) asoma diáfanamente su compromiso político contra la dictadura despótica del somociato. La leitmotiv alrededor de los ideales políticos, seguirá perfilándose con variaciones circunstanciales, la que mantendrá hasta la publicación de “Pasión de la memoria” (1986). Luego vendrían las obras marcadas por reflexiones interiores, en la que las meditaciones existenciales sobre el amor, la vida y la muerte, desplazarán los tonos épicos consagrados a la causa política presente en sus obras de juventud. Del poema “Fieras famélicas muerden la noche estrellada” contenido en su obra “Orquídeas salvajes” (2008), extraemos el siguiente fragmento de versos eróticos, escritos a manera de remembranza confesional de su hedonismo: “Yo he vivido en esos territorios con mujeres más bellas que la Venus de Boticcelli y las vírgenes de Fra Angélico, mujeres atrevidas, desvergonzadas,
con el infinito impudor de la sensualidad; mujeres que me han zarandeado mi desmesura, el cataclismo de la piel y de la entraña y del chorro viril, mujeres que me han hecho voltear los ojos hacia afuera y hacia dentro;” En su obra “Friso” (1996), encontramos el fervor por las ideas políticas de antaño, metamorfoseadas en dura crítica al poder. Aquí sus versos adquieren tonos estrepitosos de implacable negación crítica contra todas las desmesuras de la detentación del poderío, sin sesgos de estandartes, no deja títere con cabeza, remembrándonos aquella voz que se alza en “La Epístola moral a Fabio,” o la célebre descripción de la tiranía concebida por Dostoievski en “La casa de los enterrados vivos”. En los poemas “Ars poética/profesión de fe” Partes I y II respectivamente, contenidos en su poemario Friso (1996) nos dice: “Pero en esta tierra etérea del desencanto toda verdad es Quimera; el sueño encuentra puñal en la cuenca de la mano la política es estéril, seca el pozo de la fecundidad de las plantas y de los animales, destroza entre sus dedos la mística del amor del hombre y la mujer, hace tiranos y ladrones.” “El poder tiene otro destino. Tiene la piel seca
y queda como un incunable de miserias.” El mundo interior del poeta es ahora el tema de su lirica, su hedonismo erótico, su devoción patriótica, y su veneración por Granada, adquieren tonos de elegiacos monólogos interrogativos. Sabe que el rio heraclitiano huye como el de Tántalo, hacia una desembocadura aun ignorada. Su verdadera nostalgia es captar la vida como destino, tratar de dominar el curso aun no recorrido del rio, conocer su desembocadura, reconciliarse consigo mismo, aceptar que el rio ha fluido sin retorno, son las reflexiones existenciales que afloran en sus obras recientes. Los actos que escapan en el apego a la vida, son ahora re juzgados con otros rostros. Reniega del mundo por lo que es y por lo que no contiene. Ya no hay himnos ni proclamas fragorosas para la diosa de la discordia. Eros y Thánatos, el ineludible significado de la condición humana, lo profundamente ontológico, protagonizan su poesía de atisbos otoñales, marcados por el desasosiego de sus dolencias. El los poemas inéditos “Retrato del poeta” y “Cuando el alma hace ruido” de su obra en preparación “Luna mojada” autorretrata sus estados de angustia:
“Hay una gotera infame en el techo de mi cabeza que esta inundando todos los pensamientos que todavía se podían salvar con algunas reparaciones, Y hay mucho comején destruyendo memorias, imágenes, manías, amores y rencores antiguos que sostenían muchas paredes de papel y densas sombras. En mi cuerpo parece que se soltó un animal cuyo único afán es destruir lo que encuentra y lo que ama, comerse los espejos de los ríos del paraíso donde mira el horror de sus ojos vacíos abiertos y los muñones del alma.” “más en Nicaragua después de la guerra. Y más en Nicaragua después de la paz. Ya no quiero oír mis pensamientos. Sé que el ruido de mi alma es para que no regrese a la realidad. Sueño locuras de oro y esmeralda en vasijas de terracota, con maderos rotos de barcos y naufragios. El ruido de mis pensamientos me hunde el alma, en el riesgo de la oscuridad de las grietas de la chatarra y la belleza de los cementerios fantasma en los arrecifes.” En su obra “Crimen perfecto” (2011), afloran rasgos de profunda angustia existencial expresada en versos meditabundos: “Del temor a envejecer pasé al temor de la muerte. De todo lo que gané en la vida
pasé al miedo incontrolable de perderlo todo. A esta edad los arrepentimientos son pesadillas y fantasmas, que llegan a la memoria y empeoran las noches, acosan y castigan.”….. (Fragmento del poema “El temor a la muerte”) En el poema “Eva en la palma de su mano” de su poemario “Crimen perfecto” del que reproducimos un fragmento, encontramos siempre esas reflexiones retrospectivas sobre la vida, el erotismo, la memoria, el dolor, puestos por el poeta en boca de Eva: “Las bombas de fósforos que iluminaron la tierra fueron el pálido reflejo de mi lujuria. Huelo a sangre y no sé si me gusta la sangre. Soy adicta al riesgo desde que me regalaron el dolor. No quise perderme de nada en la vida, atrapé estrellas con la raíz de la mandrágora y quedé prisionera sin poder salir del laberinto. Tengo recuerdos que no desaparecen y ansiedad de vivir para ampliar la memoria.”
“Cuando elegí la libertad no sabía que la soledad y la angustia serían mis compañeras inseparables que compartirían mi amor y mis crímenes menores. Y cuando elegí la poesía pude bailar en el medio del bosque con el trino del canario.” ….. (Fragmento del poema “No me dejen morir”) El mundo poético de Francisco nunca ha permanecido silencioso. Hasta las difíciles vivencias en el lecho de enfermo le ha dado renovados motivos que cantar, la poesía es para este poeta su recurso de salvación, sus tristezas son recursos para el canto, porque su existencia y la poesía son de la misma naturaleza: “La juventud dice que la muerte es un puerto donde nunca se atraca, pero ahora que estuve empezando a morir pienso que la vida es el puerto donde nunca se atraca. Porque la vida es sólo una bella pajarera impulsiva. No me quiero morir pero si me muero quiero llevar conmigo la belleza, el amor, la alegría, el odio, la piedad y el desprecio.”….. (Fragmento del poema “El fuego limpia el alma en la agonía”) “Cuando escribo toco cada parte de mi vida con la yema de los dedos. Eclipsado por la guerra me refugio en mi letra y entro al escondite de mi letra
buscando mudar de piel.” En la obra poética de Francisco, se manifiesta con persistente fuerza expresiva, su identidad de nicaragüense. Su amor por la patria, por su geografía, su cultura, su historia, su pasado presente y futuro, son temas recurrentes en toda su producción poética. Podemos decir que los asuntos de la nicaraguanidad son el gran escenario, el espacio vital donde transcurre su motivación creadora. Chichi es un poeta que desde Nicaragua canta a la universalidad, descubre tesoros ocultos de nuestra identidad lingüística y cultural para donarlos a la poesía de la lengua. Su obra está poblada de toponimias, nahualismos nombres propios que nos pertenecen y nos identifican desde la profundidad de nuestras raíces. Somos un pueblo que troca en canto nuestras bellezas, tragedias y miserias. Somos donantes de armonía a este sórdido mundo poblado de tantas miserias humanas. La obra poética de Chichi se suma al gran coro de voces poéticas que han cantado con fervor patriótico a nuestra querida y amada Nicaragua. Escuchémoslo en este poema de su obra “La traición de los sueños” (2013) “Tengo un país sin aura que no puede retener la felicidad por un instante. Amo a una patria bella y tonta como a una bailarina de porcelana Que tiene la boca abierta y abultada por el estupor. Y siento que otros la quieren con pasiones rústicas
Y como si fuera una perra de nadie. Con grasa y sangre la quieren. En el suelo la quieren para que todo le duela. No la ven que la vida se le sale por los ojos. Anoche soñé un sueño, soñé que yo no quería una tienda de tabaco Virginia, soñé que mi patria y yo éramos mendigos Y que limosneábamos estrellas en las calles para comer y vestirnos, soñé que la gente nos ponía estrellas quebradas en la mano, pedazos de sueños traicionados, mentiras reparadas, palabras rencas con muletas y vendajes, discursos con cachivaches,”… (Fragmento del poema “La fabula del sueño del mendigo”) Es impreciso e innecesario tratar de establecer a que altura de sus días se le reveló a Francisco la gran tradición del arte poético, ya que desde la edad de la inocencia le fue providencialmente concedido el privilegio de descubrirse en los misterios del arte en el ambiente cultural de su progenitor Enrique Fernández Morales, donde prodigaba “la música extremada”, ahí acudían en peregrinaje los poetas y artistas en búsqueda del gran maestro “oficiante de los cinco continentes del arte” en procura del verbo, de las formas, del palco escénico, del privilegio de los colores, la música y todo lo dado para poblar la existencia de placeres estéticos: “Pero la casa de mi padre siempre estuvo llena de poesía y para vivir la poesía hay que esperar lo inesperado.” En su poemario “Granada: Infierno y Cielo de mi imaginación” nos revela el paisaje de ese paraíso poético que providencialmente le fuera dado en el ambiente paterno:
“Allí vi el fervor religioso de los primeros paganos, vi a los fieles arrodillados ante sus Divinidades, vi a mi [padre y a los poetas José Coronel Urtecho, Carlos Martínez Rivas, a la Irma Prego, a Ernesto Mejía, a la Eunice Odio, a [Ernesto Cardenal, a Omar de León, a la June Beer, a Chema Lugo y a [Fernando Silva. Los vi entronizando a sus diosas y subiéndolas y [bajándolas de los altares. A unos, con unas grandes palmeras tropicales, haciéndoles [reverencias, a otros, con incensarios de plata y aromas evanescentes, y a otros con canastas de flores y cuentas de jade.” (Fragmentos del poema: “Cuando mi Papá nos sacó del paraíso”) En el discurso de incorporación de miembro correspondiente de la Academia de la Lengua “Elogio de la poesía” (2006) nos refiere más de aquel ambienta familiar que indeleblemente marcará su resolución de ser poeta:
“Por ese prodigio de la imaginación que desde niño vi en la poesía, nunca tuve otros héroes en mi vida más que los poetas. Y a mis héroes me los encontraba en mi casa todos los días. A Rubén Darío, a Salomón de la Selva, a Azarías Pallais, a Carlos Bravo, a Joaquín Pasos a Pablo Antonio Cuadra, a José Coronel, a Luis Alberto Cabrales, a Francisco Pérez Estrada, a mi padre el poeta Enrique Fernández, a Carlos Martínez Rivas, a Ernesto Mejía Sánchez, a Ernesto Cardenal, a Fernando Silva, me los encontraba todos los días en mi vida, así como los hombres primitivos hablaban y caminaban entre sus héroes y sus Dioses.” La casa de Quico, era Leuce, isla de los bienaventurados, ambiente a salvo del “Olimpo acuoso de las ranas” en la Granada de inicios de la segunda mitad del siglo XX, ya desde entonces desgranada, abandonada a su suerte de náufraga. Era aquel un contexto parroquial poblado mayoritariamente de gente baladí, desdeñosa de la cultura y del saber, incapaces de asimilar lo trascendente del ambiente cultural del maestro Enrique Fernández Morales. La ciudad y sus habitantes habían descendido del cenit al nadir. El ámbito quiqueño era una claraboya en una ciudad oscura, cuyos habitantes hasta hoy deambulan en la penumbra, como en la hipálage de Virgilio: “ibant obscuri sola sub nocte per umbram” Esa era la Granada de infancia y juventud de Chichi, cuyas remembranzas casi litográficas, están profundamente arraigadas en toda su obra poética: “Mi niñez, como los retratos al óleo de mis antepasados, fue atrapada por el adobe en una verdad diferente. A veces el miedo se empezaba a apoderar de mí y se me venían deseos incontenibles de orinar. Es que era imposible escapar en ese inmenso jardín de [adobe, y taquezal,
callado como una tumba, que no distingue la verdad de [la mentira.” (Fragmento del poema: “Cuando yo era un niño en Granada”) “Cuando yo nací, en Granada crecían las hierbas en la calle y los granadinos se fugaban por la noche para no sentir que morían al margen de la vida”. “En Granada, los ángeles y los demonios luchan por la [virtud, tocándose en la oscuridad; haciéndose la guerra y el amor, como llenando un pozo vacio.” (Fragmentos del poema: “En Granada los ángeles y los demonios luchan por la virtud”) “Todos somos sapos encantados cantándole a la luna. Nací como un soñador de Granada, Nicaragua, que nunca [se cansa de soñar.”
“Nací yo y se murió mi abuelo Fernando. Nací yo y mi bisabuelo Dolores Morales, cansado de hacer [tantos dineros,” quiso vivir, encarnado en mí, una vida de poeta.” (Fragmentos del poema: “Para que yo naciera sobre la imaginación y el llanto”) Granada ha sido el escenario donde a este poeta, se le ofreció por vez primera el cielo constelado de ensueños para cantar. La trágica “aldea señorial” acertadamente bautizada así por Jorge Eduardo Arellano, improntó su destino, iluminó su memoria ancestral, alimentó el infierno y el cielo de su imaginación. Chichi es otra de las voces que se suma al coro de poetas que han consolado con sus cantos, la trágica historia de nuestra ciudad. Noel Rivas Bravo en su ensayo “Granada en la poesía nicaragüense” al respecto expresa: “En este sentido, no olvidemos que Granada de Nicaragua ha merecido el canto de sus poetas y las hermosas páginas de sus escritores… En suma, Granada es la ciudad amada y admirada de nuestros poetas y escritores, quienes en sus versos han sabido celebrar su historia, su paisaje, la vida de sus habitantes, lo que tiene de grandeza y belleza, dulce o trágica, pero sobre todo, han sabido ver que la verdadera identidad del ser humano sólo se alcanza cuando su canto es fiel a las raíces de la propia tierra que le vio nacer.” Las cenizas de Granada han abonado para que el canto edulcore nuestra amarga historia. No todo está perdido, la trágica Granada ha pagado un precio caro para que los hijos que siempre la han amado y que la aman, nos dieran esa rica poesía elegiaca que canta sus desgracias, porque al final es el arte el único recurso del que dispone el hombre para lograr su salvación existencial y dejar testimonios para la historia. No olvidemos que los dioses inventaron la tragedia para que las futuras generaciones tuviesen motivos que cantar.
Podemos arriesgar la opinión de que la poesía ha iluminado los días de este hombre consagrado al noble e inmaterial oficio, por eso no hay espacio en la existencia de Francisco despoblado de versos. Desde temprana edad, decidió que su existencia y la poesía son indisolubles, ha sido su refugio, y fortaleza, es su recurso de salvación, ha persistido en el afán de consagrarse a la invulnerabilidad del canto, se justifica cantando a lo anecdótico, a lo transitorio y a la inmanencia de lo perdurable. Su voz suena hoy y espera resonar como eco en la posteridad. Finalmente valga expresar que las fatalidades y sinsabores en la vida de este poeta, como las que presupone la vida de todo hombre, se coronan con jubilosas esperanzas al lado de Gloria, su musa permanente, su amor inseparable, a quienes doblemente los une la pasión amorosa y la poesía, como antaño se amaron Safo y Alceo. Por ello no es gratuito que gran parte del extenso poemario de Francisco, está dedicado a su amada Gloria: “Con ella alcance la llave de cofres y roperos que guardaban el Sándalo. La belleza sobrenatural de la Gloria tenía la virtud de revelar en sus ojos lo que entrelazan el alma y el jazmín y el nacimiento de raíces inmensas florecidas en mis manos, en mis poemas y canciones, en mis ciudades, en mis volcanes, en mis calles, en mis perros, mis caballos, mis pájaros,
en mi nieve, en mi sol, en mi mar. Su piel de rosa mística morena viva cambiaba de color y de perfume con mis versos, la música, la luminosidad, y el estremecimiento de la tierra. Sus pechos redondos y altivos nunca conocieron el cansancio.” (Fragmento del poema inédito: “Celebración de la primavera”) La compañía física e intelectual de esta extraordinaria mujer, de rostro sonriente y tez morena, ha sido decisiva en la vida del poeta, ha poblado su vida de hijos, creatividad, alegría y de esa fugaz aspiración suprema que llamamos felicidad. Juntos se han puesto al frente del equipo organizador de los IX Festivales Internacionales de Poesía celebrados en Granada desde el año 2005, eventos considerados como la mayor proyección cultural alcanzado por la ciudad en toda su historia. Desde entonces Granada, cual torre de Babel, ha congregado a poetas de todo el mundo, para celebrar el ritual de la poesía en todas las lenguas que se hablan en los cinco continentes de la tierra. El Festival nutre la esperanza de que la ciudad aun se resista a morir en la penumbra y el abandono cultural en que se encuentra sumida. Granada es una ciudad huérfana de educación cultura y desarrollo económico. Pareciera que todos en el presente proclamamos como Catón el viejo lo hiciera para Carthago “Granadae delenda est”. La decadencia en todos los órdenes de la vida de Granada “Apesta hasta el alto cielo”. La ciudad luce enferma, ávida de contar con verdaderas instituciones en todos los niveles educativos para la promoción y desarrollo de sus habitantes. Valgan estas reflexiones críticas, para enfatizar el importante rol del Festival de poesía en la proyección cultural de Nicaragua y de la ciudad de Granada.
Salve caro poeta, tus amigos junto a vos celebramos tu poesía y tus meritos como Presidente del Festival Internacional de Poesía de Granada. Abrigamos la esperanza de que estés mucho más tiempo entre nosotros.